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Subalterno - trazos de una categoría migrante

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Academic year: 2020

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(1)Universidad de Los Andes. Facultad de Ciencias Sociales. Departamento de Ciencia Política. Subalterno: Trazos de una categoría migrante. Angela Marcela Fajardo Osorio. Arlene B. Tickner Alberto G. Flores. Enero de 2004. 1.

(2) INDICE Pág. 1. Introducción 2. Estudios subalternos 2.1 Gramsci y los estudios subalternos 2.2 Biografía de lo subalterno. 4 -7 8-34 8-9 9-10. 2.3 El grupo de Estudios Subalternos. 10-14. 2.3.1 La pregunta por la agencia. 14-17. 2.3.2 Los movimientos sociales. 17-21. 2. 4 Lo Poscolonial. 22-31. 2.4.1Dificultades de lo subalterno como categoría analítica. 26-30. 2.4.2 La pregunta por las disciplinas. 30-31. 2.5 Críticas. 31-34. 3. Estudios Subalternos en América Latina. 35 -48. 3.1 Biografía. 35-37. 3.2 Diferencias y similitudes con el grupo asiático. 37-38. 3.2.1 Momentos de Adopción y emergencia de las teorías. 38-40. 3.2.2 Referencias a la colonización y construcción del Estado-Nación. 41-45. 3.2.3 Prácticas de producción de conocimiento 3.2.4 Tradición del pensamiento latinoamericano 3.2.4.1 La pregunta por la modernidad 3.2.4.2 La producción de conocimiento en América Latina. 45 - 48 49 49- 54 54 - 57. 2.

(3) 3.2.4.3 El papel de los intelectuales. 57 - 62. 4. Conclusiones. 62-64. 5. Bibliografía. 65-73. 3.

(4) 1. Introducción. La primera aparición de la categoría subalterno puede ser rastreada a los escritos del teórico Italiano Antonio Gramsci (1970) quien la utilizó para definir el estatus de marginalidad de los grupos opuestos a las elites, especialmente aquellos sujetos a hegemonías que más allá de los vínculos de clase, se sustentan en la dominación ideológica y cultural (Gramsci 1970: 336-337). Sin embargo, el término se populariza en los años ochenta cuando en India y Pakistán, un grupo de intelectuales en su mayoría historiadores adoptaron este nombre para dar cuenta del estudio de las relaciones coloniales y la formación de las identidades nacionales haciendo explícitas los vínculos de dominación que se construyen en las esferas de los saberes como la literatura y la historia (Pakrash 1994: 1483 – 1486; Guha 1982: 38-39).. Esta propuesta contó con gran acogida por parte de la academia norteamericana y junto con los escritos de Edward Said abrió las puertas para lo que se conoce como estudios poscoloniales. Si bien esta transformación aún es objeto de polémica, una de las discusiones más interesantes es la que tiene que ver con el cambio de marco de interpretación desde el marxismo y neomarxismo hacia el posestructuralismo, el deconstruccionismo y algunas teorías posmodernas, pues esta introduce nuevos cuestionamientos a la práctica intelectual de izquierda, especialmente su función crítica en el marco del capitalismo tardío.. 4.

(5) Dentro de la academia Latinoamericana, una variante de este grupo aparece a finales de la década del ochenta, como el Grupo de Estudios Subalternos en América Latina que bajo la propuesta asiática se interesa por estudiar la relación entre formación de conocimiento y el ejercicio de poder por parte de quienes se han encargado de escribir la historia y los procesos de formación de identidades latinoamericanas.. En sus manifiestos inaugurales tanto el grupo asiático como el Latinoamericano enmarcan sus intereses dentro del neomarxismo gramsciano y expresan la necesidad de hacer un llamado a una práctica activa por parte de los intelectuales (Guha 1982: 7; Sarkar 2000b: 300; Prakash 1994: 1476; Chakravarty 2000: 14; Omvedet 1993: XII; Castro 1998). Sin embargo, las principales críticas que estos grupos han recibido los tildan de cómplices de las nuevas relaciones de dominación y hegemonías dentro del marco del capitalismo mundial, por abandonar las preocupaciones por los vínculos de la reproducción material y como sobrepasarlos, por una sobre valoración de las dimensiones de la cultura y las discusiones teóricas, olvidando también sus propios vínculos con la nueva situación del capitalismo global y transformando la preocupación sobre el tercer mundo de una identidad geográfica a una discursiva. (Dirlik 1994: 329; Moraña 1994; Mallone 1994: 1501). El interés fundamental de esta reflexión es trazar el recorrido de la categoría subalterno desde su aparición en el contexto asiático hasta las propuestas en América Latina, pues en el viaje de este concepto por distintos contextos, trayectorias teóricas. 5.

(6) y espacios de discusión, es posible ilustrar algunos de los argumentos que enmarcan la pregunta por el papel de los intelectuales de izquierda y al mismo tiempo, es posible seguir las huellas de un desplazamiento que muestra como se construye conocimiento en el mundo contemporáneo.. El punto de partida es que más allá de revisar la complicidad o la crítica, lo interesante es el recorrido, el proceso en cuanto a la manera como se transforman las categorías, los marcos de interpretación y los conceptos de acuerdo al contexto donde se apliquen y los problemas a los que se adopten. Si bien hace uso de una categoría italiana y marcos de interpretación europeos, combina los centros de producción de conocimiento y pone un acento en la necesidad de reconocer fuentes legítimas de conocimiento diferentes de los cánones occidentales y múltiples dentro de los mismos.. La propuesta de los estudios subalternos en América Latina resulta llamativa porque mezcla intelectuales latinos retomando categorías de origen asiático y poniéndolas en circulación en la academia norteamericana. De igual manera pone de manifiesto nuevas realidades en cuanto a las fronteras en la producción de conocimiento y como los procesos de diáspora y migración han afectado estos procesos. Sin embargo, después de casi diez años su difusión en la academia latinoamericana ha sido limitada y los diálogos con la misma son incipientes. Esto genera diferentes dificultades,. 6.

(7) limita la discusión a quienes hablen inglés, reduce el acceso a los textos y la difusión pues se cuenta con pocas traducciones al español.. Para revisar enmarcar el debate y revisar las propuestas en cuanto al papel de los intelectuales, este texto se divide en tres partes. La primera se dirige a los Estudios subalternos, en términos de su relación con Gramsci, sus propuestas, críticas y los debates sobre poscolonialidad que introducen los restos y preguntas al respecto; la segunda retoma este marco en perspectiva comparada para dirigirse a los Estudios Subalternos en América Latina, considera sus diferencias y similitudes y señala las particularidades de las propuestas en cuanto a los temas y los retos que introducen a las prácticas de producción de conocimiento desde y sobre América Latina. La última contiene algunas conclusiones.. 7.

(8) 2. Estudios subalternos. 2.1 Gramsci y los estudios subalternos. La adopción de la categoría subalterno puede ser rastreada a las propuestas del teórico italiano Antonio Gramsci, una de las influencias más importantes en la primera etapa del grupo. Esta hace referencia a dos procesos: la subordinación en términos de clase, casta, género, cultura, y la multiplicidad dentro la relación dominados – dominantes en la historia (Pakrash 1994: 1477). El grupo se interesa por ampliar la idea marxista de subordinación exclusivamente en términos de clase y revisar que si bien las clases son la esencia de lo histórico, la subordinación también se remite a la larga y extraordinariamente variada interrelación socio- cultural entre las elites o la clase hegemónica y los subalternos, algunas veces regida por la fuerza o a veces solamente por la dominación ideológica desde arriba. (Said 1987: V).. El propósito es doble, “señalar la naturaleza de relaciones de poder y dominación en la historiografía sudasiática y la sociedad, como opuestas a las explicaciones consensuales; y proveer un campo donde categorías como hegemonía, subalternidad y élite se pudieran desarrollar para casos específicos” (Guha 1982; Sivaramakrishnan 1995: 404; Kasar 2003). Los estudios subalternos adoptan esta categoría para señalar la necesidad de ser cuidados con el reduccionismo económico, sin perder el énfasis en la subordinación y la resistencia. Algunos teóricos mencionan la alegoría de la. 8.

(9) palabra subalterno con una jerarquía distinta, la jerarquía militar (Sarkar 2000: 301; Lal 2001: 136). 2.2 Biografía de lo subalterno. A diferencia de Gramsci que explícitamente vinculaba la subalternidad con las estructuras del capitalismo y la acción de las élites, haciendo énfasis en las posibilidades y limitaciones de la acción subalterna en estos dos campos, los estudios subalternos se interesan por la autonomía frente a las élites y por las prácticas no occidentales, por los matices del carácter esencial de dominación y subordinación de las relaciones de poder y los conflictos (Sarkar 2000: 275, 302- 307; Pakrash 1994: 1490).. Los primeros estudios se orientan hacia los campesinos como fuerza política, social y cultural, enfatizando el carácter relacional de las élites y los subalternos en la articulación de una resistencia y una transformación de la conciencia subalterna. Los subalternos se presentan como motor de los cambios, y en esa medida desplazan a la clase trabajadora como el foco de análisis. (Jani 2003: 279), al mismo tiempo que se abre el espacio para una metodología que permita aproximarse a los episodios fragmentados que componen las historias del campesinado (Chatuverdi 2000; Sarkar 2000: 305).. 9.

(10) Después de la mitad de los años 80´s, la perspectiva del grupo se divide pues si bien se dio una ampliación hacia los diferentes subalternos, la propuesta tomo un giro hacia la crítica posestructuralista y lo que se dio a conocer como poscolonial. Se dio paso desde una historia antropológica Gramsciana de Asia del sur que utiliza el análisis crítico de las protestas campesinas y las luchas agrarias para explorar la hegemonía, y la dominación, al análisis centrado en la crítica al pensamiento occidental y el europocentrismo que incluye al marco marxista como parte de las narrativas occidentales que reducen los movimientos y luchas al rublo de transición hacia el capitalismo (Pakrash 1994: 1490; Sivaramakrishnan 1995: 406). En esta medida sus marcos de interpretación también se desplazan enfatizando el legado de un conjunto de protocolos y operaciones lingüísticas asociadas con la teoría y práctica de filósofos del lenguaje alemanes y franceses de Nietzsche a Derrida, y filósofos del lenguaje como Ferdinand de Sassure y Roland Barthes (Sivaramakrishnan 1995: 414; Prakash 1994: 1480; Chaturvedi 2000:V). 2.3 El grupo de estudios subalternos “Ninguno de Los miembros del grupo de estudios subalternos es nada menos que un estudiante crítico de Karl Marx, por ejemplo todos ellos han estado influenciados por el marxismo occidental, especialmente Gramsci. Adicionalmente las influencias son evidentes, pensadores estructuralistas y posestructuralistas como Derrida, Foucault, Barthes y Louis Althusser, combinadas con intelectuales británicos y norteamericanos como E.P. Thomson, Eric Hobsbawn entre otros”. (Said 1987: X). 10.

(11) Los estudios subalternos aparecen como una organización interdisciplinaria de intelectuales sudasiáticos de mediados de los años 80, dirigida por Ranajit Guha. Este grupo se presenta a si mismo como espacio de experimentación donde convergen varias agendas y proyectos sobre asuntos epistemológicos, pedagógicos, éticos y políticos relativos a las circunstancias coloniales, en un ejercicio que no busca definir un área de estudio o un momento histórico particular. (Moore 1997: 75; Beverly 1999: 22). La propuesta se consolida en el desencanto de las tres décadas que siguieron a la independencia hindú, y se forma bajo los contextos históricos e intelectuales radicales de los 60s y 70´s. (Guha 1997: XVII) “El encanto global de la izquierda con las luchas democráticas y anticoloniales y el creciente escepticismo sobre la teoría estalinista, se reflejo en India en el apoyo a los levantamientos maoístas fallidos, los movimientos por la democracia y los derechos civiles y la antipatía contra los partidos de izquierda oficiales y las acciones autoritarias de Indira Gandhi” (Jani 2003: 273) en estas circunstancias, los estudios subalternos desarrollan un interés particular en mantener una posición ideológica en donde la crítica fuerte a las prácticas del marxismo ortodoxo y las teorías se pudiera combinar con un horizonte más amplio de marxismo y socialismo (Sarkar 2000b: 300; Lal 2001: 137; Prakash 1994: 1476; Chakravarty 2000: 14; Omvedet 1993: XII). 11.

(12) Su propuesta inicial se caracteriza por un interés particular en la historiografía hindú, la tradición europea y sus limitaciones para dar cuenta de los procesos de formación de las diferentes identidades, especialmente en los procesos de formación de los estados – nación en los territorios de las ex colonias británicas (Pakrash 1994: 1483 – 86; Guha 1982: 38-39). El enfoque parte de la crítica a la manera como se presenta la agencia de todos aquellos que son ajenos a las élites o clases privilegiadas dentro de las luchas de independencia. Bajo este presupuesto, inicialmente desarrolla una lectura historiográfica con un alto componente neomarxista que busca señalar las estructuras de dominación y las posibles fuentes de resistencia, pero no se concentra exclusivamente en lo económico para leer los vínculos coloniales. A partir de la revisión de los discursos, los silencios y omisiones de la historia oficial y la consulta de otras fuentes como las memorias populares, la literatura, etc. intenta identificar los vínculos de dependencia y las relaciones de poder que se construyen y perpetúan en los espacios de saber. (Said 1987:V- VI; Guha 1982: 7; Guha 1988: 35-37; Payne 2002: 249). En su libro Orientalismo (1978), Edward Said fue el pionero en utilizar el análisis de discurso y texto para revisar la consolidación de la hegemonía y las relaciones coloniales. Su preocupación por la posibilidad de representar las diferencias culturales, se extiende hacia la denuncia de cómo la tradición del pensamiento occidental produce y presenta las realidades y los problemas de los países del tercer. 12.

(13) con categorías y lenguajes que muchas veces son ajenas y perpetúan jerarquías y modos de actuar, al mismo tiempo que generan nuevos vínculos de dependencia y colonialidad (Said 1987: VII; Pakrash 1994: 1483- 1484; Gandhi 1998: 64; Moore 1997: 72). Los estudios subalternos retoman estas discusiones y las entremezclan con teorías contemporáneas sobre la identidad, la representación y las maneras de leer a lo Otro y los otros para evaluar las experiencias coloniales especialmente en Asia. Su preocupación inicial esta relacionada con la denuncia de Said de cómo la construcción de la identidad nacional se relaciona con la producción de conocimiento (Said 1987: VII), pero más que los riesgos de la colonialidad del saber, enfatizan el carácter relacional de la identidad, caracterizando los procesos no sólo como formación de nación, sino también desde la posición de los sujetos, con el objetivo de revisar las resistencias y tradiciones contestatarias (Pakrash 1994; Dirlik 1994: 335).. En un espacio de discusión y publicación de material con una tradición de más de diez años se interesan por construir categorías y métodos para conceptualizar diferencias y al mismo tiempo aproximarse críticamente a las nuevas jerarquías, vínculos y en el mundo posterior a la descolonización de los territorios (Said 1987:X). Si bien el punto de partida es la reinterpretación del sujeto e historias coloniales haciendo explícita la relación entre la formación de conocimiento sobre las. 13.

(14) colonias y el ejercicio de poder hacia ellas por parte de los colonizadores(Tickner, Arreaza 2002: 23), en la trayectoria se han abierto varios caminos que combinan enfoques teóricos, disciplinas, preguntas sobre la representación, la resistencia, la identidad y discusiones epistemólogicas y políticas que han trascendido las fronteras de los países asiáticos.. En la primera etapa liderada por Ranajit Guha es posible encontrar dos núcleos en cuanto a la discusión con el marxismo, la pregunta por la agencia y el papel de los movimientos sociales en la historia. Mientras que en el momento de cambio y apertura cuando se adopta la discusión sobre poscolonialidad, los problemas se remiten a los problemas de la categoría subalterno en cuanto a la homogeneización y la representación.. 2.3.1 La pregunta por la agencia. La historia desde abajo retoma las formas de protesta popular, especialmente las rurales para revisar la resistencia como una forma de agencia de los subalternos. En un primer momento, se interesa por revisar la relación entre las élites y los campesinos, y el papel de la religión, el mito y las creencias mágicas que emergen en las prácticas de esta resistencia. (Arnold 1982; Sivaramakrishnan 1995: 398). Si bien la propuesta parte del campesinado, posteriormente se extiende a otros marginales, en. 14.

(15) un intento por investigar también la espontaneidad de las resistencias y la historia de lo fragmentado, inicialmente se toma a los campesinos como el objeto de estudio.. La propuesta de Guha parte de la crítica a la manera como la historia Hindú ha sido marcada por el elitismo tanto de los colonizadores como de las burguesías nacionalistas. Esto se evidencia en la manera como la historiografía nacionalista, la marxista y la revisionista centran sus intereses en los temas de la modernización capitalista global y caracterizan los procesos de formación del estado nación en India como procesos de conflicto de las élites criollas en respuesta a los estímulos de los recursos políticos,. económicos y las instituciones culturales provistas por los. gobiernos coloniales. Estas interpretaciones dejan por fuera de los procesos de liberación e independencia la agencia de los campesinos (Guha 1982: 1).. En estos términos la colonización puede ser leída exclusivamente por sus aportes para la modernización y la unificación, o simplemente como una batalla épica entre colonialismo y nacionalismo, sin considerar las luchas campesinas y rebeldes que se incorporan como elemento contingente en la historia del imperio británico o del socialismo hindú. De igual manera, elementos como la religión y las castas se ignoran o para el caso del marxismo se consideran como estado anterior a la conciencia revolucionaria. (Pakrash 1994: 1476). 15.

(16) Sin negar el legado compartido con la nueva historia social británica y la escuela de Cambridge, los estudios subalternos también introducen críticas a la visión de la descolonización que estas presentan. Si bien comparten la inspiración marxista Gramsciana, la ampliación de la lectura de comunidades y colectivos por fuera del enfoque netamente económico de las clases. y el interés por rescatar el pasado de los grupos socialmente subordinados, difieren en cuanto a la visión de las etapas de formación de nación, la pregunta por la historia como conocimiento y el papel de las élites. (Chakravarty 2000: 15; Jani 2003: 274; Sarkar 2000b: 304-305; Chatuverdi 2000: IX).. Guha se preocupa por implicaciones ideológicas de la nueva historia, pues su visión en el proceso de formación de nación define etapas y encierra un concepto de lo prepolítico, donde se asume que dominación y hegemonía son lo mismo. En el caso de los países ex colonias como India o con tradiciones diferentes a las europeas, la visión historicista, encierra la nación como un proceso unitario, donde se no se diferencian la historia del capital con la del poder y tampoco se cuestiona el vínculo entre poder y producción de conocimiento, es así como las luchas aparecen como una prolongación de la competencia entre élites y el resto de los actores quedan al margen. (Chakravarty 2000: 11, 15; Guha 1982: 6-7). La crítica general tanto la historiografía tradicional hindú como la nueva historia británica, es que estas carecen de herramientas para articular una historiografía no. 16.

(17) elitista para pensar las múltiples dinámicas internas y considerar los movimientos sociales, las contra hegemonías y el papel de los rebeldes, como sujetos consciente de su propia historia. (Guha 1982: 3; Sivaramakrishnan 1995: 401; Chakravarty 2000: 12).. 2.3.2 Los movimientos sociales. El punto de partida de los Estudios Subalternos es entonces la diferencia entre la historia hindú de la lucha campesina que busca discernir en las fuentes las formas de un desarrollo histórico fracturado, disconexo forzado por la traza de la” historia mundo” solo por el ejercicio del colonialismo; y una historia de las luchas campesinas en India que arregla el material histórico sobre esta materia en un marco donde los conceptos, las categorías principales y las relaciones analíticas se toman como dadas. Esto involucra tanto a los subalternos como movimiento social como a los intelectuales (Chaterjee 2000: 18).. Para esto se propone un método de “lectura en reversa” que destaca la agencia de la gente del común y los colectivos en estos procesos y busca nuevas fuentes y métodos textuales, discursivos y analíticos que descubran las fisuras del discurso oficial y alumbren lo popular, las memorias y tradiciones orales. (Guha en Chaterjee 2000: 351-352) El objetivo es articular unas “políticas de la gente” desde la pregunta por la representación de sus culturas y acciones políticas (Pakrash 1994: 1477; Guha 1988:. 17.

(18) 38), en palabras de Guha, cómo los grupos subalternos, sean mujeres, campesinos, descastados, clases trabajadoras, tribus, oprimidos y demás marginales que han estado relegados a la periferia de la sociedad en India, han elaborado historia y constituido sus ejercicios políticos como experiencias autónomas, privilegiando la lectura de los momentos de rebelión contenidos en las fallas de la nación para constituirse no en su éxito sino en sus fracasos (Guha 1988: 7, 37-43; Pakrash 1994: 1480). Además de la propuesta de historia al revés para aproximarse a la agencia, los estudios subalternos plantean una teoría del cambio que se alimenta en las relaciones múltiples entre las dimensiones materiales y la cultura (Spivak 1988: 4). Estos les permiten aproximarse a reflexiones sobre la alienación y las clases sociales desde un marco que traspasa lo económico y se inserta como categoría reflexiva dentro del análisis discursivo de los documentos (Chakravarty 1988: 179).. La tarea de encontrar documentación histórica que sustentara la experiencia de los subalternos y que los representará dentro de la escritura historiográfica de forma adecuada, dio origen a una lectura de la prosa de la contra insurgencia que parte del principio de leer en los huecos, las fisuras, los intersticios y las estrategias retóricas que marcan los discursos dominantes al respecto. (Guha 1988: 25; Pakrash 1994: 1480, 1482).. 18.

(19) En sus inicios,. Guha distingue los discursos historiográficos de acuerdo a su. temporalidad y la cercanía con los discursos oficiales. Los divide en presencia, transformación y redistribución de los códigos donde es posible ubicar la contrainsurgencia (Guha 1983: 26-33). Los discursos dominantes y las fuentes literarias son útiles porque permiten ahondar en la antinomia de la comunidad y las clases (Sivaramakrishnan 1995: 415). Es decir que evidencian como en comunidades diferentes a la esfera moderna, las clases ocurren pero no pueden ser asumidas como un presupuesto en la naturaleza de esta identidad.. Posteriormente, además de los discursos oficiales se utilizan los mitos religiosos y del vegetarianismo, la lectura de los récords y periódicos coloniales, la literatura, los tratados antropológicos y las descripciones etnográficas para resaltar la romantización y el uso de arquetipos sobre los subalternos como las tribus y los descastados. (Chaterjee, Hardiman en Sivaramakrishnan 1995: 409- 412) En la crítica al europocentrismo, nacionalismo e historicismo se enfatiza las propiedades del archivo y la memoria y se considera la representación en los mismos, como un aspecto de las relaciones de poder entre las élites y los subalternos (Chakravarty 2000: 24). En cuanto a la relación entre las élites y los subalternos, se parte del estudio de las diferentes formas de insurgencia campesina en pequeña escala que se dieron paralelas a las luchas de independencia en India como los disturbios en las comunas, las. 19.

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(21) en evidencia las diferencias de las historias sobre el poder en Europa y en la India colonial, y la posibilidad de una pluralización de historias dentro de la modernidad que no necesariamente se vinculan con el capital, sino que pueden tener en cuenta otras relaciones y vínculos como los valores culturales (Chakravarty 2000: 19).. Es así como el grupo se interesa por revisar los patrones y estructuras de significado como la religión o los mitos que en los momentos de confrontación configuran las identidades. La religión no es vista como un escape a la realidad sino como una herramienta que provee estructuras para comprender la realidad inmediata y responder a ella. (Sivaramakrishnan 1995: 411) La relación entre subalternos y élites se estudia en términos del establecimiento de patrones y estructuras de significado, en las estrategias de los rebeldes para destruir los símbolos de prestigio y poder de las clases regentes, la semiótica de la dominación y la subordinación en esferas no autónomas. También se revisa como la identidad también descansa en la práctica colectiva de la violencia, autorizando una narrativa de la protesta que sirve como una ampliación de los desafíos de los subalternos a la dominación inscribiendo nuevos episodios en las mitologias de la resistencia (Sivaramakrishnan 1995: 410; Guha en Chakravarty 2000: 17). 21.

(22) 2. 4 Lo Poscolonial “Los estudios subalternos se han transformado de un fenómeno hindú a una institución global, de una colección centrada en lecturas históricas marxistas de la India colonial a la compilación de lecturas posestructuralistas que interrelacionan y trasponen las temporalidades, las regiones y las fronteras de las disciplinas” (Chaturvedi, 2000: vii). En el campo de lo que se conoce como estudios poscoloniales, temas sobre la transición histórica de los países no occidentales, la crítica a la visión del modelo de estado- nación europeo como único, el papel de los subalternos y las diferencias de los legados coloniales, conforman una agenda de discusión que combina las experiencias específicas de cada país con argumentos de la lingüística, la semiótica, el posestructuralismo y el deconstruccionismo franceses.. El ejercicio se interesa por los intersticios, es decir las posiciones que permiten evaluar críticamente las tradiciones anticoloniales y al mismo tiempo, reconocerse como parte del pensamiento occidental, sin defender posiciones patrióticas, lecturas esencialistas o en general particularidades que articulen las diferencias a partir de un pasado ancestral o la unicidad de procesos y teorías basadas en las fronteras territoriales (Kaiwar 2003; Pakrash 1994: 1487; Chakravarty 2000: 25-27).. Bajo este marco, la protesta contra la violencia en las representaciones de los discursos coloniales y las posibilidades de articular una resistencia se amplían para. 22.

(23) cuestionar el poder no sólo en las manifestaciones coloniales y neocoloniales, sino también en los vínculos presentes y las nuevas relaciones discursivas y materiales que las establecen. (Payne 2003: 249) Las agendas de discusión consideran temas como nuevos análisis al imperialismo, el llamado político a los intelectuales poscoloniales a manera de ejercicio de conciencia crítica, la pregunta por las migraciones, las identidades de las comunidades inmigrantes, las transformaciones más allá de las fronteras de los países, las preguntas por el género, entre muchos otros. (Chakravarty 2000: 24). Como ejercicio de producción de conocimiento en el mundo contemporáneo, las variaciones y cambios dentro de los estudios subalternos son una combinación interesante y ampliamente discutida. Por una parte, porque aún mantienen fronteras difusas con lo poscolonial, y la combinación de enfoques y disciplinas continúa siendo un reto. Por otra, por los múltiples comentarios que se han generado en términos de la expansión a las universidades del primer mundo y las teorías marxistas.. Las fronteras entre estudios subalternos y poscoloniales son bastante borrosas, un primer acercamiento los remite a la ampliación del campesinado a otros marginales y subalternos y a otros contextos diferentes al hindú, sin embargo el punto de quiebre comúnmente adoptado es la diferencia en los marcos de interpretación del marxismo al posestructuralismo, deconstruccionismo. (Jani 2003: 280). 23.

(24) Sin embargo, el término poscolonial es bastante problemático pues a partir de sus múltiples usos y abusos se han dado diferentes lecturas que aluden a criterios algunas veces geopolíticos, otras históricos o descriptivos poco diferenciados. Entre ellos algunas lo utilizan para describir las teorías que responden a la situación posterior a la descolonización de Asia y Africa, a manera de descripción de las condiciones de las ex colonias y como término que sustituye a la categoría tercer mundo; otras se refieren a la descripción de la situación global después del periodo del colonialismo con la proliferación de conflictos interestatales y guerras periféricas como categoría descriptiva de la transición de la era de los imperios a la pos independencia; de igual manera, el término se utiliza para señalar una serie de nuevas relaciones y disposiciones de poder que emergen o se perpetúa en las nuevas condiciones y que a su vez poseen un discurso que es informado por las orientaciones físicas y epistemológicas producto de esas condiciones. (Dirlik 1994: 332; Hall 1995: 244246; Payne 2002: 249; Gandhi 1998: 9). Es en esta última definición que es posible ubicar las discusiones sobre las dimensiones materiales y políticas de lo cultural en el marco del capitalismo tardío, pues estas se originan en los miembros del grupo que difieren de la propuesta inicial. La primera discusión que parte de las diferencias con Gramsci, es que al emplazar al campesinado como revolucionario en lugar de la clase trabajadora, se desplazan sus vínculos con las fuerzas objetivas de posición de clase. Es decir, que se omiten los dos límites que Gramsci incluye a la actividad de lo subalterno, su determinación por. 24.

(25) la actividad de la clase regente y sobretodo su potencial para obliterar la subalternidad, al querer envestir su posición con autonomía se olvidan de los vínculos de clase y las tensiones que generan los movimientos y las rupturas. (Sarkar 2000: 309). A este respecto, Guha señala que no se trata de una lectura del campesinado como una esfera externa y desarticulada, sino de los quiebres que estos enuncian y que permiten aproximarse a las carencias en los modelos de la transición del capitalismo para alcanzar la democracia y el proceso del capital que no reproduce en todos los lugares las mismas historias del poder. Es posible encontrar capitalismo pero sin sus jerarquías, un capitalismo dominante pero sin la hegemonía cultural capitalista, una dominación sin hegemonía. (Guha 1998: 97-98). Miembros del grupo incluso señalan que la caracterización de la historia Bengalí e hindú como estado céntrica y la dificultad para referirse a los periodos de tranquilidad y cooperación son reduccionistas (Sarkar 1994: 20). De igual manera, el énfasis en el campesinado perpetúa la visión del carácter fragmentario y de entidades discretas no relacionadas con las élites, esto genera una sobre valoración del mismo y una dificultad para reconocer el carácter de las relaciones capitalistas dentro de lo subalterno (Brass 2000: 129; Sarkar 2000b: 304). Más aún el mismo Gramsci señala que el valor de recalcar los levantamientos subalternos es precisamente su escasez. (Gramsci en Jani, 2003: 276). Sin embargo, los temas más discutidos son aquellos. 25.

(26) que se remiten a los vínculos entre saber y poder, entre ellos se destaca los problemas de la representación y de la homogeneización.. 2.4.1Dificultades de lo subalterno como categoría analítica. En cuanto a la homogeneización se señalan dos ámbitos, por una parte las dificultades para asumir que tanto las élites como los subalternos se comportan como bloques sin diferencias dentro de sí mismos, que pueden ser representados o “descubiertos” por los saberes; y por otra lo que tiene que ver con la lectura desde el marxismo como narrativa europocentrista y universalizante.. Los críticos señalan como la subalternidad es definida necesariamente con relación a la diferencia con la élite, y como es una entidad no específica cuya identidad varía en términos de los momentos históricos, cuyo carácter es relacional y temporal, no esencialista. Una “Identidad en lo diferenciado” donde se privilegia la lectura de las especificidades de lo subalterno en su naturaleza específica y en el grado que se desvían del modelo ideal contextualizado en el tiempo. (Spivak 1999: 271-72; Jani 2003: 28). De igual manera, también denuncian como al asumir que todos los subalternos pertenecen a la misma clase, se retoma una unidad estructural en los sistemas de dominación que son atribuidos a los procesos universales del capitalismo que no deja salida a las resistencias (Sivaramakrishnan 1995: 403).. 26.

(27) Más aún las tensiones entre representación y representatividad dentro del ámbito pedagógico y académico esencializan lo subalterno al presentarlo sólo como opuesto al poder, olvidando que este también lo constituye. Spivak plantea las dificultades de la relación entre el investigador y el sujeto de la historia, especialmente las imposibilidades para “darle voz” a los subalternos. El problema más grave no sólo es que se generan esencialismos y visiones románticas de los subalternos como sujetos ideales cuyas voces solo deben descubiertas para ser oídas, sino que estas representaciones no reconocen la violencia del acto de representar y la imposibilidad de relatar las subjetividades de otros bajo un paradigma que corresponde con la visión del mundo occidental. (Spivak 1999: 285; Lal, 2001: 139)). Sarkar (2000) crítica que al plantear la pregunta por la representación, la posibilidad de transformación y acción se reduce. Al señalar el problema de la imposibilidad de representación, los subalternos se ven como desintegrados y así mismo como imposibles de transformar.. Sin embargo, Spivak reconoce que si bien la idea de una conciencia subalterna pura y accesible es una ficción teórica, esta es necesaria para posibilitar la crítica a los modelos dominantes del colonialismo y el nacionalismo burgués, es necesario confrontar estas condiciones de imposibilidad, que no permiten una comprensión de una verdad como tal de la vida subalterna, pero al revelar la futilidad de todas las representaciones, la posibilita. (Spivak 1999: 287; Jani 2003: 273; Moore 1998:80). 27.

(28) Las prácticas de los estudios subalternos si bien repiten el modelo humanista- burgués de la agencia y así replican aspectos del régimen de saber que subyace al colonialismo, pero también son una ruptura dentro del discurso colonial (Spivak 1999: 286), es en esta paradoja que se denuncia al marxismo como cómplice de las visiones europocentristas y los discursos elitistas, como una lectura totalizante que no permite leer en su carácter fragmentario, cada pedazo de la historia de los subalternos en términos de “cómo irrumpe en la cadena de significantes del discurso imperialista” (Pakrash 2000b: 230). Con este cambio la pregunta por lo subalterno se desliga de su pregunta por la agencia en el ámbito de la subalternidad para revisar los procesos de como se produce, reproduce, controla y transforma esta agencia en pequeñas dimensiones como los proyectos de elite y grandes dimensiones como el estado (Sivaramakrishnan 1995: 419). El énfasis se traslada hacia la crítica a la historia como disciplina, un interés por realizar una arqueología colonial del conocimiento donde lo colonial se explica a partir de una apertura de los discursos (Pakrash 1994: 1486-1488).. Para explorar las relaciones entre texto y poder se recurre a Foucault y Derrida en una aproximación a las epistemologías para cuestionar las ideas recibidas sobre representación, objetividad y las materias pertinentes a la historia como discurso occidental. Si bien Guha trae a colación la relación con la manera como se escriben y. 28.

(29) archivan estas historias, es en la tensión entre recobrar al subalterno como sujeto, independiente de los discursos de las élites y el análisis de la subalternidad como un efecto de los sistemas discursivos que se utiliza a Foucault para leer el colonialismo como texto y sus efectos de poder que recorren la totalidad del cuerpo social. De igual manera se recurre a sus propuestas sobre la subjetividad para explorar las diferencias entre subalternos y el carácter relacional con las élite; y las estrategias de negociación dentro de los efectos de poder para revisar como desde los recursos de los subalternos se marcan los límites del discurso dominante y al mismo tiempo se pueden analizar las disciplinas de la representación (Pakrash 1994: 1490).. En esta misma línea se utilizan los argumentos de Derrida y las herramientas del deconstruccionismo para aproximarse a los discursos. A partir de la pregunta por la “differance”o el diferendo se busca revisar en una lectura en reversa como los discursos construyen la mitología del blanco y deshacer lo implacable de sus propias oposiciones (Spivak 1999: 333). Esta crítica a los discursos occidentales se amplía revisando como se articulan estos discursos de formas distintas desde países no occidentales (Lal 2001: 143).. Las propuestas más recientes incluyen influencias desde el postmodernismo y las teorías de género donde se exponen críticas hacia la posibilidad de crear una narrativa unificada de nación en la. investigación de las políticas de los subalternos. (Chakravarty 2000: 25), o se exploran campos que abandonan esta preocupación. 29.

(30) como las consecuencias culturales del neocolonialismo en la era contemporánea y la conflictiva y compleja relación entre el discurso poscolonial y el postmodernismo (Moore 1998:114).. 2.4.2 La pregunta por las disciplinas. Este elemento más que una ruptura muestra una continuidad, pues las preguntas por las prácticas en la producción de conocimiento y el papel de los intelectuales son fundamentales tanto en la reescritura y la crítica historiográfica como en la revisión de los saberes y las estructuras que estos renuevan y configuran.. Al encontrar dificultades para representar lo subalterno desde los espacios disciplinares institucionalizados por la cultura hegemónica, la configuración en los espacios “trans” de las ciencias sociales y las humanidades se constituye como un reto (Pakrash 1994: 1475). Los trabajos de los estudios poscoloniales se interesan por ampliar estas discusiones en el plano de las implicaciones políticas y filosóficas en las maneras como los discursos de las élites han inscrito lo subalterno en laberintos inaccesibles de conocimiento envestido con poder, por una relectura del papel de los intelectuales, la profesionalización e institucionalización de las disciplinas y la revisión del papel de estos procesos en los ejercicios de diferenciación, exclusión y negociación, que invitan a construir nuevas relaciones entre la academia y los seres humanos que se toman como objeto de estudio.(Castro 1998: 9; Rodríguez 2001). 30.

(31) Ya sea para el estudio de la cultura política, la cultura de las relaciones de poder construida por la interacción entre colonizador y colonizado o la lectura de las construcciones narrativas de la identidad entre grupos subordinados en la sociedad rural para explorar las estructuras culturales que median y dan forma la resistencia y la protesta subalterna (Guha 1987 XX en Sivaramakrishnan 1995: 400; Sivaramakrishnan 1995: 398), el diálogo entre historia, antropología, estudios culturales, literarios, y lingüística se extiende hacia la apertura de las fronteras disciplinares. Esto para dar cuenta de la necesidad de atravesar la pregunta por lo subalterno que caracteriza las narrativas del tercer mundo con la necesidad de un transnacionalismo en la escritura, de una reconocimiento de lo occidental y una interpenetración entre este y lo oriental. (Pakrash 2000). 2.5 Críticas. Un primer conjunto de críticas especialmente orientadas a la propuesta inicial del grupo denuncia que los historiadores y miembros de la escuela de Estudios Subalternos enmarcan a India como el lugar de producción de datos y a Europa como el lugar que produce teoría (Lal 2001: 147). Esto con relación al debate sobre la validez del mito dentro del conocimiento histórico como parte de la categorización moderna que establece a la historia como lo factual y por ende verdadero y no deja espacios para validar otras voces como conocimiento legítimo (Heehs en Lal 2001:. 31.

(32) 146). En estos términos, “La Historia” invisibiliza su propia historia, ocultando el hecho de que en algún momento estuvo moderada por el mito y que el mito permanece en grandes cantidades de población, especialmente en las partes del mundo en desarrollo, donde se constituye como una de las múltiples posibilidades de referirse y acceder al pasado y donde se imagina un futuro que no sólo se remite a la presencia de Occidente. (Lal 2001: 148). El paso de la propuesta inicial con un componente marxista más amplio a los diferentes marcos posmodernos y poscoloniales ha recibido varias críticas, incluso por miembros fundadores del grupo, como Guha y Sarkar. Aunque algunos argumentan que el recurso de la arqueología de los saberes y las estrategias de negociación de poder si bien crítica al marxismo por su afinidad con el discurso europocentrista, no lo rechaza del todo pues comparten la afinidad con la crítica imperialista y los sujetos (Spivak1999: 337; Chakravarty 2000: 10), en la transición hacia otras propuestas teóricas que de igual manera provienen del contexto europeo, también es posible reclamar que estas imponen sus propios marcos de homogeneización (Sarkar1994: viii, 17). Más aún en el simple hecho de trasladar el énfasis hacia la “gran voz de la teoría” que opaca la pregunta fundamental por las “pequeñas voces dentro de la historia” (Guha 2000:2; Kakotovic 2000: 294).. También se considera que este desplazamiento se caracteriza por una abstracción de los contextos materiales, que si bien parte de la crítica no es capaz de dar cuenta de su. 32.

(33) propio momento histórico y no menciona la estructuración del mundo capitalista como constitutiva de sus procesos. En esta línea, sus aproximaciones al pasado y al presente tiene origen en la nueva situación mundial de capitalismo global, producción flexible, capitalismo tardío que han modificado las relaciones binarias de colonizador- colonizado, primer- tercer mundo, occidente – y el resto, etc. Sin embargo, los poscolonialistas han guardado silencioso en cuanto a esta relación y en esa medida se califican cómplices de la hegemonía, de la reconfiguración de nuevas formas de dominación. Su condición se refiere menos al concepto o al carácter crítico de sus temas, que al incremento en la visibilidad de los de los intelectuales del tercer mundo como “Pacesetters” de la crítica cultural en la academia norteamericana (Sarkar 1994:vii; Dirlik 1994:331-335).. Sin embargo, la respuesta a estas críticas señala que lo que interesa precisamente es una posición que permita ubicar la lectura de la subalternidad como el impacto del capitalismo global en los diferentes contextos y al mismo tiempo dar cuenta de la diferencia. Es decir, que si bien se reconocen las maneras como la globalización del capitalismo moderno no sólo construye similitudes en los campesinados de los diferentes países en cuanto a la perdida de tierras, cultura y modos de vida, también se considera como las fuerzas socioeconómicas se expresan de diferentes formas en diferentes contextos y se traslada el énfasis al carácter fragmentado y la diferencia como inherente a estas experiencias (Pakrash 1994: 1482; Jani 2003: 285). 33.

(34) Mas aún el énfasis en la crítica cultural se justifica entonces, no sólo como la renovación de la pregunta por la representación, sino también como estrategia política para combatir en eje conocimiento – poder en las limitaciones del capitalismo como sistema –mundo. (Castro, Guardiola, Millán 1999: 19). De igual manera las aproximaciones a las relaciones de colonialidad en el marco de la pregunta por las violencias del discurso son un ejercicio psicológico que desentraña memorias violentas y dolorosas y al mismo tiempo permite que estas sean sanadas, señalando la necesidad de acercarse de otras maneras a la experiencia colonial (Gandhi 1998: 10).. 34.

(35) 3. Estudios Subalternos en América Latina. 3.1 Biografía. Los Estudios subalternos en América Latina se institucionalizan con el manifiesto inaugural que lleva este nombre publicado en 1995. Este manifiesto es producto de una serie de reuniones y congresos de diferentes intelectuales con sede en Estados Unidos. La primera reunión se llevó a cabo en 1992 en la Universidad de George Mason, la segunda en 1994 en la Universidad de Ohio State, la tercera en San Juan de Puerto Rico en 1996, la cuarta en el College de William and Mary en 1997 y la quinta en La Universidad de Duke en 1998 (Mignolo 2000:1; Beverly 1999: 10).. En esta declaración, se destaca el interés por retomar las propuestas del Grupo de Estudios Subalternos asiáticos, especialmente las de Ranajit Guha, y al mismo tiempo se presentan las críticas desde la pregunta por los subalternos a los modelos y paradigmas predominantes para el estudio de América Latina, como el marxismo, la teoría de la dependencia y la teoría de la modernización. El proyecto inicial invita a objetivos cercanos a los asiáticos en cuanto rescatar la agencia o iniciativa de los sectores subalternos, reconceptualizar la nación y lo nacional, y visualizar de forma no esencialista la categoría de clase (Castro 1998). Su aproximación defiende un “trabajo arqueológico en los intersticios de las formas de dominación” para mostrar cómo los paradigmas del conocimiento social, incluido el marxismo, han quedado. 35.

(36) atrapados en perspectivas elitistas y destacar la necesidad de dar voz a los subalternos como sujetos sociopolíticos (Bustos 2002, Castro: 1998; Beverly 1999: 10; Mignolo 2000: 4).. Si bien el manifiesto se aproxima a la perspectiva inicial de los Estudios Subalternos, la constitución de las propuestas surge posterior al debate sobre la pregunta por el vínculo entre los saberes y las relaciones de poder, y las limitaciones de lo subalterno como categoría analítica, por lo cual sus temas muestran una combinación de estas dos propuestas. Inicialmente se discute la relación con el grupo de estudios asiáticos, en trabajos que van desde la pregunta por las aplicaciones de la categoría Gramsciana en el contexto mejicano y peruano, hasta la discusión filosófica sobre el concepto de lo político más allá de la hegemonía y la post hegemonía, los desarrollos del concepto colonialidad, modernidades periféricas y descolonización y la pregunta por la izquierda posmoderna (Mignolo 2000: 4; Holas 2002: 335). Por una parte, se cuenta con las historias de los habitantes nativos y el colonialismo, por otra se extiende la pregunta sobre los Estados – nación hacia los problemas de democratización, gobernabilidad y constitución de ciudadanía (Rodríguez, 2001).. Posteriormente, el eje que articula estas propuestas es el llamado a un papel activo y crítico de los intelectuales latinoamericanos tanto aquellos que habitan en los países como aquellos que forman parte de las dinámicas actuales de migración y diáspora. El interés es retomar una posición desde lo latinoamericano en los intersticios que “no. 36.

(37) privilegia el origen subalterno como esencia o espacio referencial, sino como un no situarse ni aquí ni allá después de haber habitado ambos espacios como intelectuales, una condición vuelta estrategia que posibilita la interlocución entre múltiples mundos y disciplinas (De la Campa: 2001: 36; Mignolo 2000:2).. Acudiendo a la solidaridad entre los espacios del sur de América, del sur de los Estados Unidos y del sur como metáfora de los Latinos-Hispanos, latinoamericanos y habitante nativos de este país, en 1998 aparece Neplanta: Views from the South, como espacio de publicación del Grupo de Estudios Subalternos Latinoamericanos con el soporte de Duke University Press. Esta publicación continúa con los estudios sobre las genealogías de los saberes y los puntos de encuentro entre las posiciones de las diferentes subalternidades, como genealogías cruzadas.. 3.2 Diferencias y similitudes con el grupo asiático. El traslado de los debates y conceptos dentro de contexto y realidades distintas de antemano los modifica y transforma, en este ejercicio es importante considerar los momentos de adopción y emergencia de las teorías; las diferencias en los tipos y referencias a la colonización y descolonización para India, Asia e incluso dentro de estos procesos en América Latina y las propuestas que esto genera en cuanto a procesos similares como la formación de estados-nacionales; las prácticas en la. 37.

(38) manera como se producen los conocimientos y se mezclan las tradiciones de las escuelas de pensamiento.. 3.2.1 Momentos de Adopción y emergencia de las teorías. De manera similar, las propuestas tanto en Asia como en América Latina obedecen al desencanto con los modelos de organización política de izquierda. Sin embargo, mientras que en India estos procesos se sitúan en la década de los sesentas y setentas (Guha 1997: XVII; Jani 2003:273) para América Latina son posteriores a los 80’s y 90’s con la crisis del proyecto de izquierda ante la caída del muro de Berlín, el fracaso de los movimientos guerrilleros, la crisis del modelo socialista, la caída del sandinismo, entre otros.. Más aún, la pregunta por lo latinoamericano se desplaza entonces del compromiso social y político centrado en el subdesarrollo, la pobreza y la militancia de los 60’s a la arena del eje saber- poder- sujeto y la reflexión posmarxista en los 90’s. Más que un proyecto que buscara analizar el desencanto político creciente ante el abandono de las políticas nacionalistas y de izquierda, o los vínculos de colonialidad posteriores a una colonización reciente, la emergencia del grupo responde a la necesidad de renovar los marcos de interpretación que se hizo más sentida ante el rol creciente de los medios masivos, la internacionalización de la economía, las crisis y la incursión de las políticas neoliberales, los efectos de la represión militar, el crecimiento de la. 38.

(39) población marginal en los centros, el aumento de las migraciones y el papel de los organismos transnacionales. (Beverly, Oviedo 1995:2; Richard 1994:212). Si bien la presencia de la propuesta de Ranajit Guha en el manifiesto y las discusiones de los estudios Subalternos en América Latina es bastante amplia y de esta se retoma la pregunta por los subalternos, el interés por revisar la escritura del pasado, las relaciones de colonialidad y la pregunta por la formación de identidades en los procesos de configuración de los Estados Nacionales (Beverly 1999:3), el punto de partida del análisis desde lo subalterno para América Latina centra su interés en la relación de estos procesos con la producción de conocimiento no específicamente histórico (Castro 1998). Dada la emergencia del grupo en los años noventa, este se beneficia de la incursión de los marcos posestructuralistas, deconstruccionistas, y las discusiones sobre lo poscolonial. En esta medida centra sus preocupaciones en el problema de la representación con énfasis en el papel de los intelectuales y sus limitaciones para “hablar por” o representar los intereses políticos de otros, especialmente aquellos que no han tenido voz. El énfasis se presenta en la tensión entre la imposibilidad de hablar por los subalternos, la crítica al conocimiento académico y el llamado a recuperar las historias subalternas. (Beverly 1999: 31). Los estudios subalternos en América Latina se interesan por revisar la imposibilidad de los subalternos para hablar en términos de las carencias de autoridad y significado que se evidencian cuando no se alteran las relaciones de poder que los constituyen. 39.

(40) como subalternos. Hacen énfasis en la heterogeneidad radical, la necesidad de deshacer la autoridad de la academia y registrar las limitaciones de las estructuras e instituciones de conocimiento, para así resaltar la necesidad de un cambio social hacia un orden más democrático y menos jerárquico. (Beverly 1998: 306-307). Más aún se interesan por la formación de los medios masivos y lo popular en las actividades de consumo. Por revisar si la cultura del humanismo científico representada en el arte moderno y la universidad que esta directamente relacionada con producir la subalternidad y mantener las cosas como están, hace más por los subalternos como sujetos sociales que la proliferación de la cultura de masas y sus efectos. (Beverly 1999: 308). Los subalternos son entendidos no sólo como los campesinos o los grupos marginales, sino como todo menos la clase formal de los trabajadores o la pretendida unidad de lo nacional popular. Como una relación que se construye en un proceso de desplazamiento continuo, delimitado por las posibilidades de colaboración entre la tradición intelectual y los mismos. Más allá de las posibilidades de representación, reconocimiento y respeto del otro como un interlocutor válido en su diferencia. (Beverly 1999: 309). 40.

(41) 3.2.2 Referencias a la colonización y procesos de construcción de Estado-Nación. Si bien los estudios subalternos en Asia se preocupan por lo subalternos en cuanto a la agencia y los movimientos sociales, y así mismo adoptan un conjunto de métodos que se preocupa por desentrañar estas presencias en la manera como se ha escrito la relación entre colonizadores y colonizados trasladando posteriormente esta relación hacia la crítica de los discursos occidentales, la pregunta en América Latina, en un primer momento, se orienta. ha evidenciar la colonialidad más como un rasgo. constitutivo de la modernidad.. En el contexto latinoamericano se retoma la pregunta por la necesidad de rescribir lo subalterno, pero en términos de la discusión con la modernidad puesto que no es posible definirse como orientales y es necesario reconocer su carácter occidental, o su razón posoccidental. Sin embargo, como países del tercer mundo, se interesan por desentrañar las relaciones hegemónicas y por revisar la colonización no sólo como un proyecto que parte del siglo XVIII como lo presenta Guha, sino como un componente constitutivo de la emergencia del circuito del Atlántico y la consolidación del capitalismo desde el siglo XIV. Más aún enfatizan la necesidad de considerar las diferencias dentro del bloque de las historias coloniales de la América Española, especialmente en México y Perú, compartiendo la denuncia las élites criollas y su colonialismo interno. (Mignolo 2001: 434).. 41.

(42) Sin embargo, los desarrollos posteriores retoman el interés en utilizar lo subalterno como un intersticio para pensar los vínculos entre Estado – Nación y pueblo en el contexto globalizado más allá del concepto de clase y no se interesan por la discusión sobre el secularismo en la formación y configuración de los estados que tiene gran peso en los subalternos asiáticos. (Vanaik 1997: 145; Mallone 1994; Rodríguez 1994; Castro 1994). Un trabajo pionero desde la historia social, es el de Florence Mallone, Peasant and Nation. The Making of Postcolonial México and Peru (1995), este analiza cuatro procesos de resistencia regional y campesina ocurridos en el s. XIX, en el contexto de invasiones extranjeras. Los dos principales casos estudiados corresponden a la sierra norte de Puebla (1853-1876), en México, a propósito de la invasión francesa; y a Junín, en la sierra central del Perú, durante la invasión chilena en la llamada Guerra del Pacífico (1879-84). También se analizan los casos de Morelos (México) y Cajamarca (Perú). El objetivo fundamental es incluir en la narración sobre la conformación de los Estados nación la presencia de formas de agencia subalterna que fueron previamente omitidas de las historias oficiales. Para esto se utilizan conceptos como hegemonía y relaciones de poder, se retoma la pregunta por la agencia o iniciativa campesina resaltando sus negociaciones y su acción como una combinación entre dominación y resistencia, y al mismo tiempo se destacan los alcances y las implicaciones de las experiencias concretas analizadas para reconsiderar los procesos más generales de constitución nacional en Latinoamérica y del papel que cumplieron. 42.

(43) los nacionalismos populares. De igual manera, el libro también discute la relación entre historiografía y nacionalismo (Mallone 1995, Bustos 2002).. Este libro si bien se lee como un proyecto de estudios subalternos por la utilización de la perspectiva subalternista, al mismo tiempo condensa las críticas que esta historiadora realiza al manifiesto del grupo y sus propuestas. Entre ellas se destaca los riesgos de tomar categorías prestadas aunque no sea de Europa o Estados Unidos, los horizontes confusos de las discusiones por el preciosismo en la apropiación de términos (Mallone 1994:1501); la adopción a medias del manifiesto fundacional y las contradicciones entre técnicas y política a través del análisis textual que pierde rigurosidad en sus aproximaciones históricas y la crítica de fuentes; y la ambigüedad de conceptos como hegemonía e identidad (Mallone 1994:1506).. Las respuestas del grupo señalan que la aproximación de “Biografía de la nación” que utiliza Mallone parte de un proyecto representacional de nación y no logra alcanzar la voz de los subalternos, pues presenta el modelo de nación como inevitable y al mismo tiempo poco cuestiona la autoridad de la historia y de ella misma como narradora omnisciente. En esa medida “nada cambia en el pasado porque el pasado se ha ido, pero tampoco nada cambia en el presente, en el sentido que la historia como tal no modifica las relaciones de dominación y subordinación existentes” (Bustos 2002; Beverly 1999: 26,36).. 43.

(44) La pregunta por la nación se traslada de los proyectos coloniales a la pregunta compartida con Guha, sobre las narrativas del fracaso histórico de la izquierda y la derrota movimientos de liberación nacional. para representar los intereses y. necesidades de los subalternos. Sin embargo, se presentan diferencias en el estudio de la contradicción y la tensión que busca reflexionar no sólo sobre los intercambios coloniales, sino también sobre los dispositivos epistemológicos de la cultura latinoamericana que giran en torno a la transculturación, la hibridez y la heterogeneidad (Beverly 1999: 12).. Las críticas al nacionalismo y al modelo de nación se articulan para revisar los movimientos de liberación nacional y sus retóricas, especialmente en lo que tiene que ver con “el pueblo”, una categoría que se asume con intereses armónicos, homogéneos, comunitarios y bajo un destino común. La idea de los estados nación de izquierda convocan a la gente, al “pueblo” como unificado, pero se olvida sus diferencias de género, clase o posición en la cadena de producción que no se comparten colectivamente. Más aún esto es realizado por la clase dominante que está emergiendo. La pregunta es entonces qué pasa cuando esta hegemonía del nacionalismo como proyecto de izquierda se desvanece, como en el caso de la revolución Sandinista (Beverly 1999: 308).. La propuesta es construir una nueva forma de hegemonía que articule las posiciones subalternas, sin que se asuman como un bloque, es decir en la lectura de la diferencia. 44.

(45) y la identidad como un punto de captura, una relación que no busca transformarse o modificarse en un bloque unitario, sino negociar y convivir en la diferencia. Esta combinación es una pregunta por lo nacional y el estado, como formas de hegemonía territorial en la globalización (Beverly 1999: 318).. 3.2.3. Prácticas de producción de conocimiento. Al referirse a las fronteras entre lo poscolonial y lo subalterno, una de las críticas más agudas es aquella que se refiere a los límites de estos debates en cuanto a las barreras del idioma, pues los textos se encuentran en su mayoría en inglés, y la localización de los miembros de los grupos y los centros de publicación y producción en las universidades del primer mundo (Sarkar 1994:vii; Dirlik 1994:331-335; Bustos 2002).. En este aspecto se encuentra una de las diferencias más radicales, pues mientras que los miembros y colaboradores del grupo asiático son en su mayoría historiadores y los trabajos iniciales parten de las escuelas hindú, la variante latinoamericana inicialmente estaba compuesta por críticos literarios ubicados en su mayoría en universidades en Estados Unidos.. Por ejemplo, en “The Latin American Subaltern Studies Review” (2001) de 21 autores contribuyentes, 16 pertenecen a estudios literarios o culturales, dos son. 45.

(46) sociólogos, dos historiadores y un politólogo (HAHR November: 728). En Mapping the Subaltern Studies (2000) la mayoría de los textos son escritos por historiadores o miembros de la academia Hindú, comentaristas británicos o intelectuales en estas escuelas y son muy pocos Estadounidenses o profesores de universidades en estos países (Dayal 2002: 295; Chaturvedi 2000: xiv).. La respuesta a la pregunta de por qué los estudios subalternos encuentran una mayor audiencia inicialmente en el campo de la crítica literaria, se remite a los retos que planteó La Ciudad Letrada (1982), del crítico literario uruguayo Angel Rama, en donde se evidencia la relación de poder que las escuelas literarias configuran con la tradición letrada colonial. Bustos (2002) señala que la revisión del proyecto de la empresa literaria, como creación, crítica o forma pedagógica, desembocó en una abierta crisis en el contexto del ocaso de los proyectos de liberación nacional que se escenificaron en Centroamérica en los años ochenta. A la luz de dicha crisis y utilizando un instrumental proveniente del pos-estructuralismo y de la semiótica, los críticos culturales radicales habrían desbordado los marcos de comprensión más formales de la literatura y empezaron a interesarse por una consideración más general del rol de las instituciones culturales en la creación de relaciones de poder, clase y diferenciación étnica (Bustos 2002).. De igual manera, en el contexto latinoamericano más que las pertenencias o el lugar donde se ubican las teorías o los intelectuales, el interés está centrado en el dialogo, el. 46.

(47) ejercicio de negociación entre los múltiples pasados y presentes, el norte y el sur para intercambiar herramientas teóricas y conceptuales y contrastar las experiencias en el marco del capitalismo global (Rodríguez 2001: 9; Mignolo 2000: 4).. En estos términos la manera de dirigirse al capitalismo también se modifica. No es posible partir de una lectura homogénea de los centros y las periferias con relaciones unívocas de dominación, pues estos supuestos bloques también están permeados a nivel simbólico y discursivo por diferencias de sexo, género, raza y clases (Achugar 1994: 235). De igual manera, no se trata de estudiar los efectos del capitalismo como ejercicio particular del centro hacia la periferia, sino de dar cuenta de las maneras como el capital ha subsumido por completo a la sociedad en una maquina global anónima que ya no sólo enfrenta proyectos colonizadores y colonizados, sino también modifica la formación de las identidades en términos de la manera como se relacionan lo específico y lo genérico (Castro, Guardiola, Millán 1999: 14; Rodríguez 1998: 231). El énfasis en la crítica cultural se justifica entonces, no sólo como la renovación de la pregunta por la representación, sino también como estrategia política para combatir en eje conocimiento – poder las limitaciones del capitalismo como sistema –mundo (Castro, Guardiola, Millán 1999: 16). Para revisar las formas tecnológicas y culturales que el capitalismo ha producido y que van más allá de su ética de trabajo, como el consumismo. (Beverly 1999: 307). 47.

(48) Al mismo tiempo, este enfoque da cuenta de un cambio en la posición del sujeto de enunciación del sujeto colonial que altera su participación en la esfera pública, pues con el énfasis de la revolución tecnológica, la centralidad que adquieren la vida cotidiana y lo popular en la nueva articulación entre capital y trabajo, se hace necesario asumir el reto del papel creciente de la cultura de masas, liberándole del carácter de falsa conciencia alimentado por la teoría crítica y la teoría de la dependencia aprovechando la apertura de los espacios discursivos en la que se intenta construir o buscar una identidad nueva, heterogénea, plural, más democrática en la encrucijada de las fallas de los modelos socialista y capitalista para los países latinoamericanos (Achugar 1994: 253; Beverly, Oviedo 1995:15).. Si bien el grupo asiático centra su interés en la articulación efectiva de una resistencia incluso a través de los discursos, para los latinoamericanos el punto de partida es la organizar una nueva forma de hegemonía que usando las herramientas y críticas poscoloniales genere un espacio constitutivo de la gente, con las funciones que permitan combatir las desigualdades del capitalismo transnacional. John Beverly (1999) retoma la pregunta por el estado nación como figura obsoleta y se interesa por pensar la resistencia a través del estado como una forma de hegemonía territorial que debe ser renovada en el vértigo de la globalización y en un nivel supranacional, centrada en los nuevos movimientos sociales (Beverly 1999: 318).. 48.

(49) 3.2.4. Tradición del pensamiento latinoamericano. A diferencia de la lectura desde la India y la exploración del neomarxismo, la emergencia de lo subalterno en el contexto del pensamiento latinoamericano sigue la línea del pensamiento poscolonial y pasa por la definición una serie de discusiones que se articulan en torno a las puertas que abre el debate sobre la posmodernidad. Estas los ubican en el vértice de los estudios culturales y las discusiones que se enmarcan en la crítica a las formas tradicionales de ejercer y configurar conocimiento desde los aportes de Wallerstein hasta las preguntas por la colonialidad del saber y las geopolíticas del conocimiento. Es en la conjunción de la tradición del pensamiento latinoamericano y las categorías del grupo asiático que surgen discusiones específicas y exclusivas como la pregunta por la modernidad, los procesos de producción de conocimiento desde y sobre América Latina, y el papel de los intelectuales como migrantes y críticos.. 3.2.4.1 La pregunta por la modernidad. La pregunta por la modernidad en América Latina desde la posmodernidad fertiliza el terreno para resaltar la necesidad de revisar las particularidades de contextos divergentes y centralizar la variable cultural en la explicación de los distintos procesos. Como primera mediada, pone de manifiesto la necesidad de articular la discusión del tema sobre la integración social y la democratización característico de. 49.

(50) las academias latinoamericanas, con la nueva propuesta sobre la cultura y la agencia que la posmodernidad introduce (Beverly, Oviedo 1995:11). Esto hace que la pregunta por la pre, la pos o la modernidad pase por el cuestionamiento posdictaduras y proyectos nacionales, de los procesos de democratización y los modelos de democracia y al mismo tiempo cuestione las maneras de periodizar. Bajo la discusión sobre el tipo de modernidad se incluye la lectura imperialista de dominación hegemónica, la progresista - desarrollista que la asume como incompleta y los puntos medios planteados por las teorías de la cultura que se preocupan por explicar los procesos híbridos y las negociaciones exitosas. (Lechner 1995: 16; Herlinghaus 1994:14-16). Estas discusiones proponen una nueva manera de aproximarse a la modernidad como “conjunto de experiencias de una nueva extensión cultural, señaladas por medio de las topologías de lo heterogéneo, de lo multicultural y lo multitemporal, de los cruces de lo político con lo cultural y, revelando la riqueza de una historización distinta, de las articulaciones entre lo masivo y lo popular”(Herlinghaus 1994: 14) que facilita el traslado de la pregunta por la modernización y la dependencia de los modelos Cepalinos, a la pregunta por la interacción entre esferas política, económica y cultural en el contexto moderno (Beverly, Oviedo 1995:7; Herlinghaus1994: 23). 50.

Referencias

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