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Clubes de fútbol y desarrollo urbano en el siglo XX de Buenos Aires. – Revista El Topo - Sociología Cultural y Urbana ISSN: 0719-3335

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Revista Eltopo. No.5. 2015 ISSN:0719-3335

(1) | Mariano Gruschetsky.

Licenciado en Sociología, Universidad de Buenos Aires. Magíster en Economía Ur-bana, Universidad Torcuato Di Tella. Can-didato a doctorado en Ciencias Sociales Universidad de Buenos Aires. Profesor Regular Adjunto Sociología del Deporte, Universidad Nacional de La Plata, Regular Adjunto, Metodología de la Investigación, Universidad Nacional de Lanús.

85

:(pp.84 - 109)

Resumen

El artículo muestra la estrecha relación que ha existido entre los clubes de fútbol, los poderes públicos y el desarrollo urbano de la ciudad de Buenos Aires durante el siglo XX. Se presentarán las principales ideas e hipótesis generadas por diversos trabajos de investigación desarrollados en los últimos cinco años, los cuales dan cuenta del rol central jugado por los clubes en la conformación y expansión de la ciudad, tanto en lo que respecta al plano territorial como en el que remite a la constitución de identidades.

Palabras Claves: Clubes , Fútbol, Estado, Desarrollo urbano, Buenos Aires.

Abstract

The article proposes to illuminate the close relationship that has existed between

football clubs, public officials, and urban development in the city of Buenos Aires in the

20th century. It presents the principal ideas and hypotheses generated by various

re-search projects conducted in the last five years. These investigations reveal the central

role played by clubs in the shaping and expansion of the city in a territorial sense as well as in the construction of identities.

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Quienes desde diversas disciplinas académicas hemos abordado el fútbol como objeto de estudio en la Argentina, nos hemos encontrado con la ocurren-cia de un fenómeno muy particular, quizás único en el planeta, que sucede en la ciudad de Buenos Aires, y también porque no en la zona más extensa que abarca su área metropolitana . La primera, con 18 estadios en sus 203,3 km² es la ciudad que posee mayor cantidad de ellos dentro de una misma jurisdic-ción. Si tomamos la segunda, es decir lo que hoy se considera como área me-tropolitana de Buenos Aires, que implica una continuidad de la mancha urbana (e incluye los 25 partidos de la Provincia de Buenos Aires cercanos), la cantidad de estadios asciende a 50.

Este artículo presenta una serie de ideas e hipótesis, sobre el proceso histórico

que conformó esta especial configuración urbana del campo futbolístico, ges -tada en la década del 1910 y consolidada en las de 1920 y 1930, producto de una particular relación establecida entre los clubes de fútbol metropolitanos, los poderes públicos y el desarrollo urbano del área.

Jugadores-socios, los primeros exploradores de los

suburbios porteños

La enorme mayoría de los clubes del fútbol profesional argentino, fueron pro-ducto de una verdadera ola de fundaciones de clubes, sucedida en la prime-ra década del siglo XX, que tuvieron como protagonistas a grupos de jóvenes

de sectores medios urbanos, quienes en su afán por participar en la liga ofi -cial creada y monopolizada por los clubes ingleses (La Argentine Association Football League de 1893 ), recrearon un verdadero ámbito de sociabilidad. Julio Frydenberg lo denominó como una particular subcultura juvenil (2011), caracterizada por ciertos valores y prácticas (Frydenberg, 1998), que en pocos años se pusieron en tensión con aquellas que habían desarrollado los “maes-tros” ingleses(Archetti, 2003)

.

INTRODUCCIÓN

3 2

(2) | Considero a esta área como aquella que incluye a la ciudad de Buenos Aires y los 25 municipios que la rodean. Como señala Vapñarsky dicha concentración hu-mana puede rastrarse en su proceso de ex-pansión desde 1870, con los desafíos teó-ricos metodológicos que ello supone para

su definición y delimitación. Ver Vapñarsky,

C. A. (2000). La aglomeración gran Buenos Aires : expansión espacial y crecimiento

demográfico entre 1869 y 1991. Argentina:

Eudeba.

(3) | Para el desarrollo de este apartado seguiré principalmente los originales y pio-neros trabajos de Julio Frydenberg.

(4) | La organización formal de la práctica del fútbol en la Argentina tiene su primer hito con la creación, en 1893, de la Argen-tine Association Football League (AAFL),

comúnmente llamada “liga oficial”, con

mayoría de equipos provenientes de escue-las inglesas. Tras la aparición de sucesivas entidades, escisiones y fusiones, y en el marco de un proceso de popularización del fútbol, el 3 de Noviembre de 1934 se es-tablece la actualmente vigente Asociación del Fútbol Argentino (AFA).

(4)

Si bien la mayoría de estos clubes, fueron fundados en los primeros años de la

década del 10 del siglo XX, su incorporación a las competiciones oficiales fue relativamente rápida, principalmente desde finales de la misma. Las aspiracio -nes de estos jóve-nes jugadores, se vieron condicionadas por ciertas

imposi-ciones de la liga oficial para su incorporación: fundar un club, poseer un sello que los identifique, y sobre todo poseer una cancha donde hacer las veces de

local. Lenta y precariamente los jóvenes fueron consiguiendo estos requisitos, agrupándose previamente en las llamadas Ligas Independientes, que con me-nos exigencias,para 1907 eran una docena y agrupaban cerca de 350 equipos (Frydenberg, 1999).

Frente a la escasez de recursos, en los primeros años las canchas se ubicaron o bien en la zona portuaria muy cerca al centro de la ciudad, en ese caso me-diante la ocupación de terrenos vacantes o la cesión momentánea de terrenos

públicos; o en su defecto en los márgenes de la zonas edificadas, que para ese

entonces no distaba demasiado del centro, en lo que podría denominarse como los límites de la “ciudad tradicional”.

En una dimensión material, el desafío fue conseguir un terreno para utilizarlo como cancha propia y participar así de las competiciones. Según Frydenberg solo un tercio de las instituciones lo poseían para principios de siglo (2011, p. 93). Si bien tener una cancha propia no era una exigencia de las ligas

inde-pendientes, el horizonte trazado por los requisitos de la liga oficial, que tomaba

la tradición inglesa de un equipo un estadio, fue asumido con suma importan-cia por los jóvenes fundadores de clubes. Compartir la cancha con otro club o utilizar los terrenos de un parque público era para ellos poco menos que una humillación.

Quizás haya aquí un primer indicio del origen de la configuración urbana del

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importan-cia y como es sabido, las posibilidades de supervivenimportan-cia de estos clubes es-tuvieron íntimamente ligadas a las contingencias de poseer un terreno propio para la década del 20. Aquellos que no lo consiguieron mayormente desapare-cieron o en su caso abandonaron la práctica el fútbol; por el contrario quienes

lo lograron, se incorporaron a la liga oficial y fueron parte del naciente espectá -culo deportivo en franco crecimiento, construyendo en el corto plazo grandes estadios y de manera anexa espacios que albergaron diferentes deportes, a la vez que numerosas actividades sociales y culturales.

Resulta interesante retomar la dimensión simbólica a la que hicimos mención al pasar para describir el proceso. Si tomamos aquí la noción de paisaje desa-rrollada por Graciela Silvestri(2003)podemos pensar la relación entre clubes de fútbol y desarrollo urbano tanto desde su materialidad física como desde el imaginario construido por sus protagonistas. Apareció en el horizonte de los

clubes y en el de sus miembros, la idea de afincarse en un espacio y a la vez ser

el representante del mismo. El barrio entonces devino no sólo en un espacio físico necesario donde se desarrolló la práctica del fútbol, sino que además se constituyó con mucha potencia en el plano de las representaciones visuales e identitarias.

La forma de disputa de los campeonatos de las ligas independientes obligó a los jóvenes futbolistas a recorrer la ciudad y sus márgenes casi semanalmente como pocos , de modo que fueron integrando en su mundo y percepciones a los distintos barrios y zonas de la ciudad, como a las localidades, aún peque-ñas, de lo que se iría constituyendo como el Gran Buenos Aires. Los jóvenes futbolistas, en este sentido, fueron quizás uno de los pocos sujetos que desde recién comenzado el siglo comenzaron a tener una percepción integrada de la ciudad, y en paralelo una percepción del espacio local como un componente central de su identidad.

A su vez en esta búsqueda del terreno propio fueron ocupando zonas despo-bladas o poco podespo-bladas caracterizadas por paisajes semi rurales. Las fotos correspondientes a las canchas del Club Atlético Almagro y del Club Atlético Atlanta, en la actualidad en una zona densamente urbanizada, apenas distante

(5) | Práctica solo compartida con otros sujetos, que por sus actividades, también participaron del proceso de expansión material de la ciudad, como ser cronistas, vendedores ambulantes, colectiveros o ma-quinistas de trenes.

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40 cuadras del centro de la ciudad, permiten ver para el año 1922 el tipo de paisaje al que hacemos referencia.

Imagen 1.

Fuente: Contreras, L. (2011). Buenos Aires fútbol: clubes, canchas y estadio en la

Ca-pital Federal desde 1867 hasta el presente. Buenos Aires: Olmo Ediciones.

Imagen 2.

Fuente: Contreras, L. (2011). Buenos Aires fútbol: clubes, canchas y estadio en la

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Debe señalarse que el terreno mayormente plano o apenas ondulado de la Ciudad Buenos Aires y alrededores, no ofrecía demasiados hitos que distingan sus diferentes zonas. Es allí donde las diferenciaciones barriales encontraron

en el fútbol un elemento clave de distinción y autoafirmación identitaria, aun se -parando espacios urbanos contiguos y similares tanto desde el punto de vista

geográfico como sociodemográfico.

Los clubes, con más fuerza desde la década del 10, se fueron apropiando en-tonces del espacio urbano, tanto material como simbólicamente y al hacerlo encontraron un modo de legitimarse en el espacio metropolitano en tanto se conviertieron en los “representantes” y portadores privilegiados de la identidad del barrio (Frydenberg, 2011). Cada barrio de Buenos Aires, desde ese momen-to fundante a la actualidad, tuvo en el club de fútbol, su apodo y sus colores,

uno de los elementos constitutivos de identificación de propios y ajenos. La

identidad nominal entre el barrio de la Boca y el Club Atlético Boca Juniors fue la excepción, pero en el plano de las representaciones funcionó igual, por lo

tanto es posible afirmar desde entonces hasta hoy que La Paternal es sinónimo

del Club Atlético Argentinos Juniors, Saavedra del Club Atlético Platense, Nuñez del Club Atlético River Plate o por caso Mataderos del Club Nueva Chicago.

Todo este proceso que en paralelo se dió entre expansión urbana y populariza-ción del fútbol, en el que los clubes fueron una pieza central, contó con un rol especial y muy particular de los poderes públicos municipales y el gobierno lo-cal. Al analizar las sesiones del Honorable Concejo Deliberante de la ciudad de Buenos Aires (el poder legislativo de la ciudad) podemos encontrar interesantes pistas sobre el rol fundante y característico de esa relación.

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Buenos Aires, Versiones taquigráficas de las sesiones, 1905, página 44)

En los fundamentos del proyecto puede leerse que:

“Fomentar la concurrencia del público a los parques y paseos y los juegos y ejercicios físicos al aire libre, es un principio elemental de higiene. Es un hecho notorio que en la actualidad a los parques que sostiene el

munici-pio, a excepción de la que se refiere al Parque 3 de Febrero, es insignificante,

en relación al considerable número de habitantes de esta ciudad. Los que suscriben, convencidos de que una de las principales causas a que

obedece este fenómeno, es la falta de atractivos y entretenimientos en los mencionados parques y paseos, especialmente para la juventud, creen posi-ble, subsanar esta causa, fomentando el entusiasmo, que de un tiempo a esta

parte, ha despertado en la población, los juegos atléticos y ejercicios físicos de diversas clases (Honorable Consejo Deliberante de la Ciudad de Buenos

Aires, Versiones taquigráficas de las sesiones, 1905, página 44)”

Más allá de la presencia del clásico paradigma higienista , resulta muy intere-sante y a la vez fundante, que a partir del diagnóstico de la situación del esca-so uesca-so de los parques públicos por parte de la población, la propuesta de los ediles inauguró una particular relación entre los poderes públicos y los actores privados (los clubes), en relación al uso de los espacios públicos y al deporte y

el ocio en particular. La propuesta de los concejales, ante la manifiesta falta de

atractivos de los parques en especial para los jóvenes y la falta de instalaciones adecuadas para practicar deportes, no fue en este caso que la propia municipa-lidad se encargue de la tarea, construyendo equipamiento para el desarrollo de diversos deportes, sino que la delegó en manos de otros actores, en especial de una gran cantidad de asociaciones y clubes que venían surgiendo a lo largo de la ciudad (“escuelas públicas o particulares y a las sociedades que tengan por único objeto practicar los ejercicios físicos”).

La tónica de la relación desde comienzos de siglo estuvo construida mediante un silencioso, constante y exitoso proceso de aparición de clubes, que fueron ocupando el espacio urbano y sobre todo monopolizando la oferta de infraes-tructura deportiva, con el importante apoyo de los poderes públicos municipa-(6) | Diego Armus ha señalado que, los

espacios verdes no solo tuvieron un rol hi-giénico, sino que también se asignó a ellos un rol civilizador asociado a la creación ámbitos de sociabilidad. Se consideraban recursos apropiados para civilizar y argen-tinizar a las nuevas masas de inmigrantes, y, en tal sentido, sobre todo en el siglo XX, incorporaban otros usos sociales como la práctica de deportes, el descanso y el pa-seo. (Armus 2007).

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les, mediante subsidios, exenciones de impuestos, permisos para construir y cesiones de terrenos (Daskal, 2010, p. 224).

Quizás, por lo menos en el área metropolitana de la ciudad de Buenos Aires, fue el de las variadas modalidades de la práctica deportiva, uno de los pocos campos en el cual la sociedad civil anticipó y en cierto modo prevaleció sobre el Estado. Como veremos en el apartado siguiente esta fué la tendencia a la larga predominante, que aún no exenta de tensiones, dejó su impronta en la ciudad hasta la actualidad.

Clubes y grandes estadios en el proceso de

construc-ción de un espacio público metropolitano

Los años 1920, 1930 y parte de 1940 correspondieron al momento de sur-gimiento y consolidación del espectáculo futbolístico en el ámbito del área metropolitana de Buenos Aires, el cual tuvo a los estadios y a las sedes sociales construidas de modo anexo, como piezas centrales del proceso. A su vez, como intentaremos demostrar, fueron protagonistas, en el caso de la Ciudad de

Bue-nos Aires, del momento final del ciclo de expansión urbana, que según Gorelik

(2012) se cerró cuando aquel exitoso y virtuoso proceso de ocupación del te-rritorio, que tuvo como actor social preponderante a los sectores populares, y que logró incorporar de manera homogénea al conjunto de ese espacio, tanto

desde el punto de vista político, social, como cultural, se mostró finalmente

agotado.

Efectivamente este período fue en el cual se produjo con toda la fuerza la

ex-pansión de Buenos Aires, es decir la ocupación y edificación de casi la totalidad de la grilla puesta en disposición por los poderes públicos desde fines del siglo

XIX . Los Planos a continuación describen con precisión el proceso por el cual

se fue ocupando la superficie de la ciudad delimitada en 1888.

Fueron estos los años de construcción de los primeros grandes estadios de

(7) | Entendido este como el desarrollo de la práctica del fútbol de manera profesio-nal, la existencia de un público consumidor relativamente numeroso, y el desarrollo de medios masivos de comunicación con un rol de importancia.

(8) | Este proceso fue detalladamente analizado en Gorelik, A. (1998). La grilla y el parque : espacio público y cultura

urba-na en Buenos Aires, 1887-1936. Buenos

Aires: Universidad Nacional de Quilmes.

7

(10)

fútbol: San Lorenzo de Almagro lo construyó en 1916 y para 1929 ya pudo albergar cerca de 65.000 personas; Sportivo Barracas lo hizo en 1920 con

capacidad para 18.000 personas, Atlanta en 1922 y River Plate en el barrio de Palermo con capacidad para 23.000.

Imagen 3.

Fuente: Jalikis, M. (1925). Historia de los medios de transporte y de su influencia en el desarrollo urbano de la ciudad de Buenos Aires. Buenos Aires: Compañía de Tranvías

Anglo Argentina.

Imagen 4:

Cancha del Club Atlético River Plate en el barrio de Palermo 1922-1936.

Fuente: Contreras, L. (2011). Buenos Aires fútbol: clubes, canchas y estadio en la

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Imagen 5:

Tribuna Cancha San Lorenzo 1920.

Fuente: Contreras, L. (2011). Buenos Aires fútbol: clubes, canchas y estadio en la

Ca-pital Federal desde 1867 hasta el presente. Buenos Aires: Olmo Ediciones.

Fué también el momento, a partir de la década del 20 cuando los clubes de fútbol comenzaron a desarrollar una dimensión que no estuvo en el horizonte original de los jugadores fundadores y que convirtió a estas instituciones en un fenómeno muy particular y característico del fútbol argentino. Nos referimos a lo que hemos denominado como dimensión social . Es decir, la aparición en

los clubes, que puede rastrearse muy tímidamente a finales de los años 10’,

de ámbitos e infraestructura para la práctica de toda una serie muy diversa de actividades que no comprendían al fútbol profesional, su actividad central. Al construir sus nuevos estadios, los clubes también construyeron espacios para la práctica del básquet, el tenis, enormes piletas de natación, como salones donde se fueron organizando bailes y diversas actividades culturales.

Es decir, los clubes de fútbol, mediante sus estadios e instalaciones sociales y deportivas, se fueron transformando en un privilegiado y potente ámbito de sociabilidad urbana. Se convirtieron en espacios de encuentro, de disputa y negociación, entre diversos sectores sociales y corrientes políticas. Estimularon

(9) | El caso del surgimiento de la dimen-sión social del club Atlético River Plate en los años 20, puede verse en Daskal, R., & Gruschetsky, M. (2013, Enero de). Clubes de fútbol: su dimensión social. El caso del Club Atlético River Plate. Efdeportes.com,

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la participación y junto con otra serie de organizaciones de la sociedad civil (so-ciedades de fomento, bibliotecas populares, etc), participaron del proceso de construcción de un nuevo espacio público metropolitano. Es cierto que fueron los sectores populares urbanos los actores principales en el comienzo de este proceso, y que los clubes funcionaron como expresión de sus prácticas y valo-res, a la vez de sus demandas, sobre todo hacia la esfera estatal. Por ello no resulta extraño que ello haya tenido su vez una expresión en el ámbito político de la ciudad de Buenos Aires.

Con la reforma de la ley orgánica municipal de 1917, que estableció el sufragio universal para la elección de concejales para ocupar cargos del Poder Legislati-vo de la Ciudad, la presencia socialista en el cuerpo comenzó a ser muy fuerte. Al decir de Richard Walter, se constituyó a partir de ese entonces un “nuevo concejo” que sustituyó al viejo de “notables” y que cambió en cuanto a natu-raleza, tono y tipo de actividad. Dominado por radicales y socialistas, si bien estos últimos sólo representaron un tercio del cuerpo, fueron quienes marcaron la tónica del mismo, presentando la mayor cantidad de iniciativas e instalando largos y apasionados debates (Walter, 1993).

A partir de esta nueva realidad la discusión sobre los clubes, y el deporte ingre-só como tema de preocupación de los poderes públicos municipales, y enton-ces aquel espontáneo y silencioso proenton-ceso de ocupación del espacio urbano llevado a cabo por los jóvenes futbolistas, se tornó más visible. Es decir que cuando en 1919 asumió el nuevo cuerpo legislativo las discusiones en el Con-cejo Deliberante se hicieron más recurrentes en relación al rol de los poderes públicos en la práctica de los deportes, pero muy en especial en referencia al tema del uso y cesión de terrenos municipales para su práctica.

Notoriamente la década del 20’ inauguró un período de ampliación y estrechez

(13)

Como hipótesis podemos sugerir que fue en estos años 20’ cuando se cris

-talizó el modelo de configuración territorial actual del fútbol de la ciudad de

Buenos Aires. Como veremos se originó en una particular relación y división de roles entre los clubes de fútbol y los poderes públicos municipales.

A lo largo del período encontramos una serie de representaciones, no exentas de tensiones, sobre el rol de los poderes públicos administrativos en relación a la construcción de infraestructura deportiva, sea del caso de los estadios de fútbol profesional, o de los juegos o espacios recreativos en los parques y plazas. Aquí los interrogantes y discusiones giraron en torno a si era dable subsidiar a instituciones que eran “privadas” , pero que a su vez cumplían una amplia y extensa labor social, dejada vacante por el estado. Dichas tensiones quizás se vieron de manera clara en dos espacios concretos y en ese momento

muy diferentes; uno el Proyecto Orgánico de la Comisión de Estética Edilicia de

1925 impulsado por el Poder Ejecutivo Municipal; el otro en la recurrente idea planteada en el Consejo Deliberante, y nunca concretada, sobre la construc-ción de un estadio municipal.

El Plano regulador y de reforma de la Capital Federal fue publicado en el año 1925 durante la intendencia de Carlos M. Noel y la presidencia del Marcelo T. de Alvear bajo el título “Proyecto orgánico para la urbanización del municipio”. Redactado por la denominada Comisión de Estética Edilicia creada en 1923 –compuesta por una serie de destacados arquitectos del momento- se pro-pondrá pensar un proyecto para la ciudad toda. Según Gorelik “...se trata del primer intento sistemático por pensar y dar respuesta a la nueva ciudad, por comprender el estatuto urbano de ese fenómeno hasta entonces “espontáneo” de suburbanización...”(1998, p. 317)

En la página 17 del proyecto, en el apartado N6º bajo el título “Barrios Obreros,

Jardines, Stadiums Deportivos, Embellecimiento Suburbano”, podemos encon-trar algunas pistas acerca de cómo los estadios y jardines formaron parte del proyecto que desde los poderes públicos se pensó para el suburbio, es decir los barrios en plena expansión. En el apartado d) a se expresó claramente que “Cada uno de estos barrios tendrá una gran plaza destinada a ejercicios físi-cos”(1925, p. 17).

(10) | Los clubes de fútbol en Argentina, desde su fundación hasta la actualidad, poseen el estatus jurídico de ser

Asociacio-nes civiles sin fiAsociacio-nes de lucro. Esta particular

situación que conlleva parte del espíritu y función con que fueron concebidas estas instituciones, supone a su vez muchas potencialidades y ciertas debilidades, y ha supuesto variadas discusiones que aún persisten en la actualidad. Ver Frydenberg, J. (2002, Agosto de). Los clubes deportivos con fútbol profesional argentinos y el tipo o formato social bajo el cual se organizan: asociaciones civiles o sociedades anóni-mas. Aportes para un debate acerca de realidades y modelos ideales, pasiones e intereses. www.efdeportes.com, Año 8 - N° 51. Retrieved from http://www.efdeportes. com/efd51/clubes.htm y Frydenberg, J. (2001, Enero de). La crisis de la tradición y el modelo asociacionista en los clubes

de fútbol argentinos. Algunas reflexiones. Efdeportes.com, Año 6 - N° 29. Retrieved

from http://www.efdeportes.com/efd29/ asoc.htm

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Es en el sistema de plazas y parques donde aparece con toda claridad la repre-sentación que existió en el proyecto sobre el deporte y el ocio. Aquí el paradig-ma higienista apareció en el centro:

“Entendemos que se debe tener en cuenta en primer término la parte que

se refiere a Parques y espacios libres, por cuanto ello incumbe a las necesi -dades más inmediatas encargadas de asegurar a la ciudad las condiciones higiénicas, esparcimiento y mejoras indispensables dentro del plan orgánico y

general que se proyecta”.(1925, p. 154)

Parques y espacios libres eran la prioridad, que garantizaban la salud física y moral, sobre la que recién se podía proyectar el resto. Aparece en esto la idea recurrente del “airear” y “ventilar”. Y esto no es algo pensado para realizarse de manera esporádica o azarosa sino que se echa mano a la noción de “sistema”. Sistema de parques y sobre todo sistema de ventilación urbano. ”Las avenidas unen los parques entre sí, y parten del centro de la ciudad hacia la periferia o cinturón periurbano”. Los parques como pequeños pulmones que tienen en las avenidas sus cañerías de conexión y circulación del sistema.

En el plano nº3 puede observarse un plano con las obras propuestas para el

Parque Avellaneda. En el centro aparece delimitada la zona de “césped juegos libres” y en las esquinas superior derecha e inferior izquierda la zona de “Can-cha de foot ball”. Ambos espacios si bien delimitados y diferenciados, aparecen con igual jerarquía como elementos del dispositivo del parque.

(15)

Imagen 5:

Plano “Parque Avellaneda”.

Fuente: Proyecto orgánico para la urbanización del municipio, Intendencia Municipal, Comisión de Estética Edilicia, Buenos Aires, Peuser, 1925.

Habíamos planteado anteriormente que quizás fue en la recurrente idea de la construcción de un Estadio municipal el otro espacio donde se vió con toda contundencia la mencionada disonancia entre un discurso que plantea un rol protagónico del municipio en la construcción de infraestructura deportiva y una práctica concreta que tuvo a los clubes como ejecutores de la misma.

Es en 1920 cuando bajo el título “Construcción de una Balneario, Staduim, Etc,” apareció por primera vez la idea. Más allá de las ya mencionadas ideas

higienistas, del argumento del avance de la edificación en detrimento de los

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Para estos legisladores toda gran ciudad moderna que se precie deberá tener un estadio a su medida.

Durante casi toda la década del 20’ (1923, 1924, 1925 y 1927) aparecieron

diversos proyectos reclamando o proponiendo la construcción del mencionado estadio municipal para la ciudad de Buenos Aires. Nunca se concretó. Cierta-mente esta reiteración pudo estar enmarcada dentro de la particular relación, que según Gorelik, mantuvo el intendente Noel con el Concejo Deliberante, y que desde la reforma electoral de 1919 caracterizó el juego político de los años

20’ y 30’. Un intendente ignorando al Concejo Deliberante, que le es totalmente

adverso, actuando en línea directa con las asociaciones vecinales y profesio-nales.

Sin embargo es ese mismo intendente, Noel, quien en 1925 encaró el ya ana-lizado proyecto de la Comisión de Estética Edilicia, que también proyectó es-tadios, pero que nunca los concretó. Evidentemente la imposibilidad de cons-trucción de un estadio municipal superó la dinámica político institucional de la ciudad, y refuerza la idea que venimos planteando en relación al rol del Estado en el equipamiento deportivo y a la fuerza de la instituciones privadas, es decir los clubes, para materializarlo.

Una Mirada a la segunda mitad del siglo XX.

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deportivo durante dicho período, y que como no podría ser de otra manera nos

han llamado a la reflexión. En el último año, un grupo de investigadores nos

hemos acercado al estudio del período peronista, especialmente a investigar la relación que dicho gobierno estableció con los clubes de fútbol. En este sentido lo primero que surgió, quizás de modo sorpresivo ,de aquellos trabajos es que

el mencionado modelo no sufrió modificaciones, más aún, ni siquiera hubo in

-tentos por parte del gobierno de modificarlo.

En lo que respecta al espectáculo futbolístico, Scher y Polomino (1988) coin-ciden en señalar a dicho período como el momento de mayor expansión del fútbol profesional, lo cual se expresa en el pico del promedio de entradas

vendi-das. Señalan los autores que “El quinquenio 1946-1950 arrojó un promedio de

12.755 entradas vendidas por partido, en tanto que el de 1951-1955 registró

uno de 12.865 “(Scher & Palomino, 1988, p. 79).

En relación a los clubes podemos señalar, que durante este lapso de tiempo se produjo la segunda gran expansión de la masa societaria (la primera podemos

ubicarla entre los años 1926 y 1936). Para ser más precisos, el período mostró

una pequeña meseta en los años 1940-1943, una constante evolución en el

pe-ríodo 1944-1956, y finalmente otra pequeña meseta para los años 1957-1960.

En cuanto al paisaje urbano nuevos grandes estadios se incorporaron a la

ciu-dad: Argentinos Juniors, Boca Juniors y Nueva Chicago en 1940; Vélez Sarsfield

en 1943 y Huracán en 1947. Muchos otros de enormes dimensiones fueron

planificados, y aunque nunca se concretaron mostraban el clima expansivo del

sector. Como vemos, la fortaleza de los clubes, medida en su número de aso-ciados y en la capacidad de monopolizar la oferta de infraestructura deportiva siguió vigente y creciendo.

Los 60’, en cambio ,fueron una época de crisis, pero solo para el espectáculo

deportivo, expresado en la merma de espectadores, lo que obligó a los dirigen-tes del fútbol a implementar variadas y disímiles estrategias que buscaron el

resurgimiento. El denominado “fútbol espectáculo” y la incorporación de figu -ras internacionales, la apertura hacia los equipos del interior del país con la

(11) | El Gobierno de Juan Domingo Pe-rón, surgido del sufragio popular en 1945 y derrocado por fuerzas militares en 1955, se caracterizó, entre otros varios aspectos, por una concepción fuerte del rol e inter-vención del Estado en la sociedad. Una lectura simplista y por cierto lineal, hubiese supuesto a este perdido como caracteriza-do por un fuerte control y regulación de la actividad de los clubes por parte de Esta-do. Sin embargo nada de eso sucedió. Un proceso muy similar fue desarrollado para el caso de la Italia de Musolini, por Paul Distchy.

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creación de los Campeonatos Nacionales lograron devolverle cierto esplendor, pero no pudieron contra el indudable proceso de cambio cultural que implicó fuertes cambios en el uso del tiempo libre. La expansión de la televisión y la

costumbre de salir el fin de semana en familia fueron serios competidores del

domingo futbolero. A pesar de ello, la masa de asociados de los clubes siguió en aumento en casi todas las instituciones.

En los 70’y principios de los 80, la relación entre el fútbol y la ciudad vivió qui

-zás su hora más conflictiva, sobre todo si nos centramos en aquel añejo vínculo

entre los clubes, sus equipamientos y la estructura política partidista. Dos hitos muy importantes marcaron el período y los cambios en esta relación: la desapa-rición de los estadios del Club Atlético Platense en 1971 y el de San Lorenzo de Almagro en 1979, casos aún no del todo estudiados y trabajados, ya sea

inclu-Gráfico 1:

CANTIDAD TOTAL DE SOCIOS DE LOS CLUBES SELECCIONADOS.

ARGENTINA. AÑOS 1940-1960.

Fuente:

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sive desde el periodismo especializado.

En caso del club Platense , situado en el barrio de Saavedra, apenas se sabe que nunca se habían escriturado los terrenos donde estaba el estadio, y que

por ende en 1969-70 se presentaron herederos del dueño reclamándolos y,

tras una puja, intervino la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, que al

verificar que nadie había pagado los impuestos se adueñó de los terrenos; hoy

se levanta allí una escuela perteneciente al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. El club mudó sus instalaciones y construyó en 1979 un nuevo estadio en el contiguo partido político de Vicente López, de la provincia de Buenos Aires, ubicado sobre la avenida límite entre ambas jurisdicciones, y como no podría ser de otra manera lindero con el barrio de Saavera. Como mencionábamos en

las primeras líneas de artículo, aún hoy 36 años después de la forzada mudan

-za, el club se identifica con el barrio de Saavedra y no con el de Vicente López. Aun tratándose de un club “chico”, su caso puede verse como el reflejo de un

período de cierto retroceso en la puja de poder entre sociedad civil y el Estado. Es este último que lo demolió y fue el primero que esta vez no esbozó reacción.

El caso de San Lorenzo de Almagro, de vital actualidad , podría ser un excelen-te estudio de caso para observar la relación entre fútbol, espacio urbano y po-deres públicos desde los 70 a la actualidad. Aquí se trata de uno de los clubes de más convocatoria del país. Su viejo estadio denominado el “Gasómetro” fue vendido en 1979 de manera forzosa al gobierno militar de ese entonces, quien a cambio le cedió terrenos en el Bajo Flores , donde actualmente el club erige su nuevo estadio y su ciudad deportiva. Poco se sabe de aquel proceso, pero al parecer el dinero obtenido por la venta se “licuó” y el prometido traslado al Bajo Flores se pospuso durante largos años.

El denominador común en ambos casos, fue que más allá de los problemas surgidos al interior de ambas instituciones, por acción u omisión el gobierno municipal, dejó que ambos estadios desaparecieran. A su vez resultó notoria en ambos casos la poca reacción de la sociedad civil y en especial de los asocia-dos. No debe soslayarse, en el caso de San Lorenzo, que los hechos se produ-jeron durante la última dictadura militar que gobernó Argentina entre los años

1976-1983. En este sentido el contexto sociopolítico fue de clausura en la par

-(12) | El Club Atlético Platense su funda-do en el 1905, es uno de los denominafunda-dos clubes “chicos” del fútbol argentino. En ese sentido presenta la común característica, compartida con otros clubes del ciudad, de ser de los más antiguos animadores de los torneos de fútbol profesional, a pesar de no poseer una gran cantidad de seguidores, público que tiene que disputar con el resto de los clubes de la ciudad.

(13) | San Lorenzo de Almagro, tras 13 años sin poseer cancha propia, construyó en 1993 un nuevo estadio en el barrio de Nueva Pompeya, una zona bastante relega-da social y urbanísticamente de la ciurelega-dad. Pese que el moderno estadio posee una capacidad para 43.494 espectadores, un grupo de hinchas agrupados en la subco-misión del hincha, movilizó la idea de recu-perar los terrenos donde había funcionado el “Viejo Gasómetro” y que ocupa actual-mente el supermercado Carrefour. En julio

del 2006 el tema se debatió en Palacio Le -gislativo de la ciudad de Buenos Aires y el

7 de diciembre del 2006 se aprobó la Ley

de Reparación Histórica, la cual fue veta-da por el Jefe de Gobierno Jorge Telerman,

para ser finalmente sancionada por la le

-gislatura el 11 de Octubre del 2007. Más

información puede encontrase en http:// restitucionhistorica.blogspot.com.ar/

(14) | Se denomina Bajo Flores a la zona sur del barrio de Flores de la Ciudad de Buenos Aires, Argentina. Se caracteriza por ser una zona residencial de sectores de clase baja, en la se encuentra la popu-losa villa 1-11-14.

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ticipación ciudadana. Sin embargo sería dable no pensar el proceso de modo tan lineal, ya que las evidencias nos han mostrado que en muchos casos el tiempo del fútbol y de los clubes se “autonomiza” del contexto social, siguiendo su propia lógica y temporalidad. Quizás podemos señalar en esta dirección, el hecho de que hayan sido los clubes las únicas instituciones donde se siguió vo-tando durante la mencionada dictadura, es decir el único lugar donde continuó el juego democrático, mientras estuvo cerrado en el resto de los espacios de la sociedad. También es durante este período cuando la Argentina organiza el

Mundial del fútbol de 1978, y por ende algunos clubes reciben los beneficios

estatales de la remodelación de sus estadios e instalaciones, en vista del even-to internacional.

Es en ese mismo momento, y como si la tensión entre el rol activo o secundario del estado municipal aún permaneciera vigente, que el Intendente Cacciatore , por caso inaugura en 1981 el Parque Sarmiento, un enorme centro polideporti-vo de carácter público. Su derrotero desde allí a la actualidad será una excelen-te muestra de aquellas contradicciones y limitaciones de los poderes públicos para abordar los espacios deportivos y de esparcimiento de la ciudad, que como

Imagen 6:

Vista aérea actual del estadio del Club Atlético San Lorenzo del Almagro.

Fuente: googlemaps.

15

(15)| EL Brigadier Osvado Cacciatore, fue

el Intendente de la Ciudad de Buenos Aires

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venimos marcando desde principios de siglo, están signados por la incapacidad para gestionarlos . El Parque caerá en continuos y cíclicos abandonos, que serán comunes a las diversas fuerzas políticas que irán estando a cargo de la ciudad de Buenos Aires.

Como vemos, si bien un poco debilitado y con conflictos, el modelo de confi -guración del campo deportivo, continuó vigente. Y es que los clubes de fútbol, más allá de los dos casos puntuales señalados, continuaron con un aumento de su masa societaria, produciéndose lo que podría denominarse como la tercera expansión de la misma. Boca Juniors alcanzará los 50.000 socios en ese perío-do , River Plate llegará a su pico máximo de 114.879 en 1978, Independiente

alcanzará el suyo en 1975 con 89.239, y Ferro Carril Oeste, uno de los denomi

-nados clubes “Chicos” será el modelo a seguir en los 80’, cuando alcance los

48.000 socios.

Silvestri y Gorelik (2000), señalan como los años 70’ y ’80, no lograron revertir el proceso de fin de la expansión de Buenos Aires que se había cerrado en los 40’, y en su defecto prepararon la instauración, ya en los ’90, de un nuevo siste -ma urbano, caracterizado por la profunda fragmentación territorial, la exclusión

social, la crisis del espacio público y la sustitución del rol planificador del estado

en pos de la lógica privada centrada en los negocios.

La coyuntura entonces fue material y simbólicamente adversa para los clubes

en los 90’, sin embargo el proceso resultó paradójico en varios sentidos. Por un

lado se produjo un embate contra el estatus jurídico de los clubes. Por primera vez se puso en discusión el modelo fundacional de los clubes como

asociacio-nes civiles sin fiasociacio-nes de lucro, y se levantaron las banderas de las sociedades anónimas, bajo los remanidos argumentos de la eficiencia. La arremetida fue

fuerte, pero los clubes resistieron, y el rol clave lo jugó la propia sociedad civil, nuevamente activa tras el advenimiento de la democracia en 1983. Hinchas y socios ahora si se movilizaron en favor de sus instituciones, presionando fuer-temente a sus dirigentes políticos. Es decir, por un lado aparecieron voces que abogaban por la privatización de los clubes, mientras que por el otro esos mis-mos argumentos propiciaron la movilización de los socios y simpatizantes.

(16) | Una buena crónica de su historia puede verse en http://www.elparquesar- miento.com.ar/historiadelparquesarmien-to.

(17) | Un interesante ejemplo del clima de expansión que se vivió en ese momen-to en los clubes fue la construcción de la denominada “Ciudad Deportiva” del club, fallido proyecto erigido en relegada zona portuaria de la ciudad, en donde el Boca Juniors apostó a construir un parque de diversiones. Un análisis detallado del pro-ceso puede verse en Galarza, Alex. (Disser-tation in progress) Dreaming of Sports City: Urban transformation, politics, consump-tion, and soccer clubs in postwar Buenos Aires. PhD dissertation, Michigan State University. East Lansing. Másinformación se puedeencontrar en http://imborrable- boca.blogspot.com.ar/2010/03/la-fallida-construccion-de-la-ciudad.htm

16

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Podemos tomar el caso de Argentinos Juniors, que mantuvo cerrado y aban-donado su estadio, ubicado en una tentadora manzana de La Paternal (en el

centro geográfico de la ciudad de Buenos Aires), durante veinte años; el clima de negocios imperantes en los ’90 y los numerosos rumores sobre cadenas

de supermercados supuestamente interesadas pasaron, y no impidieron su

reapertura en el año 2003. Similar fue el caso del club Atlanta, que de los ’80

para acá sufrió el descenso a la tercera división del fútbol, el gerenciamiento de su fútbol profesional en 1990, la declaración de quiebra en 1991, y la venta de su propia sede social en 1994. Ubicado a pocos metros de la estratégica esquina que une las avenidas Juan B. Justo y Corrientes, cercano a la línea B de subtes y el ferrocarril Urquiza, resulta difícil entender cómo dicho predio no fue

devastado por el huracán “posmoderno” de los ’90.

El panorama podría aplicarse en definitiva a casi la mayoría de los clubes del

momento. Se trató en todos los casos de predios de enorme valor económico, de ubicación preferencial en el entramado urbano, que estaban en manos de instituciones, en su mayoría, en crisis. ¿Qué las mantuvo en su uso original?

Parte de la respuesta está en el diagnóstico con que Silvestri y Gorelik piensan

el fin de siglo:

“Podría decirse, en síntesis, que se asiste en el fin del siglo al conflicto todavía

irresuelto entre dos formas, entre dos sistemas urbanos que portan dos lógi-cas contrapuestas. Es posible encontrar todavía una masa urbana construida a lo largo del siglo con los parámetros homogenizantes de lo público que, aún sin la vitalidad y sin el alimento político que la daría actualidad, ofrecen resis-tencia material e incluso en zonas muy extensas del área central y en los cen-tros tradicionales del suburbio, todavía dejan ver buena parte de sus logros en

términos de calidad urbana y ambiental “(Gorelik & Silvestri, 2000, p. 496).

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no habrá plan fondni, clima propicio para reformar los clubes. Un año después el Congreso de la Nación sancionaba la ley N° 25.284 de Régimen Especial de

Administración de las Entidades Deportivas con Dificultades Económicas (Fidei -comiso de Administración con Control Judicial), que contemplaba la

administra-ción de entidades deportivas en crisis económica a través de un órgano fiducia -rio, para así detener las mismas, saneando sus pasivos y generando ingresos genuinos para pagarle a los acreedores, haciendo viable la continuidad de las mismas. Ningún club corría así riesgo de desaparecer, ya que se había promul-gado con ley especialmente pensada para su salvataje.

La crisis del año 2001 marcó un cambio de rumbo, por lo menos en el plano del discurso y las representaciones. Si resulta difícil pensar cómo casi ninguno de los valiosos predios de los clubes cayeron en la lógica privatizadora de los años

’90, igual de difícil resulta pensar ese panorama en la actualidad. En momentos

en que los clubes rondan los cien años de existencia, el festejo del propio cen-tenario va encontrando a cada una de estas instituciones en un clima de época que parece vislumbrar un horizonte más favorable.

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Referencias

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