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La singularidad del Este

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Academic year: 2021

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Versión digital: 2012 - ISSN 1853-1555 Versión impresa: 2003 - ISSN 1514-9927

Instituto de Historia Antigua y Medieval Facultad de Filosofía y Letras

Universidad de Buenos Aires

_______________________________________________________________

LA SINGULARIDAD DEL ESTE  **

Chris Wickham

Universidad de Birmingham

I

Harbans Mukhia, en su provocativo artículo, “Was there feudalism in Indian history?”, rechaza el uso del concepto marxista de feudalismo fuera de áreas restringidas del mundo, principalmente, Europa. No es el primero en hacerlo; otro examen reciente, el de Perry Anderson al final de su Lineages of the Absolutist State, hace lo mismo con igual fuerza, aunque sobre diferentes bases. Este artículo, una respuesta crítica a tal restricción del feudalismo, surge principalmente de mis experiencias durante el intento de reformular el problema de la caída del Imperio Romano de Occidente en términos marxistas. Aquí propongo examinar el contraste entre el Imperio Romano y su fracaso por un lado, y por otro, la notoria continuidad de algunos de los imperios asiáticos, focalizando en China y en los del mundo islámico (árabe, persa y turco). Escribo como un medievalista occidental, sin ninguna pretensión de pericia en las zonas o lenguas analizadas: he seguido, por así decir, el ejemplo de Anderson, moviéndome en los campos de todos. Sería de hecho, mezquino no admitir mi deuda con Anderson desde el principio, aunque no acuerde con él. He comenzado con su análisis –y con su bibliografía- aún habiendo finalizado en otro sitio1.

Hay dos formas típicas de abordar Asia en la historiografía marxista actual. La primera, es tratar de adaptar los modelos peculiares de la historia asiática a los modos de producción tomados de los escritos publicados y no publicados de Marx: el modo de producción feudal, el modo asiático, incluso a veces, el modo esclavista, sin resultados particularmente exitosos. Este método ha llevado al encasillamiento del desarrollo histórico asiático y algunas veces a serios malentendidos de todo el proceso socioeconómico. La segunda forma, es abandonar todos los sistemas de Marx, y formular nuevos modos o categorías de análisis que son, en efecto, sólo reclamos dentro de la corriente histórica tradicional sobre la singularidad histórica de áreas específicas:

Agradezco a Paulo Farias, Rodney Hilton, Stephanie White, y especialmente a Joanna de Groot por la lectura y comentario de un primer borrador; y a Anthony Bryer, Michael Cook, Mark Elvin, John Haldon, Martin Hinds y Sam Lieu, por la ayuda bibliográfica y el análisis.

** Traducción Anabella Lacreu, Instituto de Historia Antigua y Medieval, Universidad de Buenos Aires· “The uniqueness of the East”, publicado en Journal of Peasant Studies, XII, 1985, pp. 166-196.

1 H. MURKHIA, “Was there feudalism in Indian history? Journal of Peasant Studies, VIII, nº 3

(1981), 273-310; P. ANDERSON, Lineages of the Absolutist State (London, 1974). Para el Imperio Romano y sus problemas, ver Capítulo 1.

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„Estudio Bizancio, o alguna parte de África o India, o del Mediterráneo; es empíricamente diferente del Occidente medieval o del Imperio Romano; por lo tanto, puedo establecer un nuevo modo‟ –el modo bizantino, o africano, o indio. La negativa de Irfan Habib en “Indian medieval economy” y de Gunther Lewin a categorizar en modo alguno el sistema económico medieval chino, es otra de las variantes de este método, con una terminología diferente2. Harbans Mukhia y Perry Anderson están también definitivamente dentro de este segundo grupo. Me parece que mientras que el primer método es demasiado esquemático, el segundo es derrotista. Con frecuencia derrotista también, es un tercer método, la costumbre de algunos historiadores de decir, efectivamente, que debe existir cierta mezcla indefinida de modos dentro de las formaciones sociales de distintos lugares de Asia, que puede explicar las divergencias asiáticas de las “normas” europeas. Este camino lleva a menudo, una vez más, al rechazo a categorizar. El libro Islam and Capitalism de Maxime Rodinson, aunque provee una sucinta crítica de una variedad de análisis sobre el Islam medieval, es un ejemplo de esta tendencia. Los modos de producción son construcciones ideales; las formaciones sociales son las sociedades reales en toda su complejidad y por lo tanto, en la práctica, virtualmente irreductibles a categorías formales. Este argumento es poco más que una excusa para la ausencia de análisis. Pero el método me parece, sin embargo, el más útil a seguir. Casi no deben haber existido sociedades en la historia humana, luego del desarrollo de las clases, con un sólo modo de producción. Lo importante es encontrar cómo diferentes modos se articulan, un procedimiento que en general ha sido dejado de lado, no menos por los filósofos quienes han establecido los complicados modelos en los cuales los modos míticos podrían comportarse3.

¿Por qué tratamos de categorizar la historia del mundo en términos marxistas en última instancia? Dejando de lado los elementos devocionales en tales categorizaciones –un elemento que como bien se sabe, es aun fuerte- la única respuesta puede ser la del propio Marx: que de este modo comprendemos mejor el mundo, por lo tanto podemos cambiarlo. Tales categorizaciones deben establecer y hacer comprensible el poco más o menos latente proceso socioeconómico que subyace a las formaciones sociales, los sistemas sociales, las sociedades, las cuales estudiamos y cuyas clases dirigentes (generalmente) han producido el material que pervive a nuestra disposición. El mayor logro de Marx fue descubrir la lógica económica que subyace al capitalismo, dejando claro que esa lógica era específica del modo de producción capitalista, más que un hecho histórico atemporal. Las propias reflexiones de Marx sobre los sistemas precapitalistas fueron virtualmente efectos colaterales producidos por esta percepción. Pero mientras esto nos ha dado a todos las pautas, también crea un problema para los historiadores de

2 I. HABIB, “Economic history of the Delhi sultanate”, Indian Historical Review, IV (1978), 287-303, en p.. 298; G. LEWIN, Die ersten fünfzig Jahre der Song-Dynastie in China (Berlin, 1973)

pp. 260-2 –y el apéndice en inglés.

3

M. RODINSON, Islam and Capitalism (London, 1974) pp. 58-68. Algunos académicos soviéticos también tienden a aceptar semejantes formulaciones; e.g. un número de comentarios en Soviets Studies en History, IV, 4 (1966). Estos han sido ahora puestos en contexto, y ciertamente rubricados por S.P. DUNN, The Fall and Rise of the Asiatic Mode of

Production (London, 1982) especialmente pp. 81-4, 123-4. Relativamente pocos académicos

abordan el problema de la articulación; buenos ejemplos (contrastastantes) son H.ISLAMOGLU y C.KEYDER, “Agenda for Ottoman history”, Review, I 1 (1977) 37-55 y R.H.HILTON, “Towns in English feudal society”, Review III, 1 (1979) 3-20.

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las sociedades precapitalistas: ¿qué clase de lógica económica tuvieron realmente los modos precapitalistas?

La lista de modos precapitalistas de producción de Marx varía a lo largo de su vida –y de la de Engels- y es absurdo asumir a priori que debe haber sido completa o incluso correctamente pensada. Pero los sistemas económicos con sus propias conductas y lógicas de desarrollo no pueden ser ilimitados. Es muy notorio que desde Marx ha habido muy pocos intentos de inventar nuevos modos de producción fuera de los contextos individuales dentro de los cuales los historiadores han trabajado; y cómo tales modos funcionan, cuál es su especificidad, raramente se explica. Por supuesto, están los modos no explotativos, donde las combinaciones y recombinaciones parecen no tener fin (nómade o seminómade / explotación de recursos trashumante o fija; propiedad comunal, colectiva o privada; cooperación por medio del clan / grupo de parentesco, aldea, familia, etc.) y estos elementos por cierto también subyacen los modos explotativos en un orden complejo, los cuales, ante la falta de estudios serios, a primera vista parecen aleatorios. Pero lo que distingue a los modos explotativos es que sus relaciones sociales de producción contienen, y son ampliamente definidas por sistemas específicos de apropiación del excedente; y ciertamente no hay un número ilimitado de ellos. Los métodos de apropiación del excedente en la práctica, parecen estar restringidos a unos pocos tipos básicos –esclavitud, apropiación de renta (ya sea “feudal” i.e. por medio de coerción, o determinada por las fuerzas del mercado) tributo e impuesto, trabajo asalariado, manipulación del mercado de pequeñas mercancías. Es posible que existan otros, pero no muchos. Y es en la diferencia entre estos elementos, desde mi punto de vista, donde residen las diferencias entre los modos de producción4.

En cierta medida, Barry Hindess y Paul Hirst han seguido esta línea de argumentación –aunque ciertamente no acordarían con mi formulación - en su agudo (aunque algo criticado) libro, Pre-Capitalist Modes of Production. Ellos expusieron algunos criterios estrictos acerca de lo que constituye un modo de producción; demasiado estricto, es cierto, particularmente en su insistencia en una correspondencia de uno-a-uno de conjuntos dados de fuerzas productivas y relaciones de producción, y a veces se contradicen por sus propias prácticas, pero resultan útiles como crítica a muchas formulaciones menos sistemáticas5.

4

Diferentes lógicas económicas: ver por ejemplo, el análisis substantivista de M.SHALINS,

Stone Age Economics (London, 1974); M.GODELIER, Rationality and Irrationality en Economics (London, 1972) pp. 303-18, o la discusión de la corriente principal de W.KULA, An Economic Theory of the Feudal System (London, 1976). Modos no explotativos: hasta donde

conozco, no existe una categorización completamente coherente, a pesar de tanta discusión sobre algunos aspectos. (Observar que el nomadismo no es necesariamente, no explotativo: ver n. 9). Para algunos comentarios generales útiles sobre la definición de modos, ver la introducción de E.HOBSBAWM a K. Marx, Precapitalist Economic Formations, (London, 1964). Enfatizo las relaciones sociales de producción en oposición a e.g. G.A.COHEN, Karl Marx’s Theory of History. A Defence, (Oxford, 1978) pp. 134-74; las fuerzas productivas pueden ser

bastante más variadas. Pero por supuesto, hay un condicionamiento e interrelación mutua entre ellas: ver pp. 185 y ss. Para una afirmación contundente sobre la posición básica que adopto, ver K.MARX, Capital, (London, 1971) III, pp. 791-2.

5

B.HINDESS y P.HIRST, Pre-Capitalist Modes of Production (London, 1975). Críticas útiles en A.CARANDINI, Archeologia e cultura materiale 2da ed. (Bari, 1979) pp. 354-75; S.COOK,

Journal of Peasant Studies, IV, 4 (1976-7) pp. 360-89; T.ASAD y H.WOLPE, Economy and Society, V (1076) pp. 470-506. Su teoría del conocimiento es particularmente inaceptable para

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Es particularmente importante para nosotros aquí, su demostración de que el fundamento del modo de producción feudal reside menos en los aspectos jurídico políticos de la servidumbre que en las relaciones de extracción de renta intrínsecas a todo señorío precapitalista. Tal relación se define y se sostiene por coerción extra económica, por supuesto, pero no depende de la situación jurídica del campesinado, puesto que los tenentes pueden perfectamente ser legalmente libres; es el pago de renta (o servicio en trabajo) lo que define su mundo económico como feudal, no su sujeción política.

Mukhia, seguramente se opondría a esta concepción de feudalismo. Él considera al feudalismo como casi completamente específico de Europa, pues lo define como constituido sobre todo por servicio en trabajo. No obstante, tal caracterización es demasiado restrictiva. Aparte del hecho de que si fuera así, sólo una pequeña parte de la Europa medieval sería feudal, presupone que el servicio en trabajo comprendería el control señorial sobre el proceso de trabajo, de tipo diferente de aquel involucrado en la especificación, digamos, de tipos precisos de producción requerida como la renta en especie. Los señores, de hecho, no consideraban a sus dominios como los lugares par excellence donde podían dirigir de cerca el proceso de trabajo de la mano de obra bajo sujeción; los campesinos realizaban sus servicios en trabajo de acuerdo a los mismos procedimientos localmente determinados que utilizaban para cultivar sus propias tierras. (El intento de control por parte de los señores tendía a estar a nivel de tratar de dominar el proceso de determinar tales procedimientos; ver más abajo). Hay mucho intercambio en la historia occidental entre distintas formas de renta –trabajo, especie, dinero-; no hay nada que demuestre que éstas representaban diferentes sistemas económicos. Pero el conjunto de relaciones entre señor y campesino otorga una coherencia analítica al feudalismo como un modo independiente, y es la definición de Hindess y Hirst la que utilizaré a continuación6.

Me parece que el feudalismo fue un sistema mundial. Esto es, no en el sentido de que tuvo que serlo por alguna teleología extra histórica; sino porque empíricamente ha habido pocas, si es que hubo alguna, sociedad de clase que no haya experimentado alguna forma de propiedad de la tierra y extracción coercitiva de la renta. Esta experiencia unifica a la Francia capeta, y al Ancien Régime de Francia y Rusia, a la China Sung, al Irán qayar, al Bajo Imperio Romano y a la moderna Guatemala. Quienquiera que observe los análisis de las experiencias de los tenentes en tiempos y lugares diferentes de la historia mundial, debe reconocer las similitudes –no solamente las existenciales, sino también en las lógicas comparadas de los sistemas económicos de apropiación de renta. En este aspecto al menos, la China Sung no es extraña o irreconocible para los historiadores económicos occidentales.

los historiadores; es casi alentador reflejar cuán irritados deben estar por el uso que yo y otros, damos a sus modelos.

6

HINDESS y HIRST, Pre-Capitalist Modes of Production, pp. 221-55 (vale la pena notar que examinan extensamente la renta en trabajo, pero explícitamente descartan que ésta defina el modo feudal; pp. 254-5); MURKHIA, “Was there feudalism in Indian history?”, pp. 273-80. Mukhia ha sido criticado por sus definiciones y las ha defendido en Comte rendu des séances

de la société d’ étude du fédalisme, III-IV (1979-80) pp. 59-60. La renta capitalista es por

supuesto diferente, puesto que está determinada por el mercado; cada vez más campesinos en el mundo están entrando en este sector. Para la explicación clásica, ver MARX, Capital, III, pp. 614-39, 782-813.

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El contra el argumento más común, es la afirmación clara e irrefutable de que en todo otro aspecto estas últimas sociedades son más bien diferentes a la Francia capeta; por lo tanto, sus modos de producción no pueden ser los mismos, esto es, no pueden ser feudales. Anderson lo ha desarrollado con cierto detenimiento, tal vez de la manera más clara; es seguido por muchos otros, sobre todo por los historiadores de las sociedades individuales en cuestión. A veces el razonamiento se aleja del punto en discusión, pues la definición de feudalismo es tomada simplemente como la existencia de feudos, vasallos y servicio militar basado en un contrato; esta no es y nunca ha sido una definición marxista, y los argumentos de este tipo se basan en un simple malentendido; Anderson es más sofisticado; ciertamente reconoce que una definición de feudalismo “mínima” como la que acabo de delinear más arriba, podría en realidad, cubrir áreas relativamente extensas de la historia mundial. Lo que le preocupa, sin embargo, es sólo en parte la inexactitud del análisis que según él resulta; esto es, que el desarrollo singular del Occidente hacia el capitalismo se vuelve inexplicable. Resuelve el problema definiendo el modo de producción en términos de su superestructura –el feudalismo es por lo tanto, el sistema político militar del vasallaje y lo demás. Paul Hirst ha analizado efectivamente el ardid por medio del cual Anderson lo hace; en sus palabras, “Esto significa que puede haber tantos modos de producción como constituciones político legales distintas y formas de sanción extra económicas que derivan de ellas”. Aquí, Anderson abandona el marxismo –en realidad, abandona el análisis económico sistemático (dejo al lector que decida qué es peor)7.

Pero el problema podría no haber surgido nunca. Todos estos escritores saben y plantean que un sólo modo de producción casi nunca define a toda una sociedad (i.e. una formación social)8. Todos ellos lo olvidan regularmente en sus análisis, ya sea Hindess o Hirst sobre el Imperio Romano o Anderson sobre China (contrastar no obstante, el hábil examen de Anderson sobre la relación entre modos en Rusia). Si el feudalismo no es necesariamente el modo dominante en todo lugar en el cual está presente, entonces, las notables diferencias, sobre todo en los sistemas políticos entre el amplio espectro de sociedades donde el feudalismo se encuentra, se explican más fácilmente. El problema de Anderson sobre la singularidad (o primacía) del Occidente es mucho menos difícil de resolver si su mundo es reformulado: el Occidente medieval y post medieval fue una de las pocas sociedades donde el feudalismo ha dominado. No voy a discutir, aún menos explicar aquí, el problema del origen del capitalismo. En cambio, y como una alternativa realista para la tarea de caracterizar toda la historia mundial en 10.000 palabras, me restringiré a una cuestión relativamente más reducida: la relación entre dos modos de producción, caracterizados respectivamente por la apropiación de renta y el cobro de impuestos en un número de sociedades estatales precapitalistas abarcando de oeste a este, de Roma a China. Examinaré la relación entre estos dos modos en dos niveles, el de la economía propiamente dicha y el de

7

ANDERSON, Lineages of the Absolutist State, pp. 401-31; este punto de vista es criticado en P.HIRST, “The Uniqueness of the West”, Economy and Society, IV (1975) pp. 446-75, en p. 462. Feudalismo como feudos, etc.: ver especialmente la discusión sobre “Feudalismo islámico” citada más abajo, nn. 26,38

8 ANDERSON, Lineages of the Absolutist State, pp. 13-15 – pero ver la revisión de ASAD y

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la política y el estado; por lo tanto, excluiré el problema de la ideología en su mayor parte. Dejaré de lado también cualquier examen de otros modos y de sus roles en estas sociedades, incluso el modo capitalista (potencialmente naciente en la mayoría de las sociedades que estudiaré) a pesar de su importancia evidente para el problema clásico de su “desarrollo bloqueado”; ciertamente, no me detendré en problemas de distribución en modo alguno. Una omisión más significativa sin embargo, será la serie de modos más primitivos incluidos también en estas sociedades, los cuales frecuentemente han sido de considerable relevancia para su desarrollo histórico (particularmente lo que ha sido a veces llamado el modo “nómade”; los nómades conquistaron todos los estados asiáticos que examinaré al menos una vez y frecuentemente varias veces; el nomadismo, en sus dos formas, explotativo y no explotativo, es aún un sistema económico y social de cierta importancia y con peso político en Irán, por ejemplo)9. Sin embargo, la renta y el impuesto han sido hasta el presente siglo, las principales formas de extracción del excedente en todas partes en los estados asiáticos, y la relación entre ambas es histórica y analíticamente crucial; aquí se debe comenzar.

La apropiación coercitiva de renta es el modo feudal de producción; representa la relación explotativa entre tenente y propietario, y ha sido largamente examinada por generaciones de expertos10. ¿Qué es el impuesto? Lo que no es, es el modo de producción asiático tradicionalmente definido. No hay espacio para repetir las variadas críticas dirigidas contra esta categoría de análisis y sus menos o (recientemente) más sofisticadas defensas; es suficiente decir aquí, que una u otra o ambas de las aldeas comunales autárquicas, y un estado que cobra impuestos y posee toda la propiedad de la tierra y lleva a cabo necesarios trabajos públicos a gran escala, son de hecho, bastante raros. En verdad el absoluto predominio de la propiedad estatal de la tierra, como veremos, es un rasgo de sociedades tan desarrolladas que excluyen la autarquía de la aldea y la comunalidad, y la ausencia de clases, otro rasgo tradicional, es absurdo. La irrigación estatal, la propiedad estatal de la tierra y la equivalencia impuesto-renta están presentes en diferentes lugares en diferentes momentos, pero rara vez juntos. El modo asiático, como siempre ha sido formulado, no puede ser considerado con validez analítica alguna11.

9

Ver la publicación Iranian Studies para algunas discusiones actuales; A. K. S.LAMBTON,

Landlord and Peasant in Persia, 2da. Ed. (Oxford, 1969) pp. 140-4, 157-64, 283-94, es

empíricamente el punto de partida junto a una substancial literatura antropológica. T.ASAD, “Equality in nomadic social systems? Notes towards the dissolution of an anthropological category”, en Pastoral Production and Society (Cambridge, 1979) pp. 419-28, ataca con bastante efectividad, el concepto de modo nómade como una categoría independiente. Nómades como conquistadores; ver compendio y referencias en P.CRONE, Slaves on Horses (Cambridge, 1980) pp. 18-26, 215-23, y los llamados de atención de Ibn Khaldun sobre el uso demasiado entusiasta en T.ASAD, “Ideology, class, and the origin of the Islamic state”,

Economy and Society, IX (1980) pp. 450-73, en pp. 456 y ss. 10

Su lógica económica está más claramente explícita en KULA, An Economic Theory of the

Feudal System, aunque partes de este estudio son sólo específicas del feudalismo polaco; una

vigorosa caracterización puede ser hallada en G. BOIS, Crise du féodalisme (París, 1976) pp. 351-6

11

La amplia historiografía es muy bien analizada en G.SOFRI, Il modo de produzione asiatico, 2da. Ed. (Turin, 1973) y A. M.BAILEY y J.LLOBERA (eds.). The Asiatic Mode of Production, (London, 1981); DUNN, The Fall and Rise of the Asiatic Mode of Production, analiza y explica las discusiones soviéticas. Se oponen: ANDERSON, Lineages of the Absolutist State, pp. 484-95, 548-9; HINDESS y HIRST, Pre-Capitalist Modes of Production, pp. 178-206; y muchas críticas empíricas. Una nota útil (para el aspecto de la “villa autárquica”) en R.OWEN, “The

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El verdadero problema sobre el modo de producción asiático, es que es demasiado específico política y legalmente. De la misma manera que la versión justicia privada-servidumbre-y servicio-en-trabajo del modo feudal, tiene demasiadas instituciones arbitrariamente ligadas a él como para que sea útil como una categoría económica. Pero la relación más simple representada por una burocracia estatal cobrando impuestos al campesinado, es otro tema. Samir Amin utiliza un término alternativo, el “modo de producción tributario” y esto le proporciona carte blanche para reformular sus elementos sin volver eternamente hacia lo que Marx pensaba sobre Bernier y Kovalevsky; seguiré su ejemplo. (Me dará también carte blanche para alejarme donde sea necesario de Amin12). Una “clase estatal” basada en la institución pública con derechos políticos para extraer excedente de un campesinado no controlado bajo la forma de tenencia, es en verdad, lo suficientemente común en Asia, y no sólo en Asia. Desde que el modo asiático perdió credibilidad, este modelo ha sido considerado con frecuencia simplemente como una versión estatal de feudalismo, particularmente por los historiadores soviéticos; pero es importante reconocer que normalmente coexiste con relaciones feudales más típicas, aquellas de los propietarios de tierras que extraen renta de sus tenentes, y que la tributación siempre está explícitamente en una relación antagónica con tal extracción de renta –los propietarios de tierras igual que los campesinos, no quieren pagar impuestos. Impuesto y renta son entonces, frecuentemente percibidos en oposición. Es menos obvio que también se oponen en sus lógicas económicas, tal como deben hacerlo necesariamente los diferentes modos. Volveré sobre la cuestión al final, en la tercera sección y trataré de establecer cómo funciona tal oposición. En la sección interviniente daré por sentado el antagonismo impuesto versus renta y mostraré cómo es útil para explicar algunas sociedades específicas y sus desarrollos; esto me dará una posición heurística más firme desde la cual examinar algunos de los problemas restantes.

II

He comenzado por el intento de explicar la caída del Imperio Romano de Occidente, una extensa discusión que he publicado en otra parte. (Ver arriba, capítulo 1). Allí describí la relación entre impuesto y renta como una relación entre los modos “antiguo” y feudal, el modo antiguo en su forma clasista, visto como un subtipo del modo tributario basado en las ciudades. El modo antiguo predominaba sobre el feudalismo en los buenos tiempos del Imperio Romano tardío, por el hecho de que el impuesto en realidad, extraía más de los campesinos que la renta, y (más importante) a través del dominio que tenían las jerarquías de los oficios estatales y las dádivas financieras del estado sobre las relaciones sociales de la aristocracia terrateniente, e incluso sobre las relaciones entre esta última y el campesinado. Pero ambos modos eran estructuralmente antagónicos, aún cuando la aristocracia participaba en (y se Middle East in the 18th. Century”, Review of Middle Eastern Studies, I (1975) pp. 101-12, en pp. 109-10 (cf. también ANDERSON, Lineages of the Absolutist State, pp. 489-90.

12 S.AMIN, Unequal Development, (Hassocks, 1976) pp.13-58; cf. también S.AMIN, “Modes of

production and social formations”, Ufahamu, IV, 3 (1974) pp. 57-85. El único examen general que conozco sobre tributación, G.ARDANT, Théorie sociologique de l’impot, 2 Vols. (París,

1965) aunque curiosamente es de poco uso por su extensión – 1.200 páginas.

El autor se refiere al artículo “The other transition: from the ancient world to feudalism”, capítulo I de Land and Power. Studies in Italian European Social History, 400-1200, British School at Rome, London, 1994.

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beneficiaba de) los dos: en una economía subdesarrollada, no hay mucho que hacer con la riqueza, excepto colocarla en tierras, y la tierra implicaba responsabilidad fiscal. A medida que la aristocracia aumentaba sus propiedades, el estado era menos un beneficio para ella, y más y más una carga. Cuando el estado fue amenazado por la invasión y asentamiento germánico, la aristocracia y el campesinado no estaban preparados para pagar impuestos en aumento a cambio de cada vez menos defensa; el estado simplemente, se derrumbó. Los germanos no encontraron una infraestructura de recaudación de impuestos que fuera suficiente como para permitirles mantener el principal gasto romano, el ejército. Los ejércitos germanos se asentaron en la tierra, convirtiéndose en aristocracias y campesinados; aunque la tributación tardó más de un siglo en desaparecer completamente, desde entonces, dominaron las relaciones feudales en Europa Occidental13.

El rasgo principal –se podría decir, verdaderamente, peculiaridad o particularidad- de este caso, es el fracaso final del estado romano en Occidente al oponerse directamente a la aristocracia terrateniente. Parece obvio para los occidentalistas: las aristocracias civiles estaban más cerca de la tierra que el estado; a nivel local eran lo suficientemente poderosas como para sabotear la recaudación de impuestos por los funcionarios del estado –quienes normalmente eran otros aristócratas, de hecho, en colusión; extendieron su protección de facto contra la tributación hacia todos los campesinos libres en condiciones de convertirse en sus tenentes, etc. El estado estaba hambriento de fondos y colapsó; quizás la economía era demasiado subdesarrollada como para admitir grandes estados poderosos. Sin embargo esto no ocurrió en el Imperio Oriental (presto a convertirse en Bizancio) para no hablar de Irán, China, y los innumerables estados sucesores árabes en el Medio Oriente. Los estados particulares tuvieron sus malos momentos o fueron reemplazados por otros, pero el estado en sí mismo no desapareció. ¿Porqué no?

Comencemos por China. Uno de los rasgos más sorprendentes de la historia china, es sin duda, su singularidad; es más bien, la homología casi exacta, a menudo frase por frase en los libros, con gran parte del desarrollo que acabo de delinear para la Roma tardía. La diferencia es, por supuesto, que el estado chino no colapsó; para ser más preciso, eclipsó, algunas veces se derribó temporalmente, y luego se reconstituyó varias veces en los dos milenios aproximados desde la unificación en el 211 a.C. El “ciclo dinástico” transcurre bajo los Ch‟in y Han (221 a.c.- 220 d.c.), Sui y T‟ang (581-907), Sung (960-1127/1279), Ming (1368-1644) y Ch‟ing (1644-1911)14

. La naturaleza recurrente de este ciclo siempre ha constituido el fundamento para la imagen falsa de la historia china como estática, la cual en realidad, hasta los Ming, ha mostrado un continuo desarrollo en la coherencia política e ideológica de las estructuras del estado, así como también en la expansión agrícola y comercial (especialmente bajo los Sung y los primeros tiempos de los Ming). Pero nuestro

13

Ver capítulo 1. Excluyo el modo esclavista, el cual había desaparecido casi totalmente durante el Bajo Imperio; dudo que haya existido alguna vez en el Viejo Mundo como un modo fuera del antiguo Mediterráneo.

14

No iré más atrás de la unificación. El período Yüan (mongol, 1263-1368) es un caso especial. Utilizo la transliteración tradicional de Wade-Giles, como lo hace casi toda la historiografía en lengua inglesa; los franceses y alemanes han adoptado prudentemente, la transcripción más precisa pin-yin, usada ahora por los chinos. Un buen y breve examen tradicionalista sobre los ciclos, puede ser encontrado en Wu Ta-k‟un, “An interpretation of Chinese economic history”

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interés aquí, es la relación entre la aristocracia y el estado, tanto como pueda ser esquematizada en su entera complejidad, a partir de la documentación que casi exclusivamente, al menos hasta los Sung, proviene del mismo estado.

Recientemente ha aparecido una cantidad importante de historiografía socioeconómica de alta calidad sobre China en lenguas occidentales, sobre todo en inglés, lo cual hace mucho más fácil nuestra tarea, aunque un tanto difícil de resumir en pocas páginas. Un desarrollo que transcurre durante toda la historia china, ahora mejor conocido, es la lenta absorción política de la aristocracia terrateniente por el estado, lo cual atraviesa los límites dinásticos y períodos turbulentos, con independencia de la expansión y contracción de las propiedades aristocráticas en general. La aristocracia era más antigua que el estado unificado, y los Han reconocieron los poderes independientes de al menos, los más grandes clanes aristocráticos del norte. Tal independencia era ciertamente en parte, un rasgo ideológico, en tanto los aristócratas no dependían del ejercicio de los oficios estatales para su propia definición; pero también contamos con referencias sobre el control político efectivo que tenían localmente. Los T‟ang reconocieron esta autonomía ideológica de las aristocracias del norte (el Río Amarillo) y del sur (el valle de Yangtse) pero por otro lado, tuvieron éxito en reclutar a la vieja aristocracia del norte como funcionarios de la corte imperial; hasta tal punto que las grandes familias de aristócratas realmente se extinguieron cuando los T‟ang cayeron luego de los años 870, y antes de que los Sung recentralizaran China en los años 960-7015. Bajo los Tang, pequeñas aristocracias locales por toda China, comenzaron a ser sistemáticamente involucradas en el servicio al estado (y de ahí la red de patronazgo financiera del estado) por medio un sistema de examen pseudo meritocrático; bajo los Sung, esto se convirtió en un estrato aristocrático dirigente, la “gentry burocrática”, un extenso (aunque claramente poco difundido) campo de pequeños y medianos propietarios preparados para el patronazgo estatal, y dependientes en general del reconocimiento del estado como funcionarios, para su ubicación en las jerarquías aristocráticas locales.

Este modelo persistió y se perfeccionó. Aún bajo los Ch‟ing, cuando el mundo Occidental ya estaba cercando a China, su fuerza puede verse en los cálculos de Chang Chun-li: la gentry del siglo XIX, globalmente obtenía cerca de la mitad de sus ingresos de los servicios y oficios pagos, y sólo un tercio de la tierra (el resto provenía del comercio). Aquí, la gentry, más que una aristocracia, parecía una verdadera clase estatal, financieramente dependiente de la recaudación de impuestos. Pero estos cálculos son válidos sólo para los funcionarios y no por ejemplo, para sus parientes que no desempeñaban cargos. Sería por cierto incorrecto, considerar a la gentry de cualquier período

15Para esta visión general, me he centrado en la historiografía T‟ang, firmemente basada en

tres generaciones de grandes historiadores japoneses, cuyo trabajo me es inaccesible: para una guía elemental, ver The Cambridge History of China, Vol. 3 [CHC], ed. D. C. TWITCHETT (Cambridge, 1979) la historia política de los Sui y T‟ang (Vol. 4 será para otros aspectos del período). Para la aristocracia, ver la introducción de Twitchett a la CHC (pp. 8-31); D. C. TWITCHETT, Land Tenure and the Social Order in T’ang and Sung China (London, 1962);

ÍDEM, “Chinese social history from the 7th to the 10th centuries”, Past and Present, XXXV (1966) pp. 28-53; ÍDEM, “The composition of the T‟ang ruling class”, en A. F. Wright y D. C. Twitchett (eds.), Perspectives on the T’ang (New Haven, 1973) pp. 47-85; P. B.EBREY, The Aristocratic

Families of Early Imperial China (Cambridge, 1978); y el aspecto económico general más

antiguo, en H.MASPÉRO, “Les régimes fonciers en Chine”, Recueils de la société Jean Bodin, II (2da. ed.) (1959) pp. 275-323.

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entre los Sung y los Ch‟ing, como exclusivamente definidos por sus funciones estatales, ya sea en términos políticos o económicos. Los funcionarios -incluso, o especialmente aquellos pocos que habían surgido del campesinado- típica y consistentemente, utilizaban su riqueza para comprar tierras, como en el Imperio Romano. El período Sung, el primero en el cual el estado controlaba realmente la ideología y las jerarquías sociales de la aristocracia, fue también la gran era del establecimiento de extensas propiedades, principalmente por funcionarios que usaban su nueva riqueza mientras la tenían y antes de que fueran reemplazados por otros funcionarios. Un estudio reciente sobre el condado de T‟ung-Ch‟eng, parte de la planicie baja del Yangtse, bajo los Ming y los Ch‟ing, muestra cómo tales familias de funcionarios llegaron a tener poder local real, como producto de sus propiedades (y por supuesto, de las posibilidades de patronazgo de sus cargos) el cual perduró, ejercieran o no funciones estatales. Aún cuando subsumidas en el estado, estas aristocracias de funcionarios consideraban el control local, basado esencialmente en relaciones feudales, como funcional a la propiedad de la tierra. Ciertamente, cuando las aristocracias se ligaron demasiado fuertemente al estado como lo estaban las viejas familias del norte de los T‟ang, pudieron haberse desmoronado cuando el estado lo hizo, pues habían perdido tal base feudal. Las aristocracias en China, entonces, nunca dejaron de ser feudales, no importa cuán firmemente ligadas estaban a la clase estatal y a su amplio aparato cultural/ideológico (confucionismo, literatura ética del “mandarinismo”, etc.) o si lo estaban, caían16.

Con el tiempo, y nuevamente sin tener en cuenta el ciclo dinástico, el estado se volvió más poderoso. El estado temprano T‟ang (siglo XVII) era relativamente pequeño, basado en ejércitos de campesinos propietarios y con una tributación baja. En verdad, esto debe explicar parcialmente porqué los emperadores T‟ang (con algunas excepciones notables) reconocieron que la vieja aristocracia era necesaria al estado, aún en los propios términos de la aristocracia; los T‟ang no tuvieron la fuerza como para expoliarlos, o incluso intimidarlos. Pero -mientras crecía ampliamente la amenaza nómade a China, no por primera vez- el ejército se convirtió en asalariado y la tributación aumentó. La burocracia, en otras palabras, la red de patronazgo que estaba comenzando a incorporar a las aristocracias locales en el estado, se expandía también rápidamente; la tributación creció aún más. Luego esto entró en el modelo clásico del ciclo dinástico: los impuestos recaudados resultaron en redes de clientelismo, protección, evasión de impuestos, el debilitamiento del estado. Pero la tendencia se elevó lentamente; el restablecimiento de los Sung presupuso unos tributos que, aunque tal vez más bajos que durante los últimos T‟ang, eran ciertamente más altos (y mejor recaudados) que durante los primeros T‟ang; los últimos T‟ang, Sung y Ming, también se beneficiaron de elevados impuestos sistemáticos sobre el comercio y la extracción de minerales. Por otro lado, el nivel de tributación puede ser exagerado. Para los

16

Sobre el cambio de los Sung y la caída de la vieja aristocracia, ver EBREY, Aristocratic

Families, pp. 87-119 (para el Po-ling Ts‟ui); D.JOHNSON, “The last years of a great clan”, Harvard Journal of Asiatic Studies, XXXVII (1977), pp. 50-102 (para el Chao-chün Li); ambos

autores enfatizan los cambios ideológicos más de lo que yo lo haría. Post-Sung: para una introducción W.EBERJARD, Eberhard, History of China, 4ta. ed. (London, 1977) pp. 205-16, y especialmente H.BEATTIE, Land and Lineage in China (Cambridge, 1979) sobre Tung-Ch‟eng, contra Chang Chung-li, The Income of the Chinese Gentry (Seattle, 1962).

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parámetros occidentales, los impuestos regulares nunca fueron altos: bajo los Ming, raramente más del 10% de la cosecha, incluso en el fértil Yangtse, donde los propietarios podían extraer un 50% de la cosecha como renta (aunque el impuesto venía de ésta). El estado tenía poder financiero porque recaudaba impuestos de una zona tan amplia, no porque recaudara una gran cantidad de impuestos. Y localmente, aún en el nivel más alto del poder dinástico, sus funcionarios en la práctica, tenían que negociar con poderosos intereses; el gobierno no podía ser siempre inflexiblemente coercitivo (“despótico”) aún si estaba potencialmente sostenido por la fuerza17.

China es un país grande, con muchas zonas montañosas que obstruyen las comunicaciones. Aunque se debe reconocer que mis descripciones se relacionan en gran medida con los valles del Río Amarillo y el Yangtse, unidos después del 600 por un sistema de canales, el área sigue siendo vasta, y las dificultades de control eran enormes, incluso hasta el presente siglo. Esto se distingue claramente en los primeros siglos del gobierno central, con largos (si bien en disminución) períodos de crisis frente a la invasión extranjera y el desorden interno, particularmente entre 220-589 y circa 880-979. Pero incluso esos años fueron de estados regionales más o menos efectivos, no de derrumbe total de estado y del sistema de tributación. El colapso del modo tributario, tan visible, casi inevitable en Roma, no ocurrió18.

La razón principal de esto, debe haber sido la existencia, en particular sobre gran parte de la planicie norte de China, de campesinos propietarios libres. En el norte, incluso en el período Ch‟ing, había relativamente pocos señoríos; la fortaleza de los estados siempre ha sido el valle fértil del Yangtse. Aunque ciertamente había fuertes familias aristocráticas en el norte al menos hasta los T‟ang, la tendencia entre los académicos, es enfatizar el predominio del campesinado libre en el valle del Río Amarillo a través de los períodos históricos. La planicie norte era quizás demasiado pobre como para atraer la concentración de estados del delta del Yangtse. Pero en consecuencia, siempre ha ofrecido un lugar más fácil para la explotación del estado; hay pocos señores como para socavar el modo tributario. El estado, aún en su

17 El libro básico sobre la tributación T‟ang es D. C. TWITCHETT, Financial Administration under the T’ang Dynasty, 2da. Ed. (Cambridge, 1970). Para el esquema del estado T‟ang,

temprano, ibid., pp. 11, 104-6, 229-30; CHC, pp.12 y ss., 203-10 –aún cuando (pp. 134-8) los Sui en las décadas precedentes, estaban lo suficientemente organizados como para completar el Gran Canal con servicios en trabajo. Nótese también, que los Han y sus predecesores antes de la unificación, estimaban el nivel de tributación en un 10% como mínimo, y el 20% era común; la tasa regular de explotación y el poder del estado no necesariamente iban de la mano. Ver con cautela HSY CHO-YUN, Ancient China in Transition (Stanford, 1965) pp. 108-13. Sobre tributación regular baja durante los Ming, ver BEATTIE, Land and Lineage in China, pp. 56-87 (cf. pp. 135-7) y R.HUANG, Taxation and Government Finance in 16th Century Ming China (Cambridge, 1974) esp. pp. 182-8. De todos modos, los funcionarios frecuentemente

extraían tasas más bien altas. La tributación puede aún haber sido más baja: ver D.H.PERKINS, Agricultural Development in China 1368-1968 (Edinburgh, 1969) pp.175-8. Sobre el gobierno por medio de negociación, ver por ejemplo, BEATTIE, Land and Lineage in

China, pp. 67-80; para los T‟ang, D.C. TWITCHETT, “Varied patterns of provincial autonomy in

the T‟ang Dynasty” en J.C.Perry y B.L. Smith (eds) Essays on T’ang Society (Leiden, 1976) pp. 90-109; para el reducido personal de la burocracia Sung y la consecuente confianza en las elites locales para mantener el orden, ver B. E. McKNIGHT, Village and Bureaucracy in

Southern Sung China (Chicago, 1971), esp. pp. 3-10, 183-5. 18

La problemática está mejor expresada en M.ELVIN, The Pattern of the Chinese Past (London, 1973) pp.17-110. Cf. también PERKINS, Agricultural Development in China, pp. 169-82.

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mayor debilidad, aún estando fragmentado en provincias en conflicto como después de los Han y de los T‟ang, siempre pudo extraer impuestos19

.

Al analizar los ciclos dinásticos con mayor detenimiento, toman una forma levemente distinta: no el ascenso y la caída de gobiernos fuertes, sino la expansión y contracción del grado del gobierno centralizado. El centro político del estado chino siempre estuvo en el más pobre e “igualitario” norte; los períodos posteriores a los Han y a los T‟ang, ven al estado “legítimo” empequeñecido, sobreviviendo allí, y casi podría decirse, experimentando con nuevas formas de organización estatal que podrían actuar como un trampolín para la reconquista del sur, más rico y más feudal. Los turcos Toba del norte en los siglos IV a VI comenzaron a generalizar el llamado chün-t’ien o sistema de campos iguales, la redistribución de tierras impulsada por el estado que sostenía a los ejércitos asentados de los primeros T‟ang; las Cinco Dinastías (907-60) reformularon la última burocracia T‟ang esclerosada, y recentralizaron los ejércitos provinciales del norte, para que sirvieran de base para la reunificación Sung. Cuando los emperadores reconquistaron el sur en cada ocasión, descubrieron que esta zona se había desarrollado económicamente en su independencia, lo cual por lo tanto, estaban en condiciones de explotar; los Sung asumieron el control y explotación del desarrollo del sur y con esto, lograron afianzar el poder del gobierno central, durante un milenio aproximadamente 20.

Entonces, ¿cuál modo era dominante? Algunos historiadores se han inclinado por enfatizar la ligereza y la debilidad del gobierno central, y a atribuir por completo el fracaso de China en desintegrarse de manera feudal, a la fuerza de la ideología confucionista entre las clases altas. Pero aunque pueda parecer que el gobierno central no era de ninguna manera, financieramente oneroso en términos mundiales (aún si los pobres del norte hubiesen encontrado excesivo incluso un 10% de la cosecha) la propiedad privada individual nunca, en ningún período estuvo en condiciones de destruir su estructura. Los señores, no obstante opresivos, sólo controlaron alguna vez una minoría de los campesinos chinos, concentrados en el centro-sur, y eran también en términos mundiales, propietarios en una escala notablemente pequeña. Hubo pocos aristócratas (después de 880 quizás) lo suficientemente grandes como para entrever una firme alternativa feudal a la extracción pública de impuestos por el estado tributario –aunque ciertamente estaban siempre felices de evadirlos o expropiarlos a pequeña escala donde podían. Incluso cuando el gobierno central se derrumbó, con frecuencia frente a revueltas

19

Para datos sobre el último siglo ver PERKINS, Agricultural Development in China, pp. 85-110, y CHANG CHUNG-LI, The Income of the Chinese Gentry, pp. 144-5. Generalizo demasiado en la contraposición entre el “norte” y el “sur” -había muchas excepciones. Sobre los estados en el Yangtse, ver LEWIN, Song-Dynastie, pp. 66-150; ELVIN, The Pattern of the

Chinese Past, pp.69-83; BEATTIE, Land and Lineage in China, passim. Acerca de la capacidad

que siempre tuvieron los estados de extraer impuestos, ver CHC, pp. 514-22 (C. A. Peterson sobre gobierno provincial circa 750-880); WANG GUNGWU, The Structure of Power in North

China During the Five Dynasties (Kuala Lumpur, 1963); y E. H.SCHAFER, The Empire of Min

(Tokyo, 1954) sobre Fukien, siglo VII. Los dos últimos muestran el estado y la tributación provincial, más que analizar como sobrevivió.

20

Sobre los Toba (Wei del norte) y otras dinastías del norte, ver EBREY, Aristocratic Families, pp.17-20, 24-9; ELVIN, The Pattern of the Chinese Past, pp. 34-61. Sobre las Cinco Dinastías, ver WANG GUNDWU, Structure of Power, passim; Twitchett, “The composition of the T‟ang ruling class”, pag. 79; EBERHARD, History of China, pp. 195-204, construcción basada en su idiosincrático Conquerors and Rulers (Leiden, 1952).

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campesinas generalizadas dirigidas por igual contra el estado y los señores (las de las décadas de 880, 1350, 1630)21 el gobierno y la tributación aún sobrevivieron en el norte. Se podría esperar encontrar la caída del modo tributario frente al modo feudal, en los reinos independientes del siglo X del delta del Yangtse, donde el poder feudal era más fuerte; sería interesante tener un estudio de los estados de Wu y Nan T‟ang, por ejemplo. Pero por otra parte, el modo tributario siguió siendo dominante –ideológicamente, por supuesto; económicamente, es probable (en realidad, los impuestos totales superaron las rentas totales quizás en todos los períodos); políticamente, sin duda, puesto que la clase señorial estuvo siempre demasiado dividida y lo estuvo más con el paso de los siglos, mientras que el promedio de las tierras aristocráticas tendió a disminuir gradualmente. El estado, por lo tanto, siempre pudo dar a los aristócratas más de lo que ellos podían conseguir por sus propios medios. El modo tributario dominaba las relaciones sociales de producción: los campesinos siempre fueron contribuyentes de impuestos nominalmente libres, y la aristocracia y la gentry aceptaron las reglas fundamentales de las jerarquías del estado. Pero el modo feudal siempre estuvo allí, preparado para socavarlo cuando fuese apropiado22.

Esta estructura subyacente del desarrollo histórico chino, muestra el modelo que quiero explorar claramente. El dominio del modo tributario sobre el modo feudal caracteriza, desde mi punto de vista, la relación entre el estado y propietarios/campesinos en la mayoría de las sociedades estatales más tradicionales. Prosigamos con nuestro segundo ejemplo, el caso del imperio árabe y de sus sucesores en el período medieval. De hecho, me centraré menos en el período propio del imperio árabe (636-945) que en el de sus herederos iraníes y turcos durante los siglos X a XII, puesto que esta última etapa, es el punto relativamente más bajo del poder estatal en general, y está muy bien documentada y estudiada; existen entonces, algunos buenos casos de testeo, para el problema de la pervivencia del estado. Me concentraré en los reinos de los buyíes (945-1055) en el Irán e Iraq occidental, en el de los gaznauíes (994-1040) en el noreste de Irán (Jurasan) y en el de los silyuquíes (1037-1157) dirigentes de todo el Medio Oriente y sobrevivientes luego de mediados del siglo XII en algunas partes de Irán occidental y de Turquía hasta su supresión final en el siglo XIII por los mongoles iljaníes23. Estos estados, lo suficientemente distintos en detalle, tenían una característica socio política en común que aquí es relevante: a diferencia de los imperios romano y chino, donde una clase aristocrática homogénea participaba en los beneficios de ambos, el estado y la propiedad de la tierra, en la mayoría de estos estados “islámicos”, una clase estatal se mantuvo claramente en oposición a una clase

21

La CHC (i.e. R. M. Somers) no es de gran ayuda para las revueltas de los años 870-80 (por ejemplo, p. 237): no son “campesinos rebeldes”, sino “bandidos” (cf. EBERHARD, Conquerors

and Rulers, pp. 54-64. No obstante, sería demasiado esperar conciencia social del siglo XX en

el siglo IX (cf. E. J.HOBSBAWM, Bandits, 2da. ed. (London, 1972). Quizás aterrorizaron a todos, pero ciertamente asesinaron a muchos señores. Este es uno de los puntos en los cuales la ausencia de historiadores chinos en la CHC es particularmente obvia.

22 Vietnam se ajusta también a este modelo, según LE TRANH KHOI, “Contribution à l‟étude du

mode de production asiatique: le Viet Nam ancien”, Studi storici, XIII (1972) pp. 231-48.

23

Las fechas son aproximadas. En lo que sigue, y para una mayor consistencia, me sujetaré a la ortografía y terminología árabe, más que a sus variantes persas/turcas/mongoles, excepto cuando resulte ridículo. (He eliminado, sin embargo, en la transliteración, los signos más diacríticos).

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aristocrática de propietarios locales. Ciertamente, había superposición, pero eran social y con frecuencia, étnicamente distinguibles, y a menudo, antagónicas en ideología así como en su base económica.

Los orígenes de esta contraposición son lo suficientemente fáciles de explicar: son el producto de la conquista, primero por los árabes, luego por varias olas de turcos y eventualmente, mongoles. Cada nuevo régimen tenía un nuevo respaldo armado, el cual representaba el poder militar de ese estado por el siglo aproximado de su gobierno sobre alguna parte del imperio árabe. Es por lo tanto siempre el ejército, el que se distingue más claramente de la aristocracia civil local. En contraste, el gobierno central en el sentido civil, la burocracia que dirigía los estados y su tributación, era más continua. Aunque ésta también era considerada opuesta al poder local, había aquí una mayor superposición en el personal; los burócratas civiles tenían que venir de algún lado. Así, Nizam al-Mulk, el gran visir de los silyuquíes (1063-92) y el mayor teórico laico del gobierno de su siglo, provenía de una familia de propietarios locales (dihqan) de Baihaq en Jurasan, que asciende al poder central (y casi absoluto) a través del oficio civil jurasaní. Tales raíces eran normales. Pero las elites militares no tenían esas raíces, o no con tanta frecuencia, y este es el hecho que otorga su condimento al período24.

Los árabes conquistaron partes del Imperio Romano de Oriente (Bizancio) y todo el Imperio Persa (sasánida), ambos estados con una larga tradición de impuesto versus renta, y de funcionarios civiles y militares que eran propietarios. El imperio Bizantino había sido institucionalmente descentralizado en el sentido romano, pero los árabes cambiaron esto; como los sasánidas (y como los mismos bizantinos de allí en adelante) su imperio fue administrado y la tributación fue impuesta centralmente, desde la capital. Cómo funcionaba exactamente el estado sasánida socioeconómicamente, está muy poco claro; parece que el impuesto era recaudado por el estrato más bajo de la aristocracia, los dihqans, cuya riqueza iba desde campesinos ricos a importantes propietarios locales. Aparentemente, tenían la fuerza como para recolectar impuestos del campesinado libre, aún un grupo considerable, pero no de la alta nobleza exenta de facto, quienes ciertamente, podían ser muy grandes propietarios (con tenentes dependientes, tanto esclavos como libres). Los árabes asentaron sus ejércitos étnicos con algunas tensiones, pero no perturbaron a los dihqans. En realidad, los utilizaron incluso como recaudadores de impuestos, especialmente en Jurasan, aunque la organización de la tributación estaba eventualmente burocratizada. Había considerables diferencias locales en el grado en el cual los árabes modificaron la estructura social, particularmente, en lo que concierne a la posición de la alta nobleza (en el Irán dominado por los nobles, prácticamente no fue modificada; y en contraste, la igualmente rica aristocracia de Egipto, se desvaneció rápidamente, y sus tierras quedaron para el estado). Pero los mayores cambios se dieron en el gobierno central y en el ejército; la propiedad privada tradicional, siguió siendo la base del poder local durante los siglos X, XI y más tarde. Los dirigentes árabes conservaron también substanciales tierras del estado, aunque fluctuaban en tamaño, algunas eran distribuidas en pequeños

24 NIZAM al-MULK: J. Aubin, “L‟aristocratie urbaine dans l‟Iran seldjukide: l‟exemple de

Sabzavar”, Mélanges R. Crozet, 2 Vols. (Poitiers, 1966), I, pp. 323-32, en p.325. Elites militares: ver por ejemplo, CRONE, Slaves on Horses, esp. pp. 82-9; M.A.SHABAN, Islamic

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bloques en total propiedad efectiva, qati’a, fundamentalmente entre árabes étnicos (un rasgo del primer período) mientras que otras eran confiscadas por el estado durante los cambios dinásticos25.

Pocos extensos estados precapitalistas centralizados han podido funcionar sin extracción de impuestos agrícolas, y el de los árabes, ciertamente no fue una excepción. Pero la extracción de impuestos, sin embargo, es peligrosa para el gobierno central, en tanto puede quedar fácilmente en manos de poderes privados. Así fue con los árabes. Y crecientemente, desde el siglo IX en adelante, el concepto de extracción de impuestos, se extendió al ejército. En el siglo X, los buyíes comenzaron a adoptar el procedimiento de conceder a sus soldados iqta’, el derecho a extraer impuestos sobre áreas particulares, en lugar de parte o de la totalidad de su paga. Esto se generalizó bajo los silyuquíes, y se convirtió en el principio rector predominante para la remuneración del ejército en todo el mundo islámico por muchos siglos. Mucho se ha escrito sobre la iqta’. Hay un amplio debate sobre si es “feudal” o no, por ejemplo, en el sentido del feudalismo militar occidental (respuesta: sí, a veces, pero depende del lugar y del período)26. Claude Cahen, quien domina la historiografía, estudió con cierto detenimiento su desarrollo clásico; señaló los sencillos procedimientos por medio de los cuales un muqta’ (el que posee una iqta’) podía usurpar todos los poderes del estado, privatizarlos, y convertir el impuesto de la tierra que se le pagaba como muqta’, en renta recibida por él como señor, especialmente cuando la iqta’ se volvió hereditaria en el siglo XII aproximadamente. Por cierto, en un clásico desarrollo al estilo occidental, un muqta’ estaba en condiciones de extender sus privilegios de exención de impuestos por persuasión o coerción, hacia sus vecinos a cambio de sus tierras. Cahen tiende a considerar en sus trabajos que todos los contribuyentes de impuestos son campesinos, aún cuando sabemos que había muchos terratenientes privados quienes probablemente pudieron haber resistido más efectivamente a la privatización de los poderes de los muqta’. No obstante, el

25

Sobre tributación, ver F.LOKKEGAARD, Islamic Taxation in the Classic Period (Copenhagen, 1950) pp. 168-72, para la pervivencia de dihqans, Dihqans, etc., bajo los sasánidas; A. CHRISTENSEN, L’Iran sous les Sassanides, 2da. ed. (Copenhagen, 1944) pp. 111-13; N. PIGULEVSKAJA, Les villes de l’état iranien (París, 1963) pp. 133-58; A.K.S.LAMBTON, en

Encyclopaedia of Islam [EI2] (Leiden, 1960) S.V. Complejidad de la conquista árabe; D.C.

DENNETT, Conversion and the Poll Tax in Early Islam (Cambridge, Mass., 1950); M.A. SHABAN, The Abbasid Revolution (Cambridge, 1970) pp. 5, 19-21, 91-2, 96-7, 129-30; cf. ASAD, “Ideology, class, and the origin of the Islamic state”, pp. 464-7. Qati’a: C.CAHEN, “L‟evolution de I‟iqta du IX au XIII siècle”, Annales E.S.C., VIII (1953) pp. 25-52, en pp 26-8. Modelos de propiedad luego de la conquista: C. CAHEN, “Fiscalité, proprieté, antagonismes sociaux en haute-Mesopotamie”, Arabica, I (1954) pp. 136-52; A.K. S.LAMBTON, “An account of the Tarikhi Qumm”, Bulletin of the School of Oriental and African Studies, XII (1947-8) pp. 586-96, referencia que debo a Martin Hinds. H.KENNEDY, “Central government and provincial élites in the early „Abbasid caliphate‟”, Bulletin of the School of Oriental and African Studies, XLIV (1981) pp. 26-38, el cual sólo leí en una etapa tardía de la preparación de este artículo, es el examen más sofisticado que he visto sobre las verdaderas complejidades del poder del estado antes del siglo X.

26 CAHEN, “L‟evolution de l‟iqta”, es aún la piedra basal luego de 40 años. Ver también ÍDEM

en EI2, s.v.; LAMBTON, Landlord and Peasant in Persia, pp. 31-76, y passim; eadem, “The evolution of the iqta‟ in medieval Iran”, V (1967) pp. 41-50; A.N.POLIAK, “La féodalité islamique”, Revue des études islamiques, X (1936) pp. 247-65, entre muchos exámenes generales. Usaré iqta’ como singular y plural, del mismo modo que para otras palabras en árabe.

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desarrollo (o sus potencialidades) está claro: el estado tributario tendía hacia el feudalismo, esta vez, en el sentido marxista del término.

Los estados, por supuesto, resistieron. Frecuentemente redistribuyeron iqta’ y trataron de asegurarse por todo el tiempo que fuera posible, que no fueran hereditarias; conservaron la burocracia de la recaudación de impuestos en sus propias manos. El muqta’ no residía en sus tierras, entonces esto, al menos, disminuía la inmediatez de su posesión. Con todo, el fracaso de los estados se debe a su creciente incapacidad para mantener tales controles. La heredabilidad de la iqta’, como en Siria en el siglo XII, o el Ijanato del siglo XIV, es un rasgo que refleja sin dudas la debilidad del estado27. Si leemos los lamentos de los burócratas del gobierno central en esos períodos, nos maravillaríamos que el estado haya podido sobrevivir. El destino del impuesto ya no es el tesoro; la autoridad central sobre las provincias lejanas se va debilitando. El impuesto se está convirtiendo en renta; el señorío local y privado está reemplazando al poder público. Hay incluso jerarquías de muqta’, ligadas por lazos privados de lealtad. Ciertamente, podemos ver el mismo proceso en el Imperio Bizantino tardío (siglos XIII a XV) donde de hecho, está mejor documentado; allí se puede argumentar que el estado estaba cayendo en modelos feudales en la época de la conquista otomana. Pero no era el caso de los estados islámicos. La posesión de la iqta’ nunca se convirtió en algo ideológicamente independiente del reconocimiento del sistema de tributación; nunca se convirtió simplemente en posesión de la tierra. Esto es en parte, porque la escala de las concesiones de iqta’ ha sido a veces exagerada; los dirigentes conservaron una considerable proporción de la recaudación de impuestos en sus propias manos y en las de sus recaudadores civiles más dependientes28. Pero es así también, porque la sociedad del Medio Oriente era más compleja localmente y diversa de lo que admiten los documentos del gobierno central.

Últimamente, han aparecido algunos buenos estudios sobre elites locales de las ciudades del norte de Irán y Jurasan entre los siglos X y XI, particularmente Nisapur, basados en historias locales urbanas y de linajes. La focalización de estas historias en las ciudades no está equivocada, puesto que las zonas eran urbano-céntricas: todos los propietarios importantes, y muchos otros de menor importancia, vivían en las ciudades. (El centro de estas historias puesto en la religión, está más equivocado, pero nada puede hacerse). A partir de estos estudios, queda claro realmente cuán descentralizada era la vida social en una sociedad con una enorme superficie y con escasa población como era la de Irán. Las elites patricias urbanas (a’yan)

27

Egipto es la excepción: aquí el estado ayyubí y mameluco desde fines del siglo XII en adelante, mantuvo la iqta’ como enteramente fiscal. (CAHEN, “L‟évolution de l‟iqta‟”, pp. 45-8; H. RABIE, The Financial System of Egypt 1167-1341 (London, 1972). Egipto es relativamente fácil de controlar políticamente, siendo todo llano; la propiedad estatal era alta.

28 CAHEN, “L‟évolution de l‟iqta‟”, pp. 50-1. Había también impuestos sobre el comercio, que el

estado conservó de mejor manera. Las elites muqta’ de hecho, eran reemplazadas constantemente, cuando los estados recobraban su poder o eran derribadas por otras nuevas (cf. n. 31). Esto no es porque las iqta’ fueran legalmente precarias, aunque lo eran –como también lo eran los feudos europeos, después de todo- sino porque los estados podían obtener (i.e. pagar) fuerza armada suficiente como para hacerlo. Es una expresión del poder del estado, no su causa. De todos modos, debe recordarse que la transferencia a familias aristocráticas individuales en Europa Occidental fue casi tan grande, sin amenazar el dominio feudal global.

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controlaban genuinamente Nisapur, Bayhaq, Qazvin. Aunque no eran formalmente autogobernadas, eran al menos, legalmente autónomas en el sentido de que no había instancia de apelación fuera de la del juez local, el qadi, quien casi siempre era elegido por/y entre la elite local. Hay una disputa acerca de cuán organizado estaba el gobierno local (el jefe urbano o ra’is es una figura particularmente confusa, aunque de crucial importancia para la ciudad y su relación con el estado, y nuevamente, casi siempre provenía del a’yan) pero está claro que el poder local era lo suficientemente coherente como para que valiera la pena luchar por él –el faccionalismo local era corriente en todas estas ciudades. Y el estado, incluso en las figuras de los líderes más fuertes como Mahmud de Gazna o Nizam al-Mulk, tuvo que respetar a las ciudades y a sus facciones –las intervenciones fuertes conducían a la deslealtad. Estas elites se basaban ampliamente en la propiedad de la tierra; a pesar de que la religión y la riqueza comercial también eran índices de status y ciertamente elevaban hacia el patriciado, la propiedad de la tierra era la base que tenía cada familia de a’yan, o que obtenía en cuanto podía. La propiedad y el poder local eran inseparables; cada gran propietario local estaba en posición de ser una figura importante en una de las facciones de la arena urbana. El poder social y económico en estas ciudades, era entonces en última instancia, feudal, a pesar del importante elemento comercial (e ideológico). Pero era completamente civil. Los desarrollos de la iqta’ descritos más arriba, obviamente no entran en esto para nada29.

En parte, esta división debe ser tal, porque todavía no hay análisis sistemáticos de la interrelación política entre la estructura de poder central y las elites locales. Es como si hubiesen pertenecido a dos mundos separados. No pudo haber sido así, por supuesto; las elites centrales no han sido tan desarraigadas como a veces parece. Pero de todos modos, tenemos dos tendencias separadas hacia el feudalismo en la misma sociedad, por un lado, la descentralización y privatización de la recaudación de impuestos del gobierno central, y por otro, la continua independencia de los propietarios civiles privados. Eran diferentes, y estructuralmente rivales. El estado en realidad, se beneficiaba como “intermediario honesto” entre facciones30

. Esto

29 AUBIN, “L‟aristocratie urbaine”; C.E.BOSWORTH, The Ghaznavids, 2 ed. (Beirut, 1973)

pp.163-200 (los gaznauíes no usaron la iqta’); R.W.BULLIET, The Patricians of Nishapur (Cambridge, Mass., 1972) –cf. revisada por R. P.MOTTAHADEH, Journal of the American

Oriental Society XCV (1975) pp. 491-5; MOTTAHADEH sobre Qazvin y Bulliet sobre Nisapur en

D. S. Richards (ed.) Islamic Civilisation 900-1150 (Oxford, 1973) pp. 33-45, 71-91; R.W. BULLIET, “Local politics in eastern Iran under the Ghaznavids and Seljuks”, Iranian Studies, XI (1978) pp. 35-56, es el examen más prolijo. Cf. también KENNEDY, “Central government and provincial élites”, para un período anterior. Nótese que en el estado mameluco tardío, donde la propiedad local estaba en manos de los muqta’, hombres del estado (y bajo gran control central) las ciudades eran mucho menos independientes, y fuertemente sujetas al patronazgo estatal local (emir): I.M.LAPIDUS, Muslim Cities in the Later Middle Ages (Cambridge, Mass., 1967).

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R.P.MOTTAHADEH, Loyalty and Leadership in an Early Islamic Society (Princeton, 1980), es el único análisis sistemático del estado buyí vis-à-vis la sociedad civil, casi enteramente desde el punto de vista de la ideología. Afirma que el pueblo necesitaba al estado (pp. 175-90) en contra de por ejemplo, algún trabajo de Bulliet. También enfatiza la informalidad de muchas de las estructuras del poder local (pp. 123-.74); pero sospecho que debe estar muy influenciado por el trabajo de Lapidus, el cual trata sobre una estructura socio política mas bien distinta (ver n. 29). Un trabajo posterior semejante para el estado como intermediario: ver E.ABRAHAMIAN, “Oriental despotism: the case of Qajar Iran”, International Journal of Middle East Studies, V (1974) pp. 3-31.

Referencias

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