¿SPIlIflSlfO
■o si-;.\
DESENGAÑOS
DE
UNA.
ESPIRITISTA
IkíJí'O
ífííí-fl^i
yal'OK
'ñtAivi-múa
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Muja- J-'mrlcesmás raray. prpi-iosa que'las perlas cjiíó se traendelosrniilinescte) mundo,
l.á (.Tar-iii, |,i
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herindstira; solí vanas¡ipuriciioinsi|ue cfestv'paiv-.cea ramoi-l humo El elo»¡o ¡n- ..
mortal de laMitjn/''«o/i.se|un- rt din-u la'virtudde la sabidiu-in.
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la pieílml,la. candad y el temor.¡f
ile I'¡os. ■%»* -obras líei-luis por^
estos impulsos sonlos -Verdade ras.'
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l.nx l'i-ilfrr. Cup. .VA'.V/ !'«-. 10
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• l.o(|iic<?J so] al oñecr en las «HurasdeDioses paja ft] .mnn-.ii«, i-sla.üf'iitili'ziido tu mujer tiñería, pura el-•ad.irilo de su' misa.
-Ktjfshhth-i. <;,IK XV 17 .YA/
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IsilUiENTA I»!. I.OfiT.\l,l,i:i!ESI)H X.S. I.KI, C.W.'MK.V
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ESPIlIfISIO
Ó SKADESENGAÑOS
DE
lANA
ESPIRITISTA
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1.a MujerFuerteesmásrara y preciosaque las perlas que se traende los confines del mundo. T.agracia, la hermosura, son vanasaparienciasquedesapare cen comoel humo. Elelogioin mortal de laMujerFuevtesefun daenla virtud de la sabiduría, la piedad, la caridad y el temor de Oíos. Las obras hechas por estos impulsos sonlas verdade ras.
LosProcer,Cap. A'.YAY Ver. Ui Lo que el sol al nacer en las alturas de Dioses para el mun do, eslagentilezade la mujer buena para el adorno de sn casa.
EclesiásticoCap. XX \'I-XXI
SANTIAGO
DE CHILEImprenta de los Talleres de N. S. bel Carmen Delicias, 2303
A LAS
MADRES
DE
FAMILIA
A vosotras,
madres
de
familia,
dirijo
la
pre senteobrita.
Ojalá
encontréis
enella
algo
útil,
quepueda
serviros
para queagreguéis
á
vuestrosconocimientos
y osayude
á la
enseñanzade.
vuestras
familias
ypodáis
conmás
facilidad inculcar
enel
corazón
de
vuestroshijos,
la moral
queencierra
nuestrareligión,
base
fundamental
de la
familia
cristiana
yde la sociedad
engeneral.
No encontraréis
enella formas
literarias,
ni me noselegancia
enel estilo
; perosí la
verdad,
dicha
conla
sencillez
yclaridad
que meha sido
posible.
Os hablaré del
Espiritismo.
Trataré
de
desco
rrer
el velo
queoculta
estaciencia
misteriosa,
ya quesin
conocerla
se nos vaintroduciendo
poco en nuestra
sociedad.
Intentaré
poner en evidencia lo
querealmente
esel
espiritismo,
y daré áconocer
los resultados
queocasiona,
yamorales
ó enel
organismo
de las
personas.
Me
dirijo
á las madres de
familia yá
lamujer
en
general,
porque ¿cuándo ésta
noestá
obligada
á
inquirir,
á
indagar,
á
finde
ensanchar sus conocimientos para
poder
enseguida
trasmitirlos
á suspropios hijos
ó
á sussemejantes?
¡ Cuántos bienes
reportan
á lafamilia
las leccio nes,los
consejos
de lamujer
instruida!
Es
preciso
no olvidar quelos
buenos
hijos
sonla
basede la
buenasociedad,
yla buena sociedad
formalo
quellamamos
Patria,
yésta
esgrande
cuando sus
hijos
llevan
en sualma
la idea de lamoral.
¿Y quién
sinó
vosotras, sois lasencargadas
porDios
y la sociedad para inculcartales
principios?
La
ciencia,
queindudablemente
debe estar arraigada
enla
inteligencia
y enel corazón de la
mujer,
es la Religión'.La
mujer
sinreligión,
es un cuerpo que notiene
alma.
Lamujer,
pues, esel arbitro
delos
destinosde la
Patria.Penetradas del
espíritu
que encierrael
pequeño
opúsculo
que ospresento,
no dudo quelo
leeréis conatención,
y le daréis lainterpretación
yacogi
da que deseo.
Si me
concedéis
toda vuestraindulgencia,
me esgrato
deciros
que sehabrán colmado
losdeseos de
HISTORIA
DEL
ESPIRITISMO
La histeria del
Espiritismo
se remonta á losprimitivos
tiempos;
quizás
desde laépoca
de la creación del mundoó más bien desde nuestros
primeros padres,
cuaudo habitaban en el Paraíso terrenal.
Pero refiriéndome al
Espiritismo
dehoy,
podríamos
lijar
la fecha reciente en que se nospresenta
con nuevas y misteriosas formas.Hace f>4 años, en una ciudad de Estados
Unidos,
vivía un hombre que era continuamente molestado con fuertesgolpes
enlas'puertas
de su casa; lo cual le hacía que nodurmiera en toda la
noche,
deconsiguiente
era para élmotivo de
grandes
molestias. Eu vanotrató,
valiéndosede mil
medios,
hasta de la astucia para cerciorarsequién
tenía la mala idea deincomodarlo de una manera tan te
rrible;
pero todo fuécompletamente inútil,
no encontrando ni
enemigos,
ni rastroalguno
que le indicara lacausa de tales ruidos.
Cansado el
pobre Weekman,
que así se llamaba estehombre,
de tan misteriosoalboroto,
resolvió por fin irse(•»
No había trascurrido mucho
tiempo,
cuando vinieroná habitar la mismacasa el matrimonio Foxcon sus
hijas
Catalina y
Margarita.
Pocos días
después
de lallegada
de estafamilia,
prin
cipia
nuevamente á sentirse la lluvia degolpazos
hasta molestar á los Fox. Estos alprincipio
no le dieron granimportancia,
loatribuyeron
solamente á abundancia deratas ó ratones. Al efecto tomaron sus medidas para aca
bar con todos ellos. Sin
embargo,
con asombro sevio queno había tales bichos en la casa; y los
golpes, lejos
de disminuir,
aumentaron en fuerza y cantidad. Losgolpes,
ligeros
alprincipio,
tomaron enseguida
la forma y fuer za de martillazos ó dechasquidos
delátigos.
Un día la señora
Fox,
fastidiada de tantabulla,
hace lapregunta
siguiente
: ¿Quién
llama y mete tanto ruido?Los
golpes
cesaron alpunto.
La señora continuó hacien do variaspreguntas
y todas eranseguidas
de uncomple
to silencio. Se le ocurrepreguntar:
¿Es algún espíritu
el quegol pea?
Sesintióentoncesungolpe
secoyprolongado.
Muchas otras
preguntas
sesiguieron,
pero nohubo
contestación. Al fin dice la señora:
¿Qué
edad tiene mihija mayor?
Se sintierou catorcegolpes,
claros y bienmarcados.
¿Y
mihija
menor?Dieron docegolpes
seguidos.
Era esto muy exacto; losgolpes correspondían
á la edad de las militas.Muy sorprendida
la señoraFox,
corrió á contar á sumarido lo que acababa de
oir;
pero éste nocreyó,
hastaque al día
siguiente repitieron
delante de él las mismaspruebas agregando
además otraspreguntas
que fueron contestadasen el acto; continuandoundiálogo
animadoasombrando por
completo
á Mr. Fox.A
partir
de ese momento, corrió por todo elEstado,
que el comunicarse con los seresinvisibles,
era monedacorriente.
pagaran los yanquees á
precio
de oro. Alefecto,
se tras ladó á la ciudad de Ilochester y abrió allí una oficina decomunicación con los
espíritus,
donde acudían lasgentes
á millares.
Los
espíritus
por suparte,
no lodejaron
mal,
acudien do con frecuencia á las citas que sepermitían
darles lasseñoritas Catalina y
Margarita
Fox,
heroínas ó médiumde
aquella
que desde unprincipio
la llamaron Religión Espiritista.A medida que avanzaba el
tiempo,
lasapariciones
de todogénero
se sucedían. Enfin,
las transformaciones iban en aumento y lacaja
de Mr. Fox se llenaba de orocon
rapidez.
Los Fox tuvieron la habilidad de
ayudar
á losespíri
tus,proporcionándoles
una clave que les hiciera más fá cil la comunicación con losvivos,
esdecir,
consistía en dar tales y tantosgolpes
para cada una de laspreguntas
más
usuales,
y losespíritus
laaceptaron
gustosísimos.
Pero 301110 esto sería discurrir muy poco, porque así
no
podría
seguirse
una conversación sino ámedias,
acor daron servirse del abecedario y de laescritura;
así de esemodo
pudo
llegar
á establecerse la comunicación entre los seres descarnados y losparroquianos
de Mr. Fox.Tal noticia no
podía
menos depicar
la curiosidad demuchos,
así es que la familia Fox tuvo muyluego
nu merososcompetidores;
pero ellos comodescubridores,
tuvieron
siempre
preponderancia
sobre los demás. Noti cia de talmagnitud
nopodía quedar
sólo entre los americanos;
llegó
muy en breve áEuropa
y con larapidez
del rayo,
esparcióse
por todos lospaíses,
distinguiéndose
por su entusiasmo las ciudades de
Turín, Londres,
Ge nova,Venecia,
y otras, en que se dieronrepetidas
sesio nespúblicas
deespiritismo
á las cuales asistíanpersonas
de
respetable
posición
social.Pasaré ahora á referir como y por
qué
me hiceespi
ritista:
H
Jamás había llamado mi atención todo cuanto se rela ciona á
hechicerías,
mesasgiratorias, espiritismo
ó cosasparecidas.
Siempre
creí que todo esto no ora más quepérdida
detiempo
y purassupercherías;
deconsiguiente siempre
me creí á cien
leguas
distante delespiritismo.
Fui una noche á hacer una visita á una
respetable
fa miliaamiga
mia.A mi
llegada,
notéalgo
extraño enaquella
reunión;
cierta
frialdad,
que francamente me mortificó un tanto. En un instantellegué
á creer que mi visita eraimpor
tuna y fué para mi un momento de confusión. Pero la dueña de casa, amable é
inteligente
señora, muyluego
me
quitó
tal idea. Medijo:
«Estamos en una sesión deespiritismo, ¿quisiera
Ud. ver?» Yo mesorprendí;
pero en el acto contesté á miamiga
que sí.Acepté
mas bien por nointerrumpir,
que por curiosidadfrancamente,
notenía interés en conocer tales cosas.
Me
fijé
entonces que al extremo del salón había unapequeña
mesay mediodiseminados,
cerca deella,
varias señoritas y caballeros que se habían levantado en el actode mi
llegada.
Al oir la voz de mi
aiíiiga,
que les hacíacontinuar;
cuatro personas se sentaron al rededor y extendieronsus manos sobre la mesita.En ese momento la sala
quedó completamente
silenciosa; nadie hablaba: las cuatro personas de la mesa perma
necieron serias y
cabizbajas.
Yo por mi
parte,
no me daba cuenta de lo que estabapasando;
mefijaba
en cada una de las personas, las cuales
permanecían
absortas;
parecía
queátodos seles había olvidadoque
hacía apenas un momento que yo habíallegado.
Quise
hablar y no meatreví;
ni halléquien
estuviera en
disposición
de oirme.Por
fin,
al cabo de diez minutos dereligioso
silencio,
acom-pasada
y el tonobajo
en que fueronpronunciadas
yluego
losojos fijos
en unsolopunto
de la mesa, mecausó tanta extrañeza que nopuedo
explicarlo.
Estepersonaje
era un
joven
como de veinte y seis años deedad,
de semblantepálido,
y unagorrita
depaño
que caia sobresu
frente,
no sé si sería por ocultarsu rostro de las cuatro luces de gaz que había en elsalón;
ó porque asipodría
reconcentrar supensamiento
paraalgo
que lopreocupaba
mucho;
lo cierto es, que eljoven
tenía en ese momentouna
gravedad
particular.
Ahora que lo
sé,
puedo
decir queaquel joven
hacía de médium en esa sesión.Por eso al
preguntar
el referido Médium:«¿Hay
aquí
algún
espíritu?
Se lopreguntaba
á la mesa.Debo advertir que sobre la mesa había escrito un alfa
beto de la
lengua
Castellana. La mesa dio ungolpe.
El Médium
dijo:
¿A
quién
llamamos?Todos fueron de
opinión
que se llamara alespíritu
deun
grande
hombre,
de un Héroe muy conocido de todos.Médium.—
Espíritu
quien
sea ruéfueres,
díuos¿podrá
venir elespíritu
de ? La mesa dio ungolpe.
Médium.—
Bien,
puede
venir,
loesperamos!
Trascurridos
cincominutos,
la mesa se movió á distin toslados.Médium.—
¿Qué espíritu
hallegado?
La mesa
principió
ádargolpes,
de modo que cada tan tosgolpes correspondía
á una letra de nuestroalfabeto,
hastallegar
áformar,
con todaclaridad,
el nombre vapellido
del héroe que todospedían.
Cuando se anuncióla
llegada
de estepersonaje,
no solo elMédium,
sino todos los de la reunión lo saludaron conrespetuoso
cariño.El,
por medio de la mesa y con susrespectivos golpes,
formó lapalabra gracias!
Hasta
entonces yo no hacía otra cosa que reírme inte riormente y mi sorpresa subía depunto
al ver que con tantorecogimiento
y seriedadpudieran jugar
con una10
¿Cómo
esposible, pensaba
yo, quejóvenes inteligentes,
caballeros
y señoras derespeto,
estén haciéndose los que creen, ypuedan
permanecer tanformales,
¿ó
será por burlarse de mí? Todas estas ideasabsurdas,
se venían á miimaginación.
Médium.—
¿Qué
sepregunta
alespíritu
de ? La señora entonces, me dio lapreferencia
para quepreguntara
algo
referente á mi familia.Indiqué
saber si mipadre
ausente muchos años, vivía ó nó.El Médium
repitió
mipregunta.
La mesa contestó por un
golpe,
que sí. Médium.—¿En
queparte?
La mesa formó con
golpes
laspalabras siguientes:
«Washington, Lyberty
Street número2,221.
Esto aunque me
sorprendió;
pero no me hacía creer todavía.Seguí
haciendo infinitaspreguntas,
las que el Médiumrepetía
y la mesa con sistemáticapuntualidad
contestaba.Yo decía continuamente:
¡Ustedes
mueven la mesa! A pesar de esto noconseguí
queaquellos
yaquellas
señoras,dejaran
de estartranquilamente
serias,
como cuando se trata de un asunto de muchaimportancia.
El Médium continuaba
preguntando
y recibiendo con todapaciencia
las contestaciones de la mesa.Por último se me ocurrió hacer una
pregunta,
cuyo dato solo era sabido en esa reunión por mi misma y creíimposible
que la mesapudiera
contestar.Pues,
la mesa por medio de susgolpes
contestó con toda exactitud!Al oir tal
contestación,
mecausó granasombro,
y que dé comopetrificada,
no me reí ya; creí que había en todo esto un fenómeno desconocido y mequedé
abismada;
me encontré derepente
sin saberqué
pensar; larespuesta
que la mesa acababa dedarme,
nopodía
ser casual.El
Médium,
al verme tanseria,
preguntó:
Se haequi
vocado,
acaso elespíritu?
El
Médium,
dio por terminada lasesión,
despidiéndose
del
Espíritu
con toda cortesía y dándole lasgracias
porhaber tenido la amabilidad de querer venir á hablar con nosotros.
Yo me retiré á mi casa, muy
preocupada
con lo queacababa de ver. Xo deseaba creer: pero sí
quería
indagar
para cerciorarme por mi misma si fuera
posible,
que ha bía de verdad.Deseaba saber si era un
juego
hábilmente coordinado,
ó era cierto que losespíritus
venían. Tomé la resolu ción de hacerpruebas
hastaconvencerme. Por otraparte
me encontraba sin tener conquien
hablar confidencial mente sobre elparticular.
Al día
siguiente
teniendo muy en mi memoria lo quelos
espíritus
habían dichorespecto
de mipadre,
escribítres cartas
dirigidas
á personas que residen en Estados Inidos,
enviáudolesal mismotiempo
las señas dellugar,
calle y númerode lacasa habitada por mipadre.
Les pe díatambién,
en caso de que existiera, me enviasen untelegrama.
Dada la
respetabilidad
de las personas áquienes
mt-dirigía
yo estaba segura quecumplirían
con exactitud mis encargos. Eso sí que tuvebuen cuidado de no decir les en mis cartas, que tales noticias las había obtenidopor medio del
espiritismo;
porquetemí que esos señores, entreellos,
uno que es mipropio
hermano,
me tuvier;-.por loca.
Todos me hallarán razón que con tanta
ligereza
hubiera dado
semejante
paso.¡Se
trataba de unpadre-ausente tantos años!
Me
dediqué, pues,
á hacer laprueba
sipodría
conseguir
electrizar la mesa.Arreglé
el alfabeto en la forma que se me indicó. Hicealgunas preguntas
queme fueron contestadas con bastantenegligencia.
12
No
puedo
negar que tal revelación me llenó de satisfacción;
pues ya tendría yoamplio
campo para decifrar el misterio de lodesconocido;
para trasmitir á los demás lo que me enseñaran losespíritus
en caso de haberlos.¡Qué
de cosas útiles iba á saber!¿Sería
verdad,
que vi nieran losespíritus?
Dicen que son las almas de los que mueren: Entonces vendrían á mi llamado los bienaven turados que están en elcielo;
las almas de los que estánpurificándose
en elpurgatorio:
hablaremos también conlos
desgraciados
quedespreciaron
laley
de Dios en este mundo porseguir
suspropios
instintos y allá habrán recibidoel
castigo
desus malasobras;
ellos mismosnos contarán todo esto. Consolaréá mis
amigos
dándoles la buena nueva como deben llevar sus
negocios. ¡Oh,
si esasí,
¡qué
grande
es elespiritismo! ¿Por qué
todos no sonespiritistas?
Todas estas refecciones me
hice,
y otrasmás,
cuando supe que sirviría de Médium.Principié,
pues, mis estudiosespiríticos,
con entusias mo ycuriosidad;
perosiempre
con el ánimo de conven cerme de la verdad.Todo el
tiempo
que misocupaciones
de dueño de casa me lopermitían,
me sentaba alrededor de la mesa condos ó tres personas que me
acompañaban
en esta tarea. Momentosdespués
la mesa se movía y losgolpes
no sehacían esperar.
Cada
día,
el fluido eléctrico ó losespíritus
sepresenta
ban con más facilidad. La escritura eralenta al
principio,
luego pude
hacerlo con sumarapidez.
Apenas
mis manos tocaban lamesita,
losespíritus
sepresentaban
dando a conocer sus nombres.Pocos días habían trascurrido y ya la lista de los
espí
ritus era muylarga,
de nacionalidades distintas. Unoserau
americanos,
otrositalianos, franceses,
españoles,
ingleses,
chinos,
alemanes,
etc.En fin yo
progresaba
en el arte de losespíritus.
Hubo vez que la mesa noesperó
que yo fuera á buscarla,
ella sola se vino á recibirme.En esta tarea
pasé
treinta y tres días.¿Me
convencí de que elespiritismo
existe,
que es bue no,queefectivamente vienen ánuestro llamado las almas de los que mueren?Lo iré diciendo en los
capítulos
siguientes.
¿Existe
elEspiritismo?
He ahí una
pregunta
difícil de contestar.¿Podremos
decir que existe elespiritismo,
cuando lo que sedice,
lo que seescribe,
no son más quesuposi
ciones?¿Sabemos
si lo quehoy
llamamosespiritismo,
sea un fenómeno que en un día más ó menoslejano,
se nosmanifieste tal cual es,
deje
de ser un misterio y resulte ser causanatural?Esta idea ha venido
algunas
veces á mi menteDejaré
á un lado estas dudosas consideraciones para decir lo que creo delespiritismo.
Qué
elespiritismo
existe,
es indudable.No se concibe que el movimiento de una mesa ó de otro
objete
cualquiera
sea debido á la electricidad. Llamo electricidad á este fenómenodesconocido,
por creerlo másadecuado,
basta que sediga
que nosotros mismos llevamos este fluidoimpregnado
en nuestro sery que casi todos los descubrimientos de
hoy
día,
están basados en estachispa
luminosa.Creo que el
espiritismo
existe;
porque no sería sufi ciente motivo quedos,
tres ó más personas formen una cadenajuntando
las manos sobre una mesa y esta semueva á voluntad del individuo que hace las veces de
presidente
ó de Médium. .14
superior
que contesta á unapregunta,
queescribe,
quedá
golpes,
que lee y trasmite alpapel
elpensamiento
deuna persona:
Que
á veces acierta con la hora y el momento, con laedad de una persona que no está allí
presente
y que losque están reunidos también la
ignoran;
con el año, mes, día y hora en que murió tal ó cual persona, etc.Es
preciso
que la mesa entienda lapregunta
que sehace para dar una
contestación;
porque entoncesgolpea
ría alacaso, sin tino ni orden. Nopodría
formar una palabra hasta no dar una contestación. Mientras se vé que
elige
con todaagudez
las letras que han de formar laspalabras
y á veces también seanticipa
á contestar á unapregunta
que se hace por allá retirados de la mesa.Otras veces la mesa toma
parte
en laalegría general
de la
reunión,
corre, desviándose de las manos que lasujetan;
se le dice baila i lohace;
vaya é inclínese delan te deaquella
persona i también lo hace.Me ocurrió en varias ocasiones entrar áuna
pieza
donde sin saberlo yo,
magnetizaban
ó electrizaban una mesay ésta corrió á mi encuentro; varias personas se esforza ron en
sujetarla cargándose
enella,
y nopudieron
conseguirlo
hasta quellegó
á mí yquedó
afirmada sobre mibrazo.
En otra ocasión cité á un
espíritu
á las nueve y mediade la noche y como no me fué
posible
á esahora acercar me á la mesa; á la misma horaconvenida,
se sintieron fuertes pasos en lapieza
siguiente
ygrandes golpes
enlas
puertas.
Apenas
puse las manos sobrela mesaprinci
pió
á moverse,y también mimano derecha. Tomépapel
ylápiz
y mi mano escribió: Hellegado
conexactitud,
meanuncié por pasos ypor
golpes.
»Me ha acontecido
también,
que estando solo y en actitud de escribir:
Apenas
en miimaginación
he formulado una
pregunta,
mi mano la ha contestado inmediata mente y he formado undiálogo
mudo por miparte
yestrafio
diálogo,
me hacíanasombrarme,
porque eran constestaciones raras. Lo mismo que cuando dos personastratan de un asunto
importante;
pero que no están de acuerdo entodo;
el uno dice «tal razón»: el otro: «perohay
que agregaresto,
porque daría tal resultado»—«No me parece dice el uno»: «pues esasí,
dice el otro».Demanera que entre un Médium y una mesa
hay
dosvoluntades,
puesto
que el uno dice negro y otro dice bla neo.Hay
entoces unainteligencia
que hace mover la mesa.Un
pedazo
de madera noentiende,
nohabla,
nopuede
obedecer,
niresponder
á unapregunta.
Dije
una vez: ¿enqué
estápensando
don fulano? caballero que estaba distante de la mesa.
La mesa escribiópor mi mano: «en tal cosa». Era exac
to; pero el caballero
dijo
en el momento: pero, faltaalgo.
Mientras el caballero hacíaesta
observación,
ya mi manocompletaba
elpensamiento
del caballero.Hay
personas que dicen: nohay
talespiritismo,
essolo un fenómeno de
hipnotismo.
Entiendo por
hipnotismo
la trasmisión de la voluntadó el
pensamiento
de una persona á otra.Pero
aquí,
en lo que se llamaespiritismo
vemos que nohay
trasmisión devoluntad,
porque al contrario vemos en el
diálogo
anterior,
el Medium tenía una idea yla mesa ó un
espíritu
tenía otra.Ahora
¿cómo
mi mano escribió elpensamiento
de unapersona que se encontraba á gran distancia de nosotros?
¿quién impulsó
la. voluntad delcaballero
para traerlahasta
mi mano?Otro
ejemplo
nosprobará
que no estrasmisión
de la voluntad del Médium: una persona escribió en unpapel
algo,
lejos
de la mesa, y en un sobre cerrado lo pusosobre ella: Me dice: «que conteste á eso». Por medio de
Hi
■ Se
comprueba
que no eshipnotismo,
pues en e! caso ,que antecede-no hahabido modo que setrasmita-, kv.vo
luntad.
.--¡> .: ■■•■<■ - •- ■-;r-.A<í '■•
. -■:.
•-:■-.■..■>'•:■.•.r-jr-r■■■;
:--.\. Los
-hechos,
la; razoname dicenque-exrste
eFespiritis-..-mo;
percr, ¿es
bueno?;
¿debe
creerse en él? Loveremos en .loscapítulos siguientes:
.-;■ ■'■•..■•-•?
¿Debe
creerse en elEspiritismo?
En el
presente capítulo
meocuparé
de narrar.algunos
diálogos
que tuve en distintas sesiones deespiritismo.
"''
"Omitiré por
completo algunos
deellos,
por creerlosinconvenientes,
ó porque teniendo quesuprimir
nombres •'■propios
se hace más difícil la redacción: Ademas-necesi taríamos de muchoespació
para referirlos todos.'
Señalaré para mayor facilidad y evitar
repetición
denombres,
lapalabra
Médium,
con soló «M»'. yEspíritu
con la inicial «i?'» '■'..- -.■'.
Cuando me
introduje
alespiritismo, quise
observarcon estricta
escrupulosidad,
todas lasreglas
del arte, esdecir,
hice lo que se medijo
hacían losgrades
espiritis-1
tas cuando evocaban á los descarnados.
(
Con lamejor
intención y devociónprincipiaba
lasse-]
'siónes,
dirigiéndome
á Dios parapedirle
quealejara
á "losespíritus
malos,
jocosos
ó burlones y mandara alre-i
dédbr
de la mesa soloespíritus
benévolos.Hecha esta
oración,
conrecogimiento
debido,
pedia
'que. Viniera el
espíritu
de ungrande
hombre,
si así me lópedíair.
Momentosdespués,
la mesa seponia
en-movimiento,'
yarápido
ólento, según
el carácter que .elevocado tuvo en vida.
-'■
Desde
íósprimeros-
días,
no me cupo duda que eran '>espíritus'
los' quecontestaban á-mispreguntas..
; A Un día" llamábamos á una
persona de mi
familia;
la mesa comenzó" á- moverse, ó más bien-á remecerse. JfeáíMm—-'¿'Ha-llegádo
elespíritu
que llamé? • '■: La mesa no se movió. .
'
Pasado un rato volvió á
principiar
el misino movi miento brusco que alprincipio,
como llamando la atención. M.—
¿Qué
espíritu
se encuentraaquí?
E.—
«Soy
E. G.»(con
todas susletras.)
La admiración de toda la familia fué muy
grande
al oir tal nombre. El nombre que acababa de aparecer era el deunaamiga
quehabíadejado
de existir hacía muchos años y nadie tenía paraqué
recordarla aún.M.—
¿Porqué
ha venido? ¿ se le ofrecealgo?
E—Sí.M.—
¿Qué
necesita? E. —Doce rosariosy una misa.
Este
espíritu
senegó
á hablar porgolpes,
movió mimano como para que
escribiera;
tomé unlápiz
y escribí porprimera
vez, con gran asombro de todos.M.—
Le
prometemos
á Ud hacer lo que nospide.
E.—(Gracias.
Pasados muchos días estábamos en comunicación con
un
espíritu
que la historia nos cuenta sabía mucho de Astronomía. Concluíamos la sesión con losiguiente:
M. —Y
en la luna
hay
habitantes? /'. —Eso lo sabrás el día del Juicio final. M. ■ —
¿Nada
máspuedes
decirnos? E. —Sí,
dice E. C que le manden decir la misa que ofrecieron hace días.Ciertamente
dijeron
todos,
le debemos la misa.Como habíamos
cumplido
rezándole losrosarios,
nonos habíamos acordado demandar decir lamisaá laE. (.1. Un día puse las manos en lamesay en elacto se movió. M~- —
¿Quién
se encuentraaquí?
E — E. G.
M. —
¿Como
lo pasaE. (i? E. — Tu hermanoque está en el Perú ha muerto. Como yo no creía todavía en el
espiritismo,
lanoticia,
aunque detrascendencia,
no me causómuchaimpresión.
M. —
Ir
E. —
Sí,
hace ocho años.M.
—¿Fué
acaso de unaherida que lehizo unbandido?E. — No.
de esa herida sanó: ha muertode unaenfer medad que
contrajo
en las minas.M.—
¡Ha
muerto en una mina! E. —No murió
allí,
sino en elpueblecito
deSe había casado y su
mujer
tiene el dinero que a élpertenecía.
M. —¿Deberé
yoexigir algo
de ese dinero?E. —
No,
porque ella espobre
y son poco más de ocho mil pesos.M. —
¿Podría
yo hablar con mi mismohermano,
puesto que ha muerto?
É.
■ — Sí.(desapareció)
La noticia de mi hermano y los muchos detalles que omito me hicieron creer que era verdad. Al mismo tiem
po
alguien
recordó que mi hermano había hablado deuna rica mina en una ocasión. Me decidí á llamar al es
píritu
de mi hermano. M. —¿Qué
espíritu
se encuentra con nosotros? E. —Tu hermano E. F. R.
(con
todas susletras)
M. —
Fres tú en realidad!
¿Entonces,
es verdad quihas muerto?
E —
Sí,
en ellugar
de hace ocho años:M. —
¡Qué
gusto tengo
de que estésaquí!
A'. —• Mucha satisfacción espara mí
poder
hablar conmi familia.
M. —
¿Primera
vez que te encuentras con nosotros? E. —Siempre
he estado conUds.;
donde tú vas ahí teacompaño
ysiempre
teacompañaré.
Fna hermana mía que estaba
presente,
pero no en lamesa,
dijo
: yporqué
solo á tí teacompañará
? Esta fué una consideración que hicimosaparte,
sinpreguntar
alamesa. Pero la mesa contestó
inmediatamente,
como persona que está atenta á una conversación.
E. —
hermana muy
querida
en latierra,
porque ella tienecompasión
de A. y S. que son muydignas
de sus cuidados ; ya que se haimpuesto
estedeber, cúmplalo
y yo porestotengo
muchaalegría.
M. —
¿Eres
feliz en el mundo donde vives? E. —Sí,
así,
así. M- —¿Te
faltaalgo
para ser feliz? I'l- —Sí,
algo.
M. —
¿O
estás en el infierno?E —
No.
M. —
¿Mucho
te faltaparallegar
á lapresencia
de Dios?E. —
Sí.
M. —
¿Estás
en elPurgatorio
? E. — Sufro.M —
¿Te gustará
que tus hermanas nieguen por tí? E — Milgracias,
mishermanas;
sí, sí,
sí. M- —¿Quieres
misas? E. —Catorce. -M- —
¿La
misa es devoción muygrande?
E. — X.-U. —
Antes de
despedirnos,
para que nos manifiestesque eres
tú,
saluda á tus hermanas con una inclinación.Así lo
hizo;
la mesagiró
yllegó
dondeestaban sushermanas y sobrinas y se
inclinaba; pasando
delargo
porenfrente de las que no eran sus
parientes.
M.—Xo te vayas, díme
¿quién
llega
y cómo se llama?E.—«G...
mi cuñado
querido.»
Al mismo
tiempo
semovió la mesa y se inclinó al lado de éste.M.—
¿Te
vasya?
¿"•—«Washington,
mipadre vive,
debes ir tuallá,
fortunacuantiosa.»
M.—
¿Entonces
tú también sabes de mipadre?
E.—«Debesllevar hábil
abogado
chileno,
honorariocuarenta mil pesos.» M.—
Adiós,
querido
hermano.
E.—
2(1
Todo lo que escribió este
espíritu
fueronsiempre,
muchos y buenos
consejos
y con frecuencia seaparecía
y yolo recibía con gran
gusto.
Ya no era
posible
dudar más delespiritismo.
Con la venida delespíritu
de mihermano,
casi me decidía acreer; pero
siempre
me asaltabanalgunas
dudas.11
Los ocho ó diez días
primeros,
sepresentaron
espíritus
que casi no me
dejaban lugar
á dudas de que fueran al mas de los que vivieron en este mundo.Algunas
vecestambién, llegaban espíritus jocosos,
éinterrumpían
laconversación;
perogeneralmente
eranespíritus
muybuenos,
devotos,
prudentes,
bien intencionados,
sepresentaban
dando buenosconsejos.
Si se hacía
alguna
vez unapregunta
algo
indiscreta,
parecía
que sesonrojaban,
al menos así se mefiguraba,
y contestaban «Yo lo sé» «No
puedo
contestar á eso» ó enlo
mejor
de unaconversación secallaban,
sin querer moverse ni la mesa, ni la mano,aunquese
repitiera
muchasveces la
pregunta
y aunquese estuviera escribiendo muyrápidamente,
como hedicho,
si lapregunta
no era prudente,
la manoparaba
alpunto.
Pero si lapregunta
cambiaba,
la manoseguía
escribiendo y la mesa contestando con sus
golpes.
Yocreía,
como dicen losespiritis
tas, «Losespíritus
no delatan á nadie»corroboraba
conlo que yo estaba viendo. A nadie hasta entonces habían
delatado los
espíritus.
Ibacreyendo:
losespiritistas
ten drían razón.Un
respetable
caballero,
abogado,
incrédulo en materiade
espiritismo, quiso
un díapresenciar
unasesión;
conla
convicción,
porsupuesto,
dedivertirse un poco y viendo tan de cerca,
poderse
convencer que todo era una farsa. Había leídoalgo
sobreespiritismo
y á nada había dado crédito.de distancia para cerciorarse si nosotros movíamos la
mesa.
¿A quién quiere
usted que llame?pregunté.
Alespí
ritu de mipadre,
contestó sonriéndose.M—Deseamos
que venga el
espíritu
del señor Tí... A los cincominutos,
la mesa se movió.M.—
¿Ha
venido elespíritu
del señor R? 7?—«Nó.»M.—
¿Qué
espíritu
habla? E.—«II.»
(el
mismoapellido).
M.—r,Es
elpadre
del señor R? E.—;<Nó.»La mesa se
agitaba
moviéndose á todos lados. M—¿Quién
estáaquí
en la mesa, entonces? /;.— <R.»M—
Deseo que venga á la mesa el señor R. E.—«No
puede
venir.» M.—Ustednos
engaña,
díganos
¿quién
es? A.— «R.»Estábamos confundidos por tanta
negativa;
no quererdecir que era el
padre
del señorR,
siendo el mismo ape llido.El señor
R,
me dice:pregunte
dónde se encuentra.M.—
Tenga
la bondad de decirme ¿enqué
lugar
se encuentra usted?
E.—
«Estoy
condenado.» M.~¿Dónde?
A—«En el
infierno,»
M.—
¿Por qué
está condenado? A.—«Fuihombre
malo,
indiferente.»El señorR. al oir éstose
sonrojó
y unjAh!
seleescapó
y
dijo:
Mipadre
era bueno!El
caso era para mí muyapurado.
La mesaprimero
hablaba por
golpes;
pero á fin deligerear
más,
quisieron
que yo escribiera.
Ahora estar escribiendo y echando al infierno á una
22
no
podía
ser: en ese momento hubieraquerido
encontrarme muy
lejos
de losespíritus!
El señor R.podría
creer que no había tales
espíritus
y yo le hacía una broma de tan
pésimo
gusto.
Mientras mi mano
escribía,
yopensaba, qué
pregunta
hago
que sea acertada?Revolviendo mi
imaginación,
encuentro lasiguiente:
M.—
¿Es
elpadre
del señor R, el que está condenado?E—«Nó.»
M—
Diga
nombre yapellido
paterno
ymaterno.E.—«N. R. C.»
(con
todas susletras).
¡Ah!
dijo
el señorR.,
comoquien
sale de unapesadi
lla!
efectivamente;
ha existido ese hombre y era como éldice,
malo éindiferente;
comoabogado
tuve ocasión deconocerlo;
lleva miapellido
porque erapariente
mío.M. —
¿Por
qué
se nospresenta
aquí?
E—
«Quiero
que R. sepa donde me encuentro,quiero
darle satisfacciones.» M.—Para
qué
¿no desea Ud. que él vaya al mismolugar?
E.—«No
quiero
que los que están en el mundo vengan
aquí.»
M.—
¿Por qué?
E—«Me
horroriza referir los sufrimientos de los con
denados,»
JA—
¿Nos
podremos
librar de laspenas del infierno? E.—«Sí.»
M.—
Como,
¿rezando
distintas oraciones? E—Observando los mandamientos de Dios.DA—
¿Saldrá
Ud.,
alguna
vez del infierno? E.—<-Jamás
podré llegar
á lapresencia
de Dios.» M.—Si Ud.
quiere
darle unasatisfacción,
camine donde el señor R.
La mesa caminó derecho donde
él,
se ladeó yquedó
moviéndose sobre elpecho
del señor R.Este muy
conmovido,
le habló en latin y la mesa conE.—
«Sí,
esefectivo,
se paga hasta el último maravedí.»
M-
-¿Ud.
es uno de los condenados que más sufren?Al oir tal
pregunta,
la mesa senos arrancó de las manos, corrió como tres metros en dirección á la
puerta
desalida. Fui á traerla al mismo
lugar
y continué:M—Entonces hai
otros que sufren más? E—
«Sí,
mucho más.»Habían trascurrido cerca de dos
horas,
y el señor II.debía
irse;
pero la mesa, se movía de supuesto
comoatajándolo.
Se conocía quequería
hablar.M.—
¿Qué
desea?E~<El
perdón».
M—
r,Les
sirve elperdón
á los que estánen el infierno?A- ^Satisfacción».
.1/ —
¿Le agrada
queel señor R. loperdone?
E.—
-<Sí,
sí.»El señorR. que durante la sesión en varias veces no había
podido
contener laslágrimas,
se acercó y pusouna mano sobre la mesa y con voz temblorosa le
dijo:
Te
perdono,
¡adiós!
La mesa se
ajitó
por un momento y nos retiramos deella.
El caballero se
despidió
diciendo,
esto esalgo
muy admirable! Laiglesia,
sinembargo, prohibe
elespiritis
mo y meneando la cabeza se
alejó.
III
Al
espíritu
familiar de mihermano, quiso
agregarseuno más. Era este el de una
respetabilísima
amiga
míaque había muerto años há y por la cual tuve
siempre
respeto
y cariño.Una
tarde estabasola,
con la manopuesta
sobre lamesa en actitud de escribir. Llamé á mi
espíritu
familiar deseaba consultar un asunto deimportancia
para mí. Mi24
parte;
hice unapregunta
y alfijarme
en elpapel,
veo escrito el nombre yapellido
de miantigua amiga
C. 1>.Me
sorprendí
sobre manera, no era este nombre el queyo
esperaba.
Congusto
la saludé. Ella contestó con sucarácter entre serio y
jocoso
que tuvo en vida. M.—¿Cómo
ha venido Ud.amiga
mía? A.—«Serétu
espíritu familiar,
te diré lo que te conviene,
teacompañaré
donde vayas.»M.—
¿Está
Ud. en el cielo?E.—
«Todavía
nó,
pero muyluego
iré allá »JA—
¿Necesita
algo
de mí? E.—«Nada más que atiendas mis
consejos.»
M.—¿Entonces
Ud. iráconmigo,
aún fuera de casa? E.—«Donde tú estés.»
JA
-Dígame,
¿es verdad elespiritismo?
E.—«Si,
es verdad.»JA—
¿Debemos
creer en él? E.—Sí,
sí.» JA—¿La
misa es devoción muygrande?
E—(no
contestó).
JA—
¿La
misa es de gran valor?E.—
«Estúpida,
chascona.» JA—¿Qué significan
estos insultos?E.—«La
»
(insultos groseros).
JA—
¿Es
Ud. laseñora que vá á ser miespíritu
familiar?
E.— «Nó.»
Entonces me
persuadí
que habíallegado
unespíritu
burlón y
dejé
la mesa.Muchas veces llamé á mis dos
espíritus
familiares:siempre
se manifestabanprudentes
como dos buenosamigos;
pero en varias ocasiones fuéinterrumpida
nues tra conversación poralgún espíritu
burlón queprinci
piaba
á saltar por el medio de lapieza
ó á bailar hasta estrellarsecon los muebles ocasionando en lospresentes
una hilaridad
general.
descono-25
cidas para nosotras ó de
importancia general,
al ir ácontestar,
sepresentaba
unespíritu
grosero, diciendo cosas muyimpropias,
insultándome y diciéndomepala
bras desconocidas y confusas. Estabaclaro,
ese noera espíritu
bueno.Según
losespiritistas,
en el mundoinvisible,
se cruzan losespíritus
ámillares,
no era raro entonces que ese hu bieraaparecido;
el remedio eraretirarse de lamesa hastaun momento
después.
Lo que me
parecía
muy raro, era que todos losespíri
tus que asistían á missesiones,
ó alprincipio
ó fin me habían de deciralgo
de mipadre,
haciéndome saber que vivía. También me causaba risa que aunque habían sidoen
vida,
unospobres
ignorantes
campesinos,
sabían es cribir á laperfección
la difícilpalabra
Washington.
Algunas
veces meenojaba
y lespreguntaba:
que si
querían
burlarse de mí que sin conocermesabían que mipadre
vivía enWashington.
Medecían,
«es que te con viene.»<)tra vez
dije
á unespíritu
desconocido.M.—
Porqué
he de ir yo, á E. U. y no miesposo?
A'. —¡Oh,
es muynatural,
tu ereshija,
pues.Arregla
tus
maletas,
no sea que tu hermano que está allátreinta y seis millones tiene tu
padre.
Esto me
pareció
un absurdo. Un hombre con 3o" millones,
llevando miapellido
y que no hubierallegado
ámis noticias ni á las de mi
familia,
esto no era cierto. Para cerciorarme de laverdad,
y conocer que todos losespíritus
seequivocaban
en estepunto,
dije:
nadiemejor
que el mismo
Washington
me lo dirá.JA. —
Espíritu
deWashington
tendrá la bondad de venir á mi llamado?M. —
¿Qué espíritu
hallegado?
E. —
Washington,
M.—¿Quién
esWashington?
¿qué puesto
ocupó
en el mundo?E. — Primer
2<;
Toda la reunión lo saludó con el debido
respeto.
M. —Podrá Ud.
señor,
contestar á mispreguntas,
encastellano?
A'. — Sí.
M. —
Deseo saber si mi
padre
vive,
donde se encuentra,
qué
nombre llevaallá,
qué
edadtiene,
conquién
fuéctisado en
Chile,
y cuántoshijos dejó. ¿Podría
ir á vertodo esto? A. —Sí.
JA—
(diez
minutosdespués).
Ya estáaquí. ¿Ha
llegado
señor?E. — Su
padre
vive enAVáshington,
se llama(mismo
nombre y
apellido)
nunca se ha cambiado nombre, edad S4 años(el
nombre de mimadre)
dejó
en Chilehijos.
Cal le... número...rico.Exactamente
igual
á la noticia dada por el héroe chi-.leno laprimera
vez que vi elespiritismo.
IV
Trascurrían los días y yo no cesaba de recibir
consejos
de mis dos
espíritus
familiares. Se mezclaban ya hastaen nuestros
negocios.
Uno de ellos instaba á mi esposopara que fuera á tal
fundo,
y sacara unentierro de pepasde oro que
dejó
enterradas,
en taltiempo
don N. precisaban el
lugar
en donde se encontraba yagregaba
elespíritu
familiar,
que al dar elespíritu
de don N. tal ri queza, lo hacía por pagar serviciosprestados
á él pornuestra familia.
Yo no sabía ya que pensar de lo que
pasaba;
meteníantan
preocupada
losespíritus,
que por dondeandaba,
creía verlos.Jamás he tenido
miedo,
pero cosa rara, ahora unasombra me
asustaba;
pero en el acto,también,
sepresentaban á mi
imaginación
mis dosespíritus
familiares yparecía
que ellos me sonreían y me daban valor.Volviendo á los
espíritus
familiares,
casi nopasaba
día (pie no me
trajeran
un asunto nuevo y me dabanacerca de ello
paternales consejos.
En muchas ocasionestpie me
quedé
sola con las manospuestas
en la mesa, enactitud de
escribir,
desarrollaba los mismos asuntos quehabían traído delante de
todos;
pero esosí,
probando
laconfianza (pie tenían
conmigo,
seexpresaban
conmuchaclaridad.
Por
ejemplo,
haciéndome» verque no conveníatalamigo
que no
creyéramos
en su amistad.A voces defendía yo: Poro
¿cómo
puedo
sorasí,
estapersona os de reconocida bondad. «Te
engañas,
os unhipócrita
»«No fien on su
amistad,
dostiérrenlo do tu casa, como á un condonado á muerto.Llamé al
espíritu
familiar de mihermano,
yllegó.
Deseábamos varias personas hacer
preguntas
que nosinteresaban vivamente. Al efecto
después
de saludar á mi hermano hice unapregunta
yesperábamos
con ansiasla contestación: hela
aquí:
E.—Quiero
hablar con don N.(caballero
que estabadistante de la mesay ni se
fijaba
en lo quehacíamos)
que se acerqueaquí
á la mesa.JA—Pero será
después
que nos contestes ánosotros! E.—A nadacontestaré, si N. no se acerca
aquí.
Le avisamos lo que
pedía
elespíritu;
yél muy sorpren dido sellegó
á la mesa.JA.—
¿Qué
deseas del señor N? ya estáaquí.
Yo noquise
escribir;
pero la mesa conrápidos
y apre
surados
golpes
principia
á comunicar al señor N. una bis toria de familia: al mismotiempo
á darleconsejos
sobreque
partido
debíatomar. Todosyprincipalmente
elseñorN. meindicó quetomara la