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Orozco: reflexión y despojo

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Academic year: 2020

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JORGE ALBERTO MANRIQUE

OROZCO:

REFLEXIÓN Y DESPOJO

A escasos cinco años de su muerte José Clemente Orozco trabaj ó en losfrescos dela iglesia de Jesús.El proyecto que-dó inconcluso, pero loque realizóentre 1942 y 1944 ocupa un sitio primigenio en la producción del artista. Treinta años de una sorprende nte ca r rera de artista profesional,' veinte de ellos tra bajandosobre el muro,que para él era la máxima exp res ión dela pintura ,le habían dado una capaci-da dyunalibertadparamover seen su medioverdadera men-te adm ira bles. La iglesia de Jesús resume, como en una nuez,lasgra ndes cua lidadesdeOrozco,recogelo que su tra-baj opict óri coha bíaidoexponie ndo enel discursode su obra anteri or.

Despu ésd aquellaobracum brequees el Hospicio Caba-ñas y luego d iosenca rgos deJiquilpan yde la Suprema Corte d Justi ia,en donde el carácter oficial de la enco-mie nda ledaba un pieforzad opara eltema (por más que él ha ya hecho 'ala, comosiempre,demoversecon una ab solu-ta libert adfr nt al tem a ),losfrescosde la iglesia deJesús se no' presenta ncomo Ireposo del guerrero. Descansar ha-ci ndo adobe'. P ro hayenellosun como relajamiento que I perm ite al arti ta d jarseircon una inmensa soltura.

ElIlospicio abañas,siendoloque es, imp lica ba de parte d I pint oruna i.rtarigidezporla misma idea de grandeza quederivaba d lamagnit ud delsitio, y su propuesta de una

reflexión lilosófi a al mismo tiempo abierta y de carácter unitar io. Aquí ha y una solt u ra ma yor, y por lo tanto un ree ncuent ro más constanteconsu propia experiencia pasa-da.Lai!-(Iesia manieri stadePérezdeCastañeda,con su nave genero samente am plia, tien e una sim p licida d que le permi-tióalart istadesarrollar una com posición más desahogaday tota l,como un rantinuum ,sin la com pa rtimentación a que la buscada reomctría del ediliciodeTolsá lo habíaforzado.

El tem a delApocalips» por otra parte parece coincidir en modo impresiona nteconelcarácter de la obra orozquiana. Le dioun piequepudoglosarco n la libertad que le era con-subst an cial. Texto herméti cosi loshay,es también extraor-dina riame nte abierto,como disp araderode asociaciones de idea s yfuente ina gotabledesaltosmortales del pensamien-to. Orozcoestabaensumedio .

Aquel espiritualismodelasprimerasdécadasdel siglo, al que Orozco , según ha mostra do Fausto Ramírez,estuvo tan cercanoy quealimenta nopoca de la temprana iconografía delartista ,que no desaparecedel todoen su trabajo poste-rior,tuvo aqu í un modo parti cularmentefavorablede expre-sarse.Aquellosgrandesguías o sa lva dores de la humanidad, que vansalp icandosu obra,son reflejos selectos de una inde -finida insta ncia trascendente.El Cristo (borra do por él pos-te riormen pos-te)enla Prep aratoria,yahí mismo el héroe dual Co rrés-M alin ch e . El PrometeodePomona.Quetzalcóatl en Da rmouth College. Hidal go en el Palaciode Gobierno de

Guadal ajara ;yel hombre inflamadodel Hospicio Cabañas. Todos tras ci endensu especific idad histórica,cua n do la tie-nen ,paraconvertirseen lumbreras de una humanidad que, necesitándolo s, parece no querer merecerlos. Tienden su mano ala cond ició n humana para rescatarl a de su despojo, y alser recha zadosla casti gan dejándola a susue rte. En la iglesia deJesúsya no son héroe s, sino la propia luz que los alum b ra ,la divinidad indefinidaque dio un pla zoatandoal demonio, yque ahora lo sueltaparaque el hombre irredento sie n tael rigordesu prop iasoled ad.

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de-Cúpula del Auditor iode la Universidad.1936-39.Guadalajara.Jalisco.México.

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samparo es más grave por ser de! orden del espíritu. Una

casi no humanidad que sin embargo sí esla humanidad.Son

los indios enflaquecidos y sin dioses de la escalera en la

Pre-paratoria.O e! campesino que se cubre las manos con

deses-peranza, o los obreros que ciegamente pelean entre sí, o los

pordioseros escupidos a la puerta de la iglesia,en otras

par-tes del mismo edificio.Es la multitud desnudaycasi informe

de la Universidadde Guadalajara.Los sujetosdel ritual

des-piadado de! mundo prehispánico en el Hospicio Cabañas.

La masa ciega de Jiquilpan.Los hermanos que matan

trai-cioneramente a sus hermanos en la Catarsisdel Palacio de

Bellas Artes. Pero esta humanidad deshumanizada y dolida

es capaz,al toque de la luz de la conciencia,de levantarse

so-bre su propio despojo y aunque todavíasernicegada pedir su

pedazo de pan y su pedazogíeespacio propioysu pedazode

vida propia.En Pomona no todos reniegan de Prometeo;

al-gunos se vuelven a.recibirsu beneficio. En la Universidadde

Guadalajara levantan amenazanteslos puñosfrente a los

lí-deres corruptos y los leguleyos despiadados .Entre matanzas

bárbaras son capaces de mirar la antorcha de Hidalgo en el

Palacio de Guadalajara.

En la iglesiade Jesús la furia del demonio desatadoylas

plagas que derraman losinformesjinetes aplastan despiadas

a una humanidad desposeída ya de su propia condición.

Suma de toda la pavorosa visión de Orozco acerca de esta

raza desolada,hierros,púas, máquinas de destrucción

ma-chacan los despojos de seres quefueron hombres. Pero

tam-bién allá arriba,a los lados de la ventana del coro,dos

figu-ras, vencidas, casi vacía la una,compendio del dolor de

to-dos, no acaban de derrumbarsey, alumbradas por ese poco

de luz que se filtra tan difícilmente,hacenun esfuerzo por

er-guirse en la esperanza.

Entreelhéroe portadorde luz y ese pueblo miserable que

a ratos se revela furioso' tentaleando el camino, e! discurso de

Orozco colocaala verdadera raza demoníaca.Para el paria

embrutecido por el alcohol,parael hambriento que asesina

a su hermano por un pedazo de pan,para e! ciegoque no ve

la luz,el sordo que reniega de suconcien cia, o la muchachita

que se gana un trago en el burdel, Orozco tiene siempre,

pese al feroz trato que les impone, una mirada de piedad.

Ese rasgo de piedaddolida está presente en la flaqueza de los

indios de San Ildefonso y es buena parte,antes,del tema

ver-dadero deLas casas delágrimas.En un toque de extremos, de

esa obscuridad absoluta puede salirel incendiode la luz.El

hombre en llamasdel Hospicio Cabañas no es sino uno de

los sufrientesdel círculo bajo de la cúpula que ha sido tocado

por e! fuego.

Parala raza demoníacano hay piedadalguna.Toda la

fu-ria desbocada del pintor se vierte sobre ella. Sus nombres son infinitos. Burgueses que en medio de sus come!itonas

ríen,abrazadosa una justicia prostituta,de la embriaguez

de los desposeídos. Mochos que se ufanan de su accesoa un

dios bizco a su medidaypatean con desdén a los miserables.

Líderes que blanden serruchos para arengar a los muertos

de hambre y chuparles los últimos restos de jugo.Payasos

que hacen malabarismos con signos sagradosyprofanos;

je-rarcas eclesiásticos que urden tranzas entre las sombras.

De-magogos irredentos,ministros deinj usticia...Para ellos sólo

cabe el fuego purificador.Son ellos losquedesvían al

hom-bre de su camino,los que

If

tapant~da ~aluz.En elApocalipsis

de la iglesia de Jesús eseldemonio mismo,que toma todos

los rostros en su forma informe,e! que ha recibido licencia de

oprimir y medrar para su gasto.

Caricaturista de hora temprana,al punto de que su

pri-mer crítico, JoséJuan Tablada lo ide ntifica por "SI' oficio,

Orozco mismo record a ba qUI' ..En 1921tod os los pintores

murales mexican os objetaro n mi ad misión en Sil círculo.

Orozco,dijeron ,porningún motivo esun pint or, sinounca

-ricaturista..;"Aunque aba ndo na rla lacarica tura

periodísti-ca en la medid a en que se afincara su act ividad exitosacomo

pintor,Orozco nunca abando nó los recursosexpresivosque

locarica turesco leproporciona ba.El"cargar" los rasgosde

un dibuj o ounapintur a (que ese eselsentidoorigina l dela

expresión:rit rattocaricato,ret ra to ca rga do) fue siempre

expe-diente par a hacer explicita una intenc ión.Por eso provoca

risa,porque distors iona con un propósito.Lo extrao rdina rio

en Orozcoes la gran noved addeatrever se alleva r locarica

-turesco a losmuros.Lo hizo enépoca tan temp ran acomo en

la escalera y el segundoniveldecorredoresdela

Preparato-ria. Esos rasgos cargad osrea pare cen consta nte me nteen su

obra para manifestar la indefensión del hom bre desvalido y

reducidoadespojosde hombr e.Aparecen comocontra

pun-to,en oposición a las formasmanifiestament e her oicasque

dignifican a los seres eje mplares:Cortés-Malinch e,

Prorne-tea,Quetzalcóatl ,Zap at a,Hidal go.

Pero la sañ a de la pinturacarga da de Orozco se ceba con

ma yor encono en aq ue llos seres desviadoresde la hum

ani-dad, personificad ores de la per fidia y del lado negat ivodel

hombre:en los mocho sde laprepa ra toria,en los genera les

chorreando estrellasde Darmou th,en loslíderesde

Guada-Iajara,en los tinterillos delpalaciodeJusticia.Ahí la

carica-tura se convierte en sangrienta.

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· En elApocalipsisOrozcodesarrolla yconce ntra la capaci-dad de su pincelcarga doal pintar el int<:rminabledolor?e la humanidad dejada a manosde! demonio.Pero lleva ma s~e­ jos su rudeza imaginativa al describ iral propio demonio, primero ata do ydespués suelto, en formas que parecen la quintaesen ciade lo caricaturesco.Tambiénen la gra n puta quecaba lga labest iabermejade siete cabeza s. .

La cues tión de las prostitutas es todo un capítu lo en la obrade Orozco. Salvo enLas casasdelágrimas,en donde hay la sátira mordiente, pero también muyexplíc ita me nte una ternura no cont enida , la putase fueconvirtiendo en su ob ra en unsímbolode esa prostitucióngen eralizad aque corroela esenciadelo humano. Todauna"putología"sedespli ega en sus cuadrosy ensu obra mural,endondeha captado los ra s-gos má s disti ntivos de la smujeres de alquilerde barrios d e-grad ados comoelviejo Dosde AbriloLas Vizcaínas . Entre . todas sonespecialmente lasdos inmensasmuj er esquesirven de cim ientoalabatallafrati cidade laespeciehumanaen e! Pal aciodeBellasArtes.Perola granmeretr iz delaiglesiade Jesús parece, derrama nd o la copa de la conc upiscencia, la

su ma de todasla s anteriores .

Enveinte añosde activida d mura lística la manera deh a-cerre;didadsobre la superficie de los edificios su reflexiónde la vida,('SOquesesuele llam arel estilode un pinto r,est uvo suje to a una modifica ción consta nte. Entre sus gra ndez as mayoreseSI¡\ésa:elhechodequesin ningún temor,ela rtis-taSI' pru eb a co ns ta nteme ntey vahacialabúsq ue da de algo d('sco noc ido.Nuncasatisfecho-lasatisfacción parece aje na a suu-rnpcramcnto >-Orozco nohacejamá~academiadesi mismo.Su artepar cesi mpreunart edeldespojo,y sim ul-tán r u m cn tedelenriq u'cimiento. Cadanueva adq uisición en sum.u u-radepint ar es rápida me nteabandona da , como una

ara dura <jUI'pudierarestarl elegitimidad.Noha ymá sle giti-midad <jUI'laqueva adqu irie nd o díacon dia ,obra con obra , trazoco ntra zo.

En losprimerosfrescosdela Preparatoria,losque d estru-yó l'l mismo (conla excep ción de la .\/alem idad ),yen Omni -( / -(I/-(/-( / dI' la Casa delosAzulejos,se impo ne unam onumen-ra lid.u lpremedita da, de induda b les resonan cias migu e!an-ge1escas. Los gra ndesdesnudos tienenunasolidez escu ltó ri-ca,cstalJkcida por uncu idadoso modelado yla rotu nde z de una línca definiti va. Dib ujant ede extr aordina ria habilidad, pa receempeñadoencontradeci rlacomoun recurs o para ca -la r más profundo en su lect ura de la realid ad.Ya en la se -gunda versión del primer corredor de la Prepa ratoria se abandona aquella intencióndelomacizo;ahoraesla supe r-posición de colores delicad ament e aplicados, y un dibujo muyfino per omucho más volá til loque suste n ta las figuras. Aq ue llas man osinefabl es, aq uellosrostrospro fu ndos,aq ue-llos cue rpos ya amenud odist ors ionados.

Enel Promrtroel pr'lCeso sigue.El tor sodelhéroe esm onu-men tal. pero su estruct u ra a base de pinceladascada vez má s lib res lo hace como penet ra do aire. La New Schoo l, Darmouth, son pasosadelanteen el procesodedesp ojo.En la Un iversida d de Guadalaja ra se sientemás esa tra nsforma -ción que vallevando alartista a volatilizarlasfiguras a tra-vésde una pincela nda violenta, llenade ca rga expresiva.En el palaciode Gobiern olaferocida ddetrazosconquese co m-pone la gra n figura desproporcionad amente monument al delHida lgo incend iariodela esca lera seña laciertamenteun pu nto cu lminante. Pero Orozco nosedetiene ahí. Su ensa -yarsecontinuamente en elmuro va más adela nte enel H os-picio Cabañas;ahí pued e verse cómo se fuer za consfa nte-ment e a saltar lastranca s de su pro pio estilo. Un desp ojo

más : aba nd ona la composición por medio de la superposi-. cióndecolores contrasta dosyse ajustaa una gama sorpren-dent em ente restringida.Jiquilpan, la Suprema Corte, son hitos deeseproceso;casidibuja con los pinceles sobre e! mu-ro.

La iglesia deJesúsese! punto más alto en esa carrera ince-sante deOrozcopor desprendersedelo que pudieran enten-der se comocualida des del buen hacerpictórico.De esa a cti-tud de desprendim ien toque lo llevaa rehacer un estilo en cada ob ra. Hallegado al punto,parecequetena zm e n te per-seguido por él, deencontrarsefrentea las bóvedasen una es-pecie de virg in ida d. Toda su ejecutoria anterior está ahí, pero sólo como rastro, como cicatriz,como despojo de las bat all as pa sada s. En esa gra n liber tad compositiva;enesa en feb rec ida su ma de traz os violent os, Orozco reinventa a Orozco. Se ensaya fre ntea la supe rficieblanca co m osi no tuvier adetrá snada queconse rvar.

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