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Arbitrariedad y límites de uso de las expresiones éticas en el segundo Wittgenstein

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Academic year: 2020

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(1)Arbitrariedad y límites de uso de las expresiones éticas en el segundo Wittgenstein. Por Andrés Borda González. Departamento de Filosofía Facultad de ciencias sociales Universidad de los Andes Bogotá, D.C., 2006.

(2) Índice. 1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . P. 2 1.1 Exposición del problema. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . P. 5 1.2 Bibliografía secundaria. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . P. 11 2. Definición de conceptos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . P. 12 2.1 La crítica al esencialismo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .P. 13 2.2 Juegos del lenguaje. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .P. 16 2.3 Reglas gramaticales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . P. 21 2.4 Gramática. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . P. 25 3. Arbitrariedad del uso de las expresiones éticas. . . . . . . . . . . . . . . . .P. 30 3.1 El significado como uso. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . P. 31 3.2 Arbitrariedad de reglas gramaticales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . P. 41 3.2.1. Arbitrariedad de expresiones éticas. . . . . . . . . . . . . . . . .P. 45. 4. Comprensión y límites de uso. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .P. 53 4.1 Comprensión. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . P. 54 4.2 Aire de familia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . P. 63 4.3 Nuevos usos y viejos usos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . P. 70 5. Conclusiones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .P. 82 6. Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .P. 87. 1.

(3) 1. Introducción. Pilar López, abriendo con un pie de página un paréntesis en su exposición sobre la posición de Wittgenstein en torno a los procesos mentales, dice desprevenidamente sobre la ética:. “ Aun cuando carecemos de datos para decidirlo taxativamente, cabe decir que la filosofía del segundo Wittgenstein, y más en concreto su filosofía de la mente, no llevan consigo el abandono de la ética del Tractatus. Pese a reconocer las insuficiencias de su pensamiento anterior, parece como si el segundo Wittgenstein siguiera manteniendo en relación con la ética del Tractatus aquel carácter concluyente y definitivo que se pretendía con esa obra. El ámbito del lenguaje experimenta una considerable ampliación pero sus fronteras permanecen cerradas a lo místico.”1. Creo que este tipo de frases pueden llevarnos a interpretaciones equivocadas no sólo sobre el ámbito específico de la ética, sino también sobre la filosofía en general de Wittgenstein en sus obras tardías; sin embargo, vale decir que, sin tomar en cuenta si consideramos apropiado o no su contenido, también consiguen presentar la importancia y el lugar de este tipo de preguntas dentro del contexto presente. Aunque no pienso explicar aquí cual era la postura en el Tractatus de Wittgenstein con respecto a los juicios éticos, sí vale decir que esta cambió radicalmente hacia los años treinta al tiempo que cambió su concepción general sobre el lenguaje. Lo cierto es, sin embargo, que alguien que pretenda hablar de ética con relación al pensamiento del segundo Wittgenstein tiene que ser alguien familiarizado con el Tractatus, ya que en sus escritos de los treinta en adelante es realmente poco lo que se menciona sobre ética, y en cualquier caso nunca juega un papel significativo. López es conciente de esto, pero supone equivocadamente que el hecho de que Wittgenstein guarde silencio sobre esto implica que no ha cambiado su posición anterior. Esta monografía tiene entonces la finalidad de plantear una tesis sobre un tema que no es recurrente en las obras que se piensa trabajar (sobre ética, apenas encontramos apartados significativos en Filosofía y en las Lecciones sobre estética (obra que no trabajaremos aquí)), pero que los lectores del Tractatus tienen sin ninguna duda muy 1. LOPEZ, Pilar; Introducción a Wittgenstein: sujeto, mente y conducta. P. 124. Barcelona: ed. Herder, 1982.. 2.

(4) presente. No se va a tratar de una tesis “comparativa” entre el primer y el segundo Wittgenstein, y tampoco se tratará en ningún momento de abordar ni exponer la posición planteada en el Tractatus en torno a la ética. Lo cierto, sin embargo, es que una vez que se ha entrado en lo que podemos llamar el “M undo Wittgenstein”, es difícil evitar comparaciones entre el Tractatus y sus escritos tardíos; y como conocemos la importancia del papel que juega la ética en esta primera obra, no podemos dejar de preguntarnos qué ha pasado con ésta en sus siguientes escritos. Ahora, teniendo en cuenta la escasa información que tenemos sobre la opinión de Wittgenstein con relación a los problemas éticos, el método que usaré aquí será el de partir de un problema mucho más general –esto es, la arbitrariedad de uso de las palabras- y aplicarlo a la ética. La idea es responder a la siguiente pregunta: ¿podemos usar expresiones éticas como ‘bueno’ y ‘malo’ en las circunstancias que sean, y de la manera que deseemos? Para responder esto voy a revisar rápidamente algunos de los fundamentos sobre los que se sostiene su nueva concepción del lenguaje como lo son los juegos del lenguaje, las reglas gramaticales, y la gramática. Después de esto expondré lo que tiene que decir Wittgenstein sobre significado, y cómo a partir de su crítica a la definición ostensiva como determinante único del significado de las palabras se concluye que el significado de éstas es en cierto sentido arbitrario. Finalmente, en un último capítulo sobre comprensión, mostraré otro punto de vista del mismo problema desde el cual se matizará la posición anterior, y a partir de la cual espero aclarar en qué sentido es que Wittgenstein nos dice que el significado de las palabras es arbitrario, y en qué sentido no lo es. Al final de cada capítulo, y eventualmente en algunos fragmentos intermedios, conectaremos la discusión con la de las expresiones éticas, y veremos cómo las conclusiones que sacamos de los problemas generales pueden ser aplicadas igualmente a la discusión en torno a la arbitrariedad de uso de las expresiones éticas. Por otra parte, el problema que suele presentarnos el segundo Wittgenstein es que, como tiende a tratar muchos de sus temas –los juegos del lenguaje, las reglas, el significado y la comprensión- como si fuera caminando sobre una telaraña, yendo en una dirección para luego desviarse por otro camino y finalmente regresar al problema inicial, resulta muy complicado limitarse a hablar de una y sólo una cosa. Uno termina sintiendo que para explicar la posición de Wittgenstein frente a cualquier tema se tiene que exponer al mismo. 3.

(5) tiempo toda su filosofía; que algo siempre va a quedar un poco oscuro si no se entrega, adjunto al trabajo, una copia íntegra de la Gramática o de las Investigaciones. Por esta razón me fue necesario intentar exponer en pocas páginas conceptos que simplemente no pueden ser expuestos en tan poco espacio. Es posible que cuando se lea lo dicho sobre juegos de lenguaje se tenga la impresión de que muchos puntos quedaron inconclusos, y lo mismo puede ocurrir con lo relacionado a las reglas gramaticales y la función de la gramática. Otro problema al que me enfrenté a la hora de escribir la tesis fue el de la estructura. Ya que para poder exponer de manera satisfactoria el problema tuve que estructurar de determinada manera la exposición, me encontré ante la dificultad de tener que hablar en muchas ocasiones del mismo asunto desde dos puntos de vista diferentes. Usualmente, por ejemplo, Wittgenstein no desvincularía la exposición sobre significado de la de comprensión pues ambas se complementan. Para mis propósitos, sin embargo, tuve que abordar cada uno de estos temas por separado, y consecuentemente me vi en la obligación de tratar un mismo tema en dos lugares diferentes, cuando en realidad bastaría con una sola (esto ocurre, por ejemplo, con el papel que juegan los procesos mentales tanto en la discusión sobre significado como en la de comprensión). En cuanto a bibliografía principal se refiere, los textos que pienso trabajar (la Gramática filosófica, Cuaderno amarillo, y Filosofía) pertenecen todos a lo que se conoce como el periodo de transición de Wittgenstein, y que va de 1930 a 1935. Se le llama así, “periodo de transición”, porque supone por una parte la introducción en líneas generales de las ideas que más adelante desarrollaría en las Investigaciones (Anthony Kenny asegura, por ejemplo, que en la Gramática se pueden encontrar los mismos problemas que en las Investigaciones, e incluso algunas de las respuestas que no encontramos ahí), y porque por otra parte todavía encontramos aquí rastros de ideas que más adelante desaparecerían (como es el caso de “cálculos” y “figuras”). Y mientras que la Gramática es un texto relativamente conocido y algo trabajado, es muy difícil encontrar bibliografía secundaria que verse sobre el Cuaderno Amarillo y Filosofía (de ninguno de estos dos textos se consigue, por ejemplo, una traducción al español, y ambos fueron anotaciones de clases dictadas en inglés). La virtud de estos textos sobre la Gramática es que, si bien no profundizan tanto en los temas en cuestión, sí brindan en ocasiones las ideas de manera. 4.

(6) mucho más concisa y clara. Filosofía tiene también la enorme virtud de ser uno de los pocos textos que le dedican considerable atención al asunto de la ética. Como voy a tener que referirme en repetidas ocasiones a estos textos, voy a usar las siguientes abreviaturas: para la Gramática, GF; para el Cuaderno amarillo, YB; y para Filosofía, PH. En las pocas ocasiones en las que hable de las Investigaciones usaré IF, y para las Lecciones sobre estética, LCA. Y antes de mostrar con detalle la raíz del problema que pienso abordar, vale decir que el propósito de esta monografía es, más que resolver una aparente contradicción en sus obras de los treinta, aclarar en alguna medida la posición de Wittgenstein en torno al uso de las expresiones éticas partiendo de un problema concreto como lo es la arbitrariedad del uso de éstas.. 1.2 Exposición del problema. El problema que pienso tratar surge en el análisis de Wittgenstein en torno significado de las palabras, y posteriormente en los apartados dedicados a la comprensión. El gran giro que nos propone en este periodo de su trabajo podría resumirse así: asumiremos que el significado de una palabra es su uso, y con ello veremos cómo los problemas filosóficos se disuelven. Su punto de partida es que cuando hagamos esto, cuando asumamos el uso de una palabra como su significado, una cantidad de prejuicios a partir de los cuales evaluábamos y abordábamos diversos problemas filosóficos desaparecen. Uno de los principales prejuicios nuestros a la hora de hablar del significado de las palabras, nos dice Wittgenstein, es la tendencia a pensar que el significado de éstas es determinado por una definición ostensiva. Creemos que la función principal de las palabras es la de nombrar determinada cualidad o esencia que encontramos en la realidad, y a partir de la cual determinamos el significado de la palabra y, con ello, su uso. Wittgenstein nos dirá sin embargo que, a pesar de ser esta una suposición natural, es errada. Nos dirá que si miramos la forma en que usamos las palabras descubriremos que no las estamos usando. 5.

(7) únicamente para nombrar, y que decir que el significado de una palabra es una definición ostensiva es simplemente un error. En contra de esto agregará que, ya que las reglas de uso de una palabra no son determinadas ni dependen de una definición ostensiva, las mismas serán el constituyente del significado de ésta. En un ejemplo que nos da sobre cubos y el papel que juega la geometría con respecto a estos Wittgenstein nos dice:. “ Uno no puede deducir la geometría de un cubo a través de la observación de éste. Las reglas no se siguen de un acto de aprehensión. Análogamente, estamos tentados a pensar que podemos deducir las reglas para el uso de una palabra de su significado, el cual supuestamente intuimos (grasp) como un todo cuando pronunciamos la palabra”. (YB, 2). M ás adelante encontramos:. “ La palabra “ cubo” se define dentro de una geometría, y una definición no es una proposición sobre una cosa. Si alteramos la geometría, alteramos el significado de las palabras usadas, pues la geometría constituye el significado” (YB, 2). Y en Filosofía, de manera mucho más concluyente:. “ Las reglas constituyen el significado, y no le deben nada a éste [are not responsible to it]. El significado cambia cuando una de sus reglas cambia.” (PH, 2). Los pasajes anteriormente citados nos llevan a ciertas conclusiones con respecto a la importancia de las reglas en la determinación del significado de las palabras. En el caso del cubo, la idea básica es que la geometría no es la ciencia que estudia y describe una especie de cubo geométrico ideal (y que sería el significado oculto de la palabra); la geometría, de hecho, es la que define lo que es un cubo, y así pasa también con el resto de las figuras geométricas. El caso de las geometrías no-euclideanas es un buen ejemplo para entender este punto: un “cubo” es definido de manera completamente diferente por una u otra geometría, y no por eso hay una definición del significado de esta palabra que sea más acertada que otra. Se trata simplemente de diferentes usos y significados de la palabra “cubo”. La cita de Filosofía, por otra parte, corrobora lo anterior: al ser las reglas las. 6.

(8) constituyentes del significado, no deducimos éstas de la observación del “objeto” o “cosa” que, pensaríamos, representa la palabra, sino que por el contrario, el significado es determinado por las reglas de uso que le hayamos impuesto a la palabra. Ahora, la pregunta que surge es: si las reglas de uso de una palabra no las deducimos de los objetos, o las situaciones, o las circunstancias en las cuales la usamos, ¿de dónde vienen? Esta objeción tiene especial fuerza cuando pensamos en nombres genéricos como ‘juegos’, casos en que pensamos que la misma palabra es aplicada a diferentes circunstancias y actividades porque todas ellas comparten una esencia común (y que sería el significado de la palabra). Y si Wittgenstein ahora asegura que el significado de una palabra no es algo en la realidad, sino que las mismas reglas de uso de las palabras lo constituyen, preguntamos entonces: ¿por qué usaríamos una misma palabra para diferentes situaciones, objetos y circunstancias, si no tienen todas ellas algo en común? Wittgenstein dice lo siguiente al respecto en el Cuaderno amarillo:. “ Hay una inclinación a creer que si un nombre genérico es usado para un número de cosas, debe haber entonces algo común a todas éstas. (…) Esta noción es una trampa.” (YB, 4). Y más adelante, conectando el problema con el uso de una palabra como ‘bueno’:. “ Por lo tanto, si buscamos una justificación para el uso de un nombre genérico, no deberíamos buscar una cualidad común a todos los objetos referidos por ese nombre. Un gran problema, por ejemplo, surgió como resultado de que la gente pensara que había algo en común entre todas las cosas que llamaban “ bueno”” (YB, 2). El hecho de que llamemos a muchas cosas con un mismo nombre no quiere decir que deban compartir todas ellas una misma cualidad. El ejemplo que da Wittgenstein para ilustrar esto es el de una cadena, en donde el primer eslabón está conectado a otro por una u otra razón, pero que se encuentra completamente alejado de otros. La idea de este ejemplo es mostrar que los nombres genéricos no necesariamente están ahí porque haya un factor común a todos, sino simplemente porque hay similitudes entre unos y otros, sin necesidad de que compartan necesariamente un único factor esencial.. 7.

(9) La pregunta inicial sigue, sin embargo, sin respuesta (a saber, de dónde vienen las reglas de uso). Y la única respuesta que queda a la mano es la arbitrariedad de las reglas: al no ser éstas deducidas de ningún lado, al no haber una necesidad de ningún tipo para usar determinadas reglas con determinadas palabras en todos los casos, éstas tienen que ser arbitrarias. En Filosofía esto es corroborado por la siguiente afirmación:. “ Las reglas son arbitrarias en el sentido en que no son responsables por ningún tipo de realidad. […] La objeción de que las reglas no son arbitrarias viene del sentimiento de que éstas son responsables por el significado. ¿Pero cómo es el significado de la negación definido si no es por sus reglas?” (PH, 1). Así que, en consecuencia, tenemos lo siguiente: primero, que las reglas son el único constituyente del significado de una palabra; y segundo, que éstas son, al no depender de ninguna realidad, arbitrarias. Incluso en el caso de las palabras genéricas no hay ninguna necesidad para que éstas se refieran únicamente a ciertos objetos o situaciones. La conexión en este respecto con la ética es clara. Una posible tendencia es la de creer que usamos la palabra ‘bueno’ en determinadas circunstancias porque hay algo en estas, una esencia que comparten, que son el verdadero significado de la palabra. Se pensaría a partir de esta idea que una investigación ética sería una de índole científica en la medida en que la labor de la ética sería la de encontrar la esencia de las actividades que consideramos como ‘buenas’ o ‘malas’. Pero tal y como hemos visto, Wittgenstein nos dice que esto no es de ninguna manera lo que ocurre: no hay un factor común ni esencial a todas las actividades que catalogamos como ‘buenas’ o como ‘malas’. Y si no podemos hablar de un factor común ni de ningún elemento en la realidad que, por decirlo de alguna forma, nos fuerce a usar una u otra palabra sólo ante determinadas circunstancias, ¿qué nos obliga a no cambiar a nuestro arbitrio el uso de las expresiones éticas? Por otro lado, sin embargo, encontramos que Wittgenstein parece sugerir ciertos límites para el significado de las palabras basándose en la idea de que, si bien la realidad no parece brindar un soporte estático al significado de las palabras, los usos ya existentes y establecidos de éstas sí consiguen, de hecho, limitar el cambio de las reglas de uso de una palabra. Si, por ejemplo, alguien usa la palabra ‘naranjas’ refiriéndose a manzanas, y la palabra ‘manzanas’ en vez del número cinco, diremos (y perdonen aquí el atrevimiento) o. 8.

(10) que este personaje es un retrasado mental, o que está loco. Se tratará, básicamente, de alguien que no ha comprendido la forma en que las personas usan esas palabras. El problema aquí es que, al igual que como ocurre con los juegos, el lenguaje también nos obliga a interactuar con más personas, y que si no seguimos las reglas ya establecidas de uso de las palabras simplemente no podremos funcionar dentro de una cultura o forma de vida determinada. Con relación a las palabras conceptuales o los nombres genéricos esto se hace evidente cuando Wittgenstein introduce el concepto de ‘aire de familia’, y que sirve como justificación para que usemos una misma palabra para hablar de actividades que no guardan algo directamente en común y, también, para rechazar otras cosas que simplemente no queremos catalogar con determinada palabra. En las obras que vamos a trabajar, vale aclarar, Wittgenstein nunca habla propiamente de ‘aire de familia’, sino, en cambio, de ‘afinidades’, ‘analogías’, y ‘parentescos’. Por razones prácticas voy a usar, sin embargo, la expresión ‘aire de familia’. En Gramática filosófica, en el Capítulo VI, con respecto a la palabra “juego”, Wittgenstein introduce esto cuando, hablando de juegos, nos dice:. “ …pero hay algunas cosas a las que llamamos “ juegos” y otras a las que no llamamos así, a algunas las llamamos “ reglas” y a otras no. Pero la delimitación de lo que llamamos juegos y todo aquello que no lo es nunca es un problema. Juegos son para nosotros los juegos de los que hemos escuchado hablar, los juegos que podemos enlistar y, digamos, también alguno que otro construido por analogía […]. Y si se le pregunta: “ pero, ¿qué es lo común de todas estas cosas, qué es lo que hace que las pongas juntas?”, él podría decir: “ no lo podría indicar sin más, pero seguramente tu ves las analogías. […] Llamo, por lo tanto, “ juegos” a lo que se encuentra en esta lista, así como todo aquello que en cierta medida (que no especifico del todo) le sea análogo. Por lo demás, me reservo en cada caso la decisión de si algo ha de contarse entre los juegos o no.” (GF, p. 227). El punto más importante de la cita anterior es que Wittgenstein abre la posibilidad de que no todo sea considerado como un juego. Y es precisamente a partir de un criterio específico que decidimos si queremos incluir o no en la lista de usos de una palabra un uso determinado –esto es, que seamos capaces de asociar el nuevo uso con los antiguos a través de cierta analogía, y con ello comprenderlo. Sin embargo, el punto débil en esta especie de “limitación borrosa” lo establece el concepto de la analogía. Wittgenstein mismo sugiere que por analogía podemos asociar. 9.

(11) cualquier par de cosas, y que desde ese punto de vista la arbitrariedad en los usos de las palabras no tendría límites. La objeción se presenta y se responde en el Capítulo II de Gramática:. “ Pero ahora podría objetarse que una transición puede realizarse de cualquier cosa a cualquier otra, por lo que el concepto no sería algo definido. A esto tengo que responder que, de hecho, no lo está la mayoría de las veces, y que tal vez la manera de especificarlo sea: “ con ‘conocimiento’, nos referimos a estos y aquellos procesos y a los que sean familiares”. Y en lugar de “ a los que sean similares” podría haber dicho “ y a otros afines de muchas maneras a éstos”. (GF, p. 143). El término “analogía” se aclara un poco cuando lo cambiamos por lo que en la Gramática vemos como ‘afinidad’ o ‘parentesco’, y que en las Investigaciones será conocido como “aire de familia”. En vez de analogías, Wittgenstein nos propone que hablemos de la familiaridad cuando nos preguntamos si tiene sentido aceptar o no un nuevo uso. Qué tan ‘en familia’ nos sintamos usando de una manera determinada una palabra es lo que finalmente determinará si lo aceptamos o no. Aun así no es exactamente claro cómo el aire de familia limita nuevos usos de las palabras, ni cómo evita, por esto mismo, la arbitrariedad de uso de las palabras. Aunque las citas sirven como indicios de por qué Wittgenstein no se atrevería a decir que el uso de las palabras es absolutamente arbitrario, tampoco queda clara su posición al respecto. Y con el uso de las expresiones éticas, como con el uso de todos los nombres genéricos, nos enfrentamos al mismo dilema: Wittgenstein nos dice que usamos una misma palabra para diferentes circunstancias porque las consideramos de la “misma familia”, pero ¿qué quiere decir esto en realidad? El problema, por lo tanto, lo podemos resumir de la siguiente manera: por una parte tenemos la sensación de que Wittgenstein no contempla ninguna especie de limitación para el uso de las palabras, y por otro lado encontramos que los usos reales y actuales de una palabra pueden servir, aunque difusamente, de limitación. Esto, que parece una especie de contradicción en tanto que señala dos caminos opuestos, no lo es tal, y es parte de lo que espero demostrar con esta monografía. En el fondo se está hablando en ambos casos del mismo asunto, sólo que desde puntos de vista diferentes.. 10.

(12) 1.3 Bibliografía secundaria. Tal y como dije anteriormente, es muy poca la bibliografía que se consigue sobre este periodo, y definitivamente menos la que encontramos sobre ética. Aunque se pueden encontrar muchos trabajos en donde su pensamiento es aplicado a diversos asuntos éticos relacionados a su vez con problemas antropológicos y sociológicos (Peter Winch es tal vez uno de los más famosos de estos críticos, y en el cuarto volumen de los Critical assestments dedicados a Wittgenstein se encuentran varios artículos conectados también con esto), muy pocos parecen abordar directamente su obra. Aparte de esto, el otro problema con el que nos encontramos es que la bibliografía general tiende a centrase en las Investigaciones; y aunque ésta guarde diversas similitudes con la Gramática, también hay puntos críticos en donde ambas obras difieren y se distancian. Es un hecho, por ejemplo, que uno de los temas que jugará un papel determinante en esta monografía (esto es, lo determinante que es la forma en que aprendemos a usar las palabras para aprender luego nuevos usos) se encuentra apenas sugerido en las obras que vamos a trabajar aquí. Por esta razón era importante centrar la investigación especialmente en la obra de Wittgenstein, y evitar sustentar o basar las argumentaciones en las obras de otros críticos. Los textos que más atenderemos aquí son Wittgenstein de Anthony Kenny, The philosophy of Wittgenstein de George Pitcher, e Introducción a Wittgenstein de Pilar López. Los tres abarcan de manera general y sin profundizar demasiado muchos de los temas que miraremos aquí, aunque sin aplicarlos directamente a problemas de ética. Para este segundo paso acudí al libro que Cyril Barrett escribió dedicado a la religión y la ética en Wittgenstein titulado Ética y creencia religiosa en Wittgenstein, a algunos artículos de los 2 Critical assestments, y al libro de Raúl M eléndez titulado Verdad sin fundamentos . En. algunos casos, especialmente en el capítulo sobre arbitrariedad, tuve que prescindir de bibliografía secundaria aplicada ya que en realidad no encontré ningún texto que relacionara ambos asuntos.. 2. Aunque este libro no sea citado de manera explícita aquí, y aunque tampoco haya recurrido a éste para argumentar uno u otro punto debido al mismo carácter de este libro, vale decir que sirvió al menos como inspiración. Uno de sus temas centrales tiene mucho que ver con el problema central de esta monografía.. 11.

(13) 2. Definición de conceptos. Este primer capítulo tiene la finalidad de aclarar, tanto como sea posible, una serie de términos claves y recurrentes dentro de la filosofía tardía de Wittgenstein, tales como “juego del lenguaje”, “regla”, y “gramática”, partiendo de una breve introducción sobre los cambios que trae su nuevo pensamiento en contraste con lo propuesto en el Tractatus, centrándonos para esto específicamente en su posición frente a lo que es el significado de una palabra. Este paso es necesario ya que más adelante, cuando hablemos de significado y de comprensión, nos veremos obligados a volver una y otra vez a estos conceptos (es imposible abordar estos temas sin antes tener una idea más o menos general de lo que Wittgenstein quería decir cuando hablaba de juegos del lenguaje, reglas, y gramática). Por otra parte, lo dicho por Wittgenstein con respecto a estos temas es tanto que resulta fácil exponer estas ideas de manera satisfactoria en tan solo un capítulo de una tesis. Así que con propósitos prácticos obviaré algunos detalles para centrarme en las características más generales y básicas de los juegos del lenguaje, las reglas y la gramática, y por esto no abordar las preguntas y los problemas que surgen naturalmente a lo largo de la exposición. Teniendo en cuenta el carácter y el método expositivo de los escritos de Wittgenstein (vale recordar que ninguna de las obras trabajadas aquí fueron publicadas), nos centraremos en diferentes capítulos tanto de la Gramática filosófica como del Cuaderno amarillo, yendo a veces de un lado a otro con la intención de inventar, a partir de este orden arbitrario, una especie de estructura en la exposición de cada uno de los temas que nos conciernen aquí. Comenzaremos, como ya se dijo, mirando rápidamente en qué consiste la segunda filosofía de Wittgenstein, introduciendo con esto su nueva concepción del significado; luego hablaremos de los juegos del lenguaje, desde donde abordaremos el concepto de regla gramatical, para concluir con un apartado sobre la labor de la gramática.. 12.

(14) 2.1 La crítica contra el esencialismo, y una introducción al significado como uso. Wittgenstein comienza las Investigaciones hablando de la descripción que hacía Agustín del lenguaje, según la cual la función de éste es básicamente la de nombrar. En ella, pues, el significado de las palabras siempre sería algo que se pudiera señalar: la palabra ‘mesa’ serviría para señalar ciertas cosas con determinadas características esenciales; el significado de los nombres propios sería su referente; y lo mismo ocurriría con el resto de las palabras. No consideró Agustín, nos dice Wittgenstein, palabras como ‘uy’, ‘no’, ‘hurra’; estas, nos dice, se acomodarían luego. Esta introducción bien habría funcionado también en GF. Su idea aquí también es mostrarnos que el estudio de palabras como ‘uy’, ‘no’, etc. no es, como supone Agustín, algo que se pueda acomodar luego a un modelo esencialista del tipo descrito anteriormente, sino que es igualmente importante para la comprensión de la manera en que realmente operamos y usamos el lenguaje. Wittgenstein nos asegura que si miramos la manera en que realmente usamos las palabras –todas las palabras- encontraremos que el modelo propuesto por Agustín es incompleto, pues no es suficiente para describir todas las funciones que tiene el lenguaje. El giro que nos está proponiendo aquí Wittgenstein es grande, pues no se reduce a criticar la posición de Agustín ni la de su pensamiento anterior (el Tractatus logicophilosophicus plantea una posición similar a la mencionada anteriormente), sino que pretende aclarar un malentendido que, nos dice, podemos encontrar a lo largo de toda la historia de la filosofía –esto es, la creencia de que la función de todas las palabras es la de nombrar. El giro consiste, puesto en pocas palabras, en considerar el significado de una palabra ya no como su definición ostensiva, sino como su uso. Nos propone, pues, que cuando queramos investigar cuál es el significado de una palabra no partamos de determinado supuesto sobre lo que es o debería ser el lenguaje (en el caso de Agustín se trataría de investigar el uso de las palabras partiendo del supuesto de acuerdo al cual su función principal y única es la de nombrar), sino que comencemos desde la observación del uso real de las palabras; que no partamos de una hipótesis determinada que esperamos confirmar con los hechos, sino que partamos del uso de las palabras para llegar luego a las conclusiones necesarias. En YB nos dice hablando del caso de los números:. 13.

(15) “ Cuando oímos el sustantivo ‘número’ usado en la pregunta ‘¿Qué es un número?’ nuestra tendencia es pensar en un objeto etéreo [que le corresponda]. […] Como un camino posible para salir de esta dificultad, yo propongo que no hablemos del significado de las palabras, sino, mejor, del uso de éstas.” (YB, 2). La nueva filosofía de Wittgenstein nos invita, pues, a que cuando abordemos una pregunta de este tipo no partamos del supuesto mencionado en la cita (a saber, que el significado de ‘1’ es un objeto etéreo, o algo por el estilo), sino que, mejor, miremos la forma en que usamos la palabra para comprender su significado. Esto implicaría, entre muchas otras cosas, que cuando por ejemplo estudiemos el uso de la palabra “juego” no busquemos una cualidad específica y única que compartan todas las actividades a las que nos referimos con el mismo término, sino que aceptemos, a través de nuestra observación, la variedad, multiplicidad y diferencia de las cosas de las que estamos hablando aun cuando usamos una misma palabra para diferentes circunstancias. Partiendo de esta observación, nos dice Wittgenstein, descubriremos que nuestras ansias por encontrar esencias y por asegurar el significado de una palabra únicamente en una definición ostensiva son simplemente equivocadas, pues en vez de encontrar unidad y homogeneidad en los usos de una misma palabra, veremos diferencias y multiplicidad. Wittgenstein comparará, con el fin de hacer más claro esto, las palabras con herramientas y con el dinero.. “ [Las palabras] son agrupadas en un diccionario como herramientas en una caja, y como las herramientas, que se parecen mucho entre ellas, tienen usos enormemente diferentes. Los usos de las palabras pueden diferenciarse de la forma en que se diferencia la belleza de una silla. Son incomparables de la forma en que son incomparables algunas cosas que compramos, como un sofá y un permiso para asistir a una función de teatro. Cuando hablamos de las palabras y de sus significados tendemos a compararlos con el dinero y las cosas que podemos comprar con éste, y no con el dinero y sus usos posibles. Una cosa que compramos con dinero no es lo mismo que la forma en que lo usamos…” (YB, 2). López interpreta esta idea, y tomando como punto de partida la crítica al Tractatus, así:. 14.

(16) “ A la afirmación de la variedad de usos de las proposiciones se une el rechazo de la teoría nominativa del Tractatus, que reducía los términos del lenguaje a la función de nombrar. […] En primer lugar, los nombres son sólo una parte de los términos significativos del lenguaje. Hay en éste un gran número de palabras que no denominan nada y que, sin embargo, tienen significado. […] Pero el que no todas las palabras sean nombres es sólo la primera parte de la argumentación. La segunda es que ni siquiera de los nombres se puede decir que su significado sea su referencia.”3. Esta crítica viene de la mano de lo que Pitcher bautiza en su libro The philosophy of Wittgenstein como el ataque al esencialismo. Si pensamos que la función de las palabras es la de nombrar, la conclusión natural es pensar que si usamos un mismo nombre para una variedad de cosas es debido a que todas ellas tienen y comparten algo en común. Supondríamos, por eso, que todas las cosas que llamamos ‘caballos’ y ‘elegante’ comparten una esencia común, pues de otra manera no nos referiríamos a todas ellas con una misma palabra. Wittgenstein de nuevo refutará esta posición: si miramos el uso real de las palabras veremos que no hay nada esencial a las situaciones u objetos a los que nos referimos con un término común. Pitcher resume esta idea así:. “ Tendemos a asumir que hay algo común a todos lo caballos, las mesas, los hombres, los juegos, las religiones, etc. Y esta es una suposición natural. […] Y ya que todo es de cierta clase –es o un hombre, o una mesa, o un pedazo de plata- todo tiene una esencia. […] Wittgenstein se dispone a mostrar que la creencia en esencias, aunque popular y completamente natural, es equívoca. Donde los filósofos han tradicionalmente buscado igualdad y unidad, Wittgenstein busca diferencias y multiplicidad. […] Uno sólo tiene que mirar, por ejemplo, los diversos individuos para los que se aplica un término general para ver que no tienen todos algo en común. Como un simple hecho, no comparten una esencia común.”4. Con ello, el significado de palabras como ‘rojo’ no sería cierta cualidad que comparten todos los objetos que catalogamos como rojos, ni el de ‘caballo’ una abstracción de ciertas cualidades esenciales de todos los seres que consideramos como tales. Tampoco será el significado de una palabra como “asqueroso” cierta sensación, estado, o proceso mental que acompaña la dicción de la palabra. M ás bien, diría Wittgenstein, el significado de estas 3. LOPEZ, Pilar; P. 109-110. PITCHER, George; The philosophy of Wittgenstein. Págs. 216-217. Englewood Cliffs, NJ; Prentice-Hall; 1964.. 4. 15.

(17) palabras variará dependiendo del contexto en el que sean usadas, y no es nada fijo que podamos señalar o establecer indefinidamente. Lo que esto significa podría resumirse así: si asumimos el significado de una palabra como su uso, veremos que éste no es algo fijo (no es, pues, una definición ostensiva) ya que el uso de las palabras, como lo corroborará nuestra observación, es de carácter fluctuante y aleatorio.. 2.2 Juegos de lenguaje. Vimos al comienzo de este capítulo la crítica de Wittgenstein a la imagen que nos presenta Agustín del lenguaje, según la cual la función única de las palabras es la de nombrar. La respuesta de Wittgenstein a esto era la siguiente: si miramos el uso de las palabras, veremos que las usamos para muchas cosas y con diversos fines, no sólo para nombrar. Y si Agustín pretendía reducir la función de las palabras a nombrar, éste también tenía la intención de reducir la función del lenguaje en su totalidad a una sola –a esto se refiere, por ejemplo, cuando nos dice que las proposiciones tienen la única función de enseñarle algo a alguien. Wittgenstein hizo lo mismo en el Tractatus, en donde nos proponía que el lenguaje tenía el único propósito de servir como figura o descripción del mundo y de las cosas, y la forma en que éstas interactuaban. Tal y como se puede ver, en ambos casos se trataba de encontrar la función esencial a todo lo que llamamos lenguaje. El segundo Wittgenstein, el que escribió GF, ya había abandonado esta pretensión, y en cambio nos invita una vez más a que veamos las actividades que llamamos ‘lenguaje’ para mostrarnos que no hay nada en común a todas ellas. Su punto de partida, una vez más, es mirar este tipo de actividades como fenómenos, y no partir de supuestos sobre cuál es la finalidad última de todo lo que llamamos ‘lenguaje’. Dice:. “ Me interesa el lenguaje como un fenómeno y no como un medio para un fin determinado” (GF, 137).. Anthony Kenny, quien también trabaja en su libro Wittgenstein la Gramática con dedicación, sostiene esto también cuando dice: 16.

(18) “ No podemos considerar el lenguaje en su conjunto como un medio para algún fin extralingüístico: ‘la comunicación de los pensamientos’ no puede ser este fin, porque hay muchos pensamientos que ni siquiera pueden ser pensados sin lenguaje. En general no pensamos o usamos el lenguaje porque hayamos visto que es un buen negocio, del mismo modo que no criamos a nuestros hijos porque hayamos visto que es un buen negocio.”5. Es a partir de esta observación sin presupuestos, sin considerar el lenguaje como un medio para un fin, que Wittgenstein optará por hablar, mejor, de ‘lenguajes’ y no de ‘lenguaje’. La principal razón que tiene para hacer esto es mostrarnos precisamente que, una vez nos hemos dispuesto a rechazar la idea de buscar algo que le sea esencial a todas las actividades que llamamos ‘lenguaje’, encontraremos una vez más diversidad en vez de unidad. Ya no nos parecerá únicamente una cuestión de método hablar del lenguaje como un fenómeno en vez de un medio para un fin determinado, sino que veremos que se trata de una conclusión inevitable a la que llegamos tras la observación de los diversos usos que le damos a la palabra ‘lenguaje’. Dice en GF:. “ El lenguaje no se encuentra definido para nosotros como un arreglo que cumple una función determinada. El “ lenguaje” es para mí, más bien, un nombre colectivo y lo entiendo como algo que comprende el idioma alemán, el inglés, etc., además de los diversos sistemas de signos que son más o menos afines a estos lenguajes” (GF, 137).. De acuerdo a lo anterior, tenemos que ‘lenguaje’ es el nombre colectivo de una serie de sistemas que son afines entre sí, pero que no tienen por ello que tener un fin común. Otro tipo de lenguajes, aparte de los mencionados en la cita, son las matemáticas, la geometría, y la lógica. Pero la distinción que hará Wittgenstein entre diversos lenguajes, como veremos unas páginas más adelante, va mucho más lejos que esto. No se trata de una distinción que se reduzca al español y al alemán, sino que distinguirá dentro de un mismo lenguaje como el español diversos ‘lenguajes’. Y es de esta idea que nos muestra que la investigación sobre el lenguaje no puede ser totalitaria, sino que sólo puede hacerse caso por caso, juego por juego. López explica esto mismo, en conexión con lo dicho anteriormente sobre el Tractatus, de la siguiente manera: 5. Kenny, Anthony; Wittgenstein; Pág. 150; Alianza Ed., 1982.. 17.

(19) “ El significado de ‘lenguaje’, como el de ‘juego’, no es, pues, unívoco sino que designa una serie de actividades cuyas semejanzas se presentan en ‘gradación’. De ahí el carácter indefinible del lenguaje. […] No existe ningún factor compón predominante en el lenguaje, al que puedan asimilarse todos los demás. Si algo puede decirse de la naturaleza del lenguaje es que es heterogéneo, que no tiene naturaleza como tal. El lenguaje único del Tractatus aparece ahora como uno más de los juegos que componen el lenguaje ordinario y sin ningún status especial, y la creencia en la unicidad del lenguaje es calificada como una superstición producida por ilusiones gramaticales.”6. Con la idea precisamente de mostrar también la diversidad de lenguajes dentro de un mismo sistema como lo sería el español es que Wittgenstein introduce su comparación entre juegos y lenguaje, comparación que lo llevará más adelante a catalogar estos lenguajes como “juegos del lenguaje” o “cálculos”. La idea con esta comparación es mostrarnos, primero, que lo que llamamos ‘lenguaje’ es en realidad el conjunto de diversas actividades con diferentes propósitos pero afines entre ellos en diversos aspectos; y, segundo, porque Wittgenstein confía en que a través de la comparación entre juegos y lenguajes podemos aprender mucho acerca de la forma en que éstos funcionan realmente. Iniciando esta comparación, nos dice Wittgenstein en GF:. “ Consideramos los juegos y el lenguaje desde el punto de vista de un juego que procede de acuerdo con reglas. Es decir, comparamos al lenguaje con un procedimiento de este tipo.” (GF, 26).. Y más adelante:. “ Estudiamos el lenguaje desde el punto de vista que lo considera un juego según reglas fijas. Lo comparamos con un juego de esta especie y lo medimos en relación con él.” (GF, 36).. La idea de Wittgenstein cuando nos propone comparar los diversos lenguajes con juegos no es postular una especie de nueva teoría general del lenguaje: la comparación tiene importancia sólo en la medida en que sirve como método descriptivo, de la misma manera. 6. LOPEZ, Pilar; p. 119.. 18.

(20) en que un cartógrafo acude a diferentes convenciones para hacer el mapa de un país. El subrayado “desde el punto de vista” pretende precisamente hacer evidente esto. Ahora, es vital para la comprensión de los juegos del lenguaje entender exactamente en qué consiste la comparación propuesta entre lenguaje y juegos. Volviendo a las citas antes mencionadas de GF, tenemos, antes que nada, que no se trata de comparar el lenguaje con cualquier tipo de juegos, sino con juegos que proceden de acuerdo a reglas. Juegos de este tipo son, entre muchos otros, el ajedrez, el fútbol, el parqués, las escondidas, los juegos de video, etc. Wittgenstein también señala que hay juegos que no parecen proceder de acuerdo a reglas establecidas (este sería el caso, por ejemplo, de un niño que juega con una pelota rebotándola de un lado a otro); este tipo de actividades no son, sin embargo, las que Wittgenstein tiene en mente para realizar la comparación: sólo compara el lenguaje con procedimientos que se lleven a cabo de acuerdo a reglas establecidas. Tras esto, el siguiente paso que da para su explicación de los juegos del lenguaje es darnos ejemplos concretos de éstos pues, nos dice, los casos concretos serán suficientes para darnos una idea clara de lo que quiere decir con ‘juegos del lenguaje’. Dice en YB:. “ La palabra “ proposición” es explicada de la forma en que explicamos la palabra “ juego” y “ sentido”, esto es, agrupando ejemplos. Los ejemplos dan una idea lo suficientemente clara.” (YB, 15).. El método de Wittgenstein para explicarnos los juegos del lenguaje es, pues, darnos ejemplos concretos de éstos. Al verlos veremos exactamente en qué consiste su comparación entre lenguajes y juegos. Dos de los ejemplos más recurrentes de sus obras tardías sobre juegos del lenguaje son el de San Agustín (del que ya hablamos anteriormente) y el del albañil. En el primer caso, Agustín describe el lenguaje como un sistema cuya finalidad es la de nombrar cosas: las palabras están ahí como nombres. El segundo, el del albañil, tiene un número reducido de gestos y palabras, los únicos signos necesarios para la dirección de una construcción. Ambas descripciones, dice Wittgenstein, parecen suficientes para ciertas ocasiones y contextos, y podríamos decir que, de hecho, un albañil puede prescindir del resto de palabras, gestos y signos cuando su finalidad es la de llevar a cabo una construcción. Lo que ambos ejemplos no cumplen, y no pueden cumplir, es servir como descripción final y suficiente de la totalidad de actividades que llamamos. 19.

(21) “lenguaje”. Por un lado, podemos decir que no todas las palabras están ni son usadas con la finalidad de nombrar cosas u objetos, y por otra parte sabemos que el precario y sencillo lenguaje del albañil serviría para muy poco fuera del contexto de una construcción. Ambos casos sirven, repito, como descripciones de juegos del lenguaje, de lenguajes, pero no funcionan como descripciones de la totalidad del lenguaje. Partiendo de la propuesta de Agustín, Wittgenstein expresa esta idea en GF de la siguiente manera:. “ San Agustín describe un cálculo de nuestro lenguaje, sólo que no todo aquello a lo que llamamos lenguaje se encuentra en este cálculo. (Y se debe decir esto en muchos casos donde se pregunta: “ ¿es esta descripción apropiada o no?”. La respuesta es: “ sí, es apropiada, pero para esto, no para todo el ámbito que pretendes describir”.) Podría entonces decirse que San Agustín presenta la cuestión de una manera demasiado simple; pero, igualmente, que presenta una cuestión más simple. Sucede como si alguien explicara: “ jugar consiste en mover sobre una superficie ciertas cosas, de acuerdo con reglas específicas…” y nosotros respondiéramos: seguramente estás pensando en juegos de tablero, a los que verdaderamente puede aplicarse tu descripción. Pero éstos no son los únicos juegos. Puedes entonces corregir tu explicación si te limitas explícitamente a esos juegos” (GF, 19). La cita anterior refuerza la idea de que no se trata de hablar ni describir la totalidad del lenguaje, sino que las descripciones funcionan para juegos particulares. Y al igual que en la lista que hagamos no veremos ningún factor común a todos ellos (divertir, por ejemplo), así tampoco encontraremos un factor común que compartan los diversos juegos de lenguaje. Los ejemplos anteriormente citados tienen entonces, repito, la doble función de servir como ejemplos, y a la vez de hacer evidente la imposibilidad de pretender describir la totalidad del lenguaje en un número fijo de reglas. Siguiendo esta idea, López complementa esto cuando dice:. “ Wittgenstein no da una definición estricta –entre otras cosas porque no puede darse- de lo que entiende por ‘juegos del lenguaje’, pero sí utiliza un número considerable de ejemplos para ilustrar el modo diferente en que las palabras funcionan en cada uno de ellos.”7. 7. LOPEZ, Pilar; Pág. 111. 20.

(22) Un último aspecto que vale señalar de los juegos del lenguaje, y que se hace evidente cuando se explota la recurrente comparación entre el lenguaje y el ajedrez, es que como todo juego, éste también implica acción y práctica del mismo. López plantea esto cuando, siguiendo a Sprecht, nos indica que uno de los tres aspectos significativos de los juegos del lenguaje es que éstos son “el lenguaje ordinario junto con las actividades y realizaciones 8 pertenecientes a él.” Es de acuerdo a esto que no llamamos “juegos del lenguaje” sólo al. conjunto de reglas que establecemos, sino también la misma práctica de estos. Así como no llamamos ‘ajedrez’ sólo a la lista de reglas y piezas de éste, y tampoco ‘fútbol’ al sistema de reglas, la cancha y el balón, lo mismo ocurre con los juegos del lenguaje. Hasta este punto hemos establecido las razones que tiene Wittgenstein para hablar de ‘lenguajes’ y no de ‘lenguaje’, y cómo, a partir de esta distinción y con la finalidad de exponer ciertas características de los diversos lenguajes, nos propone que los comparemos con juegos. Esta comparación servirá finalmente para dos cosas principalmente: primero, para que veamos que no tiene sentido intentar dar una razón única y última sobre por qué llamamos diversas actividades con la palabra ‘lenguaje’, y segundo para que también veamos cómo las palabras adquieren diferentes usos dependiendo del contexto en el que son usadas. Esta segunda parte, que aun no ha sido explicada, es el punto de partida del siguiente apartado sobre reglas gramaticales y el papel que juegan dentro de los juegos del lenguaje.. 2.3 Reglas gramaticales. Retomando el punto de partida de este capítulo, Wittgenstein nos dice que cuando vemos el uso de una palabra vemos algo que fluctúa constantemente. Esto quiere decir no sólo que cuando pensamos en esto vemos el significado de las palabras como algo inaprensible, sino también que no tiene sentido intentar definirlo de manera estable y definitiva. No hay manera de que encontremos una definición esencial a todos los casos en los que usamos una misma palabra, por la sencilla razón de que no la hay.. 8. Ibíd.; Pág. 112.. 21.

(23) Pero precisamente con el propósito de llevar a cabo una investigación gramatical sobre los diversos usos de las palabras es que Wittgenstein nos sugiere que, ya que no podemos “atrapar” el significado absoluto de una palabra, más bien intentemos separar y distinguir algunos de los diversos aspectos del uso de las palabras. Así, con el caso de ‘juego’ diremos que a veces usamos la palabra para referirnos a actividades para niños, a veces para hablar de juegos de mesa, a veces para referirnos a juegos de palabras, etc. Al hacer esto, estamos distinguiendo diferentes usos de una misma palabra para hacer evidente en qué sentido es que estamos usando el término. Los juegos del lenguaje vendrían precisamente a ser los marcos de referencia en los que distinguimos los diversos usos de las palabras y del lenguaje. De la misma forma en que Wittgenstein nos diría que el uso que Agustín le daría a la expresión “tabla” sería diferente del que le daría el albañil (en el primer caso sería un nombre, y en el segundo podría ser también una orden para que otro albañil le pase una tabla), así también se están distinguiendo dos juegos del lenguaje, dos formas diferentes de usar las palabras. Es de acuerdo a esto que diremos también que las reglas gramaticales juegan, dentro de los juegos del lenguaje, el papel de señalar la forma en que está siendo usada una palabra en un determinado contexto, y distinguirla con ello de otros posibles usos del mismo término. Resumiendo en parte lo dicho anteriormente sobre juegos del lenguaje, encontramos la siguiente cita:. “ Cuando consideramos el uso real de una palabra vemos algo que fluctúa constantemente. En nuestras consideraciones contraponemos a esta fluctuación algo más estable, de manera similar a cuando realizamos una pintura estática de la figura constantemente cambiante del paisaje.” (GF, 36). Y en YB, aclarando un poco el papel que juegan las reglas gramaticales en esta “pintura” estable del uso fluctuante del lenguaje, dice:. “ Lo que yo hago es hablar del lenguaje como si consistiera en reglas fijas, cosa que de hecho no es lo que ocurre.” (YB, 47). 22.

(24) El uso real de las palabras y del lenguaje es fluctuante; pero para sus propósitos actuales, Wittgenstein nos propone que describamos este uso a través de reglas que determinarían la forma en que las palabras son usadas dentro de determinados juegos del lenguaje. Estas reglas, vale decir, no pretenden describir la forma en que una palabra es de hecho usada en todos los juegos del lenguaje, pero que sí describir y mostrar la manera en que es usada dentro de un contexto determinado. Con ello se consigue, además, distinguir determinado uso de cierta palabra de otros usos posibles. Al igual que como ocurrió con los juegos del lenguaje, Wittgenstein recurre aquí también a la comparación entre reglas gramaticales y reglas de juego para mostrar cómo operan las primeras en los juegos del lenguaje. Dice en GF:. “ Nadie negará que el estudio de la naturaleza de las reglas de los juegos debe ser útil para el estudio de las reglas gramaticales, porque sin duda existe alguna semejanza entre ellas. Lo correcto es dejar que sea el instinto, seguro de que existe alguna afinidad, el que nos guíe y considerar las reglas de los juegos sin prejuicios acerca de la analogía entre gramática y juego.” (GF, 134). Kenny sostiene esto mismo cuando dice: “ Un punto crucial de la comparación entre lenguaje y juegos es que ambos suponen el empleo de reglas.”9. En general, Wittgenstein acude a ejemplos y comparaciones de diversos tipos para explicar qué es una regla gramatical y cuál es su papel en un juego del lenguaje. Tres de las reglas de uso de distintas palabras que nos enseña como ejemplos son: 1) que hay que usar la palabra ‘azúcar’ en conexión con una sustancia específica; 2) que hay que dejar de realizar ciertas acciones cuando nos dicen la palabra ‘no’ acompañada de ciertos gestos específicos; y 3) que debemos caminar en el sentido indicado por un dedo cuando nos señalan un camino, y no en la dirección contraria. Los ejemplos deben surtir en nosotros el mismo efecto que surtieron cuando hablamos de juegos del lenguaje: a través de ellos llegaremos a la conclusión de que no hay un único factor común a todo lo que llamamos ‘regla’, como tampoco lo hay a todas las actividades que llamamos ‘lenguaje’ ni ‘juegos’. A pesar de la 9. Ibíd..; Pág. 152.. 23.

(25) reticencia de Wittgenstein a darnos definiciones estáticas, en un punto nos indica que una función importante de las reglas, tanto gramaticales como de juegos, es la de servir como límites. Dice en GF:. “ ¿Son comparables las reglas que dicen que tal y cual combinación de palabras no da ningún sentido a las estipulaciones del ajedrez que, por ejemplo, no admiten como posiciones permisibles en el juego que dos piezas estén en el mismo cuadro o que una pieza se encuentre en el límite de dos cuadros, etc.? Esas proposiciones son, de nuevo, como ciertas acciones, como cuando, por ejemplo, de un trozo grande de papel cuadriculado se recorta un tablero de ajedrez. Establecen un límite.”. López resume parte de lo dicho anteriormente cuando dice:. “ Los juegos se definen en general por el sistema de reglas que rige cada uno de ellos. Reglas que, por otro lado, pueden diferir en cada caso según su complejidad, número, rigidez con que deben aplicarse, etc. Estas características pueden atribuirse también al lenguaje: así como una misma ficha se utiliza de manera diferente según se esté jugando con ella a las damas, al parchís o a la ruleta, también una palabra adquiere distintos usos, es decir, está regulada por normas diferentes, según el juego lingüístico en que se emplee. […] todo uso implica una serie de normas o líneas directrices –las <<reglas de uso>>-, que varían en cada caso según la función que se adscriba a cada palabra o, desde otro punto de vista, según el juego de lenguaje al que pertenezca. Cada juego lingüístico comprende, pues, una serie de normas por las que deben regirse las palabras incluidas en él a fin de cumplir su función.”10. Al igual que como ocurre con las reglas en los juegos, las reglas gramaticales son a su vez descriptivas y normativas: describen en tanto que vienen después del lenguaje y su aplicación, y regulan y limitan en tanto que sirven como razones para impedir ciertas acciones y combinaciones de palabras (por ejemplo, si alguien comienza a llamar ‘amarillos’ los objetos rojos, le señalaremos la regla de acuerdo a la cual usamos la palabra ‘amarillo’ en relación con determinados objetos, y lo mismo haremos con la palabra ‘rojo’, para que comience a aplicar correctamente ambas palabras). Y la forma en que las reglas gramaticales limitan son muchísimas: lo hacen cuando le quitamos a un niño un peón de ajedrez de la boca y le decimos que “así no se juega ajedrez” (aquí lo estamos limitando 10. Ibíd..; Pág. 113.. 24.

(26) con un regaño, con una acción), cuando se despide a alguien del trabajo por haber violado las leyes de convivencia de la empresa, o cuando se mete a alguien a la cárcel por haber cometido un delito. Y las reglas se hacen cumplir mediante acciones de diversos tipos, desde castigos hasta reprensiones verbales. Otro factor clave sobre la naturaleza de las reglas gramaticales (y que también guarda especial conexión con las reglas de los juegos tradicionales) es su carácter arbitrario. Wittgenstein insiste una y otra vez en esto, ya que, asegura, nuestra tendencia es creer que las reglas de acuerdo a las cuales usamos el lenguaje y actuamos tienen alguna ‘razón’ para estar ahí. Esto, sin embargo, lo dejaremos para el siguiente capítulo en donde expondremos a profundidad la arbitrariedad de las reglas gramaticales.. 2.4 Gramática. Comenzando el Cuaderno Amarillo dice:. “ [En filosofía] nos encontramos con el mismo tipo de dificultad que tendríamos con la geografía de un país para el que no tenemos un mapa, o en el mejor de los casos un mapa con fragmentos aislados. El país del que estamos hablando es el lenguaje, y su geografía la gramática” (YB, 1). Centrémonos en la comparación que nos es sugerida por la cita anterior entre geografía y gramática. El diccionario Larousse ilustrado define la palabra “geografía” de la siguiente manera:. “ Descripción de la tierra desde el punto de vista del suelo, el clima, etc.; de las producciones del suelo; de las razas, las lenguas, los límites de los pueblos, las instituciones; con relación a la historia; a la forma del globo y a su posición en el sistema planetario...”11. Puede ser una definición discutible, pero usa una palabra que puede sernos útil para entender lo que quiere decir Wittgenstein con gramática: descripción. Tanto en YB como en GF “gramática” es definida como la descripción del uso de las palabras; y mientras que 11. GARCÍA-PELAYO Y GROSS, Ramón; Pequeño Larousse ilustrado; Pág. 501; Ediciones Larousse; 1992.. 25.

(27) la geografía tiene la labor de describir un país cualquiera, la gramática describe los diversos juegos del lenguaje, los diversos usos de las palabras. Lo que hemos hecho hasta ahora al definir términos como “juegos del lenguaje” y “regla”, y a la luz de la reciente comparación con la geografía, es señalar las convenciones de acuerdo a las cuales vamos a realizar la descripción antes mencionada: en vez de hablar de pueblos, ciudades, barrios, hablamos de juegos del lenguaje; y en vez de hablar de fronteras, de límites, hablamos de reglas gramaticales. Esto nos ayuda a volver al punto según el cual Wittgenstein no nos está proponiendo una teoría sobre el lenguaje, sino que nos ofrece un punto de vista, un método de descripción: al igual que las ciudades, las fronteras, y los pueblos son convenciones arbitrarias del geógrafo que nos ayudan a mirar y estudiar el mapa de un país, la gramática propuesta por Wittgenstein tiene como finalidad la construcción de un mapa del lenguaje de acuerdo a unas convenciones igualmente arbitrarias (a saber, los juegos del lenguaje, y las reglas gramaticales). Tenemos entonces un método de descripción (la comparación del lenguaje con juegos llevados a cabo de acuerdo a reglas fijas), y tenemos también el objeto a describir (el lenguaje). Falta aun, sin embargo, hacer una serie de aclaraciones sobre la naturaleza de esta descripción, y con ello completar el análisis con respecto a la finalidad de la gramática. Dice Wittgenstein en Gramática filosófica:. “ La gramática describe el uso de las palabras en el lenguaje. […] Se relaciona entonces con el lenguaje de manera similar a como lo hace la descripción de un juego, las reglas de un juego, con ese juego.” (GF, 23). Y más adelante:. “ La gramática son los libros de contabilidad del lenguaje. Ellos deben mostrar las transacciones reales del lenguaje, todo lo que no sea una cuestión de sensaciones concomitantes.” (GF, 44). En ambas citas se dice explícitamente que la finalidad de la gramática es la de describir el uso de las palabras. El segundo fragmento parece insinuar, sin embargo, que la única labor de la gramática es la de describir, y en esa medida el filósofo tendría la función de anotar descriptivamente todos los usos que se hacen del lenguaje (al estilo de lo que el instituto. 26.

(28) Caro y Cuervo intenta realizar), con lo que su tarea no sería diferente de la de un lingüista. Es en este punto que gana importancia el método descriptivo: al comparar los lenguajes con juegos reglados, y describirlos basándonos en esta comparación, se están señalando límites para los usos de las palabras dentro de determinados juegos del lenguaje. La primera cita sirve como buen ejemplo de este punto, pues nos sugiere que la gramática está imponiendo, a través de la descripción, límites al uso de las palabras dentro de los juegos del lenguaje. Tanto López como Kenny sostienen esto. Dice la primera:. “ El concepto de gramática adopta en Wittgenstein un doble sentido: por un lado es la ciencia o el estudio de las reglas de uso lingüístico; por otro, el conjunto de las reglas mismas. La gramática tiene, pues, un carácter a la vez normativo y descriptivo: regula el uso del lenguaje al mismo tiempo que describe cómo funciona”12. Kenny dice, por otra parte:. “ ¿Por qué está interesado el filósofo en el estudio de los juegos de lenguaje? Para clarificar el significado y distinguir entre sentido y sinsentido. […] La forma más común de sinsentido filosófico surge no cuando una palabra está siendo usada fuera de todo juego de lenguaje, sino cuando se usa en un juego de lenguaje distinto del apropiado. […] De modo que es claramente importante saber dónde termina un juego de lenguaje y empieza otro.”13. El caso del ajedrez puede sernos útil de nuevo: describir el juego implica, primero, señalar las piezas, el tablero, y segundo mostrar las reglas de acuerdo a las cuales se juega. La gramática, frente a un juego del lenguaje particular, haría lo mismo: señalaría las reglas de acuerdo a las cuales se permiten unos usos y otros no dentro del contexto específico. Profundizando es este aspecto dice:. “ Que una proposición empírica sea verdadera y otra falsa no es una parte de la gramática. Lo que corresponde a la gramática son todas las condiciones (el método) necesarias para comparar la proposición con la realidad. Es decir, todas las condiciones necesarias para la comprensión (del sentido).” (GF, 45). 12 13. Ibíd.; Pág. 114. Kenny, Anthony; Wittgenstein; Pág. 147; Alianza Ed., 1982.. 27.

(29) Que la gramática señale las condiciones, el método de comparación de una proposición con la realidad quiere decir que señala las reglas y la forma en que éstas son aplicadas en un juego específico. Estos criterios son los que admitirán una u otra proposición como falsa o verdadera, práctica o impráctica, dentro de ese contexto. Señalar los límites tiene, además, la función de rechazar como “reglas” otras proposiciones dentro de un juego del lenguaje. Dice en Filosofía:. “ …dar una regla tiene su uso si alguien hace una regla opuesta que no deseamos seguir.” (PH, 17)”. De nuevo, la cita anterior refuerza la idea de que hacer gramática también implica señalar límites, y con ello rechazar ciertas “jugadas” dentro de un juego del lenguaje. Si un niño jugando damas pretendiera ‘comerse’, literalmente hablando, las fichas de su contrincante para ganar, le diríamos que eso no está permitido ni hace parte del juego, dadas las reglas antes establecidas de las damas. La gramática haría lo mismo dentro de un lenguaje: si alguien inventa un nuevo uso para una palabra que entra en contradicción con otra, la regla simplemente es rechazada en el contexto específico. Pero tan difícil como es decir, simplemente observando, dónde comienza y dónde termina una ciudad (Bogotá, por ejemplo), es difícil decir dónde comienza y dónde termina un juego del lenguaje. Esto quiere decir que un juego de esta especie se diferencia del ajedrez en la medida en que su conjunto de reglas es susceptible de ser extendido y modificado, y de que nunca llegaremos a lo que se podría llamar una gramática completa. Dice en Filosofía:. “ Podríamos sentir que un análisis lógico completo nos daría toda la gramática de una palabra. Pero no existe tal cosa como una gramática completa.” (PH, 17). Las consecuencias de lo anterior son claras: primero, que en la descripción de un juego del lenguaje nunca llegaremos a un punto final donde podamos decir que no hay más reglas de uso dentro de ese contexto; y segundo, que las reglas de uso bien podrían ser modificadas. Volviendo al caso de la ciudad, podemos también pensar que una ciudad nunca está terminada y que tampoco es inmodificable, por lo que cualquier límite que le impongamos,. 28.

(30) cualquier peaje, sería arbitrario, aunque sin embargo hayan una serie de limitaciones que impiden considerar cualquier parte de Colombia o de Cundinamarca como parte de Bogotá. La finalidad última de la gramática sería, de acuerdo a lo dicho anteriormente, la de construir tan completamente como sea posible un mapa del lenguaje, yendo para esto caso por caso, juego por juego. Evidentemente no se trata de construir un lenguaje ideal como ocurría en el Tractatus, sino más bien de describir tan precisamente como sea posible, como lo hace la geografía con una ciudad, cada juego del lenguaje.. 29.

(31) 3. Arbitrariedad del uso de las expresiones éticas. Tal y como anunciamos en la introducción, esta tesis tiene la intención de explorar básicamente dos caminos de interpretación que pueden parecer radicalmente opuestos: por un lado se trata de examinar la exposición de Wittgenstein sobre el significado, y a partir de ésta mostrar algunas conclusiones que nos llevan a pensar que su tendencia es a creer que el uso de las expresiones éticas (y en general de todo tipo de palabras) es arbitrario, y por otra parte mostrar, hablando sobre la comprensión, una interpretación que matizaría esta posición. Este capítulo estará dedicado enteramente a la primera parte, y la finalidad es exponer las razones que tiene Wittgenstein para decir que las reglas gramaticales son arbitrarias. Los pasos que se seguirán a continuación son los siguientes: primero, expondremos algunos de los conceptos enunciados en la primera parte del capítulo anterior en torno al significado (como lo son el significado como uso, y la crítica a la definición ostensiva); luego, miraremos cómo a partir de estas conclusiones nos muestra en qué sentido son las reglas gramaticales arbitrarias (y por lo tanto también el significado de las palabras); y finalmente veremos lo dicho anteriormente aplicado al uso e investigación de las expresiones éticas. Resolveremos, vale repetir, algunas de las preguntas que quedaron abiertas en el capítulo anterior: se explicará con detalle la crítica de Wittgenstein a la tendencia a identificar la definición ostensiva con el significado de las palabras, y se completará la exposición sobre reglas gramaticales cuando hablemos sobre su carácter arbitrario. Por otra parte, y debido a la estructura que hemos escogido para exponer este tema, tendremos que dejar inconclusa hasta cierto punto la exposición de la crítica a los procesos y estados mentales como significado, ya que Wittgenstein prefiere centrarse en la comprensión para hablar de estos. Por esta razón, dejaremos este asunto para el capítulo siguiente.. 30.

Referencias

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