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Academic year: 2020

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Universidad Nacional de Luján

Especialización en Estudios de las Mujeres y Género

Trabajo Final Integrador

Pensar el cuerpo

Profesora tutora: Dra. Claudia Torres

Alumna: Mirta Rodríguez Peduran

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Introducción

A veces se dice que aquellos que escriben suelen narrar relatos de vida, experiencias de vida, o que en su escritura aparecerán siempre girones de su historia real, pero escribir no es solamente relatar, la escritura no es sólo relato, ella misma es experiencia de vida. Quien escribe es nuestro cuerpo, con todas sus fuerzas, que son también las fuerzas de los otros. Entonces no se escribe sólo con el cuerpo, sino que es el cuerpo el que escribe y se escribe…la escritura se materializa y se convierte en cuerpo.

La escritura es un cuerpo que se aleja de su productor, pero también es un cuerpo el que escribe en ella.

Este cuerpo femenino que escribe, es un cuerpo que se oculta, es un cuerpo engañoso, siempre rechazado. Este cuerpo sujetado por normas y leyes es un cuerpo escrito en más de un sentido.

El interés de este trabajo es rastrear el significante cuerpo en algunos posibles sentidos. Este camino será recorrido en acompañamiento con una selección de obras literarias.

Después del Cristianismo, el cuerpo femenino se ató a los deberes que lo mantienen aferrado a sus creencias, hasta que empezó a desconfiar de verdades absolutas y entonces el cuerpo femenino liberado se arriesgó y experimentó otros modos de ser en el mundo. La polisemia aparece y entonces devenimos lo que somos al escribir. “Escribir es convertirse casi en lugar vacío, atravesado por voces y las fuerza de los otros.[…]La escritura es ejercicio de ausencia y de presencia: el cuerpo presente de quien escribe está ausente no sólo cuando la escritura adquiere su propio cuerpo y se emancipa sino en el acto mismo de escribir, porque ese cuerpo que escribe […] es al mismo tiempo el cuerpo y la voz de los otros”. (Cragnolini 2006: 49).

Ante la mirada de “los otros” el cuerpo femenino es un campo de preocupación, de poder, de desconocimiento; la invisibilidad del mismo sobre todo después del Cristianismo fue el triunfo sobre lo dionisíaco, porque el cuerpo era puro deseo sin límites…el gran temor…leyes y órdenes para este Ser.

Como dije, iré recorriendo las distintas significaciones de estos cuerpos inmorales, marginados, en espera, deseosos y deseados, maternales, cautivos y cautivadores.

Desarrollo

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Generalidades

Antes de entrar en el desarrollo de la temática del cuerpo propiamente dicho, es importante realizar una rápida visión sobre el lugar que ocupa la mujer en las diferentes teorías socio-económica. Como la cuestión de la mujer no ha sido una cuestión feminista para algunas teorías, como la teoría marxista, donde la posición de la mujer parte de la relación de la mujer con el sistema económico y no con la desigualdad con el hombre. La mujer, como sujeto del enunciado, es nombrada permanentemente por teorías de producción, métodos de análisis social, sistemas capitalistas, pero en pocas de ellas se habla puntualmente del cuerpo femenino, está excluido de este discurso que pretende ir contra la cuestión del patriarcado.

En el artículo de Heidi Hartmann define al patriarcado como “…Un conjunto de relaciones sociales entre los hombres que tienen una base material y que, si bien son jerárquicas, establecen o crean una interdependencia y solidaridad entre hombre que les permite dominar a las mujeres…” (Hartmann 1980).

Esta solidaridad entre los hombres los mantiene unidos teniendo como base estructural la “cuestión de la mujer”.

Si la “cuestión de la mujer” se analiza desde una visión marxista, ésta va a estar subyugada a la lucha de clases. La cuestión feminista se refiere a la desigualdad sexual entre los dos sexos con predominio del varón sobre la mujer, pero de esta visión marxista, a la mujer se la ubica analizando su relación con el sistema económico y no se relación con el hombre, por consiguiente según la autora en cuestión, lo que se debe analizar es la combinación de patriarcado y capitalismo.

Tomar esta posición es cuestionar tanto el trabajo realizado por el marxismo como por el feminismo radical en cuanto a la “cuestión de la mujer”.

Los marxistas radicales pensaban que el trabajo asalariado de la mujer la igualaría con el hombre. Engels atribuía la posición inferior de la mujer a la propiedad privada. Participar en el trabajo daría como consecuencia la liberación; a igualdad de salario, desaparición de relaciones patriarcales.

Según Gerda Lerner (Lerner 1990:27-28), Engels “presuponía una primitiva división del trabajo entre los sexos” que se parece a la construcciones familiares prehistóricas. Dice además que en las sociedades tribales la propiedad de los rebaños (animales domesticados) estaba en manos de los jefes de familia que presumiblemente eran hombres y que comerciaban con ellos. Al apropiarse de la ganadería la convertían en propiedad privada, así logran conservarla. Institucionaliza también la monogamia controlando la sexualidad femenina: Castidad premarital - descendencia legítima.

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Posteriormente a Engels, Eli Zaretsky (Hartmann 1980:5-6) plantea que el capitalismo ha separado el trabajo asalariado y el trabajo doméstico, y el ama de casa y el proletariado son los dos trabajadores característicos de una sociedad capitalista desarrollada.

Si los trabajadores pueden reconocer esta situación y con una nueva conceptualización de la producción, los socialistas podrán salvar esta separación y crear una nueva sociedad que incluya a todos por igual. De cualquier manera no era preocupación de Zaretsky la desigualdad entre el hombre y la mujer, sí la relación de ambos con el capitalismo.

Hartmann dice que detrás de todo está siempre el Patriarcado, la balanza se inclina hacia el lado de la mujer (Hartmann 1980:5-6).

Engels refiriéndose a la propiedad privada opina que ésta es la causa de la opresión de la mujer. Zaretsky lo ve en la esfera privada, en su trabajo en el hogar; Hartmann dice que trabajando para el hombre reproduce el capitalismo.

Dalla Costa, (Hartmann1980:7-8) feminista marxista postulando la necesidad del trabajo domestico como trabajo asalariado ha mostrado otro ángulo en esta controversia. Si bien la mujer no tiene plena conciencia del “trabajo” que significa el trabajo domestico al ser éste asalariado se reivindicaría como tal y provocaría un cambio social. De cualquier manera Hartmann opina que los tres marxistas no centran el trabajo en la relación Hombre - Mujer sino en el Capital. No se estudia debidamente la relación con el patriarcado y este está como estructura del sistema capitalista. Si bien el Marxismo permite ver en las sociedades capitalistas “la estructura de la producción, la generación de una determinada estructura ocupacional y la naturaleza de la ideología dominante”, no explica el porqué de la subordinación de la mujer.

Lévi Strauss en antropólogo estructuralista dice que esta subordinación fue fundamental para la formación de la cultura. Los hombres construyeron la cultura a partir del tabú de la prohibición del incesto, presente en cualquier organización social. Esta prohibición no solo limita el matrimonio sino que obliga a dar a la madre la hermana o la hija a otros hombres. Esto lleva al intercambio de mujeres, al comercio de una “cosa” que conviene intercambiar, no un ser humano. Esta sería una explicación del inicio de la subordinación de las mujeres.

La antropóloga Gayle Rubin dice textualmente: …El intercambio de mujeres es la manera rápida de expresar que las relaciones sociales del sistema de parentesco decretan que los hombres tienen ciertos derechos sobre sus parientes femeninos y que las mujeres no los tienen sobre sus parientes masculinos. {…} es un sistema en el cual las mujeres no tienen plenos derechos sobre sí mismas…” (Lerner1990:14 9).

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jerarquías feudales nos encontramos con otras situaciones de dominio tan desiguales y desesperanzadas como las feudales.

Al controlar el acceso a los recursos y a su sexualidad se está limitando a la mujer y reduciendo a que preste servicios personales, cuidado de la casa, crianza de sus hijos, sexualidad única. La estructura del sistema patriarcal se va transmitiendo y los hijos aprenden a reconocer su puesto en lo privado y en lo público.

Estas formas de inculcar las normas sociales, aprender el género, reproducirse, sentirse hombre o mujer se desarrolla dentro del sistema que Rubin llama Género/Sexo. Señala que un sistema de género/sexo se podría tener un predominio masculino o femenino pero el actual es un patriarcado. (Hartmann 1980:14).

Hartmann aclara además que una sociedad puede pasar de un sistema capitalista a uno socialista y seguir siendo patriarcal. Entonces, la base del patriarcado es el control del hombre sobre la mujer, ¿cómo?, no permitiéndole ingresar a los recursos productivos y limitando su sexualidad. La mujer realiza el trabajo doméstico, cría a sus hijos, sede su cuerpo. Los elementos más visibilizados son: la pareja heterosexual, (rechazo a la homosexualidad), la crianza de sus hijos, el trabajo doméstico, la monogamia, la dependencia… muchas veces económica. Todos estos elementos forman parte del sistema patriarcal. (Hartmann1980:15-16).

1-1-

La competencia barata. Siglos XIX y XX

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El mercado de trabajo se ve colmado de mano de obra barata, mujeres y niños, llevados por la revolución industrial comienzan a llenar las fábricas. Esta situación reduce los salarios de todos. Si la mujer y los niños pueden trabajar y ganar su dinero, el salario del hombre puede ser reducido hasta cubrir solo sus necesidades personales.

La situación se complejiza y se reconoce que la mujer es una competencia barata, por consecuencia los trabajadores se oponen a la entrada de mujeres y niños en el mercado de trabajo. Se buscaba legislar normas laborales para la protección de mujeres y niños… pero en esta forma de protección también estaba la limitación. Los trabajos mejores pegos estaban reservados a los hombres.

Aparece entonces el sistema del “salario familiar” y volvemos a la situación primordial, se retiene a la esposa en la casa para su servicio privado y el hombre aumenta su salario para sostener él solo a toda la familia.

El salario familiar no fue una autentica solución, fue un nuevo triunfo del patriarcado. La mujer que continuó trabajando en forma pública recibió un salario inferior, pero no dejó de servir (sin salario) en lo privado al hombre y a sus propios hijos.

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La existencia del salario familiar es el resultado de una mutua colaboración entre capitalismo y patriarcado. Asegura a la familia como unidad global de ingresos. En cuanto a la división sexual del trabajo está siempre en la estructura profunda, como el patriarcado y emerge cuando la mujer hace trabajos “de mujer”, femeninas: hacer comida para vender, tejidos, cuidar niños, ancianos o enfermos etc.

Las diferencias salariales se perpetúan y el trabajo de la mujer será en muchos casos trabajos secundarios.

La lucha contra el capital y el patriarcado será fructífera si se consideran también las cuestiones femeninas. Es necesario tener en cuenta las relaciones patriarcales de opresión que siguen de base al capitalismo y no atacar solamente las relaciones capitalistas de opresión.

Hartmann dice claramente que: “…Aunque hombres y mujeres compartan la necesidad de acabar con el capitalismo, siguen conservando los intereses propios de su género…” (Harmann1980:26).

Buscar entonces una forma de acción que se dirija en la lucha contra el patriarcado y el capitalismo. Tener organizaciones propias y propia base de poder. 1-3-Matrimonio infeliz… ¿divorcio?

Dice Iris Young:

El marxismo feminista no puede contentarse con un mero “matrimonio” de dos teorías […] que reflejan dos sistemas: el capitalismo y el patriarcado. […] El proyecto de feminismo socialista debe ser el desarrollar una teoría única […] Lo mejor del marxismo y el feminismo radical; para comprender el patriarcado capitalista como un sistema en el cual la opresión de la mujer es un atributo central (Young 1992:6).

Se plantean distintas versiones de este sistema dual, pero todas comienzan diciendo que los vínculos patriarcales tienen un sistema de relaciones independientes de las pertenecientes al marxismo tradicional. Young opina que la teoría del sistema dual le permite al marxismo tradicional seguir con su idea de las relaciones de producción, pero a su vez sin visibilizar al género, agregándolo si como una concepción separada. Por consecuencia en el marxismo tradicional la teoría del sistema dual ve la opresión de la mujer no como una cuestión básica del marxismo, sino como una cuestión anexada.

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Se considera trabajo a todas las tareas que en forma tradicional han realizado las mujeres: cocinar, limpiar, criar niños, etc. No solamente a las realizadas dentro de una fabrica. A través del eje del género, en la actividad laboral se pueden analizar las relaciones sociales.

La división de trabajo por género es la primera división de trabajo y la única institucionalizada en las sociedades primitivas. Esta forma de separar el trabajo explica también los orígenes y la continuidad de la subordinación femenina. Las mismas relaciones sociales le otorgan ese poder al hombre y un mejor acceso a los recursos que sostienen en parte su poder.

En las sociedades pre-capitalistas, por ejemplo, durante los siglos XVI y XVII, las mujeres dominaron ciertos conocimientos y destrezas fundamentales para las familias, es el caso de las herboleras, tema que desarrollaré más tarde. Las mujeres celebraban contratos en su nombre y conservaban sus propiedades.

Ya en el siglo XIX todo había cambiado, el capitalismo, “las marginó por primera vez en la historia de la actividad económica”. (Young 1992:13)

Llegando al siglo XX las mujeres se transformaron en mano de obra de reserva. Entraban y salían de sus trabajos según la situación en la que se encontraban los capitalistas; reemplazaban a los hombres, cuando estos dejaban de exigir, volvían a quedar sin trabajo. Eran utilizadas para romper las huelgas.

La cosmovisión burguesa las relacionó al ámbito doméstico y a finales del siglo XIX también se determinó el concepto (legitimado por tratados) que la verdadera vocación de la mujer era la maternidad. Por todas estas situaciones expresadas, dice Young que era necesaria la construcción de un movimiento autónomo de las mujeres y considera que el tema de los derechos reproductivos sea la base de la lucha por la liberación

Esta postura deja muy claro que al centrar uno de los puntos en la libertad reproductiva también se están enfrentando al sistema médico patriarcal.

2-Pensando el cuerpo

2-1- Cuerpos inmorales

Desde los tiempos más antiguos el cuerpo femenino ha sido motivo de hipótesis variadas, en sexualidad ha disparado afirmaciones que a la luz de nuestros días se presentan como verdaderos disparates. Ya en el Levítico se establecía que durante el período menstrual, la mujer mantenía su impureza durante siete días. La mujer que pariera una niña tendría mayor tiempo de alejamiento porque su purificación sería más tardía.

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Desde los egipcios (1900 A de C) aparece la enfatización acerca que la posición mala del útero, era la causa de alteraciones en el carácter femenino. Un ser maligno dentro del cuerpo provocaría el corrimiento del útero y por lo tanto los trastornos propios de la mujer.

Desde la antigüedad griega, gran número de filósofos consideraron el cuerpo femenino pasivo y frío, cuyas pérdidas menstruales deben ser tratadas particularmente.

La función del cuerpo femenino era el de incubadora porque es el hombre el que da la vida.

Aretaus (Años 100 A de C) decía: “…El útero se parece mucho a un animal. Se mueve hacia diversas partes del cuerpo, a veces llega hacia arriba hasta la garganta, después hacia los lados causando opresión en los pulmones, corazón, etc.” (Giberti1988:74).

Tanto Platón como Aristóteles castigan este “útero móvil” que pasea por dentro del cuerpo femenino produciendo caos y hablan entonces de dos almas: una alojada arriba, en el pecho, fuente del coraje militar y la otra ubicada en el vientre; el lugar de la lujuria y el deseo. Como las mujeres son útero, sus fuerzas están en lo bajo, su alma pertenece a ese lugar.

Aristóteles afirma que el esperma es PNEUMA (aliento y potencia), la mujer es materia y receptáculo. El hombre por el calor de su cuerpo provoca la ebullición de la sangre y la transforma en esperma. La mujer por su frialdad no puede formar espermas y como tiene más sangre debe perderla por la menstruación, y esa era la causa de su debilidad.

Según Aristóteles nacemos mujer por una falta de calor en el proceso de cocción de la sangre. La falta de calor en este proceso, está relacionado con la edad de los padres, la alimentación, el agua, el clima etc. Al no producirse el calor necesario para la cocción, se transforma en su contrario. La mujer es lo contrario, lo monstruoso porque es producto de una anormalidad. Como la materia es inherente a lo femenino por lo tanto es responsable de la monstruosidad. Como se ve, desde la antigüedad, lo femenino es el principal responsable de la deformidad. (Peral Crespo 2010:270)

Galeno, médico griego (131-210) ejercía su arte en Roma, retoma lo planteado por Platón y Aristóteles y dice similarmente que los hombres serán secos y calientes y las mujeres frías y húmedas. Sus cuerpos están mutilados sexualmente por que sus genitales no han descendido debido al frío de los mismos. Galeno fue una autoridad incuestionable y sus enseñanzas llegan hasta la Edad Media.

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Esto ocurrió con descubrimientos hechos en la Escuela Médica de Alejandría (bajo el reinado de Ptolomeos)1.

Las mujeres que ayudaban en los partos (de por si los partos representaban un riesgo altísimo de mortalidad, tanto para la madre como para el niño) llamada matronas, sanadoras; comadronas no tenían acceso a participar de cursos, pero en algunos lugares de Europa sí se les permitía. Ejemplo en Salerno, en el siglo XI, en la Escuela de Medicina aparecen mujeres médicas.

En 1322 se juzga en Paris a Jacoba Pelicier porque: “…Curaba a sus pacientes […]. Visitaba a sus enfermos, examinaba la orina […], les tomaba el pulso y palpaba todas las partes del cuerpo” (Giberti1988:76).

Se la acusaba no de mala praxis, sino de haber osado curar siendo mujer.

La situación compleja de la mujer, asociada a prácticas curativas, se profundiza aún más durante el Medioevo. En el siglo XIII, la medicina ya como ciencia se opone del trabajo de estas mujeres que “competían” ya que se las acusaba de poseer recetas mágicas y poderes del demonio (Giberti 1988:77).

Si nos preguntamos quienes eran las brujas son pocos los nombres, ya que los registros han sido destruidos.

Preocupaba a la iglesia y al poder político de turno, no sólo sus supuestas relaciones carnales con el diablo, sino el manejo que realizaban de los cuerpos enfermos con sus filtros y ensalmos.

La mayoría eran mujeres sin hombres, en las que el impulso erótico resultaba sospechoso pero queda claro que “estos cuerpos sexuados, erotizados” de mujeres sexualmente independientes producían miedo.

El libro de cabecera de la Inquisición fue el MALLEUS MALEFICUM O Martillo de las Brujas, impreso por primera vez en 1486(Obligado 2006:72). Fue escrito por los dominicos Kramer y Spranger, explicaba como detectar a una bruja. Antes de finalizar la persecución de estas mujeres, salieron setenta y cuatro ediciones, traducidas a varios idiomas.

Esta situación editorial, deja demostrado cuanto grado de aceptación tenía esta política de encender hogueras y quemar mujeres en su mayoría.

Es decir, nadie era ajeno a la que estaba sucediendo. En 1275 se quemó la primera bruja en Toulouse, en 1749 se quemó la última en Alemania.

1 Un ejemplo es la maniobra necesaria para extraer un bebé con presentación “ de nalga” que ya se

realizaba en la Escuela de Alejandría. En la Edad Media por la religión no se permitía hacer y se descuartizaba el bebé dentro del útero con agujas de tejer.

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Un artículo importante de este libro dice “Toda brujería proviene del placer de la carne, que en las mujeres es insaciable”.

Las torturas realizadas sobre sus cuerpos exhiben un sadismo horrendo que recae sobre todo en los genitales; genitales ofrendados al diablo en fantásticos aquelarres.

La política desarrollada por la iglesia era, entre otras, el “lavado de cerebro”. Las mujeres se detenían y el mismo encarcelamiento y aislamiento durante largos períodos le generaban confusiones y relatos que a veces surgían de las mismas creencias populares pero que enredaban los propios dichos de las supuestas brujas.

G. Henningsen ha realizado un revisión del tema y dice:

…el daño existió en el momento en que el predicador desde el púlpito y el juez en el tribunal intentaron explicar sus conceptos abstractos” y continúa “convenciéndonos de que dicho individuo no es un ser humano, sino un brujo, se suspende […] el código moral que prohíbe maltratar a un semejante […] y no habrá límite para los malos tratos. (Henningsen 1983: 28)

La fuerza de la iglesia “destrozo” el cuerpo de la mujer y las que no murieron por brujas, fueron “carcomidas” en su sexualidad por una política de castración que duró hasta nuestros días(o perdura aún). Las inscripciones sociales que ha hecho la mujer nos permiten ver a la distancia las arbitrariedades, prejuicios y múltiples construcciones que las modelaron y colocaron en un lugar desde donde fue muy difícil avanzar. ¿Cuánto se cambió? … si la palabra bruja en la cotidianidad de un hogar sigue aún hoy connotando “peligro“, “cuidado” “no es fácil”, etc.

2-1-a.Un caso: Historia y Ficción. Las brujas de Amboto.

Me interesa agregar a este punto un hecho histórico que fue novelado por la escritora vasca Toti Martínez de Lezea en su novela La Herbolera.. Una joven curandera acusada de brujería.

Para el paganismo vasco, la madre naturaleza l se encarnaba en la diosa Mari, deidad que habitaba en las cuevas de las montañas de Euskadi. Esta diosa tenía poderes sobre la fertilidad. Ya entrada la Edad Media aún se conservaba en las montañas prácticas dedicadas a la diosa. Las mujeres asistían a las otras en los partos y e n los abortos en nombre de esta deidad.

Enrique IV de Castilla a través de la Bula Summis Desiderantes Affectibus ordena la persecución y muerte de las herboleras y parteras de esta zona.

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veintisiete condenadas. Once murieron quemadas vivas, todas herboleras y parteras y restos de seis desenterradas que habían muerto durante los interrogatorios.

La novela narra la historia de Catalina de Goiena quien recibe los conocimientos herboleros de su abuela Domenja, pero debe continuar aprendiendo con “Un Físico”, un hombre que es quien posee los “saberes”.

Tienes que seguir aprendiendo con alguien que sepa más que nosotras – sentenció Domenja. Don Diego (El Físico) te ensañará a curar heridas y enfermedades, atajar hemorragias… Serás la mejor partera de Amboto. (Martínez de Lezea 2008: 66).

El Físico dirá más adelante: “…Las mujeres prefieren que otras mujeres se ocupen de sus asuntos y solo acuden a los físicos cuando hay problemas. Josefa es la mejor partera y con ella aprenderás mucho más que conmigo, al menos sobre males de mujeres…” (Martínez de Lezea 2008: 68).

Lo que sigue marcando esta lectura es que la reproducción humana: embarazo, parto y puerperio, desde siempre fue “cosa de mujeres”, pero “los saberes” cuando la situación se complicaba, la tenían los hombres. A partir del siglo anterior, los embarazos dejan de ser atendidos por parteras (aunque en algunos lugares, sobre todo en el interior del país, las herboleras y/ parteras continuaban haciéndolo) para centrarse no ya en las casas sino en los hospitales.

Aquellas mujeres de la novela que menciono continuaron su trabajo, siendo elegidas siempre por las mismas mujeres hasta que la Iglesia decidió terminar con sus vidas.

El libro de cabecera de la Inquisición, el Malleus Mafeicum dice: “Toda brujería proviene del placer de la carne, que en las mujeres es insaciable (Obligado Clara 2006:76).

2-2- Cuerpos maternos

2-2-a. Caminamos hacia atrás.

La vida sexual es un tiempo que prepara a la mujer para cumplir con esa misión fundamental.

Según los tiempos y las sociedades la pregunta es ¿Cuál es la función masculina y desde que lugar se visibiliza ese cuerpo de mujer que menstrua y pare?

En La Rama Dorada los tabúes para las mujeres menstruantes y parturientas son variados e incluyen varias sociedades universalizadas en estas cuestiones.

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tocar los alimentos que le tienden y les dan de comer otras mujeres. Si alguien toca al niño queda infectado hasta que no realizan la ceremonia de purificación.

Cuando una mujer siente que va a parir, su marido construye una choza en un lugar solitario, la parturienta puede hablar solo con su madre.

Después del parto el curandero la purifica soplándole y tendiendo sobre ella un animal. Este acto no produce la purificación total, debe continuar sola durante un mes lunar hasta que la figura masculina del curandero lo determine. La cuestión es mayor si el niño nace muerto o tiene un aborto. Entonces no hay contacto y los alimentos se le alcanzan atados a la punta de un ramal.

En algunos casos el marido tampoco puede tocar al niño durante los tres primeros meses de lactancia. Estas costumbres aparecen en varias tribus sudafricanas, Tahití y tribus Bantie entre otras.

Las malas acciones que realizan las mujeres tribales como el aborto, esconder un feto muerto, no respetar las reglas de la sangre afectan no solo a los seres vivos sino también a la naturaleza. Si la lluvia debe caer en lugares donde hay sangre, el agua no descenderá y el hombre no podrá vivir sin ella. El jefe debe responder a un jefe superior si las mujeres están preñadas y si han visto al niño nacido, de lo contrario se buscará donde ha sido escondido.2

Sería complejo continuar enunciando lo que llama Frazer “tabúes de las mujeres menstruantes”, pero solo un pasaje sobre ellos nos indica que si bien y el parto es un proceso biológico, el cuerpo femenino en donde ocurre dicho proceso, es considerado como un cuerpo infecto, repulsivo y sobre todo produce temor.

Estas parturientas no fueron protegidas ni se las redujo a lugares solicitarlos como protección, se hace solo para no contagiarse de esta enfermedad que están padeciendo.

¿Podemos hablar de una maternidad violentada ya desde estos principios de los tiempos?

El parto actual es un acontecimiento aislado de su entorno, compartido con los médicos, quienes lo dirigen y deciden sobre el cuerpo de la parturienta. Además, todo este “cuidado” y control de las mujeres ha construido un saber (y por consiguiente un poder en términos foucaultianos) hegemónico, legalizado por lo tanto aceptado por todos. La mujer y su entorno consideran que es lo mejor para recibir un niño sano y en perfectas condiciones de nacimiento.

En la construcción de todo discurso se destacan dos particularidades que conforman efecto de sentido: los presupuestos y los sobrentendidos. Si realizamos un análisis de estas construcciones discursivas encontramos que los presupuestos tienen una fuerza de postulado, no se discuten. A través de ellos se puede ver la ideología que

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construye el enunciado. Dice Ducrot: “…al presupuesto podríamos decir se lo presenta como una evidencia, como un marco incuestionable en donde debe inscribirse necesariamente la conversación como un elemento del discurso…” (Ducrot 2001:40)

El sobreentendido permite anticipar algo sin decirlo y al mismo tiempo diciéndolo, se manifiesta cuando el oyente reflexiona sobre el discurso.

Entonces visibilizando estos dos componentes de todo discurso se puede lograr en parte una reflexión ante lo impuesto. El parto se ha transformado en un “proceso largo, lento y doloroso”.

La situación se repite durante la lactancia, cómo, cuándo, y de qué forma lo determinan nuevamente las personas ajenas a la madre.

Blázquez Rodríguez opina y dice que este modelo médico se marca dentro de la biomedicina o medicina occidental y que se manifiesta en una forma particular con las mujeres. Además enuncia que no sólo es un control médico sino también un control social. Los presupuestos y sobrentendidos también funcionan en los “consejos” que en definitiva siempre terminan perjudicando si la madre no cumple con lo determinado, como por ejemplo los antojos, el dar de mamar como obligación y no como derecho y otros cientos de mitos que circulan en torno a la mujer. Tanto el discurso médico como el social (que no están tan separados), provocan temor dando una visión patológica de la reproducción. (Blázquez Rodríguez 2006:24).

Quedará trabajar cuanta distancia hay entre la situación de esas mujeres de las que habla La Rama Dorada, la novela de Martínez de Lezea (La Herbolera) y la mujer actual en cuanto a su condición de reproductora.

Blázquez Rodríguez dice que para los intereses capitalistas, las mujeres son las trabajadoras, sus máquinas son sus úteros que necesitan ser controlados por los gestores (médicos), lo que importa es el producto de esa máquina, los niños.

Continuemos nuestra guía de trabajo a través de la historia.

La desinformación es una forma de violencia porque actúa, (en este caso sobre cuerpos de mujer) “a tientas y a locas”. Si bien los adelantos de la ciencia y las creencias populares no permitían otra forma de enfrentar las situaciones, la visión que se tenía de la mujer era siempre inferior a todos y maldita.

En 1650. Harvey (médico inglés 1578-1658) descubre que el embrión se desarrolla en un huevo y que la mujer produce un óvulo que será fecundado por el esperma del hombre (en 1677 Hom y Leeuwenhollk descubren el espermatozoide).(Giberti1988:81).

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El discurso médico hablará de la debilidad de la mujer a causa de sus partos y ésta se convertirá en la fórmula mujer = útero = madre.

La mujer no debía desviarse a otra tarea que no fuera la maternidad.

Ahora considerando esta “supuesta debilidad” provocada por los partos, es adecuado aclarar que en el siglo XIX, en plena burguesía, la debilidad era sólo para las mujeres ricas, las pobres y descastadas no podían enfermarse, perdían sus empleos no tenían días especiales para atención del período de pospartos.

Se conformó una imagen de mujer pobre, resistente, sin padecimientos agotadas pero de pie. Las de clase alta “sufrían de los nervios” y reclamaban permanentemente atención médica.

La lectura que se hará de esta sociedad es la siguiente… mujeres de clase alta: enfermas; mujeres de clase baja: portadoras de enfermedades (sobre todo venéreas).

Como podemos observar en lo escrito hasta ahora el cuerpo de mujer es siempre un signo de interrogación, desde la medicina, la iglesia, las creencias populares; y la necesidad de encontrar una explicación racional, un soporte lógico, ha llevado a los diversos enunciados sociales a divulgar o callar aquello que conviene o no al momento histórico a la concepción patriarcal que estuvo siempre en cualquiera de ellos.

El útero o matriz, como parte importante del cuerpo de la mujer sigue provocando discusiones.

La práctica médica generó y genera la controversia. En 1869 el Dr. Diriz escribía: “…Se habla para las mujeres de dolencias del estómago, del hígado […] sin embargo en la mayoría de los casos […] se descubrirá que estas enfermedades […] son los síntomas de […] la enfermedad de la matriz…” (Giberti 1988:87)

Si nos referimos a los métodos terapéuticos, han sido los más crueles, desde sanguijuelas en los labios vulgares, pechos y cuello del útero, la ablación del clítoris y la extirpación de los ovarios hasta la histerectomía.

Nos llega una conclusión de la Psiquiatra Laing(1977) a través de los escritos de la Dra. Giberti:

…Los ginecólogos han contado que la histerectomía era la respuesta a la anticoncepción […] industria […] practicada por médicos […]. Personalmente creo que la mayoría de los ginecólogos odian a las mujeres. La envidia uterina de la función biológica es posiblemente más profunda que la conocida envidia del pene achacada a las mujeres… (Giberti 1988:88).

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En 1875, en la ciudad de Buenos Aires, se promulgó una ordenanza que hacía de la prostitución una actividad legal. Al ser una actividad legal, los locales en donde se realizaba debían estar autorizados por el municipio.

Las mujeres debían registrarse y con una “patente” se volvían profesionales legalizadas.

Este oficio las llevaba a controles sanitarios, es decir al control de sus cuerpos, pues sostenían las autoridades que de esta forma se limitaba la difusión de las enfermedades venéreas y se “protegía al varón”

Resguardando al varón y sobre todo a la “mujer decente”, se custodiaba la salud del país.

El cuerpo de la prostituta se hizo necesario, legitimaba el concepto de sexualidad de la época; los varones tenían acceso a determinados cuerpos femeninos, en donde se podían “descargar” sus deseos que no podían ser satisfechos en el matrimonio con un “cuerpo decente” usado solamente para reproducir.

Estas mujeres eran obligadas a ser “invisibles”, no podían estar en las puertas, ni balcones de las casas que ocupaban, debían moverse con un carnet con foto y dirección de la casa de prostitución en donde trabajaban.

Al poco tiempo de poner en práctica esta reglamentación, ésta fue cuestionada por sectores de la sociedad, sobre todo por un grupo de médicos llamados “higienistas”.

El control sobre los cuerpos no estaba dando resultado, las enfermedades se propagaban y las leyes de profilaxis no se cumplían.

Había que evitar la circulación de la enfermedad y había que terminar con el foco propagador: el cuerpo de la prostituta.

Las enfermedades venéreas eran invisibles, es decir los síntomas se manifestaban tardíamente, pero sus alcances en la herencia era el mayor horror que producía porque “perseguía ensañadamente hasta a los hijos de los hijos” (Grammático 1988: 118)

La reglamentación había sido burlada, la corrupción de funcionarios públicos y policiales permitió que tanto proxenetas como regentas de burdeles violaran una y otra vez las disposiciones. El número de prostitutas “ilegales” había aumentado considerablemente.

Se suma a esta situación el del tráfico de mujeres de Europa a Buenos Aires con el fin de abundar en número y aumentar en “calidad” y beneficiar a muchos con “nuevos cuerpos hipotecados”.

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En las campañas que se realizaban, de origen nacional y/o religiosa en contra de esta situación, no se puntualizaba sobre el estado previo de estas mujeres. La mayoría provenían de familias muy pobres o de familias que buscaban “una salida” a sus vidas paupérrimas a través de “la venta” o “hipoteca” de este cuerpo.

En definitiva, todo lo que se realizó (denuncias del tráfico y prostitución) “parece haber funcionado como metáfora para criticar el comportamiento inaceptable de las mujeres” (Grammatico1988:120)

En 1934 la reglamentación del trabajo sexual en la ciudad de Bs. As queda anulada.

Hacia 1936, el Congreso Nacional sancionaba la ley 12331 de Profilaxis de las Enfermedades Venéreas. Su primer objetivo era organizar en el nivel nacional, todas las acciones necesarias para prevenir y tratar el contagio de las enfermedades sexuales.

Art. 15 dice “Queda prohibido en toda la República el establecimiento de casas, o locales donde se ejerza la prostitución, o se incite a ella”.

Se pensó que el fin de los burdeles traería felicidad a las prostitutas, puesto, que ya no tendrían “la patente” y eso ayudaría a su reinserción.

Pero en la ley no se contempló la situación de estas mujeres, ni por su salud ni por su reinserción laboral.

Se las mencionaba en los discursos epocales como “pobres mujeres”, con una actitud paternalista que tenía como único sentido limitar los riesgos que las venéreas, el trabajo en fábricas, etc. podría traerles a los cuerpos femeninos preparados para la maternidad y el contagio que podrían hacer “estas malas mujeres” a las “mujeres decentes” a través de los hombres compartidos.

En sus maternidades estaba el “…futuro caudal de la Nación”; por lo tanto la protección debía apuntar a ese lugar. No es casual que en 1934 se sanciona la ley de Protección a la madre obrera, en 1936 se crea la Caja de maternidad y en el mismo año, la Dirección de Maternidad e Infancia…” (Grammatico1988:124).

En 1944 bajo el gobierno de Farrell, se emitió el decreto 10.638 que reformaba artículos de la controvertida Ley de Profilaxis.

En el artículo 15 se modificaba disponiendo el establecimiento de Casas de Tolerancia “cuyo funcionamiento fuera autorizado por la Dirección Nacional de Salud Pública y Asistencia Social, con aprobación del Ministerio del Interior.

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El art. 17 era modificado y aclaraba “el simple ejercicio de la prostitución por la mujer en su casa en forma individual […] no constituye delito.”

La habilitación de los nuevos prostíbulos (casualmente) se realizó en lugares cercanos a cuarteles y guarniciones militares; una nueva- vieja preocupación aparecía en la sociedad: la homosexualidad. Nuevamente el cuerpo de la mujer era utilizada para “distraer de costumbres inmorales”, los homosexuales debían entusiasmarse y dejar las malas prácticas.

“Las mujeres de la vida” se utilizaban nuevamente y a “las mujeres de la muerte” se las preservaba en sus casas para la maternidad.

En 1943 el “pavoroso incremento de la sífilis” (Grammatico1988:132) llevó a la

realización de exámenes sistemáticos a “todo cuerpo de mujer”, ejercieran o no la prostitución, el sólo hecho de trabajar fuera de la casa la transformaba en posible portadora.

Concurrieron a control, meseras, obreras, empleadas de bases, cafés, etc.

La ley no cumplió su propósito de prevención, en la prostitución reglamentada ni las prostitutas fueron responsables del avance de las venéreas.

No se entendía la situación del todo y la ley comenzó a naufragar.

Los cuerpos de mujeres, continuaron siendo explotados, hipotecados, controlados, investigados… recién en la década del 60, las reglamentaciones de género sufrirán un importante cambio y las mujeres (no todas) podrán tener decisiones (limitadas) sobre sus cuerpos, sobre todo el control efectivo y personal sobre su fecundación.

2-4- Cuerpos estéticos… cuerpos envejecidos

El cuerpo pertenece siempre a un individuo, pero resulta muy difícil concebirlo fuera de lo social, porque siempre está presente lo biológico y lo cultural.

Por más que un cuerpo se presente en su total desnudez, ningún juicio que se haga sobre él está hecho de los códigos que cada cultura determina. El hombre llena de signos el espacio en que se mueve, pero también su cuerpo. El cuerpo va a reflejar el mundo en que vive.

La violencia simbólica en la contemporaneidad tiene en la mayoría de los casos un sentido social, una necesidad de “estar”, de permanecer, de pertenecer a un grupo a “tribus urbanas”. Muchas veces el negarse a realizar los ritos de iniciación hace que el individuo sea condenado socialmente.

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constituyen sólo marcas de pertenencia (en mujeres y hombres) y en otros es un marcado estético. Se puede leer en él la concepción de belleza que representa.

Esta violencia simbólica, como ya dije no solo marca una concepción de belleza, sino un status social y a veces un grado de coraje (Colombres2004:122).

En occidente, la ideología dominante le dio mucha importancia al cuerpo natural, desde la mirada de la iglesia católica, todo lo que fuese adorno, o cambios marcaban violencia al cuerpo y ofensa a la obra de Dios.

Esta actitud se convirtió en prejuicio y toda decoración fue vista como un acto salvaje.

La mujer como parte de una sociedad primitiva o evolucionada (en la actualidad) tuvo una participación en estos rituales.

La violencia simbólica sigue hoy siendo parte de un rito en el colectivo mujer. El mundo publicitario belleza-sexualidad- sensualidad está representado por el cuerpo de mujer; por lo tanto en determinados niveles, los antiguos ritos que producían violencia simbólica se reinscriben en los cuerpos con el fin de lograr pertenencia, estar en determinados círculos, mantener el trabajo, ganar dinero suficiente para sostener todas las modificaciones que se deban hacer sobre ellos.

Se falsifican cualidades para promover productos, etc., es decir toda utilización del cuerpo que los medios deseen hacer.

Muchas veces el cuerpo de mujer cae como un bien que está en el mercado, para ser consumido como los objetos.

Pero la publicidad cosifica el cuerpo femenino, lo convierte en una máquina que al final se vacía.

Si bien tanto en la antigüedad como en la modernidad el acto de violencia sobre el cuerpo femenino estuvo y está presente; en nuestra posmodernidad, se la cosificó y por lo tanto perdió su simbolización.

Los medios de comunicación realizan una construcción discursiva sobre la salud, la estética y el cuerpo en donde se expresan los valores culturales que existen sobre la vejez (Yuni-Urbano-Arce 2003:14)

Dichos valores van a determinar el lugar que la sociedad le da a la vejez, y a través de ellos van a reproducir prejuicios y actitudes ante la misma.

Los medios visibilizan permanentemente el paso del tiempo en los cuerpos femeninos y también la forma mágica de detenerlo.

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En la vejez, como etapa vital, el sujeto femenino necesitará “reelaborar y reconfigurar su identidad”; reencontrarse con su nuevo cuerpo en su “sí mismo” y en relación con otro, aceptarse y comprender esta nueva imagen.

Resolver esta situación no dependerá sólo de las características psicológicas de cada sujeto, sino de los valores sociales que portan los discursos y las prácticas del momento que le toca vivir.

Según Yuni-Urbano y Arce, los medios masivos de comunicación, sobre todo la prensa gráfica difunden discursos que conllevan imágenes del cuerpo que responden a estéticas de una sociedad light, discursos construidos en su estructura profunda por concepciones del mundo falocéntricas.

La demanda sociocultural y la respuesta a los medios masivos demuestran el deterioro de los valores culturales con respecto al cuerpo en proceso de envejecimiento y/o ya envejecido.

La prensa escrita pone en circulación significados que son consumidos en forma cultural por estos sujetos sujetados envejecidos (como ya dije) y obstaculizan la reelaboración y reconfiguración de la identidad del sujeto en cuestión.

Esta forma de proceder está en relación con poderes e intereses políticos, económicos, morales y así construye un “modelo” de envejecimiento que responde a intereses de los sectores dominantes.

Los autores del artículo al cual nos referimos aclaran que los conceptos tradicionales para dominar la vejez ya no tiene un solo significado.

Lo cronológico como algo biológico se puede manipular y por consecuencia adquiere nuevos significados y sentidos.

El “paso del tiempo” como un proceso biológico será algo, perimido; lo joven o lo viejo se verá desde los subjetivo.

La subjetividad con la cual se “mira” será también una construcción en la que los medios llevan la mayor responsabilidad.

…La lucha por la nominación de la vejez refleja la crisis del modelo de organización social a partir de la distribución de roles basada en criterios de edad cronológica.

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En las sociedades post-tradicionales o posmodernas se ha producido una reconfiguración de la estructura del curso vital. (Yuri-Urbano-Arce 2003:36)

He tratado de mostrar visiones del cuerpo femenino focalizándolo desde distintos ángulos: cuerpos inmorales, cuerpos hipotecados, cuerpos deseosos, cuerpos envejecidos… la mirada del otro los cataloga, muchas veces mediante la inferiorización o en camino a la destrucción.

De una forma u otra, el cuerpo femenino, tiene escrito y reescrito sobre sí mismo la violencia de género, ha sido y es un espacio de sumisión, pero también de resistencia.

Pilar Ballarín Domingo dice: “…Nuestro cuerpo es lo único que realmente nos pertenece, nuestro cuerpo es nuestra vida. Somos nuestro cuerpo…”.

2-5- El cuerpo abandonado de las cuidadoras

Si bien las mujeres viven más que los hombres, comprometen más su salud a lo largo de la vida, el interés por su salud estuvo siempre relacionado a su condición de madre, es decir a la reproducción.

La responsabilidad atribuida a las mujeres, llamadas “cuidadoras” de atender a personas en situación de dependencia, no es una tarea separada del género. La situación de este trabajo, parece responder a pautas muy antiguas en relación con los cuidados. El cuidar y atender a aquellos con dificultad para desempeñarse solos en la vida diaria, entra en el trabajo reproductivo y pertenece a la mujer.

La mujer cuida la vida y la muerte. Esta situación que asume automáticamente está en relación inversa a su desarrollo personal, la fórmula sería DESCUIDO-CUIDO.

La cultura patriarcal lleva a la mujer a esta situación quien paulatinamente pasa del duelo al enojo, a la desmoralización y a la culpa, pero sin dejar de cuidar. Es decir, el uso de su tiempo está siempre a disposición del otro (enfermos y sanos), hombres, niños, mujeres instituciones.

Las cuestiones del siglo XX aumentaron el trabajo de la mujer porque continuaron con sus eternas funciones pero sumaron la necesidad de su desarrollo personal que la sociedad y sus deseos (no en todas) exige. Comenzaron a participar en procesos educativos, laborales y en luchas por modificar la mirada patriarcal…

Desplazándose en una sociedad falocéntrica, la mujer asume el cuidado, el hombre ni se lo cuestiona porque cuidar es repartir el tiempo, es no estar en el centro, es subordinarse al otro que exige y se transforma en un tirano.

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Las cuidadoras de enfermos son arrastradas por la misma enfermedad y se van convirtiendo ellas mismas en “lo que cuidan”, porque no pueden separarse, objetivar y regular el agotamiento que produce la situación. El impacto del estrés tiene repercusiones en su salud desde lo físico y lo emocional y la sobrecarga es factor de riesgo del Síndrome de Burnout.

¿Cómo desmontar este engranaje si la mujer asume permanentemente la condición de cuidadora? Una posibilidad importante sería la construcción de un nuevo paradigma que origine el empoderamiento de las mujeres.

Al empoderarse la mujer lograría cambiar de lugar, “pararse” y eliminar las causas que la llevan a la opresión en lo social y en lo personal.

Pero esto no se concretaría sino se eliminara el dominio de los hombres sobre las mujeres también a nivel social y particular. Con el empoderamiento se lograría un acercamiento a la equidad.

En este nuevo y posible paradigma, la cuidadora no descuidaría su cuerpo cuidando el de los otros.

Las cuidadoras contribuyen con el cuidado formal de las instituciones, haciéndolo en casas particulares sin remuneración alguna.

El cuidado informal se define como un sistema informal de prestación de cuidados no remunerados a personas dependientes, por parte de familiares amigos u otras personas (generalmente mujeres) y constituye un verdadero sistema de cuidados.

La atención de la salud del otro implica para la mujer una permanente postergación, subordinando su propia salud.

También ocurre que las cuidadoras no poseen (en la mayoría de los casos) asesoramiento y su trabajo es más que nada intuitivo, muchas veces por desconocimiento ponen en riesgo hasta su propio cuerpo

Durante la atención al enfermo, las relaciones vinculares con los otros comienzan a resquebrajarse, porque los otros también demandan y esa mujer se está haciendo cargo de un enfermo. Alguno de los otros quizá observe y “vea” la situación en que está la cuidadora.

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como ancianos esperan que sus hijos participen de los cuidados que ellos necesitan, pero exigen (en la mayoría de los casos) mayor dedicación a las hijas. Esta actitud responde a una pauta cultural que se extiende como deber moral, como una forma de retribuir la crianza y el amor dado por sus progenitores. Este deber moral continúa a pesar de la existencia de lugares independientes.

Muchas mujeres se sienten satisfechas por su trabajo y sienten que las dignifica, aunque otras reconocen que no les queda alternativa. Esta situación (como dije antes) amenaza la legítima autonomía y participación social de la mujer.

En los últimos años, el cuidado de los otros se ha empezado a ver como trabajo voluntario, en los servicios de salud se ha reconocido el rol del cuidador y la necesidad de apoyarlo. Este cambio tiene que ver con la existencia de ayuda a domicilio, residencias, centros de día para suplir un trabajo que hacían las mujeres calladamente.

Hay sociedades, como la de EE.UU donde no existe esta cultura y el valor de las relaciones familiares es menos importante en la vida de las personas.

En síntesis, el impacto que las situaciones de dependencia han adquirido en las cuidadoras y las familias y el gran peso de la tradición cultural, ha determinado un reparto de trabajo muy desigual entre mujeres y hombres.

¿Puede ser posible que en los avances en las perspectiva de Género, se logre involucrar a los varones en las tareas de cuidado y superar la división de roles desiguales entre sexos?

Sería muy positivo subsistir en el componente ético donde el cuidado de los demás humaniza, considerando la existencia de una red social e institucional de apoyo para las cuidadoras y posibles cuidadores, no cargando con el trabajo una sola persona.

Evitar reducir a lo familiar una problemática cada vez más social, diseñar políticas públicas que cuiden integralmente la salud del dependiente y su cuidadora.

El cuerpo femenino, focalizado desde el cuidado en su proceso reproductivo y desde el descuido por la dedicación al “otro”, ha sufrido cambios en cuanto a la manera de visibilizarse.

Desde la época tribal, donde la mujer asentía todo lo dicho por el “otro”, el tiempo de las herboleras –parteras, hasta la actualidad con la medicalización extrema… la mujer sigue sin apoderarse de su cuerpo. En pos de un mayor cuidado de su salud se llega a enajenarlo, a disponerlo, a usarlo sin ser protegido…a veces ni por las mismas mujeres.

El cuerpo debe agradar, servir, ser elegante, ser bello, discreto, decoroso o atrevido, según para qué sea necesario…y lo más importante, tener salud…para los otros.

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El origen y la caracterización de la esclavitud ha sido un tema muy tratado en las últimas décadas. Pero el tema fue abordado sin contemplar la perspectiva de género, utilizando el masculino y sin realizar la diferencia correspondiente. Las esclavas al mencionarlas aparecían siempre como un grupo minoritario relacionadas con el ámbito doméstico.

La esclavitud, muy pocas veces se da en las sociedades cazadoras y recolectoras, lo que significa que deriva de las guerras y de las conquistas. Según Gerda Lerner, la esclavitud es la primera forma institucionalizada de dominio jerárquico en la historia humana. (Lerner 1990:122).

La esclavitud, para que ocurriera, debía cumplir ciertos requisitos: excedente de alimentos, formas durísimas de sometimiento y diferencias notables en los esclavos y sus esclavizadores. “…El esclavo es un extraño, lo que permite no sólo desarraigarlo sino también reducirle de ser una persona a ser una cosa que se puede poseer en propiedad…” (Robin Winks en Lerner 1990:123).

Toda la subordinación sufrida por las mujeres desde el principio de los tiempos favoreció a la esclavitud, la sexualidad, la reproducción y la producción las convirtió en mercancía de cambio. Las diferencias de las que hablaba Winks fueron utilizadas para la cautividad.

Durante mucho tiempo, mientras los hombres eran muertos o mutilados, las mujeres y los niños eran incorporados como esclavos a las familias vencedoras. Se los llevaba lejos de su lugar que generalmente era destruidos. (Lerner 1990:125).

La deshonra, violación y posterior embarazo completaban el camino de dominio y posesión. A través de la deshonra femenina se producía la castración masculina; los hombres de sociedades patriarcales que no pueden defender la sexualidad de sus mujeres quedan también deshonrados (Lerner 1990:129).

Para los vencedores, esclavizar mujeres se visualiza en un mayor estatus y honor entre los hombres.

Las primeras referencias literarias a esclavas se encuentran en los poemas homéricos, escritos en el sigloVIII a.C., que reflejaban una tradición antigua y una época que podría comprender los siglos XI a XI a.C., mezclando lo mítico con lo real de las distintas épocas. Las primeras esclavas constatadas aparecen en el poema más antiguo, la Ilíada.

Allí las cautivas son nombradas como dmoes (capturadas o domadas), prisioneras de guerra o piratería que era una de las formas de vida de los héroes homéricos.

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En la Ilíada no hace mención a guerreros esclavizados, una mujer troyana dice: “las desgracias que padecen los hombres cuya ciudad sucumbe: matan a los varones […] son reducidos a la esclavitud los niños y las mujeres”. (Lerner 1990: 135).

Héctor de Troya, cuando habla con su esposa Andrómaca antes del combate le dice: “…cuando alguno de los aqueos te lleve llorosa, privándote de la libertad y luego tejas telas en Argos, a la orden de otra mujer…” (Lerner 1990: 135).

La esclavitud de las mujeres como motines de guerra y su uso sexual duró desde los tiempos épicos hasta el período moderno. (Lerner 1990:141).

Las esclavas eran propiedades e instrumentos. Como propiedades sus cuerpos y sus vidas solían hallarse en manos de una persona libre que disponía de ellas casi como un objeto más, en cuanto instrumentos, eran la mano ejecutora del amo. (López-Pérez 2000: 23).

El utilizar a las esclavas como sirvientas y objetos sexuales fue un modelo de dominación en todos los períodos históricos (Lerner 1990: 141). Se esperaba que todas las mujeres de las clases subordinadas, campesinas, sirvientas, trabajadoras sirvieran sexualmente al amo, quisieran o no.

Pero en un tiempo de aproximadamente mil años, la esclavitud como idea quedó institucionalizada a tal punto que perjudicó a la mujer. A lo largo de los tiempos estas mujeres transformadas en objetos de intercambio terminaron siendo las “distintas” a los hombres, pero distintas como inferiores, tanto en la esfera pública como privada.

La mujer casada y libre y la esclava se diferenciaban por distintas graduaciones de libertad. La esposa vivía bajo la protección del marido, podía tener esclavos a su cargo y su jerarquía social dependía del marido; la esclava carga con la casa y la esclavitud sexual.

A pesar de haber casos en la literatura de enamoramiento de amo a esclava, esta situación “de amor” no les modificaba su destino. U n ejemplo claro aparece en la obra de Ibn Hazm El collar de la Paloma : “…Así se ve a menudo un hombre enamorado de una de sus esclavas, sobre la cual posee todos los derechos de un amo, sin que nadie pueda impedirle maltratarla y aún menos vengarse de ella…” (Casares 2000:45).

A lo largo de la historia se ha visto a la mujer como un grupo inferior. Instalando precedentes en la sociedad, fue la subordinación doméstica de las mujeres la que proporcionó el modelo para desarrollar la esclavitud como una institución social. Ya con la marca sobre sus espaldas se encuentra un justificativo para la práctica de la esclavitud en las mentes de los grupos dominante. Lo más degradante y peligroso ocurre cuanto la esclavitud comienza a percibirse como algo natural. (Lerner 1990:157).

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¿Qué se anhela durante la espera en un tiempo donde las fuerzas patriarcales dominantes ejercen impunemente su autoridad?...puede anhelarse la rebeldía, la oposición, la resistencia o la huida. La espera femenina toma distintas formas, a veces se tiñe de paciencia y silencio, en otras es acción y búsqueda, entonces el sujeto que espera será un cuerpo deseante que a su vez transformará a la espera en un acto de afirmación.

Patricia Zangaro comienza a escribir durante la dictadura: “…Comencé a escribir para reconstruir la memoria familiar, la necesidad de expresión me llevó a hacerlo, al ver cómo la máquina política iba destruyendo la memoria…” (entrevista realizada el 4 -9-2oo9).

Su poética teatral: la búsqueda de la palabra que recoja al mundo e invente nuevos, que sea acción, conjuro, reveladora de verdad… una palabra que va… que “hace”. Esta palabra está en los márgenes, en la frontera, en los confines… en donde se puede encontrar la libertad. Dice la dramaturga: “El poder arroja a la marginalidad, aquello que no se adapta a lo hegemónico. Pero esa periferia es libertad, porque allí en la periferia está lo más rico, está lo que no tiene compromiso con lo determinado”

Traer los confines al “centro”, encontrar la esencia en las fronteras…en el decir de los personajes “…que reconozco cuando hablan… que descubro a través de lo que van hablando…” (Entrevista del 9-4-2009).

Para Zangaro la palabra en su obra también busca expresar el horror, pero ¿cómo decirlo cuando se ha llegado a lo indecible? Las marcas de la represión aparecerán también en esa palabra que abre nuevos surcos, que crea nuevos mundos. La palabra habla cuando el hombre puede expresar el dolor, cuando se deja de aullar y se puede decir… esa palabra que conjura, que hechiza una realidad, que permite la ensoñación para poder escribir mientras se espera y se lucha contra el olvido.

El teatro de Zangaro es un teatro de existencias metafóricas, donde la palabra no quiere ser ya sólo de un personaje sino de un todo cósmico creado de verdades. En síntesis: un teatro de la palabra, creadora de “una cosa otra que no es de la realidad”, pero es la apariencia de la realidad. En esta dramaturgia el lector-espectador se lanza en búsqueda de la simbolización de esa “cosa otra” que no es sólo esto que se muestra sino

otra. En la opinión de Rosario Ferré, las mujeres han escrito por diferentes razones,

exorcizar terrores ,encontrarse a sí misma, aniquilar el mundo, vengarse de la realidad que agobia y reinventar una nueva (Ferrer 1980:13)… creo que la escritura de Zangaro reúne todo los posibles de Ferré…y algo más…el cautiverio real de la dictadura y el “otro”… el interior.

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mujeres están atrapadas en sus propias letanías y su discurso alcanza un nivel de simbolización que se orienta hacia una espera interminable.

Hay lugares en donde la espera constituye uno de los ejes importantes en la construcción de sentido, que abrirá el universo de los signos buscando el simbolismo en una realidad lingüística y extra lingüística. Dice Ricoeur: “…Mientras que la lingüística se mueve en el seno de un universo autosuficiente y encuentra sólo relaciones intrasignificativas, relaciones de interpretación mutua entre signos […] la hermenéutica está bajo el régimen de la apertura del universo de los signos…” (Ricoeur 2003: 38).

El nivel de manifestación de lo simbólico en la dramaturgia de Zangaro lleva al lector-espectador a reconstruir (se) entre lo que se dice y lo que se oculta, en el doble sentido con el que se manifiestan las palabras. Esta forma simbólica de escritura lo involucra con una cierta condición existencial, una cierta condición ontológica, una manera de decir el “Ser”.

2-6-a.1.Todo texto es contra el olvido.

En la obra de Zangaro la espera se inscribe en un sintagma que sostiene durante una temporalidad teatral (tiempo dentro de la obra y más allá de ella), una lucha contra el olvido.

Sus personajes, cuerpos femeninos que se balancean entre la vigilia y el sueño sobre este sintagma tratando de recuperar el palimpsesto memorial e inscribirlo en el universo a través de la palabra, para que el olvido no llegue, para que no los trague, para afirmarse en esa palabra y poder llegar al confín, a la frontera, al desierto, a los márgenes, a “esa tortuosa línea de fuga hacia alguna forma de libertad”3 .

La trasmisión oral de la memoria aparece casi siempre en voces femeninas: la mujer vieja en Tiempos de agua, la mujer cautiva en Última luna, la mujer del niño y la mujer de maíz en La hora nona, la muchacha en Una estirpe de petisas. Estas mujeres y otras habitantes de sus textos están envueltas en letanías; sus voces se confunden con rezos, aullidos callados, dolores escondidos… murmullos; pero están unidas en una larga espera… cautivas.

Entonces ¿desde qué lugar está construido ese cautiverio que aún les permite sostener la espera y luchar contra el olvido?

Intentaré mostrar (me) el camino sin regreso de estos personajes en dos obras:

Última luna y La boca amordazada.

Última luna fue estrenada en Nîmes (Francia) en 1998 y en Buenos Aires como parte del ciclo Teatro por la Identidad en 2007.

3 De acuerdo a su visión de mundo, la autora considera que lo resistente en una sociedad es arrojado en un

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La didascalia dice: “…Aunque improbable pudo haber ocurrido, durante la última campaña al desierto 4[…] o tal vez […] esté ocurriendo ahora mismo en cualquier lugar del mundo…”(Zangaro2008: 34).

Desde el discurso en segundo grado (la didascalia), la autora nos habla de “improbabilidades” en la historia narrada: una mujer blanca, cautiva de los indios, huye por el desierto pero no quiere volver a la civilización. Una niña, su nieta, la busca huyendo del poder hegemónico del padre, la descubre y se reconocen a través de las historias que esta mujer contaba a su nieta antes de que el malón atacara a su casa (tiempo atrás) y la separara para siempre de su familia.

Aparece entonces el cautiverio en un nivel denotativo cuando se menciona la campaña al desierto y en un nivel metafórico al referirse también a un cautiverio actual que puede ocurrir en cualquier lugar del mundo.

El intertexto histórico actúa como referente en el sentido denotativo: la cautiva es un cuerpo mítico de la pampa argentina en el siglo XIX5; a su vez connota una serie

de significaciones. El sistema de connotaciones permite que el personaje asuma construcciones ideológicas del lector-espectador y por supuesto de una sociedad. Metáfora del cautiverio patriarcal, la cautiva patriarcal representada en la obra pone en abanico un funcionamiento de significaciones que llegan a involucrar cualquier tipo de cautiverio actual.

Todo cuerpo cautivo es deseo del “otro” que posee, que atrapa, que cosifica… deseo que el “otro” debe reprimir o por lo menos no mostrar socialmente; la cautiva es siempre alguien que va a traicionar “…alguien que mira con ojos diferentes, y por eso, el lugar simbólico de la delación…” (Iglesias 2003)

Este planteamiento nos remonta a la figura de La Malinche, india, en donde también aparece la delación y la sospecha y la identidad inconclusa como un elemento fundante de esas mujeres de las dos orillas. Teresa de Laurentis dice muy claramente

4 Julio Argentino Roca asume la presidencia de la República, muerto Alsina, en 1877; inmediatamente

modifica la política de consenso con el indio llevada a cabo por sus antecesores.

Su proposición consistía en localizar a los aborígenes en sus tolderías e iniciar una guerra ofensiva sistemática. Realizó dos campañas al desierto: 1878 y 1879. El nivel de exterminio del indígena fue atroz. Los indígenas huyeron unos al sur patagónico (alrededor de 14.000), otros fueron capturados e

incorporados a la Marina de Guerra tomándolos como sirvientes, trabajadores forzados (picadores de adoquines para las calles de Buenos Aires).

No hay certeza del número que murió por enfermedades, en combate o fusilados; los pocos que sobrevivieron iniciaron una etapa nada feliz: la marginación. Así empezó no sólo su desaparición física sino también su cultura.

5 Toda conquista de territorio incluye la toma de cautivos. La cautiva en el Río de la Plata es una figura

mítica, es una mujer blanca robada por los aborígenes, es una mujer que queda del otro lado de la frontera, puede amar a su raptor y también a su nueva tierra o puede vagar por el desierto. En el caso de las mujeres indias su cautiverio se da primero por sus propios padres, son entregadas a los invasores como regalo o prenda de paz, generalmente se acomodan voluntariamente a los hombres que las poseen. Ellas cimentaron las primeras alianzas, denunciaron conspiraciones, facilitaron la vida de los conquistadores y les dieron los hijos mestizos, pero las indias se integraban al mundo español siempre como concubinas y/o sirvientas, en muy pocos casos el español se casaba con ellas; los pocos casos registrados se da en princesas incas o coyas casadas legalmente. Las blancas cautivas del aborigen no tenían lugar ni en la toldería ni de regreso a la civilización, sus hijos mestizos serían siempre productos de un desprecio. La literatura argentina está poblada de historia de cautivas. Para mayor información ver: GALVEZ, Lucía.

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que la mujer en la narrativa de la conquista es una colaboradora o un objeto a poseer. Todorov considera a La Malinche como item fundamental en la conquista de Méjico y el primer ejemplo de la mezcla de culturas. La Malinche fue obsequiada, pero en una aparente libertad, su cautiverio se construyó desde su condición de objeto cambiable.

A diferencia de las cautivas de Zangaro, La Malinche habría logrado cierto nomadismo lingüístico, deambulaba no ya sólo en la palabra sino en la deconstrucción y reconstrucción de los universos que habitan cada lengua. Pero habrá siempre en ese universo un sitio donde la cautiva no se sienta extranjera.

Si bien este nomadismo le permitió cierta libertad de interpretación, también doña Marina queda encorcetada entre términos de “lealtad “y “traición”. En sociedades patriarcales, su lealtad se transfiere desde su familia original a su nuevo dueño.

En el caso de las cautivas en la obra de Zangaro, hablamos de mujeres blancas, pero no olvidemos que el intercambio o robo era una práctica usual entre los indios y aceptada también por los españoles. La Malinche fornicó con el blanco, traicionó a su raza; las otras lo hicieron con el indio... sin quererlo… pero tampoco tienen retorno.

En la obra de la dramaturga en cuestión, el cuerpo- personaje de la cautiva está construido desde dos funciones:

1-Referencial: la mujer blanca robada de su casa (civilización) y obligada a la ley masculina de la tribu (barbarie) fundada en el sometimiento sexual y la parición de hijos mestizos.

…Un año sufrí tormentos y humillaciones por negarme a los favores del cacique […] tu abuelo nunca vino a buscarme. Cuando dejé de esperarlo, el cacique me hizo el primer hijo. Mis hijos me enseñaron a bailar junto a las fogatas y a dormir entrelazados bajo la luna. […]Una noche, abandoné los toldos… y me hundí en el desierto (Zangaro 2008:13)

Esta mujer logra escapar como otras cautivas de la historia, pero en la civilización ya no hay lugar para mujeres que han parido hijos de indios6.

Dice en su discurso la mujer: “No hay camino de vuelta para mí” (Zangaro2008:28). 2-Poético- metafórico: La figura de la mujer cautiva construye redes de sentido en relación a un cautiverio provocado ya no por figuras concretas (indios-raptores) sino por mandatos establecidos, voluntades de poder que limitan, leyes patriarcales que actúan en una determinada sociedad.

En la entrevista realizada, la dramaturga dice que en su obra las mujeres “…tienen conciencia del mandato patriarcal y se rebelan contra él…, son mujeres que ponen en acto la rebelión…” (Entrevista 9-4-2009).

Encontramos aquí un cuerpo en espera en cautiverio de una mujer que ha vivido en la barbarie y que ha logrado llegar al desierto, al límite, a los márgenes, a la

6 La mujer blanca cautiva del aborigen, al volver a la civilización, no tiene sitio. Fundamentalmente

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