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Gary & Anne Marie, Ezzo. "Etica Biblica Para Padres".

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Academic year: 2021

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ÉTICA BÍBLICA

PARA PADRES

POR GARY & ANNE MARIE

EZZO

El curso Ética bíblica para padres se basa en la convicción de que la educación del niño es una responsabilidad que Dios les ha dado a los padres. Los padres deben guiar, criar y disciplinar a sus hijos. Este libro sirve como un recurso para guiar a los padres a llevar a cabo esta tarea. Nuestro curso no tiene como intención dar todas las respuestas o proveer al lector de toda la información que necesita saber como padre. Nuestro énfasis es la formación moral de padres e hijos.

La base para el curso Ética bíblica para padres es el marco de referencia teológico, la investigación, y la experiencia que hemos adquirido en el proceso de crecer a nuestros propios hijos. Sin embargo, es sólo una perspectiva que ayuda a los padres en su responsabilidad. Aunque la doctrina bíblica provee las bases de la educación de los hijos, la escritura tiene pocos mandatos específicos para su aplicación práctica. Guiados por el espíritu santo, los padres tienen la responsabilidad y el deber de investigar las diferentes filosofías con relación a la educación de sus hijos que están a su disposición, para determinar si éstas están o no de acuerdo con las Escrituras.

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Las siguientes premisas y directrices fueron utilizadas al escribir el libro Ética bíblica para padres. Las presentamos a continuación para que el lector tenga claras las bases en las que se fundamenta nuestro curso.

El ministerio de reconciliación es el primer deber de los padres (II Corintios 5: 18-20). ¿Cuál será la motivación de los padres para cumplir fielmente con su responsabilidad? Tienen un compromiso con Dios, el compromiso de rendir cuentas por esa vida que Dios les ha encomendado. Las buenas noticias son que los padres no están sin una guía, sin dirección, pues tienen una revelación segura: la Biblia. La Biblia provee con certeza los lineamientos éticos necesarios para una vida plena. Junto con estos lineamientos viene un mandato moral muy claro, "Sed santos, porque yo soy santo." (I Pedro 1:16). La santidad no es meramente un estado mental sino un estilo de vida (un estilo de vida moral), hacia el cual los padres deben guiar a sus hijos (Efesios 6:4). La educación moral en un hogar cristiano debe ser sinónimo de una educación en virtudes y valores bíblicos. El deber, esperanza y meta de un padre cristiano es el de crecer un hijo moralmente responsable que conoce la salvación por medio de Jesucristo, un hijo que está gobernado por los preceptos de Cristo, un hijo que refleja el amor de Cristo.

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Aunque la Biblia nos provee principios morales, no da a los padres recetas exactas de cómo crecer a sus hijos. Ofrece claves y pistas de cómo crecer a los hijos pero no nos provee de instrucciones detalladas para utilizar en cada situación.

El libro Ética bíblica para padres esta basado en tres presuposiciones básicas. Como ya fue mencionado con anterioridad la primera presuposición es que la meta de un padre es la de crecer a su hijo para que sea moralmente responsable y que reaccione bíblicamente a las diferentes situaciones de la vida. ¿Qué es lo que Dios pide de nosotros? "OH hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia y humillarte ante tu Dios". (Miqueas 6:8) La segunda presuposición, también mencionada con anterioridad, es que la Biblia no nos provee instrucciones detalladas sobre cómo crecer a los hijos. Provee ciertos principios básicos, pero no nos da recetas específicas. La tercera presuposición está basada en la relación que existe entre las dos primeras. Puesto que la meta de educar a los hijos es producir un hijo moralmente responsable, y puesto que la Biblia no es específica en cuanto a instrucciones para alcanzar la meta, nosotros creemos que todos los principios, prácticas y métodos para crecer a los hijos deben reunir ciertas características:

• Deben ayudar en el progreso hacia esa virtuosa meta

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• Deben ser completamente compatibles con la

teología bíblica.

Esta tercera presuposición necesita mayor explicación. Existen varias teorías acerca de cómo crecer a los hijos, pero la mayoría de estas no son compatibles con lo que encontramos en las Escrituras. Por ejemplo, algunas teorías educativas creen que el hombre es el resultado final de millones de años de evolución. Partiendo de esta presuposición, ellos creen que al nacer un niño es moralmente bueno; esto es, que tiene la capacidad de hacer lo malo pero no desea hacerlo. Basados en esto ellos crean teorías educativas, pero, muchas de estas premisas no reflejan ni la realidad, ni la verdad bíblica. Por el contrario, son opuestas a lo que nos revela la Biblia. "Dice el necio en su corazón: No hay Dios." (Salmo 14:1a). El razonamiento humano sustituyendo a la revelación divina es sumamente inadecuado para explicar la experiencia humana. El hombre no es el resultado final de un accidente cósmico sino de una intención divina (Génesis 1:26). Un niño no nace moralmente bueno sino con una predisposición natural hacia rebeldía moral.

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La historia de la Iglesia registra la clara aceptación del hecho de que la Biblia fue dada al hombre por Dios. A excepción de algunos grupos de herejes que se separaron de la Iglesia, generalmente se ha asumido que la Escritura es autoridad absoluta y digna de confianza en todas sus declaraciones. El Reformador Martín Lutero una vez

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comentó, "Cuando la Biblia habla, Dios habla". Nosotros aceptamos la Biblia como la autoridad moral y suficiente. Es la autoridad en el sentido de que requiere una respuesta a sus mandatos. Es suficiente en el sentido de que el hombre puede participar en la gracia total de Dios cuando los principios divinos llegan a ser la práctica del hombre.

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Al nacer, el niño no tiene una conciencia funcional. Con esto queremos decir que no tiene conciencia de las reglas de lo que es bueno y lo que es malo. Desde el principio, la meta de un padre cristiano es la de crecer a un hijo que pueda controlar su comportamiento desde el corazón y de acuerdo con las reglas de la ética cristiana.

La preocupación más importante para un padre es el corazón de su hijo. Existe algo en el corazón humano que amerita atención y es precisamente eso lo que debe ser el foco de atención al crecer a un hijo desde pequeño. Sabemos que el corazón es el centro de la vida y comportamiento. El Salmo 139:23 nos dice que es el corazón lo que Dios examina y conoce. En Mateo 12: 34-35, Jesús dice que todo comportamiento y palabra es reflejo de lo que hay en el corazón. Proverbios 6:18 habla de la capacidad que tiene el corazón para maquinar pensamientos inicuos. Existe algo en el corazón de un niño que sus padres deben alcanzar.

Cuando educamos a un niño pequeño es necesario utilizar presión externa para lograr que el niño tenga la conducta

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+ + + + adecuada, aunque aun no pueda entender la razón por la cual necesita comportarse de esa manera. El hecho de que un niño no entienda el porqué no debe tirar comida al piso, no significa que los padres lo dejen sin restricción y le permitan hacerlo. Hay una razón para no permitirlo. Con los adultos, la convicción viene antes que la acción, con los niños es lo opuesto- la acción viene antes que la convicción. Los padres deben insistir y exigir un comportamiento adecuado de sus hijos aun mucho antes de que el niño sea capaz de entender los conceptos morales asociados con ese comportamiento. Los niños aprenden primero cómo actuar de una manera moralmente correcta y luego aprenden a pensar de una manera moralmente correcta. "Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él" (Proverbios 23:7a). Por lo tanto, las dos fases de una educación moral incluyen: (1) el

desarrollo de un comportamiento moralmente correcto, y

(2) el desarrollo de conceptos morales. La acción viene primero, el entendimiento viene después.

El primer paso hacia el entendimiento de los conceptos morales es el desarrollo de patrones adecuados de aprendizaje. Desde el principio los patrones correctos de aprendizaje juegan un papel dominante en el proceso de maduración. Los patrones de aprendizaje afectan la manera en la que un niño maneja la instrucción, dirección, corrección, límites, libertad y relaciones, tanto nuevas como ya establecidas. Por lo tanto los patrones que se

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aprenden en los primeros años de vida deben ser los patrones correctos.

A medida que un niño crece su mundo se desarrolla y se hace más complejo. Por lo tanto, la manera en la que él asimile el conocimiento y cómo él aprenda a responder a las instrucciones de sus padres es fundamental para su crecimiento futuro. El niño debe aprender a responder de manera correcta y específica, y ser capaz de transferir el concepto a otras situaciones.

Es por esto que la educación moral a temprana edad es esencial. Cuando un padre educa a su hijo a tener un comportamiento moralmente correcto, lo está educando simultáneamente a tener dominio propio. El dominio propio es una virtud que sirve como base. Esto es, otras virtudes dependen de ésta. El dominio propio incluye bondad, lenguaje apropiado, controlar emociones negativas, concentración, atención y muchos otros comportamientos.

La mayoría de las teorías seculares aceptan la razón humana como la base de la moralidad y se enfocan en estimular lo intelectual en vez que lo moral. Nosotros invitamos al lector a considerar lo opuesto. La educación moral debe ser no sólo prioridad de la educación desde temprana edad sino que es absolutamente necesaria para alcanzar un óptimo logro intelectual. ¿Por qué es esto cierto? Porque el dominio propio no es una habilidad intelectual, sino moral. El estar sentado, el enfocar la atención y el concentrarse son también habilidades

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-morales que el intelecto usa con el tiempo para progresar en el desarrollo del niño.

A los nueve meses, mi nieta empezó a arquear la espalda y a chorrearse en su silla a la hora de comer cuando no quería algo. Sus actos eran morales y sus padres respondieron de manera moral. Sus padres eliminaron esa conducta y la niña aprendió a estar sentada y quieta en su silla a la edad de 11 meses. Sus padres le enseñaron a mostrar con señas si quería más comida, si quería bajarse o si ya no quería más comida. La niña tenía la capacidad cognoscitiva para comunicarse pero no la capacidad oral para hacerlo, por lo tanto el lenguaje de señas se convirtió en la manera aceptable de comunicación.

Lo más significativo del lenguaje de señas no era el hecho de la niña lo hiciera sino el nivel de dominio propio que la niña adquirió. El dominio propio que la niña tuvo para no arquear la espalda y el control que utilizó para comunicar de manera correcta sus deseos, no estaban aislados el uno del otro. El control necesario para permanecer sentada, pensar y escoger la mejor manera de comunicación es el mismo domino propio que será salvaguardia durante toda la vida del niño. Este dominio propio es producto de una educación moral y no el resultado de juegos educativos o de enseñarle matemáticas al niño. Existía una razón moral por la cual mi nieta debía aprender a tener dominio propio aunque ella no entendiera esa razón.

Esperar a que el niño tenga cinco años es demasiado tarde para empezar a trabajar en habilidades como sentarse,

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enfocarse y concentrarse. Estas son habilidades morales de desarrollo, no actividades adquiridas. Estas también son habilidades que dependen de una estructura creada durante los primeros años de vida. ¿Pueden los padres alterar el coeficiente intelectual de sus hijos? No. ¿Pueden optimizarlo o limitarlo? Sí. Nosotros mantenemos esta perspectiva pues hemos encontrado de manera consistente que los padres que han rechazado tener una estructura para sus hijos pequeños y no hicieron nada para corregirlos, en realidad han retrasado (en algunos casos corrompidos) el proceso de desarrollo intelectual y moral.

Es por esto que la ética bíblica junto con su compañera, la disciplina bíblica, trabajan en el corazón del niño. Los padres que trabajan en el corazón de su hijo, consecuentemente estarán educando a un niño integral. Aquellos que trabajan exclusivamente en el intelecto de sus hijos podrán crecer a un niño inteligente pero moralmente débil.

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La manera en la que fuimos crecidos como hijos tiene un profundo efecto en los patrones adoptados en la vida adulta. Si los años de crecimiento fueron placenteros, existe la tendencia de utilizar técnicas similares a las que se usaron con uno mismo. Sin embargo, existe la posibilidad de que uno practique las técnicas opuestas si considera que las técnicas de sus padres fueron erróneas.

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Muchos adultos educan a sus hijos en respuesta a sus propios miedos, conflictos y decepciones que quedaron sin resolver cuando niños. En diferentes puntos de su vida, varios pensamientos equivocados los llevaron al establecimiento de patrones pecaminosos que echaron raíz y con el paso del tiempo fueron asimilados en el presente. Como resultado, educan y crecen su propio pasado más que a sus propios hijos al proyectar sus propios miedos y desilusiones de la vida en sus hijos. El ver nuestro pasado nos puede ayudar a entender nuestros patrones actuales de educación pero no se puede utilizar como excusa para los patrones que son pecaminosos.

Cuando los padres sienten que su infancia fue infeliz como resultado de haber tenido padres permisivos, generalmente se vuelven muy estrictos, especialmente si sienten que les hizo falta instrucción. Estos padres generalmente se van de un extremo a otro y de un acercamiento psicológico se van a un extremo religioso. Esos padres, por ejemplo, quienes han vivido vidas moralmente relajadas en su juventud muchas veces con sus propios hijos se vuelven sobre protectores.

Los padres que crecieron en hogares estrictos, injustos e inclusive donde se utilizaban métodos abusivos, muchas veces y sin darse cuenta se convierten en padres permisivos. Estos padres se preocupan más por los sentimientos de sus hijos que por las acciones de sus hijos. Elevan lo que piensan que es saludable psicológicamente para el niño por encima de la salud moral y lo que es bueno y malo. La base de su ética no es la palabra de Dios sino cómo ellos piensan que se sienten sus hijos en un

momento dado. En ambos casos, como una mecedora, se pasan del balance en el centro y se van a los extremos, todo para el perjuicio de sus hijos.

Para el padre autoritario, la letra de la ley se convierte en la regla en vez que el principio o espíritu detrás de la ley. Estos padres están más preocupados con la apariencia externa que con el ayudar a sus hijos a internalizar los principios que los guiarán en sus relaciones interpersonales.

En contraste, el padre permisivo es más peligroso, pues las armas de destrucción son menos visibles. Uno no tiene que observar por mucho tiempo a un padre permisivo para darse cuenta de su confusión: en la mente de ellos mimar y permisividad son lo mismo que el amor. El problema principal en esta relación es la tolerancia de lo malo. Los padres cristianos permisivos "aman" a sus hijos de esta manera con la esperanza de que ellos también les "amen". Todo esto bajo una definición distorsionada del "amor de Dios".

Lo malo de uno como padre y de la sociedad se puede corregir si uno decide educar y crecer a sus hijos teniendo a la Biblia como guía y no al pasado. El apóstol Pablo resume el punto: "olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante," (Fil. 3:13b). La Biblia es suficiente para dirigir nuestros pasos y alumbrar el camino. Si este es tu caso, con la ayuda de Dios, tú puedes romper el ciclo de educación defectuosa.

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La meta primordial de crecer a los hijos es la de crecer un hijo responsable moralmente y que actúe bíblicamente. Con esta meta en mente, nos preguntamos: ¿Qué evita que los padres se vayan a un extremo rígido para resaltar su moral? ¿Qué puede proteger a los hijos de padres opresivos de abusos emocionales y físicos? Después de todo la Historia nos relata de eventos horribles y malos que acontecieron en nombre de la religión, en nombre de crecer niños "temerosos de Dios". ¿Qué puede proteger a un niño de una metodología deficiente de educación producto de un relativismo moral y el fruto de una ideología permisiva? ¿Qué evitará el tipo de abuso a un niño que lo lleve a las drogas, alcohol y suicidio?

Nuestra respuesta es directa. Sólo la ética bíblica nos salvaguarda para prevenir que los padres se vayan de un extremo a otro porque sólo el enfoque bíblico llama a ambos, a padres e hijos, a asumir su responsabilidad. Las reglas morales para los padres son las mismas para los hijos. No hay doble norma como en el caso de los padres autoritarios y los padres permisivos.

Cuando los padres mismos no acatan las reglas morales pero las imponen a sus hijos, el resultado es un padre autoritario. "Haz lo que te digo, no lo que hago" es la regla de un padre autoritario. Los padres autoritarios piden a sus hijos que no mientan pero luego les dicen: "Di que no estoy si llaman por teléfono". Por el contrario, cuando los

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padres eliminan las reglas o las hacen tan flexibles que son casi inexistentes, tienes padres permisivos. La tolerancia hacia el comportamiento inadecuado e incorrecto es lo que predomina; puesto que no hay expectativas morales puestas en el niño o son muy bajas, sólo importa la felicidad del niño, no su santidad.

Antes de examinar estos extremos debemos mencionar que el método de educación bíblico NO es la combinación de ambos extremos. En realidad estos dos extremos son aberraciones de preceptos bíblicos.

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Los padres autoritarios ponen más énfasis en lo que el niño no debe hacer en vez de en lo que debe hacer. Este tipo de método tiene como resultado una actitud de que el objetivo justifica los medios o de que uno puede hacer cualquier cosa para lograr que su hijo se amolde a las reglas de la sociedad. Aunque la mayoría de los niños educados por padres autoritarios se amoldan y actúan virtuosamente, lo hacen por temor y no porque amen hacer lo bueno. El niño escucha "lo haces o ya vas a ver". El "ya vas a ver" se convierte en la motivación para hacer lo correcto, en vez de que un principio interno en el corazón sea la motivación.

El padre autoritario manipula al niño, no su ambiente. Los padres usan emociones tales como el amor, la culpa y el miedo con este fin. Por ejemplo: "Susana, si sigues haciendo eso, mamá ya no te va a querer" o "Pórtate bien en la tienda o papá va a llamar al policía para que te

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% % % % lleve." Aunque las armas del miedo y amor condicional son devastadoras, el padre autoritario no destruye tanto al hijo en su persona y socialmente como el padre permisivo.

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El padre permisivo no se preocupa por suprimir lo malo y elevar lo bueno. En el núcleo de esta teoría está la preocupación por crear el ambiente adecuado para el niño, y no los resultados de conducta apropiada.

El educar a los hijos incita muchas emociones diferentes. Las emociones de amor, gozo, paz, contentamiento y confianza son fácilmente contrarrestadas con sentimientos de frustración, desánimo, decepción (y algunos días desesperación). El tratar de incitar solamente las emociones positivas no es la esencia de la educación de los hijos. Sin embargo esto es lo que creen los padres permisivos. Para ellos lo mejor es evadir todas las emociones negativas en el niño y procurar todas las positivas. Por lo tanto, la educación correcta o incorrecta se mide de acuerdo con lo que los padres piensan que el niño siente, más que por el producto final (el comportamiento de su hijo). Los sentimientos tanto de los padres como de los hijos se convierten en la base de su ética. Si el niño se siente contento, el padre está satisfecho. Si el niño se siente triste, entonces el padre manipula el ambiente procurando que el niño se contente.

Los padres permisivos se califican de acuerdo a su habilidad para evitar el conflicto y tolerar el mal

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comportamiento. La sociedad aprueba la tolerancia pero ignora el producto final: un niño fuera de control. Paciencia y tolerancia no son la misma cosa. Debemos ser pacientes con nuestros hijos, no tolerantes del mal comportamiento. Salomón dice en Eclesiastés 8:11, "Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal." Los padres permisivos han convertido en virtud la tolerancia hacia el mal comportamiento y lo han elevado aun más de lo que dice la Biblia que es lo bueno y lo malo. El peligro de esto es que le borra a la sociedad el concepto de lo que es malo. Si todo se tolera, nada puede ser malo. El decirle a los padres de familia que está bien el tolerar el pecado de los hijos es sembrar semillas para nuestra propia destrucción en el nivel más fundamental de nuestra sociedad: la familia.

Esto explica parcialmente por qué los teóricos que abogan la permisividad no están interesados en la educación moral. La mayoría de las teorías de permisividad parten del supuesto que los niños nacen siendo moralmente buenos o en el peor de los casos moralmente neutros. En consecuencia, no existe razón alguna para entrenar a un niño en la virtud y en la vida recta si por naturaleza la desobediencia es sólo una posibilidad y no la inclinación natural del niño.

Existen problemas serios con la teoría de que los niños nacen siendo moralmente buenos. El más obvio es la inhabilidad para explicar porque niños moralmente buenos hacen actos moralmente malos. Los teóricos de la permisividad tratan de zafarse del problema culpando a los

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+ + + + padres de corromper la naturaleza buena de los niños. Le llaman educación deficiente. La verdad es que los padres no son culpables de corromper la naturaleza de sus hijos. Los niños nacen con una disposición natural hacia la rebelión, el egoísmo y el egocentrismo.

Otro problema es que estos teóricos han cambiando la clasificación del comportamiento del niño del lado ético de correcto e incorrecto, al lado psicológico de saludable

y enfermo. Al hacer esto, un comportamiento viene a ser

cualquier cosa dependiendo de cómo lo definamos.

Para mantener psicológicamente saludable a su hijo, el padre permisivo manipula el ambiente. Si eso no funciona, entonces se "vacila" al niño para que haga lo correcto. En la década de los años sesenta surgió lo que se llama psicología inversa que es una práctica engañosa que apela al deseo del niño de autodeterminación. Por ejemplo, si la mamá de José desea que él se ponga los zapatos, entonces tratará de persuadir manipulativamente al niño diciéndole que haga lo contrario. "¡No te pongas los zapatos! No, no ni siquiera lo intentes". Debido a que ella intenta mantener un ambiente sin conflictos, la negociación manipulativa debe ser usada para lograr que el niño obedezca. Existe una manera mucho mejor de educar que "vacilando" a un niño para que haga acciones correctas.

Creemos que tanto la educación de los hijos permisiva como la autoritaria están equivocadas y van en detrimento del bienestar del niño. Es por eso que intentaremos guiar

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a los padres de acuerdo a las reglas básicas de la ética bíblica.

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La familia es la unidad social primaria de toda sociedad y es digna de protegerse y cuidarse. Como profesionales de la salud y de la educación, conocemos la tragedia que puede sobrevenir a una familia cuando son violados los principios básicos de la educación de los hijos. Hemos aconsejado a varios padres y madres quienes empezaron su labor como padres con amor y cuidado, pero que terminaron viendo sus sueños de tener una familia bella reducidos a una pesadilla que tenían que sobrellevar. El problema no fue motivos equivocados, sino métodos equivocados.

Hay dos males relacionados entre sí que amenazan el éxito en la educación de los hijos y que llevan a la desintegración de la familia. El primero es menospreciar

la importancia de la relación esposo-esposa en el proceso

de la educación de los hijos; y el segundo es caer en la trampa de la educación centrada en el niño

(hijo-céntrica). Para evitar estas amenazas los padres deben

aprender desde el principio que Dios programó todos los factores que llevan al éxito dentro de Su plan divino. Como en todos los asuntos discutidos en la Escritura, si violas algún principio pierdes la bendición. Cuando adoptas Sus mandamientos, las bendiciones de gozo y plenitud serán tuyas.

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Una familia está formada por grupos sociales primarios y secundarios. El primer grupo familiar consiste de tres relaciones: esposo-esposa, padres-hijos, e hijo-hijo. El grupo secundario comprende a los abuelos y los nietos, a los tíos y las tías, a los sobrinos y sobrinas, y a los primos. En ninguna parte, la Biblia apoya la noción de que dos o más personas sin parentesco que viven juntos forman una familia.

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La mayor influencia global que usted tendrá sobre sus hijos no será en su papel como papá o mamá sino en su papel como esposo o esposa. Nuestra sociedad ha olvidado y aun rechaza esta verdad bíblica básica. El resultado es una sociedad consumida con una educación en la que el niño es el centro de todo, lo cual fomenta su egocentrismo.

Muchos padres a veces pierden de vista el hecho de que cuando los niños entran a la familia, llegan a una estructura social ya establecida. Muchos padres actúan como si la unión matrimonial fuera sólo una relación preliminar para preparar el "nido", en vez de percibirla como una relación fundamental a través de todos los años de crianza de los hijos. Esta actitud es un inicio peligroso de nuestra labor como padres porque viola el diseño divino de la estructura familiar.

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De acuerdo con el diseño divino, la relación esposo-esposa es la primera relación social establecida en la Escritura. Dios creó al hombre para actuar, reaccionar e interactuar con otros seres humanos. En su sabiduría, Dios comenzó todas las relaciones humanas con un esposo y una esposa. Las otras relaciones, tales como padre-hijo, mamá-hija, hermano-hermana, vinieron después. Por lo tanto, la relación esposo-esposa debe ser vista como la relación fundamental o el cimiento de las demás relaciones en la familia.

La calidad de la relación padre-hijo depende de la calidad de la relación entre el esposo y la esposa. Esta verdad nunca cambiará. Mucho de la seguridad básica del niño depende de lo que él observa que ocurre entre mamá y papá. Cuando él ve que ellos se demuestran amor y afecto, se siente seguro. Si usted ama a su hijo, debe hacer que la relación con su cónyuge sea la relación fundamental de su familia. Más importante que cualquier cosa que usted pueda comprar o hacer por su hijo está el permitirle saber que papá ama a mamá y que mamá ama a papá. Ustedes dos juntos son la cabeza y el corazón de la familia.

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A menudo los padres abandonan su primer amor, es decir el uno al otro, y se enfocan casi exclusivamente en sus hijos. Aunque esto pueda hacerse en nombre de una buena educación de los hijos, es el primer paso hacia el

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rompimiento de las relaciones familiares. Esto nos conduce a la segunda amenaza de la educación exitosa de los hijos: la creencia de que los hijos son el centro del universo familiar, en vez de ser miembros bienvenidos de la familia. Los padres que centran su mundo entero alrededor del cuidado de sus hijos son hijo-céntricos. Ellos llevan el mundo al niño en lugar de llevar al niño a su mundo. Los sentimientos del niño en cualquier momento son elevados por encima de sus acciones correctas o incorrectas.

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La educación hijo-céntrica amenaza la vida familiar exitosa. A continuación presentamos cuatro peligros asociados con este estilo de gobierno familiar.

La educación hijo-céntrica ataca la relación esposo-esposa al reducir su importancia bíblica. Toda la energía de la pareja es volcada en la crianza del niño, descuidando la relación más fundamental: esposo-esposa. En los casos más extremos, el esposo y la esposa llegan a ser un par de desconocidos que lo único que los mantiene unidos es el objetivo común de educar a sus hijos.

La educación hijo-céntrica invierte el proceso natural del desarrollo moral al crear prematuramente dentro del niño un falso sentimiento de auto confianza. El niño llega a ser, según él, autosuficiente antes de tener bien establecido su dominio propio. Esto ocurre porque la filosofía otorga libertades que van más allá de la habilidad del niño para

controlarlas. La auto confianza separada del dominio propio es una influencia destructiva en los niños pequeños. La educación hijo-céntrica fomenta la independencia familiar en vez de la interdependencia familiar. Los niños que se perciben a sí mismos como el centro del universo familiar muy a menudo crecen en independencia egoísta. La independencia familiar en vez de la interdependencia familiar se convierte en el estilo de vida. La independencia le roba al niño la oportunidad de invertir su vida en su familia. Cuando no se invierte en las relaciones, no hay razón alguna para tener lealtad a la familia. Las otras personas (padres y hermanos) importan sólo en la medida en que con sus relaciones obtengamos algún beneficio. La lealtad de ese niño se basa no en lo que él puede dar sino en lo que él puede recibir de las relaciones. La educación hijo-céntrica fomenta tal conclusión.

La educación hijo-céntrica para algunos llega a estar peligrosamente cerca de la idolatría. Cuando la felicidad del niño es más importante que su santidad, cuando su salud psicológica es elevada por encima de su salud moral, cuando el niño llega a ser el centro del universo familiar y no la persona de Dios, esto llega a ser una forma sutil de idolatría. Los niños llegan a ser pequeños dioses cuyos padres los adoran en vez de adorar al Creador.

Los padres de José son hijo-céntricos. Ellos no se dan cuenta que todas sus buenas intenciones están fomentando un defecto pecaminoso llamado yo-ismo o egocentrismo. La percepción que José tenga acerca de su lugar en la vida

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depende significativamente de la información y la estimulación de las personas a su alrededor. Si esa estimulación le conduce a percibirse a sí mismo como el centro de la familia, desarrollará una percepción egocéntrica que llevará consigo a cada relación a medida que su mundo se expanda.

Dios nos creó con la capacidad de dar y de recibir. Los padres de José lo están educando para recibir y no para dar. Ellos creen erróneamente que si todo el tiempo le ejemplifican el dar, él, de manera natural, aprenderá a dar. Eso no pasará. El solamente intensificará su deseo de recibir. Si quiere columpiarse, simplemente empujará al otro niño fuera del columpio porque no se le ha enseñado a ser paciente. El responderá de acuerdo con sus impulsos egoístas porque sus padres nunca le enseñaron dominio propio que implica el negarse a uno mismo en los momentos apropiados.

Las otras personas sencillamente no le importarán a José. Tendrá dificultades con sus hermanos y compañeros. No crecerá preparado para afrontar el mundo real en el que la habilidad de dar y recibir es requisito para tener relaciones saludables y duraderas. Sufrirá en la escuela y el trabajo porque las otras personas no lo satisfacerán tan rápidamente como lo hacían papá y mamá.

En contraste, los padres de Juan lo están integrando a la estructura familiar ya existente. Ellos están creando en su hijo una inclinación hacia las relaciones cercanas y amorosas. Cuando un niño se percibe a sí mismo como un

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miembro bienvenido de la familia (en vez de ser el centro de ella), aprenderá a moverse en su red de relaciones con flexibilidad y bienestar emocional. El ser un miembro bienvenido de la familia produce el sentimiento del

nosotros, es decir, una actitud en la que nos vemos como

miembros de un equipo en el que damos tanto como recibimos. Esta relación es el requisito de una vida balanceada.

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Como profesionales, no podemos enfatizar demasiado cuán necesaria es para el bienestar emocional del niño una relación saludable entre esposo y esposa. Los matrimonio estables crean una sensación de certeza. Lo que ocurre entre los padres establece ese sentido de seguridad. Cuando el niño observa su amistad especial y su unidad emocional en el transcurso normal de un día se siente más seguro simplemente porque no tiene que poner en entredicho el compromiso existente entre sus padres. Es sorprenderte darse cuenta que los niños de tan sólo dos o tres años tienen una especie de radar que detecta cuándo hay conflicto entre los padres. Cuando el niño percibe la debilidad de la relación de sus padres se produce un estado de ansiedad que afecta todos los demás aspectos de su vida.

En contraste, cuando un niño tiene confianza en la relación de sus padres, emocionalmente se siente seguro. Esta seguridad es una verdad de la que el niño se percata

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% % % % pero no puede explicar. Cuando hay armonía entre el esposa y la esposa se respira estabilidad en la familia. Un matrimonio fuerte provee un cielo de seguridad para los niños mientras progresan en el proceso hacia la madurez.

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Es muy fácil convertirse en padres hijo-céntricos. Los niños dependen grandemente en los padres para todo. Este hecho aumenta la gratificación de ser padres. Existen maneras en las que podemos satisfacer las necesidades de nuestros hijos sin llegar a ser hijo-céntricos. Aquí hay algunas sugerencias que pueden ayudarle a lograr el balance. ! ! " ! ! # $! " % & ( (( ( ' ' ( ! $ ' ' ! " $ ( $ # ) $ * ' ( $ ' ' ' " ! " & $ ' ' $ 9

1. ¿Cuáles son las tres presuposiciones básicas

sobre las que se basa el curso Ética bíblica para padres?

2. "Con los adultos, la convicción viene antes que

la acción, con los niños es lo opuesto- la acción viene antes que la convicción." Si esto es verdad, ¿Qué debemos hacer como padres de niños pequeños?

3. ¿Por qué es importante la educación moral a

temprana edad?

4. Describe la educación autoritaria y la

educación permisiva de los hijos

5. ¿Cuáles son los cuatro peligros asociados con

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Los padres naturalmente se preocupan por el bienestar de sus hijos. Sirven comidas nutritivas y balanceadas, animan al niño a tener un descanso adecuado e insisten en examinaciones periódicas tanto de los dientes como de los ojos. Sin embargo, muchos padres descuidan la parte más importante de la vida de su hijo: su educación moral. El curso Ética bíblica para padres consiste en ayudar a los padres a educar a sus hijos en la disciplina y amonestación del Señor (Efesios 6:4). Esto es, educar hijos que tengan la capacidad moral para distinguir entre lo correcto y lo incorrecto, el bien y el mal, y quienes guíen sus corazones por preceptos bíblicos.

Muchos hijos, especialmente aquellos que crecen en hogares cristianos, tienen un entendimiento básico de lo correcto y lo incorrecto. Desafortunadamente, no todos tienen el auto-control para tomar consistentemente las decisiones correctas. Creemos que es una razón por la cual muchos de nuestros jóvenes terminan con la apariencia de ser morales por fuera pero de hecho no son morales por dentro. Saben bastante acerca de los no harás de la vida (no mentirás, no robarás, no copiarás), pero no mucho acerca de los sí harás (sé amable, sé gentil, ten respeto para con los demás).

Al estudiar los modelos de educación en familias cristianas a través de los años, descubrimos que muchos

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padres están más preocupados en suprimir la maldad que en elevar la bondad en sus hijos. Eso es, cuando enseñan principios morales, a menudo los padres dicen a sus hijos lo que está mal, y lo que no deben hacer, en vez de decir qué es lo correcto y lo que deben hacer. Esta clase de educación les lleva a transigir en lo moral en el futuro. Debido a que tanto énfasis es puesto en lo que se debe evitar, y tan poco en lo que se debe hacer, el camino hacia los actos virtuosos queda altamente indefinido para el hijo. Ciertamente, el suprimir la voluntariedad del comportamiento de un hijo es importante, pero cuando esto se hace en la ausencia de elevar lo correcto, ultimadamente termina distorsionando el significado real de lo bueno. El restringir voluntariedad tiene que estar acompañado por instrucción en la honradez y el fomento de una vida virtuosa (Proverbios 1:1-7, 8:33, 9:9; Miqueas 6:8).

Por ejemplo, creemos que enseñar a un hijo a ser sensible a los sentimientos de la gente en situaciones especiales es un acto de mayor piedad que enseñarle a controlar sus acciones hostiles. La restricción de la maldad tiene que estar balanceada con la elevación de la bondad. La restricción moral y el hecho de ser asertivo moralmente son dos lados de la misma moneda. Ambos son necesarios en la educación de un hijo.

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-Tomar la educación de nuestros hijos en serio implica que constantemente haremos juicios morales y seremos una guía moral. Para hacer juicios y ser una guía, los padres primeramente tienen que aceptar que hay leyes morales aplicables a todo ser humano. Para algunos, la elección entre lo correcto y lo incorrecto, entre lo bueno y lo malo, está basada en lo que es conveniente en ese momento. Otros basan su moralidad sobre convicciones culturales o por influencia de los medios de comunicación. Los cristianos, sin embargo, toman sus valores de la Biblia. La Teología bíblica tiene implicaciones morales. Estas implicaciones proveen el marco de referencia para una disciplina llamada Ética.

En general, la ética trata del estilo de vida de una persona. La ética bíblica trata del estilo de vida que demanda la fe cristiana (Santiago 3:13; I Pedro 3:2, 16; II Pedro 3:11). Jesús mandó a sus seguidores: “Id, y haced discípulos a todas las naciones..." (Mateo 28:19a). Para hacer un discípulo es necesaria la comunicación de la ética bíblica. La ética bíblica establece la base de la educación de los hijos que produce bondad, pureza, y santidad. El carácter de Dios se refleja en la ética bíblica. Dios es perfecto moralmente y todos los valores bíblicos son una extensión de Su carácter. Sus atributos divinos proclaman Su santidad y son trasladados a valores morales. Todos los "por favores" y "gracias" de la vida se derivan de los mandatos bíblicos. Por lo tanto, Dios define las virtudes tales como, honestidad, paciencia, amabilidad, mansedumbre, e integridad, y no están sujetas a opinión o a interpretación individual.

. .. .

La creencia en un Dios trascendente y personal es una presuposición necesaria si uno se propone establecer leyes éticas que sean absolutas y universales. Sin Dios, no hay una base para la ética objetiva, y el comportamiento moral es gobernado débilmente por preferencias subjetivas y personales. Todos los valores se vuelven relativos.

La ética bíblica es buena para la sociedad - el relativismo moral es malo para ella. La ética bíblica fomenta lazos morales y por lo tanto, lazos sociales. El relativismo moral divide la sociedad en subgrupos culturales. La ética bíblica es ciega socialmente, racialmente, étnicamente, económicamente, y académicamente (Gálatas 3:28; Colosenses 3:11; Santiago 2:1-10). Atraviesa todas las fronteras culturales y pone a un lado todos los valores culturales, porque los dos factores comunes son la santidad de Dios (la norma absoluta) y la dignidad del hombre derivada de Génesis 1:26. Las peculiaridades culturales son secundarias a los valores inmutables y eternos derivados de la Biblia. Sin absolutos bíblicos que gobiernen al hombre y a la sociedad, te quedas sin base para una convicción santa.

Hay seguridad en saber que los valores derivados de la Biblia son inmutables. Los requisitos morales por los cuales vivimos los cristianos actuales son los mismos que los de ayer y serán los mismos mañana porque "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos" (Hebreos 13:8). Los valores eternos que fluyen de Su carácter no cambian (Hebreos 13:7).

Los valores inmutables de Dios se llaman absolutos bíblicos. Son las normas de lo correcto, lo incorrecto, lo

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bueno y lo malo y no cambian con los caprichos morales de la sociedad. Permanecen fuera del tiempo y el espacio tal como la autoridad que representan. Debido a que los valores de Dios son inmutables, El requiere que los padres inculquen estos valores en la siguiente generación. No hay libertad individual para decidir cuales valores son correctos - Dios ya nos los ha revelado. La tarea del padre es llamar a lo correcto, lo incorrecto, lo bueno y lo malo tal como Dios llama lo correcto, lo incorrecto, lo bueno y lo malo. Los juicios morales no deben ser meramente opiniones personales. Para el cristiano, el estilo de vida ético es un asunto de fidelidad hacia Dios - no de preferencia personal.

La ética bíblica primero sirve para revelar la santidad de Dios, en segundo lugar para establecer una norma de comportamiento aceptable, y tercero, para revelar el pecado.

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De todos los sistemas éticos en el mundo, no hay una norma más alta ni un motivo más virtuoso que dirija el comportamiento moral que el que viene de la Biblia. La justificación para esa frase es básica: solamente el sistema de ética bíblica está orientado hacia los demás - no como una manera de ganar la salvación, sino como resultado de la salvación. Esta última frase es básica para todo lo que creemos referente a la aplicación de principios bíblicos. Hay muchas maravillosas enseñanzas religiosas y éticas en el mundo. Pero el motivo para hacer actos de honradez es

la búsqueda de la salvación - el hombre buscando agradar a Dios. Para muchos, los actos individuales de bondad son simplemente pasos hacia el cielo. Esto no es así para el cristiano. Hacemos lo correcto porque posicionalmente ya hemos llegado a la ciudad de Dios, a la Jerusalén celestial, (Hebreos 12:22-23). Debemos fijar nuestra mira en las cosas de arriba, (Colosenses 3:1-2). Nuestra bondad entonces, es una respuesta amorosa hacia Dios enraizada en nuestra relación con Cristo. "Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios," (I Juan 4:7a). Por lo tanto, nosotros quienes somos los objetos del amor de Dios debemos también ser objetos del amor que tenemos el uno para el otro. Esto es un resumen de los diez mandamientos y el deber del hombre como dijo Jesús; ama a Dios y ama a tu prójimo, (Marcos 12:29-31).

La siguiente ilustración explica el punto. Nuestra hija Jennifer recibió una muñeca Holly Hobbie una Navidad a quien amó y estimó por muchos años. Había ocasiones cuando nos pedía que abrazáramos la muñeca mientras preparábamos su cuna. "Ten mucho cuidado al abrazarla,

Papá," era una instrucción común. Su mamá y yo veíamos

esa muñeca remendada, con su ropa manchada y pelo faltante, y nos enfocábamos en su valor material. A menudo pensábamos que ese montón de tela ciertamente costaba más mantenerla de lo que valía materialmente. Para nosotros esa muñeca no tenía valor, pero no así para su dueña. Para Jennifer, esa muñeca era preciosa. Y mientras más andrajosa quedaba, más amor y cuidado le daba. Las palabras de Jennifer, "Ten mucho cuidado al

abrazarla," gobernada nuestro cuidado. Abrazábamos esa

muñeca, no basándonos en nuestra percepción de su valor, sino en el valor que le asignaba su dueña.

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Tú eres como esa muñeca Holly Hobbie - tienes un dueño, Jesucristo. Para El eres absolutamente precioso. Eres tan precioso que El dejó el esplendor del cielo para venir a la tierra a morir por ti (Filipenses 2:6-8). "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16). No debo basar mi conducta hacia ti sobre cuán valioso tú eres para mí, ni sobre cualquier valor intrínseco encontrado en nuestra humanidad, sino sobre cuán preciosos somos para Dios, (Romanos 8:35-39).

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¿Cuál es el mandato moral de las Escrituras? Es necesario buscar y responder a la preciosura de aquellos fuera de uno mismo. Esta respuesta no es a expensas de uno mismo, pero en armonía con uno mismo (Proverbios 3:3-4). Es vivir de tal forma que reflejemos a Cristo en nosotros (Juan 13:34-35; Filipenses 2:3-5). Jesús estuvo orientado hacia otros y puso la norma ética de "los unos a

los otros” de las Escrituras. Debemos seguir Su ejemplo

ordenando nuestro comportamiento de acuerdo con la preciosura de los demás. Debemos considerar aquellos que vienen detrás de nosotros, los que están a nuestros lados, y los que van delante de nosotros. De esto se trata la ética bíblica. Es una preocupación racional por las vidas de los que nos rodean - una sensibilidad de amar a Dios y amar a nuestro prójimo (Marcos 12:28-31; I Juan 4:19-21). El comportamiento no basado en los valores bíblicos no refleja a Dios.

$ $$ $

Cuando los padres dan la espalda a la única fuente legítima de valores, la revelación de Dios, los valores personales sustituyen la verdad, y se manifiesta en sus hijos. Para la comunidad de creyentes, lo que está en juego es nuestro testimonio cristiano. Ningún no creyente puede desvirtuar la ética bíblica tanto como un padre cristiano cuyo hijo está continuamente fuera de control, o el padre que continuamente pone pretextos para explicar el comportamiento de su hijo.

& * & :

La educación de los hijos debe estar caracterizada por las mismas normas de excelencia moral a pesar de su personalidad, temperamento o género. Muchos padres son culpables de hacer caso omiso a la necesidad de educación virtuosa basándose en la peculiaridad de su hijo. "Es que mi hijo es diferente" no es un pretexto aceptable, ni una cláusula de excepción legitima en el esquema ético de la Biblia.

Reconocemos que todos los hijos son diferentes. Los hermanos y las hermanas pueden ser tan diferentes el uno del otro como el vecinito de a lado. Cada hijo tiene una combinación única de temperamento y personalidad que le distinguen a él o a ella de todos los demás. Sin embargo, el desarrollo de la personalidad y la educación moral son actividades mutuamente exclusivas. La personalidad es como una casa; la educación moral es el artesano que construye la casa. Todos vivimos en una estructura, pero

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% % % % la calidad de esa estructura varia según la habilidad del artesano.

A pesar de las distinciones de personalidad de sus hijos, la educación moral persistente no debe variar de hijo en hijo porque los requisitos morales de las Escrituras no varían. Los personajes ficticios de este estudio, Juan, Nathan, Becky, Ceci, Sandy, y José, cada uno representa una clase de personalidad distinta de la otra. Pero ¿qué clase de personalidad exenta la Biblia de demostrar amabilidad, paciencia, auto-control, mansedumbre, humildad, perseverancia, obediencia, respeto, honestidad, integridad o cualquier otra virtud? Ninguna, por supuesto. Los padres necesitan reconocer y apreciar la singularidad de cada hijo, pero también comprender que la singularidad no cambia la norma de educación ética. No se pueden usar los temperamentos y personalidades como pretexto para el pecado. "Así es él" o "Es que es varón" son simplemente pretextos. Las virtudes y los valores de la vida son iguales para todos y se aplican a todos, a cualquier edad indiferentemente al género. El deber de los padres es continuamente conducir a su hijo hacia la norma de Dios y no bajar la norma para acomodarse al hijo.

3 4 ) & * 6

La educación moral comienza con los padres. En Deuteronomio 6:4-6, Moisés dio instrucciones a los Israelitas de cómo vivir en su nueva tierra. Hablando de los requisitos morales de Dios, dijo, "Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tú Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus

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fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón." Los padres no pueden conducir a sus hijos más allá de donde han llegado ellos mismos. Esta es una verdad básica - si los principios de conducta moral no residen en sus propios corazones, no pueden ser transmitidos a sus hijos.

* = 5 & *

A menudo los padres les dicen a sus hijos qué deben hacer, pero no les dicen porqué deben hacer tal cosa. Saber el cómo hacer algo correctamente y el porqué se debe hacer algo son dos asuntos completamente diferentes. El primero representa la acción; el segundo representa el principio. El Nuevo Testamento demuestra este concepto. Fíjate cuantas veces los escritores nos llaman a una acción y luego nos explican el porqué. Por ejemplo, Filipenses 2:14 dice, "Haced todo sin murmuraciones y contiendas." ¿Por qué? El versículo 15 nos dice, "Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminarias en el mundo." Muchos hijos saben cómo aplicar una ley moral, pero no tantos saben el porqué que existe tras la ley moral. Se les enseña a los hijos lo que no deben hacer (ej., no robar) o lo que deben hacer (ej., compartir sus juguetes con sus hermanos). Sin embargo, los padres en nuestra sociedad consistentemente fallan en la enseñanza del porqué moral o práctico del comportamiento. Esto trae como resultado hijos que solamente son morales por fuera. Saben responder en diferentes circunstancias solamente porque

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+ + + + han sido educados según la circunstancia, no porque comprenden el principio moral.

Por ejemplo, Sandy activamente atormentaba a su hermana menor Ceci de muchas maneras no amables. Los amigos escucharían los secretos de Sandy, pero públicamente excluía a Ceci de la misma participación. Cuando montaban bicicletas juntas, predeciblemente Sandy le causaba a Ceci una caída y una herida. Sandy manipulaba las situaciones para ganarle ventaja a su hermanita al costo de los sentimientos de su hermanita. La Sra. Méndez corregía cada acontecimiento castigando a Sandy pero no podía entender porque continuaba el exagerado conflicto unilateral entre hermanas.

La Sra. Méndez falló en darse cuenta de los principios compartidos en los párrafos previos. Sí, temporalmente suprimió la maldad al corregir cada caso, pero eso le llevó al problema perpetuo. Se enfocó tanto en el comportamiento negativo que falló en la enseñanza de la necesidad de ser bondadoso. Reaccionaba cuando se trataba de una maldad, pero no era muy activa cuando llegaba el momento de enseñar qué es lo correcto y lo virtuoso. Los padres tienen que enseñar a tener bondad entre hermanos en el contexto de las relaciones al dar el razonamiento moral detrás de un comportamiento requerido en períodos de conflicto y paz.

¿Nos obliga esto como padres a dar un porque cada vez que lo demande el hijo? Claro que no. Habrá momentos cuando la explicación es simplemente "porque yo lo digo." Esto es especialmente cierto en los primeros tres años. Pero, a partir de los tres años, la educación de parte de los

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padres debiera ser caracterizada por la inclusión de razones prácticas y morales. Sin principios que muevan su corazón, el niño estará limitado en cuan motivado intrínsecamente llegará a estar.

2 > = 5

Anne Marie y yo estamos asociados con un experimento educativo en escuelas particulares y públicas que mide la relación entre excelencia moral y dominio académico. Sostenemos fervientemente el concepto que la educación moral avanza los logros académicos. Cuando los niños son entrevistados para entrar a esta escuela, tienen que someterse a una evaluación de preparación moral. Varias preguntas ayudan a determinar esa preparación.

Una serie típica de preguntas presentadas a un niño de cuatro años comienza con, "¿Qué harías si se les sirviera el postre a ti y a los demás invitados, pero la anfitriona todavía no se ha sentado?" Muchos niños responden correctamente: “Esperar a que la anfitriona se siente." Esa respuesta habla de la acción moral que representa el comportamiento deseado. Luego hacemos una pregunta más específica: “¿Por qué esperarías?" Solo los niños educados en principios morales pueden explicar en sus propias palabras el siguiente concepto. "Sería una manera de mostrar respeto para la persona que nos sirvió y preparó el postre." Estos niños que están en el proceso de ser moralmente maravillosos. Saben tanto qué hacer como el porqué se debe hacer. Sus vidas son gobernadas por principios.

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-No es suficiente enseñar a tus hijos cómo comportarse moralmente; deben aprender a pensar moralmente. El saber la motivación virtuosa de un comportamiento previene el comportamiento robótico. Los niños que hacen todo lo correcto sin saber el porqué esas acciones son correctas son robots morales. A menudo responden a situaciones y circunstancias correctamente, pero no porque son guiados por principios en sus corazones. En contraste, los niños cuyo comportamiento es gobernado por principios morales son todo, menos robots. Son moralmente libres, gobiernan su comportamiento por principios intrínsecos, no por circunstancias extrínsecas.

2 > = 5 ?

No todas las explicaciones que damos como padres están necesariamente asociadas con la educación moral. Algunas explicaciones tienen solamente un objetivo práctico. Como regla general, los padres debieran ofrecer una razón moral cuando una situación involucra a personas. Debieran ofrecer razones prácticas cuando una situación está relacionada con cosas. Por ejemplo, el papá de Natán estaba trabajando con un problema de hierbas cerca de una mata de frutas. Su ocupación atrajo la curiosidad de Natán. En vez de ordenar, "Natán, aléjate de ese árbol," él advirtió, "Natán, aléjate de ese árbol porque Papá acaba de echar veneno alrededor del tronco. Es peligroso." En esta situación, el restringir un comportamiento es cuestión práctica (salud y seguridad), no moral. Debido a que Natán recibió información acerca de lo que pasaba en el árbol su curiosidad fue satisfecha. Esa información minimizó la tensión entre la necesidad de

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obedecer de parte de Natán y su curiosidad natural. Su papá satisfizo su necesidad infantil de investigar.

2 > = 5 ?

Mientras caminaban por la tienda, Juan se fascinó con las etiquetas color blanco y negro que asomaban a su vista. Encontró diversión en deslizar cada etiqueta de un lado a otro. Su mamá dijo, "Juan, no toques las etiquetas de

precios." Siguió su petición con el porqué: “Juan, si mueves las etiquetas, las personas que vienen después no sabrán cuanto cuestan los productos que necesitan." La

explicación que dio su mamá fue tanto moral como práctica: interés por los que venían después y para evitar errores en los precios.

Lo más importante de esta ilustración es que la explicación moral significó algo para Juan quien tenía cuatro años. Su mamá y su papá ordenaban sus vidas según la ética bíblica. Ellos manejaban sus vidas, su hogar, y sus hijos según estos valores. Debido a que su familia se preocupaba por otros, el razonamiento que le dio su mamá cupo naturalmente en su perspectiva del mundo todavía en desarrollo. No mover las etiquetas le parecía perfectamente sensato a este pequeño. Aun comunicó ese principio a su primita de tres años, animándola a no tocar las etiquetas. Juan tomó posesión de los valores de sus padres.

Ese adueñamiento viene como resultado de varios factores operando en armonía para cumplir una meta. Ciertamente,

(21)

$ $$ $ el adueñamiento comienza con el fomento de valores bíblicos en el corazón del niño. Este proceso incluye el ejemplo de los padres, las relaciones de confianza, la honestidad de parte de los padres, la seguridad de la relación esposo-esposa, la expresión de lealtad familiar, y muchos otros componentes. Todos estos factores animan al niño a integrar el sistema de valores de sus padres en su vida.

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*

El estilo autoritario en la crianza de los hijos no provee el razonamiento moral y práctico detrás de una instrucción. Esa falta produce la apariencia de un niño bueno, y no un niño bueno en verdad. El niño es moral en el exterior pero no por dentro-y eso sólo puede tardar por un tiempo limitado. La ausencia de una razón moral ultimadamente desespera al niño, produciendo las luchas de poder y crea la propensión de una rebeldía moral más adelante. Los hijos criados sin valores son emocionalmente vulnerables. El estilo permisivo también produce una falla moral. Como mencionamos anteriormente, el padre permisivo no es activo cuando se trata de la educación moral. A su forma de pensar, el hecho de mover las etiquetas es un juego infantil sin implicaciones morales. Su tolerancia de tales hechos demuestra públicamente su falta de preocupación por los demás. La insensatez de parte de los padres causa que los niños sean como son.

$ $ $ $

La Biblia representa ultimadamente suficiencia autoritaria y moral. En sus páginas están las virtudes morales que reflejan la honradez y la sabiduría de Dios. No hay variaciones morales en sus preceptos. Los valores que gobiernan la conducta y que definen lo bueno y lo malo son iguales para todas las personas a través de todos los tiempos. Los padres cristianos necesitan darse cuenta que no es suficiente enseñar a sus hijos cómo actuar moralmente; también deben enseñarles a pensar moralmente. Para cumplir esa tarea, los mismos padres debieran pensar de acuerdo con principios bíblicos. Ese pensamiento es un requisito previo en el proceso de educar un hijo moralmente responsable.

La falta de valores bíblicos en los corazones de nuestra ciudadanía amenaza cada generación subsiguiente. Conforme cada generación se vuelve más insensible a la preciosura de los demás, inevitablemente llegaremos a la generación donde no haya marcha atrás. Como alguien ha expresado muy bien, lo que permite una generación con moderación, la siguiente lo permite en exceso.

9

1. ¿Por qué algunos niños son morales sólo

externamente?

2. ¿Por qué los autores consideran que la ética bíblica

es el sistema de ética más alto y más puro en el mundo?

3. Explica la relación entre temperamento,

(22)

$ $$ $ 4. ¿Con quién comienza la educación moral? ¿Por

qué?

5. ¿A qué edad (y por qué) debiera comenzar a dar

explicaciones morales o prácticas a sus hijos? 6. ¿Cuál es la diferencia entre saber cómo hacer lo

correcto y el saber porqué se debe hacer lo correcto?

8

1. Esté preparado para compartir con la clase cómo el

dar el porqué moral o práctico de una instrucción ayudó a su hijo con una respuesta correcta.

2. Si tu hijo se caracteriza por preguntar el porqué, dé

se cuenta si dando el razonamiento moral ayuda a disminuir ese comportamiento. Determine en cual de las tres categorías caen la mayoría de sus preguntas. Recuerde apoyar sus razonamientos morales con las Escrituras según el nivel de entendimiento de su hijo.

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¿Cómo deben los padres tomar decisiones y juicios morales para ellos mismos y para sus hijos? ¿Cómo pueden ellos saber si su juicio es el correcto? ¿Cómo pueden ellos saber si el comportamiento que están permitiendo es correcto según los parámetros bíblicos? ¿Cómo pueden estar seguros que están educando a sus

$$ $$ $$ $$

hijos de acuerdo con la voluntad de Dios? Además, si los padres aceptan como meta el educar moralmente a sus hijos pero desconocen la metodología correcta ¿cómo pues pueden distinguir si las acciones de sus hijos ofenden o agradan a Dios?

Para contestar a estas preguntas debemos partir de una verdad bíblica básica. Cada área de la vida cristiana está gobernada por uno de tres imperativos bíblicos. Como cristianos, lo que nos es o no permitido cae dentro de los parámetros de uno de las tres categorías bíblicas: ley,

principio o libertad.

De estas tres categorías, ley y principio delimitan o definen asuntos que son blanco o negro (es decir, esos imperativos y prohibiciones que se mencionan claramente en la Biblia). La ley y los principios de Dios son eternos. La Libertad gobierna las áreas grises de la vida- los

no-absolutos de la Biblia. Este capítulo se enfoca en la

relación que existe entre estas tres categorías y la educación moral de los hijos.

"No hurtarás." (Éxodo 20:15) es un ejemplo de una ley bíblica. El robar es una conducta de la cual la Biblia habla explícitamente. Los principios bíblicos son derivados de las leyes establecidas. En el caso de "No hurtarás", el principio derivado cubre una gama de acciones que son actos de hurto.

Los padres se deben hacer la siguiente pregunta cuando juzguen el comportamiento de su hijo: ¿Lo que está haciendo viola la Palabra de Dios? Si no existe un capítulo o versículo específico en la Biblia prohibiendo la acción,

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$% $%$% $% entonces los padres deben ver el contexto del momento para asegurarse que la acción no viola un principio bíblico. Si existe un principio bíblico que competa a tal acción, estamos obligados a seguirlo como si fuese una ley bíblica.

Las áreas de libertad son las que resultan cuando no existe ninguna ley ni principio a los cuales atenerse. Quedas solo con Dios y tu conciencia. La libertad bíblica no implica que uno puede hacer lo que uno quiera (I Corintios 6:12). Si una acción esta dentro del área gris, el hombre tiene la libertad de conciencia para participar, siempre y cuando sus actos estén en armonía con la revelación de Dios. Sus actos no deben nunca menospreciar o desvirtuar la Palabra.

Aun cuando la ley y los principios de Dios no cambian, las áreas de libertad pueden cambiar de un día a otro. Mi decisión hoy puede no ser la más adecuada la próxima semana. Por amor a Dios y a otros podemos elegir el negarnos a nosotros mismos los privilegios de la libertad.

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¿Cómo puedes saber si lo que le permites hacer a tu hijo ofende o refleja la verdad bíblica? Consideremos un ejemplo de la vida real. Después del servicio matutino el pequeño Joseito estaba corriendo desenfrenadamente por la terraza de la iglesia. El padre de José al ver a la gente que andaba por la terraza le sugirió a José dejar de correr. Pero su mamá le dijo "Déjalo correr, es un niño". ¿Existe un asunto moral en este caso el cual debamos considerar?

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¿Existe algo bíblicamente incorrecto en cuanto al correr? Para contestar estas preguntas, necesitamos saber debajo de cual categoría corresponde esta acción. ¿Puede acaso algo tan básico como el correr de un pequeño estar gobernado por la ley bíblica, los principios bíblicos o es siempre una libertad bíblica?

No podemos clasificar una acción como aceptable o no aceptable sin antes primero verla según el contexto. El contexto de cualquier situación nos permite enfocarnos en la respuesta correcta sin menoscabar la verdad moral. El contexto es lo que nos ayuda a determinar si una acción concuerda o se aleja de una ley bíblica o principio bíblico. La acción de un niño corriendo es moralmente neutra. Ciertamente ninguna cita bíblica prohíbe lo inocente de este juego. Pero, cuando se añade el contexto- una terraza llena de ancianos, niños pequeños, personas en sillas de ruedas y mamás con bebés, la acción del pequeño José deja de ser moralmente neutra y pasa a ser moralmente inaceptable. Aun cuando no existe cita bíblica que dirija explícitamente esta acción, el principio de consideración por los sentimientos y la seguridad de los demás, sí existe. El correr desenfrenado de José por la terraza demuestra una falta de consideración y respeto a los demás. Su conducta está creando ansiedad a la cual él es insensible. Por lo tanto, sus padres son responsables de detenerlo y explicarle el problema. Desde la perspectiva de un hombre caminando con la ayuda de un bastón, un niño corriendo es una amenaza y razón de temor. La pregunta moral es básica. ¿Debemos condescender con nuestros hijos dándoles libertades para las cuales no son lo suficientemente grandes como para manejar, o debemos

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$+ $+$+ $+ enseñarles a considerar por un momento lo valiosas que son las personas a su alrededor?

José es un ejemplo perfecto de una educación permisiva. El hace lo que quiere hacer cuando lo quiere hacer. La Señora Méndez representa el lado de los padres de la teoría. Ella no interfiere con el comportamiento de su hijo pues considera que su libertad de expresión es más importante que el bienestar de otros. Con razón los niños educados con este método permisivo generalmente cuando llegan a ser adultos están en quiebra moral y son insensibles a las preocupaciones y necesidades de los demás.

En contraste, Juanito permaneció cerca de sus padres. Aun cuando tenía deseos de jugar con José, sus padres no se lo permitieron. Entonces hicieron lo que realmente refleja una educación moral: le explicaron porqué el correr no era apropiado en la terraza de la iglesia. Los padres de Juan consideraron el bienestar y seguridad de las demás personas en la terraza e hicieron un juicio en cuanto cual sería la conducta más apropiada según la circunstancia. Entonces explicaron su decisión. Ayudaron a Juan a considerar los posibles accidentes y explicaron el porqué el permanecer cerca de ellos era la mejor opción dadas las circunstancias del momento. Juan está siendo educado de acuerdo al principio bíblico gobernando en el momento, en vez de ser educado de acuerdo a una regla general que no se aplica a todas las circunstancias. Al educar a su hijo según un principio se le esta enseñando simultáneamente a discernir moralmente. Cuando una situación similar se presente en el futuro, Juan estará listo para responder según el principio. En esta ocasión su acción fue dirigida

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por mamá y papá, la próxima vez, él podrá dirigir su propio comportamiento basándose en lo que él aprendió que es correcto moralmente.

Para ampliar aun más el significado de una educación moral, vamos a cambiar nuestra situación hipotética. ¿Qué hubiese pasado si los padres de Juan no le hubiesen dado una explicación a su prohibición? Lo que encontramos consistentemente es que: El “no" de hoy sólo se aplica a la situación de hoy y no a la violación de algún principio. La próxima vez que una situación similar se presente, Juan no tendrá ninguna base sobre la cual actuar. Simplemente no tendrá ninguna razón moral para no correr. La falta de razones morales es lo que hace que los niños se metan en problemas sin querer.

Con la esperanza de asegurar sumisión moral, algunos padres se van al otro extremo de hacer todo blanco o negro. Cuando se eliminan las áreas grises aparece el legalismo. "Juan, cuando estés en el templo no tienes permiso de correr nunca en la terraza" El papá de Juan ¿realmente desea eso?

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Uno de los mayores ataques a la suficiencia de la Escritura en el área de la educación de los hijos es el legalismo. El legalismo crea prohibiciones al elevar el método sobre el principio bíblico. La palabra legalismo es una palabra usada con frecuencia por aquellos que tienen conflicto con autoridad o normas trascendentes. Cuando alguien quiere bajar la norma, él o ella es la primera persona en llamarle

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