Lengua y Literatura Prof: S.Calvín & E.Raineri
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9. Modernismo (finales del siglo XIX y principios del XX)
El Modernismo es el movimiento de la crisis estética, moral y filosófica que se produjo en Occidente a finales del siglo XIX, y que llega hasta el final de la Primera Guerra Mundial (1919). Buscan la belleza como forma de oponerse a la sociedad burguesa que únicamente se preocupaba por la economía.
Se trata de una escuela literaria de gran renovación estética que, además, constituye la primera expresión de autonomía literaria de los países hispanoamericanos (es el primer movimiento literario surgido en América y proyectado al resto del mundo).
Esta escuela busca separarse de la burguesía y su materialismo, por medio de un arte refinado. Con respecto al lenguaje, el Modernismo reacciona contra el retoricismo (uso excesivo de recursos de expresión), el descuido formal del Romanticismo y la ―vulgaridad‖ del Realismo.
Se diferencian dos etapas en su desarrollo:
Etapa preciosista: Donde predominan los temas exóticos y los símbolos de la
antigüedad. El arte no ejerce un compromiso con la realidad sino que se relaciona con una estética de evasión, por ello se eligen los paisajes de palacios y las innovaciones de la poesía francesa.
Etapa mundonovista: Donde se valorizan las raíces hispánicas e indígenas de
América, y aparece el interés por los temas sociales y políticos de la época.
Las características principales del Modernismo son:
El cosmopolitismo (el poeta es ―ciudadano del mundo‖, y tiene una actitud abierta hacia todo lo nuevo.
La sensualidad refinada.
El escapismo (huida del mundo material) y la búsqueda de mundos lejanos,
antiguos, raros y exóticos (la mitología, la Grecia antigua, el Oriente, etc.).
El sentido aristocrático del arte (su fin es la belleza) y el rechazo de la
vulgaridad.
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José Martí (Cuba, 1853 - 1895)
VERSOS SENCILLOS Yo soy un hombre sincero
de donde crece la palma. Y antes de morirme quiero echar mis versos del alma. Yo vengo de todas partes, y hacia todas partes voy: Arte soy entre las artes, en los montes, monte soy. Yo sé los nombres extraños
de las yerbas y las flores, y de mortales engaños,
y de sublimes dolores. Yo he visto en la noche oscura
llover sobre mi cabeza los rayos de lumbre pura
de la divina belleza. Alas nacer vi en los hombros
de las mujeres hermosas: y salir de los escombros
volando las mariposas. He visto vivir a un hombre
con el puñal al costado, sin decir jamás el nombre de aquella que lo ha matado.
Rápida, como un reflejo, dos veces vi el alma, dos: cuando murió el pobre viejo,
cuando ella me dijo adiós. Temblé una vez –en la reja,
a la entrada de la viña— cuando la bárbara abeja picó en la frente a mi niña. Gocé una vez, de tal suerte que gocé cual nunca: cuando la sentencia de mi muerte
leyó el alcalde llorando.
Oigo un suspiro, a través de las tierras y la mar,
y no es un suspiro, es que mi hijo va a despertar.
Si dicen que del joyero tome la joya mejor tomo a un amigo sincero y pongo a un lado el amor. Yo he visto al águila herida
volar al azul sereno, y morir en su guarida
la víbora del veneno. Yo sé bien que cuando el mundo
cede, lívido, al descanso, sobre el silencio profundo murmura el arroyo manso. Yo he puesto la mano osada
de horror y júbilo yerta, sobre la estrella apagada que cayó frente a mi puerta.
Oculto en mi pecho bravo la pena que me lo hiere: el hijo de un pueblo esclavo
vive por él, calla, y muere. Todo es hermoso y constante,
todo es música y razón, y todo, como el diamante,
antes que luz es carbón. Yo sé que el necio se entierra con gran lujo y con gran llanto, y que no hay fruta en la tierra
como la del camposanto. Callo, y entiendo, y me quito
E.Raineri
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Rubén Darío (Nicaragua, 1867 - 1916)
SONATINA (Fragmento)
La princesa está triste… ¿qué tendrá la princesa? Los suspiros se escapan de su boca de fresa, que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro, está mudo el teclado de su clave sonoro; y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor. El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales, y, vestido de rojo, piruetea el bufón. La princesa no ríe, la princesa no siente; la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China, o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz? O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes, o en el que es soberano de los claros diamantes, o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?
¡Ay! la pobre princesa de la boca de rosa, quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar, ir al sol por la escala luminosa de un rayo, saludar a los lirios con los versos de Mayo, o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
Calla, calla, princesa, -dice el hada madrina- en caballo con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor, el feliz caballero que te adora sin verte, y que llega de lejos, vencedor de la Muerte, a encenderte los labios con su beso de amor!
6 A ROOSEVELT
[...]
Eres los Estados Unidos, eres el futuro invasor
de la América ingenua que tiene sangre indígena, que aún reza a Jesucristo y aún habla en español. [...]
Los Estados Unidos son potentes y grandes.
Cuando ellos se estremecen hay un hondo temblor que pasa por las vértebras enormes de los Andes. Si clamáis, se oye como el rugir del león.
Ya Hugo a Grant* lo dijo: Las estrellas son vuestras. (Apenas brilla, alzándose, el argentino sol
y la estrella chilena se levanta…) Sois ricos. [...]
Mas la América nuestra, que tenía poetas
desde los viejos tiempos de Netzahualcoyotl*, que ha guardado las huellas de los pies del gran Baco,
que el alfabeto pánico* en un templo aprendió; que consultó los astros, que conoció la Atlántida cuyo nombre nos llega resonando en Platón, que desde los remotos momentos de su vida vive de luz, de fuego, de perfume, de amor, la América del grande Moctezuma*, del Inca, la América fragante de Cristóbal Colón, la América católica, la América española, la América en que dijo el noble Guatemoc*: ―Yo no estoy en un lecho de rosas‖; esa América que tiembla de huracanes y que vive de amor, hombres de ojos sajones y alma bárbara, vive. Y sueña. Y ama, y vibra, y es la hija del Sol. Tened cuidado. ¡Vive la América española! Hay mil cachorros sueltos del León Español. Se necesitaría, Roosevelt*, ser, por Dios mismo, el Riflero terrible y el fuerte Cazador,
para poder tenernos en vuestras férreas garras. Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!
Teodoro Roosevelt (1858-1919) fue presidente de los
Estados Unidos. Había afirmado que EE.UU. debía
ejercer un ―poder policial‖ sobre Latinoamérica, lo cual
llevó a la práctica interviniendo militarmente en
la República Dominicana y en Cuba para controlar ambas
economías.
Víctor Hugo, poeta romántico francés. Ulysses Grant,
presidente de E.E.U.U.
Uno de los grandes reyes del México precolombino. Gran poeta
además...
Relativo a Pan, dios griego de los rebaños.
Rey azteca de 1436 a 1464. Extendió su estado del Atlántico
al Pacífico.
Cuauhtémoc (1497-1525) fue el último emperador de México, sobrino y yerno de Moctezuma.
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Alfonsina Storni (Argentina, 1892 - 1938)
TÚ ME QUIERES BLANCA Tú me quieres alba,
me quieres de espumas, me quieres de nácar.
Que sea azucena sobre todas, casta. De perfume tenue. corola cerrada Ni un rayo de luna filtrado me haya. Ni una margarita se diga mi hermana. Tú me quieres nívea, tú me quieres blanca, tú me quieres alba.
Tú que hubiste todas las copas a mano, de frutos y mieles los labios morados. Tú que en el banquete cubierto de pámpanos
dejaste las carnes festejando a Baco. Tú que en los jardines
negros del Engaño vestido de rojo corriste al Estrago.
Tú que el esqueleto conservas intacto
no sé todavía por cuáles milagros, me pretendes blanca (Dios te lo perdone), me pretendes casta (Dios te lo perdone),
¡me pretendes alba!
Huye hacia los bosques, vete a la montaña;
límpiate la boca; vive en las cabañas;
toca con las manos la tierra mojada; alimenta el cuerpo
con raíz amarga; bebe de las rocas; duerme sobre escarcha;
renueva tejidos con salitre y agua; habla con los pájaros
y lévate al alba. Y cuando las carnes
te sean tornadas, y cuando hayas puesto
en ellas el alma que por las alcobas se quedó enredada, entonces, buen hombre,
preténdeme blanca, preténdeme nívea, preténdeme casta.