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Some properties of the so-called ‘pero’ Bahiense

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Academic year: 2021

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(1)

Algunas propiedades del

llamado

pero bahiense

"

Carlos Muñoz Pérez

Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile cmunozperez@filo.uba.ar

Resumen

Si bien el conector contrastivo pero suele ocupar la posición inicial en la oración que introduce, algunos dialectos del español pueden ubicar este elemento al final de la oración. Este trabajo presenta varias propiedades salientes del pero en posición final que se atestigua en el dialecto hablado en la Ciudad de Bahía Blanca y alrededores, i.e., el llamado pero bahiense. Se sostiene que este uso de pero no puede reducirse a otras instancias de pero en posición no inicial observadas en español. Se demues-tra que el pero bahiense es una partícula discursiva que tiene varias propiedades en común con el pero en posición inicial, pero que ambos elementos difieren en (i) los constituyentes con los que pueden co-ocurrir, (ii) su valor semántico-discursivo, y (iii) su prosodia. El artículo discute también el rol que parece cumplir el contacto de lenguas en la aparición del pero final en las distintas variedades que lo manifiestan.

Some properties of the so-called ‘pero’ Bahiense

Abstract

While the contrastive connector pero ‘but’ usually occupies the initial position of the sentence it introduces, some Spanish dialects allow to locate this element at the very end of a sentence. This paper introduces a number of properties of the instance of final pero exhibited in the Spanish dialect spoken in the Argentinian city of Bahia Blanca, i.e., the so-called pero Bahiense. It is argued that this type of pero cannot be reduced to other cases of non-initial pero attested in Spanish. It is shown that pero

Bahiense is a discourse particle that exhibits properties in common with standard

initial pero. Despite some similarities, both elements differ with respect to (i) the type of constituents with which they may co-appear, (ii) their discourse value, and (iii) their prosody. The article also discusses the role of language contact in the emergence of final pero across Spanish varieties.

Palabras clave pero final variedad bahiense partículas discursivas variación dialectal del español sintaxis

Keywords final pero Bahian variety discourse particles Spanish dialectal variation syntax

(2)

1. Un escenario comparativo para el pero final

La conjunción pero puede utilizarse a modo de conector discursivo. En estos casos, este elemento introduce una proposición en contraste con otra proposición en el discurso precedente. Ejemplos canónicos del funcionamiento de este pero se ofrecen en (1) y (2).

(1) El intendente es un nabo. Pero ganó las elecciones.

(2) A: Cosmo es buen tipo.

B: Pero un poco amarrete.

La posición de pero en estos ejemplos es la más canónica a nivel interlingüístico para este tipo de conector. Su distribución puede esquematizarse como en (3), en donde se observa que pero ocupa la posición intermedia entre dos proposiciones p y q a las que conecta. Dado que este elemento encabeza la proposición q, se lo denominará en adelante pero inicial.

(3) p pero q

Algunos dialectos del español permiten hacer un uso sintácticamente diferente de

pero. En estas variedades, pero puede aparecer a la derecha de la segunda proposición.

A pesar del cambio posicional, el elemento conserva su valor conectivo.

(4) p q pero

El patrón esbozado en (4) se observa en el español andino. Como muestra el ejemplo de (5), pero aparece a la derecha de la proposición que introduce el valor en contraste.

(5) Me encanta el fútbol. No me gusta el tenis, pero.

p q

De acuerdo con la Nueva Gramática de la Lengua Española (RAE, 2009: 2458), el uso de

pero en posición no inicial en estas variedades se debe a la influencia del quechua. Si

bien a mi entender no existen estudios explícitos que defiendan o, al menos, evalúen esta hipótesis, el quechua exhibe ciertas características que llevan a admitir la plausi-bilidad de una explicación basada en contacto lingüístico. Como muestra el ejemplo de (6), el quechua tiene un sufijo contrastivo taq; la conjunción adversativa ichaqa ‘pero’ aparece aquí a la derecha de un elemento marcado con taq, sin necesidad de encabezar la cláusula que introduce discursivamente.

(6) Paqarin-tak ichaqa tayta-y-taq yanapa-saq.

mañana-cont pero papá-1sg-cont ayudar-fut

‘… pero mañana tengo que ayudar a mi papá.’

Quechua (Cusihuamán, 2001: 40)

El fenómeno de pero final no se restringe a los dialectos andinos. Su uso se atestigua también en variedades ibéricas en zonas de contacto catalán-español. El ejemplo de (7) corresponde al dialecto hablado en Palma de Mallorca.

(7) Siempre recibieron otros. No recibí yo, pero.

p q

Mallorquín (Levas, 2018)

⎧ ⎪ ⎪ ⎨ ⎪ ⎪ ⎩ ⎧ ⎪ ⎪ ⎨ ⎪ ⎪ ⎩

(3)

Vann (2001) reporta datos análogos en el español de Barcelona a partir de corpus orales.

(8) Porque estamos en España, aunque no lo quiero aceptar, pero.

p q

Barcelonés (Vann, 2001: 121)

Levas (2018) sugiere que el fenómeno tiene su origen en el contacto con el catalán. En efecto, el catalán de Islas Baleares hace un uso particularmente productivo de la conjunción però en posición final; esta construcción parece menos extendida en el catalán continental (Coromines, 1995).

(9) … jo no us hi podría acompanyar, però.

yo no 2pl allí podría acompañar pero

‘… pero yo no los podría acompañar allí.’

Catalán (Levas, 2018)

La construcción de pero en posición final también se da en la variedad hablada en la ciudad de Bahía Blanca y alrededores, en Argentina. El fenómeno es popularmente conocido como pero bahiense. En los ejemplos de (10) y (11) se observa que, de modo análogo a (1) y (2), el pero en posición final señala un contraste introducido por una proposición q con respecto a una proposición previa p.

(10) El intendente es un nabo. Ganó las elecciones, pero.

p q

(11) A: Cosmo es buen tipo.

p

B: Un poco amarrete, pero.

q

El pero bahiense no ha sido objeto de estudio gramatical sistemático, por lo que no existen teorías explícitas que justifiquen su aparición y funcionamiento. Sin embar-go, existe una explicación popular para su origen. De acuerdo a varios informantes, el pero final aparece en el dialecto bahiense a partir del contacto con el habla de los inmigrantes italianos durante la primera mitad del siglo XX. En efecto, Bahía Blanca recibió un gran número de inmigrantes italianos durante estos años, y el italiano es precisamente una lengua que exhibe una construcción análoga al pero bahiense.

(12) … era la settimana scorsa, però.

era la semana pasada pero

‘… pero era la semana pasada.’

Italiano (Maiden & Robustelli, 2013: 417)

Asumiendo que los tres casos de pero final discutidos hasta aquí involucran efecti-vamente contacto de lenguas, el fenómeno introduce un interesante problema teóri-co: ¿cómo es que la influencia de tres lenguas diferentes sobre distintas variedades

⎧ ⎪ ⎪ ⎪ ⎨ ⎪ ⎪ ⎪ ⎩ ⎧ ⎪ ⎪ ⎪ ⎪ ⎨ ⎪ ⎪ ⎪ ⎪ ⎩

⎧ ⎪ ⎪ ⎪ ⎪ ⎨ ⎪ ⎪ ⎪ ⎪ ⎩ ⎧ ⎪ ⎪ ⎪ ⎪ ⎨ ⎪ ⎪ ⎪ ⎪ ⎩

⎧ ⎪ ⎪ ⎪ ⎪ ⎨ ⎪ ⎪ ⎪ ⎪ ⎩

(4)

de español converge en la aparición de la misma construcción en cada una de estas variedades? Por supuesto, la afirmación de que el pero final en estos tres dialectos constituye instancias de la misma construcción debe matizarse: es posible (e incluso probable) que se trate de tres fenómenos gramaticales distintos que manifiestan un patrón superficial homogéneo.

Un análisis acabado del fenómeno general de pero en posición final requiere de un estudio comparativo detallado en el que se aborde el comportamiento de la cons-trucción en las tres variedades mencionadas hasta aquí. Sin embargo, prácticamente no existen estudios que aborden las propiedades del pero final en estos dialectos. En este contexto, el presente trabajo brinda una caracterización esquemática de algunas propiedades salientes de la construcción en el dialecto de Bahía Blanca. El objetivo del artículo es doble: por un lado, se pretende ofrecer una primera base para el estudio contrastivo del pero final en las distintas variedades que lo manifiestan; por otro, se busca llamar la atención sobre un aspecto de la variación sintáctica del español de la Argentina que ha recibido escaso tratamiento en los estudios gramaticales.

La estructura del trabajo es la siguiente. En la sección 2 se discuten dos fenómenos gra-maticales relativamente comunes en español que podrían erróneamente asimilarse al

pero bahiense. La sección 3 ofrece una comparación entre el pero “estándar” en posición

inicial y el pero bahiense; se observa que si bien ambos elementos manifiestan varias propiedades en común, también existen diversos aspectos formales e interpretativos que los distinguen. Finalmente, la sección 4 contiene las conclusiones.

2. Qué no es el pero bahiense

Cabe distinguir el fenómeno de pero final en el dialecto bahiense de, al menos, otras dos construcciones que parecen similares. La primera de estas se denominará pero

suspendido. Se trata de casos en los que la conjunción pero aparece al final de una

emisión y se realiza con entonación ascendente. Al usar esta construcción, se da por sentado que el oyente conoce o intuye el contenido de la proposición contrastiva que complementa la conjunción.

(13) Iba a comprarte un regalo, pero...

La primera observación que corresponde realizar es que este tipo de pero no ocupa realmente una posición final, sino que introduce una proposición que se encuentra implícita. Esto se esquematiza informalmente en (14), en donde se observa que el

pero suspendido conecta una proposición abierta py una proposición q que se recupera contextualmente.

(14) Iba a comprarte un regalo, pero no lo mereces

p q

Evidencia para este análisis es el hecho de que si el contenido de la proposición implícita no es lo suficientemente saliente u obvio, es posible para el oyente preguntar al respecto.

(15) A: Iba a comprarte un regalo, pero…

B: ¿Pero qué?

Situaciones análogas a la ejemplificada en (15) son fuente de múltiples anécdotas entre los hablantes del dialecto bahiense. Es frecuente que, cuando un bahiense utiliza el

(5)

pero final, hablantes de otras variedades interpreten esto como un pero suspendido.

El siguiente diálogo ilustra este tipo de intercambio; A es un hablante del dialecto bahiense, pero B no lo es.

(16) A: El intendente es un nabo. Ganó las elecciones, pero.

B: ¿Pero qué?

A: Pero nada.

La pregunta de (16B) resulta infeliz para el hablante bahiense A, quien considera que

pero conecta las proposiciones el intendente es un nabo y ganó las elecciones. El hablante

B, en cambio, supone que pero en esa posición introduce información contextualmente evidente que, por alguna razón, no puede recuperar. Lo recurrente de esta confusión se debe a que la construcción de pero suspendido de (13) se encuentra mucho más extendida en el español de la Argentina (y más allá) que el pero en posición final de (10) y (11). El mero hecho de que se den estas confusiones prueba que el pero final y el pero suspendido involucran fenómenos gramaticales diferentes entre hablantes de distintos dialectos.

Una segunda construcción que puede confundirse con el pero final involucra lo que generalmente se conoce como pero adverbial. Se trata de casos en los que pero aparece a modo de inciso en el medio de una proposición, de manera similar a como pueden emplearse otros elementos contrastivos como empero o sin embargo. Estos usos de pero se restringen especialmente al registro escrito elevado.

(17) a. Esto requiere, pero, un tratamiento cuidadoso.

b. Estas afirmaciones, pero, fueron criticadas por parte del ministro.

La Nueva Gramática de la Lengua Española (RAE, 2009: 2458) subsume explícitamente el

pero final que exhiben las variedades andinas al pero adverbial; tal asimilación parece

estar motivada únicamente por la semejanza superficial entre ambos fenómenos, dado que no existe descripción alguna del funcionamiento del pero final en ninguna de las variedades que lo manifiestan.

El uso del pero bahiense ofrece razones para distinguir entre pero final y pero adverbial. El pero bahiense forma parte del registro informal, y los hablantes del dialecto bahien-se tienen claras intuiciones acerca de su naturaleza coloquial. Por el contrario, los mismos hablantes reconocen que el pero adverbial de oraciones como (17) corresponde al registro escrito, y que este uso intercalado de pero “no suena bahiense” (palabras textuales de un informante). Este contraste resulta difícil de explicar si se asume que el pero bahiense es una manifestación o subtipo del pero adverbial; de hecho, la dis-tinción tan clara que realizan los hablantes parece requerir un análisis diferenciado en el que el pero final y el pero adverbial son formas gramaticales independientes que se emplean en contextos específicos.

Mostrar la diferencia entre el pero bahiense y otros usos no iniciales de pero resulta relevante por varios motivos. A nivel analítico, es necesario demostrar que el pero bahiense no puede reducirse a otros usos no canónicos de pero, y que se trata de un fenómeno gramatical que requiere un abordaje propio. Sin embargo, el objetivo principal de marcar estas distinciones, incluso antes de abordar las propiedades espe-cíficas de la construcción, es delimitar de modo conciso el fenómeno al que refiere el termino pero bahiense. Como se mencionó, pero bahiense es una denominación popular que recibe el uso de pero en posición final en la ciudad de Bahía Blanca y alrededores. Esto obviamente no implica que el término refiera a un fenómeno gramatical con-creto. De hecho, un subconjunto (si bien reducido) de los informantes encuestados para este trabajo tomaban el término pero bahiense como sinónimo de pero no inicial.

(6)

El problema terminológico recién mencionado y los equívocos que supone se poten-cian por variables de índole sociolingüística. El uso de pero en posición final consti-tuye una marca de identidad y pertenencia para los hablantes del dialecto bahiense. Si bien esto facilita la tarea de encontrar informantes dispuestos a brindar juicios de aceptabilidad sobre la construcción (en contraste con lo que sucede con fenómenos dialectales normativamente marcados), también conlleva que varios hablantes que no utilizan el tipo de pero final ejemplificado en (10) y (11) quieran reportar juicios a partir de, por ejemplo, su intuición con respecto a la construcción de pero suspendido en (13). Esta es otra razón por la cual conviene introducir distinciones terminológicas tempranamente.

En lo que sigue de este trabajo, el término pero bahiense se utiliza de forma exclusiva para designar el tipo de pero final ejemplificado en (10) y (11) que se atestigua en el habla de Bahía Blanca.

3. Comparando el pero inicial y el pero bahiense

El tipo de pero inicial ejemplificado en (1) y (2) y el pero bahiense de (10) y (11) tienen propiedades en común y propiedades que los diferencian. Quizá la característica más saliente que comparten ambos elementos es el requisito de aparecer en el margen de la proposición que introducen. Como su nombre lo indica, el pero inicial debe apa-recer al inicio de la proposición; otros elementos por lo general no pueden apaapa-recer a su izquierda.

(18) a. Juan es buen tipo. Pero también un poco amarrete.

b. * Juan es buen tipo. También pero un poco amarrete.

De modo inverso, el pero bahiense requiere aparecer al final de su proposición, y rechaza otros elementos que aparezcan a su derecha.

(19) a. Juan es buen tipo. Un poco amarrete también, pero.

b. * Juan es buen tipo. Un poco amarrete, pero, también.

Adicionalmente, varios hablantes juzgan como anómalos casos en los que el pero

bahiense no es el último elemento del enunciado, a pesar de aparecer a la derecha de

su proposición, e.g., (20). Esto sugiere que la posición de pero guarda cierta relación con la función discursiva que cumple dentro de un enunciado, y no es meramente una propiedad formal del elemento dentro de su propia unidad oracional.

(20) % El intendente es un nabo. Ganó las elecciones, pero. El otro candidato era peor.

Tanto el pero inicial como el pero bahiense restringen sus contextos de aparición a la cláusula matriz; ninguno de estos elementos puede aparecer en contextos subordina-dos. Considérese el siguiente ejemplo. En (21) se observa que pero puede introducir contrastivamente la proposición el partido se juega si esta se encuentra en un contexto matriz; no importa si pero aparece en posición inicial o final.

(21) a. Está lloviendo mucho. Pero el partido se juega.

p q

b. Está lloviendo mucho. El partido se juega, pero.

p q

⎧ ⎪ ⎪ ⎪ ⎨ ⎪ ⎪ ⎪ ⎩ ⎧ ⎪ ⎪ ⎪ ⎨ ⎪ ⎪ ⎪ ⎩ ⎧ ⎪ ⎪ ⎪ ⎨ ⎪ ⎪ ⎪ ⎩ ⎧ ⎪ ⎪ ⎪ ⎨ ⎪ ⎪ ⎪ ⎩

(7)

El conector sin embargo establece una relación contrastiva entre proposiciones de modo similar a pero.

(22) Esta lloviendo mucho. El partido, sin embargo, se juega. p q

La interpretación contrastiva que se da en los ejemplos de (21) se preserva con sin

embargo incluso si q aparece en un contexto subordinado. Por ejemplo, en (23) se

observa que la proposición q funciona como prótasis de una oración condicional.

(23) Está lloviendo mucho…

p

[prótasis Si el partido, sin embargo, se juega], me voy a mojar.

q

Sin embargo, pero resulta inaceptable en ambas posiciones si se utiliza en este último contexto, como muestra (24). Esto es, sin importar su posición final o inicial con respecto a la cláusula, pero no puede aparecer dentro de la prótasis de una oración condicional. El hecho de que el conector sin embargo sí permita establecer una relación contrastiva entre p y q permite conjeturar que existe una restricción de carácter sin-táctico (y no semántico) en la distribución de pero: solo puede aparecer en contextos matrices.

(24) Está lloviendo mucho…

p

a. *[prótasis si pero el partido se juega], me voy a mojar.

q

b. *[prótasis si el partido se juega, pero], me voy a mojar.

q

Podría observarse que la inaceptabilidad de (24b) se debe a que pero no aparece en la margen derecha del enunciado. Sin embargo, incluso en casos de pero bahiense en los que pero aparece en el extremo derecho de la oración, su interpretación debe darse con respecto a la cláusula matriz. Considérese la oración de (25), la cual en principio debería ser ambigua con respecto al alcance de pero, i.e., pero podría estar modifi-cando al segmento matriz el pronóstico dice, e.g., (25a), o al predicado subordinado

estar lindo, e.g., (25b).

(25) Afuera está re nublado. El pronóstico dice que el día está lindo, pero.

a. [O El pronóstico dice [O que el día está lindo] pero].

b. [O El pronóstico dice [O que el día está lindo pero]].

La oración de (25) solo recibe la lectura en la que se interpreta pero como un elemento de la cláusula matriz. Los usuarios del pero bahiense parafrasean (25) haciendo refe-rencia al “error del pronóstico”, interpretación que requiere que pero establezca un contraste entre (i) como está afuera el clima y (ii) que el pronóstico haya dicho algo

⎧ ⎪ ⎪ ⎪ ⎨ ⎪ ⎪ ⎪ ⎩ ⎧ ⎪ ⎪ ⎪ ⎪ ⎨ ⎪ ⎪ ⎪ ⎪ ⎩ ⎧ ⎪ ⎪ ⎪ ⎨ ⎪ ⎪ ⎪ ⎩ ⎧ ⎪ ⎪ ⎪ ⎪ ⎨ ⎪ ⎪ ⎪ ⎪ ⎩ ⎧ ⎪ ⎪ ⎪ ⎨ ⎪ ⎪ ⎪ ⎩ ⎧ ⎪ ⎪ ⎪ ⎨ ⎪ ⎪ ⎪ ⎩ ⎧ ⎪ ⎪ ⎪ ⎨ ⎪ ⎪ ⎪ ⎩

(8)

contrario, como se muestra en la paráfrasis de (26a). Esto se opone a una potencial interpretación subordinada de pero, en la que el pronóstico opina que el día está lindo a pesar de estar efectivamente nublado, i.e., (26b).

(26) Afuera está re nublado. El pronóstico dice que está lindo, pero.

a. ≈ Afuera está nublado. El pronóstico, sin embargo, dice que el día está lindo.

b. ≈ Afuera está nublado. El pronóstico dice que el día, sin embargo, está lindo.

Otra propiedad compartida por ambas formas de pero es su aparente insensibilidad a la modalidad oracional. El pero inicial puede aparecer en oraciones interrogativas (27) o imperativas (28), además de las declarativas ya ejemplificadas.

(27) A: No tengo ganas de salir.

B: ¿Pero vas a ir a la fiesta?

(28) Ya se fueron todos. ¡Pero vos no te vayas!

El pero bahiense puede darse en los mismos contextos.

(29) A: No tengo ganas de salir.

B: ¿Vas a ir a la fiesta, pero?

(30) Ya se fueron todos. ¡Vos no te vayas, pero!

Además de ignorar la modalidad oracional, ni el pero inicial ni el pero bahiense alteran los valores de verdad de la proposición que introducen. Por ejemplo, los siguientes enunciados son completamente equivalentes en términos de su valor veritativo.

(31) a. El intendente es un nabo y ganó las elecciones.

b. El intendente es un nabo. Pero ganó las elecciones.

c. El intendente es un nabo. Ganó las elecciones, pero.

Esto no implica que el uso de pero no altere aspecto alguno del significado de una emisión lingüística. Considérese el par de oraciones (32). Como señala Portolés (2001: 7), el orden de las proposiciones que se conectan a través de pero puede llevar a rea-lizar distintas inferencias.

(32) contexto: se le pregunta a alguien si está satisfecho con su nuevo trabajo.

a. El sueldo es muy bueno. Pero siempre tardan en pagarme.

inferencia: está insatisfecho con su trabajo.

b. Siempre tardan en pagarme. Pero el sueldo es muy bueno.

inferencia: está satisfecho con su nuevo trabajo.

Las mismas inferencias se dan a partir del uso del pero bahiense.

(33) contexto: se le pregunta a alguien si está satisfecho con su nuevo trabajo.

a. El sueldo es muy bueno. Siempre tardan en pagarme, pero.

inferencia: está insatisfecho con su trabajo.

b. Siempre tardan en pagarme. El sueldo es muy bueno, pero.

inferencia: está satisfecho con su nuevo trabajo.

Todas estas características compartidas sugieren que el pero inicial y el pero bahiense son formas que pertenecen a una misma clase. Dado que el funcionamiento de lo que aquí se ha denominado pero inicial se corresponde al de una partícula discursiva o marcador del discurso (e.g., Portolés, 2001), se sigue que la misma clasificación puede

(9)

aplicarse al pero bahiense. Se entiende por esto que ambos tipos de pero son elementos marginales en la estructura oracional, que carecen de función sintáctica con respecto al predicado, y tienen la función de guiar las inferencias que se realizan en el acto comunicativo (Martín Zorraquino & Portolés, 1999).

Si bien ambos peros pueden clasificarse como partículas discursivas, esto todavía plantea un importante problema con respecto al análisis de estas formas: ¿se trata en todos los casos de una única partícula discursiva que puede alternar su posición en distintos dialectos, o ambos tipos de pero constituyen partículas discursivas distintas pero homófonas? Los datos que se presentan a continuación muestran que ambas formas de pero no solo difieren en términos posicionales, sino que también manifies-tan asimetrías distribucionales e interpretativas. Esto, en principio, debería llevar a analizarlos como dos objetos distintos, aunque es todavía plausible que un análisis unificado pueda capturar sus diversas diferencias.

Autores como Hill (2007) notan que ciertas partículas discursivas interactúan con elementos vocativos; en particular, Haegeman (2014) explota el hecho de que ciertos marcadores del discurso están en distribución complementaria con respecto a los vocativos. En base a estas observaciones, puede postularse una primera asimetría entre pero inicial y pero bahiense. Como muestra el diálogo de (34), el pero inicial puede perfectamente co-ocurrir con vocativos en cualquier posición.

(34) Maestra: ¡Juancito, estás castigado sin recreo!

a. Juancito: Pero yo no hice nada, Seño.

b. Juancito: Pero, Seño, yo no hice nada.

c. Juancito: Seño, pero yo no hice nada.

En cambio, el pero bahiense rechaza de modo general la aparición de vocativos en cualquier posición.

(35) Maestra: ¡Juancito, estás castigado sin recreo!

a. Juancito: *Yo no hice nada, pero, Seño.

b. Juancito: *Yo no hice nada, Seño, pero.

c. Juancito: ??Seño, yo no hice nada, pero.

El uso del pero inicial y del pero bahiense determinan contextos de aparición distintos para varios tipos de constituyentes. Por ejemplo, Portolés (2001: 51) observa que secuencias del tipo pero y, e.g., (36), o pero aunque, e.g., (37), no se atestiguan. De acuerdo con él, esta restricción se sigue de que dos conjunciones, e.g., aunque y pero, no puedan vincular al mismo tiempo las mismas unidades.

(36) Nos llovió toda la semana de vacaciones…

a. *Pero y lo pasamos lindo.

b. *Y pero lo pasamos lindo.

(37) No me gusta que me corrijas…

a. *Pero aunque en este caso tenés razón.

b. *Aunque pero en este caso tenés razón.

Si bien el pero bahiense se comporta del mismo modo con respecto a la conjunción y, e.g., (38), su uso junto con aunque resulta aceptable, e.g., (39).

(38) Nos llovió toda la semana de vacaciones…

(10)

(39) No me gusta que me corrijas…

Aunque en este caso tenés razón, pero.

El mismo tipo de asimetría distribucional puede observarse con respecto a otras partículas discursivas. La partícula bueno tiene la función central de señalar que el hablante admite el contenido del discurso precedente de su interlocutor (Martín Zorraquino & Portolés, 1999: 4162). Este elemento puede aparecer junto con el pero inicial (40), pero no con el pero bahiense (41).

(40) A: El intendente es un nabo.

B: Bueno, pero ganó las elecciones.

(41) A: El intendente es un nabo.

B: *Bueno, ganó las elecciones, pero.

Esto no significa que el pero bahiense rechace toda otra partícula discursiva en su oración. La partícula igual, que aquí se toma como sinónima a la expresión de todos

modos, puede aparecer junto con ambos tipos de pero, tanto inicial (42) como bahiense

(43). En ambos casos, la posición de igual resulta irrelevante para la aceptabilidad de la expresión.

(42) A: El intendente es un nabo.

B: Pero igual ganó las elecciones.

B’: Pero ganó las elecciones igual.

(43) A: El intendente es un nabo.

B: Igual ganó las elecciones, pero.

B’: Ganó las elecciones igual, pero.

Además de las diferencias distribucionales recién esbozadas, ambas formas de

pero difieren en cuanto al valor semántico-discursivo que manifiestan. En

particu-lar, el pero bahiense parece realizar solo un subconjunto apropiado de los valores discursivos del pero inicial. Para ilustrar esta distinción es necesario introducir terminología adicional.

Hasta el momento, simplemente se señaló que ambos tipos de pero introducen una proposición q “en contraste” con una proposición precedente p. Sin embargo, al menos desde Lakoff (1971) se distinguen dos tipos principales de relación con-trastiva: la concesividad (también denominada denial of expectation) y la oposición

semántica. La primera es una relación de carácter presuposicional: una proposición

concesiva q niega una expectativa presupuesta que emerge de una proposición precedente p y de conocimiento del mundo. En cambio, la oposición semántica no es un fenómeno presuposicional: en este caso, una proposición q expresa una oposición cuasi literal con respecto a alguna dimensión del significado de una proposición precedente p.

Las lenguas varían en el modo en que lexicalizan la concesividad y la oposición semántica. Así, ciertas lenguas manifiestan ambos valores a partir de una única forma léxica, e.g., el inglés permite usos concesivos y opositivos de but ‘pero’ (Lakoff, 1971); en otros casos, concesividad y oposición semántica se realizan a partir de items léxicos diferentes, e.g., el ruso utiliza las conjunciones no y a respectivamente (Malchukov, 2004). En un sentido similar, el pero inicial codifica ambos valores dis-cursivos (Rivarola, 1976), i.e., se lo puede utilizar tanto concesivamente como para expresar oposición semántica. El pero bahiense, en cambio, no parece poder manifestar oposición semántica; solo codifica concesividad.

(11)

Considérese primero el uso concesivo de los dos tipos de pero. En ambos casos, se genera una expectativa a partir de (i) aceptar la proposición p, y (ii) integrarla al conjunto de proposiciones que conforman el conocimiento compartido por hablante y oyente. Esta expectativa se ve contradicha por la proposición q, lo que se señala a partir de la utilización de pero (inicial o bahiense). Esto puede ilustrarse a partir del par en (44). En estos enunciados, tanto hablante como oyente comparten la creencia de que los nabos (idiotas) no ganan elecciones, por lo que al aceptar la proposición

pse genera la expectativa de que el intendente perdió las elecciones. Esta inferencia se cancela a partir de la proposición q; la aparición de pero en (44a) y (44b) tendría la función de indicar explícitamente dicha cancelación.

(44) a. El intendente es un nabo. Pero ganó las elecciones.

p q

b. El intendente es un nabo. Ganó la elecciones, pero.

p q

Como se señaló, el pero inicial también puede expresar valores de oposición semán-tica. En (45), el uso de pero permite establecer una oposición entre los predicados de las proposiciones p y q.

(45) Marcelo es alto, pero Hernán es petiso.

En cambio, el pero bahiense no puede utilizarse para conectar estas proposiciones.1

(46) *Marcelo es alto, Hernán es petiso, pero.

Evidencia adicional de que el pero bahiense no expresa oposición semántica se obtuvo a partir de una tarea de perífrasis. Considérese el breve texto de (47), el cual contiene una cláusula subordinada de tipo concesivo.

(47) Le comentás a un amigo que cuando salías de tu casa a la mañana pensaste

en agarrar la campera, y que la tomaste [concesiva incluso a pesar de creer que

no ibas a necesitarla].

Los hablantes encuestados reportaron poder expresar (47) a partir de ambas alterna-tivas en (48), i.e., el significado concesivo puede manifestarse tanto con el pero inicial como con el pero bahiense.

(48) a. A la mañana me acordé de traer la campera. Pero no creí que hiciera falta.

b. A la mañana me acordé de traer la campera.Nocreíque hiciera falta, pero.

Algo distinto ocurre cuando el fragmento que se ofrece a los hablantes codifica algún tipo de oposición semántica. Por ejemplo, (49) establece un contraste entre los pre-dicados P llevar la campera y ¬P no llevar la campera.

(49) Le comentás a un amigo que cuando salías de tu casa a la mañana pensaste en

[P agarrar la campera]. Sin embargo, al final decidiste [¬P no llevarla con vos].

En este caso, los hablantes prefieren no hacer uso del pero bahiense; es decir, consi-deran que, de entre las opciones de (48), solo (48a) expresa el significado de (49). Se constata así la observación hecha a partir del ejemplo de (46): el pero bahiense expresa concesividad pero no oposición semántica.

⎧ ⎪ ⎪ ⎪ ⎨ ⎪ ⎪ ⎪ ⎩ ⎧ ⎪ ⎪ ⎪ ⎨ ⎪ ⎪ ⎪ ⎩ ⎧ ⎪ ⎪ ⎪ ⎨ ⎪ ⎪ ⎪ ⎩ ⎧ ⎪ ⎪ ⎪ ⎨ ⎪ ⎪ ⎪ ⎩

1. Debería ser posible crear contextos en los cuales el enunciado de (46) funcione de modo concesivo y sea, por tanto, aceptable. De momento, no tengo datos que permitan corroborar o falsear esta predicción.

(12)

Una última diferencia importante entre el pero inicial y el pero bahiense refiere al fraseo prosódico de las oraciones en las que estos elementos aparecen. Como seña-la informalmente Portolés (2001: 52), el pero inicial se encuentra prosódicamente integrado a la oración que introduce, e.g., (50a). El pero bahiense, en cambio, no parece formar parte del mismo constituyente fonológico que el resto de la oración.

(50) a. El intendente es un nabo. (Pero ganó las elecciones)φ

b. El intendente es un nabo. (Ganó las elecciones)φ pero.

Este esquemático fraseo prosódico se evidencia a partir de la curva de F0 de la oración

invité a Mariano, pero que se ofrece en (51). Como puede observarse, el acento nuclear

de la oración recae en la sílaba tónica del objeto directo Mariano, tal y como ocurriría si pero no estuviese a su derecha. Además, pero está separado del resto de la oración mediante una leve pausa que se encuentra acompañada de un descenso entonativo análogo al de un tono de frontera L%; un análisis más detallado es necesario para determinar si la sílaba /no/ presenta o no algún tipo de alargamiento en este contexto. Nótese, por último, que pero se realiza con un contorno tonal bajo, y sin ninguna prominencia entonativa evidente; esta realización resulta idéntica a la que se observa con elementos dislocados a la derecha (Astruc, 2004), para los cuales se postula de modo estándar que conforman un constituyente prosódico distinto al del resto de la oración (e.g., Zubizarreta, 1998; Frascarelli, 2000).2

(51)

Cuadro nº 1

El paralelo fonológico recién trazado entre el pero bahiense y las construcciones de dislocación a la derecha sugiere un abordaje similar para ambos fenómenos. En particular, Kayne (1994) postula un análisis para la dislocación a la derecha en el que el constituyente extrapuesto permanece in situ mientras que el resto de la oración se mueve hacia la izquierda. De modo análogo, podría postularse que la partícula pero selecciona a la oración como complemento, lo que en el español general determina-ría el orden pero-oraCión; la particularidad del dialecto bahiense radicaría en que la

oración puede desplazarse a una posición por sobre pero, lo que derivaría el orden

oraCión-pero. Este análisis se esquematiza en (52).

2. Este análisis no está exento de problemas ni para la dislocación a la derecha ni para el pero bahiense. En particular, resulta contradictorio en ambos casos que el constituyen-te en cuestión (i) forme su propia unidad entonativa pero al mismo tiempo (ii) se mantenga

desacen-tuado. Una potencial solución podría consistir en considerarlos elementos prosódicamente enclí-ticos fuera del alcance de la regla de asignación de acento nuclear (Vallduvi, 1993). Por otro lado, parte de la bibliografía en partículas dis-cursivas finales (e.g., Haselow, 2013) considera la falta de prominencia entonativa de estos elementos como evidencia de que están inte-grados prosódicamente al resto de la oración. Esto, sin embargo, no da cuenta de las demás propiedades observadas en la curva de (51), requiere asumir que las partículas finales tienen un comportamiento fonológico idiosincrático, y pierde de vista el hecho de que otros tipos de constituyentes en el margen derecho oracional manifiestan un patrón prosódico similar.

(13)

(52)

SPart

Oi Part’

ganó las elecciones pero hi

Esta estructura no solo permite establecer una conexión entre el pero inicial y el

pero en posición final, sino que da cuenta del contorno prosódico propuesto para el pero bahiense en (50b). La cláusula contenida en O se realiza como un constituyente

prosódico a partir de mecanismos por defecto de interfaz sintaxis-fonología, e.g.,

Match Clause (Selkirk, 2011); al estar fuera de φ, el pero se realizaría como una unidad prosódica independiente. Por otro lado, el pero inicial de (50a) simplemente pasa a formar parte del constituyente prosódico que se encuentra inmediatamente a su dere-cha, tal y como proponen Nespor & Vogel (1986) para núcleos de carácter funcional. Sin embargo, la prosodia del pero bahiense no constituye evidencia suficiente para preferir el análisis de (52) por sobre otras alternativas sintácticas. Considérese la estructura de (53), en donde pero funciona como un núcleo final, por lo que no se requieren instancias de movimiento para derivar el orden oraCión-pero.

(53)

SPart

O pero

ganó las elecciones

En este caso, el patrón prosódico de (50b) se explica a partir de la mera observación de que el español delimita sus unidades prosódicas en el margen derecho (Prieto, 2006), por lo que debería resultar imposible incorporar pero a la unidad φ corres-pondiente al constituyente O. Como ya se señaló, el pero inicial aparece en el margen izquierdo de dicha unidad prosódica, por lo que puede incorporarse a esta como se observa en (50a).

Más allá de las diferencias de carácter eminentemente teórico entre las estructuras de (52) y (53), lo que distingue ambos tipos análisis es el hecho de considerar o no el pero inicial y el pero bahiense como variantes sintácticas de un único pero. Esto es, si los datos presentados a lo largo de esta sección justifican un análisis unificado de ambos tipos de pero, un análisis transformacional similar a (52) debe preferirse. En cambio, si se concluye que el pero inicial y el pero bahiense deben analizarse como objetos lingüísticos distintos, cabe establecer un análisis en línea con (53), en donde la posición final de pero se considere una propiedad intrínseca de dicho ítem léxico. En cualquier caso, la propuesta debe ser capaz de dar cuenta de todas las similitudes y asimetrías observadas.

(14)

4. Conclusiones

Diversas variedades hispánicas hacen uso del conector pero al final de la oración que introducen. Para entender este fenómeno, es necesario describir el funcionamiento de este elemento en cada uno de los dialectos que lo manifiestan. El presente trabajo es una contribución en este sentido: se describieron algunos aspectos básicos del funcionamiento del pero en posición final que se atestigua en el dialecto hablado en la Ciudad de Bahía Blanca y alrededores.

En primer término, se mostró que el fenómeno no debe confundirse con usos no iniciales de pero que se encuentran extendidos en otras variedades de español. En segundo lugar, se mostró que si bien el tradicional pero conector en posición inicial y el llamado pero bahiense en posición final son partículas discursivas con propieda-des en común, también hay un gran número de características que los oponen. El

pero inicial y el pero bahiense establecen restricciones distribucionales diferentes con

respecto a vocativos y varios tipos de marcadores del discurso. Ambos tipos de pero también difieren en sus funciones discursivas: el pero bahiense codifica concesividad, mientras que el pero inicial codifica tanto concesividad como oposición semántica. Además, las dos formas exhiben distintas propiedades prosódicas: el pero inicial se integra a la unidad entonativa que forma el resto de la oración, mientras que el pero

bahiense parece conformar una unidad fonológica separada.

Por último, se esbozaron dos potenciales líneas de análisis para el pero bahiense, una que considera el pero inicial y el pero final como realizaciones sintácticas alternativas de un mismo elemento, y otra que los considera ítems léxicos distintos. Como se observó, el desafío teórico consiste en poder dar cuenta tanto de las similitudes como de las diferencias de ambos tipos de pero bajo cualquiera de estas aproximaciones.

(15)

#

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