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La manera de conocer el pasado mesoamericano a través de su arte

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Academic year: 2021

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La manera de conocer el pasado

mesoamericano a través de su arte

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OFRENDAS ANCESTRALES,

en el corazón de Mesoamérica:

Ritos mortuorios en el México prehispánico.

1 Ofrendas ancestrales

4

1.1 Formativo

4

1.2 Clásico

4

1.3 Posclásico

4

2 Ubicación geográfica

5

2.1 Mesoamérica

5

2.2 Altiplano Central

5

3 Ofrendas mortuorias en el Formativo

6

3.1 Introducción

6

3.2 Tlatilco

8

3.3 El culto a los muertos: Los enterramientos humanos

8

4 Ofrendas mortuorias durante el horizonte Clásico

10

4.1 El esplendor teotihuacano

10

4.2 Formas de entierros teotihuacanos

11

4.3 Entierros en fosas circulares

11

4.4 Entierros extendidos

11

5 Elementos de la ofrenda funeraria

12

5.1 Los atuendos

12

5.2 Vasijas cerámicas

12

6 Ofrendas sagradas

13

6.1 Ofrendas en los templos

13

6.2 Ofrendas a Tláloc

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Glosario

15

Bibliografía

19

Selección de Piezas

21

Créditos

64

Fundación Cultural Armella Spitalier

www.fundacionarmella.org contacto@fundacionarmella.org ventas@fundacionarmella.org

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3

Introducción

U

na parte sustancial de los restos arqueológi-cos procedentes de Mesoamérica, está confor-mado por la cerámica, cuyas formas y atributos

permiten identificar la tradición y la época a la

que pertenecieron.

Muchas de esas piezas formaron parte de ofrendas en entierros, tumbas, cuevas o templos, es decir, lugares de culto o espacios sagrados para los habi-tantes del México Antiguo.

Tales ofrendas tuvieron propósitos específicos y se realizaron durante eventos significativos en la

vida cotidiana de las sociedades indígenas. Son frecuentes las que acompañan a los muertos, las efectuadas al erigir un templo y las ofrendas propi-ciatorias para la petición de lluvias.

Para el arqueólogo, localizar durante alguna ex-cavación un entierro acompañado de su ofrenda, es una extraordinaria oportunidad para recuperar las características de un rito, ya que el número, el tipo de objetos y su posición, así como la ubicación, postura, edad, sexo y orientación de la osamenta, son fuente inconmensurable de información.

La costumbre de ofrendar fue ampliamente prac-ticada desde épocas remotas y algunos rasgos de esta tradición los podemos encontrar profundamen-te arraigados en el México conprofundamen-temporáneo.

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T

al vez, la ofrenda más común desde el Período Formativo es la funeraria, indispensable para otorgarle al viajero agua y alimentos. Este tipo de ofren-das se conformaban principalmen-te por vasijas de barro de diversas formas, tamaños y características. En ellas es factible encontrar desde pe-queños y sencillos cuencos, hasta ex-traordinarias piezas suntuarias que, en algunos casos, han sobrevivido intactas hasta nuestros días.

1.3 Posclásico

1.1 Formativo

1.2 Clásico

1

O

frendas ancestrales

E

n el Posclásico, las vasijas también se utilizan para pedir y agradecer a los dioses. La ofrenda pre-hispánica es parte de un rito del que tenemos

testi-E

n el Horizonte Clásico a esta tradición se agrega la

costumbre de sacrificar acompañantes, para ayudar al

personaje principal en su travesía por el inframundo.

monios materiales como cajetes, ollas, cuentas de piedra y otros objetos arqueológicos, que perduran hasta nuestros días.

Entierro típico con ofrenda funeraria sencilla.

(5)

5

2.1 Mesoamérica

E

l territorio conocido como Mesoamérica, fue el escenario geográfico donde pueblos como los olmecas,

mayas, huastecos, zapotecos, mixtecos, tarascos y nahuas dejaron impresionantes vestigios de sus esti-los arquitectónicos y tradiciones alfareras.

E

conómica y políticamente, el Altiplano Central es considerado el área más importante de Meso-américa. En su parte más elevada se encuentra la Cuenca de México, denominada “Corazón de Mesoamérica”.

2

U

bicación geográfica

2.2 Altiplano Central

La denominación fue acuñada y utilizada por el An-tropólogo Eric Wolf, en su trabajo titulado publicado en 1959, con el título Sons of the Shaking Heart.

El centro del Altiplano lo ocupa la Cuenca de México, el “Corazón de Mesoamérica”. Durante el Período Plioceno (entre los últimos 5 y 2.5 millones

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Hacia el año 1000 a. C., la parte sur y occidente de la Cuenca de México, se encontraba habitada por una serie de aldeas y caseríos de diferentes tamaños. Con el paso del tiempo algunos asentamientos crecieron y se volvieron más importantes.

Restos de los implementos empleados para tritu-rar los granos de maíz, ollas de barro que sirvieron para preparar alimentos, y extraordinarias vasijas suntuarias, modeladas y decoradas por expertos alfareros, son algunos objetos que dan cuenta del modo de vida en las aldeas de la Cuenca de México. Tlapacoya, Zohapilco, Loma Terremote y Temamatla fueron aldeas que se ubicaron a la orilla del Lago de Chalco – Xochimilco. Otras se esta-blecieron en terrenos más elevados, localizados en colinas irrigadas por ríos que desembocaban en el gran lago.

de años de la Tierra) la placa tectónica del Pacífi -co -contribuyó a la elevación de la Sierra Nevada. Posteriormente con la erupción de la cadena mon-tañosa que rodea a la meseta central, se produjo un dique natural que cerró el cauce de sus ríos. Las aguas atrapadas formaron cinco lagos de poca profundidad, conectados entre sí.

3.1 Introducción

L

os estudios arqueológicos han determinado que, en la Cuenca de México, los asentamientos huma-nos más antiguos abarcan un enorme período de tiempo comprendido entre el 2500 y el 100 a. C. Dicho período es conocido como Formativo o Pre-clásico, ha sido dividido en tres etapas principales y éstas a su vez, en fases.

3

O

frendas mortuorias en el Formativo

Tlapacoya-Zohapilco

Loma Terremote

Temamatla

Cuenca de México.

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(8)

3.2 Tlatilco

T

latilco sobresalió entre otras aldeas por sus di-mensiones y por los contactos que mantuvo con comunidades ubicadas en el sur del Altiplano y en el Occidente de México. Durante el Horizonte For-mativo, los habitantes de Tlatilco vivían un ciclo de vida en promedio menor a los 35 años. Se defor-maban el cráneo y se mutilaban los dientes como símbolo de estatus social.

Tlatilco también es el nombre con el que se

identi-fica uno de los más importantes estilos cerámicos del Horizonte Formativo, claramente ejemplificado en vasijas y figurillas cerámicas que formaron parte

de ofrendas funerarias.

Aunque la cacería de fauna silvestre, la pesca y el aprovechamiento de otros recursos, principal-mente lacustres, representaron importantes fuen-tes de alimento para el sustento de la comunidad, el fundamento de la organización social de aldeas como Tlatilco, Tlapacoya y Cuicuilco fue, sin lugar a dudas, la agricultura.

El cultivo cíclico de plantas, que por generaciones fueron domesticadas, exigió que las comunidades invirtieran una gran cantidad de trabajo organizado y especializado, derivado del profundo conocimien-to de los ciclos estacionales. El objetivo era contro-lar, el ciclo de vida del maíz, el frijol y la calabaza, que constituyeron tres de los cultivos más impor-tantes en Mesoamérica.

Cuicuilco

Tlapacoya

Tlatilco

3.3 El culto a los muertos: Los enterramientos humanos

C

omo parte del rito funerario, las familias reunían desde modestas hasta fastuosas ofrendas, formadas con algunas herramientas del difunto y varios de sus recipientes favoritos, algunos repletos de comida.

Se colocaban objetos de uso personal, tales como sartales de cuentas, artefactos tallados en silex, ob-sidiana, hueso y cornamenta; adornos de concha,

vasijas de diferentes formas, tamaños, así como

figurillas de barro.

Los que en vida fueron objetos de uso cotidiano, como los metates para la molienda del maíz, o los botellones para el agua, se convertían en piezas de ofrenda algunas de las cuales han sobrevivido intactas hasta nuestros días.

Cuenca de México y sus primeros asentamientos formales.

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9

Al morir algún miembro de la aldea, se cavaba una fosa en el interior de las casas bajo el apisonado de tierra o piso de lodo o cerca del jacal. La exca-vación de la fosa era de forma alargada, de pro-fundidad variable, con los extremos redondeados y materiales adicionales. Los cuerpos se colocaban directamente o amortajados con petates o textiles. Se colocaban en posición extendida, en general con los brazos a los lados o entrecruzados. Des-pués de colocado el cuerpo, la ofrenda funeraria era depositada.

En Tlatilco, y en otras aldeas del Formativo como Tlapacoya y Cuicuilco, las familias habitaban en

casas que edificaban con materiales de la locali -dad. Las construcciones consistían de una sola ha-bitación que cumplía diferentes funciones.

La pirámide circular de Cuicuilco de 135 m. de diámetro y 25 m. de altura se constituía en el eje rector de un pujante centro regional; sin embargo para esa época el rápido crecimiento de

Teotihua-cán, lo colocaban como un significativo competidor

de Cuicuilco.

Cuicuilco representa uno de los primeros asentamien-tos donde se han hallado resasentamien-tos de riasentamien-tos mortuorios

formales. Tejido de petate.

Figurita de cerámica y metate; objetos de la vida cotidiana eran parte de la ofrenda.

Típicas urnas funerarias y montículos ceremoniales. Quiahuiztlán, Veracruz.

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4.1 El Esplendor Teotihuacano

E

l Horizonte Clásico abarca los primeros seis siglos de nuestra era, correspondientes al apogeo de Teotihuacán. Las investigaciones en esta gran urbe dividen al horizonte en cuatro fases

princi-pales, las cuales se identifican con el desarrollo

urbano de esta gran metrópolis. Fundada sobre la base de diferentes tradiciones, Teotihuacán fue la primera gran urbe del Horizonte Clásico. Durante su esplendor no existió otra ciudad que alcanzara

su densidad poblacional y su grado de planificación.

Algunas hipótesis sugieren que el surgimiento de esta gran ciudad estuvo estrechamente relaciona-do con las migraciones ocurridas como consecuen-cia de la expulsión de ceniza del Popocatépetl, que

prácticamente cubrió las construcciones de Tetim- Teotihuacán.

4

O

frendas mortuorias durante el

horizonte Clásico

pa, en el valle poblano y Xochitécatl en Tlaxcala, así como la erupción del Xitle, pequeño cono vol-cánico ubicado al sur de la Cuenca de México, que casi destruyó Cuicuilco.

Referencias

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