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Elevándose por. encima de la conciencia del cuerpo

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Academic year: 2021

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Este es el ABC que tienen que apren-der en el senapren-dero de la espiritualidad. Tienen que salir del engaño. Las prácti-cas que se les pide realizar a diario son con este objeto ¿Pueden abandonar el cuerpo a voluntad? ¿Pueden pasar al más allá? Alguien debiera estar en el más allá para guiarles y darles una demostración. Aquel que puede hacer esto, es un Santo o Maestro y nunca les abandonará, ni aquí ni en el más allá.

Todos los días reciben alguna lección. Tenemos que aprender esta lección de cómo abandonar el cuerpo, de cómo salir de este gran engaño. Si lo han aprendido, entonces creo que tienen la correcta perspectiva. El ABC empieza donde terminan todas las fi losofías. Esto es un asunto de ver, de elevarse por encima de la conciencia del cuerpo, de experimentarlo por uno mismo. San Plutarco nos dice: “Las almas de aquellos que son iniciados en los Misterios del más allá, tienen la misma experiencia de abandonar el cuerpo, que la que se tiene en el momento de la muerte”. El Maestro les da una demostración. Les guía en el

mundo externo y les guía en el interno. Tener un Maestro viviente es una gran bendición. El Poder Maestro no muere nunca, sino que trabaja en diferentes cuerpos humanos. Nuestro Maestro solía ponernos un ejemplo diciendo que si un bombillo se quema, se pone otro en su lugar, y si éste a su vez se quema, se reemplaza por un tercero. Esa Luz es el Maestro encarnado en el cuerpo huma-no. Nunca muere.

Este es pues, el ABC que deben aprender hoy. Todos vivimos en un tremendo engaño y hay que salir de él. Este no es un asunto de hablar, es un asunto práctico de elevarse por encima de la conciencia del cuerpo. Si se elevan a diario y a voluntad, entonces ¿dónde queda la muerte? No habrá ya más temor a la muerte. Vivirán alegres. Han venido aquí para estar con el Maestro, ¿no es así? ¿Están contentos? Así mismo, tenemos que llegar a los pies de nuestro Maes-tro, del verdadero Maestro en nuestro interior. Este no es un lugar para vivir para siempre, solo hagamos el mejor uso de él. §

SEDE INTERNACIONAL

Kirpal Ashram / Sant Kirpal Singh Marg, Vijay Nagar, Delhi 110009, India

Tel: 911-2-722-2244 SEDE EN OCCIDENTE 4S 175 Naperville Road, Naperville, IL 60563 Tel: 630-955-1200 ARGENTINA 0054-03755-460121 BOLIVIA 591-60131316 BRASIL 55 31 3334-6860 CHILE 056-55-2332263 COLOMBIA 57-4-2644453 / 57-4-2647199 ECUADOR 593-2-243-8936 EL SALVADOR 503-22860397 ESPAÑA 34-91-699-39-72-94 / 34-91-657-899-784 HONDURAS 504-2-238-2704 MÉXICO 01-55-5671-0261 PERÚ 511-659-2321 REPÚBLICA DOMINICANA 809-420-4200 VENEZUELA 58-0416-475-6577 CHICAGO 1-800-838-9241 NUEVA YORK 1-888-744-0162 MIAMI 786-247-9107 SAN FRANCISCO 510-524-6953 TEXAS 832-304-0767

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RGENTINA

¿CÓMO ENCONTRAR EL ALMA? ¿D ÓNDE ESTÁN LOS REINOS INTERNOS? ¿CÓMO LLEGAR AL PORTAL?

Sant Rajinder Singh Ji Maharaj

¿

CÓMO PODEMOS ENCONTRAR

EL ALMA? ¿Dónde está el alma en el cuerpo? ¿Cuál es su dimensión y su forma? ¿Dónde debemos buscar para encontrarla? Cuando nos referimos al alma hablamos de sus características. Pero, ¿Existe alguna manera física de describir nuestra alma?

Nuestra alma trasciende la descrip-ción física porque no está hecha de materia. La materia tiene peso y ocupa espacio, pero el alma es espíritu y no es de materia. Como espíritu es invisible, es conciencia. Cuando los médicos diseccionan un cuerpo sólo encuentran materia, no encuentran alma. El alma pertenece a una dimensión en la cual sólo hay Luz y Sonido, pero no la luz y el sonido que conocemos en este mundo. Son una luz y sonido superior, la luz y sonido del universo físico son apenas un refl ejo de ellas. Nosotros como almas tenemos la brillantez de más de 16 soles

externos, pero la luz del alma no es que-mante ni ardiente, es amorosa y tranqui-lizante. Como almas vibramos con una armonía celestial que no podemos oír con nuestros oídos físicos.

El alma está conectada al cuerpo físico por un cordón plateado que es invisible a los ojos. Los santos y mís-ticos se han referido a este cordón. Es una cuerda luminosa que le permite al alma trascender el cuerpo, viajar por los reinos espirituales y regresar. En el momento de la muerte, el cordón de plata es seccionado del cuerpo para que el alma ya no pueda regresar. Du-rante la meditación, al salir el alma del cuerpo, el cordón de plata permanece

E

levándose por

encima de

la conciencia

del cuerpo

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intacto permitiéndole al alma poder regresar.

La expresión externa del alma es la atención. La atención permanece disper-sa por todo el cuerpo. El alma es la vida del cuerpo. Si un cuerpo carece de alma o si el cordón de plata ha sido cortado, no puede estar vivo. La sede o asiento del alma yace en un punto en medio y detrás de las cejas. Este centro se conoce como el tercer ojo u ojo único. También se le menciona como la décima puerta, sexto chakra, ajna chakra, daswan dwar, tisra til, o monte de la transfi guración. Al concentrarnos en este punto logramos acceso al alma. Este punto es el portal por el cual el alma entra a los reinos espi-rituales internos.

¿Dónde están los reinos internos? Cuando enfocamos del todo nuestra atención en el tercer ojo u ojo único, encontramos los reinos internos. Estas son dimensiones internas que existen simultáneamente con nuestro universo físico. Careciendo de una terminología más precisa, hablamos de interno y externo, regiones superiores e inferiores. Estos reinos son estados de conciencia que no existen en el tiempo y el espacio; sólo nuestro mundo físico se puede medir en términos de tiempo y espacio. La región física, que incluye la tierra, el sol, los planetas y las galaxias coe-xiste al mismo tiempo con las regiones espirituales. Mencionamos el marco de referencia de tiempo y espacio porque esas son las medidas que aplicamos en este universo físico. Pero todas estas regiones desde la física a la espiritual, existen como estados de conciencia. Cuando hablamos de viajar a los reinos

internos o superiores en realidad no estamos viajando a ninguna parte. De hecho, enfocamos nuestra atención en un estado de conciencia o percepción diferente. Por ejemplo, recordemos por un momento cuando estábamos senta-dos escuchando una conversación, de repente nos acordamos de algo que nos sucedió antes y la escena entera de lo que ocurrió en otro tiempo y lugar se repite frente a nuestros ojos. No hemos ido a ninguna parte, pero nuestra ubicación pareciera haber cambiado en el ojo de la mente. Aunque viajar a una región inter-na no es igual a soñar despierto o usar la imaginación, sucede un cambio similar en nuestra percepción por medio de la cual somos conscientes de una región interna. El cuerpo físico permanece sen-tado con los ojos cerrados, pero nuestra alma se vuelve consciente de una región o un lugar diferente.

Hay una anécdota de la vida del san-to Sufí Bulleh Shah que ilustra dónde podemos encontrar las regiones internas. Bulleh Shah acudió a su Maestro Inayat Shah, para pedirle instrucciones de cómo encontrar a Dios. Inayat Shah le respon-dió a su discípulo usando el ejemplo de la jardinería. Dijo: “Así como trasplantamos una planta de un lugar a otro en el jardín, trasplanta tu atención de aquí para allá”. Para encontrar los reinos internos sólo tenemos que trasladar nuestra atención del mundo físico al espiritual. En vez de pensar en el mundo y en el cuerpo, enfocamos la atención en un punto específi co, el tercer ojo u ojo único.

En la Biblia está escrito: “La luz del cuerpo es el ojo, por lo tanto si tu ojo fue-se único todo tu cuerpo fue-se llenará de luz.” (Mateo 6:22) La luz aquí mencionada no

mano y que son entidades conscientes. Su verdadera morada es aquella que es conciencia total. De manera que, para encontrar el camino de regreso a Dios, la primera lección que deben aprender es que ahora viven en un gran engaño y deben salir de él.

Cuando estamos haciendo nuestras prácticas, aún entonces no somos cons-cientes de ellas. Si realizan sus prácticas con exactitud, ustedes se elevarán por encima de la conciencia del cuerpo. Ustedes no son el cuerpo. Empezarán a tener experiencias del Más allá. Tienen que abandonar el cuerpo. Este es un des-tino que le espera a todo el mundo y es una regla sin excepciones. Pero con todo ello, nos asusta la muerte. La muerte es sólo un cambio, tal como el sol que se pone en un lado del horizonte y aparece en el otro. De igual manera, abandona-mos este mundo físico y nos elevaabandona-mos en el Mas allá. Esto es un asunto práctico y si alguien les da una demostración de cómo elevarse por encima de la conciencia del cuerpo, desarróllenlo día a día. Así pues, la muerte no es algo temible. Es un cambio muy amoroso para quienes tienen experiencia del Más allá. Para los otros, es algo terrible, ¿por qué? Por dos razones: La primera, es que no saben cómo abandonar el cuerpo. En el momento de la muerte, tenemos que abandonar el cuerpo. Si ven ustedes a un moribundo, les llamará la atención el dolor que siente en el cuerpo. El retiro del alma del cuerpo, según un Santo Musulmán (los Maestros en sus escritos lo describen de la misma manera), es como introducir un cardo por el recto y sacarlo por la boca. Las escrituras

Hin-dúes nos dicen que el dolor que se siente es como el causado por la picadura de mil escorpiones al mismo tiempo. Es posible que les haya tocado presenciar esto. Por lo general, la agonía de una persona dura bastante. Esta es una de las razones por la que nos asusta la muerte. La otra razón es que no sabemos a qué lugar en el Más allá vamos a ir. Aquellos que vienen al Maestro, reciben una demostración de cómo elevarse por encima de la conciencia del cuerpo, por un instante. Se olvidarán del mundo externo. Su ojo interno se abre y pueden ver el más allá. Ustedes no son el cuerpo. Esta es la primera gran concesión que el Maestro les hace. Esta experiencia sólo se puede lograr con ayuda de un Maes-tro. Una vez que abandonen el cuerpo, empezarán a comprender que todo lo que sucede se lleva a cabo bajo la Volun-tad Divina. El hombre que se convierte en un co-trabajador consciente del Plan Divino, jamás dirá YO hago esto o aquello. Dirá: es Su Voluntad la que se cumple. “Hágase tu voluntad aquí en la tierra como en el Cielo”. El hombre que aprende a morir, que aprende a abando-nar el cuerpo a voluntad, logra la vida eterna y nunca tiene que regresar. Toda la gloria y belleza yacen dentro de uste-des. Los planos astrales son más hermo-sos que el plano físico. El causal es aún más bello, y los planos espirituales que están más arriba, son los más bellos de todos. Quienes tienen experiencia del más allá, naturalmente querrán ir ahí, pero siguen atados. Incluso los Maestros juegan su papel. Ellos quisieran regresar, pero están atados por una orden, deben continuar.

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La Luz Guía

En la noche feliz, en secreto, por nadie visto, sin verme, sin otra luz o guía salvo la que en mi corazón ardía. Esa luz me guió con mayor seguridad que la del sol del medio día al lugar donde me estaba esperando, a quien bien yo conocía y donde nadie más que él aparecía.

San Juan se refi ere a la Luz divina que sirve como nuestro guía en la jornada in-terna. La Luz ya arde en nosotros. Paltu Sahib, el santo indio del siglo dieciocho, ha comparado la cabeza humana con un pozo invertido. Ahí se encuentra una lámpara que brilla por siempre. Jesús se refi ere al mismo fenómeno cuando dice, “si tu ojo fuese único, tu cuerpo entero se llenará de luz”. Cuando concentramos la atención en el tercer ojo u ojo único, la oscuridad al comienzo se transforma en puntos de Luz. Estos son remplazados por un cielo estrellado. Con una mayor concentración, vemos la luna interna y después de pasar por ella alcanzamos el sol interno. Referencias a esto se pueden encontrar en los escritos místicos de todas las tradiciones religiosas.

La Luz interna es más brillante que la luz del sol. Es un faro para los viajeros que los guía a regiones cada vez más altas. La Luz nos guía hasta que encon-tramos la forma radiante del Maestro. Esa forma es tan resplandeciente, tan embriagadora, tan encantadora que el alma se pierde en ella. El Maestro a quien concebíamos como nuestro instructor y guía en el mundo, ahora es visto como el guía y amigo infalible que permanecerá con nosotros en nuestro viaje de regreso a Dios. Se convierte en nuestro alfa y omega. §

APRENDAN A MORIR

PARA QUE EMPIECEN A VIVIR Sant Kirpal Singh Ji Maharaj

U

STEDES NO SON EL CUERPO. Son entidades conscientes. Tienen un intelecto, pero son seres conscientes. Por la gracia de Dios han recibido este cuerpo humano que los faculta para regresar a la Morada del Padre. Eso no signifi ca que tengan que dejar el mundo e internarse en la selva. Tienen que per-manecer aquí, pagar sus deudas, tomar parte del juego de dar y recibir y luego, encontrar el camino de regreso a Dios. Las relaciones se originan solo como reacciones del pasado, para que unos y otros paguen sus deudas con amor y no para vivir en la ilusión y el engaño como nos sucede ahora. Pensamos que vamos a vivir aquí para siempre. Esta es la oportunidad dorada que tenemos de encontrar nuestro camino de regreso a Dios. Es con ese fi n que nos hemos uni-do a una u otra escuela de pensamiento. Los distintivos que lucimos de ellas, sólo se relacionan con nuestro cuerpo. Pero acuérdense que tienen el cuerpo

hu-es la sabiduría intelectual, hu-es una luz real que uno ve detrás y en medio de las dos cejas. Si nuestra atención se concentra en este punto en particular podemos ver la luz refulgente de Dios.

Las instrucciones para encontrar este centro a menudo son parte de una tradición oral secreta de los santos y místicos. Los métodos por lo general no son conocidos por las masas, sino por aquellos que exploran con más profun-didad en sus propias religiones y creen-cias para descubrir el lado más místico y esotérico. Las prácticas esotéricas fueron transmitidas de Maestros a discípulos por la tradición oral, y muy poco de ellas fue escrito. Afortunadamente encontra-mos referencias en algunas escrituras, pero cuando la mayoría de la gente las leen, pasan por alto estos detalles, sin comprender que se refi eren a la puerta de entrada al más allá. Alguien que ha conseguido acceso a esta entrada, com-prende el signifi cado de las referencias y nos lo puede explicar. Entonces una vez que hemos entendido lo que signifi can estas escrituras nos damos cuenta de que nos proporcionan un mapa para llegar al mismo portal.

Cómo llegar al portal

El primer paso es saber que existe una puerta de entrada al más allá, ubicada en el tercer ojo u ojo único. ¿Cómo podemos llegar a ese portal? ¿Cómo encontrar ese punto? Los santos y místicos en todas las épocas han enseñado que el sendero hacia ese portal es por medio de la meditación. Tenemos que retirar la atención del mundo y concentrarla en ese centro que condu-ce a los reinos internos. Retirar nuestra atención de afuera y enfocarla adentro. §

SAN JUAN DE LA CRUZ

Sant Darshan Singh Ji Maharaj

Al elevarse por encima de la conciencia del cuerpo, el alma conserva su cone-xión con el cuerpo físico por medio del cordón de plata. Sant Darshan Singh Ji ha escrito, “El cordón de plata es la conexión más delicada del cuerpo físico con los planos superiores. Viene con nosotros cuando recibimos el cuerpo físico, y al fi nal cuando tenemos que dejarlo, se rompe”. El objetivo de la vida, dicen los santos y místicos, es me-ditar, elevarnos por encima del cuerpo físico y cruzar los planos espirituales internos. Sant Kirpal Singh Ji ha dicho: “Todo el propósito de la vida es llegar a estar inmóviles––aislarnos del entorno externo y concentrarnos. En ustedes hay una gran fortaleza; ustedes son los hijos de un León”. En la siguiente lectura, Sant Darshan Singh Ji habla con gran elocuencia sobre la vida de San Juan de la Cruz y cómo, a través de una profunda meditación, este santo Cristiano revela sus experiencias con la Divinidad.

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S

AN JUAN DE LA CRUZ nació en España en 1542. A la edad de veintiu-no entró a la orden de los Carmelitas. Un año después, conoció a Santa Teresa de Ávila cuando ella tenía cerca de cincuen-ta años de edad. Ya era conocida como una gran mística cristiana y estaba en el proceso de establecer dos monasterios de frailes reformados. Convenció a San Juan de dirigir uno de ellos a fi n de reformar a los Carmelitas. El aceptó y ayudó a fundar el primer monasterio de Carmelitas descalzos en España. Bajo su dirección, la orden recobró su espíritu original de austeridad. Por una mala fortuna, su reforma condujo a fricciones en la orden y San Juan fue puesto prisio-nero por sus mismos compañeros en un monasterio de monjes. Fue obligado a usar ropas de pelo de camello y no se le permitió bañarse por dos años. Durante su cautiverio en 1576 y 1577, escribió algo de su más fi na poesía. Más tarde escapó y Santa Teresa le dio refu-gio. Continuó trabajando sin cansancio por la orden de los carmelitas reforma-dos. En los últimos años, se retiró en absoluta soledad. Fue reconocido como uno de los grandes poetas místicos españoles. De hecho es conocido como “el ruiseñor del misticismo cristiano”. Los siguientes versos de San Juan de la Cruz provienen del Ascenso al Monte Carmelo.

En una noche oscura, de ansioso amor infl amado,

Oh suerte feliz, afuera sin ser visto fui. Estando mí casa sosegada.

En tinieblas y en la oscuridad, por la escalera secreta, disfrazado, Oh suerte feliz, en la oscuridad y oculto, estando mi casa en reposo.

En el libro uno del Ascenso al monte Carmelo, San Juan explica lo que quiere decir con la palabra “noche”. Habla de tres niveles de la noche. En el primero, coloca su cuerpo y sentidos en reposo. El alma se eleva por encima de los apegos sensuales. El segundo nivel de la noche se refi ere a la inhabilidad de la mente de entender la verdadera fe. Tal como la no-che es oscura a nuestros ojos, así la fe, es oscura a nuestro intelecto. La mente no la puede comprender debido a que la fe se basa en la intuición y no en la razón. El tercer nivel de la noche se refi ere a la in-habilidad de la mente de comprender la naturaleza infi nita de Dios. La mente es un producto de la región causal. Cuando el alma trasciende ese plano llega a la presencia de Dios. Esta experiencia es indescriptible porque está más allá de la mente y el intelecto. En esa etapa nos absorbemos en Dios y nos llenamos de felicidad y bienaventuranza.

En estos versos San Juan describe la primera etapa de la vida espiritual. Esta es la etapa en la cual el buscador no está satisfecho con sus condiciones mundanas y comienza a preguntarse por Dios. El alma anhelante empieza a entender que las cosas de este mundo no pueden proveerle la felicidad duradera. El buscador comienza a orar al Señor para que lo libere de su desamparada condición. Antes de que podamos andar el sendero de regreso a Dios, debemos retirar la atención del mundo, del cuerpo y los sentidos e invertirnos. Por edades nuestra alma ha estado separada de Dios debido a los apegos mundanos.

Al comienzo, Dios estaba solo. Era un océano de conciencia total. Entonces de-cidió de uno convertirse en muchos. Ese

pensamiento produjo una vibración que resultó en dos cosas: Luz y Sonido. A la Luz y Sonido se les conoce en las diversas religiones como el Verbo, Naam o Shabd. En la Biblia se dice: “En el principio esta-ba el Verbo y el Verbo estaesta-ba con Dios, y el Verbo era Dios”. Este Verbo es mencio-nado en todas las religiones. Es ese Poder Creador el que trajo a la existencia todos los planos de la creación: físico, astral, causal, súper-causal y espiritual. Es también la fuerza que creó la humanidad y otras especies de vida.

Nuestras almas han estado separadas de Dios por edades. Nos hemos iden-tifi cado tanto con el cuerpo y la mente, que se nos olvidó que somos espíritu. El alma, que al inicio se suponía debía controlar la mente y el cuerpo, de hecho, vive bajo su control. La mente es atraída al mundo a través de los cinco sentidos y, mediante ellos, arrastrada a lo externo, a menos que podamos invertir la atención no podemos entrar a nuestro interior. De lo que San Juan habla es de este mismo proceso: debemos retirar la atención de los deseos externos y poner esta casa del cuerpo en reposo. Cuando hacemos esto entramos a los reinos internos o, en la terminología de San Juan, “salimos sin ser vistos”. El buscador tiene un solo deseo, una pasión—encontrar al Ama-do. Este deseo crece dentro del corazón hasta que se convierte en un fuego que consume. El alma se vuelve aún más inquieta por ver al Amado.

Sentado en silenciosa meditación, lejos de los ojos de los demás, el busca-dor enfoca la atención en su interior y comienza el viaje espiritual. El proceso que San Juan describe ha sido enseñado

por los santos, videntes, y místicos de todos los tiempos. Se llama concentra-ción o meditaconcentra-ción. Los Maestros nos enseñan a retirar la atención y a enfo-carla en el asiento del alma en el cuerpo. Este se encuentra ubicado entre y detrás de las cejas. Ellos entonces nos ponen en contacto con la Luz y el Sonido de Dios. En el día de la iniciación recibimos una experiencia de primera mano de estas manifestaciones internas de Dios, que son Luz y Sonido. Con una mayor concentración vemos varias formas de Luz. Esta práctica de meditación en el misticismo se le llama: “morir en vida”. Este proceso de abandonar el cuerpo en la meditación es similar a la experien-cia que tenemos en el momento de la muerte. La única diferencia es que en la muerte, el cordón de plata que conecta el alma con el cuerpo es seccionado. En la meditación, el cordón de plata perma-nece intacto y el alma puede regresar a voluntad al cuerpo. Es por esto que San Pablo dijo, “yo muero diariamente”. Los santos, de hecho, mueren muchas veces al día. En verdad, es así como conquista-mos la muerte y ganaconquista-mos inmortalidad en esta misma vida.

San Juan compara el proceso de elevarse por encima de la conciencia del cuerpo con el subir una escalera secre-ta para encontrarse con el amado. El amante no quiere que nadie sepa que se encuentra con el Amado. En la oscuri-dad y oculto, cuando nadie puede verlo, un amante, a través de la meditación y la concentración, ayudado por la intensi-dad de su deseo, asciende la escalera se-creta elevándose por encima del cuerpo.

Continuamos ahora con las estrofas tres y cuatro del trabajo de San Juan.

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AN JUAN DE LA CRUZ nació en España en 1542. A la edad de veintiu-no entró a la orden de los Carmelitas. Un año después, conoció a Santa Teresa de Ávila cuando ella tenía cerca de cincuen-ta años de edad. Ya era conocida como una gran mística cristiana y estaba en el proceso de establecer dos monasterios de frailes reformados. Convenció a San Juan de dirigir uno de ellos a fi n de reformar a los Carmelitas. El aceptó y ayudó a fundar el primer monasterio de Carmelitas descalzos en España. Bajo su dirección, la orden recobró su espíritu original de austeridad. Por una mala fortuna, su reforma condujo a fricciones en la orden y San Juan fue puesto prisio-nero por sus mismos compañeros en un monasterio de monjes. Fue obligado a usar ropas de pelo de camello y no se le permitió bañarse por dos años. Durante su cautiverio en 1576 y 1577, escribió algo de su más fi na poesía. Más tarde escapó y Santa Teresa le dio refu-gio. Continuó trabajando sin cansancio por la orden de los carmelitas reforma-dos. En los últimos años, se retiró en absoluta soledad. Fue reconocido como uno de los grandes poetas místicos españoles. De hecho es conocido como “el ruiseñor del misticismo cristiano”. Los siguientes versos de San Juan de la Cruz provienen del Ascenso al Monte Carmelo.

En una noche oscura, de ansioso amor infl amado,

Oh suerte feliz, afuera sin ser visto fui. Estando mí casa sosegada.

En tinieblas y en la oscuridad, por la escalera secreta, disfrazado, Oh suerte feliz, en la oscuridad y oculto, estando mi casa en reposo.

En el libro uno del Ascenso al monte Carmelo, San Juan explica lo que quiere decir con la palabra “noche”. Habla de tres niveles de la noche. En el primero, coloca su cuerpo y sentidos en reposo. El alma se eleva por encima de los apegos sensuales. El segundo nivel de la noche se refi ere a la inhabilidad de la mente de entender la verdadera fe. Tal como la no-che es oscura a nuestros ojos, así la fe, es oscura a nuestro intelecto. La mente no la puede comprender debido a que la fe se basa en la intuición y no en la razón. El tercer nivel de la noche se refi ere a la in-habilidad de la mente de comprender la naturaleza infi nita de Dios. La mente es un producto de la región causal. Cuando el alma trasciende ese plano llega a la presencia de Dios. Esta experiencia es indescriptible porque está más allá de la mente y el intelecto. En esa etapa nos absorbemos en Dios y nos llenamos de felicidad y bienaventuranza.

En estos versos San Juan describe la primera etapa de la vida espiritual. Esta es la etapa en la cual el buscador no está satisfecho con sus condiciones mundanas y comienza a preguntarse por Dios. El alma anhelante empieza a entender que las cosas de este mundo no pueden proveerle la felicidad duradera. El buscador comienza a orar al Señor para que lo libere de su desamparada condición. Antes de que podamos andar el sendero de regreso a Dios, debemos retirar la atención del mundo, del cuerpo y los sentidos e invertirnos. Por edades nuestra alma ha estado separada de Dios debido a los apegos mundanos.

Al comienzo, Dios estaba solo. Era un océano de conciencia total. Entonces de-cidió de uno convertirse en muchos. Ese

pensamiento produjo una vibración que resultó en dos cosas: Luz y Sonido. A la Luz y Sonido se les conoce en las diversas religiones como el Verbo, Naam o Shabd. En la Biblia se dice: “En el principio esta-ba el Verbo y el Verbo estaesta-ba con Dios, y el Verbo era Dios”. Este Verbo es mencio-nado en todas las religiones. Es ese Poder Creador el que trajo a la existencia todos los planos de la creación: físico, astral, causal, súper-causal y espiritual. Es también la fuerza que creó la humanidad y otras especies de vida.

Nuestras almas han estado separadas de Dios por edades. Nos hemos iden-tifi cado tanto con el cuerpo y la mente, que se nos olvidó que somos espíritu. El alma, que al inicio se suponía debía controlar la mente y el cuerpo, de hecho, vive bajo su control. La mente es atraída al mundo a través de los cinco sentidos y, mediante ellos, arrastrada a lo externo, a menos que podamos invertir la atención no podemos entrar a nuestro interior. De lo que San Juan habla es de este mismo proceso: debemos retirar la atención de los deseos externos y poner esta casa del cuerpo en reposo. Cuando hacemos esto entramos a los reinos internos o, en la terminología de San Juan, “salimos sin ser vistos”. El buscador tiene un solo deseo, una pasión—encontrar al Ama-do. Este deseo crece dentro del corazón hasta que se convierte en un fuego que consume. El alma se vuelve aún más inquieta por ver al Amado.

Sentado en silenciosa meditación, lejos de los ojos de los demás, el busca-dor enfoca la atención en su interior y comienza el viaje espiritual. El proceso que San Juan describe ha sido enseñado

por los santos, videntes, y místicos de todos los tiempos. Se llama concentra-ción o meditaconcentra-ción. Los Maestros nos enseñan a retirar la atención y a enfo-carla en el asiento del alma en el cuerpo. Este se encuentra ubicado entre y detrás de las cejas. Ellos entonces nos ponen en contacto con la Luz y el Sonido de Dios. En el día de la iniciación recibimos una experiencia de primera mano de estas manifestaciones internas de Dios, que son Luz y Sonido. Con una mayor concentración vemos varias formas de Luz. Esta práctica de meditación en el misticismo se le llama: “morir en vida”. Este proceso de abandonar el cuerpo en la meditación es similar a la experien-cia que tenemos en el momento de la muerte. La única diferencia es que en la muerte, el cordón de plata que conecta el alma con el cuerpo es seccionado. En la meditación, el cordón de plata perma-nece intacto y el alma puede regresar a voluntad al cuerpo. Es por esto que San Pablo dijo, “yo muero diariamente”. Los santos, de hecho, mueren muchas veces al día. En verdad, es así como conquista-mos la muerte y ganaconquista-mos inmortalidad en esta misma vida.

San Juan compara el proceso de elevarse por encima de la conciencia del cuerpo con el subir una escalera secre-ta para encontrarse con el amado. El amante no quiere que nadie sepa que se encuentra con el Amado. En la oscuri-dad y oculto, cuando nadie puede verlo, un amante, a través de la meditación y la concentración, ayudado por la intensi-dad de su deseo, asciende la escalera se-creta elevándose por encima del cuerpo.

Continuamos ahora con las estrofas tres y cuatro del trabajo de San Juan.

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La Luz Guía

En la noche feliz, en secreto, por nadie visto, sin verme, sin otra luz o guía salvo la que en mi corazón ardía. Esa luz me guió con mayor seguridad que la del sol del medio día al lugar donde me estaba esperando, a quien bien yo conocía y donde nadie más que él aparecía.

San Juan se refi ere a la Luz divina que sirve como nuestro guía en la jornada in-terna. La Luz ya arde en nosotros. Paltu Sahib, el santo indio del siglo dieciocho, ha comparado la cabeza humana con un pozo invertido. Ahí se encuentra una lámpara que brilla por siempre. Jesús se refi ere al mismo fenómeno cuando dice, “si tu ojo fuese único, tu cuerpo entero se llenará de luz”. Cuando concentramos la atención en el tercer ojo u ojo único, la oscuridad al comienzo se transforma en puntos de Luz. Estos son remplazados por un cielo estrellado. Con una mayor concentración, vemos la luna interna y después de pasar por ella alcanzamos el sol interno. Referencias a esto se pueden encontrar en los escritos místicos de todas las tradiciones religiosas.

La Luz interna es más brillante que la luz del sol. Es un faro para los viajeros que los guía a regiones cada vez más altas. La Luz nos guía hasta que encon-tramos la forma radiante del Maestro. Esa forma es tan resplandeciente, tan embriagadora, tan encantadora que el alma se pierde en ella. El Maestro a quien concebíamos como nuestro instructor y guía en el mundo, ahora es visto como el guía y amigo infalible que permanecerá con nosotros en nuestro viaje de regreso a Dios. Se convierte en nuestro alfa y omega. §

APRENDAN A MORIR

PARA QUE EMPIECEN A VIVIR Sant Kirpal Singh Ji Maharaj

U

STEDES NO SON EL CUERPO. Son entidades conscientes. Tienen un intelecto, pero son seres conscientes. Por la gracia de Dios han recibido este cuerpo humano que los faculta para regresar a la Morada del Padre. Eso no signifi ca que tengan que dejar el mundo e internarse en la selva. Tienen que per-manecer aquí, pagar sus deudas, tomar parte del juego de dar y recibir y luego, encontrar el camino de regreso a Dios. Las relaciones se originan solo como reacciones del pasado, para que unos y otros paguen sus deudas con amor y no para vivir en la ilusión y el engaño como nos sucede ahora. Pensamos que vamos a vivir aquí para siempre. Esta es la oportunidad dorada que tenemos de encontrar nuestro camino de regreso a Dios. Es con ese fi n que nos hemos uni-do a una u otra escuela de pensamiento. Los distintivos que lucimos de ellas, sólo se relacionan con nuestro cuerpo. Pero acuérdense que tienen el cuerpo

hu-es la sabiduría intelectual, hu-es una luz real que uno ve detrás y en medio de las dos cejas. Si nuestra atención se concentra en este punto en particular podemos ver la luz refulgente de Dios.

Las instrucciones para encontrar este centro a menudo son parte de una tradición oral secreta de los santos y místicos. Los métodos por lo general no son conocidos por las masas, sino por aquellos que exploran con más profun-didad en sus propias religiones y creen-cias para descubrir el lado más místico y esotérico. Las prácticas esotéricas fueron transmitidas de Maestros a discípulos por la tradición oral, y muy poco de ellas fue escrito. Afortunadamente encontra-mos referencias en algunas escrituras, pero cuando la mayoría de la gente las leen, pasan por alto estos detalles, sin comprender que se refi eren a la puerta de entrada al más allá. Alguien que ha conseguido acceso a esta entrada, com-prende el signifi cado de las referencias y nos lo puede explicar. Entonces una vez que hemos entendido lo que signifi can estas escrituras nos damos cuenta de que nos proporcionan un mapa para llegar al mismo portal.

Cómo llegar al portal

El primer paso es saber que existe una puerta de entrada al más allá, ubicada en el tercer ojo u ojo único. ¿Cómo podemos llegar a ese portal? ¿Cómo encontrar ese punto? Los santos y místicos en todas las épocas han enseñado que el sendero hacia ese portal es por medio de la meditación. Tenemos que retirar la atención del mundo y concentrarla en ese centro que condu-ce a los reinos internos. Retirar nuestra atención de afuera y enfocarla adentro. §

SAN JUAN DE LA CRUZ

Sant Darshan Singh Ji Maharaj

Al elevarse por encima de la conciencia del cuerpo, el alma conserva su cone-xión con el cuerpo físico por medio del cordón de plata. Sant Darshan Singh Ji ha escrito, “El cordón de plata es la conexión más delicada del cuerpo físico con los planos superiores. Viene con nosotros cuando recibimos el cuerpo físico, y al fi nal cuando tenemos que dejarlo, se rompe”. El objetivo de la vida, dicen los santos y místicos, es me-ditar, elevarnos por encima del cuerpo físico y cruzar los planos espirituales internos. Sant Kirpal Singh Ji ha dicho: “Todo el propósito de la vida es llegar a estar inmóviles––aislarnos del entorno externo y concentrarnos. En ustedes hay una gran fortaleza; ustedes son los hijos de un León”. En la siguiente lectura, Sant Darshan Singh Ji habla con gran elocuencia sobre la vida de San Juan de la Cruz y cómo, a través de una profunda meditación, este santo Cristiano revela sus experiencias con la Divinidad.

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intacto permitiéndole al alma poder regresar.

La expresión externa del alma es la atención. La atención permanece disper-sa por todo el cuerpo. El alma es la vida del cuerpo. Si un cuerpo carece de alma o si el cordón de plata ha sido cortado, no puede estar vivo. La sede o asiento del alma yace en un punto en medio y detrás de las cejas. Este centro se conoce como el tercer ojo u ojo único. También se le menciona como la décima puerta, sexto chakra, ajna chakra, daswan dwar, tisra til, o monte de la transfi guración. Al concentrarnos en este punto logramos acceso al alma. Este punto es el portal por el cual el alma entra a los reinos espi-rituales internos.

¿Dónde están los reinos internos? Cuando enfocamos del todo nuestra atención en el tercer ojo u ojo único, encontramos los reinos internos. Estas son dimensiones internas que existen simultáneamente con nuestro universo físico. Careciendo de una terminología más precisa, hablamos de interno y externo, regiones superiores e inferiores. Estos reinos son estados de conciencia que no existen en el tiempo y el espacio; sólo nuestro mundo físico se puede medir en términos de tiempo y espacio. La región física, que incluye la tierra, el sol, los planetas y las galaxias coe-xiste al mismo tiempo con las regiones espirituales. Mencionamos el marco de referencia de tiempo y espacio porque esas son las medidas que aplicamos en este universo físico. Pero todas estas regiones desde la física a la espiritual, existen como estados de conciencia. Cuando hablamos de viajar a los reinos

internos o superiores en realidad no estamos viajando a ninguna parte. De hecho, enfocamos nuestra atención en un estado de conciencia o percepción diferente. Por ejemplo, recordemos por un momento cuando estábamos senta-dos escuchando una conversación, de repente nos acordamos de algo que nos sucedió antes y la escena entera de lo que ocurrió en otro tiempo y lugar se repite frente a nuestros ojos. No hemos ido a ninguna parte, pero nuestra ubicación pareciera haber cambiado en el ojo de la mente. Aunque viajar a una región inter-na no es igual a soñar despierto o usar la imaginación, sucede un cambio similar en nuestra percepción por medio de la cual somos conscientes de una región interna. El cuerpo físico permanece sen-tado con los ojos cerrados, pero nuestra alma se vuelve consciente de una región o un lugar diferente.

Hay una anécdota de la vida del san-to Sufí Bulleh Shah que ilustra dónde podemos encontrar las regiones internas. Bulleh Shah acudió a su Maestro Inayat Shah, para pedirle instrucciones de cómo encontrar a Dios. Inayat Shah le respon-dió a su discípulo usando el ejemplo de la jardinería. Dijo: “Así como trasplantamos una planta de un lugar a otro en el jardín, trasplanta tu atención de aquí para allá”. Para encontrar los reinos internos sólo tenemos que trasladar nuestra atención del mundo físico al espiritual. En vez de pensar en el mundo y en el cuerpo, enfocamos la atención en un punto específi co, el tercer ojo u ojo único.

En la Biblia está escrito: “La luz del cuerpo es el ojo, por lo tanto si tu ojo fue-se único todo tu cuerpo fue-se llenará de luz.” (Mateo 6:22) La luz aquí mencionada no

mano y que son entidades conscientes. Su verdadera morada es aquella que es conciencia total. De manera que, para encontrar el camino de regreso a Dios, la primera lección que deben aprender es que ahora viven en un gran engaño y deben salir de él.

Cuando estamos haciendo nuestras prácticas, aún entonces no somos cons-cientes de ellas. Si realizan sus prácticas con exactitud, ustedes se elevarán por encima de la conciencia del cuerpo. Ustedes no son el cuerpo. Empezarán a tener experiencias del Más allá. Tienen que abandonar el cuerpo. Este es un des-tino que le espera a todo el mundo y es una regla sin excepciones. Pero con todo ello, nos asusta la muerte. La muerte es sólo un cambio, tal como el sol que se pone en un lado del horizonte y aparece en el otro. De igual manera, abandona-mos este mundo físico y nos elevaabandona-mos en el Mas allá. Esto es un asunto práctico y si alguien les da una demostración de cómo elevarse por encima de la conciencia del cuerpo, desarróllenlo día a día. Así pues, la muerte no es algo temible. Es un cambio muy amoroso para quienes tienen experiencia del Más allá. Para los otros, es algo terrible, ¿por qué? Por dos razones: La primera, es que no saben cómo abandonar el cuerpo. En el momento de la muerte, tenemos que abandonar el cuerpo. Si ven ustedes a un moribundo, les llamará la atención el dolor que siente en el cuerpo. El retiro del alma del cuerpo, según un Santo Musulmán (los Maestros en sus escritos lo describen de la misma manera), es como introducir un cardo por el recto y sacarlo por la boca. Las escrituras

Hin-dúes nos dicen que el dolor que se siente es como el causado por la picadura de mil escorpiones al mismo tiempo. Es posible que les haya tocado presenciar esto. Por lo general, la agonía de una persona dura bastante. Esta es una de las razones por la que nos asusta la muerte. La otra razón es que no sabemos a qué lugar en el Más allá vamos a ir. Aquellos que vienen al Maestro, reciben una demostración de cómo elevarse por encima de la conciencia del cuerpo, por un instante. Se olvidarán del mundo externo. Su ojo interno se abre y pueden ver el más allá. Ustedes no son el cuerpo. Esta es la primera gran concesión que el Maestro les hace. Esta experiencia sólo se puede lograr con ayuda de un Maes-tro. Una vez que abandonen el cuerpo, empezarán a comprender que todo lo que sucede se lleva a cabo bajo la Volun-tad Divina. El hombre que se convierte en un co-trabajador consciente del Plan Divino, jamás dirá YO hago esto o aquello. Dirá: es Su Voluntad la que se cumple. “Hágase tu voluntad aquí en la tierra como en el Cielo”. El hombre que aprende a morir, que aprende a abando-nar el cuerpo a voluntad, logra la vida eterna y nunca tiene que regresar. Toda la gloria y belleza yacen dentro de uste-des. Los planos astrales son más hermo-sos que el plano físico. El causal es aún más bello, y los planos espirituales que están más arriba, son los más bellos de todos. Quienes tienen experiencia del más allá, naturalmente querrán ir ahí, pero siguen atados. Incluso los Maestros juegan su papel. Ellos quisieran regresar, pero están atados por una orden, deben continuar.

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Este es el ABC que tienen que apren-der en el senapren-dero de la espiritualidad. Tienen que salir del engaño. Las prácti-cas que se les pide realizar a diario son con este objeto ¿Pueden abandonar el cuerpo a voluntad? ¿Pueden pasar al más allá? Alguien debiera estar en el más allá para guiarles y darles una demostración. Aquel que puede hacer esto, es un Santo o Maestro y nunca les abandonará, ni aquí ni en el más allá.

Todos los días reciben alguna lección. Tenemos que aprender esta lección de cómo abandonar el cuerpo, de cómo salir de este gran engaño. Si lo han aprendido, entonces creo que tienen la correcta perspectiva. El ABC empieza donde terminan todas las fi losofías. Esto es un asunto de ver, de elevarse por encima de la conciencia del cuerpo, de experimentarlo por uno mismo. San Plutarco nos dice: “Las almas de aquellos que son iniciados en los Misterios del más allá, tienen la misma experiencia de abandonar el cuerpo, que la que se tiene en el momento de la muerte”. El Maestro les da una demostración. Les guía en el

mundo externo y les guía en el interno. Tener un Maestro viviente es una gran bendición. El Poder Maestro no muere nunca, sino que trabaja en diferentes cuerpos humanos. Nuestro Maestro solía ponernos un ejemplo diciendo que si un bombillo se quema, se pone otro en su lugar, y si éste a su vez se quema, se reemplaza por un tercero. Esa Luz es el Maestro encarnado en el cuerpo huma-no. Nunca muere.

Este es pues, el ABC que deben aprender hoy. Todos vivimos en un tremendo engaño y hay que salir de él. Este no es un asunto de hablar, es un asunto práctico de elevarse por encima de la conciencia del cuerpo. Si se elevan a diario y a voluntad, entonces ¿dónde queda la muerte? No habrá ya más temor a la muerte. Vivirán alegres. Han venido aquí para estar con el Maestro, ¿no es así? ¿Están contentos? Así mismo, tenemos que llegar a los pies de nuestro Maes-tro, del verdadero Maestro en nuestro interior. Este no es un lugar para vivir para siempre, solo hagamos el mejor uso de él. §

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RGENTINA

¿CÓMO ENCONTRAR EL ALMA? ¿D ÓNDE ESTÁN LOS REINOS INTERNOS? ¿CÓMO LLEGAR AL PORTAL?

Sant Rajinder Singh Ji Maharaj

¿

CÓMO PODEMOS ENCONTRAR

EL ALMA? ¿Dónde está el alma en el cuerpo? ¿Cuál es su dimensión y su forma? ¿Dónde debemos buscar para encontrarla? Cuando nos referimos al alma hablamos de sus características. Pero, ¿Existe alguna manera física de describir nuestra alma?

Nuestra alma trasciende la descrip-ción física porque no está hecha de materia. La materia tiene peso y ocupa espacio, pero el alma es espíritu y no es de materia. Como espíritu es invisible, es conciencia. Cuando los médicos diseccionan un cuerpo sólo encuentran materia, no encuentran alma. El alma pertenece a una dimensión en la cual sólo hay Luz y Sonido, pero no la luz y el sonido que conocemos en este mundo. Son una luz y sonido superior, la luz y sonido del universo físico son apenas un refl ejo de ellas. Nosotros como almas tenemos la brillantez de más de 16 soles

externos, pero la luz del alma no es que-mante ni ardiente, es amorosa y tranqui-lizante. Como almas vibramos con una armonía celestial que no podemos oír con nuestros oídos físicos.

El alma está conectada al cuerpo físico por un cordón plateado que es invisible a los ojos. Los santos y mís-ticos se han referido a este cordón. Es una cuerda luminosa que le permite al alma trascender el cuerpo, viajar por los reinos espirituales y regresar. En el momento de la muerte, el cordón de plata es seccionado del cuerpo para que el alma ya no pueda regresar. Du-rante la meditación, al salir el alma del cuerpo, el cordón de plata permanece

E

levándose por

encima de

la conciencia

del cuerpo

Referencias

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