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Fragmentación del recuerdo de una casa

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Academic year: 2020

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Fragmentación

de una casa

del recuerdo

Proyecto de Grado

Andrea Carolina Rodríguez

2014

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En repetidas ocasiones me he preguntado sobre mi fascinación por las cosas viejas, por los objetos que evidencian su trayectoria a través del tiempo, por todas esas cosas que poco a poco se van acumulando en la sala de la casa sobre carpetas de crochet… Si bien aún no encuentro una respuesta concreta, creo que se debe a una nostalgia de un momento de mi vida que recuerdo, aun sin haberlo vivido.

El motor de mi familia siempre ha sido mi abuela, es gracias a ella que el lazo de hermandad entre mi madre y sus hermanos se ha mantenido fuerte hasta el día de hoy, y pese a que nunca la he visto, el recuerdo de su casa es para mí el recuerdo de ella. Para mí, mi abuela es paredes color azul bebe, es un ramo de rosas rojas de plástico dentro de un jarrón de porcelana, es unos zapatos de cerámica pintados a mano y puestos uno al lado del otro sobre el muro de la escalera, es esa muñeca de tela que cubría la licuadora; ella es el baldosín mate color ladrillo mezclado con el cuadriculado blanco y negro con formas amarillas. Para mí, ella es esa casa.

Hoy por hoy la casa no existe, y mi recuerdo de ella es tan sutil como mi recuerdo de la casa. Sin embargo, he intentado rastrearla, a ella y a la casa, pero no siempre se logra encontrar aquello que se busca. Sin embargo, breves recuerdos de ella se me han atravesado por años. Si quiero verla,- a ella, la casa- solo basta con caminar un poco por un barrio popular de la ciudad, aquellos barrios de casas; casas grandes con enrejados en las ventanas, pintadas de colores apastelados o terracotas, de pisos de baldosín de cemento. Esas casas me la recuerdan, pero al igual que ella, desaparecen a raíz de un fenómeno que busca apoderarse de todo terreno que encuentra vulnerable. A ella se la llevó el cáncer; a estas casas se las está llevando el afán de la renovación.

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Estética Interior

de las casas populares

En un principio visitar una casa de paredes color rosa siempre me trae a la me-moria la casa donde creció mi mamá, donde vivió mi abuela. Claro está que no logro recordar si las paredes eran blancas, azules, o rosa (creo que eran azul bebe, al menos en la sala comedor). Sin embargo, ver una pared rosa es verla a ella,

¿por qué?

Yo por mi parte considero que lo que hace que una casa completamente distinta me recuerde su casa es la estética que todas comparten. En una casa popular es común encontrar las paredes pintadas de color pastel, los pisos de cemento, los enchapados hexagonales en los baños, el piso de ladrillo que se debe encerar, las cerámicas de payaso, bailarinas o ángeles que adornan cualquier mesa, chifo-nier, televisor o mueble que se encuentre. En una casa popular nada debe rimar, nada se ve moderno, organizado o a la moda, simplemente se debe ver propio. Según Eduardo Sacriste, “la casa popular es un producto de síntesis y decantac-ión, que responde en cada caso a las particularidades de un sitio y a determinadas circunstancias, con una subordinación absoluta de lo estético a lo funcional”1.

Es decir, en una casa popular no importa si el baldosín vino tinto solo alcanzó para cubrir la mitad de la sala, la otra mitad se puede cubrir con un baldosín verde. Lo importante es que el piso de la sala está completo, que cumpla con su funcionalidad, y si bien hay una noción de estética presente a la hora de adecuar una casa, ésta en repetidas ocasiones se deja de lado, porque esa misma mez-cla encarna lo particular, lo diferente, lo que hace de esa casa un lugar único.

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“Se engalla la casa, en su interior y en su fachada, pero también se engalla el bus de uso público, por parte de su conductor. A este últi-mo se le colocan “gallos” que ambientan y adornan, según los gustos y preferencias personales: se cuelgan llaveros, se pegan calcomanías, refranes populares, o imágenes religiosas. Mientras tanto, la casa se engalla con rombos, estrellas, colores y texturas en fachada, y en su interior, con matas de sábila, fotos familiares o nichos religiosos”.2

Lo anterior, se podría decir que es una forma de pensar que está ligada a una forma de vida, a una división social y económica. Para la cultura popular se podría decir que la casa es un espacio que al igual que los humanos necesita “vestirse”, necesita ser identificado. Una casa no es propia, una casa se hace propia, y lo anterior es algo que está muy presente dentro del imaginario popular. El anterior, es un pun-to que trabaja Hernando Carvajalino, quién se enfoca en las fachadas de las casas para hablar sobre esa misma noción de apropiación de espacios característico de la cultura popular. El autor, haciendo referencia a la noción de engallar la casa, dice:

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Además de la noción de vestir, de engallar la casa, se debe tener en cuenta que por lo general una casa popular se hace, es decir que crece, por tanto no siempre va a ser igual, lo cual también implica cambios en la forma en cómo ésta se ve. Aquí, el enchapado de distin-tos colores vuelve al juego, ya que en ocasiones éste evidencia el proceso que se ha llevado a cabo para poder tener la casa como en esos momentos se observa. En ocasiones, terminar de construir o arreglar un cuarto puede tomar años, ya sea debido a que no se tiene recursos suficientes o a que no ha habido necesidad alguna de terminarlo. “Así la construcción constante de la vivienda se convertirá en un sueño irrealizable en su totalidad, porque no existe la idea de finalización, pero presentará un acercamiento lento hacia lo soñado con cada nuevo ladrillo que se pegue”3.

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Dado que las casas populares fueron, como se describe anteriormente, constru-idas en gran parte por los mismos propietarios, existe un fuerte apego hacia las mismas. Lo anterior, es un punto que influye, una vez más, en la idea de apropi-arse del espacio, de hacerlo único y a gusto. Así pues, una casa jamás será igual a la de al lado, porque así ambas tengan una estructura arquitectónica igual o parecida, los mismos propietarios se encargarán de hacerlas resaltar una por sobre la otra. Sobre este punto, me interesa resaltar la noción de hacer las cosas por sí mismo, de construir, engallar o modificar la casa por sus propios medios, ya que es algo que con el tiempo ha cambiado y ha llevado también a que estas casas vayan desapareciendo ya que al igual que en el campo, no hay relevo generacional. Las generaciones actuales prefieren las casas construidas en serie por empresas urbanizadoras, de pisos de cerámica imitación mármol, brillante, de ese que no hay necesidad de encerar. Entre más parecida es su casa a la del vecino, mejor. Se ha perdido esa noción y ese valor de hacer las cosas por uno mismo, de hacerlas a gusto, y de resaltar entre lo ordinario. Y esto, se podría decir que es un efecto ya sea de la utópica idea de democracia, o simplemente de la globalización:

“Parece que nos moviéramos en un espacio de contornos poco definidos, en un área fronteriza donde los límites suelen no ser precisos y los acon-tecimientos se suceden en forma vertiginosa. Vivir en la “época de la glo-balización”, genera el temor de que se consolide una cultura internacional homogeneizada, tendencia que impediría desarrollar tradiciones e historias locales que siguen siendo reservas de identidad.”

Y es que como bien lo enuncia la cita anterior, el problema no está en dejar de hacer cosas por sí mismo, o de comprar una casa con una estética moderna, el problema está en que a raíz de la globalización las culturas se han hibridado al punto de perder su identidad. Las personas han ido perdiendo conocimientos, muchos de ellos ancestrales. Y aquellas representaciones de cultura popular, como lo es la estética interior de las casas, cada vez se tildan más de Kitsch y se buscan erradicar.

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y Memoria

Cuando pienso en la casa de mi abuela me es imposible recordarla en su totalidad, yo por lo menos la recuerdo a pedacitos, ya que así mismo era su casa, a pedacitos. En cada rincón uno se podía encontrar con un montón de cosas que no se rela-cionaban para nada entre sí, que no “rimaban”, pero que aun así hacían parte de ese todo. A mí, a lo largo de este proceso, me ha llamado la atención esa relación existente entre la estética fragmentada de las casas populares, y la manera en cómo se construye la memoria, a fragmentos.

“La memoria puede jugar a ser fantasía pura o intentar convertirse en frag-mentos de la realidad que se filtra, proponiendo el rescate de un pasado que no sólo busca conocer y dar a conocer sino que intenta reconstruir nuevos imaginarios. Ya sea desde la perspectiva individual o colectiva la memoria se convierte en una manera de conservar, actualizar y también reinventar el pasado.”5

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Anteriormente se habló de cómo la construcción de las casas se da por partes, y se citó a Carvajalino para hacer referencia a cómo esa construcción de la casa se da a lo largo de un proceso que se da durante toda la vida; la casa como el gran proyec-to de vida de una familia. Mi mamá tenía aproximadamente ocho años cuando mis abuelos compraron un casalote en el barrio el Jazmín, o al menos eso recuer-da. El primer piso de la casa, según ella, lo construyeron en aproximadamente tres meses. Diez años después, a sus dieciocho y ya con tres hermanos, construyeron el segundo piso de la casa; al año siguiente, 1982, se hizo la terraza. Yo conocí la casa de tres pisos, y aún hoy recuerdo cómo construyeron el cuarto de san alejo en la terraza. Casi treinta años después, y la casa aún no estaba terminada. Esa casa fue el proyecto de vida de mi abuela, y su vida está impregnada en esas paredes.

“Como el artista, el autoconstructor contempla, con su casa, la obra de su existencia, la revisa en busca de elementos faltantes o sobrantes, percibe la presencia o ausencia de consistencia en el grupo de aspectos constituyentes que logra percibir en cada momento, y se esfuerza por conseguir en lo que tiene a la mano elementos constructivos para completarla; su casa es índice de su existencia, la obra de su vida, su poiesis, que va completando con la experiencia.”6

Recordando, preguntando en mi familia, construyendo la memoria que no tenía, fue que empecé este proyecto. Mi interés principal era poder saber de ella, de mi abuela, de la casa, ya que ambas hacen parte de mi vida y de lo que soy. Muchas historias se desarrollaron en esa casa, la vida de mi mamá y de mi familia transcur-rió en esa casa, y por eso quería conocerla, porque sentía que hacia parte de mí, de mi identidad. Así pues: “repensar el pasado, proyectarlo al presente, fragmentarlo, es un recurso que ha servido como base para el análisis de una identidad que no pretende ser un todo coherente, sino que es el escenario de diversas memorias y proyectos colectivos.”7

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Claro está que hubo un evento en particular que me hizo recordar a mi abuela y su casa, y fue a partir de ese momento que empecé a buscar, por pedazos, por qué me sentía identificada con esa situación en particular, si mi vida, la que sí recuerdo, está tan alejada de ese contexto. Ese evento fue la protesta que algunos habitantes del barrio las Aguas hicieron en Noviembre del 2013 a raíz del proceso de renovación que lidera la Universidad de los Andes. Con ese evento yo hice un acercamiento a la comunidad que alegaba contra un proyecto que buscaba acabar (bajo el lema de progresar) con sus casas, con sus historias, con su memoria. Ese hecho me llevó, en los meses siguientes, a tener un contacto directo con las familias del barrio vecino de la universidad de la cual hago parte. Conocer a estas personas, escucharlas hablar, sentarme en sus salas y cocinas me hacía sentir que estaba con ella, con mi abuela. Incluso, cuando visite a unas vecinas en compañía de mi madre, ella, sin saber lo que yo sentía, me hizo saber que estar en esas casas la hacía pensar en ella, y en su propia vida. Así, fue como empecé a recolectar imágenes, fotos de esas casas. Cada cosa que se me hacía familiar intentaba captu-rarla, para poder construir poco a poco esos recuerdos de mi propia vida, que veía reflejados en los de aquellas familias.

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En medio de esa constante recolección de imágenes, e imaginarios, hubo dos aspectos que me llamaron la atención: las paredes y los pisos. Esos dos elementos de la casa, evidenciaban, como ningún otro objeto, el paso del tiempo, la historia del lugar, pero lo más importante es que esos elementos generaban una conex-ión directa, un lazo estrecho, entre el lugar mismo y ese lugar inherente de mi pensamiento. Claro está que más allá de encontrar un vínculo con el material, trabajarlo me permitía explorar no sólo ese gusto intrínseco, sino que además me llevaba a cuestionar el olvido en el cual había sucumbido esa estética popular; en palabras de Ivonne Pini:

“La exploración de los artistas no se da sólo sobre el enfoque temático sino también en el uso de los materiales, siendo frecuente la utilización de ele-mentos extraídos de la cotidianidad, de la cultura material, de sus usos y costumbres. Y en la recuperación de recursos válidos para crear no hay repre-sentaciones inocentes del pasado, sino una necesidad de escudriñarlo desde perspectivas muy diversas.”8

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Esa necesidad de escudriñar el pasado, a la cual se refiere la autora en la cita ante-rior, se podría definir en mi caso como ese afán de reconstruir memoria, no sólo personal sino también colectiva, para devolverle así la trascendencia a aquellos objetos y espacios que no tienen un valor monetario, en el marco del proceso de renovación de ciudad, pero que son aún más importantes a la hora de preservar una identidad cultural propia de ésta.

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La gentrificación

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El Plan Parcial de Renovación Urbana “Triángulo de Fenicia” es un proyecto de iniciativa privada, liderado por la Universidad de los Andes, que busca hacer una intervención urbanística para transformar el centro de Bogotá, o más bien el en-torno cercano a dicha universidad. Este proyecto, que hace parte del Plan de Orde-namiento Territorial (POT), es uno de los once planes de renovación que se tienen aprobados para la ciudad; además Progresa Fenicia está pensado para ser el programa piloto de todos estos procesos de renovación. Así pues, se podría decir que lo que pase con Fenicia será muestra de lo que está por suceder a grandes rasgos en Bogotá. Como todo plan de renovación, el fin de este proyecto es transformar la zona para dar paso a la construcción de grandes edificaciones con las cuales se incremente el valor y rentabilidad del suelo. En palabras de la Secretaría de Planeación Distrital: Es aquel que busca la transformación de zonas desarrol-ladas de la ciudad que tienen condiciones de subutilización de las estructuras físicas existentes, para aprovechar al máximo su potencial de desarrollo (Art. 373, Decreto 190 de 2004 - Compilación POT). Sin embargo, lo que no se ve a primera vista, y claramente no expone la secretaría de planeación, es que:

“Los planes de renovación urbana del centro de la ciudad atienden a in-tereses económicos y políticos concretos, que desconocen que aquellos espacios que pretenden renovar a través de procesos de destrucción crea-tiva, tienen una historia viva expresada en sus habitantes tradicionales, quienes en condiciones más o menos favorables han tejido sus histori-as de vida en torno a lugares de los cuales se resisten a ser despojados.”9

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No obstante, y al ser un proyecto desarrollado de manera unidireccional, en donde se ve desde afuera el problema y desde allí se plantea la solución, no logra satisfacer las verdaderas necesidades de la población actual, que se verá forzada a desplazarse debido a que muy probablemente no logrará adaptar su estilo de vida al estilo propuesto por el proyecto. Inclusive, no más la presen-cia y el crecimiento del número de estudiantes de la universidad, ha llevado a que poco a poco el barrio se vaya acabando y las familias se vayan despla-zando hacia otros barrios de la ciudad. Cada vez hay menos casas y más par-queaderos, fotocopiadoras, tiendas y restaurantes. Y es precisamente en ese punto en el que evidenciar la gentrificación es inevitable, si se entiende que:

“la ‘gentrificación’ es reconocida como el desplazamiento paulatino de grupos de altos ingresos a un espacio central urbano deteriorado, con la intención de mejorar sus condiciones físicas, sociales y económicas; lo que, en paralelo, desencadena impactos urbanísticos, como la salida de la población residente de bajos ingresos, y el surgimiento de problemáticas de segregación social.”10

Ahora bien, más allá de entender la renovación urbana como un proceso de gentrificación, me interesa resaltar cómo ambos conceptos potencializan el olvido de formas de pensar, de costumbres, de dinámicas de vida y de expre-siones culturales. Al derrumbar una casa no solo se pierden los muros, con el-los también se desvanecen miles de historias que estaban resguardadas en las paredes, se pierde una estética propia. La manera en cómo las familias solían relacionarse con su casa, con su hogar, es algo que culturalmente se perdió.

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Cuando se inicia un plan de renovación urbana, la forma como lucen las casas, la dinámica de vida que llevan esas familias, los recuerdos o apegos que estas puedan llegar a tener por el lugar, no son tenidos en cuenta. Es precisamente en ese punto, en donde se dejan de lado los valores intrínsecos de los espacios, que se da lugar al olvido. Análogamente, renovar un barrio implica que las casas que ocupan dicho territo-rio deban ser destruidas para dar paso a la construcción de nuevas edificaciones. Por tanto dentro del proceso de renovación, está implícito el desplazamiento de población, ya que al derrumbar las viviendas de dichos habitantes, estos inevita-blemente se tendrán que mover. Sin embargo, es necesario aclarar que Progresa Fenicia tiene dentro de sus objetivos la intención de disminuir ese índice de desplazamiento, al vincular a las familias dándoles viviendas de reemplazo en el mismo sector. Lo anterior, se escucha como una solución apropiada teniendo en cuenta que anteriormente las únicas soluciones ante la renovación eran la venta o la expropiación.

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“Su casa, la casa, esas casas,

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“Su casa, la casa, esas casas,

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Fragmentación

de una casa

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Mi proyecto de grado, como se ha sugerido anteriormente, surge de un pro-ceso de recolección de recuerdos, de imaginarios, y de componentes propios de una estética de vivienda popular; estética que hoy por hoy se ve amenaza-da no solo por fenómenos como la globalización, sino por procesos como la renovación urbana de la ciudad. Así pues, y a partir de lo encontrado, decidí centrarme en un elemento específico de la estética de las casas populares, que desde mi perspectiva, funciona como primer o iniciador de recuerdos. Por tan-to, el elemento que decidí trabajar fue el material de enchape (tableta hexag-onal, tableta de 11x11cm, baldosín de cemento, y azulejo de 3x3cm) utiliza-do en las casas antiguas construidas entre 1950 y 1980 aproximadamente. La obra como tal, consiste en una instalación a partir de material de enchape, que he venido recolectando desde hace aproximadamente ocho meses. El material proviene de distintos lugares, y tiene de igual manera historias distintas; lo fui rec-ogiendo, al igual que mis recuerdos, por partes. Lo anterior me es de gran interés ya que como se ha anunciado anteriormente en el texto, la idea de fragmento es primordial en este proyecto, y la búsqueda inicial que realicé de mi propio pasado se asemeja de igual forma a la manera como realicé la búsqueda de este objeto. Para concluir, con mí proyecto de grado busco de cierto modo activar aquel-la nostalgia de todo tiempo pasado, quiero decantar en un mismo espa-cio diversas historias de vida, historias que posiblemente se verán afec-tadas por un proceso que desde la modernidad nos apremia: el afán por lo nuevo, las ansias de cambio. Busco además retratarla a ella, mi abue-la, quien es para mí sinónimo de una estética, sinónimo de una casa.

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Referencias Bibliográficas

1.Eduardo Sacriste. La casa popular. Pág. 1.

2. Hernando Carvajalino. Estética de lo popular: Los engalles de la casa. Pág. 7. 3. Hernando Carvajalino. Estética de lo popular: Los engalles de la casa. Pág. 3. 4.Ivonne Pini. Fragmentos de memoria Pág. 11.

5. Ivonne Pini. Fragmentos de memoria, Pág 13.

6. Ricardo Toledo Catellanos. Resistencias y esperanza: fuerzas que fundan un

hogar. Pág. 40.

7. Ivonne Pini. Fragmentos de memoria. Pág.14. 8. Ivonne Pini. Fragmentos de memoria. Pág.83.

9. Johanna Saldarriaga y Jennifer Cruz. Gentrificación vs. Derecho a la ciudad,

Pág. 2.

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Carvajalino, Hernando. “Estética de lo popular: Los engalles de la casa.” Serie

Ciudad y Hábitat No. 11 (2004): 103-123.

Cruz, Jennifer, y Johanna Saldarriaga. “Gentrificación vs. Derecho a la ciudad en el centro histórico de Bogotá. Del Proyecto Ministerios al POT de 2013.” Documento presentado en el XIII Coloquio Internacional de Geocrítica: El control

del espacio y los espacios de control, Barcelona, 5-10 de Mayo, 2014.

González, Amparo de Urbina. “El Centro Histórico de Bogotá “de puertas para adentro”: ¿el deterioro del patrimonio al servicio de la gentrificación?”

Cuader-nos de Vivienda y Urbanismo Vol. 5, No. 9 (enero-junio 2012): 46-69.

Manrique Gómez, Adrian Smith. “Gentrificación de La Candelaria: reconfigura-ciones de lugar de residencia y consumo de grupos de altos ingresos.” Cuadernos

de Geografía - Revista Colombiana de Geografía Vol. 22, No. 2 (julio-diciembre

2013): 211- 234.

Pini, Ivonne. Fragmentos de Memoria: los artistas latinoamericanos piensan el

pasa-do. Bogotá: Ediciones Uniandes-Universidad Nacional de Colombia, 2001.

Sacriste, Eduardo. “La casa popular.” En Casas y Templos Vol. 13 Serie Ediciones Previas. Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires, 1990.

Toledo Castellanos, Ricardo. “Resistencia y esperanza, fuerzas que fundan un hogar.” Cuadernos de Música, Artes Visuales y Artes Escénicas Vol.8, No.2 (Julio - Diciembre de 2013): 17-48.

Referencias

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