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La Formacion de La Tierra Media - J. R. R. Tolkien

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Academic year: 2021

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Los textos de Tolkien incluidos en este volumen han sido titulados «La Formación de la Tierra Media» porque en ellos la estructura cronológica y geográfica de las leyendas de la Tierra Media y Valinor adquiere una nueva dimensión. El hasta ahora desconocido «Ambarkanta» o «Forma del Mundo» es una descripción de la naturaleza del Universo imaginado y está acompañado por diagramas y mapas del mundo antes y después de los cataclismos de la Guerra de los Dioses y la caída de Númenor.

Se reproduce también el primer mapa de Beleriand. Los «Anales de Valinor» y los «Anales de Beleriand» incluyen la cronología de la Primera Edad junto con las traducciones de Ælfwine, el inglés que viajó al noroeste y arribó a Eressëa, la Isla Solitaria. El libro reproduce además «El Silmarillion» original, escrito en 1926, y el «Quenta Noldorinwa» de 1930, la única versión completa de los mitos y las leyendas de la Primera Edad que Tolkien llegó a completar.

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J. R. R. Tolkien La formación de la Tierra Media

El Quenta, El Ambarkanta, Los Anales, El primer «Silmarillion» y El primer mapa

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NOTA DEL EDITOR DIG ITAL

El texto im preso que ha servido de base para la elaboración de la presente edición digital presenta una estructura com plej a que, en ciertos aspectos, dificulta su adaptación al form ato digital. En los párrafos siguientes se expone el criterio que se ha seguido en lo relativo a la edición, así com o las diferencias que el lector se va a encontrar en relación al libro im preso.

Paginación: Existen m últiples referencias a páginas de este libro y de otros libros de la Historia de la Tierra Media, tanto en el texto com o en el Índice final. Para aj ustar esta edición digital a la paginación del libro en papel y poder así localizar fácilm ente la página de referencia se ha optado por señalar el com ienzo de cada página m ediante su núm ero entre corchetes y en color gris. Si existe un punto y aparte, la m arca está a veces situada al final del párrafo de la página anterior para evitar incluirlo en el com ienzo de línea.

Esto perm ite m antener el Índice final, con im portante inform ación sobre los nom bres utilizados y sus variantes, m ientras otras ediciones digitales sim plem ente suprim en los Índices de nom bres.

Tamaño de fuente: En las secciones donde se alternan textos originales con textos de Christopher, según criterio de este últim o su aportación « aparece en letra m ás pequeña y se puede distinguir con facilidad» . Se ha m antenido así en esta edición. En las secciones Comentario o aquéllas en donde hay exclusivam ente texto de Christopher en letra pequeña, se ha m odificado a tam año norm al.

Las Notas correlativas (notas de Christopher y notas con com entarios del m ism o al texto) se encuentran en el original con num eración correlativa por secciones al final de las m ism as y com enzando cada una en 1. Se ha sustituido por num eración continuada al final del libro. Las referencias a un núm ero de nota dentro del texto, se han corregido a la num eración m odificada.

Las Notas no correlativas (num eración con referencia a versos de poem as) se encuentran igualm ente al final de la sección y se han m antenido com o en el original.

Inglés Antiguo o léxico élfico: Tolkien utiliza caracteres especiales en algunas palabras. Por com patibilidad con los lectores que no los reconocen se ha incorporado una fuente incrustada que sim ula dichos caracteres. Esta fuente es sim ilar a Tim es New Rom an, por lo que se recom ienda usar una fuente serif en el lector para evitar diferencias entre letras.

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para evitar que al aum entar el tam año de letra del lector el texto salte de página, se corte o se salga de pantalla.

Las láminas en color del « Prim er m apa del Silm arillion» se encuentran descolocadas (quizá por el tipo de papel), en alguna edición en la prim era y últim a página del libro y en otras j untas pero fuera de contexto. En esta edición se han colocado en la parte del texto con la que están relacionadas.

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J. R. R. TOLKIEN

Historia de la Tierra Media

La formación de la Tierra Media

El Quenta, El Ambarkanta, Los Anales, El primer «Silmarillion» y El primer mapa

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Edición de Christopher Tolkien

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TENG WARS DE PORTADA Texto inglés

Herein are the Qenta Noldorinwa the history of the Gnom es; the Am bar-kanta or shape of the world by Rúm il; the annals of Valinor and

annals of Beleriand by Pengolod the wise of Gondolin; with m aps of the world in the Elder Day s and translations m ade by Æ lfwine the Mariner of England into the tongue of his own land

Texto español

En este docum ento están el Qenta Noldorinwa la historia de los Gnom os; el Am

bar-kanta o la form a del m undo por Rúm il; los anales de Valinor y

anales de Beleriand por Pengolod el sabio de Gondolin; con los m apas del m undo en los Días Antiguos y traducciones hechas por Æ lfwine el Marino de Inglaterra en la lengua de su propia tierra

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PREFACIO [7]

Este libro sitúa la « Historia de la Tierra Media» en algún punto de los años treinta: el trabaj o cosm ográfico Ambarkanta y los prim eros Anales de Valinor y los Anales de Beleriand, aunque son posteriores al Quenta Noldorinwa —la versión del « Silm arillion» escrita, según creo, en 1930—, no pueden fecharse con m ás precisión.

Ésta es la etapa a la que m i padre había llegado cuando escribió El Hobbit. La com paración del Quenta con El Silmarillion publicado m ostrará que el carácter esencial de la obra y a se había alcanzado com pletam ente; en la form a y declinación de las frases, incluso en pasaj es enteros, uno constantem ente resuena en el otro; y, sin em bargo, El Silmarillion publicado es unas tres o cuatro veces m ás extenso.

Después del apresurado « Esbozo de la Mitología» (capítulo II de este libro), el Quenta Noldorinwa fue, de hecho, la única versión com pleta de « El Silm arillion» que m i padre realizara j am ás. Hacia finales de 1937, él interrum pió su trabaj o en una nueva versión, Quenta Silmarillion, que se extendía hasta parte de la historia de Túrin Turam bar, y com enzó El Señor de los Anillos (véase Las Baladas de Beleriand, pp. 417-420). Cuando después de m uchos años volvió a la Prim era Edad, la vasta extensión del m undo que ahora había cobrado vida significaba que el Quenta Silmarillion, detenido en pleno vuelo, no se podía retom ar desde donde había caído; y aunque acom etió revisiones excesivam ente com plej as y am pliaciones de las prim eras partes durante los años siguientes, nunca m ás volvió a conseguir una estructura com pleta y coherente. Sobre todo en los capítulos finales, el Quenta Noldorinwa es uno de los elem entos fundam entales en el estudio de la obra com o una totalidad.

En los Anales de Valinor y los Anales de Beleriand se ven los com ienzos de la estructura cronológica que se convertiría en una preocupación central. Los Anales se desarrollarían en una « tradición» separada, paralelos y superponiéndose a « El Silm arillion» propiam ente dicho, aunque distintos de éste, y, después de versiones interm edias, em ergerían en los años posteriores a la finalización de El Señor de los Anillos en dos trabaj os principales sobre la Cuestión de la Tierra Media: los Anales de Aman y los Anales Grises de Beleriand (véase pp. 305, 340). [8] Con el Quenta y con estas prim eras versiones de los Anales, doy los breves textos en anglosaj ón atribuidos a Æ lfwine (Eriol) de los trabaj os que él estudió en Tol Eressëa, la Isla Solitaria.

Los com entarios pretenden ante todo relacionar la geografía, nom bres, acontecim ientos, afinidades y m otivos con los anteriores y posteriores; de form a inevitable, esto ocasiona una gran cantidad de referencias a los libros previos, y

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el texto de los com entarios no resulta m uy interesante (aunque aparece en letra m ás pequeña y se puede distinguir con facilidad de los textos originales). Mi obj etivo es el de intentar m ostrar, y no sólo de m odo im presionista, la progresiva y delicada construcción de la Tierra Media y su historia, así com o la larga serie de pequeños cam bios o com binaciones que a m enudo darían lugar a la aparición de estructuras nuevas e im previstas, com o por ej em plo en la historia de Gwindor de Nargothrond (p. 212).

La disposición de los textos del « Esbozo de la Mitología» y del Quenta, partidos en secciones num eradas com parables de un texto a otro, se explica en la p. 18. Las referencias a los volúm enes anteriores de la serie son: I (El libro de los Cuentos Perdidos, Primera parte), II (El Libro de los Cuentos Perdidos, Segunda parte), y III (Las Baladas de Beleriand).

Los m apas y diagram as de este libro se han reproducido con perm iso de la Bodleian Library de Oxford, y doy las gracias al personal del Departam ento de Manuscritos Occidentales de la Bodleian por su ay uda.

El quinto volum en contendrá la historia inconclusa de m i padre de « viaj e en el tiem po» , El Camino Perdido, j unto con las prim eras form as de la ley enda de Núm enor, que estaban relacionadas m uy de cerca con ésta; los Lhammas o la Relación de Lenguas, Etimologías, y todos los escritos sobre la Prim era Edad hasta el m om ento en que em pezó El Señor de los Anillos.

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I

FRAG MENTOS EN PROSA POSTERIORES A LOS CUENTOS PERDIDOS [9]

Antes de dar el « Esbozo de la Mitología» , la prim era form a de la prosa « Silm arillion» , existen ciertos textos breves en prosa que pueden recogerse aquí de m anera conveniente.

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Entre papeles sueltos hay una pieza tem prana, abandonada pronto, con el título Turlin y los Exiliados de Gondolin. Se verá que está m uy relacionada con el com ienzo del cuento La Caída de Gondolin (II. 191) pero, al m ism o tiem po, contiene m uchas cosas nuevas. Que era el principio de una versión posterior del cuento queda claro en el acto por el nom bre Mithrim, pues éste sólo sustituy ó a Asgan por corrección en el texto definitivo de La Caída de Gondolin (II. 257). Este breve texto se lee com o sigue. En las tres prim eras apariciones del nom bre Turlin en el relato (pero no en el título) se corrigió por Turgon; en la cuarta y quinta se escribió Turgon desde el principio. Yo pongo Turgon en toda la narración.

—Entonces —dij o Ilfiniol, hij o de Bronweg—, sabed que Ulm o, Señor de las Aguas, j am ás olvidó los pesares de los linaj es élficos baj o el poder de Melko, m as poco podía hacer debido a la cólera de los otros Dioses que cerraron sus corazones a la raza de los Gnom os, y m oraban detrás de las colinas veladas de Valinor, aj enos al Mundo Exterior, tan profundo era su dolor y pesadum bre por la m uerte de los Dos Árboles. Y que ninguno a excepción de Ulm o tem ía el poder de Melko que provocó la ruina y el dolor sobre toda la Tierra; pero Ulm o deseaba que Valinor agrupara todas sus fuerzas para apagar su m al antes de que fuera dem asiado tarde, y creía que los dos obj etivos quizá se pudieran alcanzar si m ensaj eros de los Gnom os fueran a Valinor y suplicaran el perdón y la piedad para la Tierra, pues el am or de Palúrien y Orom ë, su hij o, por esos am plios reinos [10] dorm itaba inm óvil. Sin em bargo, duro y m aligno era el cam ino desde la Tierra Exterior a Valinor, y los propios Dioses habían enredado las rutas con m agia y velado las colinas circundantes. Por lo tanto, Ulm o buscó incesantem ente despertar a los Gnom os para que enviaran m ensaj eros a Valinor, pero Melko era astuto y de m uy profunda sabiduría, e inagotable su cautela en todas las cosas concernientes a los linaj es de los Elfos, y los m ensaj eros no superaron los peligros y tentaciones de aquel m ás largo y m aligno de todos los cam inos, y m uchos de los que se atrevieron a partir se perdieron para siem pre.

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Ahora bien, la historia cuenta cóm o Ulm o desesperó de que alguno de la raza élfica superara los peligros del cam ino, y el m ás profundo y últim o plan que entonces trazó, y de aquello que resultó de él.

En aquellos días, la m ay or parte de los linaj es de los Hom bres m oraba, después de la Batalla de las Lágrim as Innum erables, en esa tierra del norte que tiene m uchos nom bres, pero que los Elfos de Kôr han bautizado Hisilóm ë, que es la Niebla del Crepúsculo, y los Gnom os, que del linaj e de los Elfos es el que m ej or la conoce, Dor-Lóm in, la Tierra de las Som bras. Un pueblo poderoso en núm ero había allí, m orando alrededor de las anchas y pálidas aguas del Mithrim , el gran lago que hay en aquellas regiones, y otros pueblos los llam aban Tunglin o pueblo del Arpa, pues su alegría estaba en la m úsica salvaj e y en cantar a los páram os y tierras boscosas, m as no conocían el m ar y no cantaban sobre él. Ahora bien, aquel pueblo llegó dem asiado tarde al lugar de la terrible batalla, pues habían sido llam ados desde lej os, y no albergaban ningún sentim iento de traición contra los pueblos de los Elfos; pero en verdad m uchos de ellos m antenían la am istad con los Gnom os ocultos de las m ontañas y los Elfos Oscuros que aún pudiera existir a pesar del dolor y desconfianza debidos a los ruinosos actos en el Valle de Ninniach. Turgon era un hom bre de aquel pueblo, hij o de Peleg, hij o de Indor, hij o de [Ear >] Fengel, que era su j efe, y al escuchar las llam adas, había salido de las profundidades del Este con todo su pueblo. Pero Turgon no m oraba m ucho con su linaj e y am aba m ás bien la soledad y la am istad de los Elfos, cuy as lenguas él conocía, y vagaba solo por las extensas costas del Mithrim , ora cazando en los bosques, ora creando m úsica entre las [11] rocas con su tosca arpa encordada con tendones de osos. Mas él no cantaba para los oídos de los Hom bres, y m uchos al oír el poder de sus rudas canciones venían desde lej os para escuchar el sonido de su arpa; [? pero] Turgon dej ó de cantar y partió a lugares solitarios en las m ontañas.

Muchas cosas extrañas aprendió allí, noticias incom pletas de cosas lej anas, y en él creció el anhelo de un saber m ás profundo, m as su corazón aún no se apartaba de las extensas costas y de las pálidas aguas del Mithrim entre la niebla. Sin em bargo, no era su destino m orar para siem pre en aquellos lugares, pues se dice que la m agia y el destino le conduj eron un día a una abertura cavernosa entre las rocas baj o las cuales un río oculto fluía del Mithrim . Y Turgon entró en aquella cueva buscando aprender su secreto, m as al haber entrado en las aguas del Mithrim éstas lo arrastraron hacia el corazón de la roca y él no pudo retornar a la luz. Estos hom bres han dicho que ello era voluntad de Ulm o, ante cuy a sugerencia los Gnom os habían abierto ese cam ino profundo y oculto. Luego los Gnom os fueron a ver a Turgon y lo guiaron por los oscuros pasaj es entre las m ontañas hasta que una vez m ás salió a la luz.

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continúan con otro tem a, véase (ii) abaj o).

Turlin debió de ser un cam bio pasaj ero de Tuor (cf. la form a Tûr que aparece en los textos de La Caída de Gondolin, II. 190), y tam bién Turgon; en el Cuento, Turgon es, por supuesto, el nom bre del Rey de Gondolin. Esta curiosa transferencia pasaj era de un nom bre prim ordial en las ley endas se puede com parar con la breve sustitución de Celegorn por Thingol y de Maglor por Beren en la Balada de Leithian (III. 187).

Particularm ente interesante resulta aquí la narración de los orígenes del pueblo de Tuor: salieron del Este para ir a la Batalla de las Lágrim as Innum erables, pero arribaron dem asiado tarde. Esto no puede estar del todo desconectado con la llegada de los Orientales antes de la batalla en la historia posterior. La genealogía de Tuor (Turlin, Turgon) aquí es « hij o de Peleg, hij o de Indor, hij o de Fengel» . En La Caída de Gondolin es « hij o de Peleg, hij o de Idor» (II. 105); en el fragm ento de la Balada de la Caída de Gondolin él es hij o de Fengel, y en notas relacionadas el m ism o Tuor es llam ado Fengel (III. 172). Aquí su gente son los Tunglin, el pueblo del Arpa, m ientras que en La Caída de Gondolin (ibid.) pertenece a « la Casa del Cisne de los hij os de los Hom bres del Norte» . [12]

Tam bién digno de atención es el com ienzo del presente texto, donde se describen los deseos y planes de Ulm o: sus incesantes intentos por convencer a los Gnom os para que m anden m ensaj eros a Valinor, su aislam iento de los otros Valar, su deseo de que el poder de Valinor m arche contra Melko a tiem po. No parece haber ninguna otra m ención del intento de Ulm o por anim ar a los Gnom os a enviar m ensaj es a Valinor; y aunque su aislam iento en su com pasión por los Gnom os de las Grandes Tierras aparece con fuerza al principio del cuento de El Ocultamiento de Valinor (I. 257), en él Manwë y Varda, j unto con Ulm o, se oponían a la retirada de Valinor del destino « del m undo» .

Por últim o, « el Valle de Niniach» debe de ser el em plazam iento de la Batalla de las Lágrim as Innum erables; cf. « el Valle de las Aguas Lloradas» en los esbozos para El Cuento de Gilfanon (I. 295). Niniach no vuelve a aparecer en esta aplicación, aunque el cam ino por el que Tuor baj ó al m ar llegó a ser llam ado Cirith Ninniach, la Grieta del Arco Iris.

(ii)

El m anuscrito Turlin y los Exiliados de Gondolin continúa (el papel y la escritura son idénticos, y estaban en el m ism o sitio) con un texto ulterior de gran interés, y a que representa el prim er paso hacia la historia posterior de la llegada de los Noldor a la Tierra Media desde los esbozos de El Cuento de Gilfanon (I. 291 ss.).

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Fue escrito apresuradam ente a lápiz y en algunos lugares resulta difícil de descifrar.

Entonces Gelm ir, rey de los Gnom os, form ó a su desconsolado pueblo y le dij o:

—Al fin hem os llegado a las Grandes Tierras y hem os puesto nuestros pies sobre la Tierra, y ni siquiera la sabiduría de los Elfos puede decir todavía qué resultará de ello; m as el torm ento y el dolor y las lágrim as que hem os soportado en nuestro cam ino hasta aquí serán, desde este m om ento, cantados y narrados por todos los pueblos de los Elfos, sí, e incluso entre otros hij os de Ior algunos lo recordarán.

Mucho tiem po el pueblo de los Gnom os m oró cerca de aquellas costas occidentales en las regiones norteñas de la Tierra; y su angustia se vio m itigada. Algunos hubo entre ellos que viaj aron lej os y obtuvieron conocim iento de las tierras de alrededor, y siem pre buscaron descubrir si Melko había huido o dónde estaban escondidas las gem as y el tesoro de Valinor. [13] [Tachado]. Entonces Gelm ir agrupó a sus huestes y tres grandes ej ércitos tuvo, y Golfin, su hij o, fue capitán de uno, y Delin, su hij o, de un segundo, [Oleg >] Lúthien, su hij o, del tercero, pero Gelm ir era señor y rey.] De allí en adelante, todo el pueblo avanzó hacia el Este y algo al Sur, y todos los ej ércitos de Golfín y de Delin m archaron libres de trabas. Entonces el hielo se derritió, y la nieve [? raleó], y los árboles se hicieron m ás densos en las colinas, y sus corazones conocieron el consuelo, hasta que sus arpas y flautas élficas volvieron a despertar. Entonces, las rocas repicaron con la dulce m úsica de los Elfos, e incontables [? llegadas] de sus m uchos pies; nuevas flores nacieron detrás de aquellos ej ércitos m ientras m archaban, pues la tierra estaba contenta por la llegada de los Gnom os, y ni el sol ni la blanca luna habían visto antes cosas m ás herm osas en aquellos lugares que su cam po en m ovim iento de lanzas centelleantes y sus arm aduras élficas trabaj adas en oro. Y las m uj eres y las doncellas y los hij os de los Gnom os cantaban m ientras viaj aban siguiéndolos, y desde entonces la tierra no ha vuelto a oír j am ás una canción tan clara de esperanza; sin em bargo, era triste y agorero aparte de aquella canción lo que se oía sobre [Kôr >] la colina de Tûn m ientras los Dos Árboles aún florecían.

De todos los exploradores y huestes dispersas que avanzaban m uy por delante o a am bos flancos de los Gnom os, nadie estaba m ás ansioso o ardía con m ay or fuego que Fëanor, el forj ador de j oy as, y sus siete hij os; m as nada habían descubierto aún, y por fin los Gnom os llegaron a aquella m ágica tierra del norte de la que los relatos hablan a m enudo, y debido a sus bosques oscuros y m ontañas grises y profundas nieblas, los Gnom os la llam aron Dor Lóm in, la tierra de las som bras. Allí se extiende un lago, el Mithrim , cuy as poderosas aguas reflej an una pálida im agen de las colinas circundantes. Aquí los Gnom os

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volvieron a descansar durante largo tiem po, y Gelm ir perm itió que se construy eran m oradas para el pueblo j unto a las costas y bosques cercanos a la orilla, pero tam bién allí contó y agrupó a todas sus huestes, tanto lanceros, arqueros com o espadachines, pues los Gnom os traj eron no pocas arm as de Valinor y las arm erías de Makar a su guerra con Melko. Y baj o su m ando Gelm ir tenía tres grandes ej ércitos, y Golfín, su hij o, era capitán de uno, y Delin, su hij o, de otro, y Lúthien (no el Lúthien de las [14] Rosas, que pertenece a otro cuento posterior) de un tercero; y el poderío de Golfín se hallaba en los espadachines, y Delin tenía m ás portadores de largas . . . . lanzas élficas, pero la alegría de Lúthien se hallaba en el núm ero y . . . .de sus arqueros; y el arco siem pre había sido el arm a con la que el pueblo de los Elfos exhibiera su habilidad m ás m aravillosa. Entonces los colores de los Gnom os eran el oro y el blanco en aquellos días antiguos, en honor de los Dos Arboles, pero el estandarte de Gelm ir llevaba una corona de oro sobre un cam po plateado, y cada capitán tenía una herm osa bandera; y en aquellos días el em blem a de Golfín era una espada de plata sobre oro, y el de Delin una hoj a verde de hay a sobre plata adornada con flores doradas, y el de Lúthien una golondrina de oro que volaba sobre un cam po azur com o si fuera el cielo engarzado con estrellas de plata, y los hij os de Fëanor labraron ese estandarte y esas banderas, y brillaban a la luz del sol y con la niebla y a la luz de la luna y en la oscuridad sin estrellas por la luz de las gem as trabaj adas por los Gnom os que las habían cosido [sic].

Y sucedió que después de un tiem po Fëanor fue m ás allá de las colinas que rodean Dor Lóm in en aquellas regiones [al norte de >] detrás de Artanor, donde había tierras abiertas y vacías y colinas sin árboles, e iba con una gran com pañía y tres de sus hij os m archaban con él. Así un día próxim o al anochecer llegaron a la cim a de una colina, y a lo lej os divisaron una luz roj a que se agitaba en un valle abierto del lado que daba hacia [? ellos]. Entonces Fëanor se preguntó qué podía ser ese fuego, y él y su pueblo m archaron velozm ente en la noche quieta en aquella dirección, de m odo que antes del am anecer se encontraron contem plando el valle. Allí vieron una com pañía arm ada tan num erosa com o la suy a que se hallaba sentada alrededor de una poderosa hoguera. La m ay oría estaba durm iendo, pero unos pocos despertaron, y entonces Fëanor se irguió y habló con su voz clara de form a que el oscuro valle resonó:

—¿Quiénes sois, hom bres de los Gnom os u otros que . . . .? Decidlo pronto, pues es m ej or para [vosotros] saber que los hij os de Fëanor os tienen rodeados.

Entonces brotó un gran clam or en el valle y todo el pueblo de Fëanor descubrió pronto que no era ningún pueblo álfico por sus voces roncas y desagradables gritos, y m uchas flechas [15] surcaron el aire en la oscuridad hacia aquella voz, pero Fëanor y a no se encontraba allí. Rápidam ente había partido y conducido a la m ay oría de su pueblo ante la entrada del valle donde m anaba un arroy o.

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Aquí el texto term ina bruscam ente y cerca de la cabecera de una nueva página; resulta claro que no se escribió nada m ás.

La casa Noldorin todavía no había aparecido, pero tenem os un rey, Gelmir de los Gnom os, con sus hij os Golfin, Delin, Lúthien (este últim o corregido de Oleg) com o capitanes de sus tres ej ércitos. No se sugiere que Fëanor y sus hij os estuvieran relacionados con éstos por ningún tipo de parentesco cercano. En el fragm ento de la Balada de la Caída de Gondolin (véase III. 173-174) aparece — por prim era vez— Fingolfin, que ocupa el lugar de Finwë Nólem ë com o padre de Turgon e Isfin, pero no es el hij o de Finwë, sino de Gelmir. Allí y o he sugerido que este Gelm ir, padre de Golfin/Fingolfin, ha de identificarse con Finwë, padre de Fingolfin en los poem as aliterados y con posterioridad; y puede ser que el nom bre Gelmir esté relacionado form alm ente con Fin-golma, que en los esbozos para el Cuento de Gilfanon es otro nom bre de Finwë Nólem ë (I. 292-293, y véase I. 320, entrada Nólemë). Ha de recordarse que en la prim era ley enda Finwë Nólem ë no era el padre de Fëanor y que no lo m ató Melko en Valinor, sino que llegó a las Grandes Tierras. De los otros hij os de Gelm ir nom brados en el presente texto, Delin y Lúthien, no hay rastro en ninguna otra parte.

Resulta indudablem ente claro que aquí Golfin es la prim era aparición de Fingolfin, y por la m ism a razón que este texto precedió al com ienzo abandonado de la Balada de la Caída de Gondolin. Por otro lado, la oscura historia de la m uerte de Fëanor en los prim eros esbozos (I. 292, 294) ha desaparecido, y aunque el presente texto se interrum pe dem asiado pronto com o para tener la certeza, parece extrem adam ente probable que, si m i padre lo hubiera continuado un poco m ás, nos habríam os enterado de la m uerte de Fëanor en com bate con los Orcos a los que él y sus com pañeros habían despertado en el valle donde estaban acam pados. Tam bién puede ser que hubiéram os obtenido una explicación para las m isteriosas líneas de la Balada (III. 172):

Fueron las espadas curvas de los Glam hoth las que acabaron con la vida de Fingolfin cuando sólo él estaba j unto a Fëanor.

En cualquier caso, aún nos hallam os bastante lej os de la historia de las huestes divididas y de la traición de Fëanor.

El cam pam ento del Mithrim (Asgon) y a se alude en los prim eros [16] esbozos, pero en los posteriores hay una m ención (I. 294) de la prim era creación de arm as por los Gnom os en esa época, m ientras que en el presente texto se dice que traj eron una gran provisión de arm as « de Valinor y las arm erías de Makar» . Tam bién aparece la prim era form a de la idea de las flores brotando baj o los pies en m archa de la hueste gnóm ica.

(17)

de Gelm ir, toda en oro y plata, en m em oria de los Dos Arboles: los estandartes hechos (lo que es bastante curioso) por los hij os de Fëanor. En el « Esbozo de la Mitología» , los estandartes de Fingolfin eran azules y plateados, tal com o perm anecieron (p. 31).

El nom bre Ior, que aparece al com ienzo del texto en la expresión « entre otros hij os de Ior» (en contraposición a « la raza élfica» ) y por consiguiente da la im presión de referirse a Ilúvatar, aparece en otras partes sólo en una referencia del todo distinta: se da en el prim er diccionario gnóm ico com o el equivalente del Qeny a Ivárë, « el fam oso “flautista del m ar”» .

(iii)

En tercer lugar y por últim o, un trozo de papel aislado contiene un indicio de lo m ás curioso de una fase en el desarrollo entre La Huida de los Noldoli en Los Cuentos Perdidos y el « Esbozo de la Mitología» .

Los Árboles se alzan oscuros. La Llanura está llena de inquietud. Los Gnom os se reúnen a la luz de las antorchas en Tûn o Côr; Fëanor se lam enta por Bruithwir (Felegron) [corregido por (Feleor)], su padre, le ordena a los Gnom os que se m archen & busquen a Melko y sus tesoros —codicia los Silm arils— Finweg & Fingolfin se oponen a él. Los Gnom os gritan y se preparan a partir. Los Solosim pi se niegan: las sabias palabras de Ethlon (Dim lint). Jinetes de la Espum a [? play as]. Las am enazas de Fëanor de m archar a Cú nan Eilch. El arco, los m uelles ilum inados por las lám paras; cogen los botes. Un tal Gilfanon ve su poderoso barco ala de cisne y plum a de cisne con rem os roj os [? y endo] & él & sus hij os corren hacia el arco y am enazan a los Gnom os. La lucha en el arco y la [? m aldición] de Gilfanon antes de que lo arroj en a las olas. Los Gnom os llegan a Fangros & se arrepienten; quem an los botes. [17]

Aquí Bruithwir (con el nom bre adicional de Felegron > Feleor) todavía es el padre de Fëanor, com o en Los Cuentos Perdidos; pero Fingolfin y Finweg han aparecido, y se oponen a Fëanor (no resulta claro si Finweg es el padre de Fingolfin (Finwë) o el hij o de Fingolfin (posteriorm ente Fingon): véase III. 162-163, 173. Rasgos de la narrativa que j am ás se retom aron en el posterior desarrollo de « El Silm arillion» hacen aquí su única aparición. Lo que había detrás de « las sabias palabras de Ethlon (Dim lint)» y « las am enazas de Fëanor de m archar a Cú nan Eilch» y a ha desaparecido sin rastro alguno. El nom bre Fangros aparece una vez en otra parte, en el aliterado Hijos de Húrin, III. 43, línea 631 (con anterioridad Fangair), donde hay referencia a una canción, o canciones, que se cantan

(18)

la lucha en Fangros, y el inquebrantable j uram ento de los hij os de Fëanor

(la lucha y el j uram ento no necesitan estar relacionados de ningún m odo). Pero sea lo que fuere lo que sucedió en Fangros, está perdido de form a irrevocable; y en ninguna parte existe alguna sugerencia posterior de que la quem a de los barcos surgiera del arrepentim iento. En Los Cuentos Perdidos (I. 208), los Gnom os « abandonaron las naves robadas» cuando cruzaron el pasaj e del Hielo; Sorontur inform ó a Manwë (I. 217-218) que había visto « una flota de naves blancas que iban vacías a la deriva em puj adas por el viento, y algunas ardían con llam as brillantes» ; y Manwë « supo por eso que los Noldoli se habían ido para siem pre y sus naves estaban quem adas o abandonadas» .

Por últim o, Gilfanon aparece com o un Elfo de Alqualondë, uno de los que los gnom os arroj aron al m ar, aunque no se dice que se ahogara. Gilfanon de Tavrobel era un Gnom o (I. 215); y parece virtualm ente seguro que los dos Gilfanon eran personas distintas. En ese caso, es m ás que probable que el Elfo de Tavrobel hay a dej ado de tener ese nom bre; aunque creo que no había dej ado de existir (véanse 318-319).

(19)

II

EL PRIMER «SILMARILLION» (El «Esbozo de la Mitología») [18]

Con anterioridad (III. 11) he dado una narración de este texto, pero repito lo m ás im portante aquí. En el sobre que contenía el m anuscrito m i padre escribió cierto tiem po después:

« Silm arillion» original. Form a com puesta orig[inalm ente] c. 1926-1930 para R. W. Rey nolds con el fin de explicar el fondo de la « versión aliterada» de Túrin &; el Dragón: entonces en m archa (inconclusa) (com enzada c. 1918).

El « Esbozo» representa un nuevo punto de partida en la historia de « El Silm arillion» ; pues aunque se trata de una sinopsis bastante breve, el desarrollo posterior de la form a en prosa avanzó directam ente a partir de ésta. Por los detalles queda claro que no es necesario repetir que originalm ente se escribió en 1926 (después de que la Balada de los Hijos de Húrin hubiera sido abandonada, III. 11); pero luego se revisó, en algunos sitios m uy exhaustivam ente, lo que la convierte en un texto difícil de presentar de una m anera exacta y a la vez fácilm ente com prensible. El m étodo que y o he adoptado es el de presentar el texto de la form a exacta en que se escribió por prim era vez (aparte de unas pocas y m uy leves alteraciones de expresión que de ningún m odo afectan la narrativa y que he incorporado sin com entarlo en el texto), pero partiéndolo en secciones cortas, seguida cada una con notas que introducen los cam bios posteriores realizados en dicha sección. He de recalcar que ningún m anuscrito garantiza que las 19 divisiones deban realizarse así y no de otra m anera: se trata puram ente de una cuestión de presentación. Este m étodo tiene ciertas ventaj as: los cam bios posteriores se pueden com parar sin dificultad con el texto original inm ediatam ente precedente; y com o la versión siguiente a « El Silm arillion» , el Quenta y ha sido tratada de la m ism a m anera y dividida en secciones num eradas correspondientes, los pasaj es de una se pueden com parar con facilidad con los de la otra.

Los cam bios posteriores tienen referencias num éricas que com ienzan con 1 en cada sección. El com entario se encuentra al final del texto com pleto, y está relacionado con las secciones num eradas.

[19]

Esbozo de la mitología con referencia especial a los «Hijos de Húrin»

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1

Después del envío de los Nueve Valar para gobernar el m undo, Morgoth (Dem onio de la Oscuridad) se rebela contra el dom inio absoluto de Manwë, derriba las lám paras levantadas para ilum inar el m undo e inunda la isla donde los Valar (o Dioses) m oraban. Fortifica un palacio de m azm orras en el Norte. Los Valar se trasladan al Oeste m ás extrem o, lim itado por los Mares Exteriores y el Muro últim o, y al Este por las im ponentes Montañas de Valinor que los Dioses erigieron. En Valinor reúnen toda la luz y las cosas herm osas y construy en sus m ansiones, j ardines y ciudad, pero Manwë y su esposa Bridhil tienen su residencia sobre la m ontaña m ás alta (Tim brenting o Tindbrenting en inglés [castellano], Tengwethil en gnóm ico, Taniquetil en élfico), desde donde pueden ver el oscuro Este a través del m undo. Ifan Belaurin[1] planta los Dos Árboles en m edio de la llanura de Valinor fuera de las puertas de la ciudad de Valm ar. Crecen baj o sus canciones, y uno tiene hoj as verde oscuro con brillante plata debaj o, y flores blancas com o el cerezo de las que cae un rocío de luz plateada; el otro posee hoj as de bordes dorados de un verde tierno com o el hay a y flores am arillas com o las colgantes flores del laburno, que em iten calor y una luz llam eante. Cada árbol crece durante siete[2] horas hasta la gloria plena y, luego, m engua durante otras siete; por lo tanto, dos veces al día hay un tiem po de luz m ás suave cuando los árboles están débiles y se m ezclan sus luces. [20]

2

Las Tierras Exteriores se encuentran en oscuridad. El crecim iento de las cosas se frenó cuando Morgoth apagó las lám paras. Hay bosques de oscuridad, de tej os y abetos y hiedras. A veces allí caza Orom ë, pero en el Norte m andan Morgoth y su progenie dem oníaca (Balrogs) y los Orcos (Trasgos, tam bién llam ados Glam hoth o pueblo del odio). Bridhil contem pla la oscuridad y se conm ueve, y cogiendo toda la luz acum ulada de Silpion (el árbol blanco) crea y esparce las estrellas.

En la creación de las estrellas los hij os de la Tierra despiertan: los Eldar (o Elfos). Los encuentra Orom ë viviendo j unto al estanque ilum inado por las estrellas (Cuiviénen, agua del despertar) en el Este. Cabalga de vuelta a Valinor henchido de su belleza y se lo cuenta a los Valar, quienes recuerdan su deber hacia la Tierra, y a que fueron allí sabiendo que su función era la de gobernarla para las dos razas de la Tierra, que después cada una debería venir en el m om ento establecido. Tiene lugar una expedición a la fortaleza del Norte (Angband, Infierno de Hierro), m as ésta ahora es dem asiado fuerte para que la puedan destruir. No obstante, Morgoth es tom ado prisionero y confinado a los

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recintos de Mandos, que m oraba en el norte de Valinor.

Los Eldalië (pueblo de los Elfos) son invitados a Valinor por tem or a las cosas m alignas de Morgoth que todavía vagaban por la oscuridad. Los Eldar inician una gran m archa desde el Este conducidos por Orom ë en su caballo blanco. Los Eldar se dividen en tres huestes: una al m ando de Ingwë (Ing), luego llam ados los Quendi (o los Elfos propiam ente dichos, o los Elfos de la Luz); una al m ando de Finwë (Finn), luego llam ados los Noldoli (Gnom os, o Elfos Profundos); una al m ando de Elwë (Elu), luego llam ados los Teleri (Elfos del Mar, o Solosim pi, los Flautistas de la Costa o Jinetes de la Espum a). Muchos de ellos se pierden durante la m archa y vagan en los bosques del m undo, para form ar luego las diversas huestes de Ilkorindi (Elfos que j am ás m oraron en Côr en Valinor). El j efe de éstos era Thingol, quien oy ó a Melian y sus ruiseñores cantar y quedó encantado y durm ió durante una edad. Melian era una de las doncellas divinas del Vala Lórien que a veces paseaba por el [21] m undo exterior. Melian y Thingol se convirtieron en Reina y Rey de los Elfos de la Floresta en Doriath, y vivieron en las estancias llam adas las Mil Cavernas.

3

Los otros Elfos llegaron hasta las últim as costas del Oeste. En el Norte éstas, en aquellos días, se inclinaron hacia el Oeste hasta que sólo un m ar estrecho las separó de la tierra de los Dioses, y ese m ar estrecho se llenó con un hielo cruj iente. Pero en el punto al que arribaron las huestes de Elfos un m ar ancho y oscuro se extendía hacia el Oeste.

Había dos Valar del Mar. Ulm o (Ylm ir), el m ás poderoso de todos los Valar después de Manwë, era el señor de todas las aguas, pero a m enudo m oraba en Valinor o en los « Mares Exteriores» . Ossë y la dam a Óin,[3] cuy a cabellera se extendía por todo el m ar, am aba m ás bien los m ares del m undo que bañaban las costas baj o las Montañas de Valinor. Ylm ir desarraigó la isla m edio hundida donde los Valar habían vivido al principio, y em barcando en ella a los Noldoli y Qendi, que llegaron prim ero, los llevó a Valinor. Los Teleri, esperándolo, habitaron durante un tiem po j unto a las costas del m ar, y de ahí el am or que sienten por él. Mientras tam bién ellos eran transportados por Ylm ir, Ossë, celoso y por am or a su canto, encadenó la isla al fondo del m ar, lej os en la Bahía de Faërie, desde donde se podían ver nebulosam ente las Montañas de Valinor. No había ninguna otra tierra cerca, y se la llam ó la Isla Solitaria. Allí los Teleri m oraron una larga edad, y adquirieron una lengua distinta y aprendieron m úsica extraña de Ossë, quien creó a las aves m arinas para com placerlos.

Los Dioses les dieron un hogar en Valinor a los otros Eldar. Debido a que incluso entre los j ardines de Valinor ilum inados por los Árboles anhelaban una

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visión fugaz de las estrellas, abrieron una hondonada en las m ontañas circundantes, y allí, en un valle profundo, levantaron una colina verde, Côr Estaba ilum inada desde el Oeste por los Arboles, al Este daba a la Bahía de Faërie y a la Isla Solitaria, y m ás allá a los Mares Som bríos. Así algo de la luz bendita de Valinor se filtró a las Tierras [22] Exteriores, y cay endo sobre la Isla Solitaria hizo que sus costas occidentales crecieran verdes y herm osas.

En la cim a de Côr construy eron la ciudad de los Elfos y la llam aron Tûn. Los Qendi pasaron a ser los m ás am ados por Manwë y Bridhil, los Noldoli por Aulë (el Herrero) y Mandos el sabio. Los Noldoli inventaron gem as y las hicieron en incontables cantidades, y llenaron toda Tûn con ellas, y todos los salones de los Dioses.[4]

El m ás grande en habilidad y m agia de los Noldoli era el segundo hij o de Finn, Fëanor. (Su hij o m ay or, Fingolfin,[5] cuy o hij o fue Finnweg, aparece luego en el cuento.) Fabricó tres j oy as (Silm arils) donde engastó un fuego viviente com binado de la luz de los Dos Arboles, que brillaban con luz propia y a su contacto las m anos im puras ardían.

Viendo desde lej os la luz de Valinor, los Teleri se sintieron desgarrados entre el deseo de reunirse con su linaj e y el de m orar j unto al m ar. Ylm ir les enseñó el arte de la construcción de naves. Ossë, com placiente, les dio cisnes, y enganchando m uchos cisnes a sus barcos navegaron con rum bo a Valinor, y allí m oraron en sus costas donde podían ver la luz de los Árboles e ir a Valm ar si lo deseaban, pero podían navegar y danzar en las aguas ilum inadas por el brillo que procedía de detrás de Côr. Los otros Eldar les regalaron m uchas j oy as, sobre todo ópalos y diam antes y otros cristales pálidos que esparcieron por las costas de la Bahía de Faërie. Ellos m ism os inventaron las perlas. Su ciudad principal fue Puerto del Cisne, em plazada en las costas al norte del paso de Côr [23]

4

Entonces los Dioses fueron engañados por Morgoth, quien, después de pasar siete edades en las prisiones de Mandos som etido a un dolor gradualm ente aligerado, com pareció ante el cónclave de los Dioses a su debido tiem po. Mira con avaricia y m alicia a los Eldar, que tam bién se sientan en tom o a las rodillas de los Dioses, y codicia con especial énfasis las j oy as. Disim ula su odio y deseo de venganza. Se le perm ite una hum ilde m orada en Valinor, y pasado un tiem po se m ueve con libertad por Valinor, siendo sólo Ylm ir el que presagia desgracias, m ientras que Tulcas el fuerte, el prim ero en capturarlo, lo vigila. Morgoth ay uda a los Eldar en m uchas obras, pero lentam ente envenena su paz con m entiras.

Sugiere que los Dioses los traj eron a Valinor por celos, por m iedo a su m aravillosa habilidad y m agia y belleza, que fuera en el m undo crecerían hasta

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ser dem asiado fuertes para ellos. Los Qendi y Teleri apenas cam bian, pero los Noldoli, los m ás sabios de los Elfos, se ven afectados. Com ienzan a m urm urar a ratos contra los Dioses y su linaj e; se llenan de vanidad por su destreza.[6]

Y m ás que nada Morgoth aviva las llam as del corazón de Fëanor, pero, m ientras tanto, codicia los inm ortales Silm arils, aunque Fëanor ha m aldecido para siem pre a quienquiera, Dios o Elfo o m ortal que surj a en el futuro, que los toque. Morgoth, m intiendo, le dice a Fëanor que Fingolfin y su hij o Finnweg están planeando usurparle el liderazgo de los Gnom os a Fëanor y sus hij os, y obtener los Silm arils. Se inicia una lucha entre los [24] hij os de Finn. Fëanor es llam ado ante los Dioses, y las m entiras de Morgoth se descubren. Es desterrado de Tûn, y con él va Finn, que de sus hij os es a Fëanor a quien m ás am a, y m uchos de los Gnom os. Crean un tesoro al Norte de Valinor en las colinas cerca de las estancias de Mandos. Fingolfin gobierna a los Gnom os que quedan en Tûn. Así las palabras de Morgoth parecen j ustificadas y la am argura que sem bró persiste después de que se refuten sus palabras.

Tulcas es enviado a encadenar una vez m ás a Morgoth, pero éste escapa a través del paso de Côr hacia la oscura región que hay baj o el pie de Tim brenting, llam ada Arvalin, donde la som bra es la m ás im penetrable del m undo. Allí encuentra a Ungoliant, la Tej edora de Tinieblas, que vive en una grieta de las m ontañas y absorbe la luz o las cosas brillantes para volver a escupirlas tej iéndolas en telarañas de negra y asfixiante oscuridad, niebla y oscuridad. Con ella tram a la venganza. Sólo una terrible recom pensa haría que ella se atreviera a enfrentarse a los peligros de Valinor o a la visión de los Dioses. Tej e una densa oscuridad a su alrededor para protegerse y con cuerdas se colum pia de pináculo a pináculo hasta que hubo escalado el pico m ás alto de las m ontañas al sur de Valinor (poco protegidas debido a su altura y distancia de la viej a fortaleza de Morgoth). Hace una escalera por la que Morgoth puede subir. Entran furtivam ente en Valinor. Morgoth apuñala los Árboles y Ungoliant chupa sus savias, eructando nubes de oscuridad. Los Árboles sucum ben despacio a la espada envenenada y a los venenosos labios de Ungoliant.

Los Dioses se consternan al ver un crepúsculo al m ediodía, y vapores de negrura flotan en tom o a los cam inos de la ciudad. Llegan dem asiado tarde. Los Árboles m ueren m ientras ellos se lam entan a su alrededor. Pero Tulcas y Orom ë y m uchos otros parten a caballo en la creciente tiniebla tras Morgoth. Allí donde Morgoth va, la desconcertante oscuridad es m ay or debido a las telarañas de Ungoliant. Llegan los Gnom os del tesoro de Finn e inform an que Morgoth recibe ay uda de una araña de la oscuridad. Los habían visto abriéndose paso hacia el Norte. Morgoth había detenido su huida en el Tesoro, m atado a Finn y a m uchos de sus hom bres y robado los Silm arils y un vasto cúm ulo de las j oy as m ás espléndidas de los Elfos. [25]

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cruza el Hielo Cruj iente. Cuando hubo recuperado las regiones norteñas del m undo, Ungoliant lo llam a para que pague la otra m itad de la recom pensa. La prim era m itad fue la savia de los Árboles de la Luz. Ahora reclam a la m itad de las j oy as. Morgoth se las entrega y ella las devora. Se ha convertido en algo m onstruoso, pero él no le cederá ninguna parte de los Silm arils. Ella lo atrapa en una telaraña negra m as lo rescatan los Balrogs con látigos de fuego y las huestes de los Orcos, y Ungoliant se m archa hacia el Sur m ás lej ano.

Morgoth regresa a Angband, y su poder y el núm ero de sus dem onios y Orcos se tornan incontables. Forj a una corona de hierro y en ella engarza los Silm arils, aunque su contacto le quem a las m anos hasta dej árselas negras, y j am ás vuelve a quedar libre del dolor de la quem adura. Nunca se quita la corona ni por un m om ento, y j am ás abandona las profundas m azm orras de su fortaleza, gobernando sus vastos ej ércitos desde el profundo trono.

5

Cuando se hizo evidente que Morgoth había escapado, los Dioses se reunieron alrededor de los Árboles m uertos y se sentaron en la oscuridad afectados y m udos durante m ucho tiem po, indiferentes a todo. El día que Morgoth eligió para atacar era un día de fiesta en toda Valinor. Ese día era costum bre [26] que los principales Valar y m uchos de los Elfos, en especial el pueblo de Ing (los Quendi), ascendieran por los largos y sinuosos senderos en interm inable procesión a las estancias de Manwë sobre Tim brenting. Todos los Quendi y algunos de los Noldoli (que, al m ando de Fingolfin, todavía m oraban en Tûn) habían ido a Tim brenting, y se hallaban cantando en la cim a m ás alta cuando los vigilantes descubrieron desde lej os el m architam iento de los Árboles. La m ay oría de los Noldoli se encontraba en la llanura, y los Teleri en la costa. Las nieblas y la oscuridad entran flotando a la deriva desde los m ares a través del paso de Côr a m edida que los Árboles m ueren. Fëanor convoca a los Gnom os para m archar hacia Tûn (rebelándose contra su destierro).[7]

Hay una gran concurrencia en la plaza de la cim a de Côr alrededor de la torre de Ing, ilum inada por antorchas. Fëanor hace un violento discurso, y aunque su ira es contra Morgoth, sus palabras en parte son el fruto de las m entiras de éste.[8] Pide a los Gnom os que huy an en la oscuridad, m ientras los Dioses están sum idos en el dolor, para buscar libertad en el m undo y buscar a Morgoth, ahora que Valinor ha dej ado de ser m ás feliz que la tierra exterior.[9] Fingolfin y Finweg se oponen a él.[10] Los Gnom os reunidos votan a favor de la huida, y Fingolfin y Finweg lo acatan; ellos no abandonarán a su pueblo, pero conservan el m ando sobre una m itad del pueblo de los Noldoli.[11]

(25)

La huida com ienza.[12] Los Teleri no se unen a ellos. Los Gnom os no pueden escapar sin barcos y no se atreven a cruzar el Hielo Cruj iente. Intentan apoderarse de los barcos-cisne en Puerto del Cisne y se entabla una lucha (la prim era entre las razas de la Tierra) en la que m ueren m uchos Teleri y les arrebatan los barcos. Se lanza una m aldición sobre los Gnom os, que a partir de entonces sufrirán a m enudo la traición y el tem or a la traición entre su propio linaj e, en castigo por la sangre derram ada en Puerto del Cisne.[13] Navegan hacia el Norte a lo largo de la costa de Valinor. Mandos envía a un em isario que, hablando desde un alto risco, los saluda al pasar y les insta a regresar, y al no hacerlo pronuncia la « Profecía de Mandos» concerniente al destino de días posteriores.[14]

Los Gnom os llegan al estrecham iento de los m ares y se preparan para navegar. Mientras están acam pados en la costa, [27] Fëanor y sus hij os y pueblo parten llevándose consigo todos los barcos, y abandonan a Fingolfin a traición en la costa m ás lej ana; así inician la Maldición de Puerto del Cisne. Quem an los navíos tan pronto desem barcan en el Este del m undo, y el pueblo de Fingolfin ve la luz en el cielo. La m ism a luz revela a los Orcos el desem barco.

El pueblo de Fingolfin vaga tristem ente. Algunos, guiados por Fingolfin, regresan a Valinor[15] en busca del perdón de los Dioses. Finweg conduce a la hueste principal al Norte, por encim a del Hielo Cruj iente. Muchos se pierden. [28]

6

Mientras tanto, Manwë convoca a Ifan Belaurin al consej o. La m agia de ella no sirve para curar a los Arboles. Pero Silpion, baj o sus hechizos, da una últim a y gran flor plateada y Laurelin, un gran fruto dorado. De éstos los Dioses crean la Luna y el Sol y los colocan para que recorran cursos fij ados de Oeste a Este, pero luego les parece m ás seguro enviarlos al cuidado de Ylm ir a través de las cuevas y grutas baj o la Tierra, para elevarse por el Este y volver a casa por el aire encim a de las m ontañas del Oeste y hundirse después de cada viaj e en las aguas de los Mares Exteriores.

En lo sucesivo, la luz de Valinor no es m ucho m ás fuerte que la que ahora está dispersa por la Tierra, salvo cuando los barcos del Sol y de la Luna se acercan m ás a la Tierra y descansan un tiem po cerca de Valinor. Los Dioses y los Elfos anhelan el m om ento futuro en el que sea posible volver a encender « el sol y la luna m ágicos» de los Árboles y recuperar la viej a belleza y felicidad. Ylm ir predice[16] que sólo se conseguirá con la ay uda de la segunda raza de la tierra. Pero los Dioses, incluso Manwë, le prestan poca atención. Están iracundos y

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dolidos por la m atanza [29] de Puerto del Cisne[17] y fortifican toda Valinor, haciendo que las m ontañas sean im penetrables, a excepción de Côr, que se ordena que sea guardada a perpetuidad por los Elfos que quedan sin dej ar que ave o bestia, Elfo u Hom bre desem barquen en las costas de Faëry. Las islas m ágicas, llenas de encantam ientos, son colocadas a lo largo de la extensión de los Mares Som bríos, antes de llegar a la Isla Solitaria navegando hacia el Oeste, para atrapar a cualquier m arinero y sum irlo en un sueño y un hechizo eternos.[18] Entonces, los Dioses descansan detrás de las m ontañas y celebran un festej o, y destierran de sus corazones a los rebeldes y fugitivos Noldoli. Sólo Ylm ir los recuerda, y recoge noticias del m undo exterior por m edio de todos los lagos y ríos.

A la prim era salida del Sol los hij os m ás j óvenes de la tierra despiertan en el lej ano Oriente. Ningún Dios fue a guiarlos, pero los m ensaj es poco entendidos de Ylm ir les llegan de vez en cuando. Conocen a los Ilkorindi y aprenden de ellos el habla y otras cosas, y se hacen buenos am igos de los Eldalië. Se extienden por la tierra, vagando hacia el Oeste y el Norte.

7

Entonces com ienza el tiem po de la gran guerra de los poderes del Norte (Morgoth y sus huestes contra los Hom bres, Ilkorins y los Gnom os de Valinor). En estas guerras, la astucia y las m entiras de Morgoth, y la m aldición de Puerto del Cisne (al igual que los j uram entos de los hij os de Fëanor que pronunciaron el j uram ento inquebrantable en Tim brenting de tratar a [30] todos los que tuvieran los Silm arils com o enem igos), provocan el m ay or daño a los Hom bres y Elfos.

Estas historias sólo cuentan parte de los hechos de aquellos días, sobre todo los relacionados con los Gnom os y los Silm arils, y los m ortales que se involucraron en sus destinos. En los prim eros días, los Eldar y los Hom bres eran de altura y fuerza de cuerpo casi iguales, m as los Eldar habían recibido m ás inteligencia, habilidad y belleza; y los (Gnom os) que habían m orado en Côr (Koreldar) superaban a los Ilkorins tanto com o superaban a los m ortales. Sólo en el reino de Doriath, cuy a reina era de raza divina, igualaban los Ilkorins a los Koreldar. Los Elfos eran inm ortales y estaban libres de toda enferm edad.[19] Pero en aquellos días se los podía m atar con arm as,[20] y entonces sus espíritus regresaban a las estancias de Mandos y esperaban m il años, o la voluntad de los Dioses, antes de que se los hiciera volver a la vida libre.[21] Los prim eros Hom bres, aunque un poco m ás grandes, eran m ás frágiles, se los m ataba con m ás facilidad, y se hallaban som etidos a las enferm edades, envej ecían y m orían, si antes no los m ataban. Los Eldalië no sabían qué pasaba con sus espíritus. No iban a las

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estancias de Mandos, y m uchos creían que su destino después de la m uerte no se hallaba en m anos de los Valar. Aunque m uchos, al m ezclarse con los Eldar, creían que sus espíritus iban a la tierra occidental, no era verdad. Los hom bres no volvían a nacer.[22]

En días posteriores, cuando, debido al triunfo de Morgoth, los Hom bres y los Elfos se separaron, los Eldalië que vivían en el m undo desaparecieron y los Hom bres usurparon la luz del sol. Los Eldar que quedaron en las Tierras Exteriores erraron y vivieron baj o la luz de la luna y de las estrellas, en los bosques y las cuevas. [31]

8

Pero en aquellos días eran parientes y aliados. Antes de la salida del Sol y de la Luna, Fëanor y sus hij os m archaron al Norte y buscaron a Morgoth. Una hueste de Orcos alertada por los navíos ardiendo les hizo frente y fue derrotada en la Prim era Batalla, sufriendo tantas pérdidas que Morgoth pretendió tratar con ellos. Fëanor se negó, m as resultó herido en la lucha con un j efe Balrog (Gothm og), y m urió. Maidros el alto, el hij o m ay or, persuadió a los Gnom os de que se encontraran con Morgoth (con tan poca intención de m antener su palabra com o Morgoth). Éste cogió prisionero a Maidros y lo torturó, y lo colgó a una roca de la m ano derecha. Los seis hij os restantes de Fëanor (Maglor, Celegorm , Curufin, Dam rod, Díriel y Cranthir) están acam pados alrededor del lago Mithrim en Hisilóm ë (Hithlum , o Dorlóm in, la tierra de las som bras en el Noroeste), cuando se enteran de la m archa de Finweg y sus hom bres,[23] que han cruzado el Hielo Cruj iente. El Sol sale m ientras m archan, sus estandartes azules y plateados están desplegados, las flores brotan baj o los pies de sus ej ércitos. Los Orcos, desalentados ante la luz, se retiran a Angband. Pero hay poco am or entre las dos huestes de Gnom os acam padas ahora en las orillas opuestas del Mithrim . De Angband salen vastos hum os y vapores, y la cim a hum eante de Thangorodrim (la m ás alta de las Colinas de Hierro que rodean la fortaleza de Morgoth) se puede ver desde m uy lej os. El Norte se sacude con el trueno baj o la tierra. Morgoth está forj ando arm as. Finweg decide poner fin a la enem istad. Parte solo en busca de Maidros. Am parado por los vapores, que ahora descienden y cubren Hithlum , y aprovechándose de la retirada de los Orcos y Balrogs a Angband, lo encuentra, m as no puede liberarlo. [32]

Manwë, a quien los páj aros llevan noticias a la cum bre de Tim brenting de todas las cosas sobre la tierra que sus sagaces oj os no ven, crea la raza de las águilas y la envía al m ando de su rey, Thorndor, a m orar en las grietas del Norte y a vigilar a Morgoth. Las águilas viven fuera del alcance de Orcos y Balrogs, y son grandes enem igas de Morgoth y su gente. Finweg se encuentra con Thorndor,

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que lo lleva hasta Maidros. No hay m anera de soltar el lazo encantado de su m uñeca. En su agonía suplica que lo m ate, pero Finweg le corta la m ano y los dos son transportados por Thorndor y llegan al Mithrim . La enem istad se rem edia gracias a la hazaña de Finweg (excepto por el j uram ento de los Silm arils).

9

Los Gnom os em prenden la m archa y sitian Angband. Se encuentran con los Ilkorins y los Hom bres. En aquella época, los Hom bres y a m oraban en los bosques del Norte, y tam bién los Ilkorins. Luchan m ucho tiem po contra Morgoth.

[24] De la raza Ilkorin estaba Barahir y su hij o Beren. De la raza m ortal estaba

Húrin, hij o de Gum lin, cuy a esposa era Morwen;[25] vivían en los bosques de las fronteras de Hithlum . Sus nom bres aparecerán en historias posteriores.

Morgoth envía a sus ej ércitos y rom pe el sitio de Angband, y a partir de entonces la fortuna de sus enem igos declina.[26] Los Gnom os y los Ilkorins y los Hom bres se dispersan, y los em isarios de Morgoth van a verlos con prom esas m entirosas y falsas insinuaciones de la codicia y traición de unos y otros. Debido a la m aldición de Puerto del Cisne, a m enudo los Gnom os creen sus palabras.

Celegorm y Curufin encuentran el reino de Nargothrond a orillas del Narog en el sur de las Tierras del Norte.[27] Muchos [33] Gnom os se unen a Thingol y Melian de las Mil Cavernas en Doriath. Gracias a la divina m agia de Melian, Doriath es el reino m ás seguro de los ataques de los Orcos, y se profetiza que sólo la traición desde dentro provocará su caída.

[Esta sección se intercaló y alteró sustancialm ente (todo a tinta roj a; véase § 5, excepto por el cam bio dado en la nota 25).]

10

El poder de Morgoth em pieza a extenderse una vez m ás. Uno tras otro vence a los Hom bres y a los Elfos en el Norte. De éstos, un fam oso j efe de Ilkorindi[28] era Barahir, que había sido [34] am igo de Celegorm de Nargothrond. Barahir es obligado a esconderse, su refugio descubierto y él m uerto; su hij o Beren, después de una vida proscrita, huy e al sur, cruza las Montañas Som brías y tras sufrir dolorosas penurias llega a Doriath. Esta y sus otras aventuras se cuentan en la Balada de Leithian. Obtiene el am or de Tinúviel « el ruiseñor» , nom bre que él m ism o da a Lúthien, hij a de Thingol. Para ganarla, Thingol, con m ofa, exige un

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Silm aril de la corona de Morgoth. Beren parte para conseguirlo, lo capturan y lo encierran en una m azm orra en Angband, pero oculta su verdadera identidad y lo entregan com o esclavo a Thû el cazador.[29] Thingol encierra a Lúthien, pero ella escapa y parte en busca de Beren. Con la ay uda de Huan, capitán de perros, rescata a Beren y consigue entrar en Angband, donde hechiza a Morgoth y, finalm ente, lo envuelve en sueño con su baile. Obtienen un Silm aril y huy en, m as Carearas, el Lobo Guardián, les cierra el paso en las puertas de Angband. De un m ordisco arranca la m ano de Beren que sostiene el Silm aril, y enloquece con la angustia de la quem azón en su interior.

Escapan y después de m ucho errar regresan a Doriath. Carearas, ham briento, atraviesa los bosques y entra en Doriath. Allí se produce la Cacería del Lobo de Doriath, en la que Carearas m uere y Huan cae en defensa de Beren. No obstante, Beren recibe una herida fatal y m uere en los brazos de Lúthien. Algunas canciones cuentan que Lúthien incluso atravesó el Hielo Cruj iente, con la ay uda del poder de su divina m adre, Melian, rum bo a las estancias de Mandos, donde consiguió recuperarlo; otras que Mandos, al oír su historia, lo liberó. Lo cierto es que sólo él de los m ortales retornó de Mandos y vivió con Lúthien y j am ás volvió hablar a los Hom bres, m orando en los bosques de Doriath y en la Llanura de los Cazadores, al oeste de Nargothrond.[30]

En los días de su destierro, Beren entabló am istad con Húrin de Hithlum , hij o de Gum lin. En los bosques de Hithlum , Húrin sigue sin som eterse al y ugo de Morgoth. [35]

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Entonces, Maidros, al ver que si no se unen uno a uno los va a destruir a todos, form a una liga contra Morgoth. Los dispersos Ilkorins y Hom bres se reúnen. Curufin y Celegorm envían un ej ército (pero no con todos los que pueden agrupar, rom piendo así su palabra) desde Nargothrond. Los Gnom os de Nargothrond se niegan a seguir a Finweg, y parten en busca de las huestes de Maidros y Maglor. Los Hom bres m archan desde el Sur y el Este, el Oeste y el Norte. Thingol anuncia que no enviará a nadie desde Doriath.[31] Algunos dicen que debido a una política egoísta; otros, a la sabiduría de Melian y al destino que decretó que Doriath, en el futuro, se convertiría en el único refugio de los Eldar frente a Morgoth. Es cierto que en parte se debe al Silm aril que ahora posee Thingol y que Mandos exigió con palabras altivas. No obstante,[32] perm ite a los Gnomos de Doriath que se unan a la liga.

Finweg avanza por la Llanura de la Sed (Dor-na-Fauglith) ante las Colinas de Hierro y derrota al ej ército orco, que retrocede. [36] De repente, m ientras lo

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persigue, incontables hordas se lanzan contra él desde las profundidades de Angband, y allí libran la Batalla de las Lágrim as Innum erables, que las canciones élficas no m encionan sino en lam entaciones.

Los ej ércitos m ortales, cuy os capitanes en su m ay oría habían sido corrom pidos o sobornados por Morgoth, desertan o huy en: todos salvo el linaj e de Húrin. Desde aquel día los Hom bres y los Elfos han estado enem istados, a excepción de los descendientes de Húrin. Finweg cae, su estandarte azul y plata es destruido. Los Gnom os intentan retroceder hacia las colinas y Taur-na-Fuin (la floresta de la noche). Húrin m antiene la retaguardia, y todos sus hom bres son m uertos, de m odo que ni uno solo escapa para llevar noticias a Hithlum . Por orden de Morgoth, Húrin, cuy a hacha había m atado a m il Orcos, es capturado vivo. Únicam ente gracias a Húrin puede Turgon (herm ano de Finweg), hij o de Fingolfin, abrirse paso en su retirada hacia las colinas con parte de su gente. El resto de los Gnom os e Ilkorins habrían resultado todos m uertos o capturados de no ser por la llegada de Maidros, Curufin y Celegorm . . . . dem asiado tarde para la batalla principal.

Los rechazan y em puj an al Sudeste, donde m oran durante m ucho tiem po, y no regresan a Nargothrond. Allí Orodreth gobierna a los supervivientes.[33] Morgoth triunfa absolutam ente. Sus ej ércitos abaten el Norte, y avanzan hacia las fronteras de Doriath y Nargothrond. Apilan a los enem igos m uertos en una gran colina en Dor-na-Fauglith, pero la hierba nace y crece verde m ientras el resto está desierto, y ningún Orco se atreve a pisar la colina donde se herrum bran las espadas de los Gnom os.

Húrin es conducido a Angband y desafía a Morgoth. Lo encadenan y torturan. Luego, Morgoth le ofrece una alta capitanía en sus fuerzas, una fortuna enj oy as y libertad si acepta dirigir un ej ército contra Turgon, cuy o destino sólo Húrin conoce. Éste se niega y Morgoth planea su tortura. Lo dej a sobre la cim a m ás alta de Thangorodrim y lo m aldice con una visión siem pre insom ne, com o los Dioses, y m aldice a su descendencia con un destino aciago, y lo obliga a contem plar su realización. [37]

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Morwen, esposa de Húrin, quedó sola en los bosques. Su hij o Túrin era un niño de siete años, y estaba em barazada. Sólo dos ancianos, Halog y Mailgond, perm anecieron leales a su lado. Los hom bres de Hithlum fueron m uertos, y Morgoth, rom piendo su palabra, hizo retroceder hacia Hithlum a todos los hom bres que no consiguieron escapar (pocos lo lograron) al Sur. La m ay oría de ellos eran hom bres desleales que habían abandonado a los Eldar en la batalla de las Lágrim as Innum erables. No obstante, los acorraló detrás de las Montañas

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Som brías y los m ató según salían, porque deseaba evitar que se unieran a los Elfos. A pesar de ello, poco am or m ostraron a la esposa de Húrin, m otivo por el cual en su corazón anidó el deseo de m andar a Túrin a Thingol debido a que Beren, am igo de Húrin, se había casado con Lúthien. La balada « Los Hij os de Húrin» habla de su destino y de cóm o la m aldición de Morgoth lo persiguió, de form a que todo lo que hacía se m alograba contra su voluntad.

Creció en la corte de Thingol, m as pasado un tiem po, a m edida que el poder de Morgoth aum entaba, no llegó ninguna noticia de Hithlum y no volvió a saber de Morwen o de su herm ana, Nienor, a quien no había visto. Provocado por Orgof, de la fam ilia del rey Thingol, y desconociendo su creciente fuerza, [38] lo m ató en la m esa del rey con un vaso de cuerno. Huy ó de la corte considerándose un proscrito y se dedicó a luchar contra todos, Elfos, Hom bres y Orcos, en las fronteras de Doriath, agrupando a su alrededor a una banda salvaj e de Hom bres y Elfos perseguidos.

Un día, m ientras estaba ausente, sus hom bres capturaron a Beleg el arquero, am igo del Túrin de antaño. Túrin lo liberó y supo que Thingol le había perdonado su acción hacía tiem po. Beleg lo convence de que abandone la guerra contra los Elfos y m itigue la ira contra los Orcos. La fam a de las hazañas en las fronteras y el valor de Beleg el Gnom o y de Túrin, hij o de Húrin, contra los Orcos llega hasta Thingol y Morgoth. Sólo uno de la banda de Túrin, el hij o de Blodrin Ban, odia la nueva vida con poco pillaj e y luchas m ás duras. Revela a los Orcos el em plazam iento de la guarida secreta de Túrin. Sorprenden el cam pam ento, a Túrin lo capturan y arrastran hacia Angband (pues Morgoth había em pezado a tem er que escapara de la m aldición gracias a su valor y a la protección de Melian); a Beleg lo dej an por m uerto baj o un m ontículo de cadáveres. Lo encuentran los hom bres de Thingol que han ido a invitarlos a un banquete en las Mil Cavernas. Melian lo cura, y él parte para rastrear a los Orcos. Beleg es el rastreador m ás hábil que ha existido j am ás, pero los laberintos de Taur-na-Fuin lo confunden. Allí, desesperado, ve la lám para de Flinding, hij o de Fuilin, un Gnom o de Nargothrond que fue capturado por Orcos y pasó m ucho tiem po com o esclavo en las m inas de Morgoth, pero que escapó.

Por Flinding recibe noticias de la banda de Orcos que capturó a Túrin. Se esconden y observan pasar a la hueste cargada con pillaj e por el cam ino de Orcos que atraviesa el corazón del bosque, que los Orcos usan cuando tienen prisa. Tem en el bosque que hay detrás del cam ino tanto com o los Elfos o los Hom bres. Ven cóm o arrastran y azotan a Túrin. Los Orcos dej an el bosque y baj an por las cuestas hacia Dor-na-Fauglith y acam pan en un valle a la vista de Thangorodrim . Beleg m ata a los lobos centinelas y a hurtadillas entra con Flinding en el cam pam ento. Con m uchas dificultades y extrem o peligro se llevan al inconsciente Túrin y lo tienden en una cañada de densos árboles espinosos. Al cortarle las ligaduras, Beleg pincha el pie de Túrin; éste despierta y, enloquecido,

Referencias

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