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EL FORMATIVO TEMPRANO Y MEDIO EN ZAMORA-CHINCHIPE

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APÉNDICEG

EL FORMATIVO TEMPRANO Y MEDIO EN ZAMORA-CHINCHIPE

FRANCISCO VALDEZ VALDEZ

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2

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re

uando planeaba estructurar este libro, ya había tenido cono- cimiento de los importantes trabajos que el Dr. Francisco Val- dez, del Institut de Recherche pour le Développement (I.R.D.) de Francia, realizaba en Zamora-Chinchipe, por referencias del Dr. Jaime Idrovo y de la Arqueóloga Dominique Gomis. Dada la inmensa importancia de los hallazgos y las conclusiones es- clarecedoras que de ellos se desprenden, creí imprescindible, dentro de las metas ambicionadas para esta publicación, contar con un informe al respecto, y por esto solicité encarecidamente a los prenombrados profesionales y buenos amigos, dadas sus ex- celentes relaciones con el Dr. Valdez, para que se dignen gestion- arlo. Debido a diversas circunstancias no se pudo disponer del documento al comenzar a digitar el texto, pero afortunadamente llegó a mis manos a tiempo, antes de cerrar la edición; y, así, con inmensa satisfacción, lo incluyo, expresándole, por cierto, mis agradecimientos por el deferente envío. Este artículo, además de constituir un trabajo de alta calidad científica y una invalorable y novedosa contribución al conocimiento del pasado regional, se alinea a la gran intuición y recomendaciones de Collier y Murra.

Collier había trabajado con Tello antes de venir al Ecuador, en el área Chavín, yquería, entre otros propósitos de su viaje a esta región, averiguar si había presencia Chavín en el norte andino, pero lamentablemente la situación militar entre Ecuador y Perú, en 1941, limitaron los reconocimientos; y,las circunstancias de la segunda guerra mundial, que cobraron magnitud con los acon- tecimientos del Pacífico, a fines de141, les impidió siquiera pen- sar en un retomo a breve plazo.

Wendell Benett, entusiasmado por las noticias traídas por suscolegas Collier y Murra, quiso continuar aquí esas investiga- cionesarqueológicas. Así quetan pronto como encontró una opor-

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tunidad vino a Ecuador en 1944, y aunque sólo dispuso de un corto tiempo, éste fue fructífero en lo que pudo hacer en la región de Cuenca, y no dejó de relevar en su informe la validez de los señala- mientos y sugerencias de los prenombrados profesionales. Bennett, quien también había trabajado en Perú, quedó además intrigado por la similitud de los diseños de ciertos sellos de la costa ecuatoriana con Chavín.

Después de muchos años, Dominique Gomis, en su tra- bajo en Chaullabamba (1988), encuentra en los materiales descu- biertos claros testimonios chavinoides y comienza a avizorar las rutas transcordilleranas que unían especialmente estas comarcas con los callejones preamazónicos como las facilitadoras de los contactos de diverso tipo.

Los resultados de los esfuerzos del talentoso y acucioso profesional Dr. Francisco Valdez son impresionantes y cambian la visión de nuestras percepciones sobre el Formativo, y de paso dan a Tello y Lathrap un nuevo argumento para robustecer sus aseveraciones, en la parte que son evidentes hasta el momento;

es decir, sin aceptar por ahora la exclusividad primigenia, por falta de nuevos elementos probatorios, que se atribuye al "Up- per Amazon",al que justamente pertenece el sitio de Santa Ana, ubicado en la cuenca del río Mayo-Chinchipe, alfluente del Mara- ñón. El Dr. Valdez comprueba con fechas de radiocarbono que el sitio referido fue uno de los centros de interacción cultural en esta región del sudeste ecuatoriano hace cinco mil años. Confieso que estas palabras introductorias sólo tienen la justificación del por- qué no constan en el sitio adecuado de mi presentación inicial, pues, lo que él dice y muestra a continuación es por demás elo- cuente y no requiere de prefacio alguno.

RM.V.

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APENDICEG

EL FORMATIVO TEMPRANO Y MEDIO EN ZAMORA-CHINCHIPE

OR. FRANCISCO VALDEZ

Institut de Recherche pour le Développement (IRD)

Francisco.vaIdez@ird.fr

RESUMEN

Estudios arqueológicos recientes han puesto en evidencia la presencia de una manifestación cultural temprana en la ceja de montaña de la vertiente sur oriental de los Andes. La nueva cul- tura arqueológica, denominada Mayo-Chinchipe, por el nombre de la cuenca hidrográfica en la que ha sido identificada, tiene una antigüedad confirmada por 16 fechas de C14 de entre 3000 y 2000 años a.e. El área de su extensión geográfica incluye el sur de la provincia de Loja (cordillera de Sabanilla desde Amaluza a Yangana), la cuenca del río Chinchipe y sus afluentes hasta su confluencia con el río Marañón, en las proximidades de Bagua, Perú. Sus características principales son una cultura material dota- da con una iconografía tropical muy depurada. Esta se manifiesta sobre todo en un arte lapidario, una cerámica monocroma, fina, con formas variadas y el uso de materias estratégicas exóticas (turquesas, conchas marinas). Todo esto sugiere una amplia red de interacciones socioculturales que unían la costa Pacífica con las tierras bajas de la cuenca del río Marañón.

LÁMINAS INMEDIATO ANTERIORES: 1. Medallón de piedra verde (posiblemente una variedad de cuarzo criptocristalino, o amazonita). 7,7 cm. x 6,2 cm. 2. Eslabones de turque- sa. Tamaño, aproximadamente 12 mm. cada eslabón.

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INTRODUCCIÓN

El estudio arqueológico de las provincias sur orientales del país ha sido continuamente relegado por la carencia de una política investigativa de carácter nacional. Al poco interés y al campo de acción limitado de las instituciones académicas regio- nales se añaden las dificultades ligadas a la falta de vías de co- municación, y el número limitado de investigadores calificados, dispuestos a entrar en zonas difíciles sin un atractivo económico correspondiente. Este último punto se ha acentuado en los últi- mos años por el afán desenfrenado que tienen ciertos profesion- ales por conseguir contratos lucrativos vinculados al estudio de Impacto Ambiental en las áreas de exploración petrolera, minera o en el ámbito de los grandes trabajos de infraestructura emergente.

La repercusión de esta tendencia en el campo de la arqueología ha sido nefasta, en la medida en que se invierten ingentes cantidades de dinero en un supuesto rescate de información arqueológica que no llega a materializarse en datos que aporten al conocimiento efectivo de la primera historia regional. Por último, hay que ano- tar el poco interés que tienen las comunidades locales en su his- toria antigua o reciente. En la práctica, la noción de identidad étnica o cultural sólo es un discurso que se maneja políticamente con un afán utilitario a corto alcance. Este hecho que se expresa en la falta de sensibilidad que demuestran las comunidades y sobre todo las autoridades seccionales al emprender obras publi- cas, o al autorizar la ejecución de obras privadas, sin los debidos estudios del patrimonio arqueológico que se ve de hecho amena- zado. En definitiva, la realidad que vive actualmente la nación

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Laja

FRANCISCO VALDEZ

o

=

S 10km

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PERU

Fig. 1. Ubicación de la cuenca del río Mayo-Chinchipe en la provincia de Zamora Chínchípe.

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428 PALANDA. ZAMORA-CHINCHIPE

ecuatoriana no contribuye al estudio o a la preservación de los recursos culturales que son parte del patrimonio histórico de este pueblo.

Para remediar en algo esta situación anómala, la coope- ración científica internacional puede aportar personal y recursos para trabajar en zonas relegadas y buscar la información básica sobre la antigua ocupación del espacio geográfico que hoyes el Ecuador. Con este objetivo específico en mente, el Instituto francés de Investigación para el Desarrollo (Institut de Recherche pour le Developpement - IRD) emprendió el estudio arqueológico de la provincia de Zamora-Chinchipe. Para ello se firmó un con- venio de cooperación científica y asistencia técnica con el Insti- tuto Nacional de Patrimonio Cultural. Los trabajos se iniciaron en septiembre de 2001 con una fase inicial de reconocimiento y prospección arqueológica a lo largo de las principales cuencas hi- drográficas de la provincia: la del río Zamora al norte, y la del río Chinchipe al sur. El área total abarca más de 20.000 km2, cubier- tos principalmente por el bosque tropical húmedo que caracteriza la ceja de montaña de la cordillera Oriental (Figura. 1).

El propósito del reconocimiento arqueológico ha sido evidenciar las huellas que ha dejado el hombre en su proceso de adaptación a un territorio de transición entre la planicie amazóni- ca y el altiplano andino. Desde el punto de vista geográfico, la mayor parte de esta provincia se compone de valles fluviales in- clinados que se abren paso entre las estribaciones de los Andes, bajando desde una altura de 3.000 m.s.n.m. hasta los 500 mque caracterizan las vegas de los ríos que bordean la cordillera del Cóndor. La orografía de la provincia es irregular, con una mar- cada diferencia de norte a sur, en la amplitud de los valles que componen las dos principales cuencas hidrográficas. El Zamora presenta un cauce ancho que se va expandiendo a partir de la ciudad del mismo nombre para alcanzar una vega ondulada en

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FRANCISCOVALDEZ 429

la mayor parte de su cauce hasta unirse con el río Santiago. Las cabeceras del Chinchipe, que llevan varios nombres locales hasta tomar el genérico de Mayo, son en cambio sumamente estrechas y empinadas. Se distribuyen en varios ramales montañosos que se van uniendo en un cauce principal, en las cercanías de la actual frontera política con el Perú.

La ocupación humana en estos territorios es muy antigua y demuestra una larga historia de interacciones entre la amazonía, la sierra y la costa del Pacífico. En estos términos, la prospección sistemática que se lleva adelante tiende a completar el inventario ar- queológicode un territoriode difícil acceso, pero de enorme trascen- dencia para el conocimientode la primera historia nacional.

De hecho, la antigüedad de los vestigios descubiertos es sorprendente, pues al encontrarlos en una zona intermedia entre sierra y oriente se podría argumentar que su origen pro- cede de cualquiera de los extremos opuestos. Las implicacio- nes culturales de cualquiera de las dos posibilidades despier- tan la polémica en el campo teórico. La noción de un origen amazónico ha sido muy criticada desde que Tello y Lathrap argumentaran el carácter primigenio que ha tenido el bosque tropical (Tello, 1942, 1960; Lathrap, 1970). Muchos historia- dores sostienen que la selva no es el medio más propicio para que se generen manifestaciones culturales complejas e insisten que la costa marítima o la sierra fueron ambientes más ade- cuados para el desarrollo sociocultural. Evidentemente, ante la originalidad de los hallazgos conviene ahora postular una tercera opción, en la que el origen local de las manifestaciones sea una consecuencia del contacto entre ambos mundos (se- rrano / amazónico). Los medios de transición pueden ser en realidad espacios, que por su variabilidad ecológica, se presten bien a la innovación adaptativa que promueve nuevas tenden- cias del quehacer social.

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430 PALANDA, ZAMORA-CHINCHIPE

La Ceja de Montaña Sur Oriental

La ceja de selva al este y al sur de Loja ha sido, desde hace más de 500 años, la puerta de entrada a la Amazonía. Esta región, cerrada por la niebla permanente, es una zona de transición entre la sierra seca lojana y el bosque lujuriante del pie de monte y de la planicie amazónica.

La selva de la vertiente oriental de los Andes ha sido con- siderada tradicionalmente como inhóspita y malsana por la hume- dad constante que la caracteriza. Desde el punto de vista agrícola el medio presenta dificultades por la inclinación acentuada del te- rreno, una capa húmica muy deleznable, una alta acidez del suelo y la erosión constante que amenaza a todos los terrenos descubiertos.

No obstante, la ceja de montaña es uno de los lugares del planeta que cuenta con uno de los mayores índices de biodiversidad. Miles de especies de plantas, animales e insectos pueblan este universo denso en contrastes y minerales escondidos. En la antigüedad el hombre debió haber entrado en esta zona buscando los alimentos vegetales que se pueden recoger a lo largo del año, la cacería abun- dante en el bosque, y los recursos acuáticos de los ríos. Para la penetración en este territorio, el cauce pedregoso de los ríos y que- bradas no permiten la navegación, las orillas estrechas tampoco son el camino más idóneo para la movilización. Por ello las cuchillas inclinadas de la sierra, que suben y bajan de manera rectilínea han sido la vía natural más fácil y directa para trasladarse a través de grandes distancias. Los resultados de la prospección han demostra- do que en un primer tiempo el hombre se asentó primordialmente en la parte baja de los valles fluviales, aprovechando de las vegas semi aplanadas y siempre húmedas para cultivar sus chacras.

Por último, no hay que olvidar el carácter sagrado que tiene el bosque en muchas sociedades tradicionales. La selva es a menudo vista como el hogar de los espíritus (benévolos y malévo-

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FRANCISCO VALDEZ 431

los) que influencian en la vida yen el destino de los hombres. En la estructura ideológica del chamanismo, el candidato debe pasar por una serie de ritos iniciaticos en el bosque. Es allí de donde el brujo obtiene sus poderes, las plantas curativas y las sustancias psicotrópicas que son fundamentales en su práctica cotidiana. De esta manera la montaña sirvió al hombre de alacena, de camino y de reserva de su fuerza espiritual, al mismo tiempo que le proveía de materias primas y de recursos estratégicos provenientes de los diversos pisos altitudinales.

Evidencias arqueológicas en la Ceja de Selva

El estudio regional de la provincia de Zamora-Chinchipe ha identificado varios conjuntos de vestigios arqueológicos que dan cuenta de las antiguas poblaciones asentadas en el territorio de la ceja de montaña. La prospección sistemática ha cubierto una buena parte de las cuencas hidrográficas que componen la provin- cia, encontrando a distintas ubicaciones altitudinales una serie de evidencias del período prehispánico. Las más comunes pertene- cen a las poblaciones que vivieron en el territorio entre el siglo X y la segunda mitad del siglo

xx.

Estas comunidades pertenecien- tes al grupo lingüístico Jívaro fueron denominados por los con- quistadores españoles en el siglo XVI como los Bracamoros y Yaguarsongos. La etnohistoriadora Anne Christine Taylor deno- mina a estos pueblos Proto-Jívaros, señalando que se instalaron a lo largo de la ceja de montaña en un área comprendida entre la actual población de Gualaquiza y el punto denominado Tomepen- da, en la unión del Chinchipe con el Marañón (Taylor,1988: 77- 91). Los asentamientos de estos pueblos han sido registrados a lo largo y a lo ancho del territorio de la provincia. Su manifestación es tan frecuente que prácticamente todo vestigio que se recoge en su superficie pertenece a la tradición de cerámica Corrugada que caracteriza a los pueblos Yaguarsongosy Bracamoros. A menudo los restos cerámicos de esta etapa se encuentran asociados a vesti-

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432 PALANDA, ZAMORA-CHINCHIPE

gios arquitectónicos en piedra de difícil identificacióncronológ ca. Muchos de los cuales pueden pertenecer a la época coloní o inclusive a la republicana. Dados los escasos antecedentes <

investigaciones en la región y la poca visibilidad arqueológk que impera en la selva, la prospección incluyó la realización ( sondeos sistemáticos en varias localidades y la visita decoleccic nes de antigüedades en colegios y en manos particulares.

Desde un principio sorprendió la presencia de varios oh jetos singulares de piedra pulida en la parte sur de la provincia Estos artefactos (elementos de vajilla como cuencos o tazone y figurillas antropomorfas) llamaron la atención por lacalidar poco usual de su trabajo, que no tiene par en los materiales ar queológicos de los períodos precolombinos tardíos. La infor·

mación obtenida sobre estos artefactos los situaban en la cuenca del Mayo-Chinchipe y los afluentes que descienden desde la cordillera oriental, al este de Amaluza (Laja). Por otro lado, los objetos vistos se asemejan desde el punto de vista tipológi- co al material encontrado , en la década de los años 60, por el arqueólogo peruano Pedro Rojas Ponce en un punto llamado Huaca Huayurco. El sitio se encuentra en el actual territorio del Perú, en la confluencia del río Tabaconas con el Chinchipe, a poca distancia de su desembocadura en el río Marañón. Los materiales fueron identificados en ese entonces como pertene- cientes a una manifestación local del horizonte Chavín (Rojas Ponce, 1985; Burger, 1995:218-219).

El seguimiento de estos datos y la investigación en la cuenca alta del Chinchipe llevaron aldescubrimiento de un sitio que resultó ser una pieza fundamental en la identificación de una nueva cultura arqueológica perteneciente al Período Formativo Temprano (Valdez et al., 2005). Ésta fue denominada la Cultura Mayo-Chinchipe, por ser esta cuenca hidrográfica el eje principal del territorio de su dispersión.

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FRANCISCO VALDEZ 433

Trabajos puntuales en el sitio Santa Ana-La Florida, ubica- do en el cantón Palanda del sur de la provincia, han permitido encontrar y definir un conjunto de materiales cerámicos y líticos pertenecientes a una ocupación temprana de esta región. Trabajos de prospección en las zonas adyacentes reconocieron materiales similares en las cuencas de los ríos Valladolid, Palanda, Numbala, Vergel y Palmares. Todos estos ríos son afluentes de la cabecera del Chinchipe y se ubican entre 1500 y 800 m s.n.m. Los sitios aparecen dispersos en un medio ecológico de ceja de montaña, con valles estrechos bastante escarpados, que han sido tradicionalmente las vías de acceso hacia la serranía de la provincia de Laja.

El encuentro casual de elementos de esta cultura no es nuevo, pues en los últimos 30 años los campesinos de la región han hallado recipientes de piedra pulida al realizar trabajos agrícolas en proftm- didad. Sin embargo, no se les ha dado importancia, ni se los ha re- portado a las autoridades competentes.Lamarginalidad e incomuni- cación de la mayoría de los pobladores de la provincia ha impedido que eventos de esta naturaleza tengan trascendencia. En elmejor de los casos, algunos de estos objetos fueron vendidos u obsequiados a coleccionistas locales que los guardan celosamente. El encuentro de vestigios de alfarería antigua es en cambio muy raro, en parte porque los campesinos no prestan mucha atención a estos restos, o simple- mente porque no los diferencian de los otros tiestos que abundan en la superficie. Por otro lado, se debe mencionar que la conservación de la cerámica delgada en los suelos ácidos de este medio no es buena, de hecho la mayor parte de los fragmentos que se encuentran en el subsuelo aparecen muy erosionados y en un estado casi coloidal. Por ello no es fácil la detección de sitios o la asociación de la ocupación temprana con vestigios arquitectónicos.

El Sitio Santa Ana-La Florida.El punto focal de estudio de la nueva cultura es elsitio Santa Ana-La Florida localizado al fondo de un valle estrecho, sobre una terraza fluvial a orillas del río

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434 PALANDA, ZAMORA-CHINCHIPE

Valladolid. El sitio cubre una extensión plana de aproximadamente una hectárea, con límites físicos claros como son el río, el escarpe de la sierra vecina y una depresión acentuada que baja desde la cordillera. Desde el punto de vista de las vías de comunicación su ubicación es estratégica. El cauce y las márgenes del río Valladolid son el acceso hacia la sierra centro-oriental de Loja. A unos 400 metros aguas abajo del sitio se da la confluencia del río Palanda, que desciende desde la sierra (3.200 m) abriendo el camino a través de los contrafuertes de Silván y Calima que limitancon la región sur oriental de Loja. Por otro lado, las cuchillas de las sierras cir- cundantes han sido el camino tradicional para bajar rápidamente de la cordillera a las tierras bajas. En varias partes persisten aún los senderos curvilíneos cavados, a manera de zanjas, en las cuchillas agudas. Estos caminos llevan varios nombres: culuncos en la sierra norte y camellones en la sierra sur oriental del Ecuador. Aunque no se sabe a ciencia cierta si algunos de ellos fueron usados durante épocas tempranas, su presencia con accesos cercanos al sitio se presta a la elaboración de una hipótesis de trabajo en este sentido.

El sitio ha sido parcialmente explorado en los últimos tres años, con la limpieza de la vegetación tropical y la puesta en valor de algunos vestigios arquitectónicos que afloraban en superficie.

En un primer momento hubo que realizar una etapa de excavacio- nes de rescate sobre un sector que había sido sujeto al saqueo in- sensato por parte de buscadores de tesoros. Estos trabajos permi- tieron identificar algunas etapas constructivas del sitio, al mismo tiempo que se pudieron evidenciar y comprender varias técnicas empleadas en el relleno artificial de la parte de la terraza más próxima al río. El fechamiento de varios elementos constructivos y contextos culturales del sitio ha permitido ubicar la ocupación del yacimiento entre el 4960 y el 2930 antes del presente (AP), con una fecha promedio de 4323 AP o de 2373 antes de Cristo (Tabla 1). Estas evidencias se sitúan en las etapas Temprana y Media del Período Formativo.

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+>-

~ VI

Número Edad radiocarbónica Calibración 2 Edad radlocarbónica Contexto

Laboratorio medida Slemas

Beta - 197175 4300 ± 40AP 3010-2880 aC (4960- 2945 aC / 4895 AP Nivel ocupacional

4830AP) -150 cm

GX#30044 4000 ± 71 AP 2857-2301 aC 2579 aC / 4628 AP Terraza artificial, piso

(4807--4449 AP) Quemado - 40 cm

GX#30043 I3990 ± 70 AP 2841-2294 aC (4791- 2568 aC / 4607 AP -~ogueraceremonllu

4422AP) -90cm

Beta - 172587 3860 ±40AP 2460-2300 aC (4410- 2380 aC / 4330 AP Hoguera ceremonial

4250AP) 90 cm

Beta - 188265 I3830 ± 70AP 2470-2040 aC (4420- 2255 aC / 4205 AP Terraza artificial, piso

3990AP) . <;fl ,..".,

Beta - 188263 3820±40AP 2395-2375 aC (4345- 2385 aC / 4335 AP Terraza artificial, piso

4325AP) Ouemado 90 cm

Beta - 210219 3790±160AP 2620-1750 aC 2185 aC / 4135 AP Terraza occidental

(4570-3700) AP - 22-33 cm

Beta-214742 3700±60AP 2450 - 2040 aC 2265 aC / 4215 AP lumoa-oe pozo.iseuo

(4400 - 3990 AP) entrada - 60 cm

Beta - 197176 3700±40AP 2270 - 2260 ae 2265 aC / 4215 AP Tumba pozo contexto

(4220--4210 AP) ofrendas - 220 cm

Beta - 188266 3690 ±40AP 2190-2170 aC (4140- 2180aC / 4130 AP Hoguera ceremonial

4120AP) -75 cm

Beta - 188264 3660 ± 90AP 2205-1735 se (4155- 1970 aC / 3920 AP Terraza artificial, pISO

3685 AP) Ouemado - 50 cm

Beta - 210217 3480±70AP 1940-1600 aC 1770 aC /3505 AP SitIO temprano GPS-401

(3880-3550) AP -110 cm

Beta - 210218 3140±70AP 1520-1200 aC 1360 aC / 3305 AP Terraza occidental

(3460-3150) AP -20-30 cm

Beta-181459 2930± 150AP 1485-800 aC 1143 aC / 3093 AP Perfil corte camino,

(3435 2750 AP) nivel carbón - 145 cm

Beta - 188267 2280±40 AP 395-200 aC 298 aC / 2248 AP Terraza occidental cerámica Tacana

(2345-2150AP) - 35/55 cm

Tabla 1. Fechas radiocarbónicas del sitio Santa Ana-La Florida (cantón Palanda, Zamora Chinchipe)

el

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(17)

436 PALANDA, ZAMORA-CHINCHIPE

El plano arquitectónico que se ha levantado hasta ahor sugiere que el sitio fue quizás un centro de reunión

Cívico-cere~

monial, dotado de un sector destinado a servir como cementerio de personajes relevantes. Hacia la parte central del sitio, la lim- pieza de la vegetación puso en evidencia la cimentación de piedra de varias estructuras arquitectónicas concentradas sobre la parte más plana de la terraza. Allí predomina una estructura circular de 40 metros de diámetro, dentro de la cual se han despejado los restos de tres estructuras más pequeñas de f~rma rectangular, que se ubican simétricamente opuestas entre SI. En la parte ex- terior del gran círculo, se agrupan varias estructuras circulares con diámetros que varían entre 5 y 9 m. (Figura, 2). Dentro del trazado arquitectónico se anota la voluntad de diferenciar algunas estructuras de otras, ya sea por su posición dentro o fuera del gran círculo central, o por la forma general de la geometría de su cimentación. Las formas externas son circulares, mientras que las internas tienen ángulos paralelos. Hasta ahora no Se conocen las funciones reales de las estructuras, pero la forma debió tener relación con la naturaleza de su ocupación.

El extremo oriental de la terraza (el más prÓximo al río) presenta en cambio un patrón arquitectónico muy distinto. Enel filo de la terraza se aprecia la intervención humana en la regu- larización de este sector de la planicie. Sobre el cauce del río, el escarpe irregular había sido aplanado y consolidado con una serie de contrafuertes circulares que sostienen el lado sUr-oriental del escarpe. El saqueo reciente de esta parte del sitio obligó una intervención urgente para rehacer una parte de los contrafuertes y afirmar el suelo antiguamente construido. Estos trabajos permitie- ron la exploración detallada del sector adyacente, queresultó ser artificial. Aparentemente se lo había preparado como Un espacio funerario, muy rico en elementos arquitectónicos simbólicos en- terrados a distintas profundidades. Entre los rasgos más enigmáti- cos se debe señalar un espiral formado por piedras que Unen a las

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FRANCISCO VALDEZ 437

vallas que sirvieron de contrafuertes y que se introducen en el terreno para formar muros de contención concéntricos. El eje de este espiral fue una hoguera de aproximadamente un metro de diámetro, construida sobre un núcleo sólido de piedras agrupa- das en círculo. En esta hoguera se encontraron, entre carbones y cenizas, varias ofrendas líticas enterradas cerca de la base.

El conjunto de objetos incluyó un pequeño cuenco de piedra, que cubría un mascaron antropomorfo de piedra verde. Sobre un costado apareció otra efigie similar junto con varios centenares de pequeñas cuentas de turquesa. Estas y otras ofrendas fueron quizás quemadas ex profeso al momento de realizar algún rito.

Dada las materias primas y los motivos representados, se los pueden interpretar como elementos simbólicos distintivos de un rango social particular (Lámina 1 de la portada: Mascarón).

A poca distancia de la hoguera antes descrita, bajo un piso quemado de color ladrillo, se encontró la entrada a una tumba de pozo, cuya cámara reposaba a 2 metros bajo el nivel de la superficie actual. El pozo o galería que desciende en profundidad estaba revestida de piedras superpuestas. La disposición de las piedras imitaban la figura de un caracol, siendo el diámetro de la boca de casi un metro, mientras que la parte interior se adelgaza a medida en que se profundiza. El relleno del pozo tuvo como eje la superposición de 3 lajas alargadas que bajaban verticalmente desde la superficie hasta la base de la cámara. En tomo a las lajas se dispusieron otras piedras de menor tamaño para sellar comple- tamente el conducto. Un rasgo curioso detectado en el relleno fue la presencia de cuentas de turquesa, dispersas entre los estratos que entornan a las piedras de la cavidad del pozo. Las cuentas se hicieron más frecuentes en la base de la cámara y de hecho fueron señalando la ubicación de los despojos y sus ofrendas.

La planta de la cámara funeraria tuvo una forma ovalada de aproximadamente 2 m. de ancho. Su excavación reveló que los

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Santa Ana-La Florida

(IRD-INPC)

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Estructuras de piedra

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Camino carrosable ---Sendero

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Fig. 2. Plano de las estructuras detectadas en el yacimiento arqueológico Santa Ana-La Florida, cantón Palanda.

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FRANCISCO VALDEZ 439

restos habían sido dispuestos siguiendo el perfil en arco del recin- to. Desgraciadamente la acidez del suelo nopermitióla conserva- ción de las partes óseas o de otros materiales de origen orgánico.

Sólo se encontraron huellas e improntas de algunos huesos largos junto a ciertos objetos del ajuar mortuorio. Este hecho limita toda interpretación sobre el posible número de individuos presentes, la posición y orientación de los cuerpos. No obstante, la riqueza del depósito ha permitido sacar un sinnúmero de inferencias sobre la naturaleza de la sociedad que ocupó el sitio.

Al parecer se dieron por lo menos dos episodios de uti- lización de la tumba, de los que el segundo ha dejado los tes- timonios más claros. Se infiere que hubo un contexto original que fue alterado en el momento en que se hizo el segundo depósito. Prueba de ellos son los restos fragmentados de un recipiente cerámico que se encontraron esparcidos en varias partes del relleno la planta. El cuello completo de este ob- jeto así como otros tres recipientes, igualmente fragmentados, fueron descubiertos en su emplazamiento original debajo de un conjunto funerario aparentemente posterior. Sin embargo, ambos episodios no debieron estar muy separados entre si en el tiempo, pues la tipología de los objetos cerámicos de ambos momentos es idéntica. Así mismo, las fechas

e

14 obtenidas a partir del carbón asociado al depósito funerario coinciden con la fecha en que se construyó y se selló la entrada a la tumba con el piso quemado antes mencionado (Tabla 1). Siendo estas fechas las que marcan el punto de utilización final de la tumba, ambos episodios debieron darse necesariamente antes de sellar el piso de la entrada.

Al llegar a la base del conducto vertical, a dos metros de profundidad, se encontró sobre el costado occidental un par de pequeños medallones de piedra verde asociados a algunas cuen- tas de turquesa. En este punto el estrato del relleno cambió y se .

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440 PALANDA, ZAMORA-CHINCHIPE

volvió algo más suelto y oscuro. Al retirar este sedimento se co- menzó a exponer un depósito funerario mal conservado, con los restos de una argolla de piedra verde, un fragmento grande de concha Strombus e improntas de huesos largos en la tierra. La ex- ploración del fondo del pozo y su contorno fue revelando los dis- tintos elementos del depósito, en que los restos óseos aparecían sólo como improntas casuales cerca de las ofrendas en cerámica, lítica y concha.

El contexto encontrado mostró la presencia de ocho re- cipientes cerámicos, tres cuencos de piedra pulida y un pequeño mortero omitomorfo lítico. A lo largo del depósito se encontraron cientos de cuentas de turquesa y seudo malaquita, muchos de los cuales pudieron haber estado cocidos a textiles, desgraciadamente no conservados. Los recipientes cerámicos ocuparon el extremo norte y nororiental de la cámara; mientras que los cuencos líticos fueron dispuestos hacia el extremo este. En el extremo sureste de la planta se encontró una "caja de llipta" en forma de un coquero antropomorfo, asociado a varios elementos de adorno en turquesa.

La distribución en arco de los depósitos completa la figura en movi- miento evocada por la forma del espiral en piedras. Noción que se subraya además con la presencia de un caracol marino (Strombus sp.), repartido entre los distintos elementos de la tumba.

Excavar este contexto funerario intacto permitió autentifi- car las informaciones obtenidas en la visita de varias colecciones particulares de la región. Una en particular fue de mucha impor- tancia, por tratarse de una serie de objetos supuestamente sacados del sitio hace más de diez años, al momento de la construcción de una vía secundaria. La persona que participó en estos traba- jos relató como encontró los objetos con el equipo caminero, al abrirse paso por la parte oriental de la terraza lacustre. Como se verá más adelante, en la descripción de los objetos extraídos, la tipología y la iconografía de los objetos líticos encontrados en ese

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FRANCISCO VALDEZ 441

entonces concuerda perfectamente con los extraídos en la exca- vación controlada.

Identificacióny caracterización del material cultural Formativo

La alfarería

Las exploraciones en el sitio Santa Ana-La Florida han per- mitido aislar los distintos tipos de cerámica precolombina de la región. Si bien no se tiene aún una visión completa de la secuen- cia ocupacional del sitio, se ha podido identificar hasta ahora por 10 menos tres grandes tradiciones alfareras regionales. Cada una de las cuales cuenta con una cronología tentativa definida que permite una diferenciación confiable de los distintos conjuntos.

La más reciente, como ya se ha dicho, es la cerámica llamada corrugada(siglos X al XX AD) que es la que se encuentra a poca profundidad de la superficie actual.

Dos conjuntos más tempranos aparecen luego en la estrati- grafía del sitio: el primero ha sido denominado Tacana (nombre de la localidad donde fue identificado por primera vez) y corres- ponde a una variedad de cerámica fina, bien trabajada y con deco- raciones plásticas que incluyen el uso de pintura roja, crema o gris en unión con trazos incisos finos de figuración geométrica. Las pastas son bien preparadas y contrastan marcadamente con las de la tradición corrugada que tiene una pasta gruesa, más bien burda.

Los componentes de la arcilla son homogéneos en granulometría, por 10 que las paredes son delgadas y bien acabadas( entre 3 y 5 mm). La cocción es óptima, siendo oxidante sin núcleos negros.

El color externo de la pasta es ante, con gamas entre el bayo pá- lido y el café rojizo. Un regularizado concienzudo ha dejado las superficies suaves al tacto y en textura, a pesar de la erosión fre- cuente que afecta al material. Las pinturas o engobes se conser-

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Fig. 3. Formas y decoraciones de la cerámica del Complejo Mayo-Chinchipe

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van mal en el suelo ácido, pero sus restos demuestran el esmero que se empleó en su aplicación. Las formas incluyen recipientes abiertos: cuencos / platillos y recipientes cerrados: ollas de cuello corto, ligeramente evertido, y cantaros de cuello alto, de paredes rectas y labio reforzado con una banda en la cara exterior (Figura 4). Las fechas de este grupo no están aún bien definidas, pero hay una datación para un contexto aún poco claro de 2280 ± 40 AP, que podría corresponder a la parte más tardía de esa ocupación.

El tercer conjunto, denominado Mayo Chinchipe, presenta muchas semejanzas con el anterior, pues comparte las caracte- rísticas finas de la pasta. No obstante, de lo que se conoce hasta ahora, difiere en ciertas formas y técnicas decorativas. Se trata de una loza de espesor delgado (entre 3 y 6 mm, el promedio y la generalidad es de 4 mm). El color interno de la pasta es de color naranja ladrillo, con tonalidades entre rojizas y ante. La cocción es oxidante total, no se observan núcleos o espacio vacíos en la arcilla. La granulometría homogénea, pero no muy fina, se dis- tinguen los granos individualizados de color rojizo, negro y blan- co de casi un milímetro de espesor. Se nota la presencia de mica y también algún cristal arenoso entre las inclusiones, que parecen ser de origen natural y no necesariamente inclusiones voluntarias en la pasta.

Se perciben dos coloraciones en la superficie, uno de color ante claro, casi grisáceo y otro de color marrón más bien intenso y oscuro. En este último caso se trata de un engobe fino, que cuando se moja y se deja secar se craquela con facilidad, pero esto puede debersealdeterioro que ha sufrido la pasta en los suelos ácidos. Así, la coloración va del rojo ladrillo al negro tiznado, siendo usuales los fragmentos de color ante claro. El ante tiene un acabado liso, bien regularizado y homogéneo, pero no propiamenté pulido. En la fragmentería se observa que la mayoría de los tiestos pertenecen a cuencos, de tamaño pequeño o mediano. Hay un solo fragmento

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444 PALANDA, ZAMORA-CHINCffiPE

claramente de una olla de cuello y borde ligeramente saliente auque el labio no está presente (con un grosor de 6 mm.). La diferencia principal con el conjunto anterior es que se trata de una loza monocroma, donde no se han visto restos de pigmentos o pintura que se diferencie de la pasta propiamente dicha. La deco- ración es variada, yendo de la incisión fina al acanalado profundo en la superficie externa y en los labios de algunos recipientes.

En esta modalidad los motivos son rectos y curvilíneos, jugando entre geométricos y figurativos abstractos. La técnica más común es el punteado, que a veces se puede combinar con la incisión lineal para formar motivos sencillos. La aplicación de pequeños botones en pastillaje, es también frecuente. Las formas son varia- das y, como se verá más adelante, muy innovadoras. Las fechas asociadas a este conjunto son las más tempranas que se hayan reportado hasta elmomento para los complejos culturales del este de los Andes (4300 ±40 / 2930 ± 150 AP, Tabla 1). Sus formas usuales incluyen cuencos o tazones, recipientes carenados, ollas globulares u ovoides, botellas de cuello angosto y, sobre todo las de asa de estribo con un pico alargado.

La cerámica más temprana está asociada a la principal ocu- pación del sitio Santa Ana-La Florida, de hecho aparece en los primeros niveles constructivos de la terraza oriental. La prospec- ción de las regiones vecinas reveló que esta cerámica está presen- te a lo ancho de las cordilleras de la ceja de montaña. Estos rasgos tecnológico-estilísticos no tienen antecedentes en esta parte del país, pero tiene una similitud conceptual con la cerámica con- temporánea de las fases 3 a 5 de Valdivia, en la costa ecuatoriana (Marcos, 1978, Staller 1994). Rasgos tecnológicos que incluyen acanalado, incisión y punteado han sido anotados en las colec- ciones de la alfarería del sitio Trapichillo del valle del Catamayo en la Provincia de Laja. Esta cerámica pertenece a la tradición Catamayo identificada a fin de la década de los años 1970 porel grupo de investigadores dellFEA (Guffroy et al., 1987; Guffroy

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FRANCISCO VALDEZ 445

2004). Aunque esta tradición es menos antigua que la encontrada en Zamora Chinchipe, parece compartir muchas de sus formas y modalidades tecnológicas que sugieren nexos e interacciones a través del tiempo y del espacio.

Los objetos procedentes del ajuar funerario estuvieron destinados a servir a las necesidades de los difuntos en el más allá, siendo muy probablemente similares a los que se utilizaban en la vida cotidiana. De las ocho vasijas encontradas, tres son utilitarias, con la función evidente de ser recipientes personales (pequeñas ollas abiertas). La pasta de estas vasijas utilitarias es la misma que se ha descrito y no presenta una diferencia particular de la de los recipientes de apariencia más sofisticada. Sus formas son sencillas con el cuerpo semi-esférico y con diferencias en la proyección del hombro y del cuello. Todos aparecieron muy fragmentados, por un posible desplazamiento de su ubicación original. El primer ejemplar tiene una forma compuesta, semies- férico-carenado con un borde evertido. Una decoración punteada recubre el filo de la carena mesial. Su coloración es gris tiznada y sus dimensiones son: altura 8 cm., diámetro máximo 15,4 cm. y diámetro de la boca 12 cm. El segundo recipiente es semiesférico con un borde pequeño evertido, sus dimensiones: altura 8 cm., diámetro máximo 13 cm. y diámetro de la boca 14 cm. La tercera ollita tiene el cuerpo casi globular con un hombro alto y algo restringido, que sube luego hacia un borde ligeramente saliente.

Sus dimensiones son: altura 13 cm, diámetro máximo 14 cm. y diámetro de la boca 13,5 cm. (Figura 4).

Los otros cinco ejemplares podrían ser considerados como parte del ajuar que afirmaban la personalidad y el estatus del, o de los individuos inhumados. La presencia de cuatro botellas de asa de estribo, cuyo estado de conservación no revela desgaste, hace pensar en que se trató de ofrendas especiales, destinadas a demostrar la jerarquía social de su poseedor. La variedad de

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Fíg, 4. Formas de los recipientes cerámicos encontrados en la tumba principal del yacimiento Santa Ana-La Florida

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FRANCISCOVALDEZ 447

formas de estos recipientes es interesante, pues cada una refleja aspectos estéticos vinculados con una realidad social particular.

Sobre este particular hay que señalar una primicia que in- cumbe esta forma tan particular en la arqueología precolombina.

Se trata del asa de estribo que parece encontrar en la cuenca del Mayo Chinchipe un nuevo punto de origen. Hasta ahora se con- sideraba que la manifestación más antigua de esta modalidad tec- nológico-estilística (1800 a 900 a.C.) procedía de la costa Pacífica ecuatoriana, pues había sido identificada en los contextos tardíos de la cultura Valdivia -sitio La Emerenciana- yen la vecina cul- tura Machalilla (Staller, 1994: 384; Meggers et al.,1965). Una manifestación serrana, casi contemporánea, procede. del sitio Cotocollao, ubicado en el Valle de Quito (Villalba, 1988:173- 176). Sin embargo, de acuerdo a las fechas radiométricas obteni- das del contexto de la tumba (2500a.Ci), parecería que la forma aparece en primera instancia al otro lado de los Andes, en la ceja de montaña del sur del actual Ecuador. La forma del asa se llama de estribo, porque se asemeja a la geometría general del objeto que acompaña la silla de montar. Se trata de una construcción artificial donde el pico del recipiente es la proyección de dos tu- bos paralelos que emergen del cuerpo de la vasija. De hecho, el cuerpo del pico se convierte en una argolla cerrada que permite manipular y transportar el recipiente sin el peligro de derramar su contenido. Las asas del conjunto Mayo Chinchipe se diferen- cian de las de la Costa yde la Sierra norte por tener el pico, o vertedera que emerge de la argolla, largo y esbelto. El labio del pico tampoco presentan el reforzamiento pronunciado que tienen los ejemplares antes mencionados. (Figura 5). La forma del asa de estribo desaparece de la tradición cerámica de los Andes Sep- tentrionales al final del Formativo Medio, mientras que aparece a partir del Horizonte Temprano en el Perú, convirtiendose en una de las formas clásicas de todas sus grandes culturas prehispánicas hasta la llegada de los Incas.

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Fig. 5. Formas naturalesyculturales de las botellas de asa de estribo delComplejoMayo-Chinchipe

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FRANCISCO VALDEZ 449

Las botellas encontradas en la tumba son impactantes por la variedad de motivos que reflejan valores simbólicos comple- jos, muy andinos. Quizás la más importante sea una botella efigie de forma compuesta, con el recipiente propiamente dicho en la mitad inferior y el asa alargada en la parte superior. El recipiente presenta una efigie a cada lado, en la cual aparecen dos aspectos de una faz humana emergiendo de una concha Spondylus abierta.

La cabeza porta un tocado que vuelve a reproducir la forma de las valvas, pero esta vez invertida. Los gestos faciales son opuestos, la primera muestra una expresión armoniosa, casi jovial, con el mentón y las mejillas redondeadas y con la boca entreabierta. El lado opuesto presenta una cara más enjuta, con una expresión parca. El ceño parece estar fruncido, con la parte inferior de la cara alargada por la representación de una boca en forma de T. El labio superior permanece horizontalmente rígido, mientras que el inferior se parte en la mitad y desciende en línea recta hacia el mentón. Esta figuración de la boca recuerda a la representación del hocico de felino que aparece en la cerámica contemporánea de las fases intermedias de la cultura Valdivia, procedente de la costa Pacífica. La sutil alusión al litoral se ve reforzada con la representación de la concha marina, en que los rasgos típicos de la bivalva se ven figurados mediante botones sobrepuestos en pastillaje (Lámina 3). Sus dimensiones son: altura 29,5 cm. diá- metro máximo 14 cm. y diámetro del pico 3,5 cm.

Una segunda botella tiene igualmente una forma que alude a la naturaleza domada. Se trata de un recipiente que imita una calabaza, lobulada y dotada también de una asa de estribo no- table. La representación de una forma natural tan realista refleja el vínculo estrecho del hombre con su medio (Cumrnins, 2003).

Por otro lado, la forma da luces sobre uno de los elementos más cotidianos de la cultura, aquel de los alimentos vegetales que eran comunes en su época. Sus dimensiones son: altura 24,5 cm., diá- metro máximo 14 cm. y diámetro del pico 3 cm.

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450 PALANDA. ZAMORA-CHINCHIPE

La forma de las otras dos botellas es una antítesis de las anteriores, pues representan figuras artificiales, geométricas e in- geniosas. La primera se compone de dos partes, el asa prominente que emerge del recipiente en forma de un círculo tubular. Esta forma poco usual, que recuerda la cámara de un neumático, apa- recerá más tarde de manera casi idéntica en los contextos de las culturas Machalilla y Cotocollao antes mencionadas. Sus dimen- siones son: altura 17 cm. diámetro máximo 14,5 cm. y diámetro del pico 3,1 cm.

La segunda combina dos figuras geométricas en una. Se ha modelado un cuerpo esférico alargado con los frentes plano-rec- tangulares. La parte superior culmina con el asa, dándole al todo la forma de una cantimplora notable. Sus dimensiones son: altura 32,5 cm. ancho máximo 9,5 cm. y diámetro del pico 3,8 cm.

El diseño geométrico de estas dos botellas se opone a las formas naturalistas de las primeras, demostrando la capacidad de abstracción e innovación que tenían los maestros alfareros de la época. (Figura. 5).

El último recipiente cerámico encontrado en la tumba es una pieza excepcional, tanto por sus cualidades estéticas, como por sus implicaciones rituales. Se trata de un pequeño cuenco cerrado con una apertura estrecha en la parte superior y cuatro soportes en el fondo. Sobre un extremo la pieza sobresale una ca- beza antropomorfa muy realista, que denota a un individuo mas- cando una sustancia que abulta uno de sus carrillos. Tradicional- mente estas figuras son conocidas como coquerospor analogía con los ejemplos etnográficos de individuos mascando hojas de coca. En la representación, la mejilla del mascador está abultada y la boca presenta una mueca por la deformación del cachete. Los ojos son huecos y redondos, dando la impresión de una mirada fija, desorbitada. En el interior del recipiente se encontró una sus-

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FRANCISCOVALDEZ 451

tancia blanca, que al ser analizada resultó ser carbonato de calcio.

Se sabe que en la antigüedad, como en el presente, antes de mas- car las hojas se las mezcla con cal para que al humedecerlas en la boca se active un proceso químico y se liberen los alcaloides de la droga. En gran parte de los Andes la sustancia alcalina para mezclar con las hojas de coca se llama llipta, por lo que este tipo de recipientes se denomina caja de llipta. En tomo a la cabeza de la pieza se encontraron varias cuentas de turquesa, que debieron estar ensartadas alrededor del objeto. La calidad escultórica de la pieza es notable e innovadora. La cabeza antropomorfa que caracteriza a la caja de llipta tiene un aspecto técnico innova- dor, que será notorio más tarde en la costa ecuatoriana a partir de la cultura Machalilla. Se trata de una de las primeras manifesta- ciones de escultura humana hueca. Hasta este punto, las figuras escultóricas conocidas en la cultura Valdivia eran estatuillas ma- cizas, modeladas pero algo rígidas a pesar de ciertas poses ani- madas. En la figura de la cabeza del coquero el modelado al vacío libera el trazo y lo vuelve más preciso, obteniéndose formas más ligeras y dinámicas. Este logro técnico da mayor realismo a la figura, cobrando mayor profundidad y dimensión estética. Su fac- tura delicada y el realismo de sus rasgos no tiene antecedentes en la alfarería precolombina. Por otro lado, se debe señalar que esta figurilla resulta ser la representación cerámica más antigua de un coquero en América (Lámina 4). Sus dimensiones son: altura 8,5 cm., largo 14 cm. y diámetro de la boca 10 cm.

Arte Lapidario

El trabajo en piedra es la característica más sobresaliente de la cultura Mayo-Chinchipe, éste incluye varios elementos de va- jilla, morteros y figuras humans esculpidas en un estilo muy natu- ralista, cargado de símbolos que aluden a una ideología poderosa propia de la selva tropical (Lathrap, 1970). Además de los recipien- tes, el arte lapidario incluye un buen número de elementos de ador-

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452 PALANDA, ZAMORA-CHINCHIPE

no personal con una iconografía recurrente de serpientes, aves y otros seres del bosque húmedo. Los ornamentos son cuentas y pendientes de piedras verdes (turquesas, seudo malaquitas, ama- zonitas, etc.') fueron parte de collares, pulseras y ajorcas, pero un buen número debió estar cocido 0_pegado a textiles que no han sobrevivido a las condiciones húmedas del medio tropical.

(Láminas 2, 5, 6, 7 Y8).

El uso de una materia prima dura como la piedra no es una característica de las regiones selváticas, de hecho su empleo dife- rencia y especifica a esta cultura de las demás de la región. El uso de la piedra es excepcional, tanto en el plano tecnológico, como en el estilístico. La talla y el pulimento no se redujo a la fabricación de instrumentos funcionales cortantes como puntas de proyectil, hachas, azuelas o punzones. Tampoco se limitó a elementos bur- dos como los batanes o metates, sino que fue ampliada a la con- fección de artefactos ceremoniales dotados de un valor simbólico que aumentaba en la medida en que el tipo de piedra era más escaso y exótico. El grado de especialización que se requiere para la fabricación de estos elementos es variable, pero las técnicas suelen estar al alcance de todos los grupos sedentarios o semi- nómadas que habitan el bosque tropical. El trabajo de la piedra es una actividad lenta, larga que requiere de un cierto grado de adiestramiento, por10que se puede considerar que fue ejecutado por especialistas, que conocían las propiedades de las distintas variedades de los minerales, y muy probablemente el lugar de su obtención. La artesanía lapidaria fue aparentemente un rasgo común en esta sociedad, jugando un papel importante dentro de la organización social que cubrió una región tan amplia.

Un factor que sorprende es el tipo de materia prima que se utilizó para los distintos elementos, pues en la elección entra-

1Investigación hecha por el Dr. Bemard Gratuze, Institut de Recherche sur les Archéomatériaux (IRAMA T, UMR 5060), CNRS, Orléans, France.

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FRANCISCO VALDEZ 453

ban aparentemente criterios como el color y en la dureza de la piedra. En el conjunto de objetos líticos repertoriados parece que el hombre diferenció dos grandes categorías generales: 1) las de color negro o gris, que se caracterizan por tener el grano más bien grueso y son de textura áspera.

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las de color rojo- marrón, rojo blanco jaspeado o crema amarillento. Estas son más escasas y son buscadas por su grano fino y textura lisa. Si bien las piedras abundan en el territorio de la ceja de montaña, había que saber de donde se podía obtener la materia deseada y esto a menudo debió implicar procesos de interacción a través de grandes distancias. Es obvio que determinados tipos se vol- vieron estratégicos por la demanda que pudieron haber tenido, y en este proceso el control de los recursos debió haber tenido implicaciones políticas y económicas.

Ambas categorías han sido trabajadas mediante procesos que emplearon las mismas técnicas: a) el recorte general para al- canzar el perfil adecuado; b) el picado o golpeteo para obtener la forma deseada; y e) el pulido que regulariza la superficie y va acentuando los rasgos generales que se desea hacer privilegiar. El grado de pulido tiene relación con el grano mineralógico de cada variedad de piedra, obteniéndose una superficie suave y brillante con los granos finos y una superficie regularizada, pero aún ru- gosa con el grano grueso. Si bien la decoración no se limita a una categoría específica, se anota una mayor cantidad y variedad de motivos en las piedras rojas jaspeadas.

Entre los objetos líticos encontrados en el sitio sobresalen los recipientes que imitan las figuras geométricas: platos, escudi- llas, cuencos de varios tamaños y recipientes cúbicos similares a un vaso de tamaño mediano. Estos elementos de vajilla han sido pulidos, tanto en su lado externo, como en el interno. En algunos casos se encuentra una decoración grabada en la parte externa. El recipiente hemisférico es el más común y dentro de esta categoría

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hay que dividir dos grupos por un detalle estilístico funcional: a) los cuencos o tazones de labios llanos, sin alteración alguna en el perfil superior, y b) los recipientes de labios grabados o muesca- dos. Esta diferencia no es únicamente estilística, sino que debió obedecer a necesidades funcionales hoy incomprensibles. Los del segundo grupo presentan por lo general, al menos cuatro graba- duras, muescas o pequeños cortes rectangulares equidistantes sobre el labio del recipiente. En algunas ocasiones estos peque- ños cortes pueden estar acompañados de pequeños círculos cóncavos grabados en la parte externa del borde. Los círculos suelen ser de tamaño y profundidad constantes (3 a 4 mm x 0,5 a 1 mm) y han sido producidos por el frotamiento continuo de un guijarro puntiagudo. No se sabe a ciencia cierta que papel de- sempeñaron, pero es evidente que la idea de una tetrapartición del espacio circular está presente y está claramente subrayada en el borde y labio de los recipientes.

La división del espacio está igualmente presente en la cara externa de algunos recipientes. En varios casos se observa la di- visión bipartita de los campos decorativos, a menudo seguida de una oposición simétrica de los motivos representados. Esto se puede apreciar particularmente bien en uno de los cuencos que fue encontrado en la tumba excavada en el sitio. Se trata de un recipiente de color rojo jaspeado, con dos pares de muescas ca- ladas sobre el labio (dos son particularmente anchas y contrastan con otras dos más discretas que aparecen en los costados opues- tos). La cara externa tiene dos pares de motivos idénticos -graba- dos- que se repiten en los cuartos opuestos de la pieza. El ele- mento más grande representa una figura aparentemente humana, con una anatomía general ambivalente, pues parece también la figura de un ave con las alas desplegadas y una cola abierta. La cabeza presenta rasgos humanos faciales muy claros, por lo que se puede interpretar esta figura como la representación de una transformación chamánica de un hombre-pájaro (Lámina 9). El

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FRANCISCO VALDEZ 455

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Fig.6. Ubicación geográfica de los principalessitios del Período Formativoen el Sur del Ecuador y en el

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456 PALANDA, ZAMORA-CHINCHIPE

elemento menor representa una figura mitológica, que muestra una serpiente de cuyo cuerpo bífido emergen las cabezas de dos aves encrestadas. Este motivo es un elemento iconográfico cu- rioso, pues aparece casi idéntico en un textil encontrado en el sitio peruano, La Galgada (Figura 6), que es contemporáneo con el sitio Santa Ana-La Florida (Grieder et al., 1988, Figura 130).

Sin embargo, la noción de dualidad simétrica no sólo es una división por oposición, sino más bien una forma de comple- mentariedad que se expresa de una forma muy particular. Esto es especialmente visible en los grabados de otro recipiente de piedra encontrado en el sitio. El cuenco, trabajado sobre una pie- dra bicolor, presenta dos series de motivos complejos separados por una línea central que divide las mitades del recipiente (Lámi- na 10). Cada serie tiene un color distinto y está compuesta por tres elementos separados que se unen en un arreglo iconográfico opuesto. En cada grupo aparece en primer término la figura en perfil de un ave crestada con una garra levantada hacia el per- sonaje central. En el primer caso, (a) la figura del medio es una cabeza extraña, vista también de perfil, que muestra un hocico abierto y un ojo prominente que sale de un bloque rectangular. El tercer personaje parece ser un cóndor con un ala desplegada. El todo tiene una coloración gris clara que se opone a la otra mitad del recipiente que es de color rojo. La otra mitad (b), tiene como figura central a un ofidio sonriente (visto desde encima) y otra representación cefálica extraña, con el mismo ojo prominente que sale de un bloque rectangular. La complejidad iconográfica de estos motivos es perceptible sólo parcialmente si es que no se considera verlo junto a su propia imagen inversa. La representa- ción del desdoblamiento simétrico de un motivo puede revelar su personalidad completa. Utilizando la técnica de proyección al espejo se puede completar el trazo de una figura, dotándole de su imagen inversa (Lámina 11). El uso de la simetría bilateral es uno de los elementos que permiten leer y comprender la iconografía

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FRANOSCO V ALDEZ 457

compleja de la cultura Chavín, pero parece que su aplicación fue ya una práctica bien conocida en la cuenca del Chinchipe, unos 1.000 años antes de que la llamada primera civilización de América esté presente. No hay duda de que la noción ideológi- ca de establecer convenciones estructurales en la iconografía, compartidas y comprendidas por un público iniciado fue una práctica establecida desde el Formativo Temprano en la cuenca del Chinchipe.

Otras formas que entran en el campo de la vajilla ritual son los pequeños morteros que reproducen formas de animales o de plantas. Estas representaciones son perfectamente realistas y variadas. Los motivos zoomorfos corrientes representan aves, pequeños mamíferos y ranas; entre los fitomorfos hay una bella representación de la vaina de alguna fruta que se asemeja al ca- cao, pero que bien podría corresponder a alguna planta alucinó- gena (Lámina 12).

Un tema iconográfico del arte lapidario del Chinchipe es la representación de la forma humana. Se distinguen dos variantes en las figuras antropomorfas: estatuillas y ornamentos (medallo- nes y pendientes). En ambas instancias la imagen humana tiene ciertos rasgos que, a pesar de sus diferencias específicas, subrayan la unidad estilística. Las estatuillas fueron hechas probablemente para ser parte de una actividad que requirió de la participación de un icono estereotipado. Estas actividades pudieron ser parte de ritos o ceremonias propiciatorias de algún hecho benéfico para la comunidad. En realidad, hasta ahora estas figuras no son muy abundantes; la mayoría ha sido labrada en piedras claras, aunque las hay también en rocas oscuras y ásperas. Estilísticamente hay algunos rasgos comunes que los identifican. Estos se centran en la cara y en la posición de los brazos plegados, en ángulo so- bre sus costados, con las manos cruzadas sobre el pecho. Las ex- tremidades inferiores no siempre están figuradas, pero cuando lo

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458 PALANDA, ZAMORA-CHINCHIPE

son aparecen tanto extendidas como plegadas en una posición sentada. El sexo no es aparente, aunque en un caso se distingue un taparrabo de apariencia masculina. Por lo que se puede afir- mar que no hay una diferenciación de género aparente. La forma general de la cabeza es irregular, con una línea horizontal en la parte superior indicando quizás el cabello. Los ojos son circulares y cóncavos, la nariz tiene un perfil triangular, que en los masca- rones es complementada por líneas pronunciadas que representan las cejas y acentúan el ceño. Las orejas no aparecen en las figuri- tas, pero si aparecen en algunos adornos, que siempre guardan un mayor grado de detalle. La boca es un trazo horizontal en las estatuillas, mientras que en los medallones se la representa en- treabierta con una forma rectangular. Los dientes pueden o no ser figurados, pero no hay presencia de colmillós o de otros rasgos que sugieran la asociación con algún animal. Las efigies no son anatómicamente realistas, algunas son finas, otras algo más bur- das, pero todas se diferencian de las representaciones más realis- tas del mundo animal. (Láminas 13, 14, 15, 16, 17 Y18).

Breve discusiónyconclusiones tentativas

Se sabe tan poco de la arqueología de la Amazonía occiden- tal que la nueva evidencia de ésta zona de transición sacude las bases que hasta hoy se tenían de las sociedades tropicales del Este de los Andes. El notable desarrollo cultural que se hace mani- fiesto en una época tan temprana obliga a cambiar de óptica para buscar respuestas planteándose nuevas preguntas sobre la capaci- dad adaptativa del hombre selvático. Como se ha dicho antes, el arte lapidario está presente a lo largo de la cuenca del Chinchipe, desde la sierra de Loja hasta las tierras bajas orientales de Bagua ya en la región del río Marañón (Shady y Rosas La Noir, 1979).

Todos los objetos comparten los rasgos estilísticos que denotan una misma concepción cosmológica. La cultura del Chinchipe es una cultura de bosque tropical con manifestaciones ideológicas

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FRANCISCO VALDEZ 459

que reflejan un respeto sagrado hacia las expresiones simbólicas de las fuerzas rectoras de la naturaleza tropical: la serpiente, el felino, el águila ... (Lathrap, 1970:45-47). En estos conceptos hay un afán y una necesidad de intermediación. Se sabe que en las so- ciedades tribales el chamanismo fue una institución poderosa con una gran incidencia como factor de cohesión social. El chamán fue el intermediario entre la sociedad y las fuerzas cósmicas que rigen la vida y la muerte. Su figura en la cuenca del Chinchipe está omnipresente en las distintas manifestaciones de la cultura material. Los implementos y recipientes de piedra, las vasijas y botellas de cerámica, los amuletos y ornamentos están cargados de imágenes que evocan las fuerzas del bosque primigenio. En todas ellas se percibe la dualidad de lo tangible y de lo aparente.

En esta dualidad la intermediación se construye como una nece- sidad social.

La ritualidad que está implícita en la arquitectura funeraria refleja una relación de simetría entre el mundo de los vivos y el acceso al dominio de los espíritus. El uso del espacio en que se expresa la dualidad refleja una ideología en que el hombre cons- truye un espacio que se contrapone al mundo natural. En este espacio se reúne y efectúan actividades que no dejan residuos cotidianos, el centro ceremonial no es todavía un lugar de fiestas colectivas. Es un lugar lleno de espacios restringidos, donde el hombre se diferencia de la naturaleza opresora y con su accionar colectivo se afirma como una fuerza sociocultural. El chamán no libera a la comunidad de las fuerzas de la naturaleza, más bien la integra plenamente en un plano en que su creatividad artificial se afirma mediante la cultura. Con este paso el hombre es capaz de transformar la naturaleza.

El uso de recipientes de piedra en contextos rituales chamánicos no es exclusivo a la región del Chinchipe. Al pa- recer ritos semejantes se practicaban, tanto en la costa como en

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la sierra del Ecuador y del Perú. Cuencos y morteros de piedra, con una iconografía particular, se fueron difundiendo a través de los Andes desde el 3000 AP en un contexto ceremonial común (Peterson, 1984). Entre los ejemplos que mencionaba Emil Peter- son constan los sitios de Cotocollao (1800-500 aC), en la sierra norte del Ecuador y la Huaca Huayurco en las márgenes del río Chinchipe, cerca de su confluencia con el Marañón (Rojas, 1985).

Peterson pensó que desde esas épocas tempranas pudo haber exis- tido una esfera de interacción, ligada al intercambio de conchas marinas entre costa, sierra y oriente, en la que la producción y uso de recipientes líticos finos era un aspecto importante. Mencionaba la tesis de Lathrap (1970: 108-109), según la cual Huayurco pudo haber sido un centro de producción y redistribución de este tipo de recipientes ceremoniales. La evidencia encontrada en Palan- da puede ser urt-eslabón temprano en el circuito ideológico pro- puesto. En este mismo sentido, se debe mencionar el caso de los morteros de piedra con representaciones zoo y fitomorfas que son indicativos de un mismo ritual. Es obvio que estos instrumentos estuvieron ligados a la preparación de algún elemento especial.

Ejemplos etnográficos muestran que pequeños morteros zoomor- fos sirven para preparar sustancias psicotrópicas, que luego son inhaladas en el ámbito de ceremonias particulares. La identifi- cación de morteros zoomorfos de piedra en contextos costeros de Valdivia 8 demuestran la contemporaneidad de estos elementos a través del territorio (Zeidler, 1988).

La variedad y calidad de estos materiales y sus implicacio- nes sugieren la importancia de contactos e interacciones tempra- nas entre los pueblos de los dos lados de los Andes con las co- munidades costeras del Pacífico. La presencia de bienes exóticos tales como conchas marinas simbólicas (Strombus y Spondylus), turquesas y otras piedras finas de diversos colores y calidades es- cultóricas fortalece la hipótesis de que los poseedores de la cul- tura Mayo-Chinchipe participaban activamente en una esfera de

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interacciones expansiva, tanto en un eje Este/Oeste, como en otro en sentido Norte/Sur. Estas interacciones unían diversas regiones desde la costa Pacífico hasta el Marañón. No se conocen todavía cuales fueron las modalidades o los mecanismos que intervenían en esta red de comunicaciones, pero parece muy probable que los miembros influyentes de las distintas sociedades habrían esta- blecido, desde épocas muy tempranas, conexiones pan regionales para obtener los recursos estratégicos que les eran de tanta im- portancia en su vida social (Bruhns, 2003). Así, la presencia de elementos simbólicos pan Andinos, como son el pututo y las val- vas del Spondylus abundan a lo largo de la cuenca del Chinchipe desde épocas muy remotas. Parece que su importancia ideológica, como elementos propiciatorios de la fertilidad (MuITa, 1975; Mar- cos, 1995 a y b), fue ccmpartida por todos los pueblos de zonas tan remotas como Jaén o Bagua. Cada región pudo haber partici- pado en la esfera de interacción aportando elementos simbólicos hechos con los recursos naturales y tecnológicos de su medio. En este sentido, la riqueza de la ceja de selva pudo haber ayudado a ejercer un papel protagónico introduciendo elementos vegetales cargados de poder espiritual (coca, psicotrópicos, venenos, plan- tas medicinales, etc.) que eran transportados, preparados y con- sumidos en los artefactos de piedra que caracterizan a la cuenca del Chinchipe. La fuerza de los temas iconográficos sugieren que la selva y sus elementos vitales eran una fuente importante de poder chamánico que se expresaba en ritos y ceremonias comu- nales. La manipulación de estos valores tuvo necesariamente un impacto socioeconórnico en las personas que detentaban algún tipo de control sobre estas fuerzas y sus manifestaciones.

La importancia de estos elementos se manifiesta en la can- tidad de recipientes de piedra, ornamentos de turquesa y conchas marinas que han sido encontrados en la región. En la actualidad, prácticamente no hay una población de la zona comprendida en- tre Valladolid y Bagua donde no se haya encontrado este tipo de

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