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II MARCO DE REFERENCIA

2.1. Síndrome del burnout o desgaste laboral

El primero en percatarse de este síndrome, fue Herbert Freudenberger en 1974. Este psiquiatra, cuando trabajaba como voluntario en la Clínica Libre de Nueva York para toxicómanos, al igual que otros jóvenes voluntarios e idealistas, observó que al año de empezar a trabajar la mayoría sufría de una progresiva pérdida de energía hasta llegar al agotamiento así como a la desmotivación por el trabajo, junto con otros síntomas de ansiedad y depresión.7

En 1976, Christina Maslach, psicóloga, cuando estudiaba las respuestas emocionales de los empleados de profesiones de ayuda a personas, eligió también el mismo término, burnout, que utilizaban los abogados californianos para describir el proceso gradual de pérdida de responsabilidad profesional y desinterés cínico entre sus compañeros de trabajo. Maslach decidió emplear este mismo término por su gran aceptación social. 8

El autor de esta denominación fue el psiquiatra Herbert Freunderberguer. Con posterioridad, otros expertos se encargaron de matizar los síntomas y de analizar las repercusiones de esta enfermedad. Entre ellos, destacó la figura de Cristina Maslach, una psicóloga social que pasó a la historia médica, entre otras consideraciones, por ser la creadora de la principal herramienta para el estudio de esta enfermedad mental, el inventario de burnout de Maslach (MBI). Según esta doctora, el síndrome de burnout es cansancio emocional que se manifiesta a través de tres vertientes: agotamiento emocional, despersonalización y disminución del rendimiento.

La historia del síndrome de agotamiento profesional, del inglés original burnout, “estar o sentirse quemado, agotado, sobrecargado o exhausto”, es reciente pero para nada nueva. Fue el psicoanalista alemán residente en Norteamérica Herbert J. Freudenberger quien en 1974 lo definió por primera vez como "un conjunto de síntomas médico-biológicos y psicosociales inespecíficos, que se desarrollan en la actividad

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Freudenberger, Herbert, Staff burnout, Journal of Social Issues, 1974; 30: 159-165.

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laboral, como resultado de una demanda excesiva de energía". Y en concreto se refirió a los profesionales denominados de "ayuda" cuya actividad va dirigida hacia otras personas, con las que mantienen fuerte y sostenido contacto directo. Para ese año también Von Ginsburg describe el cuadro aplicándolo al agotamiento psicofísico de los trabajadores de organizaciones de ayuda. las primeras observaciones de Freudenberger, que trabajaba en una clínica neoyorquina de adicciones tóxicas, fueron los efectos que en poco mas o menos de un año sufrían muchos de los voluntarios: progresiva pérdida de energía que llevaba al agotamiento, ansiedad inespecífica y en algunos casos cuadros de tipo depresivo, un marco de pérdida de la motivación e interés con que abordaban inicialmente su trabajo e incluso manifestando intolerancia, resentimiento, agresividad con los pacientes.

Poco después, en 1976, el síndrome se instala definitivamente en el ámbito académico a partir de los trabajos de la psicóloga Cristina Maslach presentados públicamente en el Congreso Anual de la Asociación de Psicología (APA), refiriéndose a una situación de sobrecarga emocional cada vez más frecuente entre los trabajadores de servicios humanos, que después de meses o años de dedicación, terminaban “quemándose”. Junto con su colega Susan Jackson estructuraron este síndrome como un proceso de estrés crónico por contacto, en el cual dimensionaron tres grandes aspectos: - Cansancio emocional, caracterizado por la pérdida progresiva de energía, de recursos personales de adaptación, desgaste y agotamiento.

- Despersonalización, manifestada por un cambio negativo de actitudes que lleva defensivamente a adoptar un distanciamiento frente a los problemas, e incluso proyectar el conflicto culpando a los propios pacientes de los problemas que le pasan al mismo profesional, llegando a considerar a estas personas como verdaderos objetos o “casos”. La actitud varía según las personalidades, pero en general hay un camino de “insensibilización” que va desde el pesimismo o escepticismo al cinismo respecto de los atendidos. - Sensación de falta de realización profesional, donde se dan respuestas negativas hacia sí mismos y hacia el trabajo en un marco de fuerte insastisfacción interna, baja autoestima y fuertes autocuestionamientos, con manifestaciones pseudodepresivas y con tendencia a la huida.

California. Palo Alto, Calif., Consulting Psychologist Press, 1986.

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El círculo se va cerrando con una suerte de Feedback o retroalimentación negativa: agotamiento físico y psíquico, despersonalización en el sentido de la deshumanización y una visión negativa, escéptica o cínica de sí mismos y los propios logros, con una moral baja, un detrimento y descenso de la productividad en el trabajo y sentimientos de fracaso y frustración, percibiendo escasa o nula realización personal.

2.2. Definición del síndrome del burnout

Uno de los temas fundamentales tratados en el estudio del burnout ha sido su definición, así como diferentes aportaciones conceptuales a la comprensión del burnout que, como ya vimos anteriormente, se ha presentado y se sigue presentando con diferentes obstáculos por la dificultad de conceptualizar un proceso complejo como es este síndrome, así como porque su similitud, cuando no igualdad, con el concepto estrés aplicado a las organizaciones (estrés laboral) ha supuesto cuestionar continuamente el constructo. Starrin, Larsson y Styrborn (1990) señalan que un aspecto importante del burnout es que instintivamente todos saben lo que es, aunque la mayoría puedan ignorar su definición; así el discernimiento en la literatura sobre el síndrome acerca de su definición tiene que ver con la discusión sobre el papel que tiene la sociedad y las condiciones sociales que producen este fenómeno. Estos autores parten de que el burnout afecta de forma individual a una sociedad abstracta. Con un planteamiento más radical, Grebert (1992) entiende el

burnout "como una construcción cultural que permite a los profesionales de la relación de

ayuda manifestar cuáles son sus sufrimientos y dificultades", llegando a conceptualizarlo como un planteamiento defensivo de la profesión.

H. Freudenberger (1974) considera que el burnout se trata de “un estado de fatiga o de frustración que se produce por la dedicación a una causa, forma de vida o de relación que no produce el esperado refuerzo”, es un fracaso adaptativo individual por desgaste y

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19 agotamiento de los recursos psicológicos para el afrontamiento de las demandas del trabajo con personas, lo que produce un desbalance prolongado, habitualmente no reconocido y mal resuelto por quien lo padece, entre unas demandas excesivas o exigencias laborales, que determinan un esfuerzo crónico, así como insuficientes refuerzos.9

En el inicio Freudenberger (1974) describe el burnout como una "sensación de fracaso y una existencia agotada o gastada que resultaba de una sobrecarga por exigencias de energías, recursos personales o fuerza espiritual del trabajador", que situaban las emociones y sentimientos negativos producidos por el burnout en el contexto laboral, ya que es éste el que puede provocar dichas reacciones. El autor afirmaba que el burnout era el síndrome que ocasionaba la "adicción al trabajo" (entendiéndola, según Machlowitz (1980), como "un estado de total devoción a su ocupación, por lo que su tiempo es dedicado a servir a este propósito"), que provocaba un desequilibrio productivo y, como consecuencia, las reacciones emocionales propias de la estimulación laboral aversiva.

Pines y Kafry (1978) definen el burnout "como una experiencia general de

agotamiento físico, emocional y actitudinal" que posteriormente tendría un desarrollo más

completo (pines, Aronson y Kafry, 1981) y que influiría en los planteamientos teóricos de diversos autores, como veremos. Posteriormente, dale (1979) es uno de los que inician la concepción teórica del burnout entendiéndolo como consecuencia del estrés laboral y con la que mantiene que el síndrome podría variar en relación a la intensidad y duración del mismo. Freudenberger (1980) aporta otros términos a la definición, así ya habla de un "vaciamiento de sí mismo" que viene provocado por el agotamiento de los recursos físicos y mentales tras el esfuerzo excesivo por alcanzar una determinada expectativa no realista

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que, o bien ha sido impuesta por él, o bien por los valores propios de la sociedad. El trabajo como detonante fundamental del burnout va a ser básico en todas las definiciones posteriores. Cherniss (1980) es uno de los primeros autores que enfatiza la importancia del trabajo, como antecedente, en la aparición del burnout y lo define como "cambios personales negativos que ocurren a lo largo del tiempo en trabajadores con trabajos frustrantes o con excesivas demandas". El mismo autor precisa que es un proceso transaccional de estrés y tensión en el trabajo, tensión en el trabajo y acomodamiento psicológico, destacando tres momentos:

• Desequilibrio entre demandas en el trabajo y recursos individuales (estrés).

• Respuesta emocional a corto plazo, ante el anterior desequilibrio, caracterizada por ansiedad, tensión, fatiga y agotamiento (tensión).

• Cambios en actitudes y conductas (afrontamiento defensivo).

Con esta conceptualización, el autor será uno de los defensores iniciales de la importancia de las estrategias de afrontamiento como mediadoras en el proceso que conduce al trastorno.

Otros autores que aportan una definición de burnout en esta misma línea son Edelwich y Brodsky (1980), que lo definen "como una pérdida progresiva del idealismo, energía y motivos vividos por la gente en las profesiones de ayuda, como resultado de las condiciones del trabajo". Proponen cuatro fases por las cuales pasa todo individuo con

burnout:

1.-Entusiasmo, caracterizado por elevadas aspiraciones, energía desbordante y carencia de la noción de peligro.

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21 2.-Estancamiento, que surge tras no cumplirse las expectativas originales, empezando a aparecer la frustración.

3.-Frustración, en la que comienzan a surgir problemas emocionales, físicos y conductuales. Esta fase sería el núcleo central del síndrome.

4.-Apatía, que sufre el individuo y que constituye el mecanismo de defensa ante la frustración.

En esta misma época, Gillespie (1980) intentando resolver la ambigüedad definicional, que según el autor existe, clasifica al burnout según dos tipos claramente diferenciados: burnout activo, que se caracterizaría por el mantenimiento de una conducta asertiva, y burnout pasivo en el que predominarían los sentimientos de retirada y apatía. El activo tendría que ver, fundamentalmente, con factores organizacionales o elementos externos a la profesión, mientras que el pasivo se relacionaría con factores internos psicosociales. El autor abre, de esta forma, la posibilidad de la existencia de varias manifestaciones del burnout que, posteriormente, otros autores retomarían para intentar explicar la complejidad del síndrome 10.

En 1981, Maslach y Jackson entienden que el burnout se configura como "un síndrome tridimensional caracterizado por agotamiento emocional, despersonalización y reducida realización personal". Siguiendo a sarros (1988), podemos entender las tres dimensiones citadas de la siguiente manera

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*Agotamiento emocional: haría referencia a las sensaciones de sobreesfuerzo físico y hastío emocional que se produce como consecuencia de las continuas interacciones que los trabajadores deben mantener entre ellos, así como con los clientes

*Despersonalización: supondría el desarrollo de actitudes y respuestas cínicas hacia las personas a quienes los trabajadores prestan sus servicios

*Reducida realización personal: conllevaría la pérdida de confianza en la realización personal y la presencia de un negativo auto concepto como resultado, muchas veces inadvertido, de las situaciones ingratas

Esta definición, que considera las variables del trabajo como condicionantes últimos de la aparición del burnout, tiene la importancia de no ser teórica, sino la consecuencia empírica del estudio que las autoras habían ido desarrollando (Maslach y Jackson, 1984)11.

En el mismo periodo de tiempo, Pines, Aronson y Kafry (1981) definen el burnout como "un estado de agotamiento físico, emocional y mental causado por estar implicada la persona durante largos periodos de tiempo en situaciones que le afectan emocionalmente". Esta definición, que también tiene un soporte empírico dará lugar, al igual que en el caso de Maslach y Jackson (1981), a un inventario para la evaluación del síndrome, aunque presenta la ventaja de no circunscribir exclusivamente el burnout en el contexto organizacional. Introducen el término "tedium" para diferenciar dos estados psicológicos de presión diferentes. Para ellos burnout sería resultado de la repetición de la presión emocional, mientras que tedium sería consecuencia de una presión crónica a nivel físico, emocional y mental. El constructo tedium, por tanto, sería más amplio que el de burnout.

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Maslach, C., y Jackson, Susan E., Maslach Burnout Inventory, Manual Research Edition, Universidad de Palo Alto, Calif., Consulting Psychologist Press, 1981

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23 En concreto, pines y Kafry (1978) habían planteado que el tedium "se caracteriza por sentimientos de depresión, vaciamiento emocional y físico y una actitud negativa hacia la vida, el ambiente y hacia sí mismo, y ocurriría como resultado de un evento vital traumático súbito y abrupto, o como resultado de un proceso lento y gradual diario…”. Como puede comprobarse el tedium no sólo es un constructo más amplio, sino que además trasciende al ámbito organizacional y permite la posibilidad de aparición del síndrome ante cualquier evento o proceso suficientemente aversivo que cumpla la anterior caracterización. De otra parte, burnout, según estos mismos autores, sería el síndrome que padecerían los profesionales de los trabajos relacionados con servicios humanos, mientras que tedium quedaría para describir a las demás profesiones (si nos centramos en el contexto organizacional). La relevancia de esta diferenciación radica en que es la primera vez que el

burnout no se circunscribe a unos determinados trabajos, sino que se amplía’ aunque, como

indican Maslach y Jackson (1984), las profesiones de "ayuda humana" han sido el origen del estudio acerca del burnout y, por tanto, las que más investigaciones han generado y donde más resultados se han ofrecido para la explicación del síndrome. a pesar de todo el desarrollo teórico, Pines et al (1981), Burke y Richardsen (1991) no aprecian la diferenciación entre burnout y tedium, ya que para estos autores ambos conceptos son idénticos en términos de definición y sintomatología.

A partir de estas dos definiciones no surgen ya prácticamente conceptualizaciones teóricas originales del burnout, pasándose a un intento de comprensión del síndrome mediante los resultados obtenidos en diversas investigaciones. Parece que se admite fundamentalmente la definición de Maslach y Jackson (1981), no habiendo tenido tanta repercusión la de Pines et al. (1981). Por tanto, las siguientes definiciones que se aportan

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suelen girar en torno a la ofrecida por las autoras, y se asume que de la relación estrecha entre estrés ocupacional y burnout es aceptada casi unánimemente12. Emener, Euck y Gohs (1982) indican que todas las definiciones que se habían aportado de burnout hasta ese momento lo que hacían era describir el "síndrome del carbonizado", como ellos denominan a los individuos que padecen este problema. De ahí, que en la actualidad una traducción libre de burnout sea la de "quemado", cuando realmente lo que se está reflejando es una situación cualitativamente más grave ("carbonizado"). Estos mismos autores plantean que

burnout tal vez pueda ser descrito como el estado mental y físico resultante de los efectos

de debilitamiento experimentados por sensaciones negativas prolongadas, relacionadas con el trabajo y el valor que le merece al empleado el que da la cara en el trabajo …13.

Posteriormente, Martin (1982) sugiere que "el burnout refleja una respuesta al estrés y secundariamente a la depresión como síndrome específico", abriendo la reflexión sobre la íntima relación que puede existir entre burnout y depresión, lo que supone un nuevo problema conceptual puesto que ya no es sólo la similitud entre los constructos burnout y estrés, sino también con depresión. La depresión se ha defendido como una de las posibles causas que pueden provocar burnout, no dándose un desarrollo posterior del planteamiento de este autor14.

Perlman y Hartman (1982), compilando las diversas conceptualizaciones utilizadas hasta ese año para definir burnout, encuentra los siguientes tópicos: fracasar y estar agotado, respuesta a un estrés crónico, y síndrome con actitudes inapropiadas hacia los clientes y hacia sí mismo, asociado con síntomas físicos y emocionales, todo ello

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Aronson y Kafry (1981) aba organizaciones aba colombia psicología de la organizaciones.

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25 provocado por una estimulación negativa del trabajo y la organización hacia la persona que desempeña su labor profesional15. Este planteamiento se va a acentuar posteriormente. Cunningham (1983) reitera la misma definición que Pines et al. (1981), encabezando una serie de autores que se inclinarían más hacia esta definición del burnout, frente a los que se exaltan la definición de Maslach y Jackson (1981). a pesar de que hasta ese momento parecen existir líneas de definición aceptables, Smith y Nelson (1983) concluyen que

"obviamente no es posible ofrecer una definición concisa del fenómeno", en clara

referencia a la complejidad del constructo que se intenta conceptualizar. Elliot y Smith (1984), partiendo de que el burnout podría ser un rasgo de personalidad, entienden que en el proceso del síndrome hay que buscar el equilibrio que se ha perdido, planteando que puesto que la recognición del cambio es la fórmula para afrontar el burnout, habrá que partir de la siguiente ecuación:

Susceptibilidad individual + sobrecarga = burnout.

Se puede apreciar que no se alejan de las proposiciones de otros autores sino que pero intentan operativizarlas. Farber (1984) define el burnout como "manifestaciones conductuales de agotamiento emocional y físico derivadas de eventos situacionales estresantes por no encontrar las estrategias de afrontamiento efectivas"16, continuando con los planteamientos establecidos hasta ese momento, pero añadiendo un aspecto importante para la comprensión del síndrome: las estrategias de afrontamiento inadecuadas actuarían como mediadoras entre los eventos estresantes y las manifestaciones de agotamiento emocional y físico.

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Martin (1982), ABA organizaciones ABA Colombia psicología de la organizaciones.

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Haciendo especial hincapié en los trabajos de "servicios humanos", Shinn, rosario, March y Chestnust (1984) entienden el burnout como "tensión psicológica resultante del estrés en el trabajo de servicios humanos", asentándose cada vez más el estrés laboral como antecedente necesario para la aparición del síndrome. Desde este mismo planteamiento16, Nagy (1985) señala que el burnout "describe un gran número de manifestaciones psicológicas y físicas evidenciadas en trabajadores empleados en profesiones consideradas de interacción humana", añadiendo que burnout y estrés podrían ser conceptos similares y que burnout sería un tipo específico de estrés17. Grantham (1985), desde una perspectiva puramente psiquiátrica, entiende que los factores estresantes del burnout no son siempre claramente identificables; sí, en cambio, los relacionados con problemas de personalidad, depresión y ansiedad. Partiendo de estas premisas, plantea la siguiente categoría diagnóstica del burnout:

-Eliminar la presencia de una identidad biológica.

-Eliminar la posible existencia de otro síndrome psicopatológico.

-Reconceptualizar el síndrome como una entidad englobada en "problemas de adaptación". Para el autor, por tanto, el burnout es un síndrome de adaptación que tendría unas características que lo diferenciaría de otros síndromes.

Walker (1986), que había señalado que el burnout "se caracteriza por la existencia de determinadas respuestas a un prolongado, inevitable y excesivo estrés en situaciones de

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Farber (1984), ABA organizaciones ABA Colombia psicología de la organizaciones.

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Shinn, rosario, March y Chestnust (1984), ABA organizaciones ABA Colombia psicología de la organizaciones.

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27 trabajo"18, dejaba abierta la posibilidad de que el síndrome pueda ser experimentado por cualquier trabajador, independientemente de su contexto laboral específico. Por último, Kyriacou (1987) retoma la definición de pines et al (1981) y defiende que es la mejor concepción del síndrome para su aceptable comprensión.

Cuando parece que la definición de burnout se va perfilando, Garden (1987) expone la idea de que una definición de burnout es prematura pues existe ambigüedad en la realidad del síndrome que la investigación conocida hasta el momento no ha permitido aclarar. Un año antes, Smith, Watstein y Wuehler (1986), concluían que el burnout describía un sutil patrón de síntomas, conductas y actitudes que es único para cada persona, haciendo muy difícil que se pueda aceptar una definición global del síndrome.

Poco después Shirom (1989), que es más optimista que los autores anteriores ante el constructo, plantea que "el burnout es consecuencia de la disfunción de los esfuerzos de afrontamiento, con lo que al descender los recursos personales aumenta el síndrome", retomando la variable afrontamiento como determinante en la comprensión del burnout.

Hiscott y Connop (1990) vuelven a la línea clásica en cuanto a la definición del

burnout y lo entienden como "un indicador de problemas de estrés relacionados con el

trabajo". De hecho, a partir de finales de la década de los ochenta es cuando la definición de Maslach y Jackson (1981) reaparece con mucha más fuerza, desequilibrando las preferencias que los diversos autores repartían entre ésta y la definición de Pines et al (1981). Por otra parte, el estrés ocupacional adquiere el papel fundamental que en los años ochenta ya se había manifestado. Así, Greenglass, Burke y Ondrack (1990), tras diferenciar estrés vital (concepto general que se refiere al estrés acumulado por los cambios vitales en

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el hogar y/o en el trabajo) y estrés laboral (que se refiere al estrés específico generado en el trabajo o por los factores relacionados con el mismo), encuadra el burnout en este último.

Sin embargo, Starrin, Larsson y Styrborn (1990) matizan que mientras el estrés puede ser experimentado positiva o negativamente por el individuo, el burnout es un fenómeno exclusivamente negativo. De ahí que algunos autores planteen la relación entre ambos constructos en el sentido de que el burnout podría ser similar a un estrés negativo. Moreno, Oliver y aragoneses (1991) lo definen como "un tipo de estrés laboral que se da principalmente en aquellas profesiones que suponen una relación interpersonal intensa con los beneficiarios del propio trabajo".

Muy similar a esta definición encontramos la de Ganster y Schanbroeck (1991): "el

burnout es de hecho un tipo de estrés, una respuesta afectiva crónica como consecuencia de

condiciones estresantes del trabajo que se dan en profesiones con altos niveles de contacto personal". Esta respuesta podría estar relacionada con las estrategias de afrontamiento de la persona, según Leiter (1991). El autor considera el burnout como una función del patrón de afrontamiento del individuo, que está condicionado por las demandas organizacionales y los recursos exigidos. El síndrome incluiría una interacción compleja de factores cognitivos con respecto a las atribuciones causales concernientes al trabajo y a las aspiraciones de progreso profesional. En esta misma línea, Kushnir y Melamed (1992) lo definen como "el vaciamiento crónico de los recursos de afrontamiento, como consecuencia de la prolongada exposición a las demandas de cargas emocionales", con lo que se va asentando una corriente de estudios que enlazan burnout y estrategias de afrontamiento que, como vimos, ya había presentado en anterioridad, otros. Shiron, 1989; Hiscott y Cannon, 1990; burke y

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29 Ondrack, 1990; Starrin, Larsson y Styrborn, 1990; Moreno, Oliver y Aragoneses, 1991; Krishnir y Mclamed, 1992.

Tras la anterior unanimidad en la concepción del burnout, la mayoría de autores utilizan el Maslach Burnout Inventory (Maslach y Jackson, 1981) como instrumento de medida del burnout para sustentar sus diversos resultados, y donde la definición de estas autoras está implícita, cuando no es claramente explícita, en los diversos trabajos de investigación que se están desarrollando. Sin embargo Burke y Richardsen (1991), como ya hiciera Garden (1987), plantean que no existe acuerdo en la definición de burnout a la que llegan los distintos autores que están investigando el síndrome y que, por tanto, se necesitan más trabajos de investigación que ayuden a una mejor comprensión de este fenómeno.

García izquierdo y Velandrino (1992), que un año antes había dado su propia definición (garcía izquierdo, 1991), plantean ahora que "tras casi 20 años desde la aparición del término burnout no hay una definición unánimemente aceptada". De hecho, Grebert (1992) incide en que la descripción sintomática del síndrome varía según los autores que lo estudian. Leiter (1992) distancia el burnout del estrés laboral y lo define "como una crisis de autoeficacia". Nagy y Nagy (1992) señalan, por otra parte, que el concepto burnout se ha convertido en un "llamativo descriptor del estrés laboral" señalando que se ha popularizado tanto que quizás se ha perdido el origen del mismo. Moreno y Oliver (1993) retoman la relevancia del afrontamiento e indican que el burnout "sería la consecuencia de un afrontamiento incorrecto del trabajo de asistencia y de las preocupaciones ligadas a él".

García izquierdo, Castellón y Albadalejo (1993) plantean la concepción del burnout centrada exclusivamente en el agotamiento emocional (una de las dimensiones que utilizan Maslach y Jackson (1981) para medir el síndrome). Por último, Ayuso y López (1993),

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siguiendo la definición de Pines et al. (1981), definen el burnout como "un estado de debilitamiento psicológico causado por circunstancias relativas a las actividades profesionales que ocasionan síntomas físicos, afectivos y cognitivo-afectivos", precisando que "el síndrome de desgaste sería una adaptación a la pérdida progresiva del idealismo, objetivos y energías de las personas que trabajan en servicios de ayuda humana, debido a la difícil realidad del trabajo", concepción que deducen de la definición de Edelwich y Brodsky (1980), Moreno Oliver, 1993; Garcia Izquierdo, Castellòn y Albadejo, 1993; Ayuso y Lopez, 1993.

Hasta aquí se resume:

-Parece claro que el burnout será consecuencia de eventos estresantes que disponen al individuo a padecerlo. Estos eventos serán de carácter laboral, fundamentalmente, ya que la interacción que el individuo mantiene con los diversos condicionantes del trabajo son la clave para la aparición del burnout.

-Es necesaria la presencia de unas "interacciones humanas" trabajador-cliente, intensas y/o duraderas para que el síndrome aparezca. En este sentido, se conceptualiza el

burnout como un proceso continuo que va surgiendo de una manera paulatina (Arthur,

1990; Ayuso y López, 1993) y que se va "instaurando" en el individuo hasta provocar en éste los sentimientos propios del síndrome.

-No hay acuerdo unánime en igualar los términos burnout y estrés laboral, pero sí cierto consenso en asumir la similitud de ambos conceptos; sin embargo, definiciones como la de Freudenberger (1974), Maslach y Jackson (1981) o Pines, Aronson y Kafry (1981) parecen indicar que existen matices que les hace difícilmente iguales. De hecho,

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31 recientemente Singh, Goolsby y Rhoads (1994) concluían que burnout y estrés laborales son constructor claramente diferente.

-Tras la definición de Freudenberger (1974), en la que planteaba una "existencia gastada", y tras las aportaciones de Maslach y Jackson (1981) con la tridimensionalidad del síndrome: agotamiento emocional, despersonalización y reducida realización personal, o las que hacen Pines et al. (1981) con el triple agotamiento: emocional, mental y físico, pocas han sido las aportaciones originales a la definición del burnout, girando todas las aportadas sobre estas tres, incluyendo matices propios del contexto en el que se iban desarrollando las investigaciones y no alterando sustancialmente las originales.

-Aunque algunos autores han señalado la falta de consenso a la hora de dar una definición de burnout, el hecho de que el Maslach Burnout Inventory, planteamiento empírico que justifica la definición de Maslach y Jackson (1981), haya sido utilizado de forma casi unánime por los distintos autores para la realización de sus investigaciones, como veremos en un capítulo posterior, nos hace pensar que sí existe cierto consenso en afirmar que la conceptualización más aceptada de burnout es la que ofrecen estas autoras.

2.3

. Síntomas del burnout

Los principales síntomas del síndrome de burnout, agrupados en categorías, son los siguientes: Agotamiento emocional: son comunes y significativas la disminución de disposición por ayudar y la pérdida de vitalidad emocional. Se refiere a la falta de recursos emocionales y al sentimiento de que nada se puede ofrecer a otra persona. Es un componente fundamental del "burnout" que puede tener manifestaciones físicas y psíquicas, disminución y pérdida de recursos. Emocionales.

Falta de realización personal: el paciente tiende a evaluar su propio trabajo en forma negativa, expresa que sus actividades no le satisfacen y, por ende, presenta rasgos de baja autoestima. Respuestas

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negativas hacia uno mismo y a su trabajo típicas de la depresión, moral baja, evitación de las relaciones interpersonales-profesionales, baja productividad, incapacidad para soportar la presión y una pobre autoestima. Con tendencias a evaluar el propio trabajo de forma negativa, con vivencias de insuficiencia profesional y baja autoestima personal.

Deshumanización o despersonalización: se desarrollan actitudes negativas, de insensibilidad y de cinismo hacia quienes reciben el servicio. La despersonalización es el desarrollo de actitudes negativas e insensibles hacia los destinatarios de los servicios que se prestan. Consiste en el desarrollo de actitudes negativas, de insensibilidad y de cinismo hacia los receptores de servicio prestado.

Manifestaciones físicas: suelen ser los mismos que en otros estados de estrés: cansancio, malestar general, dolores de cabeza y espalda, insomnio y alteraciones gastrointestinales y del ritmo cardiaco (taquicardias).

Mentales: persisten los sentimientos de vacío, agotamiento, fracaso o impotencia; también son frecuentes nerviosismo, inquietud, dificultad para la concentración, sentimiento de persecución, baja tolerancia a la frustración y agresividad en su núcleo familiar.

Problemas de conducta: pueden iniciarse conductas adictivas; aumenta el consumo de café, tabaco o alcohol, e incluso se incurre en el uso de drogas. También son notables ausentismo laboral, bajo rendimiento personal, distanciamiento afectivo y frecuentes conflictos con los compañeros de trabajo.

Asimismo, se ha observado que existen dos grupos de factores que influyen en la aparición del síndrome, y se relacionan con las características del puesto de trabajo y con las de personalidad del trabajador.

Respecto a las primeras, es común observar el surgimiento de este síndrome en ambientes laborales tensos, con poca motivación, competencia desleal, infraestructura poco adecuada y nula probabilidad de intervenir en la toma de decisiones. Asimismo, se observa más incidencia en centros donde la atmósfera se vuelve tensa y hay mayor cercanía con hechos que no pueden modificarse, como pobreza, violencia, frustración y muerte, lo que da lugar a hostilidad entre el grupo de trabajadores.

En cuanto a los factores individuales, se sabe que las personas más afectadas son las que tienen alto grado de autoexigencia y presentan baja tolerancia a que las cosas no salgan como desean, incurriendo en

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estados de ansiedad y frustración. También el desempeño emocional influye, debido a que quienes presentan simultáneamente problemas laborales y en su familia o pareja son más vulnerables a estrés.

2.4. Variables desencadenantes del síndrome

Las variables desencadenantes del síndrome son aquellos estresores con carácter crónico que ocurren en el ambiente laboral. Los profesionales que están en riesgo de padecer el síndrome, de acuerdo con Gil Monte y Peiró (1997), son aquellos en los que inciden especialmente, estresores como la escasez de personal que supone sobrecarga laboral, trabajo en turnos, trato con usuarios problemáticos, falta de especificidad de funciones y tareas, lo que supone conflicto y ambigüedad de rol, falta de autonomía y autoridad en el trabajo para poder tomar decisiones, rápidos cambios tecnológicos, etc. En el caso de los trabajadores del sector salud incide también el contacto directo con la enfermedad, con el dolor y con la muerte.

Estos autores identifican cuatro niveles de estresores que actúan como desencadenantes del síndrome: a nivel individual, en el plano de las relaciones interpersonales, en el plano de organizacional y en el entorno social.

En el nivel individual, cuentan las características de personalidad, la existencia de sentimientos de altruismo e idealismo que llevan a los profesionales a implicarse excesivamente en los problemas de los usuarios, y convierten en un reto personal la solución de los problemas. Consecuentemente, se sienten culpables de los errores, tanto

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propios como ajenos, lo cual redundará en bajos sentimientos de realización personal en el trabajo y alto agotamiento emocional.

En el plano de las relaciones interpersonales, las relaciones con los usuarios y con los compañeros de igual o diferente categoría, cuando son tensas, conflictivas y prolongadas, van a aumentar los sentimientos de quemarse por el trabajo. Asimismo, la falta de apoyo en el trabajo por parte de los compañeros y supervisores, o por parte de la dirección o de la administración de la organización, la excesiva identificación con el usuario y los conflictos con los familiares de las personas a las que atiende, son fenómenos característicos de estas profesiones que aumentan también los sentimientos de quemarse por el trabajo.

Desde un nivel organizacional, los profesionales trabajan en organizaciones que responden al esquema de una burocracia profesionalizada. Estas organizaciones inducen problemas de coordinación entre sus miembros, sufren la incompetencia de los profesionales, los problemas de libertad de acción, la incorporación rápida de innovaciones, y las respuestas disfuncionales por parte de la dirección a los problemas organizacionales. Todo ello resulta en estresores del tipo de ambigüedad, conflicto y sobrecarga de rol.

por último, en el entorno social, se encuentran como desencadenantes las condiciones actuales de cambio social por las que atraviesan estás profesiones, la aparición de nuevas leyes y estatutos que regulan el ejercicio de la profesión, nuevos procedimientos en la práctica de tareas y funciones, problemas de desarrollo de carrera, condiciones laborales riesgosas, bajo nivel salarial, cambios en los programas de educación y formación, cambios en los perfiles demográficos de la población que requieren cambios en los roles, aumento de las demandas cuantitativa y cualitativa de servicios por parte de la

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35 población (el número de usuarios, rápidas y complejas innovaciones tecnológicas) tal como; pérdida de estatus y/o prestigio, etc.)21.

De la gándara et al. (1998) consideran que se han postulado múltiples causas del síndrome, que reflejan un universo difícil de manejar, y entre ellas están: aburrimiento y estrés; crisis en el desarrollo de la carrera profesional y pobres condiciones económicas; sobrecarga de trabajo y falta de estimulación; pobre orientación profesional y aislamiento, además se han reflejado aspectos como: bajas expectativas de refuerzo y altas expectativas de castigo, bajas expectativas para controlar los modos de obtener refuerzos positivos en el desarrollo profesional; e incluso se ha asumido el paradigma de indefensión aprendida 22.

En resumen, los estresores laborales y las características de personalidad juegan un papel relevante en el desarrollo del síndrome.

2.5. Principales sujetos en riesgo

Freudenberger describe que las personas con riesgo de desarrollar burnout son idealistas, optimistas e ingenuas y se entregan en exceso al trabajo para conseguir una buena opinión de si mismos. Para Maslach, en sus primeros estudios, planteaba que el síndrome se puede dar exclusivamente en las profesiones de ayuda, como por ejemplo entre los profesionistas del sector salud y los educadores que prestan servicio al público, mientras que para Pines23 y Golembiewski24, las excesivas demandas psicológicas no se dan

21 Gil-Monte, P. R. y Peiró, J. M. (1997). Desgaste psíquico en el trabajo: el síndrome de quemarse. Madrid: Síntesis.

22

De la Gándara, Jesús J. et al., Estrés y trabajo: el síndrome del burnout, Cauce Editorial, Madrid, España, 1998.

23

Pines, A.M. y Aronson, E., Career burnout: causes and cures, Nueva York: Free Press, 1988.

24

Guerrero Barona, Eloisa, Una investigación con docentes universitarios sobre el afrontamiento del estrés laboral y el síndrome del “quemado”, OEI – Revista Iberoamericana de Educación, mayo 2001

(21)

únicamente en el servicio directo al público, sino que pueden darse también en otros ámbitos laborales, como en el comercio, en la política o en puestos directivos. Cherniss comparte la idea de que los activistas sociales son los que más probabilidades tienen de quemarse por el trabajo, ya que tratan de ir más allá en su trabajo, ofrecen ayuda incluso individual, quedando su vida privada reducida y supeditada a su afán transformador del mundo (De la Gándara M, Jesús J. et al. 1998). Para P. l. Brill el desarrollo del síndrome lo puede padecer cualquier trabajador, y no sólo aquellos que tienen un trato directo con el usuario receptor de los servicios laborales. De acuerdo con Byars, Lloyd l., y Rue, Lesle W., los puestos de trabajo cuyos ocupantes tienen una alta probabilidad de “quemarse” son: los encargados de controlar el tráfico aéreo, de comprar en la industria de la confección, agentes de seguros, los que se dedican a la abogacía, personal encargado de la salud física y psíquica como asistentes sociales, agentes de bolsa, docentes y personas que se dedican a la conducción de camiones que transportan mercancías25.

El síndrome originalmente se concibió en trabajadores del sector servicios que atienden a usuarios y principalmente quienes cuidan a enfermos y en donde el burnout es considerado como un problema significativo. Posteriormente el interés de los investigadores sobre el burnout se orientó hacia las ocupaciones que no están orientadas hacia la gente (Maslach, 2003).

En donde más se han realizado estudios es en los profesionales de los servicios humanos, que por la naturaleza de su trabajo, han de mantener un contacto directo con la gente, como es el caso de los trabajadores del sector salud, psicólogos y asistentes sociales

25

(22)

37 (Freudenberger, H., 1971; Maslach, c. et al. 1974; Hey, Robert P., 1987; Gil-Monte 1997: etc.) maestros y educadores (Burke, Ronald J. y Greenglass, Esther R., 1993; De la Gándara Martín, Jesús J., et al. 1998; Quevedo A., M. Paz et al. 1999; Grajales, Tevni, 2000; Vázquez, F. M., 2001; Aldrete Rodríguez, Guadalupe, et al. 2002; etc.), fuerzas del orden público (Norvell, Hills y Murria, 1993; De la Gándara Martín, Jesús J. et al. 1998; etc.), guardias de prisiones (Belcastro, P. et al. 2000; Garland, Brett, 2002) y principalmente en las profesiones donde la relación es de ayuda o servicio. En otras investigaciones se ha encontrado que los directivos de empresa y personal de ventanilla (De la Gándara Martín, Jesús J. et al. 1998), directivos y vendedores (Golembiewski et al., 1983) y trabajadores de la rama textil (Pando Moreno, Manuel, et al., 2002) también padecen el síndrome del

burnout.

La mayoría de los investigadores del burnout comparten la perspectiva Psicosocial que Maslach y Jackson (1981) plantean; sin embargo en los primeros estudios, se distinguen dos corrientes, unos afirmaban que el síndrome era propio de las organizaciones de ayuda y otros opinaban que el burnout afecta a todo tipo de profesiones. Entre estos se encuentran Price y Murphy (1984), Golembiewski et al. (1991), Leiter y Maslach (1988) y Gil-monte y Peiró (1997) quienes aseguran que el síndrome se presenta frecuentemente en las organizaciones de servicios, aunque no está restringida a ellas. hoy se reconoce que el desgaste laboral se puede manifestar en muchos tipos de trabajadores que tengan sobrecarga de trabajo con pocas pausas, una supervisión inadecuada, que les falte control sobre su situación laboral, donde se presente falta de interacción social y de apoyo entre compañeros, falta de adiestramiento y orientación para el trabajo.

(23)

2.6. Repercusiones laborales y de salud

Desde el trabajo de Freudenberguer (1974) se supo que los individuos afectados se quejaban de cansancio y fatiga, catarro crónico, jaquecas frecuentes, alteraciones digestivas, insomnio, dificultades respiratorias, frustración fácil, poco control emocional, etc. Luego fueron descritas las consecuencias para la institución: actitudes negativas hacia las personas que son el destino del trabajo y hacia el propio trabajo, ausentismo elevado, uso de alcohol y otros productos tóxicos, apatía, motivación laboral escasa o nula, baja implicación laboral, irritabilidad hacia los colegas y hacia los usuarios, preocupación excesiva por el confort laboral, tendencia a culpar del fracaso a los usuarios o a la institución, resistencia al cambio, creciente rigidez y baja creatividad. En general, pueden establecerse dos tipos de repercusiones del burnout: para el individuo (salud, relaciones interpersonales fuera del trabajo) y para la institución (insatisfacción laboral, propensión al abandono y al ausentismo, deterioro de la calidad del servicio, etc.).

En cuanto a las consecuencias para la salud se tienen estudios correlacionales entre

burnout y síntomas que utilizan diversos instrumentos en muestras bien diferentes

(Golembiewski y Cols, 1986; Oliver, 1993; Landsbergis, 1988; García, 1991; Gil-Monte, 1994; Lee y Ashforth, 1990). Las asociaciones entre burnout y falta de salud no han sido significativas cuando esta última se estima a partir de la frecuencia de consulta médica (Belcastro y Gold, 1983).

Al estar asociado a actitudes y conductas negativas e involucrar el agotamiento emocional, el burnout va deteriorando las relaciones y aumentando conflictos en el marco extralaboral. Los sujetos con burnout tienen gran número de problemas familiares, se muestran en casa, impacientes e irritables y sus familiares se ven obligados a manejar estos

(24)

39 síntomas, los conflictos pueden llevar a enfrentamientos matrimoniales y hasta a la separación (Farber, 1983; Maslach y Jackson, 1981; y otros).

Al considerar las consecuencias del burnout para la organización, hay que tener en cuenta que ellas van más allá de la institución y afectan a toda la sociedad; además, el síndrome puede "contagiarse" a través de mecanismos de modelado o aprendizaje por observación durante los procesos de socialización laboral (Edelwich, Brodsky, 1980). Para algunos autores, la satisfacción laboral disminuida es consecuencia del burnout (Koeske, Koeske, 1989; Richardsen et al. 1992); para otros es antecedente (Leiter, 1988). Otra consecuencia importante es la propensión al abandono de la institución, lo cual genera costos, pérdida de la eficacia y eficiencia, implantación inadecuada de políticas, etc. se ha hallado relación positiva entre burnout y propensión al abandono (Gil-Monte, Peiró, 1997; Koeske y Koeske, 1989; Schwab et al., 1986). El incremento del ausentismo siempre repercute en el deterioro de la calidad del servicio, el aumento en gastos económicos de contratación y formación de nuevo personal y la redistribución del trabajo con la consiguiente sobrecarga laboral para otras personas. Matteson e Ivancevich (1987) han reportado que los episodios de ausentismo se asocian con períodos de estrés excesivo en la vida del sujeto. El deterioro de la calidad del servicio es quizás, la repercusión más grave del burnout sobre la organización y se deriva directamente de la despersonalización. Se van desarrollando actitudes poco positivas y de desinterés hacia los usuarios, casi deshumanizadas. Muchas veces los profesionales evitan ciertas tareas y se desentienden del trabajo, empleando menos tiempo o "desconectándose" psicológicamente de los usuarios, cometen más errores y se obtienen más recriminaciones de los jefes. Al parecer, este deterioro ocurre por una pérdida progresiva de compromiso con el trabajo, por lo que se ha

(25)

empleado esta variable (nivel de compromiso organizacional) como mediador en la producción de burnout (Leiter, Maslach, 1988). Otras consecuencias asociadas al burnout han sido reportadas, como el aumento de conflictos interpersonales con jefes y compañeros, el aumento de la rotación laboral, el incremento de accidentes laborales, etc. (Gil-monte y Peiró, 1997).

El análisis de la repercusión del burnout para el individuo y la institución explica adecuadamente porqué este fenómeno puede ser altamente costoso para los profesionales y las instituciones de salud, constituyendo una verdadera amenaza para los equipos y la red de servicios de salud.

Las consecuencias del burnout para el individuo que lo padece, para su entorno más próximo y para la organización a la que pertenece tienen una enorme relevancia. a continuación se muestra una clasificación de las consecuencias:

La persona afectada por el burnout tiene un riesgo elevado de desarrollar molestias y trastornos psicosomáticos. Entre las consecuencias físicas que se recogen en la literatura científica están: las cefaleas, jaquecas, dolores musculares, molestias gastrointestinales, úlceras, disminución de peso, insomnio, hipertensión arterial, pinchazos, sensaciones de ahogo, palpitaciones y alteraciones menstruales.

La salud mental del individuo que padece el síndrome es el ámbito más afectado. Se han señalado como consecuencias psicológicas los sentimientos de culpabilidad, la baja tolerancia a la frustración, la irritabilidad y la ansiedad. Se resalta también la importancia del deterioro de las interacciones personales como consecuencia del padecimiento del síndrome.

(26)

41 El burnout, además de producir graves efectos físicos y psicológicos, tiene una enorme repercusión en la organización en la que el afectado trabaja. Se ha encontrado que el profesional quemado infringe las normas establecidas por la organización, se retrasa con frecuencia, alarga las pausas en los descansos, y se ausenta del puesto excesivamente. Se han encontrado correlaciones significativas entre el burnout y la disminución del rendimiento y del compromiso laboral. También se ha señalado que el síndrome tiene como consecuencias el absentismo laboral y abandono del puesto.

Las consecuencias de este síndrome son de tipo psicosomático (fatiga, cefaleas, insomnio, transtornos gastrointestinales, hipertensión, cardiopatía isquémica, etc.), emocionales (transtornos de ansiedad, depresión, conductas suicidas, abuso de drogas legales o ilegales) y referentes a las conductas defensivas (aislamiento, negación, desplazamiento, irritabilidad, impulsividad, atención selectiva, cinismo, etc.).

Adicionalmente pede conllevar consecuencias laborales (insatisfacción y deterioro del ambiente laboral, disminución de la calidad de trabajo, absentismo, reconversión profesional y abandono de la profesión), y también consecuencias personales y familiares (incomunicación, hostilidad, ruptura familiar, aislamiento social, etc.).

2.7.

Estudios de campo en diversos países

El propósito de este trabajo es evaluar el síndrome del burnout del trabajador académico de tiempo completo y de horas sueltas de el Departamento de Ingeniería Industrial y de Sistemas de la Universidad de Sonora dentro del contexto laboral actual, motivo por el cual, se elaboró una síntesis de investigaciones realizadas sobre el síndrome en diferentes profesiones. Primeramente se presenta la relación de los estudios

(27)

hechos en otros países (ver tablas 2.1, 2.2, 2.3 y 2.4) y posteriormente los realizados en nuestro país (tablas 2.5 y 2.6).

Autor Fuente Metodología Resultados

Vila, Daniel Profesores en el diván el colectivo docente, entre el estrés y la ansiedad, Gibralfaro, No. 33, Málaga, España, octubre 2005. Encuesta realizada el primer trimestre de 2005, 500, profesores en 50 centros de educación, 35 primaria y 5o de secundaria en Madrid.

El 73% de los profesores de esta comunidad autónoma se encuentra en riesgo de padecer ansiedad o depresión por causas debidas a la presión externa. Con una media de 44 años entre los docentes preguntados, se demuestra que la franja de edad entre 30 y 49 años es la que mayor riesgo presenta de padecer este tipo de trastornos, especialmente los docentes de

(28)

43

secundaria y los de las zonas centro, este y sur.

Ruano, Alberto Ser profesor perjudica seriamente la salud, European Psychiatry, junio 2000 Una encuesta de la Universidad de Granada,

Refleja que el 27,5% de los profesores presenta síntomas depresivos. Esa misma encuesta añade que trabajar en una escuela pública, enseñar en primaria y una mayor experiencia docente incrementa el riesgo de padecer. Depresiones. El porcentaje es mucho mayor en la escuela pública -34,9%- que en la privada -21,3%-, pero no se observan diferencias notables por sexo ni por curso.

En Cataluña, entre un 10% y un 22% de las bajas en 1998 fueron por problemas de salud mental, el 21% de los profesionales de la enseñanza pertenece al grupo de riesgo.

Cordeiro Castro, José A.; Guillén Gestoso, Carlos L.; Gala León, Francisco J. ; Lupiani Giménez, M.; Benítez Garay, A.; Gómez Sanabria, A Prevalencia del síndrome de burnout en los maestros, Psiquiatría. Com, 07 de mayo del 2003. Optándose por el inventario de burnout de Maslach (MBI) (Maslach y Jackson, 1981; 1986); investigación sobre el síndrome del burnout entre los docentes de la zona educativa de la Bahía de Cádiz.

Entre los docentes de primaria de la zona educativa de la bahía de Cádiz, se detecta una alta prevalencia del síndrome de burnout (41%) y depresión (25%), siendo los sujetos que presentan los índices más elevados del síndrome quienes manifiestan en mayor grado la depresión. Nadia C. Restrepo-AyalaI, Gabriel O. Colorado-VargasII y Gustavo A. Cabrera-AranaIII Desgaste Emocional en Docentes Oficiales de Medellín, Revista salud pública, Colombia, 2005 Un total de 271 encuestas fueron aplicadas para obtener las 240 requeridas como válidas por el cálculo muestral; 30 de las 271 fueron anuladas durante el proceso.14 se identificaron sesgos del encuestador, en 8 el encuestado llevaba menos de seis meses en la institución, 6 fueron diligenciados con expreso desinterés de los docentes y en 2 cargos diferentes a la docencia. Agotamiento emocional: Bajo 33% Medio bajo 20% Medio Alto 21% Alto 16% Despersonalización: Bajo 28% Medio bajo 39% Medio Alto 21% Alto 12% Realización personal: Medio Alto 5% Alto 95%

Tabla 2.1. Estudios del síndrome del burnout realizados en países diferentes al nuestro.

Autor Fuente Metodología Resultados

Becerra, Juanjo Un 44,36% del personal, víctima de 'mobbing', El mundouniversidad. com, 11 de

Una encuesta realizada en la Universidad de Murcia (UM), se les aplicó a 453 profesores.

Los síntomas del burnout más detectados en la UM son los sentimientos de tristeza (67,8% de los encuestados) e irritación (33,5%); el nerviosismo y la agitación interior

(29)

noviembre de 2003.

(57,9%) y los problemas para conciliar el sueño (54%). Lo más grave es que a un 8% de los encuestados se le ha pasado por la cabeza la idea de quitarse la vida.

Gómez, Luis Tensión en las aulas

http://www.elpais.es/

29 de abril del

2001

Estudio efectuado por el sindicato comisiones obreras, en la comunidad de Madrid

Un 6% del profesorado español sufriría el denominado síndrome del profesor quemado, el 80% de los profesores de enseñanza pública señala que los trastornos psicológicos son su mayor riesgo.

Ernest w. Brewer; Jama Mcmahan

Job stress and burnout among industrial and technical teacher educators, Journal of Vocational Education Research 28 no2 125-40 2003 Maslach burnout inventory human services survey (MBI); Maslach & Jackson

El 58.6% de maestros, de servicio el 13.8%, de investigacion el 12.2%, de administración el 11.5%, otras actividades el 3.9% Cansancio emocional 19.28 (sd = 11.33). Despersonalización 6.15 (sd = 5.75). Falta de realizacion personal 37.27 (sd = 7.75).

Jeanne l. Embich The relationship of secondary special education teachers' roles and factors that lead to professional burnout, teacher education and special education 24 no1 58-69 Wint 2001

The Maslach Burnout Inventory (Maslach, Jackson, & Schwab, 1986), 310 maestros de secundaria encuestados, de la es la escuela localizada en la media Atlántida de usa. El 28.03% de cansancio emocional, el 6.33% de despersonalizacion y el 34.22% falta de realización personal

(30)

45

Autor Fuente Metodología Resultados

A. Koustelios Burnout among physical education teachers in Greece International, journal of physical education 40 no1 32-4, 36-8 2003 Un total de 175 personas que contestaron el cuestionario, obtuviendo respuesta de un 41.6%. ellos fueron 106 hombres (60.6%) y 69 mujeres,(39.4%). la edad promedio fue 37.6 años (sd = 3.6). el

estudio fue comprendido por los

maestros de primaria de

Thessaloniki, Greece by the Maslach Burnout Inventory (MBI) (Maslach & Jackson,

1986)

0.76 para la subescala emocional del agotamiento, 0.76 para la despersonalización, y 0.82 para el subescala personal de la realización. Las cuentas de 15.43, y 3.66 para el agotamiento y el despersonalización emocionales, respectivamente, eran más bajos que ésa para todos los grupos ocupacionales presentados por Maslach y Jackson, (1986) (es decir, 20.99, y 8.73). La cuenta de 38.82 para la realización personal era más alta que la que está divulgada para todos los grupos ocupacionales por Maslach y Jackson, (1986) variables

García, Isabel Los estudiantes también padecen el síndrome 'burnout', USC resumo de prensa, España, 4 de marzo del 2004 Del equipo de prevención psicosocial de la Universidad Jaime I de Castellón, que ha desarrollado el estudio burnout en estudiantes: facilitadores y obstaculizadores de los procesos de aprendizaje, pionero en

España, con una muestra de 872 alumnos

En una cota intermedia se encuentran los estudiantes que optaron por la rama de ciencias experimentales (química, ingeniería industrial, informática...). en su caso, el nivel de agotamiento emocional es muy alto, pero, sin embargo, están más satisfechos con los estudios que eligieron y la propia universidad. Los alumnos españoles son los que mayor índice de burnout manifiestan. «Se debe a una mezcla de cuestiones culturales y de disposición de los recursos que ponen las universidades», explica Isabel Martínez, una de las responsables del estudio, en el que han participado 872 alumnos. Argos Lucia , Madrid Síndrome del quemado o estrés crónico, salud ocupacional, del 5 de noviembre de 2000 Estudio más completo que se ha hecho hasta ahora en España, elaborado por comisiones obreras en 17.157 centros públicos no universitarios de todo el estado.

. El resultado es que el 25% de los 600.000 profesores de primaria y secundaria que hay en la enseñanza pública española toma una baja oficial o circunstancial cada año, según el estudio más completo que se ha hecho hasta ahora en España, elaborado por comisiones obreras en 17.157 centros públicos no universitarios de todo el estado; apenas un 3% de éstas se justifica en el estrés. Pero los expertos saben que son problemas asociados a este síndrome muchas de las dolencias

(31)

de garganta, digestivas o músculo-esqueléticas que padecen. Ocho de cada 10 docentes señalan los problemas psicológicos como el mayor riesgo de su actividad.

Tabla 2.3. Estudios del síndrome del burnout realizados en países diferentes al nuestro.

Autor Fuente Metodología Resultados

Rosa Bermúdez de Alvear, Ginés Martínez Arquero, Francisca Ríus Díaz y José Manuel Esteve Zarazaga Relaciones entre el uso de la voz y el burnout en los docentes de educación infantil y primaria de málaga, Revista Española de pedagogía, enero-abril 2004 Se analiza la relación existente entre el perfil de uso vocal y el síndrome burnout en una muestra de 244 maestros de educación infantil y primaria de los colegios públicos de

málaga. estos profesores obtienen bajas puntuaciones en las escalas de cansancio emocional (CE),

Despersonalización (DP) y realización personal (RP). Se han encontrado relaciones significativas entre el perfil vocal y las escalas del burnout: cansancio emociona se relaciona con el uso vocal en clase y la tensión muscular cervical; despersonalización se asocia a la intensidad vocal usada en actividades fuera del aula; realización personal muestra una tendencia a la significación con la tensión cervical durante la jornada laboral.

Amy Sloan Nichols and Frances Laplante Sosnowsky Teacher education and special education 25 no1 71-86 wint 2002 burnout among special education teachers in self-contained cross-categorical classrooms Se utilizó el instrumento de : the maslach burnout inventory--educators

survey (MBI, 1996) and the student diversity and organizational satisfaction survey

(sdoss), en Michigan

Cansancio emocional en estudiantes (CE mean = 19.70), despersonalización (DP mean = 5.66), falta de realización personal (RP mean = 41.70).

Becerra, Juanjo José Buendía, psicopatólogo de la Universidad de Murcia y su equipo radiografían el Mobbing en el centro de estudios. Mobbing Opinión, 12 de noviembre del 2003 Un estudio realizado en la Universidad de Murcia (UM), el primero que incluye al

Personal de Administración y Servicios (PAS)

Un 83,6% de los encuestados ha sufrido estrés crónico, uno de los síntomas del burnout. Esta enfermedad, diagnosticada por primera vez en 1974, consiste en un cuadro clínico cuyos síntomas principales son el cansancio emocional, la despersonalización y la falta de realización personal que se da frecuentemente entre los trabajadores de los servicios humanos.

(32)

47

Autor Fuente Metodología Resultados

Alvarez de la Cerda, Dulce Ma. Cantu González, Verónica A. El síndrome de burnout y el profesional de la educación, http://www.monografias.c om/trabajos24/sindrome- burnout/sindrome-burnout.shtml, Inventario de burnout de Maslach (MBI) (Maslach y Jackson, 1981a; 1986), 50 maestros de educación básica primaria que actualmente se encuentren ejerciendo su profesión por más de 5 años en instituciones de enseñanza privada. Institución educativa ubicada al norte de la ciudad en sus tres unidades ubicadas en el municipio de Escobedo y san Nicolás de los Garza, NL.

Desgaste emocional un 2% en el nivel alto, un 10% en el nivel intermedio y 88% en el nivel bajo, despersonalización un 10% en el nivel alto, un 38% en el nivel intermedio y 52% en el nivel bajo. Desgaste emocional en el sexo femenino, los resultados para este indicador se ubicaron en un 0% en el nivel alto, un 0% en el nivel intermedio y 100% en el nivel bajo, despersonalización en el sexo femenino los resultados obtenidos para este indicador se ubicaron en un 8% en el nivel alto, un 44% en el nivel intermedio y 48% en el nivel bajo. Desgaste emocional en el sexo masculino, los resultados obtenidos para este indicador se ubicaron en un 4% en el nivel alto, un 20% en el nivel intermedio y 76% en el nivel bajo. Despersonalización en el sexo masculino los resultados obtenidos para este indicador se ubicaron en un 12% en el nivel alto, un 32% en el nivel intermedio y 56% en el nivel bajo. Mireles Pérez, Ana Bárbara Isabel, Pando Factores psicosociales y síndrome de burnout en una empresa de la rama textil en Guadalajara, México, investigación en

Se hizo un análisis de la relación de "burnout" con las variables

sociodemográficas,

En la muestra global de la población trabajadora, de la industria textil, fueron de 11.43 para la sub-escala de agotamiento emocional, 4.69 para la sub-escala de despersonalización y 40.4

(33)

Moreno, Manuel y Aranda Beltrán, Carolina, salud, http://www.cucs.udg.mx/in vsalud/agosto2002/art5.ht ml agosto, 2002 laborales y de cada agente psicosocial mediante el análisis estadístico de ODDS ratio (or), chi cuadrada, siendo significativo una p < 0.05, utilizando el paquete estadístico EPI INFO versión 6.04. Para la variable de tipo de personal, 176 sujetos (79.3%) eran sindicalizados y 47 sujetos (20.7%) eran empleados de confianza.

para baja realización laboral. el 23% de la población se encontraron afectados por agotamiento emocional en la categoría media y alta, en despersonalización se ubicaron en la categoría media y alta el 29%, la baja realización laboral en estas mismas categorías se encontró en un 26%. la valoración total de las 4 áreas, determinada para los agentes psicosociales, estuvo en categoría baja en el 86.4% y el resto (13.6%) estuvo en categoría media

Tabla 2.5. Estudios del síndrome del burnout realizados en México.

Autor Fuente Metodología Resultados

Aldrete Rodríguez, María Guadalupe Coautores: Pando Moreno Manuel, Aranda Beltrán Carolina El Síndrome de Burnout en docentes de Educación Primaria de la Zona Metropolitana de Guadalajara,

Revista Higiene, vol. IV, No. 3, septiembre-diciembre 2002.

Se utilizó un formulario

autoaplicado que contenía las variables de interés y la escala de valoración del

Maslach Burnout Inventory, a una

muestra de 301 maestros que laboran frente a grupo en 25 escuelas primarias seleccionadas aleatoriamente en la zona metropolitana de Guadalajara. El 25.0% de la muestra presentó agotamiento emocional alto, baja realización en el trabajo 21.6% y despersonalización en su nivel alto 5.6%. Sólo un 20.6% de los docentes no presentaron alteraciones en las áreas que evalúa el MBI. Las variables que se asociaron con el síndrome del burnout fueron: tener más de una jornada de trabajo, la antigüedad en el trabajo, el sexo femenino presentó asociación en el área de agotamiento emocional y la percepción de que no es suficiente el tiempo para realizar las actividades que debe efectuar como docente.

Se concluyó que existe una alta prevalencia del síndrome del quemado y existe relación con la sobrecarga de trabajo que se realiza.

Tabla 2.6. Estudios del síndrome del burnout realizados en México.

En los estudios realizados para evaluar el burnout, se ha tratado de relacionarlo con variables demográficas como sexo, edad, etc. sin embargo no se ha demostrado que estén consistentemente

(34)

49

relacionadas con el síndrome; por otro lado, se ha confirmado que los estresores laborales, principalmente la sobrecarga de trabajo y las condiciones de trabajo pobres, afectan el nivel del síndrome, así como también se confirma la influencia del ambiente sociocultural en los niveles de burnout. Por otro lado, se reconoce que los maestros que se consideran autoeficaces parecen estar más preparados para realizar nuevas prácticas educativas y son menos propensos a sufrir el síndrome.

2.8. El burnout del docente

El burnout del docente fue descrito por Cunningham (1983) como un agotamiento físico, emocional y actitudinal que desemboca en una disminución significativa de la satisfacción y la ejecución laboral, además, concluye, que a partir de distintas investigaciones, el burnout se genera “por soportar” un elevado nivel de estrés como consecuencia de demandas de trabajo con presión temporal, relaciones inadecuadas, masificación de las aulas, falta de recursos, aislamiento, sentimientos de violencia, desempeño de un rol ambiguo, oportunidades de promoción limitadas y falta de apoyo 10. Al ocasionar malestar emocional y físico, el burnout conduce a un incremento de rotación laboral, absentismo, reduce la satisfacción laboral, provoca retraimiento mental y/o huida física y enajenación, aumenta los conflictos inter e intra individuales y en general reducen el rendimiento profesional del individuo.

Se cree que el docente universitario puede padecer este síndrome porque, ya de por si su propia carga de trabajo conlleva variables que, de acuerdo a la bibliografía consultada, anteceden al burnout, tales como: apremio de tiempo, densidad de operaciones, repetitividad, trabajar aisladamente, alto grado de responsabilidad y dificultades en la disciplina producto de la violencia en los jóvenes. Aún más, el docente se ve sometido a diferentes presiones laborales por falta de recursos materiales, de tiempo y/o personales. Por

10

Cunningham, W. G., Teacher Burnout-Solutions for the 1980’s: A review of the literature, Urban Review, 15, 1, 1983, p. 37-51.

(35)

ejemplo, el docente ha visto incrementada su carga de trabajo debido a que, últimamente el gobierno y los diferentes grupos sociales, le exigen elevar la calidad y la productividad de la enseñanza en la universidad y en los demás niveles del sistema educativo, mientras que por otro lado los recursos son escasos. Otras demandas que su trabajo les impone son: el que tienen la necesidad de actualizar sus conocimientos continuamente y ser capaces de manejar nuevas tecnologías. Como contraparte se sabe que algunos profesores carecen de los conocimientos pedagógicos necesarios para realizar su trabajo, que los recursos económicos se han disminuido, de manera que el personal académico debe “dar más con menos” para responder a los requerimientos de la sociedad y del gobierno.

2.9. Carga de trabajo del personal docente

La tarea académica exige del trabajador una suma de esfuerzos: físico frente al grupo; intelectual para estar actualizado y dominar la temática; pedagógico para construir propuestas de trabajo e incorporar y crear tecnología didáctica; y esfuerzo emocional para interactuar con las múltiples personas relacionadas con su trabajo... el trabajo académico requiere de una extensa y cada vez más sofisticada infraestructura para su realización: espacios físicos diversos y especiales, instrumental electrónico y computarizado, equipo audiovisual, tecnología de impresión, y un gran número de más elementos; además son indispensables algunas condiciones materiales y otras de tipo social, que en la actualidad están muy lejos de tener. 11

Caramés Balo (2001, 2003) se refiere a la carga del trabajador académico como “definida por variables: físicas, mentales y psicosociales y la que predomina en términos ergonómicos, es la mental. La carga física está compuesta por posiciones forzadas, movimientos repetitivos y esfuerzos físicos que se realizan en el trabajo. La carga física es

(36)

51 importante porque cuando provoca disconfort, las consecuencias son casi inmediatas o a mediano plazo, si no se corrigen, genera dificultades para el procesamiento de la información”. Además esta autora agrega lo siguiente sobre la carga mental del docente y las variables psicosociales:

La carga mental está determinada por la cantidad de información que debe tratarse y de su elaboración/reelaboración, el tiempo que se dispone para ello y la importancia de las decisiones que se tomen a partir de dicha información. cuando se habla de confort mental, se refiere a una derivación del diseño inadecuado de la tarea y su entorno, que puede aparecer como una simple consecuencia de la carga física o de la focalización sostenida de la atención sobre determinados aspectos, de la monotonía o de la sobrecarga de información que generará síntomas contraproducentes de rechazo, distracción, etc. Entre las variables que definen la carga mental son: apremio de tiempo, complejidad/rapidez, atención, minuciosidad, densidad de operaciones y repetitividad. En la carga de trabajo mental intervienen además aspectos afectivos, los cuales pueden correlacionarse con variables como autonomía, motivación, frustración, inseguridad, etc. La carga mental puede estar más o menos tolerada en función de la satisfacción o la motivación que las personas encuentran en su trabajo. La sobrecarga mental puede ser cuantitativa, cuando hay demasiado que hacer, ó cualitativa cuando el trabajo es demasiado difícil. Un trabajo con sobrecarga mental exige normalmente sedentarismo postural, altas exigencias de tratamiento de la información y actividades mentales de comprensión, memoria, etc. La

11

Rountree Cons, Jorge, Análisis Psicosocial del Trabajo Académico: Salud y Productividad, Imprenta Universidad de Sonora, enero 2000.

Referencias

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