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Pintura de Antofagasta

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Academic year: 2020

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(1)

Andrés Sabella

El norte chileno ofrece un paisaje duro que no es posible entender, de buenas a primeras, porque, allí, las distancias secas, peladas, muestran una sola perspectiva, una sola cara de monotonía. De lo alto, ¿qué dones admirar, sino llanos

fatigantes,

piedras en su extensión, pedruscos que se resisten a ser movidos por et viento? Los arenales se peinan y despeinan al paso del terral y de los siglos. Cuando el hombre cruzó estas pampas, las huellas de sus carretas dibujaron los primeros emblemas de la ambi ción

humana,

desatada por la sed del cobre, del salitre y de la plata. Los primeros viajeros asomados a este paisaje lo creyeron

lunar;

tal vez, de un primer o un postrer día de la Creación. André Bellesort, conmovido por la "tierra

desnuda",

declaró en

1898,

que ella "deslumhra e hipnotiza". Es el testimonio de su encantamiento. Después, este encantamiento será "em-pampamiento". En "Chile o una loca geografía", Benjamín Subercaseaux explica lo que es "empamparse":

"Algunos vuelven a rancho sureño; pero son los menos: la

pampa los coge en su abrazo tremendo. . . Entonces el

hombre,

que debería

huir,

se queda. Ya no sabe volver ni lo desea.

Hay

un mundo fuera del mundo que lo atrae como un torbellino de silencio".

El sol existe en pleno de sus potencias y el azul va y viene en sus mati ces del cielo. Quién penetre a este paisaje para deleitarse en goces de poca monta saldrá defraudado. La lejanía aleja los temas

livianos,

para reinar, poderosa, ofertándose en juegos mágicos, de formas y colores que, ora se transforman, como en el fondo de un calidoscopio; ora permanecen adormidos, exigiendo silencio sobre el silencio de estos dominios de so ledad.

(2)

Jotabeche fue el primer descriptor de las serranías atacameñas. Viéndolas

negras, agresivas, caprichosas en sus cuerpos y huérfanas de galas, fun dó la literatura de su belleza: una belleza nueva en las galas del paisaje nacional, celebrado, por

fértil,

desde las "Cartas"

de Pedro de Valdivia. Ahoraen 1842

(1),

surgían arenas y riscos, surgía lasequedad,oponiéndose al cuerpo ubérrimo que nos definió a partir de 1545.

El paisaje nortino no conquista por anécdotas. No gusta, a simple vista. Pide un largo coloquio de amor, un lento tiempo de amor, antes de entre garse. El se da a quien se le da. El pintor apresurado percibirá la piel que mada, pero no "eso" misterioso y fascinante que aguarda en sus desam paros. Es paisaje para verse, no para mirarse.

El paisaje nortino se valora en sugestiones. Al ojo acostumbrado a verdo res, le duele acomodarse a esta variedad de ocres, grises, azules,

lilas,

amarillos, salmones y verdes metálicos. Es la caja de sorpresa del color. El azar de la luz reclama su parte en el juego y la pampa existe en perma-nete trastorno de tonos. Las nubes, a su turno, componen sus caprichos y se avellonan, se confunden en furiosas alianzas. Son las verdaderas nu bes que Charles Baudelaireamaba: "las nubes que pasan. .

., allá lejos. . ., las nubes maravillosas"

(2)

Los crepúsculos nortinos crean situaciones, absolutamente surrealistas: nubes-peces, globos chinescos, ardiendo en oro; o conforman "cuadros" abstractos: colores en vértigo, formas que envidiaría Kandisnky. Observan do las telas de Susana Mardones, pensamos que la artista pintaba firma mentos nortinos. Antonio R. Romera

(3),

las compara a "paisajes de una realidad soñada".

El pintor que decide "empamparse"

debe olvidar fórmulas y recetas de taller, limpiarse calcos mentales.

Debe,

resueltamente, avanzar a la con quista de este paisaje, donde el horizonte se corta con las verticales soli tarias de los postes telefónicos, únicos "árboles"

para el descanso de la vista.

En mitad de estas

desolaciones,

nos salva... ¡una ilusión de color!, el espejismo. Daniel Riquelme

habla,

en "Bajo la Tienda"

(4),

de "los espe jismos engañadores". ¿Quién se atreve a pintarlos? Como la

"camancha-ca", son un desafío abierto.

( 1) Ver "Copiapó", de Jotabeche, "El Mercurio"

de Valparaíso, 1? de Febrero de 1B42.

( 2) "El extranjero, de "Spleen de París". Traducción de Julio Gómez de la Serna. ( 3) "Historia de la pintura chilena", 1960.

(3)

Federico

Gana,

en "Candelilla"

(5),

se refiere a "aquellos desiertos que parecían brasas encendidas". Víctor Domingo Silva pormenoriza el paisaje

y la faena del cauchero en "Hacia allá"

...

(6)

Cincuenta años

después,

Pablo Neruda enseñará lo decisivo para la comprensión de "la tierra en la pampa":

"es un espectáculo en el que debemos dejar en lo recóndito o para siempre todas las gotas de sensualidad que ponemos al contemplar otros paisajes del planeta. Allí está la tierra en sucorte de diamante

invisible,

en sus repliegues de arenas y extensión. Allí está la geografía pura, determinada en un paisaje extraño y abstracto, aéreo y terrenal".

Por una referencia de don Isaac

Arce,

en "Narraciones históricas de An-tofagasta"

(7),

deducimos que el primer pintor que arribó a la ciudad fue el doctor inglés Eduardo H. Neil, contratado por la Empresa Salitrera Mil-bourne Clarck y Cía. Neil desembarcó en el puerto recién fundado en 1866, a mediados de 1872. Dibujó abundantemente, pintando varias marinas. Don Frank Coxhead

Neil,

su

descendiente,

nos informó que, en el número es pecial de la revista "ZIG-ZAG" dedicado al Centenario de la República, se reproducen dibujos del médico-pintor. Habría otros suyos, como ilustracio nes de cuadros

históricos,

en el Club Militar de Santiago.

La Pintura entró a

Antofagasta,

en la Caja de óleos de César Soto Moraga. Era don

César,

hombre de fuertepersonalidad. Plantado delante de la pam

pa, decidió trabajarla, organizando una empresa de carretas. Una le molió su pierna derecha. Nació de la

desgracia,

"el cojo Soto Moraga". El de fecto no lo amenguó. Se compró un cabriolé para movilizarse, por lo que su figura se agregó a las estampas características del puerto. Entusiasta, cordial, amistoso, radical, "pelador" y peleador, don

César,

de chamber go y corbata

flotante,

lucía un clavel rojo en el ojal de su vestón, como símbolo de sus rebeldías y esperanzas. En las mañanas de elecciones, le colocaba una banderola roja a su vehículo y recorría las calles, invitando a votar por sus correligionarios. Su historia en Antofagasta se inició en 1905. Murió en el Hospital del Salvador de la ciudad, en 1935, pobre, barbón,

como un Cristo olvidado, casi desconocido y con las manos llenas de pintura.

( 5) 1914. ( 6) 1905.

( 7) 1930 (pág. 187).

Pedro Reszka, Premio Nacional de Arte 1947, nació en Antofagasta, en 1875. Su padre Teófilo Reszka, fue propietario de una de las primeras máquinas condensadoras de agua e instaló la primera fábrica de cerveza en la ciudad.

(4)

César Soto Moraga

En marzo de este año se exhibió en el Museo Municipal de Valparaíso,

una muestra de maestros de la pintura chilena. Don Ricardo Mac Keller, de la Comisión de Arte y Cultura de la Municipalidad de

Valparaíso,

expu so una colección de pintores chilenos meritorios y desconocidos: César Soto Moraga encabezó la

lista,

seguido por los porteños Lucrecia García Huidobro, Alberto Guzmán y Berta Smith.

Conocimos a don César. Cuando niños, frecuentaba la casa de la abuela

copiapina, su coterránea. Llegaba en su cabriolé, descendiendo con so lemnidad. A la puerta, golpeaba las manos para anunciarse:

(5)

¡Don

César,

don César! —

gritaba abuelita Delfina—

¡Corran a reci

birlo!—

. Las tías lo ayudaban a bajar dos o tres escalones de entrada. Nos llamaban al salón para saludarlo. Tío Antonio hablaba de versos con el pin

tor.

Paseándose,

recitaban, a dos voces, "La huelga de los

herreros" de

Francois

Coppée,

sin que la abuela "pechoña" moviera una pestaña.

Al final de su vida, don César construyó en los faldeos de los cerros, hacia

el sur de Antofagasta, una casa-taller en la que se aisló. En el verano de 1931, lo entrevistamos con Eduardo Ventura López. La casa-taller se com

ponía de dos piezas: en la de abajo, pintaba. Una escalera —

¡cojo mala

barista!— lo conducía al

dormitorio-mirador,

repleto de cuadros, de mar

cos, de libros y de

botellas,

llenas y vacías, de vino tinto.

Muchachos —

nos aleccionó—

, yo soy cojo; pero, ¿que importa eso?, un pintor puede ser cojo, faltarle un brazo, un ojo, padecer sordera, carecer de gusto y olfato, pero le bastarán un ojo y una mano para pintar, sin que

nada lo detenga.

Abrió una ventana:

—Allá están

el mar, el puerto, el cielo, la tierra seca. Crece el árbol que planté: ¿qué me falta para poseer el mundo?

Soto Moraga

(8),

en sus años de gloria —lo contaban

sus amigos— se

prestigió como el mejor pintor chileno de la oreja humana. Eran orejas que

oían. La oreja humana, un alarde de perfecciones, es un pequeño castillo donde cada pieza corresponde a una línea de gracia.

Dibujarla,

es dibujar la voluta preciosa. Pedro

Prado,

en su poema "Las orejitas", las figura "caracolillos de la mar salada". Al recordárselo don César rió y, como era un humorista, comentó:

—Las

mías ya no escuchan los pasos de la Fortuna. Quedé sordo para tantas cosas de la vida... ¡cojo y sordo!

Pintó un atardecer costino en que las rocas encierran un poderío desafian

te. Aibea el agua y las nubes se dramatizan en morados. Cuando se lo en señamos a Pablo de

Rokha,

dijo solamente una palabra:

—Pintor.

Un pintor honrado que, adscrito al realismo, cumplió su tarea, con

lealtad,

sujetándose a la verdad de los modelos, ansioso por la sinceridad de su

(6)

Marina (óleo). César Soto Moraga

transcripción. En junio de 1924, expuso en el foyer del desaparecido Teatro

"Colón", junto a un joven que retornaba a la Escuela de Bellas Artes de Santiago. Era Nicolás González

Paredes,

"el negro

González",

quien en

la capital compartió taller con los hermanos Albino y Manuel Quevedo.

Albino lamentaba su vuelta a la provincia:

—Era un

"negrito"

que debía pintar muchísimo y bien. ¡Qué error suyo

fue regresar al norte! (9).

El Norte habilitó en González el desarollo de su ternura por los temas humildes, por los pequeños milagros de verdorque rompen las perspectivas

urbanas de Antofagasta. Nunca abandonó los pinceles, ni cuando los bajos de la vida lo asfixiaban.

Silencioso,

como no queriendo pintar, se colocaba

frente al caballete,

fumando,

sin apurarse. Pintar fue la razón de sus días:

—El domingo saldremos

a "manchar" un poco —

invitaba a sus alumnos. "Manchaba"

con maestría.

Acaso,

sus logros de mayor cuño sean

"man-chitas". Aunque sentía ideales de redención social, no pintó asuntos de

(7)

WJfiRE¡BBfi%n

UfU-t tUf'fgfi.

Documento: Hace 50 años.

exaltación política. Al

honrársele,

en 1955, con la distinción municipal de Caballero del

Ancla,

se negaba a concurrir al teatro para recibirla:

—"No

sirvo para estos trajines. La gente se va a reír".

Le argumentamos que sería una "mancha" desairar a la ciudad; Nicolás

reaccionó:

(8)

*/&¿í¿*tí&^*$

El Puerto (óleo). Nicolás González.

Sus óleos demuestran el goce que le quemaba la mano; aplicaba el color

sobre las telas, acentuando los primarios. Pintó con ahínco, acertando en

la luz cruda del Norte. Conservamos un óleo suyo, de puerto, en el que las

pinceladas se le soltaron con tal

libertad,

que parecen de "otro pintor",

un nuevo pintor.

Desgraciadamente,

no insistió González en esta manera.

En el folleto de Ibar

Méndez,

Osvaldo Ventura y Danilo Tacussis, "Pintura

antofagastina, de Soto Moraga a nuestros días"

(10),

se lee que González,

en sus marinas "conquista la más alta expresión de su talento y técnica". En "Canción de Taller"

(11),

intentamos "explicarlo".

(10) 1968.

(11) "Hombre de cuatro rumbos' 1966.

(9)

"De sol y savia, de candor y nada,

¡oh, Nicolás!

tú siempre das

pintura de raigambre desvelada".

Un óleo de 1909 firmado por Arturo

Meza,

representando la bahía de

Taltal,

envuelta en una atmósfera

dorada,

lo señala en el orden de estos años.

Jorge

Court,

apoyado en el juicio de antiguos antofagastinos, lo califica

como "el primer pintor que hizo labor en Antofagasta" (12). Los cuadros

de Meza desaparecieron, como la mayoría de los de Soto Moraga: los de don

César,

comidos por los ratones del almacén en que se guardaron.

Horrible verdad, ¡una vida y una vocación engullidas por ratas!

En 1914, se instaló en la ciudad el pintor copiapino Miguel

Gormaz,

atilda

do,

mesurado, en su persona y en sus

óleos,

de impecable oficio. Admira

mos en Copiapó dos retratos suyos, tersos y limpios: los de Francisco Bil

bao y Guillermo Matta. Gormaz guardaba fidelidad a "la verdad"

de sus

modelos. Vivió enseñando, sin mezclarse en losaltibajos de la vida artística

de provincia. Su hija Luisa lo prolongó en el culto de las flores.

Los jóvenes Ovidio Guzmán

(13),

Salvador Reyes y Cayetano Gutiérrez Va lencia necesitaban, en 1917, descargarse de imágenes y sueños. Guzmán

y Gutiérrez pintaban escenas portuarias, calles, esbozos de cerros. Reyes los incitó a editar la revista "Blanco y

Azul",

enarbolando los colores de!

Modernismo. Guzmán no colgó la paleta, conquistando diplomas y meda

llas en diversos salones del país. Gutiérrez viajó a Santiago para estudiar

Medicina. La anatomía le permitió estilizar la figura de sus dibujos de fan

tasía. Abandonó los cadáveres desnudos por las modelos desnudas de Be

llas Artes. Tornó al hogar. Traía la imaginación en desborde y un seudó

nimo de acuerdo a su inspiración oriental: Zayde. Para "El Mercurio de Antofagasta"

—1927-28-29—

creó, domingo a

domingo,

dibujos de pri

mera página que fijaban visiones submarinas, caprichos de opio en vastos

arabescos, mujeres con pechos de voluta. Parientes de Zayde son Ale

jandro Sirio y Luis Meléndez. Incorporado al periodismo metropolitano, fue Premio Nacional de Periodismo

Gráfico,

en 1968.

Maduro,

afrontó las res

ponsabilidades del

óleo,

con cuadros de excelente organización plástica.

Antonio R. Romera lo ubica "en el grupo de la persistencia del naturalis

mo", reconociendo que innovó "su obra por el aclaramlento de la pa

leta" (14).

(12) "El Mercurio de Antofagasta", 16 de Diciembre de 1966.

(13) Como escritor Guzmán se firma Mario Bonat. Publicó: "La caricatura del Amor", 1921, y "Tengo que matar al escritor", 1970.

(14) 'Olalaí y sus Películas", de Gustavo Alvial, fue editado, en Antofagasta, en

1929, con portada de Zayde. Varias ilustraciones suyas contiene "Molienda de Horizontes", de Rafael Hurtado, 1958.

(10)

Atrapado por el periodismo, laboró en la capital Rafael Alberto

López,

(Rafael

Alberto)

con quien compartimos casa en

Santiago,

uno de los

cuarteles de la bohemia universitaria de 1933. El poeta Benjamín

Morga-do,

recién casado, aumentó "la familia"

de San Pablo 1275. Sus poemas

de "Festival de agua y viento"

(15),

se escribieron allí.

López,

retratista afortunado y dibujante certero, recorrió ejerciendo una cátedra en la Es

cuela de Artes Aplicadas de la Universidad de Chile. Ganó Medalla de Ho

nor en la Exposición de Sevilla, en 1929 (16).

"Angelmolizado"

como tantos, Arturo Valenzuela dedicó su arte a la exal tación de paisajes sureños. Solitario, aprendiéndolo todo en el desgarra

miento cotidiano del taller, pinta de 1927, el retratista Raúl Campaña. Oscila

entre el retrato "a gusto del cliente"

y el de rasgo audaz. Como Raúl

Man-terola, adora el rostro de mujer. Campaña emprende, continuamente, cami

nos de tal novedad que Pablo

Neruda,

admitió posarle.

Humberto Palma

Díaz,

"el Maestro Palma", era pintor adicto al aire libre:

fue su manual de pintura. Alumno de Carlos Alegría

(17),

recogió de éste

su predilección por el aire pleno. Despertó vocaciones.

Eduardo Ventura

López,

el popular Senat de los viejos tiempos de "El

Peneca"

participó en

"Carcaj", en 1929, nuestra primera aventura lite raria. Al año siguiente, nos ilustró "Rumbo Indeciso". Artista de variada inspiración, se echaba al bolsillo los secretos del taller. Dibujaba con lí

nea bizarra. Sus poemas de "Perfil

Absurdo",

de

1931,

alentaron las ba

tallas de la época. Su hermano Osvaldo se inició bastante joven en el ejer

cicio de sus múltiples posibilidades:

dibujo,

grabado, pintura, escultura,

artes aplicadas. Dos direcciones disputan su interés intelectual: una real y

otra simbólica. Esta última se expresa en cuadros de riqueza cromática,

desdibujadas, con astucia. Los cuadros simbólicos de Osvaldo

Ventura,

fir

mados con el seudónimo de Jimeno

Hidalgo,

ganaron el Primer Premio del Salón de Primavera de 1954, derrotando a los de Osvaldo Ventura. Ventura

es un artista en ebullición permanente. En donde percibe unaveta, se com

promete, vaciando su entusiasmo y generosidad. Es Caballero del Ancla

1965, título otorgado a su labor

docente,

porque, ¿a quién no enseñó, a qué jóvenes no dirigió la mano? Y ¿quiénes son estos jóvenes? Héctor

Bañados,

pintando motivos de puerto en

Mejillones;

Nelda Carrazana, a

quien el amor por fas flores no la ciega para pintar aspectos de! paisaje

(15) 1936.

(16) 52 obras mostró López en su exposición de abril de 1975, en Antofagasta. Exhibió ilustraciones a poemas de Rubén Darío, Federico García Lorca y Pa blo Neruda. Ver art. del autor, en "La Estrella del Norte", de 19 de abril de 1975.

(11)

Pablo Neruda (pastel). Raúl Campaña.

nortino; Ernest

Meyer,

esbozando donaires de

ballet;

Riña

Gajardo,

Primer

Premio en uno de los Salones de Abogados en

Santiago,

de suavidad en

sus acuarelas; Antonia

Lin,

atraída por el mar; Mario

Meneses,

quien ade

más, incursiona en artesanía, en huesos y conchas marinas, y Gerónimo

Rochetti,

con proyección social (18).

Entran y salen pintores y dibujantes extranjeros: Giovani

Zampollini,

Arturo

Gago y Arturo

Travi,

retratistas, Theo Goldacci.

(12)

Ruinas de Huanchaca (óleo). Osvaldo Ventura.

Goldacci, fotógrafo profesional, compró una quinta y preparó las rosas de sus telas, pero fueron los muelles salitreros los de mayor brío de su

paleta. Arturo Gallinato pasó fugazmente. Ricardo Giménez emigró a San

tiago, con sus ambiciones dibujísticas. Hermógenes Benítez, con rico ins

tinto de pintor, se adueñó de la capital. . . pero ejerciendo de "monero".

Iván Alcota asomaba y desaparecía en los salones de la Sociedad de Bellas

Artes de

Antofagasta,

fundada en 1942. (19).

(19) Fue su primer Presidente doña Elvira de Fernández, Directora de la Escuela Técnica Femenina.

El primer Salón de Pintura con participación de la Sociedad y con el apoyo

de la Comisión de Cultura de la Municipalidad, se efectuó en Julio de 1942. El premio de Honor, correspondió a Hein Block, un pintor holandés que, ca reciendo de vivienda en la ciudad, se fue a vivir en la jaula de monos del zoológico Municipal. Desapareció, misteriosamente. Sobre sus pasteles, co mentó Alfonso Jeria, en "El Mercurio", el 13 de julio: Hein Block pinta con

técnica de avanzada y audacia en el trazo".

Después de los Cursos de Verano realizados por la Universidad de Chile, en 1952, se fundo el Grupo "Beatriz Danitz"

quien participó en ellas.

En 1959, se constituyeron los Talleres Libres de Artes Figurativas. Su ex posición de Febrero de ese año se dedicó a Guillaume Apollinaire.

(13)

Juan Francisco González

(Huelen),

hijo de "Don Juan

Pancho",

enseñó en la Escuela Normal y alertó a los pintores novatos cómo superar errores de

formación.

Chela

Lira,

renunciando a las ventajas de vivir en

Santiago,

se avecindó

en Antofagasta, exponiendo por primera vez en

1947,

en el Salón de Ho

nor de la I. Municipalidad. Hubo un sismo en las paletas provincianas.

Chela Lira es un pincel infatigable. Es una devoción ejemplar: pinta, pinta,

pinta, y ¡hace pintar! Se moja a orillas del mar, se suspende en el abando

no de los cerros, pesca pulpos de hule para copiar sus movimientos de

furia, busca flores hasta debajo de las piedras, sale a la pampa a pintar

su Nada-Todo abismante. Retrata

bien,

discute, estimula, sueña figuras de Mar y de Espacio y, generosamente, propuso a la Universidad del Norte un Taller de Pintura Infantil. Los murales y muralitos de los niños-pintores

de Chela Lira representan una lección bellísima de ternura creadora. Al

joven Ibar Benavides que perdió sus brazos en un accidente, lo convirtió

(14)

Zurciendo las redes (óleo). Alejandro Galetovic.

en pintor-bucal. Chela Lira, inquietísima, viaja a

Salta,

a

Paraguay,

a

Boli-via, con sus óleos y acuarelas, traspasados por una siempre fresca ráfaga

de poesía. A Chela Lira le correspondió llevar a

Salta,

en noviembre de

1948, la Primera Exposición de Pintores de Antofagasta. Antofagasta la nombró Dama del

Ancla,

la primera, en 1954.

Alejandro Galetovic, alumno del español Enrique Artigas Vendrell, en Pun

taArenas, no demoró enolvidar los blancores australes.

Rápidamente,

se tu

teó con el Norte, pintándolo en sus calles terrosas, en sus poblaciones

de los cerros, en sus muelles, feliz vencedor de esta luz nueva que lo

deslumhra. Con los años, Galetovic ha derivado al retrato de las gentes

humildes. Con su esposa, la pintora María Angélica Iribarren formaron el

cobijo de los pintores que visitaron

Antofagasta,

(Luis Nangarí Simón y Pedro

Lobos,

los más asiduos) (20).

(20) En la Feria de Artes Plásticas organizada con ocasión de la Exposición de Industrias y Comercio de 1961, Galetovic compartió con Waldo Valenzuela

(15)

Mendigo (óleo). Alejandro Galetovic.

Roberto

López,

fuerte y promisor, como que empezó con un Primer Premio

en Oleo en el Concurso de la I. Municipalidad de Antofagasta en

1949,

se alejó del arte, no sin antes pintar un autorretrato de primera calidad y cuadros de temática creadora. Lillian

Pangilla,

valiente en el

enfrentamien-to de las técnicas, pinta, graba, esmalta al

fuego,

probando ascenso en el

dibujo y en el trato de los colores cálidos. En noviembre de

1957,

con el auspicio de la Asociación de Mujeres Universitarias de Concepción y de los Departamentos de Extensión expuso en

Concepción,

14

óleos,

acompañada

(16)

Autorretrato (óleo). Roberto López.

La Pintura se apropia de más artistas: María de

Heras,

Clara

Ramírez,

So-nia Pinto, Mario

Muñoz,

Ricardo

Cortés,

Samuel

Daza,

Luis

Cubillos,

John

Harris,

Héctor

Carvajal,

Alejandro

Cuéllar,

Elsie

Wood,

cuya única exposi

ción contó con un prólogo nuestro en que consignamos "su escritura de

alas".

Daniel Veas Jordán pintó el anfiteatro de la Mina de Chuqulcamata. Ela

dio Villalón fue nuestro "aduanero Rousseau": don

Eladio,

muerto casi de

90 años, pintaba de 1908. Era fotógrafo ambulante. Junto a su máquina,

en la plaza "Colón", colgaba una permanente exposición de sus cuadros,

que conducía en un carretoncito, decorado por

él,

con paisajes de colorido

fogoso.

Fernando

Morras,

incondicional de la pintura, le dedica su juventud y ma

(17)

psi-cológica de sus retratos al óleo. Julio

Hermosilla,

ingeniero de minas, pin tó interiores de minas que nos restan como los mejores documentos de

esta época. Aldo Torres

Púa,

residiendo en

Antofagasta,

1956, se dispuso

a escribir una monografía sobre

Hermosilla,

impresionado por el drama

que tradujo con "su estilo personal y sincero"

(Court).

¡Curioso personaje es Rogelio Olivares! Personaje de novela: ha sido pe

luquero,

músico de regimiento,

"matutero", feriante,

saxofonista de cabaret, y

heroicamente,

sin olvidarlo, ni un segundo, ¡pintor! Pinta con

libertad,

manchando, con bastante fortuna. En sus cuadros, no faltan jamás el aura lírica y un aliento de misterio (21).

El arquitecto Carlos Contreras ha representado cabalmente el paisaje

pampino. Huella a

huella,

risco a risco, neblina a neblina;

Lola,

su esposa,

no alteró en sus cuadros, esta suite de soledades de tenso e intenso gris. De

1960,

actúa Waldo

Valenzuela,

en Antofagasta. Ha sido el plasmador

de la enseñanza de Bellas Artes en la Universidad del Norte. Es un dibu jante valioso. Aprovecha su don para evidenciar los dramas del Hombre

Americano y ahondar los de la tierra atacameña, que es nuestra madre. Valenzuela pinta símbolos, colindando en el surrealismo. Ironiza en cari

caturas el "espíritu

burgués",

quemando la comodidad de ciertos especta dores. Los colores restallan. Las alusiones solares entregan la clave final de este artista de alturas espirituales: "Cielo encendido"

y "Caballero so

lar"

son títulos que lo definen. Sus obras han sido expuestas en

Santiago,

en todo el Norte y en Argentina.

Con Waldo

Valenzuela,

Ivan

Lamberg,

quien, de 1963, aporta su variada cultura plástica, su austeridad de oficio y su apasionamiento, en la misma

Universidad. Romera lo define como "un realista de la melancolía". Es un

artista a quien no arredran los viajes de retorno al tiempo ido, a quien no ignoran los

fantasmas,

una especie de James Ensor, arracándole máscaras

al abismo del

hombre,

repletando de máscaras los sueños.

En la Universidad del

Norte,

trabajaron el crítico O'Higgins

Guzmán,

el

doctor Abraham

Cuchacovic,

la doctora Enriqueta Ochoa, Daniza Vrsalovic,

Vanessa

Inglez,

María Ledezma y Reinaldo Lizama (dos pintores de garra),

Luis

Araneda,

Emilio Miguel Signorelli, Osvaldo Thiers, de maestría en la

acuarela, como Jorge Court Mook, se identificó con el paisaje y las in quietudes del nortino. Al abandonar la ciudad, se lo manifestaron públi

camente los artistas, en su Exposición de Marzo de 1958.

(18)

Árbol de Piedra (óleo). Waldo Valenzuela.

"Jorge Court y sus pinceles pertenecen ya al espíritu de nuestra Antofa gasta. Su corazón se fundió a este mar, a estas piedras, a este cielo".

Court es autor del Monumento al Servicio de Intendencia del Ejército, que

adorna uno de los cuarteles locales (22).

Pintores salidos de la Universidad del Norte son: Ronald

Clunes,

fino de

temperamento y diestro en el quehacer, Jorge

Flores,

con sus primeras

(22) Se inauguró en marzo de 1958. Court, al entregarlo manifestó que con este monumento se abría "La puerta de los cuarteles a la presencia creadora y y vivificadora del

(19)

arte"-Población (óleo). María Ledezma.

victorias en

Francia,

Pedro

Miranda,

Axel

Rojas,

Juan

Lafuente,

Max

Veliz,

Juan Carlos

Rivadeneira,

los escultores Avelino Sanhueza y Eduardo Mu

ñoz,

y Pedro

Quiquincha,

artista completo, de extraordinaria capacidad de invención y trabajo.

La Universidad de

Chile,

agrupó gentes de valor. Osvaldo Silva

Castellón,

de briosa línea

debujística,

de amplísima cultura plástica y un fervor crea

dor a prueba de

balas,

se esforzó por despertar en sus alumnos el amor

a las vistas y problemas del Norte. Sus cuadros de valor solidario procla

man a un artista de calidad y conciencia creadoras de alta ley. Estudió

grabado con Carlos Hermosilla

Alvarez,

aportando a sus planchas un aire

de poesía.

Con Silva

Castellón,

destacaron: Juan

León,

Margarita

Pellegrini,

Gregorio

Berchenko,

Teresa

Montiel,

Rene

Espinóla,

Ramón

Ibarra,

la original acua

relista Alicia

Valenzuela,

que en estos últimos años experimenta en mosai

cos y piroxilina, siguiendo una dirección decorativa de fuerte sentimiento

(20)

Obrero Pampino (xilografía). Osvaldo Silva Castellón.

En

1967,

la I. Municipalidad de

Antofagasta,

encargó a Carmen Cereceda

un mural para magnificar su futuro Teatro Municipal (en construcción). Se

trata de una obra a la piroxilina, de 12,40 x 3 mts., que se desarrolla en

nuevas escenas que detallan la heroicidad de la vida salitrera (23). La

pin-(23) Cuatro frases compendían el mural: "Aquí el día comienza en el regazo de las mujeres heroicas", "En el Norte nace todos los días el sol de los hom

bres", "La soledad de la pampa está llena de la vida del hombre", "El dolor del hombre madura en la unidad de los pueblos". (Del autor.)

(21)

tora vivió en

"oficinas"

abandonadas y campamentos, henchiéndose de

pampa. Dramático en sus

denuncias,

equivale a un himno al trabajo y a los

trabajadores del caliche. En este soneto, leído con ocasión de inaugurarse

el mural

(24),

estampamos nuestra admiración:

¡Que fina y fuerte Carmen Cereceda,

peinada y despeinada por el viento!

Por su frente camina el pensamiento

hacia un mundo cabal de hierro y seda.

Pintando sus murales, como pueda,

pinta al hombre en su drama de sustento.

Los colores se tornan movimiento,

cuando los mira Carmen Cereceda.

Aquí tenemos testimonio puro

de su fervor y genio de pintora,

victoriosa del Norte en su arrebato.

Este es un cuadro de pasión maduro:

vive la pampa su historial de aurora

y firma la esperanza este retrato".

Tres sacerdotes jesuitas pintaron en la zona: Mario

Vergara,

Gustavo Le Paige y Antonio Kniebily. A Vergara impresionó el paisaje urbano. Gustavo

Le Paige eje espiritual de San Pedro de

Atacama,

donde centró sus in

quietudes científicas con investigaciones antropológicas de resonancia

mundial, descansa en la pintura de las bellezas naturales de "su mundo"

(25). Conceptuado como un Van Gogh por críticos de París,

Kniebily

y sir

vió la Parroquia de

Mejillones,

pintando con instinto yvigor, desbordándose

en chorros de color, preocupado del cromatismo, más que el argumento.

Expuso exitosamente, en varias ciudades norteamericanas. (26).

Discípula de Pablo

Burchard,

Lily

Vásquez prefiere la pampa a cualquier

paisaje. Los títulos "Faena en la pampa"

y "Atardecer

pampino"

aluden a

(24) 28 de marzo de 1969.

(25) El Padre Le Paige fue invitado a participar en el "Homenaje al Norte Gran

de", que preparó Enrico Bucci, en febrero de 1975, con los pintores Morales

Jordán, Roa y Wistuba.

(26) Dudley Freeman, del "London Sunday Express", anotó que "Este estilo nun ca lo vi antes"- El Padre Knienily declaró que pintaba "para reunir dinero

en beneficio de mis amigos

desvalidos"

Puede consultarse art. del autor en "Las Ultimas Noticias", de 24 de Abril de 1964, a raíz de la exposición del pintor en la Galería John J. Myers, de

(22)

Escena Pampina (fragmento de mural). Carmen Cereceda.

una constante de su labor, seria y responsable. Las pintoras Herminia

San-tis, Elba de Droguett, Elma de Cárdenas, Olga de

Ziede,

Nena de Nobizelli,

Raquel Cossoro, Juana de Santos, Drina Arce y Jovita Concha confirman

sus hallazgos en el lar nortino. Cierran la nómina,

Ingerborg

de Klon, con

estudios en Munich y en Zurich, irremediablemente enamorada de este de

sierto, y Raquel Bravo, de la Universidad del Norte, donde no mezquina sus

experiencias, dibujando con línea amable.

Nacido en Mejillones, como el poeta Neftalí

Agrella,

Ramón Vergara Grez

combate, lúcidamente, por una pintura en que Forma y Espacio sean las

esencias. El lo esclareció, al cumplirse 10 años de fundación de grupo de

Arte Moderno "Rectángulo"

(1955-65):

(23)

plás-Calle de San Pedro (óleo). Gustavo Le Paige.

ticas que planteó el concepto del arte "no figurativo"

y el que definió una pintura y una escultura geométricas"

(27).

i

Vergara Grez saltó más allá de estos aledaños en que, repitiendo un verso

de

Agreda,

"los vivacs de estrellas / limitan la oblicua planicie de la no

che". Rafael

Squirru,

Director del Museo de Arte Moderno de Buenos Ai

res, aclaró, en

1962,

a propósito de Vergara

Grez,

que "pinta

despierto,

másdespierto que cuando se está despierto y por ello evoca el sueño con doble claridad". (28).

(27) Para el catálogo de su exposición de junio-julio de 1961, Sala del Instituto

Chileno-Norteamericano de Cultura, Santiago, Vergara Grez puntualizó:

'Hago pintura de la realidad; pero no de la que

aparece delante de los ojos, sino de la que se nos revela como otra cara suya, a través de un

juego de relaciones, por medio de la imaginación

y el intelecto".

(28) Obras de Vergara Frez se guardan en el Museo de Cataguazes, Minas

Ge-rais (Brasil), en la Colección de Arte Moderno del "Centro de Artes y Le

tras"

y en el Museo J. M. Blanes, de Montevideo, en el Museo de Arte Mo

(24)

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Arboles (óleos). Antonio Kniebily.

Abstracto es, asimismo, Michel Romieux, antropólogo y sociólogo, en la

producción de su expedición de 1972 (Sala-biblioteca "Isaías Encina").

A Humberto Loredo, pintor de masas conmovedoras, lo atrae el enigma

nuestro

"interior"

precordillerano. El arquitecto Luis

Lira,

de numen expre

sionista, labora escenas dinámicas de bares y dancings.

Antes de anunciar a los dibujantes, dediquemos estas palabras de justicia

a Raúl Finsterbush Labarca: en 1934, viajó del Bellas Artes al norte, ins

cribiéndose, como obrero de la "Oficina Pedro de Valdivia". El contacto

directo con los pampinos le permitió dibujar una extensa galería de tipos

que expuso, en mayo de 1935, en el diario "La Opinión"

de Santiago, des

pertando el interés de Camilo

Mori,

por su dibujo original, una especie de

arabesco de una sola línea, que contrastaba con la rudeza de los modelos.

En el número especial de la revista

"Zig-Zag",

dedicado a la industria

salitrera (Agosto de 1935), Carlos Barella elogió estos dibujos, reproducién

dose uno de calidad. Finterbusch es el personaje, Rosendo

Aguilera,

de

(25)

Pueblo del Interior (óleo). Humberto Loredo.

Silvestre

Cortés,

compuso la portada del libro de Isaac Arce "Narraciones

históricas de Antofagasta". Dibujan y graban: Norberto

Hewitt,

Luis

Fre-des

Rodríguez,

Emilio Canessa, Julio Carrillo, Enrique Pimentel, Andrés

Sabella,

Francisco

Téllez,

Héctor Araya, Leontina Espinoza, Gregorio Trin

cado, curioso del universo submarino, y Nicolás

Pérez,

discípulo dilecto de

Carlos Dorhliac.

En el humorismo nacional,

Percy

(Percy

Eaglehurst), equilibra la sonrisa

(26)

chileno fortalecieron los versos de Héctor Marino

Mélendez,

director-fun

dador del semanario "El Pollo

Tejada",

de memorables carcajadas en el

Antofagasta de 1920-25, y uno de los

"padres"

de 'Juan Verdejo Larraín".

Luis

Goyenechea, Lugoze,

pertenece a la plana mayor de los humoristas

del país, habiendo principiado con "El Sargento Videla" su

iconografía,

en el diario "El Abecé"

de Antofagasta. Jorge

Silva, Palooka,

se adscribe a

esta conducta, como Trifón Giménez

(Tritón)

con su diaria

"Chismono-grafía".

(27)

Procesión al Calvario, Ayquina (óleo. Fernando Morales Jordán.

Esculpen: el arquitecto y acuarelista Jorge

Tarbuskovic,

autor del busto del Alcalde

Modelo,

doctor Maximiliano Poblete

Cortés,

situado al comien

zo de la Avenida del

Brasil;

Norberto y Sergio

Tapia;

Arturo Ramírez poeta que dedicó la atención a la cerámica, utilizando arcillas de Cerro Moreno

y de La

Negra;

y por el talentoso Harold Krusell, quien acaba de regalar a la ciudad, por las festividades del 14 de Febrero, una escultura dedicada

a la

Mujer,

de síntesis y donaire plásticos. (29).

Promovidos por Enrico

Bucci,

los pintores Fernando Morales

Jordán,

Is

rael Roa y

Hardy

Wistuba,

vinieron a la pampa, la recorrieron, con ojo

avizor, la pintaron y enriquecieron la plástica regional. Su "Homenaje al Norte Grande"

fue el primer acto del 14 de Febrero de 1975 (Salón de

Ho-(29) Las Artes Aplicadas registran los nombres de Tilda Agulrre, Secundlno Ca rrizo, Frollán Cordero. En cochayuyo, trabajaron dirigidos por Secundlno Carrizo: Lila Cordero, María Luz Loano, Laura Márquez, Antonia de Larenas, Pedro Carrizo y otros.

(28)

ñor de la I. Municipalidad). "Las Ultimas Naticias", de 2 de marzo, destacó

esta

labor,

por ser "la primera de tales paisajes interpretados por maes

tros de nuestra pintura",

Augusta y bravia, la pampa nace, a cada momento. Viejísima y nueva, obli

ga a los pintores a desprenderse de brújulas convencionales y partir li

gero de pupila y soberbias, a enfrentarse con su paisaje, creándolo a la

tidos, creando la hermosura áspera de esta "tierra para vivir y morir",

(30)

calidoscopio de Dios.

Referencias

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