Eduardo Chibás con vergüenza y sin dinero
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(2) El ambiente se torna tenso y confuso. Machado amplía y perfecciona el aparato represivo. Sus aliados de la víspera tienen que poner mar de por medio, para conservar su libertad. La situación económica es cada vez más difícil. Los atentados y las conspiraciones se suceden con regularidad alarmante. El 12 de agosto de 1933, la crisis hace imposible la continuación de Machado en el poder. La tenaz oposición ha logrado sus propósitos y al Dictador no le queda otro camino que la huida. Lo sucede en el poder, Carlos Manuel de Céspedes, viejo diplomático, ausente del país por más de veinte años, hombre cómodo y abúlico que es barrido quince días más tarde, por un movimiento revolucionario que encabezan sargentos y estudiantes. En la confusión siguiente, se acepta como fórmula de sabia previsión, la de un Gobierno Colegiado: la Pentarquía. Grau, que acaba de regresar al país después de meses de destierro, es elegido en tumultuosa sesión nocturna, como miembro del nuevo Gobierno. Nadie sabe de sus ejecutorias políticas, sus intervenciones se han reducido a protestar contra los desmanes de Machado. Toda su fama se reduce al campo de la Fisiología. La Pentarquía no resiste la prueba de los tumultos y de las ambiciones y en pocos días se liquida. De nuevo se reúnen en el Palacio Presidencial, estudiantes y militares para determinar el rumbo político del país. En principio se adopta nuevamente el régimen presidencial. Cuando se barajan candidatos, Eduardo Chibás que asiste como dirigente estudiantil, se empeña en el nombre del Profesor Grau de San Martín y logra su elección. Grau pretende hacer de la sargentada, una verdadera revolución, y empieza a dictar una serie de leyes y medidas de carácter social y nacionalista que afectan a poderosos intereses conservadores. Los Estados Unidos se niegan a reconocer su gobierno. La situación se complica por momentos. Por una parte, las clases populares exigen nuevas medidas de elemental justicia. Por la otra, los beneficiados del machadismo, tientan a Batista con el sueño del poder absoluto. La fuerza pública última al estudiante Cadenas, y Chibás, le pide a Grau, depuración del crimen y castigo de los culpables. El Presidente que quiere contemporizar con el hombre fuerte de la nueva situación, se niega a complacer a su amigo. Y cuando el 14 de enero de 1934, Batista en unión del Embajador americano Cafferey se decide a barrer a Grau del Poder, Chibás no sólo no protestaba, sino que sanciona la caída de una frase que se tornó famosa: "Esta no es una revolución, sino un desorden, que caiga". Diez años de lucha Pero este choque no significó ruptura, ni alejamiento. Con la consolidación definitiva del Coronel Batista en el Poder, empezaban días duros y sin esperanzas para la juventud revolucionaria que había iniciado su actuación en la vida pública cubana, bajo el signo de la lucha antimachadista. Batista, quién desde su ínfima posición de Sargento-Taquígrafo había organizado un movimiento nacional de sargentos y cabos, destituyendo una madrugada de septiembre de 1933, toda la alta oficialidad del Ejército y que para lograr sus personales propósitos de poder, había solicitado y obtenido el momentáneo apoyo de la fuerzas civiles revolucionarias, ahora que había reorganizado sus efectivos, aceptando de nuevo gran número de oficiales desplazados, no necesitaba ya la alianza incómoda de los jóvenes letrados. No hay oposición organizada por delante. Todos los viejos políticos liberales y conservadores, Menocal, Mendieta, Gómez, Zaydin, se aprestan a servir a los nuevos intereses, a calentarse al calor del sol naciente. Entre los jóvenes antimachadistas, un grupo no escaso, apellidándose "realistas", y explicando su posición y su nombre como consecuencia de la necesidad de no desconocer las imposiciones de la realidad nacional, se disponen a colaborar con el nuevo gobierno. La prometedora realidad nacional a que ellos aluden se llama: Batista. Frente a Batista no queda sino el grupo de estudiantes que había acompañado a Grau en su fugaz gestión presidencial, ahora constituidos en Partido: el Revolucionario Cubano. En primera fila figuran Chibás y Prío Socarrás. UCAB/CIC/RECOM/SVI/Ramón José Velásquez. Página 2 de 7.
(3) Al redactar su primer programa, mantuvieron su sentido nacionalista y social, pero eliminaron el lema que tan decisivamente influyera en su primera caída: "Abajo el imperialismo yanqui". Ahora hablaban del buen vecino. Durante once años, tiempo que duró la dominación de Batista, el autenticismo dirigido por Grau mantuvo su intransigencia, evitando en toda circunstancia, alianzas o componendas con las fuerzas que colaboraban en el batistismo. Frente al antiguo aliado y actual enemigo, no daban tregua. El tampoco. El odio de Grau hacia Batista, se iba convirtiendo en algo patológico, morboso. En 1940 los auténticos van a las elecciones presidenciales con Grau como candidato y sufren grave derrota a manos de Batista, quien después de seis años de ser el hombre tras el trono, se convierte entonces en el Presidente Constitucional de Cuba. La gente se cansa de las mismas caras Cuatro años más tarde, en junio de 1944, concurre la nación cubana a las urnas. Van a elegir Presidente. Batista tiene su candidato: el doctor Carlos Saladrigas, hombre de bufete, apático, frío, calculador. El autenticismo tiene el suyo: Grau. La situación económica de la isla es nuevamente grave. Escasean los artículos de primera necesidad. Las amas de casa, son los agentes más efectivos de la propaganda oposicionista. A toda hora se lamentan de las dificultades que padecen y culpan a la gente del gobierno, enriquecidas y despreocupadas. Todos piensan y sinceramente creen que el acartonado Profesor de Fisología tiene el secreto de la felicidad. Grau, va a ser el médico de las multitudes, el curador de todos los males. Cuando viene el recuento de los votos, no hay discusión posible acerca de su triunfo. Los Generales y Coroneles de Batista, lo invitan a desconocer el veredicto de las urnas. Batista que tiene otros proyectos, les responde por todo comentario: "Es natural ese triunfo. Nosotros ya tenemos diez años en el poder y en Cuba nadie aguanta una misma cara diez años. Aquí se cansan de ver siempre la misma gente en los automóviles oficiales. Factor definitivo en el éxito de esa campaña había sido Chibás. Sin tregua, sin conocer el cansancio estuvo luchando once años contra el predominio batistiano. En todas formas, por la prensa, en la tribuna, por los micrófonos, en el campo, en la ciudad, en la Universidad y en el Parlamento, había denunciado los desmanes y las corruptelas del régimen. Acusador implacable, no perdonaba ninguna gestión oficial. Su palabra era como un martillo. Su pasión conquistaba incrédulos. Liquidación de un mito Lograda la victoria asombrosa, la opinión esperaba el cobro natural de la deuda. Chibás, Premier; Chibás, Ministro; Chibás, Alcalde o Chibás, Embajador, eran los cálculos diarios de los comentaristas políticos. Pero contrariando cálculos y opiniones prefirió quedarse en la calle, en contacto con la gente que formaba la base del Partido triunfador y manteniendo su trinchera radial de la CMQ. Pronto, más rápido de lo que pudiera sospecharse, se iba desvaneciendo el mito de Grau. El médico, resultó un hábil político y un pésimo revolucionario. Con una sola firma liquidó dentro de los cuadros del Ejército, a los amigos de Batista y reincorporó a las filas, en situaciones de predominio a quienes éste había desplazado a lo largo de sus diez años de mandato. Genovevo Pérez Dámera, gordo y rapaz, surgía como la figura militar del grausismo. En torno del Presidente iba congregándose un conjunto de figuras de oscuros antecedentes personales y políticos y de desmedida ambición pecuniaria. Pronto, en el tercer piso del Palacio, doña Paulina Alsina, viuda de Grau, convertida en la Primera Dama de la República, se convirtió en el centro de un verdadero sindicato de negocios y corretajes, realizado con detrimento de la moral pública y del Presupuesto Nacional.. UCAB/CIC/RECOM/SVI/Ramón José Velásquez. Página 3 de 7.
(4) José Manuel Alemán, oscuro empleado del Ministerio de Educación, se convierte de la noche a la mañana, por obra y gracia de su alianza con doña Paulina, en el hombre más rico de Cuba, amasando en dos años una fortuna calculada en doscientos millones de dólares y transformándose en la figura decisiva de la política oficial de la isla. Ministros como Inocente Álvarez y César Casas, son acusados de negociaciones ilícitas y de cobros indebidos. El truque de productos entre Cuba, Ecuador y Argentina se convierte en fuente de escándalos. Palacios y centrales azucareros son adquiridos por los nuevos gobernantes. Los Ministros no comparecen a las citaciones que les hacen las Cámaras y Alemán manda a disparar sobre el edificio del Capitolio, como respuesta a la acusación que el Parlamento le hace por peculado. A los negocios turbios, a las negociaciones fraudulentas, se agrega la ola de atentados criminales, realizados por bandas que pagaban los hombres del propio Gobierno. Y como remate, Grau empieza a alentar a gente de su confianza para que propongan su reelección o la prórroga de sus poderes. Cubanidad es amor Este Ramón Grau San Martín que de manera más absoluta ha defraudado las esperanzas de mejoría y de honradez que las multitudes habían puesto en él, es uno de los personajes más curiosos de la política americana. Carece de un sistema lógico de ideas, no tiene información sobre los problemas del Estado, no es orador, ni escritor, su figura es pasto de caricaturistas, sus maneras son pegajosas y amaneradas y sin embargo ha sido el hombre más popular de Cuba y logra conservar, no obstante, su fracaso, amplias zonas de popularidad, siendo capaz de organizar un nuevo Partido, en 1951 y de constituirse en grave problema para su antiguo grupo y para el propio Gobierno. Su estilo es confuso, enrevesado. Algún cronista lo llamó "cantinflérico". Jamás es capaz de expresar una idea de manera simple, escueta, directa. Busca siempre, enredarse en frases de larga extensión, en consideraciones ajenas al tema y esto a lo largo de horas y horas. Dos estribillos permanentes en su oratoria política han hecho camino en Cuba, uno es el que define o quiere definir el sentido de su política: "Cubanidad es amor"; el otro, es el acompañamiento constante de cualquiera de sus afirmaciones: "¿Por qué no decirlo?" Y así, sin ser tomado definitivamente en serio, entre sonrisas y chistes equívocos, este hombre se ha mantenido en el primer plano de la influencia política de su país. A su lado, nadie logra nunca estar seguro. Cuando cualquiera de sus Ministros creía gozar de su privanza, recibía una cordial invitación, a dimitir. Muy conocido es el caso de la destitución de Núñez Carballo que ocupaba el Ministerio de la Gobernación. Una mañana llegó Núñez a Palacio, como de costumbre. A poco de estar rindiendo cuenta al Presidente, Grau le dice: - Núñez usted es amigo del Comandante Becerra ¿verdad? - Sí, Presidente, le responde el interpelado. - Pues me alegró, le dice Grau. Me alegro, me alegro que sean amigos pues yo he pensado que le entregue el Ministerio al Comandante que tiene proyectos muy bonitos. Pónganse de acuerdo. No hay prisa... En otra oportunidad, siendo Ministro de Comercio, su amigo César Casas, sobreviene una gran escasez de carne en La Habana. Una multitud llega hasta el Palacio a protestar contra la situación, acusando al Ministro Casas de ser el causante. A poco recibe a Casas y le dice: - Quiero, querido César, que sepas lo que dije a la gente comentando las acusaciones injustas que te hacen: que las fieras populares estaban enfurecidas y que clamaban por carne. Pues bien, la carne eres tú, César. Y hay que tirársela para que se calmen. UCAB/CIC/RECOM/SVI/Ramón José Velásquez. Página 4 de 7.
(5) Guardián de la heredad La alianza de diez años mantenida entre Grau San Martín y Chibás no resistió esta suerte de acontecimientos y pronto comenzó a debilitarse. Como en el año 1934, el primer incidente de esta nueva ruptura, la provoca un muerto. El Comandante Juancho de Cárdenas, favorito de doña Paulina, asesina a Eugenio Llanillo, sin que esa muerte se investigue, ni se castigue a los culpables. Chibás reclama investigaciones y sanciones, sin ser acatado. Luego, cada uno de los episodios del desgobierno grausista provocan su protesta, infructuosa y solitaria. La operación de los trueques, los negocios de Alemán en el Ministerio de Educación, la ola de atentados, la división sindical, la consumación de los latrocinios, el auge del despilfarro y del pistolerismo, fueron razones de choque entre Grau que representaba el autenticismo en el Poder y Eddy Chibás que había sido hasta entonces, su Apóstol Mayor. El Partido Ortodoxo A Chibás no le quedó otro camino que el abandono de las filas auténticas. Pero en su retirada no marchó solo. Centenares de hombres que se sentían igualmente defraudados en su fe revolucionaria y en su honradez ciudadana por el experimento auténtico, juntaron sus efectivos para fundar un nuevo partido, bajo su jefatura: el Partido del Pueblo u Ortodoxo. Jorge Mañach explicó la razón de la disidencia de Chibás, argumentando entre otras cosas que "en Cuba la idea de la revolución tiene que ser servida, tiene que ser realizada. No es ninguna obcecación doctrinaria: es sencillamente, una necesidad vital. Es que Cuba, no puede seguir entregada al pillaje y a la ineptitud. Es que todo un pueblo, en que son mayoría los hombres y las mujeres entregadas naturalmente a la decencia, no puede seguir siendo corrompido por una política profesional que carece de todo escrúpulo. Es que no podemos resistir más el espectáculo de los que improvisan fortunas a costa de las escuelas, hospitales, de los caminos, del bienestar de la gran masa de los cubanos". Con el lema: "Vergüenza contra dinero"; con la escoba, como símbolo y amenaza; con la decisión de no fabricar alianzas o compromisos de ocasión que desfigurasen el sentido del programa ortodoxo y con el micrófono como trinchera, se lanzó Chibás a la conquista de la opinión cubana. En esta nueva empresa, era él Maestro y Apóstol. La afirmativa respuesta popular no se hizo esperar y en las elecciones presidenciales de 1948, si no triunfó, en cambio logró que su Partido, recientemente fundado, se convirtiera en la primera fuerza de la oposición popular al Gobierno. La Generación del 30% Triunfante en las elecciones de 1948 su compañero de generación y de lucha antimachadista, Carlos Prío Socarrás, el panorama cubano se torna más sombrío y las acusaciones se recrudecen, mientras se quebranta la disciplina interna del Partido de Gobierno. Ahora el cabecilla de la nueva disidencia auténtica, es el propio Grau, quien disgustado por el hecho de que Prío tiene sus propios amigos y sus propios sistemas, anda criticando las medidas del nuevo Presidente e invitando a sus enemigos, a formar un frente contra el hombre que fue su hechura. Con una deliciosa falta de memoria Grau descubre en Prío, los errores y culpas que todo el mundo señaló como muy graves en él. Acusa a su sucesor, de nepotista, despilfarrador, negociante e inescrupuloso. Alude en medio de ironías, a las mansiones que repentinamente han ido adquiriendo los Prío. Y cuando alguien le dice que Prío Socarrás para diferenciar su gobierno, del anterior, ha dicho que "este es un Gobierno de la generación del 30", aludiendo a los jóvenes que surgieron a la vida pública en el año de 1930. Gran responde, mordaz, "Si como no, si, es la generación del 30%",. UCAB/CIC/RECOM/SVI/Ramón José Velásquez. Página 5 de 7.
(6) aludiendo así a los escandalosos negocios de la gente que lo ha reemplazado en el Poder. Pese a sus promesas, esfuerzos aislados y a sus discursos, Prío no solo no puede reaccionar contra los vicios y mañas de su antecesor, sino que el sistema se refina. Algunos quieren explicar la situación, argumentando que en Cuba siempre ha existido "el relajo", sólo que ahora es más notorio, por la mayor abundancia de dinero. Perdido totalmente el sentido revolucionario que justificó la aparición del autenticismo en 1934 y que lo llevó al poder en 1944, ha terminado por confundirse en el número de los grupos políticos tradicionales, con todas las taras y resabios de estas asociaciones. Confusión que protocolizó a comienzos de 1951, cuando pactó alianza de gobierno con el liberalismo, el mismo Partido que apoyó y sostuvo a Gerardo Machado y contra cuya influencia en la vida nacional lucharon en sus horas de juventud, todos los dirigentes auténticos. Auge y crisis Esta crisis permanente de la moral política en Cuba, favorecía los planes de Chibás. El sentimiento de repudio a los métodos utilizados desde el poder, el anhelo de honradez y orden, el deseo de cambio encontraban en este hombre, su intérprete fiel. Sin ser un orador de brillantes efectos, ni de palabras arrebatadora; siendo un escritor pesado y confuso, lograba sin embargo hacerse oír y hacerse leer por miles de cubanos. Loco, demagogo, difamador y gritón, lo apellidaban entre otras cosas sus enemigos. Sin embargo logró congregar en torno suyo y como Estado Mayor de su Partido, a uno de los grupos más ponderados y brillantes de la inteligencia cubana: Roberto Agramonte, Jorge Mañach, Manuel Bisbé, Pelayo Cuervo, Márquez Sterling, Dorta Duque. Había sacrificado íntegra su fortuna en sus empeños políticos. Convivencia y connivencia Preocupaba de manera fundamental a Chibás, despertar la conciencia cubana frente a las tristes realidades por él denunciadas. Una y otra vez insistía en la necesidad de gritar para ser oído, en romper la circunspección tradicional que tan buena aliada había sido del negocio oscuro y de la turbia componenda. La convivencia, afirmaba, es magnífica, cuando significa respeto de personalidad, de los intereses, de las ideas ajenas, pero es dañina, fatal para las naciones cuando pasa de convivencia a connivencia, a "convivio", a complicidad. Complicidad que se va convirtiendo en una escandalosa especie de filosofía política. Le angustiaba a Chibás que la acción controladora y moralizadora de la denuncia responsable, estaba perdiendo su eficacia frente a una acentuada insensibilidad colectiva por los angustiosos problemas del país. Nada, afirmaba pesimista, se logra con la libertad de prensa cuando ella ni detiene a los gobernantes en sus abusos, ni obliga a la opinión a actuar en defensa de la moral. Con el chiste expresa el pueblo su escepticismo, concluía. Para convalidar su alegato, para asegurar la vigencia de sus propósitos, determinó dar fin a su vida, de manera espectacular y trágica. Al concluir sus acusaciones contra el Ministro de Educación, Aureliano Sánchez Arango a quien señalaba en el número de los malversadores de los fondos públicos, se disparó su pistola calibre 38, contra su vientre, frente a los micrófonos de la CMQ. Era el final de un acto en el drama de Cuba. Después de la muerte La muerte de Chibás no ha significado ninguna ventaja para sus adversarios. En cambio, crea nuevas UCAB/CIC/RECOM/SVI/Ramón José Velásquez. Página 6 de 7.
(7) interrogantes y mayor confusión. Dentro de su Partido, se destacan dos figuras principales: Roberto Agramonte y José Pardo Liada. Ninguno, con las condiciones especiales para reemplazar efectivamente al caudillo desaparecido. Agramonte es un sabio profesor de Sociología y médico eminente, figura de estudio e investigación, bastante parecido por sus actitudes y reacciones al colombiano Darío Echandía. Y José Pardo Llada, periodista y orador de inmensa popularidad en La Habana y a quien de manera aparentemente casual, designó Chibás para que continuara en su dominical charla de la CMQ. Pero Pardo Llada, carece todavía de la estatura y méritos necesarios para constituirse en una figura nacional. Desaparecido Chibás, las aspiraciones de Fulgencio Batista, cobran grave significación. Batista, quien desde 1948 está adelantando una campaña política destinada a lograr su retorno a la Presidencia, ha podido ganar mucho terreno, frente a las indecisiones y fracasos de la gente del Gobierno. El único gran obstáculo que tenía en su camino, era Chibás, cuya fuerza popular era incontrastable y cuya garra era temible. Ocho años de gobierno de los auténticos han ido borrando el recuerdo de los malos días batistianos. En cambio, los seguidores y amigos de Batista hablan y vuelven a hablar acerca de las excelencias de su administración, de su sentido organizativo, de su seriedad, de la garantía que existía para la vida y para el trabajo. El Partido de Gobierno no acaba de decidirse frente a las ambiciones presidenciales de Miguel Suárez Fernández, actual canciller y hombre de influencia en las provincias, el ingeniero Carlos Hevia, quien parece ser el candidato de Prío y Aurelio Sánchez Arango de apariencia y frases dictatoriales. Temores e interrogaciones Un periódico habanero, al comentar hace dos días esta situación, dice entre otras cosas: "El minuto es de interrogaciones. Nada a ciencia cierta, se sabe. El panorama se ha tornado más brumoso, si cabe. Los personajes están desorientados y desorientando. Y el tablado de la farsa es barrido por ráfagas que nada bueno barruntan". Y un comentador norteamericano de la situación cubana, afirma en su columna del día 21. "Algo drástico sucederá si el pueblo de Cuba, pierde la paciencia". © Copyright Ramón J. Velásquez Todos los derechos reservados. UCAB/CIC/RECOM/SVI/Ramón José Velásquez. Página 7 de 7.
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