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La «inmanencia teleológica» del viviente y la hipótesis de una síntesis vital de

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ESTUDIOS

La «inmanencia teleológica» del viviente y la hipótesis de una síntesis vital de

laboratorio (*>

I

El fin de estas notas es recoger algunas de las id·~as fundap1en..;

tales en la considerac:ón filosófica del viviente, para com¡>ararlas con los datos de las ciencias experimentales a fin de opinar sobre la hi..;

pótesis de una futura síntesis vital de laboratorio. Al definir el vi- viente, la primera sugerencia nos viene, como .en muchos casos, de la experienc:a ordinaria, que luego hemos de someter a la experi-' mentación por un lado, y por otro al a'lálisis filosófico, a fin de per-1 feccionar sus primeros datos y elevarlos a la categoría de ciencia:

Esta primera sugerencia es la que todos los pueblos reciben, cuando distinguen los seres vivientes de los no víviente3, porque los pri- meros se mueven, mientras que lo;, segundos no. La imprecisión de esta primera exper:encia hace que sus límites queden sumamente confusos y ce ahí que la confusión d,~ la noción de viviente con la de no viviente dé lugar a que en .casos-limite se cometan error,es. Tal es el caso de ciertos pueblos de cultura J)rlmitiva, que fácilmente creían vivo al reloj, por ver que se movía, o de un modo general la inclina;-, ción de los pueblos primitivos a admitir que están animados los ár..;

boles o diversas partes inorgánicas de la naturaleza.

No obstante cuando a la primera y espontánea experlencia ,aña""

dimos una más cu'.dadosa definición, mediante la experimentación y mediante el análisis racional, llegamo.s a una noción más depurada del .viviente y de su constitutivo formal. No decimos entonces senci-' llamente que el viviente se mueve y que el no viviente no se mueva

(*) Resume!l de la ponencia leíd_a en las «Conversaciones de Poblcti¡ el 12 de Septiembre de 1959,

ESPIRITU 9 (1960) 53-6S

(2)

54 JUAN ROIG GIRONELLA, S, l. (6]

sino que el viviente en su movimiento tiene algo proplo, cuya perfec- ción por ser específicamente superior en el modo de actuar, pide en él un principio de naturaleza también específicamente más per- fecta, es ciecir, que no se puede pasar desde el prlmero al segundo, ni por mera adición del primero, ni por .un desarrollo de las potenciali- dades o virtualidades del primero dejado a sí mismo, sin recurso a 'Una causa superior.

La expresión, pues, de esta perfección ,del ,viviente queda encerra- da en la frase: el viviente ,_tiene ,una te:eoLogía inm-1nente, o una in-.

manencia teleológica.

Empecemos por examinar algunos de los hechos de experimenta-

. ción para someterlos luego ~l análisis racional ·Y a las deducciones

'filosóficas.

II

Uno de los autores que en el ambiente de las universidades euro- peas más denodadamente lucharon contra la mentalidad ,mecan:cista, fué el filósofo judío-francés Enrlque Bergson (1859-1941). K1 1946 pu- bliqué en la revista ,filosófica :PENSAMIENTO a ,propósito del finafü- mo tunas páginas que citaré ahora contraponiendo .el mecanismo a Bergson (1).

Decía Büchner años antes, hablando del de3arrollo µel embrión:

· «No cabe ya la menor duda relativamente a la naturaleza mecánica y material de este encadenamiento µe Jases» (2). ,Y en cuanto a, Spen- cer, Bergson le reprocha que «toma la r,ealidad bajo su forma actual, la rompe, la desmenuza en fragmentos que .arroja al vi~nto; luego integra estos fragmentos y lmce desriparecer el ,movimiento. Habiendo imitado el todo por un trabajo de mosalco, imagina que ha vuelto a trazar su tjibujo y que ha hecho su génesis» (3). Bergson por el con- trario demuestra que en el viviente hay algo más, .algo irredu¡:tible a meras fuerzas físico-químicas con su energía y una oombinación . ,c:Ualquiera: «Un elemento muy pequeño de una curva es casi una línea recta. Se parecerá tanto ,más a uri¡a línea recta cuanto más pequeño se -.lo tome. En el límite, se dirá, según se quiera, que forma parte de .. una .recta o de una c'Urva. En ccada uno de sus puntos, en efecto, la curva ·se confunde oon su tangente. Así, la vitalidad e3 tangente en oualquier pUnto a las fuerzas físicas y 9uímicas; pero estos puntos no

· son, en resumidas cuentas, más que los pUntos de vista de un espíritu que imagina paradas en tales o cuales mÓmentos del movimiento ge-

(1) ROIG GIRONELLA, s. I. : Los magnos problemas de za fina}..icf.aa.

«Pensamiento» 2 (1946) 295-321.

(2) BttCHNER, L. : Fuerza y Materia. Valencia, cap. II, p. 156, nota.

(3) BER.GSON, H.: L'évolution créatice. Paris 1914; c. IV, p. 394.

(3)

LA. clNMANENCIA TELl!OLÓGICA• 55

~rador de la curva. En realidad, la vida no está formada más propia- mente de elementos físico-químicos de lo que ,lo está _una curva

oon.

líneas rectas» (4). Frente al matematismo meramente cuantitativo· (no cualitativo) y fragmentario (no totalizador) Bergson aduce hechos pe

':vitalismo. '

Dice: «Que dos paseantes salidos de puntos diferentes y vagando por el campo al impulso del capricho, .vengan a encontrarse,

.ésto

no

tiene nada que no sea muy ordinario. Pero que andando así dibu~

curvas idénticas, exactamente coincidentes una sobre otra, es absolu- tamente inverosímil. La inverosimilitud será,

por

lo ,demás, ~anto ma- yor cuanto más complicados -son los ;rodeos que presenten los cami- nos ,recorridos. Y se convertirá en imposibilidad si los zlg-zag de los ,dos paseantes son de una complejidad infinita. Ahora bien, _¿qué ._es esta oomplicación de zig-zag al lado de ._la de un órgano en ,el que están dispuestas según cierto orden millares de ,células diferentes, que ya son cada una de ellas ,de por sí una especie de organismo?» (!>).

Ahora bien, en el reino de ia ,vida se

aa

esta coincidencia e:n 1(JjSJ zig-zag del desarrollo a.e los seres vivos: ,«Ahí tenemos -al lado del ojo de un vertebr.ado el de un molusco como la venera. Hay en unb

y otro caso las mismas partes esenciales, ,oompuestas de eleme;nto¡s análogos. El ojo de la venera presenta una retina, una córnea, un cristalino de estructura celular como el nuestro. Hasta se encuenti:'.a en ella esta inversión particular de .los elementos retinianos, que ri.o

s.) encuentra, en general en la retina de los invertebrados. · Ahora bien, sin duda se discute sobre el -origen d;e los molusoos; pero sé(a:

cualquiera la op:n'.ón que se adopte, se concederá que 1os moluscos y vertebrados se han separado de. su tronco oomún mucho antes de· la

¡aparición de un ojo tan complicado como el de la ve:iera. ¿De dónde viene entonces la analogía de estructurah (6). ¿Cómo suponer «que las mismas pequeñas variaciones en número incalculable se hayan producido en el mismo órd,:m sobre dos ~líneas de evolución .ind,Ef:

pendientes [moluscos y vertebrados], si eran puramente accidentales?

¿Y cómo se han conservado por,selección y cómo se han acumulado por ·Una y otra parte siempre las mismas y en el mismo orden, sien-

do <!SÍ qUe cada una de ellas, tomada aparte, no era de ninguna utili..:

dad?» (7).

Más aún, prosigue Bergson, «la- retina de los vertebrados es pro..:

ducida por una expansión que emité el esbozo de cerebro en el mi..:

núsculo embrión. Es un verdadero centro nervi:JSo, que se habría trasladado hacia Ja periferiá. Al -~ontrario, en los moluscos, la retina proviene del ectodermo. Hay, pues, ciertamente, procesos evolutivas diferentes que llegan, en el hombre y en la venera, al desarrollo de

(4) BERGSON, H. ~ 1:bid., I, p. 34.

(5) !bid., p. 61-62.

(6) !bid., :p. 67-69.

(7) lbid., p. 70.

(4)

56 JUAN ROIG GIRONILLA, S. l.

[8) una

misma retina» (8). De donde concluye: «De grado o por fuer~

t;.abrá. que recurrir a un principio interno de dire.cción para obte.neli .sta ,convergencia de efectos> (9).

Hágase una experiencia sencilla, añade todavía; «Si se extirpa d

~ristalino de un Tritón, se asiste a la regeneración del cristalino por el iris. Ahora bien, el cristalino \primitivo se había constituido a ex-' per.sas del ectodermo, mientras que el iris es de origen mesodérmico.

Más aún, si en la Salamandra maculata se extLrpa el cristalino con- eenrando el iris, entonces por la parte superior del ins se verifica tocavía la regeneración del cristalino: pero si se suprime tambiál esta. parte superior del iJ:is~ la ,regeneración se esboza· en la capa ia"' terior o z:et;niana d,= la región restante. Así partes situadas diferen-, tt:mente, diferentemente _const,tuídas, cumplen en un mismo tiempo normal Junciones dderentes, son capaces de encargarse de las mis- .mas suplencias y de fabrlcar cuando convenga, la<; mismas piezas de

la máquina. B:en decimos aquí que tenemos un mismo efecto ,obte~

nido· por comb:naciones diversas de causas> (10).

Desde luego si no nos limitásemos a concluir la necesidad de un coprinctpio específicamente superior a la materia físico-química, .sino

~ue avánzásemos más allá a investigar su naturaleza, entonces sur- giría nuestra d:screpancia con Bergson, en cuanto que frente al élan vltal como principio único bergsoniano, nosotros admitimos un princi.,.

pio vital para cada viviente; y además en cuanto que él (por lo me~

nos en la obra de 1907, L'Evolution créatr:ce, que hemos citado,

no

digo en la última, Les deux sources d2 la moraLe et de La relig1-on que data de 1932) suponía a este principio r.adicalmente ciego, míen~

tras que nuestra finalidad exige como explicación radical un principio que si por ser último no se encuentra con una concatenación «im,~

pu4'sta» o naturaleza, tiene en sí de igual modo originario el ser y el pensar, es decir, inteligente. Pero es~a., salvedades que únicamente he exoresado para evitar el peligro d·~ una interpretación equivocada;

salen por completo del marco del tema que ahora pr,etendemos ceñir y por tanto huelga insistir más en ella:;.

III

Aunque el movimiento que produjo Enrique Bergson ,en las Uni..;

versidades europeas fUé coronado del más halagüeño éxito, en parte por la novedad que suponía dentro de un ambiente meoanicista y ma-"

terialísta, sin embargo para la Filosofía de la tradición cristiana, Ha.a

(8) ]bid., p. 81--Ba (9) Ibid., p. 81.

(10) Ibid, p. 82.

(5)

1 ' 9]

LA e.INMANENCIA TELEOLÓGICA"

mémoola escolástica, realmente n-o contenía ninguna novedad, ell cuanto al punto fundamental de la naturaleza del viviente.

Ya Aristóteles cons~deraba al vivente como una categoría especüi- carnente superior al inorgánico. En 1957 Giuseppe Bo.sio insistió. opor- tunamente en el vitalismo aristotélico (11). Con Ar:stótel,es no menoa preciso es el Doctor Angélico, y con él toda la tradición escolast~.

por ejemplo Suárez. Para el aquinatense el viviente es «una substan- ,cia a 1a ,que conviene por su propia 9-aturaleza moverse a sí misma, es decir, perfeccionarse a sí misma de .cualquier manera para sus

~raciones» (12).

Los escolásticos modernos no tienen inconveniente en _perfeccionar su antigua y secular trad:ción a base de incorporai a ella los hechos que modernamente han aducido autores como Hertwig o Driesch, aunque tampoco admit·rán (lo mismo que pasaba ,con Bergson) l?S conclusiones que por otros motivos quería deducir Driesch con ~u entelequía no de sentido ar:stotélico, sin::> idealístico.

Un conocido texto de Ps'.cología que entre nosotros se aprovec,:ia de los experimentos de Driesch es el ,del Rdo. P. Palmés (13). Aduce entre otros los casos de los animal~ como la Tubularia, de lo.s hidro.~ pólipos, y de la Ascidia C~avellina: «si a1gún órgano bastante no.,;

table, como la cabeza, o las branquias, .es cortado, todas las par~

restantes cambian la dirección de sus actividades, de suerte que ante todo cooperan a la regeneración del órgano perdido. Y si, . como su:- oede en la Clavellina, a veces no pueden ~onsegu'rlo, todas las partes con un proceso regresivo, se conv1erten a la forma ·embrional, de St:erte que después de algún período de reposo se reprnduzca de nue- vo una íntegra Clavellina, aunque más pequeña» (14). No hay por qué aducir más ejemplos, que como es sab'.do &on abundantísimos. Yo mismo experimenté en una especie de crásula la reproducción de toda la planta a partir de una hoja 1plantada en el suelo, pero de tal ma,.:

r.era que según los modos de plantarla .5~ reproducía ya secándose la hoja, que emitía por d,~bajo raíces y ,un tallo, ya convirtiéndose ~lla misma en tallo de la nueva planta, tanto si emitía el retoño por en- cima al plantarla invertida, como si lo emitía por debajo al plantarla normalmente. En todos los casos la ,actividad tenía una dirección, ~e dirigía con mayor o menor éxito a lograr un mismo fin o ,,resul~o,

(11) BOSIO, G. : Il vitalismo ariStotclico. «La Civilta Cattolica» 108 (1957-

IV) 38-48. Véase además del mismo autor: La ri.cootruzio11e a.rtiJictale dei virus . . «La Civilta Cattolica» 107 (1956-I) 34-41; Difficolta e riJlessJ,oni sul Jinalismo biologi.co. !bid 107 (1955-I) 409-417; Immanenza e Vita. Ibid. 108 (1957-IV) 352-363; Fabbrich.eremo la vita? Ibid. 109 (1958-I) 23-33.

(, 2) S. THOMAS; Summa, l. a. , 8, a. 2 e : «ad significandum substantiam, cui convenit secundum suam nati¡ram movere seipsam, val age e se quocumque

modo ad operationem>. ·

· (13) PALMES, F. M., S. I.: Philosophiae ScJwlasticae summa, vol. II, l'sychol.ogia speculativa, n. 57 ss.

(14} O. c., n. 57, traducido al castellano. Véase n. 144, ss.

(6)

58 JUAN llOlG GIRONELLA, S. l. [ 10]

que era la reproducción de la .planta ,íntegra, a base de adaptarse a las circunstanc:as amb·enta'e3, de modo que é3ta, no eran totalmente determinantes desde fuera, de

su ·

actividad, sino que a las determi- n«ciones ambientales o extrínsecas se sobreponía cierta capacidad intrínseca de autodirección o autoteleología en vist~ a construirse el viviente a sí mismo, es decir, perfeccionarse .en su mismo ser.

IV

Si quisiéramos ahora precisar con fórmulas más escuetas el resul- tado a que nos lleva la reflexión filosófica basada en estas experien- cias, diríamos que el viviente e.stá dotado de una inmanencia teleo- l,ógica.

Si cada uno de nosotros reflexiona sobre sí mismo y dice «yo~, tiene aquí un caso muy elevado de perfección inmanente (la propia de un sujeto dotado de un alma espiritual) que por ser simple es capaz de esta reflexión tan unitaria, que no sólo se da cuenta, sino se da tuenta de qu~ se da cm~nta. .

También es una operación inmanente, aunque con .menor perfec- ción, 1a del animal que en cierto modo también se da cuenta, es decir, con la sensación.

Asimismo es inmanente la operación del vegetativo, .el cual, _si bien es incapaz d,~ sensación, no obstante debe tener un co-principio unitario, puesto que manifiesta actividades unitarias, es ,decir,· de .suerte que todas las partes cooperan .al todo. Si se alimenta, por ejemplo, es decir, si absorbe una substancia externa, son .todas las partes las que se benefic:an (según convenga .a la naturaleza .de cada una) de la substancia asimilada, lejos de .haber una mera yuxtaposi- ción, como pasa, por ejemplo, con los cr.istales. Podrán .construirse, ciertamente «robots» que precisamente imiten en cierto grado .esta iautodirección o autoteleo1ogía; por ejemplo, una máquina _que por sí misma, cuando se agote su energía, .acople sus cables con la red de fluído eléctrico; pero nunca sucederá que esta ,máquina diga «yo», ni que «sienta)), ni que esta asimilación no sea mera yuxtaposición, sino ¡asimilación «total» como si la máquina en vez de ser un «agre..;

gado» o «unum per accidens», fuera un ,todo con actividades inma-4 nentes, ·es decir, recibidas en un soLo .todo, que es el mismo que las¡

emit~, es decir, un «unum per se». ,

En efecto, como la unidad es atributo del ser, también la 'unida,d predicjamental acompaña a la perfección de los grados de ser. Cuanto más perfectamente algo es ser, tanto más perfectamente será uno.

Ahora bien, atribuirse

una

indivisión, actuando según .ella, es lo que iacompafia a la unidad, o al ser; ,por tanto donde hay principio de operación inmanente, hay un s·er específicamente superior, porque

(7)

,(11]

LA· INMANENCIA TELEOLÓGICA

hay u.na perfección superior, que por hipótesis ,no es mera agrega...;

ción extrínseca de elementos. Luego como es ,contradictorio explicar .el ser sin razón suficiente (porque es no dar explicación, no ponerlo en conexión con. el ser, sino con ,la nada, en homogeneidad de espe- cie, lo cual es éontradictorio) asimismo seria ,contradictorio que .a p.::rtir de mera agregación o combinación de elementos (que sólo po- crán actuar uno sobre otro, es decir, .de modo transeúnte, no in- manente) se obtuviese un viviente.

V

Modernamente algunos se han planteado dudas o temores so- bre la hipotética síntesis de los virus en el laboratorio.

Escribió sobre esta materia dos estudios muy ,documentados y muy acertados en la revista filosófica ,«Pensamiento» el Rdo. P. Jesús Muñoz, S. I. (15). A su bibliografía me remito; sólo le añadiré un breve artículo que pub~iqué en la revista «Espíritu», a fin de hacerme eso del del P . .Guiseppe BosLo ;corona de vario3 e3tudim progresivos que había ido publicando en la revista italiana La CiviLtd Cattolica (16).

Recordemos en breve síntesis cómo está la cuestión de la posi- bilidad de sintetizar la vida 'en e'l laboratorio, según las diversas csctlelas y tendencias.

Los marxistas. Los marxistas afirman netamente que ,el .viviente es superior al inorgánico, con una superioridad no meramente ,acci- dental o de grado, sino específica, es decir, las operadones del vi- viente revelan tal perfocc:ón que son radicalmente _irreductibles a las de la materia inorgánica. Baste recordar y citar al biólogo ruso Opa- rin el cual afirma rotundamente que el ,estudio de las propiedad¡es características de los vivientes «demuestra que la vida es ·una nueva forma de existencia de la materia» (17).

¿Cómo explicar, entonces la aparición de la _vida sobre la tierra, partiendo de los períodos geológicos en que estaba el globo en igni- ción? Como el marxismo no admite la existencia de Dios, no pue;de acudir a la creación. Ha de afirmar .por tanto que a pesar de que la vida es específicamente superior a la materia inorgánica, todo viene de la materia. Y ¿cómo podrá provenir de la materia? Ya es sa1bi~

que el marxismo no defiende el materialismo craso sino un materia~

(15) MUí-l'OZ, J., S. I. : Síntesis del virus y síntesis de la vida. «Pensamien- to» 14 (1958) 2,¡8-310; ¿Podremos sitntetiza.r la vida? Ibid 16 (1959) 331-351.

(16) ROIG GI:RONELLA, J., S. I.: ¿Puede fa,bricarse un viviente? «Espí- ritin 7 (1958) 77~. Véase también: Poblet, para el eiJtuáio y la me<Utación.

El origen de ·za vida, tema de las conversaciones intelootuales. «El Español•

n. 569, 31 oct. 1959, pág. 5o-54.

(17) OPARIN, A. I.: L'Ori,gine della vita sulla terra. Torino (Einaudi) 1956.

(8)

60 JUAN ROIG GIRONELLA, S. J.

[12]

lismo más refinado, pero más contradictorio: es el llamado «materia- lismo dialéctico». Por admitir que en la evolución hay oposición de contrarios, de cuya subsunción se pasa a la síntesis o movimiento .a un grado superior (tanto en los procesos .económicos, como en lo de- más), admite consecuentemente que hay aquí una ruptura semejante, digamos una espec~e de «revolución», que da el paso al estadio si-' guiente.

_Nl es este el lugar de notar ,cuántas. veoo.s se ha refut~do esf.a.

conC'epción marx'.sta. De hecho (si ·no en la intención) ha de negar el principie de contradicción, lo cual destruye todo el edificio dialéc- tico. Además para atribuir a la materia una como encarnación del dialectismo hegeliano, ha de identificar el ser con el hacerse: puesto lo cual ante todo no explica por qué a su vez no se hará otra cosa el término Lnal del sociaasmo (no basta para explicarlo la quimérica hi- pótesis de que todas las necesidades estarán satisfechas, pues el afán de felicidad y de inmortalidad no se i,acia con nada finito), ni tam- poco explica por qué no cambia este principio de cambio; y éste

es

el

modo como se desintegró el hegelismo partido entre la derecha (que

!admitía un Logos o Dios extrínseco al.cambio, para fijar permanencia de su ley del cambio), el centro que por ineficaz fracasó, y la .iz- q'Uierda, que Croce tomó con la posición del histerismo, que admite que

~rá tanto más crociano cuanto más deje de serlo para hacerse otra cosa en el momento sigu~ente, lo cual no sólo es contradictorio, sino que hundiría lóg;camente toda expresión: la posición ,del marxismo, no ha dado ninguna respuesta, porque no Ja hay. Como tampooo ha explicado cómo puede admitir la libertad (que proclaman alta- mente) si por otro lado admiten un estricto dialectismo racional y determinista en la materia.

La solución marxista, resulta, pues, por todos lados contradictoria.

Y colocándonos desde el punto de vista puramente experimental, nunca han demostrado que el proceso de autocreación del viviente vaya produciéndose continu,2Jmente pero anulado por los microorga- nismos; ni han probado que si se produjese, no pudiese conservarse el viviente por lo menos alguna vez. Todo son puras afirmaciones gratuitas nacidas de la necesidad de hallar una confirmación para su concepción filosófica, confirmación que no han podido hallar en la

~perimentación del laboratorio.

Los positivistas. Otra postura es la del positivismo: hacer gala de una total negación de todo principio filosófico y admitir so1a,- mente la experimentaclón: probar sin cesar, desde el famoso batibio del dglo pasado, hasta la ya famosa sínte3is de la proteína y ácido nucleico de los laboratorios de Berkeley en nuestros días.

Sólo mencionaré, porque no es éste el sitio para extenderse más, que el positivislllo siempre ha resultado contradictorio, porque si no rechaza toda filosofía se autodestruye (pues su e3encia es precisa- mente sólo achniCr lo experimental) y si efectivamente rechaza toda filosofía tamb:.én se autodestruye (pues esta misma afirmación radical

(9)

[ 13] LA INMANENCIA TELEOLÓQICA 61 del positivismo es una filosofía, que está muy lejos de ser una com- probación experimental).

Tienen a su favor un ret"urso. Es el que agudamente nota iBosi¡o:

a cada fracaso de sintetizar la vida pueden decir: «ya se c o ~ á más adelante», lo cual puede repetirse ininterrumpidamente sin fin.

Entretanto lo bueno está en que con estas investigaciones se obtie- nen, eso sí, datos preciosos e insospechados, como fué por ejemplo cuando se sintetizó en 1912 la hidracida del ácido isoniootfnico por Meyer y Malby, que no podían sospechar que aquella mera curio- sidad cientifica pudiese ser 'Utilizada unos cuarenta años después por Fox para destruir el bacilo d_e Koch.

Nuestra afirmación, pues, neta y firme, como ,filósofos, consiste ·en aE<'ntar que no se podrá sintetizar nunca la vida en el laboratojrio.

Naturalmente este aserto no está en la .categoría de firmeza que tie- nen los grandes principios metafísicos, sino en un grado inferior que es el de las ap:icac:ones derivadas. No obstante, aunque más restrin- gida la certeza con que lo pronunciamos, lo mantenemos y añadimos que nos halaga sobremanera que se siga investigando en el laborato- rio de diversas maneras cómo sintetizar la _yi,da, porque además ,del edelanto de la ciencia que de ahí se seguirá-hacia otras zonas, se se- guirá en cuanto al punto que nos ocupa sólo una interesante compro- bación, que nos conviene sobremanera. Se obtendrá sin duda ,algún día la síntesis química del ácido nuchiico, que actuando sobre pro- teínas remedará de lejos al viviente, como los «robots» imitan al hombre sin serlo; pero pronto se comprobará cuán lejos está de ·¡1os verdaderos I caracteres del vi vente cuyas partes todas actúan en bien del «todo», porque tiene una unidad intrínseca y superior.

VI

¿ Y los escolásticos ;antiguos?

Es sumamente alecciónadora la posición de los escolásticos an~

riotes ia Pastetir, pórque en ellos se daba el caso de que par.tiendo· de ún prinélpio metafísico verdadero, y de un dat.o científico ,falso, de;.;

dudan un consigu'ente que .si bien. era ciertamente falso, no oootarlte estaba deducido con todo rigor, supuesto el dato falso que les tiaba la ciencia de éntonce'S.

Los principios metafísicos de que .partían eran el de ·razón sufi- ciente (o si se quiere el de _causalidad) y la ·teoría de la causali~

instrumental; el principio psicológico era 1a superioridad _especffiéa del viviente. El vi.viente es específicamente superior al inorgánico; pero

¿cómo explicar que en la materia putrefacta aparezcan .nuevos vi.;

vientes?

Al encontrarse con este hecho científico y experimental que

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62 JUAN ROIG GIRONELLA, S. l. [ 14]

creían inconcuso, habían de echar mano de principios metafísicos para explicarlo sin contradicción. Para ello por un lad-0 habían de dar una razón sufic:ente, hallar una causa de tan ,sorprendente efecto. Por otro lado creían que el semen no vivía, pero para suplir su deficiencia biológica echaban mano de un gran principio ontológico, el de la causalidad instrumental: así como el instrumento (por ejemplo la pluma, no inteligente) recibe por la acción del agente principal, inte- ligente, el hombre, una moción o dirección inteligente y así no mera- mente traza rayas negras, sino rayas negras inteligentes o inteli- gibles, las letras, así el semen por la virtud del agente principal, que era viviente, podría servir como medio de generación.

Ahora bien, admitían que había dos clases de vivientes: unos que ]).amaban «complejos» (como son los vertebrados superiores) que _sólo podían engendrarse por semen propio, porque no había posibilidad de atribuir a un agente común la virtualidad ,de tal organización; pero llamaban a otros viv:entes «incomp~ejos», es decir, todos los que se vroducen por la putrefacción. Admitían entonces que _el sol con su calor y los otros astros, influían en la materia; pero siendo los ~- troa motores movidos por seres vivientes e inteligentes (no ,conocian la ley de la gravitación universal, sino 1? teoría de las· esferas celes- tes) éstos trans~itían al influjo sideral una _«virtus» superior; venida del viviente, la cual hacía que no hubiese contradicción para explicar este «plus» de perfección que admitían en el viviente de putrefacción, sobre el inorgánico de que Jo ~reían engendrado.

Hay un texto de Suárez, muy poco conocido porque nunca lo lb.e visto citado por nadie, que voy a aducir. Dice _en su Metafísica: «Por lo cual Santo Tomás en este sitio distingue, ponderando cuidadoBa¡- ment~ las palabras de Aristóteles que dice: Algunos .animales del semen y sin semen se producen. Dijo, pues, algunos, porque no .es esto común a todos. La distinción está, pues, entre los vivientes pér- fectos e imperfectos; pues ,estos últimos pueden ser causados sin se- men por viri.ud de los astros, porque son tan imperfectos que las dis-' posiciones necesarias para [que se eduzcan sus] formas pueden salir casualmente en un sujeto, supuesto el concurso casual [=contingente]

de· otros agentes; pero loo otros vivientes son tan perfectos y piden una organización tan e:icacta y t"an admirable, que de ningún m<;>d() pueden producirse sino por ·wia causa propia ,y causa por sí. Y esto mismo es lo que enseña la experiencia de las dos clases _,de vivientes, como .dije» (18).

De modo parecido Santo Tomás comentando el libro VII de la Metafísica de Aristóteles da una solución que suponiendo los c:ono..;

cimientos biológicos de -entonces, era, como deducción, luna deduc..;

ción impecable, aunque como conclusión fuese falsa (19).

(18) SUAREZ,. F.: Disputationes Metaphysieae, Index Jocupletissimus (in

Al'ist.) lib. 7, Met., cap. VII, q. 3, .p. XXXIV (ed. Vives). ·

·(19) S. THOMAS: · Comm. in Metaphys. lib. VII, n. 1403: «Non enim calor,

(11)

LA INMANENCIA TELEOLÓGICA

Suponiendo, pues, todo lo que hoy día conocemos, ¿qué hemos de ,afirmar? ¿qué es posible la síntesis de la vida en el laboratoritO\?

De ninguna manera: afirmamos que es imposible. Pero coloquémonos un paso más adelante: pre.3cindiendo de la cuestión de si la síntesis de lJé1 vida es o no es posible: en la hipótesis quimérica de que se con- siguiese (t.ipótesis que no admito como posible, pero que planteo pu- ramente en el orden de la investigación), en este caso, ¿qué explica,../

ción daríamos a este hecho quimérico? En este caso ciert.amente ~cha-i riamos mano de la solución de los .escolásticos antiguos, tal como ellos hicieron, no cabe duda.

Hay no obstante un distinguido cultivador de las ciencias oosmo..:

lógicas, el cual opina que más bien habría que echar mano de otra respuesta: la de que ~l influjo vendría de Dios, dejando agentes [in.-i termedios. Pero en el fondo su respuesta cree que coincide con la de los escolásticos antiguos, y d"fiere de ellos meramente en pormenores de sistematizac:ón (20).

No falta quien se pregunta: «por las razones antes aducidas (§§ II, III y IV) sólo se ha demostrado que el viv~ente tiene una perfección específicamente superior respecto de la del no-viviente; ahora bien, si se afirmase que sin razón suficiente se produjese este plus ,de per- fección en el laboratorio, habría ,ahí una contradicción, y por tanto no podría admitirse la hipotética producción de un viviente de labora- torio; pern supon:endo que D:os hub!.ese dado la ley de educir de la

qui causat putredinem, intendit naturali appetitu generationem hujus vel illius animalis, quae ex putrefactione sequitur, sicut virtus, quae est in semine, inten- dit productionem talis speciei. Sed si referatur ad virtutem caelestem, quae ast u,niversalis regitiva virtus generationum et corruptionum in istis inferioribus, non est per accidens, sed per se intenta; quia de ejus intentione est ut edu- cantur in actu omnes formae quae sunt in potentia. materiae, Et sic recte assimilavit hoc Aristoteles ea quae fiunt ab arte, his quae fiunt a natura».

(20) S'ELVAGGI, F., s. I.: Alcune considerazioni dell'ori¡;¡ine della. vita..

«Gregorianum» 39 (1958-I) 148-152; pág. 151: «Piuttosto si potrel:>be pensare che, in un'ipotetica proouzione diella vita in laboratorio, co;me causa principale della vita poss:a essere considerato l'uomo che con la sua attivita eserciterebbe una mozione e communicherebbe una virtu, analoga a quena amesa dagli anti- ohi. negli :astri per l'in:flusso della sostanza vivente che li mouveva. Ma una simile· spiegazione non ci sembra ammissi:hile. L'arte e la tecnica in quanto tali agiscono soUo esterior;mente, in un ordine accidentale e artificiale, e non :producono ,un effetto naturale e sostanziale, se non in quanto applicano e diri- gono le virtu e farze naturali, insite nella materia stessa (III, q. 66, a, 4, c).

I..a produzione artificiale della vita in laboratorio Sarebbe, quindi, dipendente dall\uomo solo riguardo alla disposizione delle circostanze e condizioni esterne e allá direzione e concatenazione degli eventi,

ma

quanto all'effetto stesso pro,::

dotto, la vita non dipenderebbe dall'uomo ma unicamente dallo stesso Creatore, che avrebbe posta nella materia questa nascosta virtu di produrre determínate circonstanze la vita, virtu, come abbiamo detto, analoga a quena che i viventi t1aturali pongono nel seme, che, pur essendo attualmente non vivente o almeno avendo attualmente una forma di vita, un complesso di organi e perfezioni iríferiori, ha pero la capacita di svilu1)I)arsi gradualmente fino alla forma del vivente perfetto-». - Véase también el artículo de ROLDAN,· A., s. I. : ¿ Viaá en el Laboratorio? <<Pensamiento» 13 (1957) 127-158. ·

(12)

JUAN ROIG GIRONELLA, S. '1. (16)

materia la forma del viviente cuando la materia estuviese debida- mente dispuesta (sea naturalmente, a partir del viviente, sea por el ingenio humano, en el laboratorio) entonces ya no habría contradic- ción y sería posible esta hipótesis».

Me parece equivocado este modo de razonar: suponer esta hipoté- tica intervención divina haría que entonces fuera metafísicamente posible la formación de un viviente de laboratorio (pues se daría una razón suficiente); pero queda que es físicamente imposible; y nos basta que sea físicamente imposible para que tengamos de el1o una verdadera certeza (la certeza física) que excluye toda probabilidad de lo opuesto, aunque el grado de firmeza que tal certeza nos ,da no sea, desde luego, el de los grande3 prfocipios metafísicos y sus de- ducciones inmediatas.

1 Ahora b"en, es imp:udcI1te apelar a una tal intervenclón divina, pues si fuera prudente, con eL mismo derecho podrf.a declarar pro- babLe 'Una intervención divina par.a aducir todas Las ,atras formas substandaLes en Los cambios substand1J.Les de los inorganicos (¿qué principio metafísico de razón suficiente se opondría?); más aún, con el mismo derecho podría decir otro tanto de las formas accidentales;

lo cual es exactamente el camino ·descendente que tomó el «·ocasio- nalismo» racionalista de siglos pasados, hasta caer en el fenomenismo.

Quizá se urgirá: ¿pero nJ hicieron lo mismo los escolásticos :anti- guos ~l recurrir a Dios para •explicar los vivientes que creían nacidos de la materia inorgánica en putrefacción?

No, no hicieron lo mismo; ellos partían de un hecho, hecho que la ciencia de entonces les daba como cierto: la formación de vivientes a partir de la materia no vlvlente, putrefacta. Suponiendo este hecho comprobado, había entonces una razón suficiente para recurrir a la intervención de agentes superiores, pero nuestro caso no es éste:

no se ha producido hasta ahora ningún viviente en el laboratorio por síntesis química.

Tampoco hay inconveniente ,en que para explicar el origen del :alma humana (que por ser espiritual no puede provenir de la ,de :,los padres) se haya de r,ecurrir a la acción creadora de Dios, pues

nos

consta con certeza tanto del hecho de que nacen hombres dotados de alma espiritual, como del hecho de que por ser espiritual no J>Uede provenir de la de los padres. Luego hay que buscar la razón eufi- clente en Dios, y por tanto una ley de creación del alma, siempre que la materia que ha de informar esté debidamente dispuesta.

Pero entre ,este raciocinio intachable y la concesión inmed~ta de probabilidad de hecho, a que puedan fabricar un viviente en el la- boratorio, hay Ja misma distmda que hay entre conceder que «en ,principio» me

puedo

equivocar y conceder que «siempre he de temeri.

que pueda equivocarnre, pues esta segunda posición es sencillamente escéptica, mientras que la primera no hace mAs que señalar los 'li- mites ·de nuestra capacidad.

Han sido, pues, interesantes las óbservaciones y experimeritos de

(13)

LA INMANENCIA TELEOLÓGICA

Berkeley, aunque frustrados si se hubiese pretendido con ellos sin.;

t.etizar un viviente (21), pues dieron pie a que se observase que ante todo no constaba que estos virus fuesen ,seres rvivientes, ni constaba que la ihfección consecuente a la inyección del virus sintetizado en la planta fuese una verdadera infección por proliferación viviente y no algo semejante de orden inorgánico¡ ni constaba que al separar ~os dos elementos no hubiese quedado la vida .en alguno de los dos ele.;

:rp.entos, etc. Tales observaciones y otras parecidas se multiplicaron con esta ocasión, como por ejemplo las atinadísimas de Michelangelo lAlessandri (22).

Juan ROIG GIRONELLA, S. l.

(21) FRANKEL-CONRAT, H., WILLIAM, Robley C. : Reconstitutf<m of Active Tobacco Mosaic Virus from It5 Protein and Nucleic Acid COmponents.

«Proceedings of the National Academy of Science» vol. 41 (1955) 690.

(22) ALESSANDRI, M. : I «virus» e la generazione spontanea. «Osservatore Romano» 27-28 diciembre 1956, pág. 3. - Véase por el contrario, en plan de euforia propagandística el artículo de LACOSTE, G.: L'Homme vient de créer chimiquement un etre vivant. «Sciences et avenir» enero 1956, n. 107, p. 13-15;

p. 40-41. - Ayudará en cambio leer otro artículo debido a la pluma de SERRA, Angelo M. : Al limite tra la 11W,teria inanimata e la cellula vivente. «Rivista di Filosofía Neoocolástica» 42 (1950) 29-44.

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Referencias

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