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Departamento de Psicología
Evaluación neuropsicológica de adultos mayores institucionalizados de Villa Clara
Autora: Rosabel María Pausa Hernández
Tutoras: MSc. Elizabeth Jiménez Puig
Lic. Ana Cristina Baute Abreu
Asesor: Dr: Yunier Broche Pérez
Este documento es Propiedad Patrimonial de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, y se encuentra depositado en los fondos de la Biblioteca Universitaria “Chiqui Gómez Lubian” subordinada a la Dirección de Información Científico Técnica de la mencionada casa de altos estudios.
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Exergo En la vejez no nos deben preocupar las arrugas del rostro, sino las del cerebro. Mientras el cerebro sea un misterio, el universo continuará siendo un misterio.
Santiago Ramón y Cajal
que estas muy orgulloso de mí desde donde te encuentres. Mi agradecimiento infinito por tus enseñanzas, tu amor y tu delicadeza.
A mi hermano Pachy, por ser siempre mi principal modelo a seguir, por inspirarme a superarme y aprender, por enseñarme innumerables lecciones, por cuidarme y alentarme en mis momentos de incertidumbre. Porque su ejemplo como hermano, hombre, hijo, padre, esposo y profesional, es sencillamente inmejorable.
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A mis sobrinos Ronaldo y Fabio, por ser la luz de mi vida, mi inspiración cada día, y por enseñarme el amor más puro e inocente que pueda existir.
A mis padres por haberme forjado como la persona que soy hoy. Por los valores y buenos hábitos que me inculcaron. Son ellos quienes siempre anhelan lo mejor para mi vida y me motivan a alcanzar mis metas. Por animarme siempre con su amor y dedicación les agradezco
infinitamente.
A Ariel Alejandro, por tanto apoyo, por su paciencia, por acompañarme en este viaje tan difícil, pero siempre con una sonrisa en los labios, y solo gestos de amor y cariño. Por simplemente estar.
A mi amiga incondicional por los años de los años Grettel, por reaparecer en mi vida, por todos los momentos que me dedicas al día, por tus consejos, por apoyarme en todas mis locuras, y sobre todo por tu cariño tan genuino.
A Elizabeth, por ser mi tutora, mi amiga, mi psicóloga, por tanta dedicación sin importar horas ni días. Por confiar y alentarme siempre, por no dejarme caer y por enseñarme a sacar siempre lo mejor de mí, aun cuando parezca que no puedo más.
destreza y vocación, por ser una guía y apoyo fundamental, para mí es y será mi ejemplo a seguir en mi vida, tanto a nivel personal como profesional. Es un orgullo y privilegio para mí, haber realizado esta tesis bajo su tutela.
A Ana Cristina, quien merece muchas y buenas palabras por su paciencia y bondad, por dedicarme su tiempo y apoyo sin impedimentos.
A Broche, por ser un excepcional referente, por confiar en mí y poner a mi disposición su tiempo y experiencia.
A la profe Idania, por sus recomendaciones, siempre asertivas y muy necesarias.
A mi eterno colega, por alentarme siempre y creer en mí.
A todos mis compañeros de aula por acompañarme en este maravilloso recorrido durante estos cinco años.
A todos mis profesores, de los que tuve la suerte de aprender durante mi paso por esta prestigiosa e inigualable facultad.
Especial agradecimiento al personal del Hogar de Ancianos No 1, por abrirme sus puertas y recibirme tan cordialmente, y a los adultos mayores ahí residentes por su cooperación y facilitarme esta investigación; sin ellos no hubiera sido posible.
Introducción: En el envejecimiento suelen presentarse cambios sensoriales, motores y cognitivos. No es infrecuente confundir dichos cambios cognitivos específicos asociados a la edad, con las primeras manifestaciones de condiciones patológicas; como, por ejemplo, el DCL.
Objetivo: Explorar las características neuropsicológicas de los adultos mayores
institucionalizados en el Hogar de Ancianos No 1 del municipio de Santa Clara, Villa Clara.
Métodos: Se desarrolló una investigación cuantitativa, con diseño transversal de tipo descriptivo mediante encuestas, entre marzo y abril de 2021. Los instrumentos empleados fueron: Trail Making Test, Test de Fluidez Verbal, Test Modificado de Cartas de Wisconsin, Test de
Denominación de Boston, Escala de Reserva Cognitiva, Índice de Barthel, Escala de Lawton y Brody, IDARE, y la Escala de Depresión Geriátrica. El muestreo fue no probabilístico e intencional. La muestra estuvo compuesta por 21 participantes. Los datos fueron procesados usando SPSS/Windows-25, mediante la estadística descriptiva y análisis correlacionales.
Resultados: Fueron encontrados déficits en el control atencional y ejecutivo, la fluidez verbal, y en el control inhibitorio y la flexibilidad mental. Se encontraron niveles moderados de ansiedad y ausencia de signos clínicos de depresión. La mayoría de los participantes resultaron
funcionalmente independientes. Se encontraron correlaciones significativas entre las variables:
depresión y control inhibitorio; reserva cognitiva y edad; reserva cognitiva y fluidez verbal;
control inhibitorio, flexibilidad mental, y habilidades lingüísticas; edad, años de escolarización, nivel de escolaridad y fluidez verbal.
Conclusiones: Los déficits encontrados sugieren que los cambios que presentan los participantes ya no pertenecen al conjunto de manifestaciones del envejecimiento normal.
ejecutivas, reserva cognitiva
Introduction: In the aging process, sensory, motor and cognitive changes usually occur. It is not uncommon to confuse these age-related specific cognitive changes with the first manifestations of pathological conditions; like, for example, the MCI.
Objective: To explore the neuropsychological characteristics of institutionalized older adults in the Nursing Home No. 1 of Santa Clara, Villa Clara.
Methods: A quantitative research was developed, with a descriptive cross-sectional design through surveys, between March and April, 2021. The instruments used were: Trail Making Test, Verbal Fluency Test, Modified Wisconsin Letters Test, Boston Denomination Test, Cognitive Reserve Scale, Barthel Index, Lawton and Brody Scale, IDARE, and the Geriatric Depression Scale. The sampling was non-probabilistic and intentional. The sample consisted of 21
participants. The data were processed using SPSS / Windows-25, through descriptive statistics and correlational analysis.
Results: Deficits were found in attentional and executive control, verbal fluency, and in
inhibitory control and mental flexibility. Moderate levels of anxiety and absence of clinical signs of depression were found. Most of the participants were functionally independent. Significant correlations were found between the variables: depression and inhibitory control; cognitive reserve and age; cognitive reserve and verbal fluency; inhibitory control, mental flexibility, and language skills; age, years of schooling, level of education and verbal fluency.
Conclusions: The deficits found suggest that the changes presented by the participants no longer belong to the set of manifestations of normal aging.
Keywords: healthy older adult, mild cognitive impairment, anxiety, depression, executive functions, cognitive reserve
Introducción……… 1
Capítulo I. Marco referencial teórico 1.1 Características neuropsicológicas del proceso de envejecimiento 1.1.1 Funcionamiento ejecutivo………. 7
1.1.2 Reserva cognitiva……….. 11
1.2 Envejecimiento patológico. Generalidades desde el punto de vista neuropsicológico 1.2.1 Deterioro Cognitivo Leve………. 14
1.2.2 Ansiedad y depresión en el adulto mayor………. 17
1.3 Evaluación neuropsicológica del adulto mayor 1.3.1 Aspectos básicos………... 20
1.3.2 Proyecto de estandarización de pruebas neuropsicológicas para países de Latinoamérica.. 23
Capítulo II. Material y métodos 2.1 Paradigma de investigación………. 26
2.2 Tipo de estudio……… 26
2.3 Diseño de investigación……….. 27
2.4 Definición conceptual y operacionalización de variables………... 27
2.5 Población y muestra………. 30
2.6 Instrumentos de recogida de información………... 32
2.7 Análisis de datos………. 43
2.8 Procedimientos y ética en la investigación………. 43
Capítulo III. Resultados 3.1 Resultados 3.1.1 Caracterización de procesos……….. 45
3.1.2 Correlaciones entre variables de estudio………... 47
3.2 Discusión………. 50
Conclusiones……… 56
Recomendaciones……… 57
Referencias………... 58
Apéndices………. 73
Introducción
Desde 1980 el número de personas mayores de 60 años ha aumentado considerablemente, por lo que se asume que en este momento, alcanza aproximadamente el 22 % de la población en el mundo (Andrade, Cuenca, Gonzalez, y Barreiro, 2020; Organización Mundial de la Salud, 2020). Ante esta realidad Reinoso-Cruz, Bastidas-Tello, y Comas-Rodriguez (2019) plantean que el aumento progresivo de las personas longevas alcanzará cifras de 1.4 billones y 2.1 billones para el 2030 y 2050 respectivamente, destacando que hace 5 años, el 7.5 % (0.5 millones) correspondía a personas mayores de 65 años a nivel mundial (Toloza-Ramírez y Martella, 2019).
Fonte-Sevillano y Santos-Hedman (2020) afirman que Cuba se encuentra ubicada entre los tres países más envejecidos de América Latina, junto con Argentina y Uruguay, con una expectativa de vida de 77-78 años como promedio. Cuba fue uno de los países de América Latina y el Caribe que más tempranamente inició su transición demográfica, producto del significativo descenso de la fecundidad, el aumento gradual en la expectativa de vida y el
persistente saldo migratorio negativo. El efecto combinado de estos componentes, condicionado, a su vez por otras múltiples determinaciones, condujo al acelerado envejecimiento de su
población. Al cierre del año 2020, Cuba registró un incremento en la población de las personas mayores de 60 años, al reportarse que el 21.3 % del registro demográfico nacional corresponde al grupo de la tercera edad, de acuerdo con una publicación del Ministerio de Salud Pública (Centro de Estudios de Población y Desarrollo, 2021).
El envejecimiento, desde una perspectiva procesual, se considera que es el resultado de la interacción de factores biológicos, psicológicos y sociales que se puede ver modificado con la aparición de enfermedades que contribuyen en gran medida a la presencia de déficits en las
capacidades y habilidades cognoscitivas (Jiménez-Puig, Fernández-Fleites, Broche-Pérez, León- Ramos, Rodríguez-Carvajal y otros, 2021).
Desde un punto de vista neuropsicológico, el estudio del envejecimiento implica, necesariamente, afrontar el reto de conocer qué cambios cerebrales pueden estar causando cambios en el funcionamiento cognitivo. Para ello es necesario, en primer lugar, ser capaces de poder establecer los límites entre el envejecimiento normal y distintas condiciones patológicas que afectan al sistema nervioso en etapas avanzadas de la vida. En este sentido, no es
infrecuente confundir lo que son cambios cognitivos específicos asociados a la edad, con las primeras manifestaciones de condiciones patológicas (Román y Sánchez, 1998).
En general, existe acuerdo en torno a que los individuos sanos presentan cambios sensoriales, motores y cognitivos en el curso del envejecimiento. El deterioro de funciones cognoscitivas específicas se manifiesta primero, entre los 50 y 60 años de edad, con un declive más pronunciado después de los 70. No obstante, cabe mencionar que este acuerdo se puede aplicar con reservas a la población general, pues cada caso en particular puede mostrar
características muy diversas, en relación directa con el tipo de entorno y de actividad en que se encuentre el individuo (González-Rodríguez, Gandoy-Crego, y Díaz, 2017).
Desde el punto de vista cognoscitivo, se describe en general un patrón clásico de
envejecimiento, caracterizado por un detrimento significativo en la respuesta de los sujetos frente a mediciones de la velocidad psicomotora, en la habilidad constructiva y en la organización de secuencias espacio-temporales, en contraste con la conservación de la capacidad verbal, específicamente de la información relacionada con los conocimientos generales, con el manejo del léxico y con el razonamiento lógico formal. En el extremo opuesto, se ubica la demencia
como el trastorno más serio de la tercera edad, caracterizado por una merma significativa en el funcionamiento intelectual (Toloza-Ramírez y Martella, 2019).
No obstante, las afecciones cognoscitivas pueden llegar a ser muy heterogéneas y suelen atribuirse erróneamente al proceso de envejecimiento. Otras veces, el paciente con un deterioro cognitivo leve o moderado ofrece una imagen lúcida e intacta desde el punto de vista intelectual y su deterioro pasa inadvertido para la familia e incluso para el personal sanitario (Montes-Rojas, Gutiérrez-Gutiérrez, Silva-Pereira, Garcia-Ramos, y Del Río-Portilla, 2012). De ahí que muchas veces, la presencia de deterioro puede desestimarse (Rodríguez, Zas, Silva, Sanchoyerto, y Cervantes, 2014).
Para el diagnóstico de Deterioro Cognitivo Leve (DCL) la persona debe tener una queja o inquietud cognitiva, preferiblemente corroborada por un informante clave, y mostrar evidencia objetiva (evidenciada a través de la ejecución en pruebas de detección neuropsicológica) de deterioro cognitivo que no es consistente con los cambios cognitivos esperados en el
envejecimiento y acorde a su edad (Albert, DeKosky, Dickson, Dubois, Feldman y otros, 2011;
Petersen, 2004; Petersen, Roberts, Knopman, Boeve, Geda y otros, 2009; Petersen, Smith, Waring, Ivnik, Tangalos y otros, 1999). Además, debe existir conservación de la capacidad funcional, para excluir el diagnóstico de demencia, aunque pudieran existir déficits funcionales leves de orden superior (Albert y otros, 2011).
De ahí que revista esencial importancia un proceso de evaluación neuropsicológica lo más completo y certero posible. El objetivo primario de una evaluación neuropsicológica es la determinación de las áreas cognitivas deficitarias y las áreas preservadas, el patrón de la disfunción cognitiva y las consecuencias de la lesión o disfunción en el comportamiento (Slachvesky, Fuentes, Lillo, Cartier, Maldonado y otros, 2018).
En el campo del envejecimiento, la valoración neuropsicológica se orienta hacia la búsqueda de respuestas frente a dos preguntas principales. La primera concierne al diagnóstico preciso de un trastorno (por ejemplo, demencia vs depresión, o tipo de demencia); la segunda, se relaciona con la medición del declive cognoscitivo, una vez que se ha documentado la presencia y el tipo de trastorno. En la actualidad, se reconoce que algunas de las principales afectaciones neuropsicológicas que se producen durante el periodo de envejecimiento, se relacionan con la memoria episódica y las funciones ejecutivas, subrayando la importancia de las redes de conectividad neural en la comprensión del envejecimiento cerebral (Arriola, Carnero, Freire, López, López y otros, 2017).
Precisamente por ello se hace necesario determinar las características a través de un proceso de evaluación neuropsicológica en personas de la tercera edad consideradas como supuestamente sanas. Hoy se reconoce que los adultos mayores considerados supuestamente sanos, podrían presentar algún daño en dominios específicos, constituyendo este elemento, un importante marcador de la posible presencia de DCL. A partir de los elementos antes
mencionados se plantea la siguiente pregunta de investigación:
¿Qué características neuropsicológicas presentan los adultos mayores institucionalizados en el Hogar de Ancianos No 1 del municipio de Santa Clara, de la provincia de Villa Clara?
Objetivo General: Explorar las características neuropsicológicas de los adultos mayores institucionalizados en el Hogar de Ancianos No 1 del municipio de Santa Clara, de la Provincia de Villa Clara.
Objetivos Específicos:
1. Caracterizar el funcionamiento ejecutivo, la reserva cognitiva, la ansiedad, la depresión y la capacidad funcional en la muestra seleccionada.
2. Explorar las posibles interrelaciones entre la edad, los años de escolaridad, el funcionamiento ejecutivo, la reserva cognitiva, la ansiedad, la depresión y la capacidad funcional en la muestra de estudio.
La presente investigación posee una relevancia teórica, ya que sistematiza los principales núcleos vinculados con el envejecimiento neuropsicológico, tanto en la norma como en la patología. Además, aporta una sistematización en cuanto a los modos de evaluación
neuropsicológica del adulto mayor. Desde el punto de vista metodológico aporta una evaluación completa de funciones ejecutivas, capacidad funcional, ansiedad y depresión en adultos mayores supuestamente sanos, además se sustenta para la evaluación de funciones ejecutivas en el empleo de las normas estandarizadas en el estudio multicéntrico, que se realizó con los países de
Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Cuba, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Paraguay, Perú y Puerto Rico. En cuanto a la relevancia práctica, la investigación aporta una evaluación neuropsicológica de los adultos mayores del Hogar de Ancianos No 1, del municipio de Santa Clara, y esto puede constituir un importante elemento, para dicha institución, ya que les permite tener una valoración de los ancianos pertenecientes a esta.
El presente informe de investigación está concebido en tres capítulos. El primero de ellos presenta la fundamentación teórica del problema investigado. Se sustenta en la necesidad que existe, debida a la alta tasa de envejecimiento en el mundo y el aumento de los casos con
diagnóstico de DCL, los diferentes tipos de demencias, de conocer los cambios que se producen en los adultos mayores y de los factores que pueden ayudar a atenuar o enlentecer el deterioro a partir de la exploración neuropsicológica de adultos mayores institucionalizados supuestamente sanos.
En el segundo capítulo se describe el diseño metodológico empleado para la
investigación; abracando la concepción metodológica, el alcance o tipo de diseño específico, la descripción de la población y la muestra, variables y su operacionalización, así como los
métodos, instrumentos y procedimientos utilizados. En el tercer capítulo se efectúa el análisis y discusión de resultados. El mismo incluye un análisis de la ansiedad, depresión, reserva
cognitiva, funcionamiento ejecutivo y capacidad funcional de adultos mayores estudiados; así como la relación que se establece entre estas variables. Finalmente, se aportan las conclusiones, recomendaciones, referencias y apéndices.
Capítulo I. Marco referencial teórico 1.1 Características neuropsicológicas del proceso de envejecimiento 1.1.1 Funcionamiento ejecutivo
En el proceso de envejecimiento se producen una serie de cambios a nivel físico y psicológico. Estos suelen estar vinculados al declive de las capacidades cognitivas, afectivas, personalidad e inteligencia, que dependerán de diversos factores como el nivel de instrucción, situación laboral, actividad física, apoyo familiar, jubilación, pérdida de los patrimonios
económicos, el deterioro físico, duelos por la pérdida de la pareja quien lo acompañaba por años, dolor o soledad, que se compensa con la integración social, o con el apoyo de amigos, hijos u otros familiares. Por otra parte, están los procesos psicológicos superiores y habilidades cognitivas, que se ven o no afectados durante el proceso de envejecimiento tales como, la atención, la memoria, lenguaje, pensamiento (Castanedo y Sarabia, 2010).
En general, existe acuerdo en torno a que los individuos sanos presentan cambios sensoriales, motores e intelectuales en el curso del envejecimiento. El deterioro de funciones cognoscitivas específicas se manifiesta primero, entre los 50 y 60 años de edad, con un declive más pronunciado después de los 70. No obstante, cabe mencionar que este acuerdo se puede aplicar con reservas a la población general, pues cada caso en particular puede mostrar
características muy diversas, en relación directa con el tipo de entorno y de actividad en que se encuentre el individuo (González-Rodríguez y otros, 2017).
Desde el punto de vista cognoscitivo, se describe en general un patrón clásico de
envejecimiento, caracterizado por un detrimento significativo en la respuesta de los sujetos frente a mediciones de la velocidad psicomotora, en la habilidad constructiva y en la organización de secuencias espacio-temporales, en contraste con la conservación de la capacidad verbal,
específicamente de la información relacionada con los conocimientos generales, con el manejo del léxico y con el razonamiento lógico formal. En el extremo opuesto, se ubica la demencia como el trastorno más serio de la tercera edad, caracterizado por una merma significativa en el funcionamiento intelectual de los pacientes (Toloza-Ramírez y Martella, 2019).
Durante esta etapa de la vida, se suele producir un declive esencial en el funcionamiento ejecutivo, el cual es entendido como una constelación de capacidades cognitivas implicadas en la resolución de situaciones novedosas, imprevistas o cambiantes. Se trata de funciones mentales específicas, especialmente dependientes de los lóbulos frontales del cerebro (Buller, 2010).
Las funciones ejecutivas (FE) incluyen un conjunto de habilidades cognoscitivas necesarias para realizar tareas como: planificación secuencial de actividades, programación y corrección de acuerdo con un plan; anticipación de eventos; autorregulación a través de los mecanismos de monitorización pre, per y post-funcionales; flexibilidad cognitiva y ponderación del tiempo y del espacio. También, la capacidad de atender a diversos estímulos de forma simultánea; capacidad de responder de acuerdo al contexto; resistencia a la distracción e inhibición de conductas inapropiadas, todas las cuales compondrían las funciones cognitivas complejas (Buller, 2010).
De acuerdo a estas descripciones, se puede observar que las funciones ejecutivas están implicadas en el funcionamiento cognitivo y en el desempeño socio - emocional, requiriendo de una valoración adecuada tanto de las características del problema a resolver como de las
consecuencias inmediatas, de mediano y de largo plazo de la respuesta seleccionada. Si bien esto exige participación de los distintos sistemas sensoriales, las funciones ejecutivas se caracterizan por su independencia del input, es decir, su objetivo es coordinar y regular las
respuestas según el objetivo que se desea alcanzar con independencia de la información que está disponible (Verdejo-García y Bechara, 2010).
Por ende, las FE son entendidas no como un proceso cognitivo unitario, sino como un constructo psicológico, el cual incluye una serie de habilidades que controlan y regulan el comportamiento; permitiéndole al individuo integrar, manipular la información adquirida, y focalizarse en el logro de metas específicas, regulando sus emociones y comportamientos. Aun cuando no existe un consenso acabado sobre los procesos que agrupan las FE, diversos autores señalan entre sus componentes la memoria de trabajo, planificación de acciones, flexibilidad mental, control inhibitorio, fluidez verbal y toma de decisiones (Jiménez-Puig, Broche-Pérez, Hernández-Caro, y Díaz-Falcón, 2019).
La flexibilidad mental se conoce como la capacidad de cambiar fluidamente el programa cognitivo que se requiere para enfrentar y solucionar problemas en función de un cambio en sus contingencias. Incluye la capacidad de control cognitivo e implica la capacidad de inhibir la primera respuesta, la respuesta automática o la respuesta más obvia, cambiando flexiblemente las elecciones para dar paso a una segunda respuesta atingente a la variación de requerimientos de la tarea (Buller, 2010). En los adultos mayores, la flexibilidad cognitiva se ve afectada por el enlentecimiento de la velocidad de procesamiento sobre la memoria de trabajo. Dado que, las personas en edad avanzada suelen cometer errores en tareas repetitivas y requieren de más tiempo para su ejecución (Rosselli, 2015). De tal manera, que las personas de edad avanzada tienen errores constantes que requieren de mayor tiempo en la realización de una tarea.
Por su parte, la memoria de trabajo es un sistema de memoria que incluye los contenidos y procesos del espacio de trabajo derivados de la ejecución de una tarea actual, así como la coordinación y regulación del uso de estos contenidos para el logro de los objetivos de la tarea.
Su contenido es temporal, cambiante e incluye la participación del sistema de memoria a corto plazo. Su función general es la de otorgar una representación del mundo externo, permitiendo el control y manipulación de la información actual del contexto requerida para completar una tarea de forma eficiente (Buller, 2010). En la memoria a corto plazo, se aloja una pequeña porción de información en un corto periodo de tiempo. Así como, la repetición de una serie de números en orden y de manera inversa, la misma que requiere de la memoria sensorial para su repetición inmediata y de la memoria de trabajo para su repetición de manera inversa, facultades, que se deterioran con la edad (Blasco-Bataller y Meléndez-Moral, 2006).
El control cognitivo es la capacidad de mantener la continuidad y estabilidad del desempeño a lo largo de la realización de una tarea, en un contexto cargado de estimulación distractora. Implica la selección de los estímulos relevantes que se requieren para el logro del objetivo, la mantención de la focalización en estos estímulos atingentes, y un bajo nivel de sensibilidad a la interferencia por estímulos irrelevantes (Buller, 2010). La atención dividida tiene la capacidad de alternar dos o más focos intencionales entre uno o varios estímulos y una imagen mental. De esta manera, el control atencional en los adultos mayores, disminuye
notablemente y sufre cambios con la edad, así pues, la falta de control del mecanismo inhibitorio limita la capacidad de procesamiento de información relevante para el sujeto, de esta forma dicho daño inhibitorio provoca mayor distractibilidad en los adultos mayores, y aumento de respuestas inapropiadas en la persona (Rosselli, 2015).
La fluidez verbal es la habilidad para generar palabras y cuya manifestación conductual es un flujo ininterrumpido y fluido de discurso. Operacionalmente se evidencia en la cantidad de palabras que el paciente es capaz de generar, en una cantidad determinada de tiempo, de acuerdo a categorías semánticas y/o fonológicas (Buller, 2010). Los adultos mayores presentan
alteraciones en los procesos lingüísticos como incapacidad para encontrar nombres, aumento de tiempos de reacción, el uso de paráfrasis o circunloquios, dificultades léxicas, problemas de vocabulario u otras que están asociadas a lesiones y estados patológicos como afasias o demencias (Saá, 2011).
Las habilidades visoespaciales en el adulto mayor se ven disminuidas y presentan
dificultad tanto en su habilidad motora, como en la ejecución de seguimiento de rutas, además en la formación de mapas mentales, ubicación de lugares; sin embargo, se ve conservado el
desempeño de tareas neuropsicológicas como la copia de figuras complejas (Rosselli, 2015). Por su parte, la modulación e inhibición de respuestas es la capacidad de responder de manera
flexible y en grados variables, de acuerdo a los requerimientos y objetivos planteados. Implica la mantención de una representación del sí mismo a lo largo de la ejecución, que permite adquirir un feedback del propio desempeño, regulándolo e inhibiendo las respuestas que dificulten el alcance del objetivo (Buller, 2010).
1.1.2 Reserva cognitiva
Se han descrito factores que pueden contribuir a ralentizar el deterioro de las funciones cognoscitivas superiores en el ser humano. Entre ellos, se encuentra la reserva cognitiva (RC), definida como la forma eficiente y flexible en que un sujeto es capaz de optimizar su rendimiento cognitivo y responder a las demandas del entorno. La capacidad de respuesta del sujeto es explicada por la forma en que una eficiente red neuronal es utilizada y modulada en el
envejecimiento normal, pero también en presencia de patología. La RC se acumula a lo largo de la vida e incluye elementos innatos y adquiridos, como, por ejemplo, la escolaridad, tipo de ocupación y la realización de actividades cognitivamente desafiantes y de ocio en la adultez y la adultez mayor. Los sujetos con una alta RC tienen menor riesgo de ser diagnosticados con
demencia, o presentar una progresión más lenta de esta (Hindle, Hurt, Burn, Brown, Samuel y otros, 2016).
Se trata de la capacidad del cerebro para afrontar los cambios cerebrales producidos por el envejecimiento normal o por un proceso neurodegenerativo que contribuye a disminuir sus manifestaciones clínicas, limitando el impacto negativo de las lesiones en el área cognitiva, a fin de poder continuar con un nivel de desempeño adaptativo a las demandas del medio. Se trata de un mecanismo cerebral potencial activo basado en la aplicación de los recursos cognitivos e intelectuales adquiridos gracias a la educación, las experiencias de aprendizaje, el entrenamiento cognitivo, la formación profesional-ocupacional, la experticia, la sabiduría, que se pone en funcionamiento cuando en el envejecimiento disminuyen ciertas habilidades cognitivas (Rami, 2011).
En términos de salud mental y desde la perspectiva de las neurociencias, la RC ha constituido una de las variables determinantes de la velocidad a la que ocurre el deterioro cognitivo durante la vejez. La misma, tiene relación directa con algunos factores personales y contextuales y a los que ha estado expuesto el adulto mayor a lo largo de su vida (Vásquez- Amézquita, 2016).
La RC se sustenta, entre otros factores, en la plasticidad neuronal. Dicho constructo hace referencia al nivel de ejecución cognitiva o intelectual que pueden mostrar los mayores en condiciones óptimas, fundamentalmente tras un periodo de entrenamiento de la habilidad
cognitiva en cuestión (Samite, 2016). En términos generales, se trata de la capacidad del cerebro para reorganizar sus patrones de conectividad neuronal, reajustando su funcionalidad. La
plasticidad neuronal está presente en el envejecimiento normal y también en el daño cerebral
adquirido e incluso en las demencias, depende de múltiples factores como el tipo de deterioro, la edad, el proceso de recuperación, la reserva cognitiva, factores genéticos, etc. (Samite, 2016).
El estudio realizado por López-Higes, Rubio-Valdehita, Prados, y Galindo (2013),
centrado en el papel de la RC y las habilidades lingüísticas en adultos mayores, se obtuvo que el nivel de escolaridad fue la variable que más influencia mostró sobre la RC, tanto en adultos mayores sanos, como en los que presentaban enfermedad de Alzheimer. De este modo, los autores encontraron que en la medida en que los logros educativos y ocupacionales son factores que aumentan la RC en las etapas tempranas y medias de la vida, puede esperarse que la
exposición a actividades estimulantes (intelectuales o sociales) en las etapas más tardías sea también beneficiosa. El entrenamiento cognitivo puede ayudar a los adultos mayores a mejorar habilidades cognitivas específicas, como las relacionadas con el lenguaje, y el beneficio parece durar más tiempo que la propia instrucción.
En este sentido, Vásquez-Amézquita (2016) encontró en un grupo de adultos mayores sanos, que el nivel de escolaridad constituye un predictor importante de la RC. Los resultados sugirieron que, en efecto, promover un alto nivel educativo y estimular la capacidad intelectual en etapas tempranas de la vida, puede suponer efectos protectores que podrían contribuir a la constitución de una RC capaz de retrasar la expresión cognitiva y funcional de los cambios neurobiológicos propios de la edad e, incluso, las enfermedades neurodegenerativas.
Por otra parte León, García-García, y Roldán-Tapia (2016), llevaron a cabo una
investigación, que tuvo como objetivo abarcar la estimación de RC en sujetos sanos a partir de los 65 años y su repercusión a nivel cognitivo. Para ello, la estimación de reserva cognitiva se realizó a través de la Escala de Reserva Cognitiva. Los autores encontraron que la participación en actividades cognitivamente estimulantes puede retrasar el inicio de la sintomatología
relacionada con demencias. Asimismo, un estilo de vida más activo se relaciona con una mayor plasticidad a nivel cognitivo, una mayor independencia funcional y una mayor autonomía en actividades de la vida diaria en adultos mayores.
En sentido general, durante el proceso de envejecimiento se producen una serie de cambios neuropsicológicos vinculados con el funcionamiento cognitivo y ejecutivo. El nivel de RC alcanzado y la plasticidad cerebral pueden actuar como protectores del sistema nervioso frente a la posible gravedad e intensidad de estas alteraciones; manteniendo al adulto mayor en una fase donde aún pueda hablarse de envejecimiento normal. No obstante, en muchas
ocasiones, se instauran enfermedades degenerativas, y se comienza a describir el proceso dentro de un envejecimiento patológico.
1.2 Envejecimiento patológico. Generalidades desde el punto de vista neuropsicológico 1.2.1 Deterioro Cognitivo Leve
El estudio del envejecimiento desde un punto de vista neuropsicológico implica, necesariamente, afrontar el reto de conocer qué cambios cerebrales pueden estar causando cambios en el funcionamiento cognitivo. Para ello es necesario, en primer lugar, ser capaces de poder establecer los límites entre el envejecimiento normal y distintas condiciones patológicas que afectan al sistema nervioso en etapas avanzadas de la vida. En este sentido, no es
infrecuente confundir lo que son cambios cognitivos específicos asociados a la edad, con las primeras manifestaciones de condiciones patológicas. Así, por ejemplo, las alteraciones relacionadas con la memoria suelen ser los primeros signos y/o síntomas cognitivos más frecuentes tanto en el envejecimiento normal como en las primeras etapas de la enfermedad de Alzheimer (Román y Sánchez, 1998).
El envejecimiento patológico puede estar caracterizado por la presencia de enfermedades neurológicas que afectan al funcionamiento psicológico y cognitivo normal de las personas mayores (Cancino, Rehbein-Felmer, y Ortiz, 2018). En la actualidad, se encuentran bien
delimitadas las fronteras entre un envejecimiento normal y uno patológico debido a la presencia de demencias. No obstante, esta frontera se hace compleja cuando se trata de diferenciar entre un envejecimiento normal y la presencia de DCL, dado que pueden existir quejas subjetivas de memoria en ambos grupos, además, ya que no hay gran afectación de las actividades de la vida diaria, los síntomas pueden pasar desapercibidos (Malek-Ahmadi, Davis, Belden, Jacobson, y Sabbagh, 2012). Petersen y otros (2009) señalaron que el rendimiento general de los sujetos con deterioro cognitivo leve, es similar al rendimiento de los sujetos control en pruebas de
inteligencia. Sin embargo, la utilización de pruebas neuropsicológicas permite realizar un estudio profundo de dominios cognitivos específicos y por ende de las funciones mentales deterioradas (Sancho y Santabárbara, 2017).
Durante los últimos 20 años, se ha evidenciado una evolución y variabilidad en las definiciones del DCL, lo cual ha conllevado a la existencia de criterios diagnósticos no homogéneos. Los criterios brindados por la Mayo Clinic estuvieron entre los más aceptados durante varios años. Estos señalaban la necesidad de presentar un deterioro de la memoria con la preservación de los otros dominios cognitivos. La pérdida de memoria debía ser corroborada por un informante; además de ser evaluada de forma objetiva. Incluían además, la conservación de la cognición general; conservación en la ejecución de actividades de la vida diaria; y ausencia de demencia (Petersen, 2004).
Posteriormente, la investigación ha expandido la sintomatología del DCL a otros dominios cognitivos, y se ha considerado que el deterioro de la memoria es una condición que no
está necesariamente presente, siendo el resto de los criterios más conocidos como Criterios de Petersen (Pessoa, Bomfim, Cavalmoretti, y Hortes, 2019). Los criterios de Petersen plantean la necesidad de quejas cognitivas, preferiblemente corroborada por un informante; deterioro cognitivo objetivo; conservación de la cognición general (a excepción de los dominios evidentemente afectados); actividades conservadas de la vida diaria; y ausencia de demencia (Petersen y otros, 2009).
De manera general, las definiciones de DCL más comúnmente utilizadas especifican que la persona debe tener una queja o inquietud cognitiva, preferiblemente corroborada por un informante clave, y mostrar evidencia objetiva de deterioro cognitivo que no es consistente con los cambios cognitivos esperados en el envejecimiento y acorde a su edad (Albert y otros, 2011;
Petersen, 2004; Petersen y otros, 2009; Petersen y otros, 1999). Además, debe existir conservación de la capacidad funcional, para excluir el diagnóstico de demencia, aunque pudieran existir déficits funcionales leves de orden superior (Albert y otros, 2011).
Es en este sentido que adquiere un rol relevante la evaluación de la capacidad funcional del adulto mayor supuestamente sano. La capacidad funcional es definida como la capacidad de ejecutar las acciones que componen el quehacer diario de manera autónoma, o sea, la capacidad de una persona para realizar las actividades de la vida diaria (AVD), de forma independiente.
Las AVD se dividen en básicas, instrumentales, y avanzadas (Trigás-Ferrín, Ferreira-González, y Meijide-Míguez, 2011). Las actividades básicas de vida diaria (ABVD) se refieren a niveles de funcionalidad en actividades elementales y de autocuidado. Son universales, se realizan en todas las latitudes y no están influidas ni por factores culturales ni por el sexo (Hernández y Neumann, 2016; Trigás-Ferrín y otros, 2011). Las actividades instrumentales de vida diaria (AIVD): hacen referencia a niveles de funcionalidad que permiten que una persona pueda ser independiente
dentro de la comunidad; o sea, actividades que facilitan la relación con el entorno (Hernández y Neumann, 2016; Lawton y Brody, 1969; Trigás-Ferrín y otros, 2011).
El DCL, a su vez, es considerado como una condición de alto riesgo hacia la evolución de una demencia. Las alteraciones cognoscitivas más reportadas en la literatura son en las
funciones de memoria, atención y funciones ejecutivas (Montes-Rojas y otros, 2012). Puesto que la misma se caracteriza por un deterioro físico y mental progresivo, irreversible e
incapacitante para el paciente, esto se acompaña de una mayor demanda de ayuda médica, social y familiar. Las demencias más prevalentes son la demencia tipo Alzheimer y la demencia vascular y sus primeros síntomas se centran en una pérdida de memoria y afectación en otras áreas (el criterio diagnóstico es la afectación de varios dominios con repercusión laboral y social) (Claver-Martín, 2018).
1.2.2 Ansiedad y depresión en el adulto mayor
A menudo, las manifestaciones de deterioro y demencia se ven solapadas en el adulto mayor, ante la presencia de depresión y ansiedad. Al respecto, la evidencia teórica y empírica es divergente; por una parte se sostiene que la presencia de sintomatología depresiva es un factor de riesgo para el desarrollo de deterioro cognitivo y la posterior conversión a demencia,
especialmente la de tipo Alzheimer y vascular, por lo tanto, esta tendría un efecto en el funcionamiento cognitivo, principalmente cuando la depresión se presenta tardíamente en el ciclo vital, aumentando considerablemente el riesgo de demencia de tipo vascular (Cancino y otros, 2018).
La depresión puede preceder en muchos casos al deterioro cognitivo y también ser un factor de riesgo para la progresión a demencia. También son frecuentes la ansiedad, la
irritabilidad y la apatía, que pueden estar relacionadas con la depresión o aparecer en ausencia de
ésta (Claver-Martín, 2018). La depresión se asocia a una alteración funcional debido quizás a una alteración emocional, a un declive en la función cognitiva y física. Afecta a la incapacidad y dependencia, siendo a su vez la incapacidad un claro factor de riesgo para la propia depresión, sin olvidar que no es inevitable el declive funcional en el curso de esta patología y su
reversibilidad, al menos en parte (Antón, Gálvez, y Esteban, 2013).
Un estudio realizado por Guadalupe, Pech, y Castro (2004) en adultos mayores institucionalizados evidenció una tendencia elevada y significativa a la presencia de
sintomatología depresiva, asociada al sentimiento de soledad y al balance que se realiza de la vida pasada. Otro estudio llevado a cabo por Sánchez y Gómez (2013), corrobora el resultado anterior, ya que obtuvieron que los principales problemas de la vejez, son los cuadros depresivos y ansiosos, y estos pueden ser producidos por el sentimiento de soledad que se genera en el adulto mayor.
Se plantea que la persistencia de los síntomas depresivos elevados en personas de edad avanzada se asocia con una fuerte trayectoria de empeoramiento de la discapacidad funcional, enfatizan en el término de soledad, nombrándolo como un predictor de deterioro funcional, así como una fuente común de dolor, sufrimiento y deterioro de la calidad de vida en las personas mayores. Asimismo se constató la relación entre la depresión y la ansiedad, entendiéndose que a mayor nivel de ansiedad, mayor probabilidad de depresión (Sánchez y Gómez, 2013).
Por otra parte, los trastornos de ansiedad han sido encontrados con una alta prevalencia en el paciente anciano en numerosos estudios. Su presencia suele asociarse con la depresión y la demencia, aunque se considera que, en el anciano, estos trastornos pueden presentarse de forma atípica u oligosintomática, predominando en su presentación los síntomas somáticos. A veces
constituye una entidad única y fácilmente diagnosticable, pero en la mayoría de los casos coexiste con otras patologías (Antón y otros, 2013).
El estudio realizado por Guadalupe y otros (2004), también hace énfasis en los altos niveles de ansiedad manifestados por un grupo de adultos mayores institucionalizados. En la investigación se logró como resultado, que muchos de los síntomas ansiosos son consecuencia de los deseos de estar con familiares, de querer salir y caminar, pero no poder hacerlo debido a la presencia de debilidades físicas, o sencillamente por no querer permanecer en un mismo lugar sin hacer algo.
Los autores encontraron altos niveles de ansiedad en los adultos mayores que
compusieron la muestra. De este modo, en los adultos mayores institucionalizados el 40 % no mostró índices de ansiedad, el 46.6 % mostró ansiedad leve y el 13.3 %, ansiedad moderada. En adultos mayores no institucionalizados, se encontró que el 71.8 % no mostró signos de ansiedad, mientras que el 25% y el 3.1% mostraron ansiedad leve y moderada, respectivamente
(Guadalupe y otros, 2004).
Por su parte, Sales, Pardo, Mayordomo, Satorres-Pons, y Meléndez (2015) también obtuvieron niveles elevados de ansiedad en adultos mayores institucionalizados supuestamente sanos. Dichos niveles pudieran estar apareciendo debido a la agitación de los participantes tras la revaloración de su futuro, el cual fue observado de manera negativa, sin esperanzas de vida futura, y evidenciando carencias de motivación respecto a sus próximos años de vida.
Teniendo en cuenta, los resultados alcanzados en las numerosas investigaciones, resulta primordial realizar investigaciones que aporten perfiles neuropsicológicos en el envejecimiento con deterioro y sin deterioro cognoscitivo específico de la población, ya que, las afecciones cognoscitivas pueden llegar a ser muy heterogéneas (Montes-Rojas y otros, 2012), y suelen
atribuirse erróneamente al proceso de envejecimiento. Otras veces, el paciente con un deterioro cognitivo leve o moderado ofrece una imagen lúcida e intacta desde el punto de vista intelectual y su deterioro pasa inadvertido para la familia e incluso para el personal sanitario. Por lo que la prevalencia de este trastorno puede desestimarse (Rodríguez y otros, 2014).
1.3 Evaluación neuropsicológica del adulto mayor 1.3.1 Aspectos básicos
La Neuropsicología es una rama de las Ciencias Psicológicas que estudia las relaciones entre el cerebro y la conducta, tanto en sujetos sanos como en los que han sufrido algún tipo de daño. Se diferencia de otras ramas determinadas de las Neurociencias en su objeto de estudio, ya que se congrega de modo específico en la comprensión de las bases neurales de los procesos mentales complejos. Por esta razón, la Neuropsicología se concentra en el estudio de procesos psíquicos humanos, como son el pensamiento, la memoria, el lenguaje, las funciones ejecutivas y las formas más complejas de motricidad y percepción (Jiménez-Puig, Fernández-Fleites, Broche- Pérez, y Abreu-Ferrer, 2021).
Esta disciplina presenta dos intereses principales: un interés teórico, a través de su contribución a la comprensión de la organización anátomo-funcional de las funciones cognitivas y de los comportamientos; un interés clínico, por su contribución a la identificación de las repercusiones de una disfunción cerebral en el comportamiento y en el funcionamiento cognitivo. El método de estudio utilizado en el campo de la Neuropsicología es la evaluación neuropsicológica. La misma debe proporcionar una descripción válida de los puntos fuertes y débiles del perfil cognitivo, con objeto de poder planificar un tratamiento especializado y ajustado a dicho perfil, sin olvidar la esfera afectiva y de personalidad (Slachvesky y otros, 2018).
La evaluación neuropsicológica, se preocupa de estudiar la expresión conductual de la función y la disfunción cerebral. La evaluación neuropsicológica constituye un método para examinar el funcionamiento cerebral superior a través del estudio del comportamiento, con la ayuda de técnicas, modelos teóricos y procedimientos de la Psicológica, tales como test, entrevistas, escalas estandarizadas y cuestionarios, que contemplan índices sensibles y precisos de comportamiento. El carácter distintivo de la evaluación neuropsicológica es su marco conceptual, que tiene el estudio del funcionamiento cerebral como punto de partida (Lezak, Howieson, y Loring, 2004). La exploración neuropsicológica trata de captar el rango de
variaciones que se producen tras alteraciones funcionales o estructurales en el cerebro después de haberse observado un cambio en el funcionamiento conductual (Blázquez, González, y Paúl, 2008).
Resulta imposible establecer un protocolo estandarizado para la exploración neuropsicológica, ya que la selección de las pruebas viene condicionada no sólo por su sensibilidad a la detección del daño cerebral, sino también por el motivo que determina la valoración – diagnóstico –, por el estado cognitivo de cada paciente y por el tiempo disponible para realizar el estudio. La evaluación neuropsicológica flexible implica la selección de un conjunto de pruebas que se adaptan a los problemas y necesidades del paciente que será evaluado (Bausela-Herreras, 2008).
El objetivo primario de una evaluación neuropsicológica es la determinación de las áreas cognitivas deficitarias y las áreas preservadas, el patrón de la disfunción cognitiva y las
consecuencias de la lesión o disfunción en el comportamiento. La evaluación neuropsicológica procede, en buena medida y de manera semejante, a la exploración psicológica convencional. La diferencia yace en el énfasis que la evaluación neuropsicológica pone en la identificación y
medida de los déficits psicológicos vinculados al funcionamiento cerebral, asumiendo que el daño y la disfunción cerebrales siempre tienen consecuencias de deterioro en la conducta y ello exige un estudio interdisciplinario: no se puede reducir exclusivamente a la aplicación de pruebas formales, ni a la cualificación de los síntomas sin seguir un estudio sistemático (Slachvesky y otros, 2018).
En el presente, el pensamiento neuropsicológico conceptualiza el daño cerebral como un fenómeno multidimensional susceptible de ser medido, pero a través de una aproximación sistémica que pondere la presencia de los diversos factores que repercuten sobre el
comportamiento de un individuo. Las repercusiones que una alteración neurobiológica puede tener sobre la conducta dependen de su naturaleza, extensión, localización dentro del sistema nervioso, tiempo de evolución y diferencias anatomofisiológicas individuales. Por esta razón, el proceso de evaluación neuropsicológica, al margen de las técnicas que utilice, se convierte en una tarea altamente personalizada, de acuerdo con las características particulares de cada paciente (González-Rodríguez y otros, 2017).
Conocer la situación cognitiva del paciente geriátrico es importante a la hora de planificar sus cuidados y tomar decisiones, ya que un apropiado manejo puede mejorar sustancialmente la calidad de vida y reducir el desarrollo de complicaciones. Su valoración se realiza
fundamentalmente para identificar la presencia de un deterioro que pueda afectar la capacidad de autosuficiencia del anciano y generar la puesta en marcha de estudios diagnósticos clínicos, neuropsicológicos, de neuroimagen y funcionales que traten de establecer sus causas e implicaciones, y establecer estrategias de intervención de forma precoz (Rodríguez y otros, 2014).
En el campo del envejecimiento, la valoración neuropsicológica se orienta hacia la búsqueda de respuestas frente a dos preguntas principales. La primera concierne al diagnóstico preciso de un trastorno (por ejemplo, demencia vs depresión, o tipo de demencia); la segunda, se relaciona con la medición del declive cognoscitivo, una vez que se ha documentado la presencia y el tipo de trastorno. En la actualidad, se reconoce que algunas de las principales afectaciones neuropsicológicas que se producen durante el periodo de envejecimiento, se relacionan con la memoria episódica y las funciones ejecutivas, subrayando la importancia de las redes de conectividad neural en la comprensión del envejecimiento cerebral (Arriola y otros, 2017).
1.3.2 Proyecto de estandarización y normalización de pruebas neuropsicológicas para países de Latinoamérica
El uso de instrumentos de evaluación es necesario para la detección de déficits y/o para comprobar la evolución de un paciente más allá de apreciaciones subjetivas y no explícitas. En noviembre de 2012, se llevó a cabo el Proyecto de estandarización y normalización de pruebas neuropsicológicas para países de Latinoamérica (Estudio Multicéntrico), con el fin de crear normas específicas de cada país para 10 de las pruebas neuropsicológicas más utilizadas en adultos. El objetivo era proporcionar normas estandarizadas para adultos sanos, teniendo en cuenta la edad, la educación y el sexo.
Se obtuvo una muestra de 5.402 adultos hispanohablantes originarios de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Cuba, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Paraguay, Perú y Puerto Rico. Este estudio multicéntrico avanza la caja de herramientas disponible para los neuropsicólogos hispanohablantes latinoamericanos al proporcionarles, al igual que otros que trabajan con individuos hispanohablantes fuera de América Latina, normas de un grupo de referencia específico de un país, en individuos sanos (Arango-Lasprilla, 2015).
Como parte del proyecto, se adaptaron, validaron, y se produjeron los datos normativos de 10 pruebas neuropsicológicas (Guárdia-Olmos, Peró-Cebollero, Rivera, y Arango-Lasprilla, 2015): Rey-Osterrieth Complex Figuretest (Rey, 2009); Prueba de color y palabras de Stroop (Golden, 2010); Prueba de clasificación de tarjetas de Wisconsin modificada (Nelson, 1976;
Schretlen, 2010); Prueba del trazo (TMT A-B) (Reitan y Wolfson, 1985); Prueba breve de atención (BTA) (Schretlen, 2010); Prueba de fluidez verbal fonológica y semántica; Boston naming test (Goodglass, Kaplan, y Barresi, 2005); Prueba de modalidades de dígitos de símbolos (SDMT) (Smith, 2002); Prueba de aprendizaje verbal de Hopkins: revisada (HVLT-R)
(Benedict, Schretlen, Groninger, y Brandt, 1998); Test of memory malingering (TOMM) (Tombaugh, 2011).
Se redactó la propuesta que incluía la metodología y la ética y posteriormente se entregó al comité de ética de la Universidad de Deusto (Bilbao, España). Después de la aprobación, se compraron los manuales de publicación, las hojas de respuestas y los materiales (folletos y tarjetas de asiento) para cada una de las pruebas neuropsicológicas. Las versiones en español de los folletos de instrucciones estaban disponibles para todos los instrumentos excepto para M- WCST y BTA. Se crearon en colaboración con los editores, los manuales de administración e instrucción españoles para estos instrumentos (Guárdia-Olmos y otros, 2015).
Asimismo, se crearon herramientas y ayudas visuales para lograr el proceso estándar de gestión de la batería. Estas herramientas consistieron en: una lista aleatorizada para determinar el orden de administración de las pruebas para cada participante con el fin de evitar el sesgo de orden y el condicionamiento cognitivo (Arango-Lasprilla, 2015). Para ello, se utilizó la función fx = RAND en Microsoft Excel y se configuró para tener en cuenta la interacción del idioma con la prueba de memoria verbal; también un marco para la toma de decisiones en el proceso de
evaluación; y una plantilla en Microsoft Excel, para ingresar información para limitar la información de entrada sesgada (Guárdia-Olmos y otros, 2015). Una selección de esta batería fue empleada en la presente investigación para la evaluación neuropsicológica de los adultos mayores supuestamente sanos.
En Cuba no hay evidencia científica actualmente, que demuestre que se haya utilizado esta adaptación del estudio multicéntrico. No obstante, estas herramientas se han utilizado para la evaluación del traumatismo craneoencefálico frontal. También para evaluar la función
ejecutiva en adultos mayores con patologías asociadas al deterioro cognitivo, utilizando para esto el Trail Making Test (Aguilar, Arrabal, y Herrera, 2014). Autores como Jiménez-Puig,
Fernández-Fleites, Broche-Pérez, y Abreu-Ferrer (2021), han realizado revisiones sistemáticas abordando los principales instrumentos para la evaluación neurocognitiva del adulto mayor, donde abordan una cantidad significativa de los test que conforman el estudio multicéntrico, aunque no utilizan la actualización propuesta por el estudio.
Se ha utilizado el Test de Fluidez Verbal para la evaluación de las alteraciones neuropsicológicas en sobrevivientes de leucemia linfoide aguda infantil (Cedré-Hernández, Villa-Salas, García-Caraballoso, Martínez-Cárdenas, López-García y otros, 2017). También se ha utilizado el Test de Cartas de Wisconsin como parte de los instrumentos a aplicar en
investigaciones sobre la influencia de la ansiedad y depresión sobre las funciones ejecutivas en pacientes con esclerosis múltiple (Martin-Ramos, Jiménez-Morales, Herrera-Jiménez, Guerra- Pérez, Martin-Ramos y otros, 2015). Este mismo instrumento ha sido utilizado por autores como Broche-Pérez (2017), para el estudio de las bases neurales de la toma de decisiones.
Capítulo II. Material y métodos 2.1 Paradigma de investigación
Se desarrolló una investigación cuantitativa. Desde esta perspectiva, se busca la mayor objetividad posible en todo el proceso. Los fenómenos que se observan o miden no deben ser influidos por el investigador. En la mayoría de los estudios cuantitativos se pretende generalizar los resultados y descubrimientos encontrados en los casos (muestra) a un universo mayor
(población). Asimismo, en ocasiones es deseable que las investigaciones efectuadas puedan replicarse. Con los estudios cuantitativos se pretende describir, explicar y predecir los fenómenos investigados, buscando regularidades y relaciones causales entre elementos (variables) (Hernández-Sampieri y Mendoza, 2018).
Desde esta tradición, se debe determinar todo el proceso investigativo a priori. Por ende, de modo procedimental, se delimitan casi perfectamente las fases de revisión de temas,
planteamiento de objetivos, determinación de variables e instrumentos, y la presentación y comentarios de los resultados obtenidos. Se trata de una tradición probatoria, cuyos análisis de basan fundamentalmente (pero no exclusivamente) en métodos estadísticos de análisis. Los protocolos no deben ser modificados en el curso investigativo (León y Montero, 2015).
2.2 Tipo de estudio
Se realizó un estudio descriptivo mediante encuestas. Este tipo de estudio busca describir determinada variable en una muestra o población determinada. Los procedimientos establecen reglas que permiten a los investigadores acceder de forma científica a las opiniones, actitudes, creencias, hábitos, etc., de los participantes. León y Montero (2015) emplean los términos encuesta y cuestionario, en un sentido procedimental; de este modo, se refieren a encuesta para denominar el proceso mediante el cual el investigador realiza una serie de interrogantes al
respecto de su variable bajo estudio; mientras que, se refieren a cuestionarios para denominar dicho conjunto de interrogantes. Este conjunto de interrogantes puede referirse a cuestionarios elaborados ad hoc por los investigadores para una investigación específica; o pueden ser utilizadas técnicas e instrumentos de recolección debidamente adaptados y validados en el contexto.
2.3 Diseño de investigación
El diseño investigativo fue transversal. El objetivo de este tipo de diseño es describir una población en un momento dado. El fin último puede ser la comparación de grupos de opinión al respecto de determinadas variables, y/o el establecimientos de relaciones entre las variables más importantes para los investigadores (León y Montero, 2015). La investigación se realizó desde marzo hasta abril de 2021.
2.4 Definición conceptual y operacionalización de variables
Funciones ejecutivas: función supramodal que organiza la conducta humana, permitiendo la resolución de problemas complejos (Stuss y Benson, 1986). Son responsables directas o indirectas de todas las funciones que realiza el lóbulo frontal, ya que supervisan y coordinan las actividades relacionadas con la inteligencia, la atención, la memoria, el lenguaje, la flexibilidad mental, el control motor y la regulación conductual en su más amplio sentido (Portellano, 2005).
Reserva cognitiva: capacidad de optimizar o maximizar el rendimiento a través del reclutamiento diferencial de las redes cerebrales, que tal vez reflejan el uso de estrategias cognitivas alternas (Stern, 2002).
Capacidad funcional: capacidad de ejecutar las acciones que componen el quehacer diario de manera autónoma, o sea, la capacidad de una persona para realizar las actividades de la vida diaria (AVD), de forma independiente. Las AVD se dividen pueden dividir en básicas,
instrumentales, y avanzadas (Trigás-Ferrín y otros, 2011). Las actividades básicas de vida diaria (ABVD) se refieren a niveles de funcionalidad en actividades elementales y de autocuidado. Son universales, se realizan en todas las latitudes y no están influidas ni por factores culturales ni por el sexo (Hernández y Neumann, 2016; Trigás-Ferrín y otros, 2011).
Las actividades instrumentales de vida diaria (AIVD): hacen referencia a niveles de
funcionalidad que permiten que una persona pueda ser independiente dentro de la comunidad; o sea, actividades que facilitan la relación con el entorno (Hernández y Neumann, 2016; Lawton y Brody, 1969; Trigás-Ferrín y otros, 2011).
Ansiedad: respuesta emocional de los sujetos antes de acciones que percibe o interpreta como amenazantes o peligrosas (Lazarus, 1966). La ansiedad en su dimensión estado, se entiende como una condición emocional transitoria de vivencia de ansiedad (González, Martín, Grau, y Lorenzo, 2007).
Depresión: considerada como una respuesta emocional frecuente que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración (Organización Mundial de la Salud, 1992).
Tabla 1
Operacionalización de variables Variable Instrumento de
evaluación
Dominios/Dimensiones Forma de medición
Capacidad funcional
Índice de Barthel Actividades básicas de vida cotidiana
< 20 puntos: independencia total 20-40 puntos: dependencia moderada 45-55 puntos: dependencia grave Escala de Lawton
y Brody
Actividades
instrumentales de vida cotidiana
5-8 puntos: independencia funcional 0-4 puntos: dependencia funcional Ansiedad Inventario de
Ansiedad Rasgo- Estado de Spielberger
(IDARE)
Estado >= 45 puntos: nivel alto de ansiedad 30-44 puntos: nivel medio de ansiedad
<=30 puntos: nivel bajo de ansiedad
Depresión Escala de Depresión Geriátrica (GDS)
Depresión 0-4 puntos: ausencia de depresión 5-8: depresión leve
9-11: depresión moderada 12-15: depresión severa Reserva
Cognitiva
Escala de Reserva Cognitiva
Vida diaria Sumatoria de las puntuaciones directas.
Elaboración de rangos mediante los percentiles de los participantes (altos, medianos y bajos índices de reserva cognitiva)
Formación-información Hobbies-aficiones Vida social Funciones
Ejecutivas Test de Fluidez Verbal
Fluidez verbal semántica
Producción de palabras dentro de la categoría animales (60 segundos) Fluidez verbal
fonológica
Producción de palabras que comiencen con las letras F, A, S (60 segundos)
Trail Making Test
TMT-A Puntuación directa en función del tiempo para completar el set (100 segundos máximo)
TMT-B Puntuación directa en función del tiempo para completar el set (300 segundos máximo)
Test de Denominación de
Boston
Respuestas espontáneas Número total de respuestas espontáneas (SR, por sus siglas en inglés)
adicionándosele el número de estímulos claves y las elecciones múltiples Respuestas con
estímulos clave (fonéticos y semánticos) Elección múltiple Test de Cartas de
Wisconsin- Modificado
Número de categorías correctas
Sumatoria directa de la cantidad de categorías correctas
Número de errores perseverativos
Empleo de la misma categoría cuando ya se ha cambiado la regla
Número de errores totales
Sumatoria directa de la cantidad de errores cometidos
Porcentaje de errores perseverativos
Número de errores perseverativos
divididos entre el número total de errores y multiplicado por 100
Fuente: Elaboracion personal
2.5 Población y muestra
La población de estudio la constituyeron los adultos mayores institucionalizados en el Hogar de Ancianos No1 de Santa Clara. El muestreo fue no probabilístico e intencional a través de criterios de selección. El proceso de selección muestral puede observarse en el diagrama de flujo (figura 1).
Criterios de inclusión:
1. Adultos mayores institucionalizados en el Hogar de Ancianos No1 de Santa Clara.
2. Ofrecer su consentimiento para participar en la investigación.
Criterios de exclusión:
1. Presencia de trastornos sensoriales (visuales, auditivos y/o motrices) que impidiesen la evaluación.
2. Presencia de trastornos neurodegenerativos de larga evolución que incapacitasen al participante.
3. Analfabetismo.
4. Presencia de trastornos intelectuales que impidiesen la evaluación (por ejemplo, retraso mental).
5. No encontrarse en la institución en el momento de la investigación.
Criterios de salida:
1. Sesiones incompletas.
2. Abandono voluntario de la investigación.
Figura 1
Diagrama de flujo del proceso de selección muestral.
Finalmente, la muestra quedó compuesta por 21 adultos mayores supuestamente sanos, lo cual representa el 25 % de la población. Las edades oscilaron desde los 63 hasta los 95 años.
Existió un predominio del sexo masculino. El grado de escolaridad alcanzado mayormente fue el de Educación Primaria (47.6 %); y el 85.7 % de la muestra contaba con menos de 12 años de estudio. La mayoría de los participantes poseía redes de apoyo, y menos de 2 años de
institucionalización en el Hogar de Ancianos. El 52.4 % percibió contar con una buena salud (tabla 2).
Tabla 2
Descripción sociodemográfica de la muestra
Variable Frecuencia (%)
Edad 63-78 años 11 (52.4)
79-95 años 10 (47.6)
Sexo Femenino 6 (28.6)
Masculino 15 (71.4)
Lateralidad Diestro 20 (95.2)
Zurdo 1 (4.8)
Zona de residencia Rural 8 (38.1)
Urbana 13 (61.9)
Nivel de escolaridad
Primaria concluida 10 (47.6)
Secundaria Básica 5 (23.8)
Bachiller 5 (23.8)
Superior 1 (4.8)
Cantidad de años de escolarización
Más de 12 años 3 (14.3)
Menos de 12 años 18 (85.7)
Estado civil Soltero 5 (23.8)
Divorciado 11 (52.4)
Viudo 5 (23.8)
Redes de apoyo Existencia de redes de apoyo 12 (57.1) Ausencia de redes de apoyo 9 (42.9) Tiempo de
institucionalización
Menos de 2 años 11 (52.4)
Más de 2 años 10 (47.6)
Percepción personal de salud
Muy buena 4 (19)
Buena 11 (52.4)
Regular 5 (23.8)
Mala 1 (4.8)
Fuente: Cuestionario de Línea Base
2.6 Instrumentos de recogida de información Trail Making Test (TMT)
Objetivo: es uno de los instrumentos de exploración neuropsicológica más utilizados para la evaluación de la atención y el control ejecutivo (Rabin, Barr, y Burton, 2005).
Descripción: fue originalmente desarrollado para la evaluación de la inteligencia, como parte del Army Individual Test Battery (1944), y fue más tarde incorporado a la Halstead-Reitan Battery (Reitan y Wolfson, 1985), con información detallada en cuanto a sus pautas de
administración, actualizadas por Spreen y Strauss (1998). Ha sido considerada una medida importante en cuanto al funcionamiento cerebral de forma general (Armitage, 1946; Reitan y