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ESTILOS DE AFRONTAMIENTO Y NIVEL DE ANSIEDAD.

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Academic year: 2021

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ESTILOS DE AFRONTAMIENTO Y NIVEL DE ANSIEDAD.

Pedro González Leandro.

Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos Facultad de Psicología

Universidad de La Laguna (España) E-mail: pleandro@ull.es

PALABRAS CLAVE: Estrés, Afrontamiento, Ansiedad. KEYWORDS: Stress, Coping, Anxiety.

RESUMEN:

El trabajo se enmarca dentro de una concepción del estrés como proceso transaccional, según la tradición de Lazarus. En una muestra de 285 personas, con un rango de edad entre 15 y 70 años (Media = 34 y D. T. = 11), obtuvimos datos de estilo de afrontamiento, según la propuesta de Lazarus, y de ansiedad, según las propuestas de Spielberger y de Beck; con el fin de comprobar, por una parte, si las personas altas en ansiedad utilizan estrategias de afrontamiento distintas a las bajas en ansiedad; y por otra, si los etilos de afrontamiento tienen alguna relación con el género. Después de llevar a cabo análisis bivariados y multivariados de las puntuaciones obtenidas en dimensiones de factores de afrontamiento por grupos de personas clasificados por género y por nivel de ansiedad rasgo, los resultados obtenidos nos permiten hacer tentativamen-te dos afirmaciones: una, que las mujeres, en gran parte, usan estrategias de afrontamiento diferentes a los hombres; y otra, que el uso de algunas estrategias de afrontamiento está influido por el nivel de ansiedad rasgo que tenga la persona que se enfrenta al suceso estresante.

Introducción

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tiene lugar desde la presencia real o imaginada del suceso estresante, siguiendo la estimación cognitiva, los mecanismos neurológicos de disparo (locus ceruleum, núcleos límbicos y núcleos hipotalámicos), hasta la respuesta de estrés propiamente dicha (eje neuronal, eje neuroedocrino y eje endocrino) y la posible afectación del órgano diana en el caso de no ser efectivas los modos de afrontamiento.

Una segunda forma de estudiar el estrés es centrarse en el estímulo estresante. Este enfoque parte del trabajo pionero de Thomas Holmes y Richard Rahe[4] que, utilizando una muestra de más de 5000 enfermos, identificaron 43 sucesos vitales que con frecuencia eran seguidos por alguna enfermedad. A continuación establecieron una jerarquía de estos sucesos vitales según el grado de reajuste estimado que una muestra de personas requería en cada uno de ellos. Estos autores partían de un concepto de estrés entendido como todo aquello que produce un cambio en la vida de la persona y que la obliga a realizar algo para adaptarse y seguir viviendo.

Sin embargo, la tercera forma de abordar el estudio del estrés, el análisis transaccional del estrés propuesto por el grupo de Lazarus[6], es la que se ha ido imponiendo en la actualidad siendo el enfoque que ocupa un mayor número de estudios. Según esta concepción, tanto los efectos del estímulo estresante como la respuesta al mismo dependen de las características del estresor y de las habilidades personales del sujeto (habilidades de afrontamiento) para abordar la situación problemática. En este enfoque, lo más relevante son los procesos de afrontamiento que lleva a cabo el individuo, ante una situación estresante.

El trabajo que presentamos, que participa de los presupuestos de este enfoque trasaccional del estrés, trata de estudiar los papeles que juegan la ansiedad y el género en el uso de estrategias de afrontamiento.

El afrontamiento

El aspecto central de este enfoque es, pues, el afrontamiento, definido por el propio Lazarus como los esfuerzos cognitivos y comportamentales constantemente cambiantes que se desarrollan para manejar las demandas específicas externas y/o internas que son evaluadas como excedentes o desbordantes de los recursos del individuo [6].

Se considera que el afrontamiento no es un rasgo o una disposición, sino un proceso donde es esencial la evaluación cognitiva que hace el sujeto (de 2 tipos, según Lazarus: primaria, sería estimar si la situación es positiva, estresante o irrelevante; y secundaria, que sería la determinación de lo que debe hacerse). Es bien conocida, además, la división que a nivel conceptual ha realizado Lazarus del afrontamiento: (1) afrontamiento centrado en el problema (que tiende a actuar sobre la causa del problema) y (2) afrontamiento centrado en la emoción (que tiende a modificar los sentimientos generados por el problema).

La aplicación de su instrumento, Ways of Coping Cheklist [6], a una muestra de personas normales produjo 8 factores: I) afrontamiento por confrontación, II) distanciamiento, III) autocontrol, IV) búsqueda de apoyo social, V) aceptación de responsabilidad, VI) escape-evitación, VII) planificación para resolver el problema y VIII) reevaluación positiva. Los factores I, IV y VII se consideran centrados en el problema, y el resto centrados en la emoción.

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recursos de la persona, siendo, en general, las estrategias de afrontamiento centradas en la emoción más independientes de la situación, estando, por tanto, más ligadas a características personales; por el contrario, las estrategias centradas en el problema son más sensibles a los contextos [7-8].

Parece que las características de personalidad influyen en los tipos de estrategias de afrontamiento que se usan, por ejemplo, Strentz y Auerbach [9] mostraron como los sujetos altos en locus de control externo emplean preferentemente estrategias centradas en la emoción; mientras los altos en locus de control interno emplean más las estrategias centradas en el problema. Además, determinadas características de personalidad parece que protegen contra el estrés, así ocurre, por ejemplo, con el optimismo [10] y la fortaleza [11].

Si el tipo de estrategia de afrontamiento empleado con más frecuencia por las personas está ligado a características de personalidad, sería lógico pensar que una dimensión psicológica como es la ansiedad, que forma parte de algunos rasgos de personalidad (neuroticismo, ...) y de determinados cuadros patológicos (fobias, obsesiones, etc.), tenga mucho que ver con los tipos de estrategias que se usan para afrontar el estrés.

Afrontamiento, ansiedad y género

Con objeto de conocer los compromisos que el afrontamiento tiene con el género y con la ansiedad, nuestro estudio intenta descubrir, por un lado, si el género juega algún papel en la elección de estrategia de afrontamiento; y por otro, si grupos extremos en la dimensión de ansiedad rasgo se diferencian en la forma de afrontar el estrés.

Método Muestra

La muestra que participó en el estudio está formada por 285 personas con un rango de edad entre 15 y 70 años (M = 31 y D. T. = 11), 185 mujeres y 100 hombres. En cuanto al nivel de estudios, el 54 % son alumnos de la universidad (al menos 2 cursos realizados), el 28 % tiene un nivel de bachillerato y un 18 % sólo estudios primarios. Debido a que algunas personas, por distintos motivos, no cumplimentaron la totalidad de los cuestionarios, el número de sujetos varía en algunas comparaciones estadísticas, y así se refleja en las tablas.

Instrumentos

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Para evaluar el nivel de afrontamiento se empleó la versión abreviada del cuestionario Ways of Coping Revised (Manual for the Ways of Coping Questionnaire) [14], del grupo de Lazarus, realizada por Bermúdez et al. [15].

Consta de 25 ítems, sobre formas de pensar, sentir y comportarse, que la persona debe contestar en un rango de respuesta de 4 niveles (desde no en absoluto (0), hasta totalmente (3)), y que evalúan 7 factores (en esta versión están unidos los factores de autocontrol y de aceptación de responsabilidad): (1) confrontación ("Si hay un responsable, intento hacerle cambiar de forma de pensar o de actuar"), (2) distanciamiento ("Intento seguir como si nada hubiera ocurrido"), (3) autocontrol y aceptación de responsabilidad ("Procuro guardar mis sentimientos para mí mismo"), (4) búsqueda de apoyo social ("Procuro hablar con alguien que tenga más información que yo para tener así más conocimiento sobre la situación"), (5) escape-evitación ("Espero que ocurra algún milagro, o que pase el tiempo y cambien las cosas"), (6) planificación ("Elaboro un plan de acción y lo pongo en funcionamiento") y (7) reevaluación positiva ("Procuro salir de la experiencia mejor que cuando entré en ella").

Procedimiento

Tanto los cuestionarios de ansiedad como el de afrontamiento se entregaron a las personas que participaron en el estudio en un solo bloque, con la indicación de que los cumplimentaran en una sola sesión. El 40 % de la muestra los cumplimentaron en grupo (en el aula de clase de la universidad) y el resto los cumplimentaron en casa y los entregaron en un plazo breve de tiempo. Con objeto de realizar las comparaciones entre grupos extremos en ansiedad, en cada una de las dos medidas de ansiedad (BAI y STAI rasgo), se seleccionó el 34 % de las personas con puntuaciones más altas en ansiedad y el 34 % con puntuaciones más bajas.

Se aplicaron distintos análisis estadísticos, básicamente pruebas t para muestras independientes y análisis discriminante. Para el tratamiento estadístico de los datos se usó el paquete estadístico SPSS, versión 10.

Resultados

Para comprobar si el género tiene alguna relación con los factores de afrontamiento llevamos a cabo una comparación de medias de hombres frente a mujeres en cada uno de los siete factores de afrontamiento. Los resultados se muestran en la Tabla 1. Como se puede apreciar, los hombres hacen uso con más frecuencia que las mujeres de las estrategias de afrontamiento de Planificación y Distanciamiento; las mujeres usan más la Búsqueda de apoyo. Además, parece que los hombres tienen tendencia a usar más que las mujeres estrategias de Confrontación, Escape - Evitación y de Autocontrol, aunque las diferencias no son significativas. No se aprecian diferencias en el uso de la Reevaluación Positiva que la emplean ambos géneros con una frecuencia similar.

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El resultado más llamativo es que de los siete factores de afrontamiento, en sólo tres se diferencian de forma significativa los altos en ansiedad de los bajos en ansiedad. Además, los grupos extremos formados en base a la puntuación en el STAI-R se diferencian en tres factores de afrontamiento, mientras los formados en base a las puntuaciones del BAI, sólo se diferencian en dos.

Tanto si la ansiedad es medida por el STAI-R como por el BAI, las personas altas en ansiedad emplean con más frecuencia la estrategia de afrontamiento de Escape - Evitación que las personas bajas en ansiedad; y éstas emplean más la Planificación que las altas en ansiedad.

Los decimales se han separado con un punto en lugar de con una coma. (N. S. = No significativo; * = p < .05; ** = p < .01))

Los decimales se han separado con un punto en lugar de con una coma. (N. S. = No significativo; ** = p < .01; *** = p < 0.001)

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Cuando los grupos se han formado en base a la puntuación de ansiedad medida por el STAI-R, la estrategia de afrontamiento de Confrontación es usada con una frecuencia significativamente mayor por las personas bajas en ansiedad. Además se aprecia una tendencia, sin llegar a los niveles de significatividad, a que las personas bajas en ansiedad usen más la estrategia de Distanciamiento y las altas en ansiedad usen más la Reevaluación Positiva. Consideramos que la medida de ansiedad obtenida mediante el STAI-R cubre más aspectos del constructo de ansiedad, ya que el BAI está más restringido a la existencia de una serie de respuestas psicofisiológicas relacionadas con la ansiedad. Además, los resultados indican que las variables de afrontamiento discriminan mejor los grupos extremos seleccionados en base a las puntuaciones en el STAI-R, por este motivo hemos elegido esta medida para seleccionar los grupos del análisis discriminante que exponemos a continuación.

Tratando de profundizar en el papel que juegan los factores de afrontamiento, y en conocer cuáles de estos factores maximizan la diferencia entre los grupos altos y bajos en ansiedad, se ha llevado a cabo un análisis discriminante utilizando como medidas de ansiedad para formar los grupos criterios la puntuación en el STAI-R. Los resultados se pueden ver en las Tablas 4, 5, 6 y 7.

Tal como se ve en la Tabla 4, la función discriminante encontrada tiene una alta significación (p < 0,001) y con una correlación canónica de 0,62 que se puede considerar alta.

El valor de los centroides que definen las variables que entran en la función discriminante refleja que hay una amplia diferencia entre los grupos con respecto a la función discriminante obtenida, tal como se muestra en la Tabla 5.

Los factores de afrontamiento que definen la función discriminante, como se muestra en la Tabla 6, ordenados de mayor a menor poder de diferenciación son los siguientes: Planificación, Escape -Evitación, Confrontación, Distanciamiento, Reevaluación Positiva, Autocontrol y Búsqueda de Apoyo. Es decir, el factor de afrontamiento más relevante para diferenciar las personas altas de las bajas en ansiedad es la Planificación, que es más utilizada por las bajas en ansiedad.

La función discriminante, tal como se muestra en la Tabla 7, clasifica correctamente el 81 % de los casos dentro de los grupos dicotomizados (personas altas en ansiedad - personas bajas en ansiedad) en función de sus centroides, lo que indica el gran poder de discriminación que tienen los factores de afrontamiento.

Conclusiones

Este trabajo tenía un doble objetivo relacionado con las estrategias o estilos de afrontamiento ante el estrés:

(1) Conocer si las mujeres se diferencian de los hombres en el tipo de estrategias de afrontamiento que usan; y (2) analizar las diferencias en la forma de afrontar el estrés de las personas con ansiedad alta y con ansiedad baja.

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búsqueda de apoyo como estrategia de afrontamiento y que los hombres suelen emplear la planificación y el distanciamiento. Además, y aunque sólo sea a nivel de tendencia, parece que los hombres también son más propensos que las mujeres a usar la confrontación, el escape/evitación y el autocontrol.

Los decimales se han separado con un punto en lugar de con una coma. (*** = p < 0.001)

Los decimales se han separado con un punto en lugar de con una coma.

Es decir, tanto hombres como mujeres usan estrategias centradas en el problema y centradas en la emoción, pero existen diferencias: mientras los hombres suelen usar más la planificación y la confrontación, como estrategias centradas en el problema, las mujeres hacen más uso de la búsqueda de apoyo. En cuanto a las estrategias centradas en la emoción, los hombres las emplean con más frecuencia que las mujeres (excepto la reevaluación positiva).

2) Por lo que respecta al papel de la ansiedad en la elección de los tipos de estrategia de afrontamiento ante el estrés, los resultados indican que algunas estrategias son usadas con una frecuencia parecida por ambos grupos extremos en ansiedad y que otras son más privativas de alguno de los dos grupos. Las estrategias de afrontamiento que más diferencian ambos grupos son, por este orden: la planificación de las acciones, el escape y/o evitación ante el problema, la confrontación, la reevaluación positiva y el distanciamiento. Sin embargo, el autocontrol y la búsqueda de apoyo no parece que diferencien mucho a ambos grupos de personas; en el caso del autocontrol, es un resultado en parte inesperado ya que no parecía a priori que fuera usado por las personas con ansiedad alta.

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centradas en la emoción (la evitación y el escape, y la reevaluación positiva, además de el autocontrol y la búsqueda de apoyo), y que las personas con ansiedad baja emplean más estrategias de afrontamiento centradas en el problema (la planificación, la confrontación y el distanciamiento).

En resumen, como síntesis final de este estudio, creemos que se pueden apuntar dos conclusiones importantes:

- Aunque tanto hombres como mujeres hacen uso de todas las estrategias de afrontamiento, existen diferencias intergénero en cuanto al tipo de estrategias usadas con más frecuencia: los hombres tienden a usar más la planificación, el distanciamiento y la confrontación; en tanto que las mujeres, tienden a usar la búsqueda de apoyo. No hay diferencias, sin embargo, en el uso de la reevaluación positiva.

- Por otra parte, respecto a las relaciones entre la ansiedad y el afrontamiento, existen estrategias de afrontamiento, como el autocontrol y la búsqueda de apoyo, que son usadas con una frecuencia parecida tanto por personas ansiosas como no ansiosas. Sin embargo, las personas ansiosas suelen usar más la evitación y el escape, y la reevaluación positiva, mientras que las personas no ansiosas, la planificación, la confrontación y el distanciamiento.

Finalmente, aunque consideramos que estos resultados tienen bastante valor ya que aportan datos para conocer mejor las estrategias de afrontamiento ante el estrés que emplean grupos determinados de personas, no se nos escapa que el estudio tiene algunas debilidades por lo que debemos ser cautelosos y no pretender generalizar los resultados sin más. En primer lugar, como hemos visto, la muestra empleada tiene un número mayor de mujeres que de hombres (en gran parte, esta situación demográfica es un reflejo de la realidad universitaria en nuestra disciplina), y, además, existe una proporción de universitarios mayor que en la población general; por tanto se puede decir que la muestra no es muy representativa y se aconsejaría emprender estudios de validación cruzada para comprobar si se siguen manteniendo los mismos resultados con otras muestras. Por otro lado, pensamos que aparte del cuestionario de afrontamiento usado, se podrían usar otros instrumentos para evaluar el afrontamiento del estrés, más de tipo contextual y que evalúen realmente los procesos de afrontamiento. También sería interesante conocer las relaciones que pudieran existir entre distintas dimensiones de personalidad y las estrategias de afrontamiento ante el estrés.

Referencias

1. Selye, H. A syndrome produced by nocuous agents. Nature; 1936, 138, 32.

2. Selye, H. History of the stress concept. En L. Goldberger y S. Breznitz (eds.): Handbook of stress. Theoretical and Clinical Aspects. Nueva York: Free Press; 1993.

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4. Holmes, T y Rahe, R. The social readjustment rating scale. Journal of Psychosomatic Research; 1967, 11, 213-8.

5. Pelechano, V. Psicología sistemática de la personalidad. Barcelona: Ariel; 2000.

6. Lazarus, RS y Folkman, S. Stress, appraisal and coping. Nueva York: Springer; 1980 (traducción española: Estrés y procesos cognitivos, Barcelona: Martínez Roca, 1984).

7. Lazarus, RS. Theory-based stress measurement. Psychological Inquiry; 1990, 1, 3-13.

8. Lazarus, RS. Toward better research on stress and coping. American Psychologist; 2000, 55, 665-73.

9. Brody, N y Ehrlichman, H. Psicología de la personalidad. Madrid: Prentice-Hall; 2000.

10. Scheier, MF, Weintraub, JK y Carver, CS. Coping with stress. Divergent strategies of optimists and pessimists. Journal of Personality and Social Psychology; 1986, 51, 1257-64.

11. Kobasa, SC, Maddi, SR y Kahn, S. Hardiness and health: A prospective study. Journal of Personality and Social Psychology; 1982, 42, 168-77.

12. Spielberger CD, Gorsuch, RL y Lushene, RE. STAI (State trait anxiery inventory). Palo alto, CA: Consulting Psychologist Press; 1971. (version española, STAI .Cuestionario de ansiedad estado-rasgo. Manual (4ª ed.). Madrid: TEA, 1994.

13. Folkman, S, y Lazarus, RS. Manual for the Ways of Coping Questionnaire. Palo Alto, CA: Consulting Psychologist Press; 1988.

14. Beck AT, Brown, G, Epstein, N y Steer, RA. An Inventory for Measuring Clinical Anxiety: Psychometric Properties. Journal of Consulting and Clinical Psychology; 1988, 56, 893-7.

Referencias

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