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DIOS TE AMA INMENSAMENTE

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Academic year: 2021

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DIOS TE AMA INMENSAMENTE

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Colección «Meditaciones»

Serie Blanca

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Chiara Lubich

DIOS TE AMA INMENSAMENTE

Selección de pensamientos

sobre Dios Amor

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1ª reimpresión: diciembre 2010

Título original: Dio ti ama immensamente

© 2009, Città Nuova Editrice Via Pieve Torina, 55 - 00156 Roma

Selección de textos: Caterina Ruggiu, Michel Vandeleene Traducción: Ana Hidalgo

Maquetación y diseño gráfico: Antonio Santos Ilustraciones de cubierta e interior: Beatriz Marchetti

© 2009, Editorial Ciudad Nueva José Picón, 28 - 28028 Madrid

www.ciudadnueva.com ISBN: 978-84-9715-185-6

Depósito legal:

Impreso en España - Printed in Spain

Imprime: Estugraf Impresores - Ciempozuelos (Madrid)

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Nota del editor

En 1943, Chiara Lubich tenía 23 años. Un sacerdote le pregunta si no querría dedicar una hora del día al apostolado, y Chiara responde:

«¿Por qué una hora solamente? ¡Todo el día!».

Asombrado por ese arranque de generosidad, le pide que se arrodille, la bendice y le dice: «Re- cuerde: Dios la ama inmensamente». El descu- brimiento que hace Chiara Lubich de Dios Amor constituye la piedra angular, el núcleo en torno al cual funda toda su vida, el primer pun- to de la «espiritualidad de la unidad».

Creer en el amor se convirtió en la verdade- ra identidad de Chiara Lubich, como lo de- muestra una decisión que tomó junto con sus primeras compañeras: en caso de que muriesen –cosa nada improbable en plena guerra– no que- rían que sobre su tumba se escribiesen sus nom- bres, sino esta frase: «Nosotras hemos creído en el amor». Así lo cuenta en el texto inicial de es- te volumen, escrito en 1959 y que recoge los 5

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puntos esenciales de su pensamiento sobre el amor de Dios.

Este libro no es un estudio ni una presenta- ción orgánica sobre Dios Amor. Simplemente hemos reunido una serie de breves frases entre- sacadas de sus cartas, apuntes y páginas de su diario en las que comunica con pasión y senci- llez su descubrimiento de que Dios es Amor, su conciencia de que no somos huérfanos; de que todo está en sus manos; de que hay que elegirlo y referirlo todo a Él.

Un libro sencillo y sugerente que nos ayuda a «entrar» en la verdadera naturaleza de Dios.

EL EDITOR

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Introducción

Este libro habla por sí mismo: habla de te- mas fundamentales sobre los que solemos refle- xionar, y lo hace con un lenguaje sencillo pero profundo. Es verdad que son temas religiosos –Dios Trinidad, la relación con Dios y con el prójimo, el Evangelio y las Escrituras–, pero también profundamente humanos, pues se refie- ren a los interrogantes que la humanidad se plan- tea, para resolverlos de modo variado: el sentido del tiempo que pasa, de la vida y de la muerte, la vida en el más allá, el valor del sufrimiento, la re- lación entre acción externa y coherencia interior.

Las frases de Chiara Lubich que componen este pequeño volumen, escogidas sobre todo de cartas dirigidas en los años 40 a personas amigas o con las que tenía relación, no pretenden por sí mismas ofrecer respuestas a estas cuestiones.

Sentenciar o ejercer de moralista no entraba en los planes de esta joven veinteañera o poco más, y tampoco encajaba con su modo de ser. En sus 7

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palabras, Chiara reflejaba otras ya dichas y es- critas: las Palabras eternas referidas en los Evan- gelios, que seguramente nos habrán enseñado.

Entonces, ¿dónde está la novedad? ¿Por qué debería uno acercarse a este libro? Porque un nuevo modo de mirar renueva también el men- saje: un mensaje desde siempre revolucionario, pero que necesita expresiones siempre diferen- tes para poder redescubrir su perenne originali- dad. Y la mirada de la joven Chiara posee sin duda algo especial: es la mirada de una chica enamorada. El amor es el alfa y la omega de es- tas páginas, el fin y el medio de cada exhorta- ción, como lo fue de toda la vida de Chiara.

En su primera encíclica, Benedicto XVI lla- ma la atención sobre el «amplio campo semánti- co de la palabra amor» (Deus caritas est, 2), sobre los diferentes tipos de amor que encuentran los seres humanos, por encima de los cuales –sigue diciendo el Papa– «sobresale como arquetipo de amor por excelencia» el que se da entre hombre y mujer. El amor de Dios y a Dios, que Chiara con- templa en sus diferentes aspectos, es tan arrolla- dor que presenta características semejantes al amor humano, de modo que quien ha experi- mentado la fuerza impetuosa del enamoramiento, la alegría siempre sufrida del vínculo con el otro, 8

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la medida de amor de que es capaz el corazón, puede comprender mejor las propuestas de la au- tora, que se pueden vivir día a día aun siendo de carácter extraordinario. Chiara eligió a Dios co- mo único esposo de su alma, e invita a los desti- natarios de sus escritos a hacer lo mismo.

Pero éste no es el punto de partida. Sólo pue- de dar quien ha recibido: es puro evangelio ade- más de pura lógica. Chiara recalca con fuerza un concepto que constituye desde siempre el meollo de la fe cristiana, pero que quedó enterrado du- rante largo tiempo, que ha resurgido en la Iglesia en época reciente y que aún no ha sido del todo interiorizado: Dios es amor (cf. 1 Jn 4, 8), como han vuelto a anunciar los últimos papas.

Una característica notable del carisma reci- bido por Chiara es haber iluminado, veinte años antes del Concilio Vaticano II, aspectos del mensaje cristiano poco considerados hasta en- tonces y que, además de proporcionar una vi- sión más completa del Dios de Jesucristo, pue- den simplificar la vida diaria de quien se esfuerza por vivir su fe en toda circunstancia.

Es, pues, una buena noticia en todos los sentidos, que va desde olvidar los afanes de cada día –Pedro invita a descargar en Dios cualquier preocupación, «pues Él cuida de vosotros», (1 P 9

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5, 7)– hasta la certeza de que Dios ama a cada uno y lo ha demostrado dando la vida por noso- tros –«El Hijo del hombre no ha venido a que le sirvan, sino a servir y a dar su vida como resca- te por muchos» (Mt 20, 28)–, pasando por la in- finita misericordia de Dios –«Sed misericordio- sos, como vuestro Padre es misericordioso», (Lc 6, 36)–, entre otros. Para cada pensamiento de Chiara se podría encontrar una cita bíblica co- mo fuente autorizada.

La novedad de su punto de vista depende también del entorno en que comunica sus pensa- mientos. Son los años de la Segunda Guerra Mun- dial e inmediatos en la ciudad italiana de Trento.

En las afirmaciones de Chiara resuena muchas ve- ces el eco de las bombas y una profunda exigencia de renovación. Por ese motivo, las repetidas alu- siones a la muerte no denotan un pensamiento pe- simista ni una invitación a la tristeza, pues en gue- rra la muerte es algo cotidiano. Lo cual exige vivir cada instante en plenitud, apuntando a lo que va- le de verdad. Incluso el sufrimiento revela su tarea constructiva: se invita no sólo a aceptar el dolor, sino a «desearlo» como prolongación del dolor que Jesús experimentó por nosotros en la cruz.

Las palabras de Chiara Lubich se elevan cuando se trata de confiar a sus destinatarios el misterio de 10

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