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LA SECUENCIA DE OPERACIONES EN EL TRABAJO DEL SUELO

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Seguidamente se analizan las diferentes alternativas que se pueden seguir en la

preparación del suelo para los cultivos más representativos de la agricultura

extensiva de secano y regadío en las condiciones de la Península Ibérica

LA SECUENCIA DE

OPERACIONES

EN EL TRABAJO DEL SUELO

LUIS MÁRQUEZ

p

ara reducir los costes de producción resulta esen-cial planificar y optimizar las operaciones de traba-jo del suelo, ya que en ellas el con-sumo de energía en forma de ga-sóleo es de la mayor importancia. El punto de partida debe de ser el conocimiento del estado del suelo. En función de su naturale-za, de los tiempos disponibles y de la evolución de la climatología del año, habrá que actuar en con-secuencia para minimizar las

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tervenciones. Llegando a la siem-bra directa el ahorro sería máxi-mo, si solo contabilizamos los cos-tes directos derivados de la me-canización, pero esta opción no se puede aplicar en todas las circuns-tancias.

I

Las condiciones del

suelo y el desarrollo de

las plantas

Para conseguir que un cultivo se desarrolle aprovechando su má-ximo potencial genético se

nece-sita que el perfil del suelo explo-rado por las raíces mantenga una densidad aparente adecuada, cre-ciente con la profundidad. En un suelo muy compactado no se pro-duce el deseado desarrollo radi-cular, pero tampoco un suelo con huecos y grandes fisuras ofrece un buen soporte para el desarro-llo de las raíces, ya que estas cre-cen aprovechando las fisuras, pe-ro dejan un gran volumen de sue-lo sin expsue-lorar.

Se puede asimilar el suelo en la que se desarrollan las raíces al contenido en macetas de

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FIGURA 1.- VARIACIÓN DE LAS FUERZAS RESISTENTES DEL SUELO EN FUNCIÓN DE LA HUMEDAD

te tamaño. Si la maceta es gran-de la planta puegran-de crecer más, siempre que las características ge-néticas de la planta lo permitan, por el mayor crecimiento de su sistema radicular. Si en una mace-ta grande cambiamos parte de la tierra por piedras, poca tierra ha-brá disponible para suministrar el agua y los minerales que la plan-ta necesiplan-ta para su crecimiento.

Una manera de aumentar la producción, cuando la superficie

de cultivo es limitada, es incre-mentando el volumen de suelo ex-plorado por las raíces, o sea au-mentando lo que se conoce como el 'perfil cultural'. Esto significa tra-bajar con los aperos a mayor pro-fundidad, lo cual tiene un coste, y carece de sentido cuando las ca-pas del suelo más alejadas de la superficie tienen poco que ofre-cer (mala calidad), o cuando la pro-pina naturaleza de las plantas limi-ta su crecimiento radicular.

Pero adaptar el volumen de suelo a lo que las raíces del culti-vo necesitan no es suficiente. En la mayoría de las plantas cultiva-das la implantación se realiza me-diante semillas, y para que una se-milla germine y nazca es necesa-rio que absorba con rapidez la hu-medad presente en el suelo, además de que las condiciones de temperatura sean favorables. El buen contacto de la semilla con el suelo se consigue rodeándola de tierra fina y presionando para que

En resumen, la secuencia de operaciones del trabajo de suelo tendrán como objetivo, por una parte, obtener un perfil del suelo adecuado para un buen desarro-llo del cultivo, por otra, preparar el lecho de siembra en el que se de-positará la semilla; en esto se pue-de contar con la ayuda pue-de la bota de la sembradora.

Dependiendo del tipo de sue-lo y de las condiciones de hume-dad, esta preparación diferencia-da será más fácil de conseguir, o más complicada. Incluso en deter-minadas circunstancias las condi-ciones meteorológicas pueden ayudar, o la propia naturaleza del suelo, unida a los cambios de hu-medad que proporciona el clima, puede encargarse de mantener el suelo con un grado de esponja-miento que haga innecesarias to-das, o al menos algunas, de las la-bores, con lo que la siembra direc-ta sería posible.

I El suelo y el agua

Las partículas que forman en suelo están unidas entre si con unas fuerzas que dependen del contenido de arcilla y de materia orgánica y de la presencia del agua. Así, las partículas de arcilla en un suelo que se ha secado es-tán fuertemente unidas por las cargas eléctricas entre sus com-ponentes químicos, lo que se co-la semilco-la y los pequeños terrones

se unan.

A medida que se hace más pequeña la semilla la tierra que la rodea debe de ser mas fina, o bien, hay que aumentar la presión, lo cual, en condiciones húmedas, daría lugar a que se formen capas endurecidas que impidan la nas-cencia de la planta. Además, con-viene que la sembradora deje la semilla sobre una capa asentada que impida que la profundidad de siembra sea mayor de la deseada, y que permita que el agua acumu-lada en las capas profundas del suelo suba por capilaridad hasta la semilla. La capa asentada, la tie-rra fina rodeando la semilla y una superficie aterronada constituyen lo que se conoce como 'lecho de siembra', que es el objetivo del la-boreo secundario.

51

AGOSTO 2009

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de manifiesto en los suelos con fuerte contenido arcilloso.

Aprovechando la variación de la humedad en el perfil del suelo, se deben de planificar las opera-ciones para reducir al mínimo los costes de operación, aunque las diferencias meteorológicas entre unos años y otros imponen modi-ficaciones en la forma de actuar.

I

Preparación del suelo

en los cultivos de

siembra otoñal

noce como fuerzas de cohesión molecular, que se debilitan, a me-dida que la humedad aumenta, pa-ra casi desaparecer.

También, a medida que la hu-medad aumenta, la absorción del agua por los pequeños terrones que forman la estructura del sue-lo actúa como elemento de unión, dando lugar a un sistema de fuer-zas conocidas como de cohesión superficial, o de adherencia, que le dan al suelo un comportamien-to plástico (se deforma sin rom-perse), hasta que alcanza un má-ximo a partir del cual decrece. Cuando la humedad sigue aumen-tando estas fueras se minimizan y se dice que el suelo ha llegado al límite líquido (ver Figura 1).

En todo momento, la resisten-cia del suelo es la suma de la co-hesión molecular entre las partí-culas de arcilla y la adherencia en-tre los pequeños terrones que for-man la estructura del suelo, por lo que las operaciones de cultivo de-berán vencer esta resistencia.

Para romper con menos

ener-gía el suelo, creando tierra fina, como se necesita en las operacio-nes de preparación del lecho de siembra (laboreo secundario) con-viene trabajar con un contenido de humedad en el que sea mínima la cohesión molecular, antes de que empiece aumentar la adherencia: esto se conoce como suelo en es-tado friable.

Si se necesita mover el sue-lo, moldeándolo para dejar un es-pacio interior por el que circulen el aire y el agua (aumentando la

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densidad aparente), como en la arada con vertedera, conviene que tenga un comportamiento plásti-co (sobrepasando lo que se plásti- cono-ce como límite inferior de plastici-dad). Esta es la condición en la que se dice que el suelo está en tempero, antes de llegar al máxi-mo nivel de adherencia. Pero no todos los suelos dan facilidades para esto, especialmente los arci-llosos, en los que se pasa de un estado de sequedad en el que se requiere mucha energía para mo-verlo, a otro en el que se vuelve pegajoso y en el que resulta im-posible incluso desplazarse sobre él con los tractores.

El porcentaje de agua que el suelo puede retener en buenas condiciones de drenaje, lo que se conoce como 'capacidad de cam-po', y su proximidad con la hume-dad a la que se alcanza la máxima adherencia, hace que aumentan las dificultades de trabajo del sue-lo, lo que se pone especialmente

La siembra en otoño, cuando la recolección se ha realizado en el verano precedente, es una prác-tica común en los cereales de in-vierno, y otros cultivos con el mis-mo ciclo, en muchas regiones agrí-colas españolas. En otras, la im-plantación del cultivo en otoño vine precedida de un año de des-canso, o barbecho.

En el caso de que la recolec-ción se realice el mismo año en el que se efectúa la siembra, el tiem-po distiem-ponible para la preparación del suelo es de tres o cuatro me-ses, en gran parte de los cuales la humedad del suelo puede ser muy baja, lo que dificulta cualquier ope-ración.

A partir de la recolección del cultivo precedente, en los meses de junio y julio, se necesita la re-tirada de parte del rastrojo (reco-gida y empacado de la paja) o el esparcido y la incorporación al suelo después de un picado que

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TABLA 1.- SECUENCIA DE OPERACIONES DE TRABAJO DEL SUELO PARA CULTIVOS DE SIEMBRA OTOÑAL

puede realizar la propia cosecha-dora.

La primera operación con ape-ros de trabajo del suelo sería la in-corporación superficial de los re-siduos con una grada de discos, vertedera de cohecho, o apero equivalente. Esto puede ir unido a la fertilización de fondo. Como alternativa, la aplicación de herbi-cida cuando se decide por la siem-bra directa.

Es difícil con el suelo seco re-alizar cualquier tipo de labor, es-pecialmente las profundas, ya que la resistencia del suelo es muy ele-vada y aumenta considerablemen-te el consumo de combustible, por lo que habrá que esperar a la llegada de las lluvias de otoño.

El chisel, o cultivador pesado, puede ser la opción más adecua-da, ya que trabaja bien con menor contenido de humedad del suelo. Si se utiliza inmediatamente de-trás de la cosechadora, la hume-dad residual del terreno le permi-te actuar con más facilidad, incor-porando una parte del rastrojo,

siempre que se limite la profundi-dad de intervención a menos de 20 cm. Cualquier retraso en la operación la hace impracticable.

Con las lluvias de otoño se puede pensar en la vertedera, o en el propio chisel, según las cir-cunstancias de cada parcela y de la climatología de la región. El la-boreo secundario será necesario si el suelo ha quedado muy ate-rronado después de la labor de arada. Puede incluir operaciones de preparación del lecho de siem-bra, o es la propia sembradora la que lo realiza en el momento de sembrar.

Después de la siembra puede ser necesario un rulado, que sólo se debe de realizar en condicio-nes secas, con el que se preten-de evitar que el suelo quepreten-de ex-cesivamente esponjado.

Tomando como referencia la intensidad de la labranza, pueden ofrecerse tres alternativas: • Labranza clásica con volteo. • Labranza simplificada. • Siembra directa.

Las técnicas de labranza sim-plificada permiten reducir los tiem-pos de intervención y bajar los costes, por lo que es lo que habi-tualmente se recomienda en es-te tipo de cultivos, aunque esto no siempre resulta posible. El ca-lendario de labores que se puede seguir en las diferentes alternati-vas es el que se presenta en la Ta-bla 1.

Se necesita recurrir a la pre-paración del suelo clásica con vol-teo:

• Si el suelo es imposible de tra-bajar después de 8-10 días de un periodo lluvioso.

• Si la capa arable está compacta-da (después de los trabajos en condiciones húmedas).

• Cuando es muy fuerte la presen-cia de residuos en la superficie (paja, restos de pradera).

Para estos casos se recomien-da:

• En suelos arcillosos y francos re-alizar las labores de cohecho y de arada lo más pronto posible.

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• En suelos arcillosos se puede sustituir el arado por un des-compactador de dientes rígi-dos.

• Antes de sembrar (10-15 días) se puede controlar la vegetación con herbicidas.

• En suelos limosos y con tenden-cia a compactarse conviene re-alizar el laboreo primario justo antes de la siembra.

La opción que mejor se adap-ta a la mayoría de las condiciones de los secanos de la península Ibé-rica es la de labranza simplificada. Con ella se recomienda:

• En suelos arcillosos y francos, realizar el trabajo superficial lo antes posible.

• En suelos limosos y con tenden-cia a compactarse, retrasar el trabajo superficial hasta cerca de la siembra.

• En suelos pedregosos utilizar preferentemente aperos de dientes o de discos.

• Para mantener el suelo sin ma-las hierbas se puede comple-mentar el trabajo del suelo con la aplicación de herbicidas.

Puede eliminarse el trabajo su-perficial, realizando la siembra di-recta, si el suelo se encuentra ni-velado y sin surcos marcados, siempre que en el perfil del suelo no haya capas endurecidas y la densidad aparente del perfil explo-rado por las raíces sea la adecua-da. Para controlar la vegetación adventicia se necesita recurrir al empelo de herbicidas

I

Preparación del suelo

en los cultivos de

siembra primaveral

Los cultivos de siembra en in-vierno-primavera con la recolección precedente en verano y la recolec-ción a finales del verano y durante el otoño del año de siembra son los cultivos con mayor potencial pro-ductivo, y generalmente se realizan sobre secanos frescos o en rega-dío. El ciclo total del cultivo (inclui-da la preparación) dura más de un año natural. Son ejemplos la remo-lacha, el maíz, el girasol, etc.

El mayor contenido de hume-dad del suelo favorece el desarro-llo de malas hierbas. Además, son más sensibles a los fenómenos de compactación, por lo que nor-malmente se necesita realizar un laboreo primario con una profun-didad de intervención adecuada a las características del cultivo que se va a implantar.

Las operaciones sobre el ras-trojo y la incorporación del residuo son similares a las indicadas en los cultivos de invierno, aunque el volumen de restos de la cosecha anterior suelen ser mayores, lo que complica su incorporación al suelo.

La arada suele hacerse con volteo del suelo, aunque también pueden utilizarse descompacta-dores de dientes rígidos, si los suelos lo admiten. Cuando hay suelas de labor se recomienda utilizar subsoladores-descompac-tadores trabajando a unos 10 cm por debajo de la capa endureci-da.

El laboreo secundario se ne-cesita si el suelo ha quedado muy aterronado después de la labor de arada. Puede incluir operaciones de preparación del lecho de siem-bra, para lo cual se recomiendan los vibrocultivadores, especialmen-te en cultivos con semilla peque-ña y de difícil nascencia. Las gra-das accionagra-das permiten eliminar los terrones en una sola pasada, aunque sus costes de operación son elevados.

La siembra se realiza habitual-mente con sembradoras mono-grano. Puede incluir elementos de laboreo secundario y preparación del lecho de siembra. La labranza se puede simplificar si las condi-ciones del suelo lo permiten, pa-ra reducir los tiempos de interven-ción y bajar los costes, aunque es-to no siempre resulta posible. En el caso de la siembra directa se necesita botas de siembra ade-cuadas para trabajar sobre un sue-lo superficialmente endurecido y con residuo abundante.

Los periodos en los que se re-comiendan las diferentes interven-ciones varían en función de la con-sistencia del suelo (Tabla 2), pu-diendo fijarse tres opciones: • En suelos arcillosos (arada en

otoño).

• En suelos francos (arada otoño-invierno).

• En suelos limosos y con tenden-cia a compactarse (arada antes de la siembra).

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TABLA 2.- SECUENCIA DE OPERACIONES DE TRABAJO DEL SUELO PARA CULTIVOS DE SIEMBRA PRIMAVERAL

En los suelos arcillosos se re-comienda:

• Arar el suelo al fin del verano, para que la alternancia de perio-dos secos y húmedos durante el invierno y las heladas rompan los terrones; arar el suelo a fina-les del invierno resulta difícil con la humedad por su naturaleza plástica.

• Si no se producen la rotura de terrones durante el invierno, con-viene actuar con un cultivador pesado, o una grada de discos, antes de la siembra; también puede utilizarse una grada accio-nada por la tdf.

• Dos a tres semanas antes de sembrar se puede realizar el con-trol de la hierba con herbicida • Para preparar el lecho de

siem-bra en cultivos exigentes se re-comienda utilizar un vibroculti-vador antes de la sembradora.

En suelos francos se reco-mienda:

• Arar el suelo de diciembre a ene-ro en suelos francos con tenden-cia arcillosa, y de febrero a mar-zo en los francos de tendencia limosa; realizar la labranza con el suelo en tempero.

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EN EL CASO DE SUELO

ATERRONADO,

CONVIENE REALIZAR

UNA PASADA DE GRADA

PARA ELIMINAR LOS

TERRONES ANTES DE LA

SIEMBRA

z9.-• Preparación rápida del lecho de siembra en primavera.

• En el caso de suelo aterronado, conviene realizar una pasada de grada para eliminar los terrones antes de la siembra (esto pue-de hacerse también con grada accionada).

En suelos limosos y con ten-dencia a compactarse se reco-mienda:

• Trabajar inmediatamente antes del la siembra, ya que se degra-dan rápidamente con la hume-dad y forman una costra que al-canza toda la profundidad de la

labor. Sin embrago, se vuelven friables a medida que se secan. • La preparación rápida del lecho

de siembra en primavera. • En el caso de suelo aterronado,

conviene realizar una pasada de grada para eliminar los terrones

antes de la siembra (esto pue-de hacerse también con grada accionada).

I

A modo de conclusión

Las intervenciones realizadas con los diferentes aperos tienen un coste que en gran medida de-pende de la profundidad a la que actúa.

El efecto de los aperos sobre el residuo superficial es diferente, lo que se debe de tomar en con-sideración cuando se desea reali-zar una labranza conservacionis-ta, ya que el rastrojo del cultivo precedente ayuda a controlar la erosión.

Aprovechando las condiciones atmosféricas favorables a lo largo del periodo disponible se pueden reducir las intervenciones y con ello minimizar los costes de pro-ducción.•

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