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La costilla de Adán

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Academic year: 2021

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Nosferatu. Revista de cine

(Donostia Kultura)

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La digitalización de este artículo se enmarca dentro del proyecto "Estudio y análisis para el desarrollo de una red de conocimiento sobre estudios fílmicos a través de plataformas web 2.0", financiado por el Plan Nacional de I+D+i del Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España (código HAR2010-18648), con el apoyo de Biblioteca y Documentación Científica y del Área de Sistemas de Información y Comunicaciones (ASIC) del Vicerrectorado de las Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones de la Universitat Politècnica de València.

Entidades colaboradoras:

Reserva de todos los derechos (NO CC)

http://hdl.handle.net/10251/41172

La costilla de Adán

Peciña, Ó. (2000). La costilla de Adán. Nosferatu. Revista de cine. (32):39-42.

Peciña, Óscar

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o deja de ser curioso que la historia original en que se basara el matrimonio formado por Garson Kanin y Ruth Gordon para elaborar el guión de la que sería sexta aparición conjunta de

la pareja Katharine Hepburn/ Spen-cer Tracy, fuera un peculiar c ru-ce de destinos que vivieron dos matrimonios en la vida real: el de

los actores y cónyuges Raymond Massey y Adrianne Allen, y un

matrimonio de íntimos amigos abogados de estos últimos. Se produjeron dos divorcios en lugar de uno cuando la pareja Massey/ Allen entró en crisis. Los dos acudieron por separado a visitar a sus amigos abogados. La abogada asistió a Massey y su marido a Allen. Tras ser firme la sentencia de divorcio, siguió igual proceso el matrimonio de abogados y a mi-gos. Todo concluyó con una do-ble boda: abogada/patrocinado y abogado/patrocinada. Matrimo-nios ambos de muy larga dura-ción. Esa situación real fue la que generó en Kanin y Gordon la idea de trasladar a la pantalla a un ma-trimonio de juristas como adver -sarios en un proceso (penal en el caso de la película).

Al ir desarrollando el argumento, fueron incluyendo matices que envolvían el eje central de "la gu e-rra de sexos": un adulterio, el uso de la violencia, la igualdad ante la

ley, notas de feminismo exacerba-do mezclado con una exposición de la incorporación de la mujer al

mundo laboral, caracteres cel

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ticos, el planteamiento del prin ci-pio de autoridad y legalidad, las técnicas de la defensa o la difu-sión que tienen en la prensa las "noticias de juicios". El título ori -ginalmente propuesto y rechazado por la Metro Goldwyn-Mayer era "Hombre y esposa", algo que en-tre las feministas no1teamericanas podía crear cierta irritación. Lo primero que llama pode rosa-mente la atención de la película, es que en un escaso número de planos Cukor nos facilita cantidad de información: el lugar (Nueva York), la hora (las cinco de la tar-de) y el i1ücial triángulo pro tago-nista (Judy Holliday/Tom Ewell/ Jean Hagen). Apunta notas de azaramiento compulsivo en Judy Holliday (en una magnífica carac-terización de la desquiciada espo -sa Doris Attinger), tmbación acl

a-rada en los siguientes planos. Tom Ewell tiene buenos momen-tos, tanto en el hospital como al declarar en la vista. Los papeles de Holliday/Hagen se intercambian y una termina donde empieza la otra y viceversa. Aunque da la sensación de que la reacción final de Ewell no sea del todo sincera ni meditada. Que se despida de Jean Hagen dándole la mano ... ¡venga ya! Mejor hubiera sido una especial mirada entre banquillos o algo parecido. To be conlinued ... Aunque eso quizá hubiera resulta-do en exceso cruel para J udy Ho-lliday. Quien durante la vista debe soportar las respuestas y total desinterés de su esposo Warren Attinger (Tom Ewell), que ante la pregunta sobre la causa de su desamor, se queda tan tranquilo al

decir que "fue el progresivo e n-gorde de su mujer hace ya h·es aí'íos". Sus hijos le importan un pimiento.

Otro aspecto destacable son los planos largos y fijos en que los actores se encuentran francamen-te cómodos, como aquél en que Katharine Hepburn se entrevista con Judy Holliday por primera vez tras hacerse (nunca mejor di -cho) con su defensa, que dura unos cinco minutos, en la que ya se aprecia cual va a ser la línea de su defensa. La igualdad de

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La costilla de Adán

bres y mujeres frente a la ley y el

desbordamiento emocional de D o-ris Attinger ante el reiterado y prolongado en el tiempo abandono de sus deberes familiares por par -te de su marido.

Adam Bonner (Spencer Tracy),

ayudante del fiscal, es el primero

en llegar (sí porque para su mujer

-Amanda Bonner- desde que

tie-nen conocimiento de los hechos

por la prensa con el desayuno

so-bre la cama, se convierte en una carrera cada vez más frenética

por el K.O. de Adam B01mer,

ini-cialmente en el terreno profesi o-nal), y serie atribuida la acusación pública sobre Judy Holliday, algo

que no le agrada lo más mínimo pues sabe que tras comentar la noticia con su mujer, ello va a in -cidir en su vida privada de pareja.

Cuando se repone, le llama a Amanda por teléfono para hacé r-selo saber con una notable carga de ironía. Lo que no puede prever

es que ella reaccionará de la for-ma en que lo hace. Tomando la

iniciativa y la defensa de la parri-cida en grado de tentativa (con-sulta un manual de uso del arma

homicida momentos antes ele usarla. Humor negro).

La forma de enlazar las secue

n-cias con el letrero: Aquella

110-che ... sobre un particular decora-do ele guii1ol, siempre da pie a un repaso en casa de los Bonner ele

lo sucedido ese día en la Sala. Es una película de interiores, sal -vedad hecha al comienzo de la

pe-lícula, el corto trayecto en coche al trabajo y en la casa de campo durante la proyección doméstica

ele los Bonner. Al desarrollarse la

acción en su domicilio y en el Tri-bunal fundamentalmente, ésta se

concentra y se potencian todos los matices imaginables en las si-tuaciones interpersonales,

alcan-zándose momentos magníficos.

Tal es el caso de la escena en que

Aclam le recrimina a Amancla como excesiva su puesta en

esce-na durante el proceso, y ella t

er-mina llorando. A lo que él,

imnu-table, le espeta que "esta vez no

.funcionará el viejo truco de

ablandarle COIJ lágrimas cual go-tas de ácido". El plano que sigue

es revelador del carácter y r esis-tencia de ambos personajes. La forma en que Amanda va r

echa-zando miembros del jurado, es

algo que sorprende, sobre todo, al propio Spcncer Tracy (aunque durante la escena del desayuno inicial Amanda muestre su opinión

cuando comentan la noticia publ i

-cada en el periódico).

Ambos tienen un personal y sutil

sistema de intercomunicación mí-mica en la Sala: cuando quieren decirse algo, uno de ellos deja

caer algo al suelo y se agacha a recogerlo, algo que repite a su vez

el otro. Sencillo a la par que

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caz método. Ella se siente tan fuer

-te desde el comienzo, arrolladora,

que si él le ha hecho saber que será el acusador en la causa contra

Judy Holliday, ella hace lo propio ante los invitados a la cena, lo que

provoca que Adam deje caer una ensaladera que tiene entre manos.

Su intención, la de Amanda, es sorprenderle permanentemente de

forma explosiva, en aspectos que

Tracy considera fundamentales,

tanto formales como materiales. Si

en principio la rivalidad que ma

n-tienen es procesal estrictamente, progresivamente se produce una simbiosis relación

personal/rela-ción profesional. Los elementos de una influyen en la otra y así

suce-sivamente.

Tienen un vecino (David Wayne)

que siente una irrefi·enable atrac-ción por Amanda, lo que a.1ade

dosis de tensión a la cada vez más

dificil convivencia. Aquél le com-pone un tema musical (nada me

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nos que de Cole Porter): Farewell

Amanda, que Adam no soporta

pero que a ella le resulta

agrada-ble. El tema se escucha en una

radio (la primera ocasión en que

lo escuchamos es cuando surge el

león de la MGM, unos

anticipado-res acordes; luego cuando al pi

a-no lo interpreta el vecino en su

propia casa), mientras se dan un

mutuo masaje. Llega un punto en que Tracy no se contiene, y ante

una situación que cada vez se le escapa más rápido de las manos,

le da un azote. Algo que le duele y molesta más, por lo que considera

un arbitrario abuso, al carecer

Adam de otros instrumentos. Es

un punto de inflexión en su vida

de pareja.

Paulatinamente Amanda se va

ha-ciendo con las riendas del pr

oce-so, dirigiendo a los miembros del

jurado a donde ella quiere: el trato

discriminatorio sobre la mujer y

su imposibilidad de acceder en

condiciones de igualdad con el

hombre a todas las facetas de una

vida en sociedad (es el a11o 49).

Tal es la pérdida ele control del fiscal que se traba en sus conc

lu-siones finales, dejando escapar

(ante el asombro del secretario)

un cariñoso apelativo que ambos

utilizan en su intimidad.

Tras la decisión que adopta el j

u-rado, a Tracy se le ocurre una genial idea para conseguir que ella

se m a ni ti este contraria a su propia

línea ele defensa mantenida

duran-te el proceso. La historia no

pue-de tener mejor final, él le confiesa haber empleado con ella una "téc-nica secreta" (con fines extrapro-cesales): puede generar cuando quiera un torrente de lágrimas. El final es absolutamente abierto

porque los dos, en un futuro

próximo, van a ver cómo otro

elemento de la vida pública y pro-fesional volverá a alterar su con -vivencia marital. Magnífico.

Referencias

Documento similar

Para ello, trabajaremos con una colección de cartas redactadas desde allí, impresa en Évora en 1598 y otros documentos jesuitas: el Sumario de las cosas de Japón (1583),

dente: algunas decían que doña Leonor, "con muy grand rescelo e miedo que avía del rey don Pedro que nueva- mente regnaba, e de la reyna doña María, su madre del dicho rey,

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