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OCTUBRE DE 2005

“El ciclo del salario en México: tendencias de largo plazo y efectos de la imposición del neoliberalismo”

Abelardo Mariña Flores*

El funcionamiento cíclico de las economías capitalistas está determinado por las fluctuaciones de la tasa general de ganancia, eje rector de la acumulación y, por tanto, de la actividad económica, del empleo, de la productividad y de los salarios1. Estas fluctuaciones se desarrollan simultáneamente en varios horizontes temporales: en el corto plazo, como ciclos de inventarios con duración promedio de 40-50 meses; en el mediano plazo, como ciclos industriales con duración promedio de 10 años; en el largo plazo, como ondas largas con duración promedio de 30-40 años.2

En este trabajo se analizan las tendencias de largo plazo de los salarios en México a partir de 1934 en dos perspectivas. En primer lugar, se examina la evolución de los salarios reales -esto es, descontando el efecto de la inflación-: por un lado, el salario mínimo general3 y, por otro, el salario medio por obrero en la

* Jefe del Área de Investigación Sociedad y Acumulación Capitalista del Departamento de Economía de la

UAM-Azcapotzalco.

1 Para el caso de la tasa general de ganancia en México, Mariña y Moseley (2001). 2 Estey (1956); Mandel (1980).

3 Las fuentes son: series históricas de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, índices de precios al mayoreo incluidos

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manufactura4. En segundo lugar, se examina la evolución de las diferencias salariales: por un lado, las diferencias interindustriales en la manufactura del salario por obrero5; por otro, la relación entre el salario medio por obrero en la manufactura y el salario mínimo general.6

Si bien ambos indicadores -salario real y diferencias salariales- muestran tendencias de largo plazo bien definidas -de ascenso y descenso-, estas tendencias no son sincrónicas, sino que se articulan de distintas maneras: tendencia descendente de los salarios reales con disminución en las diferencias salariales; tendencia ascendente de los salarios reales con aumento en las diferencias; tendencia ascendente de los salarios reales con disminución de las diferencias; tendencia descendente de los salarios reales con aumento en las diferencias. La hipótesis general de este trabajo es que estas distintas combinaciones son expresión de regímenes salariales diferentes asociados cada uno de ellos a distintas modalidades de acumulación o a distintas etapas de desarrollo de esas modalidades. La constitución y despliegue de cada uno de estos regímenes salariales obedece, tanto a las características específicas de desarrollo del proceso real de acumulación, como a las distintas modalidades de política económica instrumentadas.

4 Las fuentes para los salarios reales por obrero en la manufactura son: para 1939-1963, las estimaciones del salario

semanal en la Ciudad de México de Bortz y Velasco (1987); de 1964 a 2004, estimaciones del salario mensual a partir de la Encuesta Industrial Mensual, incluidas parcialmente en González y Mariña (1995) y en Mariña (2000).

5 La dispersión salarial interindustrial está definida como el cociente entre la desviación estándar y la media ponderada del

salario por obrero en las distintas industrias. Las fuentes son: para 1939-1963, Márquez (1982) y de 1964, estimaciones a partir de la Encuesta Industrial Mensual , incluidas parcialmente en González y Mariña (1995) y en Mariña (2000).

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En este trabajo se describen las características generales de cada uno de los cuatro regímenes salariales detectados, poniendo énfasis en el último de ellos: el régimen salarial resultante de la imposición de las políticas neoliberales en nuestro país, de manera parcial entre 1976 y 1982, y de manera plena a partir de 1983.

1 EL RÉGIMEN SALARIAL DEL DESPEGUE INDUSTRIAL

La etapa del despegue industrial, iniciada en 1933 tras la Gran Depresión, y que incluye una parte del periodo caracterizado como de “crecimiento con inflación” se caracteriza por un régimen salarial contractivo en cuanto a niveles reales, relativamente menos contractivo en los segmentos -manufactureros- que encabezan la industrialización y homogeneizador al interior de la manufactura. En este periodo se presenta una disminución generalizada de los salarios reales, tanto el mínimo como el medio manufacturero, que se prolonga hasta el final de la década de 1940. (Gráficas 1 y 2). Esta caída salarial va acompañada por un aumento de los salarios medios manufactureros en relación con salario mínimo y, simultáneamente, por una disminución en las diferencias salariales interindustriales al interior de la industria manufacturera -hasta la mitad de la década de 1940-. (Gráfica 3). Estas tendencias son expresión del carácter

extensivo del incipiente proceso de industrialización.7 Por un lado, se incorporan nuevos contingentes de obreros asalariados a la manufactura atraídos por los mejores salarios relativos -frente al salario mínimo- que pueden pagar los segmentos de la misma que, aprovechando la contracción de los flujos

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comerciales internacionales, encabezan el proceso industrializador. Por otro lado, dado el carácter intensivo en trabajo de la mayor parte de los procesos productivos manufactureros, los nuevos asalariados son fundamentalmente fuerza de trabajo simple con niveles mínimos de capacitación; es decir, constituye una fuerza de trabajo relativamente homogénea en las distintas industrias que, por lo mismo, tiende a recibir salarios unitarios poco diferenciados.

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2 AUGE DE LA INDUSTRIALIZACIÓN, Y DESPLIEGUE DE LA MODALIDAD DE ACUMULACIÓN FORDISTA-TAYLORISTA KEYNESIANA

El auge de la industrialización que se consolida a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial -y que se enmarca dentro de una onda larga expansiva del capitalismo mundial- abarca la parte final del periodo de “crecimiento con inflación” (hasta 1955), el llamado “desarrollo estabilizador” (hasta 1969) y el periodo en que se presentan las primeras manifestaciones de la crisis estructural (hasta 1976). El régimen salarial general en este periodo -en el que se despliega la modalidad de acumulación fordista-taylorista-keynesiana8- es expansivo en cuanto a niveles

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reales -desde el inicio de la década de 1950 (Gráficas 1 y 2)- y presenta dos etapas en lo que se refiere a las diferencias salariales que, por su parte, son expresión de las dos etapas por las que atraviesa el propio proceso de industrialización.

2.1 La primera etapa de la fase intensiva de acumulación: diferenciación de la estructura productiva manufacturera

Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, el proceso de industrialización en México pasa a una etapa más compleja. Por un lado, se diversifica la manufactura al surgir nuevas industrias dedicadas a producir bienes intermedios, bienes de consumo duradero e incluso bienes de capital -producción impulsada, en gran medida en la segunda mitad de la década de 1950, por empresas transnacionales (por ejemplo, automotrices)-. Por otro lado, los procesos productivos tienden a volverse, en general, más intensivos en capital fijo -al acrecentarse paulatinamente en la posguerra la disponibilidad de bienes de capital importados-; ello sucede particularmente en las nuevas industrias.9 El resultado de estas tendencias es la diferenciación de las estructuras ocupacionales al interior de la manufactura: mientras sus segmentos más tradicionales, más intensivos en trabajo, requieren de mayores volúmenes de fuerza de trabajo no-calificada, sus segmentos nuevos, más intensivos en capital fijo, requieren mayores volúmenes relativos de fuerza de trabajo calificada. Ello explicaría la creciente dispersión salarial industrial que se manifiesta en la manufactura desde la segunda mitad de

9 Rivera (1986), ibid.

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la década de 1940 y que se prolonga hasta los primeros años de la década de 1960. (Gráfica 3) Por su parte, la disminución de la relación entre el salario medio manufacturero y el salario mínimo expresa una política salarial de apoyo a la expansión del mercado interno por la vía del impulso al poder de compra de los estratos sociales de menores ingresos relativos.

2.2 La segunda etapa de la fase intensiva de acumulación: maduración de la estructura productiva manufacturera

En la década de 1960 la diversificación de la manufactura mexicana se desacelera conforme se consolidan los nuevos sectores, particularmente de bienes de consumo duradero, pero también como resultado de la incapacidad de desarrollo de sectores más complejos de bienes de capital e insumos intermedios -la llamada industrialización trunca-. Asimismo, se consolidan las políticas expansivas de corte keynesiano y, sobre todo, se despliega una política salarial crecientemente centralizada -creación en 1962 de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, consolidación del corporativismo sindical, difusión de los contratos ley para varias industrias- que tiende a desligar la dinámica de los salarios del desempeño productivo de las distintas empresas y sectores.

El resultado conjunto de estas tendencias es que, en este periodo, el ascenso de los salarios reales va acompañado de una disminución generalizada de las diferencias salariales: la dispersión salarial interindustrial en la manufactura disminuye durante la década de 1960 y la primera mitad de la década de 1970; la relación entre el salario medio manufacturero y el salario mínimo, que venía disminuyendo desde la década de 1950 alcanza su nivel mínimo también en la

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primera mitad de la década de 1970. Las tendencias a la homogeneización de los salarios se ven acentuadas desde finales de la década de 1960 como consecuencia de una de las respuestas del Estado al creciente descontento social y político, pero también como parte de una estrategia que, al evaluar desde una perspectiva keynesiana la desaceleración de la inversión privada, busca reactivar la actividad económica mediante políticas de demanda efectiva.

Sin embargo, como en estos años -sobre todo a partir de 1969- la tendencia descendente de la tasa de ganancia se manifiesta progresivamente en nuestro país, al tiempo que comienzan a incrementarse las tasas de interés, la política salarial expansiva y homogeneizadora, en vez de contribuir a la reactivación de la inversión privada, agudiza la crisis de rentabilidad general del capital y, además, genera un marco propicio para el despliegue de presiones inflacionarias.10

3 CRISIS ESTRUCTURAL E IMPOSICIÓN DEL NEOLIBERALISMO

La devaluación de 1976-1977 es la primera manifestación general de la crisis estructural -de rentabilidad- por la que atraviesa la economía mexicana que, por cierto, es expresión, a su vez, de la crisis estructural general del capitalismo mundial. Como resultado de esta crisis de la balanza de pagos, comienzan a imponerse en nuestro país las políticas neoliberales de reestructuración. Si bien el auge petrolero permite el incumplimiento de prácticamente todos los acuerdos pactados con el Fondo Monetario Internacional en 1977 -por ejemplo, el de apertura comercial- la política salarial se vuelve restrictiva con la imposición de

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topes salariales en un contexto crecientemente inflacionario. Con la nueva crisis de balanza de pagos que se desata en 1981, mucho más profunda que la de 1976-1977, irrumpe plenamente la imposición en nuestro país del neoliberalismo: contención férrea de la demanda con topes salariales estrictos en un contexto de inflación galopante y de despidos masivos, tanto en el sector público, como en el privado; desmantelamiento de los contratos colectivos; desregulación de la actividad económica general y de las relaciones laborales en particular; apertura comercial y a los flujos financieros y de inversión extranjera directa; privatización del sector paraestatal; creciente hegemonía del capital especulativ; y, en general, despliegue de las políticas de “libre” mercado. Todo ello en un marco mundial de fortalecimiento del capital financiero-especulativo y de redespliegue de las estrategias globales de las empresas transnacionales radicadas en los centros del capitalismo mundial.

Como resultado de la crisis estructural del capitalismo mundial, la dinámica de la acumulación y, por tanto, de la actividad económica y del empleo se desaceleró a partir de la década de 1980. La onda larga contractiva por la que aún transcurre el capital a nivel mundial ha tenido efectos altamente desiguales entre los distintos países y bloques de países. En nuestro país la crisis estructural y el proceso de reestructuración neoliberal impuesto en el contexto de la globalización -fase contemporánea de la mundialización del capital, comandada por el capital financiero transnacional a través de los organismos económicos internacionales (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y Organización Mundial del Comercio)- han tenido como uno de sus resultados más significativos un extenso

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proceso de desindustrialización. Mientras algunas industrias desaparecieron por completo y otras han subsistido precariamente, las menos se han rearticulado al mercado mundial como exportadoras. Asimismo, se ha desarrollado un proceso de maquilización de la economía impulsado por el inicio del desmantelamiento del proteccionismo a partir de 1983 y por la entrada en operación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1994.11

A partir de estas tendencias, se ha configurado en México un nuevo régimen salarial que se caracteriza por su carácter contractivo, en términos de los niveles reales de salario, y por la creciente heterogeneidad de los salarios. Así, el salario mínimo real y el salario medio manufacturero, que llegaron a sus niveles históricos máximos entre 1976 y 1978, experimentaron un profundo descenso, particularmente agudo a partir de 1982. En el caso del salario mínimo real esta caída, que continúa hasta el presente, ha sido del orden del 75% con respecto a su nivel de 1976. (Gráfica 1) El salario medio manufacturero perdió el 55% de su poder de compra entre 1976 y 1996, para mostrar una ligera recuperación a partir de 1997. (Gráfica 2) Al mismo tiempo las diferencias salariales se han incrementado fuertemente: lo mismo la dispersión salarial interindustrial en la manufactura, como la relación entre el salario medio manufacturero y el salario mínimo. (Gráfica 3).

El régimen salarial neoliberal impuesto en los últimos años, además de abaratar los costos laborales generales, tiende a asociar crecientemente las

11 Mariña (2004).

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remuneraciones de los trabajadores con el desempeño productivo de las empresas y sectores en que laboran independientemente de los requerimientos directos de reproducción de su fuerza de trabajo. Esto último es posible porque el neoliberalismo, al ser una modalidad de acumulación más concentradora del ingreso y la riqueza que de crecimiento económico, genera muy pocos puestos de trabajo. Por ello, se ha ampliado en todo el mundo la parte estructuralmente desempleada del ejército industrial de reserva y, con ello, se ha debilitado la capacidad negociadora, tanto individual, como colectiva de los trabajadores asalariados.

4 CONCLUSIONES

Las tendencias de largo plazo de los salarios, en lo que respecta a su nivel real y a sus diferencias, están fuertemente asociadas a las tendencias de largo plazo de la tasa general de ganancia y, por tanto, de la acumulación de capital. Asimismo, están influenciadas por las modalidades de política económica dominantes en los distintos periodos analizados. Por ello, el régimen salarial neoliberal vigente en la actualidad no puede entenderse, por un lado, al margen de la onda larga contractiva por la que atraviesa, todavía, la economía mundial capitalista y, por otra, al margen de las políticas neoliberales de reestructuración impuestos en todo el mundo, pero con especificidades particulares en los países de la periferia capitalista como es el caso de nuestro país.

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5 BIBLIOGRAFÍA

Bortz, Jeffrey (1988), Los salarios industriales en la ciudad de México: 1939-1975, FCE, México.

Bortz, Jeffrey y Edur Velasco (1987), "El ciclo del salario en México, 1940-1986", en Jesús Lechuga (coordinador), El dilema de la economía mexicana, UAM/Ediciones de Cultura Popular, México, pp. 141-156.

Estey, J. A (3era edición, 1956), Tratado sobre los ciclos económicos, FCE, México, 1960.

González Martínez, Jaime y Mariña Flores, Abelardo (1995), "Reestructuración de salarios en la industria manufacturera: 1982-1991", Economía: teoría y práctica, Nueva época, Núm. 4, UAM, México, pp. 53-83.

Mandel, Ernest (1980), Las ondas largas del desarrollo capitalista. La

interpretación marxista, Siglo XXI de España, Madrid, 1986.

Mariña Flores, Abelardo y Moseley, Fred (2001), "La tasa general de ganancia en México: 1950-1999", Economía: teoría y práctica, Núm. 15, UAM, México, pp. 37-43.

Mariña Flores, Abelardo (2000), "Salarios, sueldos y empleo en el sector manufacturero en México (1980-1998)", en Alicia Solís, Enrique García Márquez y Max Ortega (coord.), La sucesión presidencial en el año 2000 y su

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Mariña Flores, Abelardo (2003), "Crisis estructural capitalista y globalización neoliberal: una perspectiva desde México” en Ernesto Soto, Jaime Aboites y Etelberto Ortiz (coord.), Estado versus mercado: ¿Ruptura o nueva forma de

regulación, UAM-X/Porrúa, México, pp. 139-156.

Mariña Flores, Abelardo (2004), "La reestructuración de la industria manufacturera mexicana en el marco del Tratado de Libre Comercio de América del Norte: una perspectiva de largo plazo", mimeo, UAM-A.

Márquez, Carlos (1982), “Los diferenciales salariales interindustriales: 1965, 1970, 1975”, en Economía Mexicana, núm. 4, CIDE, México, pp. 157-167.

Rivera, Miguel Ángel (1986), Crisis y reorganización del capitalismo mexicano, ERA, México. 

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