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Antropología. Teoría del alma FILOSOFÍA ANTIGUA (II) TEMA 2 FILOSOFÍA GRIEGA: ARISTÓTELES

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Antropología

Aristóteles inscribe el estudio del hombre (antropología) en la filosofía de la naturaleza o física, ya que el ser humano es para Aristóteles un ser natural, hasta el punto de que en su explicación también utiliza la teoría hilemórfica: el ser humano es un compuesto de materia y forma. La materia se identifica con el cuerpo y la forma con el alma.

Frente a Platón, que consideraba que el hombre es un compuesto de dos entidades pertenecientes a realidades y mundos distintos (el alma al mundo de las Ideas y el cuerpo al mundo sensible), que se unen accidentalmente, Aristóteles entiende que el alma se comporta con el cuerpo del mismo modo que la forma respecto de la materia. Es decir, el alma es la forma del cuerpo, alma y cuerpo se necesitan como se necesitan forma y materia. Y, del mismo modo que físicamente materia y forma son inseparables porque forman una misma substancia, también cuerpo y alma son inseparables porque constituyen una unidad substancial (se unen substancialmente). En Platón, además, las actividades humanas son actividades del alma, la cual ha tenido una existencia y un conocimiento anteriores a su unión con el cuerpo. Para Aristóteles, en cambio, las actividades humanas son el resultado del conjunto, el hombre conoce con el cuerpo y con el alma, y ésta no tiene ni existencia ni conocimiento independiente del cuerpo. De lo dicho se deduce la negación de la inmortalidad del alma.

Como la de Platón, la antropología de Aristóteles es básicamente una teoría sobre el alma, es decir, una psicología (del griego psykhé, alma, y logos, tratado = tratado del alma). Lo que más le interesa a Aristóteles es qué es el alma, y a ella dedica su obra Sobre el alma. (En consecuencia, también la psicología aristotélica es parte de la física).

Teoría del alma

La palabra castellana alma es la traducción del término latino anima (aire, aliento, respiración), término sinónimo de spiritus (en griego pneuma). Sin embargo, Platón y Aristóteles utilizaron con más frecuencia el vocablo "psykhé" (de donde vienen nuestras palabras "psicología" y "psíquico").

En el mundo griego encontramos dos formas de entender la noción de alma:

1) aquello que nos permite alcanzar el conocimiento y la ciencia, nos acerca a los dioses y nos diferencia del resto de seres (incluidos animales): alma como principio de racionalidad;

2) aquello que se encuentra en los seres vivos gracias a lo cual dichos seres son capaces de realizar actividades vitales y se diferencian de los seres puramente inertes: alma como principio de vida.

Todos los filósofos griegos aceptaron estas dos dimensiones en el alma humana, pero unos subrayaron un aspecto y otros otro; por ejemplo, Platón destaca la primera dimensión, defendiendo su carácter divino e inmortal; sin embargo Aristóteles va a subrayar la segunda (pero sin olvidar totalmente la primera, como se verá en relación con el alma intelectiva) y propone las siguientes definiciones del alma:

 como principio de vida. Los seres vivos se caracterizan por tener en sí mismos un principio vital que los diferencia de los simples seres físicos. Tal principio radica en la forma, es a la forma (ya que la materia

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 como la forma de los cuerpos organizados. El alma es la forma del cuerpo, pero no de cualquier cuerpo sino de un cuerpo organizado u orgánico. Los seres vivos tienen diversas partes que están organizadas formando un todo. Estas partes son los órganos. Y el alma es el fundamento que los organiza, es decir, que los articula, unifica y hace confluir. Por ser su forma, el alma constituye la esencia del ser vivo.  como el acto de aquellos seres que tienen vida en potencia. El alma se comporta también como acto

respecto del cuerpo (potencia), es decir, lo actualiza, lo vivifica; el alma es lo que anima al cuerpo, lo dota de movimiento y de vida.

Al entender de este modo la noción de alma, Aristóteles estará obligado a admitir la existencia del alma no sólo en los hombres sino también en los animales y las plantas. Puesto que el alma es principio de vida y existen distintos niveles de vitalidad, habrá también distintas almas, o partes del alma o funciones del alma. Por ello, Aristóteles distingue alma vegetativa, alma sensitiva y alma racional o intelectiva. Hay que tener cuidado en este punto: en los vegetales encontramos el alma vegetativa, en los animales el alma vegetativa y el alma sensitiva y en los hombres el alma vegetativa, la sensitiva y la intelectiva, pero en realidad no se trata de que en los animales haya dos almas y en los hombres tres, sino más bien de un alma con dos funciones (la vegetativa y la sensitiva) en el caso de los animales y con tres funciones en el caso de los hombres (la vegetativa, la sensitiva y la intelectiva). De este modo se puede salvar la conciencia de la identidad y unidad que encontramos en nuestra vida psíquica, pues no creemos que sea un sujeto el que desea comer y otro el que piensa el modo de realizar ese deseo sino que se trata del mismo sujeto que vive distintas actividades. ─ Alma vegetativa. Presente en las plantas, los animales y los hombres, permite las actividades vitales

más básicas como la respiración, nutrición, crecimiento y reproducción.

─ Alma sensitiva. Presente en los animales y los hombres, el alma sensitiva permite el conocimiento sensible (la percepción); el apetito inferior sensible, que es la capacidad de tender al bien sensible (es decir, los deseos y apetitos que tienen que ver con el cuerpo como el deseo sexual o las ganas de comer), o de huir del mal sensible (es decir, del dolor); y el movimiento local.

─ Alma racional. Pertenece exclusivamente a los seres humanos, no se encuentra ni en los vegetales ni en los animales y gracias a ella el hombre posee las actividades vitales propias del intelecto o entendimiento y de la voluntad o apetito superior.

El apetito superior o voluntad es la capacidad de apetecer lo previamente conocido por el entendimiento; es distinto del apetito sensible, pues mientras que éste se mueve de modo inmediato hacia lo conocido por los sentidos a la búsqueda de bienes sensibles, la voluntad se mueve, iluminada por el entendimiento, a la búsqueda de bienes que trascienden lo sensible.

Teoría del conocimiento

A Aristóteles ya no le vale la teoría del conocimiento platónica, pues ésta presuponía un reino de esencias separadas (las Ideas) que no tiene cabida en el pensamiento aristotélico. Sin embargo, la máxima socrática de que el conocimiento científico ha de serlo de lo universal (máxima que también compartía Platón) sigue siendo válida. Es más, Aristóteles añadirá a la universalidad (lo común a todos los individuos de un mismo tipo) la necesidad (lo que no puede ser de otro modo).

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Del conocimiento sensible al conocimiento intelectual

Aristóteles se encuentra con que los seres humanos estamos inscritos en un mundo de individuos concretos y sensibles (substancias primeras), con los que entramos en contacto a través de los sentidos. Los sentidos nos proporcionan un tipo de conocimiento acerca de esas substancias concretas al que Aristóteles llama conocimiento sensible. Este conocimiento nunca nos dará la universalidad ni la necesidad, que, estrictamente hablando, caracterizan el saber científico. Sin embargo, tenemos que empezar siempre por el conocimiento sensible y no despreciarlo, como hacía Platón, pues resulta imprescindible para llegar al nivel más elevado de conocimiento: el conocimiento intelectual, que es llevado a cabo por el entendimiento, que nos permitiría conocer lo universal y lo necesario y, en consecuencia, hacer posible el saber científico.

(Recordemos que sólo las ciencias teóricas o especulativas son ciencias en sentido estricto pues tratan de lo universal y lo necesario mientras que las ciencias prácticas y poéticas o productivas por tratar de lo universal, pero no de lo necesario sino de lo contingente (o posible) no son ciencias en sentido pleno).

Grados o niveles del conocimiento:  El conocimiento sensible.

Gracias al alma sensitiva el hombre tiene la capacidad de conocer a través de los sentidos los caracteres sensibles (formas accidentales o accidentes) de los seres concretos. A este conocimiento de los caracteres sensibles de los seres concretos a través de los sentidos, lo llama Aristóteles conocimiento sensible.

El conocimiento sensible es el primer grado de conocimiento, el nivel más elemental. Para explicarlo Aristóteles distingue entre sentidos externos e internos.

─ Los sentidos externos (vista, oído, gusto, tacto y olfato) son los que captan los caracteres sensibles de los objetos en la medida en que los objetos están presentes. Esta captación se llama sensación. Así, por ejemplo, si estamos ante un pequeño perro negro, lanudo, al que llamamos Clío, tendremos la sensación de “negro”, de determinada “figura”, de “suave” (en el supuesto de que su pelo lanudo sea suave), de “caliente”, de determinado “olor”, de determinado “movimiento”, etc. La sensación es el primer momento del conocimiento sensible.

Un segundo momento en el conocimiento sensible viene dado por los sentidos internos que, a diferencia de los externos, no exigen la presencia inmediata de sus objetos. Los sentidos internos son los siguientes: ─ Sentido común, capacidad que nos permite distinguir los caracteres sensibles pertenecientes a sentidos

distintos (que Aristóteles llama sensibles propios) como pertenecientes a sentidos distintos. (Es decir, no sólo vemos rojos, verdes, etc., y saboreamos lo dulce o lo amargo, etc., y tactamos lo rugo, liso, caliente, sino que sabemos que los rojos, verdes, etc. pertenecen al sentido de la vista, que lo dulce o amargo pertenece al sentido del gusto, que lo rugoso, liso, caliente pertenecen al sentido del tacto, etc.). Pero todavía hay más, hay caracteres sensibles (que Aristóteles llama sensibles comunes) que no son propios de ningún sentido concreto (así, el “movimiento”, que puede ser sentido a través de la vista, del tacto, y del oído; la “figura”, que puede ser sentida a través de la vista y del tacto; o el “tamaño”, que puede ser

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castaños, los olores, figuras y texturas, bajo la figura única de un árbol; o agrupamos negro, suave, caliente y determinada figura, tamaño, movimiento, bajo la figura única de perro).

─ Fantasía o imaginación, capacidad de reproducir las imágenes de los objetos percibidos anteriormente en ausencia de los mismos. Permite, incluso, crear las imágenes.

─ Memoria, capacidad para almacenar y fijar las imágenes de los objetos ya elaboradas. Además de la memoria, como capacidad de almacenar, distingue el recuerdo como capacidad de actualizar y localizar lo memorizado en un momento del pasado.

La imaginación desempeña un importante papel en el conocimiento humano, pues al posibilitar la reproducción mental de objetos percibidos anteriormente en ausencia de los mismos permite, según Aristóteles, el trabajo del entendimiento. Esta actividad se ve reforzada por la memoria, que acumular y actualiza(recuerda) imágenes pasadas.

Estimativa: nos hace conocer, sin ningún tipo de experiencia, lo que conviene o es dañoso para el individuo.

A través de nuestros sentidos externos recibimos sensaciones provenientes del exterior: colores, olores, texturas, etc. ¿Cómo se producen estas sensaciones? Es decir, ¿qué es lo que nos hace tener sensación de rojo, de rugoso, etc.? Según Aristóteles, el alma sensitiva tiene capacidad para ser cualquier forma accidental (= carácter o forma sensible de una cosa). Ante la presencia del color rojo, de una textura rugosa, etc., el alma pasa de tener capacidad para ser estas formas accidentales a ser estas formas accidentales (en lenguaje aristotélico, las adopta en acto). Una vez que esas formas accidentales están ya en el alma, el sentido común las agrupa formando una imagen única de un objeto: por ejemplo, la imagen de un árbol; luego interviene la imaginación, que reproduce o crea las imágenes, y la memoria, que ayuda a fijar tales imágenes. Pero el hecho de que el sentido común, la imaginación y la memoria construyan una imagen sensible tan solo implica que se acaban las posibilidades del conocimiento puramente sensible, no implica que se haya llegado al conocimiento intelectual ni al saber científico.

Con lo dicho, hemos aclarado que el alma sensitiva (presente en animales y hombres) tiene capacidad para conocer a través de los sentidos los caracteres sensibles (formas accidentales o accidentes) de las cosas concretas, y también cómo lo hace, ahora nos preguntamos ¿tiene el alma, en el caso del hombre, alguna otra capacidad que le permita conocer el universal (formas sustanciales o esencias)? ¿cómo conoce el alma las formas universales? Veamos.

 El conocimiento intelectual

El conocimiento sensible es el punto de partida de todo conocimiento. Pero las sensaciones recibidas a través de los sentidos, y las imágenes formadas a partir de ellas, lo son de algo particular, y hemos quedado en que para Aristóteles el conocimiento científico ha de serlo del universal. El conocimiento del universal es obra del entendimiento o intelecto (al que Aristóteles llama noûs), que es una capacidad propia exclusivamente del alma racional o humana. El conocimiento del universal es tanto el conocimiento de las formas substanciales (la causa formal o esencia) que constituyen las especies, como los principios fundamentales de las ciencias (tales como el principio de no contradicción: “es imposible que algo sea y no sea al mismo tiempo”; principio de exclusión de tercero: “no hay término medio entre el ser y el no-ser”; principio de identidad: “el ser es”; etc.).

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Pero las formas substanciales (la esencia, el universal) que el entendimiento pretende conocer se encuentran en las substancias particulares, sensibles y concretas (en las cosas), que son las que existen realmente, no están fuera de las cosas como decía Platón al referirse a las Ideas. Si queremos alcanzar el universal, tendremos que buscarlo en las cosas y, partiendo del conocimiento sensible de esas cosas, “arrancarlo” de ellas yendo más allá del conocimiento sensible, que nunca nos dará universalidad ni necesidad.

El conocimiento del universal llevado a cabo por el entendimiento o intelecto (conocimiento intelectual) es el grado superior de conocimiento, el nivel más elevado.

¿Cómo accede el alma al conocimiento de lo universal: formas substanciales o esencias, y primeros principios?

El acceso a los primeros principios lo acomete el entendimiento desde una intuición intelectual.

El acceso a las formas sustanciales o esencias requiere de un proceso en el que intervienen el conocimiento sensible como punto de partida del proceso y el entendimiento. ¿Cómo funciona el entendimiento? A este respecto distingue Aristóteles en su libro Sobre el alma entre entendimiento activo o agente y entendimiento pasivo o paciente.

El entendimiento activo o agente (noûs poietikós)

Es la capacidad de abstraer, a partir de los caracteres sensibles y particulares (formas accidentales o accidentes) de los seres individuales, las formas inteligibles y universales. Se trata, por tanto, de una especie de puente entre lo sensible y lo inteligible. Lleva a cabo esta tarea al recibir las imágenes sensibles de la fantasía y la memoria (donde todavía conservan su particularidad), y establecer comparaciones entre ellas, despojándolas totalmente de su particularidad para dar lugar a otras formas más generales que abarcan las anteriores.

El entendimiento activo, al generalizar, va elevando los rasgos sensibles particulares recibidos por los sentidos a grados cada vez más altos de generalización. Por ejemplo, primero nuestros sentidos externos nos ofrecen los rasgos particulares de determinados caballos. En un segundo momento del conocimiento sensible esos rasgos sufren una unificación al ser recibidos en el sentido común, luego la imaginación crea imágenes sensibles de los caballos y la memoria fija tales imágenes. De aquí, el entendimiento activo al separar y no considerar las cualidades que los diferencian, puede llegar a la “forma” universal o esencia de caballo, que estaba incluida en los distintos caballos. Pero, luego, si se compara, a su vez, con otras formas comunes de otros seres que ya conoció antes, como las de perro, lobo, cebra o buey, puede, con una nueva universalización, llegar a captar la forma de “animal”. Lo mismo ocurre, por ejemplo, con butaca, banco, taburete o silla. Todas ellas pueden ser subsumidas en un concepto más general: el de asiento. Y, por su parte, los asientos, al lado del concepto de mesa, cama, armario y otros semejantes, son incluibles en otro concepto más universal: el de mueble. Y así sucesivamente. Lo que se lleva a cabo de esta manera es un proceso de abstracción.

Posteriormente es conveniente iluminar estas formas generales (universales) activamente, es necesario “entenderlas”. Podríamos comparar el entendimiento agente con la luz: la luz en acto es lo que permite que la potencialidad del espejo para reflejar un objeto se actualice; el entendimiento en acto es lo que permite que la potencialidad del entendimiento paciente para conocer las formas sustanciales y los

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El proceso de abstracción consiste, pues, en una operación intelectual en la que se separan los caracteres materiales y particulares de los objetos conocidos sensorialmente para quedarse sólo con la forma universal o esencia de una cosa. Esta forma universal o esencia se expresa mediante un concepto. Será el entendimiento activo quien “dé sentido” y “produzca” finalmente el concepto inteligible. Una vez constituido el concepto universal con los caracteres de unidad, fijeza e inmutabilidad, es ya material para la ciencia. Pero todavía no tenemos ciencia.

El entendimiento pasivo o paciente (noûs pathetikós)

El entendimiento paciente tiene capacidad (en términos aristotélicos es pura “potencia”) para actualizar (conocer) cualquier universal, cualquier forma sustancial, cualquier principio, que le suministre el entendimiento agente. En este sentido, Aristóteles dice que el entendimiento es pasivo, dado que es una capacidad de ser afectado por cualquier universal, y conocerlo. Por esto, también dice que hay que suponer que es como una tablilla en la que nada hay escrito (tabulla rasa) hasta que el entendimiento agente “escribe” los universales. Podríamos compararlo con el espejo: el espejo está en potencia para actualizar (reflejar) el objeto que está en acto en la naturaleza.

Esto quiere decir que así como el alma sensible tiene capacidad (en términos aristotélicos “potencia”) para ser cualquier forma accidental, el entendimiento pasivo tiene capacidad para ser cualquier universal. Así, respecto de la forma sustancial, esta capacidad para ser cualquier forma sustancial pasa a ser una forma sustancial en acto (en este sentido dice Aristóteles que el alma es, en cierto sentido, todas las cosas). Pero ¿qué es lo que hace pasar al entendimiento paciente de ser potencia para cualquier forma sustancial (universal), a ser una forma sustancial en acto (es decir, a pensar/ser alguna forma en acto)? Según Aristóteles, para que el entendimiento paciente se actualice necesita de algo que ya esté en acto, y que sea de naturaleza inteligente: es el otro tipo de entendimiento, el entendimiento agente, que actúa sobre las imágenes sensibles de la imaginación y la memoria y saca (abstrae) de ellas la forma sustancial o universal, desechando lo sensible y particular. Esta esencia o forma sustancial se expresa, como ya hemos dicho, mediante un concepto. Será el entendimiento activo quien “dé sentido” y “produzca” finalmente el concepto inteligible.

Que el entendimiento agente “saca” la forma sustancial de la imagen sensible y “produce” el concepto, quiere decir que, posteriormente, el entendimiento paciente se ha dotado de esa forma sustancial, se ha convertido en esa forma sustancial, posee su concepto y lo conoce. Pero la posesión y comprensión de los conceptos (por ejemplo, ser, bien, belleza, justicia, animal, mueble, triángulo…) aún no es suficiente para que haya verdadero conocimiento (ciencia), pues éste sólo se da cuando el entendimiento paciente utiliza estos conceptos para formar los juicios y razonamientos.

¿Cómo utiliza el entendimiento paciente los conceptos? El entendimiento pasivo se vuelve otra vez a las imágenes sensibles del alma y aplica estos conceptos a esas imágenes. Así elabora juicios (como “Sócrates es blanco”, o “Todos los metales conducen el calor”) y razonamientos (Todos los metales conducen el calor, El oro es un metal, El oro conduce el calor).

Por otro lado del entendimiento pasivo dice Aristóteles que es individual y muere con el hombre. Sin embargo, del entendimiento activo dice que es algo separado, ya que, en efecto, no se mezcla con nada, no es ninguna forma para aplicar a una materia (porque entonces pasaría a ser una forma determinada). Es pura forma, aunque sea algo del hombre no se mezcla con su materia, como se mezcla el alma. Aun estando en cada hombre, es, sin embargo, de naturaleza no personal, es decir, es común para todos los hombres, pero trasciende al individuo concreto, por lo que no tiene sentido que muera con el individuo, y por eso dice el Estagirita que es “separado, eterno, o sea, inmortal”.

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Es así la única parte del alma que es inmortal. Esta afirmación sobre la que Aristóteles no da explicación alguna, y que parece estar en contradicción con el resto del tratado Sobre el alma, fue y sigue siendo un quebradero de cabeza para los intérpretes. Se ha identificado con Dios o con la razón divina inmanente en el hombre, pero ambas interpretaciones parecen totalmente ajenas al pensamiento aristotélico. ¿Se trata, entonces, de un resto del primitivo platonismo de Aristóteles?

Por último, sería conveniente señalar que, al ser el entendimiento lo que define al ser humano, su entelequia será precisamente cultivar sus facultades intelectivas. La felicidad y la realización de cada persona vendrán a través del desarrollo de nuestras propias capacidades intelectuales.

Los tipos de saber

Según predominen los sentidos o el entendimiento en la elaboración del conocimiento, Aristóteles distingue diferentes tipos de saber.

1. A nivel de conocimiento sensible, el tipo de saber correspondiente es la experiencia (empeiría). .Es el tipo de saber más elemental; el más inmediato (y por tanto el más claro y común) para el hombre. Se adquiere a través de las sensaciones, obtenidas por los sentidos externos y organizadas por la memoria. No es conocimiento científico pues se caracteriza por ser un conocimiento de lo particular y contingente. 2. A nivel de conocimiento intelectual se distinguen los siguientes tipos de saber:

─ Arte o técnica (tékne). Es el saber de producir cosas. No consiste en hacer cosas, sino en saber cómo se hacen. Es un tipo de saber superior a la experiencia. Es ya un conocimiento de lo universal, pues conoce todos los casos a los que se aplica su saber, no conoce un solo caso. Pero no es un saber de lo necesario (por esto no es un saber científico en sentido pleno), pues las producciones pueden existir o no, pueden ser de una manera o de otra, en función de quien las realice y no alcanza a saber por qué ocurren las cosas (causas); en consecuencia, no son ciencias en sentido pleno. Por otra parte, a diferencia de la experiencia, que es estrictamente individual, la técnica es enseñable.

Es el saber propio de las ciencias productivas

─ Prudencia (phrónesis). Es un saber referido al saber vivir de las personas, concierne a las acciones de la propia vida. Es la manera de saber actuar en la vida en su conjunto total. Por ejemplo, saber sacar triunfos de las derrotas, saber valorar los pequeños detalles, etc. Es superior a la experiencia vital, pues la experiencia aprende de los errores, mientras que la prudencia intenta no equivocarse y llevar la propia vida sin errores; y superior a la técnica, pues se trata de un saber acerca de la conducta humana.

Es también un saber universal, porque se refiere a todas las personas y a la totalidad de la vida de la persona, a cómo hay que actuar para conseguir lo que es bueno para el ser humano. Pero no es un saber necesario (la conducta humana en lo individual y social no está determinada, puede ser de una manera o de otra). A diferencia de la técnica su fin no es la producción, sino la propia acción. Es el saber propio de las ciencias prácticas: ética y política.

─ Ciencia (episteme). Constituye el auténtico saber de las cosas, porque es capaz de definir la esencia y conocer los porqués (causas) de las cosas de modo deductivo. Es un saber sobre lo universal y lo necesario. El método que utiliza para conocer es la demostración: razonamiento deductivo en el que a

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─ Entendimiento o inteligencia o intelecto (noûs). Es lo que nos permite conocer los primeros principios en una intuición intelectual. Estos principios pueden ser de dos clases:

1. Principios "particulares", los válidos para una sola ciencia. Ej.: "Todos los ángulos rectos son iguales entre sí" (que es un principio válido para la geometría). A los principios particulares, es decir válidos para una sola ciencia, Aristóteles los denomina tesis (postulados y definiciones).

2. Principios "generales", los válidos para todas las ciencias. A los principios generales Aristóteles los denomina axiomas. Entre ellos se encuentran: el principio de no contradicción, el principio de tercero excluido, etc. (Vedlos más arriba).

─ Sabiduría (sophía). Es la forma plena de saber. Resulta de la conjunción de nous + episteme. Consiste en lo siguiente: una vez que hemos conocido los primeros principios a través del nous (sean particulares o generales), se trata de demostrar (episteme) cómo se derivan a partir de ellos de modo necesario todas las verdades propias de la ciencia, a las que Aristóteles llama teoremas.

Aristóteles confiere a la filosofía el carácter de sabiduría, pues para él la filosofía es el saber más alto y elevado, y es superior a los demás saberes por una sola razón: es el saber más inútil de todos cuantos existen, pues este saber no se busca en función de algo, sino que se busca por sí mismo: es el saber por el saber, el conocer la verdad por el puro placer de conocer.

Referencias

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