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TEMA 11: La II Guerra Mundial

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TEMA 11: La II Guerra Mundial

1. CAUSAS Y ANTECEDENTES DE LA II GUERRA MUNDIAL

Para entender las causas que provocaron la Segunda Guerra Mundial hay que comprender cómo se desarrollaron las relaciones internacionales entre 1919-1939, lo que llamamos período de Entreguerras, etapa marcada por las consecuencias del Tratado de Versalles y por la Crisis de 1929. Fue principalmente en Alemania donde se dieron una serie de circunstancias económicas y sociales que favorecieron el desarrollo del fascismo alemán. Los historiadores están de acuerdo en el protagonismo de Hitler como causante de la guerra. No hay que olvidar que el Führer hizo uso del poder que le daba su constitución para actuar como jefe de las Fuerzas Armadas (Wehrmach) y organizar un Alto Mando de las Fuerzas Armadas sobre el que mandaba.

De los felices años veinte se pasó a los tristes años treinta, a lo largo de los cuales cada país tendió a su supervivencia individual sin tener en consideración a los demás. La crisis del 29 trajo paro, pobreza, exaltación del nacionalismo, desprestigio del sistema democrático y, lo que es peor, el ascenso del nazismo al poder, con su política exterior agresiva, revanchista y expansionista.

La llegada de Hitler al poder en 1933 desestabilizó el equilibrio europeo. Hitler significaba la renuncia del Tratado de Versalles, el rearme alemán, la idea de la unión con Austria, una amenaza cierta sobre los Sudetes (el enclave alemán en Checoslovaquia) y sobre Dantzig (puerto también alemán dentro de territorio polaco), y aún la posibilidad de que Alemania buscase para sí un “espacio vital” en las regiones eslavas del este de Europa. La comunidad internacional no supo reaccionar con firmeza. Francia, dividida y debilitada por sus propios problemas internos (sufrían los efectos de la crisis del 29) y Gran Bretaña (que creía que una política de concesiones a Alemania haría “entrar en razón” a Hitler) optaron por una política de apaciguamiento hacia los dictadores. Ese mismo año, el dictador alemán anunció su retirada de la Sociedad de Naciones, Ante la pasividad occidental (EEUU estaba también instalado en un decidido aislacionismo, que contaba con un mayoritario respaldo popular), Italia y Alemania proclamaron en 1936 el Eje Berlín-Roma, que tres años más tarde se convirtió en una alianza formal (“El Pacto de

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En marzo de 1936, tropas alemanas ocuparon, entre el entusiasmo de la población, la zona desmilitarizada del Rin, este acto destruía literalmente el sistema de Versalles, pero Gran Bretaña y Francia no hicieron nada para evitarlo. Durante la Guerra Civil Española (1936-1939), Gran Bretaña y Francia impulsaron una política de neutralidad y no intervención con el objeto de que la guerra española no desembocara en una conflagración europea. Alemania e Italia enviaron armas, soldados y asesores a Franco, recordemos que la República española sólo recibió la ayuda de la URSS.

El peligro de una nueva guerra mundial era evidente. En 1938 el Reich consumó la anexión de Austria, el 12 de marzo tropas alemanas entraron en este país siendo aclamadas por la mayoría de la población. Ese mismo año tuvo lugar la crisis de Checoslovaquia, el pretexto de intervención lo proporcionó la campaña separatista llevada a cabo contra el gobierno checo por la población alemana de la región de los Sudetes, el 30 de mayo, Hitler, decidido a anexionarse el territorio, ordenó la preparación del ejército. Gran Bretaña y Francia, temerosas de una guerra -las fronteras checas estaban garantizadas por los tratados de Locarno y, además, Checoslovaquia había firmado acuerdos defensivos con Francia y con la URSS-, entraron en contacto con Mussolini quien sugirió a Hitler la celebración de una conferencia que resolviera el conflicto. La reunión entre los cuatro grandes de la política europea (Gran Bretaña, Alemania, Italia y Francia) se celebró el 29 de septiembre de 1938 en Munich (Tratados de Munich), donde Daladier y Chamberlain cedieron ante las exigencias de Hitler creyendo que serían las últimas, se acordó transferir los Sudetes a Alemania, parte de Rutenia a Hungría y Teschen a Polonia, a cambio de la garantía de los cuatro a la independencia de Checoslovaquia. Sin embargo, en marzo de 1939, Hitler con sus ejércitos entró en Praga y declaró que Bohemia y Moravia formaban parte del espacio vital alemán, convirtiéndose el resto del Estado checo en protectorado alemán, ocupado definitivamente por fuerzas militares alemanas con carácter permanente.

Las democracias europeas sentían el peligro de la guerra, pero se resistían a creer en la posibilidad de un nuevo conflicto bélico. Para hacer frente a las fuerzas del Eje hubiera sido necesaria una alianza con la URSS, pero Francia y Gran Bretaña no se decidían a aliarse con un estado comunista porque no se fiaban ni de su sinceridad pacifista ni de su solidez militar. Además la URSS estaba molesta con la intervención aliada en su guerra civil y por la imposición de los antiguos aliados de un cordón sanitaire alrededor de su país. Ante el estupor de las democracias occidentales, en agosto de 1939, Hitler y Stalin firmaron el pacto germano-soviético de no agresión. De esta manera,

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Hitler conseguía la neutralidad soviética ante la inminente invasión nazi de

Polonia, mientras que la URSS aseguraba su zona de influencia en las repúblicas

bálticas y en la parte oriental de Polonia. Francia y Gran Bretaña anunciaron que se opondrían a ello con las armas. Pocos días después se produjo la invasión y el avance alemán en Polonia, que se realizó según los planes de la llamada “guerra relámpago”, culminando en sólo cuatro semanas. Dos días después de la invasión, el 3 de septiembre de 1939, Inglaterra y Francia declaraban la guerra a Alemania.

2. DESARROLLO DE LA II GUERRA MUNDIAL

LA INVASIÓN DE POLONIA Y DE EUROPA OCCIDENTAL

En cumplimiento de su pacto con Alemania, la URSS completó la liquidación de Polonia cuando ya la cuestión estaba decidida, atacando por la retaguardia. En tan solo unas semanas, Stalin convirtió a los países bálticos en satélites destinados a formar parte de su perímetro defensivo. El 30 de noviembre de 1939, las tropas soviéticas atacaron Finlandia e iniciaron una guerra invernal que finalizó con un tratado de paz en marzo de 1940. La victoria alemana en el frente occidental permitió a la Unión Soviética la anexión de Estonia, Letonia, Lituania, Besarabia y Bukovina.

El 9 de abril de 1940, el ejército alemán emprendió una nueva ofensiva relámpago hacia Dinamarca y Noruega, impidiendo así a sus enemigos el acceso a los países escandinavos para cortar la “ruta del hierro”. En el seno de las democracias reinaba una enorme preocupación por la inactividad de las tropas movilizadas, Paul Reynaud y Winston Churchill llegaron al poder en Francia y en Inglaterra. El 10 de mayo de 1940, la Wehrmacht avanzó como un rodillo sobre los Países Bajos y Bélgica, sobrepasando por el extremo occidental la formidable línea de defensa francesa (línea Maginot). En escasos días los alemanes alcanzaban París sin necesidad de entablar batalla, pues la capital había sido abandonada por el gobierno francés. El 22 de junio, el mariscal Petain (que había sustituido a Reynaud al frente del gobierno) firmaba, en nombre de Francia, el armisticio con Alemania y el 24 con Italia (que había entrado en guerra al lado de Alemania). El gobierno francés se establecía en Vichy, mientras los alemanes administraban el norte de Francia desde París. El general De Gaulle, subsecretario de Estado para la Guerra en el gobierno de Reynaud, se trasladó a Londres, desde donde hizo un llamamiento a todos los franceses para la continuación de la guerra. Así, Francia quedó dividida en dos zonas: una ocupada por los alemanes y otra, bajo el gobierno

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del mariscal Petain, con sede en Vichy, más o menos “libre” pero condicionada por las circunstancias.

LA BATALLA DE INGLATERRA

La posición de Alemania era extraordinariamente ventajosa frente a sus enemigos. Gran Bretaña se convirtió en el próximo objetivo de Hitler, que creía que, producida la derrota francesa, Inglaterra reconocería que tenía perdida la guerra. De hecho, muchos ingleses se interrogan acerca de la posibilidad de un entendimiento con quien demostraba ser ya el verdadero árbitro de la situación en Europa. Pero la decisión del premier británico fue firme: Estoy

convencido de que en este día somos dueños de nuestro destino, que la tarea que se nos ha impuesto no es superior a nuestras fuerzas, que sus acometidas no están por encima de lo que puedo soportar. Mientras tengamos fe en nues-tra causa y una indeclinable voluntad de vencer, la victoria estará a nuestro alcance (Winston Churchill)

Gran Bretaña, aislada y sin otros ejércitos que la Royal Navy y 1.500 aviones, se negó a entablar negociaciones con Alemania. Toda la sociedad británica se movilizó para el combate, ya que tenían la sensación inequívoca de estar desarrollando una tarea colectiva en la que se jugaban, en última instancia, su propio destino individual. En agosto de 1940 Alemania inició la ofensiva contra las islas. Incapaz de efectuar por mar un desembarco en las costas británicas (Gran Bretaña tenía una flota superior a la alemana), Alemania puso en práctica dos métodos para romper la moral de los británicos. El primero fue una fulgurante ofensiva aérea sobre Londres y los puertos y centros industriales de la isla. Las fuerzas aéreas británica (RAF) y alemana (Luftwaffe) se enfrentaron en la mayor batalla aérea de la guerra: la Batalla de

Inglaterra, que duró 10 meses. La RAF causó tales pérdidas a la Luftwaffe que

Hitler se vio obligado a interrumpir la campaña emprendida. Fue la primera derrota, ya que sin controlar el aire no se podía intentar la invasión de una potencia que disponía además de supremacía en el mar. El segundo método consistió en una ofensiva submarina contra la flota y contra el tráfico británico, el peligro de esta estrategia podía llegar a ser mortal, pero se solucionó en parte con la invención del radar y en parte con la compra a EEUU de destructores.

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Consciente de que no podría someter directamente a Gran Bretaña, trasladó el centro de su interés hacia los Balcanes debido a las derrotas italianas frente a Grecia. Mussolini, que se había creído capaz de obrar por su cuenta, se lanzó a lo que él mismo denominó “guerra paralela”, en la que podría llevar a cabo tantas iniciativas autónomas como Hitler. Las derrotas italianas en el Mediterráneo descubrieron las debilidades de su potencia militar. En el verano de 1941 Hungría, Rumania y Bulgaria se habían adherido al Eje, mientras que Yugoslavia y Grecia habían sido aplastadas por los alemanes, a pesar de la ayuda recibida por parte de las tropas británicas. La victoriosa campaña alemana en los Balcanes terminó con la conquista de Creta. La intervención italiana en el Norte de África fue frenada por las tropas británicas. Por tal motivo, Alemania, con la intención de poner fin al avance aliado, en febrero de 1941, acudió a la zona con el ‘Africa Korps’ de Rommel. El éxito en las campañas del Norte de África le valieron el sobrenombre de “el zorro del desierto” y el nombramiento de mariscal.

LA INVASIÓN DE RUSIA

En noviembre de 1940, con motivo de la visita de Molotov a Berlín, el gobierno nazi trató de obtener la adhesión de Rusia al Pacto Tripartito, pero las exigencias soviéticas sobre el control de Finlandia, Bulgaria, Turquía y el Golfo Pérsico no fueron aceptadas por Hitler, quien tras el fracaso de la Luftwaffe en la batalla de Inglaterra comenzaba a considerar seriamente la posibilidad de un ataque en el Este, en consonancia con su doctrina del Lebensraum o espacio vital. El 22 de junio de 1941, Alemania y sus aliados comenzaron la invasión de

la Unión Soviética. Esta ruptura brutal del pacto traducía el antagonismo

básico entre fascismo y comunismo. Desde hacía tiempo, en su libro ‘Mein Kampf’, Hitler había dejado claro que la expansión hacia el Este eslavo era su propósito fundamental. Además, Hitler creía que cuando Rusia estuviera conquistada, Inglaterra se vería obligada a firmar la paz. En realidad, la apertura de un nuevo frente en el Este iba a servir de desahogo inmediato a Gran Bretaña y, a largo plazo, sería la causa del desastre de la Wehrmacht.

La ofensiva contra Rusia (Operación Barbarroja) se inició con el núcleo del Ejército alemán (3 millones de soldados junto con medio millón más de aliados). Al principio, el ataque alemán pareció irresistible: a fines de año los alemanes sitiaban Leningrado, estaban tan solo a 40 km. de Moscú y habían entrado en Crimea. Pero el plan de ataque alemán fracasó en dos puntos básicos: 1º) el retraso en el inicio de la ofensiva y 2º) no haber previsto la tenaz resistencia del pueblo soviético. La población rusa fue tratada con

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extraordinaria dureza y brutalidad por el Ejército alemán siguiendo órdenes de Hitler, las diferencias de raza e ideología hacían que los eslavos fueran considerados una raza inferior, hecho que fomentó la resistencia hacia los alemanes y contribuyó a que Stalin respondiera con idéntica dureza. La llegada del invierno y la tenaz resistencia soviética frenó el avance alemán, que se reanudó en verano de 1942, cuando se inició una doble ofensiva sobre Stalingrado y el Cáucaso. La alianza que se produjo en ese momento entre los aliados occidentales y Rusia se tradujo en el envío de aprovisionamientos y material de guerra. La batalla decisiva se jugó en torno a Stalingrado (enero 1943) donde la insistencia de Hitler en mantener sus posiciones (prohibió la retirada de sus tropas y cualquier clase de rendición) concluyó en una tremenda derrota. El contraataque soviético hizo capitular a los germanos, el Ejército Rojo comenzó a avanzar y no se detuvo hasta Berlín. La batalla de Stalingrado marcó el cambio de rumbo de la guerra.

LA INTERVENCIÓN DEL JAPÓN Y DE EEUU EN LA GUERRA

Ya en 1935, Japón había emprendido la tarea de procurarse un espacio vital en el Asia oriental haciéndose dueños de la mayor parte de la China urbana e industrial y obligando a Francia, después de su derrota en 1940, a cederles bases en Indochina. En septiembre de 1940, Alemania, Italia y Japón firmaron en Berlín un pacto tripartito según el cual los dos gobiernos del Eje reconocían anticipadamente la denominada Gran Asia Oriental formada por el gobierno de Tokio, y Japón aceptaba el nuevo orden europeo que los firmantes quisieran construir. Durante 1941, los EEUU pidieron a Japón que abandonara Indochina o dejaría de vender petróleo a los japoneses. La invasión alemana de la URSS hizo que Japón se lanzara a su expansionismo por Asia, seguro de la imposibilidad material de una reacción soviética en el Extremo Oriente. Stalin, preocupado por la dramática situación en Rusia, firmó un pacto de neutralidad con Japón por el que se comprometía a no participar en conflicto alguno en el Asia oriental. Así, el 7 de diciembre de 1941 la aviación japonesa atacó por sorpresa la mayor parte de la flota norteamericana anclada en Pearl Harbor, en las islas Hawai. En EEUU, la noticia provocó la unanimidad de la población en el acuerdo sobre la necesidad de una entrada en la guerra. Inmediatamente, Roosevelt y Churchill declararon la guerra a Japón, y Alemania e Italia se la declararon a EEUU. Japón, entre diciembre de 1941 y febrero de 1942 ocupó Birmania, Filipinas, Malasia y Singapur, en el Pacífico se hizo con importantes enclaves insulares: Guam, Wake, las islas Gilbert, Nueva Guinea, las Alentianas y las Midway.

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LA CONTRAOFENSIVA DE LOS ALIADOS

Mientras tanto, a mediados de 1942, el ejército británico, al mando del general Montgomery, lanzó una ofensiva hacia las posiciones alemanas e italianas concentradas en el norte de África, con Tobruk como base de operaciones. Las dificultades de abastecimiento del Afrika Korps favorecieron la victoria de los británicos en El-Alamein (octubre de 1942) que expulsó a las tropas del Eje de Libia. En noviembre de 1942, el desembarco de tropas aliadas en Marruecos y Argelia acabó por desequilibrar la balanza de fuerzas a favor de los aliados en el norte de África.

En el Pacífico, con los japoneses amenazando Australia, la flota estadounidense obtuvo dos importantes victorias en el mar del Coral (mayo 1942) y en Midway (junio 1942), momento a partir del cual EEUU se convirtió en dueño de los mares. En el Atlántico, los aliados, gracias al radar y a la aviación fueron eliminando los submarinos alemanes, la mejor arma naval que tenía Alemania. En 1943, EEUU y Gran Bretaña decidieron una operación contra Italia. En verano, los angloamericanos desembarcaron en Sicilia y acto seguido lo hicieron en Italia continental. El Gran Consejo fascista acordó el fin de la dictadura de Mussolini y la vuelta a un régimen democrático. El rey nombró nuevo jefe del gobierno al Mariscal Badoglio, que rompió su alianza con Alemania y se alió con los aliados. Mussolini se refugió en el norte del país, donde formó la República Social Italiana de Saló con el apoyo de las tropas alemanas. Tras meses de combates encarnizados, finalmente los aliados entraron en Roma en mayo de 1944, esto no significó la conquista total de Italia, que no se produjo hasta mayo de 1945 con la definitiva capitulación de los alemanes en Italia. En abril de 1945, Mussolini, en un intento de huida, fue detenido y asesinado por la masa.

El 6 de junio de 1944, estadounidenses y británicos desembarcaron en las costas normandas (Operación Overlord). Fue una operación de enorme envergadura que consiguió, mediante la superioridad material, concluir con la resistencia alemana, protegida por unas formidables barreras fortificadas. El avance aliado fue rápido, el 25 de agosto fue liberado París, con ayuda de la resistencia, y en septiembre se traspasaba la frontera alemana. Por el este, poco después del desembarco de Normandía, los rusos llegaron a las puertas de Varsovia, en donde se produjo una insurrección de la resistencia polaca a la que no dieron su apoyo por carecer de dirección comunista y fracasó. Rumania firmó el armisticio en septiembre de 1944, y luego fueron ocupadas Bulgaria y

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alcanzaban la frontera germana, dos meses después tomaban Viena (13 de abril) y finalmente pisaban Berlín (24 de abril) que capitulaba el 2 de mayo de 1945. El 8 de mayo se rindió Alemania después del suicidio de Hitler en la Cancillería.

En el Pacífico Japón todavía resistía. Los norteamericanos fueron conquistando posiciones cada vez más cercanas al archipiélago japonés (batallas de Iwojima y Okinawa). Sin embargo, la resistencia japonesa duraba y suponía un enorme número de bajas, los japoneses llevaban a cabo ataques suicidas en los que los pilotos estrellaban sus aviones cargados de explosivos contra la flota americana (los kamikaze). La situación se había convertido en dramática. El Estado Mayor norteamericano evaluó lo que costaría la prolongación de la guerra en condiciones semejantes. En la Conferencia de Postdam (17 de julio de 1945), el presidente Truman anunció su voluntad de poner rápido fin a la guerra haciendo uso de una nueva arma: la bomba atómica, también obtuvo la cooperación de la URSS para que interviniera contra Japón. Las bombas que cayeron sobre Hiroshima y Nagasaki provocaron la rendición incondicional del Japón el 2 de septiembre de 1945. La guerra había terminado.

3. REPERCUSIONES DE LA II GUERRA MUNDIAL

La Segunda Guerra Mundial se saldó con una destrucción terrible, muy superior a la producida durante la Primera Guerra Mundial, aunque en ésta los reajustes territoriales fueron más intensos. Sus consecuencias más importantes fueron:

Pérdidas humanas: La cifra de muertos como consecuencia de la II

Guerra Mundial es muy posible que llegase a alcanzar los 60 millones de personas, al menos cuatro veces más que el número de muertos en la I Guerra Mundial. El elevado porcentaje de víctimas civiles, un 50 %, constituye otra nota peculiar. En la URSS el número de muertos se elevó a 20 millones de personas (de los que tan solo 1/3 serían militares). Esa cifra supondría al menos el 10 % del total de los habitantes de la URSS, pero en el caso de Polonia, los 6 millones de muertos representan el 15 % del total. El tercer lugar lo ocupa Yugoslavia, cuyo número de muertos (de 1’5 a 2 millones) derivó de la existencia de una guerra civil en la que el componente étnico jugó un papel primordial. Francia experimentó 600.000 muertos y Gran Bretaña sufrió 500.000 pérdidas. Los EEUU resultaron ser los mejor parados, con 300.000 muertos, todos militares. De los países vencidos en la contienda, el mayor

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número de muertos le correspondió a Alemania, con algo menos de 5 millones (en su mayoría militares). Dos millones de japoneses murieron como consecuencia de la guerra (200.000 muertos en pocos minutos en las dos explosiones atómicas). Como resultado de la guerra hubo, principalmente en Europa, 30 millones de desplazados (sobre todo alemanes y también japoneses que tuvieron que abandonar las tierras ocupadas al terminar el conflicto). También los programas de exterminio nazis contribuyeron a la gigantesca masacre de esos años, en los campos de concentración se intentó la ‘solución final’ del problema judío y la eliminación de los opositores políticos al tiempo que se ensayaban experimentos de esterilización y de eliminación de los ciudadanos tarados. Fueron unos 6 millones de judíos exterminados por el régimen nazi, casi 1/3 de los que vivían en Europa.

Pérdidas económicas: La potencia de las armas y muy especialmente los

bombardeos aéreos (además de los avances y retrocesos de los ejércitos por los mismos parajes) produjeron una destrucción material incomparablemente superior a la de cualquier conflicto anterior. Tras la guerra la red de comunicaciones estaba prácticamente destruida en el centro de Europa, el petróleo escaseaba y la producción industrial había descendido a 1/5 con respecto a la preguerra. Los campos, sembrados de minas y bombas, habían quedado inservibles para la agricultura (existía un enorme déficit de alimentos por lo que en todas partes reinaba el hambre). Sólo los EEUU habían salido indemnes en su territorio nacional, y su ayuda constituyó la única esperanza de recuperación para un continente triturado.

Repercusiones territoriales: Este conflicto supuso escasas modificaciones de las fronteras, en comparación con los de otros tiempos. Estas modificaciones fueron el producto del acuerdo entre los dirigentes de las grandes potencias que se reunieron repetidamente a lo largo de la guerra con el propósito de crear un nuevo orden internacional para evitar nuevos conflictos. La última de las reuniones de los grandes líderes mundiales aliados tuvo lugar en Postdam (julio 1945) cuando estaba reciente la derrota alemana y se pensaba que la japonesa podía resultar remota. Ya se ha mencionado la relevancia de esta reunión en lo que respecta a la intervención soviética contra Japón y al descubrimiento de la bomba atómica por los norteamericanos, además se fijó hacer retroceder la frontera oriental de Alemania hasta la línea marcada por los ríos Oder y Neisse. Se acordó también la desmilitarización y las reparaciones de Alemania, y el juicio de los criminales de guerra que se realizó definitivamente en Nuremberg (1946) contra 22 dirigentes alemanes acusados de crímenes de guerra y que constituyó el epílogo de la II Guerra Mundial.

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Como consecuencia de él fueron condenados a muerte y ejecutados algunos de los principales dirigentes nazis que no se habían suicidado. Rusia incorporó la zona oriental de Polonia, los estados bálticos, parte de Finlandia y Besarabia (la URSS fue la gran beneficiada territorialmente, ya que consiguió una amplia zona de protección en el este de Europa mediante el establecimiento de las llamadas “democracias populares”). Italia cedió una parte de Istria a Yugoslavia y Rodas a Grecia. Rumanía perdió Besarabia pero obtuvo Transilvania. Bulgaria no tuvo ya acceso al mar Egeo. Japón perdió su imperio y quedó reducido al archipiélago de su nombre. El cambio territorial más importante se produjo en la propia Alemania. En la Conferencia de Yalta (febrero 1945), Roosevelt (muy enfermo), Churchill y Stalin acordaron la división de Alemania en cuatro zonas de ocupación, administradas por cada uno de los aliados (Francia, Gran Bretaña, EEUU y la URSS) y en donde se anulaba la soberanía germana, de esta ocupación surgiría la definitiva división de Alemania en dos que perduró hasta 1990.

Referencias

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