TIEMPOS DE AVIVAMIENTO
“Del otro lado de la cruz”
1 Juan 4: 17 “
7En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros,
para que tengamos confianza en el día del juicio;
pues como él es, así
somos nosotros en este mundo
”
Introducción.
¡Qué declaración más impresionante de parte de Dios en Su Palabra! Como Él (Jesús) es, así somos nosotros en este mundo. Dios desea que nosotros, la Iglesia de Jesucristo, seamos en este mundo como Él es.
Hace algunos años se dio una campaña publicitaria cristiana que presentaba cuatro letras iniciales: “WWJD” que por sus siglas en inglés significa: “What would Jesus do?” ,y que traducido al español preguntaría: ¿Qué haría Jesús?
La campaña promovía una reflexión en cada uno de los actos de las personas creyentes, meditando ¿qué haría Jesús en mi lugar en este momento? Esto llevó a los cristianos a escudriñar con atención las actitudes, palabras y respuestas de Jesús al estar en esta tierra.
Así que muchos creyentes, tomando como ejemplo la vida de Jesús, se propusieron ser como Él fue. Sin duda, gran ejemplo de vida es Jesús, grandemente digno de ser imitado.
No obstante, Dios nos dice: “Como es Él”, no como fue Él. ¿Habrá alguna diferencia entre ambos tiempos?
DESARROLLO
1. Un ministerio sufriente.
Isaías 53: 1 “¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién
se ha manifestado el brazo de Jehová?
2Subirá cual renuevo delante
de él, y como raíz de tierra seca;
no hay parecer en él, ni hermosura
;
le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.
3Despreciado y
desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en
quebranto
; y como que escondimos de él el rostro, fue
menospreciado, y no lo estimamos.
4
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros
dolores; y nosotros le tuvimos
por azotado, por herido de Dios y
abatido
.
5Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por
nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga
fuimos nosotros curados.
6Todos nosotros nos descarriamos como
ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas
Jehová cargó en él el
pecado de todos nosotros.
7
Angustiado él, y afligido,
no abrió su boca; como cordero fue
enmudeció, y no abrió su boca.
8Por cárcel y por juicio fue quitado; y
su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de
los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.
9Y se dispuso
con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte;
aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.
10
Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo,
sujetándole a
padecimiento.
Cuando haya puesto su vida en expiación por el
pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová
será en su mano prosperada.
11Verá el fruto de la aflicción de su alma,
y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a
muchos, y llevará las iniquidades de ellos”
Este capítulo de Isaías declara como sería la vida del ungido de Dios, del Cristo (en griego) o del Mesías (en hebreo). Sería una vida ciertamente difícil, nada de hermosa tendría. Sería despreciado y desechado, sería experimentado en dolores y quebranto. Sería abatido, azotado, angustiado y afligido, sujeto a muchos padecimientos.
Durante esta semana el mundo entero estará conmemorando la semana santa, es decir una remembranza de la pasión y muerte de Jesús. Muchas películas serán exhibidas a través de la televisión, además de que muchas iglesias y congregaciones cristianas realizarán reuniones especiales de conmemoración.
Y bueno, desde mucho tiempo atrás el sufrimiento experimentado por Jesús ha sido asociado a la santidad, de forma tal que cuando hoy día la gente ve a una persona que ha sufrido mucho en la vida, dicen de ella que es un santo o una santa.
Pareciera que sufrir es el requisito de un santo. Y muchos cristianos así lo han entendido, de forma tal que aceptan, quizá hasta con gusto, los sufrimientos de esta vida, porque así fue con Jesús.
La fe de estas personas funciona pero al revés. Ellos creen que deben ser como Jesús fue y por ello aceptan el sufrimiento como una condición de vida y santidad.
Pero esto no es lo que el Padre desea. Si atendemos al texto anterior, podremos darnos cuenta que Dios enviaba a Su Ungido, a Jesús, Su Hijo Unigénito; al mundo para que el tomara nuestra posición de sufrimiento y de esa forma evitar que nosotros siguiéramos sufriendo.
El hombre, por voluntad propia, decidió vivir en pecado, por lo cual atrajo hacia sí mucho dolor. Enfermedades, maldiciones, pobreza, dolor físico y del alma, así como la separación de la comunión con Dios son algunas de las consecuencias de haber decidido por el pecado.
Pero el amor de Dios es tan extravagante que decidió cargar en Su propio Hijo Jesucristo el pecado de todos nosotros, de forma tal que todas las consecuencias del mismo fueran sufridas por Él y no por nosotros. Dice el profeta Isaías, que el sufriría de llagas para que nuestras enfermedades fueran curadas, que llevaría todas nuestras maldiciones para que nosotros pudiéramos vivir en las bendiciones, que fue rechazado para que fuéramos aceptados, que vio la muerte para que nosotros tuviéramos acceso a la vida.
No, nosotros no tenemos porque sufrir como Él sufrió, esto sería aberrante, y declararía al mundo entero la ineficacia del sacrificio de Jesús en la cruz.
Además, si pensáramos que nuestro sufrimiento, dolor, angustia, pobreza, etc., tuviera algún buen resultado, también estaríamos equivocados. Dios no te escogió a ti como Su cordero para llevar en ti mismo el sufrimiento de otros, tú no fuiste escogido como Redentor, por lo cual todo sufrimiento tuyo es solo desperdicio.
El único Redentor, el único que pudo pagar nuestro castigo es Jesús. Así que gloríate en tu redención, alégrate en ella; agradece a tu Redentor, pero no tenemos que ser como Él fue. Por el contrario, debemos vivir en la gloria que Él conquistó para nosotros a través de Su redención.
2. Reinando en la justicia de Dios
Romanos 5: 17 “Pues
si por la transgresión de uno solo reinó la
muerte
, mucho
más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo
, los que
reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia”
Escuchemos bien a Dios, quien nos dice que por la transgresión de uno, es decir de Adán, el reino de la muerte fue implantado sobre el ser humano. Ese reino trajo consigo dolor, muerte, pobreza, separación, aflicción, etc. Ustedes pueden darse cuenta por todas partes que esas son las características de vida de la gran mayoría de las personas en este planeta. La gente piensa que con dinero pueden superarlo pero no es así. El reino de la muerte está establecido sobre aquellos que están bajo el poder del pecado y de la forma de vida de Adán.
Pero Dios nos dice también que hay otro reino, el de la vida. Un reino de justicia, paz y gozo en el Espíritu de Dios. Romanos 4: 17 “porque el reino de
Dios no es comida ni bebida,
sino justicia, paz y gozo en el Espíritu
Santo
”
En el reino de Dios, Su justicia se deja ver en quienes viven en ese reino, salud, prosperidad, fuerzas, conquista, poder, libertad, reconciliación, perdón, misericordia, etc.
Y bueno, surge una duda en la mente de muchas personas. ¿Puede una persona vivir en ese reino aquí en la tierra o es un reino que esta prometido para nosotros cuando lleguemos al cielo?, porque mucho se ha dicho que cuando estemos en el cielo será cuando disfrutemos de todas estas cosas.
Pues notemos lo que dice la Palabra: “Si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más “REINARÁN EN VIDA” aquellos hayan recibido la abundancia de la gracia y el don de la justicia por medio de Jesucristo.
Así que si tú has creído en la redención que Jesús te ofrece a través de su sacrificio, entonces tú has recibido ya la abundancia de la gracia y el don precioso de justicia que es el Espíritu de Dios. Esto te da todo el poder para ser en esta tierra, como Jesús es ahora mismo en el cielo: Triunfante, poderoso, dominando sobre todo.
Hay algunas canciones cristianas que declaran que uno se un vil pecador, que uno anda cansado ya en la vida, que el dolor es muy fuerte, etc. Es decir que aunque sean canciones cristianas lo que están diciendo es que aún viven en el reino de la
muerte, y no sé entonces en qué evangelio creen, si en el de la canciones que toman emociones y sentimientos reales, o el de la fe que toma la Palabra de Dios que es verdadera.
Tú debes hacer una decisión. Vivir en la realidad de un mundo bajo el reino del a muerte o creer en la verdad de la Palabra de Dios que te abre las puertas de un reino de vida aquí en la tierra. No, la realidad no es la misma que la verdad, son dos cosas diferentes.
Tu debes hacer una decisión: Vivir en las formas de este mundo, bajo las formas del primer Adán, en el pecado que hace que la muerte reine en ti; o venir a la cruz con fe, arrepentirte del pecado para dejarlo para siempre y quedarte del otro lado de la cruz cubierto para la sombra de Su redención, en el reino de la vida.
Dios quieres que tu reines en esta tierra, no que seas una víctima del reino de la muerte. Dios te da todo el poder para dominar sobre ese terrible reino. Jesús dijo:
Juan 16: 33b “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad,
yo he
vencido al mundo
”
Si, Jesús es vencedor sobre el pecado y la muerte, sobre todo reino de este mundo. Y como Él es, Dios dice, que somos nosotros. Todo esto quiere decir que en el momento en que tu aceptas a Cristo Jesús como tu redentor, Dios te habilita para recibir Su justicia. Esto significa también que cada uno de los que están aquí que han nacido de nuevo dejando atrás la vida de pecado, han venido a establecerse en un reino de vida, aceptados por Dios como reyes y reinas en esta vida. Han pasado de muerte a vida.
3. El territorio de cada reino.
De un lado de la cruz se encuentra el reino de la muerte, la cruz es la frontera que limita a este reino. Allí está el redentor, ustedes pueden verlo esta semana en todas las películas y escuchar a personas hablar de Su sufrimiento. Muchas representaciones hay de su pasión por todas partes, pero se quedan del lado equivocado. Del otro lado de la cruz, la cruz está vacía, allí no está Jesús. Jesús está reinando sobre todas las cosas, no más en el sufrimiento de la cruz.
Del otro lado de la cruz está el reino de la vida, la luz de Cristo ilumina intensamente, el Espíritu de Santidad se derrama sobre ese territorio. Es por la fe y el arrepentimiento de la vida pasada que podemos atravesar la frontera.
Veamos los dos lados de la frontera: Romanos 5: 18 “Así que, como por
la transgresión de uno vino la
condenación a todos los hombres
, de la
misma manera por
la justicia de uno vino a todos los hombres la
justificación de vida
.
19Porque así como por la desobediencia de un
hombre
los muchos fueron constituidos pecadores
, así también por la
obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos
”
De un lado de la frontera, en el reino de la muerte, todos los hombres los que viven bajo condenación y han sido constituidos pecadores ven al hijo del hombre lleno de sufrimiento y dolor en su pasión, pero del otro lado de la frontera quienes han recibido justificación de vida y han sido constituidos como justos ven al Hijo de Dios reinando sobre todas cosas.
De un lado de la frontera todos los que viven en el reino de la muerte son como el primer Adán, derrotados, frustrados, sin dominio alguno, robados, pobres, oprimidos y deprimidos, cansados y trabajados, con grande miedo por la muerte; más del otro lado de la frontera los que viven en el reino de la vida son como el postrer Adán, Jesucristo, triunfantes, victoriosos, poderosos, dominantes, fuertes, santos, libres, llenos de esperanza, gozosos en la fe, disfrutando de las enormes riquezas en gloria del reino, sin ningún miedo de la muerte, llenos del Espíritu de vida y verdad.
Gracias sean dadas a Jesús por su sacrificio, pero hoy no veo al Jesús sufriente colgado en una cruz, sino al Jesús victorioso sentado a la diestra del Padre, venciendo y para vencer. Y como Él es, así somos nosotros en este mundo.
Quizá tú te hayas preguntado muchas veces por qué en esta congregación no hacemos reuniones especiales de semana santa. Algunas otras iglesias desde tiempo atrás hacen reuniones y estudios especiales. Pero nosotros no tenemos una vista del Cristo colgado en la cruz porque estamos del otro lado de la cruz.
2 Corintios 3: 17 “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el
Espíritu del Señor, allí hay libertad.
18Por tanto, nosotros todos,
mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor,
somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como
por el Espíritu del Señor
”
Desde este lado, la del reino de la vida la cruz está vacía, y levantamos nuestra mirada y vemos la gloria de Dios en Cristo Jesús. Vemos a un Cristo triunfante como en un espejo, y somos transformados a Su imagen.
No, no hace falta ver al Jesús doliente, esa no es la imagen que la Palabra de Dios me dice que deba tener; sino la imagen gloriosa que tiene hoy mismo.
Ministración
Si hoy mismo te has dado cuenta que aunque te dices cristiano aún estás viviendo en el lado del reino de la muerte, este es el gran día en que puedes decidir pasar al reino de la vida, naciendo de nuevo por el arrepentimiento de tu vida pasada, la fe en Jesús y la ministración del Espíritu Santo.
De este lado no verás más la imagen de un Cristo sufriente, sino la del victorioso Rey de Reyes, la del paladín que venció a la muerte y nos ha dado la victoria.
