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Academic year: 2021

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ISBN: 978-84-615-7017-1

DL: C 551-2012

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Los tradicionales bodegones con

floreros

Pintado por

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José Manuel Agrelo Castro

Nacido en Lousame, La Coruña. Emigrante desde 1973 hasta 2005. En 1973 emigré a Suiza para trabajar en la construcción como albañil. En los primeros años de trabajo en Suiza y en el tiempo libre, hice cursos de maestro albañil y delineante en construcción. También realicé cursos de dibujo artístico e iniciación en la pintura, que poco a poco fui perfeccionando hasta conseguir una buena preparación en diseño y pintura.

En este libro se va evolucionando, es decir, hicimos muchos tipos de pintura distintos; algunos inspirados básicamente en el pasado y otros inspirados en los nuevos movimientos. Todo esto podía complicarnos las cosas si no sabemos de dónde proceden las ideas del artista. Sabemos que se trata de la pintura de floreros. Después podemos pasar a considerar la maestría y habilidad en la composición de flores considerando las formas y colores y decidimos si nos gusta la pintura solo porque nos da de modo inmediato satisfacción y placer.

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Los tradicionales bodegones con

floreros

Pintado por

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Introducción

El hombre ha nacido precisamente para amar, para poner amor en todo cuanto toca con sus manos, pero a la vez, para que algo humano tenga verdadero sentido, para que adquiera dimensión, si hablamos de arte sobre todo, es preciso un adiestramiento previo porque ello es obligación del pintor; insistir constantemente en el trabajo artístico, porque en el se recogen las claves esenciales para la creación de un cuadro. Lo más esforzado siempre ante cualquier manifestación artística es la precisión, el dominio de la técnica y del medio, ese algo que convierte el gesto humano en manifestación superior, en resultado mágico perfecto o imperfecto, pero que reclama admiración por parte de los demás y para que eso ocurra es preciso el conocimiento previo como digo, y el ensayo, un continuado ensayo que permita el adiestramiento en pintura y concretamente en el óleo. El aprendizaje en suma conlleva la propia construcción del sujeto creador pero el aprendizaje a veces no resulta sencillo porque siempre es íntimo, silencioso, es forzado y solitario. Hay que redescubrir el placer por la obra bien hecha, por el trabajo en solitario y con esfuerzo porque tras él aparece siempre el éxito y cuando no es así, toma cuerpo en definitiva la satisfacción. El objetivo es despertar la sensibilidad que todos llevamos dentro, marcar las pautas para que podamos acceder todos a la obra de creación.

El trabajo del pintor como el de cualquier otro artista, tiene unas normas, un método, un principio y un fin. Se trata de un sistema libre pero articulado en los inicios del aprendizaje por el proceso que impone el propio y extraordinario ejemplo de pintura de flores por ello y antes de comenzar con estas prácticas a partir de las composiciones florales, vamos a seguir los pasos en que actualmente se fragmenta la ejecución con maestría y habilidad en el desarrollo de la pintura de flores. Evidentemente, cada pintor puede y debe alterar luego este orden didáctico que no obstante es muy clarificador en la composición de marcado carácter clásico como corresponde a esta formación que se centra en componer uno mismo los bodegones con flores que va a pintar buscando no solo la armonía formal y tonal, sino también la correcta composición cromática.

Desde los pretéritos tiempos en que el ser humano representaba de un modo particular como se llevaba a cabo antiguamente, a la época actual, en el que puede o no constituir obra de arte. El arte, reflejo del nivel evolutivo de la sociedad durante siglos se centra en la plasmación de la pintura de bodegones y en la composición floral. Una de las más antiguas y tradiciones formas de aplicar la pintura es ejercitarse a partir de los modelos reales, para tener siempre no solo una imagen de la que partir sino un elemento referencial constante. Desde un punto de vista histórico esta era una forma habitual practicada por los pintores anteriores al siglo XVII que en general basándose en dibujos y los modelos del arreglo de las flores o apuntes de color desarrollaban en su taller el trabajo construyendo los cuadros como auténticas obras de artesanía.

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7 Antes de comenzar a pintar, el artista elige su modelo buscando contrastes y los compone estéticamente. En definitiva, si queremos adecuarnos desde una perspectiva colorista deberemos aprender a arreglar las flores en ramos, jarras, macetas y cestas, etc. En el tema bodegón con flores, el pintor debe ver y producir el color que en si mismo es responsable de definir el tono de la composición floral.

Antiguamente el trabajo del arreglo de las flores se convirtió en la creación de un importante centro para la formación de pintores de flores, es una actividad interesante y atractiva, capaz de transformarse en una afición que se absorba por completo. Necesitaremos para empezar varias clases de flores de tallo largo y robusto: rosas, crisantemos, dalias, lirios, margaritas, gladiolos, violetas, claveles, etc. Precisamente lo hermoso de algunos arreglos consiste en la sencillez. Unas flores, unos ramos y varias hojas bastan para obtener resultados dignos de aplausos. En el arreglo de las flores al estilo occidental se incluyen a menudo ornamentos en la composición para el estudio de flores y ornatos y otros diseños adecuados. Se procurará que cada grupo de flores o ramos estén situados de modo que se destaque con claridad en el jarrón o el cuenco que pueden ser de porcelana o bronce, se incluyen en el arreglo con el propósito de aumentar el atractivo general de la composición. Dentro de una línea compositiva la clave está en entonar correctamente la variedad cromática y formal de las flores en el que la iluminación representa un papel primordial. Es una estructura triangular donde el pintor cumplió con la norma compositiva de encontrar la unidad dentro de la variedad. La elección de los distintos elementos florales colaboran también a los armónicos contrastes sin llegar a la exageración.

Preparación de los recipientes, por su carácter de artesanía popular pueden convertirse en recipientes de flores: vasos, jarrones, cuencos, botellas, cestas, tazas, ánforas y cantarillas, etc. Estos modelos ofrecen una textura muy especial, son atractivos objetos rescatados del pasado, pretendemos combinar las texturas y colores de materias tan diversas como el vidrio, el barro o la madera; nuestro objetivo en este momento es más ambicioso pues nos disponemos a integrar estos elementos en bodegones, floreros con jarrones y otros objetos atractivos completos, en el que por su puesto deberá existir una unidad compositiva. Con esta intención, antes de dar comienzo al proceso pictórico, meditaremos previamente los tres aspectos que todo cuadro bien resuelto habrá de reflejar: composición formal, tonal y cromática. La composición formal o lineal hace referencia directa a la disposición de los distintos elementos que forman parte del modelo y que deberá situarse de una manera equilibrada en el que nuestro empeño se habrá de centrar en obtener la calidad que presenta la superficie del modelo. La composición tonal por otra parte, obedece a la iluminación que recibe el modelo y como consecuencia a los claroscuros presentes. Por último, la composición cromática resuelve el contraste armónico de los colores a emplear.

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Elección de las flores en la composición pictórica

Los pintores querían perfeccionar el mundo mediante la razón y un agudo sentido de la moralidad, resucitando y adoptando modelos del bodegón y del arte floral de la antigüedad clásica que encarnaban virtudes nobles. El realismo de las flores reproducidas se explica porque los artistas las pintaban del natural elaborando los ramos en su estudio. Pero los botánicos afirmaban que un mismo bodegón muestra flores de distintas épocas del año imposibles de reunir sin las técnicas de invernadero actuales. Se ha supuesto por lo tanto que los pintores recopilaban los modelos parciales de flores especializados en el estudio de los vegetales.

El reino vegetal puede dividirse en dos grupos principales, plantas sin flores y plantas con flores. Este último es más amplio y el más conocido por la mayoría de las personas. Plantas con flores, son los vegetales que florecen son los más conocidos. Constan de raíces tallos hojas y, en ciertas épocas del año, flores. Estas últimas representan sus partes reproductoras. A veces tienen perfume intenso y a menudo color llamativo. Hay unas doscientas mil especies de vegetales que florecen. Se encuentran en todo el planeta, salvo en los polos Norte y Sur. Las plantas con flores se distribuyen en dos grupos monocotiledóneas que nacen de semillas con una sola, dicotiledóneas, de dos hojas o cotiledones. Estos grupos difieren en otros casos importantes. Las monocotiledóneas acostumbran tener hojas estrechas de nervios paralelos. Las partes de sus flores, como los estambres y pétalos, se distribuyen generalmente en tres o seis. Las dicotiledóneas suelen tener hojas anchas recorridas por una red de nervios. Las partes de su flor se disponen en número de cuatro o cinco. Los jardineros prefieren con frecuencia clasificar las plantas cultivadas (las que no crecen sin cuidados) según lo que viven. Así establecen tres grupos: anuales, bienales y perennes. Las anuales cumplen normalmente su ciclo vital en un año. En él nacen de la semilla, se convierten en plantas completas, florecen, producen nuevas semillas y mueren. Son anuales el aciano, caléndula y zinnia. Las bienales emplean dos años en completar su ciclo vital. Son bienales el rábano, zanahoria, digital y malva real. Los vegetales perennes sobreviven varios años. Plantas perennes muy conocidas son la violeta, primavera y clavel.

Los jardineros agrupan las plantas con flores en varios grupos que comprende gran número de especies. Veamos algunas plantas con que aclarar la cuestión de las diferencias más notables entre las plantas con flores de numerosas especies. Las violetas son plantas de hojas simples, flores violáceas o blancas con espolón y cinco pétalos y frutos en cápsula. La violeta común es de la especie V, odorata, planta acaule, provista estolones, con hojas cordiformes, todas en roseta basal, y flores violáceas. Las flores de las violetas silvestres son azules, púrpuras o blancas, y de perfume delicioso. Los pensamientos o trinitarias se les parecen, pero carecen de aroma, lo mismo que las violetas palustres de color azul pálido. Sus encantadoras flores dan vida a los setos, donde se defienden de los fríos vientos primaverales. La verónica, que algunos llaman becabunga y bérula, alcanza 30 cm de altura. Sus flores de color azul vivo se confunden fácilmente con las de la raspilla, los nomeolvides, pero ésta crece únicamente en lugares húmedos son pocos los días estivales en que la verónica no está en flor. Otros miembros populares de esta familia son la anémona, aguileña, clemátide, el eléboro negro y el acónito. En primavera las anémonas dan hermosas flores; la japonesa florece en otoño. La aguileña es inconfundible, cada una de sus vistosas flores tiene cinco espolones largos y huecos. Las hay rojas, azules, amarillas, blancas, rosas y lilas.

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Óleo sobre lienzo 65x50 Cántaro con flores

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Óleo sobre lienzo 65x50 Vasija con flores

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Óleo sobre lienzo 65x50 Jarrón de cristal con flores

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Óleo sobre lienzo 65x50 Cántaro con flores

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Óleo sobre lienzo 65x50 Vasija con flores

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Óleo sobre lienzo 65x50 Copa con flores

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Óleo sobre lienzo 65x50 Maceta con flores

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Óleo sobre lienzo 65x50 Cántaro con flores

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Óleo sobre lienzo 65x50 Maceta con flores

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Óleo sobre lienzo 65x50 Cesta con flores

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Óleo sobre lienzo 65x50 Jarra con flores

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Pintores europeos y flamencos de flores y guirnaldas

Las composiciones de floreros con jarrones y macetas fue obra de los pintores del norte de Europa. Probablemente esto tuvo un origen simbólico ya que hay temas alegóricos como por ejemplo, el jarrón con flores, asociado a María como Virgen Reina; Reina de los cielos, instrumentos de la encarnación pintados en las cubiertas de obras de tipo religioso y quizás fue asi como entraron a formar parte del repertorio del arte doméstico como contenidos plásticos independientes. La pintura de floreros ha sido explicada a partir de planteamientos burgueses en la representación pictórica como actividad Noble. Es evidente que la sociedad del seiscientos holandés potenció la formación en temas urbanos y populares; sin embargo la aristocracia quiso también representarse en la decoración del arte en sus interiores.

En el año 1380, Felipe el Atrevido, duque de Borgoña y futuro gobernante de Holanda, fundó un monasterio cartujo en Champmol, cerca de la capital de Dijon. Esta cartuja se convirtió en un centro del Patronazgo ducal y proporcionó empleo a una pléyade de grandes artistas. El más notable de éstos fue el escultor Holandés Claus Sluter (1350-1406) y el pintor Maestro de Flémalle (identificado como Roberter Campin 1406-1444), que trabajó en la ciudad de Dijon en actividad artística en la ciudad de Tournai, que nos revela la deuda contraída por el maestro con las páginas de los calendarios manuscritos de estilo gótico internacional (1426), que permaneció siendo popular entre los pintores holandeses a lo largo de este período y más tarde. Durante 500 años, un artista ha sido reverenciado por encima de todos los demás como el “Padre” de la primitiva pintura flamenca, Jan van Eyck (1390-1441). Aunque la opinión actual pueda diferir acerca de su posición exacta dentro del desarrollo histórico de la Escuela Primitiva Flamenca. Durante la mayor parte de su vida, fue pintor cortesano al servicio de Felipe el Bueno, tercer duque de Valois en la Borgoña. Favorito y confidente a sus contemporáneos otro artista de su generación, Rogier, sondeó las profundidades psicológicas y emocionales del espíritu humano. Este ilustre trío, el maestro de Flémalle, Jan van Eyck y Rogier van der Weyden, demostró los métodos y delimitó los propósitos de la primitiva pintura flamenca. Al hacerlo, estableció también la orientación general del arte del norte hasta los comienzos del siglo XVI. Aunque la influencia de la primitiva pintura flamenca nunca llegó a ser absoluta, demostró ejercer una influencia más inmediata sobre los artistas jóvenes. Los más notables fueron especialistas y pintores flamencos de bodegones y la pintura de flores. Durante el segundo decenio del siglo XVI el epicentro del arte se traslada de París a Flandes para desarrollar centros para la formación de pintores y creadores del prototipo del género pictórico de floreros con jarrones. A lo largo de todo este siglo los Países Bajos fueron una colmena de actividad artística en toda Europa; los tapices, la escultura, los manuscritos y las pinturas de bodegones y las composiciones de floreros con jarras y macetas fueron exportados desde allí a todos los rincones de occidente.

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