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Across the Universe Across the Universe Beth Revis

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Academic year: 2021

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Purple Rose

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Purple Rose

3

A

gradecimientos:

Moderadora

CyeLy DiviNNa

Traductores

CyeLy DiviNNa

Little Rose

Vannia

Liseth_Johanna

Susanauribe

PokerF ♠

Mari NC

Adrammelek

Anne_Belikov

Kirara7

Paaau

Elena Vladescu

Emii_Gregori

Mery Shaw

flochi

DaRk BASS†

Carmen170796

Cami.Pineda

LizC

kathesweet

andre27xl

Javy

Abril.

KaThErIn

Dangereuse_

Beellie

Correcctoras

Alba M. Grigori

Beatriix

Mari NC

Samylinda

Anne_Belikov

Mishy

Nanis

Aldebaran

BrendaCarpio

V!an*

Ellie

Maggiih

kathesweet

Dianita

Recopilación y Revisión

Ellie

Diseño

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Purple Rose

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Indice

Sinopsis Pág.6 Capítulo 27 Pág. 132 Capítulo 1 Pág.7 Capítulo 28 Pág.135 Capítulo 2 Pág.17 Capítulo 29 Pág.140 Capítulo 3 Pág.21 Capítulo 30 Pág.145 Capítulo 4 Pág.23 Capítulo 31 Pág.152 Capítulo 5 Pág.32 Capítulo 32 Pág.156 Capítulo 6 Pág.33 Capítulo 33 Pág.158 Capítulo 7 Pág.45 Capítulo 34 Pág.165 Capítulo 8 Pág.47 Capítulo 35 Pág.169 Capítulo 9 Pág.57 Capítulo 36 Pág.170 Capítulo 10 Pág.59 Capítulo 37 Pág.172 Capítulo 11 Pág.61 Capítulo 38 Pág.175 Capítulo 12 Pág.64 Capítulo 39 Pág.178 Capítulo 13 Pág.69 Capítulo 40 Pág.180 Capítulo 14 Pág.71 Capítulo 41 Pág.183 Capítulo 15 Pág.75 Capítulo 42 Pág.188 Capítulo 16 Pág.80 Capítulo 43 Pág.192 Capítulo 17 Pág.85 Capítulo 44 Pág.199 Capítulo 18 Pág.98 Capítulo 45 Pág.202 Capítulo 19 Pág.103 Capítulo 46 Pág.204 Capítulo 20 Pág.108 Capítulo 47 Pág.208 Capítulo 21 Pág.113 Capítulo 48 Pág.213 Capítulo 22 Pág.120 Capítulo 49 Pág.215 Capítulo 23 Pág.121 Capítulo 50 Pág.218 Capítulo 24 Pág.124 Capítulo 51 Pág.221 Capítulo 25 Pág.126 Capítulo 52 Pág.225 Capítulo 26 Pág.130 Capítulo 53 Pág.230

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Capítulo 54 Pág.233 Capítulo 69 Pág.2936 Capítulo 55 Pág.238 Capítulo 70 Pág.296 Capítulo 56 Pág.241 Capítulo 71 Pág.299 Capítulo 57 Pág.247 Capítulo 72 Pág.302 Capítulo 58 Pág.253 Capítulo 73 Pág.306 Capítulo 59 Pág.257 Capítulo 74 Pág.309 Capítulo 60 Pág.259 Capítulo 75 Pág.314 Capítulo 61 Pág.262 Capítulo 76 Pág.317 Capítulo 62 Pág.268 Capítulo 77 Pág.319 Capítulo 63 Pág.272 Capítulo 78 Pág.321 Capítulo 64 Pág.275 Capítulo 79 Pág.322 Capítulo 65 Pág.280 Capítulo 80 Pág.324 Capítulo 66 Pág.283 Epílogo Pág.326

Capítulo 67 Pág.287 A Million Suns Pág.328

Capítulo 68 Pág.288 Adelanto Prox Libro Pág.329

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6

S

inopsis

on diecisiete años de edad, Amy se une a sus padres como

carga congelada a bordo de la vasta nave espacial Godspeed

y espera despertar en un nuevo planeta, trescientos años en

el futuro. Ella nunca podría haber sabido que su sueño congelado

llegaría a su fin cincuenta años antes de lo esperado, y que sería

arrojada dentro de un desafiante mundo en una nave espacial que

vive bajo sus propias reglas.

Amy se da cuenta rápidamente que su despertar no fue un simple

mal funcionamiento de una computadora. Alguien

uno de los

pocos miles de habitantes de la nave

trató de matarla, y si Amy no

hace algo pronto, sus padres serán los próximos.

Ahora Amy debe correr para descubrir los secretos ocultos del

Godspeed. Pero fuera de su lista de sospechosos de asesinato, sólo

hay uno que importa: Elder, el futuro líder de la nave y el amor que

ella nunca podría haber visto venir.

[Primer libro de la saga Across the Universe, de Beth Revis]

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Capítulo 1

A

my

Traducido por Paaau [SOS] y DaRk Bass Corregido por *Michy

apá dijo: —Deja que mamá vaya primero.

Mamá quería que yo fuera primero. Creo que era porque estaba asustada de que luego de que ellos estuvieran encerrados y congelados, me iría, de vuelta a la vida, en vez de relegarme a esa caja fría y transparente. Pero papá insistió.

—Amy necesita ver cómo es. Ve tú primero, déjala mirar. Luego ella puede ir, y yo estaré con ella. Iré al último.

—Tú ve primero —dijo mamá—. Yo iré al último.

El problema es que tienes que estar desnudo, y ninguno de los dos quería que yo los viera desnudos, no es como que yo quisiera verlos en su gloriosa y bruta desnudez, pero dada la opción, sería mejor que mamá fuera primero, ya que teníamos las mismas partes y todo eso.

Ella se veía tan delgada después de que se desvistió. Su clavícula sobresalía más; su piel tenía esa consistencia de delgado papel de arroz, esa apariencia deshidratada que tiene la piel de las personas mayores. Su estómago, una parte de ella que siempre mantenía escondida bajo la ropa, se hundía de una manera arrugada, lo que la hacía ver aún más vulnerable y débil.

Los hombres que trabajan en el laboratorio parecían poco interesados en la desnudez de mi madre, como también eran imparciales hacia la presencia de mi padre y la mía. La ayudaron a recostarse en su transparente caja de crioterapia1.

Se habría visto como un ataúd, pero los ataúdes tenían almohadas y se veían un poco más cómodos. Esto se parecía más a una caja de zapatos.

—Es fría —dijo mamá. Su pálida piel presionada contra la parte inferior de la caja.

—No lo sentirás —gruñó el primer trabajador. Su tarjeta de identificación decía ED.

1 Crioterapia: Aplicación de frío sobre el organismo.

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Miré lejos cuando otro trabajador, Hassan, atravesó la piel de mamá con las agujas de las IV2. Una en su brazo izquierdo, conectada al pliegue interior de

su codo; una en su brazo derecho, que sobresalía de esa gran vena bajo los nudillos.

—Relájese —dijo Ed. Era una orden, no una sugerencia. Mamá mordió su labio.

El líquido en la bolsa de la IV no fluía como agua. Bajaba como miel. Hassan apretó la bolsa, forzando a que bajara hacia la IV más rápido. Era azul cielo, como el azul del aciano3 que Jason me había dado en el baile de

graduación.

Mi mamá siseó de dolor. Ed removió una pinza plástica amarilla de la IV vacía de su codo. Un flujo retrógrado de brillante sangre se disparó por la IV, vertiéndose a la bolsa. Los ojos de mamá se llenaron de agua. La sustancia azul viscosa de la otra IV brilló, un suave destello de cielo resplandeciente brillando por las venas de mi mamá mientras la sustancia subía por su brazo.

—Hay que esperar que llegue al corazón —dijo Ed, mirándonos. Papá apretó sus puños, sus ojos clavados en mi mamá. Los ojos de ella estaban cerrados, dos lágrimas calientes colgaban de sus pestañas.

Hassan apretó la bolsa de la sustancia azul de nuevo. Una línea de sangre brotó por debajo de los dientes de mamá, donde ella estaba mordiendo su labio.

—Esta cosa es la que hace el trabajo de congelación —habló Ed en un tono familiar, como un panadero hablando de cómo la levadura hace que el pan se levante—. Sin él, pequeños cristales de hielo se forman en las células, y rompen las paredes celulares. Esto hace que las células crezcan fuertes, ¿ves? El hielo no las rompe. —Miró a mamá—. Aunque duele como el demonio cuando lo inyectan.

Su cara estaba pálida, y estaba recostada en esa caja, y no se movía para nada, como si moverse la fuera a romper. Ya se veía muerta.

—Quiero que veas esto —susurró papá. No me miró, aún estaba mirando a mamá. Ni siquiera pestañeó.

—¿Por qué?

—Así sabrás antes de hacerlo.

Hassan siguió amasando la bolsa de la sustancia viscosa. Los ojos de mamá rodaron hacia atrás por un minuto, y pensé que había muerto, pero no.

2 IV: Vía Intravenosa. Se utiliza para inyectar medicamentos en el organismo, directo en el torrente sanguíneo.

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—Casi listo —dijo Ed, mirando la bolsa de la sangre de mamá. El flujo fue más lento.

El único sonido era la pesada respiración de Hassan mientras frotaba los lados de la bolsa de plástico de la sustancia viscosa. Un gemido suave, como de un gatito muriendo, salió de mamá.

Un resplandor azul pálido brillaba en la IV que salía del codo de mamá. —Ok, para —dijo Ed—. Ya está todo en su sangre.

Hassan sacó las IV. Mamá dejó salir un suspiro.

Papá me empujó hacia adelante. Mirando abajo hacia mamá, me recordó cuando miré a la abuela el año pasado en la Iglesia, cuando todos le dijimos adiós, y mamá dijo que ella estaba en un mejor lugar, pero todo lo que significaba era que estaba muerta.

—¿Cómo es? —pregunté.

—No es tan malo —mintió mamá. Al menos aún podía hablar.

—¿Puedo tocarla? —le pregunté a Ed. Se encogió de hombros, así que la alcancé, apoderándome de los dedos de su mano izquierda. Ya estaban fríos. Ella no apretó de vuelta.

—¿Podemos continuar? —preguntó Ed. Sacudió un gran gotero en su mano.

Papá y yo dimos un paso atrás, pero no tan lejos para que mamá no pensara que la habíamos dejado en ese frío ataúd sola. Ed abrió los ojos de mamá. Sus dedos eran grandes, callosos, y parecían toscos troncos separando los finos párpados de mamá. Una gota de un líquido amarillo cayó en cada ojo de color verde. Ed lo hizo rápido —gota, gota—, luego volvió a cerrar sus ojos. Ella no los volvió a abrir.

Supongo que me veía atónita, porque, esta vez, cuando Ed me miró, él realmente paró de trabajar el tiempo suficiente para darme una sonrisa reconfortante.

—Evita que quede ciega —dijo.

—Está bien —dijo mamá desde su ataúd. Incluso aunque sus ojos estaban cerrados, podía oír las lágrimas en su voz.

—Tubos —dijo Ed, y Hassan le entregó un trío de tubos de plástico—. Ok, mira. —Ed se inclinó cerca de la cara de mamá—. Voy a poner estos por tu garganta. No se sentirá bien. Trata de hacer como si los estuvieses tragando.

Mamá asintió con la cabeza y abrió la boca. Ed metió los tubos por su garganta. Mamá tragó, un movimiento violento que comenzaba en su estómago y llegaba hasta sus partidos y secos labios.

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Miré a papá. Sus ojos estaban fríos y duros.

Pasó un largo tiempo antes de que ella se quedara quieta y en silencio. Siguió tratando de tragar, los músculos de su cuello reorganizándose a sí mismos para acomodar los tubos. Ed ensartó los tubos por un agujero en la tapa del ataúd, cerca de la cabeza de mamá. Hassan abrió un cajón y sacó muchos cables eléctricos. Metió un montón de cables de colores brillantes por el primer tubo, luego, un cable largo y negro con una pequeña caja al final bajó por el segundo tubo y, finalmente, un pequeño y rectangular pedazo de plástico que parecía un panel solar atado al final por una cuerda de fibra óptica. Hassan conectó todos los cables a una cajita blanca que Ed fijó sobre el agujero en la parte superior de lo que, me di cuenta, no era más que un elaborado cajón de embalaje.

—Di adiós. —Levanté la mirada, sorprendida por la amable voz. Ed tenía su espalda hacia nosotros, escribiendo algo en su computador; fue Hassan quien habló. Asintió hacia mí, infundiéndome coraje.

Papá tuvo que tirar de mi brazo para que me acercara a mam{. Esta< esta no era la última imagen que quería de ella. Amarillo incrustado en sus ojos, tubos sosteniendo cables por su garganta, un suave resplandor azul cielo bombeando por sus venas. Papá la besó, y mamá sonrió un poco alrededor de los tubos. La palmeé en el hombro. También estaba frío. Me balbuceó algo, y me incliné más cerca. Tres sonidos, tres gruñidos balbuceantes, la verdad. Apreté su brazo. Sabía que las palabras que estaba tratando de hacer pasar por los tubos eran “te amo”.

—Mami —susurré, acariciando su suave piel. No la llamaba de otra forma que no fuese “mamá” desde los siete años.

—Está bien, eso es todo —dijo Ed. La mano de papá se enroscó en la parte interior de mi codo, y me tiró suavemente. Me alejé. Cambió de táctica y tomó mi hombro, girándome hacia él con fuerza, tomándome en un abrazo apretado, y no me resistí esta vez. Ed y Hassan levantaron lo que parecía una versión de hospital de una manguera contra incendios, y el agua salió con chispas azul cielo, llenando el ataúd. Mamá balbuceó cuando alcanzó su nariz.

—Sólo respira —gritó Ed sobre el sonido del líquido corriendo—. Sólo relájate.

Un grupo de burbujas salieron por el agua, ocultando su cara. Agitó su cabeza, no permitiendo que el agua la ahogara, pero un momento después, se rindió. El líquido la cubrió. Ed apagó la manguera y las ondas desaparecieron. El agua estaba quieta. Ella estaba quieta.

Ed y Hassan bajaron la tapa del ataúd de mamá. Pusieron la caja contra la pared del fondo, y sólo cuando la dejaron detrás de una pequeña puerta, noté todas las pequeñas puertas en la pared, como las de una morgue. Tiraron de la

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palanca hacia abajo. Un silbido de vapor se escapó por la puerta, el proceso de congelamiento había terminado. Un segundo, mamá estaba ahí, y al siguiente, todo lo que la hacía “mam{”, estaba congelado y estancado. Era como si estuviese muerta por los siguientes trescientos siglos, hasta que alguien abriera la puerta y la despertara.

—¿La chica ahora? —preguntó Ed.

Di un paso adelante, volviendo puños mis manos para que no temblaran. —No —dijo papá.

Sin esperar por la respuesta de papá, Ed y Hassan ya estaban preparando otro ataúd. No les importaba si era él o yo; simplemente estaban haciendo su trabajo.

—¿Qué? —le pregunté a papá.

—Yo iré ahora. Tu madre no estaría de acuerdo con eso< ella pensó que te quedarías atrás, que decidirías no venir con nosotros. Bueno, te estoy dando esa opción. Ahora voy yo. Luego, si quieres marcharte, no congelarte, está bien. Les dije a tus tíos. Están esperando afuera: estarán ahí hasta las cinco. Luego de que me congelen, puedes simplemente alejarte. Mamá y yo no lo sabremos, no por siglos, no hasta que despertemos, y si decides vivir en vez de congelarte, estará bien.

—Pero, pap{, yo<

—No. No es justo para nosotros culparte de eso. Será más fácil que hagas una decisión honesta si no nos estás enfrentando.

—Pero te lo prometí. Le prometí a mamá... —Mi voz se quebró. Mis ojos quemaban dolorosamente, y los cerré fuertemente. Dos rastros de lágrimas calientes bajaron por mi cara.

—No importa. Es una promesa demasiado grande para que la cumplas. Tienes que hacer esta decisión por ti misma< si quieres quedarte aquí, lo entenderé. Te estoy dando una salida.

—¡Pero ellos no te necesitan! ¡Puedes quedarte aquí conmigo! Ni siquiera eres importante en esta misión< ¡est{s con los militares, por el amor de Dios! ¿Cómo se supone que ayude un analista de batallas en otro planeta? Puedes quedarte aquí, puedes quedarte<

Papá negó con la cabeza.

—<conmigo —susurré, pero no había sentido en pedirle que se quedara. Su decisión estaba tomada. Y de todas formas, no era cierto. Papá era sexto al mando, y aunque eso no lo hacía exactamente comandante en jefe, aun era bastante alto. Mamá también era importante, nadie era mejor en la mutación

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genética, y la necesitaban para desarrollar cultivos que pudieran crecer en el nuevo planeta.

Yo era la única que no era necesaria.

Papá fue detrás de la cortina y se desvistió, cuando regresó, Ed y Hassan le permitieron usar una toalla de manos para cubrirse mientras caminaba hacia la cámara Criogénica. Se la quitaron cuando se acostó, y luego obligué a mis ojos a quedarse en su cara, no haciéndolo peor para ninguno de los dos. Pero su rostro irradiaba dolor, una mirada que nunca había visto en papá antes. Esto hizo que mi interior se retorciera con más miedo y más duda. Los vi conectar las dos intravenosas. Lo vi cerrar sus ojos. Traté de contener el grito de horror resplandeciendo en mi mente y me mantuve erguida con una columna hecha de hierro y la cara de piedra. Luego papá apretó mi mano, una vez, fuertemente, mientras metían tubos en su garganta, y yo me derrumbaba por dentro y por fuera.

Antes de que llenaran su caja con el liquido azul, papá levantó la mano, mostrando el dedo menique, yo envolví el mío con el de él. Sabía a lo que se refería. Estaba prometiéndome que todo estaría bien. Y casi le creí.

Lloré tan fuerte cuando llenaron su cámara criogénica que no pude ver cuando su rostro se sumergía en el líquido. Luego bajaron la tapa, lo metieron en su bóveda, y una nube de vapor blanco se escapó por las grietas.

—¿Puedo verlo? —pregunté.

Ed y Hassan se miraron entre sí. Hassan se encogió de hombros. Ed abrió de nuevo la pequeña tapa y sacó el ataúd.

Y ahí estaba papá. El líquido traslúcido estaba congelado, y sabía que también lo estaba papá. Puse mis manos sobre el cristal, deseando que hubiera alguna manera de sentir su calor a través del hielo, pero me alejé rápidamente. El cristal estaba tan frío que quemaba. Luces verdes parpadearon en la pequeña caja eléctrica que Hassan había fijado en la parte superior del crio-tubo de papá.

No lucía como papá bajo el hielo.

—Así que —Ed dijo—, ¿vas a bajar o vas a dejar la fiesta temprano? Empujó de nuevo el ataúd de papá en su pequeña ranura en la pared. Cuando miré a Ed, mis ojos estaban tan llenos de lágrimas que su rostro parecía derretirse, y lucía un poco como un Cíclope.

—Yo<

Mis ojos se deslizaron a la salida, más allá de todo el equipo de criogenia al otro lado de la habitación. Más allá de esa puerta estaban mi tía y mi tío, a quienes amaba, con los que podía vivir felizmente. Y más allá de ellos estaban,

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Jason y Rebecca y Heather y Robin y todos mis amigos. Y las montañas, las flores, el cielo. La tierra. Más allá de esa puerta estaba la tierra. Y la vida.

Pero mis ojos se dirigieron a las pequeñas puertas en la pared. Detrás de esas puertas estaban mamá y papá.

Lloré mientras me desnudaba. El primer chico que me vio desnuda fue Jason, sólo una vez, la noche en que descubrí que dejaría atrás todo en la tierra, y “todo” lo incluía a él. No me gustaba la idea que los últimos chicos que me vieran desnuda en este planeta fueran Ed y Hassan. Traté de cubrirme con brazos y manos, pero Ed y Hassan me hicieron removerlas para poner las intravenosas.

Y, oh, Dios, era peor de lo que mamá lo hizo parecer. Oh, Dios. Oh, Dios. Era frío y quemaba al mismo tiempo. Podía sentir cómo mis músculos se tensaban mientras el líquido azul entraba en mi sistema. Mi corazón quería saltar, latir en mi caja torácica como un amante golpeando una puerta, pero el líquido azul hizo lo contrario y redujo el ritmo, así que en lugar de

latidolatidolatidolatido, fue< latido…. latido…. ….latido….

…latido…

Ed abrió mis parpados. ¡Plop! Líquido frío y amarillo llenó mis ojos, sellándolos como pegante. ¡Plop!

Ahora estaba ciega.

Uno de ellos, tal vez Hassan, golpeó mi barbilla, y abrí la boca obedientemente. Aparentemente no lo suficientemente grande. Los tubos golpearon mis dientes. Y abrí la boca un poco más.

Y luego los tubos fueron empujados por mi garganta, fuertemente. No se sentían tan flexibles como lucían, se sentía como un palo de escoba engrasado siendo empujado en mi boca. Tuve ganas de vomitar una y otra vez. Pude probar la bilis y el cobre alrededor de los tubos plásticos.

—¡Trágalo! —gritó Ed en mi oído—. ¡Sólo relájate! Fácil para él decirlo.

Unos momentos después de haber terminado, mi estómago se estremeció. Podía sentir cómo los cables dentro de mí eran jalados y empujados mientras Hassan conectaba la pequeña caja negra en la parte exterior de mi nuevo ataúd.

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—No sé por qué alguien se enlistaría para esto —dijo Hassan. Silencio.

Un sonido mecánico, la manguera siendo abierta, líquido frío, muy frío, roció mis muslos. Quería mover mis manos para cubrirme ahí, pero mi cuerpo no se podía mover.

—No lo sé —dijo Ed—. Las cosas no son precisamente color de rosa en este momento. Nada ha estado bien desde la primera recesión, por no hablar de la segunda. Se suponía que el intercambio financiero iba a traer más trabajos, ¿no es cierto? No conseguí otra cosa que este trabajo, y terminará en cuanto todos estén congelados.

Otro silencio. El líquido criogénico iba ahora sobre mis rodillas, filtrando frío en los lugares de mi cuerpo que habían estado calientes, el pliegue de mis rodillas, bajo mis brazos, bajo mis pechos.

—No vale la pena tirar tu vida por la borda, no por lo que están ofreciendo.

Ed soltó un bufido.

—¿Lo que están ofreciendo? Están ofreciendo el salario de toda una vida en un solo cheque.

—No vale la pena por un viaje que no terminará sino en trescientos y un años.

Mi corazón se detuvo ¿Trescientos… y un años? No… est{ mal. Son trescientos

años, no trescientos y un años.

—Esa cantidad de dinero puede ayudar a una familia. Tal vez haga la diferencia.

—¿Qué diferencia? —Hassan preguntó.

—La diferencia entre sobrevivir o no. No es como cuando éramos pequeños. No importa lo que diga The Prez, esa ley financiera no va a ser capaz de solucionar esa clase de deuda.

¿De que están hablando? ¿A quién le importa la deuda nacional y los trabajos? ¡Vuelvan a ese año extra!

—De todos modos, un hombre tiene tiempo para pensarlo —continuó Ed—. Y considerar sus opciones. ¿Por qué retrasaron el lanzamiento de nuevo?

El líquido criogénico tocó mis orejas. Mientras mi ataúd se llenaba, levanté la cabeza.

¿Retraso? ¿Cuál retraso? Traté de hablar, alrededor de los tubos, pero

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—No tengo idea. Algo sobre el combustible y la respuesta de las sondas. ¿Pero por qué nos están haciendo seguir con todas estas congelaciones según el calendario previsto?

El líquido criogénico creció rápidamente. Giré mi cabeza para que mi oreja derecha pudiera captar su conversación

—¿A quién le importa? —Ed preguntó— No a ellos< Simplemente duermen durante todo el proceso. Dicen que la nave toma trescientos años sólo para llegar a ese otro planeta< ¿Cu{l es la diferencia de un año m{s?

Traté de sentarme. Mis músculos estaban duros, lentos, pero luché contra ellos. Traté de hablar de nuevo, traté de hacer un sonido, cualquier sonido, pero el líquido criogénico se derramaba sobre mi cara.

—Sólo relájate —Ed dijo ruidosamente cerca a mi cara.

Sacudí la cabeza. Dios ¿ellos no lo sabían? ¡Un año haría un mundo de diferencia! Era un año más para poder estar con Jason, ¡un año más para poder

vivir! Me registré para trescientos años< ¡no trescientos y uno!

Manos gentiles —¿las de Hassan?— me empujaron bajo el liquido criogénico. Contuve el aliento. Traté de levantarme. ¡Quería mi año! Mi último año< ¡un año m{s!

—¡Respira el líquido! —La voz de Ed sonó distorsionada, casi indescriptible bajo el líquido criogénico. Traté de sacudir mi cabeza, pero mientras mi cuello y músculos se tensaban, mis pulmones se revelaron, y el líquido frío se precipitó por mi nariz más allá de los tubos y hacia mi cuerpo.

Sentí la finalidad del líquido atrapándome en mi ataúd, blanco como la nieve.

Mientras uno de ellos empujaba a mis pies, enviándome a mi bóveda, imaginé que mi príncipe azul estaba afuera de mi pequeña puerta, que realmente podría venir y despertarme con un beso y podríamos tener un año más juntos.

Hubo un, clic, clic, grr, de los engranajes, y sabía que la congelación empezaría en cualquier momento, y luego mi vida no sería nada más que una nube de vapor blanco que escaparía por las grietas de la puerta de mi bóveda.

Y pensé: Por lo menos estaré dormida. Olvidaré, por trescientos y un años, todo

lo demás.

Y luego pensé: Eso estará bien.

Y luego el ¡Whoosh! El flash de la cámara de congelación llenó la pequeña cámara. Estaba en el hielo ahora. Yo era hielo.

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Pero si soy hielo ¿Cómo puedo estar consiente? Se suponía que debía estar

dormida; se suponía que debía olvidar a Jason, la vida y la tierra por trescientos y un años. Mucha gente había sido criogenizada antes que yo, y ninguno de ellos estuvo consiente. Si la mente es congelada, no puede estar despierta o alerta.

Leí antes sobre las victimas de coma que se suponía debían estar inconscientes con la anestesia durante una operación, pero realmente estaban despiertos y sentían todo.

Esperé —y pedí— que no fuera yo. No sería despertada sino en trescientos y un años. Jamás sobreviviría a eso.

Tal vez ahora estoy soñando. He soñado toda una vida, en una siesta de media hora. Tal vez aún estoy en ese espacio entre congelada y no congelada, y todo esto es un sueño. Tal vez aún no he dejado la tierra. Tal vez aún estoy en ese limbo antes del lanzamiento de la nave y estoy atrapada en un sueño del que no puedo despertar.

Tal vez aún tengo trescientos y un años esperando por mí. Tal vez aún no estoy dormida. No del todo.

Tal vez. Tal vez. Tal vez.

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Capítulo 2

E

lder

Traducido por CyeLy DiviNNa Corregido por *Michy

a puerta está cerrada.

—Ahora, esto —digo a la habitación vacía—, es interesante. Ver que hay algunas puertas fuertemente cerradas en Godspeed. No la necesito. Godspeed no es pequeña, era la nave más grande jamás construida, cuando se puso en marcha hace dos siglos y medio, pero no es tan enorme como para que todos nosotros no sintamos el peso de las paredes de metal aplastándonos. La privacidad es nuestra posesión más valiosa, y nadie,

nadie, se atrevería a traicionar la privacidad.

¿Cuál es la razón por la que la anterior puerta cerrada me es tan extraña? ¿Por qué bloquear una puerta que nadie querría violar?

No es que yo debería estar tan sorprendido. Una puerta cerrada sólo resume a “Eldest”.

Mi boca se aprieta. ¿La peor parte? Sé que la puerta está bloqueada por mi culpa. Tiene que ser. Este es el Nivel de Conservación, y el Eldest y yo, como los actuales y futuros líderes de la nave, somos los únicos a los que se les está permitido estar aquí.

—¡Maldición! —grito, dando un puñetazo a la puerta.

Porque yo sé, lo sé, que en el otro lado de esa puerta está mi oportunidad. Cuando Eldest fue llamado al Nivel de Carga para inspeccionar el motor, se precipitó a su habitación por una caja, y se fue todo el camino hasta la escotilla, se dio la vuelta y llevó la caja a su habitación. Y cerró la puerta antes de irse. Está claro que lo que está en esa caja es importante, y tiene algo que ver con la nave, algo que yo, como líder en formación, debería conocer.

Es sólo una cosa más que Eldest está ocultándome. Porque las estrellas olvidan que en realidad él está entrenándome en lugar de darme informes y lecciones sin sentido.

Si yo tuviera esa caja, me gustaría demostrarle que podría... ¿qué? En realidad no sé lo que hay allí. Pero sí sé que lo que sea que hay ahí le está haciendo pasar mucho más tiempo en el Nivel de Carga. Hay un problema

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serio en marcha, algo que mantiene a Eldest más preocupado de lo que lo había visto antes.

Y si sólo me dieran una maldita oportunidad, tal vez podría ayudar.

Pateo la puerta, y luego caigo en su contra. Hace tres años, cuando llegó el momento de comenzar a entrenar, no me importaba una mierda si Eldest me entrenaba o no como debería. Yo estaba contento de estar fuera del Nivel Alimentador. A pesar de que mi nombre es Elder, soy la persona más joven en la nave, y siempre he sabido que yo, como el que nació hace años de distancia, sería el mayor de la generación nacida después de mí. Nunca fui de estar con los Alimentadores y su obsesión con la agricultura. Moverme con Eldest se sentía como un alivio.

Pero ahora tengo dieciséis años, y estoy cansado de no hacer nada, excepto las lecciones. Es hora de que yo sea un verdadero líder, aunque a Eldest le guste o no.

Derrotado por una puerta cerrada. No me pregunto por qué Eldest no se molesta en entrenarme.

Golpeo mi cabeza contra la pared y choco contra una pieza de metal cuadrado. El escáner biométrico. Siempre había asumido que operaba las luces de la Gran Sala. La mayoría de los escáneres biométricos están allí como medio de comunicación con la nave, para encender las luces, empezar con la electrónica o abrir puertas.

Me doy vuelta y ruedo mi pulgar sobre la barra del escáner biométrico. —Eldest/Elder, Acceso Concedido. —Los chirridos de un ordenador con una alegre voz de mujer. Como Elder, siempre tengo el mismo código de seguridad que Eldest.

—¿Comando? —pregunta el ordenador.

Huh. Eso es extraño. Por lo general, una puerta se abre automáticamente una vez que se concede el acceso. ¿Qué otro comando necesita una puerta?

—Uhm, ¿Abrir?

La puerta de la cabina de Eldest no se abre como yo esperaba. En cambio, el techo se mueve. Giro sobre mis pies, mi corazón golpeando dentro de mi pecho. Por encima de mí, el techo de metal se divide en dos piezas y baja lentamente, mostrando<

Mostrando una ventana. Que muestra el exterior. Y las estrellas.

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Hay escotillas en la nave, yo sé que las hay, pero Eldest nunca me ha permitido verlas, al igual que él no me ha permitido ver el motor que alimenta la enorme nave, o algunos de los registros de la nave antes de la plaga. Yo ni siquiera sabía que el techo de metal en la Gran Sala estaba cubierto con una ventana al universo.

Nunca he visto las estrellas antes. Y no sabía que eran tan hermosas.

Todo el universo se extiende ante mí. Tan grande, tan malditamente grande. Mis ojos se llenan del brillo de las estrellas. Ahí hay muchas, muchas de ellas. Las estrellas se abrevian como rayas blancas en el cielo con franjas de colores tenues, sobre todo rojos y amarillos, pero a veces azules o verdes. Y, viéndolas todas, me siento más cerca del planeta, del aterrizaje, que nunca antes. Lo puedo ver: la nave desembarcando por primera vez, en la noche, sin luna ni nubes, y antes de que nosotros empezáramos a construir nuestro nuevo mundo, y que todos dejáramos de mirar a las estrellas del cielo.

—Acceso anulado —dice el equipo en su aún agradable voz—. Pantalla en descenso.

¿Pantalla en descenso? ¿Qué?

Por encima de mí, las estrellas brillan intensamente.

Y entonces la ventana al universo se quiebra. Una delgada línea se agrieta justo en el centro de la ventana, la división abriéndose, más y más.

Maldición. ¡Maldición!

Un ruido sordo llena la Gran Sala. Mi cabeza azota a la izquierda y la derecha, e izquierda y derecha otra vez, buscando algo a lo que aferrarme, pero no hay nada aquí, la Gran Sala es un piso muy abierto. ¿Por qué nunca me doy cuenta de lo inútil que es tener una habitación con nada a qué aferrarse? Es enorme, seguro, pero aquí no hay nada más que el piso y las paredes y las puertas, nada que me pueda salvar de una ventana rota que me expone al espacio. ¿Y entonces qué? ¿La nave se desgarrara? ¿Y yo? ¿Voy a explotar o

implotar o algo así? No puedo recordar qué, pero eso no importa. El resultado

final seguirá siendo el mismo. Mi túnica pesa sobre mis hombros, pegada a mi sudor, pero lo único en lo que puedo pensar es en lo delgado que es el material en contra de los estragos del espacio.

Voy a morir.

Voy a ser succionado hacia el espacio. Implosión.

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Y luego otro pensamiento me golpea: el resto de la nave. Si el Nivel de Conservación se expone, el espacio no sólo me va a succionar, se rasgará a través del Nivel de Conservación, el Nivel de carga y el Nivel Alimentador por debajo de ellos. Todos morirán. Todo el mundo. Cada persona a bordo de la nave.

Mis pies resbalan sobre el piso de baldosas como lágrimas en la habitación. Por un pequeño momento, mis pies tratan de volver a la escotilla, la puerta que conduce a la vida y la libertad, pero ignoro mis pies. Sólo están tratando de mantenerme vivo. No se preocupan por el resto de la nave. Me lanzo hacia el gran botón rojo de bloqueo sobre la escotilla. El suelo tiembla mientras el Nivel de Conservación se cierra del resto de la nave. No hay vuelta atrás.

Me dirijo hacia el techo, hacia el universo expuesto. Hacia la muerte.

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Capítulo 3

A

my

Traducido por CyeLy DiviNNa Corregido por Nanis

l Presidente lo llamó “El epítome del sueño americano”.

Pap{ lo llamó “La terrible alianza del gobierno y los negocios”. Pero todo lo que realmente era, era la renuncia de América. El pago con el fin de unirse a la Bolsa de Recursos Financieros. Una alianza multinacional enfocada en una cosa: el beneficio. El Fondo Mundial de atención médica monopolizando las vacunas. La unificación de intereses para recaudar los impuestos de todo el país.

Y proporcionar los recursos necesarios para que un selecto grupo de científicos y personal militar se embarque en el primer viaje a través del universo en una búsqueda para encontrar más recursos naturales, más beneficios.

La respuesta a los sueños de mis padres. Y mi peor pesadilla.

Y yo sé algo acerca de las pesadillas, teniendo en cuenta que he estado durmiendo más de lo que he estado viva.

Yo espero. ¿Qué pasa si esto es sólo una parte de un sueño soñado por mucho tiempo en el corto tiempo entre el momento en que Ed cerró la puerta de congelamiento y Hassan pulsó el botón para congelarme? ¿Qué pasa si<?

Es una extraña especie de sueño, este. Nunca despertar realmente, pero tomando conciencia de la conciencia aún dentro de un cuerpo.

Los sueños se tejen dentro y fuera de los recuerdos.

Lo único que mantiene las pesadillas que me envuelven es la esperanza de que podrían no pasar un centenar de años antes de que despierte.

No unos cien años. No trescientos. No trescientos uno. Por favor, Dios, no.

A veces se siente como si hubieran pasado mil años, a veces se siente como si sólo hubiera estado durmiendo unos minutos. Me siento más como si estuviera en ese estado raro de medio-dormida-medio-despierta, cuando he tratado de dormir pasado el mediodía, cuando sé que debo levantarme, pero mi

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mente comienza a vagar, y estoy segura de que nunca podré volver a dormir. Incluso si me hago caer en un sueño por unos momentos, estoy más que nada despierta con los ojos cerrados.

Sí. El sueño congelado es así.

A veces pienso que hay algo mal. No debería estar tan consciente. Pero luego me doy cuenta que sólo estoy consciente por un momento, y luego, cuando me doy cuenta, me pongo en otro sueño.

Sobre todo, sueño con la Tierra. Creo que es porque yo no quería salir de ahí.

Un campo de flores, olores a tierra y lluvia. Una brisa... Pero no es realmente una brisa, es un recuerdo de la brisa, una memoria hecha en un sueño que trata de ahogar mi mente congelada.

Tierra. Me aferro a mis ideas de la Tierra. No me gusta el tiempo de sueño. El tiempo de sueño es demasiado parecido a morir. Son sueños, pero estoy demasiado fuera de control, me pierdo en ellos, y ya he perdido demasiado como para dejar que se hagan cargo.

La presión sobre mi dedo meñique, donde papi rodeó con su dedo alrededor del mío, y un susurro de sus palabras prometiéndome que podía quedarme con mi tía y mi tío. La pesadez en mi pecho mientras pensaba en ello, cuando realmente pensaba en ello. Empujo la memoria del sueño hacía abajo. Eso ocurrió hace siglos, y es demasiado tarde para arrepentirse ahora. Porque todo lo que mis padres querían era ser parte de la primera misión tripulada de exploración interestelar, y todo lo que yo quería era estar con ellos.

Y creo que no importa que yo tuviera una vida en la Tierra, y que amara la Tierra, y que, a este momento, mis amigos hayan vivido, conseguido hacerse viejos y morir, y yo sólo he estado aquí en el sueño congelado. Que Jason vivió y envejeció y tal vez se casó y tuvo hijos y todo, pero no importa, porque ahora está muerto. Dios, sus bisnietos podrían tener mi edad.

La lluvia salpica mi piel, pero está brillante y soleado bajo el cielo azul. Y Jason está ahí, y casi nos besamos, pero luego todo cambia y estamos en esa fiesta donde nos conocimos, porque los sueños son así: van dentro y fuera de recuerdos y escenas, pero nunca son reales. Nunca son reales, y yo los odio porque no lo son.

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Capítulo 4

E

lder

Traducido por andre27xl Corregido por Nanis

n crujido me hizo levantarme de frente a la ventana rota, donde el vidrio se había quebrado en dos partes iguales. ¿Por qué no estoy

muerto todavía?

El vidrio no se rompe de esa manera, no en una línea perfectamente recta. Y< eso no era el vacío negro del espacio m{s all{ del vidrio.

Eso es metal. ¿Un techo de metal tras la ventana?

Las dos mitades de la ventana se deslizaron hacia abajo, más abajo, y las estrellas se fueron con ellas. Pero eso es… imposible. Se supone que las estrellas tienen que quedarse en su lugar, no moverse con la ventana.

Espera… es… no es una ventana. Es, bueno, no estoy seguro de lo que sea. El

techo del Gran Salón está abovedado y el metal que lo cubre está doblado a lo largo del borde de la habitación cerca de la altura del arca. La ventana, la cosa que pensé que era una ventana, es en realidad dos mitades de un vidrio gigante y una pantalla de metal rociada con brillantes estrellas, sostenidas por brazos hidráulicos que silbaban y gemían hacia mí. Las dos mitades dobladas terminaban en cualquiera de los dos lados de la habitación abovedada a la altura del rellano y tras ellos está el techo real del Nivel de Conservación, más metal. Más metal negro, vacío, sin estrellas.

Las estrellas, las hermosas estrellas brillantes, no son estrellas para nada. Son sólo un vidrio y bombillas hechas para brillar como estrellas. Las falsas estrellas en una pantalla estaban emparedadas entre dos cúpulas de metal.

¿Por qué?

Me estiro para tocar la mitad del universo que está más cercana a mí. Las pequeñas bombillas no están lo suficientemente calientes como para evitar su toque, pero lo suficientemente tibias como alejar mis dedos. La dispersión sigue estando en una red de araña que se extendía desde la base de una bombilla de estrella hasta una placa diminuta de metal al final del panel.

Tabla de seguimiento de navegación Patente No. 7329035

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FRX—2036 CE

¿Una tabla de navegación? ¿Aquí? Mis ojos observan la sección de la pantalla frente a mí y, estoy lo suficientemente seguro de haber visto una luz parpadear cerca del final de ella, bajo la placa, al lado de dos bombillos de estrellas que se encuentran juntos. Una luz roja y triangular señalaba las estrellas. Me di cuenta de que la luz parpadeante roja no está arreglada como las bombillas de las estrellas; está en un pequeño trayecto y está cerca del final de su camino.

Mi barco. Casi como un nuevo planeta, es una casa nueva.

—¿Elder? ¡Elder! ¿Qué está sucediendo? —los gritos de Eldest venían de la escotilla que conectaba el Nivel de Conservación con el Nivel de Carga. Puedo visualizarlo más allá de la puerta de la escotilla: cara molesta, ojos cortantes y largo cabello blanco rozándose con sus hombros mientras golpea la pesada puerta de metal.

Me doy la vuelta hacia los pedazos de la ventana falsa. Las estrellas son mentiras. Las tuve por un momento, pero no eran reales.

Timbres llenan mi oído izquierdo. Mi aparato de comunicación manos libres repica, dejándome saber que alguien está intentando conectarse conmigo. Cada uno de nosotros tiene un manos-libres implantado tras nuestro oído izquierdo desde nuestro nacimiento, es así como nos comunicamos entre nosotros y con la nave.

—Enlace entrante: Eldest —dice la computadora directamente en mi oído izquierdo a través de mi comunicador.

—Ignorar —digo, presionando el botón bajo mi piel.

Las estrellas son mentiras. ¿Qué más lo es?

Bip, bip-bip. —Eldest no autorizado —dice mi comunicador alegremente—. Enlace entrante: Eldest.

—¡Elder! —La voz de Eldest llena mi oído, un bajo gruñido—. ¿Qué sucedió? ¿Por qué enviaste al Nivel de Conservación a cerrarse?

—Las estrellas son mentiras —digo profundamente. —¿Qué? ¿Qué sucedió? ¿Pasó algo malo?

Todo está mal. —Nada va mal —digo.

—Voy a liberar el cierre. —Eldest desconecta el enlace. Un momento después, el piso tiembla mientras las puertas de la escotilla se abren. Eldest escala hasta el Nivel de Conservación, tirando la puerta de la escotilla tras él.

—¿Qué sucedió? —pregunta.

Miro el escáner biométrico en su puerta. —Escaneé mi acceso y esto< — me detengo, indicando las dos mitades de la “ventana” todavía en el suelo.

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—¿Por qué te estás metiendo con eso? —ruge Eldest. Se apresura a través de la habitación y por la rabia, se olvida de ser gentil con su pierna. Estaba herida antes de que yo naciera y realmente nunca se curó, pero sus extremidades se habían puesto peores con los años.

Sus pies producían un sonido desigual contra el suelo de metal: pam, pum, pam, pum, pam, pum. Estaría adolorido más tarde, y me culparía por eso, también.

Cuando Eldest alcanzó el escáner biométrico, corrió su dedo sobre la barra. El vidrio se levantó primero, colocando las estrellas a lo largo del techo, los brazos hidráulicos brillando con alivio.

—¡Estás loco! ¿Cerraste el Nivel de Conservación por esto? —La furia de Eldest casi me hace acobardarme. Casi.

—¡Pensé que eran reales! ¡Pensé que la nave estaba siendo expuesta al espacio!

—¡Sólo son bombillas!

—¡No sabía eso, maldición! ¡Pensé que esas estrellas eran reales! ¿Para qué están allí?

—¡No están allí para ti! —grita Eldest.

—¿Entonces para quién están? —grito de vuelta—. ¡Sólo estamos tú y yo en este nivel!

Eldest mueve su quijada. Un nudo se levanta en mi garganta pero me lo trago. No dejaré que Eldest piense que sólo soy un niño que lanza un berrinche porque descubre que las estrellas no son reales.

—No puedes hacer esto, Elder. ¡Podrías ocasionar que toda la nave entre en pánico! —Eldest se ve molesto y precavido al mismo tiempo—. ¿No lo entiendes? Eres Elder. Cuando tomes mi papel como Eldest, debes dedicar toda tu vida a esta sola idea: eres el guardián de cada una de las personas en esta nave. Son tu responsabilidad. No puedes demostrar ninguna debilidad ante ellos: tú eres su fuerza. Nunca puedes dejar que te vean desalentado: tú eres su esperanza. Siempre debes ser todo para todos a bordo. —Respira profundo—. ¡Y eso incluye el no entrar en pánico y lanzar a un nivel completo del barco a cierre!

—Pensé que el barco había sido expuesto —digo. Eldest me mira. —Y colocaste la nave en cierre.

¿Me tiene que recordar eso? Soy un estúpido idiota, lo entiendo.

—Mientras tú seguías aquí. —Su voz es distinta ahora. Más calmada. Me encuentro con sus ojos y veo algo en ellos que no había visto antes.

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Orgullo.

—Ibas a sacrificarte para salvar la nave —dice él. Me encojo de hombros. —Fue estúpido. Lo siento.

—No. —Eldest arrastra la palabra—. Bueno, sí, fue estúpido. Pero también fue noble. Eso toma coraje, chico. Eso requiere liderazgo. ¿Estar dispuesto a sacrificarse por el resto de la nave? Demuestra tu pensar. ¿Pensaste en cómo estaba el Nivel de Conservación arriba, cierto? Si el Nivel de Conservación era expuesto al espacio, la descompresión explosiva afectaría al nivel bajo él, y al que está bajo ese también. Pensaste antes de actuar. Pensaste en toda la gente abajo.

Miré hacia otro lugar. Quizás había sido noble, pero todo lo que puedo ver es cómo las estrellas no son reales.

—Lo lamento —dice Eldest. Cuando ve mi mirada confundida, añade—. Te he ignorado. Es mi culpa. Me recordaste a otro Elder, y nosotros< no nos llevábamos bien. Cuando lo entrené, le dije demasiado, demasiado pronto. Y actuó tontamente, egoístamente. Pero tú eres diferente. Olvidé que eras diferente, pero lo eres.

Eldest tenía mi completa atención ahora. Sé perfectamente que había habido otro Elder, otro entre Eldest y yo. Murió antes de que yo naciera, pero Eldest nunca había hablado demasiado acerca de él antes.

—Ya había entrenado a ese Elder. Se suponía que él iba a entrenarte, dejando que yo me ocupara de la nave. Cuando él murió y tuve que entrenarte también< se supone que nunca debería haber cargado con otro Elder, y he colapsado con mis responsabilidades contigo.

Busco sus ojos. Cuando estamos en el Nivel de Alimentación, Eldest es como un abuelo. Cuando estamos en el Nivel de Carga, es como un rey anciano, dirigiendo pero atento. Pero cuando sólo estamos él y yo, deja que su verdadero ser se muestre, o al menos lo que yo siento que es su verdadero ser, y su verdadero ser puede que sea viejo, pero es amable y no es débil.

Algo en el silencio me indica que Eldest me ha permitido, y sólo a mí, ver esto. Y eso, más que nada, me hace olvidar su abandono.

—¿Bueno? —pregunto—. ¿Comenzarás a entrenarme como se debe ahora? Eldest asiente una vez, luego se mueve hacia mí para que lo siga al Centro de Aprendizaje. Su paso desigual está más pronunciado ahora, ya su pierna lo hace arrepentirse de su rabia repentina.

Sólo hay cuatro habitaciones en el Nivel de Conservación: la habitación de Eldest y la mía, el Centro de Aprendizaje y el Gran Salón. El Centro de Aprendizaje es el más pequeño, con sólo una mesa y el portal al tubo de

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gravedad. El Gran Salón es el más grande. Es lo suficientemente grande como para que todos a bordo quepan parados allí al mismo tiempo, si no les molesta pararse los unos cercanos a los otros, pero sólo Eldest y yo estamos permitidos en este nivel. Es lo que queda de antes de la Plaga, antes de que usáramos un sistema de Eldest para gobernar. Las habitaciones mías y las de Eldest, como también el Centro de Aprendizaje, eran oficinas para el personal en ese entonces y, juzgando por el gráfico de estrella brillante tras la pantalla de metal, el Gran Salón era utilizado para la navegación.

Después de la Plaga, hace muchas décadas, la nave cambió. Tenía que hacerlo. El Eldest de la Plaga renombró los niveles, reservando este para sí mismo y para los Eldest que lo siguieran.

Incluyéndome.

Eldest se sentó a un lado de la mesa en el Centro de Aprendizaje. Yo me siento en otra. La mesa es una rara antigüedad de cuando la nave partió hace siglos, hecha de madera real, madera de la Tierra-Sol. Me pregunto por la vida escondida en la madera: un árbol que respiraba aire de la Tierra-Sol, vivía en tierra de la Tierra-Sol, luego fue cortado, transformado en una mesa y lanzado al espacio a bordo de Godspeed.

—Hay cosas que debes saber —dice él. Agarra un disco, fue nombrado de esta manera por una membrana digital que está cubierta en forma de, eh, disco, de la mesa y corre su dedo sobre él, dándole la vuelta. Cuando la pantalla se enciende, escanea su dedo pulgar sobre la caja de identificación.

—Eldest/Elder, acceso concedido —emite el sonido el disquete. Eldest teclea algo en la pantalla, luego desliza el disco hacia mí. Casi puedo ver el grano de madera a través de la fina membrana, pero entonces me distraigo por lo que me está mostrando el Eldest.

Es un plano del suelo del Nivel de Carga, reconozco el pasillo central principal esparciéndose en las grandes habitaciones usadas para la ciencia y la industria, fabricación e investigación. Puntos brillando fuerte están esparcidos por el mapa, parpadeando y moviéndose alrededor.

—¿Sabes lo que es esto? —pregunta Eldest, tomando el disco de regreso. —El mapa localizador del wi-com. —El aparato de comunicación inalámbrico implantado tras nuestra oreja izquierda no sólo nos permitía comunicarnos los unos a los otros en la nave, sino que también nos servía como localizadores.

Me inclino sobre la mesa para ver mejor el mapa wi-com. El cabello largo y blanco de Eldest cepilla mi cara antes de que lo coloque tras sus orejas, y puedo oler un soplo de jabón y algo más fuerte que molesta mi nariz.

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—¿Ves todos estos puntos? Cada uno es un Shipper4. Cada uno tiene un

trabajo específico: que la nave vaya bien. Los Shippers más importantes están aquí.

Eldest señala la sala de energía, luego pasa sus dedos más allá de ella, hacia la sala de máquinas en la que nunca he estado, luego más lejos, hacia una habitación más allá de esa. —El centro de comandos está allí. Aunque la nave corre por su cuenta, si algo va mal<

—¿Tu dirigirías la nave? —pregunté, asombrado. Imaginé a Eldest como el valiente navegante, casi como el capitán de esos antiguos barcos de la Tierra-Sol que navegaban a través de las aguas, no a través del universo. Luego me imaginé a mí tomando el timón.

Eldest ríe. —¿Yo? No. Eso es ridículo. Los Elders no están entrenados para conducir naves; el trabajo del Eldest es no dirigir la nave. El trabajo de un Eldest es dirigir a la gente. Estos Shippers —hace señas hacia los puntos parpadeantes—, todos reciben entrenamiento en papeles específicos para operar la nave en caso de una emergencia. —Mira hacia arriba. Sus ojos están vidriosos por la edad, pero todavía puede ver a través de mí. —Entiendes, ¿cierto? Los Shippers conducen la nave, no nosotros.

La imagen de todo el mundo animándome mientras llevo la nave hacia la Tierra-Centauri se desvanece y muere.

—Los Shippers están aquí para cuidar el barco, pero el barco es sólo frío metal. Tú eres el que debe cuidar a la gente.

Golpea ligeramente el cuadro de maximizar y, por un momento, los tres niveles del barco están encendidos a la vez, un laberinto vertiginoso de líneas que se entrecruzan. El interior del barco es más que nada redondo. Una pequeña franja en la parte superior es el Nivel de Conservación. Bajo eso, un poco más grande, está el Nivel de Carga, todo cortado en oficinas y laboratorios. Por mucho, la parte más grande del barco es el Nivel de Alimentación. Hay dos puntos parpadeantes para mí y Eldest en el Nivel de Conservación, cincuenta o más en el Nivel de Carga. Eldest golpea el Nivel de Alimentación. En el lado derecho del círculo hay docenas de puntos para las personas en el hospital, pero ninguno en la sala de registros. En el medio, docenas de puntos están esparcidos alrededor, cada uno representado a las muchas personas viviendo en las granjas.

Eldest toca la parte izquierda de la pantalla, donde está la Ciudad. Hay tantos puntos allí que es imposible para mí contarlos. No es que lo necesite.

Conozco a todos a bordo de la nave, a todos los 2.312 de ellos.

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Cada uno de esos 2.312 puntos rojos parpadeantes se sentían como un punto latiente en mis hombros, cada uno encorvándome más sólo un poco. Ellos son todos, cada uno de ellos, mi responsabilidad.

Eldest empuja el Nivel de Carga arriba de nuevo y deja sus dedos en la habitación más grande del nivel, dónde está el motor. —Entre el motor y las computadoras y el sistema de navegación y todo lo demás, hay mucho que puede ir mal. Este viaje< es largo. —Dice esto como si hubiera sentido todos estos 250 años de viaje—. Los constructores de esta nave sabían eso; por eso lo llamaron Godspeed5.

Pronuncié el nombre con él, saboreándolo como el metal en mi lengua. —Es una vieja expresión de la Tierra-Sol para la buena suerte. —Eldest resopla—. Le gritaban a nuestros ancestros en el cielo, les deseaban a todos buena suerte, y se olvidan de nosotros. Perdimos comunicación con la Tierra-Sol durante la Plaga y nunca hemos podido volver a recuperarla. No podemos regresar. No pueden ayudarnos. Todo lo que la gente de la Tierra-Sol podría darnos es Godspeed.

No estoy seguro de si se refiere a que nos dieron suerte o el barco, pero ambos parecían inadecuados ahora.

—Pero necesitamos más que suerte. La nave necesita a alguien para proteger a la gente, no sólo a la nave. Tú serás ese líder. —Eldest respira profundamente—. Es tiempo de que aprendas las tres causas de la discordia.

Empujo mi silla más cerca. Esto es nuevo. Finalmente, finalmente, Eldest realmente me va a entrenar para ser el líder después de él.

—En Godspeed —dice—, ¿todos hablamos un mismo idioma? —Por supuesto —contesto, confundido.

—¿Tenemos alguna diferencia racial? —¿Raza?

—Color de piel.

—No. —Todos a bordo tienen la misma piel color olivo fuerte, los mismos cabellos y ojos marrón oscuro.

—Has estudiado los mitos de la Tierra-Sol: Budismo, Cristianismo, Hinduismo, Islam. ¿Alguno en Godspeed adora a algo? —dice con tono de burla.

5 Godspeed: Su traducción literal sería “Rapidez de Dios”, pero es una expresión de buena

suerte utilizada generalmente al despedirse de alguien o antes de realizar un largo viaje. Se traduciría como “Vaya con Dios”.

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—¡Claro que no! —me río. Una de las primeras lecciones que Eldest me dio cuando me mudé al Nivel de Conservación fue acerca de las religiones de Tierra-Sol. Eran historias mágicas, cuentos de hadas, y recuerdo haberme reído tontamente cuando Eldest me contó cómo la gente en Tierra-Sol estaba dispuesta a morir o matar por estos personajes de ficción.

Eldest asiente una vez. —La primera causa de discordia es la diferencia. No hay religiones en Godspeed. Todos hablamos el mismo idioma. Somos de una sola raza. Y porque no somos distintos, no peleamos. ¿Recuerdas las Cruzadas de las que te hablé? ¿Los genocidios? Nunca tendremos que preocuparnos por ese tipo de horroríficos eventos en Godspeed.

Estoy al borde de mi silla, asintiendo, pero dentro de mí estoy esperando que Eldest no pueda ver el estudiante tan malo que soy. Recuerdo esas lecciones. Estaban entre mis primeras lecciones, cuando tenía trece y me mudé al Nivel de Conservación para vivir con Eldest. Estrellas, era tan niño entonces... Recuerdo las fotos en los discos de gente de color de piel y color de cabello diferentes, de gente vestida en largos trajes o taparrabos, el sonido de palabras de idiomas que no pude comprender. Y en ese entonces pensé que todo era medio llamativo.

Me encorvé más en mi silla. Ya veo por qué Eldest ha sido lento en mi entrenamiento, claramente yo no había entendido las verdaderas lecciones que me había estado enseñando.

—La segunda causa de discordia —continúa Eldest—, es la falta de un fuerte líder central.

Se inclina hacia delante, estirando sus manos nudosas y arrugadas hacia mí. —¿Entiendes la importancia de esto? —dice, sus ojos aguados por la anciana edad, o algo más.

Asiento.

—¿En serio? —pregunta con más urgencia, agarrando mis manos tan fuerte que algunos de mis nudillos crujen.

Asiento de nuevo, incapaz de quitar mis ojos de los suyos.

—¿Cuál es el mayor peligro en esta nave? —su voz había bajado a un susurro rasposo.

Um. Quizás no entendía. Eldest me mira, esperando una respuesta. Lo miro de regreso.

—Motín. Es un motín, Elder. Más que un error técnico o mal funcionamiento de la nave o peligros externos, el motín es la mayor amenaza de esta nave. Así que, después de la Plaga, el sistema Eldest fue creado. Una persona, nacida entre la gente que lideraría, para actuar como un patriarca y comandante de la gente más joven que él. Cada generación tiene un Eldest a

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quien seguir. Un día serás un Eldest. Serás el líder fuerte y centrado que previene la discordia, que preserva a cada persona viviente en esta nave.

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Capítulo 5

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Traducido por CyeLy DiviNNa Corregido por Dianita

oy tan silenciosa como la muerte.

Haz lo siguiente: Ve a tu habitación. Tu agradable dormitorio es seguro, cálido, no es un ataúd de cristal detrás de la puerta de una morgue. Acuéstate en tu cama, no está hecha de hielo. Introduce tus dedos en tus oídos. ¿Oyes eso? ¿El pulso de vida de tu corazón, la lentitud en la entrada y salida de oxigeno de tus pulmones? Incluso cuando estás en silencio, incluso cuando bloqueas todo el ruido, tu cuerpo sigue siendo una cacofonía de vida. El mío no lo es. Es el silencio lo que me vuelve loca. El silencio que me conduce a las pesadillas.

Porque, ¿y qué si estoy muerta? ¿Cómo puede alguien sin el latido de su corazón, sin pulmones, respirar tan viva como yo? Tengo que estar muerta. Y mi mayor temor es que: después de trescientos un años, cuando extraigan mi ataúd de cristal de la morgue, y descongelen mi cuerpo como carne de pollo en el mostrador de la cocina, seré como soy ahora. Pasaré toda la eternidad atrapada en un cuerpo muerto. No habrá nada más. Estaré encerrada en mí misma para siempre.

Y me dan ganas de gritar. Quiero abrir los ojos, despertar y no estar a solas conmigo misma nunca más, pero no puedo.

No puedo.

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Capítulo 6

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Traducido por Susanauribe Corregido por Dianita

ntonces, ¿cuál es la tercera causa de discordia? —le pregunté a Eldest mientras el silencio se arrastraba entre nosotros en el Centro de Aprendizaje.

Él me contempla. Por un momento, la ira destella desde sus apagados ojos, y me pregunté si me pegaría. Aunque, cuando pestañeé, esa loca idea se había ido. Eldest puso ambas manos en sus rodillas y las presionó para levantarse, crujiendo, en una posición de pie. El Centro de Aprendizaje es pequeño, y con Eldest de pie, se siente opresivo. La silla que empuja hacia atrás golpea contra la pared; la tabla se siente como un abismo entre nosotros. Detrás de él, el desvanecido globo del Sol-Tierra luce minúsculo, incluso más pequeño y más insignificante para mí.

—Te he dicho suficiente —dice, dirigiéndose a la puerta—. Y tengo trabajo que hacer. Quiero que vayas al Salón de Grabación, hagas algunas búsquedas, y veas si puedes descubrir algunas de las razones por las que Sol-Tierra ha tenido tantas discordias. Tienes las dos primeras razones por su reinado de sangre y guerra; deberías ser capaz de comprender la tercera. No es difícil, no cuando miras la historia de Sol-Tierra.

Reconocí el desafío en esto. Eldest está probando mi habilidad para ser un líder, probando mi solvencia para seguir sus pasos como el próximo Eldest. Realmente, a menudo hace esto. A pesar de que el Eldest que debería haber estado entre Eldest y yo murió hace mucho tiempo, a Eldest no le agradaba. Lo que más he escuchado hablar a Eldest sobre él fue cuando lo comparó conmigo. Y las comparaciones nunca han sido positivas. “Eres lento, como él”, diría Eldest. “Esa idea es algo que él también diría”.

Aprendí casi tan rápido como había comenzado a vivir en el Nivel de Conservación a mantener mis ideas para mí y mi boca cerrada. Eldest aún sigue probándome a menudo sólo para asegurarse que no resultaré tan malo como el otro Elder. Traté de lucir confiado, asertivo, pero es un desperdicio, porque Eldest no me ha mirado ni una vez.

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Parte de mí quiere llamar nuevamente a Eldest y discutir con él, recordarle su promesa de decirme todo e insistir en que me enseñe la tercera causa de la discordia.

La otra parte de mí, la parte que puede pasar todo el día viendo los videos e imágenes de Sol-Tierra en los floppies, cree que es una asignación del Eldest que me agradará hacer.

En el extremo lejano del Centro de Aprendizaje está la entrada al tubo gravitacional que Eldest y yo usamos. Esta solamente es para nosotros, una conexión directa con el Nivel Alimentador. El que va entre el Nivel de Carga y la Ciudad es el Nivel Alimentador que es para todos los demás.

Presiono mi botón wi-com ubicado detrás de mi oreja izquierda. —¿Comando? —pregunta la simpática voz femenina en mi wi-com. —Control de tubo gravitacional —digo.

Beep, beep-beep llena mi oído mientras mi wi-com se conecta al control del

tubo gravitacional. Paso mi pulgar por el escáner biométrico en la pared lejana del Centro de Aprendizaje, y una sección circular del suelo se desliza abierta. No hay nada más abajo que espacio vacío.

Mi estómago se mueve, como siempre lo hace, cuando me paro en el aire vacío del tubo gravitacional. Pero el botón wi-com se ha conectado con el sistema gravitacional de la nave dentro del tubo, y me balanceo en el aire antes de hundirme como un centavo tirado en una fuente. Oscuridad me envuelve mientras me deslizo hacia abajo por el tubo a través del Nivel de Carga, y luego la luz inunda mis ojos. Pestañeo; el Nivel Alimentador está debajo de mí, distorsionado a través de la transparencia del tubo gravitacional. La Ciudad se alza en la lejana pared, y las granjas se extienden por el centro, bastos campos verdes dotados de cosechas, vacas, ovejas, cabras. Desde aquí, el Nivel Alimentador es enorme, un mundo dentro y por sí mismo. 6,400 acres diseñados para sustentar a más de 3.000 personas que parece eterno cuando estás mirándolo. Pero cuando estás ahí, en los Campos o La Ciudad, metido junto a personas cuyos ojos siempre están puestos en ti, se siento mucho más lleno.

El tubo gravitacional termina dos metros arriba del suelo del Nivel Alimentador. Por un segundo, me balanceo en el aire al final del tubo, luego

beep, beep beep, llena mis oídos mientras mi wi-com conecta con el sistema

gravitacional de la nave, y caigo en la pequeña plataforma redonda metálica debajo del tubo. Me bajo de la plataforma y comienzo a caminar bajando una de las cuatro principales carreteras del Nivel Alimentador. Sólo unos cuantos metros adelante está un alto edificio de ladrillo, el Salón de Grabación y después de eso está el Hospital.

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Mientras voy hacia el Salón de Grabación, pienso en cuán diferente es ahora mi vida de hace tres años. Hasta que tuve trece, viví en este nivel, pasando de una familia a otra. Desde una edad muy temprana, era claro que iba a encajar. En primer lugar, todos eran conscientes de que yo era el Elder. Quizás porque el Elder anterior a mí murió inesperadamente, los Alimentadores siempre fueron sobre-protectores. Pero, más que eso, éramos diferentes los unos de los otros. Los Alimentadores pensaban diferente. Eran felices, contentos de arar campos y trasquilar ovejas. Nunca parecían sentir desplomarse las paredes de la nave alrededor de ellos, o enojarse con el tiempo por pasar tan lento. No fue hasta que me mudé al Hospital en mi décimo tercer cumpleaños, y conocí a Harley, y hablamos con el doctor, y fui trasladado al Nivel de Conservación y comencé a entrenarme con Eldest, que comencé a ser feliz en Godspeed. Comencé a disfrutar esta vida.

No siempre estaba de acuerdo con Eldest y su terrorífico temperamento, demostrado solamente a mí en el Nivel de Conservación, pero siempre lo había amado por haberme alejado de las granjas nubla-mentes.

Eldest me mira subir las escalas al Salón de Grabación. No el Eldest real, por supuesto, una pintura de él, hecha antes de que yo hubiera nacido, cuando Eldest tenía casi la edad del Doc. La pintura es larga, alrededor de la mitad del tamaño de la puerta, y cuelga de una pequeña intercepción construida entre los ladrillos junto a la entrada.

Eventualmente, ellos bajarían el retrato del Eldest de aquí, y lo colgarían en algún lugar sucio en la parte trasera del Salón de grabación, junto con los otros retratos de todos los otros Eldests.

Y mi retrato estará colgado aquí, inspeccionando mi pequeño reino.

Eldest me mira saltar los escalones hacia las grandes puertas marrones que habían sido pintadas para lucir como madera. El Salón de Grabación siempre me había parecido grande, pero Eldest me asegura que la mayoría de los residentes en Godspeed sienten que es muy pequeña. Supongo que es porque cuando voy allí, voy solo o con Eldest. Todos los demás fueron con sus gentes, cuando eran más jóvenes y seguían en la escuela. Ya que nadie más en la nave es tan joven como yo, no hay razón para ir a la escuela. Solamente tengo a Eldest.

La pintura del Eldest anterior se queda mirándome, pasando el porche del Salón de Grabación, mirando por encima de los campos, a la lejanía, a la Ciudad, un revoltijo de pintadas torres de cajas de metal en donde la mayoría de los Alimentadores y habitantes de la nave viven. El pintor le ha dado a Eldest los ojos más amables que he visto en su arrugado rostro, una suave curva de sus labios parece indicar interrogantes, tal vez incluso curiosidad. O no. Estoy leyendo mucho en esta pintura. Este Eldest no es el Eldest que yo conozco. Este Eldest luce como el tipo de persona que puedo mirar como un

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