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La Eucaristía y el Papa Francisco
Estamos a pocas semanas de la visita del Papa Francisco a nuestro país. Sin lugar a dudas, y así lo ha facilitado y promovido la Conferencia Episcopal por medio de la comisión organizadora, es importante prepararse para darle la acogida de un pueblo de Dios que re-cibe al Vicario de Cristo que nos viene a confirmar en la fe. Es por ello que pa-rece muy oportuno profundizar en su mensaje y enseñanzas.
Junto con la visita del Santo Padre, nuestra Iglesia en Chile se está prepa-rando para vivir un Congreso Eucarís-tico para el año 2018. Será un tiempo importante para profundizar y
1 F
RANCISCO, Audiencia general, 8 de noviembre de 2017.
2 Cf. LG 11.
3 Cf. FRANCISCO, Discurso del santo padre Francisco a los
par-ticipantes en la 68 semana litúrgica nacional italiana, 24 de
agosto de 2017; Audiencia general; 8 de noviembre de 2017.
zar la Eucaristía, «corazón de la Igle-sia»1, como verdadera fuente y cumbre
de toda la vida cristiana2.
Providencialmente en las últimas tres semanas, el Santo Padre, en su au-diencia general de los días miércoles, ha iniciado una serie de catequesis en torno al sacramento de la Eucaristía. En ellas, con su lenguaje coloquial, pero no menos profundo y teológico, el Papa Francisco, acogiendo la llamada de los padres del Concilio Vaticano II, de una necesaria formación litúrgica a los fieles para comprender la renova-ción inspirada por el Espíritu Santo3, ha ido subrayando algunos fundamentos de la teología litúrgica eucarística.
1. Celebrar la Eucaristía
Una primera categoría recuperada por el Concilio es el hecho que todo sacra-mento es celebración. En este con-texto, la Eucaristía es siempre una ac-ción pública ligada a una comunidad que por su propia ritualidad se separa de lo cotidiano4. En el caso de los sa-cramentos, por su lenguaje simbólico
4 M. S
ODI,«Celebrazione», en Liturgia, ed. D. Sartore – A. M. Triacca - C. Cibien, San Paolo, Cinisello Balsamo 2001, 380-381. Boletín de información, servicios y
coordinación de la Comisión Nacio-nal de Liturgia – CECh www.iglesia.cl/nuestraliturgia
de ritos y oraciones y, gracias a la ac-ción eficaz del Espíritu Santo, donado en el Misterio Pascual de Cristo, en la celebración se hace presente una reali-dad invisible, es decir, Dios y sus mis-terios de salvación. Por esto la celebra-ción da paso a un encuentro y diálogo concreto en Dios y los hombres. En este sentido, dirá el Papa Francisco: «los sacramentos y la celebración eu-carística de forma particular, son los signos del amor de Dios, los caminos privilegiados para encontrarnos con Él»5. Celebrar significa tocar6 a Dios en la posibilidad cierta que da el lenguaje sacramental. Dios, mediante la econo-mía de salvación, y muy particular-mente el misterio de la encarnación, ha querido entrar en la historia para asumir el lenguaje humano en su contexto y, con este, auto-revelarse a los hombres, donando la salvación7. Esa es la diná-mica celebrativa que rápida y natural-mente descubrió la primera comunidad cristiana al sentir la necesidad reunirse domingo a domingo para poder vivir8. 1.1. Celebrar en la mesa de la palabra ¿Cuál es el contenido de la celebración eucarística? Francisco responde: «participar en sacrificio […] y acercarnos a la mesa del Señor»9. En
esta simple expresión se esconden los dos grandes elementos la palabra y el sacrificio.
La mesa de la palabra de cada Eucaristía es el diálogo de Dios con los hombres, tejido por palabras y hechos a lo largo de toda la economía de salvación que develan los misterios de Dios pero que, en la proclamación en la
5 FRANCISCO, Audiencia general, 8 de noviembre de 2017. 6 Cf. FRANCISCO, Audiencia general, 8 de noviembre de 2017. 7 Cf. DV 2.
8 Cf. FRANCISCO, Audiencia general, 8 de noviembre de 2017. 9 Cf. FRANCISCO, Audiencia general, 8 de noviembre de 2017.
asamblea litúrgica, se actualizan en la plenitud de Cristo resucitado ofreciéndose como alimento espiritual10. «Más aún, la economía de la salvación, que la palabra de Dios no cesa de recordar y de prolongar, alcanza su más pleno significado en la acción litúrgica, de modo que la celebración litúrgica se convierte en una continua, plena y eficaz presentación de esta palabra de Dios»11. La mesa de la palabra es Cristo mismo, fuente de agua viva que fluye para la vida eterna construyendo la Iglesia y haciéndola crecer para que su palabra se propague a todas las naciones12.
1.2 Celebrar el sacrificio de Cristo La realidad sacrificial constituye el se-gundo gran elemento de celebración eucarística. El lenguaje sacramental del pan y vino ofrecidos, consagrados y repartidos son signo real y concreto de la presencia de Cristo y de la alianza en Él realizada. «Participar en la Misa es vivir, otra vez, la pasión y la muerte re-dentora del Señor»13. El Calvario, la Úl-tima Cena y la Misa tienen la misma víctima, el mismo sacerdote que ofrece,
10 Cf. IGMR 55. 11 OLM 4.7.
12 Cf. FRANCISCO, Audiencia general, 8 de noviembre de 2017. 13 Cf. FRANCISCO, Audiencia general, 8 de noviembre de 2017.
el mismo sacrificio, la misma eficacia14. En el Calvario y en la Última Cena, Cristo ejercía como sujeto por sí mismo, en la Misa, en cambio, se sirve de la mediación ministerial sacramental de la Iglesia (pueblo sacerdotal)15. Esta se pone al servicio en la diaconía cele-brativa a imagen de María, sierva del Señor.
Si tal es la densidad celebrativa de la Sagrada Liturgia, el deseo eclesial no puede ser otro que, a ella, los fieles cristianos acudan con la confianza filial de un hijo que se di-rige a su Padre16, es decir, en la que puedan participar activa y fructuosa-mente17.
2. La Eucaristía, encuentro orante con el Señor
El Papa Francisco, portador y heredero de Aparecida18, se detiene a meditar el
día 15 de noviembre del presente año en la celebración eucarística bajo la ca-tegoría de encuentro. Sin embargo, para llegar a ello, da dos pequeños pa-sos previos en su discurso, unirá la be-lleza – a la oración y esta al encuentro. «Para comprender la belleza de la ce-lebración eucarística deseo empezar con un aspecto muy sencillo: la misa es oración, es más, es la oración por ex-celencia, la más alta, la más sublime, y
14 Cf. DH 1740; IGMR 72.
15 Cf. V.RAFFA, Liturgia eucaristica. Mistagogia della Messa:
dalla sotoria e dalla teologia alla pastorale pratica, CLV, Roma
2003, 986-989.
16 Cf. Lc 11, 11-13; FRANCISCO, Audiencia general, 8 de
noviem-bre de 2017.
17 Cf. SC 11.
al mismo tiempo la más “concreta”. De hecho, es el encuentro de amor con Dios mediante su Palabra y el Cuerpo y Sangre de Jesús. Es un encuentro con el Señor»19. En este sentido para el Santo Padre es muy claro, al decir que la belleza litúrgica no radica en la pom-posidad o suntuosidad de ritos perfec-tamente realizados, sino en la concre-ción de un encuentro de amor con el Señor mediante la ritualidad sacramen-tal de su palabra, de su cuerpo y de su sangre. 2.1 Un encuentro concreto gracias al rito Los sacramentos posibilitan el en-cuentro con Cristo, en su nivel ritual-existencial. Su len-guaje simbólico, por ritos et oraciones, es una ventana a la comunión con Dios. En Cristo mismo se da el encuentro de la divinidad con la humanidad, encuen-tro fundante que posibilita una relación personal de la humanidad con Dios. Por ello el Catecismo afirma que «en la liturgia de la Nueva Alianza, toda ac-ción litúrgica, especialmente la celebra-ción de la eucaristía y de los sacramen-tos es un encuentro entre Cristo y la Iglesia»20. Siguiendo la dinámica de la encarnación y de la propia naturaleza humana que en su esencia es corpó-rea, la comunicación entre Dios y los hombres exige signos sensibles21 que
18 Cf. DA 246–257.
19 FRANCISCO, Audiencia general, 15 de noviembre de 2017. 20 CEC 1097.
21 «Toda celebración sacramental es un encuentro de los hijos de
Dios con su Padre, en Cristo y en el Espíritu Santo, y este encuen-tro se expresa como un diálogo a través de acciones y de palabras» (CEC 1153).
en su contexto celebrativo permiten en-trar en contacto vital con los misterios del Dios trino22 revelado en y por Cristo.
Dicho encuentro no es solo resultado de un movimiento humano ascendente, sino principalmente responde al querer de Dios. Los sacramentos son signos de la fe de la Iglesia que preceden la fe particular de cada creyente23. La
litur-gia toda, goza de la virtud de ser el me-dio a través del cual Cristo ha querido estar presente en el tiempo en la Iglesia como su agente principal. Es Cristo que sale al encuentro del hombre y lo hace participar, en la celebración litúrgica eclesial, de su ofrenda agradable al Pa-dre24.
En cuanto signos de fe y medios de santificación del Espíritu, los sacra-mentos no son hechos externos, oca-sionales o pasajeros, sino cada sacra-mento, para el creyente, es un evento transfigurante con Cristo que trasforma la existencia cotidiana25.
2.2. La Eucaristía, un diálogo con Dios El Papa pregunta ¿qué es realmente
la oración?, su respuesta no puede ser
otra, sino «diálogo, relación personal con Dios»26, el diálogo es el fruto natu-ral del encuentro de dos personas que se aman. Por tanto, si la Eucaristía es orar por excelencia, la dimensión dialo-gal la atraviesa por completo. Precisa-mente este es él o los movimientos que definen su forma esencial. Dios Padre hacia el mundo y el mundo hacia Dios Padre. En cada momento de la celebra-ción eucarística se debe comprender
22 Cf. J.J. Flores, «El hodie en los escritos de Odo Casel», Ecclesia
Orans 16 (1999) 54-55.
23 Cf. C. ROCCHETTA,Los sacramentos de la fe. Estudio de
teo-logía bíblica de los sacramentos como «eventos de salvación» en el tiempo de la Iglesia. I Sacramentología bíblica fundamental,
Secretariado Trinitario, Salamanca 2002, 241.
24 Cf. DH 1601-1607; CEC 128; Cf. C. ROCCHETTA,Los
sacra-mentos de la fe… , 242.
en cuál de estas dos direcciones se está dirigiendo la palabra y la acción ri-tual.
Un primer momento del diálogo orante eucarístico es el Padre que se da a sí mismo por medio del Hijo en el Espíritu Santo. Las fórmulas trinitarias en la eu-caristía no son frases piadosas repeti-das casi por hábito, sino la plasmación ritual de la obra de salvación de Dios en nuestro favor27. Desde la señal de la cruz en adelante, cada fórmula trinita-ria, refleja el accionar de Dios Padre que dona su Espíritu para que este realice, ilumine y ordene todo, de tal modo que, su Hijo sea conocido y amado, para que quienes crean en Él tengan la vida eterna28.
La otra dirección dialogante también constituye parte esencial de cada euca-ristía; el mundo hacia el Padre. Dios pone al Hijo en las manos de la Iglesia para que, con este don, ella lo ofrezca como propio al Padre. Así, el Espíritu que plasmó a Jesús en el seno de Ma-ría Virgen y lo resucitó de entre los muertos, llena los dones de la Iglesia y los transforma en el Cuerpo de Cristo para que ella
lo ofrezca al Padre en nombre de todo el mundo. La Santa Misa es la oración por excelen-cia porque en ella la Iglesia
25 Cf. S.MARSILI,«Sacramenti», en Liturgia, ed. D. Sartore – A.
M. Triacca - C. Cibien, San Paolo, Cinisello Balsamo 2001, 515.
26 FRANCISCO, Audiencia general, 15 de noviembre de 2017. 27 Cf. Jn 3, 16.
28 Cf. J.DRISCOLL, Cosa accade nella Messa, EDB, Firenze 2006,
se realiza en plenitud ya que ella solo existe para la salvación del mundo. Toda la celebración eucarística es el diálogo amoroso del Padre, Hijo y Es-píritu Santo, con el mundo, en la Igle-sia29.
3. Memorial del Misterio Pascual de Cristo mediante ritos y oraciones.
El Santo Padre Francisco en su audien-cia general del 22 de noviembre de 2017 afirma: «¿Qué es esencialmente la Misa? La Misa es memorial del Mis-terio pascual de Cristo. Nos convierte en partícipes de su victoria por sobre el pecado y la muerte y da significado pleno a nuestra vida»30. Pero ¿qué sig-nifica memorial en el contexto litúrgico? El mismo Papa responde citando el Ca-tecismo de la Iglesia Católica «en la ce-lebración litúrgica, estos acontecimien-tos se hacen, en cierta forma, presen-tes y actuales»31.
Memorial significa presencia; son los eventos salvíficos del pasado que se hacen actuales hoy en virtud del Espí-ritu Santo. Es el mismo Cristo quien en-vía a sus discípulos a realizar
29 Cf. J.DRISCOLL, Cosa accade nella Messa, EDB, Firenze
2006, 17-18.
30 FRANCISCO, Audiencia general, 22 de noviembre de 2017. 31 CEC 1363.
rial32, porque en este, todos sus miste-rios, en particular su muerte sacrificial y su resurrección, irrumpen en la historia humana. En el memorial de la celebra-ción eucarística se pone en acto, de manera concentrada, la única obra de redención de los hombres y la glorifica-ción de Dios. El sacrificio de Cristo no viene repetido, sino actualizado ecle-sialmente. El pueblo de Dios, en virtud del sacerdocio común que lo injerta en el único y eterno sacerdocio de Cristo, se une en el tiempo y el espacio asumi-dos por el Verbo en su encarnación, en la ofrenda eterna que Él realiza al Pa-dre.
Sin embargo, queda por aclarar aquella «en cierta forma» en la cual se hacen presentes y actuales. El Concilio res-ponde inmediatamente, mediante ritos y oraciones33, es decir, a través del len-guaje simbólico sacramental.
La riqueza del lenguaje simbólico pro-pio del ser humano es precisamente la capacidad performativa34 de hacer pre-sente una realidad invisible, en este caso, el espíritu humano y su riqueza se encuentra con el Espíritu divino y su eficacia posibilitando la presencia de los misterios de Dios.
Para que la liturgia, ejercicio del sacer-docio de Jesucristo, pueda efectiva-mente realizar un encuentro cristifi-cante de adoración y santificación, me-diante signos eficaces comunicativos, hace uso, gracias a la pedagogía de la encarnación, de todo un lenguaje sim-bólico al que se le debe prestar particu-lar atención. El lenguaje simbólico ver-bal y no verver-bal adquiere una densidad
32 Cf. Lc 22, 19. 33 Cf. SC 48.
particular ya que es vía sacramental ac-tualizante de los misterios de Cristo. Por ello, la deseada participación de los fieles a la celebración, es condición fun-damental, en otras palabras, es nece-sario que la asamblea celebrante parti-cipe consciente, piadosa y activamente como liturgos expertos en ritualidad. Por ello, urge la formación litúrgica del pueblo de Dios.
Toda la ritualidad sacramental, no debe ser vista como un conjunto de acciones singulares independientes y yuxta-puestas, una junto a la otra, sino como una red de relaciones que, instituidas por Cristo y asumidas eclesialmente, configuran una estructura capaz de po-ner en acto la salvación. La celebración litúrgica es memorial, no da lo mismo el cómo se haga memoria. La estructura simbólico ritual de la Eucaristía y de cada sacramento es el vehículo sacra-mental utilizado por el Espíritu para concretar la salvación de Dios hoy. Por ello «nos convierte en partícipes de su victoria […] y da significado a nuestra vida»35.
Pbro. Gonzalo Guzmán Doctor en Liturgia