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Tema 7. Capitalismo y sociología. Durkheim, Weber, Simmel y Sombart

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Historia del Pensamiento Económico

Tema 7. Capitalismo y

sociología. Durkheim, Weber,

Simmel y Sombart

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Esquema

Ideas clave

7.1. Introducción y objetivos

7.2. Taylor: el management científico

7.3. La primera generación de sociólogos: Herbert Spencer y la idea de «progreso»

7.4. La segunda generación de sociólogos: Durkheim, Simmel, Sombart y Weber

7.5. Referencias bibliográficas A fondo

Werner Sombart y la teoría histórica de la economía El darwinismo social: espectro de una ideología

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7.1. Introducción y objetivos

A lo largo de los temas anteriores se ha mostrado el desarrollo de la mentalidad económica durante toda la historia de Occidente. Así, se presentó el carácter antropológico de la economía y, ya dentro de la trayectoria europea, se ilustró su condición utópica.

El recorrido histórico ha pasado desde los primeros compases del momento económico, estudiando el fenómeno en el paradigma griego, hasta los años finales del siglo XIX. Así, se han estudiado los horizontes griego, medieval y moderno; son las centurias modernas las que más espacio de análisis y reflexión han ocupado.

La Escuela de Salamanca, el pensamiento clásico, los fisiócratas y Adam Smith, pasando por autores intermedios como Locke, Hume o Mandeville conforman los pilares sobre los que se construirá toda la epistemología económica moderna, concluyendo está en las décadas de la escuela neoclásica.

Así, los siglos de la modernidad sirvieron para asentar los conceptos fundamentales de la economía, hasta que Adam Smith terminaría por culminar tal proyecto al sistematizar todos los contenidos legados en un corpus metodológico y matematizado que permitió considerar la economía, hasta entonces un meandro de la filosofía moral, como ciencia rigurosa y autónoma. Desde entonces, los pensadores y profesionales de la ciencia económica trabajarían desde un horizonte epistemológico, propio y legítimo, que afianzaría el sistema económico y corregiría los desajustes y fallos advertidos.

Dentro de esta corriente de correcciones y ajustes emergerían tanto los críticos del sistema capitalista —en tanto que el modelo económico imperante—, como los socialistas, y quienes se esforzaran por ajustar el marco epistemológico capitalista a los tiempos vigentes.

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Entre estos últimos es imprescindible destacar la corriente de los «sociólogos», quienes sabrán adecuar el capitalismo al espíritu de los nuevos tiempos históricos, la transición de la centuria decimonónica al siglo XX.

Estos autores explicarán la realidad económica una vez la modernidad se ha desarrollado en plenitud: fenómenos como la burocracia, el lujo o la revolución tecnológica, y cómo los mismos afectan al proceso productivo y al sistema económico, serán los hitos de estudio de esta corriente.

En particular, los fenómenos de racionalización del mundo moderno, que primordialmente habían afectado a la organización del Estado, son extrapolados en este momento a la actividad económica, en particular, a la organización del proceso productivo: una racionalización de la organización del trabajo. Será mediante el concepto de racionalización cómo se reintroducirá la economía en la historia del pensamiento, pues la escuela de los «sociólogos», especialmente Max Weber, cubrirán este hiato de economía y pensamiento mediante la aplicación de las formas de la modernidad sobre el proceso productivo y el trabajo:

«Una política económica estatal acreedora a este título, esto es, continua y consecuente, sólo ha surgido en la Época Moderna.

» […]

» Mercantilismo significa la traslación del afán de lucro capitalista a la política. El Estado procede como si estuviera única y exclusivamente integrado por empresarios capitalistas.

» […]

» Premisa de la política mercantilista fue el aprovechamiento del mayor número posible de fuentes con posibilidad lucrativa en el propio país» (Weber, 2001: 289-292).

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De acuerdo con todo ello, la relación de objetivos para el tema que ocupa es la siguiente:

Contextualizar la figura de Taylor como puente entre los siglos xix y xx y su proyecto de

Organización de la actividad productora: el management científico.

Problematizar la idea taylorista de racionalización de la organización del trabajo y cómo da paso a la obra de los «sociólogos».

Conceptualizar el contenido de la obra de los «sociólogos», tanto de la «primera generación» como de la «segunda generación» (Escuela francesa y Escuela alemana).

Para mayor facilidad en la comprensión del tema se ofrece, como mecanismo tanto sintético como complementario, la visualización del vídeo titulado Capitalismo y sociología. Durkheim, Weber, Simmel y Sombart, que servirá de introducción sumaria del contenido.

Accede al vídeo:

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https://unir.cloud.panopto.eu/Panopto/Pages/Embed.aspx?id=a5a523ff-b7e3- 4fdf-96c6-ad6901152798

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7.2. Taylor: el management científico

Taylor (1856-1915) servirá como introducción para comprender el período de los

«sociólogos» dentro de la historia del pensamiento económico. Un momento, el de los «sociólogos», que constituye el tránsito del siglo XIX al siglo XX.

Figura 1. Frederick Winslow Taylor. https://es.wikipedia.org/wiki/Frederick_Winslow_Taylor

Taylor debe ser estudiado en paralelo con la contribución de Henry Ford (1863-1947) y el fordismo, término que tendrá una importancia mayúscula en la historia del capitalismo del siglo XX, ya que con él tiene lugar la implantación —que no invención

— del montaje en cadena. El fordismo tiene que ver con la «normalización»; la normalización tiene, a su vez, que ver con la normativa, esto es, con normativizar un producto: crear unas normas perfectas que obligasen a los distintos productores a

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estandarizar sus productos, de manera que fuesen todos iguales.

Por la normalización, el diseño y el desarrollo de un producto ocurría desde unos criterios normativos previamente establecidos y universales para todos

los productores. El fordismo como sistema contribuyó, en definitiva, a la normalización.

El otro término relacionado con la organización del trabajo y de la empresa hunde sus raíces en Taylor. De Taylor se sigue que los sistemas de producción de las empresas han sido tayloristas y fordistas. De modo que se habla de una «sociedad taylorista y fordista» en cuanto a la organización del trabajo y la producción laboral de la empresa.

Taylor podría ser considerado el «padre» de los ingenieros. Y es que tras Taylor se multiplicará el número de ingenieros: las empresas comenzarán a contratar a este tipo de especialistas para modernizar la empresa.

El management científico de Taylor: el «taylorismo»

Taylor no habla, como tal, de ingenieros, sino de « management», esto es, de managers. Se está refiriendo a un mánager, cuyas funciones se centran en la

organización. De tal forma que en su management científico tratará de responder a la cuestión de cómo organizar científicamente una empresa; aplicará una división que permitía distinguir (por «distinguir» debe entenderse «concebir, entender, dirigir y planificar») entre las distintas operaciones necesarias para fabricar un producto. El mánager se encargaría de dirigir el proceso de organización de la producción.

Taylor, en definitiva, propondrá la vigencia de una serie de managers, una serie de individuos, que desharán por completo el proceso productivo con el fin

de analizar sus partes procedimentales y, así, poder limitar la iniciativa y la libertad del trabajador sometiéndolo a las decisiones de los trabajadores

especialistas.

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El elemento fundamental en la reforma de Taylor será el cronómetro, o sea, el tiempo: mediante el cronómetro quedaban acotados los tiempos de cada una de las fases de la cadena, lo cual permitía un mejor control del proceso productivo.

Taylor destaca el valor social del Management científico; en el sistema de Taylor, el taylorismo, el valor social se explica de un modo análogo al discurso de Adam Smith sobre la especialización, a saber, como un grado de organización del trabajo que procura la hiperespecialización. Esta organización laboral, y aquí llega la semejanza con Adam Smith, favorece el desarrollo de la riqueza porque aumenta la cantidad y la calidad de la productividad:

La organización del trabajo en la empresa supone una organización de la producción; el trabajador solamente necesita ser competente en su área específica de la cadena, mientras que el manager es quien ha de conocer el

proceso productivo en su totalidad. Así, la propuesta de Taylor supone, en definitiva, una simplificación absoluta del proceso productivo.

Taylor concibe su propuesta de simplificación como una revolución, ya que entiende que aumentaría exponencialmente la producción de todas aquellas empresas que se organizasen de acuerdo con su proyecto racionalizador. Resultará, además, beneficioso para ambas partes, tanto para el empresario como para el trabajador. Y es que la organización taylorista permitiría un aumento de la producción, esto es, un aumento de los beneficios, que se traduciría en un aumento de los salarios de los trabajadores.

Con lo cual, el taylorismo se presenta como una forma de racionalización de la organización del trabajo en la empresa.

Y es, precisamente a través de esta idea, la de la «racionalización», que se imbrica este tema en la obra de los sociólogos, dado que el concepto de «racionalización»

será central en la obra de Weber:

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«[…] los gérmenes del capitalismo moderno deben buscarse en un sector donde oficialmente dominó una teoría económica hostil al capitalismo, distinta de la oriental y la antigua.

» […]

» La raíz religiosa del hombre económico moderno ha muerto. Hoy el concepto profesional aparece como caput mortuum en el mundo. La religiosidad ascética quedó suplantada por una concepción pesimista, pero nada ascética, como es la representada por la Fábula de las abejas de Mandeville, según la cual los vicios individuales pueden ser, en circunstancias, ventajosos para la colectividad. Al desaparecer hasta los últimos vestigios del tremendo pathos religioso primitivo de las sectas, el optimismo de la Aufklärung, que creía en la armonía de los intereses, ha trasladado la herencia del ascetismo protestante al sector de la economía. Es ese optimismo el que inspiró a los príncipes, estadistas y escritores de las postrimerías del siglo XVIII y de los comienzos del XIX. […]. Pero una vez desaparecida la posibilidad de este consuelo, tenían que revelarse todos los contrastes advertidos en una sociedad que, como la nuestra, se halla en pleno crecimiento. Con ello se alcanza el fin del protocapitalismo y se inicia la era de hierro en el siglo XIX» (Weber, 2001: 300-309).

El lado oscuro del taylorismo fue evidenciado por la crítica marxista moderna. Los sociólogos marxistas señalaron que a lo largo de la disposición taylorista del trabajo el trabajador pierde total y absolutamente el control de su trabajo. Esto trae como consecuencia que el individuo sea totalmente prescindible; lo que Weber llamará la

«burocratización de la empresa».

El trabajador manual no cualificado queda totalmente a merced del empresario, perdiendo toda su iniciativa y control sobre su trabajo, terminando

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por consumar definitivamente el proceso de alienación —de extrañamiento—

del trabajo.

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7.3. La primera generación de sociólogos: Herbert Spencer y la idea de «progreso»

La primera generación de sociólogos viene abanderada por Comte (1798-1857) y Spencer (1820-1903). Se presentarán únicamente las tesis de Spencer, ya que las

tesis comtianas serán la inspiración de Durkheim, de quien se hablará significativamente cuando se trate la segunda generación.

Comte, a quien algunos atribuyen la invención del término «sociología», y Spencer son considerados los padres de la sociología moderna.

Herbert Spencer (1820-1903)

Como ocurrirá con Durkheim y Simmel, Spencer no estudia el capitalismo como tal.

Sin embargo, el estudio de su figura se antoja importante a pesar de que no se relaciona de manera directa con lo económico; y es que Spencer sirve para ubicar un determinado periodo histórico.

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Figura 2. Herbert Spencer. Fuente: https://en.wikipedia.org/wiki/Herbert_Spencer

Spencer no escribió sobre economía, toda vez esta era una disciplina en la cual no

estaba versado. Sus intereses pasaban, en cambio, por la política. Si bien escribió gran multitud de obras, con relación a la cuestión del pensamiento económico destaca por encima de todas Social Statics: the Man Versus the State, donde llevará a cabo la más férrea e importante defensa del liberalismo del siglo XIX.

Spencer era un pensador liberal, pero, como todos los liberales

decimonónicos, no era un liberal radical: consideraba que el Estado tenía que intervenir en determinadas ocasiones, incluyendo incluso injerencias en lo

económico.

La idea de «progreso» en Spencer

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Lo primero que debe señalarse sobre las tesis de Spencer es que para este autor no existe diferencia entre las ciencias naturales y las ciencias sociales. El «progreso»

era para Spencer un elemento central; es un progreso que acabaría transformando a los hombres en seres altruistas capaces de valorar la felicidad de los demás tanto como la propia.

Spencer relaciona «evolución» con «progreso» para explicar su idea de la evolución social. Esto lo llevó a desarrollar teorías evolucionistas sobre la sociedad, aunque

buscaba realmente una suerte de teoría de la evolución cósmica. Esta idea de que los hombres irán poco a poco haciéndose más altruistas remitía a una convivencia pacífica. Convivencia que movería a los sujetos a preocuparse no solo por sus propios intereses, sino también por los ajenos.

Centrado en la evolución social, Spencer la caracteriza por una creciente diferenciación de sus partes componentes y una especialización de sus funciones.

Es decir, va a desarrollar una serie de «leyes de la evolución cósmica» que tienen por fin el paso de la homogeneidad a la heterogeneidad; es en algunos rasgos similar a la evolución biológica: originariamente los seres vivientes son todos ellos unicelulares, más con el paso del tiempo se complejizan y diferencian hasta los organismos pluricelulares. La heterogeneidad no supone, no obstante, un progreso como tal, pues las condiciones y posibilidades de supervivencia no aumentan con el paso de un organismo simple a uno complejo.

Como ideas capitales dentro de la concepción spenceriana del progreso han de ser destacadas las siguientes dos:

1. La idea de la cooperación por interés vista ya desde Adam Smith.

2. El intento de establecer una especie de evolución de las sociedades:

Spencer considera que hay una tipología de la sociedad, dos tipos de sociedades que se organizan de forma distinta. Estos dos modelos eran:

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Organizaciones de carácter militar.

Organizaciones de carácter industrial.

Spencer señala que en el proceso evolutivo de las sociedades se pasa de sociedades organizadas militarmente a sociedades organizadas industrialmente.

Esta caracterización encuentra un paralelismo cuando se habla de los modelos económicos del siglo XX:

Economías de planificación centralizada: el sistema piramidal parte de un

centro desde el cual se dirige todo. Este tipo de economías se basan en la coacción.

Entre estas economías se encuentran la economía soviética, la china, la cubana…

Economías de libre mercado : se trata de un sistema de colaboración voluntaria.

Según Spencer, la sociedad no puede ser tomada como un organismo, sino que es una entidad supra orgánica. No obstante, y a pesar de esta idea, Spencer era un claro exponente de la ideología liberal: individualista radical. Spencer asumirá que se trata de una sociedad de individuos, de manera que el Estado no es más que un agregado de individuos.

Esto muestra que Spencer, en virtud de su individualismo radical, era crítico con esa idea del Estado como entidad política. Por lo tanto, Spencer rechaza

el rótulo de «socialista», socialista, en el sentido durkheimiano.

Spencer entendía que la sociedad, en verdad, no era más que un agregado de individuos resultante de la asociación voluntaria y cooperativa. Entiende la sociedad como una vida corporativa, aunque al servicio de los individuos. Ahora bien, era un utilitarista. Así, pese a su oposición al Estado como institución, no era un crítico del intervencionismo; no obstante, consideraba que el Estado tendería finalmente a desaparecer.

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7.4. La segunda generación de sociólogos:

Durkheim, Simmel, Sombart y Weber

Todos ellos coetáneos entre sí, falleciendo al final del primer tercio del siglo XX, con excepción de Sombart, que lo haría en 1941. Así, estos autores consuman ya el tránsito al siglo XX.

La sociología francesa: Émile Durkheim (1858-1917)

Durkheim es el gran discípulo de Comte. Como ocurrirá con Spencer —y posteriormente con Simmel—, Durkheim no trata como tal el capitalismo. Sin embargo, es necesario estudiarlo, a pesar de que no se relacione de manera directa con lo económico, puesto que sirve para contextualizar sociológicamente el momento económico de entonces.

Figura 3. Émile Durkheim. Fuente: https://en.wikipedia.org/wiki/Émile_Durkheim

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La idea durkheimiana de sociedad

La pobre opinión que tenía Durkheim de la economía se debía a que es la antítesis intelectual de Spencer: Durkheim no se consideraba un liberal, sino un socialista.

Durkheim criticaba de la economía su marcado carácter individualista.

Durkheim, pues, se consideraba socialista, en tanto que se posicionaba contra el individualismo: la idea de Durkheim pasa por admitir que la sociedad no es

un mero agregado de individuos; no es el individuo quien crea la sociedad, sino que, a su vez, es la sociedad la que crea y genera a sus propios

individuos.

De modo que Durkheim era socialista en la medida en que consideraba que la sociedad era un ente con vida propia mucho más importante que la simple caracterización liberal de agregado de individuos. Lo que Comte llamó «consenso», dará paso a la famosa idea de Durkheim de la «conciencia colectiva», demostrando entonces el carácter socialista de Durkheim: esa conciencia colectiva del hombre en cuanto ser social.

Propone una serie de organizaciones gremiales que unían a trabajadores y empresarios. Frente al individualismo de las teorías económicas, Durkheim presentaba una postura holista, despreciando por ello la economía neoclásica y todas sus premisas económicas, en especial, la de la búsqueda del «interés individual». La búsqueda del interés individual era, según Durkheim, «una premisa psicológica empíricamente falsa»: los seres humanos no buscan realmente ese interés individual.

Para Durkheim, la sociedad es previa al individuo.

La idea de Durkheim pasa por combatir el individualismo, destacando un dualismo inherente a la naturaleza humana donde se mezclaban el individualismo con

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elementos sociales. Todo esto lo fundamentará con la idea de «solidaridad»:

destacará la idea de una evolución de la solidaridad en paralelo a la evolución de la sociedad. Explica esto partiendo de una contraposición entre dos tipos de sociedades, distinguidas entre sí, en virtud del tipo de solidaridad:

1. Solidaridad mecánica: solidaridad con la propia imagen, esto es, con aquella persona con la que más se identifica uno. Un desarrollo de la empatía con aquellos con los que se da una mayor identificación, porque el individuo se ve reflejado en el otro, con quien se piensa igual.

Es la solidaridad propia de aquellos núcleos poblacionales donde los individuos hacen todos lo mismo, la misma función/actividad. Es decir, es la solidaridad propia de una sociedad en la que no hay división social del trabajo.

2. Solidaridad orgánica: solidaridad resultante de la división social del trabajo. Una división social del trabajo que para Durkheim constituirá el inexorable camino por el que todas las sociedades deben pasar:

«[…] la división del trabajo […] no es posible como cada no uno tenga una esfera de acción que le sea propia, por consiguiente, una personalidad. Es preciso, pues, que la conciencia colectiva deje descubierta una parte de la conciencia individual para que en ella se establezcan esas funciones especiales que no puede reglamentar»

(Durkheim, en Beriain e Iturralde, 2008).

Así, rechazará enérgicamente la utopía marxista de superación de la división social del trabajo, dado su carácter alienante. Durkheim entiende que la división social del trabajo es una etapa inevitable en el desarrollo de toda sociedad.

La evolución social consistiría en el paso de lo mecánico a lo orgánico. La división social del trabajo generará un nuevo tipo de sociedad con sus respectivas características. Y aquí la empatía es distinta, es menos sólida. Y esto es importante

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para entender que Durkheim pensaba que, en realidad, no era posible. Se trataría, pues, de fomentar esa solidaridad orgánica, para lo cual sería necesaria la intervención del Estado.

En el desarrollo de la solidaridad no importarían las clases sociales, sino estas asociaciones gremiales aludidas anteriormente; la solidaridad se daría entre

todos aquellos individuos que formasen parte de un mismo gremio, aunque realizasen —no obstante, siempre dentro del mismo gremio— actividades distintas. Y en la medida en que la intervención del Estado para fomentar la solidaridad entre los individuos de la sociedad se antoja necesaria, concluye

Durkheim que puede pretenderse extender la solidaridad más allá de la nación.

La «conciencia colectiva»

Durkheim se centrará en el problema de cómo fomentar la idea de la sociedad. Para Durkheim, por tanto, no basta con que las sociedades sean eficientes, sino que deben fomentar la «dependencia» entre unos y otros. Y por eso, Durkheim desarrolla la idea de la «conciencia colectiva». En realidad, para Durkheim, la

«conciencia colectiva» será inconsciencia más que conciencia.

«La vida social mana de una doble fuente: la semejanza de las conciencias y la división del trabajo social. En el primer caso el individuo es socializado, porque, no teniendo individualidad propia, se confunde, así como sus semejantes, en el seno de un mismo tipo colectivo» (Durkheim, en Beriain e Iturralde, 2008).

Durkheim pensaba que la fuente de los valores morales es, en todo caso, la sociedad misma.

En el estudio antropológico sobre la religiosidad primitiva que lleva a cabo en Las formas elementales de la vida religiosa, Durkheim relaciona «lo religioso», entendiendo por tal aquello vinculado con la moral, con el concepto de «lo sagrado»,

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distinguiendo así entre «lo sagrado» y «lo profano». En el fondo, en Las formas elementales de la vida religiosa Durkheim defiende que la religión es simplemente una adoración por la propia sociedad, y que para eso sirve.

Por tanto, la fuente de todos los valores morales, señala Durkheim, en toda sociedad, es la sociedad misma: los actos son criminales porque contravienen el consenso sobre lo justo y lo injusto; y la idea de los castigos y sanciones no

es la de disuadir, sino dar expresión a este contexto, a esta idea social, es decir, fomentar esa idea de unión, esa solidaridad social, esa idea de

conciencia colectiva.

Por lo tanto, para Durkheim el «socialismo» era la necesidad de esa solidaridad social; no solamente necesaria por la integridad del orden social, sino la condición esencial de la existencia del hombre como ser moral. Por esto mismo, dirá Durkheim que el origen real de la moralidad es la sociedad.

La sociología alemana: Georg Simmel, Werner Sombart y Max Weber

Esta escuela es también, como la francesa, perteneciente a la segunda generación de «sociólogos». Entre sus figuras destacan las de Simmel, Sombart y, especialmente, Weber.

Georg Simmel (1858-1918)

Al igual que en los casos de Spencer y Durkheim, Simmel no estudiará el fenómeno del capitalismo, en cuanto tal, aunque su obra arroja una idónea puerta de entrada a los distintos acontecimientos de su momento histórico.

Simmel y Weber crearán el concepto de «modernidad»: Simmel no hablará del capitalismo, más en sus análisis aparecerán elementos económicos con un peso determinante al entender que estos afectarán al hombre moderno en sus distintas posturas, ya sea liberal, ya sea socialista. Por tanto, ambos estudiarán el proceso de

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construcción de eso que hoy se llama «modernidad», donde se incluirían todas las variables socio-económico-políticas.

Sobre esa modernidad habrá diversos aspectos:

La religión: como Durkheim, criticará la idea tradicional de «religión».

El consumo: es el primer autor que hablará ya de este término; inventa el concepto de una «sociedad de consumo»:

La filosofía del dinero (1900): es su obra de mayor carácter económico. En ella Simmel se pregunta dos grandes cuestiones:

«¿Qué es el dinero?»: el dinero es un símbolo de la riqueza; un símbolo abstracto que representa todo lo que se puede hacer con él.

«¿Qué es el consumo?»: dirá que el consumo está relacionado con la moda.

The Metropolis and mental life (1903): tomando como eje la moda llevará a cabo un estudio sobre la gran ciudad y el origen de la burguesía. Este trabajo ha de entenderse como el estudio de aquello que marca y determina a los sujetos. Con lo cual, Simmel estudiará de manera abstracta todo aquello que representa para él la modernidad; y lo hará simplemente con fugaces

pinceladas de lo que concibe que representa a la modernidad, cuyos elementos característicos serán:

La nueva forma de vida urbana.

El dinero.

La moda, el nacimiento de la «sociedad de consumo».

Así, su sociología se basa en la relación de los siguientes elementos:

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1. El dinero: algo abstracto que relaciona con la idea de la «ciudad».

2. La solidaridad: algo característico de la vida rural y que se ha perdido en la vida urbana. Simmel señala que en la vida urbana se genera un nuevo tipo de

solidaridad, cualitativamente abstracta. Por lo que el urbanita puede perder la empatía directa respecto a sus conciudadanos, mas no la pierde en términos absolutos, sino que la abstrae. Con lo cual, la urbe genera en el urbanita un pensamiento distinto del de la vida rural.

Simmel y Weber son los primeros en analizar la «primera modernidad» cuando está naciendo la «segunda modernidad». Son autores enmarcados en l a época del desencanto: a finales del siglo XIX y principios del XX el fracaso de la utopía moderna del liberalismo deja un desencanto.

Y este desencanto es recogido por Simmel y, especialmente, por Weber, quien lo explicita teóricamente bajo el rótulo del «desencanto del mundo». Este mismo desencanto será el que tendrán todos los filósofos de la Escuela de

Frankfurt, para quienes Weber, por esta razón, será un claro referente al encarnar la angustia y el pesar de este momento.

El estudio de la «modernidad» en Simmel

Simmel supone, para muchos, la visión complementaria de la obra de Weber.

Seguramente, el problema, la idea fundamental gravita en torno a su visión de la Modernidad. Simmel y Weber no van a hablar tanto del capitalismo como por del estudio, análisis y concepción de lo que hoy se llama «modernidad», que incluiría las dos grandes utopías, el liberalismo y el socialismo.

Si en el estudio de la modernidad la obra de Weber está centrada en el aspecto de la

«producción», Simmel difiere, considerando que se da un cambio de paradigma:

cambio del «paradigma de la producción» al «paradigma del consumo».

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El consumo se va a desarrollar con la modernidad, y es el lugar en el que se va a desarrollar el yo del individuo moderno. Y esta es la mayor diferencia que

tiene respecto a la obra de Weber.

Sus estudios, además, se centrarán en diversos aspectos:

1. Estudio de la gran ciudad, la urbe, la «metrópolis», como símbolo de la modernidad.

2. Estudio de la filosofía del dinero.

3. Estudio de la idea del individuo.

En cualquier caso, a pesar de los distintos aspectos tratados por Simmel, en su obra hay un elemento general, que puede tomarse como el rasgo más interesante de Simmel: en todos sus análisis va a intentar desarrollar las «paradojas» que supone la modernidad para el individuo; una contradicción que fluye en la propia antinomia de la vida y que es eterna. Y esta paradoja, esta contradicción es donde se halla otro de los aspectos que lo acerca a Weber: el estudio de la individualidad.

Y aunque ninguno de los dos lo desarrolla, ese estudio de la individualidad, como uno de los rasgos de la modernidad, produce para Simmel un fenómeno

de alienación, de extrañamiento; y en Weber ocurre algo similar. Si bien no hablan del concepto de «alienación» como tal, sus consideraciones pasan por

él.

Simmel ubica esta alienación en esas paradojas, contradicciones, del propio individuo. Y es que hay un cierto pesimismo sobre la posible emancipación del hombre: nunca se podrán satisfacer esas contradicciones propias del ser humano.

1. Cuando analiza la ciudad plantea que esta da el anonimato, sinónimo de libertad, pero al mismo tiempo produce soledad.

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2. Cuando analiza la moda en su obra La filosofía del dinero: la alienación, además de encontrarse en esas contradicciones, se encuentra también en el consumo: ¿para qué sirve la moda? Para Simmel, la moda es una contradicción, porque sirve

simultáneamente para:

Unir(se): identificarse con un grupo.

Desunir(se): individualizarse.

En su tesis final sobre el proceso de individualización planteará que a lo largo del mismo ha habido diversos desarrollos:

1. Individualismo primigenio.

2. Individualismo ilustrado.

3. Individualismo cualitativo.

En cualquier caso, esta lucha de individualismos distintos viene a ilustrar que el proceso de individualización ha funcionado a lo largo de diversas etapas, del mismo modo en que ha funcionado la contradicción/paradoja de la moda: individualización por un lado y, por otro, uniformidad.

Así pues, el proceso de individualización se presenta como una relación entre la diferenciación/distinción y la uniformidad. Por lo que, finalmente, concluye

Simmel que en todo aparece esta contradicción.

Relacionando la urbe y el dinero, aparece en la obra de Simmel la idea de la

«impersonalización», de lo abstracto: otra característica de esa vida urbana es la excesiva cantidad de información sobre los propios sentidos; una continua y excesiva descarga de estímulos. De manera que la mente humana es incapaz de procesar la enorme cantidad de datos que le llegan, lo que produce un desarrollo de su capacidad de abstracción, a saber, la desaparición de lo emocional en la medida en

3.

4.

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que esa capacidad de abstracción está relacionada con la racionalidad.

Parece, entonces, que la ciudad insensibiliza a los individuos. En el concepto de

«ciudad», pues, se ejemplifica simbólicamente la modernidad.

La ciudad simboliza el bombardeo constante de información; urbanización de la vida moderna. No obstante, para Simmel no desaparece la empatía, sino que esta se vuelve más abstracta; la empatía ya no es el sufrimiento directo y personalizado, sino una abstracción. La vida urbana, pues, tiene un carácter intelectualista.

Max Weber (1864-1920)

Se trata de la figura más importante de toda la segunda generación de sociólogos.

Figura 4. Max Weber. Fuente: https://en.wikipedia.org/wiki/Max_Weber

La ética protestante y el «espíritu» del capitalismo

Weber escribe La ética protestante y el «espíritu del capitalismo (1905) frente a las

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posturas de Sombart. para refutar sus tesis de Sombart a propósito del origen del capitalismo.

Weber planteará como origen del capitalismo el protestantismo calvinista, en la figura del puritano.

Un puritano es un austero que, sin embargo, vive en comunidades inmensamente ricas. En ellos encuentra Weber el origen del espíritu del capitalismo: una vida austera; es la austeridad y no el lujo lo que forma el capitalismo. El capitalismo no se mueve, pues, entiende Weber, por el afán de

ganancia —como señaló Sombart—, sino que es, en su base, un modo de vida monacal.

Así, Weber caracteriza el espíritu capitalista desde los siguientes pasos:

1. El mundo real tiene gravedad, la salvación se gana mediante el trabajo.

2. Individualismo.

3. Ascesis, en relación con la idea de «profesión».

4. (der) Beruf: profesión.

Weber entiende que en este juego acontece una ascesis a través del trabajo: quien busca la salvación lo hace a través de la ascesis mediante el trabajo. Weber postula que en el calvinismo hay una entrega al amor a Dios a través del trabajo diario. Una ascesis que recoge en la tesis de la predestinación.

Mediante esta ascesis se da una vida de ahorro y entrega al trabajo por amor a Dios;

un ahorro que se irá acumulando, generando en este proceso grandes cantidades de riqueza.

Esto lleva a la metáfora de la jaula de hierro: «[…] Según la visión de Baxter, la preocupación por los bienes externos sólo tendría que ser como “un abrigo liviano,

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que se puede quitar de encima en todo momento”, sobre los hombros de sus santos.

Pero el destino ha convertido este abrigo en un caparazón duro como el acero»

(Weber, 2009).

La jaula de hierro es una metáfora que recoge cómo el calvinista primero, y el hombre moderno después, es encerrado en la entrega al trabajo. El capitalismo obliga a un ritmo constante de trabajo y a un ahorro para invertir el capital ganado:

Weber señala que hoy el hombre moderno ya no tiene el espíritu religioso del origen del capitalismo, pero sí conserva la obligación de la austeridad, dado que ha de ahorrar el capital ganado y no derrocharlo. Y, sentencia Weber, no

puede escaparse de esta situación (jaula de hierro).

Por lo que respecta a la alienación, está en la jaula de hierro, la cual se relaciona con su otra gran descripción de la modernidad: ¿qué es la modernidad? Burocracia.

A propósito del concepto weberiano de la jaula de hierro, el vídeo titulado La jaula de hierro, sirve como complemento conceptual para ahondar más detalladamente en él.

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Accede al vídeo:

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El proceso de racionalización del mundo: la burocracia

Las consideraciones sobre la burocratización remiten en un primer momento a la cuestión de la «ciudad» y al trato que le da Weber; la «ciudad» moderna no será para Weber un mero conglomerado de personas. La ciudad occidental será radicalmente distinta de las ciudades que han existido en el pasado o en otras culturas; la burguesía será la transformadora de la sociedad, pues gracias a la burguesía las ciudades no serán ya comunidades campesinas, sino otro tipo de urbe.

Una nueva urbe donde aparece el concepto nuevo y moderno de «ciudadano»

(Weber, 1987).

Un «ciudadano» ya no es simplemente una persona que habita en una ciudad, sino que remite a un sujeto que tiene unos ciertos derechos y deberes. De modo que parece ser un concepto abstracto y legal.

La característica que distingue a Occidente del pasado y de las demás culturas es, para Weber, la Ilustración, el siglo de la razón. De manera que para Weber la idea central es la aparición de la razón. Weber hará un estudio de lo que se entiende por

«racionalidad occidental», elemento central que caracteriza a la modernidad.

Weber se retrotrae al momento de Cesare Beccaria y su obra Los delitos y las penas, sobre la tradición Occidental: Beccaria plantea la necesidad de racionalizar todo el proceso de delitos-penas, por lo que la racionalización tiene que ver con el derecho romano., pues en el mundo romano todo estaba racionalizado, todo era legislado.

Y este es el tema central del pensamiento de Weber: considera que la aparición de una sociedad burocrática donde todo está reglamentado, todo

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está racionalizado, es el resultado de esa «racionalidad».

El Estado, por tanto, se burocratiza: desde un centro se establecen esas normas que van pasando por los sucesivos escalafones y donde cada uno debe cumplir con las obligaciones de su respectivo estrato. Todo esto significará que el sistema funciona pese a la muerte o desaparición de los individuos.

Hay un sistema burocrático que subyace en La ética protestante y el «espíritu» del capitalismo; una idea de la burocracia según la cual tiene que ver con la importancia del trabajo: una vida entregada al trabajo, el trabajo como el elemento fundamental de los individuos. Así, Weber plantea que el individuo moderno está enjaulado en este tipo de sociedad burocrática donde ha de trabajar.

Todos estos valores determinan cómo funciona el capitalismo: es un sistema burocrático y ascético en el cual todo debe ser reinvertido; y está construido sobre la metáfora de la jaula de hierro, que hace referencia a este proceso de

burocratización: en la sociedad el hombre está condenado a esa burocracia.

Ahí es donde se relaciona La ética protestante y el «espíritu» del capitalismo con su gran teoría de la modernidad: la idea de la jaula de hierro es identificada con la idea del proceso de desarrollo de la modernidad como un proceso de burocratización que conduce a una visión pesimista del mundo bajo la forma de la alienación del hombre:

el hombre no puede escapar de la burocracia.

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7.5. Referencias bibliográficas

Beriain, J. e Iturrate, J. L. (eds.). (2008). Para comprender la teoría sociológica.

Editorial Verbo Divino.

Bury, J. (2009). La idea del progreso. Alianza Editorial.

Schumpeter, J. A. (2015). Historial del análisis económico. Ariel.

Weber, M. (1987). La ciudad. Las Ediciones de La Piqueta

Weber, M. (2001). Historia económica general. Fondo de Cultura Económica.

Weber, M. (2002). Economía y sociedad. Fondo de Cultura Económica de España.

Weber, M. (2009). La ética protestante y el «espíritu» del capitalismo. Alianza Editorial.

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Werner Sombart y la teoría histórica de la economía

Antonio Rubio, J. (1941). Werner Sombart y la teoría histórica de la economía en Revista de estudios políticos, Nº 3-4, 1941, pp. 487-516. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2126225

En este tema se ha hablado Sombart, quien ha pasado a la historia como uno de los sociólogos más influyentes y, desde luego, uno de los estudiosos más sagaces y locuaces del capitalismo en particular, y de la historia económica, en general. Así, en este artículo el alumno podrá tener una más profunda aproximación a este pensador y a su genuino análisis del fenómeno de la historia económica.

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El darwinismo social: espectro de una ideología

González Vicen, F. (1984). El darwinismo social: espectro de una ideología en Anuario de filosofía del derecho, Nº 1, 1984, pp. 163-176 Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1984749

La figura de Herbert Spencer se ha presentado como una de las más determinantes en este tema. Dentro del corpus del pensador inglés ha adquirido especial fama su tesis del «darwinismo social». En este artículo se lleva a cabo un análisis de tal concepto, ofreciéndosele al alumno la posibilidad de profundizar más en este importante e interesante mantra que todavía hoy resuena en el pensamiento económico.

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Max Weber y el espíritu de la modernidad

Max Weber, La Modernidad. Resumenes Entelekia. (2017). [Video] YouTube https://www.youtube.com/watch?v=Dr0ipcUCtL8

En este vídeo se hace una breve presentación del análisis de Weber sobre la modernidad. El sociólogo alemán construirá su análisis sobre el concepto de

«desencatamiento del mundo», por medio del cual alude al fenómeno de progresiva y creciente racionalización (burocratización). De este modo se le ofrece al alumno la posibilidad de conocer con más detalle el análisis del sociólogo más influyente de la historia del pensamiento.

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1. ¿Qué es la normalización dentro del fordismo?

A. Asumir que cada productor tiene su específico método de producción.

B. El establecimiento de unos estándares de calidad para los productos.

C. La creación de normas perfectas para la estandarización de los productos.

D. El establecimiento de unas determinadas condiciones de trabajo para los trabajadores.

2. ¿Qué supuso para los recursos humanos de las empresas la irrupción de la figura de Taylor?

A. Una dramática reducción del número de empleados.

B. Un principio de colaboración entre distintas empresas del mismo sector.

C. El fin de la manufactura.

D. Una masiva contratación de ingenieros.

3. ¿Qué significa «distinguir» dentro del sistema del Management científico de Taylor?

A. Discriminar las mejores materias primas para el proceso de producción.

B. Identificar los errores del proceso de producción.

C. Concebir, entender, dirigir y planificar.

D. El establecimiento de cursos de cualificación para los trabajadores.

4. ¿Cuál es el papel del mánager taylorista?

A. La gestión del área económica de la empresa.

B. La dirección del proceso de organización de la producción.

C. La gestión del área de recursos humanos.

D. La gestión de las materias primas.

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5. ¿Qué supone para el trabajador la iniciativa del management de Taylor?

A. Una amenaza para sus puestos laborales, toda vez que el mánager exige de los trabajadores una mayor especialización.

B. Una restricción de su iniciativa y libertad.

C. La exigencia de un proceso de actualización y capacitación laboral, para enseñarles a manejar las nuevas máquinas de producción.

D. Una mejora de sus condiciones laborales, ya que el mánager es capaz de disminuir la exigencia física del trabajo mediante la tecnificación.

6. ¿Por qué la propuesta de Taylor supone una simplificación absoluta del proceso productivo?

A. Porque introduce por primera vez la racionalización de la cadena de montaje en el sistema productivo.

B. Porque supone un aumento del conocimiento tecnológico, el cual contribuye a una mayor simplicidad de las tareas físicas de la cadena productiva.

C. Porque el sistema productivo se fragmenta en multitud de partes, siendo cada una de ellas elaborada en distintas fábricas específicas.

D. Porque el trabajador solo ha de ser competente en su área específica de la cadena.

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7. ¿En qué consiste la concepción del progreso de Spencer?

A. En un proceso evolutivo que convertiría a los hombres en seres altruistas.

B. En un proceso de continua bonanza económica que concluiría en una mítica Arcadia feliz para los hombres.

C. En un proceso histórico que terminaría en una vindicación radical del individuo, de sus derechos y libertades.

D. En un proceso de oposición dialéctica que apunta en su fin al establecimiento de una sociedad emancipada del Estado.

8. ¿Cuáles son las ideas fundamentales de la concepción progresista de Spencer?

A. La mejora productiva y la evolución de las sociedades.

B. El incremento demográfico y la evolución de las sociedades.

C. El desarrollo tecnológico y la evolución de las sociedades.

D. La cooperación por interés y la evolución de las sociedades.

9. ¿Cuál es la clave metodológica de los análisis de Simmel a lo largo de sus obras?

A. El estudio del espacio urbano como reflejo de la concepción de la vida moderna.

B. El estudio de los procesos jurídicos que llevaron hasta el Estado racionalizado de la modernidad.

C. El estudio de las paradojas que supone la modernidad para el individuo.

D. El estudio de las peculiaridades de las condiciones materiales de vida del individuo moderno en cada período histórico.

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10. ¿Qué comporta la metáfora weberiana de la «jaula de hierro» para el hombre moderno?

A. Una visión pesimista del mundo según la cual el hombre no puede escapar de la burocracia.

B. Una visión optimista del mundo según la cual el hombre ha alcanzado en el Estado la seguridad última.

C. Una visión pesimista del mundo según la cual el trabajo industrial ha fagocitado todas las expectativas espirituales del hombre.

D. Una visión optimista del mundo según la cual el hombre ha consolidado con absoluta solidez la salvaguarda de sus derechos.

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