LA INFILTRADA
Renata Pérez Robello 14 años
Godoy Cruz, Mendoza
Nuestro país no es el mismo de antes. Ha evolucionado mucho. Tanto en aspectos malos como en los buenos. Ha sufrido muchos cambios y la mayoría nos ha afectado de distintas maneras poco a poco. Nuestras maneras de sobrevivir son difíciles. El ambiente allí no es el mismo de antes. Hace poco de estos incidentes. Argentina era muy bella. Un lugar seguro, donde tenías libertad para ser quien sos y para ser quien querías ser, sin tener miedo. Ya que éramos diferentes unos de otros y nos
aceptábamos tal como éramos.
El sur de argentina estaba destrozado, totalmente arruinado. Después de todos estos hechos, argentina no volvió a ser la misma.
Quiero contar esta historia, ya que es muy importante para mí:
Era un día común y corriente, desperté y miré hacia la ventana de mi habitación y pensé ¡qué lindo día! Bajé y desayuné con mi madre y hermana, porque mi padre trabaja en ese horario del día, luego fui con mi hermana a la escuela. De vuelta
llegamos a casa y nos fuimos a dormir. A la madrugada desperté pero me sentía rara, así que prendí la tele. Vi las noticias y decía que una chica había desaparecido. Pensé “Oh pobre”, pero no le di importancia.
Al pasar las semanas, desaparecía una mujer cada 24 horas. La verdad me daba rabia que pasaran estas cosas y que nadie hiciera nada al respecto, pero lo veía normal. Estaba acostumbrada a ver estas noticias frecuentemente, y por lo tanto no me alarmé. Había algo en mí que me decía que esto no estaba nada bien. Sentí miedo. Luego de dos meces había menos chicas en las calles, escuelas y bancos, y eso me aterraba.
Esa tarde fui a la escuela y en la clase de ciencias hablamos sobre tecnología avanzada, y como en nuestro país se maneja todo a través de la tecnología, nos enseñaban a utilizarla y crearla. Este año el objetivo era crear o mejorar un aparato científico que nos gustara, entonces empecé a investigar en una computadora de la escuela, y de repente vi tres hombres secuestrando una chica. Intenté ir hacia ellos y hacer algo, pero en ese momento no tenía nada para defenderme. Sentí
desesperación pero me quedé petrificada de miedo y se fueron. No pude hacer nada, me sentí culpable. Pensé en esa situación todo el día y me vino a la mente algo que me llamó la atención en los ojos de esos hombres. Eran azules brillantes. Me
sorprendí, nunca había visto algo así. Esto me llevó a recordar el proyecto de ciencias de la escuela y pensé en crear anteojos especiales, pero no unos anteojos comunes, sino unos que pudieran ver más allá de lo que el ser humano puede ver. Algo que pueda ver a través de las cosas.
Luego de tres días comencé el proyecto. Hice 20 anteojos diferentes y ninguno logró convencerme. Pensé en rendirme pero sabía que debía seguir para lograrlo. Así que hice unos nuevos con mejoras de los que había hecho anteriormente. Los probé y
funcionaron, logré ver a través de las cosas. Estaba contenta. Se los mostré a mi hermana y me dijo que le arreglara algunas cosas pero que le encantaban. Jugamos juntas y me ayudó a repararlos. Luego a ella se le cayeron, me enfadé mucho y le dije cosas horribles. Me había dado una rabia inexplicable. Luego me tranquilicé y decidí ir a pedirle perdón, toqué la puerta de su habitación y no abría. Creí que se había quedado encerrada, entonces golpeé la puerta hasta que se rompió la manija y entré.
Ella no estaba. Llamé a mis padres para que me ayudaran, la buscamos hasta en los lugares más insólitos. No estaba. ¡Había huido por mi culpa! Quise justificar lo que había dicho pero no tenía excusa. Fui a su habitación a ver si encontraba alguna pista de su desaparición, pero me vino el recuerdo de la chica secuestrada en la escuela y se me aclaró todo. Busqué entre sus cosas, me asomé a la ventana que estaba abierta y noté un material azul brillante, el mismo azul de los ojos de aquellos hombres.
Hablé con mis padres acerca de lo que estaba sucediendo y no esperaba la forma en que reaccionaron. Me dijeron que estaba loca, que inventaba todo eso para poner una excusa sobre la huida de mi hermana. Fui a mi habitación triste y enojada, empaqué ropa, comida y los ojos artificiales que había creado. Estaba preocupada por mi hermana pequeña y necesitaba pedir ayuda porque nadie me apoyaba. Dejé una carta a mis padres diciendo que me iría por un tiempo, que estaría bien y que los amaba mucho.
Antes de irme busqué en internet lugares deshabitados, pensando que los
secuestradores podrían estar escondidos allí. Dos ciudades abandonadas me llamaron la atención, ya que estaban destruidas, empaqué un mapa y me fui. Luego de una larga caminata de dos días llegué al lugar que buscaba, estaba desértico y muy seco. Recorrí un poco pero no hallé nada interesante. Decepcionada busqué la otra ciudad
que había marcado en el mapa y no quedaba muy lejos. Caminé sin parar y llegué a un pueblo todo quemado, todo era cenizas pero tenía esperanzas de encontrar alguna pista. Luego de cinco horas de búsqueda me di por vencida y fui a recoger mi mochila y volver a casa, pero en el camino encontré un collar plateado y lo reconocí
rápidamente, era el medio corazón que compartía con mi hermana. Allí me di cuenta que era el momento de utilizar mis anteojos especiales.
Emprendí la búsqueda y debajo de las cenizas de una casa vi una puerta hacia un subsuelo. Un ejército de hombres se encontraba adentro custodiando la entrada. Vi que era muy peligroso ingresar por ahí, así que busqué otra entrada y gracias a mis lentes hallé un túnel que daba a la parte trasera del lugar. Apenas ingresé encontré unas celdas y a través de las paredes, con mis lentes, pude ver cuerpos femeninos, y reconocí a mi hermana entre ellas.
Rápidamente busqué una puerta y por debajo de ella grité su nombre, ella se acercó y me dijo dónde guardaba las llaves el guardia. Las conseguí y logré liberarlas. Una a una salieron por el túnel sin ser vistas por los guardias. Me sentí muy aliviada y feliz, pero una de las chicas me dijo algo muy inquietante: “Tienes que ver la puerta roja, alguien debe detener esta aberración”.
Tomé coraje y empecé a recorrer los oscuros pasillos del lugar hasta que encontré una gran puerta roja que se abrió al acercarme, detrás de esa puerta había muchas
incubadoras que contenían fetos masculinos, creados artificialmente. También
encontré unos planos que describían el macabro plan que estaban desarrollando. Los hombres estaban secuestrando mujeres para eliminarlas, porque habían aprendido a crear vida sin ellas.
nosotras, juntas con nuestra valentía e inteligencia idearemos un plan para hacer justicia.