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De "La invención de América" a la "Historia como invención"

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A LA"HISTORIA C O M O I N V E N C I Ó N "

Horst PlETSCHMANN

Universität Hamburg

CUANDO EN 1958 SE PUBLICÓ EN M É X I C O la primera edición del

li-bro, ya clásico, de Edmundo O'Gorman, La invención de Amé-rica, significó un reto "coyuntural" y metodológico en la his-toriografía sobre América, en especial, de la que se dedicaba a lo que entonces se solía denominar "historia del descu-brimiento y de la conquista de América". El reto coyuntu-ral consistía en que ya entonces se preparaba la "revolución cuantitativa" en el campo, iniciada poco d e s p u é s con la publicación de la obra monumental de Pierre v Huguette Chaunu, Séuüketl'Atlantique (12 vols., París, 1957-1960), que a partir de los años setenta llegó a dominar el campo de tal forma, que no era raro encontrar afirmaciones de que era inútil cualquier estudio histórico sin estadísticas o series nu-méricas. Metodológicamente el reto del libro de O'Gorman consistía en que por primera vez no se utilizaban las cróni-cas de los siglos X V I - X W I sobre los viajes y conquistas

ema-nados de la Península para probar q u é hizo y en q u é mo-mento éste u otro protagonista del proceso con tal o cual intención, sino que las fuentes se analizaban desde una pers-pectiva histórico-filosófica para rastrear la emergencia de un concepto h o m o g é n e o de lo que en realidad resultaba un proceso de expansión, o sea, la n o c i ó n de u n "cuarto con-tinente" denominado "América". Se esbozaban al mismo tiempo las proyecciones histórico-filosóficas que acompaña-ban aquel desarrollo conceptual. La obra estaba escrita en

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un estilo analítico y reduccionista cuya c o m p r e n s i ó n reque-ría cierto conocimiento de los textos analizados. Se alejaba, en todo caso, de la "literatura histórica" en el sentido pro-pio de la palabra, pues se trataba de u n texto riguroso de in-vestigación de alto nivel de reflexión.

El" libro de O'Gorman enlazaba muy bien con otro de pretensiones similares que se h a b í a editado poco antes en Italia, el de Antonello Gerbi, La disputa del Nuovo Mondo. Storia di una polémica, 1750-1900 (Milano-Napoli, 1955), que impreso después en español y en inglés se convirtió también en un clásico. En una línea histórico-filosófica si-milar siguió más tarde Benjamín Keen, The Aztec Image in Western Thought (New Brunswick, 1971) y parcialmente el editado por Fredi Chiappelli, First Images of America. The Impact ofthe New World on the Oíd (2 vols., Berkeley, Los Ángeles, Londres, 1976). U n a ñ o antes, otro libro de Anto-nello Gerbi, La natura dellelndie Nove. Da Cristoforo Colombo a Gonzalo Fernández de Oviedo (Milano-Napoli, 1975), se había introducido en el debate sobre los primeros con-ceptos de América en los primeros testimonios escritos sobre el Nuevo Mundo.

Es de notar que todas estas obras escritas en italiano o en inglés —con excepción de los dos volúmenes editados por Fredi Chiappelli, según mis noticias— fueron traducidos al español por el Fondo de Cultura E c o n ó m i c a en México, o sea la misma casa editorial que había lanzado la obra de Edmundo O'Gorman y que la reeditó posteriormente en varias ocasiones. T a m b i é n salta a la vista que todas estas obras, que iban en esta línea de investigación, resultaron más voluminosas que el libro de O'Gorman en su ver-sión final. No sólo utilizaban más fuentes, sino que también empleaban un estilo más narrativo, citaban o glosaban ampliamente las fuentes consultadas. Lo que en O'Gor-man había quedado reducido a un estricto análisis del desarrollo de conceptos geográficos, sucintamente amplia-do por reflexiones sobre el impacto histórico de estos con-ceptos en la historia de América Latina, en cada caso, se convirtió más en narrativa sobre diversos aspectos de la i n t e r p r e t a c i ó n hecha sobre los "hallazgos americanos".

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A partir de los años setenta puede detectarse una am-pliación en los estudios antropológicos, iniciados en el decenio anterior en el libro de Lee Eldrige Huddleston,

Origins ofthe American Indians. European Concepts, 1492-1729

(Austin-Londres, 1967) con la obra de Giuliano Gliozzi,

Adamo e il nuovo mondo. La nascitá deWantropología come ideo-logía coloniale: dalle genealogie bibliche alie teorie razziali (1500¬ 1700) (Firenze, 1977) y algunos años después, Anthony Pagden, The Fall of Natural Man. The American Indian and the Origins of Comparative Ethnology (Cambridge, Londres, etc., 1982).

T a m b i é n es de notar que en la década de 1970, cuando en la historiografía sobre América Latina, en especial, la que se dedicaba a la época colonial, predominaba el mé-todo cuantitativo o la aplicación de la teoría de la de-pendencia en sus distintas formas, o bien las dos líneas combinadas, la novela i r r u m p i ó con gran vigor en el cam-po con pretensiones históricas de interpretar el pasado y el presente latinoamericanos. Grandes autores como Carlos Fuentes, Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Mario Var-gas Llosa, para mencionar sólo algunos de los más desta-cados, se introdujeron en el diálogo sobre el significado de la historia del continente y sus obras fueron traducidas a otros idiomas. El impacto de estas obras fue tan grande que llegaron a dominar el discurso público y, en Europa por lo menos, la historia de América Latina se recibió a través de estas obras de ficción histórica.

Mientras Edmundo O'Gorman y los historiadores que siguieron esta línea intentaban penetrar a través de los tex-tos históricos, la ficción o el ideario subyacente para captar mejor su significado histórico, los novelistas p r e t e n d í a n presentar su filosofía de la historia de América Latina condensada en ficciones literarias. Esta afirmación no pre-tende, desde luego, restar mérito a estas grandes realiza-ciones literarias, sino subrayar solamente que —en muchos casos incluso contra la intención de aquellos autores— una gran parte del público interpretaba estas obras más como históricas que como literarias. No cabe duda de que la rela-ción entre historia y literatura requeriría una investigarela-ción

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a fondo, que aquí no se pretende. Sin embargo, creo que no cabe duda de que existe una correlación que merece mayor atención por parte de los estudiosos.

Tanto así que, desde los años setenta, especialmente con los trabajos de Hayden White, el discurso histórico e m p e z ó a someterse a una revisión y crítica de fondo. No es preci-so aquí citar, por ser ampliamente conocidos y traducidos, la serie de libros de aquel historiador de la "history ofcons-ciousness" de la Universidad de California. Sus teorías en el fondo constituyen una aplicación generalizada a la his-toriografía de lo que Edmundo O'Gorman había ideado como instrumento metodológico para analizar los textos de los cronistas. Por sus estructuras narrativas y analíticas, la historiografía como tal se convirtió así, en cierto modo, en una especie de ficción que emana de la conciencia del que la escribe. Por tanto, no es de extrañar el incremento de tendencias en la disciplina misma que declara la histo-ria como una invención, como u n producto que emana de la fantasía de quien se dedica a ella.

Por otra parte, hay indicios de que en la actualidad los historiadores que se dedican a analizar textos antiguos, con frecuencia se cuidan del significado de las palabras m á s que los estudiosos de la literatura. Esta impresión por lo menos causa u n rastreo del debate en torno al concepto de "encuentro de culturas", lanzado por la Comisión Nacional de México para preparar la c o n m e m o r a c i ó n del Quinto Centenario del viaje de Colón. A muchos literatos se les es-capó en aquel entonces el sentido ambivalente de "encuen-tro", cuyo significado puede estar entre una batalla militar y u n encuentro de amigos. Con todo, hay que decir que esta situación para la historia requiere u n renovado esfuer-zo por la m e t o d o l o g í a y la reflexión sobre su propio que-hacer. La misma inflación en los últimos años del concepto "invención de América", a c u ñ a d o por Edmundo ( VGor-man, que Enrique Dussel, Thomas Gómez y otros emplean sin vinculación con este libro pionero, subraya esta afir-mación. Y no hay que olvidar ajean-Paúl Duviols, L'Améri-aue esbasnole vue et revée Les livres de vovapes de Christovhe ColombáBougainvükiVxás, 1985) y David Brading, The First

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America. The Spanish Monarchy, Creóle patriáis, and the Liberal State, 1492-1867 (Cambridge, 1991) que efectivamente con-tribuyeron a ampliar nuestros conocimientos históricos sobre aquella "invención" original lanzada por don Edmundo y cuyo carácter innovador fue subrayado por otro gran historiador mexicano desaparecido en 1995: Luis Weckmann, en La herencia medieval de México (2 vols., Méxi-co, 1984).

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