• No se han encontrado resultados

Tomás Alvira, Luis Clavell & Tomas Melendo - Metafísica.pdf

N/A
N/A
Protected

Academic year: 2021

Share "Tomás Alvira, Luis Clavell & Tomas Melendo - Metafísica.pdf"

Copied!
230
0
0

Texto completo

(1)

A

TOMAS ALVIRA

LUIS CLAVELL/TOMAS MELENDO

libros

de Miciación

(2)
(3)

Primera edición: Mayo 1982 Primera reimpresión: Febrero 1984 Segunda reimpresión: Junio 1986 Tercera reimpresión: Mayo 1989

© Copyright 1982. Tomás Alvira, Luis Clavell, Tomás Melendo Ediciones Universidad de Navarra, S. A. (EUNSA)

Plaza de los Sauces, 1 y 2. Barañáin - Pamplona (España) ISBN: 84-313-0735-8

Depósito Legal: N A 585-1989

Impreso en: Line Grafic, S. A. Hnos. Noáin, s/n. Ansoáin-Pamplona Printed in Spain - Impreso en España

(4)

LUIS CLAVELL

TOMAS MELENDO

M E T A F I S I C A

ED ICIO N ES U N IV ER SID A D D E N AV ARRA , S. A. PAM PLONA, 1989

(5)

INDICE GENERAL

Pr e s e n t a c i ó n ... 11

IN T R O D U C C IO N I. N A T U R A L E Z A D E LA M E T A F IS IC A ... 15

1. N oción de Metafísica ... 16

2. La metafísica, ciencia del ente en cuanto e n t e ... 17

3. La metafísica en el ámbito del conocim iento h u m a n o 20 4. La relación de la metafísica con la fe y la te o lo g ía ... 22

II. EL ENTE, P U N T O D E PA R T ID A D E LA M E T A F IS I C A 27 1. N oción de e n t e ... 27

2. La esencia, m odo de ser de los entes ... 29

3. El ser, acto del e n t e ... 29

4. El ser, acto in te n s iv o ... 32

5. Significado del verbo ser com o cópula en el ju icio ... 35

6. Características del concepto de e n t e ... 36

III. EL PRINCIPIO DE N O -C O N T R A D IC C IO N ... 43

1. El primer principio acerca del ente ... 43

2. Diversas formulaciones del principio de no-contradicción . . . 44

3. C onocim iento inductivo del primer principio ... 45

4. Evidencia de este principio y su defensa «ad hom inem » ... 45

5. Función del primer principio en la m e ta fís ic a ... 48 6. Otros principios primeros fundados en el de no-contradicción 49

(6)

LA ESTRUCTURA METAFISICA DEL ENTE

I. SU ST A N C IA Y A C C ID E N T E S ... 53

1. Naturaleza de la sustancia y los a c cid e n te s... 53

2. El ser, acto propio de la su sta n cia ... 57

3. El com puesto de sustancia y a ccid en tes... 59

4. El conocim iento de la sustancia y los a c c id e n te s... 62

II. LOS P R E D IC A M E N T O S ... 65

1. N oción de predicamento ... 65

2. Los nueve géneros de a c cid e n te s... 66

3. L a c u a lid a d ... 69

4. La relación ... 72

III. LA E ST R U C T U R A D E AC TO Y POTEN CIA E N EL EN TE . . 79

1. N ociones de acto y potencia ... 79

2. Clases de acto y potencia ... 82

3. La prioridad del a c t o ... 85

4. La relación entre acto y potencia en cuanto principios consti­ tutivos de los e n te s 87 5. Potencia y p osib ilid ad ... 90

6. A lcance de la doctrina del acto y potencia ... 91

IV. LA ESENCIA DE LOS E N T E S ... 93

1. La esencia com o determinación del m odo de ser de un ente . . 93

2. La esencia en los entes m ateriales... 95

3. La esencia en las sustancias espirituales ... 99

V. EL PRINCIPIO D E IN D IV ID U A C IO N ... 101

1. La esencia de los entes existe sólo individualizada ... 101

2. La m ultiplicación de la esencia en los individuos ... 102

3. La singularización de la esencia ... 103

4. Individuación de los accidentes y de las sustancias espirituales 105 VI. EL SER, ACTO U LTIM O D E LOS ENTES ... 109

1. El acto de ser, fundamento últim o de la realidad de los entes . 109 2. El ser y la esencia se distinguen realmente ... 111

3. La com posición esencia-acto de ser, estructura fundamental de los entes crea d o s... 114

4. El ser com o acto, núcleo de la metafísica de Santo Tom ás . . . 116

VII. EL SUJETO S U B S IS T E N T E ... 119

1. N oción de sujeto subsistente ... 119

2. La distinción naturaleza-supuesto ... 122

3. El ser, constitutivo del supuesto ... 123

(7)

Se g u n d a Pa r t e

LOS TRASCENDENTALES

I. LOS ASPECTOS T R A SC EN D EN TA LES DEL E N T E ... 131

1. Las nociones trascendentales y los p redicam entos... 131

2. D educción metafísica de los trascendentales ... 134

3. Resolución de las propiedades trascendentales en el ente . . . . 137

4. La analogía del ente y de sus p rop ied ad es... 139

II. LA U N ID A D DEL EN TE ... 141

1. La unidad tra scen d en ta l... 141

2. Grados y tipos de unidad ... 143

3. La m ultiplicidad ... 145

4. N ociones derivadas y opuestas a la u n id a d ... 147

5. El «algo» (aliquid) ... 148

III. LA V E R D A D ... 151

1. El ente y la v e rd a d ... 151

2. La verdad, propiedad trascendental del ente ... 151

3. La verdad en el entendim iento humano ... 154

IV. EL B I E N ... 157 1. Naturaleza del b i e n ... 157 2. Bien y p e r fe c c ió n ... 160 3. Bien y v a lo r ... 163 V. LA B E L L E Z A ... 165 1. Naturaleza de lo b e l l o ... 165 2. Belleza y p erfecció n ... 167

3. Los grados de la belleza ... 168

4. La percepción humana de la belleza ... 170

Tercera Parte LA C A U SA L ID A D I. EL CONOCIM IENTO D E LA C A U SA L ID A D R E A L ... 175

1. La experiencia de la cau salid ad ... 175

2. El principio de causalidad ... 178

II. N A T U R A L E Z A Y G ENEROS D E CA USA S ... 185

1. La noción de causa ... 185

2. Causa, principio, condición y o c a s ió n ... 186

3. Los tipos principales de c a u s a ... 188

III. C A U SA M A TER IA L Y C A U SA FOR M A L ... 193

1. Naturaleza de la causa material ... 193

2. La causa formal ... 195

(8)

LA ESTRUCTURA METAFISICA DEL ENTE

I. SU ST A N C IA Y A C C ID E N T E S ... 53

1. Naturaleza de la sustancia y los a c cid e n te s... 53

2. El ser, acto propio de la su stan cia ... 57

3. El com puesto de sustancia y a ccid en tes... 59

4. El conocim iento de la sustancia y los a c cid e n te s... 62

II. LOS P R E D IC A M E N T O S ... 65

1. N oción de predicamento ... 65

2. Los nueve géneros de a c cid e n te s... 66

3. La c u a lid a d ... 69

4. La relación ... 72

III. LA E ST R U C T U R A D E A C TO Y POTENCIA E N EL EN TE .. 79

1. N ociones de acto y potencia ... 79

2. Clases de acto y potencia ... 82

3. La prioridad del a c t o ... 85

4. La relación entre acto y potencia en cuanto principios consti­ tutivos de los e n te s 87 5. Potencia y p osib ilid ad ... 90

6. A lcance de la doctrina del acto y potencia ... 91

IV. LA ESENCIA DE LOS E N T E S ... 93

1. La esencia com o determinación del m odo de ser de un ente . . 93

2. La esencia en los entes m ateriales... 95

3. La esencia en las sustancias espirituales ... 99

V. EL PRINCIPIO D E IN D IV ID U A C IO N ... 101

1. La esencia de los entes existe sólo individualizada ... 101

2. La m ultiplicación de la esencia en los individuos ... 102

3. La singularización de la esencia ... 103

4. Individuación de los accidentes y de las sustancias espirituales 105 VI. EL SER, ACTO U LTIM O D E LOS ENTES ... 109

1. El acto de ser, fundamento últim o de la realidad de los entes . 109 2. El ser y la esencia se distinguen realmente ... 111

3. La com posición esencia-acto de ser, estructura fundamental de los entes crea d o s... 114

4. El ser com o acto, núcleo de la metafísica de Santo Tom ás . . . 116

VIL EL SUJETO S U B S IS T E N T E ... 119

1. N oción de sujeto subsistente ... 119

2. La distinción naturaleza-supuesto ... 122

3. El ser, constitutivo del supuesto ... 123

(9)

Se g u n d a Pa r t e

LOS TRASCENDENTALES

I. LOS ASPECTOS T R A SC EN D EN TA LES DEL E N T E ... 131

1. Las nociones trascendentales y los predicam entos... 131

2. D educción metafísica de los trascendentales ... 134

3. R esolución de las propiedades trascendentales en el ente . . . . 137

4. La analogía del ente y de sus p rop ied ad es... 139

II. LA U N ID A D D EL EN TE ... 141

1. La unidad trascen d en tal... 141

2. Grados y tipos de unidad ... 143

3. La m ultiplicidad ... 145

4. N ociones derivadas y opuestas a la u n id a d ... 147

5. El «algo» ( a liq u id ) ... 148

III. LA V E R D A D ... 151

1. El ente y la v e r d a d ... 151

2. La verdad, propiedad trascendental del ente ... 151

3. La verdad en el entendim iento humano ... 154

IV. EL B I E N ... 157 1. Naturaleza del b i e n ... 157 2. Bien y p e r fe c c ió n ... 160 3. Bien y v a lo r ... 163 V. LA B E L L E Z A ... 165 1. Naturaleza de lo b e l l o ... 165 2. Belleza y p erfecció n ... 167

3. Los grados de la belleza ... 168

4. La percepción humana de la belleza ... 170

Tercera Parte L A C A U SA L ID A D I. EL CONOCIM IENTO D E LA C A U SA L ID A D R E A L ... 175

1. La experiencia de la c au salid ad ... 175

2. El principio de causalidad ... 178

II. N A T U R A L E Z A Y GENEROS D E CA USA S ... 185

1. La noción de causa ... 185

2. Causa, principio, condición y o c a s ió n ... 186

3. Los tipos principales de c a u s a ... 188

III. C A U SA M A TERIAL Y C A U SA FOR M A L ... 193

1. Naturaleza de la causa material ... 193

2. La causa formal ... 195

(10)

1. Naturaleza de la causa eficiente ... 201

2. T ipos de causa eficiente ... 203

V. EL O BR A R COM O EJERCICIO D E LA C A U SA L ID A D E F IC IE N T E ... 211

1. Naturaleza del o b r a r ... 212

2. Los fundamentos del obrar ... 214

3. Las facultades operativas, principios próximos de actuación . 215 VI. LA C A U SA F I N A L ... 219

1. Naturaleza de la causa f in a l... 219

2. T ipos de causa f in a l... 221

3. El principio de fin a lid a d ... 223

4. El fin, causa de las demás causas ... 228

VII. LA C A U SA L ID A D D E DIOS Y LA C A U SA L ID A D DE LAS C R IA T U R A S ... 231

1. La lim itación de la causalidad creada ... 232

2. Rasgos característicos de la causa primera ... 236

3. Relaciones entre la causa primera y las causas segundas ... 238

(11)

P R E S E N T A C IO N

La abun d an tísim a lite ratu ra filosófica de los dos últim os decenios h a consistido preferentem ente en m onografías y ensayos de carácter historiográfico y sistem ático. En cam bio, se ha dedica­ do p o ca atención a las obras de conjunto. M uchos m anuales, am pliam ente difundidos en otros m om entos, h an term in ad o p o r caer en desuso, y no se h an vuelto a reeditar. E n b u en a parte, p o r su excesivo afán sistem ático y p o r su erudición desligada de la vida, n o respondían ya a la nuev a sensibilidad de los lectores.

El gusto p o r la especialización y p o r u n profundo conoci­ m iento histórico - n o sólo especu lativ o - de los tem as, h a retraído de u n a labor que sigue siendo im prescindible: d o tar a los que deseen iniciarse en filosofía de u n a base fundam ental de conoci­ m ientos que haga posible u n a fructuosa asim ilación del vasto reperto rio de estudios sobre aspectos particulares.

El libro que presentam os quiere ser u n m an u al de carácter fundam ental. U n texto de m etafísica en tendida com o ciencia del ser, que es el m odo clásico en que la en ten d iero n P arm énides, P lató n , A ristóteles, T om ás de A quino... A esta concepción ra d i­ calm ente abierta a la trascendencia vuelven a ap u n ta r d e s p u é s de algunos siglos de enclaustram iento en la subjetividad de la c o n c ie n c ia - diversas instancias del pensam ien to contem poráneo. E n los estudios de la fenom enología, del existencialism o, de la a n a lítica del lenguaje, despunta de nuevo el interrogante sobre el ser.

N uestro in ten to consiste precisam ente en h acer u n a presen­ tació n de estos principios que reú n an unas buenas características didácticas de orden y claridad. A p a rtir de aquí, esperam os que el lector se halle en b u en a disposición de afro n tar las m últiples e ineludibles cuestiones filosóficas que ap rem ian a los hom bres hoy.

(12)

NATURALEZA DE LA METAFISICA

A cuciados p o r la ad m iración ante el universo, cuyo funda­ m ento n o se conoce de m odo inm ediato, los hom bres se han es­

fo rza d o co n tin u a m en te p or alcanzar un saber últim o y universal acerca de la realidad. H an surgido así, a lo largo de la historia,

m uchas doctrinas que in ten tab an d ar u n a explicación profunda del universo, y p o n ían su constitutivo m ás radical en un elem ento u otro: algunos h an reducido to d a la realidad a diversas m anifes­ taciones de u n elem ento intrínseco al m undo, com o la m ateria, el espíritu, el pensam iento, el m ovim iento; otros, en cam bio, han conocido que existe un P rin cip io trascendente distin to del un iv er­ so. A lgunas explicaciones de la realidad p ro p o n e n u n único o ri­ gen de todas las cosas, m ientras que otras h a n afirm ado dos o más causas radicales com o fuentes originarias de todo.

E stos interrogantes no son p u ra m en te especulativos, sino que afectan profu n d a m en te a la vida hum ana. N o es igual p ara el

hom bre p ensar que todo se disuelve en la m ateria, incluido él m ism o, o hab er llegado al conocim iento de que es cria tu ra hecha p o r D ios de la nada. E stim ar que los hom bres están som etidos a u n destino ciego, o que ellos son los artífices absolutos de su p ro ­ p ia existencia, o que con libertad pueden llegar a conocer y am ar a u n D ios personal, son doctrinas que señalan rum bos com pleta­ m ente diversos p ara la vida del hom bre.

E n u n principio, el estudio de todas estas cuestiones consti­ tu ía un ú nico saber indiferenciado, que se llam aba filo so fa , sabi­

duría, ciencia, etc. Bien p ro n to , sin em bargo, la investigación

acerca de diversas parcelas de la realidad (m atem áticas, m edicina, gram ática, etc.), fue constituyendo las ciencias particulares, que se

(13)

M E T A F IS IC A

diferenciaron del tro n co com ún del saber, en el que se p lanteaban los tem as m ás fundam entales, llam ado pro p iam en te filosofía. A su vez, a m edida que crecía el cuerpo de d o ctrin a filosófica, se iban deslindando ram as que se ocu p ab an de problem as distintos (la n a ­ turaleza, el hom bre, la m oral, etc.), y entre ellas se perfilaba un núcleo p rin cip al que, trata n d o del constitutivo ú ltim o del m undo, afectaba a todos los conocim ientos filosóficos, y que term in a en la consideración de u n a p rim era causa del universo: esta ciencia era la metafísica.

i . No c i ó n d e Me t a f í s i c a

E n u n a prim era aproxim ación, la m etafísica puede en ten ­ derse com o el estudio de la causa últim a y de los principios p ri­

m eros y m ás universales de la realidad.

C ausa últim a: causas próxim as son las que producen de

m odo inm ediato determ inados efectos (por ejem plo, el aum ento de la presión atm osférica es causa del b uen tiem po, el corazón es el órgano que im pulsa la circulación sanguínea) y de ellas se o cu ­ pan las ciencias particulares. Causas últim as o suprem as, en cam ­ bio, son las que extienden su influjo a todos los efectos de u n determ inado orden, com o p o r ejem plo u n gobernante con respec­ to a su nación, o el deseo de la felicidad con relación a todo el o b ra r hum ano. La m etafísica considera la causa absolutam ente ú ltim a de todo el universo, investigando cuál es, cóm o influye en el m u n d o , y qué n atu raleza tiene. Sabiendo que la C ausa ú ltim a de todas las cosas es D ios, éste será evidentem ente uno de los tem as capitales de la M etafísica.

Principios prim eros y m á s universales: adem ás de las causas

que influyen desde fuera en sus efectos, las cosas tienen tam bién elem entos internos que las constituyen y que afectan a su m odo de ser y actuar, a los que llam am os principios (los átom os son ciertos principios de las m oléculas, que d eterm in an su n aturaleza y propiedades; las células intervienen en el organism o vivo a m odo de principios). L a m etafísica busca los principios prim eros y m ás universales, es decir, los que constituyen m ás radicalm ente a todas las cosas: los filósofos siem pre p ro p o n en algún aspecto de la realidad com o el m ás profu n d o y origen de los dem ás (el deve­ nir, el azar, la cantidad, la esencia, etc.). E n la m edida en que alguien señale algo com o p rim er p rincipio in trínseco de todo, está situándose en un plano m etafísico. Al buscar la ú ltim a causa y los

(14)

principios fundam entales, la m etafísica abarca en su estudió toda la realidad, y tam b ién en esto se distingue de las ciencias particu­

lares, que sólo atienden a un sector determ inado del m undo.

Ejemplos de problemas científicos son: la composición del átomo, el estudio del aparato digestivo del organismo animal, las enfermedades de las plantas, etc. Estos estudios parten siem­ pre de una serie de conocimientos previos y constantes, que están como presupuestos en la tarea científica: la noción de vida vegetal, de vida, cuerpo, cantidad, etc. Los científicos ordinaria­ mente no profundizan en estos temas, pero si se preguntan «¿qué es la vida?», «¿qué es la cantidad?», «¿en qué consiste conocer, ver, sentir?», etc., entonces se están planteando proble­ mas filosóficos. Ahondando más, podemos interrogarnos por cuestiones todavía más previas y radicales, que están supuestas en los temas precedentes: «¿en qué consiste serl», «¿qué es causar?», «¿cuál es el sentido del universo?», «¿qué es la verdad?», «¿qué significa la bondad?»: se llega aquí al plantea­ miento propiamente metafisico.

2 . L a METAFÍSICA, CIENCIA D E L ENTE EN C U A N T O ENTE

T odas las ciencias tienen un objeto de estudio, es decir, algún sector de la realidad que tratan de conocer, com o la b iolo­ gía considera el m u n d o viviente, la m atem ática estudia los aspec­ tos cuantitativos de las cosas, o la geografía física se ocu p a de la configuración de la superficie terrestre. El objeto de la investiga­ ción científica define a cada ciencia, discrim inándola de las dem ás, y dando unidad in tern a a todos los conocim ientos que la com ponen.

Se suele distinguir entre el objeto material, que es el co njunto de las cosas estudiadas por un saber científico, y el obje­

to form al, o aspecto que cada ciencia considera en el ám bito de su

objeto m aterial: por ejem plo, la biología tiene com o objeto m ate­ rial a los vivientes, y su objeto form al es la vida; la m edicina estudia el cuerpo h u m an o (objeto m aterial) en cu a n to susceptible de salud y enferm edad (objeto formal).

La m etafísica estudia el ente en cuanto ente, sus propiedades y sus causas

Las ciencias particulares tienen p o r objeto determ inados sectores o aspectos de la realidad. Pero ha de haber u n a cien ­

(15)

M E TA F ISIC A

cia que estudie toda la realidad, fijándose en aquello que todas las cosas tien en en com ún, esto es en cuan to «son», «son» cosas, algo «real». Estos aspectos com unes están presupuestos p o r los dem ás conocim ientos m ás particulares, porque cuando u n b otánico cla­ sifica y estudia las especies vegetales, sabe que aquellas cosas son «algo», son «entes», y esta noción es previa a las que correspon­ den a cada especie de la vida vegetal.

- E l ente: lo que o rdinariam ente se llam an cosas, realida­ des o seres, en m etafísica reciben el nom bre de entes. E n te signifi­ ca «lo que es», algo dotado de la p ropiedad de ser. Son entes todas las cosas: u n árbol, u n pájaro, u n hom bre, u n diam ante...; pero así com o «pájaro» indica u n a n atu ra leza determ inada, o un m odo de

ser, «ente» señala la realidad de que el pájaro es. L a palabra

«ente» procede del verbo ser:Nen latín, ens (genitivo, entis) es el particip io presente del verbo esse (ser); del m ism o m odo que a un hom bre en cuanto oye se le llam a oyente, y en cuan to estudia es­ tu d ian te, así en cuan to es o tien e ser, se le llam a ente.

- E n cuanto ente: «las dem ás ciencias, que trata n de entes particulares, ciertam ente consideran el ente, pues todos los obje­ tos de las ciencias son entes; sin em bargo, no estudian el ente en cu a n to ente, sino en cuan to es tal ente, p o r ejem plo el núm ero, la línea, el fuego y cosas sim ilares»1. E l objeto m aterial de la m etafí­

sica es toda la realidad, pues todas las cosas son entes, au nque de

m odo diverso. P ero su objeto fo r m a l es el ente en cuanto tal, con­

siderado en su carácter de ente. L a m etafísica, au n q u e trata de

todas las cosas, no es la sum a de las diversas ciencias o su síntesis (como m antiene el positivism o), sino algo distinto, pues estudia un aspecto p ropio y específico, que los dem ás saberes p resupo­ nen: el ser de las cosas.

- S u s propiedades y sus causas: cada ciencia, al conside­ rar su objeto, necesariam ente se ocupa de todas sus características y de todo lo que a él se refiere de algún m odo. A sí com o la física estudia las consecuencias que se siguen del hecho de que los cuer­ pos tengan m asa, energía, etc., la m etafísica h a de tra ta r de las propiedades que resultan de las cosas en cuan to entes; le corres­ ponde descubrir si hay aspectos que se desprenden del ser de las cosas o no, p o r ejem plo, la «verdad» procede del ser de las cosas, pero la «m ateria» no es u n a condición exigida necesariam ente p o r el ser.

(16)

P o r otra parte, corresponde a cu alq u ier ciencia considerar un género de cosas y sus causas propias, pues no se term in a de co­ nocer algo profundam ente m as que cuando llegam os a descubrir sus causas. La m etafísica debe, por eso, estudiar la causa de los entes en cu a n to entes, y éste es uno de sus tem as capitales p ara ah o n d ar en su p ropio objeto. Así com o la m edicina investiga sobre las causas de la salud (alim entos, clim a, higiene, etc.), la m etafísica llega a la causa del ser de las cosas, que es D ios C reador.

Como se irá comprobando a medida que tratemos de los diversos temas de la metafísica, todos los rasgos comunes de la realidad giran en torno a esta verdad fundamental: que las cosas

son, son entes. El ser es lo más básico que tienen todas las

cosas, pues cualquiera de sus perfecciones o características, antes que nada es, y ésta es su condición primera, de la que dependen las demás. Como la metafísica es la ciencia que busca lo más radical de la realidad, necesariamente tiene que indagar por el ser, proponiéndoselo como objeto fundamental de estudio.

Algunas doctrinas filosóficas parece que toman otra reali­ dad como objeto propio de la metafísica: la vida (vitalismo), la existencia humana (existencialismo), las condiciones del cono­ cer científico (Kant), el pensamiento (idealismo), el devenir histórico, (historicismo), etc. Sin embargo no pueden escapar a la exigencia de estudiar el ente, pues usan necesariamente una cierta noción de ser. Al intentar decir en qué consisten las cosas, estas doctrinas de hecho reducen el ser a vida, pensa­ miento...: el objeto de su metafísica sigue siendo, de alguna manera, el ente, aunque ceñido a la condición de alguna reali­ dad particular.

Origen histórico de la ciencia del ente

Y a desde los inicios de la filosofía, los prim eros pensadores en ten d iero n esta ciencia com o u n saber universal que perseguía descubrir el elem ento p rim ario de la realidad. Sin em bargo, indi­ viduaban ese elem ento en alguna sustancia m aterial (fuego, aire, agua, etc.). Sólo P arm énides advierte p o r vez p rim era que el aspecto fundam ental de la realidad es el ser: «el ser es y el n o -ser no es, es el cam ino de la persuasión (pues sigue a la Verdad)» (Fr. II, v.3). Los filósofos posteriores, sin olvidar to talm ente el ser p arm enídeo, o rientaron su especulación hacia otros tem as. F ue

(17)

M E T A F ISIC A

A ristóteles quien devolvió al ser la prim acía, considerando la m etafísica com o la ciencia del ente en cu an to ente.

N o m b res de la m etafísica

La m etafísica recibe varias denom inaciones que ponen de relieve algunas de sus características. A ristóteles la llam aba F ilo­

sofía prim era, en cuan to considera las prim eras causas y p rin ci­

pios de la realidad, y es por tan to com o el corazón de la filosofía; las otras ram as las consideraba, p o r eso, «filosofías segundas». Es « prim era» no p o r u n a anterioridad cronológica, sino porque tiene u n a prim acía de natu raleza den tro del saber filosófico y tam bién respecto a las dem ás ciencias.

Sin em bargo, el térm in o m ás com ún es el de m etafísica, que u tilizó A ndrónico de R odas p ara den o m in ar los escritos aristotéli­ cos sobre «filosofía prim era» colocados a co ntinuación de los li­ bros de la Física. Este nom bre expresa de m anera adecuada la natu raleza de esta ciencia, que va más allá del ám bito de la n a tu ­ raleza m aterial estudiada por la física.

A p a rtir del siglo X V II se em pezó a llam ar tam bién

ontología (del griego, «estudio del ente»), denom inación que señala su objeto propio, y que p o r eso fue ad o p tad a p o r m uchos autores. Este nom bre fue u tilizado preferentem ente p o r filósofos racionalistas, sobre todo por W olff y algunos de sus c o n tin u a­ dores.

3 . La M ETAFÍSICA E N EL ÁM BITO DEL CONOCIM IENTO H U M A N O M etafísica y conocim iento espontáneo

T odos los hom bres, con las luces de su razón, tienen un conocim iento de conjunto acerca de la realidad: saben qué quie­ ren decir cuando hablan de «ser», «verdad» o «bien», poseen alguna idea sobre la n aturaleza hum ana, distinguen entre realida­ des sustanciales y accidentales, pueden llegar al conocim iento de D ios com o prim era causa del universo y com o P rovidente. Este conocim iento, que podem os llam ar espontáneo, versa sobre los m ism os tem as que aborda la ciencia metafísica. Es lógico que así sea porque el hom bre tiende n atu ralm en te a conocer el m undo, su

(18)

propio puesto dentro de él, el origen de todo, etc.; y este conoci­ m iento le es im prescindible p ara su existencia. P or eso, no es raro que este conocim iento haya sido llam ado m etafísica espontánea o

m etafísica natural de la inteligencia h u m a n a 2. Sin em bargo, este

hecho no exim e de la necesidad de una m etafísica elaborada de m odo científico, porque el saber espontáneo es con frecuencia im perfecto, carece de precisión, en algunos puntos le falta firm eza o puede ser confuso, y tam b ién p o rque está so m etid o al influjo de ideologías en boga en el am b ien te c u ltu ra l y en la o p in ió n pública.

A dem ás hay que ten er en cuenta que en estos conocim ientos

intervienen de m odo decisivo las actitudes m orales de cada perso­ na. No es u n a experiencia desacostum brada que los hom bres, en

la m edida que se alejan de la rectitud m oral, lleguen a una confu­ sión en el plan o 'd e las convicciones intelectuales de fondo, ad o p ­ tando u n a actitud escéptica ante la verdad, eludiendo el tem a de Dios o p o r lo m enos dism inuyendo su im portancia, siendo relati­ vistas con respecto a las exigencias de la ley m oral natural, o ab ra­ zando alguna concepción que pone al hom bre com o centro de to ­ das las cosas. Esto explica tam bién, en parte, la existencia de algu­ nos sistem as filosóficos profundam ente apartados de la verdad, que son com o una construcción teórica acorde con unas posicio­ nes iniciales equivocadas ante la vida (m arxism o, agnosticism o, idealism o, etc.). La m etafísica com o ciencia, en sus puntos ca p ita­ les - d e los que dependen las cuestiones m ás técnicas o de d etalle- está, en cierta m edida, condicionada por la vida m oral de los filó­ sofos.

¡'unción directiva de la metafísica con respecto a las dem ás ciencias

Al tratar la m etafísica de las cuestiones m ás fundam entales del saber hum ano y al abarcar su estudio toda la realidad en su conjunto, es lógico que las ciencias particulares, que se ciñen a as­ pectos parciales de las cosas, dependan de algún m odo de aquélla.

'2 . E s ta e x p r e s ió n fu e u t i l i z a d a p o r H . B e r g s o n a p r o p ó s i t o d e la filo so fía d e P l a t ó n y A r i s t ó t e l e s : « S i se h a c e a b s t r a c c i ó n d e lo s m a t e r i a l e s c a d u c o s q u e e n t r a n e n la c o n s t r u c c i ó n d e e s te i n m e n s o e d ific io , p e r m a n e c e u n a s ó lid a e s t r u c t u ­ ra , y e s ta e s t r u c t u r a d i s e ñ a la s g r a n d e s lín e a s d e u n a m e t a f í s i c a q u e e s, a n u e s t r o j u ic io , ia m e ta f ís ic a n a t u r a l d e la in te lig e n c ia h u m a n a » (E v o lu tio n creatrice. A le a n , P a r ís 1 9 0 9 , p . 3 5 2 ).

(19)

M E T A F ISIC A

El objeto de cada ciencia p artic u la r es u n tip o de ente, y p o r eso los p rincipios m etafísicos, las propiedades del ser y de otras n o ­ ciones básicas de la realidad se reflejan tam b ién en ese sector de­ term in ad o de la investigación científica. D e tal m odo estos p rin ci­ pios están presupuestos en la ciencia, que, au nque n o se in terro ­ gue sobre ellos explícitam ente, los utiliza en la m edida en que le hacen falta. Los físicos, p o r ejem plo, al p rofundizar en la d in ám i­ ca de los cuerpos, en la actividad físico-quím ica, están em pleando la n o ció n de causa, al m enos a nivel espontáneo, y todo lo que ella im plica; el biólogo, cuando estudia el funcionam iento de un organism o vivo, está co nstantem ente haciendo uso del p rincipio de finalidad. A lgunas veces el desarrollo de u n a ciencia está d iri­ gido n o ya p o r conocim ientos espontáneos de carácter m etafísico, sino p o r determ inados sistem as filosóficos. Baste pensar, p o r ejem plo, en la historia o en la genética elaboradas desde perspec­ tivas m arxistas.

P o r otra parte, los m ism os científicos, al b u scar la p len a in ­ teligibilidad de su objeto de investigación, pasan frecuentem ente de la ciencia p artic u la r a consideraciones de carácter filosófico. N o es extraño, p o r eso, que m uchos de los físicos contem poráneos hayan escrito ensayos filosóficos (por ejem plo, H eisenberg, Eins- tein, P lanck, De Broglie, B ohr, Schródinger, etc.). El afán de inde­ p endencia absoluta de las ciencias respecto de todo conocim iento filosófico, introducido p o r el positivism o, n o ha podido n u n ca realizarse del todo.

A la m etafísica corresponde, pues, ejercer u n a función o rientadora en el cuerpo de las ciencias, en cu a n to es la cum bre del saber h u m an o de orden natural: u n a función que se puede lla­ m ar sapiencial, ya que es p ro p io de la sabiduría ordenar y dirigir los conocim ientos y actividades hum anos a la luz de los prim eros p rincipios y del fin ú ltim o del hom bre.

4. LA RELACION DE LA M ETAFÍSICA C O N L A FE Y LA TEOLOGÍA

A dem ás del saber espontáneo n atu ra l y de sus diversas ela­ boraciones científicas, existe u n conocim iento de orden sobrena­ tu ral, que procede de la R evelación divina, y que incide en el sa­ ber hum ano, perfeccionándolo y dirigiéndolo al ú ltim o fin sobre­ n a tu ra l del hom bre.

(20)

La f e ayuda a la füosofla

A lg u n a s verdades m etafísicas, aun q u e sean naturalm ente cognoscibles por el hombre, han sido tam bién reveladas p or Dios.

La R evelación divina, ju n ta m e n te con los m isterios sobren atu ra­ les, m anifestó a los hom bres las principales verdades últim as so­ bre el m u ndo, sobre el hom bre y sobre D ios m ism o, que son obje­ to de la filosofía. C om o consecuencia del pecado original, era difí­ cil a los hom bres alcanzar con firm eza y sin m ezcla de errores to ­ das esas verdades, tan necesarias para su vida m oral. P o r eso D ios quiso enseñam os verdades com o la creación de las cosas e x nihilo, la P rovidencia divina, la espiritualidad del alm a h u m a n a y su in ­ m ortalidad, la existencia y natu raleza de D ios U no, la ley m oral y el fin ú ltim o del hom bre, e incluso hasta el nom bre de D ios com o Ser subsistente: «Y o soy el que soy».

De este modo, la metafísica recibió un impulso extraordi­ nario, como nunca se había dado en la historia del pensamiento humano. Se entiende que los primeros cristianos se asombraran de que hasta un niño que había aprendido los elementos de la fe, tuviera respuestas más profundas y definitivas que las de los filósofos griegos para las mayores inquietudes de la inteligencia del hombre: problemas como los del mal, el dolor, la muerte, la libertad, el sentido de la vida o la bondad de la creación, encon­ traban en la fe cristiana una solución acabada y muy honda.

Los Padres y Doctores de la Iglesia, al mismo tiempo que elaboraron la teología, se esforzaron por desentrañar racional­ mente las verdades naturales que habían sido reveladas, elabo­ rando así una filosofía que se ha llamado cristiana, no por su contenido intrínseco y su argumentación racional, que siguen siendo naturales, sino porque ha sido hecha bajo el estímulo y la poderosa luz de la fe3.

El hecho de la R evelación de estos conocim ientos, lejos de h acer innecesaria la ciencia de la m etafísica, constituye m ás bien u n acicate para p en e trar con m ás vigor en ella, p o rque D ios los ha revelado precisam ente p ara que nuestra inteligencia pudiese

in-3. En los primeros decenios de este siglo tuvo lugar una conocida polémica sobre la posibilidad de una «filosofía cristiana». Más allá de las diferencias entre los autores, es importante subrayar que esa filosofía se desarrolla con razonamien­ tos naturales. N o existe, por tanto, entre cristianismo y filosofía la contradicción que He i d e g g e rha querido ver a l hablar d e la filosofía cristiana com o un «hierro de madera» (cfr. Einführung in die M etaphysik, Halle a.S. 1953, p. 5 s.).

(21)

M E T A F ISIC A

trad u cirse en las verdades n aturales m ás profundas y viviese de ellas.

L a filosofía sirve a la fe

A sí com o la razón sirve a la fe, la m etafísica es instrum ento científico para la teología. U n a vez que la m etafísica ha sido p e r­

feccionada p o r la orientación que le da la fe, ella m ism a consti­ tuye u n instrum ento valioso p ara entender m ejor los m isterios so­ brenaturales, de los que se ocu p a la ciencia teológica.

a) E l conocim iento del orden sobrenatural presupone el co­

nocim iento de las realidades naturales, p o rque la gracia eleva la

n aturaleza pero no la sustituye. P o r ejem plo, el estudio de la gra­ cia y de las virtudes infusas requiere saber que el alm a h u m an a es espiritual, que tiene libertad y está ordenada a D ios com o a su ú l­ tim o fin; para conocer sin erro r que Jesucristo es hom bre, es p re ­ ciso ten er u n a recta concepción de la natu raleza hum ana; para co m p ren d er teológicam ente el pecado, hace falta tener u n conoci­ m iento de las potencias h um anas, especialm ente la voluntad y las pasiones, y poseer u n a noción adecuada del bien y del m al; en el estudio de D ios T rin o y de la E ncarnación, son necesarios los co­ nocim ientos acerca de la n atu ra leza y la persona (en D ios hay tres Personas en la m ism a n atu ra leza divina; Jesucristo es u n a Persona - l a D iv in a - en dos naturalezas, h u m ana y divina); en definitiva, no es fácil adquirir u n conocim iento adecuado de las verdades que Dios revela, sin antes profundizar en el saber natural.

b) S i se prescinde deI uso de la m etafísica en la teología,

ésta no logrará el carácter de ciencia, y difícilm ente podrá verse li­ bre de errores y de am bigüedades: un saber es científico cuando

sus conceptos están ordenados, fundam entados, expresados con precisión, form ando u n todo unitario y coherente; la teología, com o no puede dejar de em p lear conocim ientos naturales acerca de la realidad, obtiene categoría de ciencia cuando estas nociones han sido previam ente elaboradas por una ciencia in strum ental, que en este caso es la m etafísica; n o le es suficiente u tiliza r el sig­ nificado de los térm inos a nivel de conocim iento espontáneo, sino que requiere una m ayor precisión. P or otra parte, las in terp re ta­ ciones desviadas que surgieron acerca del dogm a a lo largo de la historia fueron precisam ente las que obligaron a la teología a p e r­ filar sus nociones y su term inología desde u n a perspectiva m etafí­

(22)

sica; p o r eso no es posible ab a n d o n ar los resultados alcanzados con ese instrum ento, sin el riesgo de in cu rrir de nuevo en esos errores. Expresiones com o «transubstanciación», « unión hipostá- tica», o « m ateria y form a de los Sacram entos», son insustituibles porque exponen de m odo inequívoco el sentido autén tico de la fe, y evitan eficazm ente posibles desviaciones.

Además, la metafísica es necesaria para entender las for­ mulaciones dogmáticas propuestas por el Magisterio de la Igle­ sia: «si se rechazan estos fundamentos (la metafísica de Santo Tomás) o se les pervierte, se seguirá necesariamente que quie­ nes estudian las ciencias sagradas ni siquiera podrán captar el significado de las palabras con las que el Magisterio de la Iglesia expone los dogmas revelados por Dios. Por eso quisimos adver­ tir a quienes se dedican a enseñar la filosofía y la sagrada teolo­ gía, que si se apartan de las huellas de Santo Tomás, principal­ mente en cuestiones de metafísica, no será sin gran detrimento» (San Pío X, Docloris Angelici, 29.VI.1.914). Incluso los símbo­ los de la fe contienen muchos términos precisos que la metafísi­ ca, en cuanto ciencia instrumental, ayuda a entender mejor4.

Bi b l i o g r a f í a

Pl a t ó n, R epública, Y, 474b ss.; VII, 514a ss. Ar i s t ó t e­

l e s, M etafísica, I, cc. 1-2; II, 1; IV, 1; VI, 1; X I, 3. Sa n t o To m á s, I n m etaph., P rooem .; I, lect. 2; II, 2; III, 4-6; IV, 1, 4 y 5; VI, 1;

X I, 1, 3 y 7; In Boeth. de Trinitate, lect. 2, q. 1. E. G lL S O N , E l f i ­

lósofo y la teología, 2a ed., M onogram a, M adrid 1967. J. Pi e p e r, D efensa de la filosofía, H erder, B arcelona 1973. J. Sa n g u i n e t i, L a filo so fía de la ciencia, E U N S A , P a m p l o n a 1978. J. Ma r i- TAIN, S ie te lecciones sobre el ser, D esclée d e B rouw er, B uenos A ires 1950. L. DE Ra e y m a e k e r, F ilosofía d el ser, G r e d o s ,

M a d rid 1968. S. Ra m í r e z, E l concepto de filo so fía , ed. L eón,

M ad rid 1954. C . C A R D O N A . M e ta física de la opción intelec­

tual, 2 a ed., R i a l p , M a d rid 1973. A . Go n z á l e z Al v a r e z, I n ­ troducción a la m etafísica, U n iv e rsid a d N a c io n a l d e C uyo, M en d o z a 1951.

4. El C oncilio Vaticano II ha reafirmado la necesidad de una sólida forma­ ción en el patrimonio filosófico perennemente válido, para el estudio de la teología (Cfr. Decr. O ptatam totius, nn. 15-16).

(23)

EL ENTE, PUNTO DE PARTIDA DE LA

METAFISICA

Ca p í t u l o II

A ntes de abordar otros tem as, es necesario ofrecer u n a p ri­ m era visión de las nociones m etafísicas fundam entales: la de ente, y las m ás cercanas a ella, com o ser, esencia y existencia. C om o el ente es el objeto de la m etafísica, todas las dem ás cuestiones hay que resolverlas bajo la luz que nos p ro p o rcio n a esta noción; p o r eso, es conveniente en los com ienzos d ar u n a p rim era descripción del significado de ente, sin perjuicio de que a lo largo de la asigna­ tu ra se vayan trata n d o con m ás detenim iento los tem as que aquí se ap untan.

1. No c i ó n d e e n t e

E n te es «lo que es» (id quod est). N o es posible d ar u n a defi­

nición estricta de ente, porque definir es situ ar u n a realidad dentro de u n concepto m ás am plio (su género); com o decim os, p o r ejem plo, que autom óvil es u n tipo de vehículo con m otor, p ara pocas personas, etc. E nte, en cam bio, es el concepto que abarca todo género de realidades, de m an era que ya no cabe encuadrarlo en u n a n o ció n m ás universal. A títu lo de descripción, se puede indicar el significado de ente com o «lo que es», «lo que existe», «lo que es real», y así son entes u n hom bre, u n pájaro, u n avión. Este térm ino, sin em bargo, n o expresa exactam ente lo m ism o que «cosa», ya que procede del verbo ser y designa a las cosas en cu a n to so n ; así com o viviente es el que vive, cantante el que canta, o corredor el que corre.

(24)

En el lenguaje ordinario, entese utiliza raras veces y con un significado impreciso, para aludir a algo que no conocemos bien, o que conocemos de un modo muy indeterminado. En cambio este vocablo es más corriente en la terminología jurídi­ ca, que habla de «entes morales» y de «entidades» para referirse a las instituciones o sociedades jurídicamente reconocidas.

Es necesario eliminar del término ente todo matiz de

vaguedad. En metafísica ente tiene un significado concreto y

real: entes son las cosas que existen en el mundo. Aunque en el habla común las llamamos seres,en el estudio de la filosofía es mejor conservar el uso técnico de ente, para que así se pueda distinguir adecuadamente del ser, que designa el acto del ente. Se salva así la posible ambigüedad de la palabra ser, que puede

utilizarse como nombre y como verbo; además, enteacentúa el

carácter concreto e individual de las cosas existentes, mientras ser,como todo infinitivo (leer, ver, etc.), tiene una significación todavía indefinida.

L a noción de ente no es sim ple, sino que aparece com puesta p or un sujeto (id quod) y un acto (est). En esta noción intervienen

dos elem entos, a saber, algo que es, y el m ism o es de esa cosa. El «algo» (una persona, un barco, etc.) ejerce la función de sujeto, es decir, de realidad a la que corresponde ser (así com o el sujeto de la risa es el que se ríe); el es señala el acto, la perfección pro p ia de ese sujeto (el reír es el acto de la persona que ríe).

Estos dos elem entos constituyen u n a unidad: al decir «ente» hacem os u n a referencia im plícita al ser, au n q u e todavía no form ulem os el ju icio «esto es» o «algo es»; a su vez, cuando oím os sólo el verbo «es», echam os en falta, o se supone, el sujeto de ese acto. Ser y ente se im plican de m anera recíproca.

En resum en podem os afirm ar:

1) E n te significa de m odo principal la cosa que es, y la designa precisam ente en cuan to tiene el ser.

2) P or eso, ente significa de m odo concom itante tam bién el ser de esa cosa, el ejercicio del acto de ser.

3) E nte indica, en consecuencia, algo que existe en la rea­ lidad.

De manera derivada se habla también de «ente de razón»,

que significa algo a modo de ente que es sólo en la inteligencia

humana; como por ejemplo, los personajes ficticios de una

novela, los seres que son producto de la fantasía, etc. Estos

conceptos tienen un cierto ser, que consiste en ser pensadospor

(25)

IN T R O D U C C IO N

o realidades m entales, sin existencia fuera del en ten d im ien to hum ano. C uando d ecim o s que algo es real, q u erem os indicar su con trap osición al ente de razón: un personaje real es un hom bre n o m eram ente pensado o soñado, sin o existen te, de carne y hueso.

2. L a e s e n c i a, m o d o d e SER d e l o se n t e s

Las cosas son, y al m ism o tiem po son algo, poseen u n a determ inada naturaleza. A la pregunta sobre qué es esa cosa, respondem os diciendo: es un libro, u n a mesa, u n perro. Esos nom bres expresan lo que las cosas son, es decir, su esencia, lo que los define, al m argen de otras determ inaciones accidentales y m udables. P or ejem plo, n o cabe duda de que un águila no es u n a sum a de cualidades, sino que tiene u n a consistencia interna, u n núcleo central del que b ro tan sus m últiples características, que nosotros captam os gracias a nuestra inteligencia, y expresam os en su definición y en el nom bre águila que le im ponem os.

E sencia es, pues, aquello que hace que una cosa sea lo que es. T odas las cosas tienen, p o r u n a parte, ser, y en este sentido las

llam am os entes; pero al m ism o tiem po, todas ellas poseen u n a esencia, p o r la que reciben nom bres distintos. E n virtu d de su

esencia el hom bre es hom bre, el vino es vino y el agua es agua, y

no o tra cosa cualquiera de las que com ponen el universo.

A parece así, en todas las cosas, u n a dualidad de principios constitutivos, el ser y la esencia; son dos aspectos indisociables y necesarios en cu alquier realidad existente en el m undo. M ás ade­ lante se estudiará con detenim iento la relación entre estos dos principios y su función p ro p ia en la constitución de las cosas. Por ahora, basta observar que u n pino, u n asno, u n m etal, es decir, la esencia de los entes, im p lica un m odo de ser, u n a determ inada m odalidad del ser de las cosas: el universo se nos presenta com o un co njunto arm onioso de realidades que, teniendo el ser com o pro p ied ad com ún, se diversifican específicam ente según u n a variedad de esencias o naturalezas.

3 . Els e r, a c t o d e l e n t e

A h o ra vam os a considerar el elem ento prin cip al del ente, que es su ser. El significado de ser es evidente p ara todos, sin que sea necesaria - n i p o sib le- u n a privilegiada in tu ició n del ser;

(26)

pero eso no im pide u n m ayor esclarecim iento de su sentido por p arte de la m etafísica.

Se trata de u n a prim era aproxim ación, pues este tem a podrá considerarse con m ayor profundidad m ás adelante. La peculiari­ dad de la cuestión del ser radica en que todo es, es decir, no luiy ning u n a realidad que no sea; sin em bargo, ninguna de las cosas creadas es ser p u ro , sino que consisten en m odos determ inados de

ser, en realidades que son, pero n o son el ser. D e esta m anera, el

ser se m anifiesta com o u n a p ro p ied ad o acto del ente: el ente no es ser solam ente, sino que tiene ser. A quí se in ten ta d eterm in ar algunos rasgos del ser com o acto del ente.

a) E l ser es un acto, una perfección de las cosas. A unque en la vida corriente llam am os «actos» a las acciones u op eracio ­ nes (acto de ver, leer, cam inar), en m etafísica se designa con el nom bre de acto a cu alquier perfección o propiedad de las cosas1. En este sentido, p o r ejem plo, u n a rosa b lanca es u n a flor que tiene la b lan cu ra com o u n acto que le otorga u n a determ inada perfec­ ción. D e m odo sem ejante, el «es» de las cosas indica una perfec­ ción ta n verdadera com o el «vivir» p ara los vivientes. Sin em b ar­ go, se tra ta evidentem ente de un acto peculiar, com o verem os enseguida.

b) E l ser es un acto universal. N o es algo exclusivo de un tipo de realidades, com o lo son el acto de correr o de entender, sino que todas las cosas son: sin ser n o h abría nada. D e cualquier objeto del universo, sea el que sea, siem pre h abrá que decir que

es: este p ájaro es, las nubes son, el oro es...

c) E l ser es un acto total: abarca todo lo que las cosas son. M ientras las dem ás perfecciones son parciales, porque indican diversos aspectos o partes del ente, ser contiene todo lo que una cosa posee, sin excluir absolutam ente nada. L eer no expresa la integridad de perfección del lector; ser, en cam bio, es acto de todas y cada una de las partes de la cosa: si u n árbol es, todo él es, con todos sus aspectos y elem entos, pues su color es, su form a es, su vida y su crecim iento son\ todo en él particip a del ser. En este sentido, el ser com prende la to talid ad del ente.

1. Desde Ar i s t ó t e l e s, el acto cobra un sentido de perfección. Para el Estagirita, el acto -energeia, cn lclequ ia- se contrapone a la potencia -d y n a m is - com o lo perfecto y acabado, la realización de la forma, a la capacidad real no reali­ zada (Cfr. M et. IX, 6, 1048 b I ss.).

(27)

IN T R O D U C C IO N

d) E l ser es el acto constitutivo y m ás radical: aquello por lo que las cosas son. Así com o la esencia es lo que hace que una

cosa sea de un m odo u otro (león, hom bre, silla), el ser es lo que hace que las cosas sean. Esto puede m ostrarse con diversas ra­ zones:

- p o r la co m u n id a d del ser: siendo distintas un as cosas de otras, aquello que hace que todas ellas sean, no puede radicar en sus principios de diversidad -s u esencia, sus accidentes variados, e t c - , sino precisam ente en aquel acto en el que convienen: el ser;

- p o r la prioridad de naturaleza del ser: cu alquier acción o propiedad de las cosas presupone un sujeto ya constituido, que es previam ente; en cam bio, el ser es el presupuesto de toda acción y de todo sujeto, ya que sin ser, n ad a sería; el ser no es u n acto deri­ vado de lo que son las cosas, sino precisam ente lo que hace que sean;

- p o r exclusión: ninguna propiedad física, biológica, etc., de las cosas (su energía, su estru ctu ra m olecular o atóm ica) puede hacer que éstas sean, pues todas esas características, p ara producir sus efectos, antes tienen que ser.

En definitiva, el ser constituye el acto prim ero y m ás íntim o

del ente, que desde dentro confiere al sujeto toda su perfección.

Así com o el alm a inform a al cuerpo y le da vida, de m odo an álo ­ go el ser actu aliza intrínsecam ente a cada cosa, haciendo que sea; el alm a es p rin cip io vital, y el ser es principio de entidad o de realidad de las cosas.

Transcribimos a continuación algunas formulaciones de Santo Tomás sobre el acto de ser:

«El ser es lo más perfecto de todo (...), es la actualidad de todos los actos (...) y la perfección de todas las perfecciones»

(De potentia, q.7, a.2, ad 9). Pues cualquier acto o perfección

antes debe ser, es decir, ha de tener previamente el acto de ser; de lo contrario, nada sería.

«El mismo ser es lo más perfecto de todas las cosas, pues se relaciona con todas como su acto. Nada posee actualidad sino en cuanto es; por eso, el ser mismo es la actualidad de todas las cosas, incluso de las mismas formas (substanciales o accidentales)» (Summa Theologiae, I, q.4, a .l, ad 3).

«El ser es lo más intimo de cualquier cosa, y lo que más profundamente está en todas, ya que es formal (acto, algo que informa o actúa) con respecto a todo lo que hay en una cosa»

(28)

4 . E l s e r , a c t o i n t e n s i v o 2

El ser es lo q u e co n v ien e a cad a en te com o a c to p rim a rio y fuente de to d a s sus perfecciones. P ero el ser n o es un ac to id é n tic o en to d as las cosas, sino que está d iv ersific ad o ya que en el u n iv e rso ex isten entes m u y d istin to s. E sta c a ra c te rístic a n o es exclusiva del ser: en las cu a lid a d es, en u n g ran n ú m e ro de acto s, se a d v ierte u n a v arie d ad de re alizac io n e s c o n c retas, un m ás y m en o s de in ten sid ad en el m o d o co m o son p o seíd o s pol­ los sujetos. P o r ejem p lo , la lu z ad m ite diversas to n a lid a d e s y grados de in ten sificac ió n o de d e b ilita m ie n to ; el ac to de e n ­ te n d e r, o de q u erer, p u ed e realizarse de diversos m odos y con m ay o r o m e n o r fuerza en u n m ism o in d iv id u o , en p e rso n a s d is­ tin ta s, o en seres in telig e n tes d e d iversa n a tu ra le z a (ho m b res, ángeles y D ios).

a) E l acto de ser se da en grados de m e n o r o m a y o r in te n sid a d en las cosas, d esd e las realidades m á s im perfectas hasta D ios. Es u n h ech o m an ifiesto la je ra rq u ía de en tes en el

u n iv erso , la prog resiv a g ra d ació n de p erfeccio n es q u e poseen las cosas, p a rtie n d o del re in o m in era l -d e sd e sus e lem e n to s h asta sus e stru c tu ra s m ás c o m p le ja s-, y asc en d ien d o p o r las diversas form as de vida -v id a vegetal, a n im a l y e s p iritu a l-, h a sta lleg ar a la perfecció n m áx im a, que p erte n e c e a D ios. Esta d iv ersid ad es, en d efin itiv a, u n a gradación en el ser: si la raíz de las p erfec cio n es de cad a cosa es su ser, es lógico q u e la in te n sid a d de esas perfeccio n es sea un reflejo de la in ten sid ad del ser3.

2. A cogem os la d en om in ación de inten sivo que C . Fa b r o ha acuñado en sus obras refiriéndose al ser en la filosofía tom ista (Cfr. especialm en te P artici-

p a z io n e e c a u sa litá . S ocietá editrice intern azionale, T orin o 1960). Intensivo

significa que el ser, en estado puro, acoge en sí a todas la p erfeccion es y que se encuentra participado en grados d istin tos en las cosas.

3. « I'oda perfección corresponde a cada cosa según su ser: pues ninguna perfección tendría el hombre por su sabiduría, si por ella n o f u e s e sabio, y lo m ism o su cede en los dem ás casos. Por lo tanto, según el m odo en que una cosa tien e el ser, así es su m odalidad en la perfección, ya que una cosa se dice más o m enos perfecta, en cuanto su ser se contrae a un m odo especial de perfección m ayor o m enor. Por con sigu ien te, si hay algo a lo que com pete toda la virtua­ lidad del ser (tota v in a s essendi), no le puede faltar ninguna de las perfecciones que c o n v ien en a alguna cosa, sino que a esa realidad que es su ser le correspon­ de el ser según toda su plenitud (io la m essen d i p o te s ia ie m )» ( To m á s d i; Ao ij i n o. S u m m a co m ra gentiles. I, c.28).

(29)

IN T R O D U C C IO N

C om o enseña la Teología natural, Dios posee el ser en toda su am plitud, en toda su intensidad. P or eso le pertenecen todas las perfecciones, pues si le faltara alguna, - q u e es alg o -, ya no tendría el ser en toda su intensidad, sino que estaría afectado de lim ita­ ción. En cam bio, las criaturas, a m edida que son m enos perfectas, poseen m enos ser, tienen un grado más pobre de p articipación en el ser.

N o hay que pensar que las dem ás perfecciones (por ejem ­ p lo, vivir, entender) se van sobreañadiendo al ser4. N o es que los vivien tes sean, y adem ás vivan, sino que su m od o de ser co n ­ siste en vivir: vivir es un m od o m ás perfecto de ser que el de las realidades inertes.

b) N o puede, por tanto, considerarse el ser com o un atri­ buto vago e indeterm inado, que conviene a todos los entes indi­ cando su perfección m ínim a. Algunos han entendido el ser com o

el concepto m ás pobre, lo que resta después de haber prescindido de todas las características que diferencian unas cosas de otras: sería la noción m ás vacía y abstracta, que se puede ap licar a todo (extensión m áxim a) a fuerza de no tener casi ningún contenido (com prehensión m ínim a), de indicar sólo lo ínfim o que todas las cosas poseen para ser reales.

Esta consideración es m ás lógica que m etafísica, e im pide cap tar el ser com o acto de las cosas, que se realiza diversam ente en cada u n a de ellas y de m odo m áxim o en Dios.

H istó rica m en te, tal co n c e p c ió n del ser se form ula de m od o ex p lícito en el racionalism o (L eibniz, W olfl). Sin em bar­ go, ya en E scoto y Suárez el ente es considerado co m o un co n ­ cep to m áxim am ente indeterm inado, cuyo con ten id o viene a coin cid ir con la «esencia posible». Es decir, identifican el ente con la esencia, y transform an la esencia en algo indiferente res­ p ecto al acto de ser, en sim p le «p osib ilid ad de ser». Siguiendo esta línea, W o lff definió el ente co m o «aquello que puede exis­ tir, es decir, a lo que no repugna la existen cia»5, dividiendo

4. En esta línea se movían diversos representantes del neoplatonism o, que indicaban una jerarquía de perfecciones. El primer lugar lo ocuparía el principio supremo y Absoluto, identificado en el U no o el Bien; debajo de él estarían las demás hipóstasis subsistentes y entre ellas el Ser. Sa n t o To m á sinvierte el orden y

pone el Ser en primer lugar, de manera que todas las demás perfecciones son parti­ cipaciones del Ser.

(30)

así el ente en posible y actual: la primacía corresponde al posible, y el ente actual no es más que su «puesta en acto»6.

Uno de los inconvenientes principales de esta postura es que el ente se asimila al pensamiento, ya que esa noción inde­ terminadísima de ser sólo existe en la inteligencia humana, como fruto de una abstracción lógica. No se trata ya del ser real, sino del ser pensado, pues la «posibilidad» se entiende en el racionalismo como el carácter «no contradictorio» de una noción, es decir, como «posibilidad de que algo sea pensado o concebido».

c) Ser no es exactam ente lo m ism o que existir; ser expresa un acto, m ientras existir indica sólo que una cosa se da «de hecho». A l afirm ar que u n a cosa «existe», querem os d ecir que es

real, que no es la nada, que «está ahí»; ser, en cam bio, significa algo m ás interior, no el m ero hecho de estar en la realidad, sino la perfección m ás ín tim a de u n a cosa y la raíz de sus restantes p e r­ fecciones.

El existir designa sólo la cara o aspecto m ás exterior del ser, com o u n a consecuencia suya: p o rque el ente tiene ser, está ahí realm ente, fuera de la nada, y existe. E xistir es com o un resultado de ten er el ser.

Esta diferencia de significados entre ser y existir se observa en el lenguaje: aunque no sea u n m odo habitual de expresarse, no suena raro afirm ar que un ho m b re es m ás que un árbol, y un ángel m ás que u n hom bre; en cam bio, no se dice que u n a cosa «existe m ás que otra»: existe o no, pero no existe m ás o menos.

Ser, com o vem os, tiene u n sentido intensivo, del que carece el

térm ino existir.

Interpretar ser como existencia es un resultado lógico de la posición indicada anteriormente, que reduce el ente a la esen­ cia posible, al margen del acto de ser. Se forman así como dos mundos: por una parte, la esfera ideal de las esencias abstractas o del pensamiento puro; y por otro lado, el mundo de los hechos, de la existencia fáctica. Este segundo no es más que una reproducción del primero: como decía Kant, el concepto de cien thalers reales en nada difiere del concepto de cien thalers simplemente posibles7.

Esta escisión entre esencia ideal-existencia real ha tenido graves repercusiones en algunos temas centrales de la filosofía.

6. Esta división se ha difundido ampliamente y la siguen manteniendo algunos autores de orientación esencialista dentro del tom ism o de este siglo.

(31)

I N T R O D U C C IO N

Así, en el orden del conocimiento, ha ido unida a la separación radical entre inteligencia y sentidos: la esencia es objeto de la razón pura, y la existencia fáctica es captada por las sensaciones (de ahí la oposición entre racionalismo y empirismo o positivis­ mo; entre verdades de razón y verdades de hecho, de Leibniz). Otra consecuencia de este planteamiento es el intento de probar la existencia de la causa primera partiendo de la idea de Dios (ontologismo): Dios sería la única esencia que incluye como una de sus notas la existencia, y por eso Dios debería existir. En realidad, esta demostración concluye en un Dios puramente pensado.

5. SIGN IFICA DO DEL VERBO SER COMO CÓ PULA E N EL JUICIO

A cabam os de ver que el térm in o ser, en su significado p rin ­ cipal, expresa el acto más radical del ente (actus essendi), la p ro ­ piedad fundam ental de cu alquier realidad8. En este sentido pode­ mos decir, por ejem plo, «Pedro es», «yo soy», los «entes son». A unque el ser no es exactam ente lo m ism o que el existir, sin em bargo para expresar que «P edro es», h abitualm ente decim os «Pedro existe».

A dem ás de este significado fundam ental, el ser aparece com o verbo de co ntinuo en el lenguaje, form ando p arte de todos los juicios con la función de u n ir el sujeto y el predicado. Unas veces se presenta explícitam ente («esta ley es incom pleta», «m a­ ñ an a es dom ingo»), y otras de m anera im plícita («hoy hace sol», «Juan cam ina», que equivalen a «hoy es un día en que brilla el sol» y « Ju an es cam inante»). E sta es la llam ada función co p u lati­ va del verbo ser, que actualm ente es la m ás utilizada.

E n el uso del verbo ser com o cópula, cabe distinguir varios aspectos:

a) E l ser expresa la com posición de sujeto y predicado en cualquier enunciado que hace la m ente. P or ejem plo, en la p ro p o ­

sición «el caballo es veloz», el es une el predicado veloz al sujeto gram atical caballo. En esta acepción el ser no es algo en la

reali-8. « A s í c o m o e l m o v i m i e n t o es e l a c t o d e l m ó v i l , e n c u a n t o t a l , d e l m i s m o m o d o e l s e r e s e l acto del existente, en cuanto es ente» ( T o m á s d e A q u i n o , In I Sententiarum , d . 19 , q .2 , a . 2 , so l.). O t r a s e x p r e s i o n e s d e Sa n t o To m á s s o n acto de ser (c fr. S u m m a theologiae. I, q .3 , a .4 , a d 2 ), y acto del ente (cfr. Q u odlibetu m X II, q . l , a . l , a d 1).

Referencias

Documento similar

"No porque las dos, que vinieron de Valencia, no merecieran ese favor, pues eran entrambas de tan grande espíritu […] La razón porque no vió Coronas para ellas, sería

No había pasado un día desde mi solemne entrada cuando, para que el recuerdo me sirviera de advertencia, alguien se encargó de decirme que sobre aquellas losas habían rodado

Sanz (Universidad Carlos III-IUNE): "El papel de las fuentes de datos en los ranking nacionales de universidades".. Reuniones científicas 75 Los días 12 y 13 de noviembre

El tercero tiene notas bajas pero la mayor es estadística, una de las temáticas trabajadas de forma más mecánica, asimismo el último arquetipo muestra que, aun con notas buenas,

En cuarto lugar, se establecen unos medios para la actuación de re- fuerzo de la Cohesión (conducción y coordinación de las políticas eco- nómicas nacionales, políticas y acciones

La campaña ha consistido en la revisión del etiquetado e instrucciones de uso de todos los ter- mómetros digitales comunicados, así como de la documentación técnica adicional de

D) El equipamiento constitucional para la recepción de las Comisiones Reguladoras: a) La estructura de la administración nacional, b) La su- prema autoridad administrativa

b) El Tribunal Constitucional se encuadra dentro de una organiza- ción jurídico constitucional que asume la supremacía de los dere- chos fundamentales y que reconoce la separación