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Onteniente: fiesta y tradición viva

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tenea · Número 41

H I S T O R I A

por Rafael Ferrero Terol

n la España del siglo XVII van consolidándose dife-rentes manifestaciones fes-tivo-militares, los ‘alardes’ -también llamados ‘soldadescas’-, en los que públicamente se revistaba y ex-hibía la destreza de las milicias locales y disparaba la arcabucería en lugares despejados de la ciudad, en ocasiones denominados “Campo de Marte”. Te-niendo una importante participación ciudadana, y siendo tan decisiva para su seguridad, los ‘alardes’ participaban en procesiones y en conmemoraciones de otros acontecimientos relevantes de la localidad.

Las victorias de las tropas españolas en la guerra con Marruecos de 1859 – 1860 provocaron la eclosión de estas fiestas, uno de cuyos más claros ejemplos lo te-nemos en Onteniente (Valencia) que las celebra el cuarto domingo de agosto en

honor del Santísimo Cristo de la Agonía. Sin duda, una de las que más prestigio atesora porque han sido declaradas de Interés Turístico Nacional y, actualmen-te, gozan de una constatable proyección internacional.

VICTORIA EN LEPANTO

De acuerdo a las actuales investigacio-nes, los precedentes históricos de las fiestas de Onteniente se remontan a 441 años atrás, cuando -al igual que en mu-chos pueblos y villas del orbe cristiano y en especial, como Villa Real que era-, ce-lebró la victoria del 7 de octubre de 1571 de la Santa Liga sobre la armada turca en el golfo de Lepanto (Ver el artículo en ATENEA nº 11).

En los siglos XVI y XVII, las incursio-nes sobre la costa valenciana de turcos y piratas berberiscos producían constan-tes daños y perjuicios por el saqueo de

E

Evocamos, gracias a estas fiestas, los

hechos acaecidos en la península Ibérica

durante los tiempos de la invasión

musulmana y posterior Reconquista. Sin

embargo, salvo algún caso muy antiguo,

como las de Lérida, estas fiestas se originan

en épocas más recientes

El origen militar

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Onteniente: fiesta y tradición viva

los pueblos en busca de riquezas, víveres y cautivos, que eran, las más de las veces, liberados tras el pago de un rescate o, las menos, vendidos en el norte de África en los mercados de esclavos.

Señala el cronista oficial de la ciudad de Onteniente, Alfred Bernabeu Sanchis, que:

“durante los siglos XVI y XVII la amenaza exterior proviene de la flota otomana y de sus aliados del norte de África. Onteniente forma-ba parte de los mecanismos de defensa creados para hacer frente a los continuos ataques corsa-rios, la mayoría producidos en verano. Un avi-so movilizaba rápidamente la milicia local en auxilio del lugar costanero afectado”.

La fuerte implicación de esta localidad queda señalada en el memorial redactado por el escribano de sala, Gaspar G. Donat, en donde constan todas las operaciones militares entre 1578 y 1618. Las expedi-ciones estaban formadas por entre 40 y 400 soldados, y su destino comprendía

el territorio costanero entre Oliva y Vi-llajoyosa. Todas estas movilizaciones su-pusieron un gran coste económico para las arcas municipales de Onteniente, en concreto, 6.470 libras.

El memorial señala que 3.647 vecinos de Onteniente participaron en las dis-tintas expediciones en la defensa de los pueblos de la comarca de la Marina. Sin duda, aquellos hechos fueron trasmiti-dos de padres a hijos como parte de nues-tra historia viva, que deseaba conservar el recuerdo de las victorias sobre los ene-migos invasores.

Esto se evidencia en los extraordina-rios y esporádicos festejos que tenían lugar en la ciudad para celebrar gran-des acontecimientos históricos, y en los que participaban comparsas de Moros y Cristianos. Así aconteció en 1820 con ocasión de las primeras elecciones, y en 1833 con motivo de la jura de la

El origen militar

de las Fiestas de Moros y Cristianos

LA MÁS ANTIGUA

En Lérida, los prece-dentes de las fiestas de Moros y Cristianos se remontan al siglo XII, con danzas especiales o con el chocar de palos (‘els bastonets’) que parecen reproducir antiguas danzas guerreras.

levante español, la pólvora se consume en grandes cantidades. A la derecha, el tercer castillo de fiestas, costeado por el conde de Torrefiel en 1917. FOTO: FOTOT ec A del mu Seu Fe ST eR de ONTIN ye NT FOTO: Ayu NT A m Ie NTO de lé RI d A FOTO: Rubé N m ONT Av A

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sa Isabel como heredera, celebrándose una cabalgata en la que desfiló una mag-nífica barca tripulada por una comparsa que vestía de marinos, y desde la que se disparaban salvas de fuego.

FE, PATRIA Y MILICIA

La actual estructura de la fiesta, de ce-lebración anual, descansa en la llamada trilogía levantina, esto es, el enalteci-miento del sentienalteci-miento religioso al estar dedicadas a un patrón, la exaltación de los valores patrios a través de los textos de una embajada y la defensa con dis-paros de arcabucería y lucha de armas blancas, y, por último, la realización de un gran desfile de ambos ejércitos.

La transición de la concepción an-tigua de la fiesta a la actual se remon-ta a finales de 1859 cuando, ante la angustiosa situación que se vivía por una extrema sequía, la población bus-có amparo en la milagrosa imagen del Santísimo Cristo de la Agonía, que se veneraba en la ermita de Santa Ana. El mismo día de Navidad, la imagen era trasladada hasta la parroquia de San Carlos en solemne procesión ad

peten-dam pluviam, esto es, en petición de

una anhelada lluvia que no llegaba en la abundancia necesaria para regar los sedientos campos.

Las rogativas dieron su fruto y, a la caída de la tarde del 3 de febrero de 1860, empe-zó a nevar con fuerza, cubriendo todo el término municipal de un blanco manto, de al menos unos setenta centímetros. Al mismo tiempo, en el norte de África, las tropas españolas combatían contra las del Sultanato del Marruecos. Uno de los objeti-vos de la campaña era la ciudad de Tetuán, que fue tomada el 6 de febrero de 1860.

En las circunstancias del aislamiento por causa de la nieve, la primera noticia que llegó del exterior fue precisamente la última victoria española en Tetuán. El alcalde de la villa, José Mayáns y En-ríquez de Navarra, dio lectura al parte recibido entre salvas de cohetes y, acto seguido, se lanzaron al vuelo todas las campanas de la ciudad. Y, como venía siendo habitual en la celebración de grandes acontecimientos referentes a la familia real o a importantes cuestiones de índole político o social, el Ayunta-miento acordó, por unanimidad, orga-nizar fiestas extraordinarias del 12 al 15 de febrero con el fin de celebrar, con la dignidad que se requería, los grandes hechos que se habían vivido, esto es, el final de la sequía que azotaba las tierras y los éxitos de las armas españolas.

El Ayuntamiento de Onteniente se aplicó mucho, pues no sólo se organi-zaron desfiles y funciones religiosas, sino que también hubo simulacros de guerra, a modo de las actuales embaja-das con disparo de arcabucería, ataque y defensa de un figurado castillo, en el que se dejaron ver moros y soldados, es decir, cristianos.

Las celebraciones resultaron ser de tanto agrado para los vecinos que el Ayuntamiento, los socios del Casino El Porvenir y la Real Parroquia de San Car-los -esta última tomando partido a tra-vés de los Llumeners del Cristo-, creyeron oportuno instaurar, con periodicidad anual, fiestas de Moros y Cristianos en

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En esta página, diversos momentos y componentes de las fiestas. Las indumentarias revelan a qué bando representan.

FOTO: Rubé N m ONT Av A FOTO: RAF A elpe NA dé S FOTO: Rubé N m ONT Av A FOTO: RAF A el A lbe RT

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honor del Santísimo Cristo de la Agonía en los días cercanos a su festividad, esto es, los días 5, 6 y 7 del mes de agosto, a la manera que se daba en otras poblaciones y ciudades del entorno.

FIESTAS MILITARES

Las fiestas presentan un marcado ca-rácter militar, desarrollándose median-te actos que evocan, sin duda, actos y elementos del ámbito castrense. Y así tienen lugar dianas, solemne parada mi-litar de los ejércitos, retreta, embajadas, disparo de arcabucería, luchas al arma blanca o escaramuzas, entre otros actos característicos.

Los participantes en la fiesta son ‘feste-ros’, o lo que es lo mismo, soldados que in-tegran unidades independientes que son llamadas ‘comparsas’ o ‘filadas’. Toman el nombre de ‘gremios’, colectivos socia-les de la época o regimientos y tropas de renombre. Actualmente concurren doce comparsas por el bando cristiano y doce por el bando moro, aglutinando a cerca de cinco mil participantes. Cada una vis-te un traje propio que la distingue de las demás y están formadas por escuadras de doce miembros, que desfilan, tanto en la entrada como en la diana, encabezadas por su cabo de escuadra. Prácticamente

todas desfilan con su propia arma, ya sea espada, alabarda, horca, remo, espingar-da, alfanje o porra.

La jerarquía castrense también está presente en los dos ejércitos oponentes y en la estructura interna de las com-parsas o regimientos. Cada bando está liderado por un capitán que cuenta con el apoyo de un embajador, que hace de intermediario para evitar el

enfrenta-EXPANSIÓN MUNDIAL

Los españoles extendieron estas fiestas primero por Portugal, Italia, Francia y Croacia, y, más tarde, por el continente americano, en zonas de los actuales Estados Unidos, Méjico, Venezuela, Perú, Guatemala y Brasil, entre otros países. En el continente africano, en Sao Tomé y Puerto Príncipe, y Filipinas en el asiático. Si exceptuamos al continente europeo, en el resto de países se mezclan las narraciones épicas con danzas en una fusión de distintos elementos indígenas y españoles o portugueses, que los misioneros utilizaron para catequizar esos territorios.

A la izquierda, la venerada imagen del Santísimo Cristo de la Agonía, en cuyo honor se celebran estas fiestas. Bajo estas líneas, otros componentes de las celebraciones: los disparos y los caballos.

FOTO: Rubé N m ONT Av A FOTO: RAF A el pe NA dé S

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miento, y un abanderado que porta la enseña de su ejército. Hasta el año 1960 cada comparsa estuvo dirigida por un sargento, encargado de organizar su for-mación y dirigir sus evoluciones

milita-res. Ahora, cada comparsa esta coman-dada por un ‘festero’ al que se le llama ‘primer tro’ -primer trueno-, cargo de representación anual.

VALORES QUE SE REAFIRMAN

Hay que tener en cuenta que estas fies-tas significaron en sus orígenes la lucha contra el invasor, es decir, entrañan una reafirmación de la identidad nacional, de los valores patrios del pueblo español que se opone a aquellas fuerzas que quie-ren anularlo. Por tanto, estas celebracio-nes reflejaban no sólo la defensa contra los ataques de los piratas berberiscos o las guerras en el norte de África, sino también los deseos de independencia española contra el francés. Este último caso determina que participen en la fies-ta comparsas de Estudiantes, en recuer-do de los batallones universitarios que

lucharon contra el francés a principios del siglo XIX.

Actualmente, la fiesta de Moros y Cristianos mantiene su celebración con seriedad y rigor histórico, pero es im-portante señalar que ha evolucionado con el tiempo para exaltar los valores de convivencia, entendimiento, tolerancia y simpatía entre culturas. Estos valores sin duda han contribuido a su conso-lidación y a la proyección que la fies-ta tiene hoy en día. Las comparsas del ejército moro acercan al público, en sus boatos, exposiciones, conciertos y actos internos, el esplendor de la cultura y tradición árabes. Por su parte, las com-parsas del ejército cristiano difunden, además, la idiosincrasia de las gentes que habitaron estas tierras y los acon-tecimientos históricos que se dieron en ellas. La vertiente etnológica y cultural que presenta la fiesta en Onteniente ha catalizado los antiguos valores adaptán-dolos a los nuevos tiempos.

El arraigo de estas fiestas, el que ha-yan perdurado en el tiempo y su perma-nente expansión, son también fruto de la potencialización de la amistad que se da entre los festeros, así como de la es-pectacularidad y riqueza de los trajes y acompañamiento de los cargos, y de una música compuesta expresamente para los desfiles, que ha creado un rico pa-trimonio musical, formado por más de tres mil piezas, entre marchas cristianas, marchas moras, pasodobles y marchas de procesión.

Sin duda, los valores permanentes que encierran nuestras fiestas son muchos y variados, tanto que se comparten en todos los ámbitos sociales, culturales y económicos de la ciudad, hasta el punto de determinar el calendario laboral. En Onteniente las fiestas de Moros y Cris-tianos son tradición, motor económico, cultura, fiesta y, en definitiva, una forma de vida. n

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ELCONGRESO INTERNACIONAL Prueba de la toma de conciencia de Onteniente con respecto a los valores subyacentes en la fiesta, fue la organización en julio de 2010 del I Congreso Internacional sobre la fiesta. Su siguiente edición está preparándose. Abajo, la comparsa de zuavos a principios del siglo XX. FOTO: FOTOT ec A del mu Seu Fe ST eR de ONTIN ye NT

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