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ORACIONAL
ORDEN HOSPITALARIA DE SAN JUAN DE DIOS
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ORACIONAL HOSPITALARIO
ORDEN HOSPITALARIA DE SAN JUAN DE DIOS
Hermanos de San Juan de Dios
Provincia de América Latina y El Caribe
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ÍNDICE
CONTENIDO PÁG.
Introducción 8
Presentación 10
CAPÍTULO I 11
ORACIONES COMUNITARIAS 11
Plegaria de la Mañana 11
LAUDES 11
Angelus 11
Reina del Cielo 12
Regina Caeli 12
Antífona al Espíritu Santo 13
Salmo 94 13
Salmo 99 14
Salmo 66 15
Salmo 23 16
EN LAS SOLEMNIDADES Y FIESTAS (LAUDES) Salmos y Cánticos del Domingo de la Semana I del Salterior 18 Salmo 62 18
Cántico 18
Salmo 149 20
Benedictus (Ludes) 21
Antífona al Espíritu Santo 21
Meditación, Invoación al Espíritu Santo 22 Antífona a nuestro Padre San Juan de Dios 23 Antífona a nuestro Padre San Juan de Dios (2) 23
Antífona a la Santísima Virgen Siempre Entera 24
VISPERAS 24
Magnificat (Vísperas) 24 Nunc Dimitis (Completas) 25
Antífonas finales a la Virgen María (Completas) 25 Salve 26
Salve Regina 26
Antífona a San Rafael Arcangel 27
Antífona a San Rafael Arcangel (2) 27
ACTOS MARIANOS 27
Santo Rosario 27
Misterios de Gozo 27
Misterios de Dolor 28
Misterios de Gloria 28
Misterior de Luz 28
Letanías de la Virgen Santísima 28
CONTENIDO PÁG. Letanías Esquema II - Salud de los Enfermos 30
Letanías, Vírgenes de las Naciones Americanas 31
VIACRUCIS HOSPITALARIO 32
Primera Estación - Jesús sentenciado a muerte 32
Segunda Estación - Jesús carga la Cruz 33 Tercera Estación - Jesús cae por primera vez, bajo el peso de la Cruz 34 Cuarta Estación - Jesús se encuentra con su Madre 34 Quinta Estación - El Cirineo ayuda al Señor a llevar la Cruz 35 Sexta Estación - La Verónica enjuga el rostro de Jesús 36
Séptima Estación - Jesús cae por segunda vez 36
Octava Estación - Jesús consuela a las hijas de Jerusalén 37
Novena Estación - Jesús cae por tercera vez 38 Décima Estación - Jesus despojado de us vestiduras 39 Undécima Estación - Jesús es clavado en la Cruz 39 Duodécima Estación - Jesús muere en la Cruz 40
Decimo Tercera Estación - Jesús en brazos de su Madre 41
Decimo Cuarta Estación - Jesús es colocado en el sepulcro 42 Decimo Quinta Estación - Resurrección de Jesús 42 CAPÍTULO II 44
ORACIONES POR LAS VOCACIONES HOSPITALARIAS 44 Preces Voacionales I 44
Preces Vocacionales II 45
Oremos por las Vocaciones Hospitalarias - Primer Esquema 45 Segundo Esquema 47
Tercer Esquema 47
Envía Señor Buenos Samaritanos (Plegaria Voacional) 48 Oraciones por las Vocaciones Hospitalarias 48
CAPÍTULO III 50
DEVOCIONES EUCARÍSTICAS Y RITUALES HOSPITALARIOS 50 DEVOCIONES EUCARÍSTICAS 50
Visitas al Santísimo 50
Oraciones para inicio de cada visita 50 Primera Visita 50
Segunda Visita 51
Oración para finalizar cada visita 51 Bendición con el Santísimo Sacramento 51 Pange Lingua 51
Antes de la Bendición del Santísimo 53
Tamtum Ergo 53
Oración para después de la Comunión 54
RITUALES HOSPITALARIOS 55
Rito de la Unción de los Enfermos 55
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CONTENIDO PÁG.
La Sagrada Comunión fuera de la Misa 59
Celebración del Bautizmo de un Niño en peligro de muerte 62 BENDICIONES 64
Bendición del Agua 64
Bendición de un Niño 64
Bendición de Imágenes 65
Bendición de Objetos de Piedad y Rosarios 65
Bendición de un vehículo 65
Bendición de una Familia y una nueva casa 66
ORACIONES PARA VARIAS CIRCUNSTANCIAS 66
Oración por los Profesionales Socio Sanitarios 66
Oración por los Enfermos 67
Oración por la Comunidad 67
CAPÍTULO IV 68 CANTOS HOSPITALARIOS 68
Himno a San Juan de Dios 68
Las Huellas 68
Himno Gozoso de Esperanza 68
Himno I 69
Himno II 70
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INTRODUCCIÓN
La Provincia de América Latina y El Caribe de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, desde su Constitución Canónica realizada el 20 de Enero del 2021, desea seguir la sana tradición de guiar el rezo comunitario a través del Vocacional Hospitalario, el mismo que facilita el orden de las celebraciones comunitarias donde hacemos visible el espíritu de nuestras constituciones como comunidad de fe y oración.
“Nuestra comunidad hospitalaria nace y crece del amor que el Espíritu Santo infunde en nuestros corazones; su centro es el Señor resucitado, en cuyo nombre nos reunimos para caminar juntos hacia el Padre y comunicar a los hombres la buena nueva de la salvación.
Siguiendo el ejemplo de la Iglesia primitiva, en la cual “la multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma” y compartía todo lo que poseía, nuestra vida demuestra al mundo que es posible la convivencia humana y la realización en común de los valores del Reino; es signo de la presencia del Señor e invita a los hombres a tener fe en Cristo.
La participación del mismo carisma nos constituye en una familia en la cual celebramos la fe, nos sentimos y vivimos como hermanos y cumplimos la misión común de servir a los enfermos y necesitados.
Como familia reunida en el nombre del Señor, nuestra comunidad es, por naturaleza, el lugar privile- giado en donde la experiencia de Dios ha de poder alcanzarse en su plenitud y comunicarse a los demás.
En ella vivimos nuestra fe como respuesta personal de amor a Dios, que nos amó primero y la expresamos aceptando con sencillez su salvación, que transforma gradualmente nuestra vida y exige ser manifestada en nuestro actuar. Nuestra vida de creyentes, abierta a la revelación del Padre y a la comunión con El, por Cristo, en el Espíritu Santo, nos permite participar en el misterio trinitario en fe, en esperanza y en amor. Esta participación es la fuente de la actitud contemplativa de nuestra vida. El manantial primario de nuestra misión caritativa es el amor misericordioso del Padre. Esto exige que favorezcamos, personal y comunitariamente, en el diálogo de la oración, la integración entre vida inte- rior y actividad apostólica, para poder vivir el amor a Dios en sintonía con el servicio a los hermanos.
Por eso, todos los días dedicamos al menos una hora a la oración mental y a la lectura espiritual. La orientación fundamental de nuestra comunidad hacia Dios se realiza en la lectura y meditación de la Sagrada Escritura; en la participación de la vida divina que se nos transmite por los sacramentos; en la oración comunitaria y personal. Asimismo, en el deseo y búsqueda constante de Dios, cuya presencia reconocemos y adoramos humildemente en el prójimo, particularmente en nuestros Hermanos y en los enfermos.
Nuestra comunidad hospitalaria recibe su vida de la Eucaristía; por tanto: la celebramos y participa- mos activamente en ella todos los días. La participación común en la mesa de la Palabra y del cuerpo y sangre del Señor, reanima nuestra comunión con Cristo y la unión con los Hermanos; el ejemplo de nuestro Salvador, que se inmola para darnos la vida, renueva nuestro espíritu hospitalario y nos ayuda a hacer como Él en el servicio a los enfermos y necesitados.
Vivimos visiblemente en torno a un oratorio. En él éste la presencia real de Jesús en la Eucaristía expresa y realiza nuestra misión como Familia Hospitalaria. Contemplamos, adoramos y bendecimos al Señor por su amor hacia nosotros; su permanente disponibilidad para ser fortaleza, consuelo y viático de los enfermos nos estimula a perseverar junto al hombre que sufre, acompañándolo en su dolor y soledad.
Somos conscientes de ser pecadores y de que nuestra orientación hacia Dios y la verdadera fraterni- dad no pueden mantenerse sin una actitud constante, personal y comunitaria, de conversión. Por tanto, examinamos diariamente la conciencia y nos acercamos frecuentemente, al sacramento de la Penitencia.
De este modo se reaviva en nosotros la gracia del Bautismo, nos reconciliamos con nuestros hermanos y celebramos el gozo de la salvación en el perdón.
Celebramos todos los días en común la liturgia de Laudes y Vísperas, en la cual prolongamos la acción de gracias de la Eucaristía y santificamos el curso de la jornada, el trabajo de todo nuestro esfuerzo. De este modo nos unimos a Cristo y a la Iglesia en el culto al Padre, reforzando la comunión con nuestros Hermanos y con todos los hombres: presentamos al Señor, con particular interés, las angustias y espe- ranzas de quienes viven afligidos por la enfermedad o cualquier necesidad.
María, la Mujer fiel, la Virgen orante, se nos ofrece como modelo acabado de la Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta unión con Cristo. Ella, de pie, junto a la cruz del Señor nos enseña a asociarnos al sacrificio de su Hijo, que se prolonga en el dolor de la humanidad; y la honramos con nuestras oraciones, especialmente con el Rosario”.
Constituciones No. 26-34.
Es importante tener en cuenta que este Vocacional Hospitalario que presentamos no es un tratado de liturgia, sino una herramienta que nos ayude a acrecentar nuestra espiritualidad personal y comunitaria, en su forma de expresarla, a través de la piedad popular unida a nuestro pueblo.
Orden Hospitalaria de San Juan de Dios Provincia de América Latina y El Caribe
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PRESENTACIÓN
Antelando mi saludo fraterno a toda la Familia Hospitalaria de la Provincia San Juan de Dios de América Latina y El Caribe, presento a todos ustedes el documento “Oracional Hos- pitalario”, instrumento que fue consolidado para facilitar nuestras oraciones particulares y comunitarias en cada uno de los Centros y Comunidades de Hermanos de nuestra Provincia.
Este documento fue revisado con la finalidad de enriquecerlo con otros elementos prácticos para la ani- mación de nuestra liturgia diaria, fortaleciendo así nuestro encuentro con Dios para mantenernos fieles a nuestra vocación de servicio y el cumplimiento de nuestra misión. Para facilitar su uso hemos dividido nuestro Oracional Hospitalario en cuatro capítulos: Oraciones Comunitarias, Oraciones por las Vocacio- nes Hospitalarias, Devociones Eucarísticas y Rituales Hospitalarios y finalmente Cantos Hospitalarios.
Como comunidad de fe y oración presentémosle a Jesucristo, quien es nuestro modelo de seguimiento desde nuestra consagración, todas las necesidades personales y de la Orden.
Hno. Juan Carlos Tovar Huertas Superior Provincial
CAPÍTULO I
ORACIONES COMUNITARIAS PLEGARIA DE LA MAÑANA Esclarece la aurora el bello cielo,
otro día de vida que nos das, gracias a Dios, creador del universo, oh tierno Padre que en el cielo estas.
Nuestras voces unimos al concierto, que el universo eleva en tu honor desde la tierra al cielo más profundo, tierno Padre magnífico hacedor.
Conserva nuestras almas sin pecado a nuestro cuerpo da fuerza y salud.
Y nuestra mente ilumina piadoso con un rayo benéfico de luz.
Por nuestra amada patria suplicamos por la iglesia elevamos oración, por nuestros caros padres y familia siempre dichosos los hagas Señor.
En vuestro santo nombre comenzamos este día de vida que nos das,
haz que lo acabemos santamente oh Padre nuestro que en el cielo estás.
Amén.
LAUDES ANGELUS V El ángel del Señor anunció a María
R Y concibió por obra del Espíritu Santo.
Dios te salve María…
V Aquí está la esclava del Señor R Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve María…
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V Y la Palabra se hizo Carne.
R Y habitó entre nosotros.
Dios te salve María…
V Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
R Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.
ORACIÓN
V Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz, y con la intercesión de la Virgen María, a la gloria de la resurrección. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
V Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
R Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite tres veces el Gloria)
REINA DEL CIELO (Se reza en el Tiempo Pascual) V Reina del cielo, alégrate. Aleluya.
R Porque el Señor, a quien has merecido llevar, Aleluya.
Ha resucitado, según su palabra, Aleluya.
Ruega al Señor por nosotros. Aleluya.
V Alégrate, virgen María, Aleluya.
R Porque ha resucitado el Señor, Aleluya
REGINA CAELI Regina caeli, laetare, Alleluia;
quia qui meruixti portáre, Alleluia;
resurrexit sicut dixit, Alleluia;
ora pro nobis Deum, Alleluia
V Gaude et laetare, Virgo María, Alleluia R. Quia resurrexit Dominus vere, Alleluia
ORACIÓN
¡Oh Dios, que has alegrado al mundo por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo! Concéde- nos, por la intercesión de la Virgen María su Madre, llegar a las alegrías de la eternidad. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.(Se repite el Gloria tres veces)
ANTÍFONA DEL ESPÍRITU SANTO INVITATORIO
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina Animaos los unos a los otros,
día tras día, mientras dure este
«hoy» (Hb 3, 13).
Se anuncia la antífona, y la asamblea la repite.
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
Se repite la antífona.
Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Se repite la antífona.
Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
Se repite la antífona.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
Se repite la antífona.
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Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso”».
Se repite la antífona.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Se repite la antífona.
El salmo 94 puede sustituirse por el salmo 99, el 66 o el 23. En tal caso, si el salmo escogido formara parte de la salmodia del día, se diría en su lugar, en la salmodia, el salmo 94.
Salmo 99
Alegría de los que entran en el templo El Señor manda que los
redimidos entonen un himno de victoria (S. Atanasio).
Se enuncia la antífona, y la asamblea la repite.
Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores.
Se repite la antífona.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño.
Se repite la antífona.
Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
Se repite la antífona.
«El Señor es bueno, su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades».
Se repite la antífona.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Se repite la antífona.
Salmo 66
Que todos los pueblos alaben al Señor Sabed que la salvación de Dios
se envía a los gentiles (Hch 28, 28).
Se enuncia la antífona, y la asamblea la repite.
El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación.
Se repite la antífona.
Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Se repite la antífona.
Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra.
Se repite la antífona.
Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
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Se repite la antífona.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe.
Se repite la antífona.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Se repite la antífona.
Salmo 23
Entrada solemne de Dios en su templo Las puertas del cielo se abren
ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo)
Se enuncia la antífona, y la asamblea la repite.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos.
Se repite la antífona.
—¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
Se repite la antífona.
—El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Se repite la antífona.
—Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia. Dios de Jacob.
Se repite la antífona.
¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.
Se repite la antífona.
—¿Quién es ese Rey de la gloria?
—El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.
Se repite la antífona.
¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.
Se repite la antífona.
—¿Quién es ese Rey de la gloria
—El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.
Se repite la antífona.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Se repite la antífona.
Salmos
Domingo de la Primera Semana
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EN LAS SOLEMNIDADES Y FIESTAS LAUDES
Salmos y cántico del domingo de la semana I del Salterio Salmo 62, 2-9
El alma sedienta de Dios Madruga por Dios todo el que
rechaza las obras de las tinieblas
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos, y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
CÁNTICO Dn 3, 57-88. 56
Toda la creación alabe al Señor Alabad al Señor, sus siervos
todos (Ap 19, 5)
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
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santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Al final de este cántico no se dice Gloria al Padre.
Salmo 149 Alegría de los santos Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo
de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor (Hesiquio)
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
BENEDICTUS (Laudes) Lc 1, 68-79 Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación, en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque iras delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz Gloria al Padre…
ANTIFONA AL ESPÍRITU SANTO V ¡Ven, Oh Espíritu Santo!
R Llena los corazones de tus fieles y enciende en nosotros el fuego de tu amor.
V Envía, Señor tu Espíritu. Com. Y renueva la faz de la tierra.
ORACIÓN
V Oh Dios, que iluminas el corazón de los hombres con la luz del Espíritu Santo, concédenos que, animados por el mismo espíritu, gustemos las cosas santas y gocemos siempre de su consuelo.
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Por nuestro Señor Jesucristo, que, contigo vive y reina en unión del mismo Espíritu Santo. Amén.
MEDITACIÓN Invocación al Espíritu Santo
¡Ven, Espíritu Divino!
(Secuencia) Ven, Espíritu Divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas,
infunde calor de la vida en el hielo, doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
PARTE CONCLUSIVA
V Te damos gracias Señor, con profunda gratitud y reverencia, por las luces y santos pensa mientos que nos has inspirado en esta meditación. Ayúdanos a ser fieles a nuestros propósi- tos y a encarnarlos en la realidad que vamos a vivir hoy en el servicio y evangelización de los enfermos y necesitados. Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor.
R Amén.
ANTÍFONA A NUESTRO PADRE SAN JUAN DE DIOS (Se reza después de las Laúdes)
Te damos gracias, Señor, por nuestro Padre San Juan de Dios, por la hospitalidad que él vivió y supo transmitirnos como Don.
Ayúdanos a vivir fieles a nuestro carisma, en acción de gracias y en actitud de constante servicio a quien sufre.
V Ruega por nosotros, bienaventurado Padre San Juan de Dios.
R Que por tu intercesión y la acción del Espíritu, vivamos en perfecta unidad el amor a Dios y al prójimo.
V Oremos
Señor, Tú que suscitaste en San Juan de Dios el amor a los enfermos y necesitados, y enrique- ciste a la Iglesia con el carisma de la hospitalidad; te pedimos que nos configures cada día con el Cristo compasivo y misericordioso del Evangelio, para que, a pesar de nuestras limitaciones, sepamos hacerte presente en la entrega de nuestra vida, sirviendo siempre al hombre que sufre.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
R Amén.
ANTÍFONA A NUESTRO PADRE SAN JUAN DE DIOS (2) (Se reza después de Laudes)
V Oh Padre, San Juan de Dios.
R Modelo esclarecido de ardiente caridad; alcánzanos del Señor el verdadero amor que cubra la multitud de nuestros pecados.
V Ruega por nosotros bienaventurado Padre, San Juan de Dios.
R Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.
ORACIÓN
V Oh Dios, que hiciste caminar sin daño entre las llamas a nuestro Padre San Juan de Dios, abrasado de tu amor, y por su medio enriqueciste a tu Iglesia con una nueva familia reli giosa; te pedimos por sus méritos e intercesión que sanes nuestras heridas con el fuego de tu amor y nos des la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.
R Amén.
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ANTÍFONA A LA SANTÍSIMA VIRGEN
“SIEMPRE ENTERA”
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios,
no desoigas las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo mal,
¡Oh Virgen Gloriosa y bendita!
V Alabado sea Jesucristo.
R Para siempre lo sea.
VISPERAS MAGNÍFICAT (Vísperas)
(Luc 1, 46, 55) Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitaran todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es Santo, y su misericordia llega a sus fieles, de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo;
dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo.
Acordándose de la misericordia,
-como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre…
NUNC DIMITIS (Lc 2, 29-32) (Completas)
Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu salvador, a quien presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre…
Devociones Marianas
ANTIFONAS FINALES A LA VIRGEN MARÍA (Se recitan después de las Completas) IMadre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y quiere levantarse.
Ante la admiración del cielo y tierra, engendraste a tu Santo Creador, y permaneces siempre Virgen.
Recibe el saludo del Ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros, pecadores.
IISalve, reina de los cielos y señora de los ángeles;
salve, raíz; salve, puerta, que dio paso a nuestra luz.
Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella;
salve, oh hermosa doncella, ruega a Cristo por nosotros.
III INDICE
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Bajo tu protección nos acogemos, Santa Madre de Dios;
no desoigas las súplicas
que te dirigimos en nuestras necesidades;
antes bien, líbranos siempre de todo peligro, oh, Virgen Gloriosa y Bendita
SALVE Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros, esos, tus ojos misericordiosos, y después de este destierro,
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
SALVE REGINA Salve, Regina, Mater misericordiae,
vita dulcedo, et spes nostra, salve.
Ad te clamamus, exsules filii Evae, ad te suspiramus, gementes et flentes, in hac lacrimarum valle.
Eia, ergo, advocata nostra,
illos túos misericordes oculos ad nos converte;
et Iesum, benedictum fructus ventris tui, nobis post hoc exilium ostende.
Oh clemens, Oh pia, Oh dulcis Virgo Maria.
V Ora pro nobis, Sancta Dei Genetrix.
R Ut digne efficiamur promissionibus Christi.
Amen.
ANTÍFONA A SAN RAFAEL ARCÁNGEL (Se Reza después de las vísperas)
Invoquemos la protección de San Rafael, para que nos acompañe siempre en nuestro caminar e inter- ceda por nosotros.
V Tú que permaneces como presencia viva en cada momento de la historia.
R Guíanos en nuestra acción y acompáñanos en nuestra entrega.
V Oremos.
Oh, Dios, Tú que nunca has abandonado al hombre que se abre a Ti; acoge con misericordia nuestra oración para que nunca nos falte la certeza de tu presencia; y que por intercesión de San Rafael Arcángel, vivamos con gozo tu protección y descubramos todo aquello que nos acerca más a Ti. Por Jesucristo Nuestro Señor. Com.
Amén.
ANTÍFONA A SAN RAFAEL ARCÁNGEL (2) (se reza después de las Vísperas)
V Glorioso Arcángel San Rafael.
R Sé nuestro protector, ruega al Hijo de Dios por nosotros, aquí y en todas partes.
V Estaba el Ángel junto al altar del templo. Com. Con un incensario de oro en la mano.
V Alabado sea Jesucristo. Com. Para siempre lo sea.
ORACIÓN
V Oh Dios, que te dignaste asignar a tu siervo Tobías por compañero de viaje a San Rafael Arcángel y lo constituiste ayuda de nuestro Padre San Juan de Dios en el ministerio de la Hospitalidad; concede a tus hijos ser protegidos siempre con su custodia y defendidos con su auxilio. Por nuestro Señor Jesucristo.
R Amén.
ACTOS MARIANOS SANTO ROSARIO
Si se reza a continuación de laudes o vísperas no se proclama la invocación sino que se inicia con Acto de Contrición.
Se concluye con la salve o un canto, o las letanías o una lectura propia de la Virgen.
Oración por las necesidades e intenciones del Papa.
Entre cada misterio “NO” se proclama jaculatorias y advocaciones particulares.
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MISTERIOS DE GOZO (Lunes y Sábado) 1. La Anunciación.
2. La Visitación de María a Santa Isabel.
3. La Natividad de Cristo.
4. La Purificación de Nuestra Señora y presentación de Jesús en el templo.
5. Jesús Perdido y hallado en el templo.
MISTERIOS DE DOLOR (Martes y Viernes) 1. La agonía de nuestro Señor.
2. Jesús es azotado.
3. Jesús es coronado de espinas.
4. Jesús es cargado con la cruz.
5. Jesús es Crucificado.
MISTERIOS DE GLORIA (Miércoles y Domingos) 1. La Resurrección del Señor.
2. La Ascensión del Señor.
3. La venida del Espíritu Santo.
4. La Asunción de Nuestra Señora.
5. La coronación de Nuestra Señora.
MISTERIOS DE LUZ (Jueves) 1. El Bautismo de Jesús en el Jordán.
2. La autorevelación del Señor en las Bodas de Caná.
3. Proclamación del Reino de Dios invitando a la conversión.
4. La Transfiguración de nuestro Señor.
5. La institución de la Eucaristía.
LETANÍAS DE LA SANTÍSIMA VIRGEN Señor
Ten piedad de nosotros Cristo
Ten piedad de nosotros Señor Ten piedad de nosotros
Dios Padre Celestial Ten piedad
Dios Hijo Redentor del mundo Ten piedad
Dios Espíritu Santo Ten piedad
Santísima Trinidad, un solo Dios Ten piedad
Santa María,
Ruega por nosotros…
Santa Madre de Dios, Santa Virgen de las vírgenes, Madre de Cristo,
Madre de la Divina Gracia, Madre purísima,
Madre castísima,
Madre sin mancha,
Madre que has permanecido Virgen, Madre Inmaculada,
Madre amable, Madre admirable.
Madre del Buen Consejo, Madre del Creador, Madre del Salvador, Madre de la Iglesia, Virgen prudente,
Virgen digna de veneración, Virgen digna de alabanza, Virgen poderosa,
Virgen clementísima, Virgen fiel,
Espejo de la santidad cristiana, Trono de la sabiduría,
Causa de nuestra alegría, Morada del Espíritu Santo, Morada llena de gloria,
Morada del todo consagrada a Dios, Rosa mística
Torre de David, Torre de marfil, Casa de oro,
Arca de la nueva alianza, Puerta del cielo,
Estrella de la mañana, Salud de los enfermos, INDICE
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Refugio de los pecadores, Consuelo de los tristes, Amparo de los cristianos, Reina de los ángeles, Reina de los patriarcas, Reina de los profetas, Reina de los apóstoles, Reina de los mártires, Reina de los confesores, Reina de las vírgenes, Reina de todos los santos,
Reina concebida sin pecado original, Reina elevada a los cielos,
Reina del santísimo Rosario, Reina de la justicia y del amor, Reina de la paz.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, Perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, Escúchanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, Ten misericordia de nosotros ORACIÓN
Señor y Dios nuestro; concédenos gozar de constante salud de alma y cuerpo, y por la intercesión de la Virgen María, líbranos de las penas de esta vida y haz que alcancemos la gloria sin fin. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Por la salud y las intenciones de nuestro Santo Padre el Papa y de nuestro Superior General.
Padre Nuestro… Ave María… y Gloria…
CONCLUSIÓN
V Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.
LETANIAS ESQUEMA II SALUD DE LOS ENFERMOS
Santa maría, asociada a tu Hijo, Cristo, médico de los cuerpos y de las almas, ruega por nosotros.
Santa María, que cambias la opresión en libertad, ruegas por nosotros.
Santa María, que cambias la ignorancia en conocimiento de la verdad, ruega por nosotros.
Santa María, que cambias la enfermedad en alegría, ruega por nosotros.
Santa María, que cambias la vida en muerte, ruega por nosotros.
Santa María, que cambias la esclavitud del pecado en participación de la naturaleza divina, ruega por nosotros.
Santa María, que cambias la enfermedad en curación, ruega por nosotros.
Santa maría, que cambias las heridas del pecado en fortaleza de la gracia, ruega por nosotros.
Santa María, salud de los enfermos, ruega por nosotros.
Santa María, que soportas nuestros sufrimientos y dolores, ruega por nosotros.
Santa María, medicina para los enfermos que invocan tu protección, ruega por nosotros.
Santa María, ejemplo para los que sufren con Cristo y contigo, madre dolorosa, ruega por nosotros.
Santa María, herida en tu corazón de Madre de todos los hombres, ruega por nosotros.
Santa María, esperanza y grito de resurrección con tu hijo para todos los que sufren, ruega por nosotros.
Santa María, salud de los enfermos, ruega por nosotros.
ORACIÓN Te pedimos Señor, que nosotros tus siervos,
gocemos siempre de salud de alma y cuerpo, y por la intercesión de Santa María, la Virgen, libranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del cielo.
LETANIAS
VIRGENES DE LAS NACIONES AMERICANAS ARGENTINA Nuestra Señora de Luján, ruega por nosotros.
BOLIVIA Nuestra Señora de Copacabana, ruega por nosotros.
BRASIL Nuestra Señora de Aparecida, ruega por nosotros.
COLOMBIA Nuestra Señora de Chiquinquirá, ruega por nosotros.
COSTA RICA Nuestra Señora de los Ángeles, ruega por nosotros.
CUBA Nuestra Señora de la caridad del Cobre, ruega por nosotros.
CHILE Nuestra Señora del Carmen, ruega por nosotros.
R. DOMINICANA Nuestra Señora de Alta Gracia, ruega por nosotros.
ECUADOR Nuestra Señora del Quince, ruega por nosotros.
EL SALVADOR Nuestra Señora de la Paz, ruega por nosotros.
GUATEMALA Nuestra Señora del Rosario, ruega por nosotros.
HAITI. Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, ruega por nosotros.
HONDURAS Nuestra Señora de Suyapa, ruega por nosotros.
MEXICO Nuestra Seóra de Guadalupe, ruega por nosotros.
NICARAGUA Nuestra Señora de la Asunción del Viejo, ruega por nosotros.
PANAMA Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, ruega por nosotros.
PARAGUAY Nuestra Señora de Caacupé, ruega por nosotros.
PERU Nuestra Señora de la Merced, ruega por nosotros.
PUERTO RICO Nuestra Señora de la Divina Providencia, ruega por nosotros.
URUGUAY Nuestra Señora de los Treinta y Tres, ruega por nosotros.
VENEZUELA Nuestra Señora de Coromoto, ruega por nosotros.
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ORACIÓN
Oh, Dios, que por la Bienaventurada Virgen Manifestaste tu Hijo al mundo
como gloria de Israel y luz de las naciones, concédenos que, siguiendo el ejemplo de María, fortalezcamos nuestra fe en Cristo
y lo reconozcamos como único Mediador y Salvador de todos los hombres.
VIACRUCIS HOSPITALARIO MONICIÓN
Señor Jesús, queremos recorrer junto a Ti el camino que te llevó a la Cruz. Queremos subir al monte calvario, y sobre todo queremos acompañarte en este dolor y en este sufrimiento. Lo hacemos para pedir especialmente por las vocaciones a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, para que aumentes el número de hermanos y concedas el don de la perseverancia a los que han seguido con generosidad a tu llamado. Con nuestra Señora, Madre del Patrocinio sobre la Orden Hospitalaria, tu Madre y Madre nuestra; empezamos a vivir con intensidad este Vía Crucis, profundizando en cada palabra y en cada gesto, para que nos ayude a configurarnos contigo, y así morir y resucitar a la nueva vida que nos tienes reservada.
PRIMERA ESTACIÓN Jesús sentenciado a muerte V Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
R Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
V Sentenciado y no por un tribunal, sino por todos. Condenado por los mismos que le habían aclamado poco antes. Y Él calla… Nosotros huimos de ser reprochados. Y saltamos inmedia tamente…
Dame, Señor, imitarte, uniéndome a Ti por el silencio cuando alguien me haga sufrir. Yo lo merezco.
Pilato le dijo: ‹‹¿Entonces, tú eres rey?››. Jesús le contestó: ‹‹Tu lo has dicho; soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad, todo el que es de la verdad, escucha mi voz››. Pilato le dijo: ‹‹Y ¿qué es la verdad?››. Dicho esto, salió otra vez donde estaban los judíos y les dijo: ‹‹Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Quieren que lo suelte al rey de los judíos?››. Volvieron a gritar: ‹‹A ese no, a Barrabás››. El tal Barrabás era un bandido. (Jn. 18, 37-40).
De las cartas de San Juan de Dios
“Una cruz en forma de aspa: es el símbolo de la cruz que han de llevar todos los que quieran salvarse, cada uno como Dios disponga y según la gracia recibida, pues aunque todo lo que Dios da conduce al mismo fin, cada uno va por su camino en la forma en que Dios le lleva”.
ORACIÓN Y SÚPLICA
Señor Jesús, en este camino de hospitalidad y misericordia, ayuda a los Hermanos de San Juan de Dios a aceptar en cada momento los sufrimientos que brotan de su carisma hospitalario: las incomprensio- nes, las críticas, la falta de respuesta… Haz que podamos vivir nuestra vocación sabiendo que la vida te pertenece a Ti, y que cada día hay que morir como en grano de trigo, para dar fruto abundante. Solo desde la generosidad se puede comprender e ir gastando la vida por la salvación de las almas.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria…
SEGUNDA ESTACIÓN Jesús carga con la Cruz V Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
R Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
V Que yo comprenda, Señor, el valor de la cruz, de mis pequeñas cruces da cada día, de mis achaques, de mis dolencias, de mi soledad.
Dame convertir en ofrenda amorosa, en reparación por mi vida y en apostolado por mis her manos, mi cruz de cada día.
Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: ‹‹¡Crucifícalo, crucifícalo!››, Pilato les dijo: ‹‹llévenselo ustedes y crucifíquenlo, porque yo no encuentro culpa en él››. Los judíos le contesta- ron: ‹‹Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha hecho Hijo de Dios››…
Entonces [Pilato] se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con una cruz, salió al sitio llamado ‹‹de la calavera›› (que en hebreo se dice Gólgota). (Jn. 19. 6-7, 16-17) De las cartas de San Juan de Dios
“Por lo cual, hermano mío muy amado en Cristo Jesús, es tal la situación en la que me encuentro, que muchas veces no me atrevo a salir de casa por las deudas que tengo; por otra parte, viendo padecer a tantos pobres, hermanos y prójimos míos, y con tantas necesidades y males corporales como espirituales, al no poder socorrerlos, quedo muy triste; pero a pesar de todo confío solo en Jesucristo: estoy seguro de que él me sacará de apuros, pues él conoce mi corazón ”.
ORACIÓN Y SÚPLICA
Señor Jesús, en este camino de hospitalidad y misericordia, ayuda a los Hermanos de San Juan de Dios a cargar con la cruz de cada día. La cruz que supone vivir los momentos de duda, de tentación, de tris- teza, de soledad… Que el peso de esta cruz, no nos detenga en el seguimiento de Cristo, sino que, nos recuerde constantemente que el “vivir esta cruz” es signo de fidelidad al Padre y por amor a nuestros hermanos. Que los hermanos hospitalarios no llevemos nuestra cruz arrastras, sino sobre los hombros INDICE
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al igual que Cristo.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria…
TERCERA ESTACIÓN
Jesús cae por primera vez, bajo el paso de la Cruz V Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
R Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
V Tú caes, Señor, par redimiré. Para ayudarme a levantarme en mis caídas diarias, cuando des pués de haberme propuesto ser fiel, vuelvo a reincidir en mis defectos cotidianos. ¡Ayúdame a levantarme siempre y a seguir mi camino hacia Ti!
‹‹Vengan a mi todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón y encontrarán descanso para vuestras almas.
Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera›› (Mt 11, 28-30).
De las cartas de San Juan de Dios
“La presente es para haceros saber que me encuentro muy atribulado y con mucha necesidad: ¡Gracias a nuestro Señor Jesucristo por todo ello! Porque, habéis de saber, hermano mío muy amado y muy querido en Cristo Jesús, que son tantos los pobres que aquí vienen, que yo mismo muchas veces quedo maravillado de cómo se pueden sustentar: pero Jesucristo lo provee todo y les da de comer”.
ORACIÓN Y SÚPLICA
Señor Jesús, en este camino de hospitalidad y misericordia, ayuda a los Hermanos de San Juan de Dios a no permanecer en el suelo por las ciadas cotidianas. El secreto del triunfo; no está en no caer, sino en saber levantarse a tiempo. Que estas caídas no sean motivo de desánimo, sino todo lo contrario, de empeño profundo en ser fiel a las gracias que constantemente se recibimos de Dios.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria…
CUARTA ESTACIÓN Jesús se encuentra con su Madre V Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
R Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
V Haz Señor, que me encuentre al lado de tu Madre en todos los momentos de mi vida. Con ella, apoyándome en su cariño maternal, tengo la seguridad de llegar a Ti en el último día de mi existencia. ¡Ayúdame Madre!
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María, la
magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: ‹‹Mujer, ahí tienes a tu hijo››. Luego, dijo al discípulo: ‹‹Ahí tienes a tu Madre››. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. (Jn 19, 25-27).
De las cartas de San Juan de Dios
“Queréis así seguir el ejemplo de nuestra Señora la Virgen María, siempre entera, que a pesar de ser Madre de Dios, reina de los Ángeles y Señora del mundo, ocupaba el día en el trabajo, para procurarse el sustento, y por la noche, y también parte del día, oraba en su retiro, para enseñarnos que, terminada la jornada, hemos de dar gracias a nuestro Señor Jesucristo”.
ORACIÓN Y SÚPLICA
Señor Jesús, en este camino de hospitalidad y misericordia, ayuda a los Hermanos de San Juan de Dios a encontrase cada día con la Virgen, nuestra Señora del Patrocinio. Ella es el modelo de fidelidad auténtico, ella es la mujer fuerte que supo confiar en Dios, que supo aceptar los designios del Padre sin entenderlos. Haznos comprender que los planes del Señor no son para entenderlos, sino para aceptarlos.
Que la fidelidad a Cristo sea una constante en nuestras vidas.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria…
QUINTA ESTACIÓN
El Cirineo ayuda al Señor a llevar la Cruz V Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
R Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
V Cada uno de nosotros tenemos nuestra vocación, hemos venido al mundo para algo con creto, para realizarnos de una manera particular.
¿Cuál es la mía y cómo la llevo a cabo? Pero hay algo, Señor, que es misión mía y de todos:
la de ser Cirineo de los demás, la de ayudar a todos. ¿Cómo llevo adelante la realización de mi misión de Cirineo?
Mientras lo conducían, echaron mano de un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la Cruz, para que la llevase detrás de Jesús. (Lc 23, 26).
De las cartas de San Juan de Dios
“Si considerásemos lo grande que es la misericordia de Dios, nunca dejaríamos de hacer el bien mientras pudiésemos; pues al dar nosotros, por su amor, a los pobres, lo que de Él mismo hemos recibido, nos promete el ciento por uno en la bienaventuranza. ¡Oh estupendo lucro y ganancia! ¿Quién no querrá dar lo que tiene a este bendito mercader?, no hay para nosotros trato tan ventajoso. Por eso nos ruega, con los brazos abiertos, que nos convirtamos y lloremos nuestros pecados, y después a los prójimos, porque como el agua apaga el fuego, así; la caridad, borra el pecado”.
ORACIÓN Y SÚPLICA
Señor Jesús, en este camino de hospitalidad y misericordia, ayuda a los Hermanos de San Juan de Dios a llevar el peso de su cruz. Que no desfallezcamos ante las dificultades de la vida, que no abandonemos INDICE
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ante las incomprensiones de los demás. Tú conoces bien el peso de la cruz, hazte cirineo en sus vidas, para que con tu ayuda y tu consuelo, seamos capaces de perseverar en la vocación que hemos recibido.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí. Padre Nuestro, Ave María y Gloria…
SEXTA ESTACIÓN La Verónica enjuga el rostro de Jesús V Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
R Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
V Es la mujer valiente, decidida, que se acerca a Ti cuando todos te abandonan. Yo, Señor, te abandono cuando me dejo llevar por el “qué dirán”, del irrespeto humano cuando no me atrevo a defender al prójimo ausente, cuando no me atrevo a replicar una broma que ridicu liza a los que tratan de acercarse a Ti.
Y en tantas otras ocasiones. Ayúdame a no dejarme llevar por el respeto humano, por el “qué dirán”.
Pues el Dios que dijo: ‹‹Brille la luz del seno de las tinieblas›› ha brillado en nuestros corazones, para que resplandezca el conocimiento de la Gloria de Dios reflejado en el rostro de Cristo Jesús. (2 Cor 4, 6) De las cartas de San Juan de Dios
“En la oración, dando gracias a Jesucristo, apenas os levantéis por la mañana, por los favores y bene- ficios que os hace continuamente, pues nos ha creado a su imagen y semejanza y nos ha concedido la gracia de ser cristianos; asimismo, pidiéndole misericordia para que nos perdone y rogando a dios por todo el mundo”.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria…
SÉPTIMA ESTACIÓN Jesús cae por segunda vez
V Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, Com. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
R Caes, Señor, por segunda vez. El Viacrucis nos señala tres caídas en tu caminar hacia el calvario. Tal vez fueron más.
Caes delante de todos… ¿Cuándo aprenderé yo a no temer el quedar mal ante los demás, por un error, por una equivocación?
¿Cuándo aprenderé que también eso se puede convertir en ofrenda?
Cristo padeció por nosotros, dejándonos un ejemplo, para que sigáis sus huellas, Él no cometió pecado, ni encontraron engaño en su boca. En su pasión, no devolvía el insulto cuando lo insultaban; sufriendo, no profería amenazas; sino que se entregaba en manos del que juzga rectamente. Él llevó nuestros pecados en su cuerpo hasta el leño de la cruz, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Por
sus heridas hemos sido curados. (1Pe 2, 21b.24).
De las cartas de San Juan de Dios
“Mucho han sentido su muerte los que la conocían, tanto pobres como ricos; mucho más, y con mucha razón que nadie, debería sentirla yo, por el consuelo y los buenos consejos que siempre me daba, pues por más afligido que llegara a su casa, nunca salía de allí sin alivio y buen ejemplo. Puesto que ha sido la voluntad del Señor el privarnos de tanto bien, bendito sea por siempre, pues él sabe, mejor que nosotros lo que tiene que hacer y lo que nos conviene”.
ORACIÓN Y SÚPLICA
Señor Jesús, en este camino de hospitalidad y misericordia, ayuda a los Hermanos de San Juan de Dios a no desesperar ante las caídas causadas por la falta de entrega y compromiso generoso. Cristo ha caído de nuevo por el peso de la cruz y de la entrega a los demás. Ha decidido subir a la cruz para derramar hasta la última gota de sangre por cada uno de nosotros. Que el testimonio de Cristo Jesús nos haga crecer en generosidad, desviviéndonos por la salvación de nuestros hermanos, aliviando sus sufrimientos del cuerpo y del alma, que nos han sido confiados.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria…
OCTAVA ESTACIÓN Jesús consuela a las hijas de Jerusalén
V Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, Com. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
R Muchas veces, tendría yo que analizar la causa de mis lágrimas. Al menos, de mis pesares, de mis preocupaciones. Tal vez hay en ellos un fondo de orgullo, de amor propio mal enten- dido, de egoísmo, de envidia.
Debería llorar por mi falta de correspondencia a tus innumerables beneficios de cada día, que me manifiestan, Señor, cuánto me quieres. Dame profunda gratitud y correspondencia a tu misericordia.
Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: ‹‹Hijas de Jerusalén, no lloren por mí, lloren por ustedes y por vuestros hijos, porque miren que vienen días en los que dirán: “Bienaventuradas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado”. Entonces empezarán a decirles a los montes: “caigan sobre nosotros”, y a las colinas “cúbrannos”; porque si esto hacen con el leño verde,
¿Qué harán con el seco?››. (Lc 23 27-31).
De las cartas de San Juan de Dios
“Estoy viendo que andáis como barca sin remo; también yo muchas veces me encuentro en duda, sin saber cómo orientarme. Total, que estamos los dos sin saber qué hacer, ni vos ni yo. Por tanto, Dios que lo sabe y lo remedia todo, nos socorra e ilumine”.
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ORACIÓN Y SÚPLICA
Señor Jesús, en este camino de hospitalidad y misericordia, ayuda a los Hermanos de San Juan de Dios a no perder la sensibilidad ante los sufrimientos de las personas. Que al igual que Jesús que consuela a las mujeres que se encuentra en el camino; los hermanos seamos capaces de ser bálsamo que suavice y cure las heridas de los demás. Que no pasemos de largo ante el sufrimiento humano, que no permitamos que el corazón, con el paso del tiempo se vaya endureciendo.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria…
NOVENA ESTACIÓN Jesús cae por tercera vez
V Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, Com. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
R Tercera caída. Mas cerca de la Cruz. Más agotado, más falto de fuerzas. Caes desfallecido Señor.
Yo digo que me pesan los años, que no soy el de antes, que me siento incapaz. Dame, Señor, imitarte en esta tercera caída y haz que mi desfallecimiento sea beneficioso para otros.
‹‹Ustedes son los que han perseverado conmigo en mis pruebas, y yo preparo para ustedes el reino, como me lo preparó mi Padre a Mí, de forma que coman y beban en mi mesa, en mi reino… Simón, Simón, mira que satanás les ha reclamado para cribarles como trigo. Pero yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos››. (Lc 22, 28-30ª.31-32).
De las cartas de San Juan de Dios
“Así que, hermana mía en Jesucristo, sin dilación alguna, esforcémonos todos, por amor del Señor, y no nos dejemos vencer de nuestros enemigos, en el mundo, el diablo y la carne. Sobre todo, hermana mía, tened siempre caridad, pues ella es la madre de todas las virtudes”.
ORACIÓN Y SÚPLICA
Señor Jesús, en este camino de hospitalidad y misericordia, ayuda a los Hermanos de San Juan de Dios a reconocer su fragilidad. Que vivamos siempre confiando en Ti como la única fuerza en nuestras vidas.
Que desconfiemos siempre de nuestras propias fuerzas que nos hacen caer. En Ti está la fuente del consuelo y de la gracia. Que sepamos que Dios no nos abandona nunca, por este motivo, la confianza en Él debe ser total; ayúdanos a dar siempre sin esperar nada a cambio.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria…
DÉCIMA ESTACIÓN Jesús despojado de sus vestiduras V Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
R Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
V Arranca tus vestiduras, adheridas a Ti por la sangre de tus heridas. A infinita distancia de tu dolor, yo he sentido, a veces, cómo algo se arranca dolorosamente de mí por pérdida de mis seres queridos.
Que yo sepa ofrecerte el recuerdo de las separaciones que me desgarraron, uniéndome a tu pasión y esforzándome en consolar a los que sufren, huyendo de mi propio egoísmo.
Los soldados… cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado y apartaron la túnica.
Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo y se dijeron: ‹‹No la rasguemos, sino echémosla a suertes, a ver a quien le toca››. Así se cumplió la escritura: ‹‹Se repartieron mis ropas y echaron a suertes mi túnica››. Esto hicieron los soldados. (Jn 19, 23-24).
De las cartas de San Juan de Dios
“Es mucho lo que os debo y lo que tengo que agradeceros, pues en mis trabajos y necesidades siempre me habéis ayudado y socorrido, con vuestra bendita limosna y caridad, para sustentar y vestir a los pobres de esta casa de Dios y a los de otras muchas de fuera”.
ORACIÓN Y SÚPLICA
Señor Jesús, en este camino de hospitalidad y misericordia, ayuda a los Hermanos de San Juan de Dios a vivir despojados de todo lo material. Que vivamos la pobreza para vivir la hospitalidad. Que no nos apeguemos al mundo para así poder descubrir que nuestra única riqueza en la vida es el Señor. Que no llenemos el corazón de nada más que Cristo; ayúdanos a descubrir que: ser pobre es tener el corazón lleno de amor
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María, y Gloria…
UNDÉCIMA ESTACIÓN Jesús es clavado en la Cruz V Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
R Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
V Señor, que yo disminuya mis limitaciones con mi esfuerzo y así pueda ayudar a mis herma nos. Y que cuando mi esfuerzo no consiga disminuirlas, me esfuerce en ofrecértelas también por ellos.
Lo crucificaron y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: ‹‹Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos››. Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo , latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: ‹‹No escribas “El Rey de los judíos”, sino: “Este ha dicho: “Soy el Rey de los judíos”››. Pilato les contestó: ‹‹Lo escrito, escrito está››. (Jn 19, 18-22).
De las cartas de San Juan de Dios INDICE
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“El menor hermano de todos, Juan de Dios (si Dios quisiere, muriendo; más, empero, callando y en Dios esperando), esclavo de nuestro Señor Jesucristo, deseoso de servirle. Amén, Jesús. Aunque no soy tan buen esclavo como otros, pues con frecuencia soy negligente y muchas veces le soy traidor; es verdad que me pesa mucho de ello, pero mucho más me tenía que pesar. Dios quiera perdonarme a mí y salvar a todo el mundo”.
ORACIÓN Y SÚPLICA
Señor Jesús, en este camino de hospitalidad y misericordia, ayuda a los Hermanos de San Juan de Dios a mirar a Cristo en la cruz. Que en la contemplación de tu pasión, sepamos escuchar al crucificado para poder anunciar al mundo lo que nos dices. Que no tengamos miedo a sentirnos mirados por el crucifi- cado. Es la mejor lección de amor que nos puedes dar; para ejercer nuestro ministerio de hospitalidad, en nuestros hermanos crucificados en las cruces de la sociedad.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María, y Gloria…
DUODÉCIMA ESTACIÓN Jesús muere en la Cruz V Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
R Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
V Te adoro, mi Señor, muerto en la Cruz por Salvarme. Te adoro y beso tus llagas, las heridas de los clavos, la lanza del costado…
¡Gracias, Señor, gracias! Has muerto por salvarme, por salvarnos.
Dame responder a tu amor con amor, cumplir tu Voluntad, trabajar por mi salvación, ayu- dado de tu gracia. Y dame trabajar con ahínco por la salvación de mis hermanos.
Sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura dijo:
‹‹Tengo sed››. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:
‹‹Todo está cumplido››. E inclinando la cabeza, entregó en espíritu. (Jn 19, 28-30).
De las cartas de San Juan de Dios
“sobre raso rojo para que siempre tengáis presente la sangre que nuestro Señor Jesucristo derramó por todo el género humano y para que os acordéis en todo momento de su sacratísima pasión, ya que no hay contemplación más alta que la de la pasión de nuestro Señor, todos los que de ella fueron devotos obtendrán la salvación”.
ORACIÓN Y SÚPLICA
Señor Jesús, en este camino de hospitalidad y misericordia, ayuda a los Hermanos de San Juan de Dios a entregar su vida por amor. Que al igual que Jesucristo, no tengamos miedo a ser “crucificados” por el mundo como respuesta a nuestra vida coherente. Que seamos capaces de descubrir en cada momento, que, perdiendo la vida es como se encuentra. Que sepamos que la vida no nos la quitan, sino que, la entregamos por amor a Jesús.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María, y Gloria…
DECIMO TERCERA ESTACIÓN Jesús en brazos de su Madre V Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
R Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
V Se ha perturbado el delito: nosotros hemos matado a Jesús. Y las llagas de Cristo arden en el corazón de María, mientras que un mismo dolor abraza a la madre con el Hijo. Porque Dios ha venido a sufrir con nosotros y con Dios ¿cómo se puede desesperar?. María, en tu Hijo abrazas a cada hijo y sientes el desgarro de todas las madres del mundo. Tus lágrimas pasan de siglo en siglo, y riegan los rostros, y lloran el llanto de todos. Tú conoces el dolor, pero crees.
Fueron los soldados, que le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le atravesó el costado y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. El fue entonces y se llevó el cuerpo.
De las cartas de San Juan de Dios
“No fiarnos de nosotros mismos, porque caeríamos mil veces al día en pecado, sino confiar únicamente en Jesucristo; solo por su amor y bondad, evitar todo pecado, toda murmuración”.
ORACIÓN Y SÚPLICA
Señor Jesús, en este camino de hospitalidad y misericordia, ayuda a los Hermanos de San Juan de Dios a encontrar descanso en los brazos de María, nuestra señora la siempre entera, la Virgen del Patrocinio.
Que sepamos recurrir a ella en los momentos difíciles de nuestra vida y de nuestra vocación. Que encon- tremos en los brazos de María, los brazos que acogen y en su regazo el apoyo para no desesperarnos.
Que como ella sepamos estar al pie de la cruz en las diferentes situaciones que se nos presentan.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí. Padre Nuestro, Ave María, y Gloria…
DECIMOCUARTA ESTACIÓN Jesús es colocado en el sepulcro V Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
R Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
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V José de Arimatea tomando el cuerpo e Jesús lo envolvió en una sábana limpia y lo puso en el sepulcro nuevo que había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas en frente del sepulcro.
A veces la vida se asemeja a un largo y melancólico Sábado Santo. Todo parece haber terminado, se diría que triunfa el malvado, que el mal es más fuerte que el bien, pero la fe nos hace ver a lo lejos, nos hace vislumbrar la luz de un nuevo día, más allá de ese día.
Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en unos lienzos con aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto, en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús. (Jn 19, 40-42).
De las cartas de San Juan de Dios
“No hallo mejor remedio ni mayor consuelo para cuando me encuentro atribulado, que mirar y contem- plar a Jesucristo crucificado, pensando en su santísima pasión y en los trabajos y angustias que padeció en esta vida: y todo por nosotros, pecadores, malos, ingratos y desagradecidos”.
ORACIÓN Y SÚPLICA
Señor Jesús, en este camino de hospitalidad y misericordia, ayuda a los Hermanos de San Juan de Dios a entender que para dar fruto es necesario morir. Que recordemos que el grano de trigo no da fruto si no se entierra y muere. Que sepamos morir a nosotros mismos para poder resucitar. Que para obtener fruto abundante, hay que permanecer ocultos, en silencio, buscando la santificación sin ruido. Que sepamos contemplar a Cristo en el sepulcro con la esperanza de la Resurrección.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María, y Gloria…
DECIMOQUINTA ESTACIÓN Resurrección de Jesús V Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
R Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo V “No está aquí, ha resucitado”.
Si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe. Cristo es la admirable realidad que fundamenta nuestra fe y nos abre a la esperanza. Él destruyó la muerte y resucitando restauró la vida.
Señor, que la alegría de la resurrección atraiga a los pecadores, sane las heridas de los enfer- mos, fortalezca a los servidores de los enfermos y a nosotros nos anime a seguirte por la senda de la hospitalidad ya que tú eres el Camino, la Verdad y la Vida.
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María, y Gloria…
CONCLUSIÓN
Gracias Señor porque nos has abierto las puertas de tu reino al darnos la salud integral. Que nosotros como comunidad de fe y fraternidad, abramos un ancho camino a tu gracia para que la luz de tu resurrección ilumine con su esplendor el carisma de la hospitalidad. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén Señor Jesús, te hemos acompañado en el camino de la cruz. Hemos seguido tus pasos. Ahora que te contemplamos en el sepulcro, queremos hacer de nuestra vida hospitalaria, un auténtico compromiso de caridad y por caridad, porque donde no hay caridad, no hay Dios, aunque Dios está en todo lugar.
Enséñanos a vivir cada día siendo fieles al espíritu que nos dejó nuestro Fundador y a vivir constante- mente nuestros votos de Hospitalidad, Castidad, Pobreza y Obediencia, desde los valores del Respeto, Responsabilidad, Calidad y la Espiritualidad. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
(Se ora por las intenciones del Papa) Padre Nuestro, Ave María y Gloria…
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