“Ya no lo Siento”
Autor: Aura Johannessen
Resumen: Después del engaño de Tom Kaulitz hacia Bill, Trumper decide terminar con su vida, pero no en el sentido de suicidarse. Su amor era tan grande por él, que comienza a drogarse, prostituirse, matar y demás cosas para atraer nuevamente la atención de su amado, sin darse cuenta que en realidad, se está matando a sí mismo.
Banner: Creación de GoXi
Clasificación: R Categoría: Slash
Género: Amnesia, Angustia, Drama, Lemon, Lime, Romance, Relación Establecida, Song Fic, Twinces No Relacionado
Advertencias: Abuso, BDSM, BotBill, Contenido Adulto, Incesto, Muerte, Sangriento, Uso de Drogas, Violación, Violencia
Estado Actual: Terminado Total Capítulos: One-Shot Serie: No
Nota: Este es un One—Shot basado en FIA, LWLYB, GGAG y RRR. Seguro se van a dar cuenta de varias escenas parecidas a los vídeos. Y por si acaso, el Fic es un poco fuerte, solo les aviso. Espero que les guste. Besitos!
“Ya no lo Siento”
Recuerdo ese día. No me lo puedo quitar de la cabeza. Aquel día, donde mi vida cambio, y entendí lo que el mundo era en realidad. Todo cobró sentido al fin, pero eso no hace más que darme un recuerdo de sufrimiento muy profundo. Un dolor que me atraviesa el pecho y me hace querer morir. Pero no seré tan estúpido para morir por algo como esto. Más bien, te atraeré nuevamente hacia mí, te demostraré que sin ti no puedo seguir caminando, que sin ti soy otro. Sin ti no soy el mismo. Si no te gusta el nuevo ser que tienes delante de ti, vuelve. Es en lo que me convertí por tu culpa, ¡todo esto es por tu culpa! ¡No te importé en un principio y ahora mira lo que me hiciste! ¿No te importa ya? Pues te diré algo, todo eso que antes sentía; las mariposas en mi estómago cada vez que sonreías, la seguridad cuando estabas cerca, la armonía cuando me tomabas de la mano, tu aliento contra mi cuello, tus manos sobre mi piel, la lujuria en cada partícula de mi ser, el placer al sentirte, tus labios contra los míos en un compás exquisito y delicioso. Ya no lo siento. ¿Me oíste? Ya no lo siento. Todo eso que antes podía sentir, aquello que me transmitías con tu simple tacto, ya no está aquí, y nunca volverá. El sufrimiento es mi amigo, el dolor también, el mundo es oscuro y triste, la vida ya no tiene sentido. ¿Para qué seguir así? Solo quiero irme de este mundo y aterrizar en otro, lejos de ti. Si no quieres volver, si no aceptas esta última oportunidad, me iré para siempre.
Veo que no la aceptaste…
Un mes antes…
Escuché una dulce melodía venir desde tu habitación. Me sentía atraído por aquello. No era nada más ni nada menos que los dulces sonidos de un piano. Eras tú, tocando con tanto talento como siempre. Me encantaba llegar a casa y escucharte, me sentía en paz cada vez que sucedía eso. Dejé mis cosas sobre el perchero y subí a tu estudio para verte.
Observé desde la puerta, la melodía era perfecta, una sinfonía lenta, romántica y tanto triste, pero aun así perfecta. Entré caminando despacio, no me viste porque tenías los ojos cerrados. Cuando se trataba de música, la pasión era gigante en ti.
Me senté sobre uno de los amplificadores mientras te seguía escuchando. El humo de tu cigarrillo volaba en el aire y las luces sobre nosotros daban una luz blanca de fantasía, tan suave a la vez tan mágico. La noche vista desde los grandes ventanales de la habitación era azul, tu color favorito.
Una vez concluida la pieza, me acerqué a ti con cautela y te tapé tus ojos con mis manos desde atrás. Pude oír una risa y te volteaste, te veías muy feliz. Fueron unos momentos de contacto visual sin decir absolutamente nada, y lo corté con un beso largo y apasionado.
—Eso fue hermoso— dije una vez que me separé.
—Gracias— respondiste acariciando mi cabello. —¿Te quedarás?— preguntaste con esperanzas.
—No, solo vine por unas cosas, y después me iré como hasta la madrugada.
—Últimamente estás trabajando bastante.
—Lo sé, pero no puedo hacer nada. Bueno, debo irme— te di un beso fugaz y me fui. –Adiós.
El trabajo era agotador, pero lo hacía por mantener todo en pie y poder pasar mucho más tiempo contigo. Sabía que si ahora me esforzaba, me aumentarían el sueldo y las cosas no serían tan difíciles como ahora, este era un mes bastante agitado.
Después de horas de mucho trabajo, llegué a casa como a las tres de la mañana, cansado, con ojeras y fatigado. Solo quería acostarme a tu lado y que me abrazaras con tus fuertes brazos y así poder sentir ese calor tan agradable que emanaba de tu piel. Dejé mis cosas en el perchero y caminé con rumbo a nuestra habitación. Mientras más me acercaba, escuchaba ruidos. Era extraño. En cuanto llegué a la puerta, descubrí que esos ruidos, eran gemidos, jadeos, gritos, de pura pasión. Pensé lo peor. Eso no podía estar pasando, era imposible, tal vez era solo mi imaginación. Al abrir la puerta, me di cuenta que tenía razón. Me engañaste.
Me quedé ahí, parado, sin lograr entender nada, mi corazón latía tan fuerte que podría explotar, mi respiración se hacía espesa y sentía un nudo en mi garganta que me impedía hablar. A penas pude decir una palabra, tu nombre.
—Tom…— llamó tu atención inmediatamente y volteaste. Me viste y te paraste. Tu cara reflejaba miedo y… un ligero toque de arrepentimiento. Pero eso último me era difícil de creer.
—Bill… yo…
No dijiste más, vi de reojo a la chica con la que estabas, y una lágrima cayó por mis mejillas. – ¿Cómo pudiste?— murmuré por ahí. No quise permanecer un minuto más ahí. Corrí hacia otra habitación, en ese lugar solía guardar mi antigua ropa y hace mucho no la uso. En una maleta tomé todo lo que podría necesitar. Ni siquiera me fijé qué estaba metiendo, solo quería irme de una vez por todas. En cuanto tuve todo listo. Me acerqué a la puerta. Escuché que volviste a repetir mi nombre, pero hice caso omiso a tus llamados. Salí corriendo de la casa mientras lloraba a más no poder.
No podía creer lo que habías hecho. ¿Por qué? ¿Qué te hice para merecer esto?
Creí que me amabas, pero al parecer, todo este tiempo estuviste mintiéndome, jugando con mis sentimientos. Sabías que te amaba y aun así lo hiciste. Ya nada volverá a ser igual para mí después de esto.
Llegué a una calle medio desierta, ahí marqué en mi celular el número de una de mis más fieles amigos. Esperé a que contestara, pero no lo escuchaba. Él era mi única esperanza, sin él tal vez me quede en la calle. A la tercera llamada me respondió.
—Hola Bill, sé que ha pasado tiempo pero, ¿no crees que es muy tarde para llamar?— dijo con voz cansada entre un bostezo. Es cierto, era bastante tarde, pero esto era serio.
—Andy… necesito tu ayuda— mi voz sonó triste, cortada, era obvio que se daría cuenta.
—¡Bill! ¿Qué ha pasado? ¿Por qué te escucho tan triste?
—Es algo muy grave Andy, necesito que vengas por mí.
—¿Dónde estás?— su voz sonaba muy preocupada.
Le indiqué la calle, y me dijo que vendría pronto, solo esperaba que no se atrasara, porque hacía mucho frío, y temía que lloviera. Me senté en el suelo a esperar, y seguí llorando con la cara sobre mis rodillas. Mi madre me dijo que una buena forma de desahogarse era llorando, y ahora era lo único que podía hacer.
Supongo que el dolor seguirá intacto, pero al menos será más soportable que como lo siento ahora. Eso espero.
Unos minutos después, vi el auto de Andreas a lo lejos. Llegó más rápido de lo que esperaba. Siempre supe que podría confiar en él, es el mejor amigo que puedo tener. Por eso lo llamé, sabía que estaría para apoyarme. Me levanté de donde estaba, y al verlo, no pude más que echarme a llorar sobre su hombro, y él me abrazo con fuerza mientras acariciaba mi espalda con ternura, como si fuera una madre.
En el auto comencé a contarle todo lo que había pasado, absolutamente todo. Él lo entendió perfectamente y se detuvo para hablar conmigo sobre el tema. Lo admiraba, era como si le hubiera pasado lo mismo. Pronto me sentí un poco mejor. Andy me pasó unos pañuelos que guardaba y los tomé con una media sonrisa en forma de agradecimiento. Por ahora sonreír era difícil para mí.
—¿Andy?
—Dime.
—¿Puedo… puedo… puedo vivir contigo por un tiempo hasta que consiga un apartamento y…?
—¿¡Qué dices!? ¡Por mí de quedas conmigo para siempre! No necesitas buscar otro lugar, eres bienvenido.
—Pero, no quiero ser un estorbo para ti y…
—Bill, Bill, Bill— negó con la cabeza. –Eres mi mejor amigo, nunca serás un estorbo para mí. Puedes quedarte conmigo, no tengo ningún problema. Hace tiempo que me sentía solo y necesitaba compañía. ¡Vamos! ¡Puedes quedarte!
—¿Seguro?
—Por supuesto que sí.
—Gracias.
Sentí una leve paz en mi interior, al menos ya tenía un lugar para quedarme todo este tiempo. Solo esperaba que las cosas salieran bien. A pesar de eso, todavía dolía, y mucho.
—¿Estás mejor?— preguntó.
—No, todavía, duele— dije tocando mi pecho.
—Sé de un lugar que te hará sentir mejor— dijo con una sonrisa.
Cambiamos de calle rápidamente con destino a no sé dónde. Espero que el lugar que dice Andy valga la pena. Una gran curiosidad se apoderaba de mí. ¿A dónde vamos? ¿Qué vamos a hacer? Estaba muy intrigado por todo esto, pero sobre todo, espero que tenga razón en que me sentiré mejor en ese lugar.
Me sorprendí bastante al darme cuenta que me había traído a un bar. Y no era solo eso, era un Striptease. ¿Cómo se suponía que me sentiría mejor aquí? ¿Qué le pasaba a Andy? La música era muy buena, las luces led iluminaban todo el lugar, el olor a cigarrillos a alcohol inundaba el lugar, y los billetes salían volando cada vez que una chica salía a bailar y a hacer otro espectáculo.
—¿Andy? ¿Por qué estamos aquí?— pregunté aferrándome a él.
—Te dije que te traería a un lugar que te ayudaría a olvidarte de tus problemas.
—¿Y esto va a ayudar?
—Claro que sí, ven— me tomó del brazo y nos sentamos en una mesa un poco alejada. Pronto llegó una chica para preguntarnos qué íbamos tomar, a lo que mi compañero respondió con dos vodkas. No entendía nada, ¿qué estaba pasando?
—¿Por qué? Esto no ayudará en nada.
—¿Cómo lo sabes?— preguntó.
—Andy, aquí la gente solo se emborracha y disfruta con mujeres que ni siquiera valen la pena, esto solo es algo temporal, es algo que no vale nada. ¡No sirve!
—Bill, debes dejar de ser tan… inocente. Sé lo que es esto, y tienes razón, ¿pero no te parece una buena forma de olvidarlo? Míralo de este modo. Tom te engañó, te partió el corazón de una forma bastante dolorosa y cruel, te dejó por alguien que te aseguro, no debe ser tan genial como tú. Hizo eso sin siquiera pensar en ti, no le importaste en ningún momento de su relación. ¿Por qué te sigue importando entonces? ¡Él es el que no vale la pena! ¿No te das cuenta Bill? Déjalo ir, ahora te toca ser el malo. Demuéstrale que eres fuerte y que esto no te afecta. Haz lo mismo que él te hizo sentir.
Me lo pensé por un momento. Todo lo que él había dicho, tenía razón. Estaba en lo correcto, pero yo nunca fui capaz de hacer algo así, nunca me vengué, nunca hice nada de eso. No podía hacerlo. Era muy inocente para algo como eso. No podía, sin embargo, una parte de mí quería, me lo pedía a gritos.
—Vamos Bill, ¿qué dices?
Me quedé callado. No sabía que contestar. Por un lado las ganas eran increíblemente grandes y fuertes, y por el otro, algo me decía que todo esto se saldría de control y no sería nada bueno. Pero Andy era mi amigo, era alguien a quien le podría confiar mi vida. Hace de todo por ayudarme. Estaba haciendo de todo para olvidarme de ti. Ya lo había decidido.
—Sí, sí lo haré— sonreí.
Andy me respondió con otra sonrisa, y enseguida nuestras bebidas llegaron.
Sinceramente, en cuanto ese líquido fuerte y dulce recorrió mi garganta, nunca me sentí más libre. Creí que nunca podría parar, era tan delicioso todo lo que estaba sintiendo en ese instante. Era la primera vez que bebía algo con tanto alcohol en mi vida. Mi vista comenzaba a nublarse y veía las cosas de otra forma. Todo era tan… divertido. Mi sonrisa se amplió y seguí bebiendo.
—Veo que lo disfrutas— dijo mi amigo, su voz sonaba, complacida.
—Sí, esto es lo mejor que hice en toda mi vida— dije entre risas. Pronto mi botella quedó vacía. Necesitaba más, mucho más. —¿Andy?— murmuré.
—¿Qué pasa?
—Podrías…— sonreí de lado y clavé mis ojos a los suyos. Tambaleé la botella vacía, y creo que entendió.
—¿Más?— preguntó. Asentí con la cabeza. –Por supuesto que sí— llamó a una de las meseras para que trajera más vodka, las cuales ya estaba esperando con ansias.
Una vocecita en mi interior gritaba que parara, que esto de verdad estaba muy mal, nada saldría bien. Pero, mi cuerpo necesitaba esto, me lo pedía a gritos.
Estaba perdiendo la cabeza. Debí haberme dado cuenta antes.
Poco a poco habían más botellas a mi alrededor, todas vacías. Y todo mi cuerpo, todo yo, cambió. Para mí todo era felicidad, me había olvidado del pasado y solo lograba reír.
Andy se acercó a mí y pasó un brazo por mi espalda. –Te dije que esto ayudaría—
susurró en mi oído.
—Sí, tenías razón— dije entre risas.
—¿Sabes qué más puede ayudar?— volvió a susurrar.
—¿Qué?— lo miré a los ojos, fue un momento de contacto visual muy largo. Me di cuenta que estaba muy cerca de mis labios. Si hubiera estado cuerdo en ese momento sabría sus planes. Por desgracia no era ese mi estado, y me dejé llevar.
Sus labios rosaron los míos, y pronto se convirtió en un beso apasionado. Llevó sus manos a mi cabeza con la intención de acercarme más y acariciar mis rubios cabellos. Dejé descansar mis manos sobre sus hombros. Sin darme cuenta terminé sentado sobre él de una forma muy sensual. Sus manos recorrían mi espalda y eso, eso me gustaba. Su boca dejó mis labios, y bajó con lentitud hacia mi cuello.
—Andy…— gemí.
—¿Te gusta verdad?
Respondí con un jadeo. Por un momento creí que no podría hablar. Esto me volvía loco. Cerré los ojos dejando que él se apoderara de mí. Ya no me podía mover. – Andy… no puedo más…
—¿A qué te refieres? ¿Acaso quieres parar?— preguntó mientras quitaba un mechón de pelo de mi cara.
—No, no es eso, es solo que, siento que no puedo moverme. ¿Puedes…
puedes… encargarte de mí?— sin darme cuenta, lo dije con una voz seductora.
Pues, era lo que planeaba.
Andy sonrió con picardía y antes de dejar otro beso en mis labios dijo: —No te preocupes Bill, me encargaré muy bien de ti. Lo disfrutarás.
En ese momento, cerré los ojos.
Un calor recorrió mi piel, un suave tacto chocaba contra mí, los sonidos de afuera eran muy excitantes, y el placer invadía cada parte de mí. No sé cuánto tiempo estuve inconsciente, pero al despertar, me di una gran sorpresa. Estaba tirado en el suelo, junto a un gran bollo de chicas y chicos. Algunos no traían ropa, otros estaban semidesnudos, y yo era uno de ellos. Al darme cuenta de lo que hacían, supe que era una orgía. ¿Qué me había pasado? ¿Qué hicieron conmigo? Me preguntaba. Miré a todos lados buscando a Andy, pero no lo encontraba. Me levanté en su búsqueda, pero unas manos me lo impidieron y me atrajeron hacia ellos. Aquellas personas comenzaron a atacar mi cuerpo con pasión. Sus labios besaban mi piel y sus manos rozaban contra cada parte de mí. Algunos también atacaron mi boca. Eran tantos, me sentía, no estoy seguro, pero lo que sé es que lo disfrutaba. Decidí dejarme llevar y jugué al mismo juego que ellos.
En ese instante, perdí la cabeza por completo.
No recuerdo qué pasó antes de despertar. Miré a los lados, y misteriosamente desperté en una casa, era la casa de Andy. A mí alrededor yacían los cuerpos dormidos de las personas de aquella noche tan apasionada. ¿No se suponía que estaba en un Striptease? ¿Cómo desperté aquí? Miré la hora en mi celular. Eran las dos de la tarde. Seguramente me quedé despierto hasta muy, muy tarde.
¿Pero qué había pasado en esas horas? Traté de recordarlo. Me levanté de esa cama con toda esa multitud de gente. Abroché mis pantalones, busqué mi camiseta, mi chaqueta, y mi zapato izquierdo que no tenía idea de dónde estaba.
Caminé hacia el baño. Dios, tenía un dolor de cabeza terrible. Mi garganta ardía y sentía mis párpados pesados. Pasé una mano por mi cara y me miré en el espejo al estar en el baño. No me sorprendí al encontrar a algunas personas tiradas en el suelo y a otras en la bañera todavía con agua. Estaban, obviamente, dormidos y desnudos. Fui el primero en despertarme. Era extraño.
Mi vista tardó en aclararse, esta que pude verme. Mis ojos tenían ojeras y estaban hinchados, mis labios gastados y mordisqueados. Mi cuello tenía marcas de
chupetones y mi cabello estaba más que despeinado. Suspiré y decidí lavarme un poco la cara. Después fui a caminar por los pasillos de la casa. Estaba toda hecha un asco. Había botellas de vodka rotas, algunas en el suelo, bebidas derramadas, vasos desechables por ahí. Confeti entre el suelo y sobre los sillones. Comida como: nachos, papas fritas, todo tirado por ahí. Y por supuesto, mucha ropa por todos lados, zapatos y, como olvidarlo, mucha gente, mucha gente entre el suelo, las escaleras, los sillones, ¡por todas partes! En ese momento encontré el zapato que me faltaba. Sonreí de lado y me lo puse.
Lo recordé. Recordé todo en ese momento. Estaba en el Striptease, a la orgía se habían juntado muchas personas. Tantas que simplemente, puede decirse que para mí fue más divertido. Luego escuché la voz de Andy, decía que invitaba a todos a una fiesta en su casa. Al escucharlo corrí hacia él, lo había encontrado.
Me abrazó y nos fuimos. Algunos corrían, otros se subían a sus autos. Yo por otro lado me fui corriendo junto a un grupo de chicos y chicas. Nos detuvimos en una pequeña tienda. No sé lo que pasó, recuerdo que me dijeron que tomara todo lo posible, y escuché un arma disparar. Al salir de ahí, vi a uno de los chicos con un arma, y el tipo de la tienda en el suelo junto a un gran charco de sangre. No me importó, solo sonreí y me reí junto a los demás. Estaba en otro mundo.
Seguimos corriendo, y nos topamos con uno de los autos de los otros chicos, sacaron sus cabezas y gritaron. Nosotros solo reímos y los seguimos. Andy me sostuvo del brazo y me llevó a otro lugar. Pude escuchar un ruido muy fuerte, primero las llantas de un vehículo y después algo así como un choque. Gritos, otros reían, otros solo, solo estaban en el piso. Tal vez durmiendo, desmayados, o quizá muertos.
Llegamos a la casa de Andy, no recordaba que fueran tan pocas personas. Para mí eran muchas más antes. Bueno, seguramente varios se perdieron. Eso pensaba. La fiesta comenzó. Había música, bebidas, comida, y, más sexo. Sé que bebí demasiado, y terminé en esa cama donde más gente se abalanzó sobre mí.
Y hasta ahí. Lo demás, solo fue oscuridad. Solo eso recuerdo.
Me senté entre el suelo frente al televisor, lo encendí. Con suerte habrían noticias de lo que pasó ayer. Y así fue.
Asesinato y robo en una tienda. Choque de dos autos y muerte de personas alrededor. Un auto encontrado en un canal, todos muertos, una moto y dos chicas en el suelo, seguramente derrame cerebral. Y no era lo único, hubieron muchas más muertes por ahí. Se llevaron presos a algunos chicos que traían armas. Pude reconocer un rostro de los culpables. Ese tipo, de cabello rojizo y ojos verdes, me
pareció muy simpático. Me había dejado coger por ese hombre. Lo recuerdo bien.
Mierda, lo había disfrutado.
Suspiré y apagué el televisor. ¿Qué pasaba conmigo? ¿Por qué me dejé tentar?
Justo ahora sentía el dolor en mi trasero. Era insoportable. ¿Con cuántos me había dejado coger? Dios mío. Me porté peor que una puta.
Busqué a Andy por todos lados, hasta que lo encontré, estaba en la cocina, dormido sobre una silla. Al menos estaba solo, no como yo que terminé entre la mayor multitud de gente. Lo miré por un momento y me acordé de lo que había dicho. Todo esto era por mi bien, para olvidarte. Y sin duda alguna, fue así. Ese dolor que me hiciste sentir, desapareció. Lo único que sentía, sentía… No estoy seguro, pero me sentía, bien. Bastante bien. Me sentía como un rey, alguien que podía disfrutar de cualquier cosa, todo lo que quisiera sin que nadie lo detuviera.
Ya no me sentía culpable de nada. Las fiestas, la resaca, el sexo, los asesinatos, seguramente eran lo mío. ¿Por qué no me di cuenta antes?
Sonreí de lado. Caminé hacia la puerta y salí. Recorrí las calles. Ese lugar estaba bastante alejado de las carreteras con muchos autos. Su casa estaba entre los lugares más peligrosos. Ejemplo: podían rondar ladrones con armas, drogadictos, ebrios, de todo. Pero por ahora no me importa. Todavía seguía pensado en lo que haría con mi vida. Por un lado estaba decidido a empezar algo nuevo, y por el otro, algo me obligaba a ir por otro camino y olvidar esto. Me sentía tan confundido.
Terminé parado frente a unas paredes llenas de graffitis muy buenos. Me apoyé contra aquella pared y miré al cielo. Estaba nublado, bastante. Bajé mi mirada al suelo y jugué con mis pies. Los movía por el piso como si estuviera haciendo dibujitos invisibles. Metí mis manos dentro de los bolsillos delanteros de mi chaqueta y sentí mi celular. En ese momento supe que tal vez, en algún momento Andy iba a despertar, y si no me encontraba se asustaría. Decidí enviarle un mensaje.
No te preocupes, solo fui a pasear un rato.
Fui directo al punto. ¿Para qué tendría que estar dándole vueltas al asunto? Mire una vez más mi celular, y me di cuenta que tenía una llamada perdida. ¿Quién podría estar llamándome? Le eché un vistazo. Me sorprendí. Me habías llamado.
Tenía una llamada tuya, la cual no contesté. ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué me llamabas después de haber roto mi corazón? ¿Querías recordármelo? Una lágrima descendió por mi mejilla, y pronto se le unieron otras. Creí que lo había olvidado, por un momento lo había hecho, pero gracias a ti lo vuelvo a sentir.
Vuelvo a sentir ese dolor que me causó. Ahora lo siento todo.
Me deslicé contra la pared hasta llegar al suelo, donde la tristeza me invadió y terminé llorando. No quería, pero era demasiado para mí.
Escuché unos pasos acercarse lentamente. Hice caso omiso a eso y seguí, hasta que lo sentí cerca. Levanté la mirada, y vi a una chica, me miraba preocupada. Se la veía demacrada, las mismas ojeras que las mías, el cabello picado, sucio y despeinado, ojos caídos y con el maquillaje corrido, y los labios hinchados y con lo que sobraba de su lápiz labial rojo fuerte. Pero a juzgar por su ropa, seguro era rica. Un vestido negro ajustado con un cinturón dorado en la cintura que marcaba perfectamente sus curvas. Collares de oro colgaban de su cuello, al igual que sus hermosos brazaletes con algunos diamantes. En su mano derecha llevaba sus tacones rojos. No tengo idea de hace cuánto está caminando por ahí, pero imagino que debe tener un pasado igual al mío. Esa noche…
—¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?— me preguntó, su voz era aguda y suave, sin embargo estaba ronca como yo.
—Nada, no es nada— murmuré.
—Vamos, puedes decírmelo— se sentó a mi lado. Era muy bonita, sin juzgar su maquillaje deshecho y el labial por todo su rostro.
—Él me engañó, lo encontré con otra mujer… y… ahora, cuando creí que lo había olvidado para siempre, encontré una llamada perdida suya y… ya no sé qué hacer— me tapé la cara con las manos antes de volver a ahogarme en llantos.
—Oh, tranquilo, lo entiendo— puso sus manos sobre mis hombros. –No debes sentirte así por esa persona. Si él fue capaz de hacerte algo como eso, no hay porque darle más importancia, no llores por él.
—Tienes razón— dije a penas y sequé mis lágrimas con mis dedos. —¿Cómo te llamas?
—Oh, perdóname, soy Natalie, pero dime Nat.
—Soy Bill, encantado de conocerte.
—Igualmente— sonrió. —¿Y qué te pasó? ¿Intentaste suicidarte o algo?— me reí por su comentario. Claro, yo también me veía horrible.
—No, para nada. Me fui con un amigo y terminamos en un striptease y luego fuimos a su casa para una fiesta y… tú sabes.
—Ahhh, esa fiesta, sí. Yo estuve ahí. Me enteré de la fiesta cuando estaba con mis amigas después de una noche de alcohol. Fuimos en el auto del novio de una
de mis amigas, quien estaba increíblemente ebrio. Nos chocamos contra un árbol y… todos murieron, menos yo claro. Estaba tan ebria que no me di cuenta y llegué a la fiesta. Creo que te vi, te me hacías familiar.
Me quedé en shock por su historia, no me lo podía creer. –Eso es terrible, no lo puedo creer, lo lamento mucho.
—Sí, pero, ¿qué se puede hacer? Estoy tan triste como tú Bill, pero, se pasa.
Además, yo conozco el remedio perfecto para quitarte el dolor.
La miré como todo un psicópata. Mis sentidos voltearon hacia ella. ¿No mentía?
¿Ella de verdad conocía la cura para lo que estaba sintiendo? Era justo lo que necesitaba. —¿Cuál es? Dímelo por favor.
—Por supuesto… espera, aquí no. Ven conmigo— me tomó del brazo y me llevo con ella hasta un lugar un poco alejado.
Pasado un tiempo terminamos en, lo que parecía, una construcción abandonada.
Me dijo que esperara mientras ella llamaba a alguien. —¡Troy! ¿Dónde estás?
¡Troy!
—Allá voy— un tipo de piel oscura, vestido como si fuera parte de la armada, musculoso y grande se paró frente a nosotros con cara de pocos amigos. —¿Qué quieren?— preguntó.
—Hola Troy, ¿te acuerdas de mí?— la chica sonrió, pero el hombre solo se quedó ahí parado sin decir nada. –Bueno al punto. Él es mi amigo Bill, y tiene un gran problema que arreglar. Me pregunto si podrías darnos un poco de “ya sabes qué”— susurró la última frase.
—La paga primero.
—Oh, claro— Nat buscó por los bolsillos de su vestido, pero al parecer, no tenía ni un centavo. –Mierda— murmuró. Miró sus zapatos, y se los dio. —¿Esto sirve?
—Sí, se ven muy costosos. Vengan conmigo.
Lo seguimos de cerca. Cuando volteó, nos dio una pequeña bolsita con algo dentro, pero no tenía idea de qué. –Gracias Troy, bueno, hasta la próxima— y nos fuimos.
—¿Qué es eso?— pregunté.
—Droga— susurró en mi oído.
—¿¡Cambiaste tus zapatos por eso!?
—No te preocupes, vale la pena.
—Pero, pero…
—Shhh… no sabes lo que te has perdido todo este tiempo.
Nos sentamos en una pequeña plaza cerca de la casa de Andy, y me enseñó todo lo que sabía. Por un momento me sentía inseguro de eso, sin embargo, si eso era una ayuda, lo haría. En cuanto lo hice, no pude pedir algo mejor en mi vida. Me sentía tan bien, me sentía libre, me sentía feliz, todo a mí alrededor era genial. Al cabo de un rato los dos terminamos con una gran sonrisa en nuestros labios.
—Ohhh… Nat… tenías… razón— apenas pude hablar.
—Te lo dije.
—Llamemos a Andy y vamos a un bar.
—¡Sí!
Corrimos hacia la casa, muchas de las personas se habían ido, y otras seguían ahí. Grité el nombre de Andy hasta que lo encontré, estaba en el sillón viendo la televisión mientras fumaba y tomaba una cerveza. –Andy, Andy, tienes que venir con nosotros— le dije.
—Bill, ¿qué pasó? ¿Por qué estás así?
—Andy, no me lo vas a creer, pero mi nueva mejor amiga, me consiguió…
droga— susurré.
—¿Todavía les sobra?
—Creo que sí— dijo Nat.
—¡Escuchen todos! ¡Vengan conmigo, vamos a ir a un bar, yo pago todo!— grito Andy. Toda la gente alrededor comenzó a moverse y a gritar. Nunca había visto tanta felicidad en mi vida. –Bill, dame lo bolsa, eres mi amigo, debes compartir.
—Por supuesto— se la entregué.
Nat y yo nos subimos a su auto y arrancó rápidamente. Los demás nos seguían por detrás en sus autos y algunos corrían. Abrimos las ventanas y pusimos música al máximo mientras gritábamos y nos divertíamos en el camino. La vida era una fiesta en ese momento.
Al llegar al bar, no fue más que lo mismo que el día anterior. Alcohol, sexo y diversión. Esta vez fui con Nat a la pista para bailar un poco. Vi como un hombre
tres veces la edad de ella se la llevaba por ahí, y me quedé solo. Ya que Andy estaba en otro lado con unas chicas. Por un segundo me sentí mal, hasta que alguien me tomó por la cintura y susurró en mi oído. –Hola lindo, ¿quieres venir conmigo y mis amigos un momento?
Miré al tipo. Como unos 28 años, alto, fuerte, ojos claros, cabello oscuro, tez blanca, muy simpático, y lleno de tatuajes. No estaba nada mal. Sonreí. –Por supuesto que sí— el tipo me devolvió la sonrisa y me llevó con él.
Salimos del bar y caminamos por las calles, las horas se habían pasado tan rápido sin darme cuenta, ya era de noche. Llegamos a un callejón bastante alejado y ahí estaban sus amigos. Eran dos, ambos muy simpáticos pero con un estilo más punk. —¡Hey! Ellos son Jackson y Derek— me dijo mi nuevo amigo, Denis.
—Hola— saludé.
—¿Qué trajiste ahora Denis?
—Él es Bill, ¿no es hermoso?— sonreí por su comentario.
—Oh, por supuesto, y llegaste justo a tiempo… ¿Fumas?— preguntó Jackson.
—Claro— respondí. —¿Qué están fumando?
—Porro— respondió Derek.
—Genial— dijo Denis. –Llegamos en un buen momento entonces.
Nos la pasamos fumando y conversando por horas. Estos tipos me caían muy bien. Todo este tiempo y nunca se me ocurrió unirme a estas personas, pero son tan geniales. En una de esas, Jackson habló sobre un tipo que le debía dinero hace mucho tiempo, se lo veía enojado.
—No entiendo que le pasa, le di tantas oportunidades y hasta ahora no me paga.
—Que gay… ¿y quién es el niñato?— preguntó Denis.
—Noah— respondió.
—Creí que era un buen tipo, pero me equivoqué, seguro se lo gastó todo en drogas— dijo Jackson.
—¿Y por qué no hacen algo?— me metí a la charla. Los tres voltearon hacia mí.
Le di una calada al cigarrillo y después respondí. –Si están tan enojados y creen que el tipo lo gastó en drogas… Deberían vengarse y quien sabe, yo quiero esa droga.
Los tres se dieron una mirada cómplice. –Tienes razón. Hay que ir a su casa y vengarnos, ¡vamos!— dijo Jackson.
Nos subimos a su auto y partió con velocidad. Ahí dentro, Denis comenzó a tocarme suavemente. –Que buena idea, Bill.
Sonreí. –Me merezco un premio— bromeé.
—Claro que sí— metió su mano dentro de mi pantalón, ya no habría vuelta atrás.
Derek comenzó a grabar con su celular cada cosa que pasaba, y Jackson reía y nos animaba mientras seguía conduciendo como loco.
Ya al llegar, tuve que limpiarme la cara con mi chaqueta, la cual quedó un poco blanca. Bajamos todos del auto y Denis me sostenía desde la cintura. Jackson derribó la puerta sin mucho esfuerzo y entramos.
—¡Ven aquí ahora Noah! ¡Quiero mi dinero!— gritó. –Seguro está escondido.
Lo buscamos por toda la casa. Y lo encontramos escondido en el ropero. –Por favor, no me hagan daño, les prometo que les pagaré, les pagaré, solo denme un tiempo— dijo lleno de miedo, se le notaba en la voz. Jackson se le acercó, y pudo notar droga sobre la ropa del tipo.
—¡Maldito ya verás! ¡Te di tanto tiempo! ¡Tus días se acabaron maldito!— sacó un arma de fuego y le apuntó. Noah temblaba, no paraba de hacerlo.
—Espera Jack— lo detuve. –Primero preguntémosle dónde tiene la droga, y además me gusta mucho su ropa, yo la quiero. Después lo matas.
Derek y Denis sonrieron. –Bill tiene razón. ¡Quítate la ropa y muéstranos dónde tienes la droga!— le gritó Denis al tipo.
Obedeció al instante, y tuve nueva ropa. Estaba tan feliz. Sin embargo no me había dado cuenta de lo tanto que había cambiado en un solo día. Guardé mi ropa en una bolsa que encontré por ahí y Derek escondió la droga en su chaqueta.
—Bill— Jackson me pasó el arma— ¿Me harías lo honores?
¿Me estaba dejando que lo matara? ¿Era real? Sonreí. –Por supuesto que sí.
Con el arma apunté a la cabeza del tipo, no estaba tan seguro, ¿qué pasaría si lo hacía? Pues fácil, moría. ¿A quién le importa? Después de todo fue mi idea. – Sucia perra… ya no abrirás los ojos nunca más— disparé. El ruido resonó en mis oídos, la adrenalina se esparcía por mi cuerpo y una gran alegría me invadía. Me quedé inmóvil, pero después me terminé riendo.
—Vámonos— dijo Derek. Salimos de la casa corriendo mientras yo todavía sostenía el arma y me reía.
—Hay que hacerlo otra vez, quiero hacerlo de nuevo— dije.
—Tengo hambre, robemos una tienda y Bill mata a todos— dijo Denis.
—¡Sí! Tengan cuidado, Bill tiene un arma— dijo Jackson.
Esa noche fue tan divertida. Maté a tanta gente como pude y volvimos a la casa de Andy donde comimos papas fritas y tomamos cerveza hasta que la mayoría de nosotros quedaron dormidos. En cambio yo le estaba contando por teléfono a Natalie todo lo que había sucedido. Ella también me contó su historia. El tipo con el que estaba se la había llevado a su mansión junto con otras chicas, follaron en su yacusi y bebieron vodka y también hubo whisky. Después de eso escapó y terminó con unos hippies que al parecer fumaban marihuana, y se quedó con ellos. Le pedí en cuanto pudiera volviera a casa, en algún momento los chicos despertarían y querrían follar, pero necesitaba compañía. Nat aceptó y muy pronto llegó para unirse a la diversión.
Andy llegó por la mañana. No traía calzoncillos y su camiseta estaba rota.
Supongo que la pasó muy bien al igual que yo.
Desde entonces, vivo de drogas, bebidas y sexo. Cada semana era igual. Ir a un bar, buscar a un tipo rico con Natalie por separado. Follar por dinero, escapar, buscar a algunos drogadictos cerca— siempre había— y por último volver a casa.
Ya a la mañana siguiente contábamos el dinero y le comprábamos droga a Troy.
Sinceramente el tipo no me caía bien, pero, había que agradecerle. Era nuestra fuente de alimento.
Así se pasaban los días. A veces ni siquiera me daba cuenta de lo que hacía. Por un momento me sentía bien, sin embargo, comenzaba a marearme, me sentía muy mal, vomitaba, me caía y no podía levantarme. Y luego perdía la razón, me desmayaba, y perdía toda la memoria. Muchas veces me había pasado que despertaba en lugares diferentes y muy lejos de casa, y hasta algunos ni siquiera conocía. Caminaba a casa tratando de recordar, ni siquiera me acordaba de lo que había bebido. Todo era tan extraño. Cuando volvía a mi hogar me sentaba frente a al televisor, y siempre veía lo que me había pasado la noche anterior. Robo, asesinatos, violaciones. En muchas de esas aparecía yo. No es mi culpa, últimamente perdía mucho mi dinero y debía conseguir más de alguna forma. Para eso robaba, y también debía matar a mis víctimas. Recuerdo que Denis me dijo que si robo, hay que matar, porque si no pueden ir con la policía y… se acaba la diversión. Jackson me contó que él estuvo constantemente en la cárcel, y había
escapado. Ese lugar, contado por él, era horrible. No había drogas, ni bebidas, nada. Ya me lo imaginaba.
Hace tanto tiempo no los veo. Ha pasado tiempo desde que no veo a Derek, ni a Denis, y tampoco está Jackson. Los extraño. La última vez que los vi estaban en una moto, ebrios, de ida a no sé qué lugar. Creo que los seguí, pero no tardó mucho hasta que volví a perder la memoria. Como odio que me pase eso.
Pasó una semana, y me sentía peor.
La luz del sol llega directamente a mis ojos, como si quisiera joderme solo a mí.
Me levanto de ese montón de gente. Ya casi no tengo ropa. Tal vez ya tenga calcetines, tampoco pantalones, pero al menos conservo una camisa vieja y de color negro. Busco a alguna persona que tenga unos pantalones bonitos, y la encuentro. Una chica joven, muy joven. Lleva un pantalón ajustado y de colores, me gusta. La arrastro a otro lugar y le disparo en la cabeza. Se me acaban las balas, debería pedirle más a Troy. Me pongo la ropa y decido ir a casa sin zapatos, me duelen los pies de tanta plataforma que últimamente estuve usando.
Salgo de esa casa que no conozco y voy camino a la de Andy. Supongo que Nat debe estar esperándome, son las tres de la tarde. Debí haber estado despierto hasta muy tarde. Saco un cigarrillo de una cajita que guardaba, le prendo fuego y le doy una calada. Necesitaba esto.
Llegue a casa, entro y no me sorprende encontrar a mis amigos en el suelo. Había pasado tanto tiempo que conozco a casi todos. Follé con muchos chicos por dinero, y no me avergüenzo de eso, ahora ellos son mis amigos y de vez en cuando piden una segunda ronda. Yo acepto cada una de ellas. Voy a la cocina por una cerveza. No encuentro ninguna. Agarro un vaso del suelo y le pongo agua, lo lleno de azúcar y lo que sobraba del alcohol de una botella de vodka. No hay nada más, debo conformarme. Pero no sabe tan mal.
—¡Naty! ¿Dónde estás linda?— pregunto
—¡Aquí!— grita desde el baño. Me dirijo allá y la encuentro en la bañera, con un vestido transparente que, sinceramente, dejaba ver toda su piel. Supongo que ese vestido se lo hizo con las cortinas, porque hace tiempo que no la veo con el de color negro. Debió haberlo cambiado por drogas. A su lado, en la bañera, hay un hombre, grande, musculoso, moreno, parecido a Troy, pero no es él, estaba dormido. —¿Qué tal Billy? No te vi anoche, ¿dónde estabas?— pregunta.
—Bueno, lo único que recuerdo es que estaba en el auto de un tipo, me llevó a su casa y… supongo que hubo otra orgía.
—Encantador— susurra. –Desde que viniste todo es fiesta. Andy me dijo que su vida era aburrida. Muchas veces iba a bares, pero jamás hacía algo como esto.
Debemos agradecértelo.
—No es para tanto Nat— digo.
—Es enserio Bill. Déjanos hacer una fiesta para ti.
Lo pienso por un momento y sonrío. –Está bien.
—¡Genial!— alza los brazos y me abraza. Esta mojada, pero qué importa, le sigo el abrazo.
En eso escucho mi celular. Lo saco de mi bolsillo y contesto, seguro es Andy. —
¿Hola?
—Hola, Bill… soy Tom.
Me quedo sin habla inmediatamente. ¿Cómo es posible esto? ¿Desde cuándo?
¿Por qué? ¿Cómo se te ocurría llamarme? Nunca olvidé esa llamada que tuve.
Pero pasó un mes desde eso entonces. Me confundes, ya no sé qué hacer contigo.
—Tom…— susurro.
Natalie me mira en shock y me pide que lo ponga en altavoz. Le hago caso y te comenzamos a escuchar. Esto es muy extraño, y seguramente Nat debe pensar lo mismo.
—Bill, escúchame por favor, yo, de verdad lo lamento. No quería que lo tomaras de esa forma, es solo que…
—Tom, no hay nada que explicar. Lo que hiciste estuvo muy, muy claro. Tú ya no me quieres, y lo entiendo, no valgo nada, soy solo una sucia perra que a nadie le importa. No tienes por qué pedir perdón, solo déjame y vive feliz junto a tu… a tu novia— te lo escupí todo, lleno de rabia y odio. Me habías lastimado tanto, estas mal de la cabeza. No tiene sentido que me llames si al final, ya no te importo.
Natalie puso su mano sobre mi hombro para que me calmara.
—No, Bill, no lo eres. No eres una perra Bill. Tú eres todo para mí. Eso que hice fue un error, no sé por qué lo hice, fui un tonto. Por favor vuelve conmigo. No sabes lo que haces, tienes que volver, te estás matando a ti mismo.
Me quedo silencio al igual que Nat. No entiendo nada de lo que dices. ¿Cómo que me estoy matando? –No… no te entiendo Tom…
—Te eh visto Bill. Cada cosa que haces, todo lo que te está pasando, está mal.
Cada día te veo en televisión. Esto que estás haciendo con tu vida está muy mal.
Te estás matando a ti mismo, te están usando como si fueras una puta. Deja de hacer eso y vuelve conmigo. Esas personas con las que estás no son una buena influencia para ti. Vuelve conmigo Bill. Déjalos a ellos, te engañan, juegan con tu mente para hacer contigo lo que quieran. ¿No te das cuenta? Cambiaste, no eres el mismo que antes— dices, y el corazón me duele. No sabes cómo me lastimas.
Natalie puso sus manos contra su boca mientras que de sus ojos salían lágrimas.
La habías lastimado a ella también. Los demás que estaban ahí, en la casa, me miraron, sus rostros muestran preocupación y tristeza. Te escucharon. Nunca me había sentido tan mal en mi vida. Primero me engañas, y ahora dices que las personas que son mis amigos, no son buenos para mí. No sé qué te pasa en la cabeza, pero de verdad, estas mal.
—Tom, no sabes lo que acabas de decir. Me has lastimado. Lastimaste a todas las personas presentes aquí. ¡Ellos son mis amigos! ¡Ellos me han ayudado cuando tú no! ¡Ellos siempre están para mí! ¡Con ellos puedo divertirme, hacer lo que quiera! ¡Son lo mejor que pude haber pedido! ¡Tú está mal! ¡Tú eres la mala influencia para mí! ¡Nunca vuelvas! ¡No me hables Tom! ¡No quiero escucharte!
—No Bill, escúchame, hazme caso. No sabes lo que haces, sé más inteligente.
—Oh, ahora soy un tonto, ¿verdad?
—No, no quise decir eso… Bill, yo…
—¡Deja de insistir! ¡Déjame en paz! ¡Me lastimas! Todo este tiempo hice de todo por olvidarte, y gracias a ellos, esas personas que dices que son malas, logré ser felices, cada día me sacan una sonrisa, tú en cambio me lastimas. ¡Vete! ¡No te quiero! ¡Te odio!
—Bill…
—¡Déjame!— grito.
—¡Déjalo en paz maldito! ¡Sí! ¡Vete! ¡Muérete! ¡Bill es nuestro no tuyo! ¡Le estás mintiendo! ¡Criatura asquerosa!— todos alrededor comenzaron a gritar. Me apoyaban, lo sabía.
Nat tomó el celular y habló. –Óyeme tú. Bill es un chico muy inteligente, hermoso y tierno. Cada día él siempre nos hace felices, nos apoya, y nos consigue comida. Él hace muchas cosas por cada uno de nosotros. Él es mi mejor amigo, no puedo pedir a alguien mejor que él. ¡Y si tú dices que nosotros le hacemos mal estás
equivocado! ¡Lo cuidamos, muchos de nosotros le damos dinero! ¡Siempre estamos ahí para él cuando lo necesita! ¿Verdad chicos?
—¡Sí!— gritaron todos.
—Ahora déjalo en paz. Bill no te quiere, acéptalo. Nosotros estuvimos con él cuando tú follabas con esa perra— Nat me devolvió el celular.
—Ya los escuchaste, déjame Tom— te colgué.
Todo fue silencio, hasta que me ahogué en lágrimas. Las personas a mi alrededor se acercar y me abrazan. Natalie también me abraza. –No te preocupes Bill, nosotros estamos aquí para ti— dicen.
—Gracias chicos, no saben cómo los quiero, son los mejores.
Tú estabas equivocado Tom. Ya no te necesito, no eres nada para mí. Si crees que ahora soy un monstruo, y que mis amigos también lo son, pues, todo esto fue tu culpa. Por ti me convertí en esto, y no cambiaré. Me gusta lo que soy.
En la noche, los chicos organizan una fiesta para mí. Andy llega después con bebidas, droga y comida. Ahora entendía por qué no lo vi en la mañana. Le contamos con Nat todo lo que había pasado y me abraza. Deja unos besos sobre mis labios y me invita un trago de su vodka. Yo acepto. Él que ama, no cómo tú Tom.
Nos sentamos en un sillón junto a Natalie mientras esperamos a que nos muestre la nueva droga que tiene. Es crack. –Perfecto— digo. Comenzamos a fumarlo y siento que no puedo parar.
—Bill, tengo algo más para ti— dice Andy. –Mira— me pasa una bolsa, donde había una jeringa, con Heroína.
—Oh por Dios… ¿Cómo la conseguiste?
—Todo por ti.
—¡Te amo!— grito y lo abrazo. Me agarra del trasero y me besa el cuello. –Uhmm Andy, fóllame.
—Por supuesto.
Miro a Nat. —¿Trío?
—¡Trio!— dicen los dos.
La noche no pudo ser mejor. El placer recorría mi cuerpo al igual que la interesante sensación del crack dentro de mi torrente sanguíneo.
Andy derramó un poco de vodka sobre mi cuerpo y comenzó a recorrer con su lengua cada parte de mí. Mientras que Nat me daba un poco de sexo oral.
—Genial— susurro por ahí por cada cosa que ellos me hacen. Miro a Natalie y le sonrío. Pronto veo como un hombre se la lleva a otro lugar. Nuevamente al baño.
Estaba divertido, extrañaré a Natalie.
Después de que Andy se corrió dentro de mí, le susurro. –Quiero la droga.
Lo entiende, sé que lo entiende. Vuelvo a ponerme lo que me quedaba de ropa y miro como saca la jeringa. —¿Seguro?
—Sí— corto mi manga con los dientes para que pueda inyectarla. Sentí un leve pinchazo, pero luego, todo se siente como si estuviese en las nubes. Tire la jeringa por ahí y sonrió de oreja a oreja.
—¿Qué tal?
—Esto es lo mejor que me pudieron haber inyectado— me rio y me caigo del sillón mientras todavía sigo riendo. Andy me invita más de su vodka y yo la trago desde el piso como si fuera un bebé.
Unas chicas se llevan a Andy y me quedo solo. Pero me uno a un tipo que estaba junto a otras personas. Le bajo los pantalones y yo mismo le hago sexo oral.
Nunca había visto a este chico, pero da igual. Es una fiesta, debo divertirme de alguna forma.
En cuanto se corre en mi boca, me alejo. Me duele la cabeza estoy mareado. Me apoyo contra la pared y comienzo a vomitar. Que importa si los demás me ven.
Además no soy el único que se puso a vomitar. Veo a algunas personas tiradas en el suelo, no se mueven y muchas son pisadas. Tal vez están durmiendo. Moví la cabeza de un lado a otro antes de seguir con mi camino. Busco a Nat, seguro ella me ayuda, porque de verdad, me siento muy mal. Llegó al baño, y encuentro al tipo que se la había llevado, estaba en el suelo con una botella de cerveza y parece inconsciente. Natalie está en la bañera, en posición fetal, se puede ahogar.
Me acerco a ella, y me asombro al verla. Le daban convulsiones mientras de su boca salía un líquido blanco y espeso.
—Natalie… ¿Qué pasa? ¿Estás bien?— no respondió. —¿Nat?— no entiendo nada, y la droga no me deja pensar bien, así que asumo que solo fue cosa del alcohol. De pronto deja de moverse y de su boca sale el líquido, pero ahora es rojo. —¿Nat? ¿Qué tomaste?— miro a mi alrededor, y al lado de la bañera ay un
tarrito casi vacío lleno de aspirinas. –Seguramente tomó esto— digo. Miro detenidamente las pastillas y me meto a la boca las últimas que quedaban. De pronto me siento más mareado que antes. Debería buscar a Andy y decirle que me ayude.
Me levanto del suelo donde estaba sentado. Me cuesta mucho caminar. No sé qué me pasa. Comienzo a ver muy borroso y me duele el estómago. Encuentro a Andy. Estaba jugando a la ruleta rusa con otros tipos. Se los veía muy rudos. Me quedo parado mirando un poco. No puedo mover ni un músculo y la todo el ruido desaparece. Parece que Andy está enojado y comienza a gritar, toma un arma y se apunta en la cabeza. ¿Qué está pasando? De pronto solo escucho un disparo y Andy cae al suelo.
—Andreas— susurro y también caigo al suelo. Apenas puedo ver, no puedo moverme, mi cerebro no responde a mis preguntas y mi garganta me arde. De repente, me doy cuenta. Mis lágrimas comienzan a car rápidamente y grito, grito y grito pero nadie me toma importancia. Tenías razón.
—¡Tom! ¡Tenías razón! ¡Tom! ¡Ven y sálvame! ¡Tom! ¡POR FAVOR! ¡ESTOY MURIENDO! ¡¡¡TOM!!!— me ahogué en lágrimas. –Me estoy muriendo Tom… me estoy muriendo y a nadie le importa. Natalie está muerta, Andy está muerto, Dennis, Jackson, Derek, todos están muertos. Las personas que apreciaba, pero que todo este tiempo me metían… ESTAMOS MUERTOS… TODOS VAMOS A MORIR TOM ¡¡¡SALVAME!!!
No pude decir nada más, mis cuerdas vocales dejaron de funcionar, mi cerebro ya no recibía información, ahora no me movía para nada, poco a poco dejaba de respirar, sentía que me ahogaba.
Tenías razón, todo este tiempo, lo lamento.
& Fin &