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Vivir en la verdad : la disidencia como fuente de reflexión ética para democracia Volumen 2

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Academic year: 2020

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(1),. TECNOLOGICO DE MONTERREY. VIVIR EN LA VERDAD: LA DISIDENCIA COMO FUENTE DE REFLEXIÓN ÉTICA. PARA LA DEMOCRACIA. TESIS QUE PRESENTA GABRIELA ELENA VIEYRA BALBOA. PARA OBTENER EL GRADO DE. DOCTORA EN ESTUDIOS HUMANÍSTICOS. TECNOLÓCilCO DE. CON ESPECIALIDAD EN ItTICA. MONTI:RREY. DIRECTOR DE TESIS: DR. CARLOS S. SOLA A Y APE MÉXICO D. F., OCTUBRE DE 2013 CAMPUS CIUDAD DE MÉXICO.

(2) CAPÍTULO 3. LA DISIDENCIA Cuando haya un elefante en la habitación, preséntalo. -RANDY PAUSCH. La gente puede gritarte desde todos lados: "¡Debes hacerlo!" Y tu propia cabeza puede decirte también: "¡Debes hacerlo!" Pero dentro de tu pecho hay una sensación de asco, de repudio. No quiero hacerlo. Me hace sentir enfermo. Hagan lo que quieran sin mí; yo no quiero ser parte de e:so. -ALEXANDR SOLZHENITZYN. En las páginas anteriores al presente capítulo nos hemos dedicado a sentar las bases de nuestra investigación sobre la disidencia. Poco hemos hablado de ella, pero esto no se debe a un error u omisión, sino a una clara intención de nuestra parte. Es nuestro parecer que para comprender la importancia de este fenómeno político era necesario demostrar, antes que nada, que la libertad de manifestarse en desacuerdo con la autoridad estatal es un ingrediente fundamental que debería existir y ser protegido a toda costa por cualquier agrupación de seres humanos iguales en dignidad, y que precisamente esta posibilidad es mejor garantizada por regímenes que aspiran al ideal de la democracia. 367 Guiados por esta premisa, descubrimos que, para ser considerado como tal, un Estado democrático deberá contemplar y aceptar el disenso como elemento nutritivo de la discusión y, por tanto, de las decisiones derivadas de éste. Lo anterior será posible cuando existan las condiciorn::s necesarias para la participación activa de los ciudadanos en la toma de decisiones públicas, 368 y para que éstos asuman como su responsabilidad el aprovechamiento de los espacios de diálogo, en aras del bien común. En ese sentido, así como señalamos a la democracia como el modelo óptimo al cual aspirar, también identificamos como su antónimo. 367. Linz, Totalitarian and Authoritarian Regimes, 58. Entre estas decisiones destaca la elección de gobernantes con poderes limitados, temporales y al servicio de la colectividad y representantes dedicados a la definición de leyes que regulen la vida pública. 368. 139.

(3) a la autocrncia, procedimiento. 369. 370. la cual a su vez se caracteriza por la completa ausencia de los universales de propios del ideal democrático. En consecuencia, la autocracia se erige como. el régimen distópico donde la dignidad, la libertad individual y los derechos humanos son mancillados y anulados, en perjuicio de toda la comunidad. A través del trabajo de diversos autores, nos dimos a la tarea de identificar aquellos síntomas que revelan la existencia de regímenes autocráticos. Al analizar sus rasgos comunes, encontramos que -como lo habíamos supuesto-- la desaparición del disenso, ocurrida en el seno de estos sistemas gubernamentales, anuncia el desplazamiento de la ciudadanía como titular del poder político soberano. Por tanto, dicho fenómeno también es heraldo del debilitamiento, en mayor o menor medida, de la democracia y, por consecuencia, del creciente acercamiento del régimen en cuestión al escenario de la distopía. Es en este contexto donde, quienes descubran la importancia de reivindicar las libertades del ciudadano y recuperar los espacios de participación para la construcción de consensos, no tendrán más opción de recurrir a la disidencia para lograrlo, en tanto que el disenso ha sido minimizado o erradicado. No obstante, hemos llegado al punto en que hace falta "hablar del elefante en la habitación," es decir, que definamos puntualmente a la propia la disidencia y que establezcamos cómo un individuo se convierte en disidente, mientras sus conciudadanos quedan sometidos silenciosamente al abuso del poder gubernamental. Por ello, a través del tercer capítulo de nuestra tesis, nos dedicaremos al análisis del concepto de disidencia y al estudio de sus protagonistas, -los disidentes- a fin de reconocer las causas y el 369. Sartori, ¿Qué es la Democracia?, 159. Ya en el primer capítulo hemos subrayado que entre dichos universales destacan "la solución pacífica de los conflictos sociales, la eliminación hasta donde sea posible de la violencia institucional, la frecuente alternancia de la clase política y la tolerancia, entre otros." Por ello, la democ:racia se concibe como un conjunto de criterios que idealmente deben normar la toma de decisiones colectivas (cualquiera que sea su naturaleza o contenido: político, cultural, económico, legal, etc.) que maximizan la libertad de los ciudadanos a través de la participación, no como actores secundarios supeditados al gobierno, sino como protagonistas del proceso de decisión, a la vez que se minimiza la función del gobierno a un mero gestor, tanto del propio proceso como de la implementac:ión de los acuerdos alcanzados. Bobbio, Matteucci y Pasquino, "Democracia," en Diccionario de política, 449. 370. 140.

(4) procedimiento por el cual devienen en tales, asf como los valores que orientan su comportamiento, las instituciones en que se asocian y las prácticas con que participan de este fenómeno político propio de los regímenes autocráticos. Debido a lo anterior, este capítulo es el más importante y, sin duda, el más extenso de nuestra tesis, pues en él nos dedicamos al análisis de nuestro principal objeto de estudio, distinguiéndolo de personajes como el opositor, el traidor, el criminal y otros con los cuales suele vinculársele, no siempre de manera casual, sino a todas luces de manera intencional y desde un discurso político particular. Descubriremos cómo se diferencia el disidente con respecto a cualquier otro individuo que manifiesta su desacuerdo, con diversos motivos y métodos, en los regímenes autocráticos y en contextos distintos a éste. Así mismo, definiremos aquello que hemos llamado la cultura de la disidencia y analizaremos los tres elementos que la componen es decir, los valores que defiende el disidente, las instituciones que forja en colaboración con otros individuos a fin de lograr sus objetivos y las prácticas por medio de las cuales manifiesta su desacuerdo con respecto al régimen de turno. También, a lo largo de las siguientes páginas, nos introduciremos en el estudio de la disidencia y a los disidentes desde su dimensión ética, en tanto que, como pretendemos demostrar a continuación para después retomarlo en el cuarto capítulo, su razón de ser está más vinculada con la moral que con la política; más con categorías relacionadas con la salvaguarda de la integridad y la dignidad de los sere:s humanos que forman parte de la sociedad, y menos con la intención de detentar el poder y con la conquista de espacios para el ejercicio del mismo sobre otros. Así pues, sin más preámbulo, adentrémonos en el mundo de la disidencia comenzando por su etimología.. 141.

(5) 3.1 La disidencia y otras expresiones del desacuerdo. En una habitación donde la gente mantiene unánimemente una conspiración de silencio, la verdad resuena como el disparo de un arma. -CES LA W MILOSZ. En el proceso de inquirir sobre la disidencia es frecuente encontrar inesperados sustantivos que, escondidos entre similitudes y aprovechando su íntima relación con los sinónimos y antónimos de dicha noción, se disfrazan de ella, arrastrándonos a la confusión y acercándonos al precipicio de la falta de precisión conceptual. Algunos de estos vocablos disenso, disensión, disentimiento, oposición, entre otros- son las distintas formas del desacuerdo en el ámbito de lo político que, por momentos, aparecen en los diccionarios de ciencia política, cual si fuesen la disidencia misma saludándonos desde aquellas páginas. Es decir, la distancia conceptual existente entre éste y otros conceptos de significado similar es tal que se dibuja con pincel fino, y a simple vista asemeja alguna leve grieta en el lienzo. Sin embargo, el observador cuidadoso, atento a los matices de color y al detalle en el trazo, será capaz de vislumbrar las sutiles pero relevantes diferencias entre estas nociones. Por ello, es menester analizarlos a profundidad a fin de distinguir unos de otros.. 3 .1.1. El dis1~nso, la disensión y la disidencia Una sociedad liberal florece con el disenso, pero muere con la disensión. El disenso es el torrente sanguíneo que da vida a la democracia, la disensión es su cáncer. -DANIEL J. BOORSTIN. Aunque están hermanados por el desacuerdo, la disidencia y el disenso son legatarios de vocablos diferentes, de los cuales son por cierto negación, como nos indica el prefijo dis-. Es por ello que para distinguirlos hace falta rastrearlos a ambos desde sus orígenes latinos. Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, la primera es la negación. 142.

(6) 371. del verbo sentar. -sedentare-, que a su vez surge de sedens o sedentis, de ahí que el que. diside -el disidente que nos ocupa- sea aquél que "se sienta aparte," 372 lo cual nos evoca de pronto a algún senador romano apartado de su grupo parlamentario en la tribuna. La segunda, en cambio, niega al verbo latino sentire -sentir373-. que equivale a 'juzgar, opinar; formar. parecer o dictamen." La disidencia,. 374. que procede del vocablo dissidentia, consiste en un grave desacuerdo. de opiniones (nótese el uso del adjetivo grave, del que hablaremos más adelante). Es también la acción y efecto de disidir 315 -dissidere- y significa separarse de la común doctrina, creencia o conducta. En cambio, disenso 376 y disentimiento377 -hermanos gemelos en tanto equivalentes literales- son vástagos de dissensus y derivan de un verbo distinto: disentir378 -del latín dissentire-, es decir, no ajustarse al sentir o parecer de alguien. Curiosamente, cabe mencionar que el idioma español no hace ninguna distinción entre quien diside y el que disiente: ambos se llaman disidentes, lo cual puede llevamos al desconcierto. No obstante, al traducir ambas acepciones al inglés, encontramos que existen dos vocablos para referirse a uno y otro, pues se designa al primero dissident y al segundo dissenter. 379 Esta diferencia sutil contribuye a revelamos que nos referimos a dos personajes con características propias. El primero resulta ser el personaje principal de esta tesis en tanto que se vincula con dissidence (disidencia), mientras que el segundo está relacionado con dissent (disenso). Vale la pena hacer un alto para analizar un detalle editorial que pudiera ilustrar la confusa similitud entre el disenso (y sus sinónimos) y la disidencia. Si se revisa el 371. Real Academia Españ.ola, "Sentar." "Dissident," Webster's Revised Unabridged Dictionary, http://dictionary.reference.com/browse/dissident (acceso 9 de Octubre de 2012). 373 Real Academia Española, "Sentir." 374 Real Academia Españ.ola, "Disidencia." 375 Real Academia Española, "Disidir." 376 Real Academia Española, "Disenso." 377 Real Academia Españ.ola, "Disentimiento." 378 Real Academia Española, "Disentir." 379 "Dissenter," Webster's Revised Unabridged Dictionary. 372. MICRA,. !ne.,. 143.

(7) Diccionario de Política de Norberto Bobbio, Nicola Matteucci y Gianfranco Pasquino, en su. 14ª edición, fechada en 2005, se descubrirá que la obra no tiene una entrada para disidencia ni para disenso --o disentimiento---, pero sí para disensión. 380 [Ésta,] o sea el contrario de consenso, es la categoría más general y comprensiva de toda forma de desacuerdo y de actitud negativa hacia un sistema político o sus aspectos más específicos [... ] se concreta en apatía, indiferencia, desapego del sistema político o bien en exhortar, persuadir, criticar, hacer presión con medios violentos o no violentos, para inducir a quienes toman las decisiones a preferir una elección en lugar de otra o a modificar decisiones o directivas políticas precedentes. 381. De estas líneas hay que subrayar que la disensión aquí definida admite medios tanto violentos como no violentos. Sin embargo, líneas más adelante, Bobbio aclara que "algunos autores han preferido, por encima de esta amplia definición, una más restringida, [según la cual] la disensión sería toda forma de desacuerdo no organizada de manera estable y no institucionalizada, que se mantiene siempre dentro de los ámbitos moderados y no violentos, individuales y colectivos." 382 Entre dichos autores, que vislumbran una disensión que no se valga de la. violencia, se halla Leonardo Morlino quien, en la edición de 1988 del propio Diccionario de Política, participó con la redacción de la hoy desaparecida entrada sobre el. disenso, al cual define precisamente como explica Bobbio en esta aclaración, pero además puntualiza que quien disiente "no pretende sustituir al gobierno en funciones por otro y tanto menos derribar al sistema político vigente." 383 Podemos apreciar que la intención de Bobbio es la definición de un tipo de desacuerdo -la disensión- que abarca a cualquier tipo de negación del sistema político y pretende influir en los tomadores de decisiones, sin importar si es o no organizada y/o institucionalizada, y con un amplio espectro de prácticas que van desde 380. Este vocablo, del latín dissensio, se define como "oposición o contrariedad de varias personas en los fiareceres o propósitos; contienda, riña, altercación." Real Academia Española, "Disensión." 81 Bobbio, Matteucci y Pasquino, "Disensión," en Diccionario de política, 506. 382 Bobbio, Matteucci y Pasquino, "Disensión," en Diccionario de política, 506. 383 Leonardo Morlino, "Disenso," en Norberto Bobbio y Nicola Matteucci, Diccionario de Política, (México, D. F.: Siglo XXI, 1998), 567.. 144.

(8) la simple y silenciosa apatía hasta la oposición violenta más extrema. En cambio, la definición de Morlino, nos permite captar tres puntos que hacen del disenso un tipo de disensión más específica: a) que su forma de organización es naturalmente inestable, b) que su condición nunca será violenta y c) que no pretende hacerse con el poder político. 384 En otras palabras, podemos concluir que la diferencia más importante entre disensión y disenso es que la primera contempla el uso de la violencia como expn!sión del desacuerdo, mientras que el disenso no la admite como tal, sino que se limita a formas pacíficas, particularmente basadas en el diálogo y el respeto dentro de un marco institucional. Con respecto a las justificaciones y funciones de la disensión -recordemos que ésta engloba al disenso y a la disidencia-, Bobbio explica: La disensión puede justificarse con argumentos de tipo ideológico. Las tesis disidentes son presentadas como las más "justas" o las más "racionales" porque realizan mejor los valores de los disidentes, tanto si estos valores sirven de fundamento a la legitimidad del sistema político como si no. En la realidad política, sin embargo, este tipo de disensión, definible como "ideológica," es acompañada a menudo por una disensión que tiene raíces económicas o sociales. En este segundo caso la ideología es sólo una justificación de superficie [ ... ]. La disensión hace emerger a la atención de la opinión pública injusticias y privilegios existentes en el sistema social. Y en ese sentido da oportunidad de expresión -aunque no siempre con resultados positivos- a minorías subprivilegiadas. 385. Vale la pena puntualizar que, en función de lo anterior, se entiende que la disensión, en su acepción más general, implica la existencia de un diálogo en el cual, tanto quienes están de acuerdo con el sistema político como los mismos disidentes pueden contraponer argumentos lógicos para respaldar sus opiniones. En tanto las propuestas de ambos partidarios y disidentes- contribuyan a sustentar el sistema político, tendrán la misma posibilidad de ser aceptadas como criterio de futuras decisiones. Así mismo, la naturaleza de 384 385. Como veremos más adelante, la disidencia suele compartir estas tr,;:s características. Bobbio, Matteucci y Pasquino, "Disensión," en Diccionario de política, 507.. 145.

(9) estas opiniones discordantes y concordantes, pueden tener un trasfondo económico --en su sentido amplio que abarca, desde el interés personal de lucro hasta la distribución equitativa de la riqueza en una comunidad- o social, también en su más vasta acepción. El problema con la disensión es que contempla la posibilidad de que un punto de vista sea impuesto por la fuerza sobre los demás. Mientras tanto, Morlino enfatiza el que el disenso, a diferencia de otras formas de disensión, no necesita hacer uso de la violencia, pues existen canales institucionalizados que permiten encauzar el desacuerdo con miras a la toma de decisiones. 386 La relevancia de la disensión, como categoría general del desacuerdo en el ámbito político es tal que, como ya hemos comentado páginas atrás, algunos teóricos democráticos han sostenido la necesidad de protección de la disensión y de la libertad crítica a él (sic) ligada. Más bien, puede creerse que la democracia, como régimen político, nace efectivamente cuando se reconoce en definitiva la libertad de disentir, condicionada por el sólo hecho de que ésta no llegue a concretarse en manifestaciones de violencia. La protección democrática de la disensión consiste, en la práctica, en la efectiva aplicación de las normas que garantizan el ejercicio de derechos civiles, como la libertad de prensa, de palabra y de asociación. 387. Desde nuestro punto de vista, la palabra clave en este párrafo es "democracia" -sobre la que ya hemos comentado ampliamente en páginas previas- dentro de la cual, las manifestaciones legítimas y no violentas de la disensión no solamente son permitidas, sino esperadas y deseadas, convirtiéndose en elemento sine qua non de un régimen democrático que se conciba como tal. De tal modo, en dicho modelo gubernamental deben existir 386. Como veremos más adelante, ésta será una de las preocupaciones fundamentales que pretendemos dirimir con respecto a la disidencia. ¿Puede y debe la disidencia valerse de medios violentos para alcanzar sus objetivos? De momento podemos adelantar que la respuesta a esta pregunta es que no, puesto que la disidencia está en contra de regímenes que abusan de sus facultades, incluyendo entre otras el uso de la fuerza, para mantenerse en el poder. Al pasar de la coerción legítima a la violencia ejercida desde el Estado incumplen con el contrato social y por tanto deben ser cuestionados por los ciudadanos. Consideramos, pues, que -incluso ante la desaparición de los canales que institucionalmente deberían encauzar el disenser- si el disidente se valiera de estos medios incurriría en una grave falta de coherencia, lo cual volvería igualmente ilegítima su causa, convirtiéndolos precisamente en lo que el régimen autocrático pretende demostrar que son: delincuentes, criminales comunes y corrientes que deben ser sancionados conforme a la ley. 387 Bobbio, Matteucci y Pasquino, "Disensión," en Diccionario de política, 507.. 146.

(10) mecanismos institucionalizados para privilegiar el disenso ----entendido como la vertiente no violenta de la disensión- a la vez que aquellas formas de desacuerdo que recurren al uso de la fuerza merecen ser condenadas. Recordemos que esto se debe a que una sociedad civilizada es el resultado de la renuncia a la libertad absoluta, propia del estado de naturaleza, que permitía a todo individuo el uso irrestricto de la brutalidad para hacer valer su voluntad, aun a costa de otros. En cambio, el contrato social que regula la convivencia en la vida civilizada, tendrá como una de sus finalidades eliminar el uso de la fuerza 388 entre los individuos y la creación de instituciones que medien entre éstos a fin de convertir las diferencias de opiniones en consensos derivados del diálogo.. 3 .1.2 La cultura del disenso No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo. -FRAN<;OIS MARIE AROUET (VOLTAIRE). A fin de asegurar una vida política sana que nutra al contrato social y le permita adaptarse a nuevas circunstancias y necesidades, consideramos necesario que toda comunidad cultive y goce de aquello que, para efectos de esta investigación, hemos llamado "cultura del disenso." Como ya hemos comentado en páginas prev:tas, ésta consiste en encauzar las divergencias entre los integrantes de una comunidad a través de mecanismos institucionales que impulsen d libre diálogo para la construcción de consensos racionales, orientados al bien común y que incluyan puntos de vista disidentes.. 388. Cabe recordar que, de acuerdo con Weber, el monopolio del uso de la fuerza, siempre y cuando ésta sea legítima, aceptada y justificada, quedará en manos del Estado. Por su parte, éste deberá ser cuidadoso, limitando el uso de esta facultad al mínimo y en las circunstancias que su potestad le permita. De lo contrario podría afectar su legitimidad política. Así mismo, como ya hemos sugerido previamente, con base en el pensamiento de Hannah Arendt, no debe confundirse esta fuerza legítima o coerción con la violencia, que se distingue de aquélla porque se ejerce con fines ajenos al bien común y sin la validación de la comunidad. Es por lo anterior que el Estado jamás deberá hacer uso de la violencia ni del terror como herramienta de poder, en contra de sus ciudadanos. Weber, Economy and Society, 86.. 147.

(11) Entonces la cultura del disenso, se hace evidente cuando en dicha sociedad se tiene en alta estima principios como el respeto a la libre expresión y a la diversidad, la igualdad y la solidaridad entre ciudadanos y el aprecio por la convivencia pacífica y cuando existen instituciones que facilitan, canalizan y promueven en el diálogo libre para la toma de decisiones. También podremos diagnosticar su vigencia cuando se permiten e incluso fomentan prácticas como las elecciones pluripartidistas, el ejercicio libre y responsable del periodismo y otras formas de expresión, mediante el uso de espacios públicos para la manifestación de ideas a favor o en contra de posturas diversas, la existencia de diversos medios de comunicación y la conformación de organizaciones de la sociedad civil reconocidas legítimamente. 389 La presencia de dicha cultura del disenso debiera ser defendida, como sugiere Voltaire, hasta las últimas consecuencias, en tanto que es síntoma de una saludable vocación democrática en la comunidad que previene la emergencia de regímenes autocráticos. 390 Por el contrario, es importante anticipar que, desde nuestro punto de vista, ante la ausencia o debilitación de los elementos que conforman esta cultura, la ciudadanía se verá obligada a encontrar canales alternos para manifestar su desacuerdo con la autoridad vigente, como ocurre en los regímenes autocráticos, para lo cual el disenso --otrora legítimo y abierto-tendrá que volcarse a la clandestinidad, convirtiéndose ,entonces --como ya veremos- en disidencia. En otras palabras, cuando existe y se vive una cultura del disenso, la disidencia es innecesaria y,, por el contrario, cuando el disenso desaparece, es imperante gestionar una cultura de la disidencia, cuyo objetivo será abonar el terreno para que el disenso vuelva a emerger en la voz de una ciudadanía activa, capaz de recuperar su papel protagónico en el. 389 390. Laura Baca Olamendi, "Disenso," en Léxico de la política, 197. Linz, Totalilarian and Authorilarian Regimes, 58.. 148.

(12) quehacer político. Ello le permitirá restablecer los universales de procedimiento 391 propios de la cultura democrática, partiendo de la premisa de que este modelo es el escenario idóneo para garantizar los derechos y las libertades individuales que regulen una sana relación entre gobernantes y gobernados, basada en la legitimidad y la adhesión voluntaria de los individuos al contrato social. A la luz de lo descrito en páginas previas, sabemos que existen diferentes formas de desacuerdo político como la disensión, el disentimiento y el disenso, y hemos dibujado los matices que las distinguen entre sí. Así mismo, tenernos noción de que, desde sus raíces etimológicas, todos estos conceptos son similares pero no sinónimos equivalentes. Ya hemos descubierto qué son y podemos concluir que ninguno de ellos es la disidencia, la cual emerge --como ya hemos explicado-- al sofocarse la cultura del disenso. Aun así, hace falta profundizar en la definición de disidencia, como haremos más adelante. 3.1.3 La oposición y la disidencia Si un gobierno comete una grave injusticia, el súbdito debe retirar su cooperación completa o parcialmente, de modo suficiente para que el gobernante se abstenga de la maldad. En todo caso, concibo que hay un elemento de sufrimiento ya sea mental o fisico. Sin dicho sufrimiento es imposible obtener la libertad. -MAHATMA ÜANDHI. Para alcanzar una definición más puntual, allende su etimología, Juan Antonio Le Clercq392 sugiere que es necesario contrastar el término disidencia con otro miembro de la familia del desacuerdo -la oposición- cuyas raíces no son tan cercanas a las nociones de disidir o disentir, pero cuyas características y función en el entorno de la política contribuyen con un nuevo matiz que pudiera resultar decisivo en nuestra construcción de definiciones. De acuerdo con Le Clercq, tanto disidencia como oposición son utilizados "para describir y 391 392. Bobbio, Matteucci y Pasquino, "Democracia," en Diccionario de política, 449. Juan Antonio Le Clercq, Checoslovaquia, 4.. 149.

(13) explicar lo mismo: la movilización de intelectuales, artistas, políticos, estudiantes y otros sectores sociales, en organizaciones no reconocidas por el Estado que pretenden reivindicar canales mínimos para expresar las opiniones de la sociedad y, al mismo tiempo, establecer un límite al poder del Estado a través de la garantía de derechos ciudadanos." 393 En ese sentido disentimos con Le Clercq, en tanto que las organizaciones consideradas como de oposición sí gozan del reconocimiento del Estado. Acaso habría que matizar que la oposición no está al margen del sistema estatal, sino del aparato gubername:ntal. Tal es el caso de partidos políticos que no detentan el poder pero que, a fin de hacerse con él, realizan actividades de proselitismo para participar activamente en la carrera por puestos de elección popular, a reserva de que los comicios se realicen con transparencia y legalidad. Su existencia y reconocimiento será del interés del régimen de turno, como evidencia de su disposición democrática y tolerante, particularmente cuando el proceso por el cuál aquél se haya instituido en autoridad sea puesto en duda. Pese a este detalle, las palabras de Le Clercq nos acerca un paso más a la definición de disidencia indicándonos a) que ésta y la oposición suelen ser empleados como términos intercambiables para describir un mismo fenómeno, b) que ambos son protagonizados por actores específicos que reconocemos por primera vez --intelectuales, artistas, estudiantes, etc.- y c) que, al mismo tiempo, cobran una nueva dimensión dado el escenario o contexto en que ocurren, en el sentido de que tanto los opositores como los disidentes son agentes que actúan al margen de las instituciones gubernamentales, con el afán de limitar su poder y de abrir espacios para la libertad de expresión, así como la defensa de derechos civiles. Tal parece, que tanto la oposición como la disidencia surgen en una etapa posterior a un proceso de diálogo en que una decisión política ha sido tomada mediante la imposición de la postura oficial, acaso mayoritaria, y defendida por la autoridad, sin haber tomado en cuenta, 393. Le C\ercq, Checoslovaquia, 4.. 150.

(14) en mayor o menor medida, opiniones divergentes que pudieran haber enriquecido la discusión y sus resultados, al incluir la perspectiva de grupos minoritarios o con menor posibilidad de impactar en las decisiones comunitarias por cualesquiera razones. Jorge Alonso concurre con nosotros cuando afirma que la oposición política es la contraposición de criterios y acciones a la política dominante. Implica resistencia a ideas o esfuerzos de personas, grupos e instituciones. [ ... ]. La oposición conlleva contradicciones, antagonismos, rivalidades, contiendas, protestas, resistencias y rebeliones. La oposición da expresión a un movimiento en contraposición a los detentadores del poder. Puede darse una oposición dentro del sistema o fuera de él (contra el sistema). 394. Sin embargo, Alonso nos ofrece una observación que vale la pena subrayar, en tanto que apuntala la observación que hemos hecho sobre la postura de Le Clercq: pese a su naturaleza ant'igónica, la oposición puede presentarse al margen del aparato gubernamental, pero dentro del sistema político, es decir, de manera legítima y abierta, amparada por un marco normativo.. 395. Éste permite la existencia de puntos de vista divergentes, incluso una vez. que las decisiones han sido tomadas, a razón de que el diálogo no debería suspenderse por ello. Por el contrario, el sistema contempla la posibilidad de que hayan inconformes que podrán continuar manifestándose corno tales, llamando a. reabrir cualquier conversación que se considere pertinente. Entonces, la oposición es también un elemento propio e indispensable de la cultura del disenso, dado que los asuntos discutidos en un sistema que permite su existencia, están siempre sujetos a escrutinio público. Los asuntos de interés público no se zanjan de una sola y definitiva vez, sino que pueden ser reevaluados cuando la comunidad, haciendo uso libre de su derecho de participación, determine que hace falta incluir aquellos puntos de vista que, de 394. Jorge Alonso, "Oposición," en Baca Olamendi, Léxico de la política, 489. Los disidentes, en cambio, no gozan de una identidad similar. Como veremos más adelante, las autoridades les atribuyen otros motes a fin de descalificarles, dado que dar fe de su presencia dentro del sistema equivale a reconocer revela la desaparición del disenso y la emergencia de la autocracia. Jorge Alonso, "Oposición," en Baca Olamendi, Léxico de la política, 489.. 395. 151.

(15) acuerdo con individuos o grupos identificados como opos:itores, hayan quedado fuera y valga la pena considerar nuevamente. 396 No obstante, tampoco la oposición es equivalente a la disidencia, y por tanto los opositores tampoco son lo mismo que los disidentes que nos interesa investigar. De acuerdo con Ghita Ionescu e Isabel de Madariaga, la oposición "es la forma más avanzada e institucionalizada de conflicto político, de modo que la presencia o la ausencia de oposición política institucionalizada puede servir de criterio para clasificar a una sociedad como liberal o dictatorial, democrática o autoritaria, constitucional--pluralista o monolítica." 397 Sartori coincide con esta aseveración, cuando afirma que "en las democracias, la oposición es un órgano de la soberanía popular tan vital como el gobierno. Suprimir la oposición significa suprimir la soberanía del pueblo," 398 acercándonos cada vez más al precipicio de la autocracia, a la desaparición de la cultura del disenso y con ello a la consecuente pérdida de libertades individuales y civiles, así como las violaciones a los derechos humanos y la vulneración de la dignidad que éstos deben proteger. Ahora bien, si como dice Peter Hoffman, "siempre ha habido resistencia a la autoridad desde que existe la autoridad," 399 es de esperarse que, incluso en contextos autocráticos, surja una oposición no institucionalizada. Pero, entonces, no estaríamos hablando ni de disensión, ni de disenso, ni de oposición, pues todas éstas formas de desacuerdo ocurren al amparo de la ley y sus instituciones. Ello nos lleva a plantear una pregunta crucial para la que ya podemos anticipar la respuesta: ¿qué nombre hemos de dar entonces, a la oposición que florece en la adversidad propia de las sociedades dictatoriales, autoritarias o monolíticas que describen estas dos autoras? Se le llama disidencia, ni más ni menos. 396. Jorge Alonso, "Oposición," en Baca Olamendi, Léxico de la polltica, 489. Ionescu y De Madariaga, La Oposición, 23. 398 Sartori, ¿Qué es la Democracia?, 31-32. 399 Peter Hoflman, The History of German Resistance, 1933-1945 (Montreal, Québec: McGill-Queen's Press, 1996), ix. Traducción propia. 397. 152.

(16) 3.2 La disidencia y los disidentes. El disidente no opera en el ámbito del poder genuino. No busca el poder. No desea una posición oficial y no procura votos. No intenta agradar al público, no ofrece nada ni promete nada. No puede ofrecer nada, si acaso, su propia piel; y la ofrece solamente porque no tiene otra manera de afirmar la verdad por la que vela. Sus acciones simplemente articulan su dignidad como ciudadano, sin importar el cos·:o. -VÁCLAV HAVEL. A través del análisis de los conceptos disenso, disensión y oposición, en contraste con la disidencia., llegamos a la conclusión de que esta noción se refiere a toda oposición política que ocurre en Estados autocráticos fuera de los espacios institucionales destinados a la toma de decisiones colectivas. Dicha situación se hará evidente cuando, al manifestarse en contra del régimen, uno o varios individuos, a los que llamaremos disidentes, sean perseguidos por la fuerza pública-de fact~ que intenta silenciarlos, incluso cuando el régimen asegure -de. jure- que el disenso es bienvenido en el proceso para la construcción consensos. Por lo tanto, si el marco institucional contempla, procura y protege de manera más o menos efectiva la existencia del desacuerdo --en tanto ejercicio de libertad de expresión- habremos de referimos a éste como disenso u oposición. En cambio, hablaremos de disidencia cuando dicho desacuerdo sea motivo de persecución y condena, en tanto que ocurre en el seno de lo que Ionescu y De Madariaga llaman "Estados sin oposición,"400 donde no se cuenta con vías institucionales para canalizar e incorporar el disenso en el proceso de diálogo para la resolución de conflictos.. 400. De acuerdo con dicha autoras son Estados sin oposición: 1) los Estados soberanos en los que la oposición política como institución no ha sido prohibida por quienes detentan el poder, pero tampoco existe de hecho. Esta clasificación corresponde a los estados políticamente subdesarrollados. 2) los Estados soberanos en que la oposición política como institución es rechazada por quienes tienen el poder en nombre de la persecución de altos fines nacionales. Estos son definidos como estados nacionales. 3) Estados soberanos en los que la oposición política como institución es rechazada por quienes tienen el poder en aras de la eliminación de la alienación y la integración de la sociedad sin clases del futuro. En estos tres casos anteriores los conflictos políticos no pueden tener salida por vía legal e institucional y, por ende, se tienden a manifestar por medios extralegales y a través de un enfrentamiento con el poder. Ionescu y De Madariaga, La Oposición, 164 y 165.. 153.

(17) Por ejemplo, bajo la dictadura comunista las autoridades de la Unión Soviética consideraban al suyo un gobierno tolerante, abierto a la crítica y a la activa participación de los ciudadanos para llevar a cabo los ideales de la Revolución. Por ello sostenían que en su país no existían prisioneros políticos, pues, en palabras de Gorbachev, "nuestros ciudadanos no son perseguidos por sus creencias; no juzgamos a nuestra gente por sus opiniones.',4oi No obstante, durante y después del estalinismo cientos de miles de ciudadanos fueron sentenciados a prisión bajo el cargo de "enemigos de los trabajadores," debido a la realización de actividades de agitación y propaganda soviética las cuales, debido a su naturaleza contrarrevolucionaria, son perseguidas como actos criminales.. 402. Al respecto, el artículo 58. del Código Penal de la República Federal Soviética Socialista Rusa -puesto en vigencia a partir de 1934---señala que una actividad contrarrevolucionaria es cualquier acción dirigida a derrocar, subvertir o debilitar el poder de los soviets campesinos y obreros y los gobiernos de la URSS y las repúblicas soviéticas autónomas, o bien dirigidas a minar o debilitar la seguridad interna de la URSS o los principales logros económicos, políticos y nacionales de la revolución proletaria. 403. 401. Reservamos la definición de prisioneros políticos y presos de conciencia al apartado donde hablaremos de diferentes designaciones recibidas por los disidentes. Así mismo, veremos más adelante que, durante décadas, el disidente ruso Andrei Sakharov hizo constantes declaraciones en contra de los abusos del poder estatal en contra de sus ciudadanos, particularmente de disidentes que eran aprehendidos y llevados a campos de trabajos forzados, o enviados al exilio interno en remotas regiones de la tundra siberiana, o bien deportados fuera de la URSS, despojados de su ciudadanía. Sakharov y su esposa, Yelena Bonner, una aguerrida disidente igualmente comprometida con la misma causa que su esposo, apoyaron a incontables disidentes y sus familias durante sus juicios, llevados a cabo fuera del marco de la ley, ocultos a la mirada de la opinión pública y con la presencia de agentes de la KGB e infiltrados pagados por ésta que constantemente abucheaban a los acusados. Llamándolos traidores y enemigos del pueblo, y exigían al juez la pena máxima por su supuesta traición. Pese a lo que Sakharov y todos los involucrados en el movimiento disidente habían presenciado con sus propios ojos, el gobierno soviético no reconocía la existencia de ciudadanos detenidos por cuestiones políticas. Las palabras que hemos reproducido son parte de una carta escrita al científico, y que éste recupera en sus Memorias. Sakharov, Memoirs, 607. Traducción propia. 402 Los artículos 58, 70, 190-1, 142 y 227 del mismo código comp\ementan la tipificación de estos delitos, así como las sentencias susceptibles de ser impuestas a quienes incunan en ellos. "Criminal Code of the RSFSR (Russian Soviet Federated Socialist Republic) 1934," Cyber-USSR, Hugo S. Cunningham, 10 de Junio de 1997, http://cyberussr.com/uk58-e.html#58-la (acceso 29 de Abril de 2012). Traducción propia. 403 "Criminal Code ofthe RSFSR.". 154.

(18) La diversidad de actividades consideradas como tales, a raíz de esta amplia definición inscrita en el código penal, es inmensa y da pie a que cualquier forma de desacuerdo político relacionada con la libertad de expresión y de culto sea motivo de encarcelamiento 404 . Entonces, dado que la promulgación de leyes como ésta arrojan a la oposición fuera del sistema estatal, todo aquél que desee manifestarse en contra de éste tendrá que hacerlo de manera clandestina, volcándose así a la disidencia. Quien lo haga deberá arriesgarse a ser objeto de la persecución impulsada por un marco legal y una praxis que, como en este caso, contradice abiertamente el discurso de apertura, tolerancia y respeto por los derechos humanos y civiles difundido por la autoridad. Debido a estas circunstancias, el acérrimo crfüco del régimen estalinista, Roy Medvedev, 405 afirma que en el contexto de la extinta URSS, los disidentes eran ciudadanos que estaban en desacuerdo con las políticas y acciones de su gobierno, que protestaban abiertamente contra estas acciones y que por sus actividades solían ser víctimas de acoso, persecución, encarcelamiento o muerte a manos de la KGB. y otras agencias. gubernamentales. 406 Sin embargo, la disidencia no es un fenómeno exclusivo de la URSS. De acuerdo con Robert Cole y Michael Moody, el término disidente se volvió popular durante la década de 404. En ese sentido destaca el inciso 10, según el cual "la propaganda o agitación que contenga algún llamado a derrocar, subve1tir o debilitar la autoridad soviética o a llevar a cabo otros crímenes contrarrevolucionarios, así como la distribución, preparación o resguardo de literatura de esta naturaleza será castigado con la privación de la libertad por no menos de seis meses." Esta misma pena será imputable por "no denunciar crímenes contrarrevolucionarios," según lo establece el inciso 12. "Criminal Code ofthe RSFSR." 405 Roy Medvedev (l 925-) es el autor de Let History Judge una amplísima investigación -publicada por primera vez en 1969 fue:ra de la URSS- sobre las facetas más oscuras del régimen de José Stalin: las purgas de 1929 a 1931, el asesinato de Sergei Kirov, los juicios contra Bukharin y Trotsky, así como el involucramiento del dictador en el asesinato de éste último en México, los campos carcelarios que alojaron a los enemigos del régimen en condiciones infrahumanas, las millones de muertes causadas por la cuestionable gestión de Stalin en la Segunda Guerra Mundial, etc. Debido a éste y otros textos publicados en samizdat -literatura clandestina producida por disidentes soviéticos- Medvedev fue sujeto a arresto domiciliario y acosado por la KGB durante años, lo cual no impidió que continuara su labor disidente hasta el colapso de la URSS. Roy Aleksandrovich Medvedev, Let History Judge: Origins and Consequences of Stalinism (Nueva York: Columbia University Press, 1989). 406 Roy Aleksandrovich Medvedev, Piero Ostellino y George Saunders, On Soviet dissent (Chicago: Northwestern University, 1980), l. Traducción propia.. 155.

(19) 1970 como una etiqueta dada por el mundo occidental para referirse a los activistas de Europa Central y Oriental involucrados en los movimientos a favor de derechos humanos. 407 Debido a esta particular vocación, ambos autores afirman que, más que simples adherentes a alguna forma de oposición o una simple expresión de inconformidad, los disidentes "invocan una especial dedicación por la libertad intelectual y de conciencia y por el derecho a la libre ., " expres1on;. º. 4 8. de ah'I que ambos ana1·1stas concuerden con nosotros en que es menester. destacar la naturaleza moral y no violenta de este fenómeno, como haremos en su momento. Ahora bien, aunque estas definiciones nos arrojan información sobre el espacio geográfico y temporal en que el concepto es gestado y usado, aún no conocemos las características compartidas por aquellos activistas a los que hace referencia. Por ello, encontramos pertinente abordar en este punto la definición más completa de disidencia con la que hemos dado a lo largo de nuestra investigación, la cual auspiciosamente, proviene de la pluma de un disidente: el dramaturgo Václav Havel, quien fuera vocero de la Carta 77, protagonista de la Primavera de Praga, así como de la Revolución de Terciopelo que dio fin a régimen comunista checoslovaco, para luego convertirse en el primer presidente electo de su país en los primeros comicios celebrados en poco más de cuarenta años. 409. 407. Cole y Moody, The Dissenting tradition, 9. Cole y Moody, The Dissenting tradition, 9. 409 Václav Havel (1936-2011) se forjó sobre y detrás del escenario del Teatro de la Balaustrada, en Praga, donde trabajó como asistente, iluminista, asistente administrativo, director y dramaturgo. Fue autor de varias obras teatrales como La fiesta ( 1963) y El Memorándum (] 965). Sin embargo, en 1968, cuando el ejército soviético invadió el país, todas éstas fueron censuradas por las autoridades checoslovacas pues su autor apoyó públicamente las r,eformas políticas de Alexander Dubcek. Más tarde, en 1976 Václav Havel se incorporó en calidad de vocero, al movimiento conocido como La Carta 77, que se constituiría en el primer acto organizado de protesta civil contra el régimen comunista, catalizado por la invasión soviética de 1968, y por tanto, uno de los movimientos disidentes más importante de la región. En consecuencia, Havel fue arrestado y encarcelado por su activismo. En 1979, junto con nueve miembros del Comité por la Defensa de los Injustamente Perseguidos (VONS por sus siglas en checo), del que también formaba parte, fue nuevamente sentenciado a cuatro años y medio en prisión. Fue entonces que comenzó a ser reconocido como disidente por la opinión pública internacional. Tras su liberación, y bajo constante vigilancia por parte de las autoridades, continuó dedicado a actividades políticas y su prestigio lo llevó a ser elegido líder del grupo opositor Foro Cívico, el cual, alentado por la Perestroika y la glasnost en la URSS, promovió la democratización en Checoslovaquia, y logró la dimisión del Partido Comunista durante la Revolución de Terciopelo de 1989. Ese mismo año, Václav Havel fue electo como el noveno y último presidente de Checoslovaquia. En 1992 tuvo un papel protagónico en la separación del país en dos entidades: la República Checa y Eslovaquia. Un año después, y nuevamente en 1998, fue electo 408. 156.

(20) En su ensayo The Power of the Powerless, que re:petidamente hemos citado por su relevancia como documento primario de la disidencia en Europa del Este, Havel identifica que se trata de un término creado por la prensa occidental para hacer referencia a un fenómeno prot1gonizado por ciudadanos del bloque soviético que han decidido "vivir en la . ' . 1) expresan posturas mcon . tiormes y verdad,,410 y que comparten cmco caractenst1cas:. opiniones críticas de manera pública y sistemática dentro de los estrictos límites que tienen a su disposición; 2) pese a la imposibilidad de publicar en su ¡oaís y debido a cualquier forma de persecución a la que sus gobiernos los sometan, han logrado, en virtud de sus actitudes, ganar cierta estima tanto del público como del propio gobierno, lo cual les provee de cierto poder indirecto y alguna inmunidad, en tanto que perseguirlos abiertamente, acarrearía complicaciones para la autoridad gubernamental; 3) el horizonte de su atención crítica y su compromiso abarca causas generales, y no sólo ámbitos específicos, lo cual dota a su trabajo de una naturaleza política aunque el grado en el que ellos mismos se reconocen como poseedores de alguna fuerza varía en alto grado; 4) son personas que se inclinan por medios y fines intelectuales, de modo que la palabra escrita suele ser la principal, si no es que única herramienta política que dominan y con la que puede:n atraer la atención de otros, particularmente desde el extranjero y, finalmente, 5) en Occidente se habla más de ellos en términos de sus actividades ciudadanas, o de los aspectos críticos y políticos de su obra, más que por el "verdadero" trabajo que realizan. 411 En este punto es fundamental hacer un paréntesis para enfatizar un rasgo fundamental de la disidencia que, si bien se adivina en las palabras de Havel, es menester enunciarlo presidente de la República Checa, puesto que ocupó hasta 2003. Václav Havel falleció pacíficamente, mientras dormía, el 18 de diciembre de 2011, a consecuencia de su larga lucha contra el cáncer. Havel, The Power ofthe Powerless, 224 y W.L. Webb, "Václav Havel obituary," The Guardian, 18 de Diciembre de 2011, http://www.guardian.co.uk/world/2011/dec/18/vaclav-havel (acceso24 de Julio de 2012). 410 Explicaremos a qué se refiere el autor con "vivir en la verdad" en el apartado correspondiente a la dimensión moral de la disidencia, puesto que éste es el principal valor en tomo al cual gira este fenómeno. Havel, The Power ofthe Poweriess, 45. 411 Havel, The Power of the Powerless, 57-60. Traducción propia.. 157.

(21) expresamente. A diferencia de otras formas de disensión -recordemos que ya hemos definido este concepto páginas atrás- la disidencia, al igual que el disenso, nunca recurre a la violencia. Esta característica es de enorme importancia en tanto que supone el eje de la problematización de dicho concepto, pues, mientras el disenso no necesita valerse de la violencia, en tanto que cuenta con canales abiertos para manifestarse, la disidencia no puede contar con estos espacios dada la tendencia autocrática del entorno en que emerge. Pero, ni siquiera este impedimento es suficiente para justificar el uso de la violencia y el derramamiento de sangre. ¿Pero por qué hay quien llama disidentes a agentes que se valen del terrorismo o la guerrilla para alcanzar sus objetivos? Esto se debe a una limitación lingüística, que vuelve homónimos a los sujetos de estos fenómenos políticos diferentes, lo cual genera una natural confusión que puede llevamos a pensar que no toda disidencia es pacífica. No obstante, esto es falso. Toda disidencia, para ser llamada así es pacífica y rehúsa, por principio, el uso de la violencia. Sin embargo, no todo disidente comparte este rasgo, pues este sustantivo se usa para referirse, tanto al agente de la disidencia y al del disenso como al de la disensión, y éste último, que sí usa la violencia en ocasiones, contagia los otros dos con su cuestionable conducta. La disidencia, al igual que el disenso, jamás se vale de estos métodos, en tanto que ello sería contrario a su sustento y esencia moral. No hay que perder de vista que esta laguna permite a los medios de comunicación jugar con la semántica para manipular, favorecer o deteriorar la imagen pública de quienes se manifiestan en desacuerdo con la autoridad. Por ejemplo, llamar disidente a un terrorista daña, por contagio, la imagen pública de quienes participan de la disidencia, y por el contrario, puede ser un mecanismo por el que se busque limpiar el nombre de un terrorista ante la opinión pública. De tal modo, si un individuo se :mtoproclama o es proclamado como disidente, pero hace uso de la violencia no está mintiendo, en realidad, pero podremos 158.

(22) percatamos de que su quehacer es disidencia, sino alguna otra forma de la ya mencionada disensión. Por ello, es importante señalar que a lo largo de esta investigación sólo nos hemos referido y nos seguiremos refiriendo al disidente como aquél que no admite la violencia, en tanto que la disidencia es nuestro objeto de estudio. Es interesante comentar que, aunque desde nuestro punto de vista la definición de Havel sea mucho más detallada que cualquiera otra, el propio autor criticaba este significado del concepto por considerarle superficial, pues tal pareciera que recibir el mote de disidente equivale a convertirse en una élite protegida por el Estado totalitario. 412 Nada podría ser más lejano a la realidad. El propio Havel experimentó esta transformación, cuando su oficio de dramaturgo quedó relegado al olvido para convertirse en uno de los líderes visibles de la disidencia checa desde finales de la década de 1960 y hasta el colapso del régimen comunista en su país. Al respecto escribió que la palabra es problemática desde su etimología. Un 'disidente,' según dice nuestra prensa, significa algo como 'renegado' o 'malhechor.' Pero los disidentes no se consideran renegados por el simple hecho de que no niegan ni rehúsan nada. Por el contrario, tratan de afirmar su propia humanidad y si, acaso rechazan algo, se trata solamente de lo que es falso y alienante en sus vidas, ese aspecto de vivir en la mentira. [ ... ]. Tal impresión va contra la verdadera importancia de la actitud disidente, que recae en su interés por los demás, por lo que aqueja a la sociedad como un todo, en otras palabras, por todos aquéllos que no se atreven a expresarse. 413. Como podemos observar, para Havel la disidencia es producto de una preocupación por la comunidad, no una aspiración egoísta ni una intención de aislacionismo, pero la palabra elegida para describir su postura ante un régimen opresor provoca confusión y cierto rechazo por parte de sus conciudadanos. Ser llamado disidente conlleva más de una desventaja; al ser tildados así, los otrora escritores, poetas, dramaturgos, artistas, científicos, investigadores, 412 413. Tucker, The Philosophy and Politics of Czech Dissidence, 116. Traducción propia. Havel, The Power of the Powerless, 58 y 59. Traducción propia.. 159.

(23) profesores y demás, dejan de ser considerados como tales. Da la impresión de que los años dedicados a cultivar el conocimiento y la técnica propia de sus oficios quedan relegados a segundo o tercer plano, convirtiendo a estos hombres y mujeres en una casta sui generis de profesionales dedicados a la controversia política en su país. Al hablar sobre sus vicisitudes y logros, la pr,;!nsa y la literatura se refieren a ellos como el "disidente checo" Jan Patocka, el "disidente soviético" Andrei Sakharov, 414 el "disidente polaco" Jacek Kuron, 415 de modo que parece que, incidentalmente, a manera de pasatiempo, se hubieran dedicado a la filosofía, la literatura nuclear o la historia, como ocurre respectivamente en estos ejemplos; todas estas vocaciones, han quedado atrás para dar lugar al activismo político. Resulta ilustrativa la anécdota que Edward Klein narra en el prefacio a las Memorias de Sakharov: "En alguna ocasión, cometí el error de referirme a Andrei Sakharov como un 'disidente;' su esposa Yelena Bonner me corrigió inmediata y enfáticamente: 'Mi esposo es. unfisico, no un disidente. ,,,4¡ 6 Según Klein, el tono que Bonner empleó en su reclamación era de visible molestia, lo cual nos deja entrever el desagrado que estas acepciones negativas del término provocaban a los así llamados disidentes y a sus allegados. El enfado de Bonner radicaba en que Sakharov --como tantos otros disidentes- nunca pretendió convertirse en político, sino contribuir, a título personal y como ciudadano responsable, en el debate de asuntos de interés público. Sin embargo, esto no impide que en el imaginario y la memoria colectiva se haya construido un recuerdo de Sakharov, como figura pública, que 414. Más adelante dedicaremos algunas líneas a hablar a detalle sobre Patocka y Sakharov, así como de su esposa Yelena Bonner. 415 Jacek Kuron fue un proactivo opositor contra el gobierno comunista polaco encabezado por Wladyslaw Gomulka, razón por la cual fue encarcelado en más de una ocasión. Tras su liberación, fundó el Comité para la Defensa de los Trabajadores (KOR), junto con Adam Michnik, el cual se dedicaba al apoyo a los prisioneros políticos y sus familiares. Eventualmente, KOR se convirtió en uno de los pilares más importante del movimiento disidente en Polonia. Michael Simmons, "Jacek Kuron: Intellectual heavyweight at the heart of Poland's Solidarity movement," The Guardian, 18 de Junio de 2004, http://www.guardian.co.uk/news/2004/jun/18/guardianobituaries.rnichaelsimmons (acceso 26 de Julio de 2012). 416 Sakharov, Memoirs, xiv.. 160.

(24) inevitablemente lo vincula tanto a las virtudes como a los defectos de los disidentes. A modo de evidencia, vale la pena rescatar estas líneas de la autobiografía que escribió para la Fundación Nobel en 1975: No soy un político profesional. Tal vez es por ello que siempre estoy abrumado por la duda sobr,e la utilidad y las consecuencias de mis acciones. M,~ inclino ante la creencia de que una combinación entre criterios morales e incesante cuestionamiento provee nuestra única brújula. 417. Corno podemos ver, el científico no se concebía a sí mismo como un político profesional, entendido como quien se dedica a gestionar el poder público que mana de una comunidad. Todo lo contrario, sus acciones como disid,ente estuvieron orientadas a identificar y construir principios morales que guiaran el cuestionamiento colectivo de su condición a fin de mejorarla. Años después, Sakharov reflexionó en sus Memorias a propósito de estas palabras y sobre la dimensión ética de su trayectoria como disidente: Respeto todos los trabajos, sea el del obrero, el campesino, el maestro, el doctor, el escritor o el científico. Frecuentemente envidio esos trabajos que rinden resultados tangibles. Pero mi vida y mi experiencia me han llevado a expresar mis puntos de vista con respecto a asuntos públicos a pesar de mis dudas privadas. Nunca he esperado resultados inmediatos o concretos por mis declaraciones públicas, pero tal vez mis ideas hayan podido dejar alguna huella en las mentes de los hombres. Y, lo más importante, es que he tratado de ser fiel a mí mismo y a mi dest:ino. 418. Las palabras de Sakharov denotan que en vez de dedicarse a su profesión, ha sido arrojado, casi contra su voluntad, a ocuparse de asuntos públicos que requieren ser atendidos por la sociedad, responsabilidad de la que él mismo no se elude, sino que la enfrenta entre tribulaciones, esperando contribuir positivamente, a "dejar huella en la mente de los. 417. 1975, Andrei Dimitrievich Sakharov, "Autobiography," Nobelprize.org, http://www.nobelprize.org/nobel_prizes/peace/laureates/l 975/sakbarov-autobio.html (acceso 19 de Junio de 2012). 418 Sakharov, Memoirs, 580.. 161.

(25) hombres," pero sin forjarse falsas esperanzas con respecto a cambios inmediatos. Aunque Sakharov no menciona a su conciencia o las palabras ética o moral en estas últimas líneas, podemos vislumbrar que su actividad disidente, documentada en las numerosas cartas, apelaciones, artículos, entrevistas y declaraciones efectuadas a favor de los derechos humanos, no estaba motivada por un interés personal en la obtención de algún beneficio para sí, sino por una vocación de fidelidad a sí mismo, a sus principios y a su destino, que nuevamente- nos remite a la noción haveliana de vivir en la verdad. No necesitaba más privilegios de los que ya tenía como científico. Como él mismo declaró en alguna ocasión: Sí, fui privilegiado en el pasado, de hecho, muy privilegiado, porque era un obrero en el mero pináculo de la industria de las armas. Tuve, para el estándar soviético, salarios y bonos colosales. 419. Por el contrario, podemos considerar que el afán de liberar presos políticos, luchar por el derecho a la libre expresión y por el derecho a que todo ciudadano soviético pudiera elegir su ciudad y país de residencia, así como por alertar al mundo del peligro de una guerra nuclear, le reportó más incomodidades que placeres, en tanto que ser disidente conlleva al rechazo, la persecución y la pérdida de privilegios entre otras represalias, y no a la reverencia y el reconocimiento. Al volcarse a la disidencia, Sakharov puso en grave riesgo a toda su familia y llevó al límite del peligro su propia salud -dadas sus deficiencias cardíacas congénitas- y la de su esposa --quien estuvo a punto de perder la vista y su bienestar general-, gracias a varias huelgas de hambre, algunos golpes recibidos en forcejeos con agentes de la KGB y el estrés producido por la constante persecución. En ese sentido, vale la pena subrayar que al igual que otros disidentes que mencionaremos en nuestra tesis, el físico soviético no se convirtió en disidente como producto de una el,~cción voluntaria. Es decir, individuos como Sakharov no optaron por volverse. 419. Sakharov, Memoirs, 625.. 162.

(26) disidentes con la intención de recibir alguna dádiva. Por el contrario, no es la conveniencia lo que orient1 tal elección, sino el deber; es una decisión que no puede ser eludida. Como veremos más adelante en los apartados referentes a Ridruejo, Solzhenitzyn y el propio Sakharov, la ruptura con el régimen autocrático será la única alternativa para quienes quiera preservar su propia identidad y el respeto por sí mismos. En otras palabras, los disidentes no eligen la dilsidencia, sino que son arrojados a ella. Por otra parte, y pese a la molestia que el uso de la palabra disidente pudiese provocar en sus portadores y las connotaciones negativas que d término conlleva, hay que reconocer que disidir representa un compromiso tan firme que las actividades dedicadas a sus objetivos en este terreno terminan por ocupar buena parte de su tiempo y recursos. De tal modo, sus actividades profesionales acaban por ser fuentes de ingreso para alimentar su activismo y canales para promover la libertad y los derechos humanos. En ese sentido, Sakharov recuerda la dinámica de los disidentes rusos con quienes llegó a convivir y colaborar en la década de 1970: La mayoría tenían empleos regulares, que les proveían con constantes pero modestos ingresos. Para recaudar dinero para los niños de prisioneros políticos, hacían extraños trabajos los sábados y domingos. Muchos donaban sangre, ganándo~.e así días libres, mismos que pasaban de pie afuera de los tribunales. Nunca se nos ocurrió separamos en categorías como "cristianos," "sionistas" o "activistas de derechos hwnanos." Esas divisiones aparecieron después, y los "disidentes profesionales" no habían aparecido en escena. No uso este término como un reproche: fueron las autoridades quienes al expulsar a algunos disidentes, ahuyentando a otros a través de la emigración, y arrebatando a los ex convictos todos sus der,~chos, dieron vida al fenómeno de los "disidentes profesionales." 420. Las palabras de Sakharov dan pie para comentar dos cuestiones. La primera es que a pesar de haber cultivado sus respectivas profesiones y oficios, al momento de romper con el. 420. Sakharov, Memoirs, 361.. 163.

(27) régimen, los disidentes suelen ser relegados de sus centros educativos y de trabajo, por lo que, desempleados y convertidos en parias sociales, no les queda más remedio que dedicarse "de tiempo completo" a su actividad política y, en ocasiones, a buscar actividades complementarias para salir avante. Aunque algunos tratarán de mantener empleos, la mayor parte de su tiempo será dedicado a la disidencia, por lo que es factible que terminen invirtiendo recursos materiales y humanos propios, de su familia y amigos, para continuar con su activismo. Por ello, el propio Sakharov designa tal entrega como una "profesión," pese a las objeciones de su contemporáneo checoslovaco y de su propia esposa. La segunda cuestión es la identificación de quién designa como tales a los disidentes. A raíz de las observaciones de Havel sobre cuán desafortunado es este término para sus portadores, podemos asegurar que no son los disidentes quienes se designan así por propia mano. Ni siquiera Sakharov favorecía su uso como óptimo, aunque se conformaba con ello para economizar explicaciones y discusiones bizantinas en pos de un término más • adecuado. 421 Por otra parte, hemos de ser cmdadosos al leer las palabras de Sakharov, pues. podríamos pensar que son las autoridades quienes imponen este nombre a sus detractores, lo cual sería impreciso. El físico soviético se refiere a que son las autoridades quienes arrojan a estos individuos a la disidencia, al inhibir la oposición y violentar los derechos humanos de sus ciudadanos. Como veremos más adelante, los gobiernos a los que los disidentes se oponen suelen designarles con otros vocablos cuya denotación es claramente peyorativa y excluyente. Pero, entonces, si no son los disidentes y no son ]las autoridades, ¿quiénes asignan esta denominación a uno o varios individuos en concreto? Recordemos que el movimiento disidente por los derechos humanos y la libertad de expresión está primariamente asociado con la protesta contra los regímenes comunistas en la Unión Soviética y Europa del Este, que comenzó poco después de la muerte del premier 421. Sakharov, Memoirs, 361.. 164.

(28) soviético José Stalin en 1953. Los disidentes emergieron como un fenómeno mundial en la década de l 980 en conexión con el trabajo de activistas de los derechos humanos que resistían a la repres:ión política y con los esfuerzos de varios grupos políticos y civiles que pretendían democratizar los sistemas gubernamentales autoritarios.',4 22 Es decir, se trata de un fenómeno que comenzó a ser percibido y publicitado en plena Guerra Fría, pero no desde el punto de vista de los Estados comunistas y sus habitantes, sino de sus rivales ideológicos, los occidentales, vinculados con la democracia liberal y el capitalismo. Para éstos, la existencia de individuos que se atrevían a oponerse a los regímenes autocráticos detrás de la Cortina de Hierro resultaba un fenómeno novedoso y susceptible de captar la atención de lectores occidentales. Así pues, basta regresar a la definición ofrecida por Cole y Moody, 423 así como a la del propio Havel, para percatamos que son los periodistas y medios de comunicación occidentales quienes, en el contexto del conflicto bipolar, designaban así a quienes se oponían a los regímenes comunistas de Europa Central y Oriental. De ahí que podamos concluir que este término no es acuñado dentro de esta región ideológica, sino fuera, en Occidente, por periodistas, investigadores, cronistas y demás observadores extranjeros para quienes los disidentes causaban empatia y admiración por rebelarse en contra de regímenes vistos con desconfianza y recelo. Pero entonces, ¿podemos hablar de disidencia más allá de la esfera de influencia de estos regímenes <:::n el contexto del mundo bipolar?. 422 423. Seymour Lipset, Dissidents, Vol. 11, en The Encyclopaedia of Democracy, 525 (London: Routledge, 1995). Cole y Moody, The Dissenting Tradition, 9 y Václav Havel, The Power ofthe Powerless, 57.. 165.

(29) 3.2.1 Más allá de la Cortina de Hierro: la Rosa Blanca (1942-1943) y Giacomo Matteotti. ( l 885-1924) Desde Stettin, en el Báltico, a Trieste, en el Adriático, ha caído sobre el continente una cortina de hierro. Tras ella se encuentran todas las capitales de los antiguos Estados de Europa central y Oriental. Varsovia, Berlín, Praga, Viena, Budapest, Bclgrado, Bucarest y Sofia, todas estas famosas ciudades y sus poblaciones y los países en tomo a ellas se encuentran e:n lo que debo llamar la esfera soviética, y todos están sometidos, de una manera u otra, no sólo a la influencia soviética, sino a una altísima y, en muchos casos, crecie:nte medida de control por parte de Moscú, muy fuertes, y en algunos casos, cada vez más estrictas. -WINSTON CHURCHILL. Páginas atrás hemos establecido que la diside111cia es un fenómeno que, claramente identificado con ese nombre, se presenta en los países del bloque soviético en Europa Central y del Este durante el periodo de la Guerra Fría. Para ello nos hemos valido de la definición de. Václav Havel, quien afirma que los disidentes son hombres y mujeres designados de este modo por la prensa occidental en función de su atrevimiento a manifestar opiniones divergentes a las defendidas por la ideología oficial. 424 No obstante, por su naturaleza y características, tenemos motivo para pensar que se ha presentado en otras latitudes y épocas, aunque se le denominara de manera diferente. Por ejemplo, en la Alemania de la década de 1930, se presentó el fenómeno conocido como resistencia, en el que a pesar de "la delación, la vigilancia y la intimidación que se practicaban a gran escala, disimuladas por una propaganda que explotaba hábilmente las esperanzas de regeneración nacional de muchos alemanes,',4 25 distintos grupos de diversa naturaleza y membresía se manifestaron en contra del régimen nazi de cinco formas o grados. Éstos son enlistados por Barbara Koehn (siguiendo a Eberhard Bethge), en orden de involucramiento de los conjurados: a) la resistencia pasiva, b) la oposición ideológica abierta, c) las tentativas de putsch realizadas por grupos que querían preparar el terreno para una 424 425. Havel, Tire Power of the Powerless, 57-60. Koehn, La resistencia alemana, 14.. 166.

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