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UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE VALENCIA ESCUELA POLITÉCNICA SUPERIOR DE GANDIA

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ESCUELA POLITÉCNICA SUPERIOR DE GANDIA I. T. FORESTAL (E

XPLOTACIONES

F

ORESTALES

)

__________________________________

“Estudio de la mortalidad posterior a un incendio, en Pinus halepensis Mill. en el monte formado por las partidas de “El Cabezo” y ”Los

Titonares ” de Segorbe, comarca del Alto Palancia (Castellón)”.

TRABAJO FINAL DE CARRERA Autor:

Pablo Bordón Pérez.

Director:

Mª Eugenia Rodrigo Santamalia.

Vicent Estruch Fuster.

Tutor externo:

Eduardo Pérez-Laorga Arias.

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Agradecimientos

A Eugenia y Vicent por hacer posible este estudio, dedicarme su tiempo, darme todo su apoyo y atención en todo momento. Muchas gracias.

A Eduardo Pérez-laorga y Ana Mº Pérez, por facilitarme y ayudarme a realizar este trabajo.

A mis padres y hermanos, a toda la familia y amigos en general, por su paciencia, apoyo y comprensión, pero especialmente a Sonia, por que esté donde esté, siempre me ayuda, y nunca lo olvido.

A mis compañeros de universidad, por los buenos y malos momentos vividos durante estos años.

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INDICE

1. INTRODUCCIÓN………...…8

1.1. El problema de los incendios en España y la Comunidad Valenciana. ………...….8

1.1.1. Problemática de los incendios en España. ………..……….…8

1.1.2. Problemática de los incendios en la Comunidad Valenciana. ………...…….9

1.2. La vegetación en la Comunidad Valenciana. ………..…..…………...10

1.3. Trabajos hechos en otras partes del mundo relacionados con la problemática post-incendio 1.3.1. U.S.A. ………..……11

1.3.2. Europa. ……….12

1.4. Entomofauna presente en los árboles parcialmente afectados por incendios. ………...……13

1.4.1. Escolítidos. ………...12

1.4.2. Especies de escolítidos consideradas como plagas potenciales y su abundancia ` presentes en la Comunidad Valenciana. ……….……..15

1.4.3. Tomicus sp. Ciclo biológico e importancia del insecto como plaga. ………...16

1.4.4. Cerambícidos. Importancia de estos insectos en el monte. ………..17

1.4.5. Cleridos y Trogositidos. Importancia de estos insectos en el monte………….………...18

2. JUSTIFICACIÓN Y OBJETIVOS. ………..…….21

3. MATERIAL Y MÉTODOS. ……….………...…….…….…23

3.1.1. Situación de la parcela de estudio. ……….………..……..…23

3.1.2. Descripción de la parcela de estudio………..……….….24

3.1.3. Marcado e identificación de los arboles. ………....26

3.1.4. Parámetros del árbol medidos. ………26

3.1.5. Seguimiento de las parcelas. ………...27

3.1.6. Descripción del método de trampeo utilizado. ………...……29

3.1.7. Seguimiento de las trampas en campo. ………...………....30

3.1.8. Conteo e identificación de especies. ………...……31

3.2. Análisis estadístico de los resultados. ……….……31

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4.1. Determinación de los parámetros que mejor predicen la mortalidad post-incendio. ….….34

4.2. Elaboración de una tabla de supervivencia de árboles parcialmente afectados por

´ fuego y su aplicación en la gestión de masas forestales quemadas. ….……….…...34

4.3. Especies de perforadores y sus enemigos naturales capturados en las trampas. 4.3.1 Escolítidos………...……...38

4.3.2 Otros perforadores. ...………...………..43

4.3.3. Predadores………...…………..44

4.4.1. Número total de insectos capturados. ………...47

4.4.2. Número total de insectos capturados en la zona incendiada y la no incendiada. ……..47

4.5. Estudio del periodo de vuelo de los principales perforadores y sus enemigos naturales. 4.5.1. Escolítidos. ……….………...51

4.5.2. Otros perforadores. ………...………....56

4.5.3. Predadores………..………..58

4.6. Modelización mediante herramientas SIG del comportamiento de los escolítidos y ´ sus principales predadores. ………..……...………..62

5. CONCLUSIONES. ………...……….…….……...70

6. BIBLIOGRAFÍA. ………..………72

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INTRODUCCIÓN.

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1. INTRODUCCIÓN.

1.1. Problemática de los incendios en España y la comunidad valenciana.

1.1.1. Problemática de los incendios en España.

Los incendios forestales son la causa más importante de destrucción de bosques en los países mediterráneos, anualmente cerca de 50.000 incendios recorren de 7.000 a 1.000.000 ha de bosque mediterráneo, produciendo elevados costes económicos y en algunos casos la pérdida de vidas humanas (Vélez. 2000). En España se queman anualmente de media, unas 153.000 hectáreas, lo que supone anualmente alrededor del 0.6% de la superficie forestal y 0.3% de la superficie total estatal.

Aunque la principal causa estructural es el clima. España es un país mediterráneo cuyo clima se caracteriza por los veranos cálidos y la falta de precipitaciones y en estos países los bosques arden fácilmente. El factor más determinante de los incendios forestales, es la despoblación del mundo rural y el abandono de los montes ocasionado en muchas regiones españolas por su falta de rendimiento económico. Los cultivos intercalares y el ganado extensivo van desapareciendo y los montes forman grandes extensiones continuas en las que se va acumulando el combustible.

La consecuencia son los llamados incendios catastróficos (más de 2.000 Ha), que se producen en los veranos muy secos y que difícilmente pueden apagarse mientras no mejora el tiempo, ya que son los responsables de más del 90 % de los daños totales y constituyen la asignatura pendiente de los incendios forestales. Los incendios catastróficos se deben a la deficiente situación de nuestros montes causada por la ausencia de inversiones y de trabajos selvícolas.

Los incendios forestales, tanto los naturales como los producidos por el hombre, han modelado nuestros montes y continuarán existiendo mientras no mejoren las actuales condiciones climáticas.

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La Comunidad Valenciana es un territorio mediterráneo en el que los incendios forestales son una constante histórica. Los factores que más influyen para que se dé este fenómeno son cuatro. Un primer factor es el clima. El clima mediterráneo se caracteriza por su marcada irregularidad, con fuertes periodos de sequía, lluvias dispersas y concentradas en unos pocos días, pero además en la Comunidad Valenciana se dan dos fenómenos que inciden de manera decisiva en la problemática de los incendios forestales, uno de ellos y sin duda el más importante es el viento de poniente, bajo su influencia se dan situaciones de extrema sequedad, altas temperaturas, y fuertes vientos que disparan a su máximo el riesgo de incendios forestales; otro factor climático es la tormenta seca, que causa en un corto periodo de tiempo, un altísimo número de conatos de incendio debidos al rayo.

Un segundo factor de gran importancia son las formaciones vegetales, el combustible;

en estos momentos el monte valenciano se encuentra en un proceso de cambio, el abandono de numerosos cultivos agrícolas, la pérdida de aprovechamientos tradicionales, como la recogida de leñas o el pastoreo extensivo, han originado que nuestras masas forestales se encuentren en un proceso de expansión, pero también de rejuvenecimiento. Esto, unido a las características propias de la vegetación mediterránea, conduce a que la vegetación actual, presente una alta carga de combustible y como consecuencia favorezca notablemente la propagación de cualquier incendio forestal.

Si estos dos factores por sí solos son suficientes para enmarcar el problema, no podemos olvidar las características orográficas. La Comunidad Valenciana, una vez superada la plana litoral, presenta un territorio montañoso con fuertes irregularidades que dificultan notablemente las labores de extinción al mismo tiempo que favorecen las condiciones de propagación de cualquier incendio.

Los factores anteriores, excepto el rayo, influyen de manera especial en la propagación de los posibles incendios forestales, sin embargo hay un último factor a considerar, que es causante directo del propio fuego, el profundo arraigo que tiene en la sociedad valenciana el uso del fuego, y no tanto en actividades lúdicas sino como herramienta tradicional de eliminación de residuos agrícolas.

La situación descrita nos ha llevado a una realidad en la que, en la Comunidad Valenciana se producen en torno a 600 incendios forestales, con un fuerte riesgo de llegar a producirse situaciones catastróficas como las producidas en el año 1994.

Estando declarada en su conjunto como zona de alto riesgo de incendios. Así conforme a la Ley forestal de la Comunidad Valenciana (Ley 3/1993) se han desarrollado documentos de planificación en varios niveles territoriales, con iniciativas como la del Centro Territorial de Valencia del Instituto Nacional de Meteorología, que ha desarrollado un índice de peligrosidad de incendios forestales adaptado a las características del territorio de la Comunidad Valenciana.

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1.2. La vegetación en la Comunidad Valenciana.

La vegetación que ocupa nuestra zona de estudio es la llamada vegetación mediterránea.

Esta vegetación perennifolia, propia del ecosistema mediterráneo, está principalmente formada por especies esclerófilas como resultado de la interacción entre factores abióticos como el clima, el suelo o el fuego y factores bióticos como son los organismos vivos y la relación existente entre ellos.

El clima mediterráneo se caracteriza por veranos cálidos con escasez o falta de precipitaciones, condicionando la vegetación mediterránea, por ello, las especies forestales de nuestras regiones más secas han desarrollado mecanismos biológicos, para defenderse ante los factores más limitantes. De entre las adaptaciones más importantes que caracterizan la vegetación mediterránea encontramos, el predominio de la vegetación leñosa sobre la herbácea, aportando así mayor resistencia a la aridez, la espinescencia de hojas, reduciendo así la superficie foliar para minimizar la transpiración vegetal y el recubrimiento de estas con ceras protectoras o el desarrollo de superficies densamente pilosas, para disminuir la transpiración.

Respecto al fuego, son diversas las especies que muestran una gran adaptabilidad a este fenómeno tan arraigado a nuestro clima, nuestras encinas y quejigos, rebrotan tras los incendios, el alcornoque produce corcho como capa aislante y protectora contra el calor que despide el fuego forestal, muchos de nuestros pinos, como el carrasco o el resinero, tienen piñas serótinas, es decir, selladas con resina, en la que los piñones permanecen viables durante decenas de años hasta que un incendio rompe el sello y las libera para poder caer al suelo y germinar. Incluso algunas especies, como los brezos y las jaras, se benefician del fuego para reproducirse, ya que la coraza que protege la semilla debe romperse con el calor para permitir que el embrión se humedezca en el otoño y se desarrolle una nueva planta.

1.3. Trabajos hechos en otras partes del mundo relacionados con la problemática post-incendio.

1.3.1. U.S.A.

En Estados Unidos se han realizado diferentes estudios para predecir la mortalidad postincendio en diferentes especies de coníferas. En un estudio realizado por Ryan et al.

(1988), la muerte del cambium a la altura de 1,4 m del fuste, fue un factor importante para determinar la mortalidad del abeto de Douglas (Pseudotsuga menziesii F.), pero

este método no se aplicó en los estudios publicados de pino Ponderosa (Pinus ponderosa Dougl. Ex Laws.).

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ecológicamente son beneficiosos los efectos de los incendios, y éstos eran promovidos a través del uso de quemas prescritas. Los autores citan que los modelos de predicción de los efectos del fuego, como los de mortalidad de árboles, eran esenciales para evaluar las consecuencias ecológicas de las opciones de manejo del fuego. En él se estudió, el impacto del tamaño del árbol, la intensidad del fuego y las características del combustible en blanco después del incendio. La mortalidad fue evaluada 10 meses después de una quema controlada. Realizaron un modelo de regresión logística para predecir la mortalidad de Pinus strobus después de un intenso fuego de superficie (1.200 kW/m). La mortalidad causada por los incendios fue generalmente baja (17,0%).

La probabilidad de mortalidad, aumentó con el aumento de la altura del tallo ennegrecido y decreció con el aumento del diámetro a altura normal. Con diámetros mayores o iguales a 20 cm, resultaron ser sumamente resistentes al fuego intenso de superficie. El modelo puede usarse para predecir la mortalidad post-incendio en los rodales de P. strobus. con un sotobosque mixto en los Grandes Lagos de San Lorenzo, (Beverly y Martell, 2003).

En un trabajo realizado por McHugh et al. (2003), se estudiaron los ataques de los escolítidos (Coleoptera: Scolytinae) en P. ponderosa después de un incendio. Tras el fuego, los perforadores atacaban a los árboles dañados y debilitados. El porcentaje de copa quemada, más el ataque de los escolítidos, dieron variables significativas en los modelos de regresión logística para la probabilidad de mortalidad post-incendio.

En diferentes estudios asociados con la probabilidad de mortalidad post-incendio de P. ponderosa, la disminución de probabilidad de mortalidad de los árboles sugería, que en los árboles con diámetro especialmente grande, desde 40 cm a altura 1,30 m, podían ser más susceptibles a la mortalidad post-incendio en algunas zonas durante las sequías graves (Ryan. 1988) y (McHugh et al. 2003).

Keyser et al. (2006) realizaron también un estudio sobre Pinus ponderosa después de varios incendios forestales en Colinas de Negro, donde se midió la morfología de los pinos y los efectos del fuego directo sobre 963 árboles, y se evaluó la mortalidad de estos cada año, durante cuatro años. Los diferentes parámetros medidos fueron, diámetro de los árboles, el espesor de la corteza y los efectos del fuego directo (porcentaje de la copa viva quemada y el porcentaje del tronco carbonizado por debajo de 30 cm). En todos los modelos, la mortalidad disminuyó con un mayor espesor de la corteza y un mayor diámetro a la altura normal y aumentó con el porcentaje del tronco carbonizado por debajo de 30 cm y el porcentaje de la copa viva quemada. El porcentaje del tronco carbonizado por debajo de 30 cm contribuyó a la mortalidad de los árboles de menos de 40 cm, pero se hizo menos influyente en función de mayores diámetros y cortezas. En general, la probabilidad de mortalidad del modelo como una función del diámetro a la altura normal, el porcentaje del tronco carbonizado por debajo de 30 cm y el porcentaje de la copa viva quemada, predijo correctamente la situación de 78% de los árboles. Mientras que el modelo de predicción en función de la corteza, el porcentaje del tronco carbonizado por debajo de 30 cm y el porcentaje de la copa viva quemada, tuvo solo un aumento de la precisión de la predicción del 1%.

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Hull et al. (2006) realizaron diferentes estudios para predecir la mortalidad postincendio de Pinus ponderosa estudiando diferentes parámetros; la altura del árbol, altura hasta la primera rama viva, altura de la copa quemada, altura de copa consumida, máxima y mínima altura de fuste quemada, porcentaje de copa viva antes del incendio, volumen quemado y consumido de la copa, daño total de la copa y porcentaje del diámetro basal afectado, porcentaje de árboles con presencia de Ips sp. y Dendroctonus sp. y gravedad terrestre del fuego. Los resultados indicaron que el volumen quemado de la copa junto con el volumen de copa consumido, eran las dos variables más útiles para predecir la mortalidad después de los incendios forestales

1.3.2. Europa.

Rigolot (2004) realizó un estudio en el sudeste de Francia sobre Pinus halepensis Mill.

y Pinus pinea L. después de seis incendios ( desde 1989 hasta 1991), basándose en el análisis de regresión logística de un modelo, utilizando datos sobre el tamaño del árbol y la descripción de los daños causados por el fuego de 998 árboles, para ambas especies.

En dicho estudio la probabilidad de la mortalidad aumentó, con un porcentaje cada vez mayor de la copa quemada, y estima la profundidad de la carbonización de la corteza, con la disminución del diámetro a altura normal de los árboles, seleccionando el mejor modelo para cada especie. La mortalidad después del incendio de P. halepensis era una función de estas tres variables y para P. pinea era una función de las dos primeras variables solamente. El análisis indicó que, los modelos seleccionados, daban buenos resultados para ambas especies, con 85% y 95% de concordancia entre las probabilidades previstas y los resultados observados en ambas especies. Este documento informó sobre los diferentes escenarios de gestión, cuando se utilizaron los modelos propuestos. Además un análisis comparativo de la resistencia al fuego y la supervivencia de las dos especies de pino mediterráneo, mostró que P. halepensis era más sensible al fuego que P. pinea (Rigolot. 2004).

1.4. Entomofauna presente en los árboles parcialmente afectados por incendios.

Al producirse un incendio son numerosos los arboles que quedan parcialmente quemados, estos suelen encontrarse por el perímetro del incendio, aunque según las características de este también podremos encontrarlos en forma de bosquetes o individuos aislados, estos ejemplares debilitados por el paso del fuego en mayor o menor grado, emiten sustancias volátiles que producirán una atracción primaria sobre los insectos que se encuentren al alcance. Esta atracción es una respuesta al desequilibrio producido y son numerosas las especies de insectos que se beneficiaran del debilitamiento de los arboles.

El proceso de invasión de los árboles, comienza con el ataque por los individuos pioneros, que una vez han colonizado el árbol, emiten feromonas de agregación que atraen a individuos de su misma especie, una vez finaliza la colonización, los insectos

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(Dajoz. 2001). En un estudio realizado, cuyos objetivos eran identificar las sustancias volátiles que atraían a los escolítidos, se probaron las siguientes substancias: α- terpinoleno α-pineno y β-mirceno. Combinadas entre ellas y en varias concentraciones, se observó que los ejemplares jóvenes se veían atraídos por los brotes, mientras que los individuos maduros se veían atraídos por las substancias que segrega la corteza. También se observó el efecto repelente en el caso de concentraciones muy altas (Faccoli et al. 2008).

1.4.1. Escolítidos.

Los insectos conocidos como escolítidos son los pertenecientes a la Subfamilia Scolytinae, incluida a su vez dentro de la Familia Curculionidae (Superfamilia Curculionoidea) englobados en el orden de los coleópteros. Existen alrededor de 6.000 especies en 181 géneros de escolítidos distribuidos por todo el planeta (Wood. 1982).

En Europa hay citadas 81 especies sobre coníferas (Dajoz. 2001), de las que 47 pueden causar problemas económicos (Grégoire & Evans. 2004). Las evidencias fósiles junto a datos biogeográficos, parecen situar su origen en el Cretácico temprano y el Triásico tardío (Wood. 1982), en asociación con una conífera del género Araucaria.

Estos insectos son coleópteros endofíticos, ya que viven en el interior de su hospedante la práctica totalidad de su ciclo vital, a excepción de un corto periodo en su estado adulto, momento en el que, algunas especies se alimentan de la médula de los brotes del último año (ramillas terminales) para alcanzar su madurez sexual. La mayor parte de las especies consumen el floema en el estadio larvario, un tejido vegetal muy nutritivo que está situado entre la corteza y la madera, creando las galerías típicas de su género.

El número de generaciones anuales es variable y en muchos casos, dependiendo de las condiciones climáticas, algunas especies pueden ser univoltinas, bivoltinas o polivoltinas. Por regla general, en zonas con baja temperatura, el ciclo vital se ve ralentizado y requiere de mayor tiempo para completarse, mientras que un clima más templado o cálido propicia que el número de generaciones sea mayor. La resistencia al frío varía según la fase del ciclo, siendo muy baja en las larvas y alta en los imagos que hibernan. Los escolítidos poseen una serie de adaptaciones etológicas y fisiológicas. Por un lado los adultos hibernan, bien en su sitio inicial de desarrollo o bien en la hojarasca y la base de los árboles, donde la temperatura es mayor y quedan resguardados del frío.

Las larvas generalmente no sobreviven a la estación fría, excepto en la especie Dendroctonus micans, en la que todos sus estadíos son capaces de hibernar (Brown &

Bevan. 1966). Por otro lado, los adultos han desarrollado mecanismos fisiológicos, como la acumulación en la hemolinfa de compuestos anticongelantes (glicerol o etilenglicol entre otros) para disminuir su punto de congelación, desde -15 a -30 ºC (Gehrken, 1995; Netherer, 2003; Sauvard, 2004).

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La mayor parte de ellos habitan sobre vegetales leñosos, aunque unas pocas especies viven en plantas herbáceas. Aquellas que son específicas de coníferas son consideradas como las especies de más importancia económica, debido a los daños que producen (Reid. 2004). De forma que se encuentran asociados tróficamente a la casi totalidad de nuestros árboles, con los daños que pueden causar a éstos cuando sus poblaciones aumentan notablemente, además de ser los vectores de varios hongos como el azulado de la madera (géneros Pessotum, Ceratostomella, Grosmannnia, Leptographium ) .

Además de la depreciación estética y causar daños económicos en el sector maderero, algunos escolítidos son también vectores del chancro resinoso causado por Fusarium circinatum, que provoca una muerte regresiva apical, muerte de piñas y finalmente muerte del árbol por colapso vascular. Pudiendo causar mortalidades de más del 20% en masas de Pinus radiata en el País Vasco (López et al. 2007). Otras enfermedades como la grafiosis de los olmos (Ophiostoma novo-ulmi), son también transmitidas por varias especies de escolítidos, que transportan las esporas del hongo desde los árboles enfermos hasta los sanos, inoculando el hongo responsable de la desaparición de la mayoría de olmos de nuestras tierras.

Cada vez está más extendida en la comunidad científica la idea de que a pesar de que los escolítidos producen daños directos muy importantes, intervienen también en muchos focos de decaimiento vascular, debido a los hongos asociados a muchas de nuestras especies (Romón et al. 2007).

1.4.2. Especies de escolítidos presentes en la Comunidad Valenciana. Especies consideradas como plagas potenciales y su abundancia.

En la Comunidad Valenciana, según fuentes de la Consellería de Medio Ambiente en su último informe anual (2010), se cita la presencia de diferentes especies de escolítidos, de las que destacan, por los daños que causan en nuestros montes, las pertenecientes a

los géneros Ips (Ips sexdentatus Boern, Ips acuminatus Gyll.) y Tomicus (T. piniperda L., T. destruens Woll. y T. minor Hartic.). Debido a su frecuencia e

importancia, otra especie siempre presente en nuestros montes y en ocasiones muy abundante es Orthotomicus erosus Woll.

Debe ser destacado el género de escolítidos Tomicus, por su frecuencia e importancia y porque están ampliamente distribuidas por nuestros pinares. Las especies de Ips, poco extendidas en la Comunidad Valenciana debido a las características ecológicas de estas especies, habitan preferentemente sobre P. sylvestris L. aunque también puede atacar a otras especies de pinos, sobre todo en la Comunidad Valenciana a P. pinaster Ait.

El departamento de Sanidad Forestal realiza anualmente muestreos y seguimientos de nuestros montes. En las prospecciones realizadas durante el último año, el número de masas afectadas por los perforadores, ha supuesto un escaso descenso del 0,67% en el porcentaje de masas afectadas, sobre el total de masas prospectadas.Actualmente es un 16,36% (17,03% en 2009), lo que representa un descenso muy poco significativo. Se

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causados por insectos perforadores ha sido opuesto al que se dio en 2009, en el que se produjo un incremento del número de masas afectadas. Sin embargo, este descenso no se corresponde con el número real de daños, ya que los descensos han afectado a aquellas masas que no presentan muerte de pies y por contra se ha producido un incremento de las masas que si presentan bajas. El descenso del número de masas con presencia de perforadores, se ha producido en líneas generales, únicamente en la provincia de Valencia, mientras que en Castellón, como sobre todo en Alicante, se han producido incrementos. En cuanto a la distribución de las citas de detección de perforadores por provincias, Castellón es la que presenta, con diferencia, un mayor porcentaje (32,20% de masas afectadas), seguido de Alicante y Valencia (23,04% y 8,56%, respectivamente). Estos datos reflejan respecto a la pasada campaña incrementos del 3,95% en Alicante, seguido de un 1,88% en Castellón, mientras que el descenso producido en Valencia ha sido de un 2,81%.

Respecto a la intensidad de las infestaciones, esta se evalúa según el grado de afección de la masa, diferenciándose tres grados de intensidad: “presencia”, “presencia media” y

“presencia alta”.

- En Castellón ha aumentado el tanto por ciento de “presencia” alrededor de 0,5 puntos porcentuales y la “presencia media” en 1,5 puntos. Sin embargo la “presencia alta” ha descendido en 0,18 puntos.

- En Alicante, ha aumentado en 2,31 puntos porcentuales el nivel de “presencia” y en otros 1,64 puntos la “presencia media”. Por su parte, no se han vuelto a citar por segundo año consecutivo masas con nivel de “presencia alta”.

- En Valencia han disminuido los niveles de “presencia” y “presencia media” en un orden del 2,65% y 0,44%, mientras que por contra la “presencia alta” ha aumentado en un 0,28% (en la pasada campaña no se registraron masas con este nivel de presencia en Valencia).

Se concluye que, en la Comunidad Valenciana, se ha producido, opuestamente a lo que ocurrió en 2009, un descenso en el número de masas con presencia de perforadores pero este descenso no ha implicado una disminución de los daños, sino más bien todo lo contrario, ya que los descensos sólo han afectado a aquellos niveles de presencia que no implican muerte de pies, y por contra, los aumentos registrados se han centrado en niveles de afección que implican muerte de pies y en consecuencia, daños de cierta relevancia. De cualquier modo la situación global de la Comunidad respecto a daños causados por insectos perforadores es buena, aunque se hace necesario estar atento a la evolución de algunas zonas en los próximos meses.

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Tomicus sp. Distribución e importancia del insecto como plaga.

En la Península Ibérica podemos encontrar tres especies del género Tomicus; Tomicus minor, Tomicus Piniperda y Tomicus destruens. La especie T. piniperda es muy similar morfológicamente a T. destruens. Ambas especies consideradas la misma por algunos autores (Gil y Pajares. 1986) han sido separadas definitivamente por estudios de biología molecular, (Gallego y Galián, 2001; Kerdelhué et al. 2002; Kohlmayr et al.

2002). Morfológicamente es posible distinguirlos ya que existen diferencias a nivel de antenas y declive elitral Faccoli (2006). En las antenas las diferencias aparecen en la maza antenal, para T.destruens el tercer segmento de la maza antenal aparece poblado con gran cantidad de sedas mientas que para T. piniperda esta densidad es menor.

Respecto a la coloración de la maza antenal también existen diferencias, siendo más amarillenta para T. destruens y de un marrón más oscuro en T. piniperda. También aparecen diferencias en el declive elitral. Ambas especies presentan en la segunda interestría una ausencia de gránulos, que sí se aprecian en el resto de interestrias. Este carácter es común a ambas especies, sin embargo, la diferencia está en las punteaduras a lo largo del declive, ya que T. piniperda presenta una fila de pequeñas punteaduras entre la primera y la segunda interestría que están regulaermnte espaciadas, mientras que para T. destruens estas punteaduras ocurren entre la segunda y la tercera interestría y aparecen más irregulares (Faccoli. 2006).

Respecto a la distribución en España, T. destruens se prevé en las zonas con baja altitud, por debajo de 1000 m, sin P. sylvestris y P. radiata. T. piniperda en áreas con alta disponibilidad de agua con presencia de P. sylvestris y temperatura media mínima anual por encima de 0 º C. Tomicus minor tiene un comportamiento opuesto respecto a la altitud, prefiriendo zonas de más de 1000m, continentales y con presencia de P. pinaster y P. nigra y la ausencia de P. halepensis. Al parecer, la segregación de

T. destruens y T. piniperda por la disponibilidad de agua define el límite inferior de la distribución de T. piniperda y el límite superior de T. destruens. Sin embargo en el suroeste de Galicia y la Costa oriental del Cantábrico, la pareja T. destruens y T.

piniperda se localizan en simpatía. De modo que los modelos indican que hay dos especies de pino que no puede ser atacados por dos especies de Tomicus, es decir, P. sylvestris nunca será atacado por T. destruens y P. halepensis nunca se verá infestado por T. piniperda. La importancia de este insecto se debe, tanto a que la larvas se alimentan de tejidos de floema, con la ruptura consiguiente de los vasos conductores de la savia y la resina, dañando gravemente al árbol y pudiéndole provocar la muerte (Dajoz. 2001), como a que los adultos una vez salen de la cámara de pupación, se dirigen a las copas de los arboles, donde se alimentaran de la medula de los ramilletes terminales y como consecuencia provocan una merma en el crecimiento anual del árbol, además de la perdida de las piñas del año, reduciendo el crecimiento individual de cada árbol y el debilitamiento de la masa, haciéndola más vulnerable frente a ataques posteriores. Si se produce un crecimiento de sus poblaciones pueden llegar a ser calificados como plaga, ya que al aumentar el nivel de infestación daña considerablemente la masa.

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Los cerambícidos son coleópteros pertenecientes a la Superfamilia Chrysomeloidea, englobados en la familia Cerambycidae. Conocidos también como escarabajos longicornes por el alargamiento de sus antenas, sobre todo en los machos, con cuerpo alargado y casi cilíndrico, su tamaño oscila según especies entre 2 mm de largo hasta los 60 mm de algunos ejemplares. El dimorfismo sexual es marcado, sobre todo a nivel de antenas. El color de los cerambícidos es variable, las especies diurnas suelen tener colores brillantes, mientras que las especies de hábitos nocturnos son de colores más oscuros, apagados o parduzcos. La cabeza tiene una disposición variable, con las antenas próximas a los ojos y mandíbulas desarrolladas. Las larvas de los cerambícidos tienen un aspecto característico, su tegumento es blando y sin coloración, las patas son reducidas o ausentes y viven en madera relativamente seca, pasando por tres estadíos larvarios. Los adultos emergen entre primavera y principios de verano, tienen una vida muy corta y aunque muchos cerambícidos no se alimentan en el estado adulto, algunos deben absorber alimentos, polen y néctar de flores, para asegurar la ovogénesis. Son coleópteros presentes en los troncos caídos en el monte y también en los árboles muy afectados por los incendios y por tanto debilitados. Los cerambícidos ponen sus huevos sobre la corteza o los hunden en una fisura de esta con la ayuda del ovopositor. Algunas especies no disponen de este órgano por lo que ponen sus huevos excavando un pequeño orificio o muesca, con la ayuda de sus mandíbulas, hasta alcanzar el cambium, y allí depositan su huevo (Dajoz. 2001).

Asimismo debe indicarse que la familia Cerambicidae no causa muerte en el arbolado y respecto a los daños que producen, podemos decir que no hay plagas o ataques masivos de esta familia, de hecho, aunque pueden producir daños en la madera de construcción o mobiliario doméstico y ser vectores de enfermedades, pueden ser beneficiosos, ya que realizan transformaciones en el interior la madera muerta y seca.

1.4.5. Cléridos y Trogosítidos. Importancia de estos insectos en el monte.

Existen numerosas especies predadoras de insectos xilófagos, estas son de máximo interés, ya que ayudan a mantener en equilibrio a los insectos que se alimentan de la madera de nuestras coníferas. Entre ellos encontramos diversas familias de coleópteros, dípteros, himenópteros, heterópteros, y ácaros que contribuyen al control biológico de escolítidos, realizando un importante papel en el ecosistema y que permiten plantear diversos mecanismos de control (Dajoz. 2001).

En la Comunidad Valenciana contamos con especies de las familias de los cleridos y de los trogositidos que cumplen esta función de control biológico sobre insectos calificados como plagas forestales, por lo que son de vital importancia en nuestra región.

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JUSTIFICACIÓN Y OBJETIVOS.

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2. JUSTIFICACIÓN Y OBJETIVOS.

En la Comunidad Valenciana se producen numerosos incendios forestales sobre todo en los meses de verano, siendo P. halepensis el pino más afectado al ser también la especie más abundante. Para mejorar la gestión de las masas forestales quemadas se considera necesario disponer de herramientas útiles que permitan predecir la mortalidad de los árboles parcialmente dañados tras un incendio forestal. La muerte del árbol parcialmente afectado por el fuego se produce, bien porque el daño causado es de tal intensidad que impide que viva unos pocos meses más o bien porque aprovechando este estado de debilidad de los árboles, éstos son colonizados por insectos perforadores de la madera, fundamentalmente por coleópteros escolítidos.

Por tanto los objetivos que nos planteamos en el presente Proyecto Final de Carrera son:

- Determinar qué parámetros del árbol (P. halepensis) predicen mejor la mortalidad de los árboles después de un incendio forestal.

- Elaborar un modelo en la que se recoja la probabilidad de supervivencia de los árboles en función de los parámetros analizados, y una tabla (resumen de estas probabilidades) que sea útil en la gestión de las masas forestales afectadas por incendios.

Además de:

- Estudiar mediante un sistema de trampeo cuáles son las especies de escolítidos presentes en estas masas.

- Estudiar el vuelo de los escolítidos identificados y su relación con la mortalidad de los árboles.

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MATERIAL Y METODOS.

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3.1.1. Situación de la parcela de estudio.

El estudio se desarrolla en la provincia de Castellón (Comunidad Valenciana), en las partidas de el “Cabezo” y los “Titonares” pertenecientes a la comarca del Alto Palancia en el término municipal de Segorbe, a 65 km de la capital de provincia (Castellón) y a 57 km de Valencia.

La comarca del Alto Palancia cuenta con una población de 25.367 habitantes distribuidos en 27 municipios y un área de 965 km cuadrados. Situada al sur de la provincia de Castellón, en el inicio del dominio Ibérico, es una zona meridional con afloramientos triásicos, ya que su morfología comienza a perfilarse en los primeros tiempos de la Era Cenozoica. Esta actividad determinó los primeros pliegues del suelo de Castellón, dando lugar a sistemas de pliegues anticlinales y sinclinales de rumbo NO y NE, con numerosas fallas de igual rumbo (figura 1). De forma que se pueden distinguir cuatro unidades de relieve principales:

1- El páramo de Barracas. Considerado como una prolongación geológica del altiplano del sur de la provincia de Teruel, se caracteriza por un clima frío y escasa población. En él se localizan las sierras de El Toro y Pina.

2- El valle del rio Palancia. La comarca es atravesada por el curso superior y medio del rio Palancia. Este río nace en la zona más occidental de la comarca y la recorre en sentido noroeste-sureste.

3- La sierra de Espadán. Situada al norte del río Palancia sirve de línea divisoria entre la cuenca del mismo rio y la del río Mijares.

4- La sierra Calderona, donde se encuentran nuestras parcelas. situada al sur del río Palancia, forma el límite con la provincia de Valencia.

Figura 1: Comarca de Alto Palancia.

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3.1.2. Descripción de la parcela de estudio.

Las parcelas de los “Titonares” y el “Cabezo” objeto de estudio fueron afectadas por un incendio forestal el 27 de julio de 2009. Donde según los informes emitidos por el Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino y por la Consellería de Medio Ambiente de la Comunidad Valenciana, se quemó una superficie total de 1026 ha. de las cuales 832 son de suelo forestal y de estas 550 de suelo forestal arbolado.

En junio de 2010, diez meses después del incendio, iniciamos el estudio en dos parcelas, que de ahora en adelante llamaremos “parcela de estudio”, dividida en dos subparcelas y la “parcela testigo”, como podemos ver en la siguiente figura (figura 2) . En dicha fecha aún no se había realizado ningún trabajo selvícola de conservación

Figura 2: Localización de las zonas de estudio.

El acceso a la “parcela de estudio” se sitúa junto a la salida 34 de la A-23 (Autovía Mudéjar) dirigiéndonos a la cv-2170 dirección “Camino Cabrera”, a 5 km tomamos a mano izquierda, un camino agrícola en pendiente, por el cual tras haber recorrido 1,2 km llegaremos a la primera subparcela de la zona de estudio, donde están localizados 100 pinos. Posteriormente tras recorrer 3,4 km desde la entrada a dicho camino estaremos situados a escasos metros de la segunda subparcela de la zona de

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pino carrasco (Pinus halepensis).

Figura 3.1 y 3.2: Parcela de estudio, panorama y detalle respectivamente

Para llegar a la “parcela testigo” hay que desplazarse hasta el término municipal de Jérica, dirigiéndonos a la salida 37 de la A-23 dirección Jerica Sur, tomando la primera salida a la izquierda, dirección a la cantera. Una vez pasada esta, se cogerá el primer camino a la izquierda; transcurridos 4 km desde la salida de la A-3 llegaremos a la parcela.

Figura 3.3 y 3.4: Parcela testigo, panorama y detalle.

El objetivo de la parcela testigo es el de poder comparar la muertes que se pudieran producir de forma natural, con las producidas por el paso del incendio y su entomofauna asociada. Por lo que se marcaron individualmente 100 árboles, completamente sanos. La elección de la parcela de estudio fue determinada en función de la disponibilidad de árboles situados en el perímetro del incendio, ya que necesitábamos una masa continua de pino carrasco que se extendiera por el perímetro del incendio, quedando está dividida en dos subparcelas con 100 árboles.

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3.1.3. Marcado e identificación de los arboles objeto de estudio.

Tanto en la parcela de estudio como en la testigo, con el objetivo de obtener la mejor representación de la masa posible, se procedió a realizar un marcado de los árboles intentando abarcar la mayor diversidad de alturas y diámetros. En la parcela de estudio, se marcaron 200 pies parcialmente afectados por el fuego, árboles vivos, con la corteza parcialmente chamuscada y diferente grado de afección por el fuego y en la parcela testigo se marcaron 100 árboles completamente sanos. Una vez escogidos los árboles a estudiar, se marcaron con precinto, se tomó la posición GPS y posteriormente se procedió a identificarlos clavándoles una chapa metálica numerada.

3.1.4. Parámetros del árbol medidos.

Los parámetros dasométricos medidos tanto en la parcela de estudio como en la parcela testigo han sido, la altura del árbol (ht), altura del fuste (hf), diámetro normal , diámetro basal y espesor de corteza, y los parámetros medidos además en la parcela de estudio afectada por el incendio fueron, la altura máxima afectada (ha), la altura máxima de fuste afectado por el fuego (hfa), el porcentaje del diámetro basal y normal quemado y el porcentaje de copa quemada (en la figura 3.7 se han esquematizado algunas de las medidas). Aparte de estos parámetros descritos se han realizado otro tipo de anotaciones como, daños visibles en la corteza, patógenos existentes en el tronco y presencia de resinación en el tronco o ramas.

Figura 3.7:Representación algunos parámetros medidos en la parcela de estudio

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mínimo de 32 cm, que la media del perímetro basal es de 100 cm con un valor máximo de 132 cm y un mínimo de 22 cm. Respecto a la altura total de árbol la media se sitúa en 9,14 m con un valor máximo de 14 m y un valor mínimo de 3,25 m con una altura media de fuste de 5,01 m. La variable espesor de corteza consta de un valor medio de 14,67 mm, alcanzando su valor máximo en 42 mm y un mínimo de 2 mm. Estas medidas muestran la variabilidad de la muestra en cuanto a edad, tamaño y adaptación a las condiciones intrínsecas de la zona.

De las variables altura total afectada, altura de fuste afectado, perímetro normal y basal afectado, tanto por ciento de copa quemada y presencia o no de resinosis, se puede obtener información de las condiciones del incendio y la repercusión de este sobre los arboles objeto de estudio. De las variables, altura total, altura de fuste, perímetro normal y basal y espesor de corteza podremos obtener una referencia de las condiciones específicas de la masa.

Para la medición de todos estos parámetros se utilizó un hipsómetro clinómetro vertex, una cinta métrica y una barrena. Colocando el transpondedor del vertex en la corteza del árbol a medir, a una altura normal de 1.30 m y separándonos del árbol a una distancia semejante a la altura de este, se calculó por trigonometría la altura total del árbol y del fuste, el porcentaje de copa quemada y la altura de fuste quemada (figura 3.8). Para medir el diámetro normal, basal y el porcentaje de estos chamuscado se utilizó una cinta métrica.

Figura 3.8: Mediciones con el vertex

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3.1.4. Seguimiento de las parcelas.

El estudio se llevó a cabo desde el 25 de junio de 2010 hasta el 18 de marzo de 2011, realizando un seguimiento quincenal de las dos parcelas, anotando en la libreta de campo árbol a árbol, cualquier cambio perceptible en el vigor del árbol, así como la presencia de actividad de insectos perforadores en troncos, galerías, grumos de resina, presencia de ramillas terminales en las proximidades de cada árbol y otras observaciones que se consideraron de interés… (En las figuras 4 y figura 5 se muestran diversos signos registrados en la parcela de estudio y en la figura 6 se puede apreciar el deterioro de un pie en la parcela de estudio).

Figura 4: Orificio de salida de coleoptero

Figura 6: Pino marcado en noviembre de 2010 (izquierda) y un mes más tarde (derecha)

Figura 5: Mordedura de puesta de cerambicido, posiblemente de Monochamus galloprovincialis.

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Se realizó un seguimiento del periodo de vuelo de los escolítidos presentes en la zona incendiada y en la testigo. Para ello se utilizaron trampas de interceptación, normalmente utilizadas en el estudio de este tipo de insectos. Concretamente el tipo de trampa seleccionada fue la trampa Lindgren o de embudos múltiples (figura 8) con una altura de 150 cm y 30 cm de diámetro, formada por 10 embudos. Constaba de una tapa a prueba de agua con argolla giratoria, para poderla colgar de los árboles y un recipiente colector de insectos con drenaje de agua.

El número de trampas utilizadas fue de diez, cinco en la parcela de estudio y cinco en la testigo. En la zona testigo las cinco trampas fueron colocadas con una separación aproximada de 100 metros. La zona de estudio, donde los pinos presentaran diferentes grados de afección por el fuego, debido a las condiciones del terreno, fue dividida en dos subparcelas separadas por aproximadamente 500 m. De forma que cada subparcela de estudio constaba de 100 pinos, en la “subparcela 1” se instalaron tres trampas y la

“subparcela 2” dos trampas, en la figura 7 está marcado el perímetro del incendio y la distribución de trampas y arboles.

Figura 7: Situación de los árboles (en verde) y trampas (amarillo) zona de estudio.

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En cada trampa se añadieron tres atrayentes distintos: etanol, α- pineno y feromona de agregación de Ips sexdentatus. Cada trampa fue cebada con 5 botellas de 33 cl. de etanol 96º a la mitad de su capacidad, practicando en el tapón un orificio de ocho milímetros de diámetro. Esto implica una difusión del etanol a razón de 4 gramos/día, que es el adecuado para atraer Tomicus destruens (Gallego, comunicación personal).

El α-pineno es un volátil que emiten de forma natural los pinos y que junto con el etanol actúan como kairomonas atrayendo escolítidos y en particular, a Tomicus destruens. La feromona de agregación de Ips sexdentatus actúa de forma sinérgica con los otros dos volátiles aumentando las capturas de escolítidos, y otros insectos, como enemigos naturales. Todos los atrayentes eran renovados con una periodicidad de cuarenta y cinco días. Además en el bote colector se colocaba un sobre insecticida DDVP, con el fin de que los insectos atraídos no se escaparan y no fueran predados por otros artrópodos. El insecticida también se renovaba con la misma periocidad que los atrayentes.

3.1.6. Seguimiento de las trampas en campo.

Se realizó un seguimiento quincenal de todas las trampas, en el cual se anotaba cualquier anomalía perceptible en las mismas. En cada fecha de muestreo se rellenaban los niveles de etanol de las botellas para mantenerlos de la forma anteriormente descrita (figura 8) y se extraían los insectos que caían en las trampas. Para ello se utilizaron botes proporcionados por el personal del laboratorio del departamento de Ecosistemas Agroforestales de la E.P.S.G., de diámetro algo mayor que los recipientes colectores de insectos de las trampas multiembudos. De esta forma el proceso consistía en volcar un recipiente al otro y limpiar posteriormente el colector de la trampa con un pincel del número dos. El material proveniente de campo se congelaba inmediatamente para evitar la pudrición de los insectos muertos. Una vez extraídos del congelador, se sometían a un corto proceso de secado al aire volcando el material de las trampas en una bandeja con papel secante, este proceso nos permitía eliminar la humedad impidiendo que los insectos se pudrieran una vez descongelados (figura 9). A partir de este momento comenzaba el conteo e identificación para posteriormente ser colocados en tubos de cristal al 70% de etanol, etiquetándolos de forma individual, mostrando la fecha de recogida y el número de trampa.

Figura 8: Trampa lindgren o multiembudo. Figura 9: Muestra de una captura sobre bandeja.

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Esta parte del trabajo se realizó en el laboratorio de protección de ecosistemas de la Escuela Politécnica Superior de Gandía. Con la ayuda de una lupa binocular, los insectos se colocaban en placas petri para ser identificados y separados por especies para su posterior conteo uno a uno, realizando un análisis detallado de las especies de escolítidos y predadores presentes. También se colocaron en frascos de cristal de menor tamaño los dípteros e himenópteros parasitoides encontrados en los botes colectores.

Para la identificación de las especies de coleópteros se creó una colección de insectos, clavándolos con alfileres entomológicos según tamaño, al menos un par de ejemplares por especie, sirviendo estos para las identificaciones posteriores.

3.2. Análisis estadístico de los resultados.

Para realizar el análisis estadístico de los resultados y la elaboración de la tabla de supervivencia de árboles post-incendio, hemos tenido en cuenta los datos del incendio de Segorbe y los datos de un incendio producido dos años antes, en agosto de 2007 en Atzaneta del Maestratgo (Castellón). Hemos agrupado los datos de ambos incendios para que el tamaño de la muestra fuera mayor y porque las características de los dos incendios, así como los árboles de ambas zonas fueron similares.

Ambas zonas de muestreo se encuentran biogeograficamente en la Región Mediterránea, Provincia catalano-valenciana-provenzal y según la clasificación bioclimática, la cual define las adaptación de los ecosistemas vegetales a las características de precipitación (ombrotipo) y temperatura (termotipo), se encuentran, en el límite del piso bioclimático Mesomediterráneo inferior con ombroclima seco, con el piso Mesomediterraneo medio (Rivas-Martinez, 1987). De esta forma, hemos conseguido acumular los datos de 400 árboles afectados por fuego, más 200 árboles sanos o testigos, con los cuales hemos realizado el análisis estadístico.

En la siguiente tabla (tabla 1) se muestra las medias, máximas y mínimas para todos los parámetros medidos tanto de la muestra formada por ambos incendios, como para el incendio de Segorbe del 2009 y el incendio de Atzaneta en 2007 por separado.

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Tabla 1: Medidas de los parámetros analizados en las dos zonas incendiadas: Segorbe y Atzaneta

A partir de diversos análisis de ANOVA se han establecido las variables que mostraban mayor relación con la mortalidad de los árboles. También se ha realizado un test 2 para verificar la influencia de la presencia de escolítidos en la mortalidad. Posteriormente, una vez establecidos los parámetros, mediante análisis factorial por el método de las componentes principales hemos reducido las variables a un único factor. Se ha comprobado, mediante el test de Kolmogorov-Simirnov, que puede aceptarse la hipótesis de normalidad para dicho factor tanto en el caso de los árboles vivos como muertos. En base a este factor, utilizando el teorema de Bayes, se han podido estimar probabilidades de mortalidad y supervivencia condicionadas a los valores concretos de los parámetros. En todos los análisis estadísticos realizados se ha utilizado el programa Statgraphics Centurion XVI.

Variable Media Media

segorbe Media atzaneta

Maxima Máxima segorbe

Máxima atzaneta

minima Minima

segorbe

Minima atzaneta

Perímetro normal (cm) 68,98 72,31 65,66 130 130 109,96 24,82 32 24,82

Perímetro normal afectado (%) 47,67 55,65 39,7 100 100 100 - - -

Altura total (m) 10,71 9,14 12,29 19,92 14 19,92 3,25 4,25 3,25

Altura total afectada en (%) 65,89 65,4 66,38 99,98 97,17 99,99 18,06 18,06 26,17

Altura del fuste (m) 5,18 5,01 5,35 11,16 8,5 11,16 1,6 1,6 3,09

Altura del fuste afectado (%) 45,06 46,22 43,89 100 100 92,53 - - -

Espesor de corteza (mm) 13,22 14,67 11,78 50 42 50 1 2 1

% de volumen copa quemada 25-50 50-75 25-50 - - - - - -

Perímetro basal (cm) 90 100 80 183 183 131 22 22 31

Perímetro basal afectado en (%) 93,85 98,89 88,81 100 100 100 - 23,47 -

Acículas amarillas - - - 283 111 172 - - -

Resinosis en tronco

Daños físicos anteriores - - - 9 9 - - - -

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Resultados y discusión.

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4.1. Determinación de los parámetros que mejor predicen la mortalidad post-incendio.

Al final del estudio el 27.5 % de los árboles muestreados murieron en el incendio de Atzaneta y el 11.5 % en Segorbe. Los resultados de la ANOVA indican que de todos los parámetros analizados, cuatro de ellos están significativamente relacionados con la mortalidad de los árboles. Estos parámetros son: porcentaje de la altura del árbol afectada por el fuego (F=49.18; gl=1; p=0.0000), proporción de copa quemada (F=13.92 gl=1; p=0.0002), porcentaje del perímetro normal afectado (F=10.00 gl=1;

p=0.0017) y la presencia o no de escolítidos (2= 28.960; gl=1; p=0.0000).

El porcentaje de copa quemada es un parámetro que predice bien la mortalidad post-incendio en coníferas de diferentes especies. Sieg et al. (2006) indican para P. ponderosa como mejores parámetros, el porcentaje de copa quemado y el volumen de copa consumida. Hanula et al. (2002) para varias especies de pino (P. elliottii Englem. y P. palustris Mill.) indican la altura quemada del tronco, seguido del porcentaje de copa quemada. Rigolot (2004) considera en P. halepensis buenos parámetros el porcentaje de copa quemada, espesor de corteza carbonizada y diámetro basal afectado, coincidiendo en parte con nuestros resultados. Vega et al. (2011) en P.

pinaster consideraron el volumen total de copa dañado, la proporción de cambium muerto y la presencia de escolítidos, como mejores predictores. Coincidimos con los últimos autores en la importancia de los escolítidos, aunque el estudio se realizó sobre P. pinaster y no sobre P. halepensis.

4.2. Elaboración de una tabla de probabilidad de supervivencia de árboles parcialmente afectados por fuego y su aplicación en la gestión de masas forestales quemadas.

Como ya hemos indicado, los cuatro parámetros que están significativamente relacionados con la mortalidad de los árboles son: porcentaje de la altura del árbol afectada por el fuego, proporción de copa quemada, porcentaje del perímetro normal afectado y presencia o no de escolítidos. A partir de estas cuatro variables y mediante análisis factorial por el método de las componentes principales, es posible reducir la información a una única variable, denominada factor, que es una combinación lineal de los cuatro parámetros seleccionados (K= 0.637895 x PNA %+ 0.662356 x HA % + 0.809557 x VCQ % + 0.648085 x Escolítidos). Utilizando la distribución probabilística de este nuevo factor y a partir del Teorema de Bayes podemos estimar la probabilidad de supervivencia de los árboles parcialmente quemados en un incendio condicionada a la situación de dichos árboles en lo que respecta a las variables consideradas.

Referencias

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