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LECCION 1 La parte de Dios, nuestra parte y el trabajo

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Academic year: 2021

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LECCION 1

La parte de Dios, nuestra parte y el trabajo

Introducción: Tres razones por las que Dios habla de dinero

A. La forma en la que manejamos nuestro dinero es una expresión externa de una condición espiritual interna.

B. La manera en la que administramos el dinero afecta la intimidad de nuestra relación con Cristo.

C. El dinero compite con Cristo por el trono de nuestro corazón.

I. La función de Dios y la nuestra frente al dinero

A. La función de Dios.

1. Dios es el Dueño de todo. 2. Dios tiene el control.

3. Dios provee para nuestras necesidades. B. La función del ser humano frente al dinero

1. Somos mayordomos de las posesiones de Dios. 2. Debemos serle fieles.

3. En la fidelidad, Dios nos bendice.

II. El trabajo

A. Dios creó el trabajo para beneficiarnos.

B. Dios le dio al trabajo una importante perspectiva. 1. El trabajo es necesario.

2. El trabajo desarrolla el carácter. 3. El trabajo es para el Señor.

C. Dios tomó responsabilidades con respecto a nuestro trabajo. 1. Dios nos da las habilidades con respecto a nuestro trabajo. 2. Dios nos da el éxito.

3. Dios controla los ascensos y avances laborales. D. Dios nos dio responsabilidades también a nosotros.

1. Debemos trabajar duro.

2. Debemos trabajar sin caer en el exceso. 3. Debemos ser honestos.

4. Debemos honrar a nuestros empleadores. 5. Debemos honrar a nuestros compañeros.

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Introducción

Dios nos dio pautas para administrar el dinero porque nos ama y se preocupa por nosotros. En la Biblia hay más de 2.350 versículos que se refieren al dinero y a las posesiones. Jesús enseñó más acerca del dinero que sobre cualquier otro tema. El tema del dinero es el más mencionado en el Nuevo Testamento, aparte del tema del amor. El Señor sabía que necesitaríamos sabiduría para usar el dinero, por eso reveló en la Escritura los principios acerca del trabajo, las ganancias, los gastos, los ahorros, las inversiones, el dar, el salir de deudas y la enseñanza que se le debe dar a los hijos sobre cómo manejar el dinero. Si a las personas se les ha enseñado algo acerca de la manera en la que Dios espera que se maneje el dinero, generalmente se refiere al dar. Aunque dar es muy importante, rara vez se les enseña los principios sobre ganar y gastar. Por ende, el pueblo de Dios se ha manejado más según la perspectiva del mundo, en vez de la de Dios.

Tres razones por las que Dios habla tanto sobre el dinero:

A. La forma en la que manejamos nuestro dinero es una expresión externa de una condición espiritual interna.

Lucas 16:10 dice: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo mas fiel; y el que en lo muy

poco es injusto, también en lo mas es injusto”.

El área del manejo del dinero es una de esas áreas de “lo muy poco”. ¿Por qué lo decimos?... pues porque ¿quién sabe cómo está usted manejando su dinero? Ahora que viajamos por Latinoamérica nos damos cuenta que muchas veces las esposas no saben cómo los esposos manejan el dinero de la casa. Entonces, si la esposa no sabe cómo su esposo está manejando el dinero de la casa, mucho menos el pastor. El área del manejo del dinero es un área “secreta” en nuestra vida… Pero como le escuchamos decir alguna vez al Dr. Luis Palau, “en la vida secreta está el secreto”. La forma en la que cada uno de nosotros tomamos decisiones económicas muestra los principios y valores que tenemos en la vida. Si usted decide sobornar a un policía de su país, pasar algún equipo de contrabando por la aduana, mentir en su declaración de impuestos o escuchar música en un disco compacto pirateado, esas decisiones económicas simplemente muestran que es lo que es usted realmente valora en su vida (su tiempo, su dinero), y qué lugar ocupa la Palabra de Dios y Jesucristo mismo en el trono de su corazón.

B. La manera en que administramos el dinero afecta la intimidad de nuestra comunión con Cristo. “¿pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles,

¿quién os confiará lo verdadero?” (Lucas 16:11). Una relación más íntima

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C. El dinero compite con Cristo por el trono de nuestro corazón. “Ninguno

puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6:24).

Es un hecho científicamente comprobable que a los latinoamericanos se nos está cambiando el color de los ojos: ¡se nos están poniendo verdes! (el color de los dólares). La economía de mercado y el amor al poco dinero que tenemos compite por el amor al Señor y su Reino (por eso, muchas veces estamos dispuestos a comprometer nuestra lealtad a Cristo por unos pocos pesos o dólares).

I.

La función de Dios y la nuestra frente al dinero

A.

1. Dios es el Dueño de todo. La función de Dios

“De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan”

(Salmos 24:1). Dios creó todas las cosas: “en el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). El jamás ha transferido, ni nunca le

transferirá a las personas la propiedad de Su creación.

a. Dios es dueño de toda la plata y el oro. “Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos” (Hageo 2:8).

b. Dios es el dueño de la tierra. “La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es. (Levítico 25:23)

c. Dios es dueño de los animales. “Porque mía es toda bestia del bosque, y los millares de animales en los collados… y todo lo que se mueve en los campos me pertenece. Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti; porque mío es el mundo y su plenitud” (Salmos 50:10-12).

Como seguidores de Cristo, nosotros reconocemos que Dios es dueño de todas nuestras posesiones. Jesús dijo: “Así, pues, cualquiera de vosotros que

no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:33)

2. Dios tiene el control.

“Todo lo que Jehová quiere, lo hace, en los cielos y en la tierra, en los

mares” (Salmos 135:6).

Nuestro amante Padre celestial es quien tiene el control total y absoluto de cada cosa que sucede. “Y alabé y glorifiqué al que vive para

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habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?” (Daniel 4:34-35).

Está en quienes lo sigan, el darse cuenta de que Dios usa todo para bien, aún las circunstancias difíciles serán de provecho propio. “Y

sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos

8:28).

Esto lo podemos ver en la vida de José, a quien sus hermanos celosos lo vendieron como esclavo. Sin embargo, José les dijo: “No os

entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros… Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios… Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo” (Génesis 45:5-8; 50:20).

3. Dios provee para nuestras necesidades.

En Genesis 22:14 a Dios se lo llama Jehovah-jireh, que significa, “Jehová proveerá”. “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y

todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19).

Dios es predecible e impredecible. El es predecible en el sentido de su fidelidad para proveernos, e impredecible en la manera que lo hará. En la Biblia, el Señor provee para su pueblo de muchas diferentes maneras y, con frecuencia, de modo inesperado. El mismo Señor que alimentó con maná a los hijos de Israel durante los 40 años en el desierto, y que alimentó a los 5,000 con tan solo cinco panes y dos peces, nos ha prometido que proveerá para nuestras necesidades. Este es el mismo Señor que le dijo a Elías: “Yo he mandado a los cuervos que te den allí

de comer; Y los cuervos le traían pan y carne por la mañana, y pan y carne por la tarde” (1 Reyes 17:4,6).

B. La función del ser humano frente al dinero

1. Somos mayordomos de las posesiones de Dios.

Salmos 8: “… todo lo pusiste debajo de sus pies…” Mayordomía significa administrar las pertenencias de otro.

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2. Debemos ser fieles.

“Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel” (1 Corintios 4:2).

Dios es dueño de todo lo que nosotros tenemos, y nos da dado la responsabilidad de administrar nuestras cosas de una manera fiel, de acuerdo a los principios de la Escritura acerca de las finanzas.

a. Debemos ser fieles con lo que tenemos. No solamente debemos ser fieles mayordomos en cuanto al diez por ciento que damos, sino también con el noventa por ciento restante. Todo lo que tenemos es del Señor y debemos administrarlo de una manera que lo complazcamos a El.

b. Debemos ser fieles en las pequeñas cosas. “El que es fiel en lo muy

poco, también en lo mas es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo mas es injusto” (Lucas 16:10).

Si somos fieles en las pequeñas cosas, Dios podrá confiarnos responsabilidades mayores. No debemos gastar el dinero de una manera que desagrade a Dios porque esto nos conduciría a ser mayordomos infieles.

3. En la fidelidad, Dios nos bendice Dios nos bendice de tres maneras:

a. Nos acercamos a Jesucristo más y más. “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré y me manifestaré a él” (Juan 14:21).

Cuando somos fieles en la obediencia y el servicio al Señor, aprendemos a amarlo más. Jesús dijo: Al aplicar con fidelidad los principios de Dios sobre las finanzas, nuestro amor por Cristo crecerá cada vez más.

b. Desarrollamos un carácter a la imagen de Dios.

Dios se vale del dinero para revelar y refinar nuestro carácter. La manera en que manejamos el dinero es un indicador de nuestra verdadera condición espiritual. Usted puede decir mucho de una persona cuando examina la manera en la que maneja el dinero. Por ejemplo, si es honesto o deshonesto, o si apuesta dinero o lo da a los pobres.

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A medida que aplicamos los principios de Dios en la administración de nuestras finanzas, comenzaremos a gastar más sabiamente y a ahorrar para el futuro y a dar aún más para la obra de Cristo.

Tenga mucho cuidado con las enseñanzas extremistas en relación a la riqueza y la pobreza. Es una barbaridad pensar que la santidad se da solamente en la pobreza. E dinero y las posesiones pueden usarse para bien o para mal. Un numero importante de personas devotas a Dios, que la Escritura nos menciona, fueron los mas ricos de su época. En el Antiguo Testamento el Señor hace llegar su recompensa de abundancia a su pueblo cuando le obedece, mientas que la pobreza recae sobre ellos como consecuencia de su desobediencia. Deuteronomio 30:15-16 dice “Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida

y el bien, la muerte y el mal; porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga”.

Salmos 35:27 dice: “Pero que se alegren y griten de alegría: ¡El Señor es grande, y le

agrada el bienestar de su siervo!” Podemos orar genuinamente para que Dios nos

prospere cuando nuestra relación con el Señor es saludable y tiene la perspectiva adecuada con respecto a las posesiones. “Amado, yo deseo que tu seas prosperado en

todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (3 Juan 2). La Biblia no

dice que alguien que es de Dios debe vivir en la pobreza. Un creyente puede tener recursos materiales. El otro extremo esta en creer que todos los cristianos que tienen una fe verdadera siempre serán prósperos económicamente. Esto también es un error. Al estudiar la vida de José, vemos el ejemplo de una persona fiel que experimento la prosperidad y la pobreza. El nació en el seno de una familia prospera, después sus hermanos lo vendieron como esclavo porque estaban celosos de el. Cuando fue un esclavo su amo lo ascendió para que fuese el administrador de la casa. Luego, al negarse a cometer adulterio con la mujer de su amo, ¿sabe qué sucedió? Padeció años en prisión por haber tomado la decisión correcta. Pero, en el tiempo de Dios, asumió el cargo de primer ministro en Egipto. Los lineamientos para la prosperidad se encuentran en Josué 1:8 “Nunca se apartara de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditaras en el, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en el esta escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”. Este pasaje tiene dos requisitos para ser prospero. Meditar en la Escritura y hacer todo lo que nos ordena. Cuando usted hace esto, esta en una posición que le permite ser prospero económicamente. No hay garantías, sin embargo, Dios preferirá que usted sea prospero. El sabe lo que es mejor para usted, y espera que confíe en El cualquiera sea su decisión divina.

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Por favor, repase este diagrama que contrasta las tres perspectivas.

La pobreza La prosperidad La

mayordomía

Las posesiones son: Malignas Un derecho Una

responsabilidad

El Trabajo: Solo cubre

necesidades básicas

Es para volverse rico Sirven a Cristo

El pueblo de Dios es:

Pobre Rico Fiel

El incrédulo es: Rico Pobre Infiel

Doy: Porque debo hacerlo Para obtener algo Porque amo a

Dios

Al gastar lo hago con:

Temor y sin gozo Irresponsablemente y siendo consumista

Devoción y responsabilidad

II.

El trabajo

Una persona promedio trabaja unas 100.000 horas en su vida. Con frecuencia, este trabajo acarrea algunas insatisfacciones. Entender los principios de la Escritura con respecto al trabajo lo ayudara a experimentar satisfacción en el mismo. Además, lo pondrá en una posición donde el Señor podrá prosperarlo.

A. Dios creo el trabajo para beneficiarnos.

La primera tarea que Dios le asignó a Adán fue el trabajo. “Tomo, pues,

Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Génesis 23:15). El Señor creo el trabajo para nuestro propio

beneficio en un medio libre de pecado como lo fue el huerto del Edén. Después de la caída, cuando el pecado entró al mundo, el trabajo se hizo más dificultoso. “Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del

árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra” (Génesis 3:17-19).

B. Dios le dio al trabajo una importante perspectiva 1. El trabajo es necesario.

“Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” (2 Tesalonicenses 3:10).

El trabajo es tan importante que en Éxodo 34:21 Dios nos ordena: “Seis

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2. El trabajo desarrolla el carácter.

“La mano de los diligentes señoreará; mas la negligencia será tributaria” Proverbios 12:24.

Una de las principales razones de trabajar es para desarrollar el carácter. Mientras el carpintero edifica la casa, la casa también edifica al carpintero. Su destreza, diligencia, destreza manual y juicio son refinados. Un trabajo no es una mera tarea para ganar dinero; es también un medio que Dios nos da para que tengamos un carácter a la imagen de El.

3. El trabajo es para el Señor.

“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís” (Colosenses 3:23-24).

La Escritura revela que cuando trabajamos, en verdad estamos sirviendo al Señor con nuestro trabajo. Considere la actitud que usted tiene con respecto al trabajo. Si puede ver a Jesús como su jefe, ¿trataría de ser más fiel en lo que hace? La pregunta más importante que usted necesita hacerse cada día es: “¿Para quién trabajo?” Usted trabaja para Cristo.

C. Dios tomó responsabilidades con respecto a nuestro trabajo 1. Dios nos da las habilidades para realizar nuestro trabajo.

“Y todo hombre sabio de corazón a quien Jehová dio sabiduría e inteligencia para saber hacer toda la obra del servicio del santuario, harán todas las cosas que ha mandado Jehová” (Éxodo 36:1)

Debido a que Dios le ha dado a cada persona talentos y habilidades únicos, la Escritura no resalta una ocupación como más importante que otra. Ha una gran variedad de trabajos descritos en la Biblia. David fue un pastor y un rey. Lucas fue un medico. Lidia fue una vendedora de telas purpuras. Daniel fue un trabajador gubernamental. Pablo fue un hacedor de tiendas; y por ultimo el Señor fue un carpintero.

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2. Dios nos da el éxito.

“Mas Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio. Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano” (Génesis 39:2-3).

José es un ejemplo de cómo Dios ayuda a una persona a tener éxito. Nosotros tenemos responsabilidades, pero debemos darnos cuenta de que es Dios quien nos dará el éxito.

3. Dios controla los ascensos y avances laborales.

“Porque ni de oriente ni de occidente, ni del desierto viene el enaltecimiento. Mas Dios es el juez; a éste humilla, y a aquél enaltece”

(Salmos 75:6-7). Aunque nos sorprenda mucho, las personas no son las que controlan quien le ascenderá (enaltecerá) a usted; es el Señor quien controla su éxito y ascensos.

Por otro lado…

D. Dios nos dio responsabilidades también a nosotros 1. Debemos trabajar duro.

“Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría” (Eclesiastés 9:10). “Haber precioso del hombre es la diligencia” (Proverbios 12:27). La escritura condena la holgazanería al

mismo tiempo que alienta la diligencia y el trabajo duro. “También el

que es negligente en su trabajo. Es hermano del hombre disipado”

(Proverbios 18:9) La vida de Pablo fue un ejemplo de duro trabajo. “Ni

comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros; no porque no tuviésemos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis” (2 Tesalonicenses 3:8-9).

2. Debemos trabajar sin caer en el exceso.

Éxodo 34:21 dice: “Seis días trabajaras, mas en el séptimo día descansaras; aun en la arada y en la siega, descansaras”. Sin embargo, el trabajar duramente debe equilibrarse con las demás prioridades de nuestra vida. Si su trabajo le requiere demasiado tiempo y energías, al punto de que usted deja de lado su relación con Cristo, o sus seres queridos, esto significa que está trabajando en exceso. El descanso es un asunto de fe, ¿Puede el Señor hacer que nuestros seis días de

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trabajo sean más productivos que siete? ¡Si! El Señor instituyó un descanso semanal para que tengamos salud física, mental y espiritual.

3. Debemos ser honestos.

“No hurtaréis, y no engañareis ni mentiréis el uno al otro” (Levítico

19:11).

4. Debemos honrar a nuestros empleadores.

1 Pedro 2:18 dice: “Criados (léase empleados), estad sujetos a todo

respeto a vuestros amos (empleadores); no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar”. El pueblo de Dios

siempre debe honrar a sus patrones.

5. Debemos honrar a nuestros compañeros de trabajo y nunca difamarlos.

“No acuses al siervo (léase empleado) ante su señor (empleador), no sea que te maldiga, y lleves castigo” (Proverbios 30:10).

Conclusión

Jesús habló mucho acerca del dinero y las posesiones porque sabía que nuestra vida espiritual y material tendría mucho que ver con eso.

Dios es Dueño de todo, y nos encomienda algunas de sus posesiones para que las administremos. Quiere que seamos sabios y fieles mayordomos al poner en práctica los principios financieros que enseña su palabra.

El nos ha dado el trabajo para proveernos de lo que necesitamos y para desarrollar nuestro carácter. Debemos trabajar duro y tratar de ser excelentes porque, en realidad, trabajamos para Cristo.

Debemos, también, balancear el trabajo con otras prioridades que nos da el Señor –entre ellas, la familia, el descanso y el Reino.

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LECCION 2

Consejo, Gastos y deudas

Introducción

I. Dios nos enseña a pedir consejo

A. Debemos pedir consejo a nuestro cónyuge B. Debemos pedir consejo a nuestros padres C. Debemos buscar consejo en la Palabra de Dios

D. Debemos pedir ayuda a consejeros cristianos de buen testimonio E. Debemos huir de los adivinadores, médiums o espiritistas

II. Dios espera que controlemos nuestros gastos

A. Aprender a contentarse B. Rechazar la codicia

C. Aprender a vivir una vida simple

D. Proveer a los necesitados a través del Cuerpo de Cristo E. Resistir a la influencia de la publicidad

F. Desarrollar y poner en práctica un plan de gastos (un presupuesto).

III. Dios nos anima a pagar nuestras deudas A. El nos exhorta a través de Su Palabra.

1. La Palabra nos llama “esclavos” cuando estamos en deudas. 2. La Palabra nos desanima a endeudarnos en el Antiguo Testamento

a. Estar endeudado era una consecuencia de la desobediencia b. Estar libres de deudas era una de las recompensas a la obediencia 3. La Palabra nos desanima a endeudarnos en el Nuevo Testamento 4. La Palabra nos prohíbe hacer “Presunción del Futuro”

5. La Palabra nos hace responsables del pago de nuestras deudas

B. El nos muestra por qué nos endeudamos

• Falta de conocimiento

• Falta de planeamiento y disciplina • Satisfacción propia

• Circunstancias

C. Dios nos lleva por el camino de la Sanidad Financiera

Nueve principios para salir de deudas

1. Ore.

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3. Haga una lista de todas sus deudas y de sus activos (cosas de las cuales es dueño).

4. Desarrolle un plan para controlar gastos por escrito (un presupuesto). 5. Establezca un plan de pago para cada deuda.

6. Considere tener un ingreso adicional. 7. Reduzca los gastos

8. Adquiera sus deudas de una manera bíblica.

Si usted pide un préstamo, asegúrese de que:

a. Adquirir esta deuda sea una excepción a la regla (Deuteronomio 15) b. Planee pagarla lo antes posible (Romanos 13:7 y 8)

c. Evite caer en un “Compromiso al descubierto” –un compromiso económico que no tiene una garantía o prenda suficiente como para tener una forma cierta de poder cancelar la deuda.

d. Evite ser codeudor.

Introducción

Jesús habló mucho acerca del dinero y las posesiones porque sabía que nuestra vida espiritual y material tendría mucho que ver con eso.

Dios es Dueño de todo, y nos encomienda algunas de Sus posesiones para que las administremos. Quiere que seamos sabios y fieles mayordomos al poner en práctica los principios financieros que enseña Su Palabra.

El nos ha dado el trabajo para proveernos de lo que necesitamos y para desarrollar nuestro carácter. Debemos trabajar duro y tratar de ser excelentes porque, en realidad, trabajamos para Cristo.

Debemos, también, balancear el trabajo con otras prioridades que nos da el Señor –entre ellas, la familia, el descanso y el Reino.

Hoy vamos a aprender sobre tres temas cruciales: el pedir consejo, controlar los gastos y salir de deudas.

I.

Dios nos enseña a pedir consejo

“Escucha el consejo, y recibe la corrección, para que seas sabio” (Proverbios 19:20) Dios

nos anima a que busquemos quien nos aconseje cuando tenemos que tomar importantes decisiones financieras. “El camino del necio es derecho en su opinión; mas el

que obedece al consejo es sabio” (Proverbios 12:15). Algunas personas, por orgullo, no

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sin embargo la Biblia enseña lo contrario. Debemos buscar quien nos aconseje para que los diferentes puntos de vista y la s sugerencias nos ayuden a tomas las mejores decisiones. La escritura nos anima a pedir consejo de diferentes fuentes.

A. Debemos pedir consejo a nuestro cónyuge

“No es bueno que el hombre esté sólo; le haré ayuda idónea para él” (Génesis 2:18) Si

usted está casado, la primera persona a quien le debe consultar es a su cónyuge. El marido y la mujer son uno, y para tomar las decisiones apropiadas deben hacerlo juntos. Las mujeres tienden a poseer una naturaleza intuitiva más precisa. Los hombres tienden a concentrarse más en los hechos y el análisis. Muchas veces el Señor se comunica más claramente con el esposo a través de la esposa porque Dios la creó para que sea de ayuda idónea. El marido siempre debe pedir el consejo a su esposa en lo que se refiere a las cuestiones financieras, aunque ella no tenga experiencia en estos asuntos.

B. Debemos pedir consejo a nuestros padres

“Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre y no dejes la enseñanza de tu madre; átalos siempre a tu corazón, enlázalos a tu cuello. Te guiarán cuando andes; cuando duerme este guardarán; hablarán contigo cuando despiertes” (Proverbios 6:20-22). Otra

fuente para pedir consejo son nuestros padres. Nuestros padres cuentan con la experiencia de los años, y nos conocen muy bien.

C. Debemos buscar consejo en la Palabra de Dios

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos… y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12). También

debemos pedir el consejo de personas creyentes que conozcan cómo aplicar los principios que se encuentran en la Palabra de dios. La Biblia es un libro viviente del cual nuestro Señor se vale para comunicarse con todas las generaciones. Sus verdades son para todos los tiempos y todos los países y todas las culturas. Salmos 119:98-100 dice:

“Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, porque siempre están conmigo. Más que todos mis enseñadores he entendido, porque tus testimonios son mi meditación. Más que los viejos he entendido, porque he guardado tus mandamientos”.

D. Debemos pedir ayuda a consejeros cristianos de buen testimonio

“El que anda con sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será quebrantado”

(Proverbios 13:20) Cada uno de nosotros tiene un conocimiento y experiencia limitados; por eso necesitamos comunicarnos con los demás para estimular nuestro pensamiento y obtener otras alternativas, que de otro modo, no habríamos considerado. “Los

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pensamientos son frustrados donde no hay consejo; mas en la multitud de consejeros se afirman” (proverbios 15:22). “Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; mas en la

multitud de consejeros hay seguridad” (Proverbios 11:14).

E. Debemos huir de los adivinadores, médiums o espiritistas

“No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminándoos con ellos. Yo Jehová vuestro Dios” (Levítico 19:31). Lea este pasaje con cuidado: “Así murió Saúl por su rebelión con que prevarico contra Jehová, contra la palabra de Jehová, la cual no guardó, y porque consultó a una adivina, y no consultó a Jehová” (1 Crónicas

10:13-14). La Biblia nos dice que nunca debemos pedir el consejo de adivinadores, médium o espiritistas. Saúl murió en parte, porque consultó con una adivina. Debemos evitar cualquier contacto con lo oculto, los horóscopos y cualquier otro método relacionado a la adivinación del futuro.

II. Dios espera que controlemos nuestros gastos

Hay varios principios bíblicos muy importantes que nos pueden ayudar a controlar nuestros gastos. Aquí hay algunos:

A. Aprender a contentarse.

“No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Se vivir humildemente, y se tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses

4:11-13).

El primer principio para controlar nuestros gastos es el principio del contentamiento. La “Doctrina del contentamiento” ha desaparecido de la iglesia latinoamericana. Ahora que nos ha llegado el consumismo, nos hemos olvidado por completo de este principio bíblico para nuestra vida económica. La doctrina del contentamiento dice que: “Cada uno de nosotros debemos aprender a ser feliz en el lugar económico en el que Dios nos ha colocado”… Pablo “aprendió” a contentarse. No nacemos sabiendo contentarnos, sino que tenemos que aprender a contentarnos.

“Asi que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (1 Timoteo 6:8). El

contentamiento bíblico es una paz interior que proviene al aceptar o que Dios ha escogido para nuestra actual situación financiera. “Sean vuestras costumbres sin

avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque el dijo: “No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5)

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“No codiciaras la casa de tu prójimo, no codiciaras la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo” (Éxodo 20:17).

Codiciar significa desear profundamente lo que otra persona tiene, y la Escritura lo prohíbe. En otras palabras, no debemos codiciar lo que le pertenece a otra persona.

C. Aprender a vivir una vida simple

“Y que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada” (1 Tesalonicenses

4:11-12). Algunas cosas demandan tanta atención, tiempo o dinero que perjudican nuestra relación con el Señor y nuestros seres queridos. La Escritura nos anima a vivir una vida tranquila y sencilla.

D. Proveer a los necesitados a través del cuerpo de Cristo

“Porque no digo esto para que haya para otros holgura, y para vosotros estrechez, sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escases de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad, como está escrito: “El que recogió mucho, no tuvo más, y el que poco, no tuvo menos”. (2 Corintios 8:13-15).

La iglesia primitiva fue un ejemplo en la cuestión de suplir las necesidades. Hay mucha gente en nuestras iglesias que no recibe suficiente dinero de su trabajo para sostenerse o sostener a su familia –especialmente las madres solas o las viudas. Cada iglesia debería tener un Ministerio de Benevolencia para ayudar a los necesitados y, así, los que tienen más pueden ayudar a los que tienen menos.

E. Resistir a la influencia de la publicidad

Muchos de nosotros estamos expuestos a los efectos de la publicidad que nos provoca un descontento con lo que tenemos. Con frecuencia el mensaje engañoso nos comunica que si compramos algo estaremos contentos. Sin embargo, el propósito de la publicidad es crear en nosotros una disposición a gastar dinero. Busque la guía del Señor y el consejo de personas creyentes cuando se trate de tomar decisiones con respecto a los gastos. Si a usted le parece que tal o cual compra no agradará a Dios, entonces no lo compre.

F. Desarrollar y poner en practica un plan de gastos (un presupuesto)

“Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas, y mira con cuidado por tus rebaños, porque las riquezas no duran para siempre” (Proverbios 27:23 y 24). Dios nos anima a

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“porque las riquezas no duran para siempre”. Tener un plan para controlar gastos es una

manera sabia para tomar control del dinero y no dejar que el dinero nos controle a nosotros.

III. Dios nos anima a pagar nuestras deudas

Una deuda es el dinero por el cual una persona se obliga a pagarle a otra una cierta cantidad de dinero. Las deudas las podemos tomar con nuestros familiares y amigos, tarjetas de crédito, prestamos bancarios, prestamos sobre la propiedad o hipotecas.

A. El nos exhorta a través de su palabra

1. La palabra nos llama “esclavos” cuando estamos en deuda

“El rico se enseñorea de los pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta”

(Proverbios 22:7).

Pedir prestado no es pecado (si lo hubiera sido, Dios nunca le hubiera permitido al pueblo de Israel prestarse el uno al otro en Deuteronomio 15). Sin embargo, El Señor quiere que su pueblo esté libre de deudas para servirlo a El, y no para ser siervos de los prestamistas.

2. La Palabra nos desanima a endeudarnos en el Antiguo Testamento

a. Estar endeudado era una consecuencia de la desobediencia.

“Si no oyeres la voz de Jehová tu Dios,… vendrán sobre ti todas estas maldiciones… El extranjero que estará en medio de ti se elevara sobre ti muy alto , y tú descenderás muy abajo. El te prestara a ti, y tu no le prestaras a el” (Deuteronomio 28:15,43-44).

b. Estar libres de deudas era una de las recompensas a la obediencia.

“Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltara sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones… Y prestaras a muchas naciones, y tu no pedirás prestado” (Deuteronomio

28:1-2,12).

3. La palabra nos desanima a endeudarnos en el Nuevo Testamento

“Pagad a todos lo que debéis… No debáis a nadie nada” (Romanos 13:7 y 8).

4. La palabra nos prohíbe hacer “presunción del futuro”

“No te jactes del día de mañana; porque no sabes que dará de si el día” (Proverbios 27:1)

Presumimos del futuro cuando tomamos una deuda presente basados en ganancias futuras (ejemplo: comprar una máquina de crédito, suponiendo que, con lo que

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produzca la maquina se pagara la deuda adquirida). La Biblia nos desanima a presuponer de esa manera. “! Vamos ahora! Los que decís: Hoy y mañana iremos a tal

ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana… En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello” (Santiago 4:13-15)

5. La palabra nos hace responsables del pago de nuestras deudas

“El impío toma prestado, y no paga; mas el justo tiene misericordia, y da” (Salmos 37:21).

Los creyentes deben pagar sus deudas tan pronto como puedan. Proverbios 3:27-28 dice: “No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para

hacerlo. No digas a tu prójimo: Anda, y vuelve, y mañana te daré, cuando tienes contigo qué darle” (Proverbios 3:27-28). Debemos tratar de pagar cada deuda a tiempo para

demostrarle al mundo que Jesucristo es quien nos ha convertido en gente mucho más responsables en el área de las finanzas.

B. El nos muestra porqué nos endeudamos

• Falta de conocimiento:

Muchas personas no tienen el suficiente entrenamiento para administrar el dinero de acuerdo a los principios de Dios. “Con sabiduría se edificara la casa y con prudencia se

afirmara; y con ciencia se llenaran las cámaras de todo bien preciable”. (Proverbios

24:3,4)

• Falta de planeamiento y disciplina:

“Los planes del diligente ciertamente tienden a la abundancia; mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va ala pobreza” (Proverbios 21:5 RV95) Muchas

personas gastan el dinero de forma impulsiva porque no tienen un plan escrito o presupuesto que le determine el que no se excederá de sus ingresos.

• Satisfacción propia:

“Hombre necesitado será el que ama el deleite; y el que ama el vino y los ungüentos no se enriquecerá” (Proverbios 21:17). Algunas personas gastan al intentar satisfacer sus

deseos nuevos. • Circunstancias:

(2 Reyes 4:1-7) Algunas personas recurren a endeudarse cuando surgen situaciones inesperadas de emergencia, tales como la perdida de trabajo o una enfermedad.

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C. Dios nos lleva por el camino de la sanidad financiera

A continuación hay nueve principios para salir de deudas 1. Ore

2 Reyes 4:1-7 En ese pasaje, un prestamista amenazó a una viuda con quitarle a sus hijos, y ella acudió pidiendo ayuda a Eliseo. Este la aconsejó diciendo que pidiera prestado a sus vecinos vasijas vacías. El Señor multiplicaría lo único que ella tenía, un poco de aceite, y llenaría con eso las demás vasijas prestadas. Ella vendió el aceite y con eso pagó la deuda para poder recuperar a sus hijos. El mismo Dios que proveyó a la viuda se ocupará de usted para ayudarlo a librarse de las deudas. El paso más importante es orar pidiéndole al Señor que lo ayude.

2. No adquiera nuevas deudas

3. Haga una lista de todas sus deudas y de sus activos (cosas de las cuales es dueño). Haga una lista de sus deudas para determinar el estado actual financiero. Luego decida si debe vender algunas posesiones para reducir la deuda.

4. Desarrolle un plan para controlar gastos por escrito (un presupuesto). Desarrolle un plan de gastos por escrito para asegurarse de que no gastará más de lo que gana y para ver de dónde puede ahorrar un excedente que pueda asignar a los pagos.

5. Establezca un plan de pago para cada deuda.

La mayoría de los acreedores estará dispuesto a negociar con las personas honestas que desean pagar su deuda, por eso comuníquese con ellos y haga un seguimiento continuo. Trate de pagar primero las deudas pequeñas o aquellas que tengan un interés más alto. Una vez que pago la primera deuda, agregue ese pago al monto regular de otro pago. Cuando esta se haya saldado, envié el monto que pagaba por las dos deudas anteriores a la siguiente deuda que quiera pagar, y así sucesivamente, hasta que cancele todo lo que debe.

6. Considere tener un ingreso adicional

Muchas personas tienen un trabajo que no les da lo suficiente para suplir sus necesidades, aun cuando gastan de un modo sabio. Entonces deberán tener una segunda fuente de ingresos para evitar endeudarse.

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7. Reduzca los gastos

Algunas personas necesitan reducir sus gastos para poder salir de deudas. 8. Adquiera sus deudas de una manera bíblica

Si usted pide un préstamo, asegúrese de que:

a. Adquirir esta deuda sea una excepción a la regla. (Deuteronomio 15) b. Planee pagarla lo antes posible. (Romanos 13:7 y 8)

c. Evite caer en un “Compromiso al descubierto” –un compromiso económico que no tiene una garantía o prenda suficiente como para tener una forma cierta de poder cancelar la deuda. “No seas de aquellos que se comprometen… si no tuvieres para

pagar…” (Proverbios 22:26-27)

9. Evite ser codeudor

Proverbios 17:18 dice: “El hombre falto de entendimiento presta fianzas, y sale por fiador

en presencia de su amigo”. El ser codeudor o fiador también le convierte en deudor.

Cuando usted firma como garante o se compromete como codeudor, es legalmente responsable por el dinero que el otro tomó prestado. Es lo mismo que si usted hubiera pedido el dinero prestado para dárselo a su amigo. La Biblia se opone a que seamos codeudores, garantes o salgamos de fiadores de otras personas.

Conclusión

Dios nos anima a pedir consejo antes de tomar una decisión importante en lo relativo a las finanzas. “Escucha el consejo, y recibe la corrección, para que seas sabio en

tu vejez” (Proverbios 19:20). Debemos buscar quien nos aconseje para que los diferentes

puntos de vista y las sugerencias nos ayuden a tomar las mejores decisiones.

La Biblia nos da varios principios básicos para ayudarnos a gastar el dinero de un modo sabio. También nos desalienta a endeudarnos. “No debáis a nadie nada” (Romanos 13:8).

El Señor quiere que no tengamos deudas porque: “El rico se enseñorea de los

pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta” (Proverbios 22:7), y el Señor

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LECCION 3

Dar y Ahorrar

Introducción

I. La importancia de aprender a dar

A. Es importante dar con una actitud apropiada 1. De por amor

2. De con alegría

3. De a Dios en primer lugar

4. De sin limites de formulas matemáticas B. Es importante entender las bendiciones recibidas

1. El dar nos acerca aun mas a Cristo

2. El dar nos ayuda a desarrollar un carácter cristiano 3. Dar nos permite acumular nuestros tesoros en el cielo

4. Dar puede resultar en un incremento de los bienes materiales del dador C. Es importante conocer a los recipientes de nuestra generosidad (¿a quién?)

1. De ala iglesia local, a los ministros, los ministerios y obreros cristianos 2. De a los pobres

II. La importancia de aprender a ahorrar

A. La Biblia nos alienta a ahorrar

B. La Biblia nos alienta a ahorrar regularmente C. La Biblia no nos dice cuanto debemos ahorrar D. La Biblia nos dice por que debemos ahorrar

1. Para tener ahorro en caso de emergencias inesperadas

2. Para tener ahorros cuando necesitamos hacer una compra grande 3. Para tener ahorro para necesidades en el futuro

E. La Biblia nos habla sobre inversiones 1. Evitar las inversiones riesgosas 2. Diversificar las inversiones

F. La Biblia nos enseña a evitar las apuestas

(21)

Introducción

Repasemos lo que aprendimos en esta serie de sermones. Primero, descubrimos que Dios es Dueño de todo. Nuestra responsabilidad es ser fieles mayordomos (administradores) de las posesiones que el Señor nos ha encomendado. También aprendimos que la Biblia nos enseña acerca del trabajo y cómo debemos ganar dinero.

Luego, aprendimos sobre la importancia de buscar el consejo de personas creyentes y experimentadas cuando debamos tomar decisiones de índole financiero; Hablamos sobre la manera de gastar el dinero sabiamente; y lo que la Biblia enseña sobre cómo evitar endeudarse y cómo salir de las ataduras de las deudas.

El día de hoy, aprenderemos lo que la Biblia dice acerca de los principios de ahorrar y dar.

I. La importancia de aprender a dar

La Biblia nos anima a ser generosos. En realidad, hay más versículos referentes al dar que a cualquier otro asunto relacionado con el dinero. En Latinoamérica, más que aprender a dar el 10% de nuestras entradas al Señor, nosotros tenemos que aprender a dar. Debemos aprender a ser generosos, de nuestro futuro en la Patria Celestial. Hay ciertos principios que debemos poner en práctica y que son muy importantes al momento de dar.

A. Es importante dar con una actitud apropiada 1. De por amor.

“Y si repartiese todos mis bienes… y no tengo amor, de nada me sirve”. (1 Corintios 13:3).

Es difícil imaginar algo más digno y apreciable que el darle todo a los pobres. Pero si se hace con una actitud equivocada, sin amor, nunca recibirá la bendición de Dios. Dios evalúa nuestro dar observando la actitud con la que lo hacemos. En Mateo, Jesús dice: 23:23: “!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque diezmáis la menta y el

eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello”.

Para Dios, el “ser” es más importante que el “hacer”. Los fariseos cuidadosamente daban a Dios el monto correcto de sus ganancias –hasta la última hoja de menta de sus huertas. Sin embargo, debido a que su actitud no era la correcta, el Señor los reprocha y los rechaza porque no lo hacen con amor. Nuestro Padre Celestial nos da un ejemplo de dar por amor: “Porque de tal manera amo Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito” (Juan 3:16)

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La mejor manera de dar por amor es dar cada cosa como si se la entregásemos directamente a Jesucristo. Cuando usted le da al Señor, esto puede ser un acto de adoración porque Dios es nuestro Salvador y fiel proveedor.

2. De con alegría.

“Cada uno de cómo propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 9:7).

La palabra traducida del griego como “tristeza” significa aflicción, pena o pesar. La palabra traducida “alegría” significa gozo, felicidad y vivacidad. No debemos dar tristemente, porque nos duele, sino con gozo porque tenemos la oportunidad de ayudar a otros y de invertir en el Reino. Deténgase a examinarse. ¿Cuál es la actitud que tengo al dar? Es muy importante que al dar tengamos la actitud apropiada. Si damos por amor, probablemente también demos con gozo en el corazón.

3. De a Dios en primer lugar

“Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos” (Proverbios 3:9).

Parte de nuestra responsabilidad de ser fieles administradores es retornarle a Dios una parte de lo que El nos ha encomendado. Dios no necesita de nuestro dinero, pero nosotros necesitamos darle a El. Darle al Señor es un recordatorio de que Dios es Dueño de todo lo que poseemos y de que El es nuestro Proveedor. También es un indicador de nuestra obediencia a los principios de Dios.

4. De sin limites de formulas matemáticas.

“Y le dio Abram los diezmos de todo.” (Génesis 14:20)

Las raíces de nuestras ofrendas en la iglesia se encuentran en la práctica del diezmo, dar a Dios el diez por ciento de nuestros ingresos. Cuando el pueblo de Dios desobedeció este principio, se consideró que le había robado al mismo Dios: “¿Robará el hombre a Dios?

Pues vosotros me habéis robado” (Malaquías 3:8-9). Además del diezmo, el pueblo de Dios

en el Antiguo Testamento daba limosnas, ofrendas, primicias y daba en forma sacrificial. El Nuevo Testamento construye sobre estas enseñanzas y el Señor nos muestra cuál es Su “estándar” para nuestro “dar”: “Y vino una viuda pobre, y echo dos blancas, o sea un

cuadrante. Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: “De cierto os digo que esta viuda pobre echo mas que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero esta, de su pobreza echo todo lo que tenia, todo su sustento” (Marcos

12:42-44). Estamos convencidos de que el diezmo es el mínimo monto que debemos darle al Señor, y deseamos poder dar más que el diezmo a medida que el Señor nos prospera o guía. Cada uno debe dar de corazón de acuerdo a lo que Dios le ha prosperado, usando el diezmo como “base” desde la cual comenzar.

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B. Es importante entender las bendiciones recibidas.

“En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: “Mas bienaventurado es dar que recibir”. (Hechos

20:35). Si una ofrenda se da con una actitud apropiada, el dador se beneficiara de cuatro maneras.

1. El dar nos acerca aun más a Cristo.

“Porque donde este vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:21). El

dar demuestra que nuestro corazón desea acercarse a Cristo, porque hemos hecho de El nuestro tesoro. Por eso es necesario que cada ofrenda se la demos a Jesucristo. Cuando usted le da su ofrenda a El, su corazón automáticamente se acercara más al Señor.

2. El dar nos ayuda a desarrollar un carácter cristiano. (Filipenses 2:5).

Nuestro Padre celestial quiere que sus hijos se asemejen a Jesucristo. El carácter de Cristo es el de un dador generoso, sin egoísmo. Desafortunadamente, los seres humanos somos egoístas por naturaleza. Una de las maneras en la que nos podemos asemejar más a Cristo es imitándole en la forma en la que El mismo dio.

3. Dar nos permite acumular nuestros tesoros en el cielo.

“Sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan”. (Mateo 6:20)

El Señor quiere que sepamos que podemos invertir para nuestra eternidad. Pablo escribe:

“No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta”

(Filipenses 4:17). ¡Dar es la mejor inversión económica! Cuando damos, lo estamos depositando en una cuenta que cada uno de nosotros tiene en el cielo, y de la que disfrutaremos por la eternidad… ¡El Bando del cielo, nunca quiebra! ¡Los depósitos están garantizados por la eternidad!

4. El Dar puede resultar en un incremento en los bienes materiales del dador.

“Hay quienes reparten, y le es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza. El alma generosa será prosperada; y el que saciare, el también será saciado” (Proverbios 11:24-25). (2 Corintios 9:6-11).

Estos versículos nos enseñan que el dar puede dar por resultado también un incremento en lo material: “generosamente también segara… teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente… abundéis para toda buena obra… proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentara los frutos… para que estéis enriquecidos en todo”. Sin embargo fíjese por que el Señor le esta dando mas: “para toda liberalidad… y acción de gracias a

Dios”. El Señor nos permite que tengamos más cosas materiales para que nosotros

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II. La importancia de aprender a ahorrar. A. La Biblia nos alienta a ahorrar.

Proverbios 21:20

B. La Biblia nos alienta a ahorrar regularmente.

Proverbios 21:5

C. La Biblia nos dice cuanto debemos ahorrar

Génesis 41:34

D. La Biblia nos dice porque debemos ahorrar

1. Para tener ahorros e caso de emergencias inesperadas Proverbios 20:11

2. Para tener ahorros cuando necesitamos hacer una compra grande Proverbios 6:6-8

3. Para tener ahorro para necesidades en el futuro Proverbios 30:34 y 25

E. La Biblia nos habla sobre inversiones

1. Evitar las inversiones riesgosas Eclesiastés 5:13

2. Diversificar las inversiones Eclesiastés 11:2

F. La Biblia nos enseña a evitar las apuestas

Proverbios 28:20

Conclusión

De acuerdo a la palabra de Dios, el dar es una prioridad. Es una mayor bendición dar que recibir. Nosotros, los latinoamericanos, mas que usar una formula matemática, debemos aprender a ser generosos, bondadosos, usando el diezmo como el lugar del cual comenzar y no la meta que alcanzar en nuestras donaciones.

El Señor nos alienta a ahorrar para las necesidades del futuro. Mientras que endeudarse es asumir que podemos afrontar los pagos en el futuro, ahorrar es actuar como buenos administradores, preparándonos para el futuro.

La clave del ahorro es gastar menos de lo que se gana y ahorrar la diferencia por un periodo prolongado.

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LECCION 4

Honestidad

Enseñando a sus hijos y el plan de Dios para nuestras vidas

Introducción

I. Dios nos demanda total honestidad

( Proverbios 12:22, Proverbios 6:16-17, Levítico 19:11, Efesios 4:25,28)

A. ¿Por qué Dios demanda integridad en nuestras vidas?

1. Porque uno de los atributos de Dios es que El es la verdad (1 Pedro 1:15-16, Juan 14:6, Juan 8:44)

2. Porque no podemos ser deshonestos y amar a Dios Proverbios 14:2, Mateo 6:33)

3. Porque no podemos ser deshonestos y amar a nuestro prójimo (Romanos 13:9-10)

4. Porque La honestidad sienta las bases para una evangelización eficaz (Filipenses 2:15)

5. Porque la honestidad confirma que estamos caminando por donde Dios quiere que lo hagamos.

(Proverbios 4:24-26)

6. Porque demuestra donde estamos parados en nuestra vida espiritual (Lucas 16:10)

B. ¿Cómo podemos evitar ser deshonestos?

1. Sujetándonos al Espíritu Santo (Gálatas 5:16-17, Marcos 7:21-22)

2. Teniendo un temor saludable a la disciplina de Dios (Hebreos 12:11, Proverbios 16:6)

3. Rodeándose de gente honesta (Proverbios 29:24, 1 Corintios 15:33)

C. ¿Qué debemos hacer frente a la deshonestidad?

1. Debemos restaurar nuestra comunión con Dios (1 Juan 1:9)

2. Debemos devolver a su propio dueño todo lo que se ha recibido en forma deshonesta

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(Levítico 6:4, Lucas 19:8)

D. ¿Cuáles son las bendiciones y maldiciones asociadas con nuestro comportamiento?

1. Dios promete ciertas bendiciones por ser honestos (Proverbios 3:32, Proverbios 20:7, Proverbios 15:6) 2. Dios tiene maldiciones reservadas para el deshonesto

(Salmos 101:7, Proverbios 28:9, Proverbios 15:27, Jeremías 8:10, Proverbios 19:9, Proverbios 21:6, Proverbios 13:11, Proverbios 28:12 y 13)

E. ¿Cual es la posición de Dios con respecto al soborno? (Proverbios 22:6)

II. Dios nos requiere la educación de nuestros hijos

A. ¿Cómo le enseñamos a nuestros hijos?

1. Enséñeles verbalmente (Deuteronomio 6:6-7) 2. Enséñeles con el ejemplo (1 Corintios 11:1) 3. Enséñeles haciéndolos participes

B. ¿Qué le enseñamos a nuestros hijos?

1. Les debemos enseñar cómo dar (Proverbios 3:9) 2. Les debemos enseñar a ahorrar (Proverbios 6:6-8)

3. Les debemos enseñar a gastar sabiamente (Proverbios 27:23 y 24) 4. Les debemos enseñar a evitar endeudarse (Proverbios 22:7) 5. Les debemos enseñar a trabajar por su dinero (Proverbios 12:24) III. Dios nos presenta un mejor plan para nuestras vidas

A. Dios nos arma y quiere que experimentemos una vida plena. (Juan 10:10, Juan 3:16)

B. Nosotros estamos separados de Dios. (Romanos 3:23, Romanos 6:23, Hebreos 9:27)

C. El único medio que Dios proveyó para acercarnos a El es Jesucristo. (1 Timoteo 2:5, Juan 14:6, Efesios 2:8-9)

(27)

Introducción

Repasemos lo que aprendimos desde que comenzamos esta serie de Las finanzas y la Biblia:

Primero: descubrimos que Dios es Dueño de todo. Nuestra responsabilidad es ser fieles administradores (o mayordomos) de las posesiones que el Señor nos ha encomendado. También aprendimos que la Biblia nos enseña acerca de cómo trabajar y cómo debemos ganar dinero.

Aprendimos sobre la importancia de buscar el consejo de personas creyentes y experimentadas cuando debamos tomar decisiones de índole financiero. Hablamos sobre la manera de gastar el dinero sabiamente; y lo que la Biblia enseña sobre cómo evitar endeudarse.

Finalmente, vimos los principios de Dios sobre el dar y sobre el ahorro. Cuando recibimos nuestros ingresos, lo primero que debemos hacer es darle lo que hemos acordado darle al Señor. “Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos” (Proverbios 3:9). Y, luego, debemos tratar de ahorrar parte de lo que ganamos. “Tesoro precioso y aceite hay en la casa del sabio; mas el hombre insensato todo lo disipa” (Proverbios 21:20).

En el tiempo que nos queda por delante, aprenderemos a aplicar el estándar de honestidad que Dios espera en nuestra vida diaria. También veremos como educar a los hijos según los principios financieros de Dios y, finalmente, trataremos el tema de mayor importancia para todos: Cómo conocer a Dios por medio de Jesucristo.

I. Dios nos demanda total honestidad

“Los labios mentirosos son abominación a Jehová” (Proverbios 12:22). Todos nosotros

tenemos que tomar decisiones diarias sobre como administrar de manera honesta o no el dinero. ¿Le decimos a la persona que nos dio demás en el vuelto de la compra? ¿Ha tratado alguna vez de vender algo, y se ha visto tentado a no decir totalmente la verdad porque podría perder la venta? ¿Qué es lo que usted piensa sobre el usar programas de computadoras o música “pirateadas”? ¿Y que hay del soborno? ¿Qué cree usted con respecto a sobornar a las autoridades para que los tramites lleguen a buen termino o los equipos que compramos en el exterior puedan ser entrados por la aduana?... Este tipo de decisiones son cada vez más difíciles de tomar debido a que muchas de las personas que nos rodean actúan de manera deshonesta.

Dios, sin embargo, quiere que nosotros seamos completamente honestos. Hay cientos de versículos en la Biblia que nos dicen que el Señor espera que nosotros seamos totalmente honestos.

Proverbios 6: 16-17 dice: “Seis cosas aborrece Jehová… la lengua mentirosa”

(28)

“Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad” (Efesios 4:25,28).

A. ¿Por qué Dios demanda integridad en nuestras vidas? 1. Porque uno de los atributos de Dios es que El es la verdad.

“Sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:15-16). El Señor se identifica como la Verdad. “Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad…” (Juan 14:6). El Señor nos ordena que

reflejemos su honestidad y santidad.

La naturaleza de Dios es la opuesta a la de Satanás. Juan 8:44 describe el carácter diabólico: “El (el diablo) ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira”. El Señor quiere que nosotros seamos honestos como El lo es, en vez de ser deshonestos como el diablo.

2. Porque no podemos ser deshonestos y amar a Dios.

“El que camina en su rectitud teme a Jehová; mas el de caminos pervertidos lo menosprecia” (Proverbios 14:2). Cuando somos deshonestos, actuamos como si Dios no

existiera. Creemos que Dios no es capaz de suplir exactamente lo que necesitamos, aun cuando El nos ha prometido hacerlo: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su

justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). También actuamos como si

Dios fuera incapaz de darse cuenta de nuestra deshonestidad, y no tuviera la autoridad y el poder para disciplinarnos. Si realmente creemos en que Dios nos disciplinara, ni consideraríamos el actuar deshonestamente. Una conducta deshonesta es una cuestión de fe. Una decisión honesta puede parecer tonta a la luz de lo que se ve, pero el creyente sabe que Cristo vive, aun cuando no lo veamos. Cada decisión honesta que tomamos fortalece nuestra fe en Dios.

3. Porque no podemos ser deshonestos y amar a nuestro prójimo.

“Porque… No hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciaras, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amaras a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor”

(Romanos 13:9-10). Si actuamos de forma deshonesta, le estamos robando a otro. Nos podemos engañar a nosotros mismos y pensar que el que sale perdiendo es un negocio o el gobierno, pero en realidad estamos robándole al dueño del negocio o a los demás ciudadanos de nuestro país. La victima al final de cuentas siempre es una persona.

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4. Porque la honestidad sienta las bases para una evangelización eficaz.

“Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (Filipenses 2:15). Una conducta honesta nos permite demostrar la realidad de

Jesucristo a aquellos que no lo conocen. Confirma que servimos a un Dios Santo. ¡Cuantas veces los cristianos latinoamericanos hemos dejado mal parado al Señor! Debemos arrepentirnos por las veces en las que hemos prometido algo y luego no lo cumplimos.

5. Porque la honestidad confirma que estamos caminando por donde Dios quiere que lo hagamos.

“Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de los labios. Tus ojos miren lo recto, y diríjanse tus parpados hacia lo que tienes delante. Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos” (Proverbios 4:24-26) En la mediad que usted es

honesto, “todos los caminos serán rectos”. Al elegir ir por la estrecha senda de la honestidad eliminamos cualquier posible avenida de la deshonestidad.

6. Porque demuestra donde estamos parados en nuestra vida espiritual

“El que es fiel en lo muy poco, también en lo mas es fiel” (Lucas 16:10). La forma en la

que tomamos decisiones económicas es una expresión externa de una condición espiritual interna. Simplemente demuestra mis verdaderos valores y principios. A veces nos decimos, “Pero es que si no lo hacemos de esta forma el asunto no se resuelve”. O

“Así es como funcionan las cosas en nuestro país”. Sin embargo, frente a este tipo de

actitud la pregunta es ¿Le creemos a Dios, o solamente decimos que le creemos?

B. ¿Cómo podemos evitar ser deshonestos? 1. Sujetándonos al Espíritu Santo

“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre si, para que no hagáis lo que quisieres” (Gálatas 5:16-17). Si no viviéramos una vida

en el Espíritu, seriamos todos deshonestos. El deseo que nace de la naturaleza humana es actuar con desobediencia. “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los

malos pensamientos, …los hurtos,… el engaño” (Marcos 7:21-22). El deseo que nace del

Espíritu en nosotros es ser completamente honestos. Una vida totalmente honesta es sobrenatural. Una vida deshonesta simplemente muestra lo carnal que somos –no importa el cargo que ocupemos en la iglesia. Debemos sujetarnos enteramente a Jesucristo como Señor y permitirle vivir en nosotros. No existe otra manera.

(30)

2. Teniendo un temor saludable a la disciplina de Dios

“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (Hebreos

12:11) Dios es un Padre amoroso que disciplina a sus hijos por el propio bien de ellos. Una de las maneras en que Dios nos motiva a vivir honestamente es por medio de un “temor saludable”. Proverbios 16:6 dice: “Con el temor de Jehová los hombres se apartan

del mal”. Cuando nuestro Padre celestial nos disciplina lo hace con amor, y

generalmente de una manera en la que nosotros podamos recordarla por el resto de la vida –de la misma manera en la que nosotros lo hacemos con nuestros hijos. No para castigar, sino para “discipular”.

3. Rodeándose de gente honesta.

“El cómplice del ladrón aborrece su propia alma” (Proverbios 29:24). La escritura nos

enseña que las personas que nos rodena, influyen en nosotros, ya sea para bien o para mal. “No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15:33). Si bien no debemos aislarnos de aquellos que son deshonestos, debemos desarrollar amistad para poder compartirles el evangelio (y ser “sal y luz” en el mundo); por otro lado, es mucho mas fácil mantener una actitud de honestidad si nos rodeamos – nos “asociamos”- de personas honestas.

C. ¿Qué debemos hacer frente a la deshonestidad?

1. Debemos restaurar nuestra comunión con Dios

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. (1 Juan 1:9) Cuando actuamos de manera deshonesta,

pecamos y quebrantamos nuestra comunión con el Señor. Debemos coincidir con Dios en que nuestra deshonestidad es un pecado, y luego aceptar agradecidamente el perdón de Dios para poder restablecer y disfrutar de nuestra comunión con El.

2. Debemos devolver a su propio dueño todo lo que se ha recibido en forma

deshonesta.

“Entonces, habiendo pecado y ofendido, restituirá a aquello que robo, o el daño de la calumnia, o el deposito que se le encomendó, o lo perdido que hallo” (Levítico 6:4). Si

usted tiene algo que lo ha conseguido deshonestamente devuélvaselo a su propio dueño. A esto se le llama “hacer restitución” y es vital para el proceso de sanidad espiritual que usted necesita.

Al restituir algo haceos el esfuerzo por corregir algo mal hecho. Zaqueo nos da un ejemplo de este principio. El le prometió a Jesús: “He aquí, Señor, la mitad de mis bienes

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doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado” (Lucas 19:8).

D. ¿Cuáles son las bendiciones y maldiciones asociadas con nuestro

comportamiento?

El Señor nos ha prometido que nos bendecirá por ser honestos, mientras que las maldiciones se reservan para los deshonestos. Muchas veces no avanzamos en la vida personal, ministerial y, aun en nuestro propio negocio o en los negocios del país porque no somos íntegros y honestos en nuestro andar. El problema económico más importante en nuestros países latinoamericanos no es la economía de mercado, ni la coyuntura financiera, ni las políticas económicas de nuestros gobiernos; es nuestra falta de integridad, es la deshonestidad y el robo descarado e impune.

1. Dios promete ciertas bendiciones por ser honestos:

La bendición de una relación más intima con el Señor. “Porque Jehová abomina al

perverso; mas su comunión intima es con los justos” (Proverbios 3:32).

La bendición de una familia feliz. “Camina en su integridad el justo; sus hijos son

dichosos después de el” (Proverbios 20:7).

La bendición de la provisión económica. “En la casa del justo hay gran provisión;

pero turbación en las ganancias del impío”(Proverbios 15:6) .

2. Dios tiene maldiciones reservadas para el deshonesto:

La maldición de una vida alejada de Dios –una vida espiritual “fría”. “No habitara

dentro de mi casa el que hace fraude; el que habla mentiras no se afirmara delante de mis ojos” (Salmos 101:7) “El que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable” (Proverbios 28:9).

La maldición de problemas en la familia. “alborota su casa el codicioso” (Proverbios 15:27). Ver también el contexto de Jeremías 8:10.

La maldición de una vida corta. “El testigo falso no quedara sin castigo, y el que

habla mentiras perecerá” (Proverbios 19:9) “Amontonar tesoros con lengua mentirosa es aliento fugaz de aquellos que buscan la muerte” (Proverbios 21:6)

La maldición de una falta de provisión. “Las riquezas de vanidad disminuirán” (Proverbios 13:11). Ver también Proverbios 28:12 y 13

E. ¿Cuál es la posición de Dios con respecto al soborno?

“No aceptes soborno, porque el soborno vuelve ciegos a los hombres y hace que los inocentes pierdan el caso” (Éxodo 23:8, versión de Dios habla hoy) Soborno es cualquier

cosa que se le da a una persona para influenciarla a hacer algo ilegal o incorrecto. La escritura prohíbe el soborno. “El impío toma soborno del seno par pervertir las sendas de

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la justicia” (Proverbios 17:23). Dios no bendecirá a quien sea deshonesto, pague o reciba

sobornos. Eso lo podemos dar por seguro.

II. Dios nos requiere la educación de nuestros hijos.

“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartara de el” (Proverbios

22:6) Cada generación es responsable de transmitir las verdades de la Escritura, incluyendo los principios financieros de Dios, a sus hijos. Cada niño necesita aprender la manera en la que Dios quiere que se administre el dinero que El pone en sus manos.

A. ¿Cómo le enseñamos a nuestros hijos?

Debemos usar tres métodos para enseñarles a los niños. 1. Enséñeles verbalmente.

“Y estas palabras que o ten mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablaras de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:6-7).

2. Enséñeles con el ejemplo

“Sed imitadores de mi, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1). Los padres y adultos

necesitan ser ejemplos de cómo administrar el dinero en forma sabia. Solamente necesitamos demostrar lo que realmente hacemos.

3. Enséñeles haciéndolos participes.

Los niños necesitan oportunidades para aplicar lo que han oído y visto. Permítales que administren el dinero para poner en práctica los principios financieros de Dios sobre el trabajo.

B. ¿Qué le enseñamos a nuestros hijos?

1. Les debemos enseñar como dar. (Proverbios 3:9) Enséñeles a sus hijos que: • Reconozcan que Dios es Dueño de todo. • Le den primero a Dios

• Den para mantener económicamente la obra de Dios. • Den voluntariamente para ayudar a los necesitados. 2. Les debemos enseñar a ahorrar.

(Proverbios 6:6-8) El hábito de ahorrar debe establecerse tan pronto como el niño crezca, aprenda a contar y comience a recibir un ingreso.

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