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Modulación del reflejo de flexión nociceptivo (RIII) por medio de música clásica, en músicos y no músicos

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Modulación del reflejo de flexión nociceptivo (RIII) por medio de música clásica, en músicos y no músicos.

Laura J. Martin Cortés

Director: Jorge Alberto Molina, M.Sc., Dr. rer. nat.

Centro de Investigaciones en Microbiología y Parasitología Tropical (CIMPAT)

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Modulación del reflejo de flexión nociceptivo (RIII) por medio de música clásica, en músicos y no músicos

Resumen:

Numerosos estudios canadienses y alemanes con respecto al dolor y su manejo han mostrado que la música es un elemento emocional que permite modular dicha sensación. Con el propósito de iniciar estudios en el área de la neuromusicología en Colombia, se llevó a cabo esta investigación, en la cual el objetivo principal es estudiar el efecto del componente emocional producido por fragmentos de música clásica en la modulación del reflejo de flexión nociceptivo (RIII) en estudiantes con y sin formación musical.

Para cumplir con el objetivo, se registró la sensación de cada participante frente a un estímulo eléctrico transcutáneo de onda cuadrática (responsable de activar el reflejo RIII), la amplitud del reflejo y su latencia, mientras este era expuesto o no a 5 fragmentos de música clásica placentera. La escogencia de los 5 fragmentos utilizados en la prueba se llevó a cabo por medio de encuestas de procesamiento emocional, realizadas a 20 participantes independientes, de una lista de 12 fragmentos de un minuto; por otro lado, para la activación del reflejo de flexión nociceptivo, se utilizó un estimulador transcutáneo (TENS) con sus respectivos electrodos de plata, en el espacio retromaleolar externo, siguiendo la vía del nervio sural, en la pierna derecha de cada voluntario. El RIII fue registrado por medio del PowerLab 8sp y su preamplificador de señal, ubicando un par de electrodos para electrocardiograma (ECG) con adhesivo conductor, en el músculo extensor común de los dedos del pie derecho. Al mismo tiempo, el participante calificó la valencia producida por el estímulo auditivo y, de forma global, la molestia percibida al momento de la activación del RIII. Después de haber comprobado la normalidad de cada variable a analizar, se compararon los resultados obtenidos por medio de pruebas T, teniendo en cuenta el sexo y si el participante había tenido o no formación musical a nivel universitario. Dichos resultados no mostraron ninguna diferencia significativa entre las poblaciones, ni dentro de las mismas, frente a los estímulos musicales, en ninguna de las tres variables medidas. Junto con lo anterior, se evidenció cierta tendencia de algunos participantes a preferir el silencio, surgiendo así una contradicción que genera la pregunta: ¿En realidad la aplicación de música funciona o no al momento de mitigar dolor en personas que están sufriendo algún dolor real? Se espera entonces continuar con estudios de dolor real tanto a nivel visceral como a nivel de dolor crónico y profundizar los estudios a nivel de dolor somático.

Se recomienda para futuros estudios de este tipo, utilizar un TENS que permita ajustar la frecuencia a 200 o 300 Hz para evitar habituación, y triplicar la prueba para minimizar los efectos ambientales difícilmente controlables.

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Introducción

El dolor se define como una experiencia desagradable sensitiva y emocional, asociada con alguna lesión tisular ya sea real o potencial (International Association for the Study of Pain, 2011). Por lo anterior es entonces clara la gran importancia biológica de dicha sensación: preserva la integridad del individuo, actuando como un mecanismo de protección. Dicho mecanismo se activa, a manera de alerta, frente a un daño a la integridad física del organismo, inminente o real, o como señal de mal funcionamiento de algún órgano. Más precisamente, la percepción del dolor se da por medio de un sistema neuronal sensitivo (los nociceptores) y vías aferentes que responden a estímulos nociceptivos tisulares (Puebla, 2005).

En humanos, la percepción del dolor es individual y puede verse afectada por múltiples factores que van desde la fisiología y la fisionomía misma de la persona, hasta factores psicológicos, llevando así a la clasificación de varios tipos de dolor (International Association for the study of Pain, 2012; Puebla, 2005). Como lo menciona Puebla (2005), existen 7 grandes características para clasificar el dolor a nivel clínico: su duración (Dolor agudo que es limitado en el tiempo o dolor crónico), su patogenia (neuropático, nociceptivo o psicógeno), su localización (somático o visceral), su curso (dolor continuo o irruptivo), su intensidad (dolor leve, moderado o severo), los factores de pronóstico para su control y su manejo farmacológico. Las características antes mencionadas son de gran utilidad al momento de manejar adecuadamente el dolor, lo cual es de vital importancia, pues afecta tanto física como psicológicamente a las personas que presentan alguna patología acompañada de dicha sensación, además de que un inmenso porcentaje del presupuesto de los hospitales está dirigido a dicho manejo, llegando a ser un problema socio-económico y de salud pública de gran importancia (Organización Mundial de la Salud, 2001).

Según lo anterior, es entonces muy deseable encontrar tratamientos que mitiguen el dolor, de bajo costo, que beneficien tanto al paciente de forma integral y humana, como al sistema de salud y a la sociedad en general.

Las emociones cumplen con estos requisitos. En efecto, se sabe que el dolor puede ser modulado por emociones cuando estas se generan por medio de imágenes, en pruebas activando la nocicepción somática de personas sanas (Eisenberger et al., 2011; Roy et al., 2009; Rhudy et al., 2008a). Otra forma eficaz y de bajo costo para generar emociones es escuchar música (Blood & Zatorre, 2001; Blood et al., 1999; Menon & Levitin, 2005; Roy et al., 2008 Hunter & Schellenberg, 2010; Bernatzkya et al., 2011) y, al igual que las imágenes, modula el reflejo de flexión nociceptivo (RIII) (Roy et al., 2012) y el dolor postoperatorio (Tse et al., 2005).

Específicamente, el RIII es parte del reflejo flexor de la parte baja de la pierna, teniendo como vías aferentes fibras A-delta, de pequeño diámetro y de alto umbral (Sandrini et al., 2005). Este reflejo es una herramienta útil en el estudio del dolor y de su procesamiento, puesto que el umbral de activación del RIII corresponde al umbral de percepción de dolor en humanos, y ha sido catalogado por la EFNS como la forma más objetiva de medir la eficacia de tratamientos en este campo (Serra Catafau, 2007; Roy et al., 2012; Sandrini et al., 2005).

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En particular, Roy y colaboradores (2012) realizaron su estudio activando el nervio sural por medio de estimulación eléctrica transcutánea y estimando, por el método de la escalera, el umbral de activación del reflejo RIII en los participantes; posteriormente, registraron el reflejo obtenido al aumentar un 20% la intensidad de corriente con respecto al umbral individual, observando si había o no alguna diferencia en el registro y en la percepción del estímulo, cuando los participantes eran expuestos a diferentes tipos de música previamente calificada por participantes independientes como placentera-relajante, placentera-estimulante, no placentera-placentera-relajante, no placentera-estimulante. Se encontró que, al analizar la amplitud del reflejo, no había diferencias entre sexos pero había un efecto significativo inducido por la emocionalidad de la música. Si la música no era placentera, los resultados de percepción de dolor y la amplitud del reflejo RIII aumentaban de forma significativa con respecto a la condición de música placentera. En ambos casos (música placentera o no placentera), no hubo diferencias significativas entre las condiciones de música relajante y estimulante. Con respecto al silencio, hubo una diferencia mostrando una amplitud del reflejo RIII mucho menor que cuando los voluntarios eran expuestos a música placentera.

Por otro lado, a pesar de que la música es parte esencial de la cultura humana y genera emociones con gran facilidad (Azizi, 2009; Nan et al., 2009; Giovannelli et al., 2013), se ha comprobado que el aprendizaje profesional de la música lleva a un desarrollo diferente a nivel cerebral, en especial si dicho aprendizaje se lleva a cabo desde temprana edad (Soria-Urios et al., 2011). Se ha demostrado, además, que los músicos, a diferencia de las personas no entrenadas musicalmente, son fisiológicamente más sensibles a características de la música como el tempo y el tono (Bernardi et al., 2006); tienen una actividad cerebral diferente al escuchar y analizar una melodía (Seung et al., 2005) y su desarrollo de materia gris y blanca difiere en regiones específicas del cerebro (Perrot et al., 1999; Schimthorst & Wilke, 2003; Gaser & Schlaug, 2003).

Tomando como referencia todo lo anterior, este estudio pretende evaluar la existencia de una modulación en la nocicepción somática por medio de la música en voluntarios universitarios de ambos sexos y con o sin formación musical. Para esto se llevó a cabo la activación eléctrica del nervio sural y se registró el reflejo RIII con algunas modificaciones a la metodología propuesta por Roy et al. (2012).

METODOLOGÍA

Para este estudio se contó con un total de 55 voluntarios los cuales se dividieron de la siguiente manera: 1) 20 voluntarios independientes para la escogencia de fragmentos musicales (11 mujeres y 9 hombres). 2) 35 voluntarios para evaluar el reflejo RIII aunque solo 24 pruebas fueron analizadas (16 no músicos, 10 mujeres y 6 hombres; 8 músicos, 4 hombres y 4 mujeres).

Todos los participantes eran universitarios, sanos, con rango de edad establecido (18 a 25 años) y decidieron participar voluntariamente en el estudio luego de explicarles los objetivos del mismo. Todos aprobaron y firmaron el documento de consentimiento/asentimiento informado, en conformidad con lo establecido en la

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Resolución No. 008430 de 1993 del Ministerio de Salud “Normas Científicas, Técnicas y Administrativas para la Investigación en Salud”.

Escogencia de los fragmentos musicales:

De una lista de 109 fragmentos de música clásica de un minuto de duración publicado por el laboratorio de Robert Zatorre (instituto neurológico de Montréal, laboratorio de neurociencias cognitivas de la audición) se escogieron aleatoriamente 10 fragmentos. Para la escogencia de los fragmentos musicales a evaluar se utilizaron 12 fragmentos musicales de un minuto de siguiente manera: 10 fragmentos de la lista aleatorizados, un control positivo (Eine Kleine Nachtmusik de Mozart) y un control negativo (Threnody to the victims of Hiroshima for 52 strings de Penderecki). Cada fragmento fue normalizado en cuanto a picos de volumen y se contaba con una separación de 8 segundos de silencio entre cada fragmento, obteniendo así una lista de reproducción de aproximadamente 14 minutos. Para evitar posibles sesgos, se realizaron 3 listas de reproducción, con los mismos fragmentos, en diferente orden.

Los cortes de las grabaciones y las listas de reproducción, al igual que la normalización de los picos de volumen se realizaron por medio del programa de audio AdobeAudition CS6. De la lista de 10 fragmentos musicales (sin incluir los dos controles) se escogieron 5 piezas musicales que fueron calificadas por medio de encuestas de procesamiento emocional, a 20 voluntarios independientes. En la encuesta, el voluntario calificaba, en 8 segundos, sus emociones (valencia y exaltación) con respecto a cada uno de los 10 fragmentos escuchados, en una escala SAM (self-assessment manikin) de 9 puntos. Se repartieron equitativamente las 3 listas de reproducción entre los participantes. Se normalizaron los datos obtenidos y se seleccionaron los 5 fragmentos que presentaron mayor valencia para hacer la lista de reproducción final, destinada a la evaluación de la modulación del reflejo RIII.

La lista final se organizó de la siguiente manera: 5 fragmentos de música clásica (1 minuto de duración), 3 espacios de silencio (1 minuto de duración) y espacios de calificación (28 segundos de duración después de cada fragmento de música o espacio de silencio). Para evitar posibles sesgos, se realizó una lista más, obteniendo así dos listas con los mismos fragmentos, en diferente orden.

La activación y el registro del reflejo RIII:

Para activar el RIII se utilizó un electroestimulador digital Chatanooga de estimulación nerviosa transcutánea (Intelect TENS 77724) que suministraba dos pulsos de honda cuadráticos, cada uno con una duración de 500 ms y con una frecuencia intrínseca fija de 100 Hz, permitiendo ajustar la intensidad de corriente emitida (de 0 mA a 80 mA), para determinar, por medio del método de la escalera (Willer, 1977), el umbral de activación del reflejo de cada uno de los participantes. La estimulación como tal se llevó a cabo por medio de un par de electrodos de plata de 1 cm2 de superficie, ubicados en el espacio retromaleolar de la pierna derecha, siguiendo la vía del nervio sural, con dos centímetros

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de separación, desengrasando la piel previamente (Roy et al., 2012) y situando al participante en posición supina.

Se registró el reflejo por medio del PowerLab 8sp y su preamplificador de señal BioAmp (ADinstruments, Dunedin, Nueva Zelanda) en el músculo extensor común de los dedos del pie derecho (Sandrini et al., 2005), utilizando electrodos de plata para electrocardiograma (ECG) con adhesivo conductor.

Las señales digitalizadas fueron filtradas del ruido electromagnético de 60 Hz y se grabaron a una tasa de muestreo de 100 Hz y en un rango de 200 mV.

Evaluación de la modulación del reflejo RIII por medio de música clásica:

Posterior a la determinación de manera individual del umbral de activación del RIII, el cual se determinó por la aparición del reflejo en el registro realizado por el PowerLab, se llevó a cabo la evaluación de su modulación por música clásica de la siguiente forma: Se le sumó aproximadamente el 20% más de intensidad eléctrica al umbral de activación registrado individualmente, para asegurar la activación del reflejo durante la prueba (Roy et al., 2012). Posteriormente, se evaluó la amplitud del reflejo con y sin el estímulo musical por medio de dos listas de reproducción (Figura 1).

A cada participante se le pidió su calificación del estímulo en una escala visual análoga (EVA) de dolor teniendo en cuenta tanto la incomodidad generada como la intensidad percibida. De la misma forma, se solicitó una calificación de valencia en una escala SAM de 9 puntos, después de cada fragmento musical y después de cada espacio de silencio. El participante siempre se mantuvo en posición supina y la música fue proporcionada por medio de audífonos estéreo (Panasonic, RP-HTF295 Stereo headphones, Kadoma, Osaka, Japón). El volumen de los fragmentos fue previamente graduado por el participante mismo, antes de iniciar el procedimiento, asegurando su comodidad a nivel auditivo.

Análisis de registros de latencia y amplitud del reflejo:

La evaluación de la latencia y de la amplitud del reflejo RIII se llevó a cabo por medio de los registros individuales de los participantes obtenidos en el software, LabChart (Chart 4 para Mac) y almacenadas en un computador (IBook G4, 2005). Se midió el tiempo de latencia desde el momento en el cual se suministraba el primer pulso eléctrico hasta que se evidenciaba el reflejo. La amplitud fue medida en mili Voltios, teniendo como referencia una línea base, que se evidenciaba cuando no había ningún impulso eléctrico encendido (Figura 2). La amplitud del reflejo y su latencia fueron obtenidos promediando los valores para cada persona, con y sin música y luego fueron comparados estadísticamente como se explica a continuación.

Manejo de datos y pruebas estadísticas:

Todos los datos obtenidos fueron transformados y analizados por medio del programa estadístico R (R Development Core Team, 2008).

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Figura 2. Ejemplo de registro del reflejo. Esta figura muestra un ejemplo de registro que se obtuvo al activar el reflejo RIII. La línea horizontal corresponde a una indicación de como se vió y se midió la latencia del reflejo; la línea vertical corresponde a una indicación de como se vió y se midió la amplitud del reflejo. Los cambios de voltaje que se observan antes del cambio de voltaje principal corresponden a los pulsos emitidos por el electroestimulador.

Los datos de calificación en escala EVA y los datos obtenidos de amplitud del reflejo fueron transformados a valores Z, pues presentan una alta variabilidad interindividual. Para comparar los resultados obtenidos se llevaron a cabo las siguientes pruebas estadísticas: 1) Para evaluar la normalidad de los datos se realizó una prueba de shapiro wilk. 2) Una vez confirmada la normalidad de los datos se evaluó la escogencia de los fragmentos musicales por medio de una ANOVA y la prueba posthoc de Tukey. 3) Para comparar los resultados obtenidos entre sexos, amplitudes, latencias y músicos o no músicos se realizaron pruebas T-student.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Con base en las encuestas realizadas, los 5 fragmentos escogidos para la evaluación de la modulación del reflejo RIII fueron: Novena sinfonía de Beethoven, Invierno de Vivaldi, Primavera de Vivaldi, Pictures at exhibition de Mussorgsky, Canon y Giga para tres violines

Figura 1. Esquema del procedimiento de evaluación de la modulación del reflejo RIII. Este esquema muestra las dos situaciones a las que se enfrenta el participante durante la lista de reproducción, junto con los momentos de calificación y de estimulación eléctrica. La estimulación eléctrica podía empezar 10, 15 o 20 segundos después del inicio del silencio o del fragmento musical. Se realizaron dos estimulaciones de 5 segundos con una separación de 20 segundos entre cada una.

60 s.

Calificación de estímulos (8s) y fragmento (10s)

Calificación de estímulos (8s) y silencio (10s) MÚSICA

ELECTROESTIMULACIÓN

100mV

1s

50 mV

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Figura 3: Gráfica de calificación promedio de dolor (valores z). Se evidencia en las 2 gráficas que no hay diferencias significativas dentro de los grupos al exponerse al estímulo musical, ni entre grupos (músicos y no músicos). Esta observación se corrobora por medio de los valores p obtenidos por medio de pruebas T*: pm=0,44; pnm=1.

*nm: No músico; m: Músico

y bajo continuo en Re mayor de Pachelbel. Los 5 fragmentos fueron significativamente diferentes del control negativo (p<<0,05 según ANOVA y posterior Tukey) y tuvieron un promedio de valencia de 7,13 en la escala SAM de 9 puntos.

En cuanto a los resultados de la evaluación de la modulación del reflejo RIII, se obtuvo primero, que el promedio de valencia de los fragmentos fue de 7,33 en músicos y de 8,42 en no músicos, por lo que se puede entonces decir que toda la población analizada tuvo una valencia positiva frente a los estímulos musicales. En cuanto a los momentos de silencio, se obtuvo una valencia promedio de 5,3. Cabe anotar que se observaron dos

resultados de músicos y tres de no músicos que mostraban mayor valencia promedio en los espacios de silencio, con respecto a la valencia generada por la audición de los fragmentos. Esto último corresponde con los resultados obtenidos por Bernardi et al. (2006). En efecto, el pulso, la presión sanguínea y la ventilación por minuto se ven afectados por la música en músicos y no músicos, pero al estar en silencio, dichos factores cardiovasculares descienden e incluso pueden llegar a niveles por debajo de sus valores basales. Teniendo en cuenta lo anterior, se puede pensar entonces que ese cambio lleve a generar más incomodidad que el estar en silencio. Además, hay que tener en cuenta que siempre hay un componente de nervios o estrés al exponerse a esta situación, que aunque conocida y anteriormente experimentada por los participantes, genera movimientos involuntarios. Lo anterior puede exacerbar los cambios ya descritos a nivel cardiovascular, llevando a que los espacios de silencio generen mayor valencia que la música placentera. Por otro lado, en cuanto a los resultados obtenidos frente a la percepción del estímulo eléctrico (Figura 3), no se obtuvo ninguna diferencia significativa entre las dos poblaciones, cuando están expuestas o no al estímulo musical (músicos: p=0,44; no

músicos: p=1). De la misma forma, la amplitud del reflejo parece no haberse afectado por

el ya mencionado estímulo (músicos: p=0,65; no músicos: p=0,99). Estos resultados contradicen lo expuesto por Roy y colaboradores (2012) en donde muestran que existe

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Figura 4. Latencia y amplitud del reflejo RIII (valores z). Se evidencia en las 4 gráficas que no hay diferencias significativas dentro de los grupos al exponerse al estímulo musical, ni entre grupos (músicos y no músicos). Esta observación se corrobora por medio de los valores p obtenidos por medio de pruebas T*: A. latencia (pm=0,20; pnm=0,21; pm_nm=0,18); B. amplitud (pm=0,65; pnm=0,99; pm_nm=0,46).

*nm: No músico; m: Músico

una modulación del reflejo RIII por medio de la música. Esto puede deberse a algunas diferencias en los diseños experimentales utilizados y que pueden afectar el reflejo RIII. Primero, el electroestimulador, aunque presentaba las características necesarias para activar el reflejo, estaba predeterminado para trabajar con una frecuencia de 100 Hz. Esta frecuencia es un poco baja, pues se recomienda que el estímulo del nervio sural tenga como frecuencia de 200 a 300 Hz. El efecto de trabajar con frecuencias bajas puede conducir a habituación como lo han demostrado Sandrini et al. (2005). Otro parámetro importante es el lugar escogido para poner los electrodos receptores del movimiento generado por la estimulación. Es clásico ver que la medición se realiza en el músculo bíceps femoral o en el músculo tibial anterior (Sandrini et al., 2005; Rhudy et al., 2008b; Roy et al. 2012), lo cual no se llevó a cabo en este caso puesto que no se registró ningún cambio de voltaje en dichos músculos bajo las condiciones experimentales utilizadas. Esto a pesar de haber confirmado que el nervio sural estaba siendo estimulado. Varios factores externos que no se tuvieron en cuenta, pudieron haber influido en el resultado: estado mental y psicológico de los participantes, (el estrés y el sueño) y su actividad fisiológica (el ciclo menstrual, la actividad física y la actividad cardiaca y gástrica) (Sandrini et al., 2005) por lo cual se recomienda tener en cuenta todas estas variables para futuros estudios que busquen determinar efectos sobre la modulación del reflejo RIII.

A

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En cuanto a la diferencia entre sexos en la percepción del dolor, es un hecho que hay una diferencia (Sandrini et al., 2005; Fillingim et al., 2009). En efecto, Sandrini y colaboradores (2005) reportaron una posible hipoactividad de mecanismos analgésicos endógenos en mujeres, basándose en evidencias de un estudio realizado en por Serrao y colaboradores (2004). Lo anterior debería entonces evidenciarse al momento de comparar la percepción del estímulo, la amplitud y la latencia del reflejo RIII entre sexos. Sin embargo, esto no sucedió en este estudio (p=0,78; p=0,70; p=0,79 respectivamente) al igual que en el estudio realizado por Roy y colaboradores (2012).

Al igual que en el caso de los sexos, a nivel de latencia del reflejo RIII (Figura 4), no se evidenció ninguna diferencia significativa dentro de las dos poblaciones, cuando se exponen al estímulo musical con respecto al silencio (músicos: p=0,20; no músicos: p=0,21). Según los reportes señalados en el artículo de Sandrini y colaboradores en 1989 y en el 2005, hay diferencias a nivel de latencia en el reflejo RIII en cuanto a edades, por el desarrollo del sistema nervioso y la degeneración causada por la vejez. Por lo anterior, y por haber trabajado con un rango de edades similares, la latencia entre poblaciones no debería ser diferente en este estudio, lo cual corresponde con lo observado (p>0,05). Cabe anotar sin embargo, que pocos estudios se han fijado en la latencia del reflejo estudiado por lo cual se debe continuar trabajando a este nivel.

Finalmente, tampoco se encontraron diferencias significativas comparando los resultados de percepción de dolor (Figura 3), de latencia y de amplitud del reflejo (Figura 4), entre músicos y no músicos (p=0,38; p=0,18; p=0,46 respectivamente). Esto puede explicarse teniendo en cuenta que la población de músicos está en proceso de formación y tienen influencias diferentes en su aprendizaje de la música. En efecto, la madurez en el proceso del aprendizaje de la música juega un importante rol en su comprensión, e incluso, en la cognición de diferentes instrumentistas: es diferente el oído de un jazzista al de un músico académico (Vuust et al., 2012). Esto quiere decir que, aunque los músicos voluntarios escogidos tuvieron un mínimo de entrenamiento auditivo, y que hacen parte de un sistema de formación universitaria con base en la música académica, su interés por la música popular o clásica durante su vida y su carrera influye altamente en su percepción. Se recomienda entonces tener en cuenta este factor, y para futuros estudios sería aconsejable dirigirse a músicos instrumentistas profesionales, trabajando en música exclusivamente académica. Hay que anotar también que no se tuvo en cuenta si los participantes tenían oído absoluto o no. Esto último también influye en la percepción de la música por lo cual es aconsejable tenerlo en cuenta para próximos estudios en el tema (Brancucci et al., 2009).

CONCLUSIONES

Se concluye entonces que no se obtuvo ninguna diferencia significativa a nivel de percepción del estímulo ni de latencia y amplitud del reflejo RIII entre y dentro de las poblaciones de músicos y no músicos. Igualmente, no se encontró ninguna diferencia entre sexos en ninguno de los tres parámetros ya expuestos. Lo anterior se opone a los resultados obtenidos en los estudios de Roy y colaboradores (2012). Junto a lo anterior, se encontró cierta tendencia de algunos participantes a preferir el silencio lo cual entonces

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crea una contradicción, llevando a preguntas como si en realidad la aplicación de música funciona o no al momento de mitigar dolor. Por lo anterior, se espera continuar con estudios a nivel de dolor real tanto a nivel visceral como a nivel de dolor crónico y profundizar los estudios a nivel de dolor somático.

Sin embargo, se recomienda para futuros estudios de este tipo, utilizar un TENS que permita ajustar la frecuencia a 200 o 300 Hz para evitar habituación, y triplicar la prueba para minimizar los posibles efectos ambientales o difícilmente controlables como lo son el estrés, la falta de sueño o el consumo de cafeína durante el día por parte de los voluntarios involucrados en el estudio.

Agradecimientos:

Agradezco especialmente a Roberto Máquez y al grupo de Ecofisiología, Comportamiento y herpetología (GECOH) por el préstamo de material para llevar a cabo este proyecto; al equipo de anestesiología y clínica del dolor (Dra. Patricia Abella), terapia física (Dr. Diego Ortiz) e investigación (Dr. Néstor Suarez) del hospital El Tunal, por su entusiasmo, apoyo y colaboración incondicional durante todo el proyecto; al doctor Pablo Lorenzana Pombo de la Universidad Nacional de Colombia por sus consejos y apoyo; a mi familia por el financiamiento para los equipos y a todos los participantes, pues sin ellos no tendría datos que exponer en este proyecto.

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Referencias

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