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Comunidades virtuales y nuevos ambientes de aprendizaje

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Academic year: 2020

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COMUNIDADES VIRTUALES Y NUEVOS AMBIENTES DE

APRENDIZAJE

Julio César Dozal Andreu

Centro de Cultura Digital / Inttelmex

En esta presentación se propone una tipología de comunidades virtuales y se sugieren algunos elementos a considerar para la creación de nuevos ambientes de aprendizaje. Se analizan los conceptos de comunidad, comunidad virtual, aprendizaje, nuevos ambientes de aprendizaje, modelos de intervención educativa y su vínculo con la escuela.

¿Qué es una comunidad?

El término comunidad tiene su origen en la reflexión antropológica y fundamentalmente aludía a núcleos sociales cuyas características son por demás conocidas, a saber: ubicación geográfica, rituales y vínculos culturales intensos, lazos de identidad y formas de relación que constituyen la argamasa de dichos núcleos. En los orígenes de la investigación antropológica se describían comunidades cuyos niveles de desarrollo tecnológico eran incipientes.

El término comunidad cobra nueva presencia en el periodo de la posguerra, al plantearse toda una línea de argumentación y de análisis sobre las causas del progreso económico y los factores asociados a dicho progreso, lo cual ocasionaría que varios organismos internacionales centraran su atención en esta problemática abriéndose un nuevo campo: el del “Desarrollo de la

Comunidad” aplicando y profundizando en los “métodos” que habían sido utilizados por los imperios en sus diversa colonias, lo cual, a su parecer, permitiría a las naciones “tropicales” pasar a nuevos estadios de desarrollo (Batten, 1974). En este contexto, el Desarrollo de la Comunidad recupera el concepto antropológico conocido entonces.

La reflexión sociológica de los años sesenta que realizó estudios sobre el comportamiento social en zonas urbanas, abarcando desde el análisis de las dinámicas laborales hasta la organización de jóvenes en los barrios, contribuyó a ampliar nuestra idea de la comunidad. Sin embargo fue con la aparición de los llamados “medios masivos” y la emergencia de fenómenos culturales mediáticos (el caso de la organización de clubes de seguidores de cantantes, músicos, etc.), que el término cobrará una nueva acepción, es decir, comprenderá a lo que se denomina comunidad de interés, dado que sus vínculos se establecen en función de un exclusivo interés compartido y que sirve de lazo de identidad.

También en el campo de la educación podemos ubicar usos diversos del término tanto en la teoría pedagógica como en la práctica educativa, quizás debido a la propia “naturaleza” del hecho de formar. Es decir, la educación implica el trabajo con un grupo de personas que a partir de su presencia y participación en un espacio (salón de clases, escuela, aula de capacitación, taller, etc.), así como del hecho de compartir una tarea a realizar, establecen lazos propios de una comunidad.

Así mismo las comunidades educativas se definen por elementos que provienen de la institución educativa que, a priori, determina ciertos aspectos para la organización y construcción de su comunidad.

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En el momento presente en el que los cambios sociales, culturales, económicos, del proceso de comunicación e integración se han dinamizado y diversificado, el concepto de comunidad se torna ambiguo y poco preciso, en la medida en que las características de los grupos sociales no responden a los atributos que la antropología, la sociología o la pedagogía le habían adjudicado.

Es con la aparición de las llamadas Nuevas Tecnologías o Tecnologías de la Información y la Comunicación que el término comunidad recobra vigencia en el campo de la educación, solo que ahora la encontramos con un adjetivo, el de la virtualidad.

¿Qué es, pues, una comunidad virtual?

Una comunidad virtual presenta como atributos o rasgos principales:

sólo es factible en el ciberespacio

su modelo de organización es típicamente horizontal se constituye en tanto es un “espacio” a construir.

Expliquémonos, las comunidades virtuales son factibles en la medida en que sus miembros, independientemente de sus zonas geográficas de residencia, de su nacionalidad y cultura o edad, comparten un espacio creado con recursos electrónicos que, si bien carece de un espacio físico, hace posible la experiencia (asincrónica o sincrónica) de comunicación entre ellos.

Como se señala en la bibliografía existente sobre el tema de la “sociedad de la información”, la “sociedad del conocimiento”, la “sociedad red”, etc., estas experiencias son cada vez más comunes e incluso encontramos concepciones que plantean al ciberespacio y la virtualidad como elementos constitutivos del mundo contemporáneo.

Por otra parte, las comunidades virtuales se distinguen por contar con una organización “plana”, sin estructuras verticales y con menos jerarquías, más propias del trato entre iguales que se asemejan más a las comunidades de maestros y aprendices medievales. Esto se debe

especialmente al lugar central que ocupa la información y el proceso de construcción social del conocimiento que requiere de la reflexión conjunta.

Como tercer atributo tenemos que una comunidad virtual requiere como condición

indispensable de la aceptación de los miembros interesados en ella, es decir, no hay comunidad sin la adscripción libre y voluntaria de los participantes, en donde tolerancia y confianza son elementos constitutivos de la misma. Así mismo, son esos participantes, sus intereses

compartidos, metas y tareas, los que les dan sentido de comunidad en permanente construcción.

Ahora bien, nos interesa analizar la existencia de las comunidades virtuales en relación al ámbito educativo ya que, por definición, la escuela ha representado una comunidad para aprender. Baste aquí recordar algunas de sus características: la circunscripción a un espacio determinado, la delimitación del tiempo propio para el aprendizaje, la organización, jerarquización y preselección de los contenidos considerados válidos y necesarios, la preponderancia de la figura y el papel del maestro frente a las actividades del aprendiz, la estructuración de las relaciones en forma vertical (Trilla, 1985; Rockwell, 1995; Freire, 1969).

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Siendo que el aprendizaje es uno de los aspectos medulares de la escuela, conviene detenernos a revisar nuestra forma de entenderlo. El aprendizaje es un proceso de renovación personal y cultural, que se produce con o sin la participación de otros (como pueden ser los maestros que conducen el proceso de aprendizaje del Español o la Geografía en las aulas, o las generaciones adultas que socializan a niños y jóvenes en la casa o en el barrio). Los aprendizajes que nos interesa promover requieren de una intervención organizada y sistemática, están orientados por propósitos y fundamentados en concepciones del sujeto, del desarrollo, del conocimiento, entre otras.

Si consideramos que las experiencias de aprendizaje son “experimentos” diseñados para establecer una relación imaginativa entre necesidades (del sujeto que aprende) y recursos (información y procesos mentales), cuyos resultados no se pueden prever totalmente (los aprendizajes colaterales, no esperados, pueden llegar a ser inclusive mucho más diversos e interesantes que los resultados que se pretendían) y que pueden transferirse a otras situaciones.

Si el aprendizaje tiene estas características, ¿Por qué insistimos en el surgimiento de nuevos ambientes de aprendizaje y en señalar que la escuela tradicional está siendo trastocada por éstos?. Hagamos un recuento:

• En el momento presente existen situaciones de cambio en la relación tanto entre aprendices y maestros como entre aprendices entre sí, provocada por una mayor posibilidad de acceder a información por otras vías que no son el libro de texto o la clase del maestro.

• La institución escolar, con su estructura jerárquica que privilegia relaciones de

sometimiento a contenidos, ritmos y estilos de aprendizaje homogéneos, resulta inadecuada para atender las necesidades personales de la diversidad y heterogeneidad del alumnado. • La escuela, resguardada en su dinámica interna que legitima el conocimiento escolar ante el

conocimiento en general, está cada vez más desvinculada del mundo real de la economía, de la cultura y de la sociedad.

• En la sociedad y para las generaciones contemporáneas los llamados “medios masivos” constituyen instancias de formación que la escuela, lejos de incorporar y examinar, los invalida y excluye ampliando la brecha cultural entre la institución y los educandos. • El avance tecnológico que en este período ha cobrado un ritmo acelerado, parece no tener

límite y obliga a una permanente actualización que requiere reorientarse para centrarse en el desarrollo de habilidades, más que en el dominio de información.

• La cada vez más evidente confluencia de procesos de aprendizaje vinculados a procesos de entretenimiento y al ludismo, implican procesos de razonamiento complejo en el que se ponen en juego habilidades y destrezas “superiores” y a la vez generan una experiencia interesante, activa y productiva para el usuario, provocando que los ritmos y estilo propio de la escuela se considere aburrido y “anticuado”.

• Aún y cuando la escuela ha incorporado un discurso pedagógico que valora la experiencia del estudiante en el proceso de aprendizaje, en los hechos la estructura, recursos, espacios y forma de organización, impiden que el educando pueda situarse como el eje del proceso educativo.

Son estos factores los que plantean la generación de los llamados nuevos ambientes de aprendizaje, en tanto espacios que propician procesos de crecimiento del ser humano.

¿Para qué queremos nuevos ambientes de aprendizaje?

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Desarrollar nuevos ambientes de aprendizaje supone considerar los diversos niveles de desarrollo tecnológico en consonancia con las necesidades educativas, es decir, no podemos dejar de reconocer la existencia de zonas geográficas, en nuestro país, cuyas condiciones de infraestructura: energía eléctrica, comunicación telefónica, transportación, procesos de mecanización industrial, entre otros, es insuficiente o nula, ello supone propuestas y

“soluciones” tecnológicas particulares en dos sentidos: 1. que sean acordes a las condiciones propias de la zona geográfica y 2. que integren la tecnología pertinente para atender las necesidades educativas.

Así mismo, las alternativas de solución que se ofrezcan, requieren partir de procesos de convergencia tecnológica, es decir, no se puede pensar en la gestación de nuevos ambientes de aprendizaje soportados en una sola solución tecnológica y/o un único medio, sea esta televisión, computadora o radio.

Modelos de intervención educativa

Es importante reiterar que el aprendizaje es un proceso de modificación de ciertas formas de comportamiento producto de la interacción del ser humano con su ambiente, sin que medie un proceso educativo, es decir, para que un aprendizaje se produzca no es condición indispensable la existencia de un proceso intencional de conducción; sin embargo, lo que interesa es justo el proceso intencional, sistemático y orientado de producir aprendizajes, dicho de otra forma, el proceso que se produce por una intervención.

Nos referimos a modelos de intervención educativa (De la Orden, 1983), en tanto estrategias generales de organización y estructuración del proceso a seguir para generar un aprendizaje, a saber: conductuales, cognitivos, personales y de interacción social.

Cada uno de estos modelos apunta hacia una forma de estructurar el proceso de intervención educativa, en función de una serie de consideraciones sobre el aprendizaje, las características que se le adjudican al ser humano, la naturaleza del conocimiento, el papel que juegan los grupos en el proceso de adquisición del conocimiento y el aprendizaje, entre otros.

Encontramos que las perspectivas teóricas y los paradigmas utilizados en los modelos de intervención proceden mayoritariamente de la psicología, sin embargo, es posible ubicar otras orientaciones, por ejemplo, la propuesta por Anglin (1975), cuyos elementos centrales son las características básicas de los sujetos (si éstos son únicos o diversos) y la consideración sobre la naturaleza del proceso educativo (determinado o no determinado, de una mayor a una menor estructuración). Combinando ambos elementos, obtenemos lo siguiente:

SUJETOS

uniformidad No uniformidad

Determinado Modelos de enseñanza

tradicional Modelos tecnológicos

PROCESO EDUCATIVO

No determinado Modelos para la excelencia académica

Modelos abiertos

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Dependerán de la propuesta pedagógica y del modelo de intervención educativa las

características que tome la comunidad de aprendizaje, ya que la incorporación de un desarrollo tecnológico no garantizará, necesariamente, nuevos procesos de aprendizaje.

Comunidades virtuales: hacia una tipología

Como puede apreciarse, las comunidades virtuales en el campo de la educación resultan entidades tan complejas como puede serlo cualquier otro proceso o práctica de formación, en la medida en que están orientadas a desarrollar o producir aprendizajes, a contribuir a la formación de un grupo, pretenden alcanzar determinados propósitos, requieren de una estrategia de

intervención organizada y sistemática, etc.. Con la particularidad de los recursos tecnológicos con que operan, su carácter virtual y las habilidades-conocimientos de uso de la tecnología que demandan a sus participantes.

De la misma manera que podemos identificar distintos modelos pedagógicos en el quehacer educativo, es factible desarrollar una tipología de las comunidades virtuales en función de los niveles de participación de los miembros. El nivel de participación es un elemento sustancial en la medida en que las formas y espacios de accionar establecidos, determinarán las posibilidades de comunicación entre los participantes, la diversidad de experiencias con el contenido, el tipo de relaciones entre la propia comunidad e incluso abrirán en mayor o menor grado el paso a una construcción compartida de conocimientos y alternativas para solucionar problemas.

Por ejemplo, una comunidad en donde el participante se inscribe y tiene acceso a consultar información, será muy diferente a aquella en donde puede no sólo consultar, sino participar en un debate y emitir sus opiniones; o aquella otra en donde el participante se comunica con otros miembros para proponer alternativas, desarrollar proyectos y compartir información de manera mutua. Así pues las formas y niveles de participación van aparejadas de las formas y niveles de comunicación, siendo estos dos aspectos fundamentales para caracterizar a las comunidades.

En un ejercicio de elaboración de una tipología, se pueden reconocer a las siguientes:

Subscripción

El rasgo distintivo es la recepción de información y la actividad demandada a los participantes es la subscripción. Se corresponde a una lista de distribución y/o de interés; pretenden “facilitar el intercambio e información, experiencias…”.De acuerdo a las posibilidades de acceso las mismas pueden ser: públicas, privadas o “estáticas”.

Subscripción con participación

Incorpora el nivel anterior, pero el rasgo distintivo lo es la participación en las discusiones de la comunidad y/o el hecho de constituir un espacio informal, personal, que permite organizar cierto tipo de conocimiento y a la vez compartir información con otros.

Foro

Se consideran comunidades en línea como un esfuerzo de colaboración de todos los participantes, la característica fundamental es la adscripción a una temática y/o asunto específico. La intención de la misma es conversar, intercambiar ideas, compartir opiniones, es decir, se plantea el establecimiento de diálogos expresos, se propicia y alienta el debate y la reflexión sobre la temática elegida.

Pueden ser públicos o moderados.

Colaboración

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Proyectos de colaboración-social

Corresponde a aquellas comunidades virtuales con acciones de impacto social, es decir, si bien su organización fundamental se realiza a través de la red, hay un momento de que se refleja en productos concretos y/o acciones sociales, la intencionalidad de las mismas no es la simple comunicación, sino realizar acciones que tengan efecto sobre los procesos de vida de la sociedad, existen una gran cantidad de ejemplos de este tipo de comunidades virtuales, desde aquellas que buscan convocar a una acción concreta hasta aquellas que ofrecen productos comerciales pidiendo a cambio el pago de un “precio justo”.

Evidentemente esta tipología está sometida a modificaciones, en la medida en que la experiencia de trabajo se amplíe, tendremos más elementos y criterios para definirlas.

Sin embargo, es importante destacar que nuestro interés esta en la posibilidad de crear comunidades virtuales que estén al servicio del aprendizaje, de la formación, del intercambio creativo que contribuya al desarrollo pleno de la vida. El reto es lograr que los avances tecnológicos que hacen posible la virtualidad, la comunicación multidireccional, los intercambios oportunos, el enriquecimiento de la experiencia local; puedan integrarse a la generación de nuevos ambientes y experiencias en el ámbito de la educación y de la acción social que estén al servicio y sustentados en la comunidad.

Comunidades de aprendizaje

Con lo que hemos señalado hasta el momento, se puede afirmar que la construcción de comunidades de aprendizaje implica considerar, por lo menos, tres elementos:

• El modelo de intervención educativa elegido.

• El tipo de comunidad virtual de “aprendizaje” en la que se inscribe nuestra propuesta • Las características del ambiente de aprendizaje

En el siguiente cuadro se expresa con mayor claridad

Modelo de intervención educativa

Comunidad virtual de “aprendizaje”

Ambiente de aprendizaje

Interacción social - abierto Proyectos de

colaboración-social Comunidad social

El contenido de este cuadro representa lo que a nuestro parecer tendría que ser la comunidad de aprendizaje en su versión más completa, es decir, una comunidad que se construye sobre la base de proyectos de colaboración con impacto social, en ambientes de aprendizaje que rebasan el ámbito de la institución escolar y que utilizan como paradigmas de aprendizaje los propios de los modelos de intervención de interacción social o abiertos, holísticos.

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La comunidad de aprendizaje antes descrita, aspira a superar la disociación entre procesos de aprendizaje y vida real, entre espacios educativos y comunidad, las temáticas y contenidos son acordes a las necesidades de la población y el trabajo de colaboración es un ingrediente sustancial del proceso de las comunidades de aprendizaje.

Evidentemente los participantes de estas comunidades deben desarrollar nuevas habilidades de intercambio y comunicación, lo cual implica un proceso de transferencia tecnológica y de apropiación de nuevos recursos; sin embargo, la experiencia muestra que, habiendo una infraestructura en tecnología aún incipiente, las comunidades son las que otorgan su verdadero alcance y significado.

Bibliografía

Batten, T. R..

1974. Las comunidades y su desarrollo. México, FCE.

De la Orden, Arturo

1983. Hacia un modelo de intervención educativa, en: III Congreso Latinoamericano de Educación. Buenos Aires.

Freire, Paulo

1969. La educación como práctica de la libertad. México, Siglo XXI editores.

Rockwell, Elsie (coord).

1995. La escuela cotidiana. México, FCE.

Trilla, Jaume.

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