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Consumo de suelo y colapso de las políticas territoriales. – Revista El Topo - Sociología Cultural y Urbana ISSN: 0719-3335

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Revista Eltopo. No.4. 2015 ISSN:0719-3335

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:(pp.70 - 98)

Resumen

La transformación de las ciudades compactas hacia la lógica difusa, ha sido un camino carac-terizado por la controversia social, que llevó a la huida de población en un pasado aglomerada, fundamentalmente por razones económicas, transformando a la urbanización en un sector pu-jante de la economía neoliberal.

La ciudad actual, es el producto de la transición postfordista, del pasaje de la concentración a la dilatación; de los sistemas urbanos jerárquicamente ordenados, a la difusión reticular; de los pa-radigmas areales, a los de naturaleza rizomática. Un proceso que empezó en los ‘70, amplificado a partir de los ‘80 y que llevó a esa aluvión de asentamientos, de la que hace tiempo se estudian los efectos territoriales (Bonora, 2009a; Bonora, Cervellati 2009b)

Este artículo recorre las etapas del proceso de urbanización postfordista, que llevó a la reconfi -guración, ontológica y epistémica de los espacios. La ciudad es espejo de las transformaciones, se produce desde el fulcro cultural y al mismo tiempo es el campo en el que la valorización trans-fiere sus propias energías, en una unión entre renta financiera y renta inmobiliaria de resultados devastadores para la vertiente del patrimonio territorial, un bien colectivo que la especulación saqueó. Los datos hacia el final del estudio, documentan la fase más reciente de la devaluación del patrimonio territorial, la que culminó en la explosión de la burbuja inmobiliaria. No se trata de cartografías ornamentales, sino esenciales al discurso.

Palabras Claves:

Territorio, consumo de suelo, políticas territoriales, inmobiliario

Abstract

The present city is the product of the post-Fordist transition, the passage of the concentration to dilatation of the hierarchically ordered the lattice diffusion urban systems, the areal to rhizomatic nature of paradigms. A process that began in the 70s, amplified from the ‘80s and that led to this barrage of settlement of longstanding territorial effects (Bonora, 2009a; Bonora, Cervellati 2009b)

This article goes through the stages of post-Fordist urbanization, which led to the reconfiguration, ontological and epistemic spaces. The city is mirror transformations, occurs from the cultural ful-crum while is the field in which the valuation transfers its own energies, at a junction between fi -nancial income and property income of devastating results for the slope of the territorial heritage, a collective good that speculation sacked. The data towards the end of the study, documenting the most recent phase of the devaluation of the territorial heritage, culminating in the bursting of the housing bubble. It is not ornamental maps, but essential to speech.

Keywords:

Land, land consumption, land policies, real estate

(1) | Paola Bonora

es Geógrafa y dicta la cátedra de Comuni-cación y Territorio, en la Universidad de Bo-lonia. Fue directora del proyecto Projecting Participatory Local Development. Además de estar inmersa en distintos proyectos colaborativos con el territorio, como la CITAM (Inter-faculty Centre for Innovation and Technological Transfer), participa con frecuencia como columnista del reconoci-do periódico La reppublica. El presente ar-tículo: “Consumo di suolo e collasso delle politiche territoriali, Quaderni del territorio, Collana di ricerca” fue presentado el año 2012 como parte del libro: “Visioni e politi-che del territorio Per una nuova alleanza tra urbano e rurale”. En esta oportunidad, se ofrece de manera inédita al español, como una cesión exclusiva para la revista Eltopo por parte de su autora.

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Una ciudad sin límites en un mundo sin confines

Los años ‘80, son aquellos en los que se acredita al neoliberalismo como mo-delo económico de reacción a la crisis (Harvey, 2005). Es la respuesta que el capitalismo introduce para contrastar la erosión de los márgenes que el tardo-fordismo, en su vestidura keynesiana implícitamente social y garantista, la cual había favorecido y llevado a la debacle. Una reacción que despedaza el ciclo productivo, lo segmenta, lo especializa y lo distribuye al globo entero para recoger las ventajas de la deslocalización y el consumo. Se apoya sobre la que fuera definida “revolución comunicativa”, saca ventajas de la ilusoria muerte de la distancia, diluye los confines. En consecuencia, el mismo concepto de limite y de una espacialidad encerrada, definida es abandonado. Un tumulto en el mundo real, que tiene que reconfigurar su proprio sistema de relaciones, con el propósito de extender nuevos horizontes. Un reconocimiento cognitivo que obliga a revisar la raíz de las categorías interpretativas, especialmente las espaciales, demolidas en favor de criterios más fluidos, ambiguos, entre – in-fluyentes, polisémicos.

Una dispersión planetaria que no procede casualmente, avanza por puntos precisos, por sitios capaces de ofrecerse como mejores garantes de prove-cho y de la capacidad de acumulación respecto de las áreas reguladas en las democracias occidentales, que por contraposición estaban atentas a los equilibrios sociales y territoriales. Sitios que no configuran lugares y tampoco coinciden con países, sino que representan los compartimentos segmentados de una gran empresa transnacional. Islas extraterritoriales conectadas en el dispositivo global de la producción y del consenso, seleccionadas a través de las lisonjas del consumo. Y sus destinos ligados a la competencia, capacidad de atracción y buen modo de obtener ventajas comparativas (Bonora, 2001). Criterios guía del marketing territorial de las áreas urbanas.

En principio era el tardo – fordismo

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entender en qué medida la ciudad difusa es expresión de la forma política neo-liberal. El proceso de transformación y el modelo de organización espacial que se ha instaurado, tienen de hecho matrices en la crisis del fordismo. Las lógicas que guían las transformaciones, aunque estén referidas a escalas y conjuntos territoriales distintos, son las mismas. La ciudad fordista que entra en crisis, se adecua a los impulsos que están cambiando la concepción y la estructura-ción del mundo. Se deforma, dilata, despedaza, se especializa y aísla, devora espacio, segmenta la sociedad, atomiza la socialidad. Ciudad y segmentos de ciudad son las que entran en competición entre sí.

Una transformación que está encerrada en el seno a la dicotomía entre desa-rrollo y crecimiento (Magnaghi, 2000; Latouche, 2008). El tardo-fordismo lo-gró congelar los instintos animales del capitalismo a través de una serie de medidas que habían normado el boom postbélico, las anomalías y disparidad territoriales que había generado y que mal se conciliaban con una sociedad mo-derna. Controladas a través de una concepción del desarrollo, que prevé mejor equilibrio entre las partes en juego. Una comunión del laissez-fair que acredita la idea keynesiana de un Estado comprometido en favorecer el consumo y lo consumido en el ciclo de las exportaciones, estimular la demanda interna. Una maniobra que introduce una serie de amortiguadores y tutelas para las áreas y los grupos sociales menos favorecidos a través de la promoción de reglas y instrumentos del cual el estado se hace protagonista y garante.

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social que ve el crecimiento como adquisición colectiva, donde el Estado ejerce un rol compensatorio, de mediación de las contraposiciones y de las conflicti-vidades.

El modelo urbano de la fase keynesiana tardo-fordista redescubre los peque-ños y medios centros de la industrialización establecida y de la socialidad . Vuelve a valorar el rol funcional dentro de los sistemas territoriales policéntri-cos y regenera también el patrimonio histórico, como principio de memoria y pertenencia. Las cien ciudades de la Terza Italia se vuelven a proponer en el escenario , contrapuestas al gigantismo y a la anomia de la ciudad-fabrica, a la exasperación de la concentración localista, sobre las dicotomías y tensiones – sociales y ambientales – que había causado.

Pero de esta manera se enmienda también el movimiento centrifugo el cual pasa de la recentralización descentralizada hacia la explosión de la ciudad sprawl (Indovina et al, 2005; Gibelli y Salzano, 2006]. Un polvillo de asenta-miento que fagocita el campo y marca el pasaje de una idea de desarrollo normado por reglas sociales y territoriales, hacia otra guiada por los impulsos desmedidos de un crecimiento que no requiere condicionamientos.

La ideología del crecimiento que la nueva imagen del liberalismo lleva a es-cena, exaspera el cuadro y transforma los agentes económicos y los sujetos sociales en competidores [Harvey, 1998]. Demuele las pertenencias sociales como herencia de un tiempo histórico rememorado y entrega a la competencia, entre individuos y entre territorios, la responsabilidad de crecimiento que se desea que sean acelerados y repentinos, con todas las asperidades, las opaci-dades y los efectos diversificados que derivan. Una visual económica lista para sacrificar los principios de equidad, restauración, compensación en nombre de la eficiencia del mercado, que pretende que sea su derivación por la incontro-lada expresión. Libre de reglas y de controles y por consecuencia, exento de obligaciones colectivas, más concentrado en la universalidad de las fruiciones. Comienza de esta manera el vuelco de roles entre lo público y privado, a partir de una concepción de la transescalaridad de las relaciones, que tiene de fondo la intolerancia normativa para llegar a negar el rol del Estado entendiendo por

(2) | Nota del editor: recordemos que este artículo está escrito de acuerdo al contexto europeo, y en específico, al contexto del Estado de bienestar Italiano.

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el contrario, un vínculo espontaneo exprimido del juego económico. Privatiza-ción y negociaPrivatiza-ción se transforman en herramienta para eludir los agentes re-gulativos y de compensación institucional. Libertad y concurrencia económica quedan como únicos árbitros del destino de los sistemas territoriales. Una ideo-logía que reproduce, en escala planetaria y entonces menos perceptible y más en la confusión desideologizada de estos años. Contraposiciones y disparidad que el keynesismo en un pasado próximo intentó mediar. Territorios fuertemen-te diversificados, encajados en una competición que los desangra y que ha pro-ducido sociedades despedazadas y egoístas, encerradas en sí mismas – una de las tantas paradojas del mundo globalizado (Sassen, 2008).

En los columpios del carrusel financiero

Mercado descontrolado y alianza perversa entre financiarización e inmobiliaris-mo produjo la crisis en la que el mundo occidental se encuentra balanceando. Poco más de treinta años desde el ocaso del fordismo y desde la vuelta neoli-beral, en la que hemos logrado derrochar el patrimonio territorial antiguamente heredado. La urbanización desordenada y voraz es la proyección territorial de la libertad económica sin frenos y elegida como dogma (Bonora 2009a; 2009b). De la desregulación que sirvió de instrumento y de la búsqueda compulsiva de provechos sencillos (Berdini 2008; Zanfi 2008) que renuncian a la cualidad y a la habitabilidad del territorio para privilegiar la renta inmobiliaria y el consumo del suelo.

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2002). El culto individualista de la apropiación de objetos y símbolos de es-tatus, es el clima cultural donde el mercado juega sus cartas, transfiriendo a las manifestaciones exteriores, de vestiduras a las viviendas, la expresión de personalidades que de otra manera se quedarían sin referentes culturales o memoriales (Bourdieu 1994; De Certeau 2001). El consumo – de mercancías, de suelos, de paisajes, de socialidad, de vivienda – el precio de la modernidad.

La ciudad se disfraza, se hace escaparate de un modelo de urbanización que pasa a través de las imágenes y la representación simbólica de la propia ca-pacidad de competición. La atracción y cautividad llega a ser el imperativo de las políticas de marketing que poco cuidan de las estructuraciones geográficas de los conjuntos territoriales y que apuntan a generar visiones aduladoras en la que no cabe espacio para las contradicciones y fragmentaciones que con-notan en cambio los sistemas de asentamiento – y que ahora mismo explo-sionan en la crisis. Una ciudad que se hace espectáculo, se hace mercancía y se exhibe como tal (Codeluppi, 2000; Ilardi, 2004; Bottini, 2005; Amendola, 2006). Que engloba al campo, atropella los paisajes rurales y aquellos donde no los cementifica, los baja a mera dimensión escénica. Una lógica mercantil que desde los estantes de los showroom, traspasa en el cuerpo urbano la mis-ma naturaleza de la ciudad, que ya no tiene a los ciudadanos como razón de ser, sino los consumidores. Un proceso de urbanización que implica un cambio radical con respecto a las organizaciones territoriales de la modernidad fordis-ta, la ética, las reglas, las finalidades, la filosofía que estaban en la base.

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Las políticas urbanas, olvidadizas del objetivo social, elaboran narraciones maravillosas que tienden a poner en valor la ostentación, sean sujetos, sean objetos, eventos, maniobras arquitectónicas, asentamientos residenciales o también solo un clima, una atmósfera. Los temas de la identidad estropeados y bajados a retorica evocadora(Bonora, 2006). El marketing territorial, recalco aquel comercial, afina sus propias armas y pone manos a la obra, transfiriendo a la ciudad y al territorio axiomas mercantiles, cada prerrogativa urbana sujeta a los imperativos de lo evocativo. Se enfatizan así el crédito y los ámbitos de la privatización – de la instrucción y de la sanidad, del sistema de recolección de basura y de la erogación de energía y agua, de la asistencia social y en general de los servicios públicos. El derecho a la ciudad, renegado por ser improductivo pierde valorización. El concepto mismo de espacio público se transfiere a con-textos privados (Torres, 1999). La idea de vida pública se vuelve obsoleta, se pierde el significado de relaciones sociales que no estén ligada a los momentos del consumo, dentro de sus contenedores. Se pierden de esta manera los vín-culos que habían enriquecido los sistemas locales, sobre la cual su fuerza de agregación sustentaba gran parte de la territorialidad. Un marketing atento y

Figura 1:

Las actividades en franchising relevadas a lo largo de la avenida Indipendenza a Bolonia.

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refinado que huele, captura, enfatiza sensibilidad, humores culturales, modas. Se apropia también de la problemática ambiental y la convierte en mercancía, cada producto publicitado con atributos ecológicos, de sostenibilidad, de cul-tura y tradición, desde los alimentos hasta los detergentes, desde los coches hasta los modelos residenciales.

El campo también entra en el gran círculo mercantil. Como representación bu-cólica de un mundo imaginario de serenidad verde, re-encontrada familiari-dad, atracadero seguro. El rechazo cultural de la congestión urbana que ha decretado el despoblamiento de las ciudades, se traduce en el mensaje co-mercial que ha vendido a los ciudadanos en fuga, con chalés adosados y pala-cios periféricos de devastadora calidad en su infraestructura. Una edificación exterminadora que ha elegido residencias, centros comerciales y naves como mecanismo de especulación y ha devorado suelos y paisajes, atropellado la socialdad y la noción de los espacios públicos.

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El toro no corre más (mientras tanto se ha devorado

el campo)

¿Cómo ponernos entonces hoy, de frente a una situación fuertemente compro-metida desde el punto de vista territorial, pensar la ciudad y al territorio des-pués de la crisis? El cuadro no es estimulante y exige una manera de pensar profunda, radical, en las formas de entender urbanismo y el desarrollo.

Entre el año 1999 y 2007, el crecimiento del valor agregado en construcciones fue del 24,0% el doble del total de la economía italiana (+12,2%); cerca de las intermediaciones monetarias y financieras +20,2%; ambas muy lejanas del proseguimiento de los sectores productivos: agricultura -6,5%, industria +2,8%, servicios +9,7%, comercio +14,8%. Las empresas de la construcción, pasan desde 590.000 (en el 2000) a casi 776.000 (en 2007), con un incremento de 31,6%. Las inmobiliarias pasaron desde 151.000 a casi 250.000 con un incre-mento de 59,2% (datos Cresme 2008).

Entre el año 1998 y 2007, las inversiones en construcciones en Italia suben a un 29,4%, un crecimiento porcentual más del doble con respecto al PIB (da-tos Ance, 2008). Un porcentaje que acerca Italia a el término medio europeo (+25,3%) mientras que otros países en el mismo periodo, conocen incrementos de las inversiones inmobiliarias muy elevados, entre los cuales destacamos Irlanda con +82,2%, España con +73,4% y Grecia con un 69,9%, países que más tardes han entrado en una crisis sistemática muy dura. En contraposición, resalta el dato de Alemania, que desde años está llevando una lucha en con-tra del consumo de suelo y que durante la época que estamos analizando, ha reducido sus inversiones inmobiliarias en un 12,8%; luego volveremos sobre la política alemana del territorio.

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es-peculativos, un refugio seguro para los pequeños emprendedores privados. Un campo, que en base a estas lógicas, está hecho para dilatarse hasta el infinito. Una dinámica que entre el año 1996 y 2010 fue de gran efervescencia: los precios de los inmuebles habían subido de 63%, las compraventas de 64%, es-cribe Cresme [2011]. Entre el año 1995 y 2010, Cresme reporta nuevamente que el sector inmobiliario fue la inversión más lucrativa: mientras las acciones y los títulos de Estado se contentaban en rendimientos de un 2,8% y un 4,4% anuales, los inmuebles residenciales rendían el 8,1% en las ciudad medias y el 9,3% en las grandes áreas metropolitanas. Rentas superiores a las del oro, que en el mismo periodo se frenó en un 8%.

La crisis no llegó de repente, había enviado señales previas a nivel interna-cional. Japón es el primero en conocer una deflación que entre el año 1991 y el año 2006, atropelló el valor de los inmuebles, bajando al 68%. En Estados Unidos, la crisis de las construcciones mostró sus primeros síntomas en el año 1997, aunque el colapso vendría solo diez años más tarde, en concomitancia con la explosión de la burbuja financiera, con caídas entre el 30 y 50% de los valores. En Europa, explotó en correlación de la crisis estadounidense entre 2007 y 2008, mostrando caídas repentinas de las compraventas y de los valo-res. En Italia llegó solo al final de la década, con caídas más moderadas, que de todas maneras entre el año 2006 y el 2010, llegan al -26,2% de las com-praventas y al -17,2% de los precios ( términos medios nacionales fuertemente diversificados bajo el perfil geográfico y en la relación entre centro y periferia). A pesar de estas tempestivas como evidentes señales de cierre de un ciclo, en Italia se sigue considerando el bien inmobiliario un factor propulsor y entonces en construcción. Esto, con un persuadido convencimiento del gobierno y una febril condescendencia de los municipios, que cuentan con las rentas de urba-nización para los gastos corrientes y fingen no darse cuenta que están despil-farrando el patrimonio territorial.

Los más acreditados centros de investigación especialistas en el sector: Cres-me y Nomisma , desde hace años señalan no ser escuchados respecto a la saturación del mercado y el agotamiento del ciclo. Una situación que pesa no

sólo sobre el aspecto territorial y paisajístico, sino en sentido estructural, eco- (3) | cidos en Italia.Ambas entidades, consultores

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nómico. Nomisma estima que por lo menos el 10% del stock inmobiliario no está vendido; Sunia-GCIL cree que al menos 800 mil viviendas no se han ven-dido a nivel nacional. Contabilidad aleatoria e imprecisas, problema del que se habla poco y de mal gusto, nadie quiere admitir la sobrepoblación, podría des-encadenarse el bajón del mercado. Las familias italianas, hasta ahora buenas ahorradoras, son el único atajo en contra de la depreciación, esperan momen-tos mejores para vender – hasta que puedan permitírselo.

Mientras tanto, de todas maneras sube el numero de los ciudadanos que se han endeudados para comprar o cambiar vivienda y no pueden pagar las hipo-tecas. Adusbef denuncia en 2010 un crecimiento de los embargos de vivien-das por falta de pagos de la hipoteca de 31,3% por un total de casi 150.000 viviendas, una ciudad de medias dimensiones que llega a ser propiedad de los bancos. Desde el año 2008, comienzo de la crisis, el año 2010 el crecimiento era del 70%. Estos datos son de Banca d’Italia, relativo al año 2007 cuando la crisis se acababa de evidenciar, para entonces declara que el 5% de las fami-lias italianas que tienen contracto de hipoteca son insolventes, o no están en posición de poder pagar.

A su vez, el manoseado emprendedor disminuye su posicionamiento de años atrás. Desde el año 2007 hasta 2010, el sector de las construcciones (edil e inducido) perdió 67 billones de euros de producción, correspondiente a una disminución de un 17,3% en valores reales; en el mismo periodo la edilicia residencial registró una disminución de su facturado del 38% (datos Cresme). Ance lamenta la pérdida de 250.000 puestos de trabajo entre 2008 y 2010 ( obviamente se refiere a los encargados oficiales; no existen estimas sobre la pérdida de trabajo irregular en las pequeñas y pequeñísimas empresas edili-cias, pero podemos argüir que sean los primeros datos consistentes.) La carre-ra frenética ha chocado con la realidad, ahocarre-ra hay que recoger los trozos de la sociedad e intentar recoser los harapos del territorio.

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(4) | Associazione Difesa Utenti Servizi Bancari.

(5) | Associazione Nazionale Costruttori Edili.

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Burbuja inmobiliaria y gasto del territorio

La desregulación existente, a pesar de las retoricas politically correst, se ha ejecutado en los territorios matando la idea de la gestión planificada y del con-trol del mismo. El problema del consumo de suelo, del que por fin se toma conciencia – después de años de protestas civiles y denuncias intelectuales – se ha convertido en un indicador sintético del conjunto de los fenómenos des-encadenantes del proceso de urbanización. Fundamentalmente del desorden distributivo, de la colonización del campo, de la distribución de los paisajes, de la sobrepoblación edilicia. Un fenómeno que involucra no solo Italia, pero que aquí ha logrado dimensiones particularmente alarmantes, aún más en presen-cia de políticas nacionales que siguen considerando el ‘ladrillo’ factor de creci-miento (los primeros pisos de casa, por ejemplo, son sucesivos a la explosión de la burbuja inmobiliaria americana y a la crisis llegada a las hipotecas sub-prime). No es casual que en Italia la cuantificación del consumo de suelo no está encargada a ningún organismo nacional y las iniciativas en esta dirección son fruto de cada región, grupos de investigación y asociaciones civiles . Así es que resulta imposible marcar un mapa que cubra el territorio por completo y hay que contentarse de trozos de indagaciones relativas en máxima parte a la Italia Centro-Septentrional.

Figura 2:

Car ta del desa-rrollo sosteni-ble en el área Padano Alpino

Marítima Fuente: Bonora,

P. (2012) Con-sumo di suolo e collasso delle politiche territo-riali, Quaderni del territorio,

Co-llana di ricerca.

(6) | Nota del editor: Se entiende como fac-tor de crecimiento de una nación el secfac-tor de la construcción.

(7) | En particular véase Osservatorio na-zionale sui Consumi di suoli.

(8) | En particular véase Stop al consumo di territori.

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La mesa interregional por el desarrollo territorial sostenible del área Padano Alpino Maritima realizó la carta aquí reproducida, obtenida por yuxtaposición de las cartas de utilización del suelo de las Regiones y Provincias autónomas enumeradas. Un esfuerzo admirable que sin embargo ha producido un puzle cartográfico interesante solo bajo el perfil impresionista pero no fundado sobre bases comparables por datos, sistemas de relevación, métodos de clasifica-ción, técnicas de representación. De todas maneras se trata de la fotografía más verosímil de la nebulosa de asentamiento centro-septentrional, en la que resalta por intensidad ocupación de suelo la Padania lombardo-véneta. En Fig. 2 la representación más verosímil de la nebulosa de asentamiento septentrio-nal, producida por una mesa interregioseptentrio-nal, en la que resalta por intensidad de ocupación de suelo la padania lombardo-véneta (verosímil porque se trata de un puzle cartográfico construido sobre las bases de cartas diferentes).

También las regiones de larga tradición planificadora han caído en la trampa inmobiliaria. En la década entre 1994 y 2003 la Emilia-Romagna incrementó el territorio urbanizado casi en un 52% [Fig. 3] y aunque en los cincos años sucesivos haya redimensionado de manera decisiva los incrementos (+8,1%), presenta una voluminosa ocupación del suelo [Fig. 4] que a partir de 1976 vio casi el redoble de las áreas artificiales (+92%). Un polvillo de asentamiento que el Plan territorial asume reconducir a sistema [Fig. 5], proyecto atractivo pero no simple en el marasmo urbanístico actual. Cuando la población ya se ha dispersado en las comunas rurales [Fig. 6 y Fig. 7] las previsiones urbanísticas

Figura 3:

El consumo de suelo en Emilia-Romagna

Fuente: Elaboración propia sobre los datos de las car tas de utilización del suelo producidas por la región en los años señalados. Bonora, P. (2012)

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indican que, indiferentes a la situación del mercado, proyectan ulteriores alu-viones inmobiliarias [Fig. 8]

Figura 4:

El territorio urbanizado en Emilia Romagna

Fuente: Bonora, P. (2012) Consumo di suolo e collasso delle politiche territo-riali, Quaderni del territorio, Collana di ricerca

Figura 5:

Los “sistemas complejos de área extensa” (Plan Territorial Regional, 2010) Fuente: Bonora, P. (2012) Consumo di suolo e collasso delle politiche

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Figura 6:

Variaciones de población en las casas rurales – Valle del Samoggia Fuente: Bonora, P. (2012) Consumo di suolo e collasso delle politiche

territo-riali, Quaderni del territorio, Collana di ricerca

Figura 7:

Variaciones de la población en las casas rurales – Bolonia Sud-Oeste Fuente:Elaboración propia, sobre los datos de las car tas de utilización del suelo producida por la Región en los años señalados. Bonora, P. (2012)

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Después de años de trend, más que positivos en los que la burbuja especu-lativa siguió hinchándose [Fig. 9], a partir de 2007 y con evidencia mayor en 2008, la crisis del sector empieza a manifestarse. Los valores inmobiliarios se enfrían, con caídas más sensibles en las periferias urbanizadas [Fig. 10], pero con señales bien perceptibles al interior de las ciudades [Fig. 11]. Salta fuera la relación entre demanda y oferta. A pesar del relativo aumento del número de familias, debido en su mayoría a regularizaciones de inmigrados además de los ya asentados, la relación entre los dos incrementos – del número de familias y del número de viviendas – siempre fue en favor de estas últimas [Fig. 12]. Después de la crisis de la idea de planificación, la desregulación neoliberal lle-va a la hibernación de los negocios, del poder económico. No importa la volun-tad y los intereses colectivos sino el peso, la fuerza de presión/persuasión del dinero (licito y no) en una unión instrumental con la renta financiera e inmobilia-ria. El sector inmobiliario se posiciona como un sector estratégico privilegiado de la política económica, tanto a nivel nacional como local, donde la debilidad de las transferencias erosiona la capacidad de gasto y la poca sensibilidad de

Figura 8:

Previsiones urbanísticas

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los administradores, quienes, ebrios de protagonismo liberal, se enredan con intereses pocos claros. Una urbanización que se dilata en la periferias y zonas rurales, homogeneizando la renta más allá de los límites de la ciudad compac-ta eliminando la discompac-tancia entre campo y ciudad.

Figura 9:

Previsiones urbanísticas

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Figura 10:

A par tir de 2007 y con mayor evidencia en 2008 los valores inmobiliarios (Euro/mq) se enfrían.

Fuente: Bonora, P. (2012) Consumo di suolo e collasso delle politiche territo-riali, Quaderni del territorio, Collana di ricerca

Figura 11:

Caen los valores inmobiliarios (Euro/mq) también en la ciudad. El ejemplo de Bolonia

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Figura 12:

Representación anamór fica de la relación entre los incrementos del número de familias y el número de viviendas

Fuente: Bonora, P. (2012) Consumo di suolo e collasso delle politiche territo-riali, Quaderni del territorio, Collana di ricerca

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empeñan los próximos 25 años del territorio y de sus comunidades. Menos del 15% de estas previsiones derivan de intervenciones de regeneración urbana, mientras que el 85% son proyectos residenciales que envisten áreas agrícolas no urbanizadas. A estas previsiones residenciales hay que añadir aquellas por sector productivo. Considerando solo las áreas productivas principales, es posible estimar que las nuevas previsiones contenidas en los PSC involucran casi 800 hectáreas de suelo agrícola al día de hoy .

Si este es el cuadro que emerge, de un contexto que siempre se ha considera-do virtuoso y que por supuesto no representa lo peor de lo que está ocurrienconsidera-do en Italia, en ausencia de datos puntuales sobre otras situaciones sino solo a la luz de los resultados impresionistas reproducidos en la Fig. 2 que hemos visto en precedencia, podemos presagiar consecuencias de artificialidad del suelo de entidades que no son sostenibles.

Entre el decir y el hacer: la crisis del decisionismo

La crisis del decisionismo político que emerge a nivel local, oscila entre ciencia de los problemas, retorica de las declaraciones programáticas y con-tínua legitimación de los intereses inmobiliarios. En un contexto en el que fal-ta un enfoque hacia la gobernanza del territorio, hacia la dimensión vasfal-ta, compleja, articulada, transversal, concatenada, de sistema interrelacionado e interdependiente. Se desatienden así la portada social de la gestión y del control de las transformaciones territoriales y los derechos de los ciudadanos presentes y futuros para una mejor calidad de vida y de vivienda. A pesar de las viejas directivas de la UE (Unión Europea) y de los acuerdos internacionales, en algunas regiones aún falta la perspectiva de la sostenibilidad, donde esta declaración se queda más que en los hechos, en el artificio retorico.

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gráfica ambiental y económica profundamente modificadas ( la ley urbanística vigente se remonta a 1942, totalmente con otros problemas y perspectivas) ,y que, oriente el gobierno del territorio, la descentralización de las competencias en materia de urbanística y territorio ha producido una extrema deformación de la herramienta de planificación, y de la falta de preparación de los instru-mentos públicos. Éstos, oscilan entre indicaciones de carácter general estruc-tural y estratégico, hasta prescripciones de minucia técnica, tan numerosas y deformes que no siempre dejan claras las mutuas relaciones y jerarquías, las áreas y los procedimientos de aplicación. Por otra parte, cuando se consi-deran dimensiones mega-proyectuales, se traducen en ejercicios estilísticos, con cuidado narrativo, en dispositivos comunicativos y de consenso, bonitos, refinados, cautivadores pero también operaciones de marketing.

Fijando la atención en las leyes regionales (Camera dei Deputati, 2008), se constata una radical diversidad de visiones, filosofías, proyectos, que no ha-llan sus razones sólo en la diversidad de las condiciones geográficas, sino en luz de modelos interpretativos opuestos, por consecuencia en orientaciones contrapuestas. A menudo, resultan diferentes también las atribuciones de las funciones entre los entes territoriales, lo cual no simplifica el funcionamiento de una máquina administrativa ya oxidada

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Norma revisada el año 2009 para atribuir a los Planos Territoriales de Coordinación

Pro-vincial la tarea de definir

los balances de los recursos territoriales y ambientales, los criterios y el umbral de su utilización, estableciendo para todo el territorio provincial, las condicio-nes y los limites al consumo de territorio no urbanizado, en la observación del principio general según el artículo 2, aparato 2, lera f, además de los requisitos de sostenibilidad territorial y ambiental de las previsiones urbanísticas

comu-nales que comportan relevantes efectos que exceden de los confines adminis

-trativos de cada ente» [Legge Regionale 6/2009, art. 26, aparato 2, letra e].

Principios de tutela de los que el legislador regional es perfectamente cons-ciente desde hace una década y corrobora asignando funciones de coordina-ción y orientacoordina-ción a las provincias. Si, por ejemplo, examinando el PTCP ( Plan Territorial de Coordinación Provincial) de la provincia de Bolonia, aprobado en el año 2004, hallamos indicaciones precisas sobre la necesidad de « minimizar el consumo de suelo y los impactos ambientales», o «contener el consumo de territorio, reduciendo al mínimo la ulterior ocupación de suelo no urbano para funciones urbanas» [Norma, art. 10.1, p. 203]. El Relato engloba un análisis lucido de la situación: «El territorio urbanizado sigue creciendo...si se considera que se trata de un crecimiento con población constante, el trend resulta eleva-do...». Y la constatación que «también el territorio planificado … sigue creciendo en forma difusa...». Propone entonces de «concertar una motivada gradualidad de la efectiva entrada en el mercado de la disponibilidad de áreas previstas por los PRG» y una «razonable descentralización por centros que evite los riesgos y los costes ambientales y económicos de la dispersión incontrolada (…). Un modelo de ordenación del territorio que mire a reducir el consumo de suelo» [cap. B1, pp. 147-152].

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que la política relativa a el uso prioritario de áreas en desuso y de recalificación urbana, presente en todos los Planos Provinciales y Comunales y en casi todas las leyes, resulta en los hechos ineficaz» y se sugiere « el perfeccionamiento de instrumentos económicos y fiscales para completar los de las planificación urbanística e territorial» (Delpiano et al. 2011, 37). Un Dossier que hace una comparación entre numerosos PTCP y por el cual emerge un cuadro general de buenas intenciones y un panorama de ideas interesantes (aunque la elección de las áreas examinadas por supuesto ha influido en esta dirección), pero tam-bién la constatación de datos muy decepcionantes.

Entonces, no son las buenas ideas (donde si las hay) que hacen de la planifi-cación algo central si no existe control sobre las operaciones de los entes que están actuando y de los instrumentos, no sólo de dirección, sino acompañados de estímulos de carácter económico y fiscal. Si no se refuerza la acción local, reordenando y reformando la orientación completa, así como la normativa y el instrumental de la política nacional de gobierno del territorio, probablemente el urbanismo estará supeditado al mercado en su totalidad.

Estado de emergencia:

Urge una política de gobierno de territorios

La ausencia de una normativa general no es más que el reflejo de la falta de raíz, de la sensibilidad cultural capaz de coger el estado de emergencia en el que el territorio se encuentra, la percepción de la complejidad de las concate-naciones ecológicas, antopogeográficas, paisajistas de las cuales los sistemas urbanos son el meollo de diversos y variados procesos.

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contrastando así el consumo de nuevas áreas; definir niveles mínimos de den-sidad residencial para limitar la dispersión; evaluar las consecuencias del pro-ceso de urbanización sobre el cambio climático; gestionar el proyecto urbano según las necesidades de los sistemas urbanos integrando niveles y tareas de la administración pública ; y garantizar a los ciudadanos el derecho a participar a las elecciones. Todo esto en el marco de preceptos que Italia no está cum-pliendo ni favoreciendo su gestión en las regiones.

Alemania, por ejemplo, empezó a debatir sobre la intervención respecto al con-sumo de suelo a mitad de los ‘80, fijando una serie de limites jurídicos y regla-mentarios además de una serie de métodos e instrumentos de monitorización y evaluación. Una sensibilidad a las temáticas ambientales y a las causas de los desequilibrios ecológicos, dentro de la concepción de un patrimonio cultu-ral, compartido por las coaliciones políticas y así entonces pudo traducirse en un cuadro normativo, que fue consolidándose durante los años hasta la san-ción, en el año 1998, de una ley para la tutela de los suelos que está fundada sobre el propósito de «desenlazar de manera duradera el desarrollo económico de la ocupación de suelo» (Frisch, 2005). A pesar de que también en Alemania los resultados operativos no sea del todo satisfactorios (Lenski, 2005) y el objetivo de bajar el consumo de suelo a 30 hectáreas por día (respecto a los 129 iniciales) antes de llegar al año 2020, esté lejos de ser alcanzado, se ha iniciado al menos un proceso de responsabilización y contención urbanística.

En Italia, en cambio, perdura una idea retorcida del desarrollo, asociada con la renta y el crecimiento edilicio, insensible al destino de las generaciones futu-ras y al resguardo del patrimonio territorial. Con el rechazo a la planificación, se ha abandonado también la idea de gobernar el desarrollo. Mientras que, toda la discusión pasa a través del modelo de desarrollo económico, a partir de lo local y del rol que los sistemas urbanos ejercen en la organización de factores territoriales, lo que debiera ocurrir es una reflexión sobre las reformas de las políticas urbanas.

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económica. Implica responsabilidad moral y civil, equidad, respecto de las vo-luntades sociales, previsión. En Italia urge un cambio de ruta ético, de justicia territorial contra la disipación de los patrimonios comunes y las disparidades sociales y económicas producidas por el neoliberalismo. Hay que construir con-ciencia de la territorialidad bio y eco sistemática, como patrimonio común que preservar y mantener. La tutela del ambiente y del ecosistema tienen que con-vertirse en presupuestos de base. Tutela que tiene que ser preventiva , de pre-caución, y no de manera posterior a los daños como siempre ocurre en Italia, para evitar que patrimonios ambientales y culturales sean irreversiblemente dañados. Que recupere la sabiduría preindustrial de la manutención y no aban-done los territorios a la falta de gestión y a la ruina en desastres que tienen muy poco de natural. Hay entonces, que reconocer la transversalidad de los sistemas territoriales y promover la coordinación de las normativas sectoriales, para una cultura de gobierno del territorio consciente de la dimensión comple-ja, articulada, concatenada, de sistemas interrelacionados e interinfluyente de escala sobrelocal, saliendo de la lógica urbanística de escala comunal.

CONCLUSIÓN:

La ciudadanía metropolitana como visión estratégica

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Entonces hay que encontrar soluciones urbanísticas al nuevo significado y a las nuevas prácticas de ciudadanía, o sea políticas del territorio coherentes con la ‘ciudadanía metropolitana’. Se ha dejado brotar el área vasta, sin planificar una conforme distribución de las funciones y de los sistemas de transporte, con el resultado de movilidad infinita, altos gastos de gestión de los servicios esenciales, carencias en las prestaciones de proximidad a las familias, efectos de disgregación morfológica, de asentamiento, funcional, social, estética. Es oportuno volver a dar orden a este caos, aplicar lógicas de densificación para crear centros de agregados sociales y funcionales, lugares del vivir y del habitar concentrados en torno a núcleos identitarios dotados de buen reconocimiento, en los cuales sea posible provocar procesos de resocialización y recalificación.

Compactar la pulverización alrededor de núcleos de funciones con capacidad atractiva intermedia, capaces de dividir las gravitaciones unidireccionales so-bre la ciudad-madre y privilegiar a los ciudadanos, sus necesidades y deseos. Integrar zonas urbanas sobrepobladas con aquellas vacías, lo construido con los espacios rurales, restaurar los paisajes. Revaluar la cultura y la memoria del campo, hoy pura escenografía para los tránsitos automovilísticos. Volver a darle dignidad autentica . Abolir la división entre ciudad y no-ciudad, creando parques agrícolas, parques fluviales, recuperar áreas abandonadas a favor de nuevas formas de agricultura especializada de proximidad. Emprender inter-venciones de mitigación estética de las fealdades construidas de malls (mu-chas veces en desuso) y de centros comerciales y sus infraestructuras. Urge reconfigurar la dispersión y parar la ocupación de territorio agrícola reuti-lizando y recalificando los espacios ya usados. Condicionar las propuestas de nuevas ocupaciones de suelo por puntuales y verdaderos análisis de los gastos económicos y sociales. Prever medidas económicas para la recuperación del patrimonio existente y medidas fiscales de Incentivo/desincentivo de cambio y compensación intercultural de derechos de ocupación de suelo.

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nuestros tiempos (ambientales, energéticos, climáticos, geológicos, hidráulicos y hídricos, de manutención, alimentarias, humanitarias, etc.) la complejidad territorial tiene que convertirse en visión estratégica y la ciudadanía metropoli-tana la esfera de las practicas de gobierno.

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