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3.1. Configuración de los límites territoriales del MT al que acceden los trabajadores agrarios

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3.

SEGMENTACION ACTUAL

DEL MERCADO DE TRABAJO

AL QUE ACCEDEN LOS TRABAJADORES

AGRARIOS: TIPOLOGIA EN RAZON

DE LA MOVILIDAD ESPACIAL

Y LA ESTRUCTURA SOCIOECONOMICA

DEL TERRITORIO

3.1. Configuración de los límites territoriales del MT

al que acceden los trabajadores agrarios

Para llevar a cabo el estudio empírico de la dimensión territorial de la segmentación intraregional, nos hemos basa-do en el análisis de casos realizabasa-do (1).

El balance actual entre el factor demográfico (movimi-miento natural y espacial de la población) y la virtual deman-da de FI' en los municipios de la muestra se expone en el

(1) Para facilitar al lector la comparación de las estructuras socioe-conómicas de los distintos casos estudiados, hemos decidido ubicar todos los cuadros sobre los mismos al final de este capítulo.

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cuadro 3.1, aunque con muchas limitaciones metodológicas. Partiendo del supuesto de que la demanda de trabajo even-tual permanece constante desde 1982, fecha del censo agra-rio, y que las fronteras municipales se mantienen, hemos relacionado la FT disponible con la demanda de FT even-tual, lo que nos permite hacer un primer acercamiento teóri-co al grado de equilibrio entre el volumen de trabajo deman-dado y el utilizado en cada municipio.

Con la excepción de Sanlúcar y Lebrija, que presentan los mayores desequilibrios, porque existe una tradición de traba-jar en las fincas de los municipios vecinos, es Lora del Río el municipio peor situado, seguido del Coronil y Cazalla. El caso de Carmona, teóricamente el municipio más empleador des-pués de Almonte, guarda relación con la amplitud del térmi-no municipal, lo que lleva a que el trabajo disponible se com-parta con los municipios vecinos, los cuales compiten con los obreros que residen en el núcleo urbano de Carmona, lo que sumado al sistema productivo de secano dominante y la esta-cionalidad de la demanda, da lugar a una escasez de trabajo disponible, a pesar de su fuerte demanda teórica.

Así pues, la cuestión de la configuración de los límites territoriales del MT al que acceden los trabajadores agríco-las, no es nada simple, ya que hay un importante conjunto de factores que inciden en los mismos.

Uno de los más significativos, al respecto, es la estructura de las explotaciones agrícolas próximas a los núcleos de resi-dencia de los trabajadores. En la sección anterior ya hemos expuesto la relación de complementariedad existente entre minifundio y latifundio. Pero no siempre la dirección de los flujos van de las zonas de minifundio a las de latifizndio. Esto ocurre fundamentalmente en aquellos cultivos que al no haberse mecanizado siguen requiriendo FT cualificada, ade-más de una considerable demanda estacional. Así es el caso, por ejemplo, del viñedo o el olivar. Sin embargo en las zonas de campiñas fuertemente mecanizadas ya no es necesario el trabajo de los minifundistas, por lo que al no poder competir

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con las economías de escala acaban desapareciendo. La esca-sez de demanda de trabajo de las campiñas de secano de cereal y girasol, bien al contrario, empieza a generar flujos migratorios hacia las zonas de pequeña y mediana propiedad de agricultura intensiva de la costa, contraviniendo de este modo la tendencia histórica.

La forma de contratación habitual del trabajo es otro de los factores importantes que inciden en la definición de los límites de los MT.

La fórmula tradicional de contratación en la agricultura latifundista andaluza se caracteriza por ser directa y persona-lizada. El sistema se basa en una fórmula de jerarquización de funciones, mediante la que se establecen grados de res-ponsabilidad, en razón de la vinculación personal y del tipo de trabajo que haya que realizar. En la cúpula está el propie-tario o su delegado, encargado de la explotación, que es el responsable máximo. Dependiendo del grado de compleji-dad de la misma, puede existir o no asignación de tareas de responsabilidad sobre algunos de los obreros fijos, que, en determinados momentos, deben reclutar trabajadores even-tuales. En último lugar estan los «manijeros» y/o las personas que por su cualificación o relación con el encargado o el pro-pietario se ocupan de llevar y organizar una cuadrilla, que puede constar de 5 a 20 trabajadores, como término medio. Este manijero puede ejercer siempre como tal en una explo-tación dada, pero también puede ser manijero para una faena específica y no serlo para otra. En definitiva, él recluta la cuadrilla y es responsable de ella, siendo el primero en empezar a trabajar en la explotación y el último en marcharse.

La contratación de la FI' para faenas que requieren de pocos trabajadores, se realiza mediante aviso a través del encargado, de un obrero fijo o de un eventual-fijo a los obre-ros que viven en el/los municipio/s vecino/s a la explota-ción, en el que normalmente vive el encargado y los obreros fijos, los cuales «avisan» a los más próximos, ya sea por lazos de parentesco o amistad. Normalmente los lugares de

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encuentro son los bares y plazas de los pueblos, pero tam-bién pueden «avisarle» a su casa para trabajar.

Para las tareas que demandan una mayor concentración de trabajo en poco tiempo, la contratación se hace de modo menos restringido, los obreros van a ofrecer su trabajo a los manijeros, aunque la norma es que éstos lleven antes a sus familiares y amigos y luego a los «compromisos».

Esta tradicional forma de contratar a la FI' convierte al municipio de residencia de los empleadores en un lugar pri-vilegiado para conseguir trabajo, pues será lo que permitirá tener más proximidad y relación con los mismos. De ahí que, en la medida en que exista una potencialidad de trabajo mayor en un municipio, serán los trabajadores residentes en el mismo los más beneficiados y, normalmente, no saldrán a trabajar fuera, aunque tengan la posibilidad de ganar más, a no ser que el salir suponga poder llevar a trabajar a la familia y una necesidad específica o lo exiguo de las rentas obtenidas en el propio municipio así lo requiera.

No obstante, en aquellos pueblos en los que escasea la demanda, el recurso que queda es buscar en los otros munici-pios el trabajo que falta en el propio. El que existan ya flujos establecidos por otros trabajadores es importante, ya que será la información que aquéllos faciliten lo que hará que los tem-poreros se decidan a ir en una u otra dirección. Lo habitual es que, habiendo obtenido información de que en una zona hay trabajo como para ganar el jornal y cubrir gastos de aloja-miento, se desplacen varios en el coche de uno de ellos, con-certando con los empresarios el trabajo; esto ocurre, por ejemplo, para la aceituna e incluso la fresa. También era el modo mediante el cual los hombres salían a buscar trabajo y quedándose donde lo encontraran mientras duraba la campa-ña. Este sistema era utilizado para la recolección de remola-cha en la meseta e incluso para la del espárrago en Navarra.

A veces, la información llegaba a través de otros trabaja-dores que conocían a los propietarios de las zonas de desti-no. En este sentido tiene también un papel relevante la

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pre-sencia de intermediarios o enlaces, que viven en los mismos pueblos que los obreros y los conectan con los propietarios. Estos enlaces suelen ser personas que gozan de credibilidad en la comunidad local y que, en cierta forma, son los garan-tes morales de que, una vez que hayan hecho «los gastos» que supone el desplazamiento, encontrarán trabajo. Este tipo de enlaces es frecuente en el caso de la emigración tem-porera fuera del país, por ejemplo para la vendimia o la reco-lección de hortalizas en el sur de Francia. Otras veces, los enlaces viven en las zonas de destino, coincidiendo con ser parientes o compañeros que emigraron y se instalaron en las zonas de acogida. Este tipo de enlaces es frecuente en el caso del trabajo en la construcción o los servicios en grandes ciu-dades o en zonas costeras.

La presencia de emigrantes en zonas que demandan tra-bajo puede originar, en algunos casos, conflictos entre los propios obreros, debido a la competencia que se plantea por conseguirlo, ya que éstos pueden brindarse a trabajar a un precio más barato que los que viven en la localidad, creando pugnas y división. Este caso se ha dado, por ejemplo, en la recolección de aceitunas, el espárrago o la uva, llegando los empresarios a utlizar precisamente a los trabajadores de pue-blos más necesitados de trabajo para hundir las mayores rei-vindicaciones de los del propio lugar.

Esta forma habitual de contratación, da lugar a una confi-guración local de los límites del MT, siendo precisamente el establecimiento de los límites territoriales del MTA, uno de los caballos de batalla de las reivindicaciones obreras desde tiempos seculares (2). No obstante, hay que señalar, que este

(2) La ley de términos municipales de la segunda república, para

evitar la presencia de los forasteros utilizada por los propietarios para reg^lar y configurar las condiciones de trabajo, no fue una solución satisfactoria. Aunque con ella se pretendía acabar con el caciquismo político de quienes cambiaban trabajo por votos, según Largo Caballe-ro, sin embargo enfrentó a los trabajadores y fue utilizada como instru-mento demagógico por los partidos agraristas y conservadores. En Ber-nal, A. M.: «Economía ... », op. cit.

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mal llamado «localismo» no siempre coincide con los límites del término municipal en el que se reside, sino que, a veces, se trata de explotaciones situadas en los términos vecinos, pero en los que existe tradición de abastecerse de obreros que residen en los mismos: el caso del Marco de Jerez es sig-nificativo a este respecto. La costrumbre de trabajar en una zona adquiere una enorme importancia. Se valida, por lo tanto, el peso de los factores sociales en la contratación, seña-lados ya por Piore (3), aunque, no obstante, no sólo es la «tradición» de reclutar a los obreros de determinados muni-cipios lo que impera a la hora de contratar la FT agrícola.

A medida que la gestión de las explotaciones se hace de forma más «tecnocratizada», se despersonaliza y la costum-bre va dando paso a la eficacia, que es medida por la ausen-cia de conflicto y el menor coste de la FT, aunque para ello tengan que saltarse la «norma» y acudir a otros municipios para conseguir trabajadores. Este caso se ha dado en algunas campañas de recolección de grandes explotaciones del Valle del Guadalquivir, explotaciones olivareras de la Campiña de Córdoba, ... etc. A menudo ha sido utilizada esta fórmula para afrontar las reivindicaciones obreras en los momentos más conflictivos.

La movilidad espacial de los trabajadores no obedece sim-plemente a las leyes del mercado, los efectos pull-push res-pecto a la FI' se ven modificados por variables sociales rela-cionadas con los canales de información, los medios de

loco-(3) Piore, M.: «Fragments of Sociological Theory of Wages», Ameri-can Economic Association, mayo, 1973. Este autor hace alusión a las variables sociales que intervienen en el proceso de socialización en el empleo y la importancia de la costumbre en la determinación del sala-rio. En este sentido la costumbre de abastecerse de trabajadores de determinadas zonas y no de otras, tiene implicaciones a la hora de esta-blecer el salario real, pues el trabajo obtenido de la FT habitual ofrece la garantía de una mejor cualificación, lo que para para el empresario en las faenas especializadas es muy importante, ya que redunda en la rentabilidad del factor trabajo.

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moción, la competencia existente en los mercados exterio-res, la relación coste/beneficio que la salida supone para la familia (no sólo en téminos económicos), la seguridad de que se va a encontrar alojamiento y trabajo, la coyuntura familiar ... etc.

De ahí que el planreamiento político que esgrime la movilidad de la FT como medio de disminuir las tasas de paro fracase, al no contemplar todos los efectos sociales que impulsan o retraen la movilidad de la mano de obra. Un ejemplo tópico de este simplista planteamiento, es el que se está haciendo con motivo de la demanda de trabajo genera-da por las grandes obras de 1992 0 la agricultura intensiva catalana. Viene siendo bastante frecuente que desde organi-zaciones patronales catalanas e incluso desde la administra-ción se haga la acusaadministra-ción de que los trabajadores andaluces no quieren trabajar, prefieren estar parados cobrando «el subsidio», mientras que en Cataluña necesitan una gran can-tidad de FT. Aunque el subsidio agrario, que como veremos supone un importante porcentaje de la renta de las familias trabajadoras, haya afectado algo a la emigración, no estaría de más, sin embargo, hablar también de otras cuestiones como de la contratación ilegal de inmigrantes que trabajan por debajo del precio de convenio, de la falta de vivienda, de la pérdida de colegio para los hijos, de la desvinculación que supone de los lugares habituales de trabajo, lo que, como veremos más adelante, puede suponer, a la vuelta, haber per-dido «el sitio», ocupándolo otro trabajador, con lo que las condiciones de trabajo se endurecen mucho más que si no se hubiera partido, con el consiguiente peligro de no poder cobrar el subsidio, además de los costes de transporte, servi-cios o manutención que les supone la gran ciudad.

Partiendo de estas consideraciones, para dar una idea de como se distribuye territorialmente el trabajo en los casos estudiados, se ha realizado el cuadro 3.2.

Puede observarse en el mismo como el 94% de los indivi-duos trabajan en el propio municipio y en él realizan el 75%

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del volumen de trabajo total. Pero no en todas las zonas estu-diadas las proporciones son las mismas. En Almonte todo el trabajo se realiza en el mismo municipio, en Cazalla el 94% del trabajo y sólo un 8% de trabajadores salen al municipio vecino. En Baena, en cambio, se realiza el 88% del trabajo y el resto se hace en zonas alejadas, por un 29% de trabajado-res. Los municipios que menos trabajo demandan son Sanlú-car, en el que sólo la mitad de los entrevistados han trabajado en el MT local, en cambio el 82% han trabajado en los muni-cipios vecinos, fundamentalmente en Jerez y Chipiona, reali-zando fuera el 66% de los días trabajados (éste es un caso en el que los límites municipales no coinciden claramente con los límites reales del MTA). Carmona con un 64% del trabajo realizado en el propio municipio por el 55% de los trabaja-dores, es el municipio que tiene el porcentaje mayor de tra-bajadores que emigran a municipios alejados, Lora del Río y el Coronil le siguen en importancia.

Si se compara el cuadro que relaciona la oferta y la demanda teórica (cuadro 3.1) con el que alude a la movili-dad territorial (cuadro 3.2), se observa como no siempre existe correlación entre FT disponible y FT utilizada, el caso de Carmona es significativo a este respecto. Siendo el segun-do municipio con posibilidad de dar trabajo a sus residentes por su tamaño, resulta que es también el segundo en el volu-men de trabajo que se realiza en la emigración temporal. Así se constata, como en la configuración del mercado de trabajo tiene una gran importancia el equilibrio de fuerzas existente entre empresarios/obreros y superficie del término/sistema productivo dominante. Por consiguiente, dentro de la gene-ralizada estructura desequilibrada existente, puede hablarse de mayor o menor equilibrio, e incluso, de mercados más o menos «internos», en razón de una serie de parámetros que serán descritos sucesivamente y que han llevado a establecer varios tipos de mercados de trabajo agrarios.

Estos MT pueden agruparse en varios tipos: MT locales cerrados, MT comarcales y MT locales abiertos, según la

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movilidad espacial de la fuerza de trabajo. Estas tipologías pueden verse modificadas parcialmente, si se cruzan con fac-tores que polarizan las condiciones de relación entre oferta y demanda de FT, ya sea en favor de los empresarios locales o ya de los trabajadores. El MT adquiere, según decíamos, un cierto carácterinterno.

EI grado de organización de las fuerzas productivas exis-tentes en el municipio, será básicamente lo que hará que las relaciones de producción sean más o menos favorables para los trabajadores. Esto repercute también en el grado de divi-sión entre los mismos. Según se expondrá a continuación, el mercado local dominado por las organizaciones obreras está menos segmentado que el dominado por los intereses empresariales. Como ejemplo hemos analizado dos ciudades de la campiña, cuyos MT si no estuviesen intervenidos serían más abiertos, debido a la estructura de la producción que genera una demanda de FI' insuficiente y estacional. Estos casos han sido denominados como MT semiabiertos.

La existencia de una estructura de propiedad de la explo-tación agraria muy concentrada, como ocurre en el caso de Cazalla, Carmona o Lora, dificulta el protagonismo económi-co de los habitantes de los municipios, no sólo porque ello no favorece la distribución de la riqueza, ni la acumulación de capital en la localidad, pues suele ocurrir además que los propietarios no residen en los municipios, sino porque favo-rece una cultura de dominación que resta capacidad de ini-ciativa a los habitantes de los mismos.

En cambio, en los municipios con una distribución de la propiedad menos polarizada, el reparto de la riqueza y el contacto con los empresarios es mayor, lo que favorece, den-tro de las limitaciones que ya señalamos en capítulos anterio-res, la cultura empresarial local, que siempre es mejor que la dominación y la precariedad que refuerza el expolio de recursos, especialmente de los humanos a través de la emi-gración. Así, aunque la polarización en las relaciones de pro-ducción no sea lo más recomendable, al fin y al cabo, tanto

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en Baena como el Coronil, los trabajadores se ven obligados a emigrar menos que en las zonas teóricamente más ricas y con una esturctura de propiedad más concentrada.

En los párrafos sucesivos iremos exponiendo las caracte-rísticas específicas de cada uno de estos MT, vinculadas al marco de la cultura y la historia local que han dotado de una dimensión territorial segmentada a estos MT, ya sean locales o comarcales.

3.2. Mercados de trabajo locales cerrados

Aunque siempre hay algunos trabajadores que se trasla-dan a otros lugares para trabajar, sobre todo a otras zonas rtzrales, hay municipios en los que esta práctica es poco habi-tual. De entre los casos de la muestra analizada, sólo en dos los obreros apenas emigran. Las características estructurales que explicañ estos comportamientos son, sin embargo, bas-tante diferentes para cada uno de ellos.

En el municipio de Almonte, se debe a la potencialidad económica que existe en la zona. En Cazalla, en cambio, al aislamiento y al precario equilibrio entre demanda de trabajo no cualificado y oferta de FT. En ambos casos la organización de las fuerzas productivas es muy débil, quizás debido a la posición periférica que ambas zonas ocupaban respecto a las campiñas cerealistas en la agricultura tradicional. En el período de la democracia, en ambas zonas se dieron episo-dios de lucha sindical, liderados por el SOC, que al no impregnar las mentalidades de los obreros, quizás por la falta de tradición en la organización, fracasaron. Sin embargo, mientras la producción de la agricultura intensiva ha propi-ciado la llegada de inmigrantes y una presencia inicial de algunas organizaciones obreras en Almonte, la marginación como centro económico de Cazalla ha favorecido un retroce-so hacia relaciones de producción que rondan el caciquismo

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