Colección: TEMAS DE ACTUALIDAD @ Editorial Nuestru Tiempo, S. A. Avenida Copilco 300
Locales 6 y 7 México 20. D.F.
ISBN 968-427-034-8
Primera edición La Educación en Reuolución, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1974 Segunda edición en espafiol, 1975
Tercera edición, 1977 Cuarta edición. 1979 Quinta edición, 1980 S x t a edición, 1981
Impreso y hecho en México Rinfed and made in Mexuo
Presentación . . . .
m*.
. ' ..
Prólogo.
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w v . . . .La peor de todas las herencias . . . . . Una revolución que comienza . . . . .
Sólo un pueblo en revolución . . . . .
La tarea de cada ciudadano . . . . .
La oportunidad para todos . . . .
1.0 primero. el maestro . . . .
Estudio y trabajo . . . .
!Una educación integral . . . . La escuela del futuro . . . . Para llegar al comunismo . . . . Universalización de la educación
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Primer congreso nacional de educación y cul-tura
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Contemplamos el powenir con optimismo .
La Revolución Cubana ha sido, sin dudu, el procesu dc transfornmión más importante registrado en Ja historia del continente americano. En unos cuantos años Cuba se
hn
transformado profundamenle, y lo que hasta hace poco tienz- po fue u n país atrasado y sometiab al capital imperidistci extranjero, un centro de atracción para turistas ricos y urin economíu inestable, con fuertes índices de desempleo y mul vulnerable ante lo que ocurria en el exterior, es hoy unn nación sin ataduras, sin desocupados, sin mendigos, sinami-
fabetos, sin garitos, sin hambre ni explotación; u n territorio redmente libre, una nzaevn sociedad que se abre paso hack el socialismo.
En apenas tres Lrustros todo ha canzbiado radicalnlentcl en la Isla: la estructura económica y social, la composición
tEe clase (le1 Estado, el ritmo y la proyección del desarrollo,
los me'todos de producción y de trabajo. el sistema educa tivo, el ambiente cultural, los mrcanismos del p d e r y la, condiciones en que se desenvi~elve la vida política.
La
edu cación, en particular, cuya reestructuración habría sido im posible sin la revolución, ha jugado un papel de primer orden en la marcha de ésta, tanto al liquidar el analfabetis- m o como al preparar, mediante h combinación del estudz~~ y el trabajo, ala
nueva fuerza laborol, e incluso al ayudtzra crear el nuevo tipo de hombre que está surgiendo de, y a la vez, está impulsando (1 la Revolución Cubana.
En el presente volumen. que Nuestro Tiempo publico con especial satisfacción, el inicindor y principa,! diriger~c de ln Revolución, el comandnnte ?r Prinler hlinistro, Fide!
Castro, rios rritregu zlnu serlcilla, lúcida, apasionante cersión de In forma increíble en que, a ptrso y rnedlda que avanza el proceso ret.oll~cionario, se transforina
la educación a
te- dos los niveles, se rompe el ciejo sistema a,! que sólo tenian acceso peqwños grupos de jóvenes pricilegiados y se sien- tan las bases de una educación integral y verdaderamente científica, sin la cual es imposible la pkna liberación.Nuestro Tielnpo agradece al Instituto Cubano del Libro, y especialmente a su presidente, el compañero Rolando Ro- driguez, Ja azstorización para publicar este libro, de gran interés para e~tudiant~es y profesores, y también para obre- ros y otros trabajadores, que seguramente contribuirá a dar a conocer en México y en otros países latinoamericanos, n lanueva Cuba que la Revolución Socialista
ha
hecho posible.10 J U A N MARINELLO
discrepancias. Al paso del tiempo, avanzada la centuria, aparecen maestros de singular altura y creadores de firme calidad, pero su obra no pudo llegar al pueblo ni infun- dirle su ímpetu transformador.
Durante la república mutilada -desde comienzos del siglo hasta 1959-, pesó sobre nuestro proceso educativo y cultural la acción omnipresente del imperialismo de los Estados Unidos; con instrumentos distintos pero con in- tención similar, los funcionarios norteamericanos moldea- ron al interés de sus jefes la tarea de la cultura y la educación cubanas. Después, los gobiernos sumisos no mudaron los cauces impuestos. No se detuvieron sino se acrecentaron la inquietud y el anhelo de una enseñanza realmente popular, dispensada por normas científicas 1710-
dernas y dirigida a la liberación de los valores nacionales. La obra intelectual, que había ofrecido en el siglo ante- rior expresiones de muclia invención y vuelo, sería some- tida a influencias deformadoras del más vario carácter. En cierto modo, podrían relacionarse los intentos de ac- tualización y modernidad sostenidos por Enrique José T'a- rona cog los de Varela, un siglo atrás; pero, más que antes, el dictado extranjero, ahora proveniente de Was- hington, señoreó el campo, muy marcado por retrasos se- culares. Si las estructuras edificadas por el nuevo donii- nador impidieron el nacimiento d e una escuela eficaz y al servicio del pueblo, nuestras iiiejores tradiciones crea- doras fueron desconocidas o desnaturalizadas. Como en todos los campos, la conciencia popular pedía, con deci- sión irrefrenable, un cambio de raíz, sin cuya llegada nada se cambiaría cabalmente. Si el mando desde afuera había sido la causa de una educación y una cultura impedidas de constituirse en actividades asequibles a todos y, por ello, fuerzas capaces de una transformación irreversible, se imponía como tarea previa y primordial vencer en todos los terrenos el mando extraño.
Sólo a partir de 1959, al triunfo de la revolución encabezada por Fidel Castro, se hizo posible destruir los
moldes coloniales y abrir las kías de u n cambio que tra- jese la universalización verdadera del conocimiento sin una excepción ni una pausa.
Lo
primero fue asegurar a toda la población de la isla la posibilidad de recibir el aporte de la escuela y del maestro. Ello suponía erradicar el analfabetismo en el más breve tiempo, rompiendo de una vez y para siempre el espeso muro que no pudieron ni quisieron destruir los gobiernos anteriores. Las siembras magnas reclaman terre- nos sin fronteras. Todos los cubanos y cada cubano de- bían ser sujetos de la educación.La campaña de alfabetización de 1961 fue. apenas hace falta destacarlo, un hecho singular y solitario, in- comprendido por muchos especialistas tradicionales de la enseñanza. Eri sólo un año quedó vencida la secular do- lencia. Como han proclamado enjuiciadores de muy varia filiación, la gran hazaña se hizo factible por su condición de empeño popular y empresa revolucionaria, en que todos pusieron su entusiasmo, su desvelo, su sacrificio y, en algunos casos, la vida misma. Los tiempos por venir dirán, más que el presente, el significado de nuestra cam- paña alfabetizadora. Se verá entonces que fue mucho más que una feliz tarea escolar; se le verá en toda su magni- tud, como un trascendente hecho .de cultura, impulsor de transformaciones imprevisibles en su magnitud. Sólo eii una comunidad socialista, de la que hayan desaparecido las diferencias económica5 mantenidas por clases antagó- nicas, puede realizarie una empresa que rompa decisiva- mente y sin posible retorno la barrera primaria levantada contra la cultura y la educación.
Logrado el potencial irrebasable -la alfabetización plena-, cabía a la revolución la grave responsabilidad de encontrar los caminos más firmes y seguros para dar máxima fecundidad a la universal posibilidad que se abría. Alfabetizado el país, se puso a la orden del día la nece- \idad de una organización de la enseñaníía que asegurase a todoi los cubanos, desde el párvulo hasta rl anciano. la superación ilimitada del conocimiento para integrar foi-
12
J U A N RIARINELLOtalecer y enriquecer una sociedad distinta, creadora del hombre nuevo. La dirección revolucionaria enfrentó la imponente coyuntura con apasionada serenidad, logrando, en lo esencial, triunfos que pueden tenerse wmo históri- cos. La realización del magno empeño no encontraba antecedente en el ámbito americano. El coraje en la acción y la fidelidad a los principios del marxismo-leni- nismo franquearon .la victoria.
Una de las indicaciones generales de nuestro Ministe- rio de Educacióri para el desarrollo de su trabajo durante el año escolar actual, resume certeramente la orientación de la obra educacional de la revolución cubana: "Esta- blecer como base y principal línea de trabajo las directivas formuladas por el Primer Secretario del Partido Comunis- ta de Cuba y Primer Ministro del Gobierno Revolucio- nario comandante Fidel Castro Ruz, que plantean elevar la calidad de los servicios educacionales en todos los as- pectos. En consecuencia, debe fortalecerse el trabajo peda- gógico, fundamentado en el marxismo-leninismo; mejorar la organización escolar; revisar y ajustar los planes y programas de estudio, completar y perfeccionar los libros de texto, guías y base material de estudio en general; ele- var la preparación del personal docente y de dirección y continuar trabajando en la unidad del sistema así como en el aseguramiento de los recursos materiales necesarios."
Estas indicaciones generales han venido normando la tarea educacional en todos los campos y los resultados son evidentes y positivos. El crecimiento impetuoso de la es-
cuela y la multiplicación de sus servicios obedecen a la voluntad de la dirigencia revolucionaria y, en gran medi- da, al estricto sistema de planeamiento y control puesto en práctica por nuestro Ministerio de Educación; pero si toda esta tarea varia y compleja no estuviese alentada por principios rigurosds y creadores, no podríamos pre- senciar avances de tanto relieve.
La clave de los progresos logrados en apenas tres lus- tros está sin duda en la adopción de un método de la más rica fecundidad. Aludimos a la permanente confluen- cia entre las fuentes técnicas dirigentes con el diario testimonio de los que dispensan la educación y de las
masas que la reciben. Culminación de tal método, hasta
el momento en que se produce, fue el Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura efectuado en La Habana entre el 23 y el 30 de abril de 1971. Allí se volcaron con tanta libertad como extensión incontables experiencias en los dominios de la cultura y la educación, midiéndose con claridad y precisión exactas el grado de eficacia logrado en cada uno de los aspectos de la obra en marcha. La fundación del Sindicato de Trabajadores de la Educación, la Cultura y la Ciencia ha significado una fecunda comu- nicación entre los que actúan en la gran tarea y los encar- gados de la dirección laboral.
A través del intercambio sin tregua se ha logrado que, cada día más, el trabajador de la educación y el que recibe su esfuerzo se estimen partícipes y responsables de un gran ímpetu transformador. Tiene mucho interés mos- trar a ojos cercanos y lejanos la medida en que la acción del Gobierno Revolucionario ha ido superando, con re- cursos por fuerza limitados, el déficit educacional que le entregó la república mediatizada. No se produce en escala continental avance similar, por las razones que han sido apunta&. Los datos ofrecidos por nuestro Primer Mi- nistro en la parte final de este libro reflejan de modo exacto los grandes avances logrados.
La obra de la revolución ha sido intensa y creciente en los dominios de la educación técnica y profesional. Si en la república mediatizada estaba el interés en mante- ner al más bajo nivel la masa trabajadora, en nuestra sociedad socialista el desvelo por el avance de la capaci- tación del obrero y del técnico ha de ser empeño primor- dial. Si los centros destinados a la educación industrial, agropecuaria y de educación y administración fueron ayer
escasos y de nula utilidad, la revolución ha tenido en cuenta la multiplicación indispensable y la ascendente
eficacia. j
La falta de tradición en la tarea de formar obreros calificados y técnicos medios echó una pesada carga sobre la responsabilidad revolucionaria. Todo debía crearse :
personal docente, construcciones apropiadas, material bas- tante y planes y programas adecuados en cada especiali- dad. Sin olvidar uno solo de estos aspectos se han creado 97 centros de educación técnica y profesional que fun- cionan con positivos resultados.
Clasificados en centros de educación industrial, de educación agropecuaria y de economía
y
administración, significan en conjunto una fase nueva en actividad unida por la entraña al desairo110 económico del país. Se hace fácil entender que, en virtud de las transformaciones im- pulsadas por la revolución en lo industrial y agrario, la fluidez y variedad de esta enseñanza así como sus multi- plicaciones previsibles serán considerables, de acuerdo con su misma existencia. Si en toda la educación cubana - e n acuerdo con las concepciones marxistas y las previsiones martianas- es norma fundamental la unión del trabajo de la mente con el manual, en la enseñanza técnica y profesional existen razones para hacer más estrecho y con- tinuado el vínculo esencial. 1,a f6bnca. la plantación y la administración de las empresas conitituyeri una porción de la vida nacional en la que están insertos, con todo lo que ello supone, los trabajadores calificados y los técnicos medios que en esta enseñanza se forman. Para ofrecer una idea de los avances en la educación técnica y profe- sional fomentados por la revolución, bastaría con registrar que, sumando los centros de educación industrial, agrope- cuarios y de economía y administración con los politécni- cos, la matrícula total acusa u n salto poderoso. De 30 529 alumnos en el curso 1971-1972 se ha pasado, en el curso actual, a 57 949, lo que supone un crecimiento del 89,8 por ciento, logrado en plazo brevísimo. Por la naturaleza de estas enseñanzas y su ligamen al desarrollo industrial yagrario de la nación, puede vaticinarse un creciinieiito 111'is impetuoso y continuado en fecha inmediata.
Si la educación de la Cuba revolucionaria ofrece ele- mentos para extensas y apasionantes reflexiones, parece obligado que este comentario preliminar se refiera a las dos cuestiones primordiales que se desarrollan a lo largo del libro: las ideas centrales expuestas por nuestro primer ministro sobre la universidad y lo universitario y los con- ceptos en que asienta el significado y los alcances de la Escuela Secundaria Básica en el Campo. Aludamos de inmediato al primero de ainbos importantes asuntos.
D e acuerdo con la orientación desarrollada por el comandante Fidel Castro, la actividad universitaria debe responder adecuadamente a las exigencias de nuestra re- volución socialista. Tal cosa supone un cambio de menta- lidad en el entendimiento de la función de la enseñanza superior.
L a universidad cubana, no obstante haber sido por decenios centro de limpias y valerosas rebeldías juveniles, no logró romper, al iniciarse el proceso revolucionario en
1959,
sus tercos moldes tradicionales. Su transformación debía corresponder al cambio profundo que se iniciaba; pero tal transformación ha sufrido en la breve etapa va- riantes de mucho calado.I,o primero, triunfante la revolución, fue llevar el pueblo a la cniversidad: lo segundo, llevar la universidad al pueblo. Para lograr el primer o b j e t i ~ o fue ~iecehario destruir las barreras que no pudieron quebrantarse en la república mutilada. En ella, la universidad se nutría de jóvenes salidos de los medios ricos o acomodados -bur- guesía y pequeña burguesía-, no ingresando en ella l o ~ representantes de los sectores más pobres, hijos de traba- jadores, campesinos y empleados. En la nueva situación. debía ser la capacidad y no ia posibilidad económica la que franquease las puertas de la enseñanza superior. A través de un amplio sistema de becas de to- dos los gastos prebisibles en un joven estudiante-, la
uni\.ersidad se abrió, sin excepciones, a todas las disposi- ciones y voluntades.
Pero el gran paso dado no hacía de lo universitario un servicio docente realmente universal, a la mano de quien quisiera recibirlo. El hijo del trabajador y del cam- pesino -y el campesino y el trabajador mismos-, no
podían acudir a los grandes centros de población, domi-
cilio histórico de la universidad, con lo que quedaba vedado para ellos beneficiarse de las enseñanzas de mayor jerarquía.
Aparecía claro que la universidad debía .ir hacia el pueblo, franqueando por vías asequibles, hacederas, su aporte científico o tecnológico. La Ciudad Universitaria, noble objetivo de una época, debía dar paso a una uni- versidad de la nación, en una nueva y ambiciosa medida.
Todo el territorio del país habría de convertirse en cam-
pus
universitario, en espacio cruzado por una red cre- ciente de cátedras y laboratorios, donde cada trabajador pudiera convertirse en un estudiante y cada estudiante en un trabajador.De acuerdo con la novísima concepción de lo univer- sitario, el campesino y el obrero podrían llegar, querién- dolo: a la posesión de un saber antes vedado, y el estu- diante enriquecería su adiestramiento profesional con una suma de experiencias inmediatas antes desconocidas. Este mutuo enriquecimiento de incalculables perspectivas, se realiza a través de numerosas filiales que alcanzan ya te- rritorios muy alejados de los centros de población. La ubicación de esas filiales en la cercanía de centros de tra- bajo afines al conocimiento apetecido, hace más útil y fluida una superación de incontables ramificaciones.
Esta multiplicación de la acción universitaria comien- za por ser el mejor remedio contra la vieja dolencia, tan enraizada en las tierras de tradición colonial, del divorcio violento entre el libro y l a vida, entre el trabajo de la mente y el de las nianos. Por estos nuevos caminos, el sa- ber de mayor jerarquía se convierte en instrumento omni- presente, en aporte invalorable para unir el saber al ac-
tuar; el conocimiento a la vida. Por las nuetas concepcio- nes pierde el saber su antiguo perfil de ingrediente mis- terioso, para mudarse en un elemento de superación humana, decisivo en la unidad primordial que debe orde- nar una sociedad sin clases.
La función universitaria encuadrada dentro de los li- neamientos que se perfilan en la Cuba de hoy se orien- tará, inexcusable y felizmente, hacia la investigación. Si el saber de mayor complejidad llega al taller, a la fábrica y a la plantación, debe inquietarse por propiciar una colaboración real e inmediata, afincada en el mejor cono- cimiento de los hechos. Por otra parte, las experiencias del trabajo productivo se vuelcan; como datos dinámicos en la indagación científica y técnica.
Para entender mejor el fundamento de estas inusitadas iniciativas interesa pensar en lo que suponen en dominios tan vitales como la actividad agropecuaria. Como fruto de la coordinación entre el trabajo del campo y las téc- nicas para mejorarlo, el estudiante de este sector encon- trará la aplicación inmediata de su bagaje científico, y el trabajador de la tierra y el rebaño hallará un estímulo poderoso para cumplir mejor su tarea. Es obligado salir al paso de una objeción frecuente sobre los fundamento\ y las proyecciones de lo universitario en la Cuba de hoy. No son pocos los que, queriendo igriorar la razón de los cambios, sostienen que en una proliferación de tantas de- rivaciones y urgencias, padecería la alta cultura. Bastaría, para disolver tal reparo, con acudir a las precisiones del inspirador de la revolución educacional, comandante Fidel Castro.
Una extensión del quehacer universitario no hiere sino que robustece el saber más exigente y actual; lo que ocu- rre es que tal saber -que debe mantenerse con desvelada vigilancia-, seiá la base de un servicio de la mayor tras- cendencia. Como ha dicho nuestro primer ministro, las instalaciones que guarecen la enseñanza superior deben mantenerse, adecuándolas a los nuevos objetivos.
18 J U A N MAWNELLO
acoger los estudios de postgraduados y de especialistas del inayor nilel. Ello sería la garantía y la reserva dc una información y de una investigación capaz de dar fuerza y eficacia cumplidas a la red tendida sobre toda
1
la nación.Sólo una firme y clara conciencia revolucionaria pue-
il
de concebir y realizar tan magnos propósitos frente a dificultades de todo orden. Con déficit imponente de pro- fesores y técnicos, con recursos materiales muy limitados, puede parecer un sueño impulsar un cambio de horizon- tes tan dilatados. Cabría recordar aquí la afirmación de Lenin de que el revolucionario tiene derecho a soñar; pe- ro -también lección leninista-, siempre que nazca el sueño de la realidad en desarrollo que, en su cauce ilimi- tado, sugiere y anuncia la gran construcción revolucio- naria. El sueño de una universidad que cubra al país con su obra se funda en la certidumbre de que, al hacer del trabajador-estudiante y del estudiante-trabajador un suje- to consciente de la oportunidad y de la necesidad del cambio histórico, quedan vencidos todos los obstáculos levantados en el camino. Cuando se abre paso el concepto de que la educación es, en lo profundo, una empresa estratégica para arribar a la nueva sociedad, lo funda- mental está alcanzado.El razonamiento primordial de nuestro primer minis- tro es tan audaz como inatacable: si toda actividad edu- cadora h a d e volcarse en el común objetivo de edificar la sociedad socialista en marcha hacia el comunismo, la educación superior no puede ser excepción sino aporte esencial. Para serlo han d e cambiarse su estructura y su función. Sin perder la máxima calidad en su acervo cien- tífico, h a de coincidir, cumpliendo u n nuevo destino, w n los empeños que, surgidos d e los otros estadíos d e la educación, impulsan el conocimiento como el instrumento mejor para cumplir los fines capitales que la revolución se ha impuesto.
En los últimos arios se ha desarrollado por el Gobierno Revolucionario una obra de tanto relieve como originali-
i
dad: la construcción, en numerosas regiones agrícolas del país, de Escuelas Secundarias Básicas en el Campo, enque el alumnado -quinientos alumnos de ambos sexos en cada escuela-, hace los estudios propios de la etapa escolar. Rodeando las escuelas se extienden los sembrados en qu los educandos realizan tareas agrarias.
La
belleza, la modernidad y la funcionalidad de estos centros son sin duda singulares.El ambiente, la anchura de perspectivas y la vecindad
,
de. la naturaleza integran el clima más favorable al es- tudio provechoso y viviente. La alta promoción de los1,
estudiantes de estas escuelas, mantenida con creciente exigencia, ofrece el mejor testimonio sobre el acierto de la gran iniciativa. Para dar la idea de las proporciones en que marcha la construcción de las Escuelas Secundarias Básicas en el Campo, bastaría con conocer de la cons- trucción de más de 90 escuelas de este tipo en un período de dos años. En los arios 1974 y 1975 se construirán unas 90 escuelas cada año, incrementándose posteriormente es- ta cantidad hasta llegar a 1 500 escuelas aproximadamente en 1980.Antes de pasar al señalamiento de las características
1
de la Escuela Secundaria Básica en el Campo, debe pre- cisarse un hecho que, en su modestia, posee hondo senti- do. Nos referimos a cómo se ha ido acelerando y perfec- cionando tal construcción. Ello da cuenta del consciente1
entusiasmo de los trabajadores. L a evidencia de las es- cuelas ya edificadas impulsa la obra con creciente devo- ci6n.Ante el avance de lo realizado se afirma la certeza de qiie en breve tiempo las nuevas escuelas acogerán toda la masa de escolares rorrespondientes a la etapa, con-
i
quista decisiva en la formación de la personalidad y a la preparación adecuada para menesteres técnicos o univer- sitanos.20 J U A N MARINELLO
tiva que d a nacimiento a las Escuelas Secundarias Básicas en el Campo, no hay dudas que su valor supremo está en el modo en que cumplen con fidelidad creadora los pnn- cipios del marxismo-leninismo en
d
dominio de la edu- cación. Por ello resulta innegable el aporte de estas escue- las a nuestro proceso revolucionario.En las Escuelas Secundarias Básicas en el Campo tiene ajustada aplicación la coordinación entre el trabajo inte- lectual y el manual, preocupación permanente en la obra de Mam, Engels y Lenin, y predicación incansable en nuestro José Martí.
No es este el lugar para discurrir por extenso sobre el hecho de que las clases dominantes, hasta el adveni- miento del socialismo, han sostenido y defendido en los predios de la cultura y de la educación una distinción maliciosa entre el trabajo de la mente
y
la obra de las manos. Y como la historia de la humanidad, según el decir capital de Carlos Marx, es la historia de la lucha de clases, la obra educacional ha reflejado por siglos la entraña de tal lucha, tantas veces encubierta por mani- festaciones elocuentes y despistadoras.Fue derivación obligada que en una sociedad consti- tuida por la burguesía dominante y los trabajadores opri- midos se fuera construyendo una educación "para la dig- nidad humana" y otra para el "provecho general". Por esta senda, la superación intelectual quedaba dispuesta para los directores de una sociedad asentada en el duro quehacer de una masa sin descanso ni cultura. Un análi- sis muy lúcido del proceso de la realidad secular se en- cuentra en el libro Educación y lucha de clases de Aníbal Ponce.
No faltaron en el devenir histórico mentes valerosas que denunciaron la injusta distinción, hija legítima de la división clasista de la sociedad; pero sólo en la penetra- ción magna del autor cie El capital se va al fondo de la cuestión y, al fijar su verdadero origen, se proclama que sólo una transformación de raíz que instaure la sociedad
sin clases hará de la educación un servicio unificado, uni- versal y pernlanente en bien de la criatura humana.
La necesidad de una educación unida a la realidad por su comunicación con el trabajo manual aparece con creciente claridad y consecuencia a lo largo de la obra de Mant y Engels. Si la conciencia del individuo se forma por el medio que lo circunda, se hacía indispensable res- catar al niño y al adolescente del cerco de hierro de una escuela dirigida a defender las estructuras sociales vigen- tes. El acercamiento del escolar al trabajo productivo de- terminaría por fuerza el conocimiento de una realidad dividida por intereses antagónicos. La evidencia de la injusta escisión traena a la larga una lucha invencible contra ella.
A tal punto es profunda la convicción de los funda- dores del socialismo científico de que debía integrarse al hombre en la suma de lo intelectual y lo manual como camino de liberación que, testigos de la miserable educa- ción dispensada en las fábricas inglesas de su tiempo, abo- gan, sin embargo, por su mantenimiento frente a los que. a veces con limpia intencióii, se levantaban contra aquella escuela que, mísera y parcial, venía a sumarse a la fatiga del niño trabajador. Con sorprendente perspicacia advir- tieron Manc y Engels que, aún con lo precario de las "Escuelas de Fábrica", se mantenía vivo, en una expresión deficiente y primaria, el enlace entre el esfuerzo de las manos y el de la mente.
En documentos fundamentales, expresivos de su rna- durez ideológica, precisa Manr su impecable criterio. Ke- cuérdese que en su Critica al Progranza de Cotha afirma que "la combinación del trabajo productivo con la ense- ñanza desde una edad temprana es uno de ios más pode- rosos medios para la transformación de la sociedad ac- tual", y en otro momento reitera su pensamiento con Creciente firmeza, escribiendo : "En un estado racional de la sociedad cada niño, sin distinción, a partir de los nueve
,
años, debería convertirse en un obrero productivo".Y
enel
mismo texto da a su c r i t e r i ~ máxima amplitudal afir-
2 2 J LlAN M A R I N E L L O
mar que "no debería estar excluida de la ley general de * la naturaleza ninguna persona mayor".
-21 visitar una Escuela Secundaria Básica en el Campo quedamos convencidos de que los principios fundamen- tales proclamados por h4am y Engels tienen allí certero cumplimiento. A tenor de sus mandatos, allí discurre la docencia por cauces científicos y con aquel amplio enten- dimiento de lo politécnico -levantado contra toda espe- cialización precoz y deformante- que fue preocupación vitalicia en los dos pensadores extraordinarios. Cuando se contempla el trabajo de los educandos en los sembrados que rodean la escuela se toca en los hechos el entrelaza- miento entre la obra de la mente y de la mano, cumpli- miento, sobre niveles actuales, del dictado primordial mar- xista.
Para cerrar armoniosamente la parábola magistral, se dispensa en las Escuelas Secundarias Básicas en el Campo un esclarecimiento ideológico atemperado al grado de comprensión de quienes lo reciben. Ante el hecho, acrece nuestra devoción por los dos hombres que no pudieron ver la cristalización de su genial adivinación generosa. Este monumento vital y dinámico en que numerosos es- colares reciben el tesoro de sus previsiones, es el mejor homenaje a Carlos Maní y a Federico Engels.
El razonamiento frente a los hechos nos convence de que en las orientaciones del comandante Fidel Castro que en este libro se recogen hay una incorporación original y poderosa al pensamiento marxista. Al extenderse la fórmu- la estudio-trabajo a toda la enseñanza, hace presencia una nueva dimensión: el estudiante-obrero y el obrero- estudiante quedan integrados consciente y dinámicamente en el proceso económico impulsado por la revolución. De este modo, cumple la educación su función más alta; obra
-
de todos, se funde en la común voluntad de lograr una convivencia nacional libre, justa y creadora.La fidelidad de la revolución cubana a los principios que
le
sirven
de fundamento ha logrado, en la orienta-ción de su jefe, el salto de calidad que todos esperábamos. Altos son, como nunca, los recursos destinados a la edu- cación, numerosos los centros en cada nivel, crecientes las matrículas, incontables los jóvenes deseosos de formar en el ejército magisterial; pero sobre todo ello vale y vence la conciencia de que entre los instrumentos de la revolución es el de la educación el de mayor jerarquía. Por ello, al decir que toda Cuba es una escuela, se cstá afirmando la victoria irreversible de la revolución.
1
LA PEOR
DE
TODAS LAS HERENCIAS
El problema de la tierra, el problema de la
industrialización, el problema de la vivienda,
rel problema del desempleo, el problema de la edu-
cación
y
el problema de la salud del pueblo; he
ahí concretados los seis puntos a cuya solución se
hubieran encaminado resueltamente nuestros es-
fuerzos.
En un campo donde el guajiro no es dueño de
la
tierra ;para qué se quieren escuelas agrícolas?
En una ciudad donde no hay industrias ;para
phqué se quieren escuelas técnicas
o
industriales?
Todo está dentro clc
I ninisma lógica absurda: no
hay ni una cosa ni otra.
Si el pueblo no vio más que malos ejemplos; si nues- tras escuelas, si nuestros sistemas de enseñanza, si toda la educación de la cual ha tenido que nutrirse el pueblo de Cuba es deficientísima, es arcaica, es incompleta; si liemos vivido en una perenne contradicción de niños que abren sus libros de historia y les hablan de libertad, y les hablan de independencia, y les hablan de honradez, y les hablan de heroísmo,
y
los enseñan a cantar un himno, y los enseñan a saludar una bandera, y los enseñan a venerar a nuestros mártires, y al lado de la bandera en- cuentran un trapo sucio, y al lado de su himno les cantan una conga politiquera, y al lado de los hombres ejempla- res que hicieron la historia de la patria se encuentran los nombres de los criminales que la han gobernado, de los malversadores que la han saqueado. (13. 3. 59)Quiero que el pueblo piense, para que encuentre en eso una explicación de por qué no había más escuelas, de por qué aquí todo el mundo no sabe leer y escribir. Porque a los políticos les interesaba mantener al pueblo en la
.
ignorancia, porque un pueblo ignorante es el peor enemi- go del progreso y el mejor aliado que pueden tener losl
.
intereses creados, sembradores de prejuiciosy sembradores de fanatismo. (29. 3. 59)
Al llegar nosotros al poder, nos encontramos con estas
1
realidades: primero. un número extraordinario de maes-1 tros con titulo, que, sin embargo, no tenían trabajo; seis-
cientos mil niños aproximadamente, o medio millón de
1 niños, que no estaban recibiendo enseñanza, y un gobier-
1
no que no tenía recursos, frente al cual, en un país lleno1
de necesidades, el gobierno revolucionario no tenía recur-sos suficientes para afrontar todas las necesidades del país.
(27.
8. 59)L. : Nuestro pueblo ha vivido en la ignorancia de las cues-
26 FIDEL CASTRO 1
que fue producto del interés que se mantuvo siempre en
4-
mantener al pueblo inculto. iPor qué? Porque sólo en laausencia de una conciencia política y económica se po-
1
dían hacer las cosas que aquí se hicieron, se podía erigir la demagogia que aquí siempre existió, elaborar todas las mentiras con que aquí se trataba de explicar una cuestión tan esencial para la vida de un pueblo como es la cues-~
tión de su economía. (17. 9. 59)Se nos enseñaban los accidentes de la naturaleza, pero no se nos enseñaban los tremendos accidentes de la hu- manidad; se nos enseñaban las fallas de la naturaleza, pero no se nos enseñaban las fallas de la sociedad hu- mana; se nos enseñaban los desniveles, los grandes desni- lc
veles de la naturaleza, de la tierra, mas no se nos enseña- ban los grandes desniveles de la sociedad humana; se nos enseñaban los picos de la sociedad, pero no se nos ense- iiaban los pantanos de la sociedad. (15. 1. 6 0 )
Muchos de nosotros fuimos educados de manera que nos comíamos un grano de arroz y no sabíamos de dónde salía un grano de arroz. (17.
5.
6 0 )Dentro de la sociedad, todos los medios de divulgación de las ideas, todos los medios -cine, radio, televisión, li- bros, revistas, centros de enseñanza, todo eso, universida- des- eran centros dominados por los intereses económicos F dominantes, los intereses económicos que tenían todas las
1
influencias, todos los recursos económicos y todo el poder. Educaban al pueblo de acuerdo con esos intereses, prepa- raban a los dirigentes del país, preparaban a los intelec- tuales y preparaban a los técnicos, de acuerdo con sus intereses.
Nos querían hacer creer que éramos libres antes, li- bres de pensar, cuando ni siquiera había escuelas para enseñar a pensar; libres para leer, cuando ni siquiera 1
había libros; libres para gobernarnos, cuando el puebla
1
no contaba absolutamente para nada. (26. 6. 60)El pueblo carecía de todas las oportunidades. i Ah, e1 hijo del campesino, o el hijo de un obrero, el hijo de una
1.
r rar a llegar a ser algún día un profesional, un médico,
un ingeniero, un arquitecto o un técnico universitario!
I Había hijos de familias pobres que, a costa de extraordi-
1
narios sacrificios, podían llegar a los estudios superiores, pero la inmensa mayoría de los hijos de nuestras familias, muchas veces no tenía oportunidad siquiera de aprender las primeras letras, y había regiones enteras de Cuba don- de nunca habían visto un maestro
(2.
9. 60)qué le queda a un hombre cuando ni siquiera puede ser dueíío del conocimiento que la humanidad ha ido acunlulando durante siglos? Porque esos conocimieritos están en los libros, al alcance de cualquier hombre, pero ese hombre no sabe leer ni escribir. i Consideren qué triste es eso! i Consideren cuánto más valdrá ese ciudadano para su patria, para su familia, cuando ya tenga una cultura mayor! (8. 9. 60)
Demasiado miserable era el sistema eri que para ad- quirir una profesión era necesario tener dinero; deiriasia- do miserable era el sistema que impedía a las inteligencia ser útiles a la patria si no contaban con recursos nece- sarios.
i Quién sabe cuántas inteligencias se perdieron! i Quién sabe cuántos genios se desperdiciaron por falta de la
.
oportunidad! i Quién sabe cuántos talentos brillantes pa-1
saron sin dar luz, pasaron sin ser útiles, pasaron sin traer al mundo todo lo que inteligencias fecundas pueden dar para el bien de sus semejantes! (23. 1. 61)Precisamente poi ser la revolución un cambio comple- to, profundo, en la vida de un país, en todos sus órdenes: el primer gran problema de la revolución es cómo se combate y cómo se vence la influencia de las viejas ideas, de las viejas tradiciones, de los viejos prejuicios, y cómo las ideas de la revolución van ganando terreno y van con- virtiéndose en cuestiones de cdnocimiento común y de clara comprensión para todo el pueblo. Este problema de la educación no es solamente la educación de los anal- fabetos o de aquellas personas que no han tenido oportu-
h :
28 I'IUEI. C A S T R O l
también es ante todo un problema de educación de las propias masas de la revolución. (9. 4. 61)
Imposible elevar la capacidad de producción de nues- tro pueblo, sin educación; imposible convertimos en un
l pueblo altamente industrializado, sin educación; imposible desarrollar nuestra economía agraria, sin educación; im- posible organizar un pueblo y un país hacia los grados más altos, sin educación. (16. 8. 61)
Los que enseñan la verdad preparan a los pueblos para comprenderla; los que enseñan la mentira condicio- nan a los pueblos para engañarlos. Los que defienden la explotación, los privilegios y la injusticia tratan de man-
,
tener a los pueblos en la oscuridad y la ignorancia más completa. Las revoluciones, que predican la justicia, que se hacen para redimir a los pueblos de la explotación, enseñan, educan, erradican la ignorancia. (8. 11. 61)Sabemos cuántos vicios plagaban nuestra educación, sabemos perfectamente cuántas debilidades tenía nuestro personal docente, consecuencia del medio ambiente en que tenían que desempeñar sus funciones, la politiquería reinante en nuestro país, la corrupción, los privilegios.
(10. 9. 62)
Y hay que ver lo que eso signiiica, que nueve de cada diez obreros en el campo, y posiblemente seis o siete de p cada diez trabajadores en la ciudad, no rebasen los nivele5
,
del tercer grado. Cuando no se posee un nivel ni de tercer grado, iqué se sabe, qué se conoce, qiié técnica se puede aplicar? (20. 11. 64)S o puede haber industrialización sin obreros califica- dos, no puede haber obreros calificados sin instrucción, y en nuestro país había seiscientos mi1 muchachos sin escue- las, más de un millón de ciudadanos que no sabían leer ni escribir.
cómo podía haber una masa de obreros cali-
ficados, de obreros medios o de obreros altamente califi-'
cados?(7.
6. 65) 'La escuela pública estaba muy abandonada en nues- tro país, carente de todo: libros, materiales. Esa era una
,
eterna historia. Siempre se estaba hablandode
que noIiabía materiales, de que no había libros, y ésa era la situación. Algunas funcionaban mejor, otras funcionaban peor. E n otros sitios no había nada.
Sabemos el tremendo daño que ocasiona la ignoran- cia, porque no hay peor enemigo del hombre, peor ene- migo de los pueblos, peor enemigo de la humanidad que la ignorancia. Y de todas las herencias que el colonialis- mo, el imperialismo y el capitalismo nos dejaron, la peor de todas, la peor de todas, fue la ignorancia. (17. 9. 66)
Se nos educaba, en fin, para disfrutar de privilegios. La educación en sí misma constituía un privilegio. Se nos preparaba para estar mejor armados intelectualmente para explotar a los demás. Y así transcurrían los años de la primaria, de la secundaria y de la universitaria, y al fin y al cabo un día, con veinte y tantos años, nos daban un título en la universidad sin haber tenido oportunidad una sola vez en la vida de sudar la frente, de crear algo con nuestras manos.
Ese fue el tipo de escuela que nosotros conocimos, deficiente por lo general en su contenido, en sus métodos, en sus medios. Ciertamente que algunas escuelas privadas tenían algunos de esos recursos -digamos- de tipo ma- terial, algún laboratorio de física o de química; pero en general la enseñanza era absolutamente memorista, divor- ciada de la realidad.
Y a eso no se le podía llamar educar, a eso no se le podía llamar formar al hombre; en aquellas escuelas realmente se deformaba al hombre. (7. l. 71)
La sociedad capitalista no podía engendrar una con- cepción educacional con relación al trabajo, una educa- ción para la vida, una educación para el trabajo. La sociedad capitalista, incluso, lo idealizaba todo: creaba esa mentalidad mística, esa esperanza de vivir del trabajo de los demás, esa enajenación del hombre y los bienes que creaba el hombre. L a sociedad capitalista, además, engañaba a la juventud, no la preparaba para la "ida. Educar es preparar para la vida, comprenderla en sus esencias fundamentales, de manera que la vida sea algo
30 FIDEL CASTRO
que para el hombre tenga siempre un sentido, sea uri
incesante motivo de esfuerzo, de lucha, de entusiasmo. Muchos de los jóvenes educados en aquellas concepciones, vivían a lo largo de la vida en una perenne frustración, en una perenne decepción. (28. 9. 71)
2
UNA REVOLUCION QUE COMIENZA
Aun durante la guerra, en todas las columnas
había siempre algún maestro dándoles clases a los
muchachos -porque
eran principalmente campe-
sinos los que se unían a la revolución-,
a pesar de
que había que trasladarse constantemente en aque-
llos primeros tiempos sobre todo. Siempre fue una
guerra muy movible. Con la humedad de los mon-
tes, las caminatas, las lluvias, los libros constante-
mente -nos
era imposible protegerlos de la in-
clemencia del tiempo-
se rompían.
Y
sobre todo,
en todos los pueblos íbamos dejando una escuelita
para los campesinos, y en la Sierra Maestra hay
docenas y docenas de escuelas hechas por nosotros.
CUARTELES EN ESCUELAS
Por qué, desentendiéndonos de toda consideración tradicional de carácter militar, lejos de ponernos a cons- truir fortalezas, podemos estar derribando fortalezas para convertirlas en escuelas? ¿Es que acaso la revolución no corre riesgos? ;Es que acaso nuestra revolución no tiene enemigos? iEs.que acaso no se conspira contra ella? LES que acaso no estamos conscientes todos nosotros de que tenemos días de lucha por delante?
Ciertamente la revolución tiene enemigos y enemigos cada vez más atrevidos, cada vez más insolentes, y es posible que cada vez más equivocados. Sin embargo, zpor qué pudimos demoler aquella odiosa fortaleza conocida por el nombre de Columbia? ; Por qué pudimos demoler esta segunda fortaleza? ;Y por qué vamos a demoler todas las fortalezas? ;Cómo se explica que el Gobierno revolucionario, frente a la amenaza creciente de sus ene- migos, de las pandillas internacionales que en una com- plicidad cada vez más estrecha de la reacción nacional conspiran contra el país; sin embargo, una por una va a ir desarmando las fortalezas? ¿Por qué? Porque aquí lo primero que hacían siempre los gobiernos, lo primero que hizo la tiranía, por supuesto, a medida que crecía la opo- sición revolucionaria, era construir más fortalezas, enrolar más soldados y prepararse militarmente de esa forma para defenderse. ;Por qué en cambio el Gobierno revoluciona- rio hace todo lo contrario?
;Por qué la revolución puede convertir las fortalezas en escuelas? Porque desde el día primero de enero, desde el triunfo de la revolución, cada escuela se ha convertido en una fortaleza de la revolución.
(27.
11. 59)¿Quién defendía antes a los gobiernos? El ejército: aquel ejército. iQuién defiende hoy la revolución? ~ D ó n -
de están las fortalezas de la revolución hoy? En todas partes.
ustedes
ven cada una de esas montañas? Cada una de esas montañas es una fortaleza de la revolucibn, así que este edificio no lo necesitamos para fortaleza. Antes necesitaban una fortaleza para defenderse del pue- blo; y ahora, cuando el pueblo es el que defiende a la revolución, no necesitamos fortalezas. Como lo que nece- sitamos son escuelas, pues, por eso nosotros estamos con- virtiendo todas las fortalezas en escuelas. Y así, donde antes vivían millares de soldados con sus fusilesy
SUSsargentos, y su capitán, y su general, ahora van a trabajar y a estuaiar millares de niños con sus lápices, con sus libros, con sus maestros, con sus superiores. Y aquí tene- nios una ventaja, que como antes se habían gastado mu- chos millones en hacer cuarteles y en hacer fortalezas y no habían gastado dinero en hacer escuelas -porque el dinero se lo robaban, y lo que no se robaban lo gastaban en cosas muchas veces inútiles, como cuarteles-, pues nosotros hoy aprovechamos esos millones que se gastaban en fortalezas y los empleamos en escuelas. No nos alcan- zan todavía ni convirtiendo todas las fortalezas en escue- las; no nos alcanzan, todavía tenemos que construir mu- chas más. Pero ya tenemos una ventaja que puede hacer el Gobierno revolucionario, porque el Gobierno revolu- cionario no necesita tener fortalezas. Tenemos una venta- ja convirtiendo todas las grandes fortalezas de Cuba en escuelas. Después tendremos que seguir construyendo grandes centros escolares, y tendremos además que se- guir construyendo miles de escuelas en los campos, porque no tenemos escuelas suficientes. Ahora, llenando esta for- taleza de niños y de libros y de lápices, la revolución es más fuerte. Lo que no podrán quitarnos nunca más serán las escuelas para convertirlas de nuevo en fortalezas.
La revolución no es s610 pelear en las montañas, la revolución no es sólo hacer la guerra.
Más
revolucionario todavía que conquistar estas fortalezas en la guerra, es convertir esta fortaleza en una escuela. (28. 1. 60)Nosotros no iios habíainos dado cuenta cabal del he- cho d e que a pesar de todo aquel tremendo esfuerzo, de que a pesar de que se iban a crear en un año dos veces más escuelas de las que se habían creado durante cin- cuenta años, lo cierto era que una parte muy considerable de nuestra población, la más apartada de nuestras ciuda- des, la que carecía, precisamente, de comunicaciones y de otros servicios de la nación, la que llevaba la vida más dura, como es la vida de las montañas, seguía sin escuelas. ~ Q G é n e s estudiaban en las escuelas de maestros? La gente de la ciudad, hijos de obreros o hijos de familias ' medias. Entonces llegaba un momento en que se necesi- taban maestros para el campo. Como no había escuelas de normalistas en ningún pueblo o central azucarero, pueblo pequeño del interior, en el campo, el campo no aportaba estudiantes d e maestro, salvo que fueran hijos de una familia más o menos acomodada. Con esa excep- ción, el campo no aportaba estudiantes d e maestro. En- tonces, ;qué problema se nos presentaba, qué realidad teníamos delante? Que no había maestros: realmente, en número suficiente, adaptados para ir a dar clases en las montañas; porque la vida en las montañas, para quien está acostumbrado a vivir en la ciudad, con una serie de comodidades de la ciudad, se le hace muy dura. (9. 4. 61) Y la revolución, por eso, fue al pueblo. Necesitó maes- tros para ir a enseñar en las montañas, y llamó a la juventud. Solicitó jóvenes dispuestos a ir a entrenarse a las montañas para poder fundar escudas en esas mon- tañas, y miles de jóvenes se presentaron a pasar las prue- bas y a capacitarse para después ir a enseñar a las mon- tañas. (8. 12. 61)
La revolución entonces formó maestros rápidamente. Solicitó voluntarios entre los estudiantes de las enseñanzas secundaria y preuniversitaria; los h i w pasar a través de cursos especiales en las propias montañas, y así pudo , contar con varios miles de maestros que fueron enviados
a los lugares apartados, con lo que qued6 cumplido el
primer objetivo, es decir, lograr que no quedara un solo niño sin maestro. No iniporta si ya no tenían el edificio, las clases las podían dar en una casa, aun debajo de un árbol, porque lo más importante de la escuela era el maestro. (16. 1. 62)
REFORMA UNIVERSITARIA
La universidad, libre ya de los problemas políticos que
1 la embargaban, libre ya del eterno conflicto con los go-
bernantes, porque el sentimiento universitario, y el senti- miento público y el sentimiento del pueblo, y el senti- miento de los gobernantes, serán en lo adelante una sola cosa; libre ya de las batallas que antes libraba, porque ya no tendrá que librarlas, porque ya no habrá injusticia, porque ya no habrá tiranía, porque ya no habrá inmora-
i
lidades, la universidad podrá invertir su extraordinario caudal de energía y de entusiasmo en preparar a los hom- bres, en preparar a la generación de hombres capacitados que la patria necesita, porque allí donde campeaba antalio a la politiquería, el oportunismo y el vicio, ha de campearen el futuro la virtud y la capacidad. (13. 3. 59)
La reforma universitaria es algo más sutil, no tan vi- sible, pero sí tan necesaria como la propia reforma agra- ria, porque también hay enormes latifundios de inteligen- cia que hay que cultivar. Tanto como había miles y miles de caballerías sin cultivar, hay cientos de miles de inteligencias sin cultivar. Y tanto como había en algunos órdenes de la agricultura un gran retraso técnico, hay también en algunos órdenes de la educación un gran retraso técnico. Tanto como faltaban instrumentos a los campesinos para trabajar la tierra, faltan instrumentos en las universidades para cultivar las inteligencias: faltan los centros de investigación, faltan, en muchos casos, las ma- quinarias para instruir a los ingenieros, faltan los recursos, faltan los locales, faltan los profesores. (13. 3. 60)
36 FIDEL CASTRO
De ninguna inanera estaba organizada la universidad
.
para servir los intereses del pueblo. De ninguna manera estaba organizada la universidad para llenar las funcio- nes sociales que requería nuestro país. Ahora bien, no había contradicción, puesto que aquélla era una sociedad caótica, sin planes, sin perspectivas, sin futuro. Era lógico que la universidad fuera tal cual era aquella sociedad, donde el egoísmo individualista, donde el afán de lu- cro, donde el oro se convertía en la suprema aspiración de los individuos, la aspiración de vivir del trabajo de los demás; era lógico que faltara la preocupación por la pro- ducción; era lógico que muy pocos quisiesen ser ingenieros agrónomos y muchos quisiesen ser abogados. IEra la educación para el parasitismo, era la educación para la explotación, era la educación para vivir lo mejor posible produciendo lo menos posible.
(24.
7. 62)
La contrarrevolución se dirige sobre todo a donde us- tedes saben: a los colegios de los privilegiados. Allí, en los colegios de los privilegiados, allí tiene la contramvo- lución su mejor caldo de cultivo.
En muchós de esos centros se predica la contrarrevo- lución abiertamente; se predica el odio a la patria abier- tamente: se ~ r e d i c a , A el odio de clases abiertamente. el odio contra el campesino humilde, contra el obrero, contra el jo\.en humilde y contra el pueblo humilde. Es decir, se predica el odio contra las medidas y los actos que se hicie- ron, no para beneficiar minorías privilegiadas, que se hicieron, no para mantener los privilegios de esa minoría, sino que se hicieron para traer la justicia a los que care- cían de ella, para traer el bienestar a los que carecían de él, para traer el progreso y el mejoramiento a los que c.arecían de él.
(27.
11. 60)La lucha de clases de la revolución se observa, sobre todo, en la actitud de los estudiantes de las escuelas
38 FIDEI. CASTRO
considera en el deber de organizar y establecer el princi- pio de la enseñanza gratuita a todo- los ciudadanos del país. iY el pueblo se considera en el deber de formar a las futuras generaciones en un espíritu de amor a la pa-
tria, de amor al prójimo verdadero, es decir, amor a sus
semejantes, amor a su pueblo, anior a la justicia, amor
3
SOLO UN PUEBLO
EN
REVOLUCION
Aquí hay que lanzar un programa de aliabeti-
zación. Aquí no debe estar nadie, ningún maestro
tranquilo mientras haya un ciudadano que no
sepa leer ni escribir, porque es una vergüenza. No
pued'e ser un ciudadano consciente de todos sus
derechos, un ciudadano plenamente íitil a su pa-
tria aquel que no sepa leer ni escribir. Hay que
acabar con el analfabetismo de raíz para que todo
el mundo sepa
y
conozca sus derechos;
y
sobre
todo, porque el que no sabe leer ni escribir, ;quién
es? El hombre pobre, el hombre humilde, el hom-
bre quc más necesita
de
la i-c\.olució~i.
Y
ésa es la gran herencia que tiene la humanidad: la herencia de la cultura. No hay que ser ricos para tener esa herencia. Cualquier hombre humilde, cualquier traba- jador, cualquier hijo de cualquier familia humilde, es dueño de esa herencia. Sólo necesita una cosa para tener en sus manos lo que ha recibido del trabajo de millone: de hombres durante miles de años: lo único que necesita es saber leer. (29. 4. 60)El año que viene vamos a librar la batalla contra el 1 analfabetismo. El a.ño que viene tenemos que establecernos una meta: liquidar el analfabetismo en nuestro país. iCó- mo? Movilizando al pueblo, estableciendo ese compromiso
1
al pueblo, a las brigadas, a las milicias campesinas y obre- Iras; que cada miliciano campesino contraiga el compro- miso de honor de aprender a leer y a escribir si es analfabeto. ZY quiénes van a enseñar? El pueblo. Hay que movilizar al pueblo para librar la batalla contra ese enemigo del pueblo que es el analfabetismo. Y vamos a dar ante el mundo una prueba más del vigor de la revo- lución cubana y del temple de nuestro pueblo, ganando en un año la batalla que no había podido ganar-en mu- chos arios, en muchos siglos, nuestro país, para que se vea una vez más el poder de las revoluciones y cómo las revoluciones logran esas metas. Movilizaremos entori- ces a todos los estudiantes como maestros; movilizaremos a todos los estudiantes y movilizaremos a cuanta persona sepa leer y escribir, para que enseñe a aquel que no sepa leer y escribir.
(29.
8. 60)Hay que convertir la educación en una virtud, y la ignorancia en un vicio; hay que hacer avergonzarse de no saber leer y escribir a todo el que no sepa leer ni escribir. sobre todo, después que le vamos a dar la opor- tunidad a todo el niundo. Y que sea un vicio y un defecto d r lo\ 1 i i . i ~ condeiinblcs. de los irlis tristes y de los más
penosos, el 110 saber leer ni escribir. Porque mientras haya
ciudadanos que no sepan leer ni escribir, y vivan tan contentos de ser ignorantes, siempre habrá dificultades. Pero hay que crear una conciencia revolucionaria, y hay que crearle a cada ciudadano la conciencia de que no saber leer ni escribir es una vergüenza, y que el que no sepa leer ni escribir, tendrá que caminar con la cabeza baja, porque será víctima de un defecto de los más des- preciables. Hay que crear esa conciencia, para que nadie se quede sin saber leer ni escribir. Es un crimen que la riqueza acumulada por la humanidad a través de sus me- jores inteligencias, se pierda para millones de seres, para inás de un millón, casi dos millones de cubanos, se pierda todo ese caudal inmenso de la cultura acumulada por el hombre a lo largo de la historia. Quien sepa leer y escri- bir y tenga en su casa una biblioteca tiene un tesoro, y se puede considerar mucho más feliz que esos que acumu- lan no tesoros de verdades ni tesoros de inteligencia, sino tesoros de dinero, tesoros de riqueza egoísta. Cualquier hombre tiene al alcance de su mano aquella oportunidad.
(10. 10. 60)
Existe la riqueza cultural de la humanidad; todos los hombres de talento de la humanidad, todos los genios de la hunianidad han producido algo, han escrito. han ense- íiado. Exite una gigantesca riqueza cultural, producida por la liulnariidad, de la cual es heredera la humanidad.
Y
el lioriibre in5.s humilde, el hombre rnás pobre, el horii- bre quc carezca de bienes, tiene la riqueza de todas las obras, todos los libros y toda la ensefianza que le han legado miles y miles de los hombres más prominentes del género humano.Desde el momento en que un hombre no sabe leer ni escribir, es un hombre que ha renunciado a esa he- rencia, es un hombre desposeído por completo de esa inmensa riqueza espiritual que la humanidad ha produ- cido. (9. 4. 61)
,Por qu6 la re\.olución lanzb la consigna de cumplir esta meta en ~ 1 1 1 Podría haherie declarado que en
42 FWEL CASTRO
dos años, o en tres alios, o en diez años, es cierto. Pero nowtros sabemos que si hubiésemos trazado la consigna en dos años, o en tres años, o en diez años, jamás se habría logrado movilizar un contingente tan grande de educadores, jamás se habría logrado arrancar un entu- siasmo tan grande como el que ha provocado esa consigna. Es que los pueblos se enamoran de las grandes tareas, de las gpandes empresas, d e las empresas difíciles. Si la con- signa hubiese sido erradicar el analfabetismo en tres años, es posible, es seguro, que no se habna movilizado tan gran número de maestros, es seguro que no se habría niovili- zado tan elevado número de alfabetizadores. Si al pueblo de Cuba no se le hubiese trazado una tarea grande, una tarea difícil, es seguro que el pueblo de Cuba no se habría entusiasmado tanto como se h a entusiasmado de saber lo que significa para nuestro país y lo que significa de aliento a los demás pueblos el que nuestro pueblo pueda cumplir esta tarea.
Y
esta batalla contra la incultura tenemos que ganarla.Primero surgió la idea de movilizar a todos los maes- tros y de movilizar a todos aquellos ciudadanos que dis- pusiesen de tiempo y estuviesen en condiciones de alfa- betizar. Y efectivamente, se presentó un extraordinario número de alfabetizadores, de obreros, de maestros. Pero ocurría que el analfabetismo no radica fundamentalmente en las ciudades. En las ciudades hay, naturalmente, anal- fabetos, pero la cifra mayor de analfabetos, en propor- ciones verdaderamente increíbles, se d a en el campo, en las zonas rurales. En el cainpo estaba. el mayor número de analfabetos, y era lógico que, por tanto, en el campo existiera el menor número de alfabetizadores. L a cifra mayor de alfabetizadores estaba también en las ciudades. U n gran número d e alfabetizadores voluntarios son obre- ros, que tienen que asistir a su trabajo diariamente. Y sin embargo, el mayor número de analfabetos estaba en los campos, y principalmente en la5 riiontañas. ;Cómo afron- tar esa nueLa dificultad? Pues. sencillamente, movili~ando a los alfabeti/adores hacia las montafias. Fiie ahí cuaiido
surgió la idea de llamar a los estudiaiites, es decir, llamar a todos los jóvenes de enseÍlanza preuniversitaria y de secundaria básica, a los estudiantes de maestros, a los estu- diantes de comercio y, en fin, de todas las escuelas secun- darias para movilizarlos.
;NO tenía el país una gran fuerza juvenil? 2No con- taba el país con decenas y decenas de miles de jóvenes, que con una cartilla en la mano podían alfabetizar? ;No constituía esa zona juvenil una fuerza revolucionaria, una fuerza cultural? jNo podía la revolución movilizar a toda esa zona juvenil? Nos acercábamos a los meses de verano, que son los meses de vacaciones. Un gran número de jóvenes ya estaban finalizando su curso. Si el curso se ade- lantaba, a la vez que el próximo curso se retal-daba algo, no por eso nuestra juventud iba a perder el tiempo; no por eso nuestra juventud se iba a retrasar. Todo lo con- trario: la experiencia que significa para un joven ir a las montañas, ir ü los campos, a enseñar, es una expe-
riencia tan valiosa, que posiblemente no la adquieran nunca en las aulas. No iba a ser, ni mucho menos, un tiempo perdido.
Y
por eso se ideó la movilización de todo ese sector juvenil; se hizo un llamamiento a la juventud, y la juventud ha respondido plenamente. Cuando se hizo ese llamamiento, el gobierno sabía que la juventud res- pondería: el gobierno. cuaritas veces ha puesto su fe en las masas, en el pueblo, jamás se ha equivocado. Y los hechos lo demuestran, en el iiúmero extraordinario ya de jóvenes que están en los campos, que si en estos momentos no es mayor es porque ha sido virtualmente imposible movilizarlos a todos en tan poco tiempo.;Cómo creemos nosotros que deben actuar los briga- distas? Nosotros hemos tratado de darles ropas, uniformes, zapatos, todas las cosas, y que salgan muy elegantes y muy marciales hacia las montañas. En ciertas ocasiones, en los primeros tiempos de nuestras experiencias por las montaíías, hubo casos en que los zapatos también se nos liabían roto. y no había inpatos ni manera de come-