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Desde la Puerta del Sol

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Academic year: 2021

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Desde la Puerta del Sol

La Puerta del Sol madrileña, en la que se encuentra el punto kilométrico 0 de España, creemos es un buen enclave para formalizar un juicio de lo que pasa en el país, lo que podemos alargar a Hispanoamérica y al resto del mundo. Con esa idea nos hemos situado junto el oso y el madroño, desde donde saludar a nuestros amigos

ueno, pues el desafío electoral de Galicia y Vascongadas ha terminado con que en Galicia da la impresión de que sus habitantes han preferido la tranquilidad de los mesurados y en la tierra de los aizkolaris se reparten

entre los que usan el hacha con buenas intenciones y lo que la utilizan para causar daño a la comunidad. Y, en los dos lugares en liza, los ansiosos de echar a todos al mar, o sea, los de Podemos, han patinado y se han caído ellos a las fres-cas aguas cántabras o atlántifres-cas. Y es que el personal no es siempre crédulo, no se deja engañar siempre con las mismas bagatelas: una, vale; dos, se soportan, pero la tercera ya es demasiado. Y Pablo Iglesias, que se las daba de listo, no con-taba con que aquí no se conseguían las cosas tan fácilmente como en Venezuela, y aunque los poderes del Estado anden un poco desequilibrados, al final van surgiendo los engaños, las trampas, los abusos, las mentiras, las ansias dominantes, y el personal se da cuenta, y los poderes no tienen más re-medio que actuar aunque se vean un poco estrujados por otros poderes, y sale a relucir toda la porquería que llevan encima y que intentan ir cargando sobre los hombros de los demás. Pablo Iglesias es la cabeza, pero tras él hay toda una podredumbre que va sembrando un tufo insoportable. En Galicia Pablo Iglesias pierde ¡nada más! que los 14

esca-ños que tenía; y en Vasconia es como si se tiraran por el Monte Gorbea y fueran perdien-do por el camino la mitad de los que tenía. Aquí, entre los etarras y sus sufriperdien-dores, volve-rá a hacerse cargo de la Comunidad Iñigo Urcullu, el que va siguiendo los regueros de los catalanes para conseguir la independencia de esa parte de España como si no pasara nada, acompañado por los muchachos del PSOE que no tienen claro qué es lo que quieren para su terruño. Todo parece indicar que Pablo Iglesias va perdiendo su kerigma porque le avasallan las trampas, las mentiras, y todos los tejemanejes de los que se viene

sir-A Pablo Iglesias no le va la democracia,Emilio Álvarez Frías Resucitando a el Coyote, Manuel Parra Celaya

Hierve otra vez el odio republicano, Eduardo García Serrano

Somos los parias de Europa: gracias Sánchez, gracias Iglesias, Eduardo Inda

El virus del Apocalipsis, Jesús Laínz

La «dictadura trans» sustituye a la «dictadura del proletariado», Javier R. Portella

Mario es gay y denuncia la «voluntad fanática» LGBT de «crear una casta de privilegiados intocables», Carmelo López Arias Sánchez engaña a la Policía y Guardia Civil: no iguala ni pagas extras, ni complementos Carlos Cuesta

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viendo desde que cayó en este bendito país –como lo llamábamos antaño–, para convertirlo en un barrizal, salvando la fortuna que ha ido acumulando sabe Dios cómo y cuál su procedencia. Las mentiras tienen unas patitas muy cortas, dice el refrán, al que alguien ha agregado: «y los idiotas explicaciones largas». Y es que a Pablo Iglesias no le va la democracia por más que la proclame con profusión con la boca pequeña, que no con los gestos; él sólo quiere la democracia para intentar ganar el poder e implantar desde ella un régimen totalitario como lo intentaron instituir sus ancestros valiéndose de subterfugios y engaños.

Pedro Sánchez, por ahora (ya sabemos que tiene la costumbre de esconderse como un ratón –por poner un ejemplo– cuando no ve del todo bien el panorama), como achanta-do, esperando lo que pueda caer, entre otros momentos, el próximo día 16, fecha de la ceremonia de Estado en memoria de las víctimas del covid-19 por él convocada con la intención de ser la figura del mismo, pero que, como es lógico y natural, presidirán los reyes y Felipe VI será la figura del mismo. ¡Este Pedro, que a fuer de quererse quitar al rey de en medio no hace otra

cosa que meter la pata! Veremos a ver los resultados. Total un día más no es mucho esperar.

Dado que, de una u otra forma, todos los españoles de bien celebraremos mañana esa ceremonia, sin olvidar que la fecha que figura en el calendario es la correspondiente a la festividad de Nuestra Señora del Carmen, patro-na de la gente de la mar, y que los marinos tienen a bien celebrarla en todos los lugares donde se encuentre un hombre (o mujer, que no nos olvidamos de ellas) de mar, hoy traemos un botijo que el alfarero decoró

con una caracola. Beberemos del botijo y aremos sonar las sirena de nuestra intimidad como sonarán por todos los mares las de los barcos pesqueros (con las correspondientes procesiones en los puertos), los turísticos, los que transportan todo tipo de mercancías, los de la Armada y en también sonará en la Escuela Naval de Marín.

o recuerdo si les había dicho que sigo siendo un tremendo friki de D. César de Echagüe y de El Coyote; el primero es un acomodado y bastante patriarcal ran-chero californiano, sanchopancesco y contemporizador con los yanquis invasores de su tierra, mientras el segundo –su alter ego– es su azote inmisericorde de estos cuan-do se transforma con antifaz y sencuan-dos revólveres.

Nació El Coyote cinco años antes que un servidor, de la pluma del olvidado José Mallorquí Figuerola, y por lógica no pude leer sus aventuras hasta bastantes años después de su llegada al mundo de la ficción; después, con el tiempo, me he vengado suficientemente de esta diferencia de edades, pues llevo repasadas sus ciento noventa y dos novelas un sinfín de veces, y a ellas acudo sobre todo cuando me veo abrumado por la agobiante

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realidad. Qué le voy a hacer: habrá quienes prefieran evadirse con videojuegos o con programas tontorrones de la televisión…

Creo que hasta me enamoré de Lupe Martínez, la segunda esposa de don César, antes de que él se fijara en quien no era más que una humilde criada de su rancho, soñé con pasar algunas noches en la Posada de D. Carlos III, en agradable tertulia con Ricardo Yesares, y cabalgar junto a Joaquín Murrieta; no he desistido, tampoco y esta vez de ver-dad, de visitar alguna vez San Juan de Capis-trano y otras antiguas misiones españolas de California.

Hasta aquí me imagino que muchos lectores, incluso de mi edad, no sabrán de qué les estoy hablando; no digamos los más jóve-nes, que no habrán oído en sus vidas ni del personaje ni de su autor y, todo lo más, les sonará El Zorro, en la interpretación de Anto-nio Banderas; pues sí, nuestro Coyote parece que está inspirado en él, pero con profundas diferencias más allá de los saltos gimnásticos del espadachín de Hollywood, personificado en la pantalla, antes de por nuestro gran ac-tor malagueño, por Douglas Fairbanks, Tyro-ne Power y otros.

La primera y principal es que los malvados adversarios no son el gobernador california-no, mexicano o español y sus soldados, como en las películas yanquis, sino los casacas azules invasores en virtud de la doctrina Monroe.

Nuestro Coyote tenía muy claro quiénes eran sus enemigos; dotado de una filosofía neta-mente hispánica, acaso con los rasgos senequistas que atribuyó Ganivet a nuestras gen-tes, era un hidalgo sin Imperio que defender, ya troceado, perdido y en manos ajenas; implacable justiciero, usa modernas armas de fuego contra una realidad irreversible. Pe-ro José Mallorquí, junto a la trama apasionante de las cabalgadas y dispaPe-ros de colt del enmascarado, nos ilustra en la Historia y en una interpretación de la vida que no dudo en calificar de cervantina ; así, intercala en sus novelas narraciones sobre los orígenes de la Norteamérica española, y, por tal, poblada de sonoros topónimos en nuestra lengua: Zona Árida (Arizona), Nuevo Méjico, Los Ángeles, San Diego, Monterrey…; son constantes las alusiones al mallorquín Fray Junípero Serra y al catalán Gaspar de Portolá, esos cuyas estatuas son hoy pasto de los vándalos incultos del progresismo asilvestrado; no se corta ni un pelo en denunciar las injusticias y sinrazones que acompañaron a los nuevos amos de California, especialmente en lo que afectó a la población hispana, mestiza e india.

Así como su lejano pariente, El Zorro, marcaba a sus adversarios con la cursilería de una letra Z a punta de espada, nuestro Coyote, más práctico, prefiere imponer su sello con disparos sobre las orejas de los malvados; recuerdo que el primero de ellos fue el corrup-to general Clarke; en cambio, es amigo de los indios, que pasaron despiadadamente de las misiones franciscanas hispánicas a las reservas inhabitables de los nuevos amos de California. Con todo, El Coyote no es un descerebrado obsesivo en su lucha contra los

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anglosajones, sino que es capaz de reconocer la honradez en alguno de sus políticos, como su propio cuñado y colaborador secreto, Greene.

Me gusta imaginar, en fantasía de lector impenitente de Mallorquí, a un Coyote redivivo, haciendo frente a quienes ultrajan la huella española en los Estados Unidos; seguro que las algaradas y manifestaciones contra Colón, Isabel la Católica, Fray Junípero o Cer-vantes se disolverían ipso facto con un par de certeros disparos contra las orejas de sus cabecillas o, mejor, de sus inductores. Incluso haría mejor papel que el Caballero Man-chego sacado de su tumba, pues este sería objeto de desprecio y burla, como lo ha sido el monumento erigido a su padre Don Miguel.

Don César viajó también a la provincia de Cuba y a la Península. Me agradaría también que, ataviado con su antifaz o sin él, recorriera ahora Madrid, Barcelona o cualquiera de los territorios de España donde se está imponiendo la falaz memoria democrática. Y, puestos a pedir, que recalara en la Carrera de San Jerónimo y subiera al estrado para ilustrar con su ironía mordaz y con su saber a Sus Señorías; y, en las interpelaciones que tuvieran lugar, no dejara de sonreír y desenfundara sus revólveres para dar cumplida respuesta.

Posiblemente, el número de parlamentarios afectados podría formar una amplia mayoría de pendones desorejados.

(El Correo de España)

rebufo de las amantes y las finanzas de un Rey decadente y caduco, hierve otra vez el rencor republicano que afila sus colmillos en la mugre socialcomunista y separatista, olvidando otra vez, porque el odio no escarmienta nunca, que la Mo-narquía se mueve en España con mil seiscientos años de desenvoltura hereditaria, desde Ataúlfo hasta Felipe VI.

Son los mismos hombres sin arrestos, estafadores, intrigantes y arribistas cuyas sucias ambiciones personales, cobijadas en magistraturas políticas, sustituyen a la Gloria y a la Grandeza de la Nación mientras ellos

medran y el pueblo, devenido popula-cho, sólo reclama pan y circo. Ellos le atiborran hasta el hartazgo y la Comu-nidad Nacional cede poco a poco su plaza y su fuero a la diversidad de ape-titos de intereses privados. Son los mismos que en 1873 y en 1931, tras abolir la Monarquía, llevaron a la Patria al abismo de la disolución escribiendo dos epitafios sin gallardía a sus dos derrotas ante la última ratio de la Pa-tria: el Ejército, heredero de

Covadon-ga, que hizo brillar sus espadas al sol frente a la inmundicia republicana.

Las grandes empresas no son más que la traducción de un movimiento colectivo y subte-rráneo de la Historia que las impone y las hace nacer, pero descansan sobre la acción de unos pocos hombres que las encarnan y las llevan a buen puerto: Reyes, Césares,

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Empe-radores, Caudillos... así nació la Monarquía en España hace mil seiscientos años. Es la Monarquía, con el pueblo tras sus banderas, la que convierte a Hispania en España bajo el signo de la Cruz. Por eso la basura socialcomunista y la inmundicia separatista odian con el mismo fervor a España y a la Cruz, cuya luz ha ardido siempre, desde los Reyes Godos a los Borbones, en el mismo pábilo.

La Monarquía hace a España en la misma medida en que las dos Repúblicas que pade-cimos la destruyeron. Ha habido malos Reyes, es cierto. Tan cierto como que los seis presidentes de la dos Repúblicas fueron, todos ellos, nefastos, cobardes y felones. La elección, no entre lo que Felipe VI es, sino entre lo que encarna y representa y la Repú-blica de Pablo Iglesias y de Pedro Sánchez, es tan evidente como la espada de Don Pelayo.

(OKdiario)

ubo un tiempo en el que España era alguien en Europa y en el mundo. Y este tiempo se llama, por mucho que moleste al pensamiento único patrio, José María Aznar. No me lo han dicho ni me lo han contado porque lo viví en primera per-sona en mi calidad de corresponsal político del diario El Mundo en Moncloa, circunstancia que me permitió asistir a varias cumbres comunitarias y comprobar cómo nos trataban por esos mundos de Dios. Cumbres en las que, inexorablemente, se hacía lo que se le pasaba por el forro de sus capri-chos al pequeño hombre del bigo-te por aquello de las unanimida-des. Los tenía hasta las siete de la mañana –el presidente Aznar está igual de madrugada que a las seis de la tarde– y al final acababa ganando por extenuación en esas votaciones sobre el reparto de los fondos europeos, de cohesión y estructurales, que tanto dinero trajeron a España, primero con Felipe González y luego en canti-dades industriales con su sucesor. Por no hablar de ese nunca reconocido éxito que supuso el hecho de que, gracias a su prestigio internacional, los Estados Unidos nos otorgasen la vitola de socio preferente situándonos en el podio del poder mundial de verdad. Una alianza trasatlántica que permitió la entrada de nuestras grandes multinacionales en el patio trasero de América, que abrió las puertas a la invasión de dinero yanqui aquí en España y que nos situó a la cabeza del crecimiento económico de Occidente. Aquellos años del tan malo-malísimo como fascista José María Aznar nuestro Producto Interior Bruto estiraba a tasas de entre el 4% los años malos y del 5% los buenos. Igualico que con el indocumentado patrañero

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que ahora mora en La Moncloa. La edad de oro de la España democrática empezó a irse al carajo por aquel infausto 11-M nunca del todo aclarado.

Aznar era un tipo respetado incluso por ese sui géneris Partido de los Socialistas Europe-os que, obviamente, no comulgaba con sus ideas. Pero sabían perfectamente que la palabra del castellano de Madrid iba a misa. No iba de listillo por la vida. Cosa que no ocurre con un Pedro Sánchez del que, como quiera que miente como un campeón intra y extramuros, todos salen corriendo en todos los centros de poder europeos, sea la Comisión, sea el Consejo o hablemos del todopoderoso Banco Central Europeo. Su fama de embustero compulsivo trasciende nuestras fronteras, lo cual no estaría nada mal si no fuera porque sus patrañas las acabamos pagando los 46 millones de españoles en forma de patada europea en nuestras posaderas.

La vergonzosa, patética y, sobre todo, falaz campaña de Iván Redondo y sus chicos del siempre gubernamental –antes era de Soraya, ahora de Sánchez– El País dando por hecha la elección de Nadia Calviño como presidenta del Eurogrupo demuestra bien que no entienden nada de nada, bien que son unos sinvergüenzas de tomo y lomo. Malo en cualquiera de las dos alternativas. Cualquiera que conozca cómo se mueven los hilos en Bruselas, Berlín y Fráncfort sabía que nuestra solvente vicepresidenta tenía las mismas posibilidades de ser jefa de los ministros de Finanzas de la zona euro que yo de ocupar la dirección de The New York Times. Básicamente porque, como me relata un viejo lobo comunitario, «de Sánchez no se fía nadie en Europa porque no cumple nada de lo que promete y miente más que habla».

Vender la piel de ese gran oso llamado Eurogrupo antes de cazarlo ha provocado un ridículo dentro de España que deja nuevamente a nuestro Gobierno a la altura del betún. Allende nuestras fronteras, no, conviene no olvidar que el Partido Popular Europeo, de largo el más poderoso del continente, no iba a respaldar a Calviño por mucho que nos parezca maravillosa. Que a mí, personalmente, me lo parece por expertise, por prepara-ción, por su perfectísimo dominio de las principales lenguas comunitarias y, sobre todo y por encima de todo, porque no es una dogmática ni una descerebrada podemita sino una socialdemócrata moderada. A

más, a más, cabe recordar que, en contra de la burra que nos vendió la Factoría de Trolas Redondo SL, Mer-kel nos apoyó de boquilla. Porque si bien es cierto que nos prometió su voto, no lo es menos que no movió un solo dedo, ni descolgó el teléfono, para recabar votos para nuestra mi-nistra de Economía. Hizo el equilibrio perfecto para tener contentos al SPD, sus socios de coalición, y a ese Par-tido Popular Europeo en el que está integrado la CDU desde tiempos in-memoriales.

Los muy memos de Moncloa, que de las cosas de Bruselas saben lo mismo que yo de Astrofísica, tampoco repararon en el pequeño gran detalle de que la Presidencia del Eurogrupo se resolvía por el auténticamente democrático sistema de «un hombre, un voto». Vamos, que daba igual que te diera una palmadita en la espalda el Eje Francoa-lemán de Merkel y Macron porque si se unían los pequeños, las posibilidades de resultar elegida oscilaban entre cero y ninguna, como así fue. La burra que nos vendieron fue

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muy gorda, tan gorda como el bofetón que se han llevado Sánchez y esos periodistas de cámara que van permanentemente provistos de anteojeras.

Lo antedicho respecto a las formas. El fondo es obvio: ¿cómo va a presidir el Eurogrupo un país miembro que tiene la economía hecha unos zorros y va a tener que ser rescatado, nos pongamos como nos pongamos o lo llamemos como lo llamemos? ¿Cómo va a man-dar en el Eurogrupo un Estado que se salta la disciplina fiscal, año sí, año también? ¿Cómo va a tener la vara de mando en el Eurogrupo una nación que tiene de vicepre-sidente a un espantapájaros sufragado por dos dictaduras condenadas por la UE, Vene-zuela e Irán? ¿Cómo van a permitir los denominados «frugales» de la UE, Países Bajos, Austria, Irlanda y un largo etcétera que ostente el poder en el Eurogrupo un Gobierno que apuesta por disparar el gasto público en lugar de reducirlo? ¿Cómo van a consentir los frugales pagar la orgía de dinero de El Chepas, su compañera sentimental, los golpistas catalanes y demás gentuza? ¿Cómo van a dar el plácet a un primer ministro que va a disparar hasta el infinito la carga fiscal mientras ellos bajan el IVA o estudian el IRPF? Al final salió ganador el irlandés Paschal Donohoe, que tiene el Impuesto de Sociedades en la mitad (12,5%) que España (25%).

También nos vendieron la averiadísima moto de que al menos la mitad del dinero que llegará de Bruselas-Fráncfort carecerá de condicionalidad. En resumidas cuentas, que nos lo darán por nuestra cara bonita. Ahora vemos las orejas al lobo y se adivina en lon-tananza el tan desgraciado para nosotros como lógico por parte de ellos hecho de que «el que gasta, paga». Las condiciones serán duras, entre otros motivos, porque nadie se fía de un Ejecutivo que acumula más muertos per cápita que nadie en el mundo, que nos ha convertido porcentualmente en subcampeones planetarios en contagios y que arrostra el deshonor de ser el número 1 en términos absolutos en sanitarios contagiados. La solución al enigma, el próximo sábado.

En fin, que mandamos y pintamos menos que nunca en Europa. Y eso al final redundará en una menor riqueza para los españoles y en que nos obliguen a estrenar un cinturón dos o tres tallas menor. Es lo que ocurre cuando tienes de presidente a un desahogado y de vicepresidente a un quinqui que, encima, son los tipos más indocumentados que han pasado por el Gobierno de España en 40 años de democracia. Lo cual debería invitar a pensarnos el voto setenta veces siete la próxima vez. Quien con niños se acuesta, mojado amanece. Como ha anticipado Sarkozy, los primeros ministros de la pandemia se irán por patas más pronto que tarde. Pero mientras ellos disfrutan de sus prebendas vitalicias o de sus cuentas offshore en el caso de Iglesias, a nosotros nos van a dar y me temo que muy fuerte. Ojalá me equivoque.

(LD)

aya por delante que a este escéptico juntaletras nunca le ha dado por las teorías conspirativas, sobre todo porque siempre ha estado convencido de que en las cosas humanas pesa mucho más la estupidez que la maldad. Por eso, en lo que concierne a la actual crisis sanitaria mundial, se inclina a suponer que se ha debido a un hecho natural, quizá facilitado por el ser humano por el inadecuado consumo de anima-les, o a una fuga de ese laboratorio virológico de Wuhan en el que se supone que trabajan con fines terapéuticos. Pero por una vez, y aunque sólo fuera por jugar un poco a los

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detectives, no queda más remedio que prestar atención a una serie de datos sorpren-dentes.

Por orden cronológico, en mayo de 2010 la Rockefeller Foundation y el Global Business Network organizaron unas jornadas de reflexión sobre posibles desafíos con los que quizá tuviera que enfrentarse la Humanidad en el futuro. Bajo el título Hipótesis sobre el futuro de la tecnología y el desarrollo internacional, intentaron imaginar los problemas a los que se enfrentarían los Gobiernos y otras instituciones ante terremotos, hambrunas y otras catástrofes naturales imprevisibles. Una de las hipótesis consistía en una pandemia planetaria provocada por un nuevo virus gripal que, transmitido a los humanos por gansos salvajes, contagiaría al 20% de la población mundial, dejando tras de sí ocho millones de muertos en siete me-ses. Para tal situación, se preveía confinar a la gente en sus casas e interrumpir el tráfico de personas y mercancías. El país que más eficaz-mente se enfrentaría a la crisis sanitaria sería China debido a su férrea cuarentena interior y a su aislamiento del exterior, lo que también le permitiría ser el primer país en recuperarse. Un hecho po-sitivo, según los participantes, es que todo el mundo aceptaría ser controlado y vigilado por sus respectivos Gobiernos para evitar el contagio, pues ante-pondrían la seguridad a su libertad y sus derechos.

Cinco años más tarde, en 2015, el celebérrimo magnate Bill Gates explicó en varias conferencias y entrevistas su temor de que el principal problema con el que la Humanidad tendría que enfrentarse en el futuro no sería una guerra atómica, ni terremotos ni meteoritos, sino una pandemia provocada por algún virus parecido al de la gripe. Ni fue el primero ni el último en explicar su preocupación por esta posibilidad. Los hechos le han dado la razón.

Cuatro años después, el 18 de octubre de 2019, tuvo lugar en Nueva York el denominado Event 201, organizado por el Johns Hopkins Center for Health Security, la Bill & Melinda Gates Foundation y el World Economic Forum. Se trató de una reunión en la que se hizo un simulacro de lo que sucedería si un virus desconocido hasta el momento, en concreto un coronavirus transmitido por animales, en este caso cerdos brasileños, provocara una pandemia de alcance planetario. ¡Dos meses antes de que el Gobierno chino diera noticia del primer contagiado por coronavirus conocido en Wuhan! ¡Menuda casualidad! Tanto como sentarse en el pajar y pincharse con la aguja.

Según explicaron los expertos allí reunidos, su misión era dar recomendaciones para combatir la pandemia en todos los frentes, no sólo el sanitario. Y para ello proponían una estrecha colaboración entre Gobiernos y compañías privadas para garantizar el suministro de medicamentos y mercancías, suspender internet con el fin de evitar infor-maciones falsas e inundar los medios con información emitida por los organismos adecuados. Concluyeron también que, siguiendo la estela de la ONU, el mundo debería dirigirse hacia una centralización en la toma de decisiones, por encima de los Gobiernos nacionales.

La idea no es precisamente nueva, ya que desde hace bastantes años se multiplican las voces que reclaman una disminución de la soberanía de los Estados para ponerla

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paula-tinamente en manos de un Gobierno mundial. Ejemplos recientes los han dado el expri-mer ministro británico Gordon Brown durante la reunión del G-20 el 26 de marzo pasado y el incombustible Henry Kissinger, que escribió en el Wall Street Journal el 3 de abril que «la pandemia del coronavirus alterará el orden mundial para siempre» porque cuando acabe «se percibirá que las instituciones de muchos países han fallado».

Junto a la centralización de funciones en un megagobierno, el otro elemento clave será el mayor control de las personas, tanto sus movimientos con la excusa de proteger su salud como sus compras con la doble excusa de evitar el fraude y, de nuevo, de proteger su salud evitando el contagio a través de monedas y billetes. Y todo ello a pesar de que parece demostrado que los billetes no retienen más el virus que las tarjetas de plástico y que no hay vínculo alguno entre los niveles de empleo de efectivo y los de economía sumergida. Más bien al contrario, pues el blanqueo de capitales es el terreno de las criptomonedas, los paraísos fiscales, las sociedades pantalla y las transacciones banca-rias, no el del dinero en metálico.

Un ejemplo local de esta tendencia ha sido la presentación por parte del Banco Sabadell de un sistema de pago consistente en un chip implantado bajo la piel mediante una inyección entre el pulgar y el índice, que permitiría pagar con la mano e incluso conver-tirse en la llave de casa. Y, por supuesto, la proposición del PSOE, ese incansable enemigo de la libertad, para Jeliminar gradualmente el pago en efectivo, con el horizonte de su desaparición definitiva».

Pero lo que se está desarrollando a nivel mundial es de bastante mayor alcance. Porque uno de los objetivos de la Agenda 2030 de la ONU es proveer de identidad legal a todos los habitantes del planeta, medida especialmente urgente para los mil millones de personas que carecen de ella por vivir en países caóticos, haber tenido que buscar refugio precipitadamente o ser exciudadanos de países desa-parecidos, como Yugoslavia. Para ello se ha puesto en marcha el pro-yecto denominado ID2020 (Identi-dad Digital 2020), presentado en la ONU en 2017 y en el World Economic Forum de Davos en 2019. Creado por la Rockefeller Foundation, Micro-soft y Gavi-The Vaccine Alliance, su objetivo es identificar a todos los seres humanos por encima de los registros de cada Estado y concentrando todos los da-tos personales: carné de identidad, de conducir, pasaporte, currículo laboral, tarjetas de crédito, cuentas bancarias, historias médicas y de vacunación, etc. Y para garantizar que sea personal, intransferible y permanente, se emplearán las huellas dactilares, el iris de los ojos y otros datos biométricos.

Con todos estos datos y algunos otros inventados o salidos de madre, en los últimos meses se han multiplicado las acusaciones a magnates como Bill Gates de ser los dirigentes de una conspiración maquiavélica para instaurar en el mundo algo parecido a un Gobierno en la sombra. Pero, al margen de obsesiones conspirativas, a algunos mal-pensados nos da por imaginar que la combinación entre un Gobierno planetario y la tecnología moderna conseguirá una pesadilla totalitaria que ni en sus más húmedos sueños pudo imaginar ni el más dictatorial de los dictadores ni el más absoluto de los reyes absolutos. ¿Tan extravagante es sospechar que se podría llegar a penalizar a quien

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se negara a llevar consigo aparatos que permitan su rastreo y control? ¿Tan difícil es suponer que las represalias podrían ser económicas (impedir comprar), penales (tipificación de un nuevo delito de desobediencia) o políticas (ser señalado como opositor al régimen)? Y esto no es imaginación calenturienta: China acaba de implantar el llamado «sistema de crédito social», consistente en la vigilancia del comportamiento de los ciuda-danos mediante cámaras de reconocimiento facial para que, según su puntuación, pue-dan obtener, por ejemplo, préstamos o permisos para viajar.

Finalmente, el pasado 26 de marzo, en plena pandemia, la Microsoft de Bill Gates registró en la World International Property Organization la patente de un sistema de criptomo-neda que utiliza datos de actividad corporal, signifique eso lo que signifique. Y aquí viene el dato que aproxima toda esta confusión al argumento de una novela de suspense, porque el número de dicha patente es el 2020/060606. ¿Casualidad? ¿Dato irrelevante? ¿Humor negro?

Porque a este racional y escéptico juntaletras le ha dado por recordar, a pesar de sus escasas lecturas bíblicas, aquello que San Juan escribió hace dos milenios:

Fuele dado infundir espíritu en la imagen de la bestia para que hablase la imagen e hiciese morir a cuantos no se postrasen ante la imagen de la bestia, e hizo que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos, se les imprimiese una marca en la mano derecha y en la frente, y que nadie pudiese comprar o vender sino el que tuviera la marca, el nombre de la bestia o el número de su nombre. Aquí está la sabiduría. El que tenga inteli-gencia calcule el número de la bestia, porque es número de hombre. Su número es seis-cientos sesenta y seis. (Apocalipsis 13, 15-18).

¿Habrá llegado el momento en el que hasta los hombres de poca fe tengamos que empezar a tomarnos en serio las profecías bíblicas?

(El Manifiesto)

ntonio Maestre, destacado «pensador» de la neoizquierda comunisto-libertaria, ha publicado en elDiario.es un artículo titulado «El sujeto político revolucionario es una niña trans». En él, discutiendo con sus amigos marxistas de viejo cuño, deja las cosas muy claras sobre la

visión del mundo (del no-mundo, mejor dicho) que esta gente per-sigue.

Transcribo manteniendo la sintaxis y la puntuación. Los subrayados son míos:

Si de verdad el marxismo es tu guía no intentas modular el sujeto político revolucionario, simplemente trabajas con el que tu época te ha dado. No

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sujeto político está mitificado y no se corresponde con su capacidad performativa [sic] en la actualidad. El ecosocialismo y el feminismo, y no el trans excluyente, sino el que se abraza junto a las trans en una pancarta, es el movimiento conjunto que tiene capacidad disruptora [resic] en 2020 para dar solución a los problemas de la clase trabajadora. Asúmanlo o échense a un lado, el sujeto político revolucionario de nuestros días es Greta

Thunberg entrelazando los brazos con una adolescente feminista y una trans de 10 años.

Un marxista se pondría detrás.

Más claro, agua. Olvidadas quedan las luchas obreras. Olvidadas las injusticias y desigualdades. Olvidada (usemos su jerga) «la capacidad performativa» del capitalismo y de la lucha en contra de él. Olvidada la fealdad imperante en un mundo carente (como dice el filósofo coreano-alemán Byung Chul-Han) de símbolos y ritos. Pero no, esto último ni siquiera está olvidado: nunca lo hicieron suyo; es lo que les encanta y promueven to-dos. Tanto los neomarxistas transexualistas como los marxistas a la antigua usanza, sin olvidar por supuesto el conjunto de la derecha liberal y conservadora.

Limitémonos, sin embargo, a los neomarxistas trans: son los que tienen el viento en po-pa. Cuando el delirio llega a tales extremos; cuando la clase revolucionaria deja de ser el proletariado, siendo éste sustituido por los transexuales (y mejor si son niños); cuando los transexuales se convierten en vanguardia y faro de la Humanidad (ahí siguen con la maldita idea marxista de buscar una clase revolucionaria); cuando, como lógica conse-cuencia de todo ello, la «dictadura del proletariado» es sustituida (aún no lo dicen, pero pronto lo dirán) por la «dictadura trans» y demás elementos LGTBQ; cuando todo ello ocurre, son los resortes antropológicos más elementales del hombre individual y del colectivo los que se encuentran amenazados de muerte. Lo que semejantes neobárbaros ponen en jaque son los principios más sencillos sobre cuya base se alza desde hace va-rios miles de años una cosa denominada Humanidad y una cosa denominada Civilización. Sólo cabe esperar que los integrantes de la Humanidad y de la Civilización sepan hacer frente a esta amenaza mortal. Igual sucede que, al llevar la abyección a tan desaforados extremos, les sale el tiro por la culata y logran que humanos y civilizados despierten por fin.

(ReL)

Los LGBT, que quede claro, no representan a la mayor parte de los homosexuales»: lo afirma Mario Ravetto Flugy, él mismo homosexual, al criticar la ley italiana que introduce la «orientación sexual» y la «identidad de género» como agravantes en delitos ya existentes, y sanciona la difusión de ideas que se consideren generadoras de discriminación por esos motivos. Las penas oscilan desde los 6.000 euros de multa a la prisión de 1 a 6 años. Es la conocida como Ley Zan, porque la promueve el activista gay y miembro de la Cámara de Diputados Alessandro Zan, quien la presenta como «anti homo-transfobia».

Mario nunca ocultó su homosexualidad en su círculo más íntimo de familiares y amigos. Tampoco la escondió en los grupos políticos en los que ha militado: Movimiento Social Italiano, Alianza Nacional y ahora los Fratelli d'Italia, de cuya asamblea nacional forma

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parte. Es el partido de Giorgia Meloni, una figura al alza que comparte con Matteo Salvini el discurso de la derecha transalpina.

«Cansados de la intolerancia talibán» del lobby gay

Pero no la hizo pública hasta 2016, para denunciar la ley Cirinnà que abrió camino a la unión civil entre personas del mismo sexo: «Siempre he creído que las inclinaciones sexuales y afectivas no pueden ser ni objeto ni sujeto de debate público, y menos aún elemento constitutivo de categorías sociales». Por ello se opuso entonces y se opone ahora a la consideración «de los

ho-mosexuales como categoría social». Ya entonces se rebelaba contra el lobby gay y su creciente y despótico poder: «Estoy cansado, estamos cansados de la intolerancia talibán, yihadista, brigadista de personas y grupos organizados que persiguen a heterosexuales y homosexuales que no piensan como ellos».

Buscan «intimidar» al disidente

Con ocasión de la ley Zan, Ravetto insiste en denunciar de nuevo la «enorme con-tradicción» de decir que se quiere la igualdad, y sin embargo imponer «legislaciones especiales» con las cuales «la homosexualidad es una categoría protegida, incluso privi-legiada»: «No estamos ante ciudadanos como los demás, sino por encima de los demás», apunta en una entrevista que le hace Manuela Antonacci para el portal ProVita & Famiglia. Y añade que el proyecto de ley es inconstitucional porque limita la libertad de opinión.

Y, sobre todo, se pregunta: ¿por qué todo esto, si los delitos de violencia y acoso ya están debidamente tipificados y protegen a cualquiera que pueda sentirse agredido por su tendencia sexual? «Temo», explica Ravetto, «que la minoría organizada e intolerante representada por la “oficialidad” LGBT quiere intimidar a quien rechaza aceptar su pensamiento único».

«Nosotros, los homosexuales», añade, «somos ciudadanos como los demás, y luego hay una minoría organizada que, más allá del deseo que declaran de ser ciudadanos como todos los demás, en realidad quieren constituirse en una clase social privilegiada, prote-gida del disenso de otros mediante la prohibición y las penas».

Contra padres y feministas

Y anticipa en la entrevista que, si el Tribunal Constitucional no tumba la ley, pedirán un referendo abrogatorio, como permite la Constitución italiana. Está seguro de ganarlo por el apoyo de las familias: «He notado una grandísima preocupación en los padres, que empiezan a tener miedo». Miedo, no a que su hijo experimente atracción por el mismo sexo, sino al «condicionamiento»: que adopten una vida homosexual «por el constante martilleo pseudocultural en la escuela y en todo lugar y ámbito de la vida social, y eso los padres no están dispuestos a tolerarlo».

Ravetto comprende también la reacción de Arcilesbica, la organización de lesbianas más potente en Italia, contra el lobby trans: un enfrentamiento similar al que ha tenido lugar en España. Las feministas consideran que la ideología de género, al destruir el concepto

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de mujer, deja sin sentido todas sus luchas: «Se han sentido defraudadas como mujeres y como mujeres homosexuales» por las actuaciones del lobby LGBT «a nivel planetario». Casta privilegiada

«Seamos muy claros», continúa Mario, «la nueva batalla de los LGBT es ¡imponer la sexualidad!». No les basta con la «aceptación pacífica», sino que «pretenden que la homosexualidad no sea criticable y, si lo es, que se castigue con terribles sanciones… Temo que esta prepotencia pueda terminar provocando realmente intolerancia hacia los homosexuales, una intolerancia que en este país sustancialmente no se conoce desde hace muchas décadas. Si eso sucediese, la responsabilidad habrá que imputársela enteramente al lobby LGBT, que con su intolerancia agresiva está ahuyentando a la gente… ¡Fíjese, con esta ley yo mismo podría ser querellado por homófobo! Esto es cómico».

Y remata su juicio sobre la ley: «Las agravantes por ser homosexual, o transexual o transgénero contradicen, una vez más, el supuesto deseo de igualdad y normalidad, y proclaman la voluntad fanática por parte del lobby LGBT de crear una nueva casta de privilegiados intocables».

(OKdiario)

edro Sánchez ha vendido la equiparación salarial de la Policía Nacional y Guardia Civil como un gran logro. Lo ha hecho pese a que el acuerdo base procedía del último Gobierno del PP. Pero, además, lo cierto es que la equiparación de sus remuneraciones con el resto de cuerpos policiales no es tal: ni los complementos, ni pagas extra, ni asistencias a juicios, ni condiciones de jubilación se igualan con los poli-cías autonómicos.

La sorpresa más sangrante se la llevarán los agentes en segunda actividad o en la reser-va. Se trata de policías que pasan a esta situación por voluntad, exigencias o por deter-minados problemas y, pese a ello, son los mayores perjudicados por la falsa equipa-ración, como señalan desde el sindica-to policial Jupol.

«A partir de los 55 años y 58 años [dependiendo de la antigüedad de los policías] los agentes pueden elegir pasar a segunda actividad. Puede ser por motivos psicofísicos. Y lo cierto es que sus complementos no serán equi-parados», destacan desde el sindicato policial. Es más, «había 100 millones de euros previstos para que quienes quisieran y pudieran volver a la prime-ra actividad, lo hicieprime-ran. Y nadie sabe qué ha pasado con eso».

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Pero no se trata de los únicos puntos en los que la equiparación de Pedro Sánchez se ha convertido en un acto de tacañería. «Los gastos producidos por la asistencia a juicios tampoco se remuneran, y la policía autonómica tiene un complemento por esos actos», destacan desde Jupol.

Es más: «Las pagas extra y los servicios extraordinarios también se quedan fuera del plan de equiparación», subrayan desde el sindicato policial.

El resultado es descriptible: «Incluso con la equiparación diseñada a pleno rendimiento, los agentes nacionales siguen perdiendo entre 200 y 300 euros al mes con respecto a un mosso», concluye Jupol.

El sindicato subraya la gravedad de que el diseño de la equiparación «deje en el olvido a todos los compañeros de segunda actividad y en la reserva, muchos de ellos artífices de los años más duros de la lucha antiterrorista», porque son precisamente los agentes con más experiencia y años en el cuerpo. El plan de equiparación procede directamente del Gobierno y las Direcciones Generales de la Guardia Civil y la Policía Nacional. Se trata de un esquema que, según el presidente de JUSAPOL, Miguel Ángel Gómez, «para nada corresponde con una equiparación real, y deja fuera a muchos compañeros».

Desde JUSAPOL, JUPOL y JUCIL se ha denunciado ya que con este acuerdo «se deja en la estacada a todos los compañeros de segunda actividad y en reserva, y para los com-pañeros en activo no supone una equiparación económica real con las policías autonó-micas».

Para JUSAPOL, JUPOL y JUCIL, «el único porcentaje por el que tenemos que luchar es por el de la diferencia que existen entre las nóminas de las policías autonómicas con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado». Los dirigentes de estas entidades han insistido ya en diversas

oca-siones en «la necesidad de continuar luchando por lograr una equiparación salarial real y efectiva de la Policía Na-cional y de la Guardia Civil con las policías autonómicas» y han reiterado que «se van a poner en marcha todas las medidas de presión, judiciales y reivindicativas necesarias para que el Gobierno corrija su postura y ponga en marcha esta equiparación real de las

Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado con las policías autonómicas». «Esperar un poco más»

Para colmo, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se ha mostrado parti-dario este pasado lunes de esperar «todavía un poco más» para conseguir un acuerdo en torno al reparto de los 247 millones del tercer y último tramo del acuerdo de equiparación salarial en la Policía Nacional y la Guardia Civil, aunque ha asegurado que «será pronto cuando todos los policías nacionales y todos los guardias civiles tengan en sus nóminas ese tercer tramo materializado».

Marlaska asegura que el método de trabajo para cerrar el acuerdo «está ya señalado» a partir de ahora a través de la Secretaría de Estado de Seguridad con el director general

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de la Policía Nacional, Francisco Pardo, y la directora general de la Guardia Civil, María Gámez. Y ha incidido en que «lo importante» es que se haya podido aprobar sin presupuestos este tercer tramo, «con lo cual cumplimos el acuerdo de equiparación salarial, que no ha sido nada fácil».

No se trata del primer retraso. El ministro rechazó el pasado 23 de abril, durante su

comparecencia en la Comisión de Interior del Congreso, el pago de ese tercer tramo del acuerdo de equiparación salarial a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Marlaska lo supeditó a los acuerdos para la «reconstrucción social y económica» por la pandemia del coronavirus, que actualmente se debaten en la Cámara baja.

El ministro, sin embargo, cambió de criterio, justo cuando necesitaba aplacar las críticas de la Benemérita tras la destitución del coronel Diego Pérez de los Cobos como jefe de la Comandancia de Madrid y la dimisión del teniente general Laurentino Ceña como director adjunto operativo del Cuerpo (DAO) a causa del escándalo de la intromisión oficial del Gobierno en la instrucción judicial por haber permitido la manifestación femi-nista del 8M en medio de las alertas por el coronavirus.

Por sorpresa, Marlaska aprovechó una rueda de prensa tras un Consejo de Ministros a finales del pasado mes de mayo para anunciar la aprobación del tercer pago, con un total de 247 millones de euros destinados al incremento de las nóminas de los agentes. El abono, que se hará efectivo con efecto retroactivo a 1 de enero de 2020, llegaría, así, en el mejor de los casos, con más de cinco meses de retraso. Y de forma parcial.

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