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"El Malentendido En Los Lazos Familiares."

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"El Malentendido En Los Lazos Familiares."

(*) Jornada De Carteles. Efba. 2011

Liliana Lamovsky

Suelo leer en los diarios, artículos sobre el tema de la crisis en la pareja, sus motivos y la propuesta terapéutica para su resolución.

Extraigo, como muestra, algunos párrafos de un artículo del diario La Nación.

“Las consultas al psicoterapeuta son cada vez más frecuentes. ¿Por qué consultan las parejas? "Los principales motivos son las dificultades en la comunicación y para llegar a acuerdos para que la vida en pareja sea factible”

"Los conflictos relacionados con el amor aparecen en la relación de pareja por una dificultad de comunicación. Esta es la principal causa de divorcio. Las penas afectivas pueden ser el resultado de malentendidos debidos a la manera de dirigirse hacia la otra persona o por la forma de verbalizar los problema.”

Me detengo en especial en los conceptos de comunicación y malentendido.

Se trata de pensar porqué aquello que debería servir para comunicarnos y entendernos nos conduce de lleno al malentendido.

El malentendido no es un déficit de comunicación que pueda ser corregido con más diálogo. Para el psicoanálisis, desde Freud y Lacan, no hay entendimiento a través de la comunicación entre los seres hablantes así como no hay objeto predeterminado y adecuado para la pulsión, ni proporción sexual entre un hombre y una mujer.

Las parejas viven en el malentendido, nacen con él, se relacionan con él y también lo transmiten a las nuevas generaciones.

El malentendido entre los seres hablantes no es accidental sino estructural, es decir que es intrínseco a la comunicación. Hay una inadecuación del lenguaje, por eso, el solo hecho de usar el lenguaje lleva al equívoco.

El parletre es equívoco, equivocidad constitutiva de todas las lenguas, y en ese sentido es malentendido y está en falta.

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no malentenderse al hablar. Además, de una dimensión de sin sentido que el lenguaje incluye. Desde el momento en que el sujeto dispone del significante hay que entenderse y por eso no hay quien se entienda, es decir que el malentendido agujerea el buen entendimiento.

El inconciente domina al ser hablante e irrumpe para hacerse oir. Otro habla en el sujeto y lo hace tropezar en lapsus, actos fallidos, olvidos o sumergirse en el mundo de los sueños. El inconciente quiebra el sentido produciendo en el malentendido un efecto de verdad. Lo que es tomado como error por el sujeto, los analistas lo leemos como equívoco. A diferencia de los psicoterapeutas que trabajan con la comunicación, nos servimos del malentendido que

consideramos un equívoco sobre el sentido.

El discurso del sujeto siempre dice más de lo que dice y ese mas allá de lo que enuncia es lo que el psicoanalista recorta con su escucha, investigando los contenidos inconcientes donde se sitúa el verdadero deseo del sujeto.

El malentendido es la marca de que no hay soldadura entre lo que se dice y lo que se quiere decir. Por eso, muchas veces los mensajes son ambiguos. La comedia de enredos, que tanto hace reir, es el campo preferido del malentendido.

Entonces, la propuesta psicoanalítica no es que la pareja dialogue más para comprenderse el uno al otro ni es intercambiar argumentos ya harto repetidos.

El encuentro con el otro será a través de la ambigüedad que la palabra instaura : el

malentendido viene a otorgar algún significado para cubrir eso que falta, velos que revelan aquello que no hay, palabras que comunican lo reprimido primordial : sexualidad y muerte. Los analistas nos proponemos alojar el malentendido para ir al encuentro con lo nuevo, y así, introducir la diferencia y lo singular que cada sujeto aporta a la construcción de la relación amorosa. Para tal fin, es necesario romper con la repetición de sentidos bien comprendidos y hacer lugar al equívoco.

El malentendido es esencialmente necesario ya que introduce el novedoso encuentro con la diferencia en el otro y en uno mismo. La discriminación entre los parteners, en un enfrente y diferente, promueve lazos de mayor complejidad y riqueza. Para entender (y no “entenderse”) es necesario soportar el malentendido estructural. Así se podrá llegar a un punto de partida, en que los sujetos puedan preguntarse “¿qué he hecho yo para merecer esto?” Dicho de otra manera, que cada uno se implique con su nivel de responsabilidad en la conformación del lazo que los une.

El trabajo con una pareja, en psicoanálisis, se centra en la renuncia a los ideales imposibles para poder disfrutar del placer de lo posible, de lo que hay entre dos.

Lleva a que la pareja se reelija desde otro lugar, renovando el deseo y el goce que los convoca, sabiendo que los acuerdos inconcientes que la sostuvieron se han quebrado y tendrían que renovarse o no podrán volver a elegirse.

Más que un problema de comunicación, de lo que se trata entre dos sujetos es de como se enlazan y desenlazan el amor, el deseo y el goce de cada uno en la relación con el otro. En una primera época de la enseñanza de Lacan, el malentendido habita en la estructura misma del significante. Ubica el malentendido como propio de lo simbólico en la medida en

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que es producido por la ambigüedad del significante en el inconciente.

La sede conceptual del malentendido familiar en ese momento es el orden simbólico, el lenguaje, como discurso del Otro. Entonces, para el ser hablante no hay El Sentido universal, unívoco.

La articulación significante introduce en las relaciones humanas una dificultad esencial, el malentendido

Mas adelante, sobre todo, a partir del seminario Encore, Lacan trabajó sobre el desencuentro entre los goces.

¿A qué nos referimos cuando hablamos de desencuentro entre los sexos?

La sexualidad es traumática y Freud da cuenta de ello en “Tres ensayos para una teoría sexual”: no hay objeto predeterminado para el sujeto hablante, puede ser cualquiera hasta que en determinado momento se fija.

En los humanos, no existe un instinto natural, como en los animales, que le indique al sujeto cuál es su partener adecuado. El compañero que se ajusta como la llave a la cerradura, falta sin remedio. Pero el sujeto no quiere saber nada de esta verdad y prefiere culpar al otro de su carencia. El amor contribuye a sostener la ilusión de que la complementariedad en la pareja es posible, que de dos hacemos uno, que existe nuestra media naranja. Estas fantasías forman parte del imaginario humano.

El lazo de pareja nace enajenado de aquello que lo funda, el enamoramiento que instala un velamiento imaginario que exalta las semejanzas y esconde las diferencias.

En verdad, las relaciones amorosas entre los sujetos son mucho más complejas, nunca son complementarias y el amor acude, justamente allí, en ese punto de discordancia entre lo que se demanda al otro y lo que se obtiene de él.

El malentendido amoroso está al servicio de sostener dicha ilusión de completud.

Con el tiempo, ese velo no se sostiene e irrumpe con toda crudeza lo que ha sido desmentido del otro. Momento de descubrimiento de que entre lo buscado y lo encontrado siempre hay una brecha. Lo buscado está contenido en las fantasías inconcientes del sujeto que espera mucho más de lo que lo real puede ofrecer. Momento de dolor y desconcierto frente a la

alteridad del partener. El otro tiene un aspecto de ajenidad que siempre se nos escapa y en su opacidad genera cierta inquietud propia del desconocimiento radical.

En el enamoramiento, el partener es llamado a ocupar el lugar del ideal y en la medida en que no lo satisface, produce odio y reproches. Este suele ser un momento crítico en el cual

muchas parejas consultan.

A qué se refiere Lacan en “El saber del psicoanalista” cuando dice que en el ser hablante no hay relación sexual?

No hay complementariedad entre los sexos significa que no hay relación adecuada entre el goce sexual esperado y el obtenido. Los humanos soñamos con una plenitud de goce imposible de encontrar. Tampoco hay proporción entre el goce de uno y el goce del otro, porque un hombre y una mujer no tienen la misma forma de gozar. No hay, entonces, diálogo del goce de uno con el goce del otro. Hay disparidad de goce. El goce sexual no conviene a la

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relación sexual porque en cuanto tal es Uno y no establece ninguna relación con el Otro. Hay malentendido. El encuentro es contingente. Hay un cierto prestarse de ambos lados pero que no hace el todo, el Uno.

Por eso, siempre habrá algo que no anda entre los seres hablantes y cada sujeto,

acompañado del bagaje que porta de aquello que le transmitieron sus antecesores y lo que toma de la cultura que lo atraviesa, inventa su particular relación al sexo, de lo que resulta una gran variedad.

Los distintos modos de gozar de los hombres y las mujeres hacen al enigma de la diferencia sexual. En la relación entre un hombre y una mujer siempre hay algo que cojea, algún fracaso, alguna falla, algo que dice “eso no va”. La relación amorosa suple este desencuentro

estructural de los sexos, asegurando un enlace entre los sujetos.

El malentendido familiar

Lacan privilegió el tema de la transmisión en la familia. En Dos Notas sobre el Niño, habla de la transmisión de un resto irreductible que tomará dos formas que no se excluyen entre si : la transmisión de un deseo que no sea anónimo y la transmisión del malentendido.

Mientras que en 1938, en Los Complejos Familiares, Lacan pensaba la familia como lugar de transmisión de una estructura significante que se manifiesta por la alianza y filiaciones de parentesco, en 1969, en Dos Notas sobre el Niño no hablará de la familia como tal sino del nombre de un deseo que no sea anónimo como determinante de la constitución subjetiva. Lo que humaniza un cuerpo es el sujeto del inconciente que hace a lo singular de cada uno. De este modo, la madre es el lugar ocupado por un deseo que deja sus marcas en el niño, en el interés particularizado por sus cuidados y el padre es el lugar simbólico designado por un nombre que singulariza a un sujeto.

Lacan radicaliza su posición al ubicar que la producción de un cuerpo hablante es efecto de la transmisión de un malentendido. En Palabras sobre la Histeria, (26 de febrero de 1977) nos propone un sujeto que se presenta como un cuerpo hablante, es decir un cuerpo anudado a la palabra que “no puede tener éxito en reproducirse sino por una pifiada, es decir gracias a un malentendido de su goce”.

En el año 1980, en la clase El Malentendido del seminario Momento de Concluir, Lacan ubica la familia como malentendido simbólico, dándole al psicoanálisis el destino de “explotar el malentendido” en el que nace un sujeto. Es decir que la familia como principio simbólico

adviene al lugar del sentido en el que el sujeto construye su novela familiar. Pero, existiendo el malentendido, el sentido se revelará en las coordenadas del fantasma, en su sobreentendido. Así, la cuestión que se le plantea al psicoanálisis es como alcanzar un real a partir del sentido fantasmático en que queda atrapado un sujeto.

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manera singular en cada uno.

Lacan plantea respecto de la familia, la transmisión de un resto irreductible lo que implica deducir que esa transmisión deja marcas. Esas marcas se ubican entre lo que Lacan llama significantes del deseo y los signos del goce. La familia es el lugar donde se intenta instituir la regulación de los goces para un sujeto, lo que indica que es en el seno de la misma donde se elaboran las condiciones determinantes de la elección de objeto.

Sin embargo, aquello que la familia tiene de irreductible para un sujeto, aquello que no puede decirse, no porque sea un secreto sino como imposibilidad real de simbolizarse, es lo que ubicaría el síntoma como resto.

En los lazos familiares se reproduce la no complementariedad entre los parletres, lo que equivale a que entre dos significantes no hay recubrimiento de significación sino siempre discordancia, tampoco, hay complementariedad entre los goces.

En L`insu, Lacan comenta que los analizantes hablan mucho de su familia porque es el lugar donde cada cual adquiere lalangue, la lengua materna, sede de todos los equívocos posibles, lo que implica que cada uno tenga que encontrar su modo de arreglárselas con esa relación a la lengua que será verdaderamente traumática para el sujeto.

De esta manera, Lacan plantea que la transmisión de un cuerpo hablante es efecto de un malentendido y que ese malentendido que se transmite es la lengua. Esta se vehiculiza a través del discurso de los padres, que al decir de Lacan son “dos hablantes que no hablan la misma lengua, dos que no se escuchan hablar. Dos que no se entienden, sin mas.” ( clase El Malentendido del seminario Momento de Concluir), y además, como si esto fuera poco, se desencuentran entre sus goces, el de ese hombre y esa mujer, que se sitúan en el centro de la familia.

En la familia hay un orden de transmisión simbólica y otro orden que es la transmisión de un resto o desencaje entre los goces que es lo que nos vincula con lo real por excelencia, la no relación sexual.

Uno de los modos de abordaje de la familia es sirviéndonos del malentendido, siempre un equívoco sobre el sentido.

Desde esta perspectiva, será un tratamiento sobre el malentendido estructural y el modo de mal-entenderlo o sobreentenderlo.

En las entrevistas familiares se construye una verdad histórica perdida en un proceso de reescritura.

El sujeto ha sido hablado por ese lenguaje que lo preexiste y lo determina, transmitido en los decires de sus padres y antecesores, transformándose en lo que un significante puede representar para otro significante.

Todo sujeto se construye un malentendido particular y privado respecto de la falta de objeto adecuado a la pulsión, la sexualidad infantil, la trama edípica, la asunción de la castración, etc. La familia está unida esencialmente por un secreto, por un “de eso no se habla” que es

siempre un secreto sobre el goce, de qué gozan el padre y la madre.

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El análisis intenta malentender los sobreentendidos familiares, yendo del sobreentendido al malentendido.

Un malentendido en el discurso familiar puede no sólo ser iluminado sino, en cierto sentido, superado, abandonado, hecho caer, ubicando el poco-de-sentido que lo habita y quizás, produciendo un paso hacia una invención o un uso inédito del sentido.

Los sobreentendidos están al servicio de velar la castración por pura aspiración al Todo. Dijimos antes que el amor contribuye a sostener la ilusión de complementariedad. Todos los sobreentendidos que circulan en una familia, apuntando a justificar el desencuentro de sus integrantes, están al servicio del malentendido que intenta sostener esa ilusión.

La familia y el amor pueden leerse, entonces, como intentos de respuesta al desencuentro entre los sexos, a la imposibilidad de inscribir la relación sexual.

A causa del significante, no hay complementariedad entre los sexos ni una proporción significante entre hombre y mujer. Tampoco la hay a nivel del goce.

La familia se construye en base a una historia de malentendidos y tomará distintas formas según la época y lo que ésta ofrezca como respuesta a lo imposible de escribir, la relación sexual.

Pero en la actualidad, es frecuente encontrarse con desentendidos.

Me refiero a que es cada vez mas frecuente observar la disolución o ausencia de lazos, desentendimiento del malentendido.

Los sujetos se desentienden del Otro y se sobreentienden con su goce en soledad, quedando librados así a un goce sin sentido, excesivo que no regulado por el lazo social, empuja hacia la muerte en sus diversas formas. El principio del placer no refrena el goce. El empuje de la pulsión avanza hacia la muerte del Otro y también como consecuencia a la muerte del semejante.

La violencia familiar es frecuente en los tiempos que corren. Pensamos que cuando faltan los lazos y por lo tanto no hay malentendido ni mediación simbólica, se ejerce la violencia, que da cuenta de la irrupción de lo real en lo imaginario desligado de lo simbólico.

El sujeto se desentiende del Otro, del malentendido que implica su confrontación con él y se sobreentiende con su goce en soledad, sin lazo con el Otro y sin hacerse responsable de sus efectos segregativos.

Entonces, es preferible malentenderse. Malentenderse pero para no desentenderse. El malentendido es esencialmente necesario al introducir el novedoso encuentro con la diferencia.

Alojar el malentendido da lugar al equívoco y al encuentro con lo nuevo. Implica, además, tocar el punto donde el sentido se fuga respecto al sentido-sinsentido ya que rompe con la repetición del sentido siempre bien comprendido e introduce la diferencia y lo singular del sujeto.

Por eso, los psicoanalistas, trabajamos el sobreentendido con que la familia intenta resolver el malentendido entre los sexos. También, intervenimos sobre el desentendido que aporta, por la

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vía de la segregación, a la forclusión de la diferencia en la civilización actual. **********************

BIBLIOGRAFIA

Freud, S.: Tres Ensayos para una Teoría Sexual. Lacan, J.:

-Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis. Escritos 1. -Seminario 20

-Seminario 24 -Seminario 25

-Dos notas sobre el niño. -Los complejos familiares. -Palabras sobre la histeria -El saber del psicoanalista

Referencias

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