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El conocimiento del valor: teoría de los valores a mediados del siglo XX

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EL CONOCIMIENTO

DEL VALOR:

TEORíA

DE LOS VALORES

A MEDIADOS

DEL SIGLO XX

Este estudio es un resumensobre el estadopresentede la discusión en tomo al conocimientode los valores. Si los valorespueden ser conocidoso no pue-den serlo,es el tema fundamentalde la axíología, es un problema que surgió con Kant y su dicotomía entre el mundo fenoménicoy el mundo nouménico, al segundo de los cuales se atribuye valor. Puesto que la razón teórica se podía aplicar legítimamentesólo al reino fenoménico,resultabaque el reino del valor quedaba privado de estructura lógica; y, aSÍ,lo que había constituido antesuna cuestióndemasiadoseria --el conocimientodel bien- se convirtió entoncesen un problema profundo y casi desesperadoen la nueva terminolo-gía de la teoría de los valores. Kant usa continuamentela palabra «valor"sin ni siquiera definirla; y en la base de su teoría radica el principio de su indefi-nibilidad; pues el valor se funda en la idea de la libertad, la cual es parte del reino nournéníco y, por lo tanto, la teoría no puede tener accesoa ella. Antes de Kant había habido pocas dudas respectode si el bien puede ser conocido; es más, menosduda que la que pudiera haber respectode la cognoscibilidad de los hechos. Todavía en 1695 Locke! dudaba de que pudiera haber una ciencia de la naturaleza -a pesar de la obra del "incomparable señor Newton"-, pero nunca dudó de que pudiera haber una ciencia de la moral, tan cierta como la matemática. Con eso no hacía sino expresarun criterio que desde Platón estaba firmemente anclado en la filosofía.

Sin embargo,Kant tuvo buen fundamentopara su dicotomía. El cono-cimiento del valor es básicamentediferente del conocono-cimientode los hechos, por la simple razón de que los valoresson fundamentalmentediferentesde los hechos. Con todo, no hay duda entre los hombres-excepto los adictos radi-cales al positivismológico-, de que valoramosy de que los juicios de valor, como por ejemplo,«engañares malo", tienenalguna significaci6n, significan algo. Entonces la cuestión consiste en preguntamos: ¿qué significan tales juicios de valor? Y, en un plano todavía más fundamental: ¿qué significa que ellos signifiquen? ¿Qué clase de significacióntienen? ¿Refiérensea algo así como un reino de valores, o no se refieren a nada? Y en el caso de la última hipótesis, ¿cuál sería la significación que posiblementeles cupiese? ¿Serían meramenteruidos hechos por la gentepara expresarsus actitudesde agradoy de desagrado,y, por ende,sujetosmás bien a la psicología que a la

1Véase la Bibliografía al fin del artículo. [105]

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filosofía, al modo de los símbolos de los ensueñoso de las

expresionespsícoso-mátícas, como el hipo o las eyaculaciones? ¿Son funciones relativas a la si-tuación y pertenecen, por10tanto, a la sociología y a la antropología, al igual que las fórmulas mágicas y las manifestaciones ceremoniales? ¿O son, en cambio, una especie de expresiones o proposiciones no referenciales, como le sucede a las proposiciones de la matemática o de la lógica, las cuales, aunque no se refieren a nada, son, sin embargo, aplicables a todo -tal cual y como lo suponían Platón y Locke, pero no Kant? Todas estastesishantenidoy tienen representantes: la primera -la tesis ontológica de un reino de valores- es la predominante en la Europa Continental, en Hispanoamérica y en Asia; la se~ gunda -la opinión de que los juicios de valor son manifestaciones psicológi-cas o situacionales- es la que prepondera en Inglaterra y eri los Estados Unidos; y la tercera posición -de una validez formal y universal dejuicios de valor- es sostenida por algunos pensadores en Europa y en las Américas.

Desde luego, la razón de esa variedad azorante de opiniones sobre el valor consiste en que nadie sabe efectivamente lo que los valores sean. Si los va-lores fuesen una parte del mundo sensible, la ciencia natural daría cuenta de ellos-y algunos filósofos resuelven esteproblema diciendo simplementeque los valores pertenecen a los hechos de experiencia y que la ciencia natural puede explicarlos. Pero otros autores sostienen con igual convicción que los valores no son hechos de experiencia externa, y que, por consiguiente, las cien-cias de la naturaleza no se aplican a ellos. Esto no significa en modo alguno que no haya ninguna ciencia que se dedique al conocimiento de los valores. Tampoco los números pertenecen al mundo sensible, y, sin embargo, nadie se atrevería a sostener que cuando decimos"a?

=

1" con ello expresamos mera-mente una emoción o una fórmula mágica, pues 10que con ello expresamos es una fórmula matemática. La dificultad con la axiología consiste en que no poseemos un sistema dentro del cual los juicios de valor encuentren pro-piamente su respectivo lugar, como, por ejemplo, sucede con los juicios mate-máticos dentro de la matemática. Donde no hay un sistema hay confusión; y por esta razón los juicios de valor están expuestos a una franca lucha libre abierta a todos, en la cual algunos anuncian que tales juicios se refieren a algo, otros, que no se refieren a nada, y otros, a su vez, dicen que expresan sólo observaciones psicológicas o sociológicas. Así acontece que los valores tienen la posición epistemológica de cosas desconocidas -como la de los platos vo-ladores, Algunos creen que hay valores; otros que no los hay; y algunos que Son meramente alucinaciones. 0, si nos retrotraemos a ejemplos históricos, podemos decir que los valores tienen hoy en día la misma condición episte-mológica que la piedra filosofal, la fuente de juventud, o el flogisto, el principio del fuego. Algunos han dicho que estas cosas existen, y otros que no; y C. G. Jung ha mostrado que realmente son símbolos de la mente ín-consciente. El camino para romper el círculo mágico, del cual eran parte estas

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representacionesy otras imágenes precientíficas, fue romper completamente con el cuadro íntegro del mundo que ellas representaban,y hacer un nuevo inicio original. f:sta fue la realización llevada a cabo en otra época por Ga-lileo, el cual inventó un marco de referencia enteramentenuevo, el mate-mático,dentro del cual se pensaraen el cielo y en la tierra. Su sencilla fórmu-la abrió -por medio de argumentosracionales y no de persuasiónmágica-el almacénde la naturaleza,dpersuasiónmágica-el cual hemos sacadola energía de los tiempos modernosy actuales.

Así, pues,nuestra presenteconfusión sobre el valor no es nueva ni única ---'-essimplementeuna especie de conciencia de lo desconocido-; es debida tan sólo a la presenciade un grave problema. Para acometerun problema,por ejemplo, para hallar X, hay tres posibilidades lógicas y solamenteesas tres: "1) Decir que no hay talX, lo cual termina el problema en el acto; 2) decir que hay X, y entoncesempezar a buscarlo y a buscar caminos para hallarlo, o 3) la posiciónintermedia de decir que hay y no hay X: lo hay en un sentido y no lo hay en otro". La primera posición consiste en decir: "No, no hay

ningún valor"; la segunda en manifestar: "Sí, hay valor"; la tercera, en de-clarar: "Sí, hay valor, pero... " o "No, no hay valor, pero... ". La primera es la posición incognoscitivista;la segunda,es la cognoscitivista;y la tercera,la se-mi-cognoscitivistao semi-incognoscitivista.Esas tres posicionestienen hoy en día notables representantes,cuyas opiniones van desde la no existencia e incognoscibilidad de los valores,hasta su existenciay cognoscibilidad exacta.

Si tomamosla comprensiónlógica del valor comometa final hacia la cual la axiologíadebiera aspirar,obtenemosun cuadro o una gama que comprende desde aquellos que niegan toda posibilidad de conocimientoestimativo,hasta aquellosotros que no sólo afirman tal posibilidad, sino que ademásestablecen sistemasaxiológicos. Los últimos enfocan el problema sobre la base de cin-co proposiciones,cada una de las cuales es negada por una u otra escuela axiológica,a saber: 1) Hay valor; 2) el valor es cognoscible;8) el conocimien-to axiológico consiste en la sistematización;4) la sistematizaciónse basa en formulacionesaxiomáticasy en una extensióndeductiva de la esencia de la experiencia axiológica; 5) el sistema axiológico se demuestrapor el alcance de su aplicabilidad al mundo de los valores. Hay algunoscognoscitivistasque recorren enteramentetodo este camino; pero hay otros que están de acuerdo sólo con los puntos 1) y 2), esto es, con que hay valores, y con que pueden ser conocidos.Hay algunosincognoscitivistasque nieganel punto 1) o el punto 2) por completo. Pero hay muchos que niegan parcialmente el punto 2), sosteniendoque el fenómeno de valor, o bien no puede ser comunicado, o bien, de sus dos elementos constitutivos --el descriptivo y el normativo-, sólo es posible conocer el primero. Hay una numerosaescuela que niega el punto 8) insistiendo en que, el conocimientode los valores no puede ser sis-tematizado, y tiene que ser descubierto en cada situación particular. Hay

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cognoscitivistasque aceptan los puntos1),2) Y 3), pero niegan el 4), soste-niendo que el sistematiene que ser más bien inductivo que deductivo. Sólo los cognoscitivistasque recorren todo el camino, construyenun sistema de-ductivo de axiología y lo aplican al mundo estimativo de un modo similar a como los naturalistas aplican el sistema de las matemáticasal mundo de la naturaleza.

Si llamamos incognoscitivistasa los que niegan el punto 1) o el 2), o am-bos, y llamamos cognoscitivistasa los que afirman los puntos 1), 2) Y 3), en-tonces aquellos que niegan parcialmente el punto 2) o aquellos que niegan el punto 3) serán semi-cognoscitivistas(o lo que es lo mismo, semi-incognos-citivistas).

Esta es la clasificación fundamental y epistemológicade los filósofos del valor. Pero hay otras subclasificaciones materiales. Algunos son empiristas, pues encuentran la esencia del valor en la experiencia, ora natural, ora no natural; otros son formalistas,en tanto que hallan la esencia del valor en la estructura de los juicios estimativos. Desde otros puntos de vista y de modo secantecon las clasificacionesindicadas,se puede mencionarotra clasificación: naturalistas -que creen que el valor es un hecho natural o social-, ontolo-gistas -que sostienenque es algo ontológico--, y fenomenólogos,los cuales entienden que el valor es un fenómenosui generis,peculiarmente axiológico. Así,pues,en conjuntopodemosclasificar las teoríassobre los valores como sigue:

l. INCOGNOSCITIVISTAS.Entre ellos figuran:

l. Empiristas, quienes sostienenque únicamente lo empírico es cognos-cible; niegan que el valor tenga 'naturalezaempírica o ninguna otra clase de naturaleza; y, por lo tanto, niegan su cognoscibilidad.

2. Formalistas, que sostienenque la experiencia axiológica aparece esen-cialmente en los juicios de valor, pero niegan que la lógica de estosjuicios sea capaz de dar una explicación,adecuada de tal experiencia.

.11. SEMI-COGNOSCITlVISTASo SEMI-INCOGNOSCITlVISTAS.Entre éstos se cuentan los siguientes:

l.Empiristas (Emotivistas), que creen que el aspecto descriptivo (fác-tico) de los juicios de valor es lógicamente analizable, pero que, en cambio, el aspecto emocional no descriptivo no es lógicamente analizable, o no lo es de la misma manera que aquél.

2. Formalistas, que creen que las situaciones de valor aparecen con sen-tido en los juicios estimativos,y que hay una lógica de tales juicios, si bien esta lógica seasuí generisy dependa del contexto de cada situación.

III. COGNOSCITlVISTAS.Entre los cuales figuran:

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lizable al igual que cualquier otro fenómeno natural o social. A su vez se subclasifican en:

A) Empiristas, que intentan hallar el valor en el contenido de las cien-cias empíricas -naturales o sociales.

B) Formalistas,que se proponen encontrarel valor no tanto en el conte-nido de esas ciencias, sino más bien en el método de ellas.

2. No-naturalistas,para quienes el valor es un fenómenosui generis. A su vez se subclasifican en:

A) Empiristas, que encuentranel valor en:

a) una experienciaontológica, como un aspecto del Ser; b) en una experienciafenomenológica,en un reinosuí generis. B) Formalistas, que creen que hay una lógica aplicable a los fenómenos de valor, análoga a la que es aplicable a los fenómenosnaturales.

Esta clasificación, que constituye una especie de espectroscopia,que va desde el incognoscitivismoal cognoscitivismo,pone orden no solamenteen el campo teórico de la axiología, sino que además proporciona también una cierta visión evolutivade su contenido,es decir, del modo de concebir el valor. Pues si, como sostuvieronalgunos de los más radicales positivistas-quienes desde el punto de vista de la axiología son negativistas- el valor no es nada más que un ruido psicológico,entoncesla valoración más concienzudatendría lugar en la charla excitada de la selva primitiva. Tal modo de concebir la valoración presentaésta en un nivel inferior desde el punto de vista racional al que obtiene cuando es concebida a manera de una forma de experiencia bien ordenada,sistemáticamenteaccesible y ricamente diferenciada,compara-ble en riqueza y comprensibilidad a la experiencia de hechos -tal y como lo sostienenlos cognoscitivistas.Así, pues,mientrasque las teorías axiológicas pueden ser ordenadasen una escala de racionalidad creciente, desde la ín-cognoscibilidad del valor hasta definiciones tajantesy una sistematización,así también la experienciaaxiológicarefleja estaescalaen una gradaciónevolutiva desde el ruido animal a la razón humana.

l. INOOGNOSCDITVffiTAS

1) Empiristas. El nadir de la filosofía de los valores se alcanzó en 1936 en la obra de Ayer,2 quien sostieneque los juicios de.valor son un "sin-sen-tido literal" -no son proposiciones,ni empíricas ni analíticas, y no hacen referencia a nada; son meras"exclamaciones",ruidos psicosomáticos.La tarea del teórico de la ética, según Ayer, consiste en exponerla naturaleza pura-mente emotiva y pseudo-proposicionalde los juicios normativos,'Siguiendo a Ayer, algunospositivistashan cumplido la misión que aquél les asignó,y por varios caminoshan analizado tales expresiones,v.gr., "mentir es malo", como imperativos ("no mientas"),como manifestacionesde un deseo ("deseo que

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no mientas"), como exclamaciones("¡mentir!"), como intentos de persuadir ("repruebo la mentira;tú debieras también reprobarla"), como pronuncia-mientos ("mentir es malo" como funci6n en una situaci6n), etc. Todo el des-envolvimiento del positivismo desde 1936 se ha efectuado en la direcci6n de hacer los juicios de valor másy más comprensibles, sin considerarlos, no obstante, como racionales. Así, pues, el desarrollo va desde el in-cognosciti-vi~moal semi-cognoscitivismo.La distinción entre la parte descriptivay la no descriptiva de un juicio de valor (v.gr.,"tú no estásdiciendo la verdad, ¡Bah!") se ha mantenido estrictamente;y la relaci6n entre las dos partes ("tú no estás . diciendo la verdad"y "[Bahl") se ha investigado como el problema central de

la teoría de los valores -como lo había sido aunque de diferentesmaneras desde Kant. Así, pues,en los últimos diez años no ha habido ninguna contri-buci6n estrictamenteincognoscitivista. Se han producido ciertamentealgunos análisis menores,aunqueimportantes,de la teoría incognoscitivista,en los que se ha pesado sus prosy suscontras,como por ejemplo, la obra de Harríson," quien, continuandouna discusi6n iniciada por Bames+y Campbell.s concluye que, a pesar de sus inadecuacionesesenciales,esta teoría, especialmenteen su variante emotiva, explica algunos aspectosfundamentales de la vida ética, y muestra que en conjunto la ética puede habérselassin proposiciones.

2) Formalistas. Sin embargo,ha habido una importante obra de in-cog-noscitivismo formalista escrita por Hall," quien afirma taxativamentela propo-sícíón 1), es decir, afirma que hay valores, pero niega, aunque con atenuacio-nes, la proposici6n 2), que los valores puedan ser conocidos. El valor no es un fenómeno cognoscible;pero su estructura brilla a través de la estructura de los juicios que se hacen sobre él. Si entendemosesto último, podremos lograr una vislumbre de la esenciamisma del valor. Con estemétodoindirecto de conseguir indicios del reino del valor, Hall se sitúa próximo a los semi-cognoscitivistas:su acentuaci6nde los imperativos le pone cerca de los empi-ristas semi-cognoscitivistas-los emotivistas-, mientras que su método ana-lítico lo aproxima a los formalistas semi-cognoscitivistasy a su renuncia al conocimiento sistemático,al modo de Wittgenstein.

11. SEMI-COGNOSClTIVISTAS

1) Empiristas {Emotioistas}.La diferencia entre los empiristassemi-cog-noscitivistasy los formalistasconsisteen que los primeros,los empiristas,tratan la relaci6n y valoraciónsubrayandouna distinci6n entrepropiedadesno axíoló-gicas ypropiedades axiol6gicas,mientras que los segundos,los formalistas,tra-tan esa relaci6n acentuandouna distinci6n entrepredicados no axiol6gicosy predicados axiol6gicos. Así Halldeny Edwards tratan aspectosde situaciones, más bien que aspectosde proposiciones. Hallden? arranca de Hagerstrom," . suponiendo,de modo contrario a como lo hace Hagerstrom, que los sentidos

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de las frases ordinarias valorativas son de estructura proposicional. Investi-gando esta estructura,Hallden encuentra "propiedades emotivas", derivadas por abstracciónde contenidosemocionalesque estánlocalizados en objetosde la percepción. Hay conceptosde valor de un carácter originario, que no son conceptospsicológicos. Propiedades de valor comobueno,malo, fusto, verda-dero, bello, etc., no son en sí mismas propiedadesemotivas. La proposición x es.buenose refiere en cierto modo a atributosno valorativos de x, e implica quealgurm propiedad emocumal positiva se aplica a x. También Edwards" observa la relación entre las propiedades no valorativas (o descriptivas) y las propiedades valorativas de una cosa. Las propiedades no valorativas o descriptivas son los términos de referencia de las propiedadesvalorativas;es decir, las palabras expresivas de valores son lo que él llama "expresiones poliguas",términosque tienen un gran númerode puntos de referencia,enten-diendo por "puntos de referencia" entidades expresivasmás bien del conte-nido que de la extensión,a saber, coleccioneso series de propiedades"deter-minantes de valores",que pueden ser diferentes en cada uso

°

acepción de la palabra de valor -observación que nos recuerda lo que dice Aristóteles sobre la homonimia de la palabra "bueno'T" Sin embargo, a diferencia de Aristóteles, Edwards desarrolla este tema, en el plano de la lógica hasta un cierto punto, y más allá de este punto, en el plano de10emotivo. Las cuali-dadesde valor no son cualidadescomola rojez

°

la dureza. No son cualidades simples, sino complejas. Sin embargo, Edwards no se dedica tanto a des-arrollar esta complejidadlógicamente y a definir sistemáticamenteen detalle la naturaleza de esta "poligüidad", sino que más bien se contenta con enun-ciar la relación y sacar conclusionesgeneralesde su existencia,considerando que 10más importante es darse cuenta de que la gente, cuando habla en términos de valor sobre el mismo tema, expresadesacuerdosen cuanto a la actitud. ASÍ, Edwards basa el aspecto emotivo de los juicios de valor en el sentido "poliguo" de los términos de valor.

2) Formalistas. La escuelaformalista semi-cognoscitivista,o lo que es lo mismo, semi-incognoscitivista,centrada geográficamenteen Inglaterra, de modo especial en Oxford, con ramas en el Occidente Medio de los Estados Unidos, puede ser llamada la expansiónaxio-lingüísticade las enseñanzasde Wittgenstein -así como el libro de Hall,6 puede ser llamado la expansión axio-ontológicade éstas. Para Wittgensteinll todas las categorías filosóficas descansanen abusosdel lenguaje. Si Kant.destruyóla razón especulativapara hacer lugar a la fe, Wittgenstein destruyelo que Kant había dejado para ha-cer lugar al lenguajeordinario -con lo cual libera en absolutola filosofía de la especulacióny de la conceptualización. El único método de la filosofía es la descripción;pues la explicación, y todavía mucho más la definición, se interfieren con el uso real del lenguaje. El lenguaje no es nada más qu~un juego: jugado en pequeños contextos situacionales,con reglas que no es

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posible establecersistemáticamentede una vez y para siempre,sino que se hacen sobre la marcha,y que cambian al proseguirla. La conceptualización destruye esta "textura abierta" del campo,y se interfiere con nuestra"clara" y "exacta" inteligencia de su variedad. Los fenómenosde valor no poseen .propiedades comunesen el sentido de una clasificaci6n, sino que pertenecen a grupos que presentan"parecidos de familia". El filósofo no debepensar sobre el valor, sino que debe ser parte de la textura misma, "mirar y ver", y seguir el juego. Wittgensteinhabía dicho antes12que la filosofía es una actí-vidad y no una doctrina. Todo lo que el filósofo debe hacer -y ésta es su misi6n- es"representaren un vistazo de conjunto"C'übersichtlich darstellen") cómo la palabra o frase que le preocupaes usada en los varios juegosdel len-guaje en los que aparece.

. Puesto que el lenguaje es un rasgo o componente de la situaci6n,y

puestoque el caráctersituacionales su nota axiol6gica esencial,el lenguajede "pronunciamientos",estoes, el lenguajecomo rasgo constitutivode una situa-ci6n, es especialmenterelevantepara la valoraci6n. Sobre la base de la obra clásica de Austin,13este aspecto de la doctrina axiológica de la escuela de Oxford ha sido desarrolladopor Hart, Margaret MacDonald,R. C. Cross,L.

J.

Russell y otros. Hart 14estableceuna analogía entre las frasesordinariasy el discurso jurídico. La señoritaMacDonald 15hace hincapié en que los juicios

éticos deberían ser entendidospor analogía con ciertas clases de manifesta-ciones ceremoniales.Cross'" basa su estudio en la distinción establecidapor Ryle entre "conocercómo"y "conocerqué... tal y tal". L.

J.

Bussell?" arguye que los juicios morales deben ser interpretadoscomo propuestas."Se puede argüir sobre propuestas:cabe dar razones en pro y en contra de ellas; pero estas razones son razones para hacer algo, y no razones para aceptar algo como verdadero."

Todas estas presentacionesson ejercicios en una nueva"lógica", Esta escuela sostieneque el razonamientoético sigue una lógicasui

generis,

di-ferente tanto de la lógica inductiva como de la deductiva. Por así decirlo, tenemos que enfocar el microscopio a cada situación y examinar c6mo son usados los términos de valor en cada situación. Al hacerlo así, como lo indica Ryle,18debemostener cuidado en no confundir el uso (use) con el empleo (usage). El empleo es un asuntorelativo al estudio de hechos,cuya consideracióndebe quedar encomendadaa quienes hacen un diccionario. En cambio, el estudiosobreelusono es un asuntode lingüística, sino de "lógica" -una lógica de nueva especie,que implica la visión pluralista de los juegos del lenguaje.

Así, pues,mientrasque la escuelade Oxford participa en el acentopres-criptivo que es característicode la teoría emotiva, no comparte el punto de vista irracional de ésta sobre el valor, sino que más bien inventa una nueva especiede racionalismode pequeñaescala. Ofrecemosobservacionesfácticas

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comorazonespara conclusionesmorales,y consideramosque hay unas razones mejoresque otras. Las razones en las situacionesmorales son no solamente morales,sino que son,además,tambiénrazones:no son nada más quemorales -yen esterespectodicha escueladesarrolla el argumentoesencialpresentado por G. E. Moore-; y no son nada más que razones,es decir, no son man-datos -no tanto aguijoneancomo más bien guían, para emplear los términos de Falk-; 19de modo que, en tal respecto,esta teoría se opone a la doctrina emotiva. Pero no es una teoría cognoscitiva. Pues si bien reconoce razones, nIegala Razón. Su "razón" en las situacionesmorales es venta al por menor, y no venta al por mayor, diríamos parafraseandoa Hall.20 Como Edel21 lo ha expresadocerteramente,busca el valor en las situaciones,al igual que el científico empírico busca muestrasen la naturaleza. Es una axiología más bien al modode Línneo que al modo de Darwin; y lo es de un modo consciente y agresivo. No hay ningún problema fundamental en Etíca, dice Toulmin; 22 haymuchosproblemas,y en esta disgregación en pedazosradica el progreso ético. Para Toulmín," 24un juicio ético es un juicio que expresa que algo constituyeuna buena razón para actuar de una cierta manera. Insiste en que las razonespueden ser buenas o falsas,incluso si no dan una prueba lógica o científica de la rectitud de las accionesa las que se refieren. Fiel al principio axio-empíricode la escuela,Toulmín explora situacionesindividuales de deci-sión, y distingue en ellas varias especiesde "buenas razones". Sin embargo, incurre en generalizaciones:en la mayor parte de los casosuna buena razón para elegir o aprobar una conducta es que ésta se halla de acuerdo con una máxima de comportamientoestablecida. A cualquiera que pregunte¿por qué estasrazonessonbuenasi',"yo puedo replicar solamentepreguntandoa mi vez '¿qué clasesmejoresde razonespodría usted desear?'''. Maekíe'" replica que él desearíarazonesun poco menos convencionales.

Mientras que Toulmin analiza razones,Hare, Nowell-Smith y Rice anali-zan juicios. Según Hare,26los juicios éticos constan de:a)un elementodes-criptivo naturalista;b) un elemento prescriptivo análogo a un imperativo, aunque no idéntico a éste. Insiste en que de meras proposicionesindicativas, uno no puede nunca inferir conclusioneséticas, como preceptos;con lo cual trata de refutar igualmentela opinión naturalista y la doctrina de Moore, de que nuestrosdeberes pueden ser derivados de una indefinible propiedad no natural de bondad poseída por las consecuenciasde los actos.Según Hare, la principal objeción contra el naturalismo es la siguiente: si identificamos el bien, ora en la esferade la ética, ora en la esferade las pinturas,por ejemplo, con una particular propiedad fáctica, entonces seremosincapaces de alabar o recomendarnada por virtud de tener estapropiedad;y, sin embargo,sucede que el sentido principal de decir que algo es bueno es precisamentealabarlo o recomendarlo. Hare insiste en que esta objeción nada tiene que ver con la moral en particular, sino que es debida al carácter general de las palabras

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expresivasde valores. Las frases que atribuyen bondad a algo, si bien no son prescriptivasen el mismo sentidodirecto que las frasesnormativas,están cerca de éstas, pues su propósito es siempre orientar la elección, al menos indirectamente. Cierto que la palabra "bueno" puede ser usada descriptiva-mente: cuando hemos decidido cuáles son las característicaspor las que ala-bamoso recomendamosun cierto tipo de cosa,podemosusar la palabra "bue-no" simplementepara expresarque el objeto al cual es aplicada posee esas característicasfácticas; pero este uso puramente cognoscitivo es derivado y secundario. Para Hare los juicios éticos sobre nuestrosactos futuros son de-cisiones;y esto hace difícil dar una explicación que admita la posibilidad de que uno vaya voluntariamenteen contra de su propio juicio ético. Nowell-Smith27adoptaun punto de vista bastantesimilar al de Hare. Arguye que no podemosdeducir que debemoshacer algo, partiendo de caracteresobjetivos no naturales,del mismo modo que no podemosdeducirlo partiendo de carac-teres naturales. La terminología objetivista supone que hay comprobaciones COnlas que estamosde acuerdo. Ahora bien, sucede que tales comprobacio-nes no existenen el campode la ética,por lo cual no podemosaplicar a éstelos términos"correcto"y "equivocado","verdadero"y "falso", Para Nowell-Smith, al igual que para Hare, los juicios de deber ser sobre las propias accionesde uno son decisioneso elecciones;y de esto deriva la conclusión de que hay algo muy extraño desde el punto de vista lógico en no hacer lo que pienso que yo debiera hacer, y análogamenteen no escoger lo que reputo como mejor. El sentido del "deber ser" varía ampliamentesegún el contexto,y no puede ser reducido a·ninguna función singular, ni siquiera confinándonosal "deber ser" característicamentemoral. Rice28da un paso más allá hacia una mayor precisión y determina una única propiedad como aquella que todos los juicios de valor confirman-que es precisamentela que Hampshíre=des-taca como el fuego fatuo de aquellos que andan a la caza de definicionesen el campo de la ética, a saber: "promover el mayor bien generar. Rice no le tiene miedo a las definiciones, "El campo normativo no es caótico," El prin-cipio utilitario es la "propiedad identificadora" (PI) que se afirma de las acciones por todos los juicios de obligación moral; tal principio no es mera-mente unarazón enpro de esos juicios, sino que es una parte constitutiva de su sentido primario. Rice analiza este sentido distinguiendo en él dos partes:un asertode que el juicio poseela propiedad identificadora (PI); y un sentido matriz, o·"SM", que es prescriptivo y se refiere a la realización del PI: "¡Hazlo!" Así, pues, la frase"A es bueno" es equivalente a: "A posee la PI; ¡SMI". Análogamente:"moralmenteyo debiera hacer A" es igual a

hA promueve el mayor bien general; ¡SM!". Cualquier proposición moral encaja dentro de este esquema. Si preguntamos¿peropor qué se debe pro-mover el bienestargeneral?,Rice, a diferencia de Toulmín, no nos reta a dar una mejor fundamentaciónde la ética, sino que nos devuelve intacto el

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pro-EL CONOCIMIENTO DEL VALOR

blema. En última instancia, los principios normativos"no pueden ser plena-mente justificadosen un libro. Hasta el punto en que sea posible una justi-ficación, ésta es finalmente llevada a cabo en el calor de la vida al rojo vivo". Dejemos que la conciencia sea nuestro guía. La conciencia es el "agente final para la vindicación de los principios que otorgan validez" al valor.

Un paso más allá hacia el conocimientoaxiológico -y casi hasta el uIl!-bral de la racionalidad- lo da Feigl,aoal quien, análogamentea la justifi-cación en el campo cognoscitivo,sugiere que los juicios morales tienen que ser reconstruidos como pretensionesde conocimiento,y como sometidos a validación o invalidación por Virtud de su acuerdo o de su discrepancia res-pectivamentecon las normas supremasde un sistema ético dado. Mientras haya muchos sistemaséticos, es fútil criticar un sistemade normas desde el punto de vista de otro sistema que es lógicamenteincompatible con aquél., Este punto de vista es similar al elaborado con gran detalle por Lanz,a2unos diez años antes. Mientras que Lanz tiene que ser consideradocomo un cog-noscitivista en materia axiol6gica,por razón de su insistenciasobre las dimen-siones invariables de todos·los cuadros axiológicosde referencia, en cambio, Feigl, que carece de este acento unificador, no es un cognoscitivista por entero,aunque se acerque a ello. Esto aparecetambién en su modo de tratar la objetividad. Según Feigl, la "objetívídad" en el campo moral puede signi-ficar cualquiera de ocho aspectosdiferentes que él especifica; pero no dice cuál de estosaspectosdebe ser aplicado, si es que debe serlo alguno.

1I1. CoGNOSClTIVISTAS

Cognoscitivistasson aquellos que asientena las proposiciones1), 2) Y 3) -de las especificadasmás arriba en la pág. 107-, es decir, son los que afir-man que hay valor, que el valor puede ser conocido, y que el conocimiento consiste en sistematización. Por lo tanto, los problemas generales de los cognoscitivistasse refieren, desde el punto de vista positivo, a la epistemología y a la ontología del valor, y desde el punto de vista negativo, a la crítica de la posición semi-cognoscitivista.Por lo que se refiere a la epistemología del valor, la cuesti6nprincipal es la de c6mose puedenconocerobjetivamente los valores. En lo que atañe a la ontología,el problemaprincipal es qué clase de cosa sea el valor, especialmente,si es algo natural o algo no natural.

Kneale, Gilman y Negley abogan por objetividadesque pueden ser lla-madas respectivamente:formales, morales y epistemol6gicas. Kneale'" en-cuentra una objetividad en la ley moral definida como un conjunto de man-datos,qUEtodoslos hombresrazonables,que poseenla información relevante, deben coincidir en darse a sí mismos y a sus pr6jimcs. Cilman+' aboga por una objetividad moral, en el sentido de autocrítica e imparcialidad, y la

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distingue de,la rectitud. Se puede ser objetivo desde el punto moral y, sin embargo,incorrecto. Negley35defiende una objetividad epistemológica. Los datos fundamentalesde la experienciamoral han sido consideradoserrónea-mente como condicionessubjetivasdel sentimiento,único e incomunicable,y no describible en ningún lenguaje. De tal guisa, la ética, por causa de una observación deficiente de su tema, se ha convertido en impotente para co-municar, y se ha deformado convirtiéndose en un ejercicio epistemoI6gico. Contra esto Allers'" sostieneque la exclusividad y unicidad de un tema no implica necesariamenteque la teoría que se ocupa de él sea incomunicable. La experiencia del color es única y personalísima,pero esto no ha impedido que los físicos desenvuelvanuna espectroscopia.Aun cuando los valores per-tenecierana la clase de experienciasque sostienenlos intuicionistas,sería posi-b1edesarrollar una ciencia objetiva de la axiología.

Kecskemetíy Prior han tratadoproblemasmetodológicosy lógicosrelacio-nados con la controversiaentre los naturalistasy los no-naturalistas. Kecske-meti37 dice que los no-naturalistasson, en efecto, los más «científicos",pues buscan el fenómeno del valor como tal, al revés de lo que hacen los natura-listas que se mueven en toda suerte de direcciones que no tienen nada que ver con el valor. "Son los naturalistasquienesparecen desempeñarel papel de utopistas con los ojos en blanco, mientras que, por el contrario, los antinatu-ralistas se presentanmás bien como temerososconservadoresque creen sola-mente en lo que ven y en lo que experimentande modo efectivo." Según Prior,38ni la posición naturalistani la no-naturalistapueden ser demostradas. Mientras no haya una definición de lo "natural" o de lo "no-natural",que se aplique a las características,el naturalista podrá definir lo ''bueno'' comola propiedad natural X (p.e., "agradable") sin cometer una falacia,siempre y cuando no sostenga que lo que está haciendo es Ética -sino más bien

Hedó-nica o algo parecido-, o bien explique por qué y en qué respecto lo que hace es Etíca. Pero lo que no puede hacer es servirse un pastel naturalista y tratar de comer también Ética. Contra tales naturalistasincongruentes-y la mayor parte de los naturalistasson incongruentes- el argumentode Moore sobre la "falacia naturalista" es válido, observa Prior. Por otra parte, el ar-gumentode Moore no impide desde el punto de vista lógico una ética natu-ralista. El no-naturalista no puede refutar al naturalista mediante simples asertos,COmOtampoco el naturalista puede refutar al no-naturalista sirvién-dose de un procedimientoanálogo. Así, pues, lo que ambas partes necesitan es una labor de definición -precisamente algo que la Escuela de Oxford ex-cluye por principio. Por lo tanto, según esta escuela,la controversiaes inso-luble. Sin embargo, esta controversiapodrá resolverse,tan pronto como se suministre unadefinícíón.

Las críticas contra la posición semi-cognoscitivista,especialmentecontra la Escuela de Oxford, son principalmente dos: 1) la irrelevancia que sus

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jue-gos de palabras tienen para la realidad moral; y 2) la ilegitimidad de su intento de parar la investigación en el plano descriptivo. Híckmans'' ataca su "tenaz querer evitar todo planteamiento sistemático",lo cual conduce a UD "tortuoso afán discursivo, a coleccionar anécdotas triviales", y no lleva a con-clusiones claras. Resignarse a una variedad y complejidad irreductibles de enunciaciones morales "puede conducir solamente al obscurantismo". Si ha-blamos de tales enunciados considerando que forman una clase, entonces de-bemos esperar que esta cIase posea unas notas características propias. Ahora bien, estas características de los principios morales sonlas que señaló Kant. Lo que determina el carácter moral de las situaciones concretas -punto crucial de este tema- es que SOnaplicaciones de un principio moral. Según Rickman, esta interpretación resuelve la confusión fundamental en que incu-rren los semi-cognoscitivistas formalistas, a saber,la de los finesy las funciones lingüísticas de las enunciaciones morales. Ferrater Moras" da una profunda caracterización de la dirección subyacente de tipo wittgensteiniano de esta escuela: "En última instancia, la tendencia del <pensamiento'de Wittgenstein fue la supresión de todo <pensamiento'."El pensamiento según Wittgenstein no sólo perturba la existencia humana, sino que es, además, una enfermedad;

y el remedio no es otro método filosófico, sino una "terapéutica" filosófica. «Las cuestiones1W deben resolverse,sino disolverse."También Sócrates se

lla-maba a sí mismo terapeuta. Pero su método era exactamenteel opuesto al de Wittgenstein. El método de Sócrates consistía en agitar el malestar intelectual, para poner la mente en situación parturienta y hacerla dar a luz el concepto. El método de Wittgenstein consiste en poner fin al malestar, en enterrar el concepto. Si el método de Sócrates eramayéutíco, en cambio, el de Wittgen-stein puede ser llamado taféutico o funerario, el método propio no de la co-madrona, sino del sepulturero. Observa Ferrater Mora que Wittgenstein es el Antí-Sócrates, Esta comparación COn Sócrates proporciona la explicación del fracaso de los serní-cognoscítívístas en dar cuenta de la realidad moral. El conocimiento de la naturaleza se desenvolvió gracias a los métodos de Só-crates y Platón: "Nada es más impresionante", escribe Whitehead 41 "que el hecho de que a medida que la matemática se fue retirando más hacia las regiones superiores .de los más grandes extremos del pensamiento abstracto, regresó a la tierra habiendo adquirido un correspondiente aumento de im-portancia para el análisis de los hechos concretos. La historia de la ciencia en el siglo xvm se presenta como una especie de realización viva de un sueño de Platón o de Pitágoras."

Los cognoscitivistas plenos que aceptan las proposiciones 1), 2) 3), 4) Y 5) (formuladas más arriba en la pág. 107) sostienen que el conocimiento de la naturaleza moral se encuentra en la misma dirección. Por lo tanto, con-sideran fundamentalmente errónea la opinión sostenida por la escuela "tera-péutica" de que el conocimiento completo radica en10más concreto.

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1) Naturalistas. De las dos escuelas cognoscitivistas, la naturalista y la no-naturalista, la primera está más cerca de los semi-cognoscitivistas. La posi-ción naturalista padece, desde su misma base, la incongruencia señalada por Prior,38 así como sufre también el prejuicio que contra lo abstracto tienen los semí-cognoscítívístas, pues también los naturalistas creen que el conocimiento concreto se halla mediante el análisis de las situaciones concretas. Así, pues, los naturalistas aceptan las proposiciones 1), 2) Y 3) (pág. 107), pero rechazan las proposiciones 4)y 5). Consideran que la sistematización es inductiva y

empírica, y que no puede ser deductiva y a priori. Se puede dividir a los naturalistas en dos grupos: los empiristas -que intentan hallar el valor en el contenido o materia- y los formalistas, que tratan de hallarlo en el método de las ciencias naturales.

a) Naturalistas de tipo empirista. El tratado más comprensivoy funda-mental sobre esta materia es el de Edel,42 quien estudia las relaciones entre las ciencias sociales y la ética. Cree que la ética no puede alcanzar una sistematización más estricta que la lograda por las ciencias sociales. Mientras que el estudio que Edel hace de todo el campo de las ciencias psicológicas y sociales deja abierto el concepto de valor, Glansdorff,43 después de haber realizado un examen similar, desemboca firmemente en una ciencia como indí-cativa del lugar del valor. El valor es una calificación general de cosas que no son indiferentes. Esto presupone, en primer lugar, la representación mental de un objeto,y, en segundo lugar, el hecho de que somos afectados por el objeto. El análisis de las cualidades afectivas de la conciencia conduce a Glansdorff al resultado de que la teoría del valor no es más que una parte de la teoría biológica de la adaptación.

Mientras que Glansdorff ve el puesto del valor en la conciencia de la adaptación, Carlber(4 lo halla en la conciencia moral humana, entendida psi-cológicamente. Cimienta su obra sobre las investigaciones psicológicas de Maslow -que fueron recogidas en .un volumerr" después de la aparición del ensayo de Carlberg-, y las desarrolla filosóficamente. Aunque el valor en cuestión es más bien ético que general -el valor del hombre es su autorrela-ción o autocumplímíento físico-espiritual-, posee adicionalmente un sentido axiol6gico general en el enfoque racional del problema. Otro enfoque del mismo problema es el ofrecido por W. Wolff.46 Wolff resuelve el problema de la característica de unicidad en la conciencia de valor de cada persona, cen-trando la atención en el cuadro singular de referencia que da a cada incidente en la vida de un individuo su posición

y

su sentido dentro del conjunto de ese cuadro o pauta individual. Sobre la base de esta psícología del valor, W olff formula una terapia mediante la cual un individuo descubre su propia pauta axiológica y re-crea sus valores. En cuanto a la axiología, este estudio requiere una comparación con la importancia que la "terapia positivista" tenga

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EL CONOCIMIENTO DEL VALOR

para la experiencia de los valores. Requiere también una comparación con las teorías axiológicas de base psicológica propuestas,por ejemplo, por

Os-sowska-? y B. Russell;" y con las teorías de los valores basadas en varios aspectosde la experienciapsicológica -fenoplenológico, teleológico, hedóní-ro- como son las de Mandelbaum y Hilliard.

Mandelbaurrr'?enfoca el problema del valor examinandolos juicios mo-rales medianteun análisis empírico -"fenomenológico", "estructurar, "situa-eíonal", "contextual". Considera qúe la determinación de la diferencia que indica cuál sea la clase de juicios morales consiste en una tarea de análisis más bien situacionalque semánticoo sintáctico. El rasgo que todos los juicios moralesposeenen comúnes el hecho de que un juicio moral directo constituye siempre una respuestaa una demanda objetiva de quela situación ante mí debiera ser completa precisamente de este modo y no de otro. Los juicios morales directos se hacen, y solamentese hacen, cuando capto una situación como algo que es incompleto y requiere una cierta acción de mi parte para completarlo. Esta adecuación de la respuestaes lo que se significa con las palabras "justo" y "bueno". La teoría de Hilliard 50 es la doctrina más con-cienzudamenteelaborada sobre la base de una especial definición empírica del valor. Tal vez esta doctrina no se halla de acuerdo con la norma de par-simonia que debe regir la producción de teorías tan detalladas como ésta, basadasolamenteen un aspectoparticular del valor; y el hecho es que la di-ficultad teórica fundamental va apareciendoen la complejidad progresiva de este trabajo. Pero esa teoría de Hilliard aporta una profunda visión de los más diferentesfenómenosde valor -lo cual prueba que cualquiera que sea la:teoría que se elija, no puede por menos de lograrseresultadosapreciables si se desenvuelveesta teoría con suficiente extensión,y se la ensaya y escu-driña con suficiente profundidad. La base del enfoque de Hilliard es el hedonismopsicológico egoísta. Sobre esta base, define el valor como la afec-tividad que se produce en la contextura relacional determinada por la re-acción de un organismoa un objeto estimulante. Por otra parte, la utilidad es una característicapredicable de todo objeto que poseala potencialidad de ser medio al servicio de un fin para un particular organismo.Entre utilidad y valor no se da una necesariarelación recíproca.Un objetopuedeposeerutilidad y no ser valorado, o puede ser valorado pero no en términos de su utilidad. Hilliard distingue rigorosamenteentre valor intrínseco y utilidad, por una parte, y entre valor terminal y valor instrumental, por otra parte; es decir, distingue entre axiología y teleología. El sentido del término "bueno" deriva del sentido del término "valor", entendido como "valor positivo". "Bueno" es el adjetivo general predicable de todos los objetosque ocasionan una afec-tividad positiva, cuando forman una contexturarelacional con cualquier or-ganismo.

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natu-ralista en cuanto al método usado, sino también en cuanto al contenido al cual se aplica dicho método. Esto habrá de ser así en todas las 'Obrasnatura-listas que realicen fielmente su programa. Pero, hasta el presente, la doctrina de Hilliard es la única obra completa de esta especie. Sin embargo, hay un número de otros ensayos que proponen la aplicación del método científico a los objetos axiológicos, concibiendo éstos como objetos de la ciencia natural. En-tre ellos, recordemos los siguientes: los ensayos de Kraft, Northrop, Bapoport, Davidson et al. y Braithwaite. Kraft51 intenta un análisis lógíco-psícológíco como fundamento para una "teoría científica del valor". Para Northrop,52-59los valores no son más que ciertas implicaciones y aplicaciones de la ciencia na-tural. Expresándolo simplemente, el valor moral, por ejemplo, concierne al hombre, y el hombre es lo que la ciencia natural dice que él es. Así, pues, el bien para el hombre depende de lo que la ciencia natural dice. Entonces la cuestión consiste en saber qué es lo que la ciencia natural dice y cómo lo dice. Northrop toma como punto de partida el meollo mismo del método científico, la distinción de Galileo entre cualidades primas y secundarias, y la extiende hasta llegar a la distinción entre dos componentes de la vida cultural: el te6rico y el estético. La relaci6n entre estos dos componentes,según Northrop, es una relación entre dos términos, que él llama la "correlación epistémica", la cual consiste en la correlación de la teoría científica (el componente teórico) y las observaciones empíricas (el componente estético). No s610 los objetos científicos, sino también cualesquiera otros que puedan ser conocidos, presu-ponen la correlación epístémica. Por lo que se refiere al bien moral, puesto que el hombre y la naturaleza aparecen de modo diferente según_cuál seala correlación epístémíca en las diferentes culturas, así también el bien para el hombre, y el hombre bueno, aparecerán de modo diferente según cuál sea esta misma correlaci6n. Así, pues, resumiéndolo en una f6rmula, bueno para la cultura es lo que es verdadero para la naturaleza en esa cultura.

Rapoport'" propone una «ética operacional", que descansa sobre la pre-misa de que las normas de conducta y las metas no deben ser fijadasa priori, sino surgir como el resultado de una investigaci6n. Los valores son las nece-sidades constantes o invariantes del hombre. Desde el punto de vista opera-cíónal, los fines básicos constantesdel hombrenoestán sujetos a una discusi6n ética -la cual versa sobre el elegír->, porque no tenemos elecoí6n,ya que no cabe otra cosa más que perseguir la realización de tales fines. Sin embargo, esos fines pueden determinarse por medio de una investigaci6n científica, al igual que de este modo pueden determinarse los medios fisiol6gicos. El mé-todo para reducir la ética a ciencia es, pues, reducir a unminimum el número de los fines que escojamos. Las metas constantes o invariantes en última instancia son el objeto final de la ética -y al llegar a ellas la ética deja de ser ética, para convertirse en ciencia natural.

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EL CONOCIMIENTO DEL VALOR

fines posibles para evitar contradiccionesentre ellos, se podría proceder a la inversa, y hallar un cuadro general de referencia que diese cuenta y razón de todas las clasesposibles de procesosde preferencia. Éste es el método de Davidson, McKinsey y Suppes." Estos autores siguen el método axiomático de la ciencia. Su teoría del valor es formalista;y, puesto que está basada en un fenómenonaturalista, el del elegir o escoger,es una doctrina naturalista de tipo formalista. Por otra parte, según ellos, la elección no es un tema de la ciencia natural, como lo es para Rapoport, sino que pertenecea un cuadro de referenciaroí generis,producidoad hoc. Por consiguiente,este cuadro de referenciano es constructivoo sintético en el sentidode que él defina su pro-pia materia,la elección,de un modo autónomocomo lo hacen las teorías en la ciencia física, sino que es abstractivo

°

analítico,y elabora su tema de manera sistemática. Se trata, pues, de una teoría empírico-formal,similar en cuanto al método a la de Hilliard, pero mucho menos rica de contenido que ésta. Ahora bien, no es una teoría formala priori. Es una especiede meliorismo. Mientras que el meliorismo no-naturalistase basa en la noción de perfeccio-namiento,el meliorismo naturalista,en cambio, se funda sobre la relación de preferencia. En sus tres formas lógicas -X es preferida a Y, Y es preferida a X, X es igual en preferencia a Y-, cabe elaborar pautas de preferencia, las cuales,usandoconsideracionesde probabilidad, pueden ser construidasen progresión másy más alta. Mientras que Davidson et al., aplican conside-racionesestadísticasa los problemasde valores,Braíthwaíte'f aplica considera-ciones de valor a los problemas estadísticos. Cree que tales consideraconsidera-ciones determinanen alguna medida la elección entre hipótesisestadísticas,y que de esta guisa lo ético "irrumpe" dentro de la lógica inductiva. Por otra parte, aplica cálculos de probabilidad al problema de la elección y de la preferen-cia,63aplicandola geometríade las parábolas,y ofreciendode estasuerte"una pequeña contribuciónhacia la realización del ensueñode Condorcetáéclairer les Sciences morales et politiques. par le flambeau de

r

Algebre".

No todas las teorías naturalistas de tipo formalista son tan precisas ni están tan elaboradas,pero todas tienen en común la aplicación del método científico -concebido con mayor o menor rigor- a los objetos de valor, los cuales,aunqueseanconcebidosal modo naturalista,son no obstantediferentes de los objetosde las ciencias de la naturaleza.Margenau64 65 es más preciso en pedir una axiología que se desenvuelvapor la vía del métodode las cien-cias naturales,pero cuyo contenido,en cambio, no sea del tipo que es propio de las ciencias de la naturaleza. Si la ética,y en general la teoría de los valores, ha de poseer una metodología,puede suponerseque dicha metodo-logía habrá de ser semejantea la de las ciencias de la naturaleza. Por otra parte, es imposible deducir por secuencialógica las normasde ninguna ética partiendo del contenidode una ciencia. Mientras que Margenau ofrece explí-citamenteindicaciones para una axíología científica, la cual, sin embargo,no

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es una ciencia de la naturaleza, Raphael66 ofrece ya un esquema de una axiología tal, o por lo menos de una ética de este tipo. Raphael asigna a la ética, desde el punto de vista de la filosofía moral, la misma tarea que Mar-genau le señala desde el punto de vista de la filosofía de la naturaleza. Su .sistemano es tan formal comoun sistemalógico. La diferencia entre estasdos características,como él mismo apunta, es la siguiente: la lógica de la moral, de modo diverso a lo que sucedecon la lógica formal, toma en consideración el contenido de los conceptosy de los juicios,y no meramenteformas vacías, de tal suerte, que es unaaplicaci6n de la lógica formal a un especial cam-po del pensamiento;cam-por 10tanto, no es simplementelógica formal. A pesar de esto,el sistemade Raphael constituyeuno de los pocos intentos de aplicar la estructuralógica a la filosofía moral. Sus términos fundamentales,aunque en alguna manera parezcan categoríaskantianas en cuanto a su poder impli-cativo,sin embargono SOntales categorías;no lo sonporque, en parte,Raphael no las construyede estamanera,y, en parte, porque dichas categoríascarecen del alcance sistemáticoque las categoríaskantianas derivan de su deducción lógica. 0, expresadocon otras palabras, no hay una conexión explícita entre la lógica de la moral y la lógica puray simple.

Algo análogopuede decirse de otros intentosen la misma dirección, como los de Mc Cracken, Stofer y Kecskemeti. Según Mc Cracken.v? el valor es explícitamente una categoría del entendimiento,análoga a la categoría kan-tiana de causalidad. La proposición"x es rojo" sólo gramaticalmentees simi-lar a la proposición"x es bueno". La diferencia no radica en el hecho de que "bueno" sea solamenteun predicado emotivo,mientras que "rojo" es una sim-ple cualidad "dada" al sensorio. La diferencia consistemás bien en el hecho de que cuando digo "x es bueno", caracterizo la situacWn total en la que aparecex. Si la idea de valor se puede tomar como una categoría de inteligi-bilidad, análogamentealacategoríafáctica de causa,entonces,dice Mc Crac-ken, las teorías de los valores pueden contribuir al conocimiento con verdad no menor que las teorías de la causaciónfísica. Ahora bien, aun cuando esta doctrina de Mc Cracken sea superlativamentesugestiva,sigue habiendo en ellalayamencionadafalla en lo que se refiere a la analogía con una categoría kantiana, a saber: Kantdedujo de la lógica sus categorías,y así .pudo darles una pauta o estructurasistemática,por virtud de la cual sufunción epistemo-lógica era no sólo universal, sino también precisa.. Este rasgo esencial de la categoría kantiana falta en la explicación de Mc Cracken, y limita la aplica-bilidad de su teoría a la realidad axiológica. La íridole categorial del valor no debe ser simplementeenunciada: debe ser deducida de la lógica o de algún otro sistema que le.dé alcance sistemático.

Stofer68considerala valoración Comouna función fundamental del hom-bre. Así corno el conocimientocontiene una variedad de categoríasordena-doras,tales como las de espacioy.tiempo, que hacen posible delimitary

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com-prender objetos,así la valoración depende de una variedad de factores de la experiencia,los cuales capacitan para una selección entre los modos posibles de reacción. Kecskemetí'" intenta una explicación racional del desacuerdoen materia moral, no de modo exactamenteigual al de Braithwaite, sino por medio de una especiede enfoque categorial, usando la categoría de impar-cialidad. Hablando en términos lógicos, el principio de imparcialidad es un postulado. Es racional de la misma maneray por la misma causa que lo son los postuladosbásicos de la actividad científica.

Todas estasobras plantean en principio la cuestiónsobre la base racional de los juicios de valor. Lewis'" trata de descubrir una pauta racional para los juicios de valor en el razonamientoinductivo. Ewíng?" 71'está convencido de que, aun cuando la ética posea una lógica propia, esta lógica no es muy diferente de la lógica ordinaria. Baylis72 muestraque algunos juicios de valor -los que afirman que el carácter agradable de una experiencia es bueno-, pueden confirmarsehasta cierto punto por la vía empírica mediante la cual son confirmados los juicios científicos. Wick 73 sostieneque podemos consi-derar las normas morales como criticables racionalmente,pero formulables imperfectamente,de una manera similar, a aquella en que "criticamosy trata-mos de enunciarlas reglas genéricasde la lógica",como por ejemplo,el princi-pio de contradicción."Si hay algo que searacíonalestos principrinci-pios son raciona-les; y, sin embargo,no son cognoscibles." Así, pues,hay una diferencia entre lo racional y lo cognoscible;y no todo lo que no es cognosciblees emotivo. Las reglas máximas morales, así como los principios que las rigen, tienen fundamentosracionales. AnálogamenteUrmson'" sostieneque no hay razón para condenar el razonamientoético simplementeporque no sigue las reglas establecidasni por la lógica deductiva ni por la inductiva. Es tan imposible que todos los argumentoséticos seaninválidos, como lo es que todos los hom-bres sean pequeños. Si hubiese alguna lógica que condujeraa este resultado, tanto peor para esa lógica. Según Paton,75la teoría emotiva desacreditaa la ética: la actitud moral es esencialmenteracional. ParaMabbott.?" el análisis subjetivista de los juicios morales es contrario al uso normal. Las "significa-ciones" que ese análisis les atribuye no son las que auténticamentetienen dichos juicios morales. Cuando comparamosjuicios morales diferentes, em-pleamos procedimientosque implican una objetividad.

La dificultad generalpara establecerun sistemaaxiológico independiente con validez universal,y que posea el mismo rigor que el sistemamatemático de las ciencias de la naturaleza,ha llevado a algunos axiólogosa aplicar a la estimativala terminologíay el métodode las cienciasaxíológícas ya existentes. Así, Lamont77 basa su análisis del juicio de valor en la terminología y 'en los procedimientosdela ciencia económica,de un modo

similar;

aunqúe más sis-temático, al quehabía, empleado'arite~78al relacionar el juicio' moral con la

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-Banfí," Lacroíx.s? Znaniecki81 y Straus'" basan su teoría moral en las teorías generales de la cultura. Geiger83 ofrece un estudio general sobre los valores y el cultivador de las ciencias sociales; y Lepley84.85 ha compilado y sacado a luz un simposio sobre la relación general entre los juicios de valor y los juicios científicos, que contiene dos investigaciones paralelas y en co-operación. Los colaboradores a la primera investigación concuerdan en una interpretación empírico-naturalista de los fenómenos de valor, si bien no con-sideran tales fenómenos como idénticos a aquellos estudiados por las ciencias de la naturaleza. Están en pro de la aplicación a los valores del método de las ciencias de la naturaleza -concebido empíricamente-- pero, en cambio, no propugnan lo mismo respecto de su contenido. Las colaboraciones a la se-gunda investigación cubren toda una gama desde la interpretación empírica hasta la construcci~n formalista del lenguaje valorativo.

2. No-naturalistas

A) No-naturalistas de tipo empirista. Los no-naturalistas de tipo empiris-ta son aquellos que reconocen el valor ora en una experiencia ontológica, ora en una experiencia fenomenológica. En el primer caso, el valor aparece como un aspecto del Ser; y en el segundo, como un reino aparte.

a) Ontologistas. A este tipo pertenece la doctrina escolástica del valor, que ha tenido recientemente un representante en Leclercq.s" Este autor ofre-ce una exposición y desarrollo de esta doctrina -sobre el valor en general, la noción del bien, de la verdad y de la belleza (en el sentido de transcenden-tales)- en un estudio que, por su claridad y estructura lógica, ofrece mucho a la teoría de los valores contemporánea, que se halla en una situación caótica. Aclara el impresionante parecido -así como también la diferencia- entre el método escolástico y el moderno en el enfoque de la noción del valor, a través de un análisis lingüístico del lenguaje corriente. El método escolástico, aná-logamente al moderno, halla el aspecto fundamental de la moralidad en el juicio de valor; pero, en lugar de inventar una nueva <1ógi<;a"de "sentidos" contextuales, usa el método clásico de Sócrates, Platón, Aristóteles y Santo Tomás. Este método consiste en examinar el sentido habitual de los juicios cotidianos de valor, y, una vez hallado este sentido, en elevarse a los conceptos a los cuales corresponden tales sentidos y a la idea de realidad que esos con-ceptos implican. Así, pues, aquí, al igual que en el procedimiento científico usual, que es empírico, uno se eleva de lo particular a lo universal. El caos y las contradicciones de las palabras y frases corrientes se superan mediante el método de llegar, como en una precipitación científica, a la médula de todos los materiales, y de formular esta médula en una definición. Este méto-do se ha perdiméto-do en muchas teorías contemporáneas sobre el valor. Sucede que, cual ocurre por ejemplo en la escuela de Oxford, muchas teorías se que-dan en "sentidos" fragmentarios, sin desear un análisis total y exhaustivo, o

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enuncian nociones universales sin anclarIas en el uso cotidiano. Según Le-clercq, entre todas las escuelascontemporáneas,sólo la fenomenológicasigue la tradición.

En vista de la claridad lógica de esta escuela,tiene especial importancia el ver a dónde conduce su método. Conduce, en suma, a una ontología de los valores que puede ser expresadaen muchas formas,ademásde aquella en que aparece en sus propios términosmetafísicos. Hablando en sentido onto-lógico, la cosa es buena en el grado de su perfección. Cada cosa posee su propio orden de perfección. La bondad del caballo no es lo mismo que la del pan, y la bondad de un caballo de carrerasno es lo mismoque la de un caballo de tiro. Así, pues, el juicio de valor depende de la naturaleza de la cosa juzgada. Esta terminología metafísica puede expresarsede diferentes mane-ras. En términosmodernos,significa que la cosa es buena si tiene las propie-dades determinantesde su valor. En términos aristotélicos,significa que la cosa es buena si cumple su propósito. Hablando en términosepistemológicos, significa que la cosa es buena si tiene sus propiedades esenciales. Hablando en términos lógicos, significa que la cosa es buena si cumple toda la com-prensión de su concepto. Si pasamos revista a la historia de la axiología, advertiremosque aquí hay algo así como una axiologia peremu». Esta axio-logía lleva a la teoaxio-logía, cuando se generaliza la noción de perfección especí-fica hasta convertirla en la perfección de un Ser Absoluto que no carece de nada y poseela abundancia de todas las propiedades.

Variantes de la doctrina ontológicadel valor las encontramosen todos los países del Continente europeo, en América Latina y en Asia. En Francia tenemoslas últimas obras de Lavelle87y Le Senne,88quienes consideran los valores como garantizadospor una fuente trascendente,el Yo Absoluto, en el cual participan los yos finitos. Por otra parte, en Italia, la metafísica del valor, bajo la influencia de Croce y Gentile, subraya la inmanencia del valor más bien que su trascendencia,cubriendo toda la gama desdeuna inmanencia anclada en la dialéctica del espíritu a una inmanenciabasada en la estructura de la situaciónconcreta,concebidaexistencialmentee incluso naturalistamente. Croce'" afirma que la categoría de "vitalidad" es una integración necesaria de las varias formas del espíritu, "el cual carecería de voz, de órganos y de poder, si... aquellas formas fuesen separadasde él". Según Gentile,90quien estructura el acto espiritual de una manera más y más deontológica,la refe-rencia de esteacto al ser no es trascendente,sino que es inmanente:la valora-ción es asuntode la autoconciencia,nacida de la voluntad espiritual y coinci-dente con ésta. El carácterracional de la axiología idealista se ha conservado casi enteramenteen los nuevos desenvolvimientosde la axiología en Italia. Cuando se ha renunciado a tal carácter racional, como ocurre en la obra de U go Spirito,91entoncesese carácter ha sido reemplazado por un substituto que tal vez es incluso más apto para entender la vida moral, emparejándose

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con la más profunda sensibilidad para el problema ético. Dice Spirito que las premisasmetafísicasde la filosofía occidental han conducido a un dogma-tismo de juicios objetivos:quien juzga opone a sí propio la cosa juzgada,y de tal suerte la aparta de sí mismo y de una verdadera comprensi6n. La ínter-pretaci6n te6rica que Gentile da del Acto debe ser substituida por una acti-vidad creadora del espíritu, y la relaci6n objetiva debe ser reemplazada por un nuevo tipo que superela dualidad y tenga su base en el amor y la solidari-dad entre el hombre y las cosas-la misma problemática que hallamos en la ética de Buber,9293 en su distinci6n entre la relaci6n yo-ello y la relación yo-tú, y en la lógica de Husserl. La suspensióndel juicio cancela la partícula-rizaci6n de lo individual, devuelve su valor original a cada aspecto de la realidad e impide la formación de una jerarquía abstracta de perfecciones

(Cf. Le Senne). Los análisis del valor llevados a cabo por Lazzarini y Ab-bagnano son más estrictamentefenomenológico-existenciales.Lazzarini,"" in-fluido por Kierkegaard y Husserl, ve la definición del valor en la propiedad del sujetode hallarse abierto a las múltiples metas que implica la íntencionalí-dad del acto espiritual. Abbagnano.s" en contrastecon el negativismodel exis-teneíalísmo alemány con el espiritualismodel francés,introduce la categoríade posibilidad como norma de la experienciay como ley ética. Posibilidad indica la estructurainestable y precaria de la experiencia y el carácter problemático de ésta. "Todo lo que llamamosvalor y que da a la vida sentido y aroma -belleza, bondad, verdad- es inseguro y mutable." Esta teoría se halla ya lejos de las concepcionesidealistas de Croce y Gentile. Tan s610un paso más, y desembarcaremosenelcontextualismoaxiológico. Podemosconsiderarcomo una transición a éstela doctrina de Bagolini,96.98la cual constituyeuna especie de emotivismo objetivado. De un modo original e ingenioso,Bagolini usa el mito como una categoría de la emoción y como una definición del valor. La cognición y la voluntad están condicionadas por una variedad de valores que son las proyeccionesespontáneasde la conciencia, y pueden ser consideradas como mitos en el sentido de manifestaciones emocionales profundas de la vida humana. La realidad del valor-mito es irreductible a la racionalidad; es más bien una objetivación de lo emocional, una especie de actitud stevenso-niana objetivada.

Mientras que los escritores mencionados en el párrafo anterior se des-envuelven por así decirlo cuesta abajo, desde el idealismo a situacioneshu-manas, en cambio, otros filósofos, como Battaglia,99-102,Sciacca,103-108 Capo-grassi109y otros desarrollan el idealismo hacia arriba y anclan la moralidad en una relación con Dios.

También en el pensamientoespañol y en el hispanoamericanohallamos interpretacionesdel valor vigorosamenteontológicas, no s610en la corriente neoescolástica,sino también en la dirección existencialista,y asimismoen otros ensayoscríticos sobre la teoría general del valor. A la corriente neoescolástica

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EL CONOCIMIENTO DEL VALOR

pertenecen las obras de Zaragüeta,nO-112Urdánoz.P" Oromí.P" Farré.P" A la direcci6n existencialista pertenecenMuñoz Pérez.P" Montero Molíner.P" Al-corta.P" En el grupo de quienes han producido ensayos críticos, figuran Li-nares Herrera-P y Cencíllo.P? Julián Marías'<' ha dado una lúcida

reelabo-ración del concepto de razón vital según Ortega y Gasset, con importantes implicaciones axíológícas. La vida humana es el sistema que se estructura a sí mismo y que funciona como razón vital: el yo es el 6rgano esencial de comprensión. La experiencia, no en el sentido epistemológicosinoen el sentido existencial, es la matriz de la conceptualización. Así, pues, fundamentalmen-te la comprensión y la valoraci6n son una y la misma cosa. La diferen-ciación de la experiencia en conceptualizaciones es al mismo tiempo la

dife-rencíacíón de la valoraci6n. El vínculo entre la visión existencial y la

valoración ha logrado una expansión en la textura de la axiología existencial de Romano Muñoz.P'' en fuerte oposición contra el nihilismo axiol6gico de Heidegger y Sartre. La metafísica, según Romano Muñoz, se convierte en ética: el punto universal de referencia de la filosofía no es abstracto,sinoque es concreto; está basado en la relación existencial entre el yo humano y el universo. Esta culminación de la ontología en axiología se complementa -y además se ahonda123- en el pensamiento de Recaséns Siches, quien por su parte da un fundamento axio16gico a la ontología.124Según Recaséns Siches, la filosofía fenomenológíca de los valores -de la que me ocuparé en la sec-ción pr6xima- escinde con excesiva radicalidad el mundo axiol6gico sepa-rándolo del ontológico. En una zona más profunda hay una recíprocarelación

entre hechos y valores. Aunque el mundo de la realidad y el mundo de los valores constituyan dos categorías diferentes, formalmente independientes, sin embargo, el uno parece existir para el otro, y el otro para el uno. La axiología debe indagar la vinculaci6n entre los dos reinos. Según Recaséns Siches, el valor no es meramente, como se había dicho, una categoría tan pri-maria como la categoría del ser, sino que el valor es una categoría aún más primaria que la del ser, es decir, más fundamental que ésta. La realidad pri-maria y radical es la vida humana, esto es, la compresencia del yo y su mundo. La conciencia, al actuar como una redecilla selectora, está condicionada por actitudes valoradoras. En el pensamiento de Recaséns Siches, pues, la axiolo-gía se convierte en la raíz profunda de la ontoloaxiolo-gía -con un resultado que en forma naturalista lo hallamos también en Werkmeister.125-127 Pero mientras que Werkmeister da una interpretaci6n psicologista del valor, en cambio, Recaséns Siches rechaza toda doctrina puramente psicologista. Los valores, dice Recaséns Siches, no son proyecciones o reacciones de los mecanismos

psícológícos. En este sentido son objetivos, es decir, no son subjetivos. Ahora bien, se debe entender tal objetividad como inmanente a la vida humana, como una objetividad intravital. El hombre no crea los valores. Pero los valores son tales y tienen sentido dentro de la contextura de la vida humana.

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Por otra parte, la estructurade la vida humana está condicionadapor valores. ASÍ, en la teoría deRecaséns Siches hay un vínculo fundamentalentre valora-ción y existenciahumana.Nicol estudia esta conexiónhistóricamente,en el más ampliocontexto.P" Frondizi,128bisaun cuando rechaza también las explicacio-nes meramentepsicologistas,cree que no se puede separarradicalmenteel va-lor y la vava-loración,y entiendeque tanto el uno comola otra se dan en el contex-to de situacionesconcretas,en las cuales se combinan componentessubjetivosy componentesobjetivos. Entre los elementossubjetivosfigura la vida psicológi-ca pasada, y la presente,la influencia del organismo,los nexos e influencias sociales y culturales. Entre los componentesobjetivos hay dimensionesinhe-rentes al objeto valorado, que lo hacen aparecer como valioso con

indepen-dencia de las eventualesreacciones psicológicas que suscite.

En Alemania encontramosun nuevo retorcimiento,superlativamenteines-perado de la dicotomía hecho-valor, entendida ontológicamente,en el nihi-lismo axiológico de Heidegger.129.130Según Heidegger, la axíología no es otra cosa que un sucedáneo(Ersatz) de la metafísica del ser que perdimos. Dice que "pensar en valores es puro nihilismo". Puesto que valor y ser serían dís-tintos, el valorar obstruiría el ser del ser si el valorar pretendiesesuperar al ser y tomar su puesto."Pero si el valor no deja que el Ser sea el Ser, lo que el Ser es en tanto que el Ser mismo, entoncesla supuestasuperación es ante todo la consumacióndel nihilismo" «Wenn {edodi der Wert das Sein nicht das Sein sein liisst, was es als das Sein selbst ist, dann ist die vermeintliche

Vberwindungallererst dieVollendungdesNihiZismus").Así, pues,el golpe más fuerte contra el verdadero valor -es decir, el ser- es valorar -y el golpe definitivo contra Dios es valorarlo. Dios "es degradado al hacerlo el supremo valor" t'zum hiichstet: Wert herabgewürdigt"). Valorar a Dios, el Ser de los seres,como el valor de los valores es "la máxima blasfemia". Al igual que todos los falsos profetas,quienes hacen esto se disfrazan como sumossacerdo-tes."El no pensarel Ser se disfraza a sí mismo con la aparienciade representar el Ser de la manera más digna." De este modo, Heidegger da un matiz in-moral a lo que G. E. Moore llama la falacia naturalista, en su aspecto de confusión entre el ser y el valor. Según Heidegger, la comisiónde esta falacia es una traición al ser.

Este "desenmascaramiento"de la valoración ha llevado a un vigoroso contraataque que desenmascarael "desenmascaramiento",e intenta aportar las razones que deben ser aducidas contra la dialéctica del nihilismo

axioló-gico. En la vanguardiade este contraataqueencontramosa von Rintelen,131.133 cuyo realismo axíológíco, edificado sobre la base del pensamiento alemán

clásíco.P" especialmentede Goethe, irradia -contra las sombras de Nietz-sche- la clara luz de aquella tradición filosófica germana. Se puede entender la realidad histórica del valor de un modo vertical y de un modo horizontal: de un modo vertical, en la dimensión de valor real (Real-Wert); de un modo

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