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La economía política de la transición mexicana

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Academic year: 2020

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Cuadernos de Divulgación

Ideológica.

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LA E C O N O M I A POLITICA

D E LA T R A N S I C I O N M E X I C A N A

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H C 1 3 3 .C67 1991

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C U R R I C U L U M

Rolando Cordera es Licenciado en Economía y tiene estudios de posgrado en la Escuela de Eco-nomía y Ciencias Políticas de Londres, Inglaterra. Entre sus actividades académicas destaca como Profesor Titular de tiempo completo y Coordina-dor del Centro de Estudios del Desarrollo Econó-mico de México, en la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de México.

Ha sido investigador visitante en el Centro de Es-tudios México-Estados Unidos de la Universidad de California, en San Diego. También ha sido conferencista en diferentes Universidades de Esta-dos UniEsta-dos, entre las que destacan Berkley, Stan-ford, Georgetown, Yale y Nueva York, así como el Instituto Tecnológico de Massachusetts y la Carnegie Foundation. Además ha estado en dife-rentes universidades de México y ha participado en la Escuela de Verano de nuestra Universidad de Nuevo León.

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P R E S E N T A C I O N

La Preparatoria Tres ha emprendido una tarea digna y noble, cuyo objetivo promordial es el mejorar y actualizar la docencia en los profeso-res, así como también profundizar la informa-ción que se presenta en estos m o m e n t o s en el

m u n d o actual dentro del área historico-social. El Seminario de Actualización Académica va dirigido principalmente a los maestros de nues-tra institución, pero también se ha hecho ex-tensivo a todos los profesores de las diferentes preparatorias de la U.A.N.L. y al público en general.

Este Seminario se está llevando a cabo en la Bi-blioteca CENTENARIO DEL COLEGIO CIVIL

de nuestra escuela.

En esta ocasión nos es grato presentar o t r o nú-mero más de la serie Cuadernos de Divulgación Ideológica. En él se recoge la conferencia:

LA ECONOMIA POLITICA DE LA TRANSI-CION MEXICANA, dictada por : El Licencia do Rolando Cordera, el 21 de Mayo de 1991.

ING. JUAN E . MOYA BARBOSA D i r e c t o r

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I

LA ECONOMIA POLITICA

DE LA T R A N S I C I O N M E X I C A N A

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LA ECONOMIA POLITICA DE LA TRANSICION MEXICANA

Muchas gracias por su introducción y gracias por sobre t o d o por la invitación a estar en esta Preparatoria Tres (Nocturna para trabajadores). Me da m u c h o gusto que me hayan invitado, por-que según me han dicho, el proposito de estas pláticas n o solo es discutir y pensar sobre distin-tos temas de la actualidad vinculados a la temáti-ca históritemáti-ca y social, sino volver a pensar sobre cómo enseñar y estudiar esta temática para fines de un nuevo curriculum de la Preparatoria en la Universidad A u t ó n o m a de Nuevo León. Esto lo considero n o solo muy satisfactorio, sino muy c o m p r o m e t e d o r ; y o espero que mi charla sirva de algo, sobre todo en este segundo aspecto; ojalá y no sirva sólo para confundir aún más este trabajo que siempre se ha entablado y que tiene que ver con la organización de la enseñanza.

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mica, sino dada su longitud f u e una auténtica depresión -al menos eso es lo que podemos pre-sumir hoy; no solamente prepre-sumir, sino desear-;

esta crisis, repito, n o solo trajo consigo grandes castigos económicos y sociales, que y o voy a describir, rápidamente, sino implicó un p e r í o d o de ajuste, es decir, un m o m e n t o de preparación de la e c o n o m í a , de la mentalidad nacional, que ni en efecto se dió como y o entre otros lo pien-san -luego discutiremos que tanto se dió y sus debilidades-, pero que si en efecto se dió nos permite hablar, o nos permite pensar que n o so-lamente vivimos un m o m e n t o de crisis, sino también que este m o m e n t o de crisis forma par-te de una transición, es decir, que espar-te momen-t o de crisis nos lleva a un m o m e n momen-t o de n o crisis y que puede ser un m o m e n t o también promete-dor de mejores maneras de existencia social, de convivencia política y de quehacer cultural. Lo que quiero decir a ustedes es que el t í t u l o de mi conferencia, es un título que para mu-chos por lo menos debería argumentarse y jus-tificarse; y o , sin embargo, me c o m p r o m e t o con él tratando de provocar una discusión -que es de las cosas que ¡más me gustanpero también de dar cuenta d e u n a , digámoslo así, hipótesis

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de trabajo sobre la actualidad; que no voy a jus-tificar ni a demostrar demasiado en este momen-to, pero que es la que organiza mi reflexión so-bre México en el presente y para el f u t u r o . Yo no sé si sea eficaz este simulacro de cine que traje; pero si n o lo es me lo dicen y voy todavía más rápido de lo que pensaba hacerlo.

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En nuestro caso, es decir, en este m o m e n t o que de alguna manera t o d o s vivimos, todos lo que es-tamos a q u í y quizás algunos sufrieron, esta caída de salario f u e no solamente m u y aguda, sino muy rápida: en m u y poco tiempo el salario llegó a va-ler la mitad de lo que valía en el m o m e n t o en que se inicia esta situación que llamamos crisis.

La contrapartida de esta caída en la producción y en los salarios se mide en el último renglón del cuadro, esto es en lo que los economistas llaman la transferencia neta de recursos al exterior. Mien-tras que la producción y los salarios cayeron drás-ticamente, los recursos que transferimos al exte-rior se volvieron positivos. Hasta este m o m e n t o , hasta 1981, México recibía recursos del exterior. A partir de 8 1 México comenzó a enviar recursos medidos en dólares al exterior, por una propor-ción muy alta de su producpropor-ción total; éste fue, digámoslo así, el cuadro más general que organi-zó nuestra vida económica de los ochentas; fue, para repetirlo, fueron unos años de caída econó-mica, de depresión econóeconó-mica, de caída del sa-lario y de transferencia de recursos al exterior. Cuál es la racionalidad d e esta situación, es decir, por qué se dió, por qué se propició. Yo pienso

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que en términos gruesos, México estaba destinado a pasar por una crisis de este estilo y no podía

evi-tarlo, más que si se hubieran dado y se hubieran mantenido por m u c h o tiempo las condiciones que le permitieron posponer esta situación de crisis en los años setentas; y estas condiciones fueron: cré-ditos relativamente baratos en el exterior y abun-dantes, y luego petróleo caro. Cuando el petróleo dejó de ser caro y los créditos en el exterior deja-ron de ser fáciles y abundantes, la crisis se presen-tó. De esto supongo que ustedes habrán o í d o ha-blar en varias ocasiones. No voy a ir a una discu-sión sobre la estructura económica que nos lleva a esta crisis; lo que quiero sugerir es que para empe-zar, vale la pena pensar en estos años porque de alguna manera son los que nos permiten discutir, sobre las perspectivas y esfuerzos que hay que hacer hacia adelante.

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cirio, en mis términos: abandonamos nuestra tra-yectoria histórica de crecimiento y nos f u i m o s ha-cia abajo; y entonces, para llegar al p u n t o , al que p o d r í a m o s haber llegado de n o haber habido cri-sis, t e n d r í a m o s que hacer un esfuerzo de creci-miento que n o parece, incluso hoy, estar al alcan-ce de nuestra mano.

Es una manera un poco arbitraria de resumir de-masiadas cosas, pero a lo que quiero llamar la atención de ustedes, es a que en estos años se creo una especie de brecha entre lo que p o d r í a m o s ha-ber sido, económicamente hablando, y la situa-ción a la que nos llevó la crisis económica. No sobra decir a ustedes que esta trayectoria históri-ca de crecimiento que perdimos, era ya en los años setentas considerada una trayectoria histó-rica insatisfactoria desde el p u n t o de vista social, porque era una trayectoria que no había resuelto problemas básicos de equidad y de satisfacción de necesidades elementales para el conjunto de la po-blación.

Hay un elemento más allá de la explicación más general que tiene que ver con la estructura que nos lleva a una crisis, que es importante introdu-cir aquí y es el elemento de la decisión política.

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Independientemente o no, quizás independiente-mente no, pero j u n t o con este imperativo econó-mico -estas condiciones de nuestra economía que nos llevaban a una crisis-, hubo la decisión políti-ca a partir de 1981, 1982 de pagar la deuda, que es la que había sostenido el crecimiento en los años anteriores; y entonces el país tuvo que hacer un esfuerzo por crear dólares para transferir los recursos, no utilizados en México, al exterior y pagar la deuda.

Los recursos no utilizados al exterior se lograron sometiendo a la economía a una depresión. Pero estos recursos n o utilizados eran en pesos, digá-moslo así, para volverlos dólares teníamos que crear un superávit comercial, pues n o había quien nos prestara dólares porque ése era el origen de la crisis. Y se creó un superávit comercial, disminu-yendo drásticamente las importaciones, depri-miendo la economía interna, para hacer que no importara, que no comparara en el exterior y au-m e n t a n d o nuestras ventas fuera de nuestro país. Y esto es lo que creamos, digamos, éste es el otro lado de la película.

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en la forma de pago de deuda; digamos esto medi-ría en términos externos el esfuerzo económico interno realizado y que se trocó en depresión económica y social. Esto es m u y importante por-que nos muestra la enorme caída en las compras que se podrían haber hecho en el exterior; pero también nos muestra algo sobre lo cual se pensaba poco en esos años y que ahora es, digamos, mo-neda de uso corriente; que p o d í a m o s hacer un es-fuerzo de exportaciones, incluso en m o m e n t o s muy hostiles en términos de precios de petróleo.

En buena medida, este esfuerzo exportador, se ex-plica por otras mercancías diferentes al petróleo y que dan cuenta de unas capacidades económicas, que por así decirlo, estaban un poco escondidas a la vista del ojo corriente, que estaba centrado en nuestras posibilidades de vender petrólfeo o cap-tar la deuda. Ya en este m o m e n t o , digamos de adversidad absoluta, se comienzan a manifestar unas capacidades económicas n o detectadas sufi-cientemente antes, cuando la economía funciona-ba bien. La adversidad sirve también para fines positivos, p o d r í a m o s decir.

Los costos sociales son enormes, c o m o dije al principio: ésta es la caída del salario -repito- se da

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como caída libre, digámoslo así, en unos cuantos años y luego sigue descendiendo, arrastrándose si ustedes quieren, pero siempre para abajo.

El otro elemento que nos da una idea de la situa-ción social que se genera en esos años es lo que pasa con el empleo. Este cuadro mide los emple-os que había que crear en lemple-os añemple-os ochentas, to-mando en cuenta el crecimiento de la población en edad de buscar trabajo. Ustedes conocen la ci-fra, es la misma más o menos que en la actualidad, es alrededor de un millón de empleos nuevos cada año para darle empleo a la gente que entra a bus-car trabajo en la sociedad ; y lo que creamos f u e menos de cuatrocientos mil empleos al año, debi-do obviamente a la falta de actividad económica que en muy buena medida se explica por la deci-sión de organizar la economía para pagar la deu-da.

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te. En 1980 se estimaba que 4 de cada 100 Mexi-canos que trabajaban se dedicaba a lo que se lla-ma el sector inforlla-mal de la economía, aquej que n o se rige por c o n t r a t o de trabajo, que no tiene seguridad social, etc. Nosotros hemos estimado que al fin de la década, 2 2 de cada 100 Mexicanos se dedicaban a actividades informales. Y esto f u e el gran colchón social que les permitió a los Mexi-canos n o empleados o desempleados en la década sobrevivir; aparte d e la bienaventurada familia Me-xicana, que también volvió a funcionar como fa-milia digamos,no solo núcleo de cuestión valorati-va, sino como u n a entidad productora de bienes y servicios. Tuvimos de nuevo, supongo que en Monterrey pasó igual que en la ciudad de México, el renacimiento d e la familia extensa; jóvenes adultos viviendo c o n sus padres, padres jóvenes con sus hijos viviendo con los abuelos, etc.

Para terminar el cuadro dramático de la situación voy a presentarles dos gráficas más y ahí termino. Parte de la operación - aquí sí decidida por el go-bierno, no solo proveniente de esto que los cro-nistas llamamos la estructura, sino decidida por el gobierno para reducir el crecimiento de la eco-nomía - f u e reducir su gasto. Y h u b o dos

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nes del gasto público que sufrieron dramáticamen-te esta decisión: uno fue la inversión pública que se redujo enormemente, y otro f u e el gasto social; aun cuando aquí lo que encontramos sobre todo es reducción en los sueldos de quienes otorgan los servicios sociales del estado, es decir, reducción en los sueldos de los trabajadores de la salud y de los trabajadores de la educación principalmente, lo que con toda seguridad deterioró estos servicios. Bien, el resultado es -hoy se ha vuelto ya verdad oficial- un aumento de la pobreza, de la incidencia

relativa de la pobreza; hoy hay, relativamente ha-blando, más pobres de los que había en 1977 ó 1981; y lo que es más preocupante -v que explica en buena medida algunas de las principales políti-cas del actual gobierno-, es que aumentó en térmi-nos absolutos, el número de pobres hasta llegar según esta estimación a cerca de 50 millones de personas, de las cuales aproximadamente entre 18 y 20 son considerados personas absolutamente pobres y extremadamente pobres.

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México es un país muy desigual y muy pobre; pe-ro si ustedes ven esto, verán que -y recuerdan la otra gráfica- mal y todo, insatisfactoriamente y todo, entre 6 0 y 80, en 2 0 años pues, había ido reduciéndose la incidencia de la pobreza en Mé-xico.

Sin dejar de ser un país muy desigual, que lo es y lo era, la pobreza absoluta, medida por accesos a los bienes básicos de la vida se había ido redu-ciendo, y en unos cuantos años retomamos rea-lidades que muchos considerábamos habíamos superado definitivamente, aunque no estuviéra-mos satisfechos con la situación social imperante. Esto mide el esfuerzo y la realidad socioeconómi-ca por la que pasó el país en los años ochentas; y es, me parece, el primer argumento en favor de un nuevo curso económico y social para el f u t u r o . Sin pretender abrumarlos con reflexiones negati-vas, me gustaría antes de pasar al tercer tema que querría poner a su discusión, rápidamente algunas ideas sobre lo que se llama el entorno internacio-nal en el cual ha tenido lugar esta fase tan doloro-sa de nuestra historia económica y social.

Es claro y ustedes seguro lo han tenido que hacer

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en anteriores conferencias, que cualquier refle-xión sobre la situación nuestra, y sobre las posibi-lidades de superarla, tiene que vérselas con algo que hoy se dice rápidamente, pero que ya ha lle-vado varios lustros y que es una especie de gran mutación mundial, que ha hecho surgir nuevos poderes económicos y que al mismo tiempo, ha presenciado sobre t o d o en los últimos 5 años lo que llamamos tranquilidad al colapso del comu-nismo o del socialismo real, incluyendo el de cen-tro o su corazón histórico que es la URSS.

Hoy, el colapso del socialismo y el surgimiento de nuevos poderes económicos, así como la afir-mación del e n o r m e poder organizativo y militar de los Estados Unidos es lo que domina el pano-rama; para nadie es nuevo ya, es decir, es noticia, ni siquiera de primera plana; en unos cuantos me-ses esto es sabiduría convencional. Sin embargo, si ustedes recuerdan o hacen un esfuerzo por re-cordar, hace unos cuantos años éste no era el pa-norama. Las crisis del petróleo en los años 70s junto con la aparición en el m u n d o de los

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se llamaba el Tercer Mundo se afirmara como una identidad internacional del poder, capaz de cam-biar los términos de las relaciones internacionales. Y se habló entonces de la posibilidad de acosar a los centros industriales tradicionales del mundo y obligarlos a un nuevo orden económico interna-cional. Y sin embargo , u n o s cuantos años des-pués de este discurso y sobre todo a partir de 1982, al calor de la crisis de la deuda, la idea del Tercer M u n d o como una dimensión f u e r t e tam-bién cayó. Y hemos vivido nosotros y muchos otros la patética situación de que los retadores lo que p r o d u j e r o n f u e una respuesta muy cuestiona-da de los retados, que se convirtió en reconversión productiva y energética de los países avanzados; mientras que nosotros los retadores, en conjunto, no logramos la cuestión política para estar a la al-tura del r e t o y caímos víctimas de la crisis de la deuda.

Hay entonces una situación internacional que bién cambió drásticamente y que no permite pen-sar ahora, de hecho viendo retrospectivamente, no permitiría pensar en el pasado inmediato anterior que y o he descrito, que había posibilidades de ro-dear la exigencia de un ajuste. Hay entonces la

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tituciones, particularmente de instituciones esta-tales, que si bien se demostraron, se han demos-trado como insuficientes, fueron de cualquier manera útiles para mantener un mínimo grado de cohesión social y de estabilidad política en medio del ventarrón económico que sufrimos.

Esta acumulación histórica incluye entonces ca-pacidades materiales desarrolladas, instaladas, y practicas y relaciones sociales que antes n o exis-tían, y que van desde la organización campesina hasta el seguro social y la capacidad del estado para distribuir bienes esenciales para la vida a través, por ejemplo, de CONASUPO y otras formas de distribución de bienes básicos para un cierto contingente de trabajadores, que si bien no son la mayoría, sí son los mejor organizados. Y esto es algo que generalmente no incorpora-mos a nuestra descripción del p e r í o d o de crisis y ajustes; es decir, que este p e r í o d o de crisis y ajustes se da teniendo como telón de f o n d o esta acumulación histórica; y además se da inmedia-t a m e n inmedia-t e después de un p e r í o d o breve pero es-pectacular de auge económico, que si bien n o re-solvió la desigualdad básica, s f l e permitió prácti-camente a t o d a la gente ganar más de lo que ga-naba y en un sentido u otro ahorrar, a h o r r a r e n

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los bancos, o ahorrar teniendo bienes durables, es decir, ahorrar teniendo un automóvil, un refri-gerador, aparatos electrónicos, un nuevo cuarto en la casa, etc. T o d o esto es en mis términos, di-cho aquí de manera m u y genérica, poco rigurosa esto es acumulación histórica de la sociedad. Y esto es algo, me parece a m f , que tenemos que comenzar a revalorar en la perspectiva de un cre-cimiento posible a partir de ahora.

El crecimiento, pues, n o se da nunca de cero, y lo que tenemos, así lo consideremos, así n o lo consideremos porque ya lo tenemos, es necesa-rio volverlo a ver con otros ojos, en el sentido de que puede ser esto que tenemos cosas útiles, pa-lancas dtiles para el f u t u r o , porque es acumula-ción de cualquier manera. Esa sería mi primera propuesta hacia adelante.

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hoy es verdad oficial. Entonces podemos discu-tir sobre la precisión e implicaciones de uno u o-t r o dao-to, pero los dao-tos son más o menos de uso corriente y ya forman parte de nuestro conoci-miento, más o menos asentado.

Voy ahora a lo segundo. La acumulación histó-rica no esta suficientemente discutida, hay eco-nomistas, hay políticos, hay empresarios que piensan que todo lo hecho no sirve ya, y hay que sustituirlo por algo nuevo. A mi m e parece que ése si es un salto en el vacío y puede implicar un gran desperdicio desde un punto de vista mente económico, incluso lucrativo; pero parece ser que nadie podría discutir que, en efecto, este país tuvo varias décadas de cambio económico y de crecimiento; sin embargo, repito, esto está en efecto a discución.

Lo tercero quizás es más discutible, pero me parece que es uno de los, por así decirlo, uno de los activos con los que cuenta el país para pensar en que puede abrirse un curso nuevo y más o menos largo de crecimiento y desarrollo, que es lo que al final de cuentas, por así decirlo, reúne, coagula las angustias e inquietudes nacionales de la posibilidad de volver a tener actividad, de

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vir expectativas y visualizar realista, n o utópica-mente, un f u t u r o mejor para éstas y las genera-ciones que vienen, me refiero concretamente al sistema político y lo que ha venido pasando con él en los últimos veinte años.

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d o en sindicatos y organizaciones campesinas; y el partido del gobierno, frente al resto de los po-deres internos y e x t e m o s , es decir, frente a los empresarios, el poder exterior, particularmente los Estados Unidos y la Iglesia. Y éste era el es-quema político d e n t r o del cual se procesaba lo que es esencial en la política, que es la confor-mación y la transmisión del poder, y así vivimos relativamente tranquilos todos.

Sin embargo, a fines de los años 60s empezó lo que podríamos llamar un cuestionario estruc-tural porque provenía de la sociedad misma, de la nueva sociedad que se había ido f o r m a n d o de la presidencia como el eje que organizaba el sis-tema político autoritario mexicano. En 1968 los grupos medios urbanos, particularmente estu-diantes , intelectuales, profesionistas de algunas de las principales capitales del país, desde luego la ciudad de México, cuestionaron directamente a la Presidencia. Y entre 1974 y 7 6 , c o m o uste-des recordaran supongo, también h u b o un cues-tionamiento abierto a la Presidencia, ya n o de los grupos medios, sino de los grupos empresaria-les destacados. En 1982, para ir m u y rápido, vi-vimos la ruptura de las reglas de oro del sistema político autoritario. En 1982 se dice

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te n o a la Presidencia c o m o una figura política autónoma y n o sujeta a acotamientos y contro-les; lo dicen los empresarios, lo dicen los grupos medios, lo dicen los partidos políticos; n o lo di-ce el país t o d o , sí, n o hay una rebelión contra ningún Don Porfirio, porque repito, n o hay Don Porfirios en México, y lo que y o estoy sugirien-d o es que es inimaginable que haya un Don Por-firio , pero se cuestiona el papel tradicional d e la Presidencia Mexicana. Y sin embargo, coinci-diendo con este cuestionamiento, empezamos a vivir la crisis económica m á s p r o f u n d a del siglo que es la que y o he t r a t a d o de describir a uste-des. El país tiene que ajustarse para pagar la deuda y entonces, esta Presidencia, cuestiona-da pero viva, se cuestiona-da a la tarea de sobreexplorar el sistema p o h t i c o : la Presidencia se aisla, toma decisiones que n o negocia con el pueblo organi-zado, n o negocia con los sectores del partido, n o negocia con los sindicatos, n o negocia práctica-mente con nadie, sino en sus círculos internos de decisión toma las decisiones para llevar a ca-b o este ajuste doloroso del país.

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a explotar, porque en este país nadie va a protes-tar, este país esta bajo control". Fíjense el jue-go, primero unos decíamos: "Elpaís va a explo-tar si lo someten a este terrible castigo económi-co social" , y nos equivocamos, n o explotó. Lue-go los que sacaron las enseñanzas de esta pro-puesta equivocada dijeron: "Ni explota ni ex-plotará", e inmediatamente que comenzaron a decir esto vino el 8 8 y, en efecto el país n o ex-ploto, pero h u b o un espectacular redescubri-miento -Yo diría invención de la ciudadanía-,

se descubrió, casi diríamos de repente, los va-lores ciudadanos, los que estaban subsumidos en este esquema de dominio presidencial y de pueblo organizado. Y este pueblo organizado comenzó a manifestarse c o m o individuos, sin perder su organización, pero como individuos; y entonces lo que tuvimos en el 88 f u e el "Si pasan cosas, no es cierto que nada pase en este país", pero pasan cosas de una manera que n o

esperábamos, pasaron las cosas a través de los votos y de las elecciones.

Y qué es lo que nos dice este aspecto político social de estos años? Bueno, que la población había cambiado, n o solo se había trasladado del campo a la ciudad, sino que la ciudad había ido

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la Presidencia por la vía de procesos estableci-dos, consistentes, permanentes, sometidos en-tonces a unas reglamentaciones públicas, que eso es un Congreso; a diferencia de una asamblea, de una movilización, de una protesta, un Congreso es un órgano colegiado representativo, sujeto a reglas públicamente acordadas y aceptadas por todos: los ganadores y los perdedores. Y ésa es la perspectiva que abre, me parece a m í , el 88. Resumiendo, digamos veinte años: en 1970 des-pués de esto que eufemisticamente el Presidente López Portillo llamó la crisis de conciencia del 6 8 , lo que comenzamos a vivir es una especie de reforma política, controlada y restringida por el estado. En ¿poca de Echeverría vivimos lo que se llamó la apertura, que fue sobre t o d o la li-beración de los medios informativos, un relati-vo buen trato a los sectores intelectuales y a las universidades y nada mas, porque se esperaba en aquellos años que el desarrollo económico y so-cial sería suficiente para reincorporar estas ener-gías ciudadanas, clasemedieras y empresariales, y el país podría seguir con el mismo f o r m a t o po-lítico de antes. En 1978, como ustedes saben se da el primer paso de una liberación política, a un proceso real de reforma, cuando Reyes Heroles,

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instrumenta como Secretario de Gobemacion una reforma electoral, con aspiraciones de ser una reforma política; y sin embargo, en todo es-te t i e m p o , se trata de una, como dice él maestro Rafael Segovia, de una democracia otorgada, es decir, es el gobierno el que decide hasta d ó n d e y cuándo.

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le damos la mayor importancia, tal vez porque vivimos todavía en esta zona de claro obscuro entre un régimen, un sistema autoritario y un sistema más 0 menos democrático, que a lo me-jor se prueba también satisfactorio desde el pun-to de vista de vista del ánimo existencial, como el anterior; pero que el sistema político, está cambiando, está cambiando de la vida política. Cuál es, desde esta perspectiva, la agenda? Me parece que hay cuatro p u n t o s fundamentales que el 88 y sus antecedentes, es decir, lo que y o llamaría ahora esta acumulación política que también tuvo México, igual que la economía so-cial, también una acumulación política nos indi-ca: el primer p u n t o - entre otras cosas, porque todos lo ponemos, porque casi nadie lo ponemos en primer lugar; entonces el esfuerzo por poner-lo en primer lugar todavía tiene que ser muy grande - es el del sistema judicial; es decir, no ha-brá una consolidación del proceso de participa-ción social, organizaparticipa-ción independiente, recla-m o derecla-mocrático, si n o hay legalidad, es decir, si n o hay seguridad y efectiva igualdad de los hom-bres ante las leyes y las mujeres, obviamente; y n o la hay, porque si a algo t o d o s le tenemos mie-d o es llegar a la baranmie-dilla mie-de la Delegación, mie-del

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Ministerio Público, etc., así hay auténtico t e m o r general a eso que pomposamente llamamos siste-ma judicial.

México con toda evidencia es una especie de caja negra, sabemos lo que entra, n o sabemos que diablos va a salir; y eso me parece que es un te-ma fundamental al cual esta asociado el de los derechos humanos por obvias razones. Los de-rechos humanos no es un problema de persegui-dos políticos solamente, es un problema de ciu-dadanos comunes y corrientes: y me parece que en ese sentido, es el primer punto de la agenda: si el ciudadano común y corriente no siente una mínima seguridad en su vida pública, no es ciu-dadano.

En segundo término me parece que todavía esta-mos a unos meses de pasar la primera gran prue-ba, pero todavía estamos en el m o m e n t o de que se confirme la validez democrática de las nuevas reglas electorales.

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dad, detectar partidarios en t o r n o a un programa y unas filosofías y lo que sea, y presentarse ante la sociedad como una parte del t o d o y competir con el resto.

Y en cuarto lugar que no es lo mismo que lo que he dicho, está a prueba nuestra capacidad, como sociedad, como comunidad, para crear un siste-ma de partidos políticos; no solamente está a prueba la voluntad de los grupos gobernantes pa-ra volverse partido político, sino también están a prueba las otras voluntades que son productos de la pluralidad que produjo este largo p e r í o d o de modernización y desarrollo, de volverse parti-dos políticos, es decir, de volverse instituciones permanentes de reflexión sobre la sociedad y d e elaboración de propuestas que puedan convertir-se en reformas institucionales y en leyes. Un sis-tema d e este tipo que es lo elemental para tener una condición democrática n o depende de que el gobierno quiera o no, o acceda o no, depende también de las otras voluntades que por hipóte-sis, decimos, existen en México ya, que son pro-ducto del desarrollo.

Y por ultimo diría, todo esto debe coronarse, es decir, este sistema judicial creíble, esta nueva

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galidad electoral, este grupo gobernante vuelto partido y estas voluntades plurales, convertidas en sistema partidista, pluripartidista, todo este debería coronarse en un congreso, es decir, en unos congresos modernos que vayan más allá d e la asamblea o del coro de apoyo permanente y predeterminado que hemos tenido, o bien de la asamblea rijosa que vivimos en este despertar ciudadanos de los últimos tres años; y volverse, como he dicho hace rato, un organo colegiado representativo donde pueda procesarse la com-plejidad social, sus problemas, estudiarse esta complejidad y volverse leyes; y volverse también en vigilancia organizada d e la sociedad sobre los o t r o s poderes que forman el estado y que exis-ten en la sociedad como poderes económicos y sociales. Esta es, me parece, la agenda que y o pienso no es inventada, sino extraída de esta ex-periencia, y que permitiría desarrollarse como tal, abordar lo que resume la agenda económico social de estos años duros de crisis, junto con nuestra redefinición del lugar de México en el m u n d o , es decir, junto con la modernización económica y la internacionalización de México que está en curso.

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masiado insistentemente de plantearles a uste-des es, lo que llama la deuda social, es decir, es-ta deuda que j u n t a , que suma pobreza con em-pobrecimiento, pobreza extrema con desigual-dad en un c o n t e x t o demográfico renovado, es decir, no es la tradicional pobreza campesina del sur frente al relativo bienestar de las ciudades y la pujanza del norte para darles, digamos la imá-gen del México, previo a sus crisis, es pobreza distribuida aleatoriamente a lo largo y a lo an-c h o de la Repúblian-ca, pero también modernidad distribuida a lo largo y a lo ancho de la Repúbli-ca de la manera más insólita, "Los Teachers", el gusto común por el rock, la rápida incorpora-ción a lo que pasa en el m u n d o , ya n o es un pri-vilegio de los neoloneses, los defeños y los ta-patíos, es una práctica cotidiana de los oaxaque-ños, de los tlaxcaltecas y de los chapanecos; c o m o y o diría la pobreza extrema ya n o e.s un

fardo, digamos fatal, atavico de los mixtéeos, sino una presencia en todas las ciudades medias y grandes del paré, y eso es lo que tenemos ahora y esto lo resumimos en la idea de deuda social. Si esto es cierto se trata de un problema social que no se puede resolver otorgando dones de arriba para abajo, sino que se tiene que resolver reorganizando las instituciones con que cuenta la

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sociedad para asegurarle bienestar a todos y avanzar en una perspectiva de equidad; y esto n o lo tenemos resuelto, yo pienso que lo po-demos resolver aprovechando lo que tenemos, esta acumulación, imaginando instituciones, y sobre todo dándole cauce a la energía y a la imaginación social que se expresó" en estos 2 0 años de manera, a q u í SJ muy alentadora; y y o n o encuentro otra manera de dar cauce a esto que por una vía democrática, conjunte acción colectiva con expresión de los individuos, apro-vechando además lo que nos ha enseñado la triste pero importante y aleccionadora expe-riencia de lo que se dio en llamar como socialis-m o real. Estos son los activos y éstas son las deudas que tenemos según mi perspectiva.

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Ha sido consultor para el Programa Nacional de Desarrollo y participante en diversos seminarios internacionales organizados por la SEPAL y el Instituto de Cooperación Iberoamericana y la Fundación Pablo Iglesias de Madrid, España. Es miembro del Consejo Consultivo del Programa Nacional de Solaridad, miembro del Instituto de Estudios para la Transición Democrática y miem-bro de la Academia Mexicana de Economía Polí-tica. También es miembro del Consejo Editorial de la revista "NEXOS", y además director y con-ductor del programa semanal de televisión " N E X O S " , hoy por hoy el mejor programa críti-co que se hace en Méxicríti-co.

Tiene diferentes publicaciones: es autor de los li-bros "Las decisiones del p o d e r " , "La disputa por la Nación", "El reclamo democrático" y "La de-sigualdad en México"; y es coautor de "Desarro-llo y Crisis de la Economía Mexicana" y "Méxi-co presente y pasado".

SfS '".-S" * ' y - 3"

Serie Cuadernos de Divulgación Ideológica, edita-da e impresa en loe talleres gráficos de la Prepara-toria Tres de la II.-VJSJ.L.

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Referencias

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